Está en la página 1de 32

ANEXO I.

Material del alumnado: El Realismo español

TEMA “EL REALISMO ESPAÑOL”

Contenido:
 La Modernidad como contexto histórico-cultural de la corriente realista: manifestaciones
de la Modernidad y el poder de la mirada moderna.
 Manifiestos del Realismo español y la configuración de los espacios urbanos modernos.
Una literatura al servicio del Estado.
 Consumo monetario y corporal en el Realismo español.
 El Naturalismo literario.
 Corrientes filosóficas del Realismo-Naturalismo literario.
 Emilia Pardo Bazán, la condesa rebelde.
 Textos principales: La desheredada (1881) y La de Bringas (1884) de Benito Pérez Galdós,
La Tribuna (1883) y Los Pazos de Ulloa (1886-1887) de Emilia Pardo Bazán y La Regenta
(1885) de Leopoldo Alas Clarín.

Periodización del siglo XIX:

1
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

SESIÓN PRIMERA

“La Modernidad como contexto histórico-cultural de la corriente realista”

En esta sesión elaboraremos, a partir del material aportado, un contexto


histórico-cultural de la novela realista que nos servirá como apoyo para la realización de
las tareas evaluables del tema.

TAREA 1: La Modernidad y sus manifestaciones.


CARACTERÍSTICAS DE LA
Las siguientes imágenes revelan algunas MODERNIDAD
características de la Modernidad. De manera -Revolución Industrial
conjunta, describamos qué observamos en ellas y -Desarrollo científico. Positivismo y
ciencia empirista
con cuál de los ítems recogidos en el recuadro
-Transición a la vida urbana
podemos relacionarlas. Anota las ideas principales
-Auge de las Naciones-Estado
de cada una de las imágenes.
-Poder creciente de la burguesía
-Desarrollo del capitalismo

Rue de Paris, temps de pluie de Gustave Caillebotte, 1877

A Cotton Office in New Orleans de Edgar Degas, 1873

La autopsia de Enrique Simonet, 1890

La batalla de Tetuán de Dionisio Fierros, 1894


2

La fundición de Adolph Von Menzel, 1850


ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

TAREA 2: El poder de la mirada moderna

Durante el siglo XIX, la mirada se configuró como forma de poder. Debido a


ello, surgieron numerosos sistemas de control basados en la vigilancia y en la
observación de los ciudadanos. Los espectáculos sociales se desarrollaron sobre todo
como espectáculos visuales y la literatura también se decantó por la observación
detallada de los espacios en los que transcurrían los hechos, así como de sus personajes.
A partir del comentario oral de estas imágenes, lee el texto propuesto e identifica qué
cuestiones sobre la mirada se elaboran en él como técnica narrativa:

Paseando por la calle Larios de Mariano Bertruchi, finales de siglo XIX

Mujer de negro en la ópera de Mary Cassat, 1874

Projection manual of the Company Mazo, 1880

The Morgue at Paris. The last scene of a tragedy Gabinete anatómico de Madrid, imagen publicada en
La Ilustración el 21 de julio de 1849

3
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

Vista aérea del Eastern State Penitentiary de


John Havilland, 1855

Exposición Universal, Londres, 1851

Texto 1: fragmento de la novela La Tribuna (1883) de Emilia Pardo Bazán.

Al sentar el pie en la calle,


La Tribuna es una novela de la escritora Amparo respiró anchamente. El sol,
realista/naturalista Emilia Pardo Bazán. En ella se
llegado al zenit, lo alegraba todo. En los
narra la historia de una cigarrera de la Fábrica de
umbrales de las puertas los gatos,
Tabacos de Marineda (ciudad inventada por la autora
acurrucados, presentaban el lomo al
como trasunto de A Coruña) que, harta de las
condiciones de las trabajadoras, decide manifestarse benéfico calorcillo, guiñando sus pupilas
por sus derechos y termina configurándose como de tigre y roncando de gusto. Las gallinas
icono de la Primera República. iban y venían escarbando. La bacía del
barbero, colgada sobre la muestra y
rodeada de una sarta de muelas rancias
ya, brillaba como plata. Reinaba la
soledad, los vecinos se habían ido a misa
o de bureo, y media docena de párvulos,
confiados al Ángel de la Guarda, se
solazaban entre el polvo y las
inmundicias del arroyo, con la chola
descubierta y expuestos a un tabardillo.
Amparo se arrimó a una de las ventanas
bajas, y tocó en los cristales con el puño
cerrado. Abriéronse las vidrieras, y se vio
la cara de una muchacha pelinegra y
descolorida, que tenía en la mano una
almohadilla de labrar donde había
clavados infinidad de menudos alfileres.

4
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

-¡Hola!
-¿Hola, Carmela, andas con la labor a vueltas? -pues es día de misa.
-Por eso me da rabia... contestó la muchacha pálida, que hablaba con cierto
ceceo, propio de los puertecitos de mar en la provincia de Marineda.
-Sal un poco, mujer... vente conmigo.
-Hoy... ¡quién puede! Hay un encargo... diez y seis varas de puntilla para una
señora del barrio de Arriba... El martes se han de entregar sin falta.
Carmela se sentó otra vez con su almohadilla en el regazo, mientras los hombros
de Amparo se alzaban entre compasivos e indiferentes, como si murmurasen -«Lo de
costumbre»-. Apartose de allí, y sus pies descendieron con suma agilidad la escalinata
deAlegoría de la República por Tomás Padró, 1874
la plaza de Abastos, llena a la sazón de cocineras y vendedoras, y enhebrándose por
entre cestas de gallinas, de huevos, de quesos, salió a la calle de San Efrén, y luego al
atrio de la iglesia, donde se detuvo deslumbrada.
Cuanto lujo ostenta un domingo en una capital de provincia se veía reunido ante
el pórtico, que las gentes cruzaban con el paso majestuoso de personas bien trajeadas y
compuestas, gustosas en ser vistas y mutuamente resueltas a respetarse y a no promover
empujones. Hacían cola las señoras aguardando su turno, empavesadas y solemnes, con
mucha mantilla de blonda, mucho devocionario de canto dorado, mucho rosario de oro
y nácar, las madres vestidas de seda negra, las niñas casaderas, de colorines vistosos. Al
llegar a los postigos que más allá del pórtico daban entrada a la nave, había crujidos de
enaguas almidonadas, blandos empellones, codazos suaves, respiración agitada de
damas obesas, cruces de rosarios que se enganchaban en un encaje o en un fleco, frases
de miel con su poco de vinagre, como -ay, usted dispense... A mí me empujan, señora,
por eso yo... No tire usted así, que se
romperá el adorno... Perdone usted.
Deslizose Amparo entre el La escritora Emilia Pardo Bazán (1851-1921), condesa de
grupo de la buena sociedad Pardo Bazán fue una de las novelistas más afamadas de la
época. Se considera la máxima exponente del Naturalismo
marinedina, y se introdujo en el
español y la crítica feminista la estudia como una de las
templo. Hacia el presbiterio se mayores defensoras de los derechos de la mujer en el
colocaban las señoritas, arrodilladas contexto literario de finales de siglo.
con estudio, a fin de no arrugarse los
trapos de cristianar, y como tenían la
cabeza baja, veíanse blanquear sus
nucas, y alguna estrecha suela de
elegante botita remangaba los
pliegues de las faldas de seda. El
centro de la nave lo ocupaba el
piquete y la banda de música militar,
en correcta formación. A ambos
lados, filas de hombres, que miraban
al techo o a las capillas laterales,
como si no supiesen qué hacer de los
ojos. De pronto lució en el altar mayor la vislumbre de oro y colores de una casulla de
tisú; quedó el concurso en mayor silencio; las damas abrieron sus libros con las

5
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

enguantadas manos, y a un tiempo murmuró el sacerdote Introito y rompió en sonoro


acorde la charanga, haciendo oír las profanas notas de Traviatta, cabalmente los
compases ardientes y febriles del dúo erótico del primer acto. El son vibrante de los
metales añadía intensidad al canto, que, elevándose amplio y nutrido hasta la bóveda,
bajaba después a extenderse, contenido, pero brioso, por la nave y el crucero, para cesar,
de repente, al alzarse la hostia; cuando esto sucedió, la marcha real, poderosa y
magnífica, brotó de los marciales instrumentos, sin que a intervalos dejase de
escucharse en el altar el misterioso repiqueteo de la campanilla del acólito.
A la salida, repetición del desfile: junto a la pila se situaron tres o cuatro de los
que ya no se llamaban dandys ni todavía gomosos, sino pollos y gallos, haciendo
ademán de humedecer los dedos en agua bendita, y tendiéndolos bien enjutos a las
damiselas para conseguir un fugaz contacto de guantes vigilado por el ojo avizor de las
mamás. Una vez en el pórtico, era lícito levantar la cabeza, mirar a todos lados, sonreír,
componerse furtivamente la mantilla, buscar un rostro conocido y devolver un saludo.
Tras el deber, el placer; ahora la selecta multitud se dirigía al paseo, convidada de la
música y de la alegría de un benigno domingo de marzo, en que el sol sembraba la
regocijada atmósfera de átomos de oro y tibios efluvios primaverales. Amparo se dejó
llevar por la corriente y presto vino a encontrarse en el paseo.
No tenía entonces
Marineda el parque inglés que,
andando el tiempo, hermoseó su
recinto: y las Filas, donde se
daban vueltas durante las mañanas
de invierno y las tardes de verano,
eran una estrecha avenida,
pavimentada de piedra, de una
parte guarnecida por alta hilera de
casas, de otra por una serie de
bancos que coronaban toscas
estatuas alegóricas de las
Estaciones, de las Virtudes, mutiladas y privadas de manos y narices por la travesura de
los muchachos. Sombreaban los asientos acacias de tronco enteco, de clorótico follaje
(cuando Dios se lo daba); sepultadas entre piedras por todos lados, como prisionero en
torre feudal. A la sazón carecían de hojas, pero la caricia abrasadora del sol impelía a la
savia a subir, a las yemas a hincharse. Las desnudas ramas se recortaban sobre el limpio
matiz del firmamento, y a lo lejos el mar, de un azul metálico, como pavonado,
reposaba, viéndose inmóviles las jarcias y arboladura de los buques surtos en la bahía, y
quietos hasta los impacientes gallardetes de los mástiles. Ni un soplo de brisa, ni nada
que desdijese de la apacibilidad profunda y soñolienta del ambiente.
Caído el pañuelo y recibiendo a plomo el sol en la mollera, miraba Amparo con
gran interés el espectáculo que el paseo presentaba. Señoras y caballeros giraban en el
corto trecho de las Filas, a paso lento y acompasado, guardando escrupulosamente la
derecha. La implacable claridad solar azuleaba el paño negro de las relucientes levitas,
suavizaba los fuertes colores de las sedas, descubría las menores imperfecciones de los

