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Los equipos en general son costosos y aún más cuando se pretende contar con tecnología
avanzada, por eso nos podemos preguntar cómo cambiar de tecnología cada poco tiempo
realizando el esfuerzo económico más beneficioso. Una posible solución es utilizar una de las
dos modalidades que están desplazando con rapidez a la compra tradicional, el leasing y el
renting.
Leasing
El leasing es una operación financiera que consiste en la adquisición por parte de la compañía
de leasing del bien mueble o inmueble elegido previamente por el cliente, y la simultánea
cesión de uso de éste bien durante un tiempo determinado, por un precio distribuido en cuotas
periódicas. Al final de dicho período de cesión de uso, el cliente podrá optar por el material
según precio inicialmente convenido o bien devolverlo a la compañía de leasing.
Pensemos, por ejemplo, que hablamos de un ordenador. Pues bien, la “propiedad” del mismo
es de la compañía de leasing, el “uso” lo tenemos nosotros durante un tiempo acordado (por
ejemplo, 2 años) a cambio del pago de una cantidad mensual. Al cabo de esos 2 años de
“uso”, nosotros podremos quedarnos con el ordenador (la “propiedad” pasará a ser nuestra) a
cambio de una cantidad, pequeña, acordada de antemano. También podemos devolver el
ordenador y, por consiguiente, dejar de pagar. Existe una tercera opción que es renovar el
contrato de leasing.
Utilizar la fórmula del leasing es conveniente si lo que nos importa realmente es el uso del
equipo y mantenernos al día. Esto es porque, entre otras ventajas, nos garantizamos un coste
fijo por un equipo plenamente productivo, durante el plazo de la operación. Y siempre
podemos disponer de maquinaria o material de última tecnología, evitando la obsolescencia de
nuestros equipos.
Además, no exige el pago de costosas cantidades iniciales, por lo que puede ser más
interesante que comprar al contado o con recursos propios. En definitiva, los argumentos a
favor del leasing son:
•La obtención de una rentabilidad por medio de otras inversiones (pagarés, bolsa, etc.) al no
invertir dinero en la compra de equipos.
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Por otra parte, el coste financiero de la operación de leasing será neutralizado mediante el
ahorro impositivo, siempre y cuando deduzcamos como gasto las cuotas de la operación.
Nuestras necesidades son las que determinarán qué va a pasar al finalizar el contrato de
leasing. Resumiendo, tenemos las siguientes opciones:
Es decir, cuando llega el momento de ejercer la opción de compra, si nos interesa el bien
financiado podemos comprarlo y si no nos interesa lo devolvemos.
Renting
El renting es un contrato de alquiler a largo plazo. No persigue la propiedad sino el uso durante
el periodo del contrato. En las cuotas periódicas se incluyen toda una serie de prestaciones
complementarias, con el objetivo de que al pagar la mensualidad el usuario no tenga que
preocuparse de otros aspectos relativos al mantenimiento del equipo. Además este
mantenimiento es prestado por los servicios oficiales, lo cual garantiza que está siempre a
pleno rendimiento.
Por ejemplo, pensemos que llevamos a cabo una operación de renting con un coche de
empresa. En este caso se paga una cuota mensual que permite el “uso” del coche y que
incluye, además, todo el mantenimiento en un servicio oficial de la marca.
Si hubiéramos optado por financiar el coche mediante leasing, disfrutaríamos del “uso” pero no
estaría incluido el mantenimiento.
Al término del contrato de renting se tiene la opción de sustituir los equipos o renovar contrato
por un nuevo periodo a determinar. En algunos casos tendremos una opción de compra sobre
el equipo previo pago de un valor residual una vez que finaliza el plazo estipulado.
La opción renting es una alternativa cómoda para el usuario ya que integra multitud de
servicios necesarios, sea cual sea la opción elegida, en un sólo contrato y con la garantía de
una única compañía. Además, la compañía de renting accede a precios especiales por volumen
de compra que repercuten en los usuarios en el contrato de alquiler.
Antes de apostar por este tipo de contrato, es necesario valorar todas su ventajas:
económicas, financieras, fiscales y técnicas.
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Leasing y renting: ventajas y diferencias
Actualizar los equipos de su empresa puede resultar algo costoso, de ahí el
nacimiento del leasing y del renting. Su principal diferencia: la finalidad que persigue
cada uno.
Ventajas económicas
• Es posible disfrutar de un bien sin realizar un elevado desembolso inicial.
Ventajas financieras
• No se computan los equipos en el balance de la empresa, por ser éstos propiedad de la
entidad financiera. Así se aligera el balance y aumenta la rentabilidad del activo que se destina
a otros fines.
Ventajas fiscales
• La cantidad del alquiler es un gasto fiscalmente deducible al 100%.
Ventajas técnicas
• Posibilidad de adaptarse mejor a la evolución tecnológica de los equipos existentes en el
mercado o a la evolución de la propia empresa.
En el contrato de renting no figura opción de compra al final del período de contrato, sin
embargo, por lo general, si el cliente quiere puede optar por pagar el precio residual y
quedarse con el bien. El renting va buscando más la funcionalidad en cada momento que la
inversión en un bien.
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Por su parte, el contrato de leasing va encaminado a la posesión final del equipo y en este tipo
de contrato sí se refleja, desde el principio, la opción de compra al final del período. El leasing
es una forma de financiar un bien.
El contrato de leasing exige un mínimo de dos años, si se trata de bienes muebles. Esto le
confiere una mayor rigidez, aunque hemos de señalar que, en cualquier caso, sus
estipulaciones están basadas en la libertad de pactos de las partes. Es una operación orientada
al medio y largo plazo.
Por último, podemos diferenciar las posibilidades que se dan al finalizar cada uno de los dos
contratos.
Cuando expira el leasing se dan tres posibilidades: devolver el equipo, prorrogar el contrato o
hacer efectiva la opción de compra.
Cuando se acaba el contrato de renting hay dos alternativas: devolver el equipo o prorrogar la
duración del contrato.