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UNIVERSITAT D’ALACANT

Biblioteca Universitaria
DRPS
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402
TALLERES

é imprenta

ORTEGA
DESPACHO!

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VALENCIA .

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Á SU QUERIDISIMO MAESTRO

DON NICOLÁS SALMERON ¥ ALONSO

Es propiedad de los editores. Como deuda de gratitud y en testimonio de res


peto y consideración.
E] autor.

Sta. Agueda, 2, pral.


Imprenta de Kederieo Eseamez,
I PROLOGO.

La literatura filosófica, tan fecunda en los


países extranjeros, no lia logrado adquirirver-
dadero desarrollo entre nosotros hasta la im­
portación de la filosofía alemana. Muchos y
poderosos enemigos cuenta esta filosofía, y de
graves y no siempre bien intencionadas acu­
saciones es objeto; violentas polémicas suscita
y aceradas críticas provoca; pero nadie, que
de imparcial y desapasionado se precie podrá
negarle el mérito de haber reanimado en nues­
tra pátria, no sólo el espíritu filosófico, sino e'l
mismo espíritu científico, dormido, ya que no
muerto, en la conciencia española desde los
funestos tiempos en que dominó la casa de
Austria.
Los mismos adversarios de esa filosofía de­
bieran estarla agradecidos; que, gracias á ella,
vive y se agita con altos brios y valor induda-
IX
Vili

ble la misma filosofía, que después de reinar necesita perder algo de su rigidez dogmática,
con absoluto imperio, habíase estancado y hacerse más flexible, más popular y ménos
caído en corrupción y decadencia lamentable, enigmática en sus formas expositivas, todos
merced á la misma seguridad de su victoria. lo reconocemos; que fuera de ella no hay más
El renacimiento del escolasticismo, personifi­ que servidumbre para el pensamiento y para la
cado hoy en un eminente filósofo, por todos voluntad, y dentro gérmenes fecundos de
conceptos respetable, no es obra de sus pro­ grandiosos desarrollos y titánicos progresos,
pios bríos, harto amortiguados desde el si­ es una de esas verdades que sólo pueden ser
glo xvi acá, sino del acicate de las doctrinas negadas por la más supina ignorancia ó la más
opuestas; porque la lucha es. la vida, y toda insigne mala fé.
enseñanza que vive sin oposición ni combate, Mas, para que esta filosofía cumpla debida­
estáncase, y al cabo muere á manos de la mo­ mente entre nosotros su misión civilizadora,
licie que el poder no disputado engendra. fuerza es que no se mantenga encerrada en los
La reanimación de la vida científica y como estrechos límites de un reducido cenáculo, ni
de rechazo de la vida religiosa, la elevación de se envuelva, al determinarse en producciones
la política á la condición de verdadera ciencia, escritas, en las formas abstractas de la exposi­
la vitalidad poderosa dada á la enseñanza, la ción magistral y en los enigmáticos jeroglífi­
creación de hábitos de reflexión y de estudio, cos de un lenguaj e que nada tenga de común
la renovación radical de las ciencias empíri­ con el idioma castellano. Sin negar la conve­
cas, la revelación de nuevos ideales artísticos y niencia de que sus enseñanzas se expongan en
literarios: tales son los frutos positivos y razo­ obras fundamentales, hay que reconocer la ne­
nados que, á vuelta de innegables errores y cesidad de que se vulgaricen en tratados ele­
notorios descaminos, ha deparado á la sociedad mentales, y mejor aún en estudios sobre pun­
española esa filosofía alemana, tan combatida tos concretos, de señalado carácter práctico,
y ridiculizada por los que no la entienden, tan como los que componen el libro á que preceden
villanamente calumniada por los que no quie­ estas mal trazadas líneas. Sin desconocer tam­
ren ni les conviene entenderla, y tan compro­ poco las exigencias del tecnicismo científico y
metida á veces por el celo, no siempre ilustra­ las inevitables dificultades que entraña el len­
do ni prudente, de algunos de sus entusiastas guaj e filosófico, j usto es condenar con acrimo­
partidarios. Que en ella caben, y son necesa­ nia el insensato empeño de escribir las obras
rias grandes reformas, es cosa evidente, que de filosofía en indescifrable y bárbara jerga,
Xi
X
bro no es útil solamente para el filósofo sino
que á ninguna necesidad ni exigencia científi­
también para los que, sin aspirar á este título,
ca responde, á no ser que por tal se reputen un se interesan en la solución de los grandes pro­
espíritu de imitación servil, una crasa ígnoran- blemas que á la actual generación preocupan,
cia-del idioma castellano, y un afan pedantes­ problemas que sólo podrán ser esclarecidos á
co de escribir en una leng'ua que nada tenga la luz de la ciencia, única guía y directora que
de común con la que hablamos los simples mor­ acata y obedece esta sociedad, cuya capital re­
tales. gla de conducta es no reconocer dirección, au­
Y hé aquí precisamente los verdaderos méri­ toridad ni enseñanza que no tenga por exclusi­
tos de la presente obra. Trátanse en ella, en vo origen y único fundamento á esa divinidad
estilo llano y comprensible, sin ser elegante, del siglo xix que se llama Razón. Ella es tam­
arduas y fundamentales cuestiones filosóficas, bién la que en este libro domina en absoluto,
y á la par se ventilan problemas importantes, y de ella proceden las serenas, levantadas y
si relacionados con la ciencia, no ménos liga­ consoladoras enseñanzas que en sus páginas
dos con la vida, y de palpitante interés de ac-
abundan.
tualidad. Ocupan estos trabajos el término De los tres Estudios que el presente volú-
medio entre la severa investigación científica, men comprende, uno sólo carece de aplicación
accesible sólo á los doctos, y el superficial es­ inmediata á la vida, aunque su. carácter críti­
tudio que, sin base sólida ni racional tunda- co-histórico le distinga de la pura especula­
mentó, emprende sobre problemas . tamaños el ción. Los otros dos versan sobre problemas de
político adocenado ó el mal adoctrinado litera­ palpitante actualidad y de interés vivísimo pa­
to; concertándose en ellos la profundidad y so- ra la vida moral de la sociedad contempo­
lidez de la enseñanza con la llaneza y facili­
ránea.
dad de la exposición, la especulación teórica Revela en esto el autor un alto sentido prác­
con la aplicación práctica, y reflejando, por tico y un claro conocimiento de la misión que
tanto, esa necesaria armonía de la ciencia con ha de llenar la filosofía, misión que cumple
la vida, exigencia imperiosa dé los presentes por su parte con singular acierto. Las' necesi­
tiempos, y sin la cual es aquélla especulación dades de la vida presente son tan apremiantes,
rara y abstracta, y camina ésta sin rumbo ni y la exigencia de que la ciencia sea su única y
dirección, á riesgo de estrellarse en los esco­ suprema directora tan imperiosa que, como ya
llos que el mal y el error á cada paso suscitan hemos dicho, no le es hoy permitido al cientí-
en su camino. Por tales razones, el presente li­
XII XIII

