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RELATOS SALVAJES

Por Damián Szifron

Copyright 2013 Big Bang, Kramer & Sigman Films y El Deseo.


Buenos Aires, Argentina.
Índice

Pasternak...........................2

Las ratas...........................9

El más fuerte......................18

Bombita............................26

La propuesta.......................41

Hasta que la muerte nos separe.....61

Tras los créditos de los


productores que presentan la
película, abrimos a nuestro primer
relato:

1
PASTERNAK

1. INT. AEROPUERTO – HALL CENTRAL. NOCHE.

ISABEL, una atractiva mujer de unos 30 años, corre con su pequeño


equipaje hacia el mostrador de una aerolínea.
ISABEL
¿Llego?
EMPLEADA AEROLÍNEA
Documento, por favor.
ISABEL
(lo entrega)
Te hago una pregunta, el pasaje me
lo pagó una empresa, ¿vos sabés si
puedo anotar las millas a mi
nombre?
EMPLEADA AEROLÍNEA
No tiene millas esta tarifa.
ISABEL
No pregunté nada entonces.

La empleada imprime y sella la tarjeta.


EMPLEADA AEROLÍNEA
Ya están embarcando, por la puerta
tres.

CORTE A:

2. EXT. AEROPUERTO - MANGA. AMANECER.

Los PASAJEROS ingresan por la manga.

Los OPERARIOS DEL AEROPUERTO cargan combustible en el avión.

CORTE A:

3. INT. AVIÓN. AMANECER.

Isabel guarda su equipaje en el compartimiento superior y


advierte que SALGADO, su compañero de fila —60 años, barba
canosa—, le mira el escote.

Salgado nota que Isabel se dio cuenta y disimula.


SALGADO
¿Podés?
ISABEL
Sí, todo bien. Gracias.

2
Salgado vuelve su atención al libro que estaba leyendo.

CORTE A:

4. EXT. AEROPUERTO - PISTA. AMANECER.

El avión carretea, despega, y sobrevuela la ciudad.

CORTE A:

5. INT. AVIÓN. DÍA.

Una vez que el vuelo se estabiliza, Salgado le da conversación a


Isabel.
SALGADO
¿Trabajo o placer?
ISABEL
Las dos cosas, espero.
SALGADO
¿Qué hacés?
ISABEL
Soy modelo.
SALGADO
Perdón, debí haberlo imaginado.
ISABEL
(sonríe)
Gracias.
SALGADO
¿Desfile o publicidad?
ISABEL
Desfile, desfile.

Tras un breve silencio, por cortesía, Isabel pregunta:


ISABEL
¿Usted qué hace?
SALGADO
Uhh, me mataste.
ISABEL
(se ríe)
¿Por qué...?
SALGADO
Ese “usted” me hundió hasta el
último círculo del infierno.
(tocándose la calva)
Me tengo que hacer un entretejido
urgente.

3
Isabel se ríe otra vez.
SALGADO
Soy crítico musical. Suena
terrible, ya sé.
ISABEL
¿Rock?
SALGADO
Ahora la querés arreglar. No,
clásica.
ISABEL
Mi primer novio era músico clásico.
Bah, estudiaba música clásica.
SALGADO
¿Cómo se llama?
ISABEL
No, no es conocido. Presentó
algunos trabajos, pero creo que
nunca publicó. ¿O cómo se dice?
¿Editó?
SALGADO
Vos elegí el término que quieras y
yo lo instalo en la comunidad
artística.
ISABEL
(vuelve a reírse)
Pasternak, Gabriel Pasternak.

Salgado frunce el ceño, haciendo memoria. Y pronto lo recuerda.


SALGADO
Gabriel Pasternak... De haberlo
sabido, te decía que soy
sepulturero en vez de crítico.
Mostró su tesis en el concurso del
conservatorio cuando yo era
presidente del jurado. Lo
defenestré.
ISABEL
¡Yo estaba con él! Fue tremendo,
después de leer esa reseña estuvo
en cama por una semana.
SALGADO
Y, a veces es así; tengo que dañar
la autoestima de un pobre infeliz
para proteger los oídos de toda una
población. Eventualmente puedo
equivocarme, pero eso era un
engendro. Una aberración. ¿Seguís
en contacto con él?

4
ISABEL
No, no, para nada. No terminamos
muy bien que digamos. Igual le
tengo cariño, no es una mala
persona.
SALGADO
Mala no sé, pero para presentar eso
en un concurso, algunos problemitas
tiene que tener... Sí, Pasternak.
¿Cómo olvidarlo? Nos reímos durante
meses.

ESTELA, una señora que viaja en la fila de adelante, se da


vuelta.
ESTELA
Disculpen que los interrumpa, pero
estaba escuchando la conversación y
no puedo creer la casualidad. Le
confirmo al señor su teoría: yo fui
profesora de Gabriel Pasternak en
la Escuela Número 7 de El Palomar,
y tuve la difícil tarea de
comunicarle que repetía el año. Doy
fe de que ese chico tenía
problemas. En treinta años de
docencia nunca vi un escándalo
semejante. Los alaridos que pegaba,
lloraba como una criatura recién
nacida.

IGNACIO, un joven sentado al otro lado del pasillo, le hace señas


a Estela.
IGNACIO
¿Profesora Leguizamón?
ESTELA
¿Sí...?
IGNACIO
Soy Ignacio Fontana, ¿se acuerda?
ESTELA
Ah, no, ¡esto es increíble! Acá hay
una conexión cósmica. Justamente,
¿Pasternak no era compañero tuyo?
IGNACIO
(respetuoso)
Sí, ¿ustedes son amigos?
SALGADO
No, no, todo lo contrario.
IGNACIO
(se ríe)
Pobre flaco, cómo le dábamos.

5
Otro hombre, MARCONI, sentado detrás de Ignacio, también
interviene.
MARCONI
Esto es más que increíble. Yo fui
gerente del supermercado Tía, donde
este enfermito del que hablan
trabajó un tiempo.

Isabel no sale de su asombro.

Salgado, en cambio, empieza a mirar los rostros de los demás


pasajeros con preocupación.
MARCONI
...como siempre tenía algún
problema con los clientes, se lo
tuvo que echar, y cuando--
SALGADO
(interrumpe)
Perdón, ¿alguien más conoce a
Gabriel Pasternak acá?

Todos los pasajeros del avión se dan vuelta.


HOMBRE #1
(extrañado)
Sí, ¿por?
HOMBRE #2
Era mi vecino de piso.
SALGADO
¿Qué hacen en este avión? ¿Ustedes
sacaron los pasajes?
MARCONI
No. Trabajo en una inmobiliaria y
me lo mandaron para que fuera a ver
un campo en oferta.
IGNACIO
A mí me citaron a una reunión con
el ministro de turismo. Lo sacaron
ellos.
ESTELA
Yo me lo gané en un sorteo.
(toma conciencia de lo que
está pasando)
No se podía cambiar la fecha.
Viajaba hoy, o nada...

Salgado advierte que la AZAFATA tiembla, horrorizada.


AZAFATA
Gabriel Pasternak es comisario de a
bordo en este vuelo. Hicimos el
training juntos, éramos amigos;
después me invitó a salir y cuando
6
le dije que no se empezó a poner--
no importa eso ahora. Apenas
despegamos fue a llevar café a la
cabina. Nunca volvió. La puerta
está cerrada con llave y los
pilotos no responden. No sé qué
hacer.

Los pasajeros entran en pánico.

Por los altoparlantes empieza a sonar una melodía, que tanto


Salgado como Isabel reconocen: es la composición de Pasternak.
ISABEL
(llorando, a Salgado)
Yo lo dejé por su único amigo.

Isabel mira hacia atrás, y en una de las últimas filas, reconoce


a este ÚNICO AMIGO del que habla. De 35 años, y desmejorado por
el paso del tiempo, se quita los auriculares y saluda a Isabel
con una sonrisa. Evidentemente no escuchó nada de lo que está
pasando.

VÍCTOR (60, robusto) corre desesperado hacia la cabina.


VÍCTOR
(golpea la puerta)
¡Gabriel, ¿estás ahí?! ¡Gabriel!
¡Soy Víctor, Víctor Jensen, hablá
conmigo por favor!
MARCONI
(se acerca)
¿Usted de dónde lo conoce?
VÍCTOR
Fui su psiquiatra durante años. En
algún momento le aumenté demasiado
la sesión y se ofendió; no vino
más.
(vuelve a golpear)
¡Abrí, Gabriel, escuchame! ¡Vos no
tenés la culpa de nada! ¡Vos sos la
víctima de esta situación! Te lo
digo lisa y llanamente, los que te
arruinaron la vida son tus padres.
Desde que naciste te exigen
demasiado, depositaron en vos todas
sus frustraciones. ¡Ellos son los
responsables de tu sufrimiento,
nosotros no tenemos nada que ver!

Isabel mira por la ventanilla y nota que el avión desciende


bruscamente hacia una zona que reconoce.
ISABEL
(a Salgado, aterrada)
El Palomar... Ahí vivía Gabriel.

CORTE A:

7
6. EXT. CASA EN LOS SUBURBIOS - PATIO. DÍA.

Los PADRES DE PASTERNAK, una pareja de sesentones decadentes,


toman mate en un patio venido a menos.

El apacible sonido de las chicharras pronto queda sepultado por


el de las turbinas del avión.

Al mirar hacia arriba, descubren el Boeing 737 descendiendo sobre


ellos.

La imagen se congela y adquiere


una estética de dibujo.

Como si se tratara de un libro de


cuentos, damos vuelta la página y
nos introducimos en la SECUENCIA
DE TÍTULOS (a definir).
A su término, desembocamos en la
próxima historia.

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LAS RATAS

1. EXT. RESTAURANT EN LA RUTA. NOCHE.

Llueve torrencialmente.

Una camioneta importada estaciona frente a un parador de


provincia, a la vera de la ruta.

2. INT. RESTAURANT EN LA RUTA. NOCHE.

La MOZA, de unos 25 años —no muy alta, rellenita, cara de buena—,


ve entrar a CUENCA, de 50.
MOZA
(poniéndose de pie)
Buenas noches. ¿Uno solo?
CUENCA
(simpático)
Veo que sos buena para las
matemáticas.

La moza sonríe, falsa.


CUENCA
Uno, sí.

Al mirar a Cuenca a los ojos, la moza lo reconoce de alguna


parte, pero reprime cualquier gesto que pueda delatarla.
MOZA
Donde quiera.

Cuenca toma asiento.


MOZA
(le da el menú)
De plato del día tenemos lentejas
con arroz.

Cuenca apoya un sobre con papeles en la mesa y se coloca sus


anteojos para revisar el menú.

La moza, visiblemente perturbada, camina hacia la cocina.

Desde el baño de servicio llega el sonido de la cadena.

Segundos después, emerge la COCINERA: 55 años, flaca, ojerosa y


con los dientes amarillos por haber fumado toda la vida. Nota que
entró un cliente.
COCINERA
¿Pidió?

La moza no contesta, está como en trance.

9
COCINERA
(chasquea sus dedos)
Ey.
MOZA
Ese tipo es de mi pueblo. Usurero,
un mafioso. Nos remató la casa y
por su culpa mi papá se terminó
suicidando. Dos semanas después del
entierro se trató de levantar a mi
vieja. La acosó tanto que nos
tuvimos que mudar acá.
(se le cae una lágrima)
¿Sabés cuántas veces soñé con
tenerlo así, delante de mí? Yo algo
le voy a decir.
COCINERA
¿A decir? ¿Por culpa de ese tipo se
mató tu viejo y lo único que se te
ocurre es insultarlo? ¿Por qué no
le ponemos veneno para ratas en la
comida?

La moza niega, pensando cuánto le gustaría hacer algo así. Pero


cuando mira a la cocinera, advierte que le está hablando en
serio.
COCINERA
En el depósito hay. Una buena dosis
y en cinco minutos le revienta el
corazón.

Desde el salón, Cuenca llama a la moza con una seña.

La moza se acerca con el mantel individual, los cubiertos, y una


bandeja con pan.
CUENCA
¿Mucho trabajo?
MOZA
No, con esta lluvia...
CUENCA
Ah, porque te estoy haciendo señas
desde hace cinco minutos. Tenés que
mirar más al salón, bebé.
MOZA
Perdón.
CUENCA
(le mira las piernas)
Te perdono.
MOZA
¿Ya sabe lo que va a pedir?

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CUENCA
Por ahora traeme unas papas fritas
a caballo.
(cierra el menú)
Si me quedo con hambre, pido otra
cosa.
MOZA
¿Para tomar?
CUENCA
Coca light.

La moza asiente y retorna a la cocina.


MOZA
(a la cocinera, mientras
extrae la bebida de la
heladera)
Lo odio, lo odio. Hacele unas papas
fritas a caballo.

La cocinera no contesta.

La moza la mira y descubre que ya tiene en la mano un viejo tarro


con veneno para ratas.
MOZA
¿Vos estás loca? ¿Querés que vaya
presa?
COCINERA
¿Presa? ¿Te creés que a este
escuerzo le van a hacer una
autopsia los del FBI? Mirá lo que
morfa; con la panza que tiene, se
pide unas papas fritas a caballo.
Van a pensar que fue el colesterol.
MOZA
Hacele las papas fritas, por favor.

La moza le arrebata el tarro de veneno, lo guarda en un armario,


y lleva la bebida hacia el salón.
CUENCA
(revisando sus papeles)
Te pido una opinión, vos que
parecés una chica despierta. ¿Cuál
te gusta más?

Cuenca se refiere a dos afiches que lo muestran como candidato a


intendente, uno con el fondo rojo y otro con el fondo blanco. En
ambos, la leyenda reza: “CUENCA ES SEGURIDAD.”
MOZA
Los dos están bien. Pero me quedo
con el rojo.

11
CUENCA
(asiente)
¿Y la foto? ¿No estoy demasiado
serio?
MOZA
No, me parece bien.
CUENCA
Gracias por tu ayuda.

La moza sonríe y regresa a la cocina.

La cocinera, con un cigarrillo en la boca, termina de cortar las


papas.
COCINERA
Además no es tan terrible la
cárcel. Tiene mala prensa nomás.
Adentro te dan de comer, no pagás
alquiler, vivís sin
preocupaciones... Y si te toca un
lindo grupo hasta la pasás bien.
Jugás a las cartas...
MOZA
(sorprendida)
¿Vos estuviste presa?
COCINERA
(arroja el humo del
cigarrillo por el
extractor)
Un tiempo. Y te aseguro que me
sentía mucho más libre que acá.
Esto es una mierda.
MOZA
¿Qué hiciste?
COCINEAR
Nada de lo que me arrepienta.