Las Cigarreras de Gonzalo Bilbao, 1915 6


ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

cutis, el salseo de los guantes, el sitio de las antiguas puntadas en la ropa reformada ya.
No era difícil conocer al primer golpe de vista a las notabilidades de la ciudad: una fila
de altos sombreros de felpa, de bastones de roten o concha con puño de oro, de gabanes
de castor, todo puesto en caballeros provectos y seriotes, revelaba claramente a las
autoridades, regente, magistrados, segundo cabo, gobernador civil; seis o siete
pantalones gris perla, pares de guantes claros y flamantes corbatas denunciaban a la
dorada juventud; unas cuantas sombrillas de raso, un ramillete de vestidos que
trascendían de mil leguas a importación madrileña, indicaban a las dueñas del cetro de
la moda. Las gentes pasaban, y volvían a pasar, y estaban pasando continuamente, y a
cada vuelta se renovaba la misma profesión por el mismo orden.

SESIÓN SEGUNDA

“Introducción al Realismo español”

En las siguientes dos sesiones, vamos a leer textos de las obras realistas más
representativas. A partir de su lectura, trataremos de dilucidar cuáles son las
características de esta corriente literaria y qué técnicas narrativas distinguen a sus
autores. En esta sesión prestaremos especial atención a los prólogos de las obras ya que
estos suelen configurarse como manifiestos poéticos en los que se revela el interés por
los temas y su tratamiento. También analizaremos la construcción de los espacios en la
novela realista atendiendo al desarrollo de la vida urbana y a la dicotomía campo-
ciudad.

TAREA 3: Leemos los siguientes prólogos o manifiestos literarios para identificar


qué temas aparecen recurrentemente en la novela realista.

La Gaviota (1849) es una novela de costumbres,


Anuncio de La Gaviota de Fernán Caballero escrita por Cecilia Böhl de Faber bajo el pseudónimo
masculino de Fernán Caballero. No se estudia como
El martes de la próxima semana empezaremos a
novela realista propiamente sino como un
publicar La Gaviota, novela original española,
antecedente a esta corriente. En ella ya se observan
y que puede llamarse propiamente de
muchas características de lo que posteriormente se
costumbres por contener una pintura fiel y
asentaría como el Realismo español. La novela narra
altamente expresiva de las verdaderas
la historia de María, una joven campesina que gracias
costumbres de nuestra nación, como se
a su prodigiosa voz logra llamar la atención de un
observan en las clases y personas preservadas
joven burgués que decide casarse con ella y
hasta ahora del contagio de la imitación trasladarla a Sevilla donde la muchacha conocerá los
extranjera (El Heraldo, 4-05-1849: 1). entresijos de la ciudad y será juzgada por su
condición.

Prólogo a Un viaje para novios (1881) 7de Emilia Pardo Bazán

¡Oh, y cuán sano y hermoso es nuestro realismo nacional, tradición


gloriosísima del arte hispano! ¡Nuestro realismo, el que ríe y llora en la Celestina,
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

La nación como materia novelable

Discurso de entrada en la Real Academia Española


Durante el Realismo español, los hitos
de Benito Pérez Galdós en 1897
nacionales fueron, a menudo, material
literario. Este interés por los hechos ¿Qué he de deciros de la Novela, sin apuntar alguna
históricos relacionados con España observación crítica sobre los ejemplos de este soberano
respondía precisamente a un proyecto arte en tiempos pasados y presentes, de los grandes
de legitimación de los nuevos Estados- ingenios que lo cultivaron en España y fuera de ella, de
nación (en España el Estado empieza a su desarrollo en nuestros días, del inmenso favor
configurarse a raíz de la Guerra de
alcanzado por este encantador género en Francia e
Independencia y la proclama
Inglaterra, nacionalidades maestras en esta como en
constitucionalista de 1812). Un ejemplo
otras cosas del humano saber? Imagen de la vida es la
de este interés por la historia nacional
Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir
sería la extensa obra Episodios
los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo
Nacionales de Benito Pérez Galdós, que
grande y lo pequeño, las almas y las fisionomías, todo
se inicia con la Guerra de
lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea,
Independencia.
y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas,
que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña
los últimos trazos externos de personalidad: todo esto
sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza
entre la exactitud y la belleza de la reproducción (Pérez
Galdós, 1897, p.8).

Los fusilamientos del 3 de mayo,


de Francisco de Goya, 1813-1814

8
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

TAREA 4: Los siguientes textos presentan la configuración realista de los espacios.


Leámoslos detenidamente, señalando cómo actúa la mirada moderna en estas
descripciones y de qué manera se consigue la identificación entre personaje y espacio.
Un término muy usado por la crítica literaria para el estudio de las ciudades en la
literatura realista fue el de “geografía moral”. A partir de la lectura de estos fragmentos,
trata de inventar un significado a ese concepto.

Texto 2: inicio de la novela La Regenta (1884-1885) de Leopoldo Alas Clarín.

La heroica ciudad dormía la siesta.


El viento Sur, caliente y perezoso, La Regenta (1884-1885) del escritor Leopoldo Alas

empujaba las nubes blanquecinas que se Clarín es una de las novelas más icónicas de finales de
siglo y se considera representante del Naturalismo
rasgaban al correr hacia el Norte. En las
español, corriente estrechamente ligada al Realismo,
calles no había más ruido que el rumor
si no inserta en él. La obra narra la historia de Ana
estridente de los remolinos de polvo, Ozores, una joven muchacha de origen noble, que
trapos, pajas y papeles que iban de arroyo tiempo después de contraer matrimonio con Víctor
en arroyo, de acera en acera, de esquina Quintana, regente de la ciudad de Vetusta, se ve
en esquina revolando y persiguiéndose, envuelta en los idilios amorosos de otros dos
como mariposas que se buscan y huyen y hombres; el donjuanesco personaje Álvaro Mesía y el
que el aire envuelve en sus pliegues nuevo confesor de la protagonista, el Magistral

invisibles. Cual turbas de pilluelos, Fermín de Pas. En una sociedad en la que todos
comentan y opinan sobre la vida ajena, Ana Ozores
aquellas migajas de la basura, aquellas
deberá sortear las pesquisas del resto de personajes,
sobras de todo se juntaban en un montón,
así como sus disquisiciones morales y religiosas.
parábanse como dormidas un momento y
brincaban de nuevo sobresaltadas, El éxito de la novela fue tal que en Oviedo, ciudad que
dispersándose, trepando unas por las se esconde tras el sobrenombre de Vetusta, hay
paredes hasta los cristales temblorosos de numerosas referencias a la obra. La más
los faroles, otras hasta los carteles de característica, quizás, es la estatua de Ana Ozores,
papel mal pegado a las esquinas, y había levemente volteada hacia la puerta de la catedral, en

pluma que llegaba a un tercer piso, y actitud de espera:

arenilla que se incrustaba para días, o


para años, en la vidriera de un escaparate,
agarrada a un plomo.
Vetusta, la muy noble y leal
ciudad, corte en lejano siglo, hacía la
digestión del cocido y de la olla podrida,
y descansaba oyendo entre sueños el
monótono y familiar zumbido de la
campana de coro, que retumbaba allá en
lo alto de la esbelta torre en la Santa
Basílica. La torre de la catedral, poema
romántico de piedra, delicado himno, de

