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Fernando Villagrán, co director del Diario de Agustín:”La élite le


tiene miedo al Mercurio”
Noviembre 4, 2008

Vicente Parrini /OBSERVATORIO


DE MEDIOS/
“El Diario de Agustín”. Podría ser el nombre de la bitácora virtual de un adolescente.
Pero no. Se refiere a “don” Agustín, como le llaman sus empleados, último de la saga
de cinco agustines de apellido Edwards, y de su periódico El Mercurio, bastión de la
empresa editora del mismo nombre que posee tres diarios nacionales y 20 regionales
en Chile. El título tampoco nos remite a las memorias de este anciano, bautizado como
Agustín Iván Edmundo Edwards Eastman y descendiente remoto de un carpintero
inglés, sino a uno de los documentales más feroces producidos en Chile en los últimos
tiempos, donde se le hace un juicio simbólico al llamado “decano de la prensa
chilena” por su participación -según prentende probar la película- en la caída del
gobierno de Allende, en el Golpe Militar y en varios montajes periodísticos durante la
dictadura, que sirvieron para camuflar crímenes contra opositores al régimen de
Pinochet.
Los autores son el documentalista Ignacio Agüero -director de piezas notables en el
género como “Aquí se construye” o “Cien niños esperando un tren”- y el economista y
periodista Fernando Villagrán ex gerente de la mítica Apsi en las postrimerías del
régimen de Pinochet (revista desaparecida al igual que el resto de la prensa opositora
de esos tiempos), escritor, artífice del restorán “Off the Record” y del programa
literario del mismo nombre que se transmite por la señal del 13 cable. Villagrán
conversó con el OBSERVATORIO, entre otros temas candentes de este destape de la
historia mercurial, sobre el sentido de lanzar ahora la película, de las pataletas de
Edwards en los tribunales para impedir que se usara su nombre en el filme, del temor
casi reverencial que muchos políticos le tienen a sus editoriales y sobre la vigencia o
caducidad de la frase - “el Mercurio miente”- escrita en un cartel que, el año 67, fue
desplegado en el frontis de la tomada casa central de la Universidad Católica y que el
tiempo ha convertido en una suerte de dicho popular.
El punto de partida de la película es una larga
investigación realizada por jóvenes estudiantes del Instituto de la Comunicación e
Imagen de la Universidad de Chile, quienes rastrearon el paradero de periodistas y
editores retirados o en ejercicio que participaron en los montajes, revisaron uno a uno
los Mercurios de la época, desarmaron pieza a pieza la trama de cada historia,
entrevistaron a familiares de las víctimas y persiguieron a sujetos que se negaban a
asumir de manera pública su responsabilidad en los hechos. Arduo trabajo, el
de ambos directores, al momento de seleccionar el material más contundente con el
fin de reducir las cerca de 100 horas de grabación a los 80 intensos minutos que dura
la película. Los primeros frutos de ese esfuerzo se vieron, hace unos días, en el estreno
del “Diario de Agustín” en Argentina, a tablero vuelto en el Teatro San Martín y con
el destacado periodista Diego Verbitsky encajándole en “Página 12″ el adjetivo
“imperdible”, y el lunes 3 de noviembre en la inauguración del Festival
Internacional de Documentales de Santiago -FIDOCS- 41 años después del famoso
cartel , con ovación cerrada del público en la casa Central de la misma Universidad.

Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, 24 de noviembre de 1983.


