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Contra la democracia

(7 obritas de ‘Grand Guignol’)

Esteve Soler
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FRASES EXTRAÍDAS DE LA CRÍTICA INTERNACIONAL

“…muy fuerte, loco al mismo tiempo que político (...) tan divertido como
contundente y eficaz.” Le Figaro, Armelle Hélliot

“El Ionesco de nuestros tiempos.” Elefcerotypía, Ioanna Kleftógiani

“Textos que aciertan y hacen diana.” Ta Nea, Yiorgos Sarigianis

“Impresionante”, “abismal y oscuro”, “brillante y extraño”, “emocionante”


Bieler Tagblatt, Christopher Pochon

“En sus escenas burlescas desenmascara las monstruosidades generadas


por los tiempos que vivimos.” Weltexpress, Hinrike Gronewold

“Muerte y comedia, humor y horror caminan de la mano en las


fantásticas escenas de Soler, mientras luce la contemporaneidad de su
contenido.” Berliner Zeitung, Ilona Goyeneche.
Todo se discute en este mundo excepto una cosa: la democracia. Pero,
¿cómo podemos hablar de democracia si aquellos que realmente
gobiernan el mundo no son elegidos por el pueblo?

José Saramago

Definición de “Grand Guignol”:

“Género teatral de origen francés creado a finales del siglo XIX, que,
mediante montajes de corta duración, reflejaba la monstruosidad de sus
tiempos a través del horror y la farsa surreal.”

Contra la democracia se acabo de escribir el agosto de 2010 en el


pueblo de Lefkes, en la residencia para escritores de la isla de Paros, en
Grecia, con la ayuda de la institución EKEMEL y el grupo de traductores
griegos “Els de Paros”.
1.

El escenario está lleno de telarañas de las cuales cuelgan una pareja,


Marido y Mujer, envueltos en un par de capullos que han sido
confeccionados por una gran araña. El capullo sólo les deja a la vista la
cara y no les permite ningún tipo de movimiento, ni para verse entre
ellos. La Mujer está embarazada. Pausa.

Mujer – ¿Cómo ha ido hoy el trabajo?

Marido – Bien, como siempre. Con los mismos problemas para encontrar
aparcamiento...

Mujer – ¿Y por qué no lo arreglan?

Marido – No lo sé. Todos llegan a la vez a las 8... Y, claro, queda


colapsado. Deberían preverlo de alguna manera en el ayuntamiento...

Mujer – Vaya...

Marido – ¡Es imposible llegar puntual a la oficina!

Mujer - Pues que lo arreglen.

Marido – Ya estoy harto... ¿Quién se han pensado que son? No tienen ni


idea de lo que les podemos llegar a hacer.

Mujer – Pues quéjate.

Marido – Ya está bien... ¿Se puede saber para qué pagamos impuestos?

Mujer – Claro...

Marido – ¿Qué se piensan? ¿Que mi voto no sirve para nada? Ya verán ya


cuando vuelvan a llegar las elecciones...

Mujer – Esta vez no lo tendrán tan fácil...

Marido - Nuestros votos sirven para alguna cosa... Sabes qué ocurre si
no hacemos el gesto de poner el voto en la urna, ¿verdad? ¿Qué se
creen? ¿Que no lo sabemos hacer? ¿Que no sirve para nada este gesto?

Mujer – Que se lo piensen...

Marido – No es ninguna broma... Nosotros somos quienes les damos


trabajo a esos gandules. ¡Qué se han creído! Para arreglar este problema
y el que sea. ¡El que nos dé la gana!

Mujer - Claro...

Marido – ¡La gente no es tonta! Y cuando se harta, se harta... No les


votaré, no, a estos gandules... No pienso moverme para volverles a votar
a éstos, no... Ya verás...

Mujer – Votaremos a los otros.

Marido – Como dice que hará todo el mundo.

Mujer – Claro...

Marido – Los echaremos a fuera y ya verás... Los echaremos todos a


fuera, a patadas.

Mujer – A patadas.

Marido – Claro...

Pausa.

Marido - I tú, ¿cómo ha ido el día?

Mujer – Claro...

Marido – ¿Cómo ha ido?

Mujer – Ah, sí, sí, bien, pero...

Marido - Me alegro.

Mujer – Pero, cuando estaba limpiando el lavabo...

Marido - ¿Qué?

Mujer – Me he desmayado.

Marido – Vaya… ¿Y estás bien ahora?

Mujer - Sí, sí. Debe ser el embarazo...

Marido – ¿Por qué no me has llamado?

Mujer - Ha sido sólo un momento.


Marido - ¿Has ido al médico?

Mujer - No, no, ya te he dicho que estoy bien.

Marido - Pero eso nunca se sabe. Podría ser alguna cosa que no se vea a
simple vista. Deberías ir.

Mujer – Tranquilo.

Marido - ¿Quieres que te acompañe ahora? ¿Al medico? Será un


momento.

Mujer - Estoy perfectamente, de verdad.

Marido - ¿Y por qué te has desmayado?

Mujer - No lo sé, no lo recuerdo exactamente. Estaba limpiando y he


encontrado un rincón, arriba, entre el espejo y el armario... Estaba muy
sucio y cuando fui a pasar el trapo, he visto que se movía...

Marido - ¿Qué se movía?

Mujer - ¿“Qué”? No lo sé, una cosa o una... me ha parecido que se movía


y entonces...

Marido - ¿Qué era? ¿Cómo era?

Mujer - Ay, no lo sé, no quiero recordarlo...

Marido - ¿Seguro que te encuentras bien? ¿Quieres que et traiga un vaso


de agua?

Mujer - Pues, ¿sabes qué?

Pausa breve.

Mujer - Sí. Te lo agradeceré.

Pausa breve.

Mujer - Fresca.

Marido - Muy bien.

Pausa breve.
Mujer - De la nevera.

Pausa.

Marido – Estos políticos... son la pera... todos son iguales... Todos son
unos corruptos. Todos son iguales. No hay ni un gramo de decencia.

Progresivamente, Mujer se va sintiendo cada vez más inquieta.

Marido - Pero todo esto cambiará. Lo haremos cambiar. Por la niña.


Nosotros podemos cambiarlo. Es nuestra responsabilidad.

Alguna cosa dentro del vientre de Mujer empieza a moverse. Mujer se


pone muy nerviosa.

Mujer – Me parece que...

Marido – ¿Qué?

Mujer – Me parece que ya.

Marido – ¿Ya?

Mujer – Rápido... ¡Vete a buscar el coche!

Marido – ¡Ahora voy! Empieza a hacer las respiraciones.

Mujer – Ya lo sé, ya lo sé. ¡Vete!

Mujer hace las respiraciones.

Marido – ¡Ya va, ya va!

Pausa larga. Los dos están muy inquietos.

Mujer – ¿Dónde estás?

Marido – Estoy aquí.

Mujer – ¿Falta mucho para llegar?

Marido – Nos acercamos.

Mujer – ¿No puedes ir un poco más rápido?


Marido – Ya llegamos.

Mujer rompe aguas.

Mujer – ¡Creo que he roto aguas!

Marido – No tengas miedo.

Mujer – ¡No tengo miedo, pero quiero llegar al hospital!

Marido – Ya va, ya va... ¡Hay muchos coches!

Mujer – ¡No llegaremos!

Marido – ¡Si, sí que llegaremos!

Mujer – Nacerá antes de que lleguemos.

Marido - Confía en mí. Yo no te fallaría.

Mujer grita. Pausa. Una araña sale de la barriga de Mujer. Es horrible y


enorme, como si hubiera estado encogida durante la gestación y ahora
adoptara todo su tamaño real. Ni Marido ni Mujer se miran entre ellos, ni
pueden mirar a la araña por la fuerza de las telarañas que les tienen
atrapados. Pausa.

Mujer – ¿Cómo es?

Pausa.

Marido – Es lo que nos esperábamos. No podía ser más bonita.

Mujer sonríe.

Marido - Es el fruto de nuestros esfuerzos. La niña de nuestras ilusiones.

La araña se acerca a los dos. Pausa.

Mujer – Descríbela. Descríbemela.

Marido – Parece que sonría. Nos parecemos tanto a ella... Es como si nos
viéramos a los dos en un espejo a la vez.

La araña empieza a devorar a Marido, que va percibiéndolo


progresivamente y deforma su habla por el dolor.
Mujer – ¿Qué le dirías si te pudiera entender?