9
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

dulces líneas de belleza muda y perenne,


era obra del siglo diez y seis, aunque antes
comenzada, de estilo gótico, pero, cabe
decir, moderado por un instinto de
prudencia y armonía que modificaba las
vulgares exageraciones de esta
arquitectura. La vista no se fatigaba
contemplando horas y horas aquel índice
de piedra que señalaba al cielo; no era una
de esas torres cuya aguja se quiebra de
sutil, más flacas que esbeltas, amaneradas,
como señoritas cursis que aprietan
demasiado el corsé; era maciza sin perder
nada de su espiritual grandeza, y hasta sus
segundos corredores, elegante balaustrada,
subía como fuerte castillo, lanzándose
desde allí en pirámide de ángulo gracioso,
inimitable en sus medidas y proporciones. Como haz de músculos y nervios la piedra
enroscándose en la piedra trepaba a la altura, haciendo equilibrios de acróbata en el aire;
y como prodigio de juegos malabares, en una punta de caliza se mantenía, cual
imantada, una bola grande de bronce dorado, y encima otra más pequeña, y sobre esta
una cruz de hierro que acababa en pararrayos.
[…] Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las
alturas. Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y los
campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la
montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de
cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. Cuando
iba a las aldeas acompañando al Obispo en su visita, siempre había de emprender, a pie
o a caballo, como se pudiera, una excursión a lo más empingorotado. En la provincia,
cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre
nubes; pues a los más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más
robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez
de fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los
pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas
leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si
fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un
milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol,
mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas
se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego y en sus
ojos dardos. En Vetusta no podía saciar esta pasión; tenía que contentarse con subir
algunas veces a la torre de la catedral. […] El Magistral, olvidado de los campaneros,
paseaba lentamente sus miradas por la ciudad escudriñando sus rincones, levantando
con la imaginación los techos, aplicando su espíritu a aquella inspección minuciosa,
como el naturalista estudia con poderoso microscopio las pequeñeces de los cuerpos. No

10
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

miraba a los campos, no contemplaba la lontananza de montes y nubes; sus miradas no


salían de la ciudad.
Vetusta era su pasión y su presa. Mientras los demás le tenían por sabio teólogo,
filósofo y jurisconsulto, él estimaba sobre todas su ciencia de Vetusta. La conocía
palmo a palmo, por dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado
los rincones de las conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de
la heroica ciudad era gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que sólo quiere
estudiar, sino como el gastrónomo que busca los bocados apetitosos; no aplicaba el
escalpelo sino el trinchante.
[…] Don Fermín contemplaba la ciudad. Era una presa que le disputaban, pero
que acabaría de devorar él solo. ¡Qué! ¿También aquel mezquino imperio habían de
arrancarle? No, era suyo. Lo había ganado en buena lid. ¿Para qué eran necios?
También al Magistral se le subía la altura a la cabeza; también él veía a los vetustenses
como escarabajos; sus viviendas viejas y negruzcas, aplastadas, las creían los vanidosos
ciudadanos palacios y eran madrigueras, cuevas, montones de tierra, labor de topo...
¿Qué habían hecho los dueños de aquellos palacios viejos y arruinados de la Encimada
que él tenía allí a sus pies? ¿Qué habían hecho? Heredar. ¿Y él? ¿Qué había hecho él?
Conquistar.

Texto 3: fragmento de novela La desheredada (1881) de Benito Pérez Galdós.

Al penetrar en las calles


bulliciosas, cuya vida y animación La desheredada (1881) de Benito Pérez Galdós narra la
historia de Isidora Rufete, una joven desclasada que
convidan a los placeres y a intentar
persigue, a toda costa, demostrar su linaje aristócrata.
gratas aventuras, sintió la joven que se
Esta búsqueda incansable la llevará, entre telas y lujos, a
amenguaba su profundísimo pesar,
perder la razón y sumergirse en el turbio Madrid de la
como el dolor agudo que cede a la apariencia.
energía narcótica del calmante. Se
sintió halagada por el contacto de la El autor, Benito Pérez Galdós, uno de los autores
sociedad; percibió en su cerebro como españoles más canónicos de la literatura, escribió
un saludo de bienvenida, y voces numerosas novelas y se convirtió en el gran exponente del
simpáticas llamándola a otro mundo y Realismo. Entre las más afamadas están sus Episodios
Nacionales (1873-1875), La desheredada (1881), La de
esfera para ella desconocida. Y como
Bringas (1884) o Fortunata y Jacinta (1885-1886). Escribió
la humana soberbia afecta desdeñar lo
más de una treintena de novelas, además de cuentos,
que no puede obtener, en su interior
ensayos, artículos…
hizo un gesto de desprecio a todo el
pasado de ilusiones despedazadas y
muertas. Ella también despreciaba una
corona. También ella era una reina
que se iba.
Adelante. La Puerta del Sol,
latiendo como un corazón siempre
alborozado, le comunicó su vivir

11
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

rápido y anheloso. Allí se cruzan las ansiedades; la sangre social entra y sale, llevando
las sensaciones o sacando el impulso. Madrid, a las ocho y media de la noche, es un
encanto, abierto bazar, exposición de alegrías y amenidades sin cuento. Los teatros
llaman con sus rótulos de gas, las tiendas atraen con el charlatanismo de sus escaparates,
los cafés fascinan con su murmullo y su tibia atmósfera en que nadan la dulce pereza y
la chismografía. El vagar de esta hora tiene todos los atractivos del paseo y las
seducciones del viaje de aventuras. La gente se recrea en la gente.
Isidora observó que en ella renacía, dominando su ser por entero, aquel su afán
de ver tiendas, aquel apetito de comprar todo, de probar diversos manjares, de conocer
las infinitas variedades del sabor fisiológico y dar satisfacción a cuantos anhelos
conmovieran el cuerpo vigoroso y el alma soñadora. Se miraba en los cristales, y se
detenía larguísimos ratos delante de las tiendas, como si escogiera. No paraba mientes
en el susurro de los grupos, que decían: «El Rey se aburre, el Rey se va».
A la entrada de la calle de la Montera la animación era, como siempre, excesiva.
Es la desembocadura de un río de gente que se atraganta contenido por una marea
humana que sube. A Isidora le gustaba aquella noche, sin saber por qué, el choque de
las multitudes y aquel frotamiento de codos. Sus nervios saltaban, heridos por las mil
impresiones repetidas del codazo, del roce, del empujón, de las cosas vistas y deseadas.
El piso húmedo, untado de una especie de jabón negro, era resbaladizo; pero ella se
sostenía bien, y en caso de apuro se colgaba del protector brazo de su padrino. El ruido
era infernal. Subían los carros de la carne con las movibles cortinas de cuero chorreando
sangre, y su enorme pesadez estremecía el suelo. Los carreteros apaleaban a las mulas.
Bajaban coches de lujo, cuyos cocheros gritaban para evitar el desorden y los atropellos.
Deteníanse los vehículos atarugados, y la gente, refugiándose en las aceras, se estrujaba
como en los días de pánico. La tienda del viejo Schropp detenía a los transeúntes. Como
se acercaba Carnaval, todo era cosa de máscaras, disfraces, caretas. Estas llenaban los
bordes de las ventanas y puertas, y la pared de la casa mostraba una fachada de muecas.
Enfrente, el escaparate del Marabini, lleno de magníficos brillantes, manifestaba al
público tentadoras riquezas.

Texto 4: fragmento de La Tribuna (1883) de Emilia Pardo Bazán.

Deslizose Amparo entre el grupo de la buena sociedad marinedina, y se


introdujo en el templo. Hacia el presbiterio se colocaban las señoritas, arrodilladas con
estudio, a fin de no arrugarse los trapos de cristianar, y como tenían la cabeza baja,
veíanse blanquear sus nucas, y alguna estrecha suela de elegante botita remangaba los
pliegues de las faldas de seda. El centro de la nave lo ocupaba el piquete y la banda de
música militar, en correcta formación. A ambos lados, filas de hombres, que miraban al
techo o a las capillas laterales, como si no supiesen qué hacer de los ojos. De pronto
lució en el altar mayor la vislumbre de oro y colores de una casulla de tisú; quedó el
concurso en mayor silencio; las damas abrieron sus libros con las enguantadas manos, y
a un tiempo murmuró el sacerdote Introito y rompió en sonoro acorde la charanga,
haciendo oír las profanas notas de Traviatta, cabalmente los compases ardientes y

12
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

febriles del dúo erótico del primer acto. El son vibrante de los metales añadía intensidad
al canto, que, elevándose amplio y nutrido hasta la bóveda, bajaba después a extenderse,
contenido, pero brioso, por la nave y el crucero, para cesar, de repente, al alzarse la
hostia; cuando esto sucedió, la marcha real, poderosa y magnífica, brotó de los
marciales instrumentos, sin que a intervalos dejase de escucharse en el altar el
misterioso repiqueteo de la campanilla del acólito.
A la salida, repetición del desfile: junto a la pila se situaron tres o cuatro de los
que ya no se llamaban dandys ni todavía gomosos, sino pollos y gallos, haciendo
ademán de humedecer los dedos en agua bendita, y tendiéndolos bien enjutos a las
damiselas para conseguir un fugaz contacto de guantes vigilado por el ojo avizor de las
mamás. Una vez en el pórtico, era lícito levantar la cabeza, mirar a todos lados, sonreír,
componerse furtivamente la mantilla, buscar un rostro conocido y devolver un saludo.
Tras el deber, el placer; ahora la selecta multitud se dirigía al paseo, convidada de la
música y de la alegría de un benigno domingo de marzo, en que el sol sembraba la
regocijada atmósfera de átomos de oro y tibios efluvios primaverales. Amparo se dejó
llevar por la corriente y presto vino a encontrarse en el paseo.
No tenía entonces Marineda el parque inglés que, andando el tiempo, hermoseó
su recinto: y las Filas, donde se daban vueltas durante las mañanas de invierno y las
tardes de verano, eran una estrecha avenida, pavimentada de piedra, de una parte
guarnecida por alta hilera de casas, de otra por una serie de bancos que coronaban toscas
estatuas alegóricas de las Estaciones, de las Virtudes, mutiladas y privadas de manos y
narices por la travesura de los muchachos. Sombreaban los asientos acacias de tronco
enteco, de clorótico follaje (cuando Dios se lo daba); sepultadas entre piedras por todos
lados, como prisionero en torre feudal. A la sazón carecían de hojas, pero la caricia
abrasadora del sol impelía a la savia a subir, a las yemas a hincharse. Las desnudas
ramas se recortaban sobre el limpio matiz del firmamento, y a lo lejos el mar, de un azul
metálico, como pavonado, reposaba, viéndose inmóviles las jarcias y arboladura de los
buques surtos en la bahía, y quietos hasta los impacientes gallardetes de los mástiles. Ni
un soplo de brisa, ni nada que desdijese de la apacibilidad profunda y soñolienta del
ambiente.
Caído el pañuelo y recibiendo a plomo el sol en la mollera, miraba Amparo con
gran interés el espectáculo que el paseo presentaba. Señoras y caballeros giraban en el
corto trecho de las Filas, a paso lento y acompasado, guardando escrupulosamente la
derecha. La implacable claridad solar azuleaba el paño negro de las relucientes levitas,
suavizaba los fuertes colores de las sedas, descubría las menores imperfecciones de los
cutis, el salseo de los guantes, el sitio de las antiguas puntadas en la ropa reformada ya.
No era difícil conocer al primer golpe de vista a las notabilidades de la ciudad: una fila
de altos sombreros de felpa, de bastones de roten o concha con puño de oro, de gabanes
de castor, todo puesto en caballeros provectos y seriotes, revelaba claramente a las
autoridades, regente, magistrados, segundo cabo, gobernador civil; seis o siete
pantalones gris perla, pares de guantes claros y flamantes corbatas denunciaban a la
dorada juventud; unas cuantas sombrillas de raso, un ramillete de vestidos que
trascendían de mil leguas a importación madrileña, indicaban a las dueñas del cetro de

