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Tema 2.

Historia Universal Contemporánea

1.2.- EL NACIMIENTO DE LAS SOCIEDADES


INDUSTRIALES: REVOLUCIÓN INDUSTRIAL,
CAPITALISMO Y SOCIEDAD DE CLASES.

1. LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

1. 1. Concepto y características.

La expresión “Revolución Industrial”, término que fue usado en el siglo XIX en Francia
y Gran Bretaña, se refiere al conjunto de transformaciones económicas, basadas en la
aplicación de la máquina a la producción, que promovieron un enorme crecimiento de
los diversos sectores de la economía.

Así pues, este proceso se considera no como un acontecimiento puntual, sino


como un proceso que se inició en Gran Bretaña durante el siglo XVIII y se extendió por
Europa continental, Estados Unidos y Japón a lo largo del siglo XIX. De esta forma, se
plantea que existe un modelo de aparición de ciertos cambios estructurales que se
extienden desde un centro, como es Europa occidental, hacia una periferia como es el
caso de Estados Unidos o Japón. Fuera de esta expansión quedaría Europa del Sur y
Europa Oriental, aunque habría que reconocer que en la Rusia de los zares, sobre todo
después de la Guerra de Crimea, el régimen zarista trata de impulsar la aparición de
fábricas que acabaron por alterar la estructura económica, aunque de forma muy
limitada.

Con la publicación del primer volumen de El Capital, Marx contribuye a


concretar el concepto cuando explica el nacimiento de una nueva sociedad de base
capitalista en Inglaterra. Más adelante, Arnold Toynbee con Lectures on the Industrial
Revolution in England, y Paul Mantoux con La revolución industrial en el siglo XVIII,
contribuyen a fijar el término y el concepto. Ahora bien, para estos dos autores el
proceso fue brusco y no fue producto de las contradicciones internas del sistema feudal,
sino que fue la consecuencia de la aparición de determinadas innovaciones tecnológicas
que comportaron un importante aumento de la productividad y, por ello, un cambio en
el sistema demográfico y en la sociedad.

Más adelante, Ashton empieza a difundir la tesis gradualista en el proceso de


revolución industrial. Para este autor, el término revolución implica un cambio brusco
en el tiempo, y en su opinión ello no tuvo lugar, sino que los cambios tecnológicos y
consecuentemente sociales, fueron la consecuencia de un proceso lento.

En los años 70, a raíz de la crisis económica de 1973, los diferentes autores
defendieron que el modelo británico no podía ser el único. Así pues, empezaron a hablar
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de otros procesos, como el japonés o el ruso. De esta forma, posteriormente se ha


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destacado que aunque algunos cambios intensos sí que tuvieron lugar, como las
modificaciones tecnológicas y el subsiguiente aumento de la productividad y de la
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producción, el capital invertido en la industria, cuando no hubo una clase burguesa que
lo emplease tuvo que ser el Estado el protagonista, como es el caso ruso o el japonés.
Asimismo, hay que tener en cuenta otros factores como el aumento de la mano de obra
industrial, el progresivo recurso a los avances en la ciencia y en la tecnología y la
división y especialización del trabajo y de sus diversas fases. Y, por supuesto, es
importante, como ha indicado Gerschenkron, una ideología industrializadora.

Por todo ello, los historiadores actuales han destacado la existencia de un


período previo en el que se dan unas condiciones que explican el inicio de dicho
proceso, al cual denominan protoindustrialización. Este conjunto de transformaciones
acabará con las sociedades predominantemente agrícolas y en las que perviven
estructuras señoriales, para dar paso a un capitalismo burgués con un marcado
predominio urbano.

Las principales características de las nuevas sociedades son:

a) Modernización de la agricultura; Venía operándose desde comienzos del siglo


XVIII en países como Gran Bretaña y Holanda (revolución agraria) y se caracterizó por
un aumento progresivo de la productividad gracias a las inversiones de los propietarios
en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además de la mejora en la utilización de
fertilizantes. Esta modernización se vio favorecida, en el caso británico, por un conjunto
de leyes (enclosure acts) que cambiaron el paisaje agrario tradicional de los openfields
en grandes propiedades en las que las inversiones eran rentables; en ellas se sustituía el
antiguo arrendamiento por una relación patrono-trabajado basada en un contrato laboral.

Como consecuencia de estas Enclosure acts aparecieron en Gran Bretaña


muchas empresas capitalistas que acabaron por hundir la agricultura colectiva. No
obstante, esta agricultura colectiva se siguió manteniendo en zonas como España o
como Rusia, donde la comunidad rural o mir siguió existiendo pese a la abolición de la
servidumbre por Alejandro II, pero desapareció en 1906 durante las reformas de
Stolypin.

Otras medidas fueron la siembra en hileras (Jethro Tull), lo que permite la


utilización de arados como el arado Rotherham. Este arado removía la tierra con mayor
facilidad porque era triangular y podía ser movido sólo por dos animales, con lo que se
abarataban los costes de producción.

b) Cambios demográfico-sociales. La modernización de la agricultura promovió


a su vez dos procesos: por un lado, la mejora de la alimentación permitió un continuo
crecimiento demográfico, desconocido hasta el momento; en ello inciden también los
adelantos en medicina e higiene que favorecen un descenso de la mortalidad,
manteniendo una natalidad elevada. Por otro, una emigración del campo hacia la ciudad
pues la ocupación en labores agrícolas tendió a disminuir, mientras que la demanda de
trabajo en las ciudades se multiplicaba: este fenómeno transformará totalmente las
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sociedades.
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Otro efecto de estas medidas en el campo fue el hundimiento de los niveles de


vida de campesinos desposeídos o cottagers, que no pudieron acceder a las tierras que
estaban siendo privatizadas. En el caso español estas medidas de privatización tuvieron
lugar durante los períodos liberal-progresistas, a lo largo de los cuales se acometió la
desamortización de tierras municipales, como ocurrió con Mendizábal y Espartero pero,
sobre todo, con Madoz, durante el bienio progresista.

Hasta 1740 el régimen demográfico era esencialmente antiguo, lo que implica


que la mortalidad catastrófica implicaba un descenso muy acusado de una población que
no estaba preparada para soportar los vaivenes climáticos o epidémicos. Sin embargo,
desde 1740 estos indicadores empiezan a variar, aunque depende de territorios. Así
pues, en Inglaterra la adopción de determinadas medidas favorece el aumento de la
población. En el caso español no lo será tanto, y a lo largo de todo el siglo la falta de
modernización del campo comporta pequeñas modificaciones en el sistema
demográfico, pero sin llegar a entrar en el proceso de transición.

c) Surgimiento del capitalismo industrial: La nueva industria está cimentada en


el maquinismo y en las fábricas que sustituyen paulatinamente a los pequeños talleres
artesanales. Estos talleres serán superados por fábricas que trabajan de forma separada
las diferentes fases del proceso productivo, con lo que el trabajador deja de ser un
conocedor del oficio, un oficial, para pasar a ser un engranaje más del sistema.

Las máquinas pronto se aplican a los transportes y comunicaciones que inician


una notable transformación. Todo esto permite la acumulación de capitales y promueve
toda una red, más dinámica, de entidades financieras. Las nuevas relaciones sociales
entre los patronos y los trabajadores son meramente laborales y se basan exclusivamente
en la obtención de beneficios.

A lo largo de la historia hay dos fases de esta revolución industrial:

 Primera Revolución Industrial (Finales del siglo XVIII y mediados del


XIX (1750-1850)

 Segunda Revolución Industrial (1850-1915). El cambio de una a otra se


produce por la utilización, como fuente de energía, de la electricidad y el
petróleo. Es el momento en el que se desarrollan procesos industriales en
nuevos países como Estados Unidos, Japón e incluso el Imperio Ruso,
que en estos momentos empieza a desarrollar una incipiente siderurgia y
una industria de base bajo el paraguas de la monarquía zarista.

4.2. El caso británico.


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La Revolución Industrial se gestó en una situación favorable: mercado


supralocal, iniciativas empresariales, desarrollo tecnológico, gran movilidad de
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capitales... Es lo que algunos historiadores definen como protoindustrialización. En sus


inicios fue un fenómeno exclusivamente británico, por lo que nos ceñiremos a los
factores que se dan en dicho país. No es fácil delimitar lo que son causas propiamente
dichas, puesto que la mayoría se ven impulsadas, a su vez, por el proceso industrial,
pero destacan las siguientes:

 La revolución agrícola, citada en el apartado anterior, que aumentó la


producción y cambió sustancialmente las condiciones socio-laborales en
el campo. La introducción de fertilizantes, de nuevas plantas
(nitrogenantes) y sistemas de cultivo que suprimieron el barbecho. Se
produjo un progreso técnico en el que aparecieron nuevos tipos de arado
o las primeras trilladoras, así como obras científicas que, con una
mentalidad burguesa, lograron un aumento de la productividad (en torno
al 90%). Finalmente, se incrementaron los niveles de consumo interior al
elevarse la renta familiar de muchos propietarios agrícolas.

 La revolución demográfica con su trascendencia en el mercado interior,


al aumentar las necesidades de consumo. Ante el descenso continuo de la
mortalidad, Gran Bretaña duplicó su población en el siglo XVIII y de
nuevo en la primera mitad del siglo XIX. El cambio de tendencia es
especialmente significativo a partir de 1760. Este crecimiento fue
acompañado de un aumento de los niveles de vida. Se trata de un
fenómeno, sobre todo, endógeno.

 Transformaciones en la red de transportes y en el comercio. Tuvieron


una trascendencia fundamental al superar el autoconsumo propio de
aquellas sociedades. Desde mediados del XVIII se mejora y aumenta la
red de carreteras, de canales fluviales y puertos marítimos, dando
facilidades para la iniciativa privada. Ya empezado el proceso industrial,
la aparición del ferrocarril supondrá un notable impulso para las
comunicaciones terrestres y el comercio interior. El desarrollo del
comercio exterior en el siglo XVIII fue un factor clave pues, además de
los beneficios que generó, permitió la importación de materias primas
necesarias y la exportación de los productos industriales.

Entre las innovaciones de los medios de transporte cabe citar la creación


de carreteras realizadas por particulares (turnpik roads) a cambio de que
estos particulares pudieran cobrar derechos de peaje. En este punto hay
que recordar nuevas técnicas de construcción de vías como las
desarrolladas por Telford, Metcalf y MacAdam. Asimismo, los puertos
fueron ampliados en su calado para permitir la llegada de barcos de gran
tonelaje, para lo que fue necesaria la participación del gobierno por la
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cuantía de recursos necesarios. Además, se crearon esclusas que salvaban


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cursos fluviales.
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Respecto de los ferrocarriles, este medio de transporte fue esencial en el


desarrollo de la industrialización porque abarató costes de producción. El
primero de ellos unía Stockton y Darlington, y se construyó en 1825. Un
poco después apareció el que unió Liverpool con Manchester. Tras éste
se construyeron muchos más, y a mediados del siglo XIX Gran Bretaña
disfrutó de una importante red de ferrocarriles que coadyuvó al
desarrollo económico del país.

En España este medio de transporte fue muy tardío, y hasta la ley


General de Ferrocarriles de 1855 no se puede hablar de un sistema de
ferrocarriles que tuviese incidencia. La política adoptada por el Partido
Moderado en esta cuestión fue muy restrictiva y sólo con la llegada de
los progresistas al poder fue posible un cambio de tendencia. En el caso
ruso la industrialización fue paralela a la construcción del ferrocarril en
la conquista del Este. Ello ocurrió también con el Bagdadbahn en el caso
del Imperio Otomano y con el ferrocarril en el caso de Estados Unidos y
la conquista del Oeste.

 Organización y expansión de una red bancario-financiera. Desde


mediados del siglo XVIII comienzan a florecer un gran número de
instituciones bancarias, muchas de tipo familiar, que pudieron emitir
billetes (hasta 1844 cuando esta actividad es monopolizada por el Banco
Central). Esto dinamizó la circulación monetaria y canalizó el ahorro
hacia las inversiones, si bien no se solía conceder créditos a largo plazo y
muchos empresarios tuvieron que autofinanciarse en un primer momento.
El caso español es más tardío y se desarrolló a partir de la fundación del
banco de San Fernando y del Banco de Isabel II. Con posterioridad
apareció el Banco de España.

El sistema bancario era esencial porque los bancos desarrollaban


funciones como el préstamo al Estado de los recursos financieros
necesarios para realizar sus inversiones. Asimismo, emitía Deuda
Pública, esencial en sistemas políticos que no deseaban gravar a la
burguesía con impuestos que redujesen el proceso de acumulación de
capital. Ahora bien, a cambio de estas actividades, los bancos podían
intervenir en negocios de las compañías que se beneficiaban de
determinados monopolios comerciales, como los zaibatsu japoneses. Por
último, los bancos desarrollaban una labor de depósito de reservas
monetarias en oro y plata.

 Finalmente, no podemos olvidar que el marco político (sistema


parlamentario) favoreció generalmente a los intereses privados. El
parlamentarismo inglés promovió una tendencia hacia el librecambismo
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salvo en momentos concretos (guerras napoleónicas y bloqueo


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continental). Este proceso fue complicado en España e imposible en


Rusia, monarquía en la cual la Duma o Parlamento sólo apareció a
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principios del siglo XX, tras la Revolución de 1905. En el caso alemán la


creación del II Reich impuso una monarquía constitucional, de la misma
forma que en Japón tras la revolución Meijí. Así pues, los cambios
político-institucionales fueron determinantes en el desarrollo del proceso
de revolución.

 El crecimiento de la industria.

- Industria textil. En este sector el algodón desplazó paulatinamente a la


tradicional industria lanera doméstica. Gran Bretaña favoreció las
plantaciones algodoneras en las colonias, arruinando la industria
artesanal que le podía hacer competencia, como en la India.

Este progreso industrial se vio apoyado por el aumento del consumo


interno, ya que las exportaciones masivas fueron posteriores, y por una
intensa concentración geográfica, principalmente en la región del
Lancashire (Manchester, Liverpool) donde ya existía una industria
artesanal. Pero el aspecto más trascendental fue la revolución tecnológica
en el sector de la producción de hilo donde se consiguió un hilo de mayor
calidad o se abarataron costos con la introducción de nuevas máquinas
(lanzadera volante de Kay, Jenny de Hargreaves, Water Frame de
Arkwright o Mule de Crompton) hasta llegar a la utilización del vapor
(self-acting o selfactinas). Pese a ello, la industria artesanal coexistió con
la moderna hasta la implantación masiva de telares mecánicos a partir de
1830. La producción británica fue así de mayor calidad y en aumento
constante en relación con la vecina Europa, generando importantes
beneficios empresariales, debido también a los bajos salarios del
momento.