Manifestación frente a antiguo edificio de El Mercurio
Villagrán se toma con humildad la acogida de los espectadores y de la crítica: “Es
nuestro modesto aporte a un juicio simbólico que hacía falta por los montajes en que
participó El Mercurio, porque una cosa es manipular información, algo que ese diario
hace a menudo, y otra, es participar en montajes para encubrir crímenes donde hay
muertos, desaparecidos y torturados”.
-¿Podrías recordar alguno de esos montajes para que las personas que aún no ven la película
se puedan formar una idea de la gravedad de los hechos analizados en el documental?
- En septiembre de 1976, apareció cerca de Los Vilos el cadáver, arrojado por las olas, de
Marta Ugarte dirigente comunista que había sido detenida y asesinada en Villa Grimaldi…
Todo esto es muy brutal: por un mal manejo al amarrar el cadáver de Marta Ugarte para
después subirla a un avión y tirarla al mar, salió el cuerpo a flote y la Dina frente a eso
necesitó de periodistas para que desinformaran y no hubiera ninguna sospecha de que
pudiera tratarse de un crimen político. Se hizo aparecer, entonces, aquel crimen de una
mujer de 42 años como un crimen pasional de una bella mujer de 23 años. El desmontaje
significó llegar a los periodistas que se prestaron para ese montaje de los servicios de
inteligencia del régimen. Posteriormente, hay un caso muy emblemático en que tiene una
participación directa el dueño y director de El Mercurio entonces, que era Agustín Edwards:
durante la visita del Papa a Chile hubo unos incidentes en el Parque O´Higgins, El Mercurio
publicó fotos de dos jóvenes a los cuales se acusaba de instigar los incidentes y a quienes la
CNI detuvo y torturó, en circunstancias de que no habían estado en el Parque O´Higgins. Al
salir de esa pesadilla estos dos jóvenes presentaron una querella por injurias y calumnias
contra Agustín Edwards y, algo que no se difundió en el momento por el poder fáctico del
personaje, terminó siendo procesado por un juez civil por injurias y calumnias, lo que le
significó estar declarado reo por cerca de un año hasta que un Corte de Apelaciones, en un
fallo muy apretado por 3 a 2, levantó la encargatoria de reo, poco antes del Plebiscito. Es
un caso muy emblemático por la participación directa de Edwards, cuestión que esta
ratificada en la película por el Ministro Secretario General de Gobierno de esa época
Francisco Javier Cuadra, quien tuvo que carearse con Edwards en ese momento, porque
Edwards culpó al Gobierno de haberle entregado la información y el gobierno lo negó. Son
casos que tienen que ver con participación directa de El Mercurio en casos que significaron
violaciones a los derechos humanos.

EL COLEGIO PIDE PERDÓN


¿Y por qué dar a conocer hoy este documental? ¿Por qué ahora?
- Por qué ahora… porque no es una historia del pasado. El Mercurio sigue teniendo un
tremendo poder en la sociedad chilena, quizás con más glamour y transversalidad de la
que tuvo entonces. Este personaje, Edwards, sigue estando ahí, en el centro, y nos pareció
que era muy necesario contar una historia que nos parece irrefutable: en esta película son
los hechos los que hablan, es un documental sin voz en off, son los testigos, son los
familiares, son periodistas y directivos del propio Mercurio, los que van construyendo este
entramado que está relatado en la película.
-¿Ustedes esperan que El Mercurio haga algún tipo de mea culpa a propósito de la película?
-Nada indica que eso esté en la voluntad de El Mercurio. Si eso llegara a pasar sería un
logro espectacular de la película, pero no es el objetivo nuestro. Nuestro fin es contar una
historia que es real y las consecuencias que tenga son resorte de otros protagonistas…
-¿Pero crees que se pueda, al menos, generar una discusión respecto a la responsabilidad

social de los medios?


