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INTRODUCCIÓN

Escribir sobre violencia es siempre difícil, pues


las palabras en los textos están cargadas de
imágenes que emergen desde experiencias
dolorosas y no siempre logran hacer justicia de
los actos que de ella se desprenden, más aún si
se trata de un tema que permanece en la
actualidad y parece no desaparecer (Amezcua
Pando S. 2017, p.5).

La violencia contra las mujeres implica pensar en una problemática que se


manifiesta en escalada en todos los sectores sociales atentando contra los derechos
humanos y dignidad de niñas, adolescentes y mujeres. Este tipo de violencia afecta distintas
esferas tales como la física, psicológica, sexual, simbólica, entre otras, las cuales se
encuentran enmarcadas por la Ley N° 26.485; e involucra distintas instituciones públicas,
tal como la policía, a quienes acuden las víctimas en búsqueda de asistencia y seguridad.

La presente investigación parte de dos motivaciones: la primera, refiere a la escala


ascendente en denuncias de violencia contra la mujer, el incremento de la tasa de
femicidios y, en algunos casos, denuncias registradas previas y vinculadas a éstos. Y, la
segunda motivación alude a la participación del personal policial ante los casos de violencia
contra las mujeres, la cual se manifiesta en diferentes momentos: a la hora de recepcionar
denuncias de violencia contra la mujer, intervenir ante los hechos violentos o resultar
responsables de la propia violencia de género.

Respecto a las estadísticas de los delitos por violencia de género, el Observatorio de


Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación (2020) - en adelante denominaremos
OFDPN-, registró durante el año 2020 un total de 295 femicidios cometidos por 333
perpetradores, de los cuales 16 pertenecen a las fuerzas de seguridad. Del mismo modo, el
Observatorio de Violencia contra la Mujer (OVcM) de la provincia de Salta en el año 2020
identificó un total de 20.830 denuncias por violencia de género, de las cuales 15.130 se
trató de mujeres víctimas de estos hechos.

El incremento de casos de violencia contra las mujeres y la carencia de perspectiva


de género en las respuestas efectuadas por los miembros del Estado es una realidad presente
en nuestra sociedad. En consecuencia, en el año 2018 a nivel nacional se promulgó la Ley
Micaela N°27.499, la cual establece para todos los miembros de los tres poderes del Estado
-entre ellos la policía-, la capacitación obligatoria en perspectiva de género y materia de
violencia, a fines de promover intervenciones idóneas que evitaran la revictimización y
discriminación de las mujeres víctimas de violencia de género. Pese a la propuesta y
desarrollo de capacitaciones en perspectiva de género, el objetivo propuesto por la ley
mencionada no es alcanzado. 

El antecedente de la Ley Micaela N° 27.499 surge a raíz del femicidio de Micaela


García en el año 2017 en la provincia de Entre Ríos. El responsable del cometido fué un
hombre que gozaba del beneficio de la libertad condicional pese a poseer antecedentes de
otros ataques sexuales. En este contexto, “la conmoción social del hecho y la violencia
institucional que develó (…) dieron fuerza a demandas históricas que exigían
reconfiguraciones con fuerte dimensión institucional” (Obregón y Garibaldi, 2020). 

Como mujer resulta doloroso reflexionar que tanto para el trazado de la Ley Micaela
como para el de las normativas preexistentes fueron necesarias altas cifras de mujeres
violentadas, silenciadas, asesinadas, heridas y/o discriminadas. Pese a esto, las estadísticas
continúan en aumento. 

Las mujeres atravesamos una realidad en la cual el estallido que produce la escalada
de la violencia se manifiesta con el femicidio de una mujer cada 26 horas. Para dar cuenta
de esto, se puede recordar el caso Úrsula Bahillo sucedido a principios del año dos mil
veintiuno en la provincia de Buenos Aires. Úrsula era una joven de 18 años que se convirtió
en víctima de femicidio en manos de su ex pareja quien era personal de la policía
bonaerense. La joven había realizado dieciocho denuncias previas de violencia de género
contra su agresor; sin embargo, pese a las insistentes denuncias, el Estado no logró prevenir
su femicidio. Este hecho dejó en evidencia la ausencia de respuestas judiciales y la omisión
policial ante las denuncias recepcionadas (La Nación, 10 de febrero de 2021).

Amezcua Pando (2001) expresa que “la gravedad de la violencia contra las mujeres
en algunos contextos debe revisarse desde las representaciones sociales en relación
intrínseca con la realidad que se vive” (p. 110).  En este sentido, desde la investigación
propuesta, se abrirá el interrogante sobre cuáles son las representaciones sociales que guían
el comportamiento de los miembros policiales de la provincia de Salta al momento de
recepcionar a mujeres que denuncian violencia de género.

Las representaciones sociales “son una preparación para la acción” debido a que
guían el comportamiento y “reconstituye los elementos del medio en el que el
comportamiento debe tener lugar” (Moscovici, 1979). Por lo tanto, trabajar sobre las
representaciones sociales que posee el personal policial de la provincia de Salta en torno las
mujeres que denuncian situaciones de violencias por razones de género, brindará un
acercamiento hacia los valores y conceptos que significan la realidad de tales miembros; y
permitirá conocer cuáles son las fuentes de conocimiento, imágenes y actitudes que
conforman a tales representaciones

La metodología que se empleará para la investigación propuesta será de tipo


cualitativo-descriptivo con un diseño fenomenológico a fin de describir los significados
subjetivos y atribuidos por el personal policial a las mujeres que denuncian violencia de
género. La unidad de análisis será de tipo no probabilístico debido a que se constituirá por
el personal policial que acepte voluntariamente participar y ser entrevistado, respetando en
todo momento, la confidencialidad de las/los participantes como así también la libre
decisión de desistir de la decisión tomada. Por último, para el desarrollo del estudio se
emplearán herramientas tales como, la observación participante, bitácora de campo, y
entrevistas semi estructuradas, considerándose como útiles para la finalidad de estudio
deseada.

Por último, desde la ciencia psicológica y enmarcada desde una perspectiva de


género, describir las representaciones sociales que poseen los miembros policiales será
fundamental para conocer y comprender uno de los factores subjetivos intervinientes en su
quehacer profesional ante los casos de violencia contra las mujeres. Mediante los hallazgos
alcanzados se pretenderá visibilizar las perspectivas de los/las participantes policiales
significativos para los responsables del trazado de normativas y capacitaciones en materia
de violencia y género; como asi también se contribuirá a futuras investigaciones con
contenido sobre cómo se construyen tales representaciones.

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