Pausa breve.

Marido – Esperamos ser los padres que te mereces. Esperamos estar a la


altura y que nos puedas perdonar si alguna vez no lo estamos. Quiero
que sepas que si eso pasa, no será nunca por falta... de... de... de amor.
Eres la persona que más ha llenado nuestra vida y, aunque no te
conocemos todavía, nos has hecho la pareja más feliz del mundo. Espero
que no te falte nunca de nada y que te devolvamos la felicidad que...
que... nos estás dando en... este momento.

Pausa.

Mujer – Sigue.

Marido - Quizá te parecerá egoísta traerte a un mundo como éste, que a


veces no es bonito ni agradable, pero también tiene sus pequeñas
recompensas, que seguro... tú... tú... sabrás disfrutar. Seguro.

Marido habla con un dolor insoportable.

Marido - Intentaremos enseñarte. Nosotros estaremos. Siempre. A tu


lado, para levantarte... cuando caigas. Para sostenerte cada... vez que
tropieces, para secar. Tus lágrimas...

El discurso de Marido se hace muy difícil de seguir, a punto de


desfallecer.

Marido - ...cuando quieras llorar, para reír contigo cuando quieras reír,
para escucharte cuando necesites...

Marido acaba perdiendo el conocimiento.

Mujer – ¿Puedo pedirte una cosa?

La araña deja Marido a medio devorar. La araña se acerca a la Mujer.

Mujer – Quiero un vaso de agua. Por favor.

La araña empieza a roer una pierna de Mujer.

Mujer – Fría.

Pausa breve.
Mujer - De la nevera.

Pausa breve.

Mujer – Me lo merezco. ¿No te parece?

Pausa.

Mujer - Desde aquí puedo ver la calle y veo la ciudad, llena de esto
mismo que nos rodea. Las calles están enganchadas entre ellas. La
ciudad ya no es nuestra, quizá no lo ha sido nunca. Pero un día tú lo
arreglarás. Tú cambiarás las cosas.

La araña se detiene, dejando a Mujer con la cama roída, casi en los


huesos.

Mujer - Tú serás el futuro. El futuro será mejor.

Mujer pierde el conocimiento. Pausa. La araña se acerca al público.

Oscuro.
2.

Un despacho futurista con un gran ventanal desde el que se ve una


ciudad devastada, casi desértica. Y contempla el paisaje, impresionado,
aunque no emocionado, mientras X observa sentado a su lado.

X – Era nuestra, teníamos derecho.

Pausa.

Y – ¿Qué?

X – La ciudad, la ciudad era nuestra. Teníamos derecho. ¿No crees?

Y - Naturalmente.

Y se sienta delante de X.

X - Al principio pensamos en repetir las elecciones hasta que el resultado


fuera el previsto, pero... después...

Y – Claro... ¿Qué sentido tiene?

X – No lo sé, lo cierto es que nos dio pereza rehacer toda aquella farsa de
las elecciones, montarla de nuevo, para nada. La gente arriba y abajo,
con aquellos sobrecitos estúpidos. ¿Qué hay allí dentro? ¿Qué creen que
pueden decir a través de un sobre sólo una vez cada cuatro años?

Y – En el fondo lo que hicisteis era necesario.

X – Exacto. En otra situación, les hubiéramos dejado sin comida, sin


medicamentos o sin tecnología, hasta hacerlos cambiar de opinión. Como
intentaron con Cuba.

Y – Deslocalizar masivamente empresas también acostumbra a funcionar


bien per cambiar gobiernos.

X – Cierto, pero queríamos demostrar directamente nuestro poder. Esta


vez nos dijimos a nosotros mismos: dejémonos de debilidades, la ciudad
es nuestra, por lo tanto, nos la llevamos. Entera.

Y – Ellos mismos la habían perdido con su incompetencia. Os pertenecía.

X – Celebro que te hayas dado cuenta. Veo que no me he equivocado


llamándote.
Y – Todavía recuerdo fotos donde se veía la cara de estupefacción de
algunos listos que devolvían un libro a la biblioteca y observaban como se
llevaban el edificio entero.

X- Sí, ese fue un buen momento. Uno de muy bueno. Todavía lo


recordamos aquí.

Y – También hay un vídeo en qué se llevan un columpio con una niña que
todavía va dentro.

X – Este me lo miro siempre que tengo ganas de reír.

Y – ¿Y poco a poco fue desapareciendo el resto? ¿Todo? Les plazas, los


semáforos, el asfalto...

X – En un par de días, no había nada en la ciudad, nada. A veces va bien


hacer limpieza, olvidarse de emociones molestas...

Y – Era justo, querían tener una auténtica voluntad soberana, ¿no?


Perfecto, adelante, pero ya veremos donde la montan...

X – Ni una sola farola, ni una sola hoja corriendo por el aire, ni un solo
grito fortuito de una mujer. Nada.

Y – Queríais ser estrictos con lo que era vuestro. Es comprensible. La


propiedad está para alguna cosa. ¿Hubo revueltas o muertes o cosas de
éstas?

X – Nunca leo las páginas de sucesos en el periódico, voy directamente a


las de economía.

Y – Lo comprendo.

X – Como sabes, la gente acabo marchando a otra parte, no sé dónde.


Formaron aquel grupo de nómadas.

Y – Debe ser aburrido no poder hacer nada en un lugar si te lo han


quitado todo, incluido el lugar.

X – En todo caso, debo decirte que nosotros también nos hemos cansado
de tenerlo todo y queremos, además, demostrarlo, demostrar que lo
tenemos todo.

Y – Es una de las principales gracias de tenerlo todo, por supuesto.

X – No estábamos contentos con la ciudadanía, con el pueblo, pero eso


no nos impide disolverlo y escoger otro de nuevo en su lugar.

Y – Y aquí es donde entro yo.

X – Exacto. ¿Lo has traído?

Y – Sí. No sabía si molestaría aquí dentro, lo he dejado en la entrada.

Y se levanta de la silla, sale del despacho y entra arrastrando un saco


rudimentario y muy pesado, donde podría haber perfectamente una
persona.

X – Me hace muy feliz saber que también estás comprometido.

Y - Puedes estar convencido. Hasta la médula.

X – Queremos volver a tener una ciudad con todo tipo de cosas, incluso
gente, pero no cualquier tipo de gente.

Y – No podéis dejar que esta vez no respecten lo que es vuestro.

X – Deben pasar por una lógica selección.

Y – Una selección para ser... ¿ciudadanos?

X – Exacto. No queremos que se nos cuele cualquiera que piense


diferente. De hecho este es el principal sentido de las fronteras.

Y – Y queréis que yo...

X se levanta de su silla, se acerca a Y y le coloca las manos en los


hombros.

X – Queremos que tú les escojas.

Y – Será un honor.

X – Y que les hagas creer que necesitan un gobierno. Que te necesitan.

Y – ¿Queréis que haga de político?

X – Queremos que seas el primer político. Un buen político, justo y


honesto y nuestro.

Y – No tendré problemas si puedo escoger los ciudadanos.


Dentro del saco, algo se mueve, de manera ligera y puntual.

X – Esa es nuestra idea.

Y – ¿Y queréis que todavía organice elecciones?

X – Estuvimos pensándolo y creemos que ahora, con los votos a favor,


puede ser un buen momento para volver a hacerlas. En el fondo, la
democracia es tan provechosa como McDonalds. Pocas franquicias han
adquirido tanto prestigio, difusión y fiabilidad como estas dos.

Y – ¿Y cómo deben ser los nuevos ciudadanos?

Dentro del saco, sin que X y Y puedan verlo, cada vez hay más
movimiento, como si estuviera despertando alguien.

X – Sin ganas de pensar...

Y – Les deberá gustar el futbol... Siempre funciona, pero no sé si ya se


ha utilizado demasiado para manipular y es excesivamente descarado...

X - Es importante que estén distraídos, que se rían a todas horas, que les
dé pereza hablar de temas importantes y decisivos. ¿Qué pasaría si se
obsesionasen con solucionar el hambre del mundo? ¿Pero de verdad?
Provocarían una alteración financiera que nos haría perder ventaja
respecto nuestros competidores.

Y - Todo aquel que se le crucen los cables y quiera hacer pensar a los
demás ha de quedar inmediatamente aislado y estigmatizado.