La cocinera echa las papas en el aceite hirviendo, poniéndole


punto final a ese segmento de la conversación.
MOZA
Encima se va a presentar a
intendente. ¡Ese hijo de puta!, ¿lo
podés creer?
COCINERA
Por supuesto, nena, los hijos de
puta gobiernan el mundo.
Despertate.

Desde el salón llega la voz de Cuenca, que habla por celular.

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CUENCA
Vamos a ir con el rojo, Negro, así
como está. Pero que me borren la
verruga con la computadora.

La cocinera sirve las papas fritas en un plato, tira los huevos


en la sartén y abre la puerta del placard donde quedó el veneno.
COCINERA
¿Qué decís? ¿Le hacemos un favor a
la comunidad?

La moza cierra el placard otra vez.

La cocinera sonríe, saca los huevos de la sartén y los pone sobre


las papas fritas.

La moza le lleva el plato a Cuenca, que se regocija.


CUENCA
Espléndido...

Luego regresa a la cocina y se pone a lavar la vajilla,


perturbada.

De pronto, se asombra al advertir que, en el fondo de la olla


donde se cocinaron las papas fritas, hay una sustancia pegajosa.

Cuando mira a la cociera, se encuentra con su sonrisa diabólica.


MOZA
¿Se lo pusiste...?

En el salón, Cuenca come sus papas fritas a caballo.


COCINERA
Hacete la mosquita muerta ahora,
que bien que te diste cuenta.
MOZA
¿Qué?
COCINERA
(la burla, imitándole el
tono)
“¿Qué?” Así está el país, todos
quieren que alguien le dé su
merecido a estos personajes pero
nadie está dispuesto a mover un
dedo. Sentite orgullosa, nena, que
por una vez en tu miserable vida
estás haciendo algo que vale la
pena.
MOZA
Yo no estoy haciendo nada.
COCINERA
Dale, ¿qué no vas a estar haciendo
nada? ¿En vez de ir a sacarle el

13
plato, te quedás acá discutiendo
conmigo?

La moza reacciona y sale disparada hacia el salón, pero la


cocinera la retiene tomándola fuertemente de la muñeca.
COCINERA
Tranquila. Vos no te tenés que
preocupar por nada. Si hay una
investigación, digo que a la mañana
eché veneno en la cocina porque
estaba lleno de bichos, lo cual es
totalmente cierto, y que algunas
piedritas deben haber caído
accidentalmente en la olla. ¿Qué me
van a decir?

La moza, contrariada, mira hacia el salón.

Cuenca pincha más y más papas, que moja en la yema del huevo y se
las come; pero aún no hay signos de envenenamiento.
MOZA
Es una locura esto.
COCINERA
(mirando el tarro)
Che, ¿esta mierda no estará
vencida, no?
(lo da vuelta)
No dice la fecha... ¿Cómo es, si un
veneno está vencido, es más o menos
dañino?

De pronto, un ómnibus se detiene en la ruta.

ALEXIS, de 14 años, desciende con una gran mochila y entra al


restaurant.

Cuenca lo recibe con un abrazo —resulta evidente que se trata de


su hijo— y levanta la mano para llamar a la moza.

La moza, nerviosa, camina hacia el salón.


MOZA
¿Sí?
CUENCA
¿Qué querés tomar, Alexis?

El chico, que tiene una mancha de nacimiento en la frente, parece


bueno.
ALEXIS
No sé... Una Fanta.

La moza advierte que Alexis pica una papa frita y se la come.

De forma impulsiva, agarra el plato para llevárselo a la cocina.

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MOZA
Se las voy a calentar un poco.
CUENCA
(vuelve a tomar el plato)
Si necesito que me las calientes,
te lo pido, no te preocupes. Traele
la Fanta, por favor.

Alexis vuelve a pinchar un par de papas fritas y se las come.

La moza regresa a la cocina, desesperada.


MOZA
Tenemos que hacer algo, están
comiendo los dos.
COCINERA
¿Ponerles más veneno?
MOZA
¡Es un chico!
COCINERA
(tomándola otra vez de la
muñeca)
Pero va a crecer, y de tal palo,
tal astilla. Terminemos de una sola
vez con toda la estirpe y ya.
(mira a Cuenca, indignada)
Gordo resistente...

La moza se zafa, camina rauda hacia el salón y agarra el plato de


papas fritas otra vez.
MOZA
Permiso, esto debe estar congelado
ya.
CUENCA
(ofuscado)
¿Pero quién carajo te enseñó a
atender a vos? ¿Me podés dejar que
termine de comer tranquilo?

Cuenca le arrebata el plato de papas fritas y vuelve a colocarlo


sobre la mesa para que Alexis siga comiendo.

Pero la moza advierte que Alexis está notoriamente pálido, débil,


y a punto de comerse otra papa frita, entonces finge indignación
por todo lo que Cuenca acaba de decirle, y le tira las papas
fritas encima.
CUENCA
Uy, pendeja, la concha de tu madre,
ahora vas a ver.

Cuenca agarra a la moza de los pelos.

15
MOZA
(grita a la cocinera)
¡¡Llamá a una ambulancia!!
CUENCA
(obligando a la moza a
agacharse)
¡Vas a juntar una por una y me vas
a pedir perdón de rodillas!

Cuenca zamarrea a la moza con violencia.

Al ver a su compañera sometida, la cocinera evoca vaya a saber


qué recuerdo traumático y entra en una frecuencia fantasmal;
entonces agarra su afilado cuchillo, le salta en la espalda a
Cuenca, y comienza a apuñalarlo.
COCINERA
¡¡Acá tenés, delincuente!! ¡¡Te voy
a arrancar el hígado como a un
pollo!!

Aterrorizado, Alexis ve cómo, entre puñalada y puñalada, brotan


chorros de sangre en todas las direcciones.

Es tan desagradable el espectáculo, que se descompone y vomita


todo, incluido el veneno que acaba de ingerir.

La moza, aplastada por el cuerpo ya sin vida de Cuenca, se


tranquiliza al ver que Alexis recuperó el semblante y respira
mejor.

CORTE A:

3. EXT. RESTAURANT EN LA RUTA - FRENTE. AMANECER.

Dos patrulleros, una ambulancia, y el móvil del canal local de


televisión se hicieron presentes en el lugar.

Los ENFERMEROS asisten a Alexis y a la moza.

Alexis, traumado, mira al FORENSE, que le está sacando fotos al


cadáver de Cuenca.

La moza observa cómo un par de POLICÍAS meten a la cocinera,


esposada, en el patrullero; antes de que le cierren la puerta, la
cocinera dedica a la moza una sonrisa extraviada.

CORTE A:

4. INT. CÁRCEL DE MUJERES - CELDA. DÍA.

En una foto pegada en la pared, vemos a la moza junto a su marido


e hijo en las Cataratas del Iguazú. Hay algo triste en su mirada,
pero sentimos que por lo menos salió adelante y rehízo su vida.

16
La cocinera juega a la canasta junto a tres RECLUSAS más. Cuando
tira una carta, una de sus contrincantes se roba el pozo.
COCINERA
Pero, la puta que te parió.
(a su partenaire)
Pasame otro cigarrillo.
JEFA DE GUARDIAS
(su voz retumba en el
pabellón)
¡A comer, señoras!
COCINERA
Vamos que se enfría, después
repetimos la mano.

La cocinera tira las cartas sobre la mesa y anula la partida; su


partenaire lanza una carcajada y las contrincantes la insultan de
arriba abajo, pero todo en un marco de calidez y camaradería.

La cámara abandona la celda a través de un ventilete, y nos


alejamos del presidio.

La pared externa del gran pabellón está empapelada con afiches de


campaña política. Bajo el rostro de un hombre joven con una
mancha de nacimiento en la frente, leemos:

“CUENCA ES SEGURIDAD. ALEXIS CUENCA, GOBERNADOR”.

FUNDE A
NEGRO.

17
EL MÁS FUERTE

1. INT. AUDI EN LA RUTA. DÍA.

Nos desplazamos a gran velocidad por el carril rápido de una ruta


desolada, mientras escuchamos el tercer track de la banda sonora
de Flashdance en el estéreo.

DIEGO (40 años, alto, rubio) maneja plácidamente su Audi A5.

Un viejo Peugeot 504 avanza a escasos ochenta kilómetros por hora


por el carril rápido.

Diego le hace luces, pero el conductor del Peugeot no reacciona.


DIEGO
(murmura)
Dale, boludo, movete.

Diego, prepotente, se le pega con el auto y vuelve a hacer luces;


el conductor del Peugeot, orgulloso, se mantiene imperturbable.

Diego refunfuña e intenta pasarlo por la derecha, pero el Peugeot


se desplaza hacia la derecha. Entonces amaga a pasarlo otra vez
por la izquierda, pero el Peugeot ahora se mueve hacia la
izquierda.

Diego desacelera y queda a unos treinta metros atrás del Peugeot;


con el panorama más claro, acelera a doscientos kilómetros por
hora y lo pasa por la derecha.

Ahora sí, el Peugeot no llega a interponérsele.

Al pasar por al lado del Peugeot vemos a MARIO, su conductor. Se


trata de un hombre morocho, corpulento, y de sonrisa algo
perversa.
DIEGO
(grita)
¿Sabés que sos un negro resentido?

Y luego se pierde por la ruta, a toda velocidad.

CORTE A:

2. INT. AUDI EN LA RUTA. DÍA.

El CD de Flashdance está ahora en el track número seis.

Todo marcha bien, hasta que Diego percibe una vibración extraña
en el volante. Lo suelta por un segundo y el auto se bandea hacia
la derecha.
DIEGO
No te puedo creer.

CORTE A:
18
3. EXT. RUTA. DÍA.

El Audi frena en la banquina de tierra, en una zona elevada del


terreno. Por debajo de la barranca pasa un pequeño arroyo.

Diego desciende y confirma que tiene una goma pinchada.

Malhumorado, abre el baúl.

El críquet está en su estuche de nylon original, se nota que


nunca fue utilizado.

Diego abre el estuche y estudia el críquet.

Se agacha junto al auto y lo coloca de una forma, pero no encaja


bien. Luego lo da vuelta y pareciera encajar mejor, aunque no
está del todo seguro.

Antes de seguir, extrae la tarjeta del seguro y marca el número


del auxilio en su Blackberry.

Después de tipear una serie de datos en el teclado, es atendido.


DIEGO
Qué tal, estoy en el kilómetro 60
de la ruta-- Sí, perdón, es U-I-A
719. “I” latina, de índigo. Diego
Iturralde. ¿Tengo cobertura en todo
el país, verdad? Bien. Te decía,
pinché una goma en el kilómetro 60
de la ruta que une Salta Capital
con Cafayate, digamos. Por
casualidad, ¿cuánto demorarán en
venir?, porque el auto es nuevo y
no me doy mucha maña con este
críquet. Mhm. Bueno, te pido que me
lo mandes, si lo llego a solucionar
antes, te aviso. Gracias.

Diego corta y mira en derredor.

La ruta está desierta. Nadie pareciera ir a ayudarlo.

Entonces vuelve a agacharse, afirma el críquet, y eleva el auto.


Y ya la cosa no parece tan difícil.

Desajusta los tornillos con la llave cruz, saca la rueda


pinchada, agarra la de auxilio del baúl, la coloca, y empieza
ajustar el primer tornillo.

En plena tarea, descubre, a lo lejos, que el Peugeot 504 viene


hacia él.

Diego termina de ajustar el primer tornillo y se apresura para


colocar los otros tres.

Ya más cerca, las balizas del Peugeot se encienden y el vehículo


aminora la marcha.

19
Diego va por el tercer tornillo, pero como el Peugeot ya está
prácticamente al lado —y él todavía tiene la rueda de auxilio y
las herramientas desparramadas por la banquina—, deja todo como
está y se mete en el Audi.

Mario frena justo al lado y baja la ventanilla.


MARIO
¿Qué pasó? ¿Te asustaste?
DIEGO
(orgulloso)
Dale, flaco, seguí...

Mario ve las herramientas desparramadas por el suelo, sonríe, y


estaciona delante del Audi.

Luego da marcha atrás hasta que ambos guardabarros quedan


pegados.

Diego traba las puertas.

Mario desciende del Peugeot, apoya sus manos en el capó del Audi
y mira fijo a Diego.
DIEGO
En serio, ya fue, no tengo ganas de
pelear. Disculpame si te ofendí.

Mario, desafiante, escupe el vidrio.


DIEGO
(sonríe, falso)
¿Listo? ¿Ya está?

Diego tira agua con el sapito.

Mario le devuelve la sonrisa, pero, acto seguido, le arranca uno


de los limpiaparabrisas.
DIEGO
¿¿Qué hacés?? Dale, hermano, no te
hice nada...
MARIO
¿Por qué no me gritás de nuevo lo
que me gritaste antes? ¿Cómo era?

Un camión pasa por la ruta.

Diego le toca bocina, de forma pronunciada.

Pero Mario saluda al CHOFER DEL CAMIÓN y le indica con un ademán


que está todo bajo control.

El chofer hace luces y sigue de largo.

Una vez que el camión desaparece, Mario gira alrededor del Audi,
levanta la llave Cruz del suelo y mide el peso de la herramienta.

20
DIEGO
Ya te pedí perdón, no sé qué más
querés que haga... Si me tengo que
bajar, me voy a bajar, pero no me
parece necesario.

Mario suelta una carcajada.

Segundos después, le pega un tremendo golpe al parabrisas, que se


astilla.

Diego, ya asustado en serio, marca el 911 en su Blackberry, pero


lo atiende una de esas eternas grabaciones que indican que todos
los operadores están ocupados.

De cualquier forma, finge estar hablando con la policía.


DIEGO
Buen día, Oficial, estoy en el
kilómetro 60 de la ruta que une
Salta con Cafayate, y hay un
individuo que me está atacan--

Mario golpea otra vez el vidrio.


DIEGO
(a Mario)
¡Está blindado, no lo vas a romper!
MARIO
Cagón.
DIEGO
(por teléfono)
La patente del hombre es--

Mario sonríe. Los autos están tan pegados que Diego no puede
leerla.
DIEGO
No la llego a ver bien, ¿pero
podrán mandar una patrulla urgente,
por favor? Perfecto. Apúrense que
está fuera de sí.

Mario mira la hora, socarrón.


MARIO
Seguro que vienen enseguida.

Diego asiente y finge terminar el llamado, pero deja abierto el


teléfono a la espera de ser atendido de verdad.

Mario, que aún no está satisfecho, piensa qué más le puede hacer
a Diego.
DIEGO
Basta, loco, ya está, me
destrozaste el auto, tomatelás.