13
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

la moda. Las gentes pasaban, y volvían a pasar, y estaban pasando continuamente, y a


cada vuelta se renovaba la misma profesión por el mismo orden.

Texto 5: fragmento de la novela Los Pazos de Ulloa (1886-1887) de Emilia


Pardo Bazán.

Transcurrido algún tiempo de


Los Pazos de Ulloa (1886-1887) es una de las obras más vida familiar con suegro y cuñadas, don
conocidas de su autora, Emilia Pardo Bazán, y trata la
Pedro echó de menos su huronera. No
historia de los habitantes de los pazos del marqués de
se acostumbraba a la metrópoli
Ulloa. La novela se considera uno de los grandes
arzobispal. Ahogábanle las altas tapias
exponentes del naturalismo español y presenta a la
perfección la dicotomía campo-ciudad. Su protagonista verdosas, los soportales angostos, los
es un bondadoso capellán destinado a los pazos de edificios de lóbrego zaguán y escalera
Ulloa con el objetivo de conducir al marqués hacia el sombría, que le parecían calabozos y
matrimonio. En ellos, sin embargo, se encontrará con mazmorras. Fastidiábale vivir allí donde
todo un sistema feudal que le impedirá llevar a cabo su tres gotas de lluvia meten en casa a todo
misión civilizadora. el mundo y engendran instantáneamente
La historia continúa en una segunda novela, La madre
una triste vegetación de hongos de seda,
naturaleza (1887).
de enormes paraguas. Le incomodaba la
Ambas obras tienen una adaptación cinematográfica
perenne sinfonía de la lluvia que se
que puedes visualizar al completo en el siguiente
enlace. Se trata de una mini-serie, emitida por RTVE:
deslizaba por los canalones abajo o
https://youtu.be/l6v93mdkfXg retiñía en los charcos causados por la
depresión de las baldosas. Quedábanle
dos recursos no más para combatir el
tedio: discutir con su suegro o jugar un rato en el Casino. Ambas cosas le produjeron en
breve, no hastío, pues el verdadero hastío es enfermedad moral propia de los muy
refinados y sibaritas de entendimiento, sino irritación y sorda cólera, hija de la secreta
convicción de su inferioridad. […]Don Pedro se levantaba de repente, rechazando su
silla con energía, y, haciendo temblar el piso bajo su andar fuerte, se largaba al Casino,
donde las mesas de tresillo funcionaban día y noche.
Tampoco allí se encontraba bien. Sofocábale cierta atmósfera intelectual, muy
propia de ciudad universitaria. Compostela es pueblo en que nadie quiere pasar por
ignorante, y comprendía el señorito cuánto se mofarían de él y qué chacota se le
preparaba, si se averiguase con certeza que no estaba fuerte en ortografía ni en otras ías
nombradas allí a menudo. Se le sublevaba su amor propio de monarca indiscutible en
los Pazos de Ulloa al verse tenido en menos que unos catedráticos acatarrados y
pergaminosos, y aun que unos estudiantes troneras, con las botas rojas y el cerebro
caliente y vibrante todavía de alguna lectura de autor moderno, en la Biblioteca de la
Universidad o en el gabinete del Casino. Aquella vida era sobrado activa para la cabeza
del señorito, sobrado entumecida y sedentaria para su cuerpo; la sangre se le requemaba
por falta de esparcimiento y ejercicio, la piel le pedía con mucha necesidad baños de
aire y sol, duchas de lluvia, friegas de espinos y escajos, ¡plena inmersión en la
atmósfera montés!

14
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

No podía sufrir la nivelación social que impone la vida urbana; no se habituaba a


contarse como número par en un pueblo, habiendo estado siempre de nones en su
residencia feudal. ¿Quién era él en Santiago? Don Pedro Moscoso a secas; menos aún:
el yerno del señor de la Lage, el marido de Nucha Pardo. El marquesado allí se había
deshecho como la sal en el agua, merced a la malicia de un viejecillo, miembro del
maldiciente triunvirato, a quien correspondía, por su acerada y prodigiosa memoria y
años innumerables, el ramo de averiguación y esclarecimiento de añejos sucedidos, así
como al más joven, que conocemos ya, tocaban las investigaciones de actualidad,
viniendo a ser cronista el uno y analista el otro de la metrópoli.

SESIÓN TERCERA

“El Realismo español al servicio del Estado e introducción al naturalismo”

En esta sesión vamos a investigar de qué modo la corriente literaria del realismo
se sometió a los designios de la Modernidad y, consecuentemente, a los intereses del
nuevo Estado-nación. Igualmente, observaremos cómo el naturalismo literario se
introdujo en España gracias al auge del positivismo y de la ciencia empirista.

TAREA 5: Consumo monetario y corporal. Leemos los siguientes fragmentos e


identificamos qué claves literarias legitimaron el desarrollo de la sociedad de consumo.
Atendemos especialmente a los personajes femeninos. ¿Por qué crees que son ellos los
que asumen mayor responsabilidad en esta cuestión del consumo? Trata de relacionarlo
con la idea de Nación y con el hecho de que las mujeres no se consideraban en la época
sujetos políticos, provistos de derechos.

Durante la Modernidad se desarrolló un nuevo sistema


La desheredada (1881) de Benito
económico: el capitalismo de consumo, basado no en el valor
Pérez Galdós
inherente de la moneda, sino en las fluctuaciones del
Siguieron hablando de otras cosas, y mercado. En el éxito de este nuevo sistema económico, la
avanzaban poco en su paseo, porque novela realista contribuyó ampliamente desarrollando la

Isidora se detenía ante los escaparates ansiedad de consumo, casi siempre vinculada a personajes
femeninos envilecidos. El consumo, además, no se contentó
para ver y admirar lo mucho y vario
solamente con la circulación de objetos sino también con la
que en ellos hay siempre. También era
de los cuerpos: pensemos en la prostitución o el adulterio,
motivo de sus detenciones el deseo
grandes temas de la novela realista. En muchos de estos
oculto de mirarse en los cristales, pues
fragmentos podrás observar una identificación objetos-
es costumbre de las mujeres, y aun en
personajes femeninos. Dado que las mujeres no eran sujetos
los hombres, echarse una ojeada en las
políticos porque no estaban reconocidas como “ciudadanos
vitrinas, para ver si van tan bien como
de la Nación” (acordémonos del poema de Carolina
suponen o pretenden. Coronado, “Libertad”, leído en el tema del Romanticismo) su
15 era objetual, es decir, la de ser objetos de
función
intercambio.
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

La Regenta (1885-1886) de Leopoldo Alas Clarín

En Vetusta llueve casi todo el año, y los pocos días buenos se aprovechan para respirar el aire libre.
Pero los paseos no están concurridos más que los días de fiesta. Las señoritas pobres, que son las más,
no se resignan a enseñar el mismo vestido una tarde y otra y siempre. De noche es otra cosa; se sale
de trapillo, se recorre la parte nueva, la calle del Comercio, la plaza del Pan, que tiene soportales,
aunque muy estrechos, el boulevard un poco más tarde, cuando ya está durmiendo la chusma. Y el
pretexto es comprar algo.

