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EL IGNORANTE QUE QUERÍA PASAR POR SABIO

Este espléndido relato, marca el concepto literario gótico como un dispositivo de narración
enmarcada en una misma consecuencia, un mismo hilo, unido para establecer un
manuscrito. La novela en general, explora los límites de la humanidad, a través de la
sabiduría, y principalmente el error. Es justamente, una unión primordial que se crea en este
breve cuento. Durante la falacia patética demostrada por el personaje, la brecha del
conocimiento se entiende entonces, como un cuerpo y un templo. El cuerpo de aquel joven
no sabio, incapaz de analizar y ejecutar la síntesis de una obra, aunque incluso, un chico
sabio, pero prepotente, le haya mostrado quizás; una mejor manera de ingresar en los
detalles minuciosos del conocimiento. Las palabras versan brillante y audaz, con la única
intención de afrontar el Dios, permanente en la memoria. Por ende, también escasea en la
fase narrativa gótica deprimente, corriente mejor encontrada en países como Alemania o
Rusia. El hombre es condenado, no solo por sus hechos, sino por su naturaleza. La
reputación y dignidad del Gótico, se ha sustentado en la construcción de la belleza artificial,
porque cualquiera puede mantener un status quo de belleza, sea inteligencia, dones, o
actitudes ilustres, mientras que la mente humana, no toma en realidad la belleza de los
misterios.

Las consecuencias se detonan justo antes, cuando se ha desembocado las emociones de los
personajes, casi siempre llevados a pasiones desenfrenadas, apoyadas en el pánico interior
que suele producir dentro del cuerpo humano. El escolar al ser rechazado, o sentirse
rechazado por no comprender lo que lee, sus emociones caen a un pozo sin fin. Motivo por
el cual es sinónimo de burlas, derroches y humillaciones. Ser sabio, es ser autónomo,
entendedor y astuto. Capaz de escuchar los cantos de la inmortalidad, como si fuera una
especie de nacimiento divino. Ejemplos claros, pueden ser los autores Edgar Allan Poe o
más recientemente, el anglosajón Stephen King. El aforismo aplicado por el autor, “como la
lámpara alumbra en la oscuridad de la noche” no solo hace palidecer el brillo dentro que
existe al tener un conocimiento superior, llevado por una humildad humana, que sobrepasa
la luz natural del flujo del aire, para luego sentir que ha nacido un Dios dentro de ti, porque
el conocimiento es un laberinto, difícil de encontrar la luz. Si la has encontrado, tienes un
mundo esperándote.
EL HOMBRE QUE QUERÍA ROBAR A SU COMPAÑERO

La caracterización gótica, especialmente la polarización del bien y el mal en un


protagonista y un villano, tiene su origen en la novela de Samuel Richardson Clarissa; The
History of a Young Lady (1748-49). Los personajes góticos, como los autores, atormentan
todo el tiempo los valores inculcados, llevados por sus impulsos más oscuros. Algo que se
cuenta en este corto relato. Sin embargo, la sabiduría del tratado radica en la manera en que
ahuyenta los sueños y deseos de una persona, un ente. La esperanza ha volado, sobre todo
en la llegada del periodo gótico. Ahondando en los personajes, el género gótico hace
inadmisible el desarrollo del misterio. La riqueza simbólica de la historia, es regularmente
filosófica, porque no luchamos ante un demonio externo, todo lo contrario, vive dentro de
nosotros, eso hizo grande a Lovecraft, por ejemplo. Tengas una visión, o ninguna, todo lo
que vemos y percibimos no son más que sueños, donde nosotros le damos la importancia
que merece. Por esto, ante la escasez de sésamo, el compañero decide entonces robar al otro
especiero, no para satisfacer una carencia, como se podría creer, es solo para cumplir los
deseos banales impuestos casi siempre por la sociedad. El huraño entonces, al huir de estas
expectativas, es apartado, por no encaminarse a dónde se dirige todo el mundo. El autor
entendedor, analítico y fabuloso, aconseja “no esforzarse en alcanzar lo imposible, ni
tampoco lo que otro ha conseguido ya”. De pie ante el rugido, la costa atormentada de la
mente, escabulle deseos indeseados; el humano entonces es novado, y no solo quiere un
objeto o servicio, en cambio, quiero todo, el cual obtienen pocos, o ninguno. Se arrastran
así, hacia lo profundo de la psique humana, solo para arrodillarse ante un idolillo. El
idolillo se sustenta de hecho, en lo que nos han enseñado amar. La confluencia de la bondad
y la maldad en el mismo personaje sugiere un cambio en la naturaleza del villano gótico.
¿Pero se le puede llamar villano al ladrón del relato? No es más que un pobre diablo atado
al destino, poco conocedor de la suerte, y trabajo duro, cuando trabajas duro, la suerte está
de tu lado, solo debes esperar, y cuando menos te lo imagines, sucede el milagro. ¿No
puedes comprender los excéntricos manojos del destino? Pues, esa es una de las
características principales del gótico. La llegada de este periodo formuló un broche más
apretado, y todos nos robamos con todo. La ola despiadada arrasó todo a su paso, como
ocurrió con el ladrón, quien se robó así mismo los sésamos. Porque todo lo que vemos o
parecemos puede ser un sueño, dentro de otro sueño.

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