Está en la página 1de 15
GERARDO CAETANO - ANA RIBEIRO COORDINADORES LAS INSTRUCCIONES DELANO XIII 200 aftos después PS eee TORU CT eRe uC Mao Pee en Ore cr COM Se Ue cay Pree e ite etm coon largo camino que aun hoy reclama revisiones y nuevas visitas. enero er metre cr ere ener Oem oC n i Pe netece ets Canton tay meee SM ee OMS MO a Pee ee OR Co Ce McLee TR te Chee c ce Ronn Come anS dicen hoy sus veinte clausulas? La “libertad civil y religiosa en Pete eri nn Oi ter once Mand renee teem tte kee ie enol POR Scon Cnr cntn Mm Rei mrs rate “Republica”, gera solo una forma de gobierno alternativa a la Pens eee Cnn Caruana) Peete erwin tata moo CUkS Seite renee cnet Omni men Pere nner Creu ON AR ICTS UNSC) presidentes del pais durante 1a democracia (1985-2013) ofrecen su punto de vista frente a estas y otras preguntas que PR ct cut ORC mec Ot Instrucciones de 1813. Un libro fermental y abierto, riguroso y Pe CMe CMEC CnC CUR Mera PON OeUR Ara os PADS < si tas GERARDO CAETANO - ANA RIBEIRO LAS INSTRUCCIONES DELANO XIII 200 atios después 20 sts en Planeta Cruuay (© 2013, Gerardo Cactano - Ana Ribeiro Derechos exclusivas de edici6n para todo el mundo: © 2013, Editorial Planeta S.A, Cuateim 1687, Montevideo - Uruguay 2*edicién: junio de 2014 ISBN: 978.9974.700-53.6 Impreso y encuadernado en Mastergraf General Pagola 1823 - Tel. 203 4760 E-mail: mastergra{@mastergraf.com Montevideo - Uruguay Deposito Legal N” 364.569 aicion amparaaen el dacreto 218996 (Comision éel papel) De acuerdo com el aniclo 15 del Ley N° 17.616: "EL gue edit, vend, ‘Rprodurceo hcirereproducir por cuslguer medio o Instrumento “Taal parcalmentesdistribuyaalmacene con mirss a la distribuciin al pablico, ‘ponga.adisposicon del mismo en calqsier forma o medi, con énimo SiZluco ode cousr un perjuleoinsifeado, una obra india o publicada, tina interpretacon, un fonograma oemision, sn la sutorizacin esrita licsus reapoctivostularesocousahablentes cualquier utulo,o sla arbuyere parasto1 persona distinta del reapectiv titular contraviniendo en cuslquer Forma lo aigpuesto en la presente le ser cantigao con pena de tres meses Ade prsion a tres anos de penitenclara, oro que el editor se reser el derecho ‘de Uomunciat ant la juste Penal competent toda forma dereproduccin ica tiempo, Buenos tnacional en la en FERNAN- Gonzalo (eds.), ¢n historia con- | de Cantabria, icional, tomo I, e Artigas, Mon- ina, Buenos Ai- Las INstRUCCIONES DEL ASO XIII ~ 200 affos después {NDICE INTRODUCCION GENERAL Contextos y conceptos en torno a las Instrucciones del Afio XIII GERARDO CAETANO - ANA RIBEIRO.., I LECTURAS E INTERPRETACIONES SOBRE UN “TEXTO FUNDACIONAL” Momento, cultura y lenguaje Consideraciones histéricas sobre un texto clave JAVIER FERNANDEZ SEBASTIAN éSon las Instrucciones el documento politico fundamental de Uruguay? Lincoun R. Marzteaut Casas. Ut6pico y uerénico GUILLERMO VAZQUEZ FRANCO ... Las “Instrucciones del Afio XIII” y la democracia Inés Cuapro Cawen. it AUTORIAS Y REPRESENTACIONES. Los Artigas de las Instrucciones Cartos Demast la Reptiblica (1896-1958) ARIADNA Istas.. Ul LAS INSTRUCCIONES EN EL MARCO. DE LAS REVOLUCIONES ATLANTICAS Las causas hist6ricas de los procesos revolucionarios (independencias) en Iberoamérica Manet Cutust - Ivana FRasQuer.. Las independencias y su proyeccién en los Estados nacionales de América andina Enrique Ayata Mora En el principio todo fue Provincia Oriental Jost M. Poxruto.. Iv LAS PERSPECTIVAS DEL CONTEXTO REGIONAL, éConfederacién o Estado federal? EI Rio de la Plata en la primera mitad del siglo XIX José Cantos CrtaramonTe: 245 Lecturas de La Independencia de la Costa Firme en el Rio de la Plata, Desde las Instrucciones del Ato XIII hasta la cafda del poder central Noemi GoLpMan .... 265 Las “Instrucciones del Afio XIII”: una lectura desde un punto de vista lusoamericano JoRO PAvLo PIMENTA .. 1279 éOtro Federalismo? Paraguay, 1811-1813 y las Instrucciones del Afio 1813 Jerry Cooney... 285, | sleet v DEPINICION Y DE SA DEI ERRITORIO Heterogeneidad y diversidad en la generaci6n militar de las Independencias JUAN MARCHENA FERNANDEZ sso 303 Aspectos militares de las Instrucciones del Afio XIII Juan Cantos Luzurisca.. La cléusula dieciochesca: Artigas y la cuestién del poder militar Cartes Espalte. 357 Instruceiones del Afto XIII: soberanfa y territorios en el espacio platense ANA Freca Novates 373 VI LA DIMENSION INSTITUCIONAL Concepcién de la representacién politica en las Instrucciones del Afio XII Oscar SARLO 595 Las relaciones internacionales en las Instrucciones del Aito XII 421 Romo Perez. ANTON El otro texto constitucional de la Banda Oriental: la Constitucién de Cadiz Junio SAncuez. Gomez. (GrkaKoo Caetano - ANA Rineino VII CATOLICISMO Y LIBERTAD RELIGIOSA Presbiteros y ciudadanos. Los clérigos electos para representar a los pueblos orientales en la Asamblea Constituyente Witson Gonzatez DEMURO 1... La Provincia Oriental y la defensa de la soberanfa eclesidstica ALEJANDRO SANCHEZ... 