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Análisis del poema “Arte poética” de Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges, poeta, narrador y ensayista argentino,  considerado uno de los
mayores escritores de la lengua castellana por el balance de su narrativa, el
cuidado artesanal del lenguaje y su poesía que incursa en lo mítico, lo fantástico y
lo metafísico, describe con su poema “Arte poética” la labor de escribir un poema,
de crear, de lograr ir más allá, de hacer arte con las letras.
Este poema esta compuesto por siete estrofas, cada una con cuatro versos, en los
que Borges intenta describir  lo que es hacer poesía, logrando expresar verso tras
verso, de una singular forma innovadora, la labor a la cual dedicó su vida. Con
cada estrofa logra describir de una manera increíblemente creativa qué es la
poesía, mostrando su fascinante tendencia, que por sus innumerables metáforas y
simbolismos, ha logrado en muchos infundir el mayor de los disgustos. En
veintiocho versos, utilizando un proceso comparativo, nos muestra  lo que para él
es el hacer poesía, buscando constantemente crear en nosotros un significado
aproximado de lo que el diariamente realiza.
En este poema predominan los versos de doce sílabas métricas. Diéresis, como
por ejemplo en los versos seis y veinte; sinéresis, en los versos dieciséis y
veintitrés; como también sinalefas, en los versos uno, trece, veintidós, entre otros;
hacen constante presencia en el poema. Todas las estrofas son cuartetos y este
poema, en el que Borges intenta responder a la pregunta qué es hacer poesía, es
un poema grave, en el que más allá de una constante rima abrazada, posee la
peculiaridad de no solo rimar, sino de repetir la palabra en su totalidad.
El poema es una comparación, muchas veces indirecta, siendo una metáfora, pero
también muchas veces directa, convirtiéndose en símil. Son metáforas las estrofas
dos, tres, cuatro y seis, mientas son símiles las estrofas uno, cinco y siete.   
Las metáforas, presentes constantemente en este poema, en todos los de Borges,
y primordial característica de los ultraístas, son a los ojos de un lector que no
dedica de su tiempo a la profundización, un fenómeno más que inentendible, y
hasta una absurda expresión. Hacer poesía para los ultraístas era sinónimo de
construir metáforas, de tratar de expresar los sentimientos y las percepciones
humanas de maneras cada vez más creativas, de ver símbolos hasta en las cosas
más comunes de nuestra cotidianeidad, de ver cosas donde quizás no las hay.
Para Borges, hacer poesía mediante la construcción de metáforas es “sentir que
la vigilia es otro sueño que sueña no soñar y que la muerte que teme nuestra
carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño, pero  también es  “ver
en el día o en el año un símbolo de los días del hombre y de sus años, de
convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo”.  Es
sorprendente el ver como Borges, tratando de explicar que son las metáforas, lo
haga con metáforas mismas.
Los simbolismos, también abundantes en el ultraísmo, hacen fuerte presencia en
el “Arte poética”. El río, un elemento de múltiples simbologías, como por ejemplo
de vida, de fertilidad, de movimiento y de continuidad, es utilizado por Borges en la
primera y en la última estrofa. “Mirar el río hecho de tiempo y agua” no es más que
ver nuestras vidas en forma retrospectiva “y recordar que el tiempo es otro río”, es
el reconocer la inevitable continuidad de la vida y del tiempo; y “saber que nos
perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua” es el saber que las
cosas vienen y van en nuestras vidas, igual como lo hacemos nosotros en las
vidas de otros.
La poesía “también es como el río interminable que pasa y queda y es cristal de
un mismo Heráclito inconstante, que es el mismo y es otro, como el río
interminable”, y ese río es la vida, que siempre fluye, es el tiempo, que nunca
para. Es conocida de Heráclito su frase “ningún hombre puede bañarse  dos
veces en el mismo río”, por que el río, como las personas, siempre cambia, el
agua fluye como el tiempo, y la poesía siempre está ahí, e interminables metáforas
se pueden construir, y aunque los poetas pasen, la poesía, en sus inimaginables
formas, queda, y siempre nos brindará la posibilidad de interpretar.   
En este poema es posible identificar el elemento de los espejos, pesadilla que
acecho a Borges a lo largo de su vida, puesto que le despertaban la aterradora
sospecha de que un día reflejarían un rostro que no fuese el suyo, o peor aún,
absolutamente ninguno. Él sabía que esto no era posible, y  aclara que “a veces
en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser
como ese espejo, que nos revela nuestra propia cara”. El espejo y la poesía nos
muestran lo que realmente somos; la poesía, por que es el sentimiento en forma
de arte proveniente de lo más profundo de nuestro ser; mientras el espejo nos
revela lo meramente físico; y es de ambas partes de lo que estamos hechos, y es
esto lo que forma nuestra identidad, nuestro rostro.
También encontramos otro elemento muy característico de la producción de
Borges: la gran influencia que tuvo la antigüedad clásica sobre él. “Cuentan que
Ulises, harto de prodigios, lloró de amor al divisar su Ítaca verde y humilde. El arte
es esa Ítaca, de verde eternidad, no de prodigios.”  Ulises es Borges, quién
cansado de la opulencia temporal de las cosas de la vida, se dedicó a buscar la
eternidad en la poesía, que si bien no prodigiosa a los ojos de muchos, sí eterna
en su infinidad de posibilidades de forma e interpretación.
En la estrofa cuatro, justo en el medio de su poema, se encuentran los siguientes
versos:“ver en la muerte el sueño, en el ocaso un triste oro, tal es la poesía que es
inmortal y pobre. La poesía vuelve como la aurora y el ocaso”. Básicamente nos
expone que la poesía, como se evidenció anteriormente con el ejemplo de Ulises,
es pobre para muchos, aunque siempre inmortal. Además, por ser la expresión de
nuestros más íntimos sentimientos, está inevitablemente presente en todos los
aspectos, como la aurora y el ocaso están presentes en todos los días de nuestro
existir.
Referencias ocultas, simbolismos y riquísimas metáforas en fondo y forma, hacen
que la poesía de Borges sea despreciada y dejada de lado por muchos. En mi
caso es diferente, puesto que estos aspectos en su poesía hacen que cada verso
sea cada vez más intrigante; las estrofas generan en mí una duda y unas ansias
por buscar e interpretar cada vez mayores, y esto hace que el lenguaje rebuscado
y un tanto difícil de leer que caracteriza a Borges pasen a un segundo plano.

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