fleo encerrarse en su gabinete, sumirse en so­ tiana. Todas las doctrinas que bajo uno ú otro
litaria abstracción y apartar su mirada del concepto afirman la realidad de lo extra y su-
mundo y de la vida; antes bien, es en él obli­ pra-sensible, todas las que pregonan la reali­
gación ineludible prestar su poderoso apoyo á dad sustancial del espíritu humano, la realidad
la solución de tan árduos problemas, y fuera de las ideas absolutas, la realidad de Dios, ora
verdadero crimen encastillarse desdeñosamen­ lo hagan en nombre de religiones positivas,
te en las alturas de la especulación. En la ora en nombre de libres investigaciones racio­
Edad Media pudo la ciencia ser frívolo y sutil nales, ya profesen el idealismo absoluto de al­
j uego del entendimiento ó vana curiosidad; en gunas escuelas alemanas, ya el abstracto y
ms tiempos presentes ha de ser obra viva y efi­ superficial esplritualismo que creó Descartes,
caz, como factor principalísimo que es del des-, ya el racionalismo fundado por Krause, retro­
tino humano, entonces confiado á instituciones ceden en revuelta confusión, perdiendo el ter­
que ya no son acatadas ni obedecidas por la reno palmo á palmo, ante la invasión creciente
humanidad. de las huestes positivistas. Dueñas estas en
Comprendiendo esto el autor del presente li­ absoluto del campo de las ciencias experimen­
bro, dedica su primer estudio al exámen de una tales, aceptadas casi sin debate ni protesta por
cuestión, de cuya gravedad basta su enuncia­ todos los que llaman savants nuestros vecinos,
do á dar idea. practicadas—ya que no profesadas—en la vida
Orígenes del positivismo’, valor de sus teorías ordinaria por la sociedad entera, con poderosos
morales, tal es el título de este profundo y aca­ apoyos en la esfera de la política y del arte,
bado trabajo, cuya importancia excusa todo con simpatías mal disimuladas áun en algunas
encarecimiento. sectas religiosas, dotadas de la fuerza que les
La doctrina positivista—con la cual se re­ prestan los resultados innegables y positivos
lacionan más ó ménos directamente todos los de la experimentación científica, los errores,
diversos matices del materialismo que se cono­ exageraciones, debilidad, divisiones é interio­
cen con los nombres de sensualismo, realismo res luchas de sus enemigos, la razón que hay
y otros análogos—váse hoy señoreando de la en su legítima protesta, y el empuje que toda
ciencia y de la vida en términos tales y con reacción por ley natural tiene, su victoria pa­
rapidez tan vertiginosa, que la historia no rece inevitable, y el mundo la contempla, no
ofrece ejemplo de invasión semejante, ni áun sin espanto, pero al ménos con la resignación
remontándose á la época de la propaganda cris­ que impone lo ineludible. Y sin embargo, ese
xv
XIV

ánimo sereno y elevada crítica, distinguiendo


triunfo lógico, necesario y plausible por más en ella lo falso y lo exagerado de lo legítimo y
(le un concepto, no ha de ser total ni definiti­ razonable.
vo. La inmensa balumba de añejos errores y Porque en el positivismo hay una protesta
preocupaciones bastardas, principal objetivo legítima y buena porción de principios verda­
de los ataques del positivismo, caerá con es­ deros. El positivismo es legítimo y necesario
trépito para no levantarse más; las verdades contra el dogmatismo teológico, el esplritua­
inmutables del mundo moral, hoy amenazadas lismo abstracto y superficial, el idealismo ab­
de muerte, podrán sufrir pasajero eclipse, pero soluto, y todos los demás descaminos de esa
al cabo surgirán triunfantes después de la añeja filosofía, hostil á toda experimentación,
borrasca, miéntras las exageraciones positivas ciegamente refractaria á la elocuencia de los
irán á confundirse con otras tantas exagera­ hechos, y llena de preocupaciones y de ídolos.
ciones que no fueron menos pujantes, y que al Al exigir el positivismo que se acepten sin
cabo se desvanecieron como vaga niebla. No resistencia las enseñanzas que se desprendan
de otra suerte las olas embravecidas arrastran de hechos comprobados y decisivas experien­
en revuelto torbellino las sueltas arenas y los cias; al llamar la atención sobre la necesidad
guij os menudos de la playa; tal vez su empuj e de que la filosofía, en vez de encerrarse en el
impetuoso alcanza también á sepultar por bre­ á priori, siga con escrupuloso cuidado los cre­
ves momentos la inmóvil roca; pero pasada la cientes progresos de las ciencias naturales y
borrasca, la roca permanece firme, y las olas no se obstine en desconocer los resultados de
que amenazaban arrancarla de su base se des­ éstas; al poner cada vez más de relieve el sen­
vanecen convertidas en blanquecina espuma. tido crítico y el carácter positivo que la cien­
Pero esta seguridad que todo hombre sen­ cia requiere para ser digna de este nombre; al
sato abriga respecto á la firmeza inquebranta­ procurar romper todo género de vínculos con
ble de las buenas doctrinas, no exime á los las teologías positivas, especialmente en el
pensadores de tratar de poner un dique á la terreno de la moral; al querer fundar ésta so­
avalancha positivista. Y no es ciertamente el bre una base humana, considerando la ley
medio más adecuado para ello contestar á los moral como inmanente en el hombre y no co­
doctores de la nueva escuela con huecas de­ mo fundada en la mera voluntad del Supremo
clamaciones, negar toda legitimidad á su pro­ Sér, afirmando de esta suerte sobre cimiento
testa, ú oponerles añej os ideales ó desacredita­ inquebrantable la independencia y sustantivi-
das enseñanzas, sino examinar su doctrina con
XVI XVII

dad de la ética; al reivindicar, por último, la absoluto y sentando á cada paso principios y
libertad más absoluta para el pensamiento y la leyes absolutas; desconociendo el valor de todo
ciencia, el positivismo asienta verdades inne­ lo que no sea probado por los hechos, y edifi­
gables, formula valiosas protestas y presta cando teorías fundadas en arbitrarias hipótesis
grandísimo servicio á la causa de la civiliza­ que ningún hecho comprueba; estos y otros
ción y del progreso, sin contar con los méritos descaminos del positivismo bastan para conde­
que contrae dando maravilloso ó inusitado im­ narle á los ojos de la sana crítica y son mejor
pulso á las ciencias de observación. Así lo re­ arma contra él que los anatemas, las declama­
conoce, con imparcial criterio, el autor del pre­ ciones y los insultos.
sente libro, al paso que vigorosamente refuta Aunque principalmente bajo el punto de
los errores de la nueva escuela. vista de la ética, no deja el autor de este libro
Muchos y prolijos de enumerar son éstos; de señalar estos errores y de refutar con sumo
antiguos los más, pues casi todos son la reno­ acierto la doctrina positivista, después de ha­
vación de los tradicionales errores del sensua­ berla concedido lo que de legítimo hay en ella.
lismo y del materialismo, próximos parientes A cuyo estudio crítico acompaña un estudio
de la flamante doctrina. El completo descono­ histórico en que desentraña los orígenes de la
cimiento de la teoría racional del conocer, des­ nueva escuela, hallándolos en la crítica kan­
conocimiento que da origen a la pretensión tiana, que es su principal fuente, en el antiguo
extraña de desterrar de la ciencia lo absoluto sensualismo del siglo xvin, en las doctrinas
y convertirla en pura fenomenología,^ exage­ materialistas, hoy estrechamente aliadas con
rando de modo notable la crítica^ de Kant, la el positivismo, en el concepto del processus ó
fé ciega y casi fanática en los resultados del devenir (werden) hegeliano, matriz filosófica de
conocimiento sensible y en el valor y .alcance la doctrina evolucionista, en el desarrollo de
de la observación y experimentación, sin haber las ciencias físicas y naturales y en los descu­
analizado préviamente hasta qué punto y baj o brimientos á ellas debidos, y finalmente en el
qué condiciones es posible y digno de crédito espíritu prácticamente positivista del presente
y en qué concepto y hasta dónde tienen valor siglo, tan apegado á los intereses y goces ma­
las segundas; las palmarias contradicciones é teriales, como apartado de todo lo ideal y
inconsecuencias en que caen los doctores de divino.
la nueva escuela, proscribiendo la metafísica y Tal es el génesis del positivismo, diestra­
haciendo metafísica sin embargo; negando lo mente trazado por el autor de este libro. Quizá
. 2
XVIII XIX