X - El discurso independiente: prohibido, o mejor, olvidado. Nada de


artistas gritones. La política en el arte debe estar constantemente pasada
de moda.

Y - Sólo será aceptadas aquellas críticas que sean tan crípticas o sutiles
que nadie las entienda.

X – Pero sobretodo es importante que deseen tenerlo todo y a todo el


mundo.

Y – Obsesionados por comprar de todo y por follarse a todos, ¿verdad?

X - ¿Puede existir una mejor manera de hacerles perder la cabeza? Si se


instala la seducción en todo momento en todas partes no piensas en
coses secundarias como la dignidad. En una sociedad en la cual todo el
mundo sólo piensa en cambiar de pareja a todas horas es imposible una
revuelta emocionalmente sólida. Que ninguna mujer te tenga controlado,
créeme.

Y – De acuerdo. ¿Y hará falta una oposición cuando gobierne?

X - Podemos hacer dos cosas. O la organizamos nosotros mismo y


hacemos unos partidos casi imposibles de distinguir los unos de los otros,
subvencionados todos por nosotros, o invitamos a que vengan aquí los
demócratas norteamericanos.

Y – Yo prefería que la oposición aportara alguna cosa.

X – De acuerdo. Olvidemos entonces a los yanquis.

Desde el saco, se escucha un ligero malestar que advierte de su


presencia a X y Y. Los dos se acercan y lo observan.

X - ¿Qué has traído?

Y – Lo que me pedisteis.

X – ¿Está vivo? ¿Del todo?

Y – No lo sé. No lo concretasteis, así que simplemente lo he aturdido un


poco.

X – ¿Es un hombre o una mujer?

Y – Déjame mirar.

Y abre el saco, mira dentro y vuelve a cerrarlo rápidamente.

Y – Es una mujer y está despertando.

X - A ver...

X mira dentro. No puede creer lo que ha visto.

X – ¿De dónde has sacado esto?

Y – ¿Qué pasa? Agarré uno de los nómadas y os lo he traído, como


quedamos, para comprobar si se podían reciclar algunos y dejarlos entrar
de nuevo en la ciudad.

X – ¡Es mi ex!
Y – ¿Qué?

X – ¡¿Cómo has podido traer aquí a mi ex?!

Y – ¡No lo sé!

La mujer, Z, se despierta y sale del saco.

Z – ¿Dónde estoy? ¿Qué coño haces tú aquí?

X – Hola guapa, ¿qué tal? ¿Cómo va todo?

Y – ¡Oh, Dios mío!

Z mira por el ventanal.

Z – ¿Qué le habéis hecho a la ciudad?

X – Está en proceso de remodelación.

Z – ¿Remodelación? ¡No hay nada! Esto es un solar gigantesco y


monstruoso.

X – No creas, queríamos que...

Z – ¿Y todo esto lo has hecho por mí?

Y – ¿Qué?

Z – Dijiste que eliminarías todo lo que te recordara a mí. Cualquier cosa.


Me lo prometiste el día que te dejé.

X – Como puedes ser tan ególatra y pensar que todo gira a tu


alrededor...

Z – Me dijiste que destrozarías la ciudad porqué no querías que nada te


recordara a mí, porqué no querías pensar en mí de nuevo.

X – ¡Maldita puta rencorosa!

Y – ¡Oh, Dios mío!

Z – Cabronazo... ¿Cómo has sido capaz? Pienso explicárselo a todo el


mundo. Pienso perseguirte en esta nueva ciudad tuya y pienso hacerte la
vida insoportable.
X – Siempre has sido una hija de puta...

Z - ¡Y traeré a mis amigas para que me ayuden, sobre todo a las que te
caían peor!

Y – Me sabe muy mal...

Z – Explicaremos a tota la ciudad porqué te dejé y lo patético y


lamentable que eres.

Y – Cálmate...

X intenta colocar a Z de nuevo en el saco. Z s’ escapa.

Z – Esta vez no te será tan fácil sacarme del mapa.

Y ayuda a X a colocar el saco a Z, que sigue gritando desde dentro.

Y – ¿Lo hiciste todo sólo por ella?

Pausa. X empieza a dar violentamente patadas al saco y Y también se


anima. Del saco empieza a salir sangre. Cansados, paran y se limpian los
zapatos, mientras se recuperan del esfuerzo.

X – Pues… quizá no es tan buena la idea de montar de nuevo la ciudad.

Y - ¿I si hacemos un megaprostíbulo?

X - Por mi todavía mejor.

Y – Venga.

Cogen el saco y se lo llevan fuera de escena.

Oscuro.
3.

Un hombre llama a la puerta de sus vecinos. Es el típico rellano de un


edificio colectivo.

Hombre – Buenas noches.

Vecina – Buenas noches.

Hombre – Perdone que les despierte.

Vecina – No pasa nada. Todavía no dormíamos. Bueno, mi marido, sí,


pero yo todavía no.

Hombre – Me sabe mal.

Vecina - Tranquilo, diga.

Hombre – Discúlpenme, pero es que venía hacia casa y no paraba de


darle vueltas...

Vecina – ¿Sí?

Hombre - Me preguntaba...

Pausa breve.

Hombre - ¿Qué número hay después del 6?

Vecina – ¿Perdón?

Hombre – El 6. ¿Qué número hay después del 6?

Pausa.

Vecina – Ya.

Hombre – Me he pasado toda la tarda dándole vueltas.

Vecina – ¿Es una broma?

Hombre – ¿Una broma? ¿El qué?

Vecina – Perdone, ¿nos acaba de llamar a las dos de la mañana para


preguntar qué número hay después del 6?
Hombre – Sí. Ya lo sé, disculpe, es muy tarde.

Vecina – No es que sea tarde, es que... Es que es una estupidez.

Hombre – ¿Una estupidez? ¿Por qué?

Vecina – Escuche; mire, yo tengo sueño. Mañana debo levantarme a


primera hora...

Hombre – Ya, pero... entiéndame...

Vecina – No, entiéndame usted a mí. Yo me levanto muy temprano y no


me gusta que me tomen el pelo.

Hombre – Muy bien, pues dímelo y me voy.

Vecina – Ehhh... Qué poca vergüenza venir borracho y molestar así a la


gente...

Vecina vuelve a cerrar la puerta. Hombre se acerca a ella.

Hombre – ¿Cual es el número? Dígame sólo eso.

Hombre queda abatido. Pausa larga. Vecina abre la puerta, con cara
pensativa y un poco preocupada.

Vecina – A ver...

Hombre – Sí.

Vecina querría resolverlo de manera expeditiva.

Vecina – Primero está el 1.

Hombre – Eso está claro.

Vecina – Después el 2... Después el...

Vecina duda. Pausa breve.

Hombre – 3...

Vecina – 4… 5… 6...

Hombre – ¿Y?
Vecina – Y... Y... Y ya está.

Hombre – No, no está.

Vecina – Caramba...

Hombre – ¿Se da cuenta?

Vecina – No puede ser, no puede ser... A ver... 1... 2...

Pausa breve.

Hombre – 3...

Vecina – Sí, 3... 4... 5... 6... Caramba, ¡qué fuerte!

Hombre – ¿Qué? ¿Qué viene después?

Vecina – ¿Y cómo se ha dado cuenta?

Hombre – No lo sé, estaba contando no sé qué y de repente...

Vecina – ¡Qué fuerte! Qué suerte que nos ha avisado.

Hombre – He pensado que ustedes, que viven en el sexto piso, esto


debían saberlo.

Vecina – Ahora mismo se lo cuento a Eugenio.

Hombre – Pero, ¿no dormía?

Vecina – Sí, pero es que esto lo tiene que saber.

Hombre – Sí, sí...

Vecina entra en su casa para despertar a su marido.

Vecina – ¡Eugenio! ¡Despierta! ¡Eugenio!

Hombre, mientras, cuenta con los dedos, pero no consigue llegar más
allá de seis. Aparece Vecina acompañada de Vecino, su marido, un poco
dormido.

Vecino – ¿Qué ocurre?

Vecina – Empieza a contar.


Vecino – ¿Qué dices?

Vecina – Que cuentes. Venga, yo te ayudo. 1... 2...

Vecino – ¿De qué va esto?

Vecina – Despierta. Es importante. 1... 2...

Vecino – Ay, yo qué sé...

Pausa breve.

Hombre – 3...

Vecina – ¡3! ¡Eugenio, 3!

Hombre – 4...

