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ESTRADA BARRIOS, LUIS ALEJANDRO

GRUPO NÚMERO 6
CURSO HOMBRE Y SOCIEDAD
SEGUNDO SEMESTRE SECCIÓN B

La materia solo es una parte de todo el universo, pero no es el Todo. Y no todo


existe en la materia. Hay cosas que existen en otro plano de existencia, tus
pensamientos, por ejemplo, no existen en lo material y físico, sino en lo mental. Y lo
mental no es algo físico. Cerebro y mente no son lo mismo, pero es la mente la que
afecta al cerebro, y la mente, tiene existencia con y sin cerebro. Hay múltiples
definiciones.

La consciencia es la capacidad de "darse cuenta". La consciencia es el ente natural


que marca el Sentido natural de los organismos. La consciencia es el conocimiento
directo de la realidad sin dualismos, ni tiempo. No se puede ir en contra de ella, pero
tampoco a favor. Prima directa del Tao, contiene al lenguaje. Es difícilmente
perceptible por el testigo, ya que ella es el testigo mismo.

La consciencia no es una decisión, es el código que permite decidir, nacer, comer,


crecer, latir, sanar, reproducirse, prosperar, disfrutar, dominar, amar, etc.

Su existencia y necesidad son innegables, a la vez que su naturaleza inaprensible


y universal.

Pero para construir algo, necesitas un Plano donde construirlo y crearlo. Así es
como se revela que existen diferentes planos de existencia. Tu cuerpo entonces,
existe en un plano físico, tu mente, en un plano mental, tu alma y espíritu, en un
plano espiritual, y tu conciencia, en el plano existencial. Todos estos planos, están
uno dentro de otro, como las capas de una cebolla.
La consciencia es el conocimiento que se posee de sí mismo, conocimiento sobre
la existencia (identidad) propia y su relación con el entorno y otros seres
conscientes. En base a la observación y la investigación metódicas, intuimos que
en la actualidad la consciencia solo surge a partir de materia orgánica.

Evidentemente hay diversos grados de consciencia. La experiencia subjetiva es una


forma básica de consciencia, una especie de consciencia para principiantes. Verse
en el espejo o en una fotografía y reconocerse requiere de un nivel de consciencia
que las hormigas y abejas no tienen. Sin embargo, los chimpancés, los orangutanes
y algunos monos sí tienen la capacidad de identificar su imagen en el espejo.
Reconocerse en una semblanza, caricatura o parodia exige otro nivel de
autoconocimiento. Y tener consciencia de su posición en la enormidad del espacio-
tiempo del universo, de lo efímero de la propia existencia, reflexionar colectivamente
sobre la consciencia misma y su relación con la materia conllevan a la conciencia,
de alguna manera un grado supremo de consciencia.

La consciencia nos habilita para sentir dolor y para experimentar alegría, expresar
sentimientos y procurar maximizar nuestro sentido de bienestar. La consciencia nos
ubica como individuo relacionado con otros individuos más o menos parecidos a sí
mismo, facilitando la cooperación en tareas complejas. La consciencia potencia el
conocimiento de la materia y el universo, y hasta de la propia naturaleza y evolución
de la consciencia. La consciencia nos permite cultivar la propia consciencia y hasta
elevarla a conciencia. La comunicación entre consciencias también potencia una
conciencia cuántica o un conglomerado humano.

No es fácil explicar desde el punto de vista estrictamente materialista cómo el


cerebro, con propiedades físicas, da lugar a la mente, cuyas propiedades son
inmateriales, por lo que se ha elaborado una complicada explicación de tipo
emergente denominada superveniencia, basada en el concepto de que el todo es
mayor que la suma de las partes; por tanto, la mente, que es la suma de las partes,
tendría propiedades que no posee el cerebro. Pero no hay ninguna demostración
empírica de que sea así, sino que es solo una especulación basada en una forma
de concebir la ciencia; es decir, analizando el funcionamiento de un mecanismo
para establecer leyes que expliquen los efectos que se producen a partir de unas
causas, suponiendo que las leyes físicas que se conocen sean completas. Desde
un punto de vista más concreto, las investigaciones en neurociencia se han
encontrado con el “problema difícil”, que es el problema semántico de cómo un
significado se convierte en un proceso electro-químico en el cerebro. El problema
que contiene la metáfora antes mencionada, el paso del significado a su
codificación, aunque abundantemente discutido, marca los límites. En el caso de los
humanos, por ejemplo, no puede explicar cómo una señal de cualquier tipo que
avisa de un peligro se convierte en sustancias químicas en el cerebro que, a su vez,
producen un estado de conciencia.

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