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Dirección Departamental de Educación de la Paz

Cátedra Morazánica

"La educación es el alma de los pueblos y abono de los ejércitos


de la libertad"
Francisco Morazán
Dirección Departamental de Educación de la Paz
Cátedra Morazánica

Introducción
El presente trabajo nos remonta a estudiar con mayor profundidad la vida y obra del ilustre y
preclaro hombre insigne de Centroamérica, Morazán, que por su avanzado pensamiento rebaso
las circunstancias del contexto histórico en que le tocó vivir a principios del siglo XIX. José
Francisco Morazán Quezada nació el 3 de octubre de 1792 en Tegucigalpa, entonces parte de la
Independencia de Comayagua, Capitanía General de Guatemala, durante los últimos años del
dominio de la colonia española. Lo maravilloso es que se formó como autodidacta por lo atrasada
que se encontraba la sociedad, aun cuando las colonias españolas se aventuraban a constituirse
como repúblicas independientes, por lo que era de suma importancia el aporte de los hombres
que de alguna manera les toco dirigir los destinos de las nacientes naciones. Morazán desde la
perspectiva del aporte en materia de educación sencilla para sacar al pueblo de la ignorancia y
formar al nuevo ciudadano, el interés de utilizar el método lancasteriano en tan noble empresa y
debido a la escases del recurso docente. Otro de sus aportes fue como reformador y constructor
del estado naciente, con la implementación de leyes como el código Livingston, habeas corpus y
los juicios por jurado con ello nos muestra la historia que Morazán, un civil que por circunstancias
especiales tomo las armas, era todo un estadista por que bebió de la fuente primaria los
planteamientos políticos, filosóficos que fundamentaban el naciente sistema económico capitalista
teniendo como palanca del desarrollo la educación del pueblo. Una vez hecho el estudio del
pensamiento Morazánico nos damos cuenta que en la actualidad siguen vigentes las mismas
causas por las que el lucho ahora nos corresponde a nosotros como docentes retomar su legado
con mayor conciencia por que formamos los nuevos ciudadanos y que está pendiente la
construcción de la identidad nacional y una sociedad justa para todos sus hijos.

Presentación

Al hablar de educación somos conscientes que es un tema complejo, pero de suma importancia
para el desarrollo intelectual, científico, social, etc. De todo individuo que forma parte de la
sociedad.

En los últimos años en honduras se han venido implementando proyectos de cambio de una
manera lenta tanto en su Estructura como en su innovación curricular, para garantizar la
implementación de una educación con calidad e igualdad convencidos que es el motor de una
educación cada vez más baja y a veces hasta absurda se le exige demasiado a los alumnos
cuando estos no cuentan con las necesidades básicas para una óptima educación, y ni hablar de
las condiciones, didácticas, las bases en los contenidos, y las condiciones pedagógicas que
necesita el docente para transmitir sus conocimientos a sus educandos. De ahí que es prioridad
entonces rescatar y reforzar los conceptos relacionados con los valores y el patriotismo que de
apoco también se han ido deteriorando de forma abrumadora por una sociedad más que
materialista y de consumo aplastando la cultura, la identidad nacional y la conciencia de nuestras
raíces con el presente material se pretende orientar y estimular el impulso de un nuevo proyecto
educativo que vendrá a reforzar esa imperante necesidad de recuperar el amor a la patria a la
memoria histórica de nuestros orígenes y antecedentes sobre la

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construcción de una nación que hoy agoniza y que entes fue la aspiración de los hondureños mas
ilustres aguerridos y soñadores que jamás hayan transitado por esta patria el pensamiento de
Morazán debe impregnar la mente de nuestros hijos y buscar orientar a partir de aquí una nueva
sociedad en la que prevalezca la sensates, el respeto, los mas altos ideales como la humildad, la
solidaridad y la grandeza de nuestra nación promovida por los hondureños mas ejemplares,

Propósito del seminario sobre la Cátedra Morazánica


El desarrollo del seminario sobre la catedra morazánica en la educación debe servir para
transformar el país, es un espacio académico que desarrolla la reflexión para la difusión del
pensamiento Morazánico y por medio de una estrategia educativa que incluye una amplia
divulgación del conocimiento científico y la realización de acciones practicas (investigaciones,
trabajos de campo, campañas, seminarios, conferencias, etc.), para fortalecer nuestro
conocimiento y las ejecutorias del General Francisco Morazán a fin de revalorizar su legado
histórico, así como la vigencia de sus ideales en nuestra sociedad actual.
Lo anterior, se fundamenta en los fines de una sociedad que demanda a través de la secretaria
de educación el “contribuir al desarrollo nacional a través de la formación y capacitación de los
docentes educadores y administradores de la educación, así como de los alumnos en cada centro
educativo y que este saber se extienda a padres y la misma comunidad y así producir, diseminar
y aumentar el conocimiento especialmente sobre la realidad educativa nacional y la necesidad de

la práctica de valores patrióticos como el compromiso social y amor a la patria en todos sus
escenarios a nivel nacional e internacional.
Se promoverán actividades en el proceso formativo de los jóvenes y jovencitas de la patria y en el
desarrollo académico como una forma de fortalecer los valores éticos, personales y profesionales.
En el marco de la Cátedra, se desarrollará el Seminario Vida y Obra de Francisco Morazán, dicho
seminario tendrá su propia normativa que regule los aspectos pedagógicos de esta actividad
académica garantizando así su integración a contenidos transversales en distintas asignaturas a
través de la readecuación curricular en el proceso de formación permanente.
El Seminario Vida y Obra de Francisco Morazán es uno de los pilares de la Cátedra Morazánica,
a fin de dar cumplimiento a lo establecido como uno de los requisitos de promoción para todos los
estudiantes de noveno grado.

Objetivos Generales del seminario de la Cátedra Morazánica.

1. Divulgar el pensamiento Morazánico mediante la identificación de sus principios y valores


teóricos-prácticos en el período histórico de la República Federal de Centroamérica su legado y
vigencia.

2. Contribuir a esclarecer la trascendencia cívica de Francisco Morazán, en función del


acontecer histórico y desde una perspectiva que permita profundizar en las diversas facetas de su
personalidad sus actuaciones, sus propósitos políticos, su carácter de estadista y su obra.

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3. Fomentar el interés general y la creatividad intelectual sobre el fenómeno Morazánico.

4. Fomentar la promoción de valores cívicos y patrióticos tomando a Francisco Morazán como


ejemplo para las generaciones de jóvenes y los futuros profesionales y lideres.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DE LA CÁTEDRA MORAZÁNICA


1. Analizar el pensamiento y la obra de Morazán en el marco socio-histórico, político,
económico, cultural, educativo y generacional de Centro América en la primera mitad del
siglo XIX.
2. Analizar la figura Morazánica en sus múltiples dimensiones: La de estadista, la del
estratega político-militar, el promotor de la unidad centroamericana, así como la del
ciudadano que impulso la educación popular, pública y laica.
3. Auspiciar proyectos orientados a dilucidar y enriquecer el conocimiento sobre Francisco
Morazán; vida, obra, contexto histórico y cultural entre otros.
4. Crear espacios educativos para la divulgación del pensamiento Morazánico.

Índice de Contenido.

1. Vida Personal de Francisco Morazán


2. Primeros años y su Educación
3. Matrimonio y familia
4. Inicios de su carrera política y militar
5. Asenso de Poder
6. Independencia de Honduras
7. análisis del acta de independencia
8. Declaración de Independencia absoluta de Centroamérica
9. Batallas del General Francisco
10. testamento de Morazán
11. Manifiesto de David
12. pensamiento del general Francisco Morazán
13. Morazán y la educación
14. Letra, música y significado de nuestro himno nacional.

Temática

Tema 1. Biografía del General Francisco Morazán

El General José Francisco Morazán Quezada, primer soldado de la patria, es la figura inmortal de
la historia y uno de los valores más prominentes de la América. Su genio militar, la serenidad
justiciera en su misión unionista y su ilustre pensamiento de estadística, lo convirtieron en el
paladín de las causas supremas de las nuevas Naciones de Centroamérica. Nació el 03 de
octubre de 1772 en Tegucigalpa, siendo sus padres José Eusebio Morazán Alemán y Guadalupe
Quezada Borjas; Eusebio Morazán era hijo del don Juan Bautista Morazzini proveniente de la isla
de Córcega, Francia estableciendo su residencia en Yuscarán, Departamento de El Paraíso. En
1802 a la edad de 10 años Francisco Morazán ingresa al Convento San Francisco donde se
impartían clases de gramática latina, escritura, aritmética, filosofía y religión. Posterior a la

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independencia de 1821, el 16 de septiembre de 1824 fue electo Jefe de Estado Supremo de
Honduras, el ciudadano Dionisio de Herrera, uno de los hombres más ilustrados y comprendiendo
Herrera los dotes de Morazán y su carácter activo y laborioso, dispuso nombrarlo Secretario
General el 25 del mismo mes. El 10 de mayo de 1827 el Jefe de Estado Supremo Dionisio de
Herrera es depuesto de su cargo por el Vice Jefe de Estado, el Teniente General José Justo Milla
al mando de las Fuerzas Federales. A raíz de este acontecimiento el joven Francisco Morazán,
admirador y partidario de las nuevas ideas, abandonó el puesto que hasta entonces había
desempeñado y se unió a las milicias. Morazán niega obediencia a la imposición y después de
sucesos gloriosos, el 11 de noviembre de 1827 al mando del Ejército Aliado Protector de la Ley
venciendo a las tropas de Justo Milla en la Batalla de la Trinidad y el 27 del mismo mes asume la
Presidencia del Estado de Honduras. En los periodos de 1830-1834 y 1835-1839 Francisco
Morazán es declarado electo Presidente Federal de Centroamérica y Jefe de Estado de El
Salvador Y Costa Rica. Brilla su genio en las batallas de “El Aceituno”, “La Maradiaga”, “Gualcho”,
“San Antonio”, “Las Charcas” y “San Miguelito”. Nuestro paladín, fue el iniciador de las reformas
más profundas, destinadas a cambiar las viejas estructuras coloniales. Durante 1840 Francisco
Morazán se exilia hacia David, Panamá donde lo esperaban sus familiares, y es ese sitio escribió
y publicó el “Manifiesto de David”, en este manifiesto Morazán ataca a los serviles a quienes
acusa de ser «hombres mezquinos» y abusadores de los derechos más sagrados del pueblo.
Asimismo les recuerda que se opusieron a la independencia de Centroamérica, y sacrificaron la
libertad al unirse al imperio de Iturbide. A su vez, Morazán continúa su autoimpuesto exilio hacia
Perú, y una vez en Lima, recibió la invitación del Mariscal Agustín Gamarra para comandar una
división peruana, en momentos en que su país estaba en guerra con Chile, sin embargo Morazán
se negó, porque se encontró con que esta guerra era muy confusa. En 1842 desembarcó en
Costa Rica, donde tomó brevemente el poder; antes de que pudiera iniciar la reconstrucción de la
unidad centroamericana fue capturado. A solo 3 horas para caminar al patíbulo, escribió su
testamento, en el cual su pensamiento vibra, y se agiganta con el correr de los años. El desenlace
fue triste y fatal: el General Francisco Morazán fue fusilado el 15 de septiembre de 1842 a la hora
del sepulcro, en La Plaza de San José, Costa Rica. El General Francisco Morazán es símbolo y
ejemplo. Como manifiesta el gran tribuno Don Álvaro Contreras: “La sombra” del héroe de la
unión, estará moviéndose inquieta mientras llega la procesión de los nuevos mártires que
deberán ir a confundirse con él en la inmortalidad.