491 El problema religioso en “el sistema” artiguista Grovannt Levi... Vu LA MIRADA DESDE LA POLITICA Y LOS PARTIDOS Las Instrucciones, ayer y hoy Junto Mania Sancuinerti.. Un moj6n de la Independencia ‘Luis ALBERTO Lacatte HERRERA... Esclavos, pero de la Ley JoRGE Bari... Las Instrucciones del Afio 1813: un legado que impulsa ‘TaBarE VAzQUEZ.. Patria Federal y republicanismo auténtico José Mujica... APENDICE DOCUMENTAL...... FUENTES Y BIBLIOGRAFIA CITADAS 603 Las INstaucciones pet. A8o XIII ~ 200 afios después éOtro federalismo? Paraguay, 1811-1813 y las Instrucciones del Afio 1813 Jerry W. Cooney (Universidad de Nuevo México, Estados Unidos) En el tumulto de la época de las Independencias en el Rio de la Plata, surgi6 una seria discusi6n politica sobre qué tipo de gobierno podria reemplazar al antiguo Virreinato de aquella vasta region. Es comprensible que Buenos Aires, que se vefa a sf misma como la he- redera del sistema virreinal y se proclamaba la defensora de la cau- sa antihispénica, sintiera que las otras provincias debfan seguir su ejemplo. Este reclamo era cuestionado 0 disputado por dos regiones, Paraguay y la Banda Oriental, que aunque rechazaban la autoridad espaitola, en aquel afio de 1815 no estaban dispuestas a aceptar cie- gamente la dominacién portefia. Una posible solucién politica para el gobierno de lo que fuera el antiguo Virreinato era el federalismo. La opci6n de una solucién federal por parte de los orientales ha sido bien estudiada; la de Paraguay es mucho menos conocida. Por esa raz6n, es necesario presentar un breve pantallazo del curso de la historia paraguaya de 1810 a 1815 y analizar, desde el punto de vista de Asuncién, qué atractivo poseia el federalismo. El de 1813 fue también un afio importante para el desarrollo del federalismo en la Banda Oriental y compararemos las Instrucciones de ese afio con el desenlace del federalismo paraguayo. Poco después de que el virrey del Rio de la Plata fue rechazado Por los portefios en mayo de 1810, Buenos Aires le pidié a Paraguay, tal y como lo hizo con todas las regiones del Virreinato, que reco- nociera a dicha ciudad como el nuevo gobierno del Virreinato. In- advertidamente, la proclamacién oficial fue llevada a Asuncion por un exoficial de alto rango en la milicia paraguaya, quien habfa sido 285 cl individuo més odiado en la provincia, No solo los paragi crefan erréneamente que el emisario habia Buenos os ido seleccionado por ara reemplazar al gobernador, sino que ademas el mismo excoronel miliciano aliment6 esa idea al decir publicamente que el nuevo gobierno portefio le pedirfa a Paraguay que le enviara hombres para formar unidades milicianas al sur del Rio de la Plata y de esta manera avanzar en la causa de la revoluci6n. Esto era ab rrante para la mayorfa de los paraguayos, quienes tras la casi des- truccién de una fuerza paraguaya en la Batalla del Buceo en enero de 1807, rechazaban ahora cualquier idea de repetir esas “aventuras extranjeras”, El gobernador, Bernardo de Velasco y Huidobro, no era solo popular en Paraguay, sino que ahora invocaba la torpeza de los requerimientos bonaerenses para fundamentar su rechazo al cuerpo expedicionario porteito que, bajo el mando de Manuel Belgrano, le orden6 someterse a la nueva Junta de Mayo. Velasco se gan6 el apo- yo de toda su provincia al oponerse a la invasi6n de Belgrano, reali- zada por la fuerza de las armas. El resultado fueron las victorias pa- raguayas en Paraguarf y Tacuarf a pi s de 1811. Sin embargo, esas victorias no significaron una afirmacién de lealtad al dominio hispano, sino mas bien el deseo de defender a Paraguay de cualquier dictado de Buenos Aires. Casi inmediatamente después de la victoria en Tacuari, se debi- lit6 el apoyo a la causa monarquica en Paraguay. El mismo Velasco perdio prestigio tras su huida del campo de batalla en Paraguart. El Cabildo monérquico de Asuncién, a cargo de Velasco en la adminis- tracién de la provincia, perdié todo el control a rafz de esa derrota, cuando los comerciantes per nsulares de Asuncidn creyeron el ru- mor falso de la derrota de Paraguay y comenzaron a evacuar fami- lias y fortunas huyendo rio abajo hacia Montevideo. El vencedor en ‘Tacuari, Manuel Atanasio Cabaiias, le otorg6 condiciones favorables al vencido Belgrano, y el Cabildo lo critics de manera tonta y severa. Este cuerpo, en una demostraci6n de solidaridad mondrquica, man- dé a los prisioneros portefios expatriados a la monarquica Montev deo, junto con los cargamentos de yerba. Asimismo, algunos espaiio- les creyeron que la victoria sobre Belgrano significaba que Paraguay podria jugar un papel militar al sur de! Rfo de la Plata, en conjuncién con Montevideo. En realidad, los off anos, tanto los de ales ee la Milicia Reglada como los del Cuerpo Urbano (una organizacion rural convocada en casos de extrema emergencia como fa invasion portefia, los urbanos combatieron en Paraguarf apoyando a la Mi licia Reglada), sentfan que sus esfuerzos no eran apreciados por la Corona y ademas querian pagos por sus servicios (y saerificios), Para abril de 1811 la conspiraci6n se hacfa sentir en el aire entre los ran- g08 de la milicia paraguaya. f Con anterioridad a las batallas de Paraguari y Tacuarf, el