- Sector siderúrgico. Los principales descubrimientos son del siglo


XVIII: fundición de hierro con carbón mineral -Darby, 1709- o método
de pudelación que obtiene un hierro más fuerte -Onion y Cort, 1784-. Sin
embargo, siguieron persistiendo las forjas tradicionales y estos avances
tardaron en imponerse, debido a una escasa demanda. Así, su
importancia fue relativa hasta 1830 cuando la demanda generada por la
construcción de la red ferroviaria lo dinamizó, llegando a ser el más
importante. La nueva industria se concentró cerca de las minas de
carbón, siendo las regiones más destacadas la de los Middlands
(Birmingham), sur de Gales (Cardiff y Bristol), Northumberland
(Newcastle) y sur de Escocia (Glasgow).

- La máquina de vapor. Watt partió de estudios realizados a finales del


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XVII para construir una máquina que será la base de la industrialización


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por su aplicación a todos los sectores: textil, siderúrgico y transportes. La


fabricación de estas máquinas se aceleró a pasos gigantescos: si en 1800
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había en funcionamiento unas 500, treinta años más tarde ya se utilizaban


unas 15.000 máquinas. La tecnología fue secreta y se vendían al
extranjero pocas unidades en los inicios de la industrialización del
continente.

En este desarrollo industrial se pueden destacar dos fases:

1) 1750-1830. Se producen las transformaciones básicas: máquina de vapor de Watt y


los grandes inventos mecánicos en los sectores textil y siderúrgico. El más dinámico es
el sector textil que, por otra parte, es el de más sencilla inversión porque no requiere
grandes concentraciones dde capital ni grandes instalaciones.

2) 1830-1850. La aparición del ferrocarril revolucionó los sectores económicos. Así


pues, el ferrocarril impulsó la siderurgia y atrajo hacia ella importantes inversiones. El
Reino Unido se convierte en el «taller del mundo» y su comercio es el más próspero de
toda Europa.

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1.3. La difusión de la primera revolución industrial.

En Europa continental la industrialización realizó tímidos progresos hasta


mediados del siglo XIX, estando sus niveles de producción muy alejados de los
británicos. En esta primera fase destacan tres áreas:

a) Bélgica. Existió una concentración industrial en torno a Lieja, donde la red de


transportes facilitaba la llegada de los recursos carboníferos. La fabricación de hierro
colado no sólo satisfizo las necesidades del mercado interior sino que pudo exportarlo a
través del puerto de Amberes que, a su vez, actuó de intermediario con la región
alemana de Renania. La creación de la banca belga Société Genérale en 1830, año de su
independencia, impulsó la industrialización al permitir inversiones en los distintos
sectores, especialmente el textil y el ferroviario. Además los belgas consiguieron el
monopolio del zinc europeo mediante la adquisición de minas fuera de su territorio
nacional.

b) Francia. La industrialización fue lenta, experimentando un impulso a partir del 2°


Imperio (1851-1870). Anteriormente hubo algunos núcleos aislados.

En cuanto a los impedimentos iniciales para su desarrollo encontramos:


- La tradicional política económica proteccionista del siglo XVIII. Esta política
económica procedía de las ideas de Colbert, pensador del siglo XVII. Como
consecuencia de este proteccionismo, el sector industrial francés, protegido por el
Estado, no arriesgó ni innovó. De esta forma, las industrias siderúrgicas francesas
seguían utilizando madera como combustible, por lo que su capacidad era reducida en
comparación con las británicas. Entrado el XIX sólo la factoría Le Creusot utilizaba
carbón y en 1830 sólo lo utilizaban unos treinta hornos en todo el país.

- La Revolución Francesa al consagrar el reparto de la tierra entre los campesinos, lo


que provocó una escasa capitalización del campo y una inferior emigración a la ciudad.

- La natalidad fue más baja que la británica y, por tanto, el crecimiento de la población.
Por ello, la demanda de productos industriales fue menor, a lo que vino a sumarse que
los mayores consumidores fueran las altas clases sociales, no llegándose a producir una
masificación de la producción. Por otra parte, la oferta de mano de obra en las fábricas
también será inferior.

- El Banco de Francia no favoreció la inversión industrial, canalizando sus recursos


hacia negocios seguros, frecuentemente en el extranjero.
- Finalmente, el Estado fue marcadamente intervencionista frente a la tendencia liberal
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del británico.
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c) Territorios alemanes. El área alemana fue un conglomerado de Estados


independientes hasta la segunda mitad del siglo XIX lo que dificultó, en esta primera
etapa, el proceso de industrialización.

El primer despegue se produjo con la Unión Aduanera (Zollverein) de la mayor parte de


los Estados alemanes que se inicia en 1834. Esta unión aduanera supuso la eliminación
de algunas de las barreras comerciales que existían previamente, con lo que su
desaparición fomentó la expansión ferroviaria. Esta expansión de las líneas de
ferrocarriles impulsó la industria siderúrgica y de bienes de equipo. Como
consecuencia, en la zona germanoparlante pronto se construyeron sus propias
locomotoras gracias también a la modernización y especialización de las Universidades.
Asimismo, fue vital la existencia de importantes reservas de carbón y hierro en las
regiones del Rhur, Sarre y Silesia; es en ellas donde comienza la incipiente
concentración industrial. Como resultado, en la zona germánica el desarrollo industrial
empezó a cimentarse. Era necesaria una unión política que terminara de asentar el
desarrollo industrial. Esta unión política empezó a diseñarse en el período entre el final
de la Revolución de 1848 y 1870, año de la derrota de Francia en Sedán.

Más allá del entorno europeo aparecen potencias industriales como Estados Unidos, que
desde el final de la Guerra de Sucesión se expanden hacia el Oeste en la búsqueda de
recursos; Rusia, que se expande hacia el Este principalmente desde el asesinato de
Alejandro II, y Japón, que se unifica y se moderniza a partir de la revolución Meijí. De
estos tres estados, Estados Unidos es el único que fomenta el desarrollo industrial
basado en la iniciativa privada, porque tanto Japón como Rusia se apoyan en la
iniciativa estatal. En el primer caso, se trata de los zaibatsus, y, en el segundo, la
iniciativa de los zares, como ya hemos indicado.

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REACCIÓN SOCIAL AL PROCESO DE ACUMULACIÓN BURGUESA

1.1.- El proletariado urbano y las nuevas condiciones de vida.


El proletariado es esa clase social que surge como resultado de la liberación de
la mano de obra vasalla gracias a la revolución liberal, y que, ante la falta de trabajo por
la mecanización de la actividad agraria, debe emigrar a la ciudad a buscar su sustento.
Esta migración, conocida como éxodo rural, contribuye a proporcionar una mano de
obra abundante para los empresarios. Estos empresarios, ante la falta de una legislación
que limite y controle el establecimiento de contratos de miseria, disponen de una mano
de obra que, según la teoría del valor de Ricardo, les permite contratar por muy escaso
salario.
Como consecuencia, el proletariado es un grupo social cuya subsistencia
depende de la venta de su fuerza de trabajo. El proletariado procede del campo
(jornaleros y campesinos) y de la ciudad (obreros). Con la aparición de las fábricas, el
artesanado y los trabajadores domésticos serán también absorbidos por este nuevo grupo
social ya que los trabajadores expulsados de las actividades que antes eran artesanales,
deben buscar su supervivencia en el mundo de las fábricas. Sin embargo, pese a esta
situación de pobreza, el proletariado es heterogéneo y diverso ya que a principios del
siglo XIX carece de identidad propia y de conciencia de clase.
El proletariado rural va a sufrir también las consecuencias de la Revolución
Industrial. De este sector de la población destacamos dos rasgos: En primer lugar el
empleo estacional. Había momentos con más trabajo como en la recolección y otros con
menos como en la siembra. En consecuencia, los ingresos también eran estacionales, lo
que provoca la emigración a la ciudad. En segundo lugar su nivel de instrucción. Si en
las ciudades había un alto nivel de analfabetos en el campo había todavía más. Va a ser
muy difícil cambiar la mentalidad de los jornaleros.
El proletariado urbano se forma en las ciudades y va a estar sometido a unas
condiciones particulares:
a) Sus ingresos y gastos. La única fuente de ingresos era el salario
derivado de la venta de su fuerza trabajo. Contribuyen a estos
ingresos, además del cabeza de familia, la mujer y los hijos. Las
mujeres cobraban la mitad que los hombres; y los niños, la mitad de lo
que cobraban las mujeres. Estos niños estaban sometidos a jornadas
laborales muy largas que se complementaban con las de los adultos.
Los gastos eran principalmente para alimentación. En ocasiones los
trabajadores eran víctimas del fraude y de estafas alimentarias, con
resultado de intoxicaciones y muertes. Por ejemplo, se vendía polvo
de jabón en vez de azúcar, tierra molida en lugar de cacao o coñac
tintado con tinte para la madera. Como consecuencia, el salario
dedicado a la subsistencia básica era deficitario por el exclusivo
consumo de pan. En ocasiones el consumo era utilizado por el
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empresario para ampliar su ámbito de control más allá de la fábrica.


En muchas industrias se generaliza la creación de las cooperativas de
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consumo que son creadas para facilitar al trabajador el acceso a


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determinados bienes o servicios a un precio más económico del


normal del mercado.
Están casi todas apadrinadas por los empresarios por dos motivos: 1.
Paternalista. Lleva oculto o implícito la intención por parte del empresario de ampliar el
grado de dependencia del trabajador. 2. Creando estas cooperativas de consumo se
calmaban las exigencias de incrementos salariales.

b) Las condiciones de trabajo. Tenemos que examinar los siguientes aspectos:


-Horario. En un principio la jornada laboral no era en ningún caso menor de 12
horas siendo lo normal una jornada laboral de entre 14 y 16 horas diarias. Se introduce
la jornada laboral de 8 horas tras la 1ªGuerra Mundial.
-Seguridad e Higiene. Los lugares de trabajo eran húmedos, reducidos, sucios,
poco o mal ventilados, con escasa iluminación y sometidos en ocasiones a altas
temperaturas (según la industria).
-Siniestralidad. Mala calidad de las herramientas, falta de seguridad en las
máquinas. Van a estar sometidos a un alto grado de siniestralidad y de enfermedades
profesionales. Aparecen dolencias características típicas de cada uno de los oficios:
silicosis de los mineros, carbunco de los curtidores.

c) Condiciones de vida. La vivienda no tenía condiciones más favorables que el


lugar de trabajo. Las viviendas son estancias de reducido tamaño que se caracterizan por
estar compuestas por una única habitación principal en las que se realizan todas las
tareas domésticas. El barrio obrero se caracteriza por: Carencia de asfaltado y de
alcantarillado, mala iluminación, carecía de abastecimiento de aguas. Esto provoca un
alto nivel de mortandad y una serie de consecuencias: El desapego de este grupo social
hacia la iglesia y la religión. Ese origen heterogéneo conlleva una perdida de valores y
costumbres. Cada uno de estos sujetos proviene de lugares y culturas diferentes y al
llegar a las ciudades quiebran estas costumbres. Se empieza a manifestar la necesidad de
articular algún mecanismo de protección social ante situaciones de necesidad o
desgracias laborales. Empieza a surgir la idea de que éste grupo tiene unas necesidades
comunes. Comienza esa mentalidad de clase. Surgen las unidades de beneficencia
mutua. El trabajador pagaba una parte de su salario para que su situación de necesidad
sea protegida por esas unidades de socorro mutuo. Es el origen de los sindicatos.

1.2.- Los propietarios del capital: la formación de la burguesía


-Concepto de burguesía.
El término burguesía no es reciente, sino que hunde sus raíces en el Medievo. De
esta forma, por burguesía entendemos a los habitantes de los burgos, de las ciudades
que viven de actividades prioritariamente secundarias y terciarias gracias a concesiones
graciosas de la Monarquía.
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En los siglos del mercantilismo, del XVI al XVII, la burguesía crece y se


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desarrolla en plenitud, y es capaz de saltar al siglo XVIII encabezando los procesos,


todavía incipientes, de producción mecánica; su sentido político lo adquirió en la
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revolución francesa y en revoluciones como la independencia de las colonias


americanas, o en otras evoluciones liberales.
El concepto de burguesía está directamente vinculado al capitalismo y como
categoría histórica tiene su tiempo en ese momento. Es la clase que posee la mayoría de
los medios de producción y que controla los mecanismos de intercambio de bienes y del
tráfico comercial. Se reconoce como grupo concreto, enfrentado a un sistema social
dominado por el poder feudal.
Toda una nueva manera de pensar, toda un nuevo sistema de valores fue acogido
por ese sector de la sociedad. La mentalidad económica lo invadió todo, de manera que
pensamiento y obra se pusieron al servicio de dos máximas fundamentales, la
racionalización económica y la economización de la administración.
Los primitivos burgueses, en proceso de enriquecimiento, cumplieron fielmente
los mandamientos del puritanismo moral, discreción en el gasto y contención en el
disfrute; mientras que una vez enriquecidos, el derroche; la ostentación y el hedonismo
se instituyeron como nuevos modos de vida. Sombart, en su obra El burgués (1913),
señalaba respecto a la reconversión del burgués en aristócrata: «el burgués engorda y se
anquilosa en la medida en que se hace rico, y se acostumbra a usar de su riqueza en
forma de rentas y, al mismo tiempo, a llevar una lujosa vida de señorón».

-Clases de burguesía
La burguesía es muy heterogénea. Además, una cosa es que el sistema de valores
transcendiera a un grupo general, fuera norma colectiva, y otra muy distinta que toda la
burguesía fuera la misma.
Dentro de la burguesía existen cuatro grandes grupos:
1. Los rentistas, propietarios de tierras y de deuda pública, que viven de lo que producen
los productos bancarios, financieros o agrarios.

2. La burguesía de los negocios financieros, comerciantes a gran escala o grandes


industriales.

3. El sector formado por profesionales, técnicos y altos cuadros de la administración o


del ejército.

4. La pequeña burguesía de tenderos, artesanos propietarios de su taller y todos aquellos


que constituyen la llamada «clase media», definición por exclusión que se refiere a
quienes no son ni capitalistas ni obreros.
En el caso de las revoluciones liberales, cuando aparezca la cámara baja en
muchas constituciones, la burguesía se beneficiará de medidas como leyes de sufragio
censitario que les permite ser representada en mayoría en estas cámaras legislativas.
Como consecuencia, las legislaciones que emitirán serán prioritariamente legislaciones
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que no limitan el trabajo infantil ni el femenino, y que favorecen el despido libre y la


reducción del trabajador a la categoría de engranaje del sistema productivo. Así pues,
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los trabajadores son considerados una máquina más que el empresario adquiere y que
tiene un coste relacionado con la oferta que hay de ese bien de producción.

