Está en la página 1de 13

Tu rostro buscaré, Señor

EL CIEGO DE NACIMIENTO
TU LUZ, SEÑOR, NOS HACE VER LA LUZ
Introducción.
El episodio del ciego de nacimiento, una auténtica obra maestra literaria y
teológica, pone aún más de relieve el crecimiento progresivo de la ceguera
espiritual de los escribas y fariseos, a través de la confrontación con el camino
de fe que recorre el hombre que ha sido curado de la ceguera física. Por
consiguiente, el milagro, a pesar de las apariencias y de las oposiciones
humanas, es el triunfo de Jesús, “luz del mundo”.
La perícopa Jn 9, 1-41 es considerada como una catequesis cristológica.
La estructura literaria de este episodio es la siguiente:
1. Jesús manifiesta en el signo las obras de Dios (9, 1-7)
2. Interpretación del signo (9, 8-34)
3. Toma de posición frente a Jesús (9, 35-41)
1. Jesús manifiesta en el signo las obras de Dios, (9, 1-7)
 La escena del milagro comienza enseguida, sin indicación de tiempo y
de lugar, diciendo que, “mientras caminaba, Jesús vio a un hombre
que era ciego de nacimiento” v.1. Probablemente el hecho tiene lugar
en Jerusalén, en un sitio cercano al Templo, bajo el pórtico.
 Tenemos en primer lugar la presentación de los personajes: un hombre
ciego de nacimiento, y Jesús que camina acompañado de sus
discípulos.
 La expresión “mientras caminaba…” literariamente sirve para unir la
narración con lo que se precede, pero indica teológicamente que Jesús
esta siempre actuando en la vida de los hombres porque quiere
encontrarse con ellos. El ciego está detenido, esperando que alguien lo
ayude.
 Pregunta de los discípulos: ¿por qué nació ciego? La opinión común
pensaba que el sufrimiento físico tenia su origen en el pecado, que Dios
castigaba. Los discípulos están interesados por un problema teológico.
Jesús responde: La causa de la ceguera es para el poder de Dios pueda
manifestarse. v. 3.
 El ciego de nacimiento le ofrece ahora una ocasión, que no puede
perderse, aunque le cause peligros y hostilidades que anticipan la
“noche” de la traición (Jn 13, 30)
 Jesús, “Luz del mundo”, se acerca al ciego y actúa con gestos sencillos,
pero significativos: “escupió en el suelo, hizo un poco de lodo con la
saliva y lo extendió sobre los ojos de aquel hombre” v. 6. Es un gesto
simbólico que recuerda el de la creación del primer hombre (cf. Gn 2, 7
tiene un significado especifico: es la creación del hombre nuevo,
formado de barro (carne) y saliva (el espíritu de Jesús). Jesús pone en
el rostro del ciego, es decir sobre la realidad de las tinieblas que él ha
venido a ahuyentar, el nuevo ser en el espíritu, ofreciéndole al hombre
la esperanza de ver.
 El hombre ciego obedece a las palabras de Jesús y va libremente a
lavarse el rostro para adquirir la luz. Y Jesús se lo dice expresamente:
“Ahora vete a lavarte la cara a la piscina de Siloé” v. 7. E evangelista
interpreta el significado Siloé, enviado, ya que se sentido guarda
relación con la acción de Jesús, como enviado del Padre, le pide al
ciego que cumpla. El hombre obedece, “cuando regresó, ya veía” v. 7.
Después de la curación del ciego vienen las polémicas.
2. Interpretación del signo, (Jn 9, 8-34)
La extensa perícopa que recoge la controversia siguiente a la curación del
ciego de nacimiento contienen tres escenas precedidas de una introducción
sobre la identidad del ciego y su disposición. La primera escena (9, 13-17)
describe el interrogatorio del hombre curado, con el desacuerdo de los
fariseos, que sigue a la narración de los hechos. La segunda (9, 18-23)
refiere al interrogatorio de sus padres con la intención de encontrar algo
falso en el milagro de Jesús. La tercera escena (9, 24-34) es un nuevo
interrogatorio del ex - ciego, a quien quieren obligar a renegar del
Maestro. La dramática narración de las tres escenas del interrogatorio
conduce a la revelación progresiva del misterio de Jesús y la fe del ciego
curado (Jn 9, 34-36).