21
Mario, campante, trepa al capó del Audi y se desabrocha la
hebilla del cinturón.

Diego no se imagina lo que está por hacer, hasta que Mario se da


vuelta, baja sus pantalones, se acuclilla, y con total impunidad,
empieza a defecar sobre el vidrio delantero.

Diego no lo puede creer.

Cuando termina, Mario desciende otra vez a la ruta, levanta el


estuche de las herramientas, y lo utiliza para limpiarse el culo.

Finalmente, mira a Diego a través de la ventanilla y sonríe,


sádico.
MARIO
Chau, cagón.

Luego da media vuelta y se sube a su Peugeot, dispuesto a irse.

Pero es tanta la humillación que toleró Diego que, en un rapto de


locura, enciende el motor del Audi, acelera, y embiste contra el
Peugeot, arrastrándolo hacia el final de la banquina.

Mario, desesperado, aprieta el freno a fondo, pone el freno de


mano, intenta volantear, pero el Audi es tan potente que desplaza
el Peugeot hacia el barranco y lo hace caer al arroyo.

Diego retrocede, baja del Audi, ajusta el último tornillo de la


rueda de auxilio, y guarda las herramientas y la rueda pinchada
en el baúl —que queda mal cerrado—.

Mario, desenfrenado, sale por la ventanilla del Peugeot con una


barreta en la mano y trepa furioso por el barranco, pero cuando
se asoma a la ruta, encuentra a Diego ya adentro del Audi,
yéndose.
MARIO
(lo corre)
¡¡Tengo tu patente, hijo de puta!!
¡¡Estás muerto!! ¿Escuchaste, U-I-
A? ¡¡Te voy a matar!! ¡No te salva
nadie! ¡¡Donde te encuentre, te
pego un fierrazo en la cabeza!!

Diego continúa alejándose, mientras limpia el vidrio delantero


con el sapito; pero las amenazas de Mario asustan: después de lo
que acaba de hacerle, es más que probable que este psicótico lo
quiera matar.

Entonces gira en U y acelera de contramano por la banquina de


tierra, intentando atropellar a Mario.

Mario, que no lo puede creer, se tira hacia un costado y esquiva


el Audi de milagro.

Como un toro en un rodeo, Diego vuelve a girar en U y acelera


otra vez, dispuesto a terminar con el asunto.

22
Pero el Audi es pesado, y al pasar por una zona débil del
terreno, parte del barranco se desmorona y cae sobre el Peugeot.

4. EXT. BARRANCO JUNTO A LA RUTA. DÍA.

El airbag del Audi se abre con el impacto y Diego queda


inmovilizado; apenas puede ver.

El caos absoluto contrasta con la música de Flashdance, que sigue


sonando en el estéreo.

Tras un breve lapso de quietud, nos sobresalta un ruido: truc,


truc. Truc.

Diego mira por el espejo retrovisor y descubre que Mario está


subido al baúl abierto del Audi, introduciendo la barreta por una
ranura para hacer palanca y entrar al habitáculo.

El teléfono de Diego, que cayó al piso, empieza a sonar.

Diego llega a ver que la llamada proviene del 911, pero el airbag
le impide moverse y no puede alcanzar el aparato.

Mario empieza a patear los asientos rebatibles.

Diego intenta abrir la puerta para escapar, pero una piedra en el


terreno se lo impide. Entonces reclina su asiento hacia atrás y
hace fuerza con la espalda para bloquear el ingreso de Mario;
pero las patadas son tremendamente violentas y a Diego le cuesta
mucho detenerlo.

Desesperado, Diego toca la bocina, de forma ininterrumpida.

Por la ruta pasa algún vehículo, pero como el terreno está


elevado y ambos autos quedaron debajo del barranco, nadie los ve.

Mario ya está prácticamente adentro del habitáculo, y un combate


cuerpo a cuerpo es inevitable.

Diego agarra el matafuegos, se prepara para golpear a Mario y con


su mano libre acciona la palanca para rebatir el asiento trasero.

Por su propio peso, Mario cae adentro de la cabina y Diego


empieza a golpearlo con el matafuegos en la cabeza, sin cesar.

Pero Mario no se rinde. Con la barreta que tiene en la mano,


pincha el airbag que retiene a Diego y ambos caen hacia delante.

El rostro de Diego impacta contra el tablero, y Mario empieza a


golpearle la espalda y la nuca con el fierro.

Diego se las ingenia para abrir el matafuegos y vacía el gas


refrigerante sobre la cara de Mario. Los alaridos de uno y otro
se entrelazan en una especie de rito macabro.

Diego aprovecha la ceguera provisoria de Mario, se las ingenia


para abrir la puerta del Audi, e intenta saltar hacia el

23
exterior, pero Mario logra ahorcarlo con el cinturón de seguridad
y Diego queda colgando.

Diego patalea para zafarse, pero le resulta imposible. Poco a


poco se va quedando sin aire y pierde el conocimiento.

Mario se recupera, baja el vidrio trasero y se asoma hacia


afuera, donde lo único que se escucha es el trinar de los
pájaros.

Para borrar los rastros de la escena —que podrían incriminarlo—,


Mario se corta una manga de la camisa, abre la tapita del tanque
de nafta, y mete la mitad de la manga en el interior.

Luego toma su encendedor del bolsillo, se prepara para bajarse y,


antes de saltar, le prende fuego a la manga.

Pero el olor a nafta despierta a Diego, que al ver las llamas


entiende lo que está pasando y se aferra a Mario como una
garrapata, impidiéndole saltar.

Mario batalla por tirarse al arroyo, incluso arrastrando a Diego


consigo, pero el cinturón del Audi no cede con nada.

Desesperado, Mario sopla con todas sus fuerzas, pero no logra


apagar las llamas, que avanzan fatídicas hacia el tanque de
nafta.

CORTE A:

5. INT. VEHÍCULO DE REMOLQUE EN LA RUTA. DÍA.

El CONDUCTOR DEL REMOLQUE maneja tranquilo, va tomando mate y


escuchando un chamamé.

Cuando llega al kilómetro 60, se extraña al ver que no hay ningún


auto en la banquina, entonces pregunta por handy:
CONDUCTOR REMOLQUE
Atención central, aquí unidad 29,
confirme kilómetro, por favor.

En ese momento, una brutal explosión en el barranco genera un


hongo que cubre la ruta de lado a lado.
CONDUCTOR REMOLQUE
¡¡Uoooooou!!

El conductor del remolque clava los frenos unos cuantos metros


más adelante y baja para ver qué pasó.

CORTE A:

6. EXT. RUTA. ATARDECER.

La zona está ahora repleta de patrullas, y los BOMBEROS terminan


de apagar el incendio.

24
El COMISARIO, azorado, merodea los restos de los coches.

Un JOVEN PERITO toma una fotografía.


JOVEN PERITO
¿Qué hipótesis maneja, Comisario?
¿Crimen pasional?

Los esqueletos de Mario y Diego están ahí, fuertemente abrazados.

Como los cráneos ya prácticamente no tienen piel ni músculos,


hasta parecieran estar sonriendo.

El perito toma una nueva fotografía y la imagen se congela.

En esta oportunidad, al pasar de


página para introducirnos en el
próximo relato, la imagen de los
esqueletos adquiere un efecto
corpóreo, tridimensional, como el
de esos libros infantiles cuyos
dibujos se salen para afuera.

25
BOMBITA

1. INT. FÁBRICA ABANDONADA - SÓTANO. DIA.

SIMÓN —50 años, ingeniero— supervisa la colocación de una última


carga explosiva en un punto clave de la estructura de la fábrica.

PÉCORA, el técnico que lo asiste, termina de perforar una


columna.

En el orificio resultante, Simón introduce un pan de


nitroglicerina, que a su vez está conectado a un detonador
inalámbrico.
SIMÓN
(por handy)
¿Están listos afuera?
OPERARIO (V.O.)
Todo listo, Simón.

Simón activa el detonador, cuya lucecita azul comienza a titilar.

El plano abre y advertimos que hay lucecitas azules titilando en


todas las columnas.

CORTE A:

2. EXT. FÁBRICA ABANDONADA - FRENTE. DÍA.

Simón y Pécora salen de la fábrica y se ubican detrás del cordón


de seguridad, junto a otros OPERARIOS, el cuerpo de BOMBEROS,
POLICÍAS, y PERIODISTAS de algunos medios que cubren la
demolición.

Simón se prepara, avisa con un ademán que va a proceder, y detona


las cargas.

Tras la espectacular explosión, la fábrica entera se desmorona.

CORTE A:

3. INT - EXT. DEPÓSITO. DÍA.

Los operarios terminan de descargar los panes de nitroglicerina


que sobraron y los acomodan cuidadosamente en el depósito.

Pécora les hace firmar planillas.

Simón, máximo responsable, también estampa su firma y cierra con


llave el candado del portón. Todo mientras habla por teléfono con
su mujer.
SIMÓN
Paso por la oficina a devolver un
par de llamados y-- Sí, mi amor, a
26
las cinco estoy ahí con la torta,
¿cómo no voy a llegar? Quedate
tranquila.

CORTE A:

4. INT. CONFITERÍA. TARDE.

Una PASTELERA termina de guardar una torta en su envoltorio.


PASTELERA
Serían trescientos quince.
SIMÓN
¿Qué es, importada?

La pastelera sonríe.

Simón extrae el dinero y paga.

De fondo, a través de la vidriera, podemos ver cómo la grúa se


lleva su auto.

CORTE A:

5. EXT. CONFITERÍA - FRENTE. TARDE.

Simón sale con la torta en la mano y advierte que su auto ya no


está.

Primero supone que se lo robaron, pero pronto ve la notificación


del acarreo en la vereda.

El cordón está todo descascarado, realmente casi no se ve la


pintura amarilla que indica que allí no se puede estacionar.

CORTE A:

6. EXT - INT. PLAYÓN DE ACARREO - OFICINA. TARDE.

Simón baja de un taxi con la torta y entra a la oficina montada


en medio del playón.

Otro “INFRACTOR” sale a las puteadas, con la papeleta del pago


que acaba de realizar.
EMPLEADO
(detrás de un vidrio
blindado, a través del
altavoz)
El que sigue.

Simón se acerca a la cabina.


SIMÓN
Sí, mirá, yo dejé el auto en--

27
EMPLEADO
Cédula verde, por favor.
SIMÓN
(se la da)
Si sos tan amable, hablame bien.
EMPLEADO
Le estoy hablando bien, señor.
(tipea la patente en la
computadora)
El acarreo son doscientos noventa
pesos. La multa por la infracción
la va a recibir en su domicilio.
SIMÓN
Claro, no, pero vos no me escuchás
lo que te iba a decir. El cordón
estaba sin pintar. Yo no tenía
forma de saber que ahí no se podía
estacionar.
EMPLEADO
Comprendo, pero si quiere retirar
el vehículo tiene que abonar el
servicio de acarreo. Después puede
hacer su descargo de lunes a
viernes, de ocho a catorce, en la
Dirección Nacional de Tránsito.
Carlos Pellegrini 211, 9° piso.
SIMÓN
Mirá, yo te voy a pedir que hables
ya mismo con quien tengas que
hablar para que me dejen sacar mi
auto sin pagar un solo centavo, me
devuelvan los treinta pesos que me
costó el taxi hasta acá, y además
me pidan las correspondientes
disculpas.

El empleado se ríe, cínico.


SIMÓN
En serio, ¿en dónde está la oficina
en la que te piden disculpas cuando
cometen un error?

La GENTE en la cola empieza a impacientarse.


MUJER #1
Estamos todos en el mismo barco,
señor, apuresé por favor.

Simón se la queda mirando, tenso.


EMPLEADO
El acta del oficial dice que estaba
en infracción, no necesitamos nada
más que eso. La única forma de

28
retirar su vehículo ahora, es
abonando. Caso contrario, le pido
que me deje seguir atendiendo.
SIMÓN
¿Y si no tengo plata?
EMPLEADO
Puede cancelar con tarjeta de
crédito, débito, o venir otro día,
pero le aclaro que se le cobra
estacionamiento.

Simón no lo puede creer.


SIMÓN
(saca su billetera)
¿Sabés que sos un delincuente, no?
EMPLEADO
Yo estoy haciendo mi trabajo,
señor.
SIMÓN
No, no, si trabajás para unos
delincuentes, sos otro delincuente.
Sos un miserable servidor de este
sistema corrupto.

Simón mataría al empleado ahí mismo, pero se serena, extrae el


dinero, y paga.

CORTE A:

7. EXT. AUTOPISTA. ATARDECER.

Simón avanza a paso de hombre por una autopista colapsada por el


tránsito.

CORTE A:

8. EXT - INT. CASA SIMÓN. ANOCHECER.

Simón estaciona frente a su casa —una propiedad con rejas en los


suburbios— y se apresura a entrar, pero ya es tarde.

Los pocos NENES que quedan le están cantando el feliz cumpleaños


a su HIJA, que sopla una velita con el número nueve clavada en un
alfajor.

VICTORIA, mujer de Simón, le da un fuerte abrazo a su hija y le


dirige una mirada de reprobación a Simón.
SIMÓN
(se le acerca por detrás a
Victoria y susurra)
Tengo la torta. ¿No querés que
sople otra vez?

29
VICTORIA
Ay, Simón. Salí de acá.

La hija descubre la presencia de Simón y lo saluda seca, con una


expresión de bronca y tristeza combinadas.

CORTE A:

9. INT. CASA SIMÓN - DORMITORIO MATRIMONIAL. NOCHE.

Simón y Victoria discuten.


VICTORIA
¿No podías venir en taxi y buscar
el auto después? ¡Te perdiste el
cumpleaños de tu hija, Simón!
SIMÓN
Qué fácil que es todo para vos, eh.
¡Estoy harto de que me roben la
plata! El cordón estaba despintado,
¿entendés la indignación que
produce eso?
VICTORIA
¿Y esto? ¿Sabés qué molesto es que
siempre tengas una excusa para todo
y culpes a la sociedad por tu
indiferencia? Hoy es la grúa, ayer
era el tránsito y mañana va a ser
una manifestación, pero la verdad
es que vos perfectamente podrías
haber salido con tiempo, ayudado a
organizar todo, y haber estado acá
para recibir con una sonrisa a los
amiguitos de tu hija. Pero no, todo
es prioritario para vos, menos tu
familia. A nosotros nos dedicás el
tiempo que te sobra. Y yo, como una
pelotuda, pienso que algún día vas
a cambiar. ¿Pero sabés qué? La
sociedad no va a cambiar, vos
tampoco vas a cambiar, y yo, así,
no quiero seguir más.
SIMÓN
¿Qué significa eso?
VICTORIA
Sos ingeniero, calculalo.