go- bernador Velasco le habfa preguntado al comandante portugués en Sio Borja sobre la posibilidad de recibir ayuda militar contra los invasores portefios. La respuesta a este pedido, llevada por un ofi- cial portugués, legs a Asunci6n a principios de mayo de 1811 y fue célidamente recibida por el gobernador y el Cabildo. El comandante era favorable al pedido, siempre que se cumplieran dos condiciones: que unos 1500 miembros de las tropas portuguesas se ubicaran en territorio paraguayo y que Paraguay reconociera los reclamos de la princesa Carlota, esposa del heredero al trono portugués y herma- na del rey espafiol secuestrado anteriormente por Napoleén, de go- bernar las colonias espafiolas del Nuevo Mundo en la ausencia de su hermano. Luego de considerable debate, el Cabildo de Asuncion acept6 esas condiciones. Sin embargo, tun pequefio grupo de oficia~ les urbanos presentes en Ia ciudad quedaron escandalizados por lat “rendicién” ante un enemigo tradicional de Paraguay. En la noche del 14 de mayo de 1811, aquellos oficiales ganaron el apoyo de la Gnica guarnici6n en Asunci6n, una compaiifa de urbanos, que tom6 posesién de los depésitos de reservas militares y marché hacia la re- sidencia del gobernador. Allf, en medio de la confusi6n, reclamaron y obtuvieron de Velasco el control de Asuncién y el gobierno de la provincia. El lider de estos oficiales, el capitan Pedro Juan Caballe- ro, le informé al resto del Paraguay del golpe, ordené la disolucién del Cabildo monérquico y toms otras medidas preventivas contra el pequefio grupo hispano en Asuncién. Crearon un Triunvirato para actuar como gobernadores interinos de Paraguay ¢ informaron al teniente coronel Fulgencio Yegros, por ese entonces comandante de Ttaptia, que deberfa regresar rapidamente a Asuncién, donde Caba- licro esperaba que Yegros jugara un papel prominente en el nue vo gobierno de la provincia, No hubo oposicién significativa a las 287 fios de acciones de Caballero en Paraguay. Doscientos cincuenta dominio espaiiol en Parag fueron barridos por este cuartelazo practicamente sin derramamiento de sangre (Cooney [2012], El pro- ceso de la Independencia del Paraguay, AsunciGn, Intercontinental Editora, pp. 9-110) En el Rio de la Plata no se le dio mayor consideracién a esta revuelta improvisada de los oficiales paraguayos. Mientras algunos gritos de “iunién!” se escucharon durante las rec maciones dirigidas a Velasco, los urbanos actuaron movidos por razones paraguayas y ho por consideracién a ningtin liderazgo de Buenos Aires contra el dominio espaitol. Esto se ve claramente en la aceptacién, por parte de Caballero y de otros, de la sugerencia del doctor José Gaspar de Francia, miembro del Triunvirato, de que ningtin mensaje oficial inmediato sobre el cambio de gobierno en Paraguay, 0 compromi- so sobre la politica de gobierno, fuera enviado a Buenos Aires (So- mellera [1914], “Notas”, en Museo Mitre, DAB, III, pp. 325-329), Sin embargo, practicamente al mismo tiempo, el Triunvirato decfa “uniendo y confederéndose con la [...], ciudad de Buenos Aires para la defensa comtin y para procurar la felicidad de ambas provincias y las demas del continente bajo un sistema de mutua unién, amistad y conformidad, cuya base sea la igualdad de derechos’. (Bando del gobernador interino Bernardo de Velasco, Asuncién, 17 de mayo de 1811 en ANA, SH 214). El Triunvirato, con la presién constante de Caballero, el verdadero poder en Asuncién, pedia un amplio Con- greso provincial para “establecer el régimen y gobierno que deba observarse en adelante y cimentar la forma de unién y relaciones que esta provincia haya de tener con la de Buenos Aires” (Bando del Triunvirato del Paraguay, Asuncién, 28 de mayo de 1811 en ANA, SH 213), El Congreso, compuesto de vecinos de villas, poblaciones y los principales moradores de la campaiia, se reunié en asamblea en Asunci6n el 17 de junio de 1811. Luego de los discursos justificando el reciente cuartelazo y el derecho del Congreso a decidir sobre el fu- turo de Paraguay, al dia siguiente el Congreso implement acciones mas especificas. Mariano Antonio Molas, un intimo amigo y socio politico del Dr. Francia, present6 una extensa lista de propuestas al Congreso. La primera proposici6n fue la exclusion del gobernador 288 Velasco de cualquier participacién en el gobierno, asf como ta ins- n de una nueva Junta para gobernar Paraguay. En esta Junta estaba el Dr. José Gaspar de Francia y su presidente era el teniente coronel Fulgencio Yegros, un héroe de la reciente guerra con Buenos Aires, La segunda fue la remoci6n del Cabildo mondrquico con mo- tivo de que habia enviado yerba perteneciente a la ciudad de Asun- cidn a la monarquica Montevideo, por lo que un nuevo Cabildo seri designado. La tercera daba preferencia a “naturales de la provincia” para ocupar cargos puiblicos. La cuarta fue hacer que el gobernador Velasco y algunos oficiales monarquicos reembolsaran a la provincia por el tabaco de propiedad del gobierno, enviado a la monérquica Montevideo. La quinta fue rendir honores por sus esfuerzos a un adherente en particular del