Vecina - ¿Qué más?

Vecino – No os entiendo... ¿Qué pasa? 5... 6...

Pausa breve.

Vecina – ¿Y?

Vecino – ¿Y qué?

Vecina – Es fuertísimo. ¿Qué viene después, Eugenio?

Vecino – Pues el... No lo sé...

Vecina – ¡No hay nada! No viene nada Eugenio; ¿Te das cuenta? ¡Nada!
¡No hay nada de nada!

Hombre – Yo me he dado cuenta mientras venía hoy para casa.

Vecino – No puede ser, mujer... Seguro que hay alguna cosa.

Vecina – ¿Ah sí? ¡Mira que listo! ¡Ya me dirás qué!

Vecino – Déjame que piense... A ver... Nosotros vivimos en el sexto...

Hombre – Por eso les he venido a avisar a ustedes primero.


Vecina – ¿Qué tenemos encima, Eugenio? ¿Qué hay aquí arriba? Por el
amor de Dios, que esto es muy peligroso, ¿eh?

Vecino – Ay, no lo sé, supongo que debe haber otro piso. Yo que sé...

Vecina – ¿Pero cuál Eugenio, cuál?

Vecino – No lo sé, la verdad.

Vecina – ¿I cómo ha podido pasar, una cosa así?

Hombre – No lo sé. Es un misterio, la verdad.

Vecina – ¡Ay, mira! Acabo de tener un escalofrío...

Vecina se acerca a Hombre, un poco sorprendido.

Vecino – Quizá por la mañana, con un poco de calma lo veremos más


claro...

Vecina – No, no, esto debemos resolverlo ahora mismo. ¿Qué pasaría si
alguien se levanta antes que nosotros y se lo encuentra así, eh?

Hombre – No me gustaría encontrarme en su lugar.

Vecina – Pues claro, claro que no...

Vecino – Quizá es una cosa temporal...

Vecina – ¿Qué quieres decir?

Vecino - Pues que quizá de aquí a un rato ya vuelve a estar arreglado y


vuelve a haber alguna cosa después del 6...

Vecina – Ya. Por arte de magia, ¿no?

Hombre – Yo creo que estamos delante de un problema muy y muy


gordo.

Vecina – Lo ves Eugenio... Y tú que decías que no pasaba nada...

Hombre – He estado pensando que... No lo sé, pero creo que...

Vecina – Dígalo, dígalo... Me interesa...

Hombre – Podría ser que... Sólo es una hipótesis, ¿eh? Pero... ¿No podría
ser que fuera una conjura?

Vecina – ¿Una conjura? ¿De quién?

Hombre – ¿Recuerdan cuando eliminaron las escuelas para hacernos más


libres?

Vecina – Sí.

Hombre – Algunos profesores, pocos, quedaron vivos.

Vecina – Claro... Tiene razón...

Vecino – Yo tengo mucho sueño.

Vecina – Es una conjura...

Hombre – Tiene toda la pinta... Y esto puede ser muy y muy peligroso.

Vecina – Oh, Dios mío...

Hombre - Y no ha quedado resuelto qué hay en el piso de arriba...

Vecina – Caramba, sí, ¿qué cree usted que debe haber?

Hombre - Si no encontramos una solución a qué hay después del 6... Una
de dos: o es el infinito o es… la nada.

Vecina - Eugenio, ve a comprobarlo, por favor.

Vecino - Ya lo miraremos mañana.

Vecina – De eso nada. No puede esperar ni un segundo más.

Hombre – Es por el bien de todos.

Vecino – Y después podré ir a dormir, ¿verdad?

Vecina – ¡Ay, hombre, sube, que no te cuesta nada!

Vecino sube la escalera. El pis de arriba está iluminado de manera


inquietante.

Vecina – ¡Ve con cuidado, Eugenio!

Hombre – ¡Valor! Recordaremos siempre tu sacrificio.


Vecino ha subido al piso superior.

Vecina – ¿Qué ves?

Pausa breve.

Vecina – ¿Eugenio?

Hombre – ¿Qué hay? Di... ¿Es el infinito o la nada?

Pausa breve.

Vecina – Eugenio, contesta: ¿el infinito o la nada?

Hombre – Qué horror...

Vecina - ¿Estás bien? ¡Por el amor de Dios! ¡Contesta! ¡Eugenio!

Hombre – Está muerto. Después del 6 está claro que no hay nada.

Vecina - ¿Y ahora qué haremos?

Hombre – Debo subir.

Vecina – ¡No! ¿De qué serviría otro sacrificio? No me puedo quedar


sola... ¿Quién me protegerá de esto?

Hombre – Es verdad. Pues me quedo.

Pausa breve.

Vecina - ¿A qué lado de la cama le gusta dormir a usted?

Pausa breve.

Hombre - A mí, a la izquierda.

Vecina - A mí, a la derecha.

Hombre - Perfecto. Ningún problema.

Pausa.

Vecina - ¿Y a qué hora se levanta?


Hombre - Entre las 6 y las...

Pausa breve.

Vecina - Bien, dejémoslo a las 6.

Los dos entran decididos en casa de la Vecina y cierran la puerta. Oscuro.


4.

Un parque sucio y olvidado, en una mañana calurosa. Entra Hombre 1,


con un pequeño “tirachinas” en la mano, preparado para disparar en
cualquier momento. Lleva vestido y corbata. Está inquieto, esperando
que alguien le lance una piedra como la que él tiene entre los dedos. De
repente, él y el público escuchan aproximarse una piedra volando, que se
revela como una roca de proporciones mastodónticas, que deja chafado a
Hombre 1, a quien sólo vemos sus brazos. El”tirachinas” le cae de la
mano, demasiado lejos para poderlo recuperar.

Pausa.

Entra Hombre 2 con su pequeño “tirachinas” y vestido con la misma


elegancia que Hombre 1. Con precaución, Hombre 2 comprueba que ha
tocado a Hombre 1. Lo celebra.

Hombre 2 – ¡Uau! ¡Qué puntería! Te he dado en el centro...


¡Exactamente en el medio! ¡Qué fuerte!

Hombre 2 deja de celebrarlo.

Ai, perdón... Quizá no está bien que lo celebre, ¿verdad? Qué falta de
sensibilidad por mi parte... No querría parecer prepotente...

Pausa breve.

Pero, si quieres que te diga la verdad, me ha hecho mucha gracia darte a


la primera. No es fácil... A veces... Hace falta una cierta habilidad para
acertar en el blanco. Mis hijos me enseñaron. Ya te dije que eran unos
chicos muy espabilados... Se las saben todas.

Pausa breve. Hombre 2 deja su “tirachinas” al lado del de Hombre 1.

Dejo el mío aquí, ¿eh? En el suelo. Al lado del mío.

Lo hace.

Ahora estamos en igualdad de condiciones. Ni yo te puedo atacar, ni tú


me puedes atacar.

Pausa breve.

Debo felicitarte. Tienes razón. Salir al parque a resolver nuestras


diferencias es muy provechoso. Propondré hacerlo en más ocasiones. Es
ideal para después de una reunión estresante, después de una bronca del
director... Como aquellos ejecutivos que salen a dispararse pelotas de
pintura... Qué risa, ¿no? Tienes buenas ideas, ¿eh? Me ha gustado...

Pausa breve.

En el trabajo hay demasiada agresividad. Es muy triste. ¿Me dejas


explicarte una cosa? Te lo digo porque estamos en confianza... A veces,
tengo la sensación que esto del mercado libre sólo busca la destrucción
de los competidores. Acabar con ellos. Sea como sea. ¿He hecho servir
un lenguaje demasiado técnico? Sabes qué quiero decir, ¿no? Para un
economista con dos dedos de frente, ¿qué provecho se puede sacar
realmente de tener una actitud cívica hacia los demás? ¿Qué beneficio
saco yo de ser una buena persona? Ninguno. Por eso me ha emocionado
que tú, cuando me has visto débil en el despacho, me propusieras salir
un rato a jugar al parque.

Pausa.

Que las cosas le salgan mal a tu competidor es una buena noticia para tu
negocio. Esa es la verdad.

Hombre 2 golpea encima de la piedra.

Pero, ¿qué se puede construir de bueno encima de esta idea? Y, de la


misma manera, que a la gente de la calle les puteen no tiene porqué ser
una mala noticia para el sistema. Al contrario. Como más fácil sea echar
del trabajo a la gente, en condiciones más precarias, mejor para las
empresas, mejor para la economía. Se fomenta que la gente sea mala.