-Ojalá. Eso no ha pasado hasta ahora, porque son precisamente esos medios los que no
están interesados en tocar el tema y cuando lo han rozado ha operado una brutal auto
censura. La película da cuenta de que, en junio de este año, el Colegio de Periodistas hizo
una declaración pública pidiendo perdón a las víctimas de montajes en que participaron
directamente los medios de comunicación durante la dictadura, pero esa declaración no
salió en los grandes medios. El Mercurio guardó silencio. Entonces, si esa discusión se
produce, fantástico. Vamos a hacer todo lo posible porque eso pase difundiendo la película
al máximo.
“Me dan vergüenza los periodistas que participaron en montajes”
-¿Qué sentiste como periodista cuando el Colegio pidió perdón público a las víctimas de
esos montajes?
-El mismo que tenía desde antes. Tampoco el Colegio de Periodistas resolvió bien esa
situación. Hoy día hay varios procesos judiciales en los cuales personajes como Claudio
Sánchez han tenido que ir a declarar por los montajes, y hay procesos en curso y
probablemente van a haber más. Da vergüenza no sólo porque algunos editores son
miembros del Colegio: recordemos que Agustín Edwards figura como uno de los primeros
socios del Colegio de Periodistas y cuando un periodista como Manuel Cabieses, director de
la revista ”Punto Final”, pidió su expulsión del Colegio -por la participación demostrada de
Agustín Edwards en la destrucción de la democracia en Chile y su relación directa con
platas provenientes de la CIA- el Colegio rechazó esa solicitud por razones de la más
diversa índole, donde no estuvo ausente el temor. Todos los periodistas que participaron en
los montajes, incluyendo a los de la cadena El Mercurio que participaron directamente, y
que aparecen en la película, provocan vergüenza.
-¿No temen al ostracismo que pueden sufrir en todos los medios que dependen de la
Editorial El Mercurio, incluyendo la difusión de la propia película?
- Ese es un supuesto…Nosotros ya estamos viejos así que no nos importa mucho, la verdad,
ni dependemos de ese medio ni aspiramos a ser protagonistas de las páginas de El Mercurio.
Lo que si llama la atención y valoramos, es que jóvenes periodistas, excelentes
profesionales que están partiendo en su carrera, hayan asumido ese eventual riesgo.
Probablemente ninguno de ellos aspire a escribir con su firma en las páginas de El
Mercurio, pero el aporte que hicieron habla muy bien de la disposición ética de ellos para
trabajar en este tema.
-Ahora, ¿cuál podría ser la
importancia de un juicio a El Mercurio para la gente común y corriente, considerando que
ese periódico tiene una mínima gravitación en los sectores populares, si es que alguna
vez la tuvo?
- Yo creo que efectivamente por el rol de la prensa escrita en Chile, sus características
y los niveles de lectoría que hay, no podemos hablar de diarios de gran impacto popular,
pero tampoco podemos desconocer que incidan en la gente, porque ellos pautean a la elite
política y empresarial. Por lo mismo nos parece muy sano que se sepa cuál es la historia de
ese poder que parece hoy día determinar qué existe y qué no existe en la sociedad chilena.
Algo que comprobamos trabajando en este documental, es cómo, por ejemplo en la clase
política, cuesta encontrar alguien que esté dispuesto a que El Mercurio lo silencie. Y eso da
cuenta del poder que tiene. En consecuencia, creemos que es muy bueno desnudar ese
actuar, porque habla muy mal de la democracia en Chile que exista un poder fáctico que,
por la vía de la auto censura, resuelve qué es tema de agenda o qué no lo es. Lo
anterior lleva a que sea verdadero un cierto lugar común que se repite entre la élite de este
país: “lo que no sale en El Mercurio no existe”. Lugar común que, creemos, es una falacia,
porque existe un país muy diverso y apostamos a esa diversidad para que esta historia se
conozca y al menos incomode a quienes quieren silenciar estas realidades.
-Se comenta que Edwards trató de impedir que usaran su nombre como título del
documental…
-Lo objetivo es que yo inscribí la marca “El Diario de Agustín” en el Departamento de
Propiedad Industrial, asumiendo que Agustín Edwards es dueño de una cantidad
impresionante de marcas, para lo cual tiene la tremenda oficina de abogados Alessandri. La
marca “El Mercurio miente”, la tiene también registrada. Conocimos la historia de unos
jóvenes que instalaron un sitio web que se llamaba “El Mercurio miente.cl” y tuvieron que
sacarlo porque la marca era propiedad de Agustín Edwards y perdieron el juicio. “El Diario
de Agustín” no estaba inscrito como marca, probablemente, porque en El Mercurio nadie le
dice Agustín, sino “don Agustín”, pero tampoco está inscrito “El Diario de don Agustín”.
Lo inscribimos y, por confesión de los propios abogados, ellos percibieron tarde esta marca
y la objetaron fuera de plazo, por lo que fue rechazada la objeción y nosotros tenemos la
marca “El Diario de Agustín” por 10 años. Esa es una constatación de que hubo una
molestia, bastante obvia por lo demás, y el resto han sido rumores que no nos interesan.
Suponemos que se puede haber enojado el señor, pero a nosotros, la verdad, nos gustaría
que fuera a ver la película, que la comentara en una editorial de El Mercurio si no le gusta,
para que efectivamente se diera un debate democrático que hasta ahora no ha existido.