golpe reciente. La sexta proposici6n en la propuesta de Molas fue una clara defi- nici6n de la politica que el nuevo gobierno provincial deberfa aplicar en su relacionamiento con las demas autoridades de! Virreinato, y como tal, es vital en cualquier discusi6n sobre la actitud de Paraguay hacia el federalismo: “.. que esta provincia no solo tenga amistad, buena harmonja y correspondencia con la ciudad de Buenos Aires y demas provincias confederadas, sino que también se una con ellas para formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equi- dad y de igualdad bajo las declaraciones siguientes”: (1) Hasta que el Congreso General de las provincias del Rio de la Plata lo convi- niera, Paraguay se gobernarfa sin interferencia de Buenos Aires. (2) Retendrfa, en el comercio con Buenos Aires, el cobro de impuestos de “sisa y arbitrio” sobre la yerba paraguaya, ya que Paraguay ne- cesitaba todos sus recursos para pagar su defensa, contra el peligro que representaban los indigenas y los portugueses. (3) El Estanco de Tabacos permaneceria cerrado, y todo el tabaco presente en él se usaria para pagar a aquellos que pelearon contra la invasién portefia yallos soldados a quienes se les adeudaban pagos de sus salarios. (4) “Que para los fines convenientes de arreglar el ejercicio de la autori- dad suprema o superior y formar la Constitucién que sea necesaria, ird de esta provincia un diputado con voto en el Congreso General de Buenos Aires, en la inteligencia de que cualquier reglamento, for- ma de gobierno o constitucidn que se impusiese no deberd obligar a esta provincia hasta tanto que se ratifique en Junta plena y general eal de sus habitantes y moradores. A este efecto se nombra por ahora por diputado al doctor José Gaspar de Francia’ Después de estas disposiciones, la propuesta de Molas consideré unos cuantos puntos que parecen haber sido reflexiones posteriores. Se refirié al mandato de miembros del nuevo gobierno y a la cancel cidn de los cargos en el cerrado Estanco de Tabacos. La reglamenta- cién de comercio fue también dejada entonces en manos de la Junta. El Congreso proclamé que Paraguay no reconocfa la autoridad de la Regencia Espafiola, ni de las Cortes ni de ningtin cuerpo hasta “la suprema decisién del Congreso General que se halla préximo a celebrarse en Buenos Aires..” y los miembros de la Junta juraban no reconocer como rey a ningdn otro que no fuera don Fernando VII. Finalmente, como reflexi6n posterior, la Junta también quedé auto- rizada a imponer un impuesto moderado a la exportacién de tabaco y madera, para poder mantener y pagar los soldados necesarios para la defensa de la provincia (Actas de votacién del Congreso General de la Provincia, Asunci6n, 18 de junio de 1811, en ANA, SH 213) A juzgar por la recepcidn por parte de los delegados, la presen- tacin de Molas fue bien disefiada para satisfacer las necesidades que tenia Paraguay en ese momento, tanto internas como externas. Si bien hubo cierta oposici6n por parte de algunos espafioles en el Congreso, esta terminé por desaparecer. Eso legitimé a la Junta de Gobierno del Paraguay hasta fines de 1813. Tras el cuartelazo de 14/15 de mayo en Asuncién, el gobierno portefio siguié de cerca los acontecimientos en la provincia aguas arriba, En el lapso 1811- 1813 hubo diferencias dentro de la misma Junta que llevaron con el tiempo a la expulsi6n de dos vocales; hubo problemas de disciplina entre los milicianos; una preocupante falta de ingresos para los gas- tos gubernamentales; peligrosos problemas con los indfgenas en la frontera norte; perturbaciones en la via de comercio del rio, y un distanciamiento creciente entre Paraguay y Buenos Aires. Después de haber debatido las relaciones con Buenos Aires du- rante un mes, en el Congreso realizado en Asunci6n en 1811, se envid a Buenos Aires un informe sobre la creacién de un nuevo gobierno paraguayo con todas las condiciones para un entendimiento con la antigua capital virreinal. “La confederacién de esta Provincia con las demés de nuestra América, y principalmente con las que comprendia an la demarcacién del antiguo Virreinato, debia ser de inmediato, més asequible, y por lo mismo mas natural, como de pue los no solo de un mismo origen, sino que por enlace de particulares, reeiprocos intereses, parecen destinados por la naturaleza misma a vivir y conservarse unidos, No faltaban verdaderos patriotas que de- seasen esta dichosa unién en términos justos y razonables, pero las grandes empresas requieren tiempo y combinaciones”, Asuncién no hizo compromisos, pues remare6 que no pretendfa “perjudicar aun levemente los [derechos] de ningtin otro pueblo, y tampoco se niega 4 todo lo que es regular y justo. Los autos mismos manifestarén a V. E. que su voluntad decidida es unirse con esa ciudad, y demas confederados, no solo para conservar una reciproca amistad, buena ‘armonfa, comercio y correspondencia, sino también para formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equidad y de igualdad”, (De la Junta del Paraguay a la Junta de Buenos Aires, Asuncién, 20 de julio de 1811, en ANA, SH 