Hombre 2 empieza a subir encima de la piedra.

Les actitudes egoístas están bien vistas. Es más, los egoístas son vistos
como personas astutas, que están por encima de los otros.

Hombre 2 está encima de la piedra.

Han legitimado el mal, ¿te das cuenta? ¿Te das cuenta? El mal ha
vencido. ¡Es que es muy grave!

Hombre 2 respira profundamente, con calma y tranquilidad. Sin que


Hombre 2 se dé cuenta, Hombre 1 mueve ligeramente su mano,
exhausto, con dolor.

El capitalismo es... es totalmente incompatible con cualquier iniciativa


que fomente la igualdad entre les persones. Es incompatible con la
democracia, por ejemplo. Incluso con esta falsa democracia en qué
vivimos. Siempre habrá alguien que estará pisando a los otros.
Abusando.

Hombre 2 se estira encima de la piedra.

La máxima aspiración del capitalista es reventarlo todo. Llenarse los


bolsillos tanto como le sea posible y huir. ¿Y sabes qué es lo que da más
dinero? Te hará gracia, teniendo en cuenta el juego que me proponías...

Pausa breve.

Di. Venga. Dímelo.

Pausa breve.

La guerra.

Hombre 1 deja de mover la mano.

Te lo habías imaginado, ¿no? Todos los países civilizados, todos, dejamos


que el resto de países se mutilen y se maten entre ellos con las armas
que nosotros mismos les vendemos. Sin excepciones. Occidente vive de
la muerte. Las guerras crean el mercado y el mercado crea las guerras. Y
la guerra manda. Porqué la guerra es dinero. Cuando estamos en guerra,
las medidas extraordinarias hacen que la justicia se vaya a tomar por el
culo. La guerra manda.

Hombre 1 se mueve, palpando el suelo.

¿Qué puede hacer nuestra patética democracia ante todo esto? Nada. La
guerra está por encima de las personas. Un impulso agresivo, movido per
el afán de hacer dinero, vale más que miles de vidas, que miles de
voluntades. Y algunos tienen el morro de decir que el capitalismo ha
traído la paz al mundo.

Hombre 1 salta de la piedra.

¡El capitalismo nos aplastará a todos, hombre! Esto es un hecho. Un


sistema que se basa en la expansión infinita de los beneficios no puede
tener lugar en un mundo con los recursos finitos. ¡Es evidente! Por eso,
cuando te he dicho que ya no sabía qué dar de comer hoy a mis hijos,
cuando te he confesado que me encuentro en la más absoluta miseria, y
tú me has dicho que saliéramos a jugar al parque, que así me relajaría...,
pues eso... me has emocionado, me has emocionado profundamente, la
verdad. Era una buena idea. Lo reconozco. Debo reconocértelo. Sí.
Hombre 2 se da cuenta de los movimientos del Hombre 1.

¿Qué haces? ¿Qué pretendes?

Hombre 1 intenta coger su tirachinas, estirando la mano en su dirección.

Pensaba que ahora ya habíamos renunciado a la violencia, ¿no? ¿No se


había acabado, ya, nuestro juego? ¿No estabas escuchando todo lo que
decía de la guerra? ¿No tenían ningún sentido para ti mis palabras?

Hombre 1 persiste en su intento, desesperadamente.

Teníamos un acuerdo para no atacarnos, para ser iguales. ¿No quieres


que nos mantengamos en igualdad de condiciones?

Hombre 2 se acerca a la mano de Hombre 1.

Y lo que más me jode es que yo me estaba abriendo a ti. ¡Te estaba


confesando mis emociones más íntimas! ¿Es que no te importa?

Hombre 2 pisa la mano de Hombre 1

Eso por traidor.

Hombre 2 se recrea.

Créeme, en el fondo me duele más a mí que a ti.

Oscuro.
5.

Noche. Unos padres se acercan sigilosamente a la cama de su hijo


adolescente. Se sitúan el uno al lado del otro y le observan con
complicidad. La Madre le zarandea con brusquedad y el Chico se
despierta.

Chico – Eh? ¿Qué ocurre?

Madre – ¿Estás despierto?

Chico – ¿Qué?

Padre – Despierta, Javi.

Chico – ¿Qué pasa?

Madre – No pasa nada. Sólo queríamos hablar contigo.

Chico – ¿Qué hora es?

Padre – Las cuatro y media.

Chico – ¿Y queréis hablar ahora? ¿Qué pasa? ¿He hecho algo malo?

Madre – Sólo queremos hablar un rato contigo.

Chico – ¿No os podéis esperar a mañana por la mañana?

Padre – Debe ser ahora Javi. No te hagas el dormilón.

Madre – Hace mucho tiempo que te lo queríamos decir.

Padre – Lo hemos meditado desde hace tiempo y...

Madre – Nosotros nos hemos llevado bien contigo, ¿verdad?

Chico – ¿Qué quieres decir?

Padre – No vayas tan rápido. Lo que quiere decir tu madre es que acabas
de hacer 18 años y creemos que debes saber ciertas coses.

Chico – Ui, ui, ui... ¿Qué ocurre? ¿Soy adoptado?

Madre – No, te puedo garantizar que te lleve en mi vientre durante 9


meses. Puedes estar seguro.
Chico – ¿Queréis hablar de sexo o una cosa de éstas?

Madre – En cierta manera.

Chico – Pues no es necesario que me expliquéis nada, hace muchos años


que perdí la virginidad.

Padre – No queríamos hablar de tu vida sexual...

Madre –...sino de la nuestra.

Chico – ¿Qué? ¿Os habéis vuelto locos? Lo siento, pero no me interesa en


absoluto saber cómo os lo montáis.

Padre – Lo que queremos decirte tiene que ver con el momento en que
fuiste concebido.

Madre – ¿Sabes lo que es el coitus interruptus?

Padre – Cuando tu madre y yo hacíamos el amor de jóvenes, antes de


correrme yo salía de su vagina...

Chico – Por favor...

Padre – Y la llenaba de esperma per encima.

Madre – Sobretodo encima de las tetas.

Chico – Basta.

Madre – Todavía le gusta hacerlo.

Padre – Bien; pero eso no es lo importante. El hecho es que no


utilizábamos preservativo y para no dejarla embarazada, pues, me corría
fuera.

Chico – ¡Sé perfectamente qué es el coitus interruptus! ¿Qué coño


queréis de mí?

Madre – Pues eso es lo que te queríamos decir: Eres un coitus interruptus


mal resuelto. Papá no llegó a tiempo y se corrió dentro.

Padre – Es comprensible.

Pausa.
Chico –Bien, pero no estoy seguro de si quería enterarme... Uau...

Padre – Es importante que lo sepas todo.

Chico – No sé si podré dormir imaginándome todo esto.

Padre – Queríamos ser sinceros.

Chico – Fantástico...

Madre – Por eso intentamos abortarte.

Chico - ¿Qué?

Madre – No te deseábamos, Javi. Es normal.

Chico – ¿Normal?

Madre – Por muy poco no te quedas en una palangana de un hospital de


mierda.

Chico – ¿Cómo?

Padre – Fuiste una gran decepción para tu madre y para mí. Cambiabas
totalmente nuestra vida, nuestros planes. Nosotros queríamos continuar
trabajando, construir la empresa sin...

Madre – Sin ningún obstáculo.

Padre – Exacto.

Chico – ¿Y qué pasó?

Padre – Tu abuelo se enteró. Ya sabes que son muy religiosos en casa de


mamá.

Madre – Fue imposible escaparme a un hospital a escondidas. Y no quería


hacer otra cosa.

Chico – Muy bonito. ¿Alguna cosa más?

Madre – Intenté provocarme un aborto, pero acabé haciéndome daño en


la pierna. No es tan fácil perder un niño.

Chico – No es tan fácil perderme a mí, mamá, no olvides que era a mí a


quien querías perder.

Padre – Nos sabe mal, pero debes entender que quisiéramos decírtelo.

Chico – Claro, no os lo podíais callar y ya está, ¿no? Queríais convertir


esta noche en una pesadilla...

Madre – Con pocos meses de vida té lancé a una piscina.

Chico – Todavía no se ha acabado...

Madre – Tenerte fue tan frustrante que te quería hacer desaparecer como
fuese.