Auge de la moda en el siglo XIX La de Bringas (1884) de Benito Pérez Galdós

Pero si el santo varón estaba en su hueco de


La moda experimentó un gran
ventana, zambullido en el microcosmos de la obra de pelo,
desarrollo durante el siglo XIX. La
las dos damas se encerraban en el Camón, y allí se
distinción entre moda masculina y
femenina se acentuó dado que la
despachaban a su gusto sin testigos. Tiraba Rosalía de los
primera se dirigió hacia la sobriedad cajones de la cómoda suavemente para no hacer ruido;
absoluta y la segunda, influenciada por sacaba faldas, cuerpos pendientes de reforma, pedazos de
la moda francesa, hacia la tela cortada o por cortar, tiras de terciopelo y seda; y
voluptuosidad. El afán por el consumo poniéndolo todo sobre un sofá, sobre sillas, baúles o en el
se dirigió pronto hacia las telas y la suelo si era necesario; empezaba un febril consejo sobre lo
construcción fetichista del cuerpo a que se debía hacer para lograr el efecto mejor y más
través de la ropa también afectó llamativo dentro de la distinción. Estos consejos no tenían
mayoritariamente a las mujeres. término, y si se tomara acta de ellos ofrecería un curioso
registro enciclopédico de esta pasión mujeril que hace en
el mundo más estragos que las revoluciones. Las dos
hablaban en voz baja para que no se enterase Bringas, y
era su cuchicheo rápido, ahogado, vehemente, a términos
franceses que matizaban este coloquio se despegaban del
tejido de nuestra lengua; pero aunque sea clavándolos con
alfileres, los he de sujetar para que el exótico idioma de
los trapos no pierda su genialidad castiza.

La desheredada (1881) de Benito Pérez Galdós

En la puerta, las vendedoras de flores entorpecían el paso de la gente, y alargaban sus manos
con puñados de rosas y otras florecillas, gritando: «Un ramito de olor...». «Cuatro cuartos de rosas».
Isidora compró rosas para acompañarse de su delicado aroma por todo el camino que pensaba
recorrer. Al punto empezó a ver escaparates, solicitada de tanto objeto bonito, rico, suntuoso. Esta era
su delicia mayor cuando a la calle salía, y origen de vivísimos apetitos que conmovían su alma,
dándole juntamente ardiente gozo y punzante martirio. Sin dejar de contemplar su faz en el vidrio
para ver qué tal iba, devoraba con sus ojos las infinitas variedades y formas del lujo y de la moda.

¡Cuántas invenciones del capricho, cuántas pompas reales o superfluidades llamativas! Aquí las
soberbias telas, tan variadas y ricas que la Naturaleza misma no ofreciera mayor riqueza y variedad;
allí las joyas que resplandecen, asombradas de su propio
16 mérito, en los estuches negros...; más lejos
ricas pieles, trapos sin fin, corbatas, chucherías que enamoran la vista por su extrañeza, objetos en
que se adunan el arte inventor y la dócil industria, poniendo a contribución el oro, la plata, el níquel,
el cuero de Rusia, la celuloide, la cornalina, el azabache, el ámbar, el latón, el caucho, el coral, el
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

TAREA 6: El consumo del cuerpo. Los sistemas de vigilancia y el control del cuerpo a
través de la corriente naturalista. Comentamos las siguientes imágenes y textos en
relación con el naturalismo.

El Naturalismo se considera producto del


Gaëtan Gatian de Clérambault, Passion
positivismo y la ciencia empírica, desarrollada
erótique des étoffes chez la femme, durante finales del siglo XIX. Su propuesta literaria
Archives d’Anthropologie Criminelle. se debe al escritor francés Zola y en España fue
adaptada, sobre todo, por Emilia Pardo Bazán, no
Caso primero. -Histeria. -Tendencia a la
solo en sus novelas sino también en sus artículos
depresión. -Frigidez declarada. Delirio de
que aparecieron recogidos en una obra ensayística
tocar. Pasión por la seda. -Impulsos
titulada La cuestión palpitante (1882).
cleptomaníacos con participación genésica.
Esbozos de perversiones sexuales en sus
La propuesta literaria naturalista, al menos en
sueños (homosexualidad, masoquismo,
España, no puede desligarse del Realismo dado que
bestialismo). -Algofilia simple.
ambas convivieron en la misma época y,
generalmente, en las mismas producciones.

La desheredada (1881) de Benito Pérez


Galdós

Al desembocar el ya crecido
ejército en la plaza de las Peñuelas, centro
del barrio, agregose una chiquillería
formidable. Eran los dos nietos de la Tía
Gordita, los cuatro hijos de Ponce el
buñolero, las del sacamuelas y otros
Clasificación criminal según Lombroso. muchos. Mayor variedad de aspecto y de
La medición de cráneos. fachas en la unidad de la inocencia
picaresca no se ha visto jamás. Había caras
lívidas y rostros siniestros entre la
muchedumbre de semblantes alegres. El
raquitismo heredado marcaba con su sello
amarillo multitud de cabezas, inscribiendo
la predestinación del crimen. Los cráneos
achatados, los pómulos cubiertos de
granulaciones y el pelo ralo, ponían una
máscara de antipatía sobre las siempre
interesantes facciones de la niñez.

17
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

Texto 6: fragmento de Los Pazos de Ulloa (1886-1887) de Emilia Pardo Bazán.

-Muchas gracias... -pronunció el médico


encendiendo un habano-. Por ahora estamos a ver
El higienismo se desarrolló como
venir. La señora es novicia, y no muy fuerte... A
corriente social durante la época:
las mujeres se les da en las ciudades la educación consideraba la enfermedad como un
más antihigiénica: corsé para volver angosto lo fenómeno social y fue uno de los
que debe ser vasto; encierro para producir la grandes regulacionistas del cuerpo. En
clorosis y la anemia; vida sedentaria, para este fragmento observamos que el
ingurgitarlas y criar linfa a expensas de la discurso higienista del médico se centra,
sangre... Mil veces mejor preparadas están las sobre todo, en el cuerpo del personaje
aldeanas para el gran combate de la gestación y femenino.
alumbramiento, que al cabo es la verdadera
función femenina.
Siguió explanando su teoría, queriendo manifestar que no ignoraba las más
recientes y osadas hipótesis científicas, alardeando de materialismo higiénico,
ponderando mucho la acción bienhechora de la madre naturaleza. Veíase que era mozo
inteligente, de bastante lectura y determinado a lidiar con las enfermedades ajenas; mas
la amarillez biliosa de su rostro, la lividez y secura de sus delgados labios, no prometían
salud robusta. Aquel fanático de la higiene no predicaba con el ejemplo. Asegurábase
que tenía la culpa el ron y una panadera de Cebre, con salud para vender y regalar
cuatro doctores higienistas.
Don Pedro chupaba también con ensañamiento su cigarro y rumiaba las palabras
del médico, que por extraño caso, atendida la diferencia entre un pensamiento relleno de
ciencia novísima y otro virgen hasta de lectura, conformaban en todo con su sentir.
También el hidalgo rancio pensaba que la mujer debe ser principalmente muy apta para
la propagación de la especie. Lo contrario le parecía un crimen. Acordábase mucho,
mucho, con extraños remordimientos casi incestuosos, del robusto tronco de su cuñada
Rita. También recordó el nacimiento de Perucho, un día que Sabel estaba amasando. Por
cierto que la borona que amasaba no hubiera tenido tiempo de cocerse cuando el
chiquillo berreaba ya diciendo a su modo que él era de Dios como los demás y
necesitaba el sustento. Estas memorias le despertaron una idea muy importante.
-Diga, Máximo... ¿le parece que mi mujer podrá criar?
Máximo se echó a reír, saboreando el ron.
-No pedir gollerías, señor don Pedro... ¡Criar! Esa función augusta exige
complexión muy vigorosa y predominio del temperamento sanguíneo... No puede criar
la señora.
-Ella es la que se empeña en eso -dijo con despecho el marqués-; yo bien me figuré
que era un disparate... por más que no creí a mi mujer tan endeble... En fin, ahora
tratamos de que no nazca el niño para rabiar de hambre. ¿Tendré tiempo de ir a
Castrodorna? La hija de Felipe el casero, aquella mocetona, ¿no sabe usted?...

18
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

-¿Pues no he de saber? ¡Gran vaca! Tiene usted ojo médico... Y está parida de dos
meses. Lo que no sé es si los padres la dejarán venir. Creo que son gente honrada en su
clase y no quieren divulgar lo de la hija.
[…] -No me han dejado criarla, Julián... Manías del señor de Juncal, que aplica la
higiene a todo, y vuelta con la higiene, y dale con la higiene... Me parece a mí que no
iba a morirme por intentarlo dos meses, dos meses nada más. Puede que me encontrase
mejor de lo que estoy, y no tuviese que pasar un siglo clavada en este sofá, con el
cuerpo sujeto y la imaginación loca y suelta por esos mundos de Dios... Porque así, no
gozo descanso: siempre se me figura que el ama me ahoga la niña, o me la deja caer.
Ahora estoy contenta, teniéndola aquí cerquita.
[…]
No era la primera vez que observaba Julián, desde el parto, gran tristeza en la
señorita. El capellán había recibido una carta de su madre que encerraba quizás la clave
de los disgustos de Nucha. Parece que la señorita Rita había engatusado de tal manera a
la tía vieja de Orense, que ésta la dejaba por heredera universal, desheredando a su
ahijada. Además, la señorita Carmen estaba cada día más chocha por su estudiante, y se
creía en el pueblo que, si don Manuel Pardo negaba el consentimiento, la chica saldría
depositada. También pasaban cosas terribles con la señorita Manolita: don Víctor de la
Formoseda la plantaba por una artesana, sobrina de un canónigo. En fin, misia Rosario
pedía a Dios paciencia para tantas tribulaciones (las de la casa de Pardo eran para misia
Rosario como propias). Si todo esto había llegado a oídos de Nucha por conducto de su
marido o de su padre, no tenía nada de extraño que suspirase así. Por otra parte, ¡el
decaimiento físico era tan visible! Ya no se parecía Nucha a más Virgen que a la
demacrada imagen de la Soledad. Juncal la pulsaba atentamente, le ordenaba alimentos
muy nutritivos, la miraba con alarmante insistencia.
Atendiendo a la niña, Nucha se reanimaba. Cuidábala con febril actividad. Todo se
lo quería hacer ella, sin ceder al ama más que la parte material de la cría.
[…]
En Nucha, el espectáculo producía las ondas impresiones de la luna de miel maternal,
exaltadas por un temperamento nervioso y una sensibilidad ya enfermiza.