hubiera resultado más completo el estudio se­ del pensamiento, la ruina de todos los ideales,
ñalando á la par sus ramificaciones y conse­ todas las creencias y todas las instituciones,
cuencias en otros órdenes de vida distintos de no perturba la vida moral de Alemania. Allí
la ciencia, especialmente el derecho publico y vivé inalterable la ley moral en el alma del
el arte, dondetan funesto influjo ejercen estas ateo y del demagogo; en nuestros países lati­
teorías, sobre todo en el último, puesto hoy en nos, merced á la monstruosa confusión entre
orave neligro por lo que impropiamente se de­ ella y el dogma positivo, la emancipación del
nomina realismo. Pero atento el autor a tras­ pensamiento se traduce por negación de todo
ladar la cuestión al terreno de la moral, sin freno moral, y la ruina de los dogmas engen­
duda predilecto para él, no ha sacado todo el dra la ruina de la conciencia y de la virtud.
partido que pudiera de la primera parte de su En tal conflicto, la suprema necesidad es ha­
llar un fundamento de la moral que no radique
6StÍnotable es el exámen de los orígenes del en perecederos ideales, sino en algo perma­
positivismo, no lo es ménos el de susteonas nente é ingénito á la humana naturaleza.
morales, compendiadas en lo que se l ama mo­ Tal es la intención, laudable sin duda, del
ral independiente. Grande es la importancia de positivismo, al proclamar la moral indepen­
esta doctrina en los presentes J gan­ diente; pero su odio á la metafísica le hace ex­
des los servicios que pudiera piestar, recta tremar la tésis, envolviendo en igual anatema
mente interpretada. La creciente anarquía del las representaciones positivas de lo divino con
mundo religioso, la descomposición aterradora lo divino mismo, y dando al olvido la sana y
de las sectas positivas, hace necesario abrir fuerte doctrina de Kant. La inmanencia de la
un abismo entre la moral y el dogma, so pena ley moral en la conciencia humana, principio
de que, al perecer este, aquella sufra análoga fecundo, fortificante y levantado del positivis­
suerte, y todo vínculo social quede disuelto. mo, se entiende por éste como sinónimo de la
Fn el naufagio de las creencias, es fuerza en­ negación de toda trascendencia de la ley mo­
cerrar en arca santa las verdades inmutables ral, de todo fundamento absoluto y divino de
del mundo moral, sin las cuales es imposible ella. En vez de considerar como postulados
la vida humana. Kat1', con su Critica de la Ra­ necesarios de la vida moral esas grandes y con­
zón práctica, supo librarlas del naufragio de la soladoras verdades que se llaman la existencia
antigua metafísica y fundarlas sobre inconmo­ de Dios, la libertad humana, y la espirituali­
vibles cimientos; y gracias á el, la anarquía dad é inmortalidad del alma (como hizo Kant,
XX
XXI
asentando sobre la firme base de la razón prác­
tica lo que pone en peligro la razón pura, y tre el positivismo teórico y el práctico, que nada
dando al hombre un seguro abrigo contra los tienen de común. La mala fé y la calumnia sue­
más terribles ataques de la crítica), el positi­ len propalar la odiosa especie de que la teoría
vismo cifra su empeño en desterrar á Dios del moral positivista es en la práctica egoísmo,
mundo moral, relegándole á la región de lo corrupción y escándalo. La experiencia dice, por
desconocido. Con tal doctrina, la moral queda el contrario, que la pureza de vida- de los sec­
privada de todo valor trascendente y de todo tarios de esta doctrina contrasta notablemente
fundamento absoluto, la conciencia falta de con la relajación que suele observarse en los
criterio seguro y reg'la fija, la voluntad entre­ que con mayor encono la combaten. Y á decir
gada á motivos relativos y flotantes, y el de­ verdad, grandes serán los méritos de los que
ber y el derecho sometidos necesariamente a la profesen la moral de una religión positiva, pero
ley de la reciprocidad. Las razonadas páginas nunca se igualarán á los que, viviendo sin Dios
de este libro, en que claramente se ponen de y sin esperanza de futura vida, practican con
manifiesto las profundas heridas que infiere á austera entereza el bien, por el puro motivo
la moral doctrina semejante, son,, á nuestro del bien mismo. Y cuando á la ruda austeri­
juicio, la más concluyente refutación de los dad de esta moral fortísima se unen más sa­
errores positivistas, cuyas lamentables conse­ nas y racionales doctrinas, como en la moral
cuencias sociales y políticas harto revela la ra­ kantiana acontece; cuando se realiza el bien
zón y harto han confirmado con irresistible por el bien mismo, y por ser divino, pero nun­
elocuencia los hechos. El autor de este libro ca por la recompensa, la grandeza de la cloc-
asienta después en sólidas razones la necesidad trina raya en lo sublime. Por eso los escritos
de que la moral no se separe de la metafísica, inspirados en la moral kantiana (y toda la mo­
ántes bien con ella se relacione estrechamente ral del racionalismo procede de Kant) tienen
y en ella busque su absoluto fundamento, el un sello de elevación y grandeza que 'sólo pue­
cual no puede ser otro que Dios, como el Bien de compararse con la que resplandece en los
absoluto, ideal, eterno de la vida moral. antiguos estoicos, sello que á cada paso se vé
La vigorosa refutación que de la moral posi­ marcado en las páginas del presente libro.
tivista hace el autor de este libro, no le impide La desmesurada extensión del presente pró­
(tomando pretexto de unas palabras de Haec- logo nos obliga á abreviar el resto de estas
kel), establecer la debida y justa.distinción en­ consideraciones, dando muy ligera idea de los
estudios que siguen al que acabamos de exami­
XXIII
XXII
Colocándose en un terreno desembarazado de
nar, detenidamente sin duda, pero no tanto co­ toda preocupación, combate el autor la sangui­
mo su importancia merece. naria tesis de Dumas y la inmoral doctrina de
El más interesante de ellos.(bajo el punto Girardin; y atacando de frente la cuestión, se
de vista práctico) se refiere á la familia, y pa­ pronuncia por el divorcio en caso de adulterio,
rece motivado por las polémicas á que dió lu­ desvaneciendo las infundadas especies y las
gar el célebre folleto de Alejandro Dumas, hijo: tradicionales preocupaciones que se oponen a
L‘üomme-femme. Sabido es que, con motivo esta solución necesaria y salvadora.
de un proceso formado á un marido que babia Necesaria y salvadora décimos, porque mien­
dado muerte á su adúltera esposa, y de un ar­ tras subsista la legislación actual, miéntras el
tículo de Mr. Ideville sobre el asunto, escribió matrimonio no sea disuelto por el adulterio de
Dumas ese famoso folleto, bajo el extravagante la esposa, y las bárbaras preocupaciones rei­
título precitado, y cuya conclusión era la jus­ nantes en este punto no desaparezcan sin re­
tificación del asesinato de la mujer adúltera. paro lo decimos—la solución, no justa ni mo­
Contestó Girardin con otro folleto en que refu­ ral, pero fatal y necesaria del drama desarro­
taba las doctrinas de Dumas, y cuyo título era: llado en el seno del hogar por la esposa, adul­
L‘homme 'et la femme (l‘homme suzefain, la tera, será el sangriento imperativo de Dumas.
femme vassale). En este trabajo, ingenioso y Miéntras la sociedad arroje la deshonra' y el
paradójico como todos los suyos, intentaba Gi­ escarnio sobre el marido engañado, miéntras el
rardin resolver la temerosa cuestión del adulte­ adulterio de la esposa no tenga más sanción
rio, negando resueltamente el derecho de pa­ que la irrisoria é imposible para todo marido
ternidad. al varón, atribuyéndosele esclusiva- honrado del Código penal, ó la separación de
mente á la muj er, y desenvolviendo una com­ cuerpos y bienes, que es en el fondo un salvo­
plicada teoría, que en el fondo no es otra cosa conducto dado al vicio por la hipocresía, la voz
que la más inmoral y repugnante organización terrible del honor ultrajado se impondrá en el
del libertinaje, y la destrucción radical de la alma del esposo ofendido' á los preceptos de la
familia. Esta curiosa polémica ha dado motivo moral, y puesto en la alternativa de ser crimi­
al autor del presente libro para desentrañar con nal ó ridículo; no vacilará en obedecer á esa
gran acierto las complejas cuestiones que á la voz que con. imperioso acento le dice con Ale-
organización actual de la familia se refieren, j andró Dumas: Tue-la! Y tanto es así, j de tal
señalando de paso los graves males de que suerte la bárbara ley de la indisolubilidad de­
hoy adolece.
XXIV xxv