Libros: Vida, obra y pensamiento, la patria de los amigos de la libertad, el manifiesto de David,
memorias del benemérito general
Cónyuge: (m. 1825–1842) El 30 de diciembre de 1825, el General contrae matrimonio en la
Catedral de Comayagua con María Josefa Lastiri Lozano quien era proveniente de una de las
familias más ricas de Honduras, siendo su padre Juan Miguel Lastiri, considerado como un
personaje importante en el desarrollo del comercio hondureño y su madre, Margarita Lozano.
De este matrimonio nació en San Salvador, la única hija de Morazán conocida como Adela
Morazán Lastiri.
Entierro: 17 de febrero de 1849, Cementerio Los Ilustres, San Salvador, El Salvador
Padres: Guadalupe Quezada Borjas, José Eusebio Morazán Alemán
Hijos fuera del matrimonio: Francisco Morazán Moncada, Adela José Antonio Ruiz, Josefa
Fuentes Morazán, Nicolás Fuentes Morazán

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2. Primeros años y su Educación

José Francisco Morazán Quezada nació el 3


de octubre de 1792 en Tegucigalpa, entonces parte de la Capitanía General de Guatemala,
durante los últimos años del dominio de la colonia española. Sus padres fueron Eusebio Morazán
Alemán y Guadalupe Quezada Borjas, ambos miembros de una familia criolla de clase alta
dedicada al comercio y la agricultura. Sus abuelos fueron: Juan Bautista Morazán emigrante
corzo y María Borjas Alvarenga. Trece días después de su nacimiento Morazán fue bautizado en
la iglesia de San Miguel Arcángel, por el padre Juan Francisco Márquez.
Francisco Morazán fue en su mayor parte un hombre autodidacta.[9] En 1804, sus padres
aprovecharon la apertura de una escuela católica en el pueblo de San Francisco donde enviaron
al joven Jose Francisco. Según el historiador Ramón Rosa, Morazán "tuvo la desgracia de
nacer ... en esa época triste de aislamiento y la oscuridad total en que Honduras carecia de
escuelas ... Morazán pues, tuvo que aprender sus primeras letras, lectura, escritura, las reglas
elementales de la Aritmética en escuelas privadas de pésima organización y sostenidas con una
especie de contribución que aprestaban los padres de familia. Las enseñanzas que recibió fueron
a través de Fray Santiago Gabrielino, nombrado instructor religioso a la de Guatemala el
sacerdote José Antonio Murga.
En 1808 Jose Francisco se trasladó junto a su familia a Morocelí. Allí trabajó en los terrenos
heredados por Don Eusebio Morazán. Además, tuvo la oportunidad de laborar como empleado de
la alcaldía. En 1813 la familia se mudó de regreso a Tegucigalpa. Una vez allí, el Sr. Eusebio
puso a su hijo bajo la tutoría de León Vásquez quien le enseñó derecho civil, proceso penal y
notariado. Al mismo tiempo tuvo la oportunidad de aprender a leer francés en la biblioteca de su
tío político, Dionisio de Herrera, lo cual le permitió familiarizarse con las obras de Montesquieu, el
contrato social de Jean-Jacques Rousseau, la Revolución Francesa, la historia de Europa, así
como las biografías de los de los líderes griegos y romanos. Esta dedicación y espíritu de
superación, llevó de vez en cuando a José Francisco a destacar en su ciudad natal, donde llegó a
representar los intereses de algunas personas ante el tribunal colonial3. Matrimonio y familia
Francisco Morazán se casó con María Josefa Lastiri en la Catedral de Comayagua el 30 de
diciembre de 1825. De este matrimonio nació en San Salvador Adela Morazán Lastiri en 1838: la
única hija de Morazán. María Josefa pertenecía a una de las familias más ricas de la provincia de
Honduras. Su padre fue el comerciante español Juan Miguel Lastiri, quien jugó un papel
importante en el desarrollo comercial de Tegucigalpa. Su madre fue Margarita Lozano, miembro
de una poderosa familia criolla en la ciudad. María Josefa era una viuda quien se había casado
primeramente con el terrateniente Esteban Travieso, con quien procreó 4 hijos. A su muerte,
Lastiri heredó una fortuna. La herencia de María Josefa y el nuevo círculo de amigos poderosos e
influyentes, que salieron de este matrimonio, ayudaron en levantar en gran medida los negocios
del propio Morazán, y por lo consiguiente sus proyectos políticos. Fuera de su matrimonio,
Francisco Morazán fue padre de un hijo, Francisco Morazán Moncada, quien nació el 4 de
octubre de 1827 de la relación del general con Francisca de Moncada, hija de un conocido político
nicaragüense llamado Liberato Moncada. Francisco Morazán hijo vivió en la casa del matrimonio
Morazán-Lastiri, y acompañó a su padre en Guatemala, El Salvador, Panamá, Perú y finalmente
en Costa Rica. Después de la muerte de su padre, Francisco Morazán Moncada se radicó en
Chinandega (Nicaragua), donde se dedicó a la agricultura. Murió en 1904, a los 77 años de edad.
El general Morazán también tuvo un hijo adoptivo llamado José Antonio Ruiz. Él era el hijo
legítimo de Eusebio Ruiz y la dama guatemalteca Rita Zelayandía, quien entregó a su hijo al

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general Morazán, cuando el muchacho tenía solamente 14 años de edad. José Antonio
acompañó a su padre adoptivo en las varias acciones militares y se convirtió en un general de
brigada. Murió en Tegucigalpa en 1883.

3. Matrimonio y familia

Francisco Morazán se casó con María Josefa Lastiri en la Catedral de Comayagua el 30 de


diciembre de 1825. De este matrimonio nació en San Salvador Adela Morazán Lastiri en 1838: la
única hija de Morazán. María Josefa pertenecía a una de las familias más ricas de la provincia de
Honduras. Su padre fue el comerciante español Juan Miguel Lastiri, quien jugó un papel
importante en el desarrollo comercial de Tegucigalpa. Su madre fue Margarita Lozano, miembro
de una poderosa familia criolla en la ciudad. María Josefa era una viuda quien se había se casado
primeramente con el terrateniente Esteban Travieso, con quien procreó 4 hijos. A su muerte,
Lastiri heredó una fortuna. La herencia de María Josefa y el nuevo círculo de amigos poderosos e
influyentes, que salieron de este matrimonio, ayudaron en levantar en gran medida los negocios
del propio Morazán, y por lo consiguiente sus proyectos políticos.

Fuera de su matrimonio, Francisco Morazán fue padre de un hijo, Francisco Morazán Moncada,
quien nació el 4 de octubre 1827 de la relación del General con Francisca de Moncada, hija de un
conocido político nicaragüense llamado Liberato Moncada. Francisco Morazán hijo vivió en la
casa del matrimonio Morazán - Lastiri, y acompañó a su padre en Guatemala, El Salvador,
Panamá, Perú y finalmente en Costa Rica. Después de la muerte de su padre, Francisco Morazán
Moncada se radicó en Chinandega, Nicaragua, donde se dedicó a la agricultura. Murió en 1904 a
los 77 años de edad. El General Morazán también tuvo también un hijo adoptivo llamado José
Antonio Ruiz. Él era el hijo legítimo de Eusebio Ruiz y la dama guatemalteca Rita Zelayandía,
quien entregó a su hijo al general Morazán, cuando este tenía solamente 14 años de edad. José
Antonio acompañó a su padre adoptivo en las varias acciones militares y se convirtió en un
General de Brigada. Murió en Tegucigalpa en 1883.

4. 5Inicios de su carrera política y militar

La Capitanía General de Guatemala se independizó de España en 1821.[14] Fue en ese entonces


cuando Francisco Morazán comenzó a tomar parte activa en la política. Trabajó en el
ayuntamiento de Tegucigalpa, donde se desempeñaba como secretario del alcalde Narciso Mayol
y como defensor de oficio en casos judiciales en materia civil y criminal, entre otras cosas. Esto le
permitió a Morazán llegar a adquirir un gran conocimiento de la estructura y funcionamiento de la
administración pública de la provincia. Así también le permitió entrar en contacto cercano con los
problemas de la sociedad colonial.[4]

El 28 de noviembre de 1821 llegó a Guatemala una nota del General Agustín de Iturbide
sugiriendo que el Reino de Guatemala y el Virreinato de México formarán un gran imperio bajo el
Plan de Iguala y el Tratado de Córdova.[15] La Junta Provisional Consultiva declaró que esta no
era una orden inmediata para tomar tal determinación, sino una opción; por lo que era necesario
explorar la voluntad y escuchar la opinión del pueblo de Centroamérica.[16] Con esta idea, se
celebraron cabildos abiertos en diferentes partes del Reino, ya que la nueva forma de gobierno
debía ser decidida por el congreso que se reuniría en 1822.[15]

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La cuestión de la anexión a México provocó divisiones al interior de cada una de las provincias
dado que unas ciudades estaban a favor de ésta y otras en contra. En Honduras, por ejemplo,
Comayagua —a través de su gobernador José Tinoco de Contreras— se pronunció a favor de la
anexión; pero Tegucigalpa, la segunda ciudad más importante de la provincia se opuso a la idea
de la misma.[15] Esto provocó que Tinoco tomara acciones represivas contra las autoridades de
esa ciudad. Ante esta situación se organizó en Tegucigalpa un ejército de voluntarios, con el fin
de contrarrestar la agresividad de Tinoco y defender su independencia. Fue durante estos
acontecimientos que Francisco Morazán se enlistó como voluntario, al servicio de las autoridades
de Tegucigalpa. Fue designado como capitán de una de las compañías, por decisión de los jefes
oficiales que organizaron las milicias. Así comenzó la vida militar de Morazán y su lucha contra
los intereses conservadores.[17]
Tegucigalpa sin embargo, no pudo mantener su oposición, y se vio obligada a reconocer su
anexión a México el 22 de agosto de 1822. La anexión al Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide
duró poco, porque el 1 de julio de 1823 Centroamérica proclamó su independencia definitiva, y se
convirtió en las Provincias Unidas del Centro de América.[18] En el año 1823 algunos
documentos históricos ubican a Morazán como integrante de la comisión que dictaminó las bases
del poder electoral de la República Federal, en una reunión que sostuvo la Asamblea
Constituyente de Centroamérica. Posteriormente, el 28 de septiembre de 1824, Francisco
Morazán fue nombrado secretario general del gobierno de su tío político y primer Jefe de Estado
de Honduras, Dionisio de Herrera. Esto fue hasta 1826, cuando se convirtió en presidente del
Consejo Representativo.

5. Asenso de Poder

Jefe de Estado de Honduras

Francisco Morazán ascendió al poder luego de su victoria en la Batalla de la Trinidad.

En 1826, el Gobierno Federal encabezado por Manuel José Arce pretendía disolver el
Congreso federal y convocó a una reunión que se celebraría en Cojutepeque el 10 de octubre
de 1826, para elegir a un congreso extraordinario.[19] Esta medida de orden inconstitucional
fue rechazada por el Jefe de Estado de Honduras, Dionisio de Herrera. Sin embargo, el
presidente Arce no reconocía la autoridad de Herrera, alegando que el mandato provisional de
Herrera había expirado, y que él estaba en el poder ilegítimamente. Por esta razón, la
Asamblea Nacional había convocado a nuevas elecciones en Honduras, pero Herrera había
hecho caso omiso de este decreto y se mantuvo en el poder. Por estas razones, pero bajo el
pretexto de proteger las plantaciones de tabaco en Copán propiedad del gobierno federal,
Arce decidió expulsar a Herrera.[20]

Esta misión fue confiada al coronel Justo Milla, quien el 9 de abril de 1827, al mando de 200
hombres y se apoderó de Comayagua (la capital del estado) le dio captura a Herrera y lo envió
a una prisión de Guatemala. Mientras Milla se ocupaba de consolidar el poder en Comayagua,
Morazán escapó de las tropas federales. Salió de la sitiada capital en compañía de los
coroneles Remigio Díaz y José Antonio Márquez, con el propósito de obtener refuerzos en
Tegucigalpa. Su plan era regresar y liberar a la capital del estado. A su regreso de
Tegucigalpa, sus hombres se enfrentaron con las fuerzas de Milla en el rancho "La
Maradiaga".[21] Esta confrontación, no tuvo mayores consecuencias para ninguno de los

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bandos: Milla quedó a cargo de Honduras, y Morazán huyo a Ojojona, donde fue capturado y
trasladado a Tegucigalpa por orden del comandante Ramón Anguiano.