SESIÓN CUARTA

“Las corrientes filosóficas de la época y su influencia en el Realismo-Naturalismo


literario”

En esta sesión observaremos de qué manera los textos se hicieron eco de las
corrientes filosóficas más relevantes del momento:

19
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

 Positivismo: solo se admite como verdadero lo descubierto mediante la


observación rigurosa y la experimentación; se rechaza la especulación pura.
Rechaza el romanticismo.
 Determinismo: el destino del hombre está marcado por su herencia genética y
por la influencia del medio social en el que se desarrolla su vida. Determinismo
biológico/ determinismo social.
 Marxismo: primer movimiento obrero que aboga por la lucha de clases y la
revolución obrera para acabar con el modelo socioeconómico burgués.

TAREA 7: Leemos los siguientes fragmentos y tratamos de identificar cuál se


corresponde en mayor medida a cada una de las corrientes filosóficas explicadas.

Texto 7: última parte de Los Pazos de Ulloa (1886-1887) de Emilia Pardo Bazán

Julián se detuvo ante la cruz. Estaba viejo realmente, y también más varonil:
algunos rasgos de su fisonomía delicada se marcaban, se delineaban con mayor firmeza;
sus labios, contraídos y palidecidos, revelaban la severidad del hombre acostumbrado a
dominar todo arranque pasional, todo impulso esencialmente terrestre. La edad viril le
había enseñado y dado a conocer cuánto es el mérito y debe ser la corona del sacerdote
puro. Habíase vuelto muy indulgente con los demás, al par que severo consigo mismo.
Al pisar el atrio de Ulloa notaba una impresión singularísima. Parecíale que alguna
persona muy querida, muy querida para él, andaba por allí, resucitada, viviente,
envolviéndole en su presencia, calentándole con su aliento. ¿Y quién podía ser esa
persona? ¡Válgame Dios! ¡Pues no daba ahora en el dislate de creer que la señora de
Moscoso vivía, a pesar de haber leído su esquela de defunción! Tan rara alucinación era,
sin duda, causada por la vuelta a Ulloa, después de un paréntesis de dos lustros. ¡La
muerte de la señora de Moscoso! Nada más fácil que cerciorarse de ella... Allí estaba el
cementerio. Acercarse a un muro coronado de hiedra, empujar una puerta de madera, y
penetrar en su recinto.
Era un lugar sombrío, aunque le faltasen los lánguidos sauces y cipreses que tan
bien acompañan con sus actitudes teatrales y majestuosas la solemnidad de los
camposantos. Limitábanlo, de una parte, las tapias de la iglesia; de otra, tres murallones
revestidos de hiedra y plantas parásitas; y la puerta, fronteriza a la de entrada por el
atrio, la formaba un enverjado de madera, al través del cual se veía diáfano y remoto
horizonte de montañas, a la sazón color de violeta, por la hora, que era aquella en que el
sol, sin calentar mucho todavía, empieza a subir hacia su zenit, y en que la naturaleza se
despierta como saliendo de un baño, estremecida de frescura y frío matinal. Sobre la
verja se inclinaba añoso olivo, donde nidaban mil gorriones alborotadores, que a veces
azotaban y sacudían el ramaje con su voleteo apresurado; y hacíale frente una enorme
mata de hortensia, mustia y doblegada por las lluvias de la estación, graciosamente

20
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

enfermiza, con sus mazorcas de desmayadas flores azules y amarillentas. A esto se


reducía todo el ornato del cementerio, mas no su vegetación, que por lo exuberante y
viciosa ponía en el alma repugnancia y supersticioso pavor, induciendo a fantasear si en
aquellas robustas ortigas, altas como la mitad de una persona, en aquella hierba crasa,
en aquellos cardos vigorosos, cuyos pétalos ostentaban matices flavos de cirio, se
habrían encarnado, por misteriosa transmigración, las almas, vegetativas también en
cierto modo, de los que allí dormían para siempre, sin haber vivido, sin haber amado,
sin haber palpitado jamás por ninguna idea elevada, generosa, puramente espiritual y
abstracta, de las que agitan la conciencia del pensador y del artista. Parecía que era
sustancia humana -pero de una humanidad ruda, primitiva, inferior, hundida hasta el
cuello en la ignorancia y en la materia- la que nutría y hacía brotar con tan enérgica
pujanza y savia tan copiosa aquella flora lúgubre por su misma lozanía. Y en efecto, en
el terreno, repujado de pequeñas eminencias que contrastaban con la lisa planicie del
atrio, advertía a veces el pie durezas de ataúdes mal cubiertos y blanduras y molicies
que infundían grima y espanto, como si se pisaran miembros flácidos de cadáver. Un
soplo helado, un olor peculiar de moho y podredumbre, un verdadero ambiente
sepulcral se alzaba del suelo lleno de altibajos, rehenchido de difuntos amontonados
unos encima de otros; y entre la verdura húmeda, surcada del surco brillante que dejan
tras sí el caracol y la babosa, torcíanse las cruces de madera negra fileteadas de blanco,
con rótulos curiosos, cuajados de faltas de ortografía y peregrinos disparates. Julián, que
sufría la inquietud, el hormigueo en la planta de los pies que nos causa la sensación de
hollar algo blando, algo viviente, o que por lo menos estuvo dotado de sensibilidad y
vida, experimentó de pronto gran turbación: una de las cruces, más alta que las demás,
tenía escrito en letras blancas un nombre. Acercóse y descifró la inscripción, sin pararse
en deslices ortográficos: «Aquí hacen las cenizas de Primitibo Suarez, sus parientes y
amijos ruegen a Dios por su alma»... El terreno, en aquel sitio, estaba turgente,
formando una eminencia. Julián murmuró una oración, desvióse aprisa, creyendo sentir
bajo sus plantas el cuerpo de bronce de su formidable enemigo. Al punto mismo se alzó
de la cruz una mariposilla blanca, de esas últimas mariposas del año que vuelan
despacio, como encogidas por la frialdad de la atmósfera, y se paran en seguida en el
primer sitio favorable que encuentran. La siguió el nuevo cura de Ulloa y la vio posarse
en un mezquino mausoleo, arrinconado entre la esquina de la tapia y el ángulo entrante
que formaba la pared de la iglesia.
Allí se detuvo el insecto, y allí también Julián, con el corazón palpitante, con la
vista nublada, y el espíritu, por vez primera después de largos años, trastornado y
enteramente fuera de quicio, al choque de una conmoción tan honda y extraordinaria,
que él mismo no hubiera podido explicarse cómo le invadía, avasallándole y sacándole
de su natural ser y estado, rompiendo diques, saltando vallas, venciendo obstáculos,
atropellando por todo, imponiéndose con la sobrehumana potencia de los sentimientos
largo tiempo comprimidos y al fin dueños absolutos del alma porque rebosan de ella,
porque la inundan y sumergen. No echó de ver siquiera la ridiculez del mausoleo,
construido con piedras y cal, decorado con calaveras, huesos y otros emblemas fúnebres
por la inexperta mano de algún embadurnador de aldea; no necesitó deletrear la
inscripción, porque sabía de seguro que donde se había detenido la mariposa, allí

21
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

descansaba Nucha, la señorita Marcelina, la santa, la víctima, la virgencita siempre


cándida y celeste. Allí estaba, sola, abandonada, vendida, ultrajada, calumniada, con las
muñecas heridas por mano brutal y el rostro marchito por la enfermedad, el terror y el
dolor... Pensando en esto, la oración se interrumpió en labios de Julián, la corriente del
existir retrocedió diez años, y en un transporte de los que en él eran poco frecuentes,
pero súbitos e irresistibles, cayó de hinojos, abrió los brazos, besó ardientemente la
pared del nicho, sollozando como niño o mujer, frotando las mejillas contra la fría
superficie, clavando las uñas en la cal, hasta arrancarla...
Oyó risas, cuchicheos, jarana alegre, impropia del lugar y la ocasión. Se volvió y se
incorporó confuso. Tenía delante una pareja hechicera, iluminada por el sol que ya
ascendía aproximándose a la mitad del cielo. Era el muchacho el más guapo adolescente
que puede soñar la fantasía; y si de chiquitín se parecía al Amor antiguo, la
prolongación de líneas que distingue a la pubertad de la infancia le daba ahora
semejanza notable con los arcángeles y ángeles viajeros de los grabados bíblicos, que
unen a la lindeza femenina y a los rizados bucles asomos de graciosa severidad varonil.
En cuanto a la niña, espigadita para sus once años, hería el corazón de Julián por el
sorprendente parecido con su pobre madre a la misma edad: idénticas largas trenzas
negras, idéntico rostro pálido, pero más mate, más moreno, de óvalo más puro, de ojos
más luminosos y mirada más firme. ¡Vaya si conocía Julián a la pareja! ¡Cuántas veces
la había tenido en su regazo!
Sólo una circunstancia le hizo dudar de si aquellos dos muchachos encantadores
eran en realidad el bastardo y la heredera legítima de Moscoso. Mientras el hijo de
Sabel vestía ropa de buen paño, de hechura como entre aldeano acomodado y señorito,
la hija de Nucha, cubierta con un traje de percal, asaz viejo, llevaba los zapatos tan
rotos, que puede decirse que iba descalza.