safía á la concienciá del género humano, que eso, y que el contrato es sólo su forma exter­
la sociedad aprueba la »conducta del marido ho­ na y legal, siendo en sí mismo sociedad fun­
micida, y la ley positiva le castiga con pena damental humana, que por sus fines y condi­
tan leve, que antes parece recompensa que cas­ ciones trasciende de la mera voluntad de los
tigo. cónyuges, aunque á ella deba su origen. Otros
El asesinato en unos casos, el libertinaje espíritus románticos y novelescos, mal aveni­
organizado bajo el nombre de separación de dos con la realidad de la vida y con las leyes
cuerpos y bienes, ó en otro caso, la deshon­ de la moral, lo defienden, fundándose en que
ra, la vergüenza, el ridículo, la vida tras­ el origen y el fin del matrimonio se compren­
formada en eterno suplicio para el esposo en­ dían exclusivamente en el amor, debiendo, por
gañado, y el escándalo, y el mal ejemplo tanto, disolverse aquél, cuando éste se ha extin­
para los hijos, tales son las consecuencias ne­ guido. Pero tal teoría, sobre ser impracticable,
cesarias de esa absurda teoría del matrimonio' inmoral y disolvente, desconoce la naturaleza
indisoluble á outrance, sostenida á nombre de del matrimonio, reduciendo su variedad de'
la moral que ultraja y de la religión que de­ fines á uno solo, en que se absorben los res­
grada, no defendida por la razón, ni justifica­ tantes, y obedeciendo á las dañosas sugestio­
da por la experiencia, y únicamente apoyada nes de cierto idealismo romántico, que nunca
en añejas é irracionales preocupaciones. reporta provechosos frutos, confunde el racio­
Pero á la vez que el autor de la presente- nal y tranquilo afecto conyugal, que rara vez
obra defiende el divorcio por adulterio de la es­ deja de sobrevivir á la sensualidad, con la pa­
posa, combate con no menor vigor el divorcio sión desordenada y violenta que la razón y la
por mútuo disenso, actualmente en boga entre moral reprueban, y que sólo es tolerable en la
ciertos espíritus exagerados, que desconocen esfera de la poesía. Contra errores semejantes
por completo la naturaleza del matrimonio, con­ se pronuncia el autor de esta obra, refutándo­
fundiéndole con el mero contrato. los con la fuerza de lógica que resplandece en
Sobre ser ilusorio, imposible y ocasionado á todos sus razonamientos.
todo linaje de violencias é injusticias en la
práctica, el divorcio por mútuo disenso no se
funda en razones plausibles. Defiéndenlo unos El último de los tres Estudios que compren­
por considerar al matrimonio como un contra­ de este libro (y el más científico y de ménos
to, sin tener en cuenta que es algo más que interés de actualidad dé todos) versa sobre la
XXVI XXVII

Cienda según Platon, y es un profundo traba­ en los siguientes principios. Primero: El prin­
jo acerca del modo cómo tan insigne hlosoto cipio de la ciencia está en las ideas, que son el
concibió y desarrolló la doctrina de la ciencia. principió de esencia y distinción de los objetos
Ménos interesante este Estudio para el común particulares. Segundo: Las ideas son conocidas
de las gentes que los que le preceden, lo es en directamente en la Noesis flntellectusf ó me­
alto grado para el filósofo, por versar sobre diante la Reminiscencia. Tercero: En virtud de
asunto que, con ser en todo tiempo objeto pre­ ser las ideas juntamente idénticas y distintas,
ferente de la atención de los doctos, requiere y participar de ellas los objetos particulares, se
todavía no pocos esclarecimientos para su com­ explica la relación de lo particular á lo gene­
prensión definitiva; porque el sistema exposi­ ral mediante las ideas, obra que es llevada á
tivo de Platon, su falta de trabazón. y método cabo por la Dialéctica.
y la forma dialogada de sus obras, erizan su es­ En vista de estos principios, formula el au­
tudio de dificultades y convierten su comenta­ tor su juicio acerca de la doctrina platónica,
rio en muy ardua empresa. De aquí el cumulo considerándola como un puro idealismo, cuyo
de trabajos críticos, históricos y biográficos á carácter distintivo es identificar lo cognoscible
que Platon lia dado lugar, trabajos que consti- (la idea) con lo real, y por tanto la lógica con
tituyen una verdadera y rica literatura plato- la metafísica, camino que recorren y han re­
nica, diariamente aumentada por los esfuerzos corrido siempre de una manera fatal y necesa­
de los mas renombrados filósofos. ria todos los idealismos, desde el idealismo es­
En la "presente obra se analiza primero la piritualista de Platón hasta el idealismo pan-
parte crítica ó negativa de la doctrina de la teista de Hegel, cuyas íntimas relaciones con
ciencia, según Platon, parte contenida princi­ el platonismo no son ménos evidentes que las
palmente en el Teetetes, y reducida casi en su que le ligan, baj o otro diferente concepto, con
totalidad á la refutación de la doctrina de los la filosofía aristotélica y áun con la Escolástica.
jónios. Sigue á este análisis el exámen de lo
que puede llamarse parte afirmativa ó dogmá­
tica, contenida en el Fedon, el Sofista y _el Par­ Tal es, en ligero resúmen, el contenido del
menides, y reducida á la teoría de las ideas y presente libro. Con mayor lucimiento que nos­
á la Dialéctica. Por último, pasando del estu­ otros hubiera desempeñado, sin duda, su autor
dio histórico al crítico, resume el autor la teo­ la tarea de condensarlo en los límites de un
ría platónica, que á su juicio puede encerrarse prólogo: que nosotros, ménos aficionados á este
XXVIII