Pero Francisco Morazán logró escapar de sus captores y se fue a La Unión, El Salvador, con
la intención de emigrar a México. En esta localidad, se encontró con Mariano Vidaurre, un
enviado especial de El Salvador en Nicaragua. Vidaurre convenció a Morazan de que, en ese
país, él podría encontrar el apoyo militar que necesitaba para expulsar a Milla del territorio
hondureño. Francisco Morazán se trasladó a la ciudad de León, Nicaragua, donde se reunió
con el comandante en jefe de las fuerzas armadas de Nicaragua, José Anacleto "Cleto"
Ordóñez. Para Morazán la reunión dio sus frutos, el líder nicaragüense le proporcionó armas y
un contingente de 135 hombres. A estos milicianos se les unieron las tropas del Coronel
Zepeda de El Salvador, y algunas columnas de voluntarios de Honduras en Choluteca,
Honduras.

Cuando Justo Milla descubrió la presencia de Morazán en el sur de Honduras, rápidamente se


trasladó con sus tropas a Tegucigalpa, donde estableció su cuartel general, por su parte
Morazán se dirigió a Sabanagrande. A las 9 de la mañana del 11 de noviembre, Morazán y
sus hombres se enfrentaron al ejercito del Coronel Justo Milla, en la memorable batalla de "La
Trinidad".[22] Después de cinco horas de intensos combates, las tropas federales de Milla
fueron aplastadas por los hombres de Morazán.[23] Milla y algunos de sus oficiales
sobrevivieron y huyeron de la escena de la batalla. Tras esta victoria, Morazán marchó a
Comayagua donde hizo su entrada triunfal y ocupa la jefatura del estado de Honduras de
manos de José Eusebio Bustamante.

6. Independencia de Honduras

El 15 de septiembre de 2021 es una fecha muy significativa para diversos países de


América Latina y el Caribe. Se celebra en el caso de México el famoso grito de la
independencia que el padre de la patria, Miguel Hidalgo y Costilla realizo en 1810. Con ese
acto celebrado en la población de Dolores se inició el proceso insurreccional del pueblo
para lograr la emancipación de lo que era formalmente la Nueva España, que tras larga
guerra culminó finalmente en septiembre de 1821. De ahí que en nuestros días se celebre
el Bicentenario de la Independencia. A su vez el 15 de septiembre de 1821 en la antigua
Capitanía General de Guatemala (que en ese momento incluía los actuales territorios de
Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) se proclamó la
independencia al firmarse el acta de la misma en la ciudad de Guatemala. Esos momentos
históricos nos los refiere el historiador cubano Sergio Guerra Vilaboy cuando afirma: “Hace
doscientos años, el 15 de septiembre de 1821, se declaró la independencia de la América
Central, entonces Capitanía General de Guatemala, arrastrada por los vertiginosos
acontecimientos de México. En febrero de ese año se había proclamado el Plan de Iguala
por Agustín de Iturbide, el 5 de julio depuesto él virrey y el 24 de agosto firmado el Tratado
de Córdoba, preludio de la proclamación del Imperio Mexicano. Durante los años de la
crisis española iniciada con la invasión napoleónica a la península ibérica, la aristocracia
de la Capitanía General de Guatemala, mantuvo su fidelidad a las autoridades
tradicionales, temiendo un levantamiento popular como el que sacudía a México desde
1810. Pero los acontecimientos que ahora tenían lugar en el Virreinato de Nueva España
provocaron manifestaciones callejeras en la capital centroamericana exigiendo la
independencia, alentadas por el ala liberal criolla, liderada por el cura José Matías Delgado

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y el teniente de milicias José Francisco Barrundia. Bajo la presión pública, el cabildo de la
ciudad de Guatemala se reunió y sin alternativas aprobó, el 15 de septiembre de 1821, la
separación de España”. Aquella acta de independencia centroamericana fue redactada por
el intelectual y sabio hondureño, José Cecilio del Valle.

Bicentenario de la Independencia, Francisco Morazán y la CELAC


Por esos acontecimientos hoy en día, México y los países centroamericanos celebran su
mutua independencia. Pero también el 15 de septiembre se conmemora otro histórico
acontecimiento como fue la muerte del más grande prócer centroamericano del siglo XIX:
Francisco Morazán. Fusilado por las fuerzas conservadoras en San José de Costa Rica el
15 de septiembre de 1842, se conmemora en nuestros días el 179 aniversario de su
magnicidio cuando buscaba recobrar la unidad e integración de los hoy países
centroamericanos (Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua). Tres
horas antes de que Morazán fuera ejecutado, tuvo la oportunidad de dictar su testamento a
su hijo Francisco. En él ratificaba los principios de su ideario por la unión centroamericana:
“Declaro: que mi amor a Centro América muere conmigo. Excito a la juventud, que es
llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo
que imite mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en
que desgraciadamente hoy se encuentra”.

Francisco Morazán incluyó una cláusula final en su testamento que "trasladarse sus restos
a El Salvador, por ser el pueblo que más bien le había correspondido, y cuya cláusula no
había consignado en su testamento porque lo dictó en medio del tumulto". Así, al filo de las
seis de la tarde, de aquel 15 de septiembre de 1842, en la ciudad de San José, capital de
Costa Rica, los generales Morazán y Villaseñor eran llevados al patíbulo. Sobre aquel
trágico suceso el historiador hondureño Medardo Mejía escribió:

“Morazán, con serenidad y grandeza de alma despidióse de todos los conocidos, y listos
los tiradores pidió el mando de fuego, diciéndoles: ‘Apunten bien, hijos; aquí, directamente
aquí’, señalándose el pecho. Ya iba a dar la voz de fuego, cuando observó que una
puntería estaba errada; corrigióla, y luego con voz enérgica dijo: ‘Ahora bien... fuego’. Una
gran detonación rompió el silencio de la plaza. Villaseñor murió en el acto; pero Morazán
levántose en el humo de la descarga, exclamó: ‘¡Estoy vivo, acaben de matarme!’. Una
nueva descarga terminó con aquella gloriosa existencia. Era la hora del Angelus, en el
augusto Día de la Patria, cuando el hombre más valioso de Centro América bajaba a la
tierra para convertirse en tierra y su ejemplo quedaba resplandeciendo como un sol para
innumerables generaciones americanas”.

Este Bicentenario de nuestras independencias también se desarrolla en el marco la VI


Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se
desarrollará el 18 de septiembre. Reunión más que significativa a la asistieran diversos
mandatarios de la región y que entre otros puntos destaca la propuesta mexicana
secundada por el gobierno argentino de la “reforma a fondo de la Organización de Estados
Americanos (OEA) o la creación de un nuevo organismo que la sustituya”. Sin duda en
nuestros tiempos con la CELAC se hace más urgente como lo planteó Simón Bolívar en su
Carta de Jamaica de 1814 (que la interpretamos como el acta de nacimiento de nuestra
América). El gran Libertador en aquel histórico documento apuntaba: “Es una idea
grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo

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que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas
costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que
confederase los diferentes Estados que hayan de formarse”.

7. Acta de Independencia de la Capitanía General de Guatemala


.
Acta de Independencia de 15 de septiembre de 1821

ACTA DE INDEPENDENCIA

«PALACIO NACIONAL de Guatemala, 15 de septiembre de 1821. Siendo públicos e ineludibles


los deseos de independencia del Gobierno Español que por escrito y de palabras ha manifestado
el pueblo de esta capital: recibidos por el último correo diversos oficios de los Ayuntamientos
constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, en que comunican haber proclamado y jurado
dicha independencia excitan a que se haga lo mismo en esta ciudad: siendo positivo que han
circulado iguales oficios a otros ayuntamientos: determinado de acuerdo con la excelentísima
diputación provincial, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, los señores individuos que diputasen la
Excelentísima Audiencia Territorial, el venerable señor Deán y Cabildo Eclesiástico, el
Excelentísimo Ayuntamiento, el muy Ilustre Claustro, el Consultado y el muy Ilustre Colegio del
Abogados, los prelados regulares, jefes y funcionarios públicos congregados todos en el mismo
salón; leídos los oficios expresados: discutido y meditado completamente el asunto; y oído el
clamor de «¡Viva la Independencia!» que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido en las
calles, plaza, patio, corredores y antesala de este Palacio, se acordó por esta Diputación e
individuos del Excelentísimo Ayuntamiento:

1º.- que siendo la Independencia del Gobierno español la voluntad general del pueblo de
Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el
señor jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serian temibles en caso
de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.

2º.- que desde luego se circulen oficios a las provincias, por correos extraordinarios, para que sin
demora alguna se sirvan proceder a elegir Diputados o Representantes suyos, y éstos concurran
a esta capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de
acordarla, al forma de gobierno y ley fundamental que debe regir.

3º.- Para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas electorales
de provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a Cortes.

4º.- que el número de estos Diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos
sin excluir de la ciudadanía a los originarios de África.

5º.- que las mismas juntas electorales de provincia, teniendo presente los últimos censos, sirvan
determinar, según esta base, el número de Diputados o Representantes que deban elegir.

6º.- Que en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan hacerlas elecciones de modo
que, el día 1º de marzo del próximo año de 1822, estén reunidos en esta capital todos los
Diputados.

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7º.- Que entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan éstas
ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la constitución, decretos y leyes, hasta que
el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico.

8º.- Que el señor Jefe Político, Brigadier Don Gabino Gaínza, continúe con el Gobierno Superior
político y militar; y para que éste tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se
forme una Junta Provisional Consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta
Diputación Provincial y de los señores Don Miguel Larreynaga, Ministro de esta Audiencia; Don
José del Valle, Auditor de Guerra; Marqués de Aycinena; Doctor José Valdés, Tesorero de esta
Santa Iglesia: Doctor don Angel María Candina; y Licenciado don Antonio Robles, Alcalde 3º
Constitucional: el primero, por la provincia de León, el segundo, por la de Comayagua, el tercero,
por Quezaltenango, el cuarto, por Sololá y Chimaltenango, el quinto, por Sonsonate y el sexto,
por al Ciudad Real de Chiapas.

9º.- Que esta Junta Provincial consulte al señor Jefe Político en todos los asuntos económicos y
gubernativos de su atención.

10º.- Que la religión Católica, que hemos profesado en los siglos anteriores y profesaremos en lo
sucesivo se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha
distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y regulares,
y protegiéndoles en sus personas y propiedades.

11º.- Que se pase oficio a los dignos prelados de las Comunidades religiosas para que
cooperando a la paz y al sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de
un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que
estando unidos en el sentimiento general de independencia, deben estarlo también en todo lo
demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas
consecuencias.

12º.- Que el Excelentísimo Ayuntamiento, a quien corresponde la conservación del orden y


tranquilidad, tome las medidas más activas para mantenerla imperturbable en toda esta capital y
pueblos inmediatos.

13º.- Que el señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo notorio a la faz de todos, los
sentimientos generales del pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones, las medidas de
este Gobierno, las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del señor
Alcalde 1º, a pedimento del pueblo, el juramento de Independencia y fidelidad al Gobierno
Americano que se establezca.

14º.- Que igual juramento preste la Junta Provisional, el Excelentísimo Ayuntamiento, el


Ilustrísimo señor Arzobispo los Tribunales, Jefes Políticos y Militares, los prelados regulares, sus
comunidades religiosas, jefes y empleados en las rentas, autoridades, corporaciones y tropas de
las respectivas guarniciones.

15º.- Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la
solemnidad y señale el día en que el pueblo debe hacer la proclamación y juramento expresado
de Independencia.

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16º.- Que el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la acuñación de una medalla que perpetúe en
los siglos la memoria del día QUINCE DE SEPTIEMBRE DE MIL OCHOCIENTOS VEINTIUNO,
en que Guatemala proclamó su feliz Independencia.