214). La Junta de Buenos Aires estaba muy interesada en responder a esta apertura de Paraguay, y ¢s asf que encomend6 a Manuel Belgrano una misiOn a Paraguay, Se le encargé mediar en Paraguay después de la anterior invasi6n portefia y persuadir al nuevo gobierno de que re- chazase todas las formas de Carlotismo. Para resistir cualquier agresin portuguesa en el Rio de la Plata, Paraguay debia coordinar la defensa de las fronteras con Buenos Aires. Con motivo de esa defensa seria necesario que, en los asuntos militares, hubiera una subordinaciGn de Paraguay ante Buenos Aires. Esa subordinacion no interferirfa con la autonomia en la pol erna de Paraguay. La causa comin de la defensa militar dependia de que “... la voluntad general de todas las provincias debe ser la ley superior que obligue al Paraguay a prestarle tuna subordinaci6n sin Ia cual el sistema y los movimientos pudieran desconcertarse”, Si estas propuestas no eran aceptadas por Paraguay, Belgrano y su socio, Vicente Anastasio Echevarria, serfan autorizados a proponer una alianza defensiva y ofensiva, con la garantia de ambos gobiernos y reciprocidad en todo tipo de ayuda (Instrucciones de la Junta de Buenos Aires a Belgrano y Echevarria, Buenos Aires, 1 de agosto de 1811, en DAB, III, pp. 590-394). Belgrano y Echeverria particron para Paraguay, pero se de moraron en Corrientes mientras Paraguay esperaba la aceptacion 901 ones que le habfan presentado a Buenos Aires. Esta de las condi aceptaci6n fue finalmente transmitida al gobierno paraguayo a fines de agosto y en setiembre los dos enviados llegaron a Asuncion. La situaci6n en la que se encontraban no era nada envidiable ya que Buenos Aires habia experimentado derrotas importantes, La guerra contra los mondrquicos en el lejano noroeste se habia vuelto contra las fuerzas patriotas y las tropas portuguesas invadieron la Banda Oriental a fines de julio, logrando que se levantara el sitio impues- to a la mondrquica Montevideo, con Io cual la flota espafiola de ese puerto hostilizaba el comercio sobre el rfo, En la misma Buenos Aires los patriotas se dividieron politicamente y las conspiraciones mondrquicas estaban en el ambiente. Al final, todos estos reveses resultaron en un cambio. Se formé un Triunvirato que reemplaz6 a la Junta, dejando a Belgrano inseguro sobre qué direcci6n tomar en las negociaciones con Asuncién. También enfrentaron a un formi- dable negociador paraguayo, el Dr. Francia, quien habfa regresado a la Junta de Gobierno tras su ausencia (se habia retirado en protesta contra la interferencia de la milicia en los asuntos de gobierno). El Dr. Francia tenfa todas las cartas en sus manos y las jugaba con as- tucia y conviccién. El tratado confirmé nuevamente la aceptacién de las condicio- nes de Paraguay, como se establecié en la comunicacién a Buenos Aires de 20 de julio y la posterior aceptacién de 28 de agosto (De la Junta de Buenos Aires a la Junta del Paraguay, Buenos Aires, 28 de agosto de 1811, en ANA, SH 214). Paraguay estaba habilitado para vender el tabaco restante en la extinguida Renta de Tabacos para pagar la defensa de la provincia, El impuesto a cada tercio de yerba exportada desde la provincia, y anteriormente recolectado en Buenos Aires, seria ahora cobrado en Asuncién, Los ingresos pro- venientes de la alcabala en Paraguay se conservarfan alli y serian usados para los fines propios de las provincias. El partido de Pedro Gonzalez, a la altura del rio Paraguay y Alto Parand, que mucho tiempo antes habfa sido transferido de la jurisdiceién de Asuncién a la de Corrientes, en castigo a la Revolucién de los Comuneros, fue devuelto al gobierno paraguayo. Asimismo, Paraguay recibi6 la administracién de Candelaria en Misiones. Se le volvié a negar a Buenos Aires el derecho a cambiar unilateralmente las decisiones pone tomadas por el Congreso Paraguayo de 1811, Un articulo aparte en cobrara un impuesto, en casos el tratado permitio que Buenos Aire: de emergencia, de hasta un real y medio sobre cada tercio de yerba, y un real y medio sobre cada arroba de tabaco introducida desde guay. Por tiltimo, se firmé el tratado: “Y bajo estos articulos deseando estrechar mas los vinculos y empefios que nza Para ‘ambas partes contratant unen y deben unir ambas provincias en una federacién y a indisoluble, se obliga cada una por la suya no solo a conservar y cul- tivar una sincera, s6lida y perpetua amistad sino también de auxiliar y cooperar mutua y eficazmente con todo género de auxilios segtin permitan las circunstancias de cada una, toda vez que los demande cl sagrado fin de aniquilary destruir cualesquier enemigo que intente oponerse a los progresos de nuestra justa causa y comin libertad’ (Iratado entre Buenos Aires y el Paraguay, Asuncién, 12 de octubre de 1811, en ANA, SH 214). Hay indicios de que la celebracién del mencionado tratado des- encaden6 el problema diplomatico més grande entre las dos partes. Buenos Aires queria desesperadamente alguna garantia de Paraguay en lo que respecta al apoyo militar, pero el Dr. Francia y la Junta Paraguaya no garantizaban tal ayuda. Al final, se