Padre – Creemos que tus problemas respiratorios están relacionados con


el incidente de la piscina.

Chico – Es increíble. Y me lo decís ahora... ¿Y cómo sobreviví?

Padre – Tu abuelo. Otra vez. Te rescató en el último momento. Se quedó


contigo hasta que tuviste unos cuatro años.

Chico – Qué suerte, como mínimo alguien me quería.

Padre – Bueno, Javi, de hecho...

Madre – No, no, eso quiero decírselo yo. Cuando murió el abuelo
descubrimos que había abusado sexualmente de ti desde el primer
momento. Te estuvo sodomizando de mala manera día sí, día también. Y
lo grababa con una cámara.

Chico – No, no. No. Por aquí ya no paso.

Madre – ¿Recuerdas alguna cosa del abuelo?

Chico – Como mínimo me quería vivo, ¿no?

Madre – Sí, pero mira para qué te quería exactamente...

Chico - Vosotros no me queríais vivo.

Padre – Pero, ¿qué quieres que te digamos?

Madre – La sinceridad siempre por encima de todo.

Chico – ¿Y no tengo ningún pariente que me quisiera apuñalar por


Navidad? ¿O una tía que quisiera torturarme durante les colonias de
verano?

Madre – Esto que te estamos diciendo es muy serio, Javi.

Padre – Mucho.

Chico – Y muy útil. Ahora ya me habéis hecho una persona mejor.

Madre – Bueno, como mínimo así ya sabes por qué hemos decidido
matarte.

Pausa.

Chico – Mamá, pero ¿qué estás diciendo?

Padre – Lo que oyes.

Chico – Esta es una broma absolutamente innecesaria.

Madre – Tú eres la broma innecesaria. 18 años de broma innecesaria.

Chico – ¿Qué?

Padre – Pensamos que cuando tuvieras 18... Quizá sería el momento


adecuado para... en fin... ya sabes...

Chico – Pero, ¿he hecho algo mal?

Madre – Que no escuchas, ¿eh?

Padre – Hemos pensado que a nosotros esto de hacer de padres no nos


ha llenado nunca del todo, ahora mismo la situación económica no pasa
por el mejor momento y...

Madre – No le des más explicaciones, no es necesario.

Padre – No, pero digámoslo todo. Tampoco tienes muy buenas notas, la
verdad. Cuando salgas de la escuela...

Madre – Si sale algún día...

Padre – Sabemos que tendrás problemas para encontrar trabajo.

Chico – Pero podría trabajar en vuestra empresa.


Padre – Pero no lo harías bien. Eres el típico hijo de empresario que todo
el día está creando problemas a los trabajadores de verdad.

Madre – Eres un desastre, Javi, y lo sabes, eres una pérdida de tiempo


constante...

Padre – No te pases, mamá. Simplemente, no serías rentable, en una


palabra.

Chico – ¿Y por qué no me dejáis marchar?

Padre – Nos sentimos responsables, de alguna manera.

Madre – Si no eres rentable para nosotros, tampoco lo serás para nadie


más.

Padre – Cuando el estado entró en bancarrota y aquella empresa de


hamburgueserías se hizo cargo de la deuda, abrieron la puerta a
reducciones de personal como éstas.

Chico – ¿Reducciones de personal?

Madre – Bueno, hoy somos 3, mañana por la mañana seremos 2.


Reducción. De. Personal.

Padre – Es una manera de contribuir al bien colectivo, ¿no te parece?

Chico – No sois nadie para amenazarme.

Madre – Eres tú quien no eres nadie, Javi. Nunca debiste nacer, ni


respirar, ni pensar. Nada.

Padre - No deberías existir, así de simple.

Chico – Es alucinante.

Padre - Piensa que gracias a nosotros has vivido durante un poco más de
18 años.

Madre – De otra manera, ahora serías un espermatozoide reseco entre


las sábanas y un óvulo coagulado en medio de la menstruación de una
compresa.

Padre – Simplemente, no eres nada. Eres un error y ahora serás


corregido.
Chico – Esto es horrible. Quiero marchar ahora mismo de aquí.

Chico se dispone a marchar, con una cierta rapidez.

Padre – No, no marches.

Madre – ¡Es una broma!

Chico – ¿Qué?

Padre – ¡Una broma!

Padre saca una pistola y le mata. Quedan mirando el cadáver. Pausa.

Madre - Quizá alguien se querrá follar el cadáver.

Pausa breve.

Madre - Pagando.

Padre - Hagamos hamburgueses y las vendemos.

Madre - Pastelitos de carne.

Padre - Perfecto.

Padre y Madre sacan de escena el cadáver de su hijo, arrastrándolo per


un pie.

Oscuro.
6.

Sale al escenario Farah, una mujer vestida con Burka, el pañuelo islámico
que cubre totalmente el cuerpo. Farah, de unos cuarenta y cinco años,
habla en árabe, mientras su vecino, José, está situado entre el público
traduciendo sus palabras para el resto de la audiencia. Las palabras
traducidas directamente de Farah por José llevan comillas (“Farah”).

“Creo en la democracia.”

Pausa.

“Debéis saberlo. Me ha costado mucho venir hoy a hablar con vosotros.”


Con nosotros, vaya. “Por muchos y muchos motivos. Pero si estoy aquí
es porqué para mi resulta importantísimo.” “Le agradezco mucho a
José,”...es decir, a mí... “, que vive en el quinto primera, que pueda
traducirme a vuestro idioma. Siempre se ha mostrado muy cordial con mi
hija y conmigo.” ‫ ﺷﻜﺮا‬Gracias, Farah. Lo celebro. “Espero que él pueda
haceros llegar mis palabras con la serenidad que yo no tengo en este
momento. Es una suerte que sepa mi idioma. Me gustaría mucho hablar
algún día en vuestro idioma en una de vuestras reuniones de vecinos. No
veo porqué no pueda pasar eso en el futuro. Sobre todo ahora.”

Pausa breve.

“Sé que nunca me había dirigido a vosotros, aunque somos vecinos


desde hace tres años. Seguramente muchos de vosotros no sabíais ni
que yo estaba viviendo en vuestro mismo edificio. Quizá os habéis
encontrado alguna vez con mi marido, pero conmigo es más difícil.”

Pausa breve.

“Admiro profundamente vuestra cultura, creo en totas las cosas que


vosotros creéis. Podéis estar seguros. Mi padre tenía mucho dinero y nos
dio a mí y a mis otras hermanas una educación que no acostumbramos a
tener el resto de las mujeres en el Afganistán. Pero también tengo mis
propias creencias. Y las quiero mantener.”

Pausa breve.

“No hay tantas mujeres que utilicemos el Burka. Aunque sé que os


molesta a muchos de vosotros.” Ahora ha hecho un poco de broma y dice
que “Sé lo que habéis pensado cuando he entrado: algunos habéis
sentido un poco de miedo, a otros os ha hecho gracia, pero la mayoría
habéis sentido vergüenza. Lo puedo entender.”
Pausa breve.

“A partir de mañana ya no lo llevaré más.” Vaya.

Pausa breve.

“No me dejaran. Seguro.” ¿Cómo?

Pausa breve.

“Tenéis que pensar que el Burka forma parte de mi cultura y que no


supone un problema para mí o para mi hija. En ningún caso nos sentimos
como víctimas de esta ropa. ¿Os sentís víctimas, vosotros, de pagar la
hipoteca de una casa, cuando el suelo debería ser propiedad de todo el
mundo? ¿Os sentís ultrajados por las víctimas de los accidentes
automovilísticos? Lanzarse a correr por una carretera es mucho más
irresponsable que vestirse con mis ropas. Si queréis vivir en una sociedad
justa”, o más bien “con apariencia de justicia“, quiere decir, “donde todos
puedan hacer lo que desean, debéis dejarnos vestir así o como nosotros
deseamos. Si queréis vivir en una sociedad más justa eliminad el
transporte privado o haced que todo el mundo tenga un lugar donde
vivir, pero no molestéis a tres o cuatro personas que no os suponen
ningún tipo de amenaza.”

Pausa breve.

“Quería que supierais esto antes de explicaros el motivo por el cual he


venido hoy.”

Pausa breve. Farah saca sus manos fuera del Burka. Están
ensangrentadas.

¡Oh, Dios mío! ¿Qué has hecho? !‫ﻣﺎذا ﻓﻌﻠﺘﻢ؟ اﷲ‬


Pausa larga. Farah muestra sus manos al público.