17º.- Que imprimiéndose esta Acta y el Manifiesto expresado se circule a las Excelentísimas
diputaciones provinciales, ayuntamientos constitucionales y demás autoridades eclesiásticas
regulares, seculares y militares para que siendo acordes en los mismo sentimientos que ha
manifestado este pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo expuesto.

18º.- Que se cante, el día que designe el señor Jefe Político, una misa solemne de gracias, con
asistencia de la Junta Provisional, de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose
salvas de artillería y tres días de iluminación.

Palacio Nacional de Guatemala, Septiembre quince de mil ochocientos veintiuno.

Gabino Gaínza, Antonio García Redondo, Francisco de Paula Vilches, Mariano Gálvez, José
Matías Delgado, Miguel Larreynaga, Tomás O`Horán, Serapio Sánchez, José Francisco Córdova,
Santiago Milla, José Antonio Larrave, Mariano de Aycinena, Antonio Rivera Cabezas, Isidoro del
Valle y Castriciones, Pedro Molina, Francisco Barrundia, Pedro de Arroyave, Mariano Beltranena,
Angel María Candina, José Mariano Calderón, Manuel Antonio Molina, José Domingo Diéguez,
Secretario y Lorenzo Romaña, Secretario.

8. análisis del acta de 1821

Este es el documento que jamás ha sido pensado públicamente, aunque ha sido y es mencionado
de manera grandilocuente, es referido a la Patria, pero no a las condiciones políticas e históricas,
no es trabajado con referencia a los intereses de los protagonistas que lo concibieron, redactaron
y aprobaron; en fin, el acta ha sido despojado de su valor histórico propio, y en consecuencia, ha
sido enterrado y soterrado, hasta ahora.

En el documento se refleja la actuación de dos partes enfrentadas y con diferentes intereses y


protagonismos: por un lado, los funcionarios del poder colonial, que maniobran
contradictoriamente entre sí, y por otro lado, el pueblo de la ciudad de Guatemala que presiona,
realmente, por una real independencia de España.

En el bloque de los funcionarios estaban los que no querían la independencia de España, los que
estaban dispuestos a firmar un acta de independencia para anexionarse después al Virreynato de
Nueva España (México), y en el caso de los criollos de San Salvador, los que querían, sobre todo,
los que querían sacudirse el predominio económico de los criollos de Guatemala sobre la
provincia de San Salvador.

Vistas las cosas así, resulta que los hombres reunidos el 15 de septiembre de 1821, en el Palacio
Nacional de Guatemala, no eran rigurosamente independentistas frente a la metrópoli española, y
que los verdaderamente independentistas eran el pueblo que estaba en la calle exigiéndola a
gritos, y metiéndoles miedo a los señores que vacilaban al interior del palacio.

Esta lógica es la que explica el texto del acta, porque como sabemos, para interpretar un texto
hay que conocer su contexto, y en este caso su contexto histórico. El acta en referencia puede

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dividirse en 5 partes, y en sus 18 numerales encontramos una atención al Congreso que,
posteriormente, en el mes de marzo de 1822, determinaría la independencia de España.

Esto quiere decir que el 15 de septiembre no es la fecha definitiva de la independencia. Luego


viene la parte que va del número 7 al 9, en donde se establece claramente que se trata de una
independencia sin independencia, o una especie de cambio pero sin cambio.

La tercera parte, que va del número 10 al 11, establece el poderío de la iglesia católica, en tanto
que el número 12 es el texto que garantiza el orden y tranquilidad, y del 13 al 18, se establece el
protocolo y los actos oficiales correspondientes.

En el número 1 del documento encontramos la confrontación histórica real de la coyuntura de


1821. El texto dice que la independencia debe ser pública “para prevenir las consecuencias que
serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Aquí encontramos el
sentido excluyente de este texto y la voluntad política de quienes lo redactaron o firmaron.

Lo cierto es que revela la existencia de la confrontación real entre los sectores populares
realmente independentistas y la de los funcionarios y miembros de las elites políticas y
económicas que consideraban que era necesario evitar que el pueblo hiciera en realidad la
independencia, porque en ese caso, dicen los señores en su texto, que las consecuencias serían
temibles.

A continuación, y confirmando que el acta del 15 de septiembre no era el documento definitivo, se


pasa a organizar la convocatoria al Congreso que el siguiente año, 1822, debía decidir “el punto
de independencia general y absoluta, y fijar en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley
fundamental que deba regir”.

En los siguientes numerales se desarrolla el procedimiento de convocatoria; mientras tanto, el


Brigadier Gabino Gaínza, funcionario español, nombrado por España para gobernar la Capitanía
General de Guatemala, dice el texto, “continúe con el gobierno superior político y militar”, es decir,
que no hubo ninguna independencia, y mas bien fue una maniobra para aplacar las exigencias
populares y ganar tiempo para sus intrigas palaciegas.

Pero, además, los señores disponen formar “una Junta Provisional Consultiva” para que el
gobierno continuista de Gaínza “tenga el carácter que parece propio de las circunstancias”. Por si
esto fuera poco, ocurre que esta Junta Provisional Consultiva, que debía ser consultada por
Gaínza, es la que debía consultar al señor jefe político “en todos los asuntos económicos y
gubernativos”. Esto quiere decir, ayer, hoy y siempre, que estos no eran independentistas, y no
tenían interés en romper con la metrópoli.

La iglesia católica tenía un papel político muy importante en los acontecimientos y el texto le
asegura el monopolio de esta fe, los cargos ocupados y, además, a los ministros eclesiásticos
seculares y regulares les garantiza protección “en sus personas y propiedades”, y se les da la
tarea política de sofocar la pasión independentista del pueblo para que no se dividan los ánimos y
no se produzcan “funestas consecuencias”.

En esta parte, el texto llega a ser perverso y antipopular y nos muestra el miedo profundo que se
le tenía al pueblo independentista, al que había que controlar mediante la fuerza y el trabajo

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ideológico de la iglesia católica. Lo que sigue en el documento hasta el número 18 es el protocolo
de la ocasión. Hay que hacer notar que en el número 13, Gabino Gaínza debía publicar un
manifiesto informativo de lo que se había hecho, pero sin una fecha concreta para hacerlo.

En realidad, el acta de independencia del 15 de septiembre de 1821, debe ser tratado


históricamente, y debe ser salvado en esa calidad, pensado, estudiado, discutido, en su contexto
histórico, para revelar la lucha política, los intereses enfrentados y el papel del pueblo y las elites,
dentro de la coyuntura. Es necesario romper, desde abajo y desde arriba, el silencio sobre este
documento, para poner en su sitio, desde las diferentes visiones e intereses actuales, el pasado
histórico, de manera de encontrar ahí las pistas que necesitamos para enfrentar y resolver
nuestros problemas actuales.

El mayor fracaso histórico que se engendraba en 1821 era que Centroamérica, como realidad
política, necesaria, vital e imprescindible, actualmente, no estaba apareciendo en las cabezas, en
los bolsillos y en los propósitos de las fuerzas, personas e intereses, reunidos en el Palacio
Nacional de Guatemala, y hasta hoy, 5 pequeños, pobres y atrasados países, se debaten entre la
miseria de los pueblos y la opulencia ofensiva de los dominadores.

9. La Declaración de Independencia absoluta de Centroamérica

La Declaración de Independencia absoluta de Centroamérica fue proclamada el 1 de julio de 1823


por la Asamblea Nacional Constituyente reunida en la Ciudad de Guatemala. El documento fundó
las Provincias Unidas del Centro de América y dio continuidad a la convocatoria del 15 de
septiembre de 1821 del Acta de Independencia que estipulaba la formación de un Congreso para
marzo de 1823:
Que desde luego se circulen oficios a las provincias por correos extraordinarios para que sin
demora alguna se sirva preceder, a elegir Diputados y representantes suyos y estos concurran a
esta Capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de
acordarla la forma de gobierno y la ley fundamental que deba elegir.
Sin embargo, el jefe Político Gabino Gaínza había decretado la anexión de las provincias
centroamericanas al gobierno mexicano presidido por Agustín de Iturbide en enero de 1822,2 y
dicho congreso sería convocado nuevamente por Vicente Filísola el 29 de mayo de 1823, como
Capitán General de Guatemala en sustitución de Gaínza y ante la abdicación de Agustín de
Iturbide como emperador de México el 19 de marzo de ese año.
A la Asamblea Constituyente del 1 de julio no asistieron los representantes de Honduras,
Nicaragua y Costa Rica quienes llegaron a Guatemala en el mes de septiembre. Una vez
reunidos todos los diputados, el 2 de octubre fue ratificada la declaración.

10. Batallas del General Francisco

Batallas del General Francisco


En defensa de Honduras y por la unión de Centroamérica, Francisco Morazán realizó varias
batallas, entre ellas y por la cual se destacó, La Batalla de la Trinidad el 11 de noviembre de
1827.

1. La de Comayagua (cuando el sitio) Abril de 1827


2. La de La Madariaga (cuando el sitio) Abril de 1827

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3. La de La Trinidad 11 de noviembre de 1827
4. La de Gualcho 6 de julio de 1828
5. La de San Antonio 9 de octubre de 1828
6. La de Mixco 18 de febrero de 1829
7. La de San Miguelito 6 de marzo de 1829
8. La de Las Charcas 15 de marzo de 1829
9. La de Guatemala 12 de abril de 1829
10. La de Las Vueltas del Ocote 21 de enero de 1832
11. La de Opoteca 19 de febrero de1832
12. La de Jocoro 14 de marzo de 1832
13. La de San Salvador 28 de marzo de 1832
14. La de San Salvador 23 de junio de 1834
15. La de Mataquescuintla Octubre de 1838
16. La de Chinquimulilla Diciembre de 1838
17. La de Las Lomas 28 de marzo de 1839
18. La de El Espíritu Santo 6 de abril de 1839
19. La de San Salvador 20 de septiembre de 1839
20. La de San Pedro de Perulapán 25 de septiembre de 1839
21. La de Guatemala 18 de marzo de 1840
22. La de Guatemala (retirada) 19 de marzo de 1840
23. La de La Laguna 24 de marzo de 1840
24. La de Jocote (convenio) 11 de abril de 1842
25. La de San José de Costa Rica (retirada) 14 de septiembre de 1842

11. testamento de Morazán

San José: 15 de septiembre de 1842 –

Día del aniversario de la independencia cuya integridad he procurado mantener. En el nombre del
autor del universo en cuya religión muero. Declaro: Que todos los intereses que poseía, míos y de
mi esposa, los he gastado en dar un Gobierno de Leyes a Costa Rica, lo mismo que dieciocho mil
pesos y sus réditos, que adeudo al señor General Pedro Bermúdez. Declaro: Que no he merecido
la muerte, porque no he cometido más falta que dar libertad a Costa Rica y procurar la paz a la
República. De consiguiente, mi muerte es un asesinato, tanto más agravante, cuanto que no se
me ha juzgado ni oído. Yo no he hecho más que cumplir las órdenes de la Asamblea, en
consonancia con mis deseos de reorganizar la República. Protesto que la reunión de soldados
que hoy ocasiona mi muerte, la he hecho únicamente para defender el departamento de El
Guanacaste, perteneciente al Estado, amenazado, según las comunicaciones del comandante de
dicho departamento, por fuerzas del Estado de Nicaragua.
Que si ha cabido en mis deseos el usar después de algunas de estas fuerzas para pacificar la
República, solo era tomando de aquellos que voluntariamente quisieran marchar, porque jamás
se emprende una obra semejante con hombres forzados. Declaro: Que al asesinato se ha unido
la falta de palabra que me dio el comisionado Espinach, de Cartago, de salvarme la vida. Declaro:
Que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a
este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de
morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se
encuentra. Declaro: Que no tengo enemigos, ni el menor rencor llevo al sepulcro contra mis

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asesinos, que los perdono y deseo el mayor bien posible. Muero con el sentimiento de haber
causado algunos males a mi país, aunque con el justo deseo de procurarle su bien; y este
sentimiento se aumenta, porque cuando había rectificado mis opiniones en política en la carrera
de la revolución, y creí hacerle el bien que me había prometido para subsanar de este modo
aquellas faltas, se me quita la vida injustamente. El desorden con que escribo, por no habérseme
dado más que tres horas de tiempo, me había hecho olvidar que tengo cuentas con la casa de
Mr. M. Bennet, de resultas del corte de maderas en la Costa Norte, en las que considero alcanzar
una cantidad de diez a doce mil pesos, que pertenecen a mi mujer en retribución de las pérdidas
que ha tenido en sus bienes pertenecientes a la hacienda de Jupuara, y tengo además otras
deudas que no ignora el señor Cruz Lozano. Quiero que este testamento se imprima en la parte
que tiene relación con mi muerte y los negocios públicos.

