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TEMA 1: MEDIDA Y EVOLUCIÓN DE LA DELINCUENCIA

1. Miedo al delito.

Aunque siempre existe cierta probabilidad de ser víctima de un delito, el miedo al delito
y el grado en que se percibe inseguridad, no parecen guardar una relación directa y
unívoca con la probabilidad real de delito. Podemos observar países denominados
realistas donde se da cierta correlación entre las tasas de victimización y la percepción
de inseguridad, así como países optimistas donde dicha percepción es inferior a las
tasas. También pueden darse países pesimistas, donde la percepción de inseguridad es
mayor a los índices fácticos.

Podemos deducir que realmente no hay una relación directa entre la percepción y las
tasas fácticas, por lo que nos preguntamos de qué depende entonces esa percepción de
inseguridad. Algunas investigaciones hallaron cierta correlación entre la percepción o
miedo al delito y la exposición social/ciudadana a medios de comunicación con alto
grado de dramatismo y exageración de la violencia. Otros estudios recalcaron la
diferencia entre miedo y percepción al delito, siendo el primero un miedo personal e
individual y el segundo un problema social colectivo que dependería mucho más del
influjo de los medios de comunicación, así como de la estructura social.  

Sin embargo, este miedo al delito se encuentra interrelacionado con otros problemas
sociales, y en ocasiones, algunos de ellos pueden desplazar la importancia de otros. Por
ejemplo, en el caso español, en plena crisis económica la preocupación por el delito
pasó a un segundo plano.

2. Estadísticas judiciales. (corresponde con el epígrafe 4 del capítulo 4 del texto)  

Cuando una autoridad judicial tiene que pronunciarse sobre la magnitud o la evolución
de delincuencia, suele servirse para su argumentación de la estadística judicial en que se
recogen los asuntos penales o diligencias previas que instruyen los tribunales de
justicia: 

Sin embargo, nos encontramos ante el problema de que dichos datos suelen ser dispares
y contradictorias, un problema que suele recibir muy poca atención pública. Cabe
preguntarse a qué se debe esta falta de consistencia entre las cifras de la delincuencia
ofrecidas por distintos estamentos y organismos.

Stangeland llegó a las siguientes conclusiones sobre la estadística judicial, en que se


recogen los asuntos penales o diligencias previas que instruyen los tribunales de justicia;
La estadística judicial resulta de la suma trimestral del número de registros a diferencia
de otras instancias, pueden realizarse distintas diligencias judiciales sobre un mismo
hecho en diferentes juzgados, una explicación posible de la discrepancia entre datos
policiales y judiciales podría hallarse en que muchos ciudadanos se dirigieran a
formular sus denuncias directamente a los tribunales.  

Además, la clasificación de los delitos por tipologías en la estadística policía la


convierte en una fuente de información muy valiosa para el estudio criminológico. Por
el contrario, las estadísticas judiciales carecen casi por completo de información
suplementaria.

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3. Estadísticas policiales. (corresponde con el epígrafe 5 del capítulo 4 del texto)  

En España, un bajo porcentaje de la ciudadanía realiza sus denuncias directamente en


instituciones judiciales o fiscales ya que la mayoría de las denuncias se presentan en las
comisarías que elaboran sus propias estadísticas a partir de las denuncias recibidas. Así
pues, son instancias como la Guardia Civil, Policía Nacional, Policías Autonómicas y
Policía Local.

Asimismo, existe un procedimiento y formulario oficial para registrar las denuncias que
presentan los ciudadanos en las comisarías de policía, que especifica el tipo de delito
denunciado, el lugar en que tuvo lugar, el valor de las propiedades sustraídas, los daños
causados, y, si procede, el tipo de arma utilizada y algunos datos sobre la víctima del
delito y relativos a la investigación y esclarecimiento de este.  

