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Esteve Soler
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FRASES EXTRAÍDAS DE LA CRÍTICA INTERNACIONAL
“…muy fuerte, loco al mismo tiempo que político (...) tan divertido como
contundente y eficaz.” Le Figaro, Armelle Hélliot
José Saramago
“Género teatral de origen francés creado a finales del siglo XIX, que,
mediante montajes de corta duración, reflejaba la monstruosidad de sus
tiempos a través del horror y la farsa surreal.”
Marido – Bien, como siempre. Con los mismos problemas para encontrar
aparcamiento...
Mujer – Vaya...
Marido – Ya está bien... ¿Se puede saber para qué pagamos impuestos?
Mujer – Claro...
Marido - Nuestros votos sirven para alguna cosa... Sabes qué ocurre si
no hacemos el gesto de poner el voto en la urna, ¿verdad? ¿Qué se
creen? ¿Que no lo sabemos hacer? ¿Que no sirve para nada este gesto?
Mujer - Claro...
Mujer – Claro...
Mujer – A patadas.
Marido – Claro...
Pausa.
Mujer – Claro...
Marido - Me alegro.
Marido - ¿Qué?
Mujer – Me he desmayado.
Marido - Pero eso nunca se sabe. Podría ser alguna cosa que no se vea a
simple vista. Deberías ir.
Mujer – Tranquilo.
Pausa breve.
Pausa breve.
Mujer - Fresca.
Pausa breve.
Mujer - De la nevera.
Pausa.
Marido – Estos políticos... son la pera... todos son iguales... Todos son
unos corruptos. Todos son iguales. No hay ni un gramo de decencia.
Marido – ¿Qué?
Marido – ¿Ya?
Pausa.
Mujer sonríe.
Marido – Parece que sonría. Nos parecemos tanto a ella... Es como si nos
viéramos a los dos en un espejo a la vez.
Pausa breve.
Pausa.
Mujer – Sigue.
Marido - ...cuando quieras llorar, para reír contigo cuando quieras reír,
para escucharte cuando necesites...
Mujer – Fría.
Pausa breve.
Mujer - De la nevera.
Pausa breve.
Pausa.
Mujer - Desde aquí puedo ver la calle y veo la ciudad, llena de esto
mismo que nos rodea. Las calles están enganchadas entre ellas. La
ciudad ya no es nuestra, quizá no lo ha sido nunca. Pero un día tú lo
arreglarás. Tú cambiarás las cosas.
Oscuro.
2.
Pausa.
Y – ¿Qué?
Y - Naturalmente.
Y se sienta delante de X.
X – No lo sé, lo cierto es que nos dio pereza rehacer toda aquella farsa de
las elecciones, montarla de nuevo, para nada. La gente arriba y abajo,
con aquellos sobrecitos estúpidos. ¿Qué hay allí dentro? ¿Qué creen que
pueden decir a través de un sobre sólo una vez cada cuatro años?
Y – También hay un vídeo en qué se llevan un columpio con una niña que
todavía va dentro.
X – Ni una sola farola, ni una sola hoja corriendo por el aire, ni un solo
grito fortuito de una mujer. Nada.
Y – Lo comprendo.
X – En todo caso, debo decirte que nosotros también nos hemos cansado
de tenerlo todo y queremos, además, demostrarlo, demostrar que lo
tenemos todo.
X – Queremos volver a tener una ciudad con todo tipo de cosas, incluso
gente, pero no cualquier tipo de gente.
Y – Será un honor.
Dentro del saco, sin que X y Y puedan verlo, cada vez hay más
movimiento, como si estuviera despertando alguien.
X - Es importante que estén distraídos, que se rían a todas horas, que les
dé pereza hablar de temas importantes y decisivos. ¿Qué pasaría si se
obsesionasen con solucionar el hambre del mundo? ¿Pero de verdad?
Provocarían una alteración financiera que nos haría perder ventaja
respecto nuestros competidores.
Y - Todo aquel que se le crucen los cables y quiera hacer pensar a los
demás ha de quedar inmediatamente aislado y estigmatizado.
Y - Sólo será aceptadas aquellas críticas que sean tan crípticas o sutiles
que nadie las entienda.
Y – Lo que me pedisteis.
Y – Déjame mirar.
X - A ver...
X – ¡Es mi ex!