EL TEMOR DE LOS POLÍTICOS A EL


MERCURIO
- Dices en una columna publicada en The Clinic que El Mercurio goza de una “comodísima
y glamorosa impunidad”. ¿A qué atribuyes esa impunidad de la que gozaría?
-Creemos que la impunidad existe en la medida que está probado que participó en
numerosos montajes y mentiras a través de la historia, de distinto calibre. Una cosa es
manipular información y otra, es participar en montajes para encubrir crímenes donde hay
muertos, desaparecidos, torturados, por lo tanto la impunidad es evidente. Ahora, ¿por qué
esa impunidad?… Probablemente se lanzó un manto de silencio sobre esa historia, porque
para quienes estaban en posiciones de poder resultó más cómodo entenderse con El
Mercurio y establecer un cierto pacto de no agresión, y eso tiene un costo, muchos costos
diría yo, y el principal es que no hay una prensa pluralista y que la prensa escrita esté
desprestigiada. Yo no sé a cuántos jóvenes, a cuántos trabajadores les importe de verdad lo
que opine la prensa escrita. Creo, además, que ha cambiado el paisaje de información y que
a través de múltiples medios y sobre todo por medio de la red, la gente se arma su propia
opinión, si no, no se explicaría que en los últimos 50 años no se ha elegido ningún gobierno
proclive a las posiciones de El Mercurio. Esta modesta colaboración nuestra apunta a que,
por lo menos, se haga un proceso simbólico a esa impunidad.

- Pero, en qué se expresa este poder simbólico de El


Mercurio si, en lo concreto, la gente no hace lo que El Mercurio quiere, y la prueba son los
gobiernos de la Concertación que han sido elegidos contra los deseos de ese diario…
-Lo que pasa es que la historia es compleja y El Mercurio fue un actor decisivo en el
derrocamiento del Gobierno de Allende y en la destrucción de la democracia y fue un sostén
de la dictadura hasta el final. En su etapa anterior había tenido vaivenes y jugó en algunos
momentos roles más progresistas o más conservadores, pero eso cambió radicalmente
de los años 60 en adelante, coincidiendo con la administración del actual Edwards. Creo
que el diario se acomoda a las circunstancias y tal como lo hizo antes, trata de adaptarse,
pero intenta seguir influyendo para que el curso de la historia y la política chilena vaya por
el carril que su dueño quisiera. Que lo logre o no, ya no depende sólo de El Mercurio, pero
es un poder y opera como un poder.
-The Clinic publicó un artículo donde se le preguntó a diferentes personalidades si alguna
vez se habían indignado con el Mercurio. La mayoría de los encuestados eludió la pregunta
y otros se hicieron los lesos. Pensando en el documental, ¿cómo te explicas esa reacción?
- Algunos tienen intereses económicos, porque para muchos es importante la red que les
permite El Mercurio, necesitan Economía y Negocios; otros porque han entrado en un juego
de entendimiento con El Mercurio. Hay que pensar que El Mercurio, tal como lo definen
sus gerentes en la película, es más que un diario, es una institución que opera en la sociedad
chilena hacia el mundo académico, hacia el mundo juvenil, hacia el mundo de la cultura y
desarrolla iniciativas, por ejemplo, como Paz Ciudadana, como País Digital, donde ha
cooptado a personajes que incluso fueron ministros de Salvador Allende. Ellos están
cómodos en eso y, por lo tanto, si tú les preguntas si alguna vez se han indignado con El
Mercurio, les crea un incordio con el señor Edwards. Y ciertos políticos a los cuales les
gusta mucho la pantalla, la foto, el protagonismo de cualquier tipo, tampoco están
interesados en ser francos con lo que seguramente piensan. Creo que lo que hizo The Clinic
es una buena fotografía de lo que es hoy día la élite chilena.

“El libre mercado de la prensa es una falacia”