2. EL NACIMIENTO Y DESARROLLO INTERNACIONAL DEL MOVIMIENTO


OBRERO
2.1. Condiciones socioeconómicas que impulsaron el movimiento obrero
Las condiciones socioeconómicas que se imponen en Europa, tras el éxito de la
revolución industrial, produjeron una serie de consecuencias sociales en el proletariado
urbano. Entre estas consecuencias podemos citar en primer lugar la intensa
concentración proletaria en los núcleos industriales. Esta concentración favorece el
abastecimiento de mano de obra barata para las fábricas.
En segundo lugar, las condiciones de desarrollo del trabajo tanto por los
excesivos horarios como por la situación real del lugar de trabajo. Estas condiciones de
trabajo implican el aumento de la mortalidad de un grupo social, el proletariado, que no
tiene opciones porque el sistema político les bloquea el acceso al poder.
En tercer lugar, el empleo generalizado de mujeres y niños que, además,
permite reproducir la situación de precarización económica y social. De esta manera, los
salarios son bajos en relación a la actividad laboral desempeñada por la abundancia de
mano de obra.
Como consecuencia de ello, en cuarto lugar asistimos a una importante
desvalorización y pérdida del valor individual del obrero al verse absorbido por la
máquina. En cuanto a los niveles de vida, vemos el hacinamiento de los obreros en
suburbios y barrios periféricos de las grandes ciudades en viviendas con total falta de
higiene y salubridad, condiciones que favorecieron la extensión de enfermedades y
epidemias.
Estas condiciones son las que plantearon la cuestión social. Como respuesta a
ella surge la necesidad de unión entre los obreros, en movimientos organizados, con
estrategias y medidas de reivindicación y de solicitud de cambio y mejora de su
situación real. La sociedad en el orden económico de la primera mitad del siglo XIX
está definida por una profunda contradicción: en conjunto, se enriquece; sin embargo, la
mayoría de la población se empobrece; los salarios bajan y en determinados momentos
se hunden literalmente.
La progresiva extensión de la revolución industrial, tanto en Inglaterra como en
el continente europeo plantea unas condiciones socioeconómicas que producen el
descrédito de la libertad económica, que se convierte en el centro de las críticas. Por
oposición, surgen corrientes de ideas que exigen una organización racional de la
sociedad. Estas nuevas ideas proponen metas para transformar la sociedad existente,
pero no son suficientes para solventar la cuestión social. Así los obreros, más o menos
orientados, por los ideólogos, lucharon por conquistar derechos en la sociedad, como el
fundamental derecho de asociación, surgiendo en los distintos países europeos amplios
movimientos de trabajadores que tratarán de mejorar sus condiciones de vida y de
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transformar la sociedad clasista.


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2.2. El obrerismo desde la teoría

En los estudios de historia contemporánea suele entenderse por movimiento obrero la


actividad social y política de obreros y campesinos encaminada a mejorar sus situación
en el marco de un determinado tipo de sociedad, la sociedad burguesa que prevalece en
los países occidentales a partir de la revolución industrial y a partir de la revolución
agraria, que sustituye las antiguas formas de aprovechamiento colectivo del suelo por
las nuevas formas de propiedad individual y acotada. Son estos dos hechos los que
determinan el nacimiento del proletariado moderno, entendiendo por éste en el ámbito
industrial, a aquel trabajador que, no siendo dueño de los medios de producción, recibe
del empresario un salario a cambio de su trabajo; el proletario se contrapone, pues, al
‘artesano’ del Antiguo Régimen, que generalmente era dueño de los medios de
producción (utensilios del taller).
Tuñón de Lara señala que lo que llamamos en puridad movimiento obrero es “el
acto de asociarse los obreros, temporal o permanentemente, con fines profesionales o
también políticos, pero siempre en función de la naturaleza obrera”.
En el orden campesino se entiende por proletario al trabajador rural que ha
quedado al margen de todo vínculo de posesión con la tierra al sobrevenir la revolución
burguesa en el campo; es decir, al ser sustituida toda forma de aprovechamiento común,
de vinculación feudal a la tierra, etc., por una forma de propiedad plena, individual y
acotada. Ahora bien, la distinción entre capitalista y proletario no es en el campo tan
tajante como en la industria, como consecuencia de la existencia de variadas formas
contractuales que permiten al dueño conservar la propiedad, en tanto que la
“utilización” de la tierra pasa a un colono, arrendatario, enfiteuta, etc., a cambio del
pago de un canon en dinero o en especie. El auténtico proletario del campo es el
“jornalero”, el “temporero” o “bracero” carente de todo vínculo jurídico, directo o
indirecto, con la tierra, que trabaja según las necesidades del propietario o arrendatario.
El punto de partida para entender la significación del movimiento obrero son los
tres principios de la sociedad burguesa liberal, contexto en el cual se desarrolla.
1. La igualdad ante la ley. Todos los hombres, cualesquiera que sean las
circunstancias de nacimiento o sus bienes de fortuna, deben ser regidos por unas normas
comunes de aplicación general; con la formulación de este principio, la sociedad
burguesa del siglo XIX dejaba satisfecha su conciencia social.
2. El carácter sagrado de la propiedad individual. Ninguna limitación puede ser
establecida, salvo casos excepcionales, en la facultad de libre disposición que cada
hombre tiene sobre su propiedad privada. El carácter natural del derecho de propiedad
sobre los bienes necesarios para el mantenimiento individual y familiar va a ser
extendido por la doctrina liberal a todo patrimonio, cualquiera que sea su volumen y
cualquiera que sea el estado de necesidad en que se encuentren sus conciudadanos.
Como consecuencia, los sistemas políticos liberales triunfantes tienden a garantizar la
propiedad privada de la burguesía, con lo que despojan a los trabajadores del acceso a
una propiedad que les permita vivir con dignidad.
14

3. El carácter autónomo de toda actividad económica y, por tanto, de toda


Pá gina

relación laboral de acuerdo con los principios del liberalismo económico. El Estado no
debe intervenir. De hecho, los gobiernos liberales están formados por ministerios
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

vinculados a la defensa exterior, el mantenimiento del orden público interior, la


gobernabilidad del Estado en cuanto al fomento de la riqueza de los territorios que lo
forman, de forma más o menos igualitaria, pero no se involucran en cuestiones sociales.
En consecuencia, la relación entre empresarios y asalariados debe establecerse
libremente, de manera estrictamente bilateral, de acuerdo con la ley de la oferta y la
demanda; la igualdad ante la ley, reconocida por ambas partes, lo exige así.
La palabra clave para entender el movimiento obrero es «asociación». En efecto,
carente de una situación económica estable, inerme sí comparece aislado -en una
relación puramente bilateral- frente al empresario, el proletariado comprende que sólo
puede afirmar sus derechos mediante una acción colectiva. Ahora bien, el
individualismo burgués había prohibido —al suprimir las viejas ordenanzas gremiales-
toda asociación de trabajadores. La derogación de las leyes que prohíben la asociación
tiene lugar prontamente en Inglaterra, donde las Trade Unions van a lograr entre 1824-
1825 su reconocimiento.
Cronológicamente en el desarrollo del movimiento obrero distinguimos tres
fases:
-Primera fase, hasta 1848. Es la época de las primeras asociaciones, de la
intervención de los obreros como fuerza de choque de los partidos liberales de
izquierda, del llamado “socialismo utópico” (forma del romanticismo que consiste en
proponer una sociedad mejor, la armonía entre las clases sociales).
-Segunda fase, hasta los años setenta. Los cuadros dirigentes del movimiento
obrero continental son ganados por las doctrinas de los teóricos del obrerismo
(Proudhon, Engels, Marx, Bakunin). El movimiento obrero accede al espacio
internacional y se llega así a la constitución de la Asociación Internacional de
Trabajadores que no sobrevivirá al profundo antagonismo entre federalistas y libertarios
(Proudhon-Bakunin) y el socialismo centralista de Marx.
-Tercera fase, tras el fracaso de la Comuna de París (1870) y la AIT (1876). El
movimiento obrero experimenta un desarrollo continuado, al hilo de la intensificación
de la industrialización de Europa occidental. Las grandes corrientes del movimiento
quedan trazadas: en primer lugar aparece un sindicalismo revolucionario que, cuando
enlace con el nacionalismo radical, evolucionará a posturas cuasi-fascistas, como es el
caso del sindicalismo revolucionario de Georges Sorel.
En segundo lugar, aparece la II Internacional, estrictamente marxista, que se
separa entre intransigentes que no tienen inconveniente en aplicar el dogma de la lucha
de clases (Kautsky) y reformistas que no tienen inconveniente en recurrir al juego de la
democracia parlamentaria mediante la constitución de partidos socialdemócratas
(Bernstein).
Junto a estas posturas aparece el anarquismo de fuerte componente federal que
viene de las teorías proudhonianas y que encontrará su teórico en Bakunin. Defiende la
disolución del Estado.
Aparte aparece un sindicalismo cristiano basado en la doctrina social de la
15

Iglesia, que va a lograr considerables efectivos en Francia, Bélgica y Alemania. Esta


doctrina social de la Iglesia aparece en los primeros escritos de León XIII y se
Pá gina

materializa en los círculos de obreros y empleados.


Tema 2. Historia Universal Contemporánea

2.3. Orígenes del movimiento obrero

A fin de caracterizar el movimiento obrero europeo hasta 1848 vamos a estudiar tres
casos, como antecedentes del obrerismo internacional.
a) Gran Bretaña. Como escribe Dolleans, el movimiento obrero en Inglaterra es ante
todo una reacción de la clase obrera contra la revolución industrial, un movimiento
instintivo de rebeldía contra las condiciones económicas y la miseria.
En Gran Bretaña, las asociaciones de tipo sindical nacen a comienzos de la edad
moderna, desarrollándose progresivamente. Aunque una ley de 1718 prohibía las
coaliciones obreras, a mediados del siglo XVIII existían en la mayor parte de los oficios
especializados asociaciones de trabajadores. Estos trabajadores celebraban reuniones
para organizar huelgas o hacer peticiones colectivas a la Cámara de los Comunes
relacionadas con los salarios.
Muchas de esas reuniones se celebraban en tabernas. Sin embargo, en
consonancia con la ideología burguesa de la época, los poderes públicos y los
empresarios e industriales manifestaron en todo momento su oposición a las coaliciones
obreras. Así, la legislación desarrollada entre los años 1799 y 1800 prohíbe
expresamente toda clase de sociedades, obreras o patronales, aunque, en la práctica, la
reglamentación represiva sólo se aplicó a los trabajadores, que fueron repetida y
duramente castigados por coaligarse para la consecución de mejoras en los salarios o
impedir su reducción. Mientras que las coaliciones patronales para mantener los salarios
bajos o reducirlos, disfrutaron del apoyo político y administrativo por parte de los
poderes públicos. Durante más de veinte años, los sindicalistas fueron perseguidos
como delincuentes o revolucionarios.
Al final de las guerras napoleónicas se había desarrollado el movimiento luddita
como consecuencia de los salarios de hambre y las infrahumanas condiciones de
trabajo. Los trabajadores alquilaban por entonces las máquinas a los patronos y las
utilizaban en sus domicilios; la única forma de detener el trabajo consistía en
inutilizarlas.
Hasta 1817 este movimiento continuó siendo la fuerza primitiva de la lucha
social hasta el punto que ni la amenaza de pena de muerte para quien destruyese las
16

máquinas lo detenía. Sin embargo, el movimiento obrero autónomo nacerá con la ley de
Pá gina

1824 que establecería el Derecho de coalición y que fue votada y aprobada por
influencia de los Tories reformistas. Comienza entonces un período de auge del
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

tradeunionismo, afirmándose la solidaridad tanto en el plano nacional como en el


internacional. Durante el periodo de 1829 a 1832, influenciado por el ejemplo francés,
los disturbios son constantes y se constituye un sindicalismo revolucionario.
De esta forma, John Doherty, patrón preocupado por lo social, organiza en 1829
la Unión General de Hiladores y Tejedores de Gran Bretaña, y en 1830 la Asociación
Nacional para la Protección del Trabajo, que abarca a todos los oficios y tiene como
finalidad auxiliar a los huelguistas; ésta desapareció al año siguiente de su fundación
pero en 1832 resurgió la Unión de la Construcción. En 1833, Robert Owen crea la
Unión Consolidada de Oficios.
Frente a los movimientos obreros, la patronal responde con lockouts. La Gran
Unión, demasiado ambiciosa en sus planteamientos, se desmorona. La oleada de
sindicalismo revolucionario sólo condujo a ensayos fugaces.
Este fracaso encauzó a la militancia obrerista a la acción política. Producto de
ello fue el “cartismo”, que, sin afirmarse a pesar de todo como socialista, fue
esencialmente una agitación de masas, una revuelta elemental contra la miseria, que
alcanzó su punto culminante en los periodos de crisis de 1838, 1842 y 1848. La
amplitud de este movimiento se debió a la intervención de los obreros, en particular de
los tejedores a domicilio arruinados por la competencia industrial. En 1836 surge la
Working Men’s Association. Sin embargo, el movimiento cartista acabó hundiéndose
desgastado por sucesivas represiones y víctima además de la desunión interna entre los
partidarios de una táctica más moderada y los que propugnaban acciones más radicales.
Las Trade Unions desaprobaron el carácter revolucionario del movimiento.
Abandonando la política, la elite obrera reemprendió su acción profesional, intentando
reconstruir las centrales sindícales con asociaciones de mineros, de oficios unidos o
incluso orientándose hacia el cooperativismo. El nuevo sindicalismo, más moderado,
fue el resultado de la actividad de una nueva generación de militantes de espíritu más
realista.