supo que Fulgencio Yegros habia presionado al Dr. Francia para redactar algo que Belgrano pudiera aceptar. Esa pieza, con su redaccién imprecisa, fue interpretada en formas diferentes en el correr de los afios. Las propias palabras, “... segiin permitan las circunstancias de cada una..” era una cléusula de salvaguardia que podrfa anular todo tipo de ayuda y co- operacién. Si las dos partes eran ahora una federaci6n, écémo definir dicha federaci6n? éCémo se podria determinar un enemigo comtin? GA través de mas negociaciones? Desde el punto de vista de 200 afios después, esta conclusisn, llena de buenos sentimientos y poético léx co, parece haber sido un regalo para despertar buenas sensaciones en Belgrano, con el fin de que trajera algo de vuelta de Asuncién. Desde ese punto de vista fue exitosa, pero su falta de claridad ¢ impreciso lenguaje llevaron mas tarde a una encarnizada disputa entre Buenos ‘Aires y Paraguay y a un sentimiento de traicién por ambas partes. El Triunvirato portefio se puede haber sentido decepcionado por el Ienguaje de este tratado, pero en su momento, dada la posicién de de- bilidad desde la cual operaban los enviados, era lo mejor que se podia esperar. Buenos Aires aprobé después el documento. (Chaves [1959], Historia de las relaciones entre Buenos Aires y el Paraguay, Buenos res, Ediciones Nizza, pp. 167-168). Este fue el acuerdo final con Buenos Aires que tuvo algin propésito significative durante el resto de la vida de la Junta de Gobierno de Paraguay. Cuando, en 1813, se convocé a Paraguay para participar en un Congreso General de las provincias del Rio de la Plata, con el fin de establecer un gobierno para los territorios de! antiguo Virreinato, era evidente que Paraguay solo podria participar bajo determinadas condiciones cleramente detalladas y aceptadas por Buenos Aires. A esta altura, habfa que preguntarse: cudn com- prometido estaba Paraguay con un sistema federal para el futuro go- bierno? £0, incluso, con una confederacién? 20 por lo menos con un tratado de mutua defensa con Buenos Aires? Todas esas ideas se segufan planteando, pero ébeneficiarfa alguna de ellas los intereses de la provincia? y éaceptarfa realmente Asunci6n alguna de ellas? Varios factores importantes que no se trataron en los acuerdos di- plomaticos (y que su misma naturaleza no lo permitfa) se perfilaban en el horizonte. Entre ellos estaba el creciente poder politico del Dr. Francia en Paraguay, el absoluto rechazo de la provincia a cualquier aventura militar “extranjera” y el crecimiento del reclamo de Buenos es por una soluci6n centralista que unificara el Rio de la Plata. Entre algunos historiadores, e! Dr. Francia fue considerado un defensor del federalismo, Esta afirmacién fue fuertemente promo- vida por el Dr. Efraim Cardozo (Cardozo [1941, El plan federal..., Buenos Aires, autor, pp. 5-23). Un problema muy serio con esta po- lémica fue el tratamiento de las “relaciones internacionales” de la provincia auténoma de Paraguay en los criticos dias de 1811. No solo estaba el Dr. Francia involucrado en la formulacién de los re- clamos de Paraguay versus Buenos Aires aprobados por el Congreso de 1811, sino que en la negociacién con Belgrano y Echeverria era evidente su absoluta desconfianza hacia Buenos Aires, y una politica de primacfa del interés propio en lo que respecta a Paraguay. Esto no es necesariamente una critica al Dr. Francia; tenfa motivos para desconfiar. Sin embargo, su politica no permite calificarlo como un federalista desde ningtin punto de vista. Se le podria atribuir un leve interés por una confederacién para para 1812 el mismo pareefa haber muerto. Su el Rio de la Plata, per juyencia de la Junta durante la mayor parte de 1812 y la incomps tencia de los restantes tres miembros activos de la Junta culminaron en un golpe politico tal, que a su regreso a ese cuerpo posefa el veto completo de todas las decisiones gubernamentales. Dada la biisque- da por parte de los Ifderes portefios en ese aiio por una solucién mas centralista, la presi6n creciente que ejercfan sobre Asuncién era un ‘mal augurio, que desaconsejaba que Paraguay considerara la opcién federal, Para estar seguros, Paraguay exigia participar en una asam- lea en la que estuvieran presentes todas las provincias del Rio de la Plata y cuyo propésito fuera crear un gobierno que reemplazaria al viejo Virreinato, pero ese compromiso estuvo tan limitado a las condiciones paraguayas que no dio grandes resultados. La falta de federalismo de Francia se reflej6 en su concentracién en las relacio- nes con Buenos Aires, y el poco interés mostrado en los deseos y necesidades de las otras provincias. Para 1812, todas las clases de Paraguay se oponfan a que se cenviara a la milicia fuera de la provincia, a participar en los contlic- tos que siguieron a la revuelta de Buenos Aires de mayo de 1810. La reticencia a pelear en el exterior se percibi6 ya en las visperas del desastre de las fuerzas paraguayas en el Buceo en 1807; hasta cl gobernador Velasco habia proclamado que no impondrfa el ser- vicio fuera de la provincia, cuando surgié a