Texto 8: fragmento de La Tribuna (1884) de Emilia Pardo Bazán

En la calle de los Castros estaba Carmela, la encajerita, descolorida como


siempre y ocupada en oír de boca de Amparo el relato de los sucesos de la víspera.
Asomada Carmela al tablero, disimulaba su talle encorvado ya por la habitual labor;
pero no sus ojos ribeteados y cansados de fijarse en la blancura del hilo. No obstante su
atareado vivir, la encajera gastaba humor apacible e inalterable y poseía la dulzura de
las personas melancólicas, una benevolencia claustral. Amparo narraba animadamente;
los delegados de Cantabria habían desembarcado entre inmenso gentío que llenaba el
muelle y la ribera: ella pensó por la mañana alumbrar en la octava de San Hilario; pero
¡qué octava ni octava!, en cuanto supo la venida del buque, allá se plantó, en el
desembarcadero, abriéndose calle a codazos... Los delegados son unos señores...,
¡vaya!, de mucho trato y de mucho mundo: ¡saludan a todos y se ríen para todos!,
¡republicanos de corazón, ea! (y aquí Amparo se descargó una puñalada en el pecho). A
la señora María, la Rinchona, mira tú, porque dijo que les quería dar la mano, la
abrazaron a vista de todo Dios... luego los había acompañado al Círculo Rojo, y oído la
serenata, y el discurso que echó uno de ellos... ¡un viejo que parece un santo!, y otro...
un señor serio, de mal color...
22
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

-¿Y qué tal, predican bien?


-¡Dicen cosas... que se le hace a uno agua la boca de oírlas! Quisiera yo que
estuviesen allí los que creen que la federal trae desgracias y belenes. El viejo no habló
sino de que ya no había tiranía... de que todo se iba a arreglar con moralidad y
atención... de que nos quisiésemos mucho los republicanos, porque ya todo ha de ser
concordia entre los hombres.
-Tú tienes un memorión... A mí se me
La labor artesanal que desempeña la encajerita iría el santo al cielo. Mi memoria es de
remite a la corriente “Arts and Crafts” promovida
gallo. Y el otro, ¿qué dijo?
por el británico William Morris para enfrentar la
-El otro, el otro... el otro habla
industrialización y el nuevo sistema económico
despacio, pero echa unos términos, que a
basado en la sobreproducción. Este escritor,
escultor, arquitecto y activista socialista desempeñó
veces cuesta caro entenderlo... Predicó
un gran trabajo en el ámbito del diseño artesanal. mucho de nuestros derechos y del trabajo,
y de lo que representa esta Unión del
Norte... y de que las clases trabajadoras, si
se unen, pueden con las demás... Habían de
venir allí arrastrados de las orejas los que
piensan que los republicanos dicen cosas
malas. No señor, allí se cantaba clarito lo
que somos, paz, libertad, trabajo, honradez
y la cara y las manos muy limpias.
-Dime una cosa, mujer.
-Más que sean dos.
-¿Y qué significa eso de república
federal?
-Significa... ¿qué ha de significar,
repelo? Lo que predicaron esos.
-Pero no me hice bien de cargo...
¿Qué más tiene eso que el gobierno que
hay ahora?
-Tiene, tiene, tiene... tiene que Madrí no se nos monte encima, y que haya
honradez, paz, libertá, trabajo...
-Pero... vamos, una pregunta, por preguntar, mujer. ¿No decían cuando vino el
barullo de la revolución el año pasado, que nos iban a dar todo eso? Conforme aquellos
no lo dieron también podrá cuadrar que no lo den estotros.
-No puede ser, y no, y no, porque estos son otros hombres de otra manera, que
miran por el bien del pueblo... No digas tontadas.
La encajerita se rió con su risa tenue.
-No, si lo que vienen a dar es trabajo, por acá no falta... Y digo yo y preguntando
otra vez, si es verdá que quitan la estancación del tabaco, vamos a ver, ¿cómo os valéis
las cigarreras? Pidiendo limosna.
-¡Esa es una burrada de las gordas! -exclamó Amparo, fuerte ya en la controversia
del punto concreto-. Oye y atiende, mujer, te lo voy a poner claro como el sol. Ahora el
Gobierno nos tiene allí sujetas, ¿no es eso? Ganamos lo que a él se le antoja; si vienen,

23
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

un suponer, buenas consignas, porque vienen, y si no, fastidiarse. Él chupa y engorda y


se hace de oro, y nosotras, infelices, lo sudamos. Que se desestanca, que se desestancó:
¡ala con ella!, las reinas somos nosotras, las que tenemos nuestra habilidad en los dedos;
con nosotras han de venir a batir el consumidor y el estanquero, y si a mano viene, el
ministro del ramo... ¿Aún no entendiste, tercona?
Meneaba suavemente la cabeza la encajerita, mientras los hilos de la labor se
deslizaban, se cruzaban, se entretejían a través de sus dedos, y los palillos de boj,
chocando unos contra otros, hacían una musiquilla flauteada.
-Es que... tú pintas las cosas... Pero dime.
-¡Qué porfiosa del dianche!
-Dime con verdad... ¿Falta ahora gente que pretenda entrar en la Fábrica?
-¡Faltar! ¡Más empeños andan danzando!
-Pues, catá... El día que quiten la estancación se echa medio mundo a trabajar en
cigarros, y habiendo mucho quien trabaje, el trabajo anda por los suelos de barato. ¿Qué
me está pasando a mí? Empezó la tía a hacer encajes, y le salieron dos o tres de
Portomar a poner la competencia... porque ahora son mucha moda estas puntillas, hasta
para pañuelos; lo que estoy rematando es un pañuelo.
Descubrió ufana su almohadilla alzando un pañizuelo que velaba parte de labor
terminada ya, y viose una afiligranada crestería, un alicatado de hilo, donde el menudo
dibujo se desplegaba en estrellitas microscópicas, en finos rombos, en exquisitos
rectángulos, todo ello unido con arte y gracia formando primorosa orla. Amparo aprobó.
-Está muy bonito -dijo.
-Pues con todo y que se lleva tanto, como ya somos muchas a menear los
palitroques, hay que arreglar los precios... Yo -murmuró suspirando levemente- no
puedo hacer más; a veces trabajo con luz, pero no me lo resisten los ojos, y así me
arrimo cuando más puedo al tablero hasta que no se ve el día... La tía también se quedó
medio ciega; ya ni puntillas gordas hace: sólo sirve para ir por las casas a vender lo que
yo trabajo...
Batida en el terreno crematístico, Amparo tocó otra cuerda para seguir hablando de
lo que la gustaba; que no se le cocía el pan en el cuerpo hasta desembuchar cuanto había
visto y esperaba ver.
-¡El día que lleguen por tierra los delegados de Cantabrialta... se prepara una
buena! ¿No sabes?
-¿Mucha fiesta?
-Los han de esperar con coches... Y... -Amparo se detuvo, bajando la voz para
acrecentar el efecto de la estupenda noticia- les iremos a alumbrar con hachas.
-¡Ave María de gracia! ¿Qué me dices, mujer? ¿Alumbrarles como a los santos?
-Andando.
-¿Y quién? ¿Las de la Fábrica?
-Ajá. Una ristra de ellas. Ya estamos habladas.
-¿Van tus amigas?... ¿Aquellas dos?...
-¡Espera por ellas! No, mujer, no. Ana, como trata con un capitán mercante, no se
quiere rebajar a que la vean alumbrando; dice que cuando llegue la Bella Luisa la

24
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

avergonzaría su marino... ¡Y aquella tonta de Guardiana tuvo valor a decirme que ella
sólo cogería un hacha para ir en la procesión de Nuestra Señora de la Guardia!
-Pues yo digo otro tanto... más que te enfades, mujer. ¡Vaya unos dioses y unas
imágenes que vais a llevar en procesión! Eso parece cosa de idólatras. Alumbrar
solamente a las cosas de la iglesia, el veático, las octavas...
-Calla, que eres más nea que los neos.
-¡Y para el favor que me están haciendo a mí esos señores que predican la libertá!
¡Dicen que van a echar a todas las monjas a la calle y a no dejar convento con convento!
Amparo retrocedió tres pasos, se puso en jarras, enarcó las cejas, y después se
persignó media docena de veces, con extraña prontitud.
-Me valga San... ¿Pero tú hablas formal, mujer? ¿Te quieres meter en aquella
prisión por toda, toda, toda la vida? Arreniégote.
-Querer, quiero... ¡Ay! Quise desde que fui así pequeñita... Pero ¡bah!, ¡no puedo!
¿Dónde me van a recibir ahora sin el dote? ¡Buenas están las monjas para meterse en
despilfarros! ¿Y yo, cómo he de juntar el dote, dime tú? Si pido, nadie me dará... A no
ser que Dios me mande una sorpresa...
-Mujer, rica no soy; pero un par de duros aún no me hacen falta para comer mañana
-dijo espontáneamente Amparo.
La pálida sonrisa de la encajerita alumbró su rostro.
-Se estima la voluntá... Necesito una atrocidá de dinero para el caso, y ya sé que
juntar, no lo he de juntar nunca... En fin, paciencia nos dé Dios.
-¿Y tú estarías a gusto presa entre cuatro paredes?
-Bien presa vivo yo desde que acuerdo... Siquiera los conventos tienen huerta, y
vería uno árboles y verduras que le alegrasen el corazón.