Victoria se mete en el baño.

Simón se da cuenta de que Victoria habla en serio.

CORTE A:

30
10. INT. DIRECCIÓN NACIONAL DE TRÁNSITO – SECTOR DE ATENCIÓN AL
PÚBLICO. DÍA.

Simón hace una cola interminable para discutir su multa.

Un HOMBRE ELEGANTE, que avanza en paralelo en la fila contigua,


le da charla, aumentando su indignación.
HOMBRE ELEGANTE
Y lo peor es que es una empresa
privada. Porque si me decís que lo
que recaudan se reinvierte en
educación vial o en el mejoramiento
de las calles, todavía. Pero no, se
lo quedan ellos. El Gobierno de la
Ciudad habilita a una empresa
privada para que levante guita en
pala, obviamente, a cambio de una
comisión para los funcionarios que
nosotros mismos elegimos. Es así de
indignante, y tenés dos caminos. O
pagás y te relajás un poco, o te
revienta el corazón del estrés. ¿Y
sabés qué, flaco?, yo tengo muchas
razones para vivir. Quiero navegar,
quiero viajar con mis nietos por el
mundo...

El letrero luminoso indica que es el turno de Simón.

Vidrios blindados separan al PÚBLICO de los CONTROLADORES DE


TRÁNSITO.
SIMÓN
(se acerca a la cabina que
le corresponde)
Qué tal, me llegó esta multa, yo ya
pagué el acarreo, pero todo fue un
error. El cordón estaba mal pintado
y--
CONTROLADOR DE TRÁNSITO
(señalando la multa)
¿Me permite?

Simón le pasa la multa por la ranura en el vidrio.


CONTROLADOR DE TRÁNSITO
(analiza brevemente el
caso)
Son trescientos sesenta pesos.

Simón permanece en silencio unos segundos. Mira a un lado y a


otro y ve decenas de personas pagando en todas las cabinas.
SIMÓN
Mirá, estoy muy nervioso, así que
te pido que me escuches. El cordón
estaba mal pintado, ahí está la
dirección de la que me llevaron el
31
auto, de forma que vos tendrías que
mandar a alguien a verificar si yo
tengo razón, luego pedirme
disculpas en nombre del Gobierno de
la Ciudad, porque tengo razón,
devolverme el dinero que ya pagué a
la empresa de acarreo, e
indemnizarme por todo el tiempo que
me están haciendo perder.
CONTROLADOR DE TRÁNSITO
El acta de infracción dice que el
auto estaba mal estacionado, y eso
se considera prueba suficiente. La
multa son trescientos sesenta pesos
que usted va a tener que abonar sí
o sí. Si se niega, empiezan a
correr los intereses, y después de
los seis meses, se le descuentan
puntos del registro.
SIMÓN
¿Vos me estás escuchando? Prueba
suficiente, las pelotas. Te estoy
diciendo que el cordón está sin
pintar.
CONTROLADOR DE TRÁNSITO
Primero, no me insulte, porque yo
estoy trabajando. Y segundo,
debería informarse de cómo funciona
la ley. Que usted desconozca las
normas, no implica que esté exento
de pagar las consecuencias por
incumplirlas. Si usted mata a
alguien y luego dice, “ah, yo no
sabía que no se podía matar”, va
preso. Por ahí es cierto, nadie se
lo había explicado antes, pero
igual va preso, ¿se entiende?
SIMÓN
Más o menos. ¿Según ese criterio yo
me tengo que saber de memoria en
qué calle se puede estacionar y en
qué calle no, independientemente de
si están bien o mal señalizadas?
CONTROLADOR DE TRÁNSITO
Exacto. La información está
disponible en la página del
Departamento de Tránsito.
SIMÓN
A ver, llamá a algún superior, por
favor.
CONTROLADOR DE TRÁNSITO
No hay ningún superior a quien
llamar.

32
SIMÓN
¿Ah, no? ¿Qué sos, el Presidente de
la Nación, pelotudo?
CONTROLADOR DE TRÁNSITO
Caballero, hay mucha gente, si no
quiere pagar, déjeme seguir
atendiendo.

Simón golpea el vidrio.


SIMÓN
¿Qué se siente ser un chorro?
¿¿Eh??
CONTROLADOR DE TRÁNSITO
(toca la alarma y avisa
por handy)
Seguridad, cabina cuatro.

Simón agarra un matafuegos y lo revienta contra el vidrio


blindado, que se astilla.
SIMÓN
¡¡¡Chorros!!! ¡¡¡Manga de
chorros!!!

Parte del público se aleja horrorizada, algunos aplauden a Simón,


y dos POLICÍAS se lo llevan detenido.

CORTE A:

11. INT - EXT. COMISARÍA - HALL DE ENTRADA Y FRENTE. ATARDECER.

Simón sale del sector de los calabozos escoltado por un OFICIAL.

En el hall encuentra a Pécora, el técnico que lo asistiera


durante la demolición inicial.
PÉCORA
(lo abraza, sonriendo)
Querido... ¿No te violaron, no?
SIMÓN
(niega)
No se puede creer esto. Qué locura.

Simón y Pécora salen de la Comisaría y bajan las escalinatas que


los devuelven a la vía pública.
PÉCORA
Ibarra mandó al abogado de la
compañía y autorizó el pago de la
fianza.
SIMÓN
Al fin un poco de buena onda. Te
digo que últimamente...

33
PÉCORA
Sí, buena onda más o menos en
realidad.

Pécora le extiende un artículo del diario que relata el


acontecimiento.

La fotografía tomada por una cámara de seguridad muestra a Simón


golpeando el vidrio con el matafuegos.
PÉCORA
Aparece tu nombre y apellido y se
menciona que sos ingeniero de la
firma. A los socios de Ibarra no
les gustó un carajo, pensá que el
Gobierno de la Ciudad es uno de
nuestros principales clientes. Te
van a desvincular, Simón. Ya lo
tienen decidido.

Simón no puede creer lo que escucha.

CORTE A:

12. INT. ESTUDIO DE MEDIACIÓN. DÍA.

Simón y Victoria están separados por una mesa, acompañados por


sus respectivos ABOGADOS.

En la cabecera, la MEDIADORA escucha atenta.


ABOGADA DE VICTORIA
Entiendo que en este momento está
sin trabajo, señor Fisher.
SIMÓN
Sí, ¿por? ¿Es un crimen?

El abogado de Simón lo calma con un gesto.


ABOGADA DE VICTORIA
Yo no dije que fuera un crimen.
SIMÓN
Ah, porque me pareció percibir
cierto tono condenatorio.
ABOGADA DE VICTORIA
No es un crimen, pero sí un
problema a la hora de hacerse cargo
de la mensualidad que le tiene que
pasar a su mujer.
ABOGADO SIMÓN
(a Simón, por lo bajo)
La Doctora se refiere a la cuota
alimentaria para Camila, que
incluye vestimenta, colegio, obra
so--

34
SIMÓN
(a la abogada de Victoria)
Perdón, pero de la “anualidad” de
mi mujer me hago cargo desde que la
conozco. Y a mi hija no le va a
faltar nada. Quédese tranquila, que
si tengo un problema, lo voy a
resolver.
ABOGADA DE VICTORIA
(a la mediadora)
Por suerte, la señora Malamud sí
está trabajando en la actualidad, y
no vemos ninguna necesidad de
otorgarle al Señor Fisher la
tenencia compartida.
SIMÓN
Perdón, ¿yo mantuve el circo
durante todos estos años, y por un
mes que ella tiene trabajo y yo no,
no tengo derecho a compartir la
tenencia de mi hija? Espero que el
Juez tome conciencia de lo injusta
que es esta situación.
ABOGADA DE VICTORIA
Le aseguro que no va a tomar a bien
la violencia con la que se refiere
a su mujer, ni--
SIMÓN
(golpea la mesa)
¿Qué violencia? Estoy describiendo
una realidad, ¿dónde ve violencia?
ABOGADA DE VICTORIA
Veo violencia en muchas partes,
señor Fisher: en la calle, al
prender la televisión, o al leer un
diario como éste.
(extrae el periódico que
narra el altercado en la
Dirección de Tránsito)
Y estoy convencida de que cuanto
menos contacto tenga una criatura
con episodios por el estilo, mejor
será para su integridad
psicofísica.
SIMÓN
(a Victoria)
¿Vos me querés sacar a mi hija?
VICTORIA
No te la quiero sacar, lo que pasa
es que--

35
SIMÓN
(la interrumpe, furioso)
¿Podés ser tan caradura?
ABOGADA DE VICTORIA
(a la mediadora,
levantándose)
Bueno, bueno, mi clienta y yo damos
por terminada la instancia de
mediación y optamos por mantener
silencio hasta encontrarnos en
Tribunales.
SIMÓN
(a su abogado)
¿Y vos no decís nada? ¿Quién te
contrató, ella?
ABOGADA VICTORIA
(cínica)
Haga terapia, Señor Fisher.
SIMÓN
¿Cómo?
ABOGADO DE SIMÓN
(a Victoria y su abogada)
Con permiso.

CORTE A:

13. INT. EMPRESA MINERA – RECEPCIÓN. DÍA.

Las paredes están cubiertas por gigantografías de las


excavaciones que realiza la compañía.

La RECEPCIONISTA detrás del mostrador recibe a Simón, vestido de


traje.
SIMÓN
Qué tal. Mi nombre es Simón
Fischer, yo hablé con la secretaria
del Ingeniero Ederer. Quedé en
traerle mi material.
RECEPCIONISTA
Muy bien, déjeme todo que yo se lo
doy.
SIMÓN
Mirá, la verdad que preferiría
entregárselo en mano. Y si está el
Ingeniero Ederer, me encantaría
comentarle algo un segundo.
(aclara)
Durante los últimos diez años
trabajé en la firma Seijas, Ibarra
y Asociados, no soy un
improvisado...

36
RECEPCIONISTA
El Ingeniero está en obra en este
momento.
SIMÓN
¿Y su secretaria?
RECEPCIONISTA
Salió a almorzar.
SIMÓN
Son las cuatro de la tarde.
RECEPCIONISTA
(irónica)
No manejo sus horarios, yo.
SIMÓN
¿Sabés qué?, mejor no te dejo un
carajo. Por mí se pueden ir todos a
la mierda: vos, Ederer, y su
secretaria.

El ENCARGADO DE SEGURIDAD percibe la discusión y se acerca, pero


Simón no le da tiempo a hablar y sale del edificio.

CORTE A:

14. EXT. EMPRESA MINERA - FRENTE. DÍA.

Molesto, alterado, Simón extrae las llaves del auto y camina


refunfuñando hasta la esquina. Pero al llegar descubre que su
auto ya no está.
FLORISTA
¿Fiat Tempra?

Simón no lo puede creer. Sobre el cordón de la vereda encuentra


la papeleta con la notificación del acarreo.

CORTE A:

15. INT. CAJERO AUTOMÁTICO. DÍA.

Simón respira hondo. Con relajación zen, retira cuatrocientos


pesos del cajero.

El ticket que asoma después de la operación reza: “SALDO


DISPONIBLE: 9350 pesos”.

CORTE A:

16. INT. PLAYÓN DE ACARREO - OFICINA. TARDE.

Sin decir una palabra, Simón abona para retirar su auto.

CORTE A:

37
17. EXT. DEPÓSITO. NOCHE.

Simón, con cuidado, carga el baúl de su auto.

Cuando termina, activa un interruptor; las mismas lucecitas


azules que viéramos en las columnas de la fábrica abandonada
iluminan su rostro.

Simón apaga el interruptor y cierra el baúl.

La puerta del depósito está entreabierta; evidentemente conservó


las llaves.

CORTE A:

18. EXT. CALLE CÉNTRICA. DÍA.

Con mucha parsimonia, Simón estaciona su auto en una zona


ostensiblemente prohibida. Concretamente, bloquea la rampa para
discapacitados.

Luego baja, cierra con llave, y cruza hacia un bar.

CORTE A:

19. INT. BAR CÉNTRICO. DÍA.

Una MOZA sirve un espumante café con leche y tres medialunas.

Simón disfruta de la plácida música de fondo y el sol de invierno


que se filtra por la ventana, mientras observa su vehículo
estacionado enfrente.

No tarda en llegar la grúa, de la que descienden un OPERARIO y un


POLICÍA.

El operario sujeta las ruedas del auto con las grampas del
remolque, mientras el policía hace la boleta de infracción y deja
en el cordón de la vereda la notificación del acarreo.

Simón pide la cuenta, moja la última medialuna en el café con


leche, y sigue con la vista a la grúa que se lleva su auto.

20. INT. TAXI. DÍA.

Escuchamos una melodía misteriosa, hitchcockeana, estilo Vértigo.

Simón, con una media sonrisa plácida, sigue a la grúa por la


ciudad.

CORTE A:

38
21. EXT - INT. PLAYÓN DE ACARREO Y OFICINA. DÍA.

La grúa ingresa al playón, donde otra veintena de grúas entra y


sale sin cesar para depositar los cientos y cientos de vehículos
secuestrados.

En la oficina, una INFRACTORA discute con el mismo empleado que


atendiera inicialmente a Simón.
INFRACTORA
(indignada)
Vos sos un maleducado y esto es
completamente fascista; ¿tengo que
pagar primero y discutir después?
EMPLEADO
(irónico, y al mismo
tiempo harto de su
trabajo)
Exactamente.
INFRACTORA
Hasta que no pase una tragedia no
van a parar ustedes.

No termina de decir la frase que la tremenda explosión en el


playón de acarreo levanta a todos los vehículos por el aire.

Los vidrios de las instalaciones estallan en pedazos y la carcasa


de alguna grúa que sale despedida barre por completo con el techo
de la pequeña oficinita.

La columna de humo se yergue hasta el infinito y las alarmas de


los autos de todo el barrio empiezan a sonar.

FUNDE A:

22. TITULARES DE DIARIO IMPRIMIÉNDOSE

Distintos matutinos dan cuenta de la progresión del caso con


posterioridad al hecho.

“INGENIERO BOMBITA: ERA LA QUINTA VEZ EN EL AÑO QUE LE LLEVABAN


EL AUTO.”

“LA OPINIÓN DE LA GENTE: NO LO JUSTIFICAN, PERO LO ENTIENDEN.”

“LA DEFENSA ASEGURA QUE FUE ACCIDENTAL: EL INGENIERO TRABAJABA


CON EXPLOSIVOS Y EL MOVIMIENTO DE LA GRÚA PRODUJO EL ESTALLIDO.”