Francisco Morazán

12. Manifiesto de David

“Cuando los traidores a la patria ejercen los primeros Destinos, el Gobierno es opresor”–
MONTESQUIEU

¡Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo por un sórdido y
mezquino interés! Con vosotros hablo, enemigos de la independencia y de la libertad.

Si vuestros hechos, para procuraros una patria, pueden sufrir un paralelo con los de aquellos
centroamericanos que perseguís o habéis expatriado, yo, a su nombre, os provoco a presentaros.

Ese mismo pueblo que habéis humillado, envilecido y traicionado tantas veces, que os hace hoy
los árbitros de sus destinos y nos proscribe por vuestros consejos, ese pueblo será nuestro Juez.

Si la lucha que os propongo es desigual, todas las ventajas de ella están de vuestra parte.

Tenéis en vuestro apoyo:

Que os halláis colocados en el poder, y que nosotros nos encontramos en la desgracia.

Que podéis hacer uso de vuestra autoridad para procuraros acusadores, y que nosotros no
encontramos tal vez ni un testigo.

Que os habéis constituido en nuestros jueces, y declarado que somos vuestros reos.

Que nuestra voluntaria retirada de los negocios públicos, con un objeto más noble que el que ha
podido caber en vuestros corazones, la habéis interpretado como fuga.

Que vosotros, que no os atrevisteis nunca a vernos cara a cara, no insultáis atrozmente en
vuestra imprenta; y añadiendo el escarnio a la venganza, habéis tomado la mano misma que os
ha envilecido para trazar los caracteres de un nombre funesto que no podemos pronunciar sin
oprobio, y nuestra expatriación se ha decretado. (**)

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Y en fin, para complemento de vuestro triunfo, todas las apariencias acreditan que el pueblo que
nos va a juzgar os pertenece. Pero no importa. Nosotros tenemos la justicia. Vamos a los hechos.

Cuando vosotros disfrutabais de una patria, no podíamos nosotros pronunciar ese dulce nombre.
Recordadlo. Vosotros habéis gozado muchos años de los bienes de esa patria que buscáis hoy
en vano. ¿Encontraréis en la República de Centro América algunas señales de ella? Aunque le
dais hoy este nombre, más extranjeros sois por vuestros propios hechos en el pueblo que os vio
nacer, que nosotros en Méjico, en el Perú y en la Nueva Granada.

Por la identidad de nuestros principios con los que sirven de base a los Gobiernos de estas
Repúblicas, nosotros hemos hallado en ellas simpatías que vosotros no encontraréis en el propio
suelo de vuestros padres (que ya no os pertenece) desde el momento mismo que se descubre
vuestros engaños.

Pero si aún queréis buscar vuestra patria, la hallaréis sin duda por las señales que voy a daros.
Oíd y juzgad.

En vuestra patria, los nombres del Marqués d Aycinena y su familia… se hallaban colocados en
los primeros empleos del Gobierno absoluto, y los nuestros se ocultaban en la multitud.

En vuestra patria cometías culpas que se olvidaban por unas tantas monedas, y a nosotros se
nos exponía a la vergüenza pública.

En vuestra patria perpetrabais los más atroces delitos, a los que se les daba el nombre de
debilidades para dejarlos sin castigo, y nosotros sufríamos la nota de infames hasta nuestra
quinta generación.

En vuestra patria ejecutabais crímenes que siempre se quedaban impunes, porque vosotros
mismos erais los jueces; y nosotros perdíamos la salud en los calabozos y la vida en los
cadalsos.

En vuestra patria ostentabais los honrosos títulos de tiranos, y nosotros representábamos el


humillante papel de esclavos.

En vuestra patria teníais la gloria de apellidaros los opresores del pueblo, y gemíamos nosotros
bajo la opresión.

Y cuando en vuestra patria, ensanchando la escala de los opresores, descendía hasta los
infames oficios de carceleros y de verdugos, a nosotros se nos exigían los reos y las víctimas.

Y para que nada faltase a vuestra dicha y a nuestra desgracia, así en la tierra como en el cielo,
¡hasta los santos sacabais de vuestras propias familias! Y los malvados, a vuestro juicio, sólo se
encontraban en las nuestras.

Vosotros oíais continuamente en sus revelaciones la felicidad que os aguardaban, en tanto que a
nosotros sólo se nos anunciaban desgracias.

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Vosotros dirigíais con confianza vuestras súplicas al pie de los altares, porque hacíais propicios a
sus sacerdotes con las riquezas que exigíais al pueblo, en tanto que éste temía elevar sus
plegarias, por no poder acompañarlas con ofrendas.

Y por último, para llenar la medida de vuestro poder y nuestro infortunio, aún más allá de la
tumba, en tanto que las almas de nuestros padres vagaban sin consuelo en derredor nuestro,
para demandarnos los medios de lograr su eterno descanso –vosotros comprabais el cielo que no
habíais merecido, con los tesoros que os proporcionaban las leyes de un infame monopolio.

He aquí vuestra patria. Recordadla. Pero si aún insistiereis en disputarnos la que por tantos títulos
nos pertenece, exhibid vuestras pruebas, que nosotros daremos las nuestras; y si resultase un
solo hecho en vuestro favor contra mil que presentemos nosotros, consentiremos gustosos en ser
a los ojos del mundo lo que hoy somos a los vuestros.

No es vuestra patria: –Porque en 1812, que por la primera vez se ventilaron los derechos de los
americanos, vosotros hacíais de injustos jueces, de viles denunciantes y de falsos testigos contra
los amigos de la independencia del Gobierno absoluto.

Es nuestra patria: –Porque en la misma época nos la procurábamos, difundiendo ideas de libertad
y de independencia en el pueblo, sin que vuestras amenazas nos arredrasen ni nos intimidase la
muerte, ya sea que se nos presentase en la copa de

Sócrates, que la encontrásemos al cabo del dogal que quitó la vida al Empecinado o que se
pronunciase en vuestros inicuos tribunales.

No es vuestra patria: –Porque cuando triunfaron las ideas de libertad en la metrópoli, cuando los
patriotas españoles quitaron algunos eslabones a la pesada cadena de nuestra esclavitud,
revelándonos de este modo lo que éramos y lo que podíamos ser, vosotros conspirasteis contra
el Gobierno constitucional que se estableciera en toda la monarquía. Como enemigos de las
luces, cooperasteis con aquellos que pretendieron entonces independerse del Gobierno de las
cortes y trasladar a la América el Gobierno absoluto de los Borbones.

Es nuestra patria: — Porque en el mismo tiempo hacíamos resonar el grito de independencia en


todo el Reino de Guatemala. Todo aquel que tenía un corazón americano se sintió entonces
electrizado con el sagrado fuego de la libertad. Por una disposición de la Providencia, los amigos
del Gobierno absoluto de los Borbones, enemigos de la independencia de España constitucional,
se unieron con los independientes de ambos Gobiernos, y proclamaron la separación de la
antigua metrópoli el 15 de septiembre de 1821. Y de este modo vuestros nombres figurarán en la
historia al lado de los Reyes Luis IX, Luis XI y otros muchos que trabajaron sin pensarlo, a favor
de la democracia, sistema que hoy gobierna en la República de Centro América.

No es vuestra patria: — Porque en 1821 acreditasteis con un hecho, que más a los ojos del
mundo un grave crimen, vuestro tardío arrepentimiento por haber cometido otro crimen que no es
menos grave a los vuestros. Los remordimientos de vuestra conciencia por haber cooperado a la
independencia de un pueblo indócil, que convirtió en su provecho lo que era destinado al vuestro,
quisisteis aquietarlos sacrificando a un gran conspirador los derechos de este mismo pueblo; y en
lugar de un viejo monarca, nos disteis el escándalo de un emperador de farsa, más opresor

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porque era un inepto, y su opresión mil veces más sensible, porque la ejercía sin títulos, sin tino,
con sus iguales y por la vez primera.

Es nuestra patria: — Porque cuando vosotros, al lado del General mejicano don Vicente Filísola,
hicisteis los mayores esfuerzos por conservar la dominación del Emperador Iturbide en los
pueblos que habías subyugado por la intriga, aunque sin éxito, nosotros procuramos evitarla.
Cuando muchos de vosotros, a la retaguardia de aquel General, erais testigos de los últimos
esfuerzos del heroico pueblo salvadoreño, que mal defendido y cobardemente abandonado por
su jefe en el momento mismo del peligro (***), sucumbió noblemente, y con más gloria que la que
pudo caber a sus vencedores; nosotros por este mismo tiempo, en el propio teatro de la guerra,
en Guatemala, Honduras y Nicaragua, corríamos la suerte de los vencidos, por la identidad de
nuestras opiniones.

El pueblo salvadoreño, sin armas y abandonado a su propia suerte, hizo impotente la negra
intriga que se formara en su seno con innobles miras (****) Defendió por largo tiempo la más
hermosa de todas las causas, adquiriendo por digna recompensa de sus grandes hechos, la
inmarcesible gloria de dar al mundo el grandioso espectáculo de un pueblo libre que se regenera,
obteniendo en su propia derrota la reivindicación de los mismos derechos que se la ocasionaran;
en tanto que sus injustos agresores pierden todas las ventajas que les diera su malhadado triunfo.

Por un distinguido favor de la Providencia, los últimos cañonazos que quitaron la vida a los
mejores hijos de El Salvador y completaran en el Reino de Guatemala la dominación de Iturbide,
eran contestados por los que se disparaban en Méjico, para celebrar la completa destrucción de
un imperio que sólo apareció al mundo para oprobio de sus autores. Y por justo resultado de
estos hechos, del Reino de Guatemala, libre del dominio del Emperador Iturbide, en donde
habíais creado vuestra nueva patria, se formó la nuestra, bajo un sistema democrático, con el
nombre de República Federal de Centro América.

Si ya que no podéis negar estos hechos, que todo el pueblo ha presenciado, pretendiereis, en
vuestro despecho, arrojar de nuevo vuestra acusación favorita, a saber: Que muchos de nosotros
nos hemos enriquecido defendiendo la independencia y la libertad, — no pretendiendo dejaros ni
este miserable recurso.

Tal como es para mí de falsa e insultante la proposición, yo la levanto del suelo, en donde la ha
colocado el desprecio público, con la fundada esperanza de tirárosla a la cara con doble fuerza.
Si se puede llamar riqueza la que obtuvieron algunos de vuestros jefes militares en el sitio de
Mejicanos, por medio de un mezquino monopolio estamos todos de acuerdo. Pero si los bienes
de los regulares componen la única riqueza que se ha podido encontrar en Centro América,
levante la mano el más atrevido de vosotros, y clave en nuestra frete la nota de infame a los que
la hubiéramos merecido, por este hecho u otro semejante.

Volvamos al asunto. Después de la caída de Iturbide ¿Cuál ha sido la conducta que habéis
observado? Yo os la recordaré.

Vuestra debilidad os hizo firmar la Constitución Federal de 1824, y combatirla vuestra perfidia en
1826,27 y28.

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Con este interés disteis vuestros sufragios de Presidente al señor Arce; y este mismo interés os
hizo despojarlo, cuando ya había llenado, en parte, vuestras miras, porque le fuera adversa la
suerte, en el momento mismo de exterminar a vuestros enemigos.