La explicación será de la tercera escena: (Jn 9, 24-34)
Después del interrogatorio de los padres, el debate del proceso se hace mas
apremiante en esta tercera sección, que pone en escena al ciego curado.
Los jefes quieren seguir presionándolo para conseguir la condenación de
Jesús. Cuando se esfumó la ocasión de demostrar que el hecho sido un
fraude, ahora intentan aprovechar de la simplicidad del joven curado para
que preste su asentimiento a su juicio negativo sobre el profeta: “Dinos la
verdad delante de Dios. Sabemos que este hombre es pecador” v. 24.
 Los enemigos de Jesús tienen los ojos cerrados a la verdad y a la luz
que en su corazón han pronunciado ya la condenación, pero quiere que
el hombre curado haga lo mismo con su bienhechor. Con esta finalidad
se sirven de su autoridad y de su saber religioso para atemorizar al
hombre recién curado. La expresión “Dinos la verdad delante de
Dios” es una fórmula bíblica con la que se quiere indicar a una persona
que se pronuncie a favor de la verdad (cf. Jos 7, 19; 1Sam 6, 5; Jr 13,
16).
 El hombre, que finalmente ha aprendido a distinguir la luz de las
tinieblas, no se queda asustado por sus palabras y rehúsa hábilmente un
juicio de condenación declarando que no sabe si Jesús es o no pecador.
Lo que él ha podido experimentar con certeza es lo siguiente: primero
era ciego y ahora gracias a la intervención de Jesús, ve perfectamente la
luz con sus propios ojos.
 Ante los insultos, el ciego curado no pierde el ánimo, simplemente
después del signo evidente el ciego sabe que Jesús no es un pecador,
sino que viene de Dios, ya que actúa según su voluntad: “Si este
hombre no viniese de Dios, no hubiese podido hacer nada en mi caso”
v. 33. El ciego curado ha confundido las argumentaciones de los doctos
con palabras sencillas, pero profundas.
 El ciego de nacimiento sanado ha dado pruebas de que es posible tener
la luz de la vida (Jn 8, 12) solamente aceptando la persona de Jesús con
la fe y no separando nunca la luz de la palabra que Cristo da, de la luz
que él es.
3. Toma de posición frente a Jesús (Jn 9, 35-41)
En la conclusión del episodio de nacimiento y la interpretación teológica
del acontecimiento, Jesús le ofrece también a aquel hombre la luz de su
revelación, a la que se adhiere con prontitud el ex – ciego con una
profesión de fe (9, 35-38).
 El ciego curado por Jesús ha hecho todo lo que estaba a su alcance por
defender a su bienhechor antes los que le acusaban, a pesar que no
conocía a fondo el misterio de su persona que le había dado el gozo de
ver la luz. Permaneció fiel y coherente a su experiencia, hasta el punto
de sufrir ultraje y ser expulsado de la Sinagoga.
 Jesús, al enterarse de que aquel hombre había sufrido por su causa, no
lo deja en la soledad, sino que sale por segunda vez a su encuentro para
concederle un don mayor que el primero el de la luz de la fe plena. Las
óptimas disposiciones de aquel hombre para Jesús facilitan su plena
comunión con él, hasta el punto que el Maestro lo introduce con una
pregunta de fe en su propio misterio: ¿crees en el Hijo del hombre? v.
35.
 El ciego curado, ignorando que Jesús se refería a si mismo con la
expresión de “Hijo de hombre”, respondió prontamente: “Y ¿quién es,
Señor, para que pueda creer en él? v. 36. Después de la experiencia de
su bondad, pasa el reconocimiento mesiánico de la persona del
donante, a quien Jesús revela con palabras muy sencillas: Ya le has
visto.
Es el que esta hablando contigo v. 37. Esta afirmación contiene dos
realidades fundamentales: la visión y la palabra. La presencia física de
Jesús para el hombre es objeto de comunión por medio de su palabra. Y
Jesús se revela como Mesías de la fe, a través del signo milagroso que
ha realizado sobre él. El hombre, invitado a creer en la manifestación
de Dios en Jesús que se presente en la palabra y en la iluminación de la
fe proclama con fuerza: Creo Señor v. 38.