-Ahora, no te parece curioso que no haya sobrevivido una prensa alternativa al Mercurio,
porque aparte de La Nación, que no le queda otra que practicar un cierto equilibrio
informativo, no se ve la presencia de un periódico que tenga un peso equivalente en la
sociedad chilena al que alguna vez tuvo La Época, por ejemplo. ¿A qué atribuyes el fracaso
de los medios que han tratado de competir en influencia con El Mercurio?
- Es quizás uno de los corolarios de conversación de esta película. Mi percepción es que lo
que tú señalas es quizás el punto más negro y más pobre del desarrollo democrático de
Chile desde que cayó la dictadura. Ahora, ¿por qué?… Derechamente desde el Estado
democrático chileno post dictadura, hubo una omisión, en cuanto a incentivar y estimular el
pluralismo, la diversidad, sobre todo después de 17 años de dictadura, donde no operó el
mercado, sino los fusiles, donde El Mercurio fue salvado de la quiebra por créditos que
después se licuaron. Los gobiernos de la Concertación en su comienzo obviaron eso y no
hubo una política activa del Estado para equilibrar la prensa a los niveles al menos que
existían antes del Golpe de Estado, cuando había una prensa muy diversa, y es cosa de
mirar los niveles de lectores que tenía cada uno de los diarios. Por la polarización que había
uno puede ser muy crítico a cómo se informaba desde todos los sectores, pero Chile parecía
un país de verdad: es lo que hoy día uno puede ver en países donde hay grandes grupos
económicos, pero también hay otra prensa, como en Argentina, como en Bolivia, como en
Uruguay, como en República Dominicana. Chile es una excepción. Una lamentable
excepción. Y si no sobrevivieron esos medios y murieron los que nacieron durante la
dictadura tiene que ver con que había una cancha absolutamente desequilibrada para
competir en el mercado, porque ha sido una falacia la libertad del mercado en el mercado de
la prensa: si fuera así no existiría ni El Mercurio ni La Tercera, porque habrían quebrado.
Tendrían que haberlos inventado de nuevo. Y creo que los gobiernos de la Concertación
avalaron ese cuadro y hoy día lo lamentan cada vez que están en una situación política
compleja, o cada vez que El Mercurio les da como caja con cualquier tema, como lo hace
habitualmente. Esas son las raíces del problema, pero no tenía que ser fatalmente así.

Ignacio Agüero (a la izquierda) el otro director del documental


- De qué manera aporta este documental al fortalecimiento de la democracia en Chile….si
es que se le puede pedir algo semejante a un documental…
- Creo que no sólo este documental, sino todas las creaciones en el mundo audiovisual o
escrito que transparentan esas relaciones, que develan como operan los poderes hacen una
contribución. Probablemente, sería muy difícil que se volvieran a hacer esos montajes, pero
este tipo de materiales le enseñan a las generaciones jóvenes… y a mí me ha impresionado
mucho el impacto que hemos percibido en periodistas jóvenes a los que les hemos mostrado
la película: han visto los niveles a los que se puede llegar cuando no existe la libertad de
prensa y se manipula impunemente los medios.
-¿Crees que ese lema que es casi un dicho popular a estas alturas de que “El Mercurio
miente” sigue teniendo vigencia en la actualidad?
- Hoy día es más difícil mentir, porque hay democracia y porque no es impune la mentira,
pero nosotros, por ejemplo, tenemos un sitio web y un facebook para recoger la opinión de
la gente sobre este tema y nos hemos encontrado con historias anecdóticas, como la
de muchos mensajes de jóvenes secundarios que cuentan cómo El Mercurio cubrió la toma
de un colegio durante la movilización de los pingüinos, son cientos de episodios que no
tiene la gravedad de los montajes, porque no hay muertes ni casos criminales de por medio,
pero creo que le pesa y le pena a El Mercurio ese dicho: es casi un chiste que cuando algo
no pega se dice “y bueno… El Mercurio miente”.
-¿Tú crees que hay alguna esperanza para
poder equilibrar el poder de esta prensa, en internet, en los sitos web, en los portales, o en el
llamado “periodismo ciudadano”?
- Creo que hay una tendencia a que salvo en las estructuras de poder, la prensa escrita o
los grandes medios no jueguen un gran rol. Pero no es de corto plazo. Porque, por
ejemplo, a diferencia de los diarios, la televisión tiene una influencia masiva, que se hace
mucho eco en su manera de informar e incluso en sus pautas de lo que resuelven estos
grandes medios escritos. Un periódico como El Mercurio lo podrán leer 100 mil
personas, pero le llega a millones, porque los equipos de prensa se pautean mucho por lo
que aparece en los grandes diarios. La Segunda en la tarde vende muy poco, sin embargo
pautea las emisiones de radio y televisión. Entonces, creo que tiene un poder que no se
puede despreciar y, sobre todo cuando la política es un espacio donde las mayorías tienen
un rol más bien pasivo, de alguna manera siguen resolviendo el devenir del país.-

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