Y – ¿Qué?
Y – ¡No lo sé!
Y – ¿Qué?
Z - ¡Y traeré a mis amigas para que me ayuden, sobre todo a las que te
caían peor!
Y – Cálmate...
Y - ¿I si hacemos un megaprostíbulo?
Y – Venga.
Oscuro.
3.
Vecina – ¿Sí?
Hombre - Me preguntaba...
Pausa breve.
Vecina – ¿Perdón?
Pausa.
Vecina – Ya.
Hombre queda abatido. Pausa larga. Vecina abre la puerta, con cara
pensativa y un poco preocupada.
Vecina – A ver...
Hombre – Sí.
Hombre – 3...
Vecina – 4… 5… 6...
Hombre – ¿Y?
Vecina – Y... Y... Y ya está.
Vecina – Caramba...
Pausa breve.
Hombre – 3...
Hombre, mientras, cuenta con los dedos, pero no consigue llegar más
allá de seis. Aparece Vecina acompañada de Vecino, su marido, un poco
dormido.
Pausa breve.
Hombre – 3...
Hombre – 4...
Pausa breve.
Vecina – ¿Y?
Vecino – ¿Y qué?
Vecina – ¡No hay nada! No viene nada Eugenio; ¿Te das cuenta? ¡Nada!
¡No hay nada de nada!
Vecino – Ay, no lo sé, supongo que debe haber otro piso. Yo que sé...
Vecina – No, no, esto debemos resolverlo ahora mismo. ¿Qué pasaría si
alguien se levanta antes que nosotros y se lo encuentra así, eh?
Hombre – Podría ser que... Sólo es una hipótesis, ¿eh? Pero... ¿No podría
ser que fuera una conjura?
Vecina – Sí.
Hombre – Tiene toda la pinta... Y esto puede ser muy y muy peligroso.
Hombre - Si no encontramos una solución a qué hay después del 6... Una
de dos: o es el infinito o es… la nada.
Pausa breve.
Vecina – ¿Eugenio?
Pausa breve.
Hombre – Está muerto. Después del 6 está claro que no hay nada.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa.
Pausa breve.
Pausa.
Ai, perdón... Quizá no está bien que lo celebre, ¿verdad? Qué falta de
sensibilidad por mi parte... No querría parecer prepotente...
Pausa breve.
Lo hace.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa.
Que las cosas le salgan mal a tu competidor es una buena noticia para tu
negocio. Esa es la verdad.
Les actitudes egoístas están bien vistas. Es más, los egoístas son vistos
como personas astutas, que están por encima de los otros.
Han legitimado el mal, ¿te das cuenta? ¿Te das cuenta? El mal ha
vencido. ¡Es que es muy grave!
Pausa breve.
Pausa breve.
La guerra.
¿Qué puede hacer nuestra patética democracia ante todo esto? Nada. La
guerra está por encima de las personas. Un impulso agresivo, movido per
el afán de hacer dinero, vale más que miles de vidas, que miles de
voluntades. Y algunos tienen el morro de decir que el capitalismo ha
traído la paz al mundo.
Hombre 2 se recrea.
Oscuro.
5.
Chico – ¿Qué?
Chico – ¿Y queréis hablar ahora? ¿Qué pasa? ¿He hecho algo malo?
Padre – No vayas tan rápido. Lo que quiere decir tu madre es que acabas
de hacer 18 años y creemos que debes saber ciertas coses.
Padre – Lo que queremos decirte tiene que ver con el momento en que
fuiste concebido.
Chico – Basta.
Padre – Es comprensible.
Pausa.
Chico –Bien, pero no estoy seguro de si quería enterarme... Uau...
Chico – Fantástico...
Chico - ¿Qué?
Chico – ¿Normal?
Chico – ¿Cómo?
Padre – Fuiste una gran decepción para tu madre y para mí. Cambiabas
totalmente nuestra vida, nuestros planes. Nosotros queríamos continuar
trabajando, construir la empresa sin...
Padre – Exacto.
Padre – Nos sabe mal, pero debes entender que quisiéramos decírtelo.
Madre – Tenerte fue tan frustrante que te quería hacer desaparecer como
fuese.
Madre – No, no, eso quiero decírselo yo. Cuando murió el abuelo
descubrimos que había abusado sexualmente de ti desde el primer
momento. Te estuvo sodomizando de mala manera día sí, día también. Y
lo grababa con una cámara.