Texto 9: Prólogo a Misericordia (1897) de Benito Pérez Galdós

En Misericordia me propuse Émile Zola (padre y representante del


descender a las capas íntimas de la Naturalismo francés):
sociedad matritense, describiendo y
Puesto que la medicina, que era un arte, se está
presentando los tipos más humildes, la
convirtiendo en una ciencia, ¿por qué la
suma pobreza, la mendicidad profesional,
literatura no ha de convertirse también en una
la vagancia viciosa, la miseria dolora casi ciencia gracias al método experimental? El
siempre, en algunos casos picaresca o observador constata pura y simplemente los
criminal… Para esto hube de emplear fenómenos que tiene ante sus ojos y tiene que
largos meses en observaciones y estudios ser el fotógrafo de los fenómenos […] Pero
directos del natural, visitando las una vez constatado y observado el hecho, llega
guardias de gente mísera o maleante que la idea, interviene el razonamiento y aparece el
se alberga en los populosos barrios del experimentador para interpretarlo.
sur de Madrid. Acompañado de policías
escudriñé las “casas de dormir” de las calles de Mediodía Grande y el Bastero, y para
penetrar en las repugnantes viviendas donde celebran sus ritos nauseabundos los más
rebajados prosélitos de Baco y Venus, tuve que disfrazarme de médico de la Higiene

25
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

municipal. No me bastaba eso para observar los espectáculos más tristes de la


degradación humana, y solicitando la amistad de algunos administradores de las casas
que aquí llamamos “de corredor”, donde hacinadas viven las familias del proletariado
ínfimo, pude ver de cerca la pobreza honrada y los más desolados episodios del dolor y
la abnegación en las capitales populosas.

TAREA 8: Después de las 7 tareas en las que hemos podido


TAREA DE SÍNTESIS DEL acercarnos a los textos literarios del Realismo español y al
CONTENIDO Y contexto histórico-cultural en que estos fueron producidos,
COMENTARIO CRÍTICO: ahora nos toca convertirnos en filólogos y describir el
ENTREGABLE periodo estudiado a partir del material que hemos estado
manejando. Haciendo uso de todas las anotaciones,
actividades y comentarios planteados en clase, tenemos que
elaborar un cuadro sinóptico de las características del
Realismo español, teniendo en cuenta que el Naturalismo también se desarrolló de
manera convergente a esta corriente literaria. Las características que inventemos (siete u
ocho como mínimo) deberán estar fundamentadas en las tareas anteriores y no en lo que
encontremos en internet u otros libros de texto ya que lo más interesante de esta tarea es
cuestionar cómo se ha estudiado el Realismo español tradicionalmente proponiendo una
mejora entre todos y todas.

Además de este cuadro sinóptico, deberá elaborarse un comentario de texto (2-


3 páginas) de un solo fragmento (el que cada uno desee de los textos que tienen el
símbolo del pergamino y aparecen numerados). El comentario de texto deberá ser
coherente con nuestro cuadro sinóptico personal y se centrará en el análisis de los
elementos más característicos del Realismo.

Para el cuadro sinóptico aconsejo dividir las características entre “temas” y


“técnicas narrativas o retórica” y para el comentario de texto, remito a los apuntes sobre
“cómo elaborar un comentario de texto”: introducción (fecha, autor, corriente estética),
búsqueda de una o más hipótesis, argumentación de esa o esas hipótesis y conclusiones
críticas finales; quien así lo quiera puede añadir también una valoración personal.

El cuadro sinóptico deberá estar esbozado para la sesión sexta. El comentario de


texto se entregará al final del tema junto al cuadernillo y demás actividades.

SESIÓN QUINTA Y SESIÓN SEXTA

26
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

“Sesión de cine: La condesa rebelde”

En esta sesión visualizaremos La condesa rebelde, una película española de


2011 dirigida por Zaza Ceballos que cuenta la vida de Emilia Pardo Bazán. En este
enlace puedes ver el tráiler: https://vimeo.com/ondemand/emiliapardobazan.

TAREA 9: Reseña crítica de la película.

GUÍA PARA ESCRIBIR UNA RESEÑA:


1. Introducción: argumento, dirección, actores, año de emisión.
TAREA DE REDACCIÓN
2. Análisis del guion, de la fotografía, de la actuación de los personajes.
CRÍTICA. RESEÑA DE
3. Elaborar una opinión crítica sobre la trama.
UNA PELÍCULA: ¿Qué es lo que más me ha gustado?
ENTREGABLE ¿Qué opino de su personaje principal?
¿Cuáles han sido las secuencias que más me han llamado la atención? ¿Y
por qué?

SESIÓN SÉPTIMA

“Análisis crítico del Realismo español y su transmisión en el estudio literario.


Actualización del tema: La Modernidad no ha muerto”

TAREA 10: Comparación entre nuestros cuadros sinópticos sobre el Realismo español
y las siguientes definiciones tomadas de dos libros de texto diferentes:

¿Qué diferencias hay? ¿Por qué crees que al estudio literario le interesa que
aprendamos siempre de la misma manera, sin cuestionar las interpretaciones que se han
ido elaborando de los distintos periodos? ¿Cómo podríamos relacionar esta idea con el
canon literario?

Según Anaya, 2015:

27
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

Según Oxford, 2009:

Tarea de
actualización del
TAREA 11: Regresemos a las imágenes de la Tarea 1 y 2. tema: entregable
Ahora busquemos fotografías u obras pictóricas actuales que se

28
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

puedan relacionar con ellas. Adjúntalas en el cuadernillo con un breve comentario que
argumente que la Modernidad no ha muerto. Seguimos siendo modernos… Compartiré
en el blog las más representativas para que puedan verlas vuestros compañeros y
compañeras.

EVALUACIÓN

ENTREGABLES (70% de la nota del tema). Pueden entregarse en formato online si no


hemos podido imprimir el cuadernillo o a mano. Antes de entregar, hay que rellenar la
autoevaluación (no con una nota exacta pero sí con un breve comentario de nuestro
trabajo). Entregar una semana después de la última sesión.

ENTREGRABLE % AUTOEVALUACIÓN EVALUACIÓN


DEL ALUMNO/A PROFESORA
10%

Cuadernillo

Tarea 8: tarea de 30%


síntesis del contenido
y comentario crítico

Tarea 9: tarea de 10%


redacción crítica:
reseña de una película

10%

Tarea 11: tarea de


actualización del tema

10%

Tarea de creación.

Actividades +1,5
voluntarias para subir
nota.

29
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

Parámetros de evaluación de los entregables:

 Cuadernillo: se valorará positivamente que las tareas estén anotadas con breves
comentarios que resuman las explicaciones desarrolladas en clase. También se
valorará que los textos que no podamos leer en clase por falta de tiempo estén
anotados siguiendo el modelo planteado en el aula. No se trata de redactar las
tareas sino de tomar apuntes durante la hora de clase. Estos apuntes sí nos
servirán para los demás entregables.

 TAREA 8: en el cuadernillo aparece explicada la tarea: cuadro sinóptico +


comentario de texto. Se valorará la capacidad de síntesis del contenido estudiado
en las clases anteriores y la competencia escrita.

 TAREA 9: reseña de la película visualizada en clase La Condesa Rebelde. Se


valorará la competencia escrita y de análisis crítico.

 TAREA 11: se valorará la adecuación de las imágenes y su comentario.

 Tarea de creación: consistirá en la invención de un breve relato (2-3 páginas) a


partir de alguna de las imágenes del cuadernillo. Se usará la técnica narrativa del
realismo para la construcción del texto. Se valorará, por tanto, su impronta
realista y la competencia escrita.

 Actividades para subir nota:


-reseña de alguna de las mini-series o películas recomendadas en el
cuadernillo.
-elaboración de una segunda tarea de creación.

PARTICIPACIÓN EN CLASE (30% de la nota del tema). A lo largo de las clases, el


alumnado intervendrá respondiendo a las distintas preguntas que se vayan planteando en
clase y participando en los debates que se generen.

%
PARTICIPACIÓN AUTOEVALUACIÓN EVALUACIÓN DE LA
EN CLASE DEL ALUMNO/A PROFESORA

Planteamiento de 10%
preguntas y dudas

30
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

Participación en 10%
debates

Motivación y respeto 10%


por los compañeros/as

31
ANEXO I. Material del alumnado: El Realismo español

Fuentes:

-Libros de texto:

Gutiérrez Ordóñez, S., Serrano Serrano, J., Hernández García, J. (2015). Lengua y
literatura, bachillerato 1 [Aprender es crecer “en conexión”]. Madrid: Anaya.
González Romano, J.A. (coord.) (2009). Lengua castellana y literatura. 1º Bachillerato
Andalucía. Sevilla: Algaida editores, S.A.

-Imágenes de obras artísticas:

Historia de Arte Web. Recuperadas de https://historia-arte.com/

-Textos:

Alas Clarín, L. (1975). La Regenta. Madrid: Alianza Editorial.

Pardo Bazán, E. (2015). Los Pazos de Ulloa. Barcelona: Penguin Clásicos.

Pardo Bazán, E. (2006). La Tribuna. Madrid: Cátedra.

Pérez Galdós, B. (2016). La desheredada. Madrid: Cátedra.

Pérez Galdós, B. (2017). La de Bringas. Madrid: Cátedra.

Pérez Galdós, B. (2004). Misericordia. Madrid: Cátedra.

Real Academia Española (1897). Discursos leídos ante la Real Academia Española en la
recepción pública del Sr. D. Benito Pérez Galdós. Madrid: Est. Tip. De la viuda
e hijos de Tello.

32

También podría gustarte