Conclusión.
Creo Señor… Y se postro ante él, v. 38.
Jesús luz del mundo, le da al que había nacido ciego la verdadera luz de Dios.
El ve ahora con los ojos de la fe a quien le había dado la vista material. El que
había nacido ciego, ahora se convierte en un hombre nuevo, nacido del
Espíritu de Dios, que reconoce a Jesús como aquel a quien se revela el Padre
de forma plena y definitiva.
Después de su profesión de fe se arrodilla a los pies de Jesús: Creo, Señor… Y
se postró ante él. Es un acto de enorme respeto y adoración, reconociendo su
divinidad. La fe del ciego de nacimiento alcanza aquí su plena madurez,
después de haber recorrido diversas etapas del camino, expresado con formas
cristológicas cada vez más ricas:
 Ese hombre se llama Jesús v. 11
 Es un Profeta, v. 17
 Si este hombre no viniese de Dios, v. 33
 ¿Crees en el Hijo del Hombre? v. 35
 Creo, Señor, v. 38
 Se postró ante él, v. 38
Puesto que el hombre es justamente luz y tinieblas, lleva consigo muchas
razones para no ver, de crearse falsas evidencias, de negarse a abrir los ojos
diciendo que “ve”. Pero la luz es exigente, obliga a renunciar a muchos
hábitos adquiridos, a romper con todo un ambiente.
La escena del ciego de nacimiento nos invita hacer un itinerario de fe;
recorrerlo y al final profesar Creo; Señor… y postrarnos de rodillas
contemplar el Rostro resplandeciente de Jesús.
LECTIO DIVINA
El ciego de nacimiento
Tu luz Señor, nos hace ver la luz
Ambientación. Imagen del Rostro de Cristo, Sagrada Escritura Invocación.
Ven Espíritu Santo.
I. Lectio Jn 9, 1-41
Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos: Maestro, ¿quién pecó, él, sus padres, para que haya nacido ciego?
Respondió Jesús: Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifestase en él
las obras de Dios.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
… Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con su saliva, y untó con el barro
los ojos del ciego y le dijo: Vete, lávate en la piscina de Siloé (que quiere
decir enviado). Él fue, se lavó y volvió viendo.
Los vecinos y los que solían verle antes lo llevan a los fariseos al que antes
era ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los
fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo:
Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo. Algunos fariseos decían: Este no
viene de Dios, porque no guarda el sábado. Otros decían: Pero ¿cómo puede
un pecador realizar semejantes signos? Y había disensión entre ellos.
Entonces le dicen otra vez al ciego: ¿Y tú que dices de él, ya que te ha abierto
los ojos? El respondió: Que es un profeta.
Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: Da
gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. Les
respondió: si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora
veo.
Jesús se enteró de que le había echado fuera, y encontrándose con él, le dijo:
¿Tú crees en el Hijo del Hombre? El respondió: ¿Y quién es, Señor, ¿para
que crea en él? Jesús le dijo: Le has visto; el que está hablando contigo, ése
es.
Él entonces dijo: Creo, Señor. Y se postro ante él.
