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Comentario:
La innovación es algo inevitable en el ser humano, al igual que ya lo es, podría decirse,
el mercado y va completamente ligado a la “destrucción creativa”, que es algo que siempre ha
existido, solo que no resultaba tan evidente antes de la segunda revolución industrial. Esta tiene
un radio de alcance proporcional a la calidad del transporte, producción o comunicación de cada
momento. Es decir, cuando en Reino Unido implementan nuevas técnicas de tejido, aunque
resultan mucho más productivas que las del resto del mundo, no tenían casi influencia mercado
de las Indias Orientales, por aquel entonces no tenía nada que ver con el británico. A pesar de
todo no estaban subordinados a los inglese porque los transportes y comunicación de la época
hacían imposible que unos productos compitieran con los otros, por lo que Japón pudo surgir
como una potencia imitando la industria textil inglesa y la regulación de precios de uno no estaba
condicionada por la del otro. La destrucción creativa no tiene por qué ser global o de resultado
instantáneo, es directamente proporcional a la calidad de producción, transporte y comunicación;
p. ej.: en el s. V a.C. una nueva forma de cultivo y regadío en la península Arábiga no iba a tener
impacto en América, pero sí en las zonas vecinas.
Además, de cierta manera creo que se puede apreciar el modelo malthusiano en la “destrucción
creativa”, dándose en los agentes económicos principales, las empresas, ante la falta de
innovación y el acomodo en una posición de poder, como el caso de polaroid. Esto se veía más
claro antes de la revolución industrial porque la escasa burocratización y optimización de recursos
y tiempo, afectase a mucha más gente, hoy con la enorme división del trabajo y
perfeccionamiento, la “destrucción” afecta únicamente a grupos mucho más concretos.