“COMPAÑÍA ASEGURADORA DEMANDA A LA EMPRESA QUE OPERA LAS GRÚAS:


LA RESPONSABILIDAD ES DE ELLOS POR NO PREVER ESTE TIPO DE
ACCIDENTES EN SU SISTEMA DE ACARREO. NO VAMOS A PAGAR POR LOS
DAÑOS.”

“CAEN LOS FUNCIONARIOS QUE RENOVARON LA LICENCIA A LA EMPRESA QUE


OPERA LAS GRÚAS Y SE INVESTIGAN SOBORNOS POR CIFRAS MILLONARIAS.”

39
“MILES DE CIUDADANOS PIDEN LA LIBERACIÓN DEL INGENIERO BOMBITA,
AHORA DEVENIDO ÍDOLO NACIONAL”.

Comenzamos a oír el feliz cumpleaños, que un numeroso grupo de


reclusos entona en la siguiente escena.
RECLUSOS
Que los cumplas feliz
Que los cumplas feliz

CORTE A:

23. INT. CÁRCEL DE HOMBRES – PABELLÓN COMEDOR. NOCHE.

Victoria y la hija de Simón avanzan entre medio centenar de


RECLUSOS y depositan sobre la mesa una torta llena de velitas.
RECLUSOS
¡Que los cumplas, Bombita!
Que los cumplas feliz

Mientras Simón piensa sus deseos, reclusos y GUARDIAS por igual


lo aplauden y le gritan cosas como “¡Aguante, Bombita!”, “¡Vamos
todavía, Bombita, carajo!”, y otras expresiones por el estilo.

Simón sonríe emocionado, abraza a su mujer y a su hija, y sopla.

CORTE A
NEGRO.

40
LA PROPUESTA

1. EXT. CALLES DE SAN ISIDRO. MADRUGADA.

Un Volvo oscuro sube la colina de un barrio apacible.

Se bambolea de un lado a otro, como si su conductor no estuviese


en sus cabales.

El portón de una importante casona se abre a control remoto.

El Volvo se lleva puesto el tacho de basura y entra al garaje.

CORTE A:

2. INT. CASA EN SAN ISIDRO - DORMITORIO PRINCIPAL. MADRUGADA.

MAURICIO (55) duerme junto a HELENA (50), su mujer.

Una voz llorosa los despierta.


SANTIAGO
Papá... Papá.

Mauricio se sobresalta y encuentra a SANTIAGO (18), hijo de


ambos, tremendamente alterado.
MAURICIO
¿Qué pasó?

Helena se despierta también.


HELENA
¿Qué pasó, Santiago? Hablá.

CORTE A:

3. INT. CASA EN SAN ISIDRO – RECEPCIÓN Y LIVING. AMANECER.

Una camioneta importada estaciona frente a la casona.

Helena, devastada, recibe al ABOGADO de la familia (corpulento,


60 años) y lo guía hacia el living.
HELENA
Prométame que no va a ir a la
cárcel, Doctor, se lo ruego.
ABOGADO
Vamos a hacer todo lo posible.

Desde un televisor sintonizado en el canal de noticias llegan


algunas imágenes del suceso.

41
CRONISTA #1 (V.O.)
Reiteramos, en plena Avenida del
Libertador, un conductor atropelló
a una mujer embarazada y se dio a
la fuga.

Mauricio, severo, interroga a Santiago.


MAURICIO
A mí me decís la verdad, Santiago,
¿qué tomaste? ¿Fumaste marihuana?

Santiago, abrumado, llora sin parar.

Al ver a su abogado, Mauricio se pone de pie y lo abraza.


CRONISTA #1 (V.O.)
Según testigos, el vehículo era
negro y lujoso, aunque no pudieron
identificar modelo ni patente. En
estos momentos, la policía analiza
las imágenes de las cámaras de
seguridad que cubren todo el
corredor norte para dar con los
datos del propietario.
ABOGADO
¿A nombre de quién está el auto?
MAURICIO
Mío, personal.
ABOGADO
¿Y tu dirección declarada es ésta?

Mauricio asiente.
SANTIAGO
(balbucea)
¿Qué hice, qué hice?
MAURICIO
(estalla)
¿¿Qué hiciste?? ¡Nos arruinaste la
vida a todos, pelotudo! ¡Eso
hiciste!
HELENA
(colgándose de Mauricio
para que no le pegue)
¡Ayudalo, Mauricio, por favor!
¡Dios mío, ayudalo!
ABOGADO
Vamos a tranquilizarnos y a actuar
rápido, ¿sí?

Mauricio se toma un calmante.

42
ABOGADO
Santiago, necesito que me respondas
algunas preguntas. ¿Estabas con
alguien más en el auto?

Santiago niega.
ABOGADO
¿Le contaste a alguien lo que pasó?
SANTIAGO
No, no...
ABOGADO
Bien.
(a Mauricio)
¿Vamos a ver el coche?

CORTE A:

4. INT. CASA EN SAN ISIDRO – COCINA Y GARAJE. DÍA.

Mauricio, el abogado y Santiago entran al garaje por la puerta de


la cocina.

El auto tiene el capó abollado y hay manchas de sangre en el


guardabarros.
ABOGADO
Tiene vidrios polarizados. ¿Te
acordás si ibas con las ventanillas
levantadas?
SANTIAGO
Creo que sí.
ABOGADO
Hacé memoria.
SANTIAGO
Sí.
ABOGADO
¿Te bajaste del auto para ver qué
pasó, o seguiste de largo?
SANTIAGO
(niega, culposo)
Seguí.
ABOGADO
¿De dónde venías?
SANTIAGO
De un bar, en el centro.
ABOGADO
¿Te vieron llegar o irte con el
auto? ¿Tus amigos? ¿Alguna chica?

43
SANTIAGO
No... No sé. No me acuerdo.

Desde el televisor de la cocina sigue llegando la información.


Mauricio se acerca a escuchar.
CRONISTA #1 (V.O.)
Lamentablemente nos acaban de
informar que tanto la mujer como la
criatura en camino fallecieron en
la ambulancia que los trasladaba al
hospital.

Helena se larga a llorar con más fuerza, acongojada.

Mauricio, de la furia, tira su taza de café a la pileta de lavar


los platos, haciéndola estallar en pedazos.

De pronto, por la ventana que da al jardín, divisa al CASERO —40


años, rostro aindiado— que sale de su habitación en el quincho y,
como todos los días, comienza a pasarle el filtro a la pileta.

CORTE A:

5. INT. CASA EN SAN ISIDRO - ESTUDIO MAURICIO. DÍA.

A puertas cerradas, Mauricio y su abogado conversan con el


casero.
MAURICIO
Lo que te estoy proponiendo me
avergüenza, y mucho. Pero nos
conocemos desde hace años y siento
que tenemos esa confianza. Vos sos
padre, sé que también querés lo
mejor para tus hijos, y quizás un
arreglo así te pueda llegar a
servir.

El casero asiente.
MAURICIO
Si vos decís que te llevaste el
auto de casa mientras nosotros
dormíamos, para dar un par de
vueltas, y que vos manejabas en el
momento del accidente, yo te pongo
al mejor abogado,
(señala al suyo)
para que te reduzca la condena lo
máximo posible...
ABOGADO
(acota)
Con buena conducta, en menos de un
año y medio estás afuera.

44
MAURICIO
...y por ese enorme favor, te
ofrezco quinientos mil dólares.

El casero suspira.
MAURICIO
Es una cifra que no podrías ganar
en toda una vida de trabajo, y le
asegurás vivienda y educación a tu
familia de por vida. Vos conocés a
Santiago, él no podría sobrevivir
en una cárcel. No lo resistiría.

El casero asiente, contrariado.

CORTE A:

6. INT. CASA EN SAN ISIDRO - GARAJE. DÍA.

El abogado, con un par de guantes de cocina puestos, limpia el


auto de todo aquello que podría incriminar a Santiago:
cigarrillos, un vaso de plástico; borra posibles huellas del
tablero, vidrios, CD’s, etcétera.
ABOGADO
(al casero)
Agarrá el volante con tus dos
manos, por favor.

El casero, diligente pero dubitativo, impregna sus huellas en el


volante y en las llaves del auto.
ABOGADO
(lo instruye)
Entonces: habías tomado un poco de
whisky, los patrones estaban
durmiendo, y cuando les fuiste a
estacionar el auto, como todas las
noches, te dieron ganas de salir a
manejar un rato. Total, si te
preguntaban, ibas a decir que
fuiste a ponerle aire a las
cubiertas porque las viste bajas.

El casero asiente.

Helena trae de la cocina un vaso con whisky.

El abogado, con un ademán, le indica al casero que tome.


ABOGADO
De repente algo se te cruzó,
sentiste un golpe, y a partir de
ahí no recordás más nada, hasta que
te despertaste acá adentro. ¿OK?

El casero asiente, aunque no del todo convencido.

45
HELENA
(al casero)
Gracias, José. No tengo palabras
para agradecerte.

Helena amaga con abrazar al casero, pero el abogado la


intercepta.
ABOGADO
No se toquen, mejor.
CASERO
(tomando whisky)
Por ahí me gustaría consultarlo con
mi señora.
ABOGADO
Ella no puede saber nada, José. No
por ahora, al menos. No podemos
correr el riesgo de que hable. ¿Y
si se quiebra? Se cae todo el
arreglo y encima vas preso igual
por falso testimonio.

El casero asiente.

Santiago llega desde la planta alta con un bolsito. Se acaba de


dar un baño pero sigue estropeado.
ABOGADO
(a Helena y Santiago)
Ustedes dos agarran mi camioneta y
se van al campo. Miran para abajo
cada vez que pasan por un peaje, no
entran a ninguna estación de
servicio, y si compran algo en el
trayecto, pagan con efectivo. No
usan la tarjeta en ningún lado.

El abogado entrega a Helena la llave de su camioneta.

Helena asiente.

El abogado mira a Santiago otra vez y advierte la diferencia de


altura que tiene con el casero, que es mucho más bajo.
ABOGADO
(al casero)
A ver, José, sentate un segundo en
el auto.

El casero se ubica en el lugar del conductor.

El abogado mueve el asiento un par de posiciones hacia delante.

De repente, se oyen las sirenas de la policía acercándose a la


propiedad.

46
ABOGADO
(a Helena y Santiago)
No hay tiempo. Métanse en sus
cuartos y acuéstense a dormir. No
se enteraron de nada. Ya.

Helena y Santiago, nerviosos, asustados, caminan raudos hacia la


planta alta.

Mauricio lanza una especie de lloriqueo, no logra controlar el


estrés.
ABOGADO
Vos tranquilo y en silencio, yo me
ocupo.

Mauricio asiente y trata de componerse.

El abogado inclina el codo del casero para que se termine el


whisky y se lleva el vaso a la cocina.

CORTE A:

7. EXT. CASA EN SAN ISIDRO - FRENTE. DÍA.

Varias patrullas rodean la vivienda.

El abogado abre la puerta de calle y recibe al FISCAL, que llega


acompañado por el COMISARIO.
FISCAL
¿Mauricio Pereyra Hamilton?
ABOGADO
(le da la mano,
apesadumbrado)
Su abogado. Cómo le va. Estaba a
punto de llamar a la Comisaría.
Venga, pase. Que tragedia
espantosa.

El fiscal, con un ademán, sugiere al comisario que lo espere


afuera y entra a la propiedad.

8. INT. CASA EN SAN ISIDRO - LIVING, COCINA Y GARAJE. DÍA.

El abogado guía al fiscal hacia el garaje.


ABOGADO
Hace una hora mi cliente escuchó
ruidos en la planta baja y pensó
que le estaban entrando a robar.
Cuando va al garaje, descubre al
casero sentado en su auto,
borracho, y en estado de shock.
Después escuchó las noticias y
asoció todo. Y ahí me llamó.

47
El fiscal asiente y llega hasta el garaje, donde encuentra a
Mauricio y al casero.
ABOGADO
Mauricio Pereyra, el señor es el
fiscal de oficio.

Mauricio, afligido, le da la mano.


ABOGADO
Y el caballero es José, que trabaja
con los Pereyra desde hace casi...
¿quince años?

Mauricio asiente.

El casero —sentado en el piso, contra el portón— saluda con un


gesto, sin levantar la mirada.

Desde el televisor en la cocina llega la repercusión de los


hechos en la puerta de la Comisaría.
CRONISTA #2 (V.O.)
La última información indica que la
policía ya habría dado con el
paradero del homicida. Vamos a
preguntarle a quien fuera el marido
y futuro padre de las víctimas
fatales cómo recibe esta noticia.

El casero espía la pantalla por el resquicio de la puerta.

El MARIDO Y PADRE DE LAS VÍCTIMAS —un hombre calvo— está


totalmente sacado.
MARIDO Y PADRE DE LAS VÍCTIMAS
¿Que cómo la recibo? ¿Cómo querés
que la reciba? Una sola cosa voy a
decir: el que fue, lo va a pagar.
¿Me estás escuchando? ¡No importa
dónde te escondas, yo te voy a
encontrar!

El fiscal cierra la puerta que conecta el garaje con la cocina y


hace un registro ocular tanto del casero como del auto.
FISCAL
¿Qué pasó, José?
ABOGADO
Perdón, José, te recuerdo que podés
permanecer callado.
(al fiscal)
Yo voy a representar al señor
Torres por pedido de mi cliente.
Nunca antes hubo un problema, y es
padre de dos hijos.

48
FISCAL
(al casero)
¿Podría contarme cómo fue el
accidente?

El abogado, con un gesto afirmativo, autoriza a hablar al casero.


CASERO
Bueno, yo siempre le estaciono el
auto al señor Mauricio, y ayer...
que había tomado un poco... se me
ocurrió salir a dar una vuelta.
Hace rato que quería probar el auto
nuevo en velocidad, y no pensé que
iba a pasar nada.
FISCAL
Mhm.
CASERO
Yendo por Libertador se me cruzó
algo borroso y sentí un golpe
fuerte, pero pensé que había sido
un perro.

Mauricio y su abogado se miran. El relato difiere de lo pactado,


pero no está mal.
CASERO
Como tenía miedo de haber abollado
el auto me apuré a volver, para ver
si lo podía arreglar antes de que
el señor Mauricio se despertara.

El abogado, satisfecho, le hace un gesto al casero como para que


frene ahí.

El fiscal piensa por espacio de varios segundos.

Mira a Mauricio, que niega apesadumbrado; mira al abogado, que le


sostiene la mirada, y mira el auto, largamente.
FISCAL
(al casero)
José, ¿sería tan amable de
acomodarse en el asiento del
conductor, por favor?

El casero mira al abogado, que lo habilita con un gesto, y luego


toma asiento en el auto.

El fiscal observa dónde queda la cabeza del casero y acomoda su


propia cabeza justo al lado.