‫¿ ﳌﺎذا؟‬Por qué Farah? ¿Qué has hecho?


Pausa. José deja de hablar, Farah no se detiene, con desesperación.

No sé si podré seguir. ¡Dios mío! Ha dicho “¡Por favor José ayúdame!” No


sé si esto debería traducirlo. “Mi hija y yo te necesitamos.”

Pausa breve. José está colapsado. Farah le ordena que siga traduciendo.
Sí, sí, continúo traduciendo. Dios mío... “He venido aquí a explicaros qué
ha pasado hace un momento en mi casa.”

Farah no deja de hablar, pero José no dice nada durante un buen rato.

Oh, no, no, por favor no.

Farah se detiene e increpa a José.

De acuerdo, de acuerdo. Lo explicaré. “José,” o sea yo, “estuvo hablando


con mi hija desde el balcón.” Por favor... Es una niña... “No era la
primera vez, mi marido lo sabía. Entonces les vio y se enfado mucho.”
Qué horror... Me sabe tan mal, Farah. “No paraba de darle golpes, no
paraba, quería que recordase aquella paliza, quería que no lo volviera a
hacer nunca más. Me pareció que quería matarla.”

...‫وأﻧﺎ أﻋﻠﻢ ﺳﻴﺌﺔ ﻟﻠﻐﺎﻳﺔ‬


José no sabe cómo excusarse.

Es imperdonable. Debería haberlo sospechado. Me sabe tan mal... “Se


descontroló. Se paso un poco más de lo normal. Ella no lo aceptó y fue a
coger un abridor de cartas, no para clavárselo, estoy segura,
simplemente para amenazarle. Yo intenté quitárselo, pero él tampoco
paraba de golpearla, todavía más enfadado, y en un momento de
confusión, cuando ya lo tenía en mis manos, el abridor, no sé cómo, ha
acabado en su cuello... Yo no quería... No sé cómo...”

Pausa breve.

...‫ أﺷﻌﺮ ﺑﺎﳋﺠﻞ‬Todo es por mi culpa.


Farah se acerca a José y le acaricia con sus manos ensangrentadas.
Farah vuele a hablar.

Dice que hemos de ayudarla a salvar a su hija. Dice que alguien debe
pagar por la muerte de su marido y cree que debe ser ella y no su hija.
Dice que cree que es afortunada de poder pagar sólo ella el precio, que
en el Afganistán las dos morirían lapidadas. Dice “Me siento afortunada.
Es lo que significa para mí poder ser igual que vosotros”.

Pausa breve.

Dice “Pero no quiero perder mi identidad. Entiendo que he cometido una


falta terrible, que deberé pagar, pero sin el Burka ya no seré yo misma.
Para mí, es mucho más que esencial. Quizá para vosotros yo ahora no
debería preocuparme de eso, pero cuando llame la policía, por favor,
pedidles que no me quiten el Burka. No quiero dejar de ser yo misma. Sé
que van a querer quitármelo. Por favor, José... Tengo miedo.”

Pausa breve.

Me sabe tan mal Farah... Os dice “Sé que vosotros me denunciaréis a la


policía. Lo comprendo, no os lo reprocharé.”

Pausa breve.

“Porqué lo haréis, ¿no? ¿Lo haréis? Lo entendería.”

Pausa.

“Adelante. Quizá algún día, cuando salga de la prisión, podré hablar con
vosotros en vuestro idioma y tener una conversación.” “Una conversación
bonita”, ha dicho.

Farah sale del escenario. José se levanta inmediatamente y sale también


detrás de ella.

Oscuro.

7.

Noche oscura. Un bar tenebroso, iluminado en rojo. Ruido de gente. Una


camarera joven trabaja mientras, al otro lado de la barra, está Dick, un
home de unos cincuenta años largos, con vestido y corbata. Se trata de
alguien increíblemente parecido a Richard Cheney, vicepresidente de los
Estados Unidos durante la etapa de George Bush Jr. y todavía una de les
personas más poderosas, ricas e influyentes del mundo.

Camarera – Yo no quiero ser cómplice.

Dick – ¿Qué? ¿Qué coño has dicho?

Camarera – Ahora ya lo sabes.

La Camarera marcha hacia la otra punta de la barra.

Dick – ¿Eh? (Pausa breve.) ¿Me escuchas? Estoy esperando un par de


amigos... (Pausa breve.) Eh... ¿Por qué no quieres servirme una cerveza?
(Pausa breve.) ¿Esto es un bar o qué coño es? ¿Qué negocio de mierda
es éste? (Pausa breve.) ¿Me escuchas?

La Camarera se acerca.

Camarera – No quiero servirle una copa.

Dick – ¿“No quiero” qué? Pero, ¿tú sabes quién coño soy yo? Tú sabes
cómo me llamo, ¿no? Si quisiera... Si ahora mismo quisiera... Podría
hacer que mañana nadie conociera tu nombre. (Pausa.) Con sólo una
llamada. (Pausa breve.)

Dick le muestra su teléfono móvil.

Dick – Primero empezaríamos por ti, no llegarías a casa. Te meterían en


un camión y te inyectarían una mierda que te haría perder el
conocimiento. Más tarde, te despertarías para darte cuenta que te han
hecho comer tu propia cara en carne viva. Los ojos, la nariz, los labios,
todo... Créeme, nadie volvería a reconocerte. Suplicarías que te matasen.
(Pausa breve.) Y no me costaría nada. (Pausa.) Sólo con una llamada.
(Pausa breve.) Después podría hacer que eliminasen a toda tu familia.
Siempre hay mil excusas para hacerlo: enfermedades que hay que
controlar, terroristas peligrosos... La gente no se pregunta dónde han ido
a parar sus vecinos si se les explica que tenían una enfermedad muy
contagiosa. (Pausa breve.) Y no me costaría nada. Mañana nadie sabría
quien eres. (Pausa breve.) A una pringada de mi empresa en Bagdad la
violaron 7 de sus superiores. Uno tras otro. Imagínate lo que podría
hacerte a ti. (Pausa.) Mira. Sólo debo apretar este botón para hacer la
llamada. (Pausa.) ¿Me puedes servir una cerveza? (Pausa.) ¿Por favor?
La Camarera está a punto de hacerlo. En ese mismo momento entra por
la puerta el rey Leopoldo II de Bélgica (1835-1909), exultante. Va
vestido con uniforme y con su prominente y característica barba.

Leopoldo – ¡Hola a todos!

Dick – ¡Leopoldo!

Dick, alegre, se acerca a él y le abraza.

Dick – ¿Dónde estabas, gamberro?

Leopoldo – Deseando llegar aquí y tomarme una cerveza con vosotros.


¿Ya ha llegado Gregorio?

Dick – Debe estar tan atareado como siempre...

Leopoldo – Ya nos lo explicará... ¿Qué quieres tomar?

Dick – Nada.

Leopoldo – ¿Y eso?

Dick mira a la Camarera.

Dick – Ésta... que no quiere servirme una cerveza.

Leopoldo – ¿Qué le has hecho, eh?

Dick – Nada, te lo prometo.

Leopoldo – Sentémonos y después ya veremos qué hacemos.

Dick mira amenazadoramente a la Camarera, que queda inmóvil un


instante y después vuelve a su trabajo. Dick y Leopoldo se sientan en
una mesa.

Dick – ¿Qué tal los niños?

Leopoldo – Están monísimos, los cuatro. Deberías verlos. Clementina


está preciosa, es la niña de mis ojos... Y el pequeño Leopoldo, no sé,
creo que será un gran heredero a la corona, se le nota. Me siento muy
orgulloso de ellos, ¿sabes?

Dick – Me lo puedo imaginar.


Leopoldo – No querría sonar pasado de moda, pero... Cuánto más grande
me hago... Más creo de verdad en la familia.

Dick – No más de lo que yo ya creo, amigo mío.

Leopoldo – Es la pieza angular de nuestra sociedad. Dick, no hay nada


más, sin la familia sólo hay el caos, ninguna sociedad sobrevive sin ella.

Dick – Es la vida, es el amor, es el hogar... Es todo aquello por lo que


luchamos. Cuando alguien te lleve la contraria, piensa en eso.

Leopoldo – Sólo hay dos cosas en las que crea tanto como en la familia:
la constitución y la libertad.