b) Francia.
El movimiento obrero francés fue, en cambio, fruto de una ínfima minoría. Hasta
1830, la única forma de organización, al lado de algunas sociedades de socorros mutuos,
había sido el compagnonnage, asociación obrera de carácter semigremial que tenía sus
propios ritos masónicos secretos, pero que a consecuencia de sus irremediables
divisiones internas no aportaron en realidad ningún auxilio a los obreros. A partir de
1830, la clase obrera, que tiene la impresión de haber garantizado la victoria de la
revolución, toma conciencia de su existencia. Aparecen así los primeros periódicos
obreros y se constituyen, bajo la tapadera de sociedades de auxilios mutuos, verdaderas
sociedades de resistencia. Poco a poco, los principales gremios de París y Lyon forman
sociedades de unión fraternal; así, las huelgas desde 1833 se concertaban entre las
17

distintas ciudades.
Pá gina

De todos modos, la integración de los obreros en las organizaciones republicanas


provocó, tras los sucesos de 1834, una disminución del movimiento obrero. Este se
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

desarrolla en el seno de sociedades secretas. Sólo en 1839-1840 la crisis económica


provocó, tras una serie de huelgas corporativas, un nuevo despuntar de la agitación.
Entonces es cuando se afirma la reivindicación de la jornada de diez horas y con la
Cámara Sindical de Tipógrafos de París aparece una sociedad de resistencia
verdaderamente eficaz.
No obstante, por muy impresionantes que sean algunos movimientos de huelga,
sería falso pensar que existió en Francia antes de 1848 un sentimiento coherente de
solidaridad obrera. Entre otras causas, la misma heterogeneidad del movimiento obrero
francés se oponía a ello. En realidad, no es el obrero de fábrica, por lo general inculto,
quien reflexiona sobre las condiciones de trabajo y quien organiza las huelgas más
vigorosas, sino el artesano, el sastre, el zapatero, el carpintero, o el tipógrafo. La clase
obrera que comienza a tomar conciencia de su unidad y de su fuerza aún no existe, salvo
en las grandes ciudades de París o Lyon y muy débilmente en otros lugares.
c) Entorno alemán.
El movimiento obrero no alcanzó la misma amplitud en los territorios alemanes que en
Inglaterra pese a la espectacularidad de algunas acciones como la huelga de los
tejedores de Silesia. Los tejedores, trabajadores a domicilio, obligados a vender sus
productos a negociantes que venden inmediatamente sus mercancías, estaban obligados
a realizar onerosos pagos periódicos censitarios, sin hablar de los impuestos del Estado.
Su situación se agravó con el transcurso de los años 40, debido al cierre del mercado
americano y a la creación de una industria textil en Polonia. La insurrección era sólo el
resultado de la tremenda miseria. Los años de la crisis económica estuvieron marcados
por un elevado número de motines populares, estallidos de desesperación provocados
por el hambre y el paro y agravados por el odio sentido contra los militares.
El movimiento obrero alemán se gestó en tomo a la creación de múltiples círculos de
estudio obreros, bien por iniciativa de jóvenes intelectuales o burgueses comprensivos,
pronto desbordados por sus oyentes, o bien por una decisión espontánea de los
trabajadores. Frecuentemente animados y preocupados por las reivindicaciones
profesionales, no dejan por ello de enfrentarse a las cuestiones generales y a las
decisiones políticas.
De estos círculos salieron, además, numerosas personalidades que desempeñaron
un papel considerable en la dirección del movimiento obrero en 1848.
Asimismo, cabe destacar el papel que los obreros alemanes emigrados desempeñaron en
el despertar del movimiento obrero. Del seno de la Liga de Proscritos existente en París,
y que agrupaba a un determinado número de obreros e intelectuales alemanes, surgió la
Liga de los Justos, cuyos estatutos establecían como objetivo en su artículo 2° la
liberación de la patria alemana del sojuzgamiento en que vivía, e invitaban a las clases
trabajadoras de todos los países a tomar conciencia de la situación en que se
encontraban.
Esta liga preconizaba la idea de la toma del poder mediante un golpe de mano
que condujera a la dictadura del proletariado.
Sin embargo, tras la fracasada insurrección de 1839, un elevado número de miembros
18

tuvo que refugiarse en Inglaterra. Aquí se reconstruyó la Liga de los Justos, que se vio
afectada por la lucha entre dos tendencias ideológicas, la de Weitlin, marcado por el
Pá gina

sello sentimental y utópico, y la de Engels y Marx.


Tema 2. Historia Universal Contemporánea

Más tarde en 1847, la Liga de los Justos habría de denominarse Liga de los
Comunistas, y fue allí donde Marx redactó el famoso Manifiesto comunista, basando el
comunismo en el materialismo histórico y la lucha de clases. Así fue como se
estrecharon los lazos en el mundo de los emigrados, que la reacción tras la revolución
de 1848 rompió finalmente, pero que fundaría la I Internacional en el transcurso de los
años 60. Los prohombres más capacitados de Europa eran cada vez más conscientes de
la sociedad que unía en todo el continente a los oprimidos y desheredados.
d) España.
La lucha por la libertad de asociación. La aparición de un primer proletariado
moderno con conciencia de clase surge, a mediados de siglo, en el mundo fabril catalán.
A fines de siglo, el desarrollo de otros núcleos industriales -minero y siderúrgico- en
Asturias y el País Vasco, incrementa el todavía minoritario proletariado industrial. Entre
1820 y 1840,1a conflictividad social en el seno del naciente movimiento obrero se
inscribe en la línea de los llamados movimientos mecanoclastas consistentes en la
destrucción de las modernas máquinas a las que consideran responsables de la miseria y
del paro. Los episodios mejor conocidos son los ocurridos en Alcoy en 1821 y el de la
fábrica de Bonaplata en Barcelona, totalmente mecanizada, que fue quemada por los
obreros en 1835.
A partir de 1840, el movimiento obrero, protagonizado por obreros catalanes,
conoce un punto de inflexión. Ante el lento pero imparable proceso de industrialización,
las nuevas relaciones capital-trabajo y las condiciones de trabajo, los obreros adoptan
nuevas formas de respuesta y de organización frente a los problemas de la
industrialización: la lucha por la libertad de asociación y la huelga. Durante el Bienio
Progresista (1854-1856), la mayor permisividad hizo resurgir con fuerza las sociedades
de socorros mutuos. De nuevo sus objetivos eran la libertad de asociación, la jornada de
trabajo, el aumento de los salarios y la constitución de comisiones mixtas (patronos y
obreros) de arbitraje para resolver los conflictos. Pero la situación de crisis económica y
la conflictividad social estalló en 1855 con la primera huelga general que paralizó los
centros fabriles de la ciudad de Barcelona y su comarca.
2.4. La Primera Internacional
Constitución de la AIT
Con motivo de la Exposición Industrial Universal de 1862, una delegación de
obreros franceses se reunió con el Consejo Sindical de Londres. En julio de 1863, los
sindicatos ingleses invitan a los representantes del proletariado de París a una
manifestación común en favor de la independencia de Polonia, celebrándose la
asamblea en Saint-James Hall y proponiendo los delegados franceses (Tolain,
Perrachon, Cohadon, Auvert, Murat y Bibal) a los jefes tradeunionistas organizar una
Asociación Internacional.
La AIT queda definitivamente constituida en el curso de un nuevo viaje que Tolain,
Perrachon y Limousin hacen a Londres en 1864. La asamblea tuvo lugar el 28 de
septiembre en Saint-Martin’s Hall, donde se adoptan las grandes líneas del proyecto de
Tolain acerca de la Asociación Internacional: era, dice el maestro Bibal, “un niño
19

nacido en los talleres de París y puesto en manos de nodriza en Londres” recuerda


Dolleans.
Pá gina
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

En esa reunión estuvieron representados, además de los ingleses y franceses,


numerosos grupos de emigrantes polacos, alemanes, entre los que se encontraba Marx,
italianos de tendencia mazziniana, etc.
Marx fue el encargado de redactar el manifiesto inaugural donde subraya el
deterioro y agravación de la situación de la clase trabajadora desde la revolución de
1848 y la necesidad de organizar el movimiento obrero en un marco internacional. El
manifiesto sostiene, entre otros aspectos:
a) Que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de sólo esta.
b) Que la lucha por la emancipación es una lucha para destruir toda dominación
clasista.
c) Que la sumisión económica del obrero es el fundamento de la esclavitud en
todas sus formas y que para librar de ella al obrero deberá supeditarse la actividad
política.
d) Que los esfuerzos encaminados a alcanzar ese fin deberán, para concluir con
éxito, sustentarse en la solidaridad de todas las ramas productivas de los diferentes
países (solidaridad internacional).
La autoridad y el prestigio de la I internacional creció sin cesar entre los obreros
europeos hasta la derrota de la Comuna de París; pues con llamamientos a la solidaridad
se fomentaron grandes luchas laborales. Obreros belgas, suizos, holandeses, italianos y
españoles se afiliaron a ella, lo mismo que los dirigentes de la principal organización
obrera austríaca.
Principales ideas de los congresos de la AIT
En la conferencia interna de Londres de 1865 se puso de relieve el contraste
entre las concepciones de Marx y la de los representantes proudhonianos de la
delegación francesa. En el Congreso celebrado en 1866 en Ginebra, ese contraste se
acentuó, A partir de entonces, la característica de todos los congresos de la Internacional
fue que en las delegaciones del país de gran desarrollo industrial dominaban las ideas de
Marx, defendidas por la mayoría del Consejo General con el apoyo sobre todo de los
sindicatos ingleses, mientras que en las delegaciones de países preferentemente agrarios
(Italia, España) dominaron las concepciones proudhonianas y más tarde las
bakuninistas.
La Internacional celebra su Primer Congreso en Ginebra, desde el 3 al 8 de
septiembre de 1866. En él no estuvieron presentes ni Marx ni los grandes jefes del
tradeunionismo.
En este congreso se impuso, contra los seguidores de Proudhon (delegación francesa), el
reconocimiento del movimiento sindical y de su arma más importante, la huelga.
Finalmente el congreso se decidió de modo abierto por las propuestas de Marx,
consistentes en exigir medidas de carácter social al Estado en favor de las mujeres y los
niños y de limitar la jomada laboral a ocho horas. Los prudhonianos rechazaron toda
intromisión del Estado en la reglamentación laboral contractual porque temían con ello
estabilizar el Estado y poner en peligro la libertad social.
20

El Segundo Congreso se celebró en Lausana el 2 de septiembre de 1867. La


Pá gina

delegación francesa fue importante, mientras que la inglesa era poco numerosa. Se
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

caracterizó por la oposición entre las tendencias mutualistas, favorables a mantener la


propiedad privada, y las tendencias colectivistas, favorables a abolirla.
Los ingleses, los alemanes y los belgas sostenían la abolición de la herencia y la
colectivización de la tierra. Los franceses y los italianos mantenían su idea de que la
posesión debe permanecer individual. En definitiva, se siguen manteniendo las
discusiones entre proudhonianos y marxistas, sobre todo en torno al papel de la lucha
política de la clase obrera. Asimismo, adoptó decisiones para abolir los ejércitos
permanentes y llegar a la emancipación de la clase obrera, a la superación del poder del
capital y a la formación de una Confederación de Estados Libres de Europa. Estas
decisiones políticas fueron muy criticadas por los medios republicanos y por los
economistas liberales,
El Tercer Congreso de la Internacional se celebra en Bruselas, del 6 al 13
septiembre de 1868. Los delegados se pronuncian sobre la legitimidad y la necesidad de
huelga. Reafirman la necesidad de la cooperación obrera, pero con perspectivas muy
distintas de las de los congresos precedentes: las asociaciones cooperativas deben
formar la base de la futura sociedad socialista emancipada. Por iniciativa de los belgas,
el Congreso se declara partidario de la apropiación colectiva de la tierra, minas,
canteras, bosques y medios de transporte, con la oposición de los delegados franceses.
También, decide apoyar la huelga general en caso de guerra, proposición que Marx
juzga de utópica, dada la débil organización del movimiento obrero europeo.
El Cuarto Congreso celebrado en Basilea entre el 5 y 12 se septiembre de 1869,
fue una reunión
auténticamente internacional por el número de participantes (27 franceses, 24 suizos, 10
alemanes, 6 ingleses, 5 belgas, 2 austríacos, 2 italianos, 2 españoles, 1 norteamericano;
en total 72 delegados). Se reafirma la necesidad de una organización sindical
internacional. El Congreso estima que todos los trabajadores deben afanarse en crear
sociedades de resistencia en los diferentes cuerpos de oficio. Sin embargo, se anuncian
las disensiones que llevarían a su fin a la AIT. Como delegado de Lyon había acudido a
Basilea el revolucionario ruso Miguel Bakunin. Este estaba en contra de la tenaz y
sistemática lucha sindical cotidiana por el salario y el horario laboral, adaptada a las
cambiantes circunstancias, y por la lucha política para ampliar los derechos
democráticos y la legislación social, tal como la llevaban a cabo los obreros de los
países industrialmente más avanzados. Su pensamiento respondía a propuestas más
revolucionarias e insurgentes que calaron profundamente entre amplios sectores de
trabajadores.
Cuando estalló la guerra entre Francia y Alemania, los respectivos gobiernos no
tuvieron dificultades para llevar a sus pueblos a una guerra. Los seguidores de la
Internacional se quedaron solos. Tras la derrota de Sedán, tiene lugar la revolución de la
Comuna de París, acontecimiento de extrema complejidad, debido a la diversidad de
causas que la provocaron. La derrota de la revuelta parisiense (1871), envuelve a la
organización obrera en un ambiente de represión con repercusiones internacionales. En
España, la Internacional es declarada fuera de la ley y en el Norte de Europa se persigue
y encarcela a los internacionalistas.
21

Entre tanto, la Internacional había iniciado la discusión entre los antiguos


Pá gina

miembros de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista de Bakunin y el


Consejo General, dirigido por Marx; ésta controversia provocaría el final de la
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

Internacional. El fin de las luchas de París destruyó toda esperanza fundada en una
nueva ola de revoluciones democráticas en Europa. La conferencia londinense de 1871,
en la cual se postula la fundación de partidos obreros legales en cada país europeo como
condición previa para una revolución socialista, no era más que la consecuencia de esa
situación.
La escisión se consuma en el Congreso de La Haya celebrado entre el 2 y 7 de
septiembre de 1872, donde los delegados jurasianos acuden con el encargo de pedir la
supresión del Congreso General y de toda autoridad en la Internacional. Sin embargo los
marxistas poseen una cómoda mayoría que confirma la autoridad del Consejo General,
pronuncia la exclusión de Bakunin y se acuerda trasladar el Consejo General a Nueva
York. Esta sesión oficial declaró solemnemente el final de la AIT en 1876.
Con todo los antiautoritarios de tendencia bakuninista no se consideran vencidos
y se constituyen en Suiza como representantes de la Internacional, celebrando un
Congreso extraordinario en Saint-Imier. La desorganización se extiende entre estos
partidarios y conforme se reorganiza el movimiento obrero dentro del marco del
socialismo organizado va declinando el influjo anarquista. La Internacional
antiautoritaria celebra su último Congreso en Verviers en septiembre de 1877.