El abogado se inquieta, como quien sabe que cometió un error.

Mauricio lo nota, aunque no sabe cuál fue.

49
FISCAL
José, ¿usted nunca usa los
espejitos para manejar?
CASERO
¿Cómo si no uso los espejitos?
FISCAL
Y, así como están, sólo puede ver
el techo. Es un milagro que haya
atropellado a una sola persona.
CASERO
No, bueno, puede ser que con el
golpe se hayan corrido.
FISCAL
¿Todos al mismo tiempo? No creo. Yo
diría que a este auto lo manejó
alguien bastante más alto que
usted.

El fiscal se para frente a Mauricio, que tiene la misma altura de


Santiago.
FISCAL
¿Vive alguien más en la casa?
MAURICIO
Mi mujer, mi hijo...
(sonríe nervioso)
Mi perro.
FISCAL
(parco)
Al perro déjelo descansar. A su
mujer y a su hijo me gustaría
conocerlos.
ABOGADO
Sí, por supuesto. Pase al living
que les pedimos que bajen.

El fiscal abre la puerta de la cocina y regresa al living.

Mauricio, desesperado, mira a su abogado.


ABOGADO
(en voz baja, pidiendo
calma con un gesto)
¿Me das permiso para iniciar una
negociación?

CORTE A:

9. EXT. CASA EN SAN ISIDRO - LIVING COMEDOR. DÍA.

Mauricio, nervioso, revuelve otro café.

50
Por la ventana que da al frente ve llegar un par de patrullas más
y algunos móviles de televisión.

Por el ventanal que da al jardín, puede ver al abogado y al


fiscal conversando cerca de la pileta.

La mirada del fiscal es severa. Piensa, niega, dice algo, vuelve


a negar.

Cada tanto mira hacia la planta alta, donde están los dormitorios
de Helena y Santiago.

Tras intercambiar un último par de frases, el abogado le pide al


fiscal que espere y regresa al interior, para hablar con
Mauricio; por su gesto no parece traer buenas noticias.
MAURICIO
¿Todo mal?
ABOGADO
No. Todo bien. Está dispuesto a
llegar a un acuerdo, pero va a ser
caro.
MAURICIO
(aliviado y preocupado a
la vez)
¿Caro? ¿Cuánto?
ABOGADO
Un palo.
MAURICIO
¿Dólares?
ABOGADO
(asiente)
Vio la casa, como vivís, no va a
agarrar menos. Lo bueno es que nos
maneja todo. Conoce al comisario, a
la mayoría de los jueces, y nos
ayudaría a reforzar la coartada.
MAURICIO
¿La del casero? ¿No se lo puede
dejar afuera de la ecuación?
ABOGADO
Y, no, algún responsable tiene que
haber. Hay dos muertos, Mauricio,
salió en todos los noticieros.
MAURICIO
(niega)
Está bien, pero no sé si tengo
tanta plata en efectivo... Es un
millón y medio de dólares.

51
ABOGADO
Sí, bueno, y está mi parte también.
Lo hablamos después, obviamente,
pero--
MAURICIO
(absorto)
¿Tu parte?
ABOGADO
Y, soy el que te está arreglando
todo.
MAURICIO
Le pago a tu estudio fortunas al
año.
ABOGADO
Pero por otras cosas. Estos no son
honorarios, Mauricio, yo estoy
arriesgando mi reputación acá;
estuve a punto de darle mi
camioneta a tu mujer y a tu hijo
para que se escapen, me parece que
estás siendo un poco
desconsiderado.
MAURICIO
(molesto)
¿De qué cifra estás hablando?
ABOGADO
No sé, ¿de otros quinientos?

Mauricio asiente, impactado.


ABOGADO
Desde ya que si querés llamar a
otra persona, decimelo y me voy
ahora mismo.
MAURICIO
(mira al fiscal, que
espera en el jardín)
Dale, cerrá todo.

El abogado asiente y sale a hablar con el fiscal.

Mauricio está indignado y, para variar, descubre que el casero


está ahí parado, mirándolo desde el umbral de la cocina.

Evidentemente, escuchó la conversación.


MAURICIO
¿Todo bien, José?
CASERO
Y, no.

Mauricio se lo queda mirando, inquisitivo.

52
CASERO
¿Por ir dos años a la cárcel voy a
cobrar lo mismo que su abogado?
Está bien que sea pobre, pero
tampoco...
MAURICIO
¿Sabés que es muy feo lo que estás
haciendo, no?
CASERO
(se ríe)
¿Feo? Vaya preso usted entonces. Yo
anoche vi una película de vaqueros,
me tomé un cachamay, y a las once
estaba durmiendo, como todas las
noches.
MAURICIO
¿Qué más querés, José? Sé claro,
porque no hay tiempo.
CASERO
El dinero del que hablamos y un
departamento en Mar de Ajó.

El abogado vuelve del jardín con el fiscal.


ABOGADO
Mauricio, José, ¿podemos tener una
charla todos juntos?

Mauricio le sostiene un par de segundos la mirada al casero, que


no se amedrenta.
ABOGADO
Mauricio.

CORTE A:

10. INT. CASA EN SAN ISIDRO - ESTUDIO MAURICIO. DÍA.

Mauricio, el abogado y el casero están sentados en torno al


escritorio.

El fiscal explica los pasos a seguir.


FISCAL
Vamos a hablar sin tapujos,
señores, porque el tiempo apremia y
no queremos ningún malentendido. La
historia que armaron se respeta tal
cual.
(a Mauricio)
A usted y a los miembros de su
familia los voy a citar a declarar
en breve, de forma que nadie se va
de viaje.

53
Mauricio, tenso, asiente.
FISCAL
(al casero)
Usted va a salir de acá esposado y
con la cara encapuchada. Afuera se
va a encontrar con la prensa, con
gente indignada, le van a preguntar
cosas, lo van a insultar, pero
usted no dice palabra. Acá hay que
evitar la polémica, lograr que la
causa avance sin trabas, que salga
la sentencia, y todos contentos.

Desde la planta alta llegan sonidos de una discusión entre Helena


y Santiago, y tras algún forcejeo, Helena abre la puerta del
estudio.
HELENA
Mauricio, Santiago dice que quiere
confesar, que va a salir a la calle
a decir lo que hizo. Por favor,
hablá con él, no tiene idea de lo
que está haciendo.

Por la puerta vemos a Santiago en la escalera, llorando.


CASERO
(temeroso de que se caiga
el acuerdo)
Santiago, calmate, tu mamá tiene
razón, esto se va a arreglar de
otra forma. No te preocupés vos.
MAURICIO
(a Helena)
¿Podés cerrar la puerta y ocuparte
vos de Santiago, por favor?

Helena acusa el “reto” y regresa a contener a su hijo.


FISCAL
(al abogado, retomando la
conversación)
A partir de ahora usted va a ser el
nexo entre todos. Con el señor
Pereyra yo no hablo más, salvo
cuando vaya a declarar; y usted,
José, evita todo tipo de
comunicación con cualquier persona
que no sea su abogado.
CASERO
Bien.
FISCAL
(a Mauricio)
Voy a necesitar algo de dinero en
efectivo para gastos operativos,
calculemos unos treinta mil

54
dólares, que me va a hacer llegar a
primera hora del lunes.
MAURICIO
Ajá. Perdón que pregunte, ¿pero
cuáles serían esos gastos
operativos?
FISCAL
Y, hay más de veinte oficiales
afuera, está el comisario... Si
alguien vio o escuchó algo hay que
participarlo. Trámites internos...
Tenemos que estar atentos a
cualquier cabo suelto que pueda
aparecer.

El abogado mira a Mauricio y asiente, como indicándole que es lo


que corresponde.
FISCAL
Así que si les parece bien, vamos
a--
MAURICIO
(interrumpe, tenso)
Mire, yo no tengo problema en
hacerle llegar ese dinero, pero le
aclaro que sale del presupuesto
acordado. Yo no pongo un centavo
más.
ABOGADO
Mauricio, por favor.
MAURICIO
Lo mismo digo. Por favor. Sé que
estoy en una situación complicada
pero tampoco voy a permitir que me
destripen de esta forma.
ABOGADO
Lo que explica el fiscal es
razonable, no desviemos el foco de
atención por treinta mil dólares.
MAURICIO
Perfecto, ponelos vos entonces. Que
salgan de tu parte.
FISCAL
(se ríe)
Miren, no hay tiempo para este tipo
de discusiones, si quieren avanzar,
hay que avanzar ya.
MAURICIO
Que salgan de la suya si no. ¿Va a
cobrar un millón de dólares y me
pide treinta mil más para
contingencias?
55
FISCAL
(extrañado)
¿Quién va a cobrar un millón de
dólares?

Mauricio le clava la mirada a su abogado.


ABOGADO
(al fiscal)
No, claro, tiene razón, el millón
de dólares ya incluye las
contingencias. Lo suyo más las
contingencias, suman el millón.
CASERO
Mi parte no la toquen, eh.
MAURICIO
(harto)
¿Saben qué, muchachos? Esto se
cortó, no hay trato.
ABOGADO
Esperá, esperá, ¿cómo que no hay
trato?
MAURICIO
(poniéndose de pie)
Se cortó, se cortó, basta. No hay
nada para nadie.
(abre la puerta y grita)
¡Santiago! ¿Vos querías confesar lo
que hiciste? Me parece perfecto,
salí a la calle y decilo. Yo te di
la mejor educación, vos hiciste
siempre lo que se te cantaron las
pelotas, así que ahora jodete,
hermano.

Mauricio abandona el estudio.

El abogado lo persigue.

11. INT. CASA EN SAN ISIDRO – ESCALERAS Y PASILLO. DÍA.

Helena sale del cuarto de Santiago y traba la puerta con un


mueble para que su hijo no se escape.
HELENA
¿Qué pasó? ¡¿Qué pasó?!
MAURICIO
(sube hacia su dormitorio)
¡Que son todos una manga de
buitres, eso pasó! ¡Pero se acabó,
yo no maté a nadie!

56
ABOGADO
Mauricio, calmate, seamos
sensatos...
HELENA
¡Por Dios te lo pido, Mauricio, es
nuestro hijo! ¡Lo viste nacer! ¡No
le podés hacer esto!

Mauricio entra a su dormitorio, cierra de un portazo y traba la


puerta por dentro.

CORTE A:

12. INT. CASA EN SAN ISIDRO - DORMITORIO PRINCIPAL. DÍA.

Por la ventana se ve a la GENTE en la vereda, que exige justicia


y la cabeza del conductor.

El CORDÓN POLICIAL controla a la muchedumbre.

Mauricio cierra las cortinas, baja las persianas y enciende el


televisor.

En los noticieros aparece la fachada de su propia casa, en vivo.


Pero Mauricio hace zapping y sintoniza un concierto de música
clásica en Film & Arts.

Los golpes a la puerta del dormitorio son incesantes.

Para evitar escucharlos, Mauricio sube el volumen de la


televisión, entra al baño, y pone a llenar la bañadera.

CORTE A:

13. INT. CASA EN SAN ISIDRO – LIVING, ESCALERAS Y PASILLO


SUPERIOR. DÍA.

En el living, el abogado, el fiscal, Helena y el casero terminan


de ponerse de acuerdo con respecto a algo.

C uando el movimiento de música clásica llega a su fin, el abogado


se apresura a subir las escaleras y golpea la puerta del
dormitorio otra vez.
ABOGADO
Mauricio, abrime por favor, que
tengo algo importante para decirte.
Te va a gustar, haceme caso.
¿Podemos hablar un minuto de forma
civilizada?

Mauricio abre la puerta. Está en bata, con el pelo húmedo, y se


lo ve más relajado.
MAURICIO
¿Qué?

57
ABOGADO
Ya está. Nos pusimos de acuerdo y
los treinta mil dólares se absorben
entre todos.
MAURICIO
Es que no quiero saber más nada,
listo, váyanse de mi casa.
HELENA
(se acerca)
Te recuerdo que hay dos muertos. Si
a Santiago lo encuentran culpable
esto nos va a costar muchísimo más.
José en cambio es insolvente.
MAURICIO
Por eso, ¿quién va a indemnizar a
los familiares de las víctimas?
Prefiero que la plata vaya a parar
ahí, es lo que corresponde.
(señala al fiscal con la
mirada)
¿El gordito cobra un sueldo que
sale de mis impuestos? Que
investigue lo que pasó.
(al abogado)
¿Vos querés defender a mi hijo?
Hablá con él y fijen honorarios. Si
te los puede pagar, perfecto. Yo no
tengo nada que ver. Hagan lo que
tengan que hacer, viejo. Vamos,
laburen.

Los gritos de la muchedumbre en la calle se escuchan cada vez


más.
MUCHEDUMBRE
¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!
ABOGADO
Ya se había llegado a un acuerdo,
Mauricio. Me parece que es de poco
caballero retirarse así.

Mauricio suelta una carcajada.


ABOGADO
Te pido disculpas si algo te
ofendió, pero desde que llegué no
hago otra cosa que defender los
intereses de tu familia.
MAURICIO
Te agradezco, de corazón. La verdad
que sos un pan de Dios.

58
HELENA
(mira a Mauricio a los
ojos)
¿Me dejás que hable con ellos para
ver si puedo mejorar las
condiciones?

Mauricio pone cara de “hacé lo que te parezca”.

CORTE A:

14. INT. CASA EN SAN ISIDRO - DORMITORIO PRINCIPAL. DÍA.

Mauricio termina de afeitarse frente al espejo del baño.

Helena y el abogado golpean la puerta y entran, más mansos.


HELENA
Permiso...
ABOGADO
Bueno, creo que tenemos una
propuesta superadora. José acepta
sus quinientos mil iniciales, dice
que te olvides de lo del
departamento en Mar de Ajó. Y el
fiscal y yo compartimos el millón.
Punto. Ni un centavo más. Eso sí,
hay que hacerlo ya; están los
medios afuera y el fiscal dice que
no puede seguir demorando la
entrada del comisario.
MAURICIO
(piensa)
No. Yo pongo un millón en total, y
ustedes se lo reparten como
quieren.
ABOGADO
No, esperá, ¿cómo un millón en to--
MAURICIO
Es eso o nada. ¿Les cierra?, bien,
y si no, su ruta. Golpeame la
puerta para proponer cualquier otra
cosa y yo mismo salgo a
denunciarlos por extorsión, a vos y
al fiscal.

El abogado no lo puede creer.

Helena querría interceder, pero entiende que la postura de


Mauricio es parte de la negociación.

CORTE A:

59
15. EXT. CASA EN SAN ISIDRO - FRENTE. DÍA.

Subjetiva del casero.

Un policía le coloca las esposas y cubre su cabeza con una remera


negra.