Palabra del Señor.
T. Gloria a ti, Señor Jesús.
¿Qué dice el texto?
1. Jesucristo manifiesta en el signo las obras de Dios. Jn 9, 1-7
“Mientras caminaba” quiere decir que Él siempre está actuando en la vida de
los hombres.
 La causa de la ceguera es para que el poder de Dios pueda manifestarse.
 Jesucristo, “luz del mundo” se acerca al ciego y actúa con gestos
significativos.
 El ciego obedece a las palabras de Jesucristo: “Ahora vete a lavarte”.
2. Interpretación del signo. Interrogatorios sobre el ciego de nacimiento,
Jn 9, 8-34.
 En esta segunda parte hay tres interrogatorios: al hombre curado, a sus
padres y nuevamente al ex – ciego.
 En el nuevo interrogatorio los Escribas tienen los ojos cerrados a la verdad
y a la luz.
 El ciego curado cree que quien lo ha curado viene de Dios, v. 33
3. Toma de posición frente a Jesucristo. Jn 9, 35 – 41
El ciego curado por Jesucristo de frente a los Escribas ha defendido a su
bienhechor y es expulsado de las Sinagoga.
 Jesucristo al enterarse que el hombre sufre por su causa va a su
encuentro y le concede la luz interior de la fe. Jesucristo le pregunta:
¿Crees en el Hijo del Hombre?
 Jesucristo le responde. Ya lo has visto: Es el que está hablando contigo.
V. 37
Conclusión.
Se postró ante Él.
Fe y adoración a Jesucristo. El ciego contempla el rostro resplandeciente de
Jesucristo.
II Meditatio
¿Qué me dice el texto?
“En este ciego podemos ver todo género humano… La ceguera representa la
infidelidad, entonces la iluminación es la fe… El ciego se lavó los ojos en
aquella piscina, cuyo nombre significa el “enviado”; o lo que es lo mismo,
fue bautizado en Cristo” (Agustín, In Iohannem, XLIV, 1: PL XXXV, 1713).
“Porque el Señor abre los ojos al ciego. Quedaremos iluminados, hermanos
si tenemos el colirio de la fe. También nosotros hemos nacido ciegos por
causa de Adán, y necesitamos que el Señor nos ilumine.
Disfrutaremos de la verdad cuando lleguemos a verlo cara a cara, pues
también esto nos promete. Porque, ¿quién se atrevería a esperar lo que Dios
no se hubiese dignado dar o prometer? Lo veremos cara a cara. El Apóstol
dice: Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces lo veremos cara a
cara. Y Juan añade en su carta. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún
no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste,
seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Esta es una gran
promesa”. (Agustín, In Iohannem, XXXIV, 8-9).
Jesús cura al ciego de nacimiento.
Jesucristo quiere curar mi ceguera. Así como al ciego Jesucristo dirige su
Palabra: “Ve y lávate”. ¿Escucho la Palabra de Jesucristo para recuperar la
vista?
“El ciego de nacimiento sigue donde “el Enviado” ha indicado a la Piscina de
Siloé, que significa el Enviado. Esta anotación del Evangelio no es
simplemente una aclaración filológica. Nos indica el verdadero sentido del
milagro. En efecto, el “Enviado” es Jesús. En definitiva, es en Jesús y
mediante Él en donde el ciego se limpia para poder ver… Cristo es quien nos
da la luz, quien nos abre los ojos” Cfr. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 287.