2.5. La Segunda Internacional


Marco general e inicio de la Segunda Internacional
En los años que siguieron al derrumbamiento de la I Internacional los diversos
partidos obreros existentes aspiraban a una democratización del poder político, a la
mejora de las condiciones laborales y de los salarios, y a la seguridad de los obreros en
caso de enfermedad, invalidez o paro. Las formas de lucha (huelgas, organización de los
trabajadores en partidos y sindicatos) se asemejan en los diversos países europeos.
En este contexto, se considera la intervención político-social del Estado como un
medio importante para estabilizar las crisis económicas y los éxitos obtenidos por los
sindicatos, en la adaptación del nivel de vida de los obreros a la productividad que
crecía rápidamente debido al progreso técnico. Anteriormente, el sistema liberal clásico
había defendido que el Estado no debía intervenir en la economía y, como
consecuencia, cuando el sistema económico generaba conflictos sociales, los
gobernantes evitaban intervenir. Sin embargo, esos tiempos de ausencia de
responsabilidad en el caso de los conflictos sociales había acabado. Los nuevos estados
asumen que deberán intervenir para resolver las consecuencias de los procesos de
enriquecimiento desequilibrado que se desarrollan sobre todo entre finales del siglo XIX
y principios del XX.
En esas circunstancias, la necesidad de un intercambio supranacional de
experiencias y la coordinación a escala internacional de su actividad pudo ya impulsar a
los partidos obreros nacionales hacia una nueva organización internacional que aglutine
a los partidos políticos de raíz claramente marxista.
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Fecha fundacional de partidos socialistas europeos


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1879
Partido Socialista Obrero Español, España
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

1885
Partido Obrero Belga
1888
Partido Socialdemócrata Suizo
1890
Partido Socialdemócrata Húngaro
1892
Partido Socialista Italiano
1906
Labour Party, Gran Bretaña

Para conmemorar el centenario de la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789,


se habían convocado dos congresos contrarios en París.
Por una parte, los posibilistas, por instigación de las Trade Unions Congress,
invitaron sobre todo a los sindicatos; por otra parte, se celebró un anticongreso,
organizado por los guesdistas, que prefieren integrar a partidos políticos. Los guesdistas
eran los partidarios marxistas de Jules Guesde, y convocaron un congreso que fue
visitado por representantes de todos los grandes grupos del movimiento obrero europeo
y por delegados de los Estados Unidos y Argentina. Este congreso fue el que condujo al
establecimiento de la II Internacional.
En el congreso guesdista se tomó la resolución de manifestarse el 1 de mayo de
1890 en todos los países en favor de la introducción de la jomada de 8 horas y de elevar
al Estado la petición.
Los primeros congresos se hallaban todavía bajo el signo de las discusiones con
las minorías
anarquistas. Estas minorías rechazaban por principio la lucha por una legislación
político-social del Estado y la participación en toda labor parlamentaria. De hecho,
como sabemos, los anarquistas defendían la destrucción del Estado, y no su conquista,
como planteaban los guesdistas. Así pues, el Congreso de Londres de 1896 terminó con
estas discusiones, ya que se acordó invitar tan sólo a aquellas organizaciones que
aceptasen la transformación del orden capitalista de propiedad y producción en el
sistema socialista así como la participación en la legislación y actividad parlamentaria
del Estado. Con esto se excluía a los anarquistas porque los anarquistas preferían
destruir el Estado, y no conquistarlo.
Cuatro años más tarde, en el Congreso de París de 1900, se crearon los
instrumentos técnicos para la colaboración internacional con sus organizaciones filiales.
En concreto, se estableció un Secretariado Internacional con sede en Bruselas, una
Oficina Internacional Socialista y un Comité Interparlamentario.
Este período histórico coincide con un nuevo florecimiento industrial. Es la II
Revolución Industrial que aunque continua con los procesos de explotación del obrero,
23

las innovaciones tecnológicas hacen que aumente la productividad y que los salarios se
eleven. Como consecuencia, los sistemas liberales podrán adoptar algunas medidas
Pá gina
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

sociales que repercutirán positivamente en la vida de los obreros, aunque no por ello
dejarán de estar explotados.
Como consecuencia de la elevación relativa del nivel de vida, muchos obreros
preferirán apoyar a partidos políticos que entren en la vida política parlamentaria al lado
de republicanos, los socialdemócratas, que a aquellas formaciones radicales que
defienden la conquista del Estado por medios violentos y que, por ello, tendrán muy
difícil la consecución de mejoras a corto plazo porque serán expulsados del sistema
parlamentario. De esta forma, las fracciones socialdemócratas y reformistas de los
partidos socialistas, como es el caso del grupo de Bernstein o de Martov en el caso del
POSDR, serán mayoritarias, mientras que las opciones radicales defendidas por Lenin o
Rosa Luxemburgo, serán minoritarias y más perseguidas.
En cuanto al asunto de la guerra, los años anteriores a la I Guerra Mundial,
puede decirse que una parte de los partidos socialistas que aún no se habían convertido
en los grandes partidos de masas, institucionalizados, continuaron siendo enemigos de
la guerra. De esta forma, Lenin considera los conflictos entre naciones como meras
extensiones de la expansión del capitalismo burgués, por lo que la postura socialista
debería ser de rechazo. Mientras tanto, los partidos de masas institucionalizados, se
sometieron, casi sin excepción y sin resistencia a la guerra (exceptuando a los
bolcheviques o a Rosa Luxemburgo). Es decir, los socialdemócratas empiezan a
modificar su inicial posición opuesta a la guerra. Por ello, cuando estalla la IGM en
1914, los gobiernos burgueses no tuvieron dificultades para llevar a sus pueblos a la
guerra y los socialistas, contagiados de la oleada de nacionalismo fervoroso, los
apoyaron. El internacionalismo de la II Internacional se había roto.
Otros aspectos que acabaron con la II Internacional fueron su actitud hacia el
imperialismo y la crisis revisionista que la sacudió. El primer problema motivó grandes
divergencias en su seno, ya que una corriente, propugnaba el socialismo imperialista;
otra aspiraba a una expansión colonial humanitaria y socialista, y una tercera, era
anticolonialista. El revisionismo también minó la II Internacional, acentuando su
separación con los partidos revolucionarios y con quienes pensaban por aquel entonces
que la revolución proletaria se cernía ya sobre Europa.
Tras el fin de la I Guerra Mundial hubo varias intentonas por resucitar la II
Internacional, sobre todo, en la Conferencia de Berna (1919) y en Ginebra (1920), pero
de signo claramente revisionista. El primero se caracterizó por el intento de reunir de
nuevo a los grandes partidos socialistas de los bloques beligerantes y de los países
neutrales sobre la base de una recíproca absolución general por su participación en la
Gran Guerra, y apoya la propuesta de una Sociedad de Naciones.
Por su parte, el Congreso de Ginebra estableció las bases sobre las que había de
reconstruirse definitivamente la II Internacional (1921) y que pondría los cimientos
ideológicos del socialismo reformista, de orientación socialdemócrata moderada. El
punto de vista fundamental de estos socialistas es la plena aceptación de la democracia
parlamentaria (sufragio universal) como institución básica de una sociedad socialista, el
pleno rechazo de toda clase de dictadura, defensa del evolucionismo, socialización
24

gradual y gestión descentralizada y distanciamiento del naciente régimen soviético.


Amplía el término trabajador, de forma que incluya no sólo a los asalariados que
Pá gina

ejecuten trabajos manuales, sino también, a los artesanos independientes y a los


agricultores, o sea, a los que cooperan con sus esfuerzos en la producción de bienes de
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

cualquier clase. Definición lo bastante amplia como para que quepan patronos y
administradores.
Puede decirse, que la II Internacional se reconstruyó en 1923 en el Congreso de
Hamburgo, cuando se refundió con la denominada Internacional Dos y Media de Viena,
fundándose la Internacional Obrera Socialista, con sede en Londres, que aspira a la
mejora de las condiciones de trabajo, lucha por la paz reforzando la Sociedad de
Naciones y la resistencia al autoritarismo contrarrevolucionario.

2.6. La Tercera Internacional


La revolución de octubre de 1917 tuvo una incidencia decisiva en el contexto
social y político de principios del siglo XX. Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, junto con el
Partido Bolchevique (la fracción extremista de izquierda del Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso), considerando que la Rusia zarista disponía de las condiciones
objetivas para dar el paso desde una revolución burguesa, la de febrero de 1917, a un
sistema socialista, deciden dar un golpe de Estado en octubre de ese año e implantar el
primer sistema comunista del mundo. En principio, con el asalto al Palacio de Invierno,
sede del Gobierno Provisional del eserista Alexander Kerenski, Lenin aceleraba las
condiciones objetivas que justificaban el paso de un sistema democrático burgués a un
sistema comunista.
En ese mes de octubre el Partido Bolchevique pudo conquistar el poder en la
Rusia zarista con el apoyo de los campesinos que se pronunciaron en favor de una
reforma agraria radical y junto a bolcheviques y revolucionarios socialistas de la
izquierda. Esta formación política, que se encontraba a la izquierda de la
socialdemocracia, se impuso tras una lucha de casi tres años con el ejército blanco y con
los verdes de Néstor Majnó y las tropas intervencionistas de las grandes potencias.
En esos momentos, a finales de la IGM e inicios del período de entreguerras, el
contexto europeo estaba muy agitado con diferentes manifestaciones en los países más
significativos. Por un lado, la huelga de enero de los obreros alemanes y austríacos en
1918 reveló que no se podía limitar a Rusia las consecuencias de la acción
revolucionaria. Era el trienio bolchevique. Por otro lado, en Francia hubo una ola de
manifestaciones e incluso una huelga general fomentada por la extrema izquierda
obrerista, pero los grupos revolucionarios del Partido Socialista quedaron aislados tras
la guerra. En Inglaterra, los conatos revolucionarios obreristas no fueron respaldados
por las grandes organizaciones, aunque se fue abriendo paso una tendencia izquierdista
en el Partido Laborista, una formación política reformista que había aparecido como
evolución de la Fabian Society y que rechazaba el marxismo.
Fue en medio de estas efervescencia revolucionaria, al tiempo que se daban los
pasos para restablecer la II Internacional, cuando los bolcheviques se apresuraron a
llevar a efecto su proyecto de una Internacional que excluyera a todos los social-
patriotas de la etapa de la guerra y a todos los partidos y grupos que favorecían una
política reformista en lugar de una política revolucionaria. En respuesta a la Conferencia
de Berna de febrero de 1919, donde la Internacional Obrera pensaba reconstruir la II
25

Internacional, se convocó desde Moscú a los socialistas revolucionarios de todos los


Pá gina

países con objeto de que enviasen delegados a una Conferencia Internacional


Comunista.
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

La conferencia fue inaugurada el 2 de marzo de 1919 donde se acordó constituir


la III Internacional, adoptando la denominación de Internacional Comunista. Los puntos
más importantes sobre los que habría de basarse la nueva internacional, básicamente
eran:
 Restablecimiento inmediato y universal del concepto dictadura del proletariado
para conseguir la resolución definitiva del sistema capitalista.
 Suprimir la propiedad privada de los medios de producción y transferirla al
estado proletario, bajo la administración socialista de la clase trabajadora.
 La Internacional Comunista se fundaría como una autoridad centralizada que
controlaría el movimiento revolucionario mundial dirigido por Moscú.
 Aprobar el texto de un nuevo manifiesto comunista.
 Los partidos comunistas nacionales debían quedar sometidos a la autoridad del
control de la Internacional.
 La revolución proletaria liberaría las fuerzas productivas de todos los países.
Sostenían los comunistas que el triunfo de la revolución en Rusia era una
demostración suficiente de que la crisis final del capitalismo había empezado, ya que
esta evidencia era parte integrante de la teoría marxista del determinismo histórico. Así,
el capitalismo sería derrocado por medio de las acciones de masas dirigidas por el
partido comunista. Este planteamiento condujo a que se rompiese violentamente con los
socialistas reformistas como con los de centro, que esperaban una reconciliación
socialista en un única Internacional.
Este revolucionarismo internacional dirigido por los rusos tuvo como
consecuencia que los líderes soviéticos utilizaran a la III Internacional y a los
respectivos partidos comunistas como instrumentos manejados en favor de sus intereses
en el ámbito de las relaciones internacionales, lo que, a su vez, sembró el desencanto en
algunos movimientos nacionales, y hasta en algunos partidos comunistas, que trataron
de alejarse más o menos de las pautas marcadas por Moscú.
En 1943 dejó de existir la Internacional Comunista como centro dirigente del
movimiento obrero Internacional, motivado por dos causas:
a) Por una parte, oficialmente se esgrimió que la disolución se debía a que la
experiencia de la Internacional Comunista había comprobado que no era posible dirigir
el movimiento obrero de cada nación desde un centro internacional.
b) Por otra, los historiadores sostienen y argumentan que su fin fue lógico
debido a la instrumentalización que la URSS hizo de ella al ponerla al servicio de su
política exterior.

En su lugar iba a aparecer la Kominform, una oficina de información del centro


soberano del comunismo internacional, el PCUS.
26
Pá gina
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

3. SOCIALISMO, ANARQUISMO Y CATOLICISMO SOCIAL.


3.1. El socialismo utópico.
El término “socialismo”.
La palabra socialismo fue acuñada por el saintsimoniano Leroux, en la
publicación de Le Globe en 1832. En 1841, en Gran Bretaña, Owen publicó un folleto
titulado What is Socialism? que divulgó el uso del término. De esta forma, en 1845 se
incluyó en el Diccionario de la Academia Francesa, definido como ‘la doctrina que
pretende la regeneración de la sociedad’.
El adjetivo de utópico fue propuesto por Engels en su opúsculo Del socialismo
utópico al socialismo científico para distinguir la cualidad moral de la primera
generación de socialistas, de la cualidad científica que defendían él y Marx en sus
trabajos. Según Engels, los socialistas utópicos no planteaban reformas y medidas
razonables dado que no analizaban los mecanismos sociales y políticos, como era el
caso de él mismo y de Marx. De esta forma, el socialismo científico de Marx y Engels
se diferenciaba del utópico en que analizaba el proceso histórico que había llevado a la
formación de una sociedad desigual, mientras que los utópicos proponían medidas para
paliar esta desigualdad sin analizar las causas que habían llevado a ella.
Todos los utópicos comparten la noción de que el hombre es fundamentalmente
bueno por naturaleza (principio de Rousseau) y que atesora elementos germinales de
sociabilidad y cooperación. Esa bondad innata puede desarrollarse de modo positivo por
medio de una educación adecuada y de unas condiciones sociales óptimas. Por ello, no
se trata de destruir la sociedad, sino de transformarla.
Para lograr esas mínimas condiciones sociales, la sociedad debería proceder a
una distribución más equitativa de la riqueza, ya que el exagerado sentimiento posesivo
que hace de la propiedad privada (a la que se rinde culto casi religioso), el apetito de
lucro y el impulso competitivo pervierten al hombre y entorpecen la marcha de su
perfeccionamiento y su felicidad.
El socialismo utópico y la correspondiente transformación de la sociedad
capitalista serían posibles por vía pacífica ya que bastaría con una inteligente
propaganda y la organización progresiva de comunidades ejemplares para ir
convenciendo a los demás hombres acerca de cuál es el camino correcto para combatir
la injusticia. Por consiguiente, dicen los utópicos, basta con apelar a aquella naturaleza
fundamentalmente propicia para anular las influencias corruptoras del medio y producir
la gran reforma social. Esa reforma se concreta en los siguientes puntos principales
según Montenegro:
-Socialización de los instrumentos de producción, empezando por la tierra.
-Supresión de la herencia, que contribuye a crear la riqueza injustificada y
excesiva.
-Supresión de la moneda y sustitución de ésta por bonos de trabajo.
27

-Supresión del sistema de la empresa privada competitiva y sustitución de la


Pá gina

misma por un sistema de cooperación destinado a producir lo que la colectividad


necesita para su consumo directo.
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

-Protección del individuo mediante leyes sociales y sistemas de seguros que


hagan desaparecer la incertidumbre que da origen al apetito posesivo y al atesoramiento.
-Distribución y sistematización del trabajo para hacerlo más grato y productivo.
-Producción sin finalidad de lucro, sino de simple abastecimiento de la
comunidad.
-Educación difundida a todos los estratos sociales.
-Desplazamiento del estado centralizado por consejos administrativos
funcionales que no ejerzan poder político, sino simples atribuciones administrativas.
-Igualdad completa de derechos entre los hombres y las mujeres.
Los principales socialistas utópicos:
Utópicos ingleses: Robert Owen y el Cartismo

-Robert Owen (1771-1858).