género de estudios, carecemos de habilidad su­


ficiente para llevar á cabo con éxito el trabajo á
que ponemos punto en este lugar. Deber nues­
tro sería ahora completar esta exposición con
un juicio de la obra; pero, sobre que no lo
consintiera la modestia del autor, fáltanos para
ello la competencia necesaria.
Un deber de amistad ha podido excusar el
atrevimiento que hemos demostrado al escribir
estas mal trazadas líneas; pero no habría dis­
culpa posible para la presunción intolerable de
juzgar esta obra. Tan árdua tarea corresponde yALOR DE SUS TEORÍAS MORALES
á plumas más autorizadas que la nuestra.
Manuel de la Revilla.

/
ORIGENES DEL POSITIVISMO.

Existe actualmente una teoría científica que,


concertando en muchos puntos con la conducta
ordinaria de los hombres en la vida, aspira á
contar el número de sus adeptos por el délos que
la conocen. Esta teoría es la conocida con el nom­
bre del Positivismo, cuyos orígenes y preceden­
tes en la historia del pensamiento pretendemos
examinar, juzgando al mismo tiempo los princi­
pios que asienta como reglas para la vida moral.
Aparte los innegables progresos que diaria­
mente alcanza en las ciencias naturales, anhela
el Positivismo dominar por igual la esfera de to­
das las ciencias y la suprema dirección de la vi
da. Ninguna ocasión mejor que la presente pue-
2 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 3
de ofrecerse para solicitai* la atención desintere­ lio que se relaciona con las reglas fundaro.enta-
sada de todos los hombres bien sentidos hácia es­ les para una conducta racional y buena. Procede
tas tendencias invasoras de la nueva escuela en tal incertidumbre de que la obra demoledora del
toda la diversidad de sus matices. Perdidas en pensamiento moderno parece no estar satisfecha
todos los pueblos cultos las antiguas bases de su con echar por tierra los antiguos símbolos de los
organización política, social y áun religiosa, os­ poderes soberanos de la tierra, sino que más bien
cilan individuos y sociedades entre la libertad y tiende la conciencia actual, convencida de que la
el despotismo, entre el ayer y el mañana, impor­ libertad exterior es una mera condición, á eman­
tando, por consecuencia, al presente más que cipar elfuerointerno del espíritu, desterrando de
nunca, averiguar con ánimo sereno el estado de él, con las construcciones dogmáticas del pensa­
la conciencia culta, y considerar imparcialmente miento, los ídolos abstractos que encadenaron por
los precedentes de semejante estado, á la par que largo tiempo el vuelo de la razón. Y de no hacer
los motivos justificantes de su permanencia en él. un exámen imparcial de la complejidad de ta­
Y como somos de los que creen que todo gran les fuerzas y tendencias, y buscar en ellas lo que
movimiento social en la ciencia tiene su origen, y tienen de legítimas en su natural impulso, seña­
pertenecemos al número de los que entienden lándolas á la vez el valladar inexpugnable que
que es el pensamiento faro divino, que con su luz la conciencia recta puede oponerlas, creemos que
guia á los hombres en el sendero de la vida, nos son ineficaces contra su imperio absorbente las
hallamos naturalmente inclinados á referir se­ tímidas lamentaciones de ánimos asustadizos,
mejante situación, indecisa y con sus ribetes de siendo posible que lleguen, al ménos temporal­
escepticismo, á la que se señala en la ciencia, mente, á cumplir aquella enseña semi-satánica de
cuyo campo se halla dividido entre dos direccio­ Proudhon al pretender desmañarquizar el cielo,
nes extremas, que al pugnar* por resolver cuestio­ ya que se las abandona y menosprecia, tanto por
nes, tan antiguas sin duda como el hombre, las lo ménos, como ellas se engríen y enorgullecen
plantean en toda su universal trascendencia. con sus continuos y numerosos triunfos en la
El estado de inquietud y zozobra de toda la
vida, el no pensar ni obrar cada cual más que, ciencia y en la vida.
Educar interiormente el pensamiento y formar
según se dice vulgarmente, de tejas abajo, es una
una idea exacta del valor y tendencia del positi­
consecuencia natural de la incertidumbre del es­
píritu humano en todo lo que se refiere á los prin­ vismo, reconociendo la necesidad de su apari­
ción, al mismo tiempo que mostrando su imper­
cipios del saber y de la ciencia, y en todo aque_
fecta constitución, nos parece preferible á gastar
3
DE MORAL V DE FILOSOFÍA 5
4 ESTUDIOS

rio que acepta, consignando las consecuencias


el tiempo en agotar el diccionario de los dicterios
que lógicamente se deducen de tal doctrina, es
y pedir á las fuerzas materiales del Estado pro­
indispensable examinar la manera cómo ha apa­
tección contra él. Por tales razones emprende­ recido esta Escuela en la historia de la filosofía.
mos este estudio, en el cual, si el talento y las _ Sin negar que el espíritu y sus obras consti­
demás condiciones nos faltan basta el punto de
tuyen el mundo donde impera la libertad; sin
hacernos temer por su éxito, nos abonan comple­
desconocer el carácter sustantivo de la vida
tamente la intención leal que nos guía y el recto
anímica., debemos hacer constar que todo gran
propósito que nos anima. movimiento del pensamiento humano tiene prece­
dentes que preparan su aparición, gérmenes que
II. disponen su desenvolvimiento y circunstancias
que favorecen su extensión y que legitiman el
Desde tiempos muy antiguos se halla plan­ imperio que adquieren sobre la conciencia cul­
teada en la ciencia la cuestión fundamental de ta. Omitiendo este complejo conjunto de condi­
resolver el principio de los conocimientos huma­ ciones, se olvida la racionalidad que predomina
nos por la razón ó por la experiencia, por las en toda la vida del espíritu, y es llevado el hom­
Oteas ó por los hecbos. Esta misma cuestión, que bre entónces á concebir el -proceso del pensa­
es la principalmente debatida por los que mo­ miento como una fuerza ciega que se manifiesta
dernamente se han llamado 'positivistas, contia fragmentaria y desordenamente. A evitar tales
los idealistas, apareció en su comienzo como errores tienden las consideraciones preliminares,
una mera discusión relativa al método, ha sido que creemos son aquí exigidas para mostrar los
extendida después á más ámplios horizontes, y precedentes del positivismo.
es llevada por último hoy, mediante la fuerza Del mismo modo que en los cambios naturales
progresiva de la indagación crítica, á una com­ producen diversos elementos condensaciones y
pleta renovación de la ciencia y de la vida, que estados con ciertos caractéres comunes, en el
ha de revelar la decisiva importancia y el inte­ mundo del espíritu se determinan síntesis supe­
rés de actualidad que reconocemos en sus so­ riores de fuerzas y tendencias que, si en su co­
mienzo y aparición suelen ofrecerse como distin­
luciones.
Para estimar en todo su valor la solución dada tas y encontradas, revelan después su coinci­
por el positivismo, al problema del valor objetivo dencia al manifestarse en todo su desarrollo. En
del conocimiento, é indagar la índole del crite- los precedentes del positivismo se muestra esta
ü ESTUDIOS DE MORAL V FILOSOFÍA 7