Salimos de la propiedad escoltados por el fiscal y el comisario.

Tal como estaba previsto, la gente lo insulta y le arroja cosas.

El fiscal se acerca a las cámaras para brindar declaraciones.


CRONISTA #2
Doctor, ¿nos podría revelar la
identidad del imputado?
FISCAL
Por el momento es secreto de
sumario, pero sí puedo adelantar
que el caso está prácticamente
resuelto; tenemos una confesión
firmada, y en pocas horas voy a
realizar la presentación ante el
Juez.

El casero, a través de la remera negra, mira hacia la planta alta


de la casa.

Por la ventana vemos a Mauricio, que, culposo por todo lo que le


gritó, abraza a su hijo.

Santiago, devastado, se desahoga.

Helena auspicia el reencuentro.

De pronto se oye un griterío y la muchedumbre sale despavorida.

El casero no llega a entender qué pasa, hasta que surge de entre


la gente un hombre calvo que sortea a la custodia policial y se
abalanza sobre él.

Lo reconocemos: es el marido y futuro padre de las víctimas que


vimos en la televisión, y tiene un martillo en la mano.

Antes de que el casero llegue a decir nada, recibe un tremendo


martillazo en la cabeza.

CORTE A
NEGRO.

La pantalla en negro se prolonga


por espacio de varios segundos,
para que recuperemos energía.

60
HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE

1. INT. SALÓN DE FIESTAS. DÍA.

En la pantalla —con música de fondo—, se proyectan fotos de


Romina y Ariel, los novios, que todavía no ingresaron al salón.

Los INVITADOS sonríen y comentan por lo bajo las distintas etapas


de la pareja. Entre otras, aparecen:

Los años de adolescencia en el country, donde se conocieron.

Las primeras vacaciones en Punta del Este —posan junto a la


estatua de la mano—.

Abrazados junto a Bocha y Marga (los padres de Romina) durante un


asado en un camping.

Abrazados junto a Isidoro y Cuca (los padres de Ariel) durante un


viaje a Disney.

Por último, vemos a Romina y Ariel casándose por civil, apenas


días atrás; y casándose por templo —los dos muestran sus anillos—
, apenas minutos atrás.

El salón se llena de humo y el DISC JOCKEY anuncia:


DISC JOCKEY
¡Y ahora sí, llegó el momento de
ponernos todos de pie para recibir
con un fuerte aplauso a nuestros
queridos Romina y Ariel!

ESTALLA EL TEMA “SUAVE”, DE LUIS MIGUEL

ROMINA y ARIEL, radiantes, de la mano, hacen su entrada triunfal


al salón.

Romina está notoriamente más flaca que en las primeras fotos.

Ariel luce un bronceado de cama solar.

Los PADRES y FAMILIARES, todos emperifollados, son los primeros


en abrazarlos.

Una ORQUESTA DE MÚSICA KLEZMER (melodías hebreas tradicionales)


empieza a tocar.

Los AMIGOS DE LOS NOVIOS rápidamente los secuestran y se los


llevan a bailar al centro de la pista.

CORTE A:

61
2. INT. SALÓN DE FIESTAS. DÍA.

Los novios posan para las fotos junto a los integrantes de las
distintas mesas.

Cuando el último grupo en ser fotografiado se descomprime, los


TÍOS DE ARIEL —que vinieron especialmente de Israel—, se acercan
a Romina y le entregan un sobre con dinero.
ROMINA
Ay, gracias... No tenían por qué.
El regalo es su presencia. ¿La
están pasando bien?
TÍA DE ARIEL
(habla algo de castellano;
el tío nada, solo sonríe)
Muy hermoso, está lindo vos, tu
familia muy simpática, lástima la
inseguridad en el país, ¿no? Anoche
a Roni le robaron billetera en
restaurant. Ni se dio cuenta.

El tío asiente.
ROMINA
Qué pena. Sí, está tremendo, pero
bueno, de a poco...
TÍA DE ARIEL
(señalando las mesas de
los jóvenes)
Muy linda gente, ¿todos amigos?

Romina, por cortesía, les da un poco de conversación.


ROMINA
Sí... Esa es la mesa de los chicos
del country-- No nos veíamos desde
los 13 años, pero con todo esto de
Facebook nos reencontramos. Las de
allá atrás son mis compañeras de
facultad, con sus novios... Bah,
las que tienen, ¿no? Esos son los
compañeros de trabajo de Ariel...

Romina se refiere a una de las mesas más alejadas, donde Ariel


conversa de forma animada con sus COMPAÑEROS DE TRABAJO.

De pronto, Romina nota que Ariel le pega unas palmaditas en la


mano a LOURDES —una chica de pelo corto y escote pronunciado—,
como diciendo “que va a ser...”.

Romina sigue hablando con los tíos de Ariel —que no notaron nada
extraño— pero su foco está puesto en esa mesa.

Un MOZO pasa con una bandeja de champagne.

Romina agarra una copa y empieza a tomar.

62
TÍA DE ARIEL
¿Conoces un buen lugar para que
aprendemos el tango?
ROMINA
Yo no, pero mi prima seguro que sí;
ahora se las presento.

Romina abandona a los tíos de Ariel, camina hasta la mesa


principal, abre su ínfima carterita, y extrae su celular.

Busca en la lista de contactos un teléfono que alguna vez agendó


bajo el nombre “??????” (así, varios signos de pregunta), y,
tensa, dubitativa —pero dispuesta a confirmar una vieja sospecha—
, llama.

Segundos después, suena el teléfono de Lourdes.

Romina se desmorona por dentro.

Lourdes mira el número en la pantallita, pero como le resulta


desconocido, deja que atienda el contestador.

Romina, perturbada, corta.

Para esta altura, Ariel ya circula por alguna otra mesa.

Lourdes comenta con algún compañero de trabajo (Romina lee sus


labios): “¿Quién es este salame que nunca deja mensaje?”, y
guarda su celular.

Romina apura la copa de champagne y se agarra otra.

Luego llama de nuevo.

Esta vez, Lourdes atiende.


LOURDES
¿Hola? ¿Hola?

Romina no responde, pero por el sonido ambiente, Lourdes advierte


que quien la llama está adentro del salón; cuando mira en
derredor, descubre al otro lado de la pista a Romina, con el
teléfono en la oreja.

Lourdes corta y rápidamente se refugia en sus compañeros de


trabajo. Se ríe de los nervios, y da la sensación de que todos en
esa mesa saben “algo”.

IRRUMPE “EL DANUBIO AZUL”, DE STRAUSS

El FOTÓGRAFO y el CAMARÓGRAFO rodean a Ariel, que avanza galante


hacia Romina para sacarla a bailar el vals.

Los invitados aplauden y observan enternecidos.

Romina, que reprime lo alterada que está, baila en silencio


durante un par de compases. Pero no puede contenerse y pregunta:

63
ROMINA
¿Cómo se llama esa chica de pelo
corto?
ARIEL
¿Cuál?
ROMINA
Esa, tu compañera de trabajo.
ARIEL
Ah. Lourdes. ¿Por?
ROMINA
No, por nada.

Romina y Ariel bailan y sonríen para las cámaras. Pero los dos
están tensos.
ROMINA
¿Y de dónde conoce Lourdes a tu
profesor de guitarra?
ARIEL
¿A mi profesor de guitarra?
ROMINA
Y sí, cuando hace un par de meses
te pregunté de quién era ese número
que cortó cuando yo atendí tu
teléfono, me dijiste que era de tu
profesor de guitarra; como me
pareció extraño, lo agendé, y es
raro que ahora llame y atienda esta
chica Lourdes, ¿o no?
ARIEL
Mi amor, no sé de qué me estás
hablando, de verdad te lo digo.
ROMINA
De eso, que con todas las empresas
de celulares que hay, y todas las
promociones que tienen, es rarísimo
que esta chica justo le haya
comprado la línea a tu profesor de
guitarra, sobre todo si vos nunca
los presentaste. ¿No es una
casualidad increíble?

Ariel no dice nada. Piensa, piensa, pero no le da el cerebro.


ROMINA
¿Y?
ARIEL
¿Qué?
ROMINA
Dame una respuesta, si no le voy a
preguntar a ella.
64
Los compañeros de trabajo de Ariel permanecen notoriamente
serios, como si estuvieran ocultando algo en conjunto.
ARIEL
Romi, te pido que ahora--
ROMINA
¡Romi las pelotas! Contestame lo
que te pregunto. ¿Toda la mesa 27
sabe que te cogiste a esa mina?
¿Invitaste a todos esos pelotudos a
nuestro casamiento?

En este contexto aparece Cuca, la madre de Ariel, que no se


percató en lo más mínimo de la discusión en curso.
CUCA
(exultante, a Romina)
¿Me permite una pieza con el
príncipe?
ROMINA
(irónica)
Pero sí, Reina, aquí está su
príncipe...

Ariel pasa a manos de Cuca, y Romina a las de Bocha, su padre.

Ariel, afligido, observa que a Romina se le llenan los ojos de


lágrimas y apoya su cabeza sobre el pecho de Bocha (que es
particularmente corpulento).

Ariel teme que Romina le cuente algo, entonces se disculpa con


Marga —la madre de Romina, próxima en línea para sacarlo a
bailar—, y vuelve a sacar a Romina, que está a punto de romper en
llanto.

A los ojos de los demás invitados, parece emocionada.


ARIEL
(girando al ritmo del
vals)
Mi amor, basta, disfrutemos de
nuestra fiesta. No boicoteemos todo
por una pavada, con tanto esfuerzo
que nos costó organizarla.
ROMINA
¿Estuviste con esa mina, sí o no,
Ariel?

Ariel frunce el seño, niega, pero no responde.


ROMINA
(triste, lo mira a los
ojos)
Por favor te lo pido, necesito
saber.

Ariel, aunque con enormes dudas, decide decir la verdad.

65
ARIEL
Sí, mi amor.

Romina se desfigura.
ARIEL
Pero para mí no significó nada, te
lo juro.

Romina, al borde del desmayo, se desprende de Ariel y camina


hacia la puerta del salón.

Los invitados que esperaban para sacarla a bailar miran


extrañados, como preguntando si está todo bien; Ariel responde
que sí con una sucesión de gestos algo torpes, y camina detrás de
Romina.
ARIEL
(susurrando)
Romi, no hagamos una escena delante
de todo el mundo, dale. Fue una
estupidez, te juro que--
ROMINA
¡No me toqués!
ARIEL
Bueno, te pido perdón.
Sinceramente, me equivoqué. Cometí
un error.
ROMINA
(contundente)
¡Sacame las manos de encima, quiero
estar sola!

Romina se desprende de Ariel y abandona el salón.

CORTE A:

3. INT. HOTEL – PALIER PISO 20. ATARDECER.

Por los ventanales se ve la ciudad. Estamos en un piso alto de


algún hotel céntrico.

Romina avanza rauda hacia los ascensores, pero los tíos de Ariel
retiran alguna prenda del guardarropa —ubicado justo a mitad de
camino—, y como lo último que quiere es hablar con ellos, cambia
de dirección.

Justo al otro lado del palier está la puerta que da a las


escaleras de servicio.

Romina sube hacia la terraza. Nadie la ve irse.

Ariel sale al palier, mira en derredor, y, asumiendo que Romina


bajó, llama al ascensor.

CORTE A:
66
4. EXT. HOTEL - TERRAZA. ATARDECER.

Romina desemboca en la terraza y camina hasta la cornisa.

Apoya sus manos en la baranda y mira los pequeños autos que se


desplazan por la avenida.

Llora compungida —avergonzada, tremendamente humillada—, y se


asoma cada vez más hacia el vacío.

Una voz la sorprende.


VASALLO
¿Todo bien...?

Romina gira y descubre a VASALLO (45 años, alto, desgarbado), un


humilde ayudante de cocina que salió a fumar un cigarrillo.
VASALLO
¿Querés que llame a alguien?

Romina niega, contundente.


VASALLO
¿Pero estás bien? O sea, bien
evidentemente no estás pero--

Romina se larga a llorar con más fuerza.


VASALLO
(se acerca y le pone una
mano en el hombro)
Tranquilizate, querida, ¿qué te
pasó?
ROMINA
Que mi novio... Me acabo de enterar
de que mi marido me engaña con otra
invitada...
VASALLO
Uhh, qué mal.
ROMINA
(en un mar de lágrimas)
Y ahora no sé que hacer, con toda
la gente ahí...

Romina llora desconsolada.


VASALLO
Euuuuu, no, tranquilizate, pichona,
que estas cosas pasan; se superan
con el tiempo.

Romina niega.

Vasallo le ofrece su pañuelo.

67
VASALLO
Si vos lo querés, a la larga lo vas
a poder perdonar. Si es tu hombre,
vas a--
ROMINA
(se suena la nariz)
No sé si lo quiero, no sé si es mi
hombre... Es un pelotudo.
VASALLO
Ah, pero entonces mandalo al
demonio y listo. Y la gente, bueno,
taza, taza, cada uno para su casa.
Tampoco vayas a creer que sos la
primera engañada del salón. Además
si vas a tener tan en cuenta la
opinión de los demás, ¿viste?,
sonaste, pichona.

Romina asiente.
VASALLO
¿Mejor? ¿Nos tranquilizamos?

Romina asiente otra vez, y se va calmando.


VASALLO
Mirá, si yo fuera vos, bajo,
acelero todo como para que la
fiesta termine cuanto antes, pongo
cara de póquer un par de horitas
más, y a la noche, tranquila en tu
casa, le ponés los puntos. Es una
macana, no te lo voy a negar, pero
hay que salir adelante.

Romina asiente otra vez.

Vasallo le frota la espalda como para darle ánimo y el gesto


deviene en un abrazo, que a Romina le resulta reconfortante.

Cuando se desprenden, Romina mira a Vasallo y de alguna forma lo


ve hermoso, como una especie de príncipe azul recortado por el
cielo del anochecer y las primeras estrellas.

Vasallo sonríe y le guiña el ojo.

Fue tan poco y al mismo tiempo tanto lo que acaba de hacer por
ella, que Romina le da un beso en la boca.

Vasallo, para quien Romina representa una preciosura total y una


mujer inalcanzable, queda helado.

Romina mira a Vasallo en profundidad: tímido, humilde, con el


delantal de cocina y la gran ciudad de fondo, su rostro refleja
una nobleza que emociona. Lo besa otra vez.

Vasallo, todo colorado, le devuelve el beso, que se pone


apasionado.
68
CORTE A:

5. INT. HOTEL – PALIER PISO 20. ATARDECER.

Las puertas del ascensor se abren.

Ariel y su MEJOR AMIGO —que lo ayuda en la búsqueda—, regresan


sin novedades.