amenaza de invasion portefia y se sospech6 que habrfa leva colectiva. Ades, Paraguay precisaba a todos los milicianos en su territorio en 1812, ya que los problemas con los indigenas afectaban la frontera norte. Enviar una fuerza expedicionaria, que seria relativamente pequefia en tamaiio, implicaba -para tener efecto~ que la misma quedara subordinada aun liderazgo no paraguayo. Desde los rangos més bajos de la mi licia hasta las posiciones militares y civiles més altas en Paraguay no solo encontraron eso de mal gusto, sino que sospechaban de los motivos para esa “subordinacién”. Cualquier gobierno de Asuncién que ordenara tales “aventuras” militares seria probablemente de- rrocado, Ese mismo afio 1812 se experiment6 un decidido movimiento hacia una soluci6n centralista para la unidad del Rio de la Plata om por parte del liderazgo portefio, con Buenos Aires a la cabeza. Aprovechando la vaga conclusion del tratado de octubre 1811, Buenos Aires instaba cada vez mas a una participacion militar para- guaya, al extenderse la guerra en la Banda Oriental. Buenos Aires ig: noré la renuencia paraguaya a involucrarse en los asuntos al sur del Rio de la Plata, o simplemente no le dio importancia a esta reacci6n, debido a que los portefios contaban mucho con el interesado con- sejo de paraguayos residentes en la ciudad portuaria, los cuales se autocomplacian en decir que la Junta de Asuncién no representaba la voluntad de Paraguay en este asunto, Para 1813, el afio en que la Asamblea General de las provincias debfa reunirse en Buenos Aires, las relaciones entre esa ciudad y Asunci6n se habjan desgastado. En la Banda Oriental, un confuso conflicto empeoraba con la invasi6n portuguesa de 1811. Los espaiioles todavia permanecian en Montevideo, a pesar de estar sitiados por la fuerzas lideradas por José Artigas, hasta que la intervencién portuguesa forz6 el levantamiento del sitio. Buenos Aires vefa el conflicto desde su propio punto de vista y, @ la vez que se oponfa tanto a la presencia espafiola como al ataque Portugués, deseaba la subordinaci6n de la resistencia oriental a los intereses portefios. Para 1813, el afio de la Asamblea General del Rio de la Plata, las relaciones entre las fuerzas patriotas de Artigas y el gobierno de Buenos Aires se habfan tensado tanto que los orientales presentaron ante la Asamblea las famosas Instrucciones de afio 1813, que marcarian a fuego la participacién de los orientales en la misma. El camino de la autodeterminacién oriental que encierran las Instrucciones orientales de 1815 derivé a la larga en el nacionalis- ‘mo, no obstante lo cual es interesante ver a las Instrueciones en una comparacién general con los dos documentos que definieron al nuc- vo Paraguay en 1811; las Resoluciones del Congreso paraguayo de 1811 y el tratado con Buenos Aires en octubre de ese afio, El enfoque moderno y universal de las Instrucciones causa asombro. La Banda Oriental era alrededor de doscientos afios mas joven como colonia que Paraguay. Sin embargo, las Instrucciones revelaban una preocupacién por los derechos civiles de la perso- na que estaban en sintonfa con la era liberal del mundo occidental en el siglo xix. Esta preocupaci6n era por cierto mucho menor en Paraguay. Las Instrucciones también revelaban una preocupacién ‘ada jalquier de que esas libertades existicran en todas las provincias de entidad unificada creada por la asamblea en Buenos Aires. Se podria decir que este punto de vista més universal y otros aspectos de las Instrucciones fueron tomados prestados de otros ejemplos de esta Epoca de las Revoluciones a lo ancho del mundo occidental. Se podria también afirmar que la historia muchas veces turbulenta de la Banda Oriental por el resto del siglo xix impidi6 la completa implementaci6n de estos derechos basicos. Prestados 0 no, 6 retrasados en su implementacién, algunos legados no mueren y estas metas sobrevivieron a la derrota y al exilio de Artigas, la Banda Oriental como provincia conquistada por el Imperio Brasilefio y con- vertida en Provincia Cisplatina, luego campo de batalla de la politica rioplatense y lucha civil gaucha y, finalmente, pafs independiente con el nombre de Uruguay. De una forma u otra, estos derechos humanos fundamentales se transformaron en uno de los elementos definitorios de la naci6n uruguaya. Paraguay, por otro lado, no enfatiz6 el cardcter universal de los derechos civiles fundamentales. Tampoco proclamé la independen- cia de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial para ningtin gobier- no supremo, como sf lo hicieron las Instrucciones. Sin embargo, habfa varios aspectos de las Instrucciones que eran muy similares a los puntos de vista de Paraguay. La Banda Oriental deseaba la més absoluta ruptura de la lealtad hacia el Estado o rey espafiol. Paraguay ya habfa renunciado a la Regencia y a las Cortes de Espafia, asf que, aunque précticamente acept6 a Fernando VII como rey, lo abandonaria en 1813. Tanto Paraguay como la Banda Oriental resolutivamente definieron y reclamaron sus limites tradicionales. Asimismo, ambos territorios hicieron {uertes reclamos para pro- teger sus economfas internas y externas; Paraguay, en la defensa de sus més importantes productos de exportacién, yerba y tabaco, y Uruguay, en defensa de la libertad de los puertos de Maldonado y Colonia. No obstante, al mismo tiempo, hay en las Instrucciones del ‘Afio 1813 una mayor comprensiGn de los aspectos federales de la economfa. No debia haber impuestos entre las provincias sobre el intercambio de bienes y no debfa haber tarifas discriminatorias de envio ni derechos portuarios para el mismo tipo de comercio. 