Padre – Mucho.
Madre – Bueno, como mínimo así ya sabes por qué hemos decidido
matarte.
Pausa.
Chico – ¿Qué?
Padre – No, pero digámoslo todo. Tampoco tienes muy buenas notas, la
verdad. Cuando salgas de la escuela...
Chico – Es alucinante.
Padre - Piensa que gracias a nosotros has vivido durante un poco más de
18 años.
Chico – ¿Qué?
Pausa breve.
Madre - Pagando.
Padre - Perfecto.
Oscuro.
6.
Sale al escenario Farah, una mujer vestida con Burka, el pañuelo islámico
que cubre totalmente el cuerpo. Farah, de unos cuarenta y cinco años,
habla en árabe, mientras su vecino, José, está situado entre el público
traduciendo sus palabras para el resto de la audiencia. Las palabras
traducidas directamente de Farah por José llevan comillas (“Farah”).
“Creo en la democracia.”
Pausa.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa breve. Farah saca sus manos fuera del Burka. Están
ensangrentadas.
Pausa breve. José está colapsado. Farah le ordena que siga traduciendo.
Sí, sí, continúo traduciendo. Dios mío... “He venido aquí a explicaros qué
ha pasado hace un momento en mi casa.”
Farah no deja de hablar, pero José no dice nada durante un buen rato.
Pausa breve.
Dice que hemos de ayudarla a salvar a su hija. Dice que alguien debe
pagar por la muerte de su marido y cree que debe ser ella y no su hija.
Dice que cree que es afortunada de poder pagar sólo ella el precio, que
en el Afganistán las dos morirían lapidadas. Dice “Me siento afortunada.
Es lo que significa para mí poder ser igual que vosotros”.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa breve.
Pausa.
“Adelante. Quizá algún día, cuando salga de la prisión, podré hablar con
vosotros en vuestro idioma y tener una conversación.” “Una conversación
bonita”, ha dicho.
Oscuro.
7.
La Camarera se acerca.
Dick – ¿“No quiero” qué? Pero, ¿tú sabes quién coño soy yo? Tú sabes
cómo me llamo, ¿no? Si quisiera... Si ahora mismo quisiera... Podría
hacer que mañana nadie conociera tu nombre. (Pausa.) Con sólo una
llamada. (Pausa breve.)
Dick – ¡Leopoldo!
Dick – Nada.
Leopoldo – ¿Y eso?
Leopoldo – Sólo hay dos cosas en las que crea tanto como en la familia:
la constitución y la libertad.
Dick – Prepáralo bien y, un día, haces ver que alguien ataca los edificios
más representativos del país y después les culpabilizas a ellos. Podrás
hacer lo que quieras a quien quieras. Ya lo verás.
Leopoldo – Tanto da... Que sean más o menos, eso no importa. Lo que
es verdaderamente importante es lo que hemos aportado a la vida de los
hombres y mujeres de estos lugares.
Leopoldo – Ahora pueden votar a aquellos de los suyos que desean que
les representen.
Dick – Los recursos deben estar en manos de los que saben gestionarlos.
Leopoldo - No olvides que con el uranio que nosotros sacamos del Congo
vosotros pudisteis hacer las bombas con las que arrasasteis Japón.
Dick – ¿Cual?
Leopoldo – Progreso.
Empiezan a reír.
Leopoldo - A cuanta gente les debes haber cortado las manos, tu...
Dime...
Camarera - Lo siento.
Dick ríe.
Dick – Impresionante.
Dick - ¿Sabes qué? Será mejor que marchemos. Aquí no nos servirán
nada y Gregorio no vendrá, me lo huelo.
Dick - Desde que tuvo esa idea de organizar las cruzadas durante su
papado está demasiado entretenido.
Leopoldo – ¡Hay que tener muchas ganas para dar igualdad y razón al
mundo entero…! No para quieto, nuestro pequeño Gregorio VII.
Dick ríe.
Los dos empiezan a reír. Mientras ríe, Dick mira fijamente a la Camarera,
vuelve a sacar el móvil y lo señala. La Camarera no sabe hacia dónde
mirar, aterrada, finalmente le muestra el dedo corazón de la mano, en un
gesto ofensivo.
Oscuro.