Algunas amigas y familiares de Romina que también la están


buscando se les acercan.
AMIGA DE ROMINA
¿Y?
ARIEL
Abajo nadie la vio.
FAMILIAR DE ROMINA
¿Pero qué pasó?
ARIEL
Nada, le dolía un poco la cabeza...
Debe haber ido a buscar una
aspirina. Pero no se preocupen, que
seguro vuelve en seguida.

El mejor amigo de Ariel mira en derredor y descubre la puerta


entreabierta que da a las escaleras de servicio.

CORTE A:

6. EXT. HOTEL – TERRAZA. ATARDECER.

Apenas asoma a la terraza, la escena deja a Ariel —y a su mejor


amigo— en shock.

Romina y Vasallo hacen el amor contra la pared.

Romina tiene el vestido levantado y Vasallo los pantalones por


los tobillos.
ARIEL
¿Romina?

Vasallo pega un salto y se sube los pantalones.


ROMINA
(señalando a Ariel)
Vos te vas ya mismo de acá. No
decís ni “mu”.

Vasallo se sube la bragueta y saluda a Ariel con un gesto


incómodo.
ROMINA
No sabés con quién te metiste. Te
voy a sacar hasta el último

69
centavo. Hasta la última propiedad
que tu viejo puso a tu nombre para
evadir al fisco va a ser mía.
(muestra su anillo)
Estamos casados, legalmente
casados. Voy a dedicar mis días a
acostarme con cada persona que me
tire un mínimo de onda, con todo
aquel que me dé un gramito de amor;
y cuando vos te quieras separar,
voy a tomar clases de actuación
para sentarme frente al Juez con
cara de perrito mojado y decirle
“que la estoy luchando, que la
estoy luchando”, así nuestro
matrimonio se prolonga
indefinidamente. Voy a divulgar por
Facebook todos tus secretos, te voy
a meter el dedo en la llaga y
revolverlo hasta que llores de
dolor; vas a padecer tantas
humillaciones que tu única salida
va a ser subirte a un banquito y
tirarte por el balcón. Y ahí sí,
cuando la muerte nos separe, cuando
TU muerte nos separe, me voy a
quedar con todo.

Ariel se descompone y vomita.

Vasallo mira a Romina estupefacto. Jamás imaginó lo loca que


estaba.

Romina se abre paso entre Ariel y su mejor amigo y regresa al


salón.

Vasallo, que aún conserva su erección, se retira también.

Al pasar por al lado de Ariel se mantiene en guardia, por si al


muchacho se le ocurriera pegarle, pero está hecho una piltrafa.

CORTE A:

7. INT. SALÓN DE FIESTAS. ATARDECER.

Apenas ve entrar a Romina, el Disc Jockey —que está retrasado con


la agenda—, apura la próxima tanda.

IRRUMPE EL TEMA MUSICAL “MASHIAJ” (MESÍAS)

Las amigas de Romina, que no la encontraban por ninguna parte,


celebran con un “Iujuuuuu” su reaparición.
AMIGA DE ROMINA
Boluda, ¿dónde estabas?

Romina responde con un gesto de “después te cuento” y empieza a


bailar, eufórica.

70
Ariel, pálido, regresa al salón y ve a Romina volando por el
aire, eyectada por las manos entrelazadas de los demás invitados.

Ignorantes con respecto a su estado, los amigos de Ariel lo


levantan como una tromba y se lo llevan al medio de la pista.
ARIEL
¡Pará, boludo, pará!

Para el que no la conoce, la canción Mashiaj despierta una


euforia desenfrenada en la juventud hebrea; los amigos de Ariel
lo zamarrean, le manotean sus partes pudendas, lo hacen chiflar,
y otras atrocidades por el estilo.

Los camarógrafos, divertidos, registran estos eventos.

Las mujeres montan a Romina sobre una silla, la levantan, y la


pasean por el salón.

Los varones hacen lo mismo con Ariel.


ARIEL
(a su mejor amigo)
¡Deciles que me bajen!

El mejor amigo de Ariel intenta persuadir a los demás, pero entre


el alcohol y la música fuerte, lo ignoran olímpicamente.

Romina y Ariel, elevados en sus respectivas sillas, se acercan y


alejan según la voluntad de sus amigos y familiares.

Romina mira a Ariel con una sonrisa exorbitada. Parece una


psicótica de película.

Desde la altura —a través de la puerta vaivén que da a la cocina—


, Ariel puede ver a Vasallo contándole al resto de los MOZOS y
COCINEROS lo que pasó.

Mientras tanto, en un nuevo acto de salvajismo, los amigos de


Ariel empiezan a quitarle la ropa.
ARIEL
¡No, basta, está pasando algo
grave, en serio!

Los amigos suponen que es una artimaña para que no lo dejen en


bolas y proceden con el ritual.

Cuca, la madre de Ariel, intercede.


CUCA
¡Chicos, por favor, cuidado!
¡Turco! ¡Marianito!

Isidoro, el padre de Ariel, frena a su mujer, como diciendo “son


grandes”.

Mientras Ariel batalla por conservar sus calzoncillos, la mejor


amiga de Romina la toma de las manos y empiezan a girar en el
centro de una ronda que se arma en torno a ellas.
71
Cuando terminan de girar, a Romina le toca elegir a una nueva
compañera. Entonces camina hasta la mesa 27 y saca a Lourdes.

Lourdes y sus otros compañeros de trabajo ya están a punto de


irse, con los abrigos puestos.
ROMINA
¡Ay, no, quédense que ya está todo
hablado! ¡En serio, no hay
problema! Vení, Lour.

Los compañeros de trabajo de Ariel quedan estupefactos.

Lourdes, enceguecida por el farol de la cámara que sigue a Romina


a todas partes, no puede negarse.

Romina la toma de las manos y empieza a girar con ella en el


centro de la pista.

Lourdes se entra a descomponer.


LOURDES
Por favor, pará que me estoy
mareando.
ROMINA
(agarrándola fuerte de las
muñecas para que no se
suelte)
Relajá, está buenísimo.

Giramos con Romina y Lourdes a una velocidad descomunal.

Lourdes entra en pánico.


LOURDES
¡Basta, en serio!
ROMINA
(grita)
¿Vos agarraste la época del
Italpark o sos más chica? ¿Viste
que lo cerraron porque un carrito
salió vo--

El cuerpo de Lourdes impacta contra un gran espejo ubicado a un


costado del salón, que revienta en pedazos.

Estupor general.

Se interrumpe la música.

Todo el mundo desconcertado.

CORTE A:

72
8. EXT. HOTEL – PALIER PISO 20 Y SALÓN DE FIESTAS. NOCHE.

Una ENFERMERA desinfecta a Lourdes, que tiene su ropa


ensangrentada y no para de llorar.

Otro ENFERMERO desciende del ascensor con una camilla.

El PARAMÉDICO que la atendió —40 años, ecuatoriano—, da el parte


a los compañeros de trabajo de Lourdes, incluido Ariel.
PARAMÉDICO
La mayoría son heridas
superficiales, pero igual la vamos
a internar para asegurarnos de que
no se cortó ningún tendón.

En el salón, Romina —que también tiene pequeños cortes en el


rostro y los brazos— agarra otra copa de champagne.
ROMINA
Che, ¡aprovechemos este hueco para
hacer la torta!

Romina esquiva a dos EMPLEADAS DE LIMPIEZA que terminan de barrer


los vidrios, y empuja la mesa con la torta hacia el centro del
salón.

Muchos invitados, de ambas familias, ya están al tanto de lo que


pasó; circulan rumores, versiones, pero igual le ponen onda.
ROMINA
(a sus amigas)
Vengan, chicas, dale, no me dejen
así pagando.

Las amigas la miran horrorizadas; la quieren, pero no la


reconocen.
ROMINA
En serio, tuve un momento de
mierda, pero ahora me quiero
relajar y disfrutar de mi
casamiento. No creo que me case
otra vez.

Con dudas, las amigas agarran de las cintitas y tiran hacia


afuera.

MILI, la prima de Romina (20 años, flaquita y con aparatos),


obtiene el anillo.
ROMINA
Aaaaaay, Mili, ¡vos! No lo puedo
creer.

Romina abraza a Mili y posa para el fotógrafo, que dispara un par


de flashes.

73
ROMINA
(al fotógrafo)
¿No te querés casar con Mili?

El fotógrafo se ríe.
ROMINA
Dale, demostremos que todo es
mentira pero lo del anillo es
cierto, ¿no sería espectacular?
(canta)
Piquito, piquito...

Al ver que se reanudaron las actividades, el MAÎTRE se acerca con


la agenda prevista.
MAÎTRE
Romina, ahora vendrían el ramo, las
ligas y el carnaval carioca, no sé
si querés que sigamos, si suspende-
-
ARIEL
(determinado)
Suspendemos, suspendemos.
ROMINA
¿Pero por qué? Qué mala onda que
tenés...

Romina manotea el ramo y lo tira hacia atrás, pero le pega a la


bola espejada del techo, que se tambalea de un lado a otro.
ROMINA
(a los demás invitados)
Además falta el pastrón caliente
todavía, ¿saben lo que costó? Decí
la verdad, Ariel, estuvimos
discutiendo toda una semana, que si
el pastrón caliente sí, que si el
pastrón caliente no, definimos que
sí, lo pagamos, y ahora me lo
quiero comer...
ARIEL
(la agarra del brazo)
Basta, Romina, dejemos que la gente
se vaya yendo, ya le dije al Disc
Jockey que desarme todo. No es una
pavada lo que estás haciendo. Para
que te des una idea, el abogado de
mi familia recomendó que te fuera a
hacer una denuncia por amenazas.

Romina advierte que detrás de Ariel está Cuca —madre de Ariel— ya


al tanto de la situación y apoyándolo como para que termine el
tema.

74
ROMINA
Ay, no me digás que todo esto es un
plan de tu mamá.
ARIEL
Cortala en serio, Romina.
ROMINA
¡Pará, pará, tu mamá es una
auténtica
(pronuncia exagerada)
“Wedding Planner”!
ARIEL
(estalla)
¡¡Basta!! ¡¿Qué te hice?!
(se le ponen los ojos
vidriosos)
¡¡No te hice nada en comparación
con lo que me estás haciendo vos!!

Ariel se acuclilla en el suelo y se larga a llorar, acongojado.

Los invitados se acercan, paran la oreja, y tratan de contener a


quien corresponda, pero no saben a quién.
CUCA
Hijo, tranquilizate, por favor te
lo pido. Hablá.

Cuca se agacha, abraza a Ariel, y también se larga a llorar.


ROMINA
Uuuuy, Dios... Mamadera.
(le hace señas al
camarógrafo)
Filmame esto, Néstor, por favor.

El camarógrafo pone cara.


ROMINA
(asiente imperativa, como
diciendo “yo te contraté”)
Filmá, filmá...
(al fotógrafo)
Vos también, dale.

El fotógrafo y el camarógrafo, incómodos, registran el episodio


con disimulo.
ROMINA
No, esto me lo voy a ver--
(a los invitados)
Si me vuelvo a casar, si me consigo
un tipo que valga la pena, voy a
poner esto como blooper en la
pantalla gigante. Esto me lo voy a
ver hasta con mis hijos; en vez de
Dora la exploradora y todas esas
boludeces, les voy a poner este

75
video... Ya sé, me lo voy a poner
en uno de esos portarretratos
electrónicos que quedan haciendo un
loop todo el día, y cuando--

Cuca junta tanto odio que le salta al cuello a Romina y empieza a


tirarle del pelo.

Bocha, el padre de Romina, agarra a Cuca de la mandíbula y ejerce


una fuerza demencial para que suelte a su hija.

Isidoro —padre de Ariel y marido de Cuca—, amaga con interceder,


pero Bocha lo mira severo.
BOCHA
Vos quedate en el molde porque
cobrás.
ISIDORO
Te iba a ayudar, Bocha.

Bocha, Isidoro, y otros invitados, logran extirpar a Cuca del


cuello de Romina y se la llevan a rastras.

Algún familiar llega al salón con el paramédico ecuatoriano y los


enfermeros que terminaron de atender a Lourdes.
PARAMÉDICO
Romina, si sos tan amable, te voy a
pedir que te serenes así puedo
tomarte la presión.

Alguien acerca una silla.

Romina asiente, pero le erra a la silla y cae de culo al suelo.


Consciente del espectáculo patético que está dando, se afloja y
se pone a llorar.

Mili y sus amigas la abrazan. Romina se desahoga con ellas.

Los enfermeros atienden a Ariel y sus padres.

Ariel está como abstraído, niega sin parar. Pero súbitamente, se


quita el aparatito de la presión, se pone de pie y camina hasta
la barra.

De repente, el sonido de un disparo exalta a todos los invitados.

Pero no fue un disparo. Es Ariel, que acaba de descorchar una


botella de champagne y toma del pico.

Los invitados abandonan momentáneamente el estado de estupor.

Hasta que Ariel camina hasta la mesa de la torta y agarra el


cuchillo.

Nuevamente el vértigo. Varios invitados se asustan y alejan.

Los amigos de Ariel se acercan para calmarlo, pero Ariel, con un


gesto rotundo, les ordena que se alejen.
76
Romina, atónita, lo mira empuñar el cuchillo.

Pero Ariel corta un pedazo de torta y se lo come. Come con ganas.

Después deja el cuchillo, camina hasta Romina, y la mira


desafiante, a los ojos.

No sabemos qué va a pasar. Hasta que Ariel, humilde, le extiende


su mano y la invita a bailar.

El Disc Jockey, estupefacto, pone música para amenizar.

ESCUCHAMOS “FLY ME TO THE MOON”, EN VERSIÓN DE BOBBY WOMACK

Romina duda, pero al cabo de unos cuantos segundos se levanta.

Ni Isidoro, ni Marga, ni Cuca, ni Bocha, pueden creer lo que está


pasando.

Romina y Ariel, desarreglados, ensangrentados, bailan en el


centro de la pista.

El Disc Jockey sube la música.

Los invitados permanecen boquiabiertos.

Las puertas de la cocina se abren y los mozos traen el pastrón


caliente.

Mientras mastica un sandwich de pastrón, Bocha advierte que


Romina y Ariel se besan. Apasionadamente.

Romina y Ariel no parecen tener consciencia de la gente


alrededor. Están solos, en su limbo. El beso se torna sexual, y
el instinto se abre camino.

Al ver que Ariel la toca, y que Romina le sigue el juego, los


invitados —algunos ofendidos, otros fascinados— se empiezan a
retirar del salón.

Ariel y Romina se acuestan sobre la mesa de la torta, que cae al


suelo, y empiezan a hacer el amor.

77

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