2907 antes que cualquier a la provincia, ese documento debfa a su vez ser aprobado por esta, Sin embargo, una vez més, la Banda Oriental tom6 un enfoque més universal en lo que respecta a este derecho para todas las provincias. La Provincia Oriental tendrfa también derecho a su propia milicia y el derecho a regular la misma, teniendo todos derecho a portar y conservar sus propias armas, Con toda seguridad, Paraguay estuvo de acuerdo con el derecho a tener su propia milicia, pero en ninguno de los escritos de Francia se encuen- tra mencién alguna al derecho del pueblo a tener armas. La declaraci6n én las Instruceiones de que el despotismo militar es una clara amenaza a la soberanfa del pueblo estaba sin duda dirigida a Buenos Aires, ast como el reclamo de los orientales de que la capital de las Provincias Unidas no residiera en la antigua capital virreinal No solo habia en las Instrucciones del Afio 1813 un claro Ila- mamiento al federalismo, tanto a nivel provincial como a un nivel superior de estado rioplatense, sino que era un claro desafio a la Politica centralista de Buenos Aires (Street [1959], Artigas and the Emancipation of Uruguay, Cambridge [Eng], University Press, pp. 174-189). La ciudad portuaria enfrento ese desaffo y rechaz6 a los delegados de la Banda Oriental: no hubo debate sobre las instruccio- hes que levaban dichos diputados, por supuesto. Con esta accién, Artigas abandon6 cualquier lealtad a Buenos Aires y pronto se dis- pararon las hostilidades. En lo que respecta a Paraguay, hacia 1813 ya habia aban- donado cualquier pretensién federalista o incluso confederada. Envalentonado por su creciente poder politico, el Dr. Francia convo- 6 otro congreso provincial ese afio, ya que las condiciones politicas habfan cambiado mucho dentro de Paraguay desde el Congreso de 1811. Era hora de discutir una forma distinta de gobierno. Al mis- ‘mo tiempo, la Asamblea General se reunfa en Buenos Aires y una de las tareas adicionales del Congreso del Paraguay era tratar las relaciones con la ciudad portefia. Para ese entonces, Buenos Aires habfa colocado un impuesto a la importacién de productos paragua- os que excedfan las cantidades declaradas en el tratado de 1811. (Chaves [1959], Historia de las relaciones entre Buenos Aires y el 708 Paraguay, Buenos Aires, Ediciones Nizza, pp. 192-194), La medida a Asuncidn a parti- cra obviamente un intento portefio para forz: cipar en la Asamblea y a su vez dejaba claro qué tipo de respuesta podria esperar Paraguay de Buc no se lograba una mayor por parte de Asuncién. é ios de octubre de 1815, se reunio sido enos Aires s cooperaci¢ A fines de setiembre y princi cl anunciado Congreso paraguayo. Un emisario portefio habi enviado a Asuncién para persuadir al gobierno paraguayo de ai tar la invitacién a la Asamblea. El se dirigié al Congreso de 1000 delegados describiendo las ventajas que recibiria la provincia si se unfa a un nuevo gobierno general del Rio de la Plata. Fue inttil EI Congreso vot6 en forma aplastante en rechazo a participar en la Asamblea General Constituyente. Luego la discusién se traslad6é a la sustitucién de la Junta paraguaya por un nuevo gobierno. No solo el Congreso opt6 por un sistema consular con el Dr. Francia y Fulgencio Yegros como cénsules en igualdad de condiciones, sino que los delegados declararon la independencia de la Reptiblica de Paraguay. (Reglamento del Gobierno del Congreso paraguayo de 1813, Asunci6n, 12 de octubre de 1813, en ANA, SH 214). Franc’ habia usado su poder politico con mucha astucia y hay que admitir que las decisiones tomadas por el Congreso representaban la vo- luntad de la provincia. El breve destello de federalismo se habfa ex- tinguido en Paraguay y la Repdblica pronto experimentaria el largo aislamiento y dominio del Supremo. Las Instrucciones artiguistas quedaban en solitario, como profesion de fe federalista. JERRY COONEY es doctor en Historia, Universidad de Nuevo México (USA), 1971, Profesor emérito de Historia, Universidad de Louisville, Louisville, entre los afios 1971-1994. Autor de varios libros y art(culos. Entre ellos: Economia y socie. dad en la Intendencia det Paraguay (1990); El Paraguay y Estados Unidos (en colaboracién con Frank O. Mora) (2009); El fin de la colowia: Paraguay 1810-1811 (2010); El proceso de la independencia del Paraguay 1807-1814 (2012); varios li bros redactados sobre la historia del Paraguay en colaboracién con el Dr. Thomas, L. Whigham, y varios articulos sobre la historia del Paraguay y el Virreinato de Buenos Aires,

También podría gustarte