Ocupa en la historia del sindicalismo inglés un lugar destacado. Es uno de los
pocos utópicos que formuló su teoría no en el plano de las ideas puras, ni desde la
posición de las clases desposeídas, sino en el pleno campo de las clases poseedoras. Era
un próspero industrial textil inglés, pudiendo resumir su ideal en la siguiente fórmula:
“formación integral, en lo físico y en lo moral de hombres y mujeres que pensaran y
actuaran siempre racionalmente”.
Organizó una comunidad llamada New Lamark modelada de conformidad con
los principios de su socialismo utópico, para demostrar que las condiciones del medio
social influyen decisivamente en la posibilidad de perfeccionar los métodos de
producción. Aprovechó un éxito comercial para aumentar los salarios, disminuir la
duración de la jomada y mejorar el alojamiento y la higiene de los obreros, con la
construcción de viviendas, comedores, escuelas para los hijos de éstos, campos de
recreo, etc. Demostró que el crecimiento de la productividad y de los beneficios es
paralelo al aumento del nivel de vida de los asalariados.

-El cartismo.
Los sindicatos ingleses y algunos dirigentes se encontraban obstaculizados por
las normas legales y jurídicas que el Gobierno utilizaba frente a la justicia social, por lo
que presionaron al Partido Radical inglés para la consecución de reformas políticas
como paso previo a la obtención de mejoras laborales. Este movimiento se llamó
cartismo porque reivindicaba una carta de derechos y existió desde 1836 a 1848. Por
ello, el cartismo nació bajo la presión de varios factores como las decepciones obreras a
raíz de las agitaciones políticas de 1832 y sindicales de 1834; la aplicación de la nueva
Ley de Pobres de 1834; las crisis de los viejos oficios artesanales; y la vitalidad de la
tradición radical de emancipación democrática.
En 1836 un grupo de artesanos londinenses entre los que se cuentan radicales,
28

owenistas y sindicalistas, funda la London Working Men’s Association (Asociación de


Pá gina

Trabajadores de Londres).
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

Al frente de este grupo dos militantes, W. Lovett y H. Hetherineton,


desencadenan una campaña de agitación en favor del sufragio universal, argumentando
que la clase obrera produce toda la riqueza del país y solo goza de una parte ínfima.
Esperan atraer así a la clase obrera a un programa que uniría a todos los descontentos; y,
en caso de éxito, la reforma política abriría el camino a las reformas económicas y
sociales. Con F. Place redactan la Carta del Pueblo, documento que contiene los
derechos que sus autores consideran esenciales para la vida de los obreros, que da
nombre al movimiento. Este texto fue enviado a todas las asociaciones obreras el 8 de
mayo de 1838.
La mayoría de los cartistas confiaban en lo que llamaban la «fuerza moral» de
sus peticiones. Las reivindicaciones políticas que incluye son:1) Sufragio universal. 2)
Renovación anual del Parlamento. 3) Escrutinio secreto. 4) Inmunidad parlamentaria
para los diputados. 5) Supresión del certificado de propiedad para poder ser elegido
diputado. 6) Circunscripciones electorales iguales.
El primer congreso cartista se celebró en Londres el año 1839. Los delegados se
enfrentan en conflictos estériles en torno a la táctica a seguir. Unos proponen la huelga
general; otros recurren a la fuerza física; y unos terceros sugieren la retirada de dinero
de los bancos. En este punto el Gobierno optó por la represión, especialmente ante la
amenaza de huelga general, y colocó los distritos industriales bajo mando militar,
detuvo a los líderes y autorizó la formación de unidades cívicas armadas. En medio de
la confusión la convención cartista se disolvió.
Tras este primer fracaso se llegó a la conclusión de que la clase obrera aislada no
podía conseguir una gran reforma política y a partir de entonces el obrerismo inglés se
unió a ciertos sectores de las clases medias con la aspiración de conseguir mejoras. Así,
aunque el movimiento cartista alcanzó proporciones muy vastas, fracasó al no poder
declarar la huelga general en 1848, un año clave, por otra parte en la historia del
proletariado europeo.
La conclusión de la experiencia cartista es que al movilizar las energías
populares durante una decena de años, condujo al obrerismo a una toma de conciencia
revolucionaria. Si ha existido un movimiento de clase, el cartismo lo es por excelencia,
porque en lo social tuvieron conciencia clara de desencadenar un movimiento de clase.
Así, el cartismo, en tanto que levantamiento obrero contra el orden impuesto por las
clases dirigentes, constituye una experiencia importante para el desarrollo del
socialismo, señala Droz. Por ello Lenin lo definió como el primer movimiento
revolucionario del proletariado apoyado auténticamente en las masas y políticamente
organizado.

En cuanto a los socialistas utópicos franceses, podemos citar a Saint-Simon,


29

Fourier, Blanc y Cabet.


Pá gina

A diferencia de Inglaterra, más industrializada y con masas de obreros, Francia cuenta


con un proletariado menos numeroso pero con una intelectualidad más sensible a las
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

ideas políticas y a los cambios históricos. Esta intelectualidad proporciona a los


movimientos sociales no un sindicalismo temprano, sino una serie de pensadores que
reflexionan sobre las contradicciones de la industrialización y formulan soluciones
ideales, o incluso intentan experiencias de conformación de nuevos arquetipos de
sociedad.
Entre ellos destacan:

-Claude-Henrí Saint-Simon (1760-1825).


Fue un aristócrata que renunció a su título de conde durante la Revolución
francesa, que intentó hallar un sentido a la nueva era industrial en la que entraba Europa
después de las guerras napoleónicas. Del esquema saintsimoniano sobresalen dos
rasgos, por encima de cualquier otro, que son el cosmopolitismo y la pasión por la
ciencia y la técnica, y consecuentemente por la industrialización. En los principios que
expone, sobresale una pregunta, a saber:
¿Cuál ha de ser el nuevo principio ordenador de una sociedad industrial posterior al
siglo de las Luces y a la Revolución francesa?
La respuesta la halla Saint-Simon en la industria misma, que va surgiendo y
echando raíces por doquier y en los hombres que la controlan y manipulan. En esto, su
enfoque es nuevo. El socialismo anterior parte de la idea de un mejor reparto de la
riqueza, pero no se centraba en torno al orden industrial. Esta idea engendraba una
nueva visión de la estratificación social. Así, según Saint-Simon, si la sociedad entera
reposa sobre la industria como fuente única de toda riqueza, la clase industrial debe
ocupar el primer rango en la sociedad, ya que para él la clase industrial es el sector
laborioso y creador de la sociedad. y la clase industrial incluye a los trabajadores.
Establece una distribución fundamental entre los productores y los ociosos.
Reserva para los productores el término industriales, por lo que en este grupo incluye a
los cultivadores directos de la tierra, a artesanos carreteros, o a carpinteros, aunque
vivan en el campo.
Como consecuencia, en el sistema social que idea Saint Simon aparecen en otro
grupo el banquero, el propietario terrateniente y el cerrajero, etc. En definitiva defiende
una doctrina de la producción. La oposición entre los zánganos —ociosos— y las abejas
-productores- (recuerda la influencia de la obra Utopía de T. Moro), entre las clases
holgazanas y las clases productivas corresponde para Saint-Simon a una línea de ruptura
histórica entre un pasado que sobrevive y un futuro que tiende a desarrollarse. En este
sentido, se anticipó a Marx en afirmar que la historia es una lucha de clases.
Propugna una revolución social pacífica, para elevar moral y materialmente a las
clases trabajadoras. La transformación se conseguirá empleando como dirigentes a los
científicos y jefes de industria. Los primeros, sustituirán al clero; los segundos,
ocuparán el lugar de los nobles y guerreros. En definitiva, propone como gobierno una
tecnocracia, que será la encargada de organizar la economía.
En cuanto a la propiedad, propone la socialización, de forma que todos los
30

hombres tendrán que trabajar, pues serán abolidas las herencias. Cada uno será
Pá gina

recompensado según los méritos adquiridos con su trabajo, principio que definió en su
obra El nuevo Cristianismo, “a cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

necesidades”. Sin embargo, consideraba la desigualdad como natural y beneficiosa. Con


ello rompe con la teoría del valor de David Ricardo.

-Charles Fourier (1772-1837). El abandono general de la moral convencional


debe significar el reino de la armonía social, entendida ésta como la renuncia a la
civilización moderna, aceptando la armonización del estado de la naturaleza con los
avances técnicos del nuevo mundo industrial.
 Denunció el industrialismo basado en la competencia como elemento creador
de miseria ya que se produce sin método alguno que asegure una retribución
proporcional, y sin garantía para el productor o asalariado de que participe en
el aumento de la riqueza.
 Planteó como la forma de vida más humana la agraria; pudiéndose combinar
ésta armoniosamente con la industrial. Su preferencia clara es la agricultura,
especialmente la horticultura. De tal modo es así que propone que las fábricas
se diseminen por el campo con el objeto de que los hombres puedan disponer
de una parte de su tiempo para la agricultura.
 Propuso sustituir el orden social vigente por otro gobernado por la razón,
donde se eliminen los aspectos inhumanos del trabajo industrial, se intente una
mejor organización del lugar de trabajo y del trabajo en sí mismo.
Como conclusión debemos señalar que aun pecando de un acento visionario y el
fracaso de los experimentos propuestos, no sucedió igual con la idea cooperativista que
subyace en su pensamiento. Los fundadores del cooperativismo europeo supieron
agradecer a este utópico francés la paternidad de esta institución, tan importante en la
vida del proletariado del siglo XIX y aun del siglo XX. Sintetizando las ideas expuestas,
en el esquema de Fourier sobresalen las siguientes características: fantasía sin
cortapisas, el rechazo a la industrialización, la reivindicación de la mujer en la sociedad,
la pasión por la naturaleza y la idea de cooperación.

-Louis Blanc (1811-1882).


Propugnó la creación del Taller social, equipado y explotado por el Estado, para
intentar eliminar la industria basada en la explotación del hombre, así como la
competencia ruinosa. Defendía que organizando la industria nacional sobre bases
cooperativas se llegaría a eliminar la organización industrial existente y los talleres
sociales se difundirían, propagándose al conjunto de la economía.

-Etienne Cabet (1788-1856). En 1840 publicó su famoso libro El viaje a Icaria,


aprovechando en parte las doctrinas del inglés Owen, que había estudiado durante
su destierro en Inglaterra.
En él expuso su ideal de la sociedad comunista, integrada por individuos con
igualdad de obligaciones y derechos, en la que el interés de cada uno se confunde
31

con el interés general y donde cada persona trabaja el mismo número de horas
diarias, según su capacidad y disfruta de la misma parte de producción, según sus
Pá gina

necesidades. Para imponer su teoría, consideraba suficiente una intensa propaganda


pacifica, rehusando el empleo de la fuerza, defendiendo que su idea de comunidad
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

resulta más factible en una gran nación industrial y comercial que en un pueblo
pequeño. El impacto conseguido por su libro impulsó la creación de colonias
icarianas en Illinois y Texas que fracasaron.

3.2. El marxismo.
Planteamientos básicos de Marx
Su doctrina se diferencia del socialismo utópico anterior en tres cuestiones claras:
a) Plantea una solución revolucionaria para resolver el sistema económico
capitalista y entrar en un postulado socioeconómico socialista. Ya no son los sueños
utópicos de Saint-Simon, Fourier, Blanc, sino que Marx trata de contemplar los
hechos tal y como se presentan y predecir sus consecuencias.
b) El socialismo de Marx se dirige exclusivamente a una sola clase de la
colectividad social, el proletariado. Los primeros socialistas ingleses o franceses
buscaban un posible acuerdo entre las clases obreras y los patronos, la necesaria
armonía entre los productores de diversas clases.
c) Finalmente, el socialismo de Marx pretende ser científico, es decir que no
repose sobre el idealismo o sentimentalismo, sino sobre una rigurosa inducción de
los hechos y un estudio imparcial de las leyes del desarrollo social. El calificativo
de científico, aplicado a una doctrina política, es en rigor inexacto, ya que la
política es más bien un arte que una ciencia; pero si alguna teoría política fue
formulada dentro de algún plan que se aproxima al método científico, ella es el
marxismo.
No se va a realizar un estudio genérico sobre la doctrina marxista, sino una
enumeración de aquellos puntos más relacionados con el trabajo. Una de sus
aportaciones centrales fue el materialismo histórico. Marx, influido por la filosofía
dialéctica de Hegel y por los clásicos ingleses, afirma que la historia no está
constituida por sucesos arbitrarios, dependientes de la voluntad del hombre, sino
sometida a un riguroso determinismo. El principio del materialismo histórico
sostiene que los fenómenos económicos condicionan a los restantes hechos
históricos y permiten explicarlos. Ni la religión, ni la literatura, ni el arte, ni la
moral, ni el Estado, constituyen el factor dominante de la civilización; únicamente
el medio económico domina la evolución de la historia de los pueblos. Dentro de
los fenómenos económicos el que más influencia tiene es el fenómeno de la
producción.
Los elementos activos a través de los que se cumple el proceso dialéctico del
materialismo histórico son las clases económico-sociales. La lucha de clases es el
resultado de las relaciones que se entablan entre dos elementos fundamentales de la
vida social, las fuerzas productivas y las relaciones de producción. El primero de
estos comprende todo lo que coopera en la producción, mientras que el segundo
abarca las relaciones jurídicas que se establecen entre los hombres con motivo de la
producción y distribución de bienes.
32

Un estado dado de fuerzas productivas da origen a relaciones de producción que


Pá gina

favorecen su desarrollo. Así las fuerzas productivas evolucionan como


consecuencia del perfeccionamiento técnico y científico, permitiendo una
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

producción cada vez más abundante. El avance de las fuerzas productivas se


paraliza a causa de las relaciones de producción que encubren intereses privados,
haciendo cada vez más difícil el crecimiento de la producción. En ese momento
surge el conflicto; las fuerzas productivas se esforzarán por obtener mediante una
revolución la transformación de las relaciones de producción existentes y colocarlas
en armonía con sus propias posibilidades de desarrollo.
La propiedad privada de los medios de producción desemboca en una aparición
de dos clases sociales antagónicas: la burguesía, dueña de los capitales y el
proletariado que solo posee la fuerza de trabajo. La acumulación de beneficios y la
libre competencia son el origen de la concentración industrial, que acentúa al
máximo los antagonismos económicos y la lucha de clases. La propiedad privada
de los medios de producción implica la división del trabajo y conduce
inevitablemente a la formación de monopolios que pueden asegurar sus beneficios
sin desarrollar la producción y la productividad,
Este estancamiento se realiza en perjuicio de los asalariados, que no pueden
conseguir una nueva armonía entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción más que por medio de una revolución. Esta deberá desembocar en la
transformación de la propiedad de los medios de producción en propiedad
colectiva, que originará una nueva armonía, dado que la producción y el consumo
de la riqueza llegará a ser social, desapareciendo así una de las principales
contradicciones del régimen capitalista. La concentración industrial conduce no
sólo al estancamiento de la producción, sino también a la proletarización de las
clases medias. La inseguridad de los obreros y su concentración en grandes
establecimientos, crea una solidaridad, una cohesión, que origina el nacimiento de
una conciencia social y política, base de la consiguiente emancipación del
proletariado y del trabajo. Así, la clase proletaria es la única revolucionaria con un
fin claro, el mejorar la condición de los trabajadores suprimiendo la condición del
trabajador asalariado.
El objetivo de la actividad política del proletariado debe ser la conquista del
poder político por medio de la violencia; arrancar a la burguesía sus capitales;
centralizar en manos del Estado todos los instrumentos de producción para
aumentar más rápidamente la masa disponible de fuerzas productivas, la revolución
debe llegar a la democracia y a una sociedad sin clases. La producción colectiva
estará necesariamente acompañada de la propiedad colectiva y la desaparición del
Estado.
Por último, la teoría valor-trabajo que diseña Marx tiene sus antecedentes en
Smith y Ricardo, que plantean el trabajo como fuente de todo valor, mientras que
Marx la basa sobre dos conceptos claves, la explotación y la alienación, ausentes en
la argumentación de la economía política liberal. Su ley del valor y su teoría sobre
la plusvalía, como alternativa a la ley de la oferta y de la demanda que aplican los
sistemas liberales, demuestran la falsa equivalencia entre el valor de las mercancías
y el valor atribuido mediante el salario a la cantidad de fuerza de trabajo empleada
en su producción. De hecho, para Marx el salario reduce el valor del trabajo
33

empleado por el trabajador para producir un bien, puesto que ese bien ha sido
generado por una cantidad de esfuerzo mucho mayor que el que se refleja en ese
Pá gina

salario reducido a un valor monetario.