La calificación delictiva provisional que se requiere para poder confeccionar la


estadística policial, la efectúan inicialmente los agentes policiales correspondientes. Sin
embargo, en un sentido jurídico estricto, la calificación definitiva de cada hecho como
un delito específico, va a depender de su valoración posterior por parte de la Fiscalía, y,
finalmente, de la decisión judicial al respecto.

Según ello, la estadística policial debe interpretarse como una imagen aproximada y
para obtener una imagen más completa y certera de las denuncias policiales por delito
en el conjunto de España, se requiere sumar, los registros de denuncias de los diversos
cuerpos policiales. En este sentido, algunos de los múltiples problemas de las
estadísticas policiales sobre los delitos en España son; graves carencias de información
y precisión acerca de los diversos delitos, problemas de validez, u objetividad y
problemas de fiabilidad, o estabilidad, de la información ofrecida.  

4. Encuestas victimológicas en España. (corresponde con el epígrafe 7 del capítulo


4 del texto)  

En España se han llevado durante décadas encuestas nacionales y autonómicas de índole


victimológica. Sin embargo, las mismas han desplazado las preguntas sobre
victimización delictiva, y eliminando las preguntas sobre los delitos concretos sufridos,
sustituyéndolas por preguntas sobre el miedo al delito. Esta carencia podría justificarse
en base a que el CIS priorice informar no tanto sobre los problemas reales que
experimentan los encuestados, sino de las preocupaciones y los temores.
  
Un problema importante de las encuestas de victimización realizadas globalmente en
España es, según se vio, la falta de una coherencia plena entre ellas en su metodología.
En general, al concebirse cada una de ellas, no parece que se haya prestado demasiada
atención a la posibilidad de compararlas entre sí, de ahí que los diversos cuestionarios
se confeccionaran según el gusto y preferencias de cada equipo investigador o gobierno
de turno, siendo difícil obtener una perspectiva longitudinal consistente de la evolución
de la delincuencia en España.

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5. Criminalidad comparada. (corresponde con el epígrafe 8 del capítulo 4 del
texto) 
Podríamos decir que, en base a diversas fuentes de información sobre los delitos en el
plano internacional, en la inmensa mayoría de las ciudades se muestra una fuerte
incoherencia entre las tasas fácticas de delitos y el miedo al mismo.

Asimismo, del conjunto de los países acerca de los cuales se cuenta con datos
evolutivos sobre la victimización, en 16 la delincuencia había disminuido a lo largo de
las dos décadas evaluadas, mientras que en 4 había aumentado. Por último, por lo que se
refiere a los países, las tasas de denuncia del conjunto de cinco tipos de delitos, entre los
que se incluyen robo personal, robo o intento de robo en casa, y robo de coche o de
bicicleta. Existen grandes diferencias entre los países por lo que se refiere a la
propensión y hábitos de denuncia de los delitos, desde múltiples estados europeos en
que se denuncian por encima del 50% de los delitos, hasta distintas ciudades y países,
especialmente de Latinoamérica, en que se denuncian menos del 25% de los delitos
sufridos. En una perspectiva europea, el número de denuncias por delito en España es,
como puede verse, más bien bajo (47%). La tasa de denuncias por delito parece reflejar,
en parte, el nivel de bienestar general y la calidad atribuida por los ciudadanos de cada
país al servicio policial. Ello sería coherente con el hecho de que los países en que se
presentan más denuncias son los nórdicos y centroeuropeos mientras que en países más
desarrollados se interponen menos denuncias.  

Para finalizar este repaso internacional sobre la magnitud de la delincuencia, las tasas
victimológicas tanto por asaltos o agresiones como por robos, dos delitos de alta
prevalencia y alarma pública son sustancialmente más elevadas en África Subsahariana
y América Latina y el Caribe que en el resto de los continentes y regiones. En cuanto a
las muertes, en promedio por cada mujer asesinada cinco varones mueren
violentamente. Sobre estos promedios los continentes que superan con creces estas tasas
medias, ambas Américas y África, y, a la derecha, aquellos que quedan por debajo,
Europa, Asia y Oceanía.  

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