ley cumplida completamente. Con tener un prin­ del positivismo, se señala hoy ya casi unánime­
cipio fundamentalmente originario la aparición mente por todos la Crítica de Kant, y las conse­
del positivismo, ha ido después, al tomar la diver­ cuencias implícitas en el profundo análisis hecho
sidad de matices de que es susceptible en sus por este filósofo del conocimiento. Precedentes y
múltiples aplicaciones, asumiendo en sí várias di­ consiguientes que contribuyen por igual á dar
recciones del pensamiento, y al parecer, las más robusta constitución á la nueva escuela son el
encontradas. Estas corrientes que han aparecido inteiectualismo empírico subjetivo de Locke, la
como distintas, y sus naturales procedimientos Dialéctica hegeliana, señaladamente en su extre­
que se han manifestado como diversos, vienen á ma izquierda, los adelantos empíricos del Psicolo-
coincidir en un punto que formulan concretamen­ gismo moderno, y los matices ménos exag'erados
te algunos pensadores, repitiendo la frase de lu­ del antiguo materialismo. Con tales componen­
cha pronunciada por Proudhon: Guerra á lo ab­ tes es difícil, si no se atiende cuidadosamente á
soluto. Quizá no exageramos, sino que nos pone­ sus caractères comunes, hallar conexión ningu­
mos en lo cierto, cuando afirmamos que la quinta na entre pensadores y escritores que la tienen,
esencia del positivismo se halla sintetizada en la sin embargo, realmente. Como la Crítica kantia­
frase trascrita, y cuya pretensión es borrar la na es el punto inicial de donde arranca todo el
metafísica de la ciencia y suprimir todo principio pensamiento moderno, hasta el extremo de ha­
ontológico en la vida, sustituyéndolo por princi­ ber podido afirmar un pensador tan respetable
pios, en su fondo tan absolutos como éste, pero como Vacherot, que toda la filosofía anterior á
que, revestidos de ciertas apariencias realistas Kant, es sólo digna y estimable por su valor his­
(ó procedimientos empíricos) llevan á los nuevos tórico, sucede que los pensadores de la nueva es­
sectarios á hacer metafísicas más hondas, y fun­ cuela toman sus principios fundamentales de la
dar especulaciones más abstrusas que las de los crítica del profesor de Koenisberg, perogmian en
sofistas y escolásticos, siquiera no se hallen nun­ lo ulterior su pensamiento á los fines y conse­
ca en disposición de abdicar el indisputable de­ cuencias que se rozan más de cerca con el asunto
recho que se atribuyen de combatir siempre que más principalmente les ocupa y á que consa­
la metafísica, y pretender, aunque infundada­ gran todos sus esfuerzos.
mente, establecer como dogma la distinción, y El éxito algo ruidoso y rápido del positivismo
más aún la antítesis, entre la ciencia y la filo­ corresponde en parte á la necesidad latente en
sofía. todos los espíritus de protestar contra los abusos
Como principio fundamentalmente originario del idealismo, y que inició la escuela escocesa
8 ESTUDIOS DE MORAL Y FILOSOFÍA 9

con su idea del sentido íntimo ó conciencia de los el último trance de la vida, como áncora de sal­
hechos, que es en el fondo la obra de la sana ra- vación para ella.
zou común contra las abstracciones idealistas. Si exceptuamos algunas divergencias insigni­
Las gigantescas construcciones del idealismo ficantes, todos los partidarios de la nueva escuela
alemán y francés en estos últimos tiempos, fal­ aceptan contextes, como única fuente de conoci­
tas de realidad y de verdadero alimento para el miento, la experiencia exterior sensible, y des­
espíritu, y los adelantos de las ciencias naturales echan por vano cuanto de ésta excede. Y en este
produjeron una fuerte reacción contra la filoso­ punto tomada la cuestión, consideran el conoci­
fía y en pró de la experiencia, de lo cual ha naci­ miento, al modo según lo hizo Kant, como m&ra,
do la tendencia crítica como consecuencia natu­ relación de sujeto á objeto, entendiendo siempre
ral del desenfreno del pensamiento. que la relación como tal trasciende de los térmi­
El predominio de la nueva escuela está además nos, y suponiendo, por consecuencia, que el que
en armonía con el criterio reinante en las socie­ conoce, jamás recibe la realidad del objeto. Es,
dades modernas, verdaderamente positivistas, por lo mismo, obligado afirmar que sólo conoce­
que atienden con exclusivo afan á los intereses mos la mera realidad del hecho, el fenómeno, sin
materiales, cuyos indudables beneficios seducen, que la ciencia pueda ser otra cosa más que una
descuidando los morales que, puestos de nuevo simple ^nomsnólogia, ó recolección positiva de
en cuestión, no prestan firme inspiración á la hechos. La ampliación y justificación de este
conciencia. Quizás es esta una de las causas que principio fundamental y común á las distintas
explican mejor que nada la aceptación que hoy direcciones del positivismo, es llevada á cabo me-'
alcanza el positivismo, tanto como criterio cien­ diante dos ideas capitales que, áun formando la
tífico cuanto como norma y ley de conducta. Pal­ base de la nueva concepción científica, están to­
to el córazon de la sociedad moderna de un ideal, madas respectivamente de la Crítica de la Razón
ausente de él la fé que por entusiasmo le inspi­ pura de Kant y de la Dialéctica hegeliana.
rara las más grandes acciones en tiempos pasa­ La afirmación de que no comprendemos nada
dos, se adhiere servilmente á la fácil claridad del más allá del fenómeno, la eliminación de todo co­
criterio positivista, interpreta sus conclusiones nocimiento que no es empíricamente observa­
como instrumento capaz para sancionar su egoís­ ble y la condenación de toda metafísica y de
mo, y olvida, enajenado por el sibaritismo de la toda realidad trascendente, son las conclusio­
cultura moderna, el fondo noble y puro del espí­ nes que toman los positivistas de la Crítica kan­
ritu humano, recurriendo sólo á su antigua fé en tiana. De la Dialéctica de Hegel toman los po­
10 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 11