Tema 2. Historia Universal Contemporánea

En su teoría valor-trabajo Marx expone una concepción antropológica del trabajo


al señalar que el primer gesto mediador entre el hombre y la naturaleza es el trabajo en
su forma más simple, la recolección. Rebasado este primer estadio el hombre trabaja
para satisfacer sus necesidades, creando el instrumento o medio de trabajo que sirve a su
vez de mediador entre la naturaleza y sus semejantes. Así el trabajo productivo del
hombre se integra en un acto de mediación entre él y la naturaleza, desempeñando una
función de mediación social.
Todo producto encierra un valor. Ahora bien, en este punto Marx distingue entre
valor de uso, que es aquel que el individuo asegura a un bien de acuerdo con la utilidad
o el interés que este bien tiene para él, y valor de cambio, es decir aquel en razón del
cual un bien es intercambiable por otros. En este punto el valor de un bien inserto en un
sistema de libre cambio depende en realidad de la relación entre la oferta de ese bien y
su demanda, con lo que el valor de cambio es diferente al valor de uso. Para que el valor
de un producto tenga relación con el acto productivo del hombre, debería representar
realmente el acto de trabajo, que en una economía librecambista, llega a ser algo
cuantitativo y coyuntural, independiente y sujeto a fluctuaciones. El hombre es
despojado de sus medios de producción por un apropiador, que no sólo se reserva el
producto del trabajador, sino también su valor. Porque la sustancia del valor es el
trabajo que los bienes contienen, el trabajo que ha costado producirlos. El valor es una
simple cristalización del trabajo humano.
El trabajo cristalizado en un producto es el resultado del tiempo socialmente
necesario para producirlo, que es el tiempo que emplea un obrero, utilizando maquinaria
y técnica, en la fabricación de este producto. Este concepto es el equivalente a su salario
de subsistencia mínimo. Pero, ese trabajo no es suficiente para mantener los costes de
producción ni para proporcionar ganancias al empresario, por lo que es necesario que el
obrero realice un trabajo adicional, no pagado, que cubra unos y otras. Este trabajo no
remunerado es la plusvalía, que constituye las utilidades en que se funda la empresa
capitalista.
La acumulación de plusvalía lleva a la concentración de capitales y a los
monopolios. Con el paso del tiempo, las empresas se asocian entre sí para controlar los
precios y las calidades, aunque no por causa de concesiones de las monarquías
absolutas, como ocurría en el caso de los gremios del Antiguo Régimen. En este caso
los monopolios son el resultado de la inacción de los gobiernos liberales, que permiten
que los empresarios actúen como les viene en gana.
Como consecuencia, la concentración empresarial, vertical y horizontal, puede
asegurar sus beneficios sin mejorar la productividad. De esta forma origina, por un lado
la proletarización de la clase media, que no es capaz de resistir la competencia, y, por
otro, la pauperización progresiva del resto de la sociedad. Esto desarrollará en el
proletariado una conciencia de clase que le hará luchar por su emancipación
adueñándose del poder por la revolución. Mientras que esto no ocurra, debido a la
dinámica del propio sistema capitalista, el hombre es un ser alienado. La causa principal
de la alienación debe buscarse en la distribución de los bienes y de los modos de
producción y consumo que dominan una sociedad. Lo cual pone de manifiesto la raíz
34

económica que tiene la alienación, como resultado de la separación que se produce en el


desarrollo del hombre entre su ser real y sus productos.
Pá gina
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

En definitiva, la liberación del hombre y la recuperación de su identidad pasa por la


liberación de cinco alienaciones:

a) La destrucción de la propiedad. Se trata de evitar fundamentalmente que


con la apropiación de los medios de producción y de los productos
obtenidos, tenga lugar un antagonismo de clase y la consiguiente
explotación del hombre por el hombre.
b) La destrucción de libertad individual. Hay que destruir la libertad burguesa,
porque en la sociedad capitalista la libertad la tiene sólo la clase
dominante.
c) La destrucción de la familia. Porque la familia, dadas las condiciones
socioculturales existentes, no existe entre los proletarios. Hay que
transformar las relaciones familiares.
d) Destrucción de la patria. Los obreros no tienen patria. Frente al concepto
de nacionalismo (burgués) ha de oponerse el internacionalismo proletario,
ya que éste es una clase con vocación universal, de acuerdo con su
situación en el sistema capitalista.
e) La destrucción de la religión. Al desaparecer los antagonismos de clase,
tras la conquista del poder político por parte del proletariado, no tardarán
en desaparecer también las formas burguesas de conciencia, moral,
religión. Pero, además el marxismo hace del ateísmo militante la condición
necesaria para comprender el devenir histórico, y, con ello, tomar
conciencia de la verdadera ciencia, de la verdadera situación del hombre en
el mundo, y, por tanto, de cuál ha de ser su actitud ante ésta.

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Tema 2. Historia Universal Contemporánea

3.3. La socialdemocracia (revisionismo o reformismo).


El revisionismo
Durante la segunda mitad del siglo XIX se abre un período agitado y complicado
por el crecimiento y agigantamiento del capitalismo industrial, donde van a tomar
cuerpo las doctrinas socialistas contemporáneas. Existe un grupo considerable de
intelectuales en Europa que constituye la primera generación de pensadores marxistas,
que deben tener en cuenta en sus análisis los cambios y las situaciones nuevas como la
existencia de los primeros partidos socialdemócratas en un buen número de países, los
vastos movimientos sindicalistas, los nuevos proletariados en regiones recién
industrializadas, al tiempo que se habían producido cambios políticos tales como la
extensión del derecho al sufragio o la presencia de partidos socialistas en algunos
parlamentos. El socialismo utópico estaba ya descartado, debido a que sus soluciones
resultaron ineficaces para resolver el conflicto socioeconómico moderno. Los cambios
sociales enumerados suscitaron ciertas corrientes doctrinales, que han sido bautizadas
con el nombre de reformismo y revisionismo.
El reformismo está representado en Francia por la Federación de los
Trabajadores Socialistas, llamados posibilistas, y en Inglaterra por el Consejo de las
Trade Union. En realidad era una tendencia política práctica, que consistía en hacer
presión sobre el gobierno para que adoptara reformas convenientes para la mejora del
bienestar de los trabajadores como subidas de salario, reducción en la jornada laboral,
aumento de la seguridad en el trabajo, etc.; o bien, lograr a través de la participación
política el acceso a los cuerpos legislativos, para que se dictasen leyes con los mismos
efectos. Naturalmente, el reformismo implicaba una renuncia a la revolución violenta y
la aceptación de que la emancipación del proletariado podría alcanzarse a través de la
evolución paulatina y del juego político.
Al comprobar que el sistema capitalista no seguía el proceso que previera Marx, debido
a una modificación de las premisas determinadas por las nuevas realidades sociales y
políticas, los propios socialistas van a revisar la doctrina marxista para intentar ponerla
al día y adaptarla a la realidad social existente.

Eduard Bernstein
Eduard Bernstein (1850-1932) es la principal figura, fundador de la corriente
denominada revisionista. Durante su exilio en Londres, Engels le había convertido al
comunismo pero había sufrido también el influjo de la Fabian Society, una asociación
socialista británica de tendencias reformistas. Es decir, esta sociedad pretendía una
reforma de las estructuras políticas y sociales pero no la destrucción.
El fabianismo ha sido descrito como la forma típica de adaptación del socialismo
al temperamento moderno, al extraordinario sentido común y a la sólida tradición
democrática de los ingleses. Después de meditar sobre la situación del socialismo en la
última década del siglo XIX, Bernstein llegó a la conclusión de que la sociedad
democrática debía reformar algunas de sus concepciones políticas y económicas. Según
él los partidos socialistas europeos estaban siguiendo tendencias reformistas totalmente
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correctas, pero con ello se estaban separando de la teoría marxista.


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La teoría reformista fue fundada al calor de un constante y apasionado debate de


las ideas marxistas predominantes en el último período de la vida de la I Internacional.
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

Al constituirse la II Internacional, dominada por los revisionistas, la separación entre las


dos corrientes se hizo total y definitiva. Bernstein defendía que era preciso revisar la
teoría marxista en muchos de sus puntos. Empieza por negar el determinismo marxista,
con una frase casi simplista (“después de todo, los hombres tienen cabeza”), y atribuye
al hombre capacidad para modificar las circunstancias económicas y políticas. Niega
también el término científico del socialismo marxista afirmando que el socialismo usa
de la ciencia pero no puede ser en sí mismo una ciencia. Concluye diciendo, llamemos a
nuestra disciplina socialismo crítico.
Pasa al análisis de la plusvalía, deduciendo que la legislación social y otras
formas de intervención estatal, así como la acción de los sindicatos, han echado por
tierra el mercado libre del trabajo en que el empresario pagaba salarios mínimos, apenas
suficientes para satisfacer las necesidades más elementales del obrero.
Frente al fatalismo dialéctico de la lucha de clases levanta la idea de la evolución
orgánica, movida por la voluntad humana en razón de ideales de ética social. La lucha
de clases no conduce, como cree Marx, a una división cada vez más profunda y clara de
la sociedad en dos grupos, el de los poseedores, que se va reduciendo en número al
tiempo que aumenta su riqueza, y el de los desposeídos, que se hace constantemente
más grande y más miserable. Y la clase media, que vive y actúa entre ellas tampoco
tiende a desaparecer, sino que se agranda y su papel adquiera cada vez mayor
importancia, no aliándose necesariamente con el capitalismo ni tampoco se suma sin
condiciones a la clase proletaria. Bernstein señala que la estructura de la sociedad no se
ha simplificado, lejos de ello tanto en lo que se refiere a sus ingresos como a su
vitalidad económica, se ha hecho cada vez más diferenciada y gradualizada.
Considerables diferencias en tipos de empleo y niveles de ingreso crean conductas
distintas y variadas exigencias con relación a la vida.
Por tanto, aunque reconoce la lucha de clases, así como las distintas
transformaciones económicas que han tenido lugar, niega hacer de ella el único motor
de la historia, ya que asigna un papel distinto a los imperativos éticos en el suceder
histórico. A su vez, niega, además, que la lucha de clases vaya adquiriendo cada vez
más caracteres violentos, ya que la concentración industrial, a consecuencia del
desarrollo de las sociedades por acciones, no había producido el efecto masivo de
desposesión de los pequeños burgueses. La proletarización de éstos y la progresiva
pauperización de la clase trabajadora había sido contrarrestada por el desarrollo de la
industrialización y la acción sindical y política de la misma clase trabajadora. Las crisis
del capitalismo, por tanto, están muy lejos de hacerse mayores y conducir a la ruina del
sistema.
Por último, en cuanto al método político existe una diametral discrepancia entre
el revisionismo y el marxismo. Bernstein empieza por negar que sea inevitable la
decadencia y crisis final del capitalismo, para concluir rechazando la inevitable
necesidad de la revolución. Su camino es la evolución gradual por medios democráticos,
por lo que defiende la progresiva actuación política legal de las masas, encuadradas en
partidos políticos y sindicatos para conquistar posiciones por medio del sufragio, el
parlamento, etc. Ya no es, pues, cuestión de destruir la sociedad burguesa como sistema
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social civilizado. Sólo admite la huelga como arma de presión política y la revolución
en los países dictatoriales.
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Tema 2. Historia Universal Contemporánea