Vuestra razón de Estado llevó por segunda vez la guerra a muerte a los pueblos de El Salvador,
que perpetuaron vuestros jefes por interés.

Vuestra venganza iluminó por mucho tiempo las oscuras noches de estío con el incendio de
poblaciones indefensas, para que la rapaz y mezquina codicia de vuestros militares, que se
ejercitaba a media noche, encontrase alumbrado el camino por donde se condujeran a vuestro
campo los miserables despojos que habían librado de las llamas……..

Esta devastación, esta mina, que sólo habría terminado con la dominación a que aspirabais, y
que se os escapara de las manos por la invisibilidad y cobardía de vuestros guerreros,
desapareció con los triunfos de Gualcho, Mejicanos y Guatemala, y los liberales vencedores
acreditaron con la completa reorganización de la República, que eran dignos de regir los destinos
de un pueblo libre.

Vuestra venganza, jamás satisfecha, y vuestros deseos de dominar, nunca extinguidos, trajeron
otra vez la guerra a la República para dar un nuevo testimonio al mundo de vuestras miras, y a
los centroamericanos una prueba de todo lo que debiera esperar y temer de sus enemigos.

El Coronel Domínguez, que defendiera vuestra causa con tanto empeño en 1828, invadió los
puertos del Norte en 1831, se introdujo con fuerzas en el Estado de Honduras, para presenciar
sus derrotas, y encontró por último la muerte en la ciudad de Comayagua.

El ex -presidentes Arce, que apareció en el mismo tiempo por Escuintla de Soconuzco con tropas
mejicanas que habían destruido la Independencia nacional, fue completamente batido por el
valiente General N. Raoul.

No pudiendo aquel desgraciado jefe imitar a Moreau, que murió combatiendo contra su país natal
con un valor que atenuara su crimen; ni a Coriolona, que obligado a retirarse de las puertas de
Roma por las súplicas de la que lo llevara en el vientre, acreditó que no le faltaban virtudes, siguió
el ejemplo de tantos griegos que se unieran con los enemigos de su patria para combatirla, y
sufrió, con ellos, el digno castigo en su propia derrota y en las dobles maldiciones de los
mercenarios extranjeros vencidos y de sus conciudadanos vencedores.

Esta injusta guerra se terminó con la ocupación del castillo de San Fernando de Omoa, en donde
el malvado Guzmán, que sirviera en vuestras filas como soldado en 1828, enarboló la bandera
española.

Después de una lucha obstinada de cinco meses, que diezmara nuestro ejército, y de la epidemia
que lo quitara, fue abatida esa señal oprobiosa de nuestra antigua esclavitud por el valiente y
sufrido General Guzmán, que hizo rendir la fortaleza.

Y para dar al mundo un testimonio de los extremos opuestos a que pueden conducir

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vuestras opiniones y las nuestras, en el mismo campo en donde está colocada la cabeza de un
traidor, hijo de la República, y de vuestro partido, que elevara sobre las murallas del castillo el
símbolo de nuestra opresión, existen los sepulcros de mil centroamericanos, del nuestro, que lo
despedazaran.

No pretendo asegurar que todos vosotros hayáis aplaudido aquel crimen; si puede afirmarse que
hubiesen algunos de vosotros que lo vieran con indignación, permítaseme preguntar a los demás:
¿si tiene alguna analogía con la rendición de la plaza de San Salvador en 1823? ¿Si Fernando VI
y la bandera española tienen algo de común con las del Imperio mejicano y Agustín I? ¿Si las
garras de la joven Águila que se ven pintadas en ésta, oprimen o hieren con más fuerza que las
del viejo León hispano que se mira en las armas de aquella que dominara la América por tres
siglos?

Esta guerra, tan fecunda de hechos que ilustraron las armas del Gobierno Nacional, que no fue
menos abundante en sucesos que justificaron más y más la causa de los liberales vencedores,
arrojó sin embargo, elementos funestos de discordia.

A éstos se unió el descontento, que naturalmente, debió producir una Administración de diez
años, continuamente contrariada por los hábitos que dejara el Gobierno absoluto, cuyos resortes
tocasteis con oportunidad para preparar la revolución de 1840.

Vosotros, apoyados en el fanatismo religioso, destruisteis en el Estado de Guatemala, las obras


que los demócratas consagraron a la libertad, en tanto que los bárbaros las hollaron con su
inmunda plata.

La profesión de los derechos del pueblo- la ley de la libertad de imprenta- la que suprimió las
comunidades religiosas, la que creara la Academia de Ciencias, en que se enseñaban los
principales ramos del saber humano, repuesta por vosotros con la antigua Universidad de San
Carlos- la del hábeas corpus -los códigos de pruebas, de procedimientos y de juicios, obra del
inmortal Livinsgton, adoptados con el mejor éxito, y tantas otras, fueron al momento derogadas
por vosotros, y el vacío que dejaran estos monumentos del patriotismo, lo llenasteis con nombres
odiosos, que recordarán al pueblo su antigua esclavitud y sus tiranos.

En los Estados de Nicaragua y Honduras, los justos deseos de reformas, no satisfechos con las
que hiciera el Congreso en 1831 y 1835, fueron de nuevo excitados por dos folletos que escribió
el ex marqués de Aycinena. En ellos pretendía éste probar que no estábamos bien constituidos,
porque los Estados, como en Norte América, no fueron antes que la nación, y porque la
Constitución Federal es más central que la de aquella República.

Proposiciones en su origen insidiosas, risibles en su aplicación y que han merecido el desprecio


de los hombres sensatos.

Pretender que las Constituciones de nuestros Estados debieran existir antes que la general, es
pedir un imposible, porque los españoles, que nunca fueron tan ilustrados, ni tan generosos como
los ingleses con sus colonos, no permitieron otra ley que la voluntad del Soberano.

Asegurar que por esta falta no estamos bien constituidos y somos desgraciados, es ignorar las
causas que han contribuido a la felicidad de aquel pueblo afortunado.

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Afirmar que la Constitución Federal de Centro América es más central que la de los Estados
Unidos del Norte, es un insulto que no podrá sufrir con paciencia el que haya hecho una
comparación de estas leyes.

En fin, atreverse a asegurar ante el público tantas falsedades juntas, se abusa demasiado de su
sencillez y buena fe, y del silencio que han observado los centroamericanos ilustrados, que
conocen que ni los norteamericanos pudieron hacer su felicidad copiando las Constituciones
democráticas que habían servido a otros pueblos, ni el de Centro América, en su actual estado,
hará la suya adoptando la Ley Fundamental de aquella República si no puede trasplantar al
mismo tiempo el espíritu que le da vida.

Pero Aycinena sólo ha tenido por mira, al propalar estas doctrinas, producir una revolución. ¡Ojala
sea más afortunado esta vez que lo fuera con su familia en la del Imperio mejicano, que
defendieron con tanto ardor!

Si el Duque de Orleans encontró en la guillotina el castigo de haber anarquizado al pueblo


francés, aparentando para subir al trono ideas liberales que no profesara, descendiendo de lo
grande a lo pequeño, debe tener igual suerte Aycinena, que usa los mismos medios para recobrar
sus honores.

Ni el oro del Guayape, ni las perlas del Golfo de Nicoya volverán a adornar la corona del Marqués
de Aycinena; ni el pueblo centroamericano verá más la señal oprobiosa de su antigua esclavitud;
pero si alguna vez brillase en su frente este símbolo de la aristocracia, será el blanco de los tiros
del soldado republicano.

Y para que nada faltase de ignominioso y funesto a la revolución que habéis últimamente
promovido, apareció en la escena el salvaje Carrera, llevando en su pecho las insignias del
fanatismo, en sus labios, la destrucción de los principales liberales, y en sus manos, el puñal que
asesinara a todos aquellos que no habían sido abortados, como él, de las cavernas de
Mataquescuintla.

Este monstruo debió desaparecer con el cólera morbos asiático que lo produjo. Al lado de un
fraile y de un clérigo (*****) se presentó por la primera vez revolucionando los

pueblos contra el Gobierno de Guatemala, como envenenador de los ríos que aquellos
conjuraban, para evitar, decían, el contagio de la peste. Y contra este mismo Gobierno, fue el
apoyo de los que en su exasperación le dieron parte en la ocupación de la ciudad de Guatemala.
Fue su peor enemigo cuando éstos quisieron poner término a sus demasías y vandalismo, y su
más encarnizado perseguidor y asesino cuando el salvaje se uniera con nosotros.

Es necesario que no se ignore la conducta de este insigne malvado, que ha excedido con sus
crímenes a todos los tiranos sin conocerlos. Su vida forma una cadena no interrumpida de delitos,
acompañada de circunstancias horrendas.

El fusilamiento de varios jueces de circuito, en cuyo número se cuenta el ciudadano F. Zapata,


que ejercía sus funciones en Jalpatagua, es de este número.

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Como en todos los pueblos, lo primero que hizo Carrera fue incendiar en la plaza la ley que
establecía el juicio por jurados, y los clérigos que eran el espanto de los malvados, porque se
habían sentenciado en pocos días, con arreglo a ellos, reos de muchos años.

En seguida hizo colocar al Juez Zapata en el lugar destinado al suplicio, a tiempo que pasaban de
camino, para la ciudad de El Salvador, las señoritas Juana y Guadalupe Delgado. Juzgando sin
duda, el malvado asesino, que todos tenía un corazón que se complaciera como el suyo con la
muerte de la inocente víctima, las obligó a presenciar la ejecución, a pesar de sus súplicas y
lágrimas para evitarla, y de sus esfuerzos para separarse de aquella escena de horror.

El rapto entre tantos raptos, de una joven doncella que vivía con sus padres en la hacienda de la
Laguna de Atescatempa, fue acompañado de circunstancias que no deben ignorarse. Carrera,
que había visitado a tan honrada familia, y de ella recibió diversa insinuaciones de cariño, quiso
retribuirlas con un crimen, como acostumbra.

Para ocultar el malvado su perfidia a la que era el objeto de sus torpes deseos, recurrió a otro
crimen, que pudo producir peores consecuencias por el gran compromiso en que puso a su
Gobierno. Hizo disfrazar a un oficial para que, a la cabeza de algunos soldados que debieran
suponerse salvadoreños, y por consiguiente enemigos, ocupasen en la noche la casa de la
hacienda. A pretexto que los dueños de ella hicieron servicios a Carrera, tenían orden de
reducirlos a prisión y conducir a la joven hacia el Estado de El Salvador. El bandido, con un
considerable número de soldados debía encontrarse con ellos en el camino, y estos al ¿quién
vive? El Salvador, libre A esta palabra de guerra se convinieron en hacerse mutuamente fuego las
dos fuerzas, sin usar de las balas, dispersarse los fingidos salvadoreños en seguida y dejar en
sus manos la causa inocente de tanta maldad para exigirle su deshonra en premio de haberla
salvado.

Todo se habría ejecutado a satisfacción de Carrera, si la Divina Providencia no hubiera destinado,


en justo castigo, una bala que se le introdujera en el pecho cuando se batían en apariencia las
dos partidas. Esta bala, en concepto de algunos, se puso por casualidad en el fusil; pero otros
creen haber sido dirigida por la venganza del oficial que había sido en otro tiempo maltratado por
Carrera; lo cierto es, que se le condujo preso a Guatemala, con los soldados que le acompañaban
para cumplir las órdenes de su General.

La gravedad de la herida, que lo obligara a sacramentarse, no le hizo olvidar el único trofeo de su


infernal campaña, que condujo por la fuerza a su cuartel general de Jutiapa. La joven tuvo el
profundo sentimiento de que su criminal raptor sanase de la herida, y su desgraciada familia
sufrió su deshonra sin quejarse.