sitivistas el concepto de lo real, que es lo con­ acaso, según ellos, para expresarlos sueños teo­
creto, desestimando lo ideal como abstracción lógicos de los primeros hombres.
que no tiene más valor que el que va adquirien­ No es todavía ocasión oportuna para mostrar
do en la determinación por la sucesión de los fe­ de una manera evidente la flagrante contradic­
nómenos. ción en que caen los defensores del conocimiento
empírico y enemigos de toda percepción ideal al
asentir á los dos principios que subrepticiamente
III. arrebatan á los dos grandes metafísicos: á Kant y
á Hegel. Ni tampoco es del caso, ni por tanto pre­
tendemos detenernos en mostrarles el círculo vi­
Á las justísimas pretensiones formuladas por cioso en que caen, obligados por la racionalidad
el positivismo cuando protesta de la especulación del espíritu, cuando niegan á éste la posibilidad
desenfrenada del idealismo, asentando que el co­ del conocimiento absoluto, y afirman después á
nocimiento debe formarse siempre en razón de lo renglón seguido el carácter incondicional del re­
conocido, y que el que conoce debe estar á lo que sultado de la Crítica de Kant y del principio de
muestre la realidad del objeto, única garantía la Dialéctica hegeliana. Lo que sí creemos es
de yerdad, tenemos que añadir los dos asertos inexcusable, lo que entendemos es de necesidad
de que ya hemos hecho mención. Es el primero la absoluta, es examinar detenidamente los resul­
afirmación que los positivistas hacen con Kant, tados de su indagación por ellos, jactanciosa­
relativa á que la ciencia no tiene más contenido mente llamados verdades positivas.
real que el de los fenómenos, y es el segundo el Examinando la afirmación del positivismo re­
tomado de la concepción hegeliana, más que á ferente á que el objeto, lo dado al conocimien­
calidad de principio racional, como forma para la to, nos es presente sólo en apariencia individual
sucesión y engrane de los fenómenos, el processili ante los sentidos, y admitiendo que lo que el ob­
general ó devenir. Tales asertos, patrocinados jeto muestra es siempre una particular manifes­
por el positivismo y defendidos con una aparente tación modal del atributo ó sus maneras de ser,
novedad, serian suficientes para constituir ya según la expresión de Stuart Mili, notamos desde
todo un sistema ontològico y toda una ciencia luégo, que el fenómeno es siempre cognoscible
metafísica, mal que les pese á los apóstoles de la y conocido en razón de un supuesto objeto.
nueva doctrina, para quienes supone un absur­ Podrá negarse por los positivistas el conoci­
do el proferir sólo aquellas palabras, propias si miento real de las cosas, pero se imposibilitarán
12 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 13
á la vez, los que hagan tal negación, para expli­ experiencia, cierto carácter general y perma­
car el enlace de unos con otros fenómenos, y las nente como base, para aplicar á estos datos los
distinciones y clasificaciones respectivas de to­ procedimientos intelectuales.
dos ellos. Unidos unos fenómos á otros, se cla­ Para obviar en parte la dificultad que envuelve
sifican en distintos órdenes, se ponen en relación dicha, contradicción, recurren los ménos exage­
y diferencia necesariamente en supuesto de algo rados entre los positivistas á lo que llaman fe­
real objetivo á que pertenecen dichos fenómenos nómeno general, ó fenómeno de fenómenos; pero
y de lo cual son otras tantas manifestaciones. semejante afirmación se reduce á trasladar aque­
En lo que tienen indisputable razón los positi­ lla primera dificultad al mero enlace y correla­
vistas, es en rechazar los conceptos de esencia, ción de los fenómenos; de lo cual resulta, que las
sustancia, etc., como abstractos y separados de cualidades fundamentales, negadas á la realidad
la realidad de los objetos, como si fueran otras de los objetos, precipitada é infundadamente de­
tantas concepciones subjetivas para dar luz y clarada como incognoscible, se atribuyen á la
claridad al conocimiento de los fenómenos. Si al forma de producción de los fenómenos, cuando
refutar teorías tan abstractas y subjetivas como ellas son precisamente la condición inexcusable
las formadas por la antigua Escolástica, hubiera para conocerlos. Con tales imperfecciones, el po­
insistido más el Positivismo en el examen del co­ sitivismo, que hace, áunsin quererlo, metafísica,
nocimiento como un todo simple é indivisible de y que, contradiciendo sus propósitos, especula y
relación interior en la esencia y realidad de sus filosofa al querer sacar algún fruto de los nume­
elementos constitutivos, hubiera reconocido (á la rosos datos que recoge, deja llena su ciencia de
vez que el principio de que todo conocimiento hipótesis á cual más atrevidas y de cálculos de
debe formarse en razón del objeto) la necesidad probabilidades, que exigen para su completa le­
de considerar que el objeto es cognoscible en su­ gitimidad tanto los datos empíricos como los ra­
puesto de toda su esencia y realidad determina- cionales. Y no puede ménos de acontecer de tal
ble y juntamente determinada. De este modo, suerte, porque si la experiencia y la idea, por la
creemos que el positivismo hubiera evitado la imperfección relativa con que el hombre forma
contradicción que envuelve su afirmación de re­ el conocimiento, pueden aparecer momentánea­
ducir toda la realidad cognoscible á lo fenome­ mente como contradictorias, están destinadas,
nal y pasajero, y la necesidad en que se halla, en último término, á completarse y concertarse
por la ley indeclinable de la ciencia, de dar á to­ bajo él principio de la unidad del objeto conocido.
dos los conocimientos adquiridos mediante la Ejemplos de lo que acabamos de decir existen
14 ESTUDIOS
DE MOEA.L Y DE FILOSOFÍA 15

muchos en la historia del pensamiento humano, zas del espíritu para conocer á la vez que su­
que prueban cómo, si por circunstancias y condi­ pone todas las razones ó aspectos en que el ob­
ciones históricas, la experiencia y la idea mar­ jeto es cognoscible. Pensamiento muy homogéneo
chan á veces como fuerzas separadas y divergen­ con el que aquí expresamos es el que declaran
algunos pensadores, que, aunque partidarios del
tes, adelantándose recíprocamente la una á la
otra, llegan después á concertarse, confirmando positivismo, y enemigos por tanto de todo co­
nocimiento à priori, declaran, no obstante, que
mùtuamente sus resultados. No obedecen cierta­
mente á otra ley las múltiples teorías y especu­ las ideas son inmanentes en el aparecer de los
laciones, que se forman diariamente respecto á fenómenos, copcepcion sin duda superior y más
puesta en razón que la del idealismo antiguo y
todo el conocimiento de la naturaleza, necesitado
hoy más que nunca de síntesis y de principios la de todo el esplritualismo francés, que entiende
ciertos que ordenen el rico y prodigioso caudal
las ideas como algo vago é indeterminado que
se aplica al conocimiento de los objetos, más por
de datos recogidos por el positivismo, mediante
virtud y fuerza del espíritu que por la realidad
la experiencia.
virtual de las ideas en los objetos.
No ha negado ni contradicho, ántes bien ha
Si la observación sensible, único medio de co­
confirmado la experiencia, el pensamiento, clara­
nocimiento que admite el positivismo, ofrece sólo
mente presentido por muchos filósofos, de la ani­
últimas concreciones ó estados individuales del
mación general y de la propia dignidad de la na­
sentido, y el objeto en esta manifestación mues­
turaleza, desechando éstos, por la fuerza misma
tra concretamente y como en globo toda su reali­
de las ideas, la concepción de la naturaleza como
dad determinada en un individual aspecto, preciso
lo muerto é inerte, áun ántes de que la experien­
es, pues lo demandan de consuno la concreción
cia lo hubiera mostrado tan cumplidamente como
de lo real y la discreción de la obra del espíritu,
ha logrado hacerlo ya. Ni la concepción ideal, de que se forme el conocimiento á la luz de las ideas,
otro lado, repugna, más bien debe aceptar, los
primwrn movens, de todo razonamiento como afir­
adelantos que la experiencia proporciona; Y si es­ ma Mr. C. Bernard, y se conozca la sensación
tas síntesis son asequibles para el hombre y llega según las categorías, sin las cuales es aquélla
á conciertos tan racionales entre los datos empí­ ciega como d.eeia Kan*, interpretando y ordenan­
ricos y los ideales, aparentemente contradicto­ do los datos sensibles al reconocer implícitos en
rios, es porque el conocimiento, como un todo ellos como relaciones reales las ideas, tanto en
simple é indivisible, en medio de su compleja el órden ontològico (causa y efecto), como en
formación, lleva en sí implícitas todas las fuer­
16 ESTUDIOS DE MORAL ¥ DE FILOSOFÍA 17

el formal y lógico (antecedente y consecuente). no propios conocimientos, en cuyo caso la ciencia