3.4. El anarquismo.
Definición.
La palabra anarquismo fue introducida por Proudhon en 1840 en su libro ¿Qué
es la propiedad?, y significa “sin señor o sin gobernante”, pero en el sentido de doctrina
social que nos interesa se identifica con “negación de la autoridad, pública o privada”.
Los precedentes del anarquismo se confunden con los del socialismo, por lo menos
hasta principios del siglo XIX; inclusive se confunden también con los del liberalismo,
si se entiende anarquismo como un liberalismo llevado a sus últimos extremos, de
máximo individualismo y hostilidad contra el Estado. De todos modos, la idea central
de todo anarquismo es sustituir la autoridad por la cooperación y desarrollar el acuerdo
mutuo entre hombres libres.
Ideas fundamentales.
 El hombre es bueno por naturaleza. Ha nacido bueno, o potencialmente bueno,
pero las costumbres y las instituciones autoritarias le han corrompido. La religión,
la educación, la política y la vida económica han servido para pervertir la bondad
natural inherente a la humanidad.
 El hombre es un animal social y busca su plena realización mediante la
cooperación voluntaria y espontánea con los demás. La sociedad es natural, el
Estado, no; la búsqueda de la vida comunitaria es instintiva en todos los hombres.
 Las instituciones sociales vigentes —la propiedad privada y el Estado- son
instrumentos artificiales para que unos hombres exploten y corrompan a otros. La
autoridad bajo cualquiera de sus formas, incluso un gobierno democrático o un
sistema de economía socialista, embrutece al individuo.
 El cambio social debe ser espontáneo, directo y basado en las masas. Los partidos
políticos, los sindicatos y todos los movimientos organizados son producto de la
autoridad.
 Aunque pretendan la reforma e incluso la revolución, están constituidos de tal
forma que, en último extremo, vienen a reemplazar un mal por otro de signo
parecido. Un cambio significativo debe expresar, pues, los sentimientos naturales
de una masa de individuos autónomos que actúan sin una dirección externa.
 La civilización industrial, bajo cualquier forma de propiedad de los medios de
producción, envilece el espíritu humano. Las máquinas dominan al hombre,
reduciendo su personalidad y obstaculizando su capacidad de creación. Cualquier
sociedad basada en una estructura industrial está abocada a pervertir las
motivaciones e impulsos de los que viven en ella.
Teóricos del anarquismo: Godwin, Proudhon, Bakunin, Kropotkin.
-William Godwin (1756-1836). Tradicionalmente es considerado como el primer
teórico del anarquismo y también como un claro exponente del liberalismo inglés. Se
pregunta cómo es posible que el hombre haya avanzado tanto en el terreno intelectual y
técnico sin haber conseguido éxitos similares en la moral. En efecto, la guerra, la
pobreza, la explotación, el crimen y toda suerte de injusticias no han sido eliminadas por
la sociedad moderna. La profunda discrepancia entre el avance científico y el atraso
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moral se debe, en su opinión, a la existencia del gobierno, al control que ejerce sobre la
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vida social en todos los aspectos, que interfiere la participación de la razón como
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

mecanismo para corregir la injusticia. De ahí, que concluya planteando que cuando la
razón humana se halle en un marco social libre, acabará por imponerse.
Afirma que el poder ejerce, por su propia naturaleza, una influencia perniciosa,
pues los gobernantes tienden a abusar del poder para su beneficio egoísta. Esto acaba
por determinar la formación de grupos y clases que, al amparo del gobierno y por medio
de él, explotan a los demás creando un completo sistema de privilegios excluyentes.
Sólo podrá llegarse a la sociedad perfecta suprimiendo el Estado y sustituyéndolo por
pequeñas comunidades en las que no exista coacción desde arriba y los conflictos de
intereses sean resueltos por acuerdo voluntario. Para ello hay que empezar por suprimir
el clero, la aristocracia, la propiedad privada y todas las instituciones que sostienen al
Estado, y con él la fuente de todos los males sociales desaparecerá. Sintetizando, las tres
ideas centrales del pensamiento de Godwin son fe en el progreso, confianza en la innata
bondad del hombre y hostilidad frente al Estado.

-Pierre Joseph Proudhon (1809-1865). Como Godwin, fue partidario del anarquismo
sin violencia, haciendo de esta ideología un movimiento deliberado de masas, que
apoyado en la resistencia pasiva individual acabaría con el sistema estatal capitalista.
Propuso la sustitución del mecanismo capitalista de producción, distribución, consumo
y crédito, por las cooperativas, apostando por la utilización de bonos de trabajo en lugar
de dinero para impedir el enriquecimiento y el atesoramiento.
La doctrina social de Proudhon se basa en el principio de que la propiedad es un
robo, si se entiende como herramienta del sistema capitalista, porque él sí que acepta la
propiedad cuando es como parte connatural de la libertad individual. Propugna la
gradual desaparición del Estado mediante el federalismo económico, que engendraría el
federalismo político, basado en compañías obreras unidas en federaciones mutualistas
que garantizarían el equilibrio social.
El mutualismo ofrece al hombre la posibilidad de resolver el problema social sin
violencia y sin lucha de clases, que consiste en un intercambio en virtud del cual los
miembros asociados se garantizan recíprocamente servicio por servicio, crédito por
crédito. Desde su óptica, el federalismo es el único sistema compatible con el
mutualismo y a su vez el único sistema social que puede resolver la antinomia
autoridad-libertad, inherente a toda sociedad humana.
En Filosofía de la Miseria aparece elaborado más nítidamente su pensamiento
económico, oponiéndose claramente al marxismo por considerar que la clase
trabajadora, por la que era necesario luchar a fin de conseguir sus justas
reivindicaciones, sería tan perniciosa como las otras clases caso de conseguir el poder
absoluto. Marx acogió este escrito con una crítica mordaz y su respuesta puede
considerarse históricamente como el punto de inicio de la separación de anarquistas y
socialistas en el terreno de la teoría o reflexión social.
-Mijaíl Bakunin (1814-1876). Es una de las personalidades más significativas que
participaron en los grandes procesos de cambio que agitaron la sociedad rusa
decimonónica. Exiliado en Europa, trajo muchas de las ideas y tácticas revolucionarias
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que habían sido empleadas en su país de origen, por lo que Bakunin representa el
aspecto revolucionario de la llamada acción directa, dentro del movimiento y filosofía
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del anarquismo internacional. Su pensamiento está muy influido por las obras de
Fourier y Proudhon y por el libro de Lorenz Von Stein “El socialismo y el comunismo
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

en la Francia contemporánea”, aparecido en 1841. Estaba convencido de que la


destrucción total es el preludio necesario de la creación revolucionaria, que resolverá
dialécticamente las contradicciones estructurales del mundo a través de la justicia y la
armonía generadas. Añadió a su teoría de la destrucción su hostilidad contra todo poder
constituido.
Su filosofía política de la destrucción pasaba por la desaparición de todas las
instituciones, ya sean políticas, sociales o religiosas, para implantar una federación libre
de asociaciones independientes con iguales derechos e iguales privilegios. El medio de
alcanzar esta utopía anarquista sería la rebelión universal de la clase trabajadora y de los
estratos más bajos amparados bajo una disciplina férrea y sometida a una voluntad
única. En definitiva preconiza la abolición definitiva y completa de las clases sociales y
la igualdad económica y social de los individuos de ambos sexos. Apostó por la acción
directa de los sindicatos (huelga, boicot, sabotaje, ocupación de fábricas) para socializar
la tierra y los demás instrumentos de producción.
Sus planteamientos son radicalmente diferentes a los de Marx, por lo que el
enfrentamiento entre
ambos fue claro, especialmente en el seno de la I Internacional. Estas diferencias
políticas radicaban en que Bakunin proponía el control directo de la industria y la
agricultura por los obreros, mientras que Marx se inclinaba por la conquista del Estado
y la apropiación, por parte de éste, de los medios de producción. Además, su
planteamiento como anarquista era el de atacar el aparato estatal desde fuera y abolirlo
cuanto antes.
En palabras escritas por él se marca claramente la diferencia entre la política
marxista y la anarquista: “Los comunistas creen un deber organizar las fuerzas para
apoderarse del poder político de los estados. Los socialistas revolucionarios, en cambio,
se organizan con vistas a la destrucción o, si se quiere, decir con una palabra menos
fuerte, la liquidación de los estados. Los comunistas son partidarios del principio y de la
práctica de la autoridad. Los socialistas revolucionarios, en cambio, sólo confían en la
libertad. Los socialistas revolucionarios piensan que la humanidad se ha dejado mandar
demasiado tiempo, y que el origen de su infelicidad no está en una u otra forma de
gobierno, sino en el mismo hecho del gobierno, sea éste cual fuere”.

-Pedro Kropotkin (1842-1921). Príncipe ruso que empezó adquiriendo nombre como
científico dedicado a la geología, la geografía y la sociología. Es el escritor sistemático
y sereno del anarquismo, en claro contraste con la filosofía bakuninista. Su aportación
consiste en haber seguido la línea más científica señalada por Proudhon y haber
elaborado la versión anarquista del comunismo en su investigación histórica El apoyo
mutuo: factor de la evolución (publicada en 1902). Sin embargo, su influjo quedó más
circunscrito a los círculos intelectuales libertarios, mientras que el bakuninismo inspiró
el movimiento anarquista proletario y campesino.
En su obra propone un programa de organización social basado en la ayuda
mutua, y desarrollado bajo principios de racionalidad, eficiencia, eliminación de
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esfuerzos inútiles y explotación del progreso científico. Defensor de un planteamiento


económico fundado en la acción de las cooperativas, es la idea central de su comunismo
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federalista. La sociedad a la que aspiraba era la de las asociaciones libres, en la que los
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

medios de producción, lo mismo que los propios productos, serían poseídos en común y
repartidos entre los ciudadanos de acuerdo con sus necesidades.

3.5.- La doctrina social de la Iglesia Católica o Catolicismo social.


En la primera mitad del siglo XIX aparecen algunos católicos que captaron las
consecuencias del desarrollo del capitalismo. Desde su fe, Lacordaire, Ozonam,
Montalembert, Ketteler, Balmes, entre otros, intentaron proporcionar una respuesta
adecuada y trataron de esbozar soluciones al problema, más o menos efectivas. Ellos
fueron quienes impulsaron una decisión general de la Iglesia sobre el asunto. Hacía
tiempo que algunos católicos con inquietud social discutían sobre los caminos a seguir,
tanto doctrinales como prácticos, en el campo de las reivindicaciones laborales. En los
países pluriconfesionales se decidieron por la intervención del Estado, como el cardenal
Manning en Inglaterra o monseñor Ketteler, diputado en el Reichstag, que en 1873
presentó un proyecto de reglamentación general del trabajo. En los países católicos
como Francia o Bélgica, se oponían dos escuelas, la de Lieja, intervencionista, y la de
Angers, abstencionista.
La marginación creciente del catolicismo y de los aspectos religiosos en el
mundo industrial, provocó una creciente preocupación en la Iglesia que se vio agravada
por la progresiva difusión de las ideologías de clase, que de forma más o menos abierta
se declaraban antirreligiosas. Esa situación supuso una creciente separación entre la
Iglesia y las masas populares, por lo que distintos sectores eclesiásticos y algunos laicos
comenzaron a elaborar una respuesta que se concretaría en la denominada doctrina
social de la Iglesia. Por primera vez, el pontífice Pío IX en su encíclica Quanta Cura
(1864), apunta las consecuencias económicas negativas del liberalismo, centrándose
fundamentalmente en la condena de determinados aspectos ideológicos del sistema,
mucho más que en sus secuelas sociales y económicas. No obstante, el mundo católico y
la jerarquía eclesiástica tenían una postura muy conservadora aún en la segunda mitad
del siglo XIX; sirva de dato que en el Concilio Vaticano I (celebrado del 8-12-1869 al
20-10-1870) no se dio ninguna orientación sobre la cuestión social, nada se habló se las
injusticias de la clase obrera, ni de los problemas socioeconómicos.
Quien mostró su preocupación por la cuestión social fue León XIII que redactó la
encíclica Rerum Novarum (1891). En ella se dio un giro a la actitud pontificia respecto
al liberalismo, quedando establecida la posición del Vaticano en favor de la mejora de
las condiciones de vida y remuneración del trabajador, y su apoyo a una legislación
social como “cura de los males sociales”. Es verdaderamente la primera de las
encíclicas sociales que van a abordar el grave problema social de la ”cuestión obrera”
como la denominaba León XIII. Esta encíclica no fue más que un principio de doctrina
ya que la Iglesia no insistió con el mismo vigor en su prédica de justicia social desde
finales del siglo pasado hasta los tiempos de Pío XI con su Quadragesimo Anno (1931),
Juan XXIII con Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963), Pablo VI con
Populorum Progressio (1967), y de Juan Pablo II, con Laborem Exercens (1981) y
Centesimus Annus de 1991.
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La encíclica Rerum Novarum fue un documento famoso y comentado, pero muy


poco eficaz, por varias razones:
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-Apareció con excesivo retraso, 43 años después del Manifiesto comunista, por
ejemplo.
Tema 2. Historia Universal Contemporánea

-Su excesiva cautela, su vaguedad y su carácter no obligatorio, la dejaron


expuesta a toda clase de interpretaciones anuladoras dentro del mismo campo católico.
-Las clases trabajadoras, muy escarmentadas y con justa desconfianza de la
hermandad del Capitalismo-Poder-Iglesia, no se dejaron impresionar por el indeciso
documento, o mejor, lo ignoraron.
-La burguesía, reconciliada con la Iglesia y aceptado su magisterio de nuevo,
tampoco recibió con unánime alborozo la tímida reprimenda.
La encíclica Rerum Novarum analiza los cambios producidos por la
industrialización en la sociedad europea, conformando su núcleo la formulación de una
serie de principios doctrinales que los católicos deberían tener presentes a la hora de
colaborar activamente en la construcción de la nueva sociedad. En ella se parte del
principio de que es imposible el quitar de la sociedad civil todas las desigualdades y se
afirma la imprescindible necesidad de que las dos clases sociales existentes en ese
momento, burguesía y proletariado, tratasen de armonizar sus intereses. Al proletariado,
se recomendaba que no causara daños al capital ni a los capitalistas, y que cumpliese lo
pactado en libertad y justicia; a los capitalistas se les indicaba que respetasen la persona
humana y que no abusasen de sus trabajadores. Reconoció el derecho de los
trabajadores a asociarse, a sindicarse para la defensa de sus derechos y para la
protección de sus intereses, y reconoció la competencia del Estado para reducir y
eliminar la injusticia social a través de una intervención directa mediante la política
social. Asimismo, reconoció el derecho de propiedad y de posesión de los frutos del
trabajo, sin olvidar la función social que éstos debían de desempeñar.
Esta encíclica definía dos principios que se enfrentaban al determinismo
naturalista de la economía liberal, que son el carácter social tanto de la propiedad como
del salario. En consecuencia, se recusaba el principio marxista de la lucha de clases,
porque ambas clases estaban igualmente sujetas a derechos y deberes. Por su parte, el
Estado debería abandonar la cómoda postura que la doctrina liberal le había asignado y,
sin caer en el dirigismo, realizar un control de las funciones económicas, amparar al
pobre velando por el cumplimiento de la justicia distributiva, cuidar de la paz social y
hacer que se respetara la propiedad privada y el adecuado uso de ella. El Estado habría
de encargarse de respetar las organizaciones obreras, con tal de que no dañaran a la
honradez, la justicia o la seguridad de la sociedad civil; más aún, debería protegerlas
pero no entrometerse en lo intimo de su organización y disciplina.
Puede decirse en conjunto que las doctrinas cristianas y las organizaciones
católicas que surgieron para solventar el problema de las relaciones laborales obedece a
dos necesidades:
- La necesidad de prestar auxilios religiosos-morales, económicos y sociales a las masas
trabajadoras, evitando a la vez que cayeran bajo las influencias del anarquismo,
marxismo u otros socialismos.
- La necesidad de defender intereses profesionales sin tener que abdicar para ello de su
fe.
Una vez definida la línea social progresista de la Iglesia, ésta toma dos cursos
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políticos paralelos y próximos entre sí, aunque la actividad partidista los puso a veces
como competidores y adversarios en la demanda de votos electorales y en el ejercicio
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del gobierno, la democracia cristiana y el socialismo cristiano como partidos políticos.


Tema 2. Historia Universal Contemporánea

También, nacen sindicatos y otras numerosas organizaciones de inspiración cristiana,


mutualidades, oficinas de orientación profesional, cooperativas, entre otras.

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