La noticia de este hecho obligó a separarse del Gobierno al Presidente del Estado de Guatemala,
ciudadano Mariano Rivera Paz, para andar 27 leguas de mal camino, con el único fin de expresar
al malvado el sentimiento que le causara ver derramar la sangre preciosa del caudillo adorado de
los pueblos Sangre que con estas mismas palabras, tuvo el descaro de reclamar al Gobierno del
Estado de El Salvador, llevando adelante, para paliar el crimen cometido por Carrera, la infame
trama que éste urdiera para ocultarlo.

La muerte del Diputado Cayetano Cerda, que lo obligara Carrera a cenar a su mesa en señal de
amistad, y lo mandara asesinar en seguida por el mismo centinela que lo guardaba.

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La muerte que dio con su propia lanza a un elector de Guajiniquilapa, que se negó a prestarle su
voto.

El asesinato de todos los heridos del 19 de marzo en la plaza de Guatemala, ocupada a la


bayoneta, evacuada después rompiendo la línea enemiga, por falta de municiones y por no haber
encontrado los auxilios que ofrecieron los liberales. Asesinato tanto más criminal, cuanto que se
habían tratado con las debidas consideraciones al oficial Montúfar y 35 soldados que se tomaron
prisioneros en la acción, y respetado al padre Obispo y Canónigos que se encontraban en la
catedral, confundidos con los soldados enemigos que se batieron con los nuestros dentro del
mismo edificio.

La muerte que dio a cuarenta de los más distinguidos ciudadanos de Quezaltenango, en cuyo
número se cuenta las autoridades municipales, después de haber rescatado a muchos de ellos la
vida, esposas y hermanas con grandes sumas de dinero que Carrera recibió, son los menores
delitos que ha cometido este malvado.

A este monstruo estaba reservada la invención diabólica de acompañar con su propia guitarra los
movimientos del señor Lavangnini, a quien obligaba a danzar, y los últimos ayes de las cuarenta
víctimas que asesinó el 2 de abril en la misma plaza de Quezaltenango, para acostumbrar así los
oídos del pueblo y prepararlo a nuevas matanzas.

A este monstruo estaba reservado el acto de mayor inmortalidad y perfidia, que ejecutó en la
propia ciudad de Quezaltenango. Habiendo prevenido al pueblo que se presentase en la plaza a
una hora señalada, bajo la pena de muerte; cuando se encontraba ya reunido, mandó saquear a
su tropa toda la ciudad, que contiene 25.000 habitantes.

A este monstruo estaba también reservado enterrar a los vivos, como lo ejecutó con un vecino
respetable del pueblo de Salamá, porque le faltaban mil pesos en que había valorado su vida. A
pesar de que su familia le presentó alhajas en doble valor, lo introdujo, sin embargo, en la
sepultura que le había obligado a cavar, y lo cubrió de tierra hasta la garganta, dándole después
grandes golpes en la cabeza, que le produjeron la muerte; lo abandonó a su inocente familia, que
en su desolación derramaba lágrimas sobre el cadáver, cargando en seguida el bandido con el vil
precio de su infame
asesinato………………………………………………………………………………………………………
………………… ……..

Pero ¿cuál es el delito que no ha podido perpetrar ese malvado? Existe uno ¡quién lo creyera!
Que sólo estaba reservado a vosotros: ¡dar a Carrera, en premio de tanto crimen, el poder
absoluto que hoy ejerce en el Estado de Guatemala por vuestros votos!!!

Que nuestros conciudadanos que han presenciado todos estos hechos, desde las prisiones de
Belén en 1812, hasta las matanzas de Carrera en la ciudad de Quezaltenango en 1840, juzguen y
decidan ahora si tenéis algún título para llamaros centroamericanos, y cuáles son los nuestros.

Y si, como esperamos, la justicia decide en nuestro favor; si los pueblos patrióticos de que se
componen los Estados de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Los Altos y parte del de Guatemala,

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han descubierto vuestras pérfidas miras, preparaos no sólo a abandonar la República, sino a
andar errantes, como los hijos de Judea, tras la patria de los tiranos que buscareis en vano.

Si, en vano, porque la libertad que habéis combatido tantas veces, derramando la sangre de sus
mejores defensores, ha recobrado el imperio del orbe, que por un don del cielo ejercía en los
primeros tiempos.

Los pueblos de ambos mundos profesaban ya su culto; los Gobiernos del nuevo son obra suya, y
los del antiguo caen y se precipitan a su voz para no reaparecer más sobre la tierra.

David: 16 julio de 1841. –F. Morazán”

13. pensamiento del general Francisco Morazán

Se hace evidente que el pensamiento de Francisco Morazán quedó plasmado a lo largo de su


fecunda vida política. En la serie de documentos que componen la presente obra, se recogen
testimonios de su ideario y de su lucha, los cuales formuló a través de sus apuntes, manifiestos,
proclamas, correspondencia y mensajes oficiales. Un elemento central en ese ideario político fue
su acendrada defensa de una ideología emancipadora. La serie de combates políticos e
ideológicos que libró estuvo signada por el matiz anticlerical, pero no antirreligioso, producto del
propio pensamiento imperante en la época.
En torno a la recia figura y la persistencia que Morazán tuvo en sus principios, el polígrafo
hondureño Rafael Heliodoro Valle afirmaba: Más que hombre de ideas, fue un hombre de acción;
pero su nombre no puede dejar de dar brillo a la historia de las ideas en Centro-América, porque
supo infundirles la fuerza de su sinceridad, la pasión que le encendía, su fe en el porvenir, que
siempre la tienen los hombres de visión que piensan en grande. A las fuerzas reaccionarias se
unieron factores encarnados en la realidad económica y social; entre ellos la falta de
comunicaciones en Centro-América, que le impidieron apagar a tiempo las hogueras encendidas
contra él. Ha quedado su figura prócer indeleble en la mente de su pueblo; y cada vez que se
habla de restaurar la unión centroamericana, automáticamente surge su nombre como
si fuese una bandera.
El legado morazanista se encuentra inserto en el propio ideario unionista de la región
centroamericana, pero llega más allá, es un proyecto al que se aspira para la real y efectiva
integración latinoamericana. De ahí que el evocar su nombre, sus campañas, nos remite
necesariamente a la reivindicación de la integración del istmo centroamericano donde Morazán,
inscrito en un pensamiento emancipador, fue de los más consecuentes en procurar mantener
unida la región.
Esta postura fue, sin duda, capital en el pensamiento morazanista. Sin embargo, las condiciones
existentes en la formación social centroamericana no maduraron lo suficiente para hacer surgir
una clase hegemónica y dominante que asumiera en su conjunto las tareas de la unificación. Así,
las reformas instrumentadas por el proyecto morazanista estuvieron limitadas por el mismo
escenario político y el vigor de las condiciones prevalecientes.
Un primer elemento en torno a este tema nos exige comprender que, históricamente, el istmo
centroamericano ha estado signado por el emplazamiento geoestratégico de la región, el cual ha
condicionado y seguirá de27. Rafael Heliodoro Valle, Historia de las ideas contemporáneas en

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Centroamérica, México, Fondo de Cultura Económica, terminando su destino geopolítico, signado
por la disputa antes y después de los días de Morazán.
El interés en Centroamérica, particularmente sobre Nicaragua y Panamá, a lo largo del siglo XIX y
con énfasis en el XX, fue vital para distintas potencias. Esto se hizo evidente con el control de la
vía interoceánica en el istmo panameño hasta 1999.
En ese sentido histórico que le imprime a Centroamérica su ubicación estratégica, hay que
considerar que lo realmente visible para la ruptura de la Federación y de la propuesta unionista de
Francisco Morazán fue la enorme distancia entre el proyecto político y la realidad social, así como
el interés de las grandes potencias por el control de la región. Para el historiador Héctor Pérez
Brignoli, el desarrollo de los problemas y conflictos determinaron en gran medida el fin de la
Federación centroamericana. La pugna entre los bandos liberales y conservadores se delimitó
con gran claridad en la esfera ideológica: Para los primeros se trata de la utopía del progreso;
extender a estas tierras regadas por el atraso y el oscurantismo la llama encendida por la
Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos. En breve, atar el futuro al
carro de “Prometeo desencadenado”. Los segundos añoraban el orden colonial, tenían infinito
respeto por la Iglesia y temían el cambio social no controlado.
Se trata, en dos palabras, de la utopía del despotismo ilustrado. Como siempre ocurre, la claridad
de las ideas contrastaba con las ambiciones personales, el oportunismo político, circunstancias
inesperadas, y la compleja base de los intereses en juego.
Las ideas de Morazán figuran de manera sobresaliente tanto en sus escritos como en su praxis
política. La herencia de su ejemplo y obra emancipadora sigue presente hasta nuestros días. La
trascendencia de su pensamiento y acción revolucionaria se ubica a la par de los más grandes
próceres latinoamericanos. Tal como lo afirmó el historiador mexicano Luis Chávez Orozco:
Mientras Morazán y los hombres que se movían a su alrededor desquiciaban la estructura feudal
centroamericana, haciendo de la educación un instrumento para forjar una sociedad democrática
más justa y más humana, Bolívar, en el sur, se preparaba a morir garantizando para el futuro de
la América nuestra el advenimiento de un régimen de libertad. Ni más arriba ni más abajo.
Morazán está a la par de Bolívar y nosotros los hermanamos en un sentimiento de Veneración De
ahí que la herencia de Francisco Morazán como el gran caudillo tiene para nuestros tiempos la
matriz generadora de una acción integracionista que abarca todo un proceso todavía inconcluso
en nuestra América. Su proyecto modernizador no ha dejado de ser un modelo para el avance y
consolidación del proyecto de la integración de América Central. El hecho mismo de que
Morazán buscara organizar el Estado en términos modernos fue una aspiración que lo llevó al
enfrentamiento con aquellos sectores que representaban los intereses de “un pasado sombrío en
el que una minoría feudal era dueña de las vidas y las haciendas”30. Hoy en día, un punto
esencial de la modernización es la reforma del Estado. Cuestión que también en nuestros tiempos
crea conflicto por los intereses que se afectan con una reforma profunda. En este sentido, el
ideario de Morazán frente a las condiciones de marginación y pobreza que secularmente ha
padecido la región, tiene un basamento real y justificado para que siga teniendo vigencia la
reforma del Estado.
Ubicando a Morazán a la altura de los grandes próceres latinoamericanos, tanto en el ensayo
como en la literatura, se reivindica su figura como una de las más destacadas con las que ha
contado nuestra América. En el campo de las ideas, se reconoce: “Después de Bolívar, de San
Martín y Sucre, no se había visto en la América Hispana un ejemplar de estadista y guerrero
comparable al general Morazán En la creación literaria, el gran poeta Pablo Neruda también
festejó con honores al prócer centroamericano; basta recordar su poema “Morazán (1842) Sin
embargo, es en la esfera de lo político donde más se ha enaltecido a Francisco Morazán. En unos
casos se le reivindica como el gran caudillo centroamericano. En otra perspectiva se le privilegia