Dick – Deberías escuchar como hablas... Es un honor poder compartir


ratos contigo, Leopoldo. ¿Cómo van los negocios? ¿Te desplazas tú
directamente?

Leopoldo – Nunca. Me queda muy lejos el Congo y no soporto los viajes


en barco. Además yo debo gobernar Bélgica. No puedo hacerlo todo a la
vez. I tú, ¿cómo fueron las elecciones?

Dick – Una balsa de aceite.

Leopoldo – Pero si las perdisteis... No me engañes...

Dick – No, hemos puesto a trabajar un negro, como vosotros en las


colonias del Congo, nada más. ¿Has visto quien le patrocina? ¿Quién
subvencionó su triunfo? Somos nosotros, Leopoldo, no te engañes. Nunca
jugamos con lo que es nuestro.

Leopoldo – Un negro mandando... Me parece excesivamente exótico. Y


peligroso.

Dick - No hay ningún tipo de riesgo. Él ya sabe quién manda realmente.


Y vuestros negros, ¿qué tal?

Leopoldo – Me tienen un poco preocupado.

Dick – ¿Por qué?

Leopoldo – Últimamente practican eso de los suicidios colectivos.


Realmente me preocupa. Unos cuantos se reúnen y se apuñalan entre
ellos con las herramientas de recoger caucho. Están haciendo bajar la
producción considerablemente. ¿Qué podemos hacer para controlarlos?
Dick – El miedo. Siempre funciona.

Leopoldo - ¿Qué me sugieres?

Dick – Prepáralo bien y, un día, haces ver que alguien ataca los edificios
más representativos del país y después les culpabilizas a ellos. Podrás
hacer lo que quieras a quien quieras. Ya lo verás.

Leopoldo – Necesito alguna cosa más asequible, tienen Bélgica


demasiado lejos del Congo. De momento, para que trabajen con interés,
lo que hacemos es tomar como rehenes a las mujeres de los
trabajadores.

Dick – No creo que funcione igual. (Pausa breve.) A nosotros nos


acusarían de sexistas... Ya sabes, aquello de “¿Y por qué las mujeres y
no los hombres?”...

Leopoldo – Si hemos de practicar violaciones per desmoralizarlos es


mucho mejor hacerlo a una mujer. Por todo el rollo de los embarazos
posteriores...

Dick – Claro, claro... A los hombres, cuesta dejarlos embarazados...

Leonard – No creas, algunos maricas lo intentan...

Leopoldo y Dick ríen.

Dick – ¿Cuantos lleváis?

Leopoldo – ¿Cuantos qué? ¿Maricas?

Dick – No, ya sabes... ¿Cuántos lleváis ya?

Leopoldo – Ahhh... Desde que llegamos en el 1878... Debemos ir por los


10 millones de muertos más o menos. Pero hemos superado esta cifra de
largo en manos cortadas... Lo hacemos a los que no aportan suficiente
caucho.

Dick – Son muchos... Nos ganáis de largo.

Leopoldo – Lo más importante es la intención. ¿Y vosotros? ¿Cuántos


lleváis en Irak?

Dick – No lo sé... No sé ponen de acuerdo...

Leopoldo – Dí... Venga… Todo está bien...


Dick - En el mejor de los casos, un millón y medio, como mucho. Pero la
situación en Irak no es tan favorable como la que tenéis en el Congo...

Leopoldo – Tanto da... Que sean más o menos, eso no importa. Lo que
es verdaderamente importante es lo que hemos aportado a la vida de los
hombres y mujeres de estos lugares.

Dick – Sí, claro...

Pausa. Dick duda.

Leopoldo - Democracia. Si vieras cómo estaban, antes.

Dick – Mucho peor...

Leopoldo – ¡Mucho! ¡Por supuesto!

Dick - Antes que nosotros llegásemos, tampoco no había democracia en


Irak.

Leopoldo – Ahora pueden votar a aquellos de los suyos que desean que
les representen.

Dick – Siempre y cuando hagan exactamente lo que nosotros queremos,


por supuesto.

Leopoldo – ¡Clarísimo! ¡No tienen suficiente criterio para gobernarse! Por


ejemplo, ¿qué harían ellos de sus riquezas naturales? Petróleo, caucho...
Lo malbaratarían...

Dick – Los recursos deben estar en manos de los que saben gestionarlos.

Leopoldo – Precisamente el año 1884 fui miembro fundador de la


Sociedad Internacional para la Supresión de los Costumbres Salvajes. Los
principales países del mundo estaban implicados.

Dick – Quizá deberíamos reemprenderla ahora.

Leopoldo – Todavía existe. Ahora la llaman ONU.

Dick – Cuando veo un niño del tercer mundo pienso... No les da


vergüenza, seguir con esta incultura. Son un mal ejemplo que debe
exterminarse.

Leopoldo - No olvides que con el uranio que nosotros sacamos del Congo
vosotros pudisteis hacer las bombas con las que arrasasteis Japón.

Dick – Lo sé, lo sé... El progreso es imparable.

Leopoldo – Esta palabra siempre me confunde.

Dick – ¿Cual?

Leopoldo – Progreso.

Dick – Si te beneficia a ti es progreso, si no, no.

Leopoldo – Tú sí que progresas. ¿Qué patrimonio tienes ya?

Dick - Mi petrolera, primer proveedor mundial de petróleo, según la


última cifra oficial, tuvo unos ingresos de 18.300 millones de dólares.

Leopoldo – Esta vez, con las cifras ganas tú...

Dick - Sí. Debo reconocerlo. Son tiempos de prosperidad.

Empiezan a reír.

Leopoldo - A cuanta gente les debes haber cortado las manos, tu...
Dime...

Dick - Cómo eres...

Continúan riendo. La Camarera, que pasa por allí, se queda aterrada


cuando Leopoldo la coge de la mano.

Leopoldo - ¿Qué nos puedes traer, guapa?

Camarera - Lo siento.

Leopoldo – ¿Por qué?

Camarera – Lo siento. No les quiero servir.

Leopoldo – ¿No nos quieres servir? ¿Por qué?

Camarera – Porqué sé quiénes son, los dos.

Dick ríe.

Leopoldo – ¿Y cuál es el problema?


Camarera - Ustedes son dos de los peores hijos de puta que nadie ha
podido encontrarse jamás.

Leopoldo – ¡Uau! ¿Has oído eso Dick?

Dick – Impresionante.

Camarera – Tengo unos ideales. Ustedes pueden hacer lo que quieran,


pero aquí, en mi bar, no se tomaran ni una cerveza.

Dick y Leopoldo empiezan a reír. La Camarera marcha.

Dick - ¿Sabes qué? Será mejor que marchemos. Aquí no nos servirán
nada y Gregorio no vendrá, me lo huelo.

Leopoldo – Debe tener problemas en Roma.

Dick - Desde que tuvo esa idea de organizar las cruzadas durante su
papado está demasiado entretenido.

Leopoldo – ¡Hay que tener muchas ganas para dar igualdad y razón al
mundo entero…! No para quieto, nuestro pequeño Gregorio VII.

Dick – No es mala idea. No descarto copiarla, en un futuro próximo, con


la China o la India.

Leopoldo – Y tan inofensivo que parece Gregorio cuando se ha tomado un


par de whisky’s...

Dick – Sí, pero ya ves que aquí no nos dejan beber...

Leopoldo - ¿Y si algún día todo esto cambiara?

Dick - ¿Qué quieres decir?

Leopoldo - ¿No te da miedo que...? Es evidente que continuamos


teniendo el poder y que esto no puede cambiar, parece muy evidente,
pero imagínatelo por un momento, que algún día la gente se pusiera
contra nosotros, que acabasen lanzándonos piedras a nuestra comitiva
fúnebre...

Dick ríe.

Dick - Henry Kissinger, el hombre detrás de los golpes de estado en


Chile, Argentina, Camboya, Laos, el Sahara Occidental y Uruguay… El
puto Henry Kissinger… ¡Tiene el premio Nobel de la Paz! ¡El puto premio
Nobel de la Paz!

Los dos empiezan a reír. Mientras ríe, Dick mira fijamente a la Camarera,
vuelve a sacar el móvil y lo señala. La Camarera no sabe hacia dónde
mirar, aterrada, finalmente le muestra el dedo corazón de la mano, en un
gesto ofensivo.

Camarera – ¡Fuera de aquí! ¡Gentuza de mierda!

Oscuro.

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