Nuestra oscuridad… nuestra ceguera


“Para que nuestro Señor se muestre asimismo ya que hay una oscuridad tan
terrible dentro de mí, como su todo estuviera muerto…” Madre Teresa de
Calcuta, Carta al arzobispo Perier, 18 – III. 1959.
Tu luz, Señor no hacer ver la luz…
“Mantengan la luz de la fe siempre ardiendo. Cristo es la luz que ilumina mi
oscuridad… Conserva la luz, Jesús arde en usted con el aceite de la vida” 23,
Julio 1976. Madre Teresa de Calcuta.
Creo Señor.
Haga esto por mí, como yo lo hago por usted- recuerde mi rostro, ante el
Rostro de Jesús” Madre Teresa de Calcuta, Carta a Mons. Ransch, 25 -II -
1976. Madre Teresa de Jesús, Ven, sé tú mi luz, a cura de Brian Kolodiejchuk
Mc. Barcelona-España 2008.
III Oratio
¿Qué nos hace decirle el texto?
Canto. Tu rostro, buscaré Señor. Grabación
Salmo.
Tu luz, Señor nos hace ver la luz 36, 10
El Señor es mi luz y mi salvación. 27. 1
Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
Me atrevo a entrar en tu Casa,
A postrarme ante su santo templo,
Lleno de respeto hacia ti 5, 8
El Señor es justo y ama la justicia,
Los rectos contemplarán su rostro. 11. 7
¡Mira, respóndeme, Señor Dios mío!
Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte.
Pues yo confío en tu amor
En tu salvación goza mi corazón. 13, 4-6
Mis ojos están fijos en el Señor,
Que sacará mis pies de la trampa.
Vuélvete a mí, tenme piedad,
Me siento solo y desdichado. 24, 15-16.
Escucha, Señor, el clamor de mi voz,
¡ten piedad de mí, respóndeme!
Digo para mis adentros:
“Busca su rostro”
Si, Señor, tu rostro busco
No me ocultes tu rostro. 27, 7-9
Yo confío en ti, Señor,
Me digo: Tú eres mi Dios.
Mi destino está en tus manos, líbrame
De las manos de enemigos que me acosan
Que brille tu rostro sobre tu siervo,
¡sálvame por tu amor! 31, 15-17
Los seres humanos
Se cobijan a la sombra de tus alas,
Se sacian con las provisiones de tu casa,
Pues en ti esta la fuente de la vida
Y en tu luz vemos la luz. 36, 9, 10.
¡Haz que nos recuperemos, Señor,
Ilumina tu rostro y nos salvaremos. 80, 20.
¡Respóndeme pronto, Señor,
Ya que me falta el aliento,
No escondas tu rostro lejos de mí,
¡Pues sería como los que bajan a la fosa! 143, 7
Muchos dicen: ¿Quién no hará ver la dicha?
¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro! 4, 7
Ahora te seguimos de todo corazón,
Te respetamos y buscamos tu rostro. Dn. 3, 41
Intervenciones. Resonancia de la Palabra de Dios
Oración de fieles.
C. Alabemos a Dios, nuestro Padre, que nos concede ofrecerle un sacrificio de
alabanza, y supliquémosle, diciendo: Ilumínanos, Señor, con tu palabra.
 Dios todopoderoso y compasivo, concédenos el espíritu de oración, y
danos un verdadero deseo de amarte a ti y de amar a nuestros hermanos.
 Haz que sepamos descubrir la bondad y hermosura de tu creación, para
que su belleza se haga alabanza en nuestros labios.
 Perdónanos por haber ignorado la presencia de Cristo en los pobres, los
sencillos y marginados, y por no haber atendido a tu Hijo en estos
hermanos nuestros.
Oración. Padre Nuestro.
V. Contemplativo
¿Cómo cambia el texto mi vida?
Mirar con la luz de la fe. “Tu luz, Señor nos hace ver la luz”
Iluminados con la Luz de Cristo, miremos la vida desde la perspectiva de la fe.

Oración
Dios nuestro,
Luz que alumbra a todo hombre
Que viene a este mundo
Ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia,
Para que nuestros pensamientos te sean agradables
Y te amemos de todo corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
Bendición.
El Señor los bendiga y los guarde
R. Amén
Haga brillar su rostro sobre ustedes y les conceda su favor
R. Amén
Vuelva su mirada a ustedes y les conceda la Paz
Amén
Y la bendición de todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
ustedes.
R. Amén
Canto. “Libra mis ojos de la muerte”.
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos


una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,


al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendimiento frío.

Guarda mi fe del enemigo


(¡tantos me dicen que estás muerto!)
Tú, que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo

También podría gustarte