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“como la matriz generadora de una acción que abarca todo un proceso de liberación nacional
todavía inconcluso.
No obstante, en otros enfoques se le identifica como un líder vanidoso o se resaltan sus
exabruptos. También existen algunas visiones que se limitan a nombrarlo como un gran caudillo
militar. Constantino Láscaris lo llegó a ubicar en la siguiente tesitura:
A Morazán le pasó lo que a tantos centroamericanos. Pretendiendo ser un uncionario civil, las
guerras civiles lo arrojaron a peleas continuas, y quedó en militar. Y esto es lo único que supo
hacer bien, pelear. Sin preparación militar, cuando tuvo necesidad estudió estrategia, y
ciertamente fue brillante estratega. Sus fanáticos lo comparan con Napoleón […] Morazán no era
un ideólogo, pero sí un hombre de ideas (conoció a Montesquieu y Tocqueville).
Con profundas convicciones liberales, pretendió salvar Centroamérica por la vía de las armas, y
fracasó.
De esa forma ha sido enaltecida o denigrada la figura del prócer centroamericano. Sin embargo,
puede considerarse que la trascendencia de este hombre en la historia deriva de su quehacer
político en la búsqueda de una real unión centroamericana. Integración que, como proyecto o
utopía a realizar, sigue teniendo actualidad en los comienzos del siglo XXI. Sus ideas se
desarrollaron en un momento específico de la historia de la región. Pero no quedaron como una
propuesta y un planteamiento imposibles de realizar. La ideología que adoptó Morazán fue ese
pensamiento que pretendió, según Ángel Zúñiga Huete “la libertad de conciencia, la libertad
económica, la libertad de enseñanza, la ilustración y mejoramiento de las condiciones de vida de
las masas en todo orden de ideas y para la práctica de la democracia.
Puntos programáticos que continúan estando vigentes en buena parte de América Latina y sin
duda para los países centroamericanos. De ahí la actualidad del pensamiento político de Morazán
Tanto sus trascendentales ideas y convicciones revolucionarias como los lazos de profunda
amistad que establecía y la dignidad que otorgaba a las personas, constituyen los principios de su
ética política. Son elementos que podemos calificar como variantes aglutinadoras para formar la
conciencia de ser útil al otro y a la comunidad. El ideario y planteamientos de ese gran prócer se
ponen en claro cuando en su testamento antes de ser fusilado afirma: “Declaro: que
no tengo enemigos, ni el menor rencor llevo al sepulcro contra mis asesinos, a quienes perdono y
deseo el mayor bien posible” En ese mismo tenor, puede considerarse que la vida y el
pensamiento de ese estadista centroamericano, a más de dos siglos de su natalicio, es la mayor
herencia que dejó un hombre de su talla. Para la historia y para los anhelos de la integración
latinoamericana, es Francisco Morazán uno de los mejores ejemplos. Su papel lo ubica como un
auténtico libertador que supo trascender la época que le tocó vivir.
Finalmente, para ponderar la importancia y valor de su figura en la historia latinoamericana, cabe
apuntar las palabras con las que José Martí lo calificó: “el general Morazán, quiso fortificar a esos
débiles países, unir lo que los españoles habían desunido, hacer de esos cinco estados pequeños
y enfermizos una República imponente y dichosa” agregando el mismo apóstol cubano en tono de
justa réplica:
Y lo hizo, –pero los pueblos, que están generalmente formados por gentes vulgares, tardan en
comprender lo que los hombres geniales preven–. La política de las rivalidades venció a la política
de la unión; la vanidad de los Estados fue más poderosa que la unión bienhechora. Morazán fue
muerto y la unión se deshizo, demostrando una vez más que las ideas, aunque sean buenas, no
se imponen ni por la fuerza de las armas, ni por la fuerza del genio. Hay que esperar que haya
penetrado en las muchedumbres.

14. Morazán y la educación

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En cuanto al legado educativo, Morazán introdujo el modelo de educación laica heredado de la
Revolución Francesa y del “Código Napoleónico”, que reconoce que la educación debe estar a
cargo del Estado, y que debe ser basada en una pedagogía laica, pública y gratuita, además de
que debe aspirar a ser una educación “liberadora” y de carácter popular, de ahí que se decantara
por introducir un modelo pedagógico innovador y revolucionario para aquella época, a través del
“modelo lancasteriano”, que consistía en la utilización de estudiantes monitores que estuvieran
avanzados en el curso, para que ellos enseñaran a los alumnos menos aventajados, con el fin de
suplir la falta de maestros y de recursos económicos.

15. Letra, música y significado de nuestro himno nacional.

Durante 94 años Honduras no tuvo Himno Nacional. Desde la Independencia, en 1821, hasta
1915 los himnos que se utilizaron fueron: La Granadera, El Himno Marcial, Un Salva Hondureño
(de autor desconocido), Himno Nacional (Valentín Duron); en tiempos de Medina "Marcha a
Gerardo Barrios" del autor belga Coussin y el Himno Hondureño.
En 1904, cuando llegó al poder el general Manuel Bonilla a nales de septiembre, no existía aún
un Himno Nacional reconocido y fue en ese preciso momento en que un grupo de distinguidos
intelectuales presentó al presidente la propuesta para la creación de la letra de nuestro Himno
Nacional.
En la Revista del Archivo y Biblioteca Nacional se publicaron los trabajos presentados por
diversos poetas, que parecen estar sujetos, de manera exible, a ciertas estipulaciones para llenar
los requisitos especiales que se les pedía: un poema que pudiera representar y ser símbolo
nacional del pueblo de Honduras.
Entre esos intelectuales que participaron estuvieron Valentín Durón, Santos B. Tercero, Jerónimo
Reyna, Juan Ramón Molina, Alfonso Guillén Zelaya y Augusto C. Coello, quien fue el ganador.
La mayor parte de las propuestas de poemas se centraban en temáticas como la independencia
de Honduras y de su pueblo.

Letra

El poema de Augusto C. Coello cumplió con los requisitos, ya que alaba los símbolos nacionales,
habla de nuestra Historia de tres siglos de sufrimiento y hace un homenaje a la identidad
hondureña.
Dos símbolos nacionales fueron de especial inspiración para la creación de la letra del Himno
Nacional: la Bandera y el Escudo Nacional, decretados en el año de 1866 durante el Gobierno de
José María Medina.
Por ejemplo, un fragmento del himno dice: "Y se ven en su fondo sagrado, cinco estrellas de
pálido azul". En ello podemos ver la variabilidad que ha tenido el tono del azul en la bandera a lo
largo del tiempo, pues para la época en que se escribió el himno aún no se había establecido el
azul turquesa como color oficial de nuestra bandera, sino casi medio siglo después.
Anteriormente se utilizaban también los colores azul celeste y zaro.
Sobre el Escudo Nacional, el himno describe "...de un volcán tras la cima desnuda, hay un astro
de nítida luz". En el decreto de ocialización del Escudo Nacional, emitido en 1866, se hace la
aclaración de que "El Escudo de armas nacional será el que actualmente se usa; con solo la
diferencia de llevar un sol poniente, en vez del gorro frigio que hoy contiene.
El 13 de noviembre de 1915, bajo decreto No. 42 el presidente de la República, doctor Alberto
Membreño, dio vida ocial al Himno Nacional, siendo ministro de Educación en esa época el doctor

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Rómulo E. Duron. Se cantó por primera vez en Tegucigalpa en la escuela "Guadalupe Reyes", el
15 de septiembre de 1915. La ejecución de dicho tema en actos especiales fue a partir de 1917.

El Himno Nacional está compuesto de un coro y siete estrofas que relatan eventos históricos por
los cuales atravesó Honduras. Dada su extensión, durante el mandato del presidente Miguel Paz
Barahona, el entonces ministro Presentación Centeno dispuso que los alumnos de educación
primaria, secundaria y normal solo cantaran el coro y la séptima estrofa.
En su estructura moderna (métrica, ritmo y rima) el Himno Nacional de Honduras tiene muchos
más rasgos románticos que modernistas; el tipo de versos y métrica son decasílabos y son
precisamente los más utilizados por los modernistas.
El Himno Nacional es además monorrítmico; es de señalar también la presencia de la rima,
manteniendo en toda su extensión la misma combinación de rimas asonantes, consonantes y
versos libres con predominio de rimas consonantes; en cuanto al verso, su estructura es por su
cantidad de sílabas decasílabo.

Música

La creación de la música del Himno Nacional estuvo a cargo del músico Carlos Hartling. Hartling
nació en la ciudad de Schlotheim, en Alemania, el 2 de septiembre de 1869. El 27 de junio de
1896 viajó a Tegucigalpa al ser contratado por el doctor Policarpo Bonilla para ser maestro de
música y maestro de bandas, comenzando el 23 de septiembre del mismo año. Hizo su primera
presentación en un concierto en el Parque Morazán.

El presidente y general Manuel Bonilla había encargdo a un grupo de poetas la redacción del
himno de Honduras y del concurso quedó como ganador el poema «Canto a Honduras» o «Canto
a mi patria» y a Carlos Hartling se le pidieron los arreglos musicales; escribió la música del poema
en 1903, y así surgió el actual Himno Nacional. Sin embargo, cabe resaltar que anteriormente
este había escrito las partituras del himno, sin embargo, aún no se contaba con la letra del
mismo.

Aspectos importantes

HISTORICO: de la primera a la sexta estrofas nos habla de acontecimientos ocurridos desde la


época prehispánica hasta nuestros días.
PATRIOTICO: Por su séptima y última estrofas.
ARTISTICO: Por su letra y música. En la letra nos encontramos con un bello poema y en la
música con una extraordinaria obra musical.

"La educación es el alma de los pueblos y abono de los ejércitos


de la libertad"
Francisco Morazán
Dirección Departamental de Educación de la Paz
Cátedra Morazánica

Letra del Himno Nacional de Honduras


Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.
I
india virgen y hermosas dormias
de tu mares al canto sonoro
cuando echada en tus cuencas de oro
el audaz navegante te hallo
y al mirar tu belleza extasiada
al inujo ideal de tu encanto
la orla azul de tus esplendido manto
con su beso de amor consagro.
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.
II
de un pais donde el sol se levanta
mas alla del atlante azulado
aquel hombre te habia soñado
y en tu busca a la mar se lanzo
cuando erguistes la palida frente
en la viva ansiedad de tu anhelo
bajo el dombo gentil de tu cielo
ya otaba un extraño pendon.

"La educación es el alma de los pueblos y abono de los ejércitos


de la libertad"
Francisco Morazán
Dirección Departamental de Educación de la Paz
Cátedra Morazánica
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.
III
Eras inutil que el indio tu amado
se aprestara a la lucha con ira
porque envuelto en tu sangre Lempira
en la noche profunda se hundio
y de la epica hazaña en memoria
la leyenda tan solo ha guardado
de un sepulcro el lugar ignorado
y el servero perl de un peñon.
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.
IV
Por tres siglos tus hijos oyeron
el mandato imperioso del amo
por tres siglo tu inutil reclamo
en la atmosfera azul se perdio;
pero un dia de gloria tu oido
percibio, poderoso, y distante
que alla lejos por sobre el atlante
indignado rugia un leon.
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque

"La educación es el alma de los pueblos y abono de los ejércitos


de la libertad"
Francisco Morazán
Dirección Departamental de Educación de la Paz
Cátedra Morazánica
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.
V
Era francia, la libre, la heroica
que en sus sueño de siglo dormida
despertaba iracunda a la vida
al reclamo viril de Danton;
era francia que enviaba la muerte
la cabeza del rey consagrado
y que alzaba soberbia a su lado
el altar de la Diosa Razon.
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.
VI
Tu tambien ¡oh mi patria! te alzastes
de tu sueño servil y profundo
tu tambien enseñastes al mundo
destrozando el infame eslabon
y en tu suelo bendito tras la alta
cabellera del monte salvaje
como un ave de negro plumaje
la colonia fugaz se perdio.
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso

"La educación es el alma de los pueblos y abono de los ejércitos


de la libertad"
Francisco Morazán
Dirección Departamental de Educación de la Paz
Cátedra Morazánica
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.
VII
Por guardar ese emblema divino
marcharemos ¡oh patria! a la muerte
generosa sera nuestra suerte
si morimos pensando en tu amor
defendiendo tu santa bandera
y en tus pligues gloriosos cubiertos
seran muchos Honduras tus muertos
pero todos caeran con honor.
Coro:
Tu bandera, tu bandera
es un lampo de cielo
por un bloque, por un bloque
de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de palido azul
en tu emblema que un mar rumoroso
con sus ondas bravias escuda
de un volcan, de un volcan
tras la cima desnuda
hay un astro, hay un astro
de nitida Luz.

Actividades sugeridas

1.- Elaboración de murales alusivos a la vida del general Francisco Morazán

2.- Conversatorios

3.- Desarrollo de foros

4.- Trifolios informativos.

5. Exposiciones

6. pinturas (dibujos) o murales artísticos temáticos

7. ensayos de opinión personal

8. álbum de recortes de editoriales alusivos al tema

9. drama

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de la libertad"
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10. fonomímica

11. plenaria

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de la libertad"
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