Por lo dicho se comprenderá que, áun aquellos es imposible, porque no puede descansar en su­
que desechan por errónea la Crítica kantiana, puestos incógnitos, ni recibir luz de lo que ca­
tienen que reconocer en ella una fuerza de lógica rece de verdad; ó con ser las ideas formas sub­
que falta al positivismo, que se ve necesitado, jetivas, son también realidades del objeto, con­
para salvar el escollo del escepticismo, de caer formando las leyes lógicas con las ontológicas,
en una contradicción insostenible. Afirmar, como en cuyo caso es posible la ciencia, porque, según
no pueden mónos de hacerlo los positivistas, que la inspirada expresión de Goethe, «existen en
la objetividad del conocimiento de la fenomeno­ »el espíritu humano concepciones ideales que
logía, depende de condiciones distintas de la »corresponden á las leyes de la realidad.»
experiencia, y asentar en seguida que la ciencia
no tiene más contenido que la percepción de los
fenómenos, constituyen dos asertos que no son IV.
defendibles como verdaderos uno y otro, áun
cuando para ello se empléenlos esfuerzos y ar Del rápido análisis que dejamos hecho del po­
gucias de la más refinada sutileza sofística. Si sitivismo resulta que es en el fondo esta doctri­
se quiere encontrar lógica y consecuencia, pre­ na (sin que esto sea negar el progreso que en
ciso es buscarla, no en las teorías siempre imper ­ otros aspectos representa), la misma del sensua­
fectas del conocimiento formadas por el positi­ lismo del siglo xvm, al cual añade ^fenomeno­
vismo, fiado la mayor parte de las veces al ejer­ logía kantiana y el devenir hegeliano. Indicados,
cicio espontáneo de las facultades intelectuales, aunque no desenvueltos, pues no es ese nuestro
sino en las conclusiones que naturalmente se propósito, quedan los principios que, según nues­
desprenden de la posición adoptada por Kant tro leal entender y saber, deben tenerse pre­
al examinar la relación del conocimiento. sentes para corregir en lo posible los torcidos
Procediendo del supuesto de que todo el cono­ derroteros por donde conduce el positivismo tanto
cimiento está en la relación que se expresa en la ciencia como la vida. Son estos principios los
forma de juicio, la indagación científica ha de siguientes: primero, la ciencia es posible, á con­
terminar con una de estas dos conclusiones: ó no dición de alcanzar la unidad del conocimiento,
tienen valor objetivo las ideas que aplicamos á base de la distinción de esferas y modos de co­
ja interpretación y ordenación de los datos del nocer; segundo, el conocimiento del fenómeno
sentido, siendo meras formas intelectuales, que supone el de la cosa en sí, del noúmenos, del cual
18 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 19

es el fenómeno una manifestación particular; á hacer inmediatamente de las teorías morales


tercero, el conjunto de fenómenos no puede por de la nueva escuela.
sí formar ciencia, sino á condición de ser cono­ Limitado el positivismo á afirmar el valor in­
cidos esencialmente los hechos observados. Tales sustituible de los hechos y la necesidad de su
principios, que manifiestan la racionalidad del conocimiento, protestando de'una manera fun­
conocimiento humano como cualidad inherente dada contra las exageraciones especulativas del
á él, y que no podemos borrar por completo, son idealismo aleman, no habría nada que objetar á
confirmados en parte, áun por los mismos que se esta doctrina. Además, al representar los pasos
precian de negarlos, porque de esa suerte se im­ del positivismo por el mundo culto otras tautas
pone el poder divino de la razón, contra el cual manifestaciones del sentido común, rebelándose
es impotente el esfuerzo subjetivo. De ello son contratos sueños filosóficos de un subjetivismo
ejemplo claro las contradicciones en que cae el fantástico, su obra es meritoria, sus triunfos
positivismo á cada paso. deben merecer el pláceme de todos los científicos,
Después de sus reiteradas protestas de limitar y su propagación, como disciplina que corrige
laciencia al conocimiento del fenómeno, sin in­ las tendencias idealistas y como medio que ofrece
tervención ni auxilio de ideas 0 j&non, afirma el cuantiosos datos á las ciencias que están formán­
positivismo multitud de proposiciones—aquellas dose, es digna de ser .llevada á cabo. La demos­
precisamente en que se cifra lo más preciado de tración, contra todo idealismo subjetivo, de que
su obra—en las cuales, creyendo atenerse extrie- el conocimiento debe formarse siempre en vista
tamente á la experiencia y relegar por siempre de lo conocido, que es la única garantía de la
la metafísica, va envuelto el principio de una verdad, la prueba de que todo lo que se conoce
•metafísica negativa con pensamientos cuya au­ está implícito, inmanente, en la realidad del ob­
torización y legitimidad tienen su base en la jeto conocido, la de que toda la obra del sujeto
filosofía. Ni la afirmación,, por no citar otra, de consiste, al formar el conocimiento, en ir des­
que la materia es infinita y etern a, es un conoci­ envolviendo y explicando (jamás creando ni pro­
miento á posteriora, ni la suma de los experi­ duciendo) el contenido de las cosas conocidas,
mentos adquiridos por el hombre son suficientes son otros tantos resultados obtenidos por el po­
para legitimar dicho principio. sitivismo, de un valor inestimable, que quizá no
Hora es ya de resumir estas consideraciones apreciamos por el pronto en toda su trascen­
generales, ya que algunas de ellas han de ser dencia.
repetidas y ampliadas en el exámen que vamos Ahora bien: rebasando sus justos límites, el
4
20 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA

positivismo, que maldice de la filosofía, constru­


ye un sistema filosófico, aunque no se distingue
por la originalidad, según hemos visto. De otro
lado, afirmando la sustantividad del fenómeno
y negando todo valor á la idea, no queiiendo re­ TEORÍAS MORALES DEL POSITIVISMO.
conocer como legítima su existencia más que en
los cielos imaginarios de la fantasía del poei,a,
diviniza el positivismo la experiencia, hace la
apoteósis del fenómeno y construye la concep­
ción de la nueva vida, mutilando la naturaleza
humana y suprimiendo en ella lo más preciado y
noble de su esencia.
Debemos ahora mostrar las tendencias mo­
rales del positivismo. Veamos qué resultados
ofrecen las nuevas doctrinas para dirigir la vida
moral, la cual declaran anticipadamente huér­
fana de todo principio ontológico, y libre de es­
peculaciones racionales.
Aun haciendo caso omiso del aspecto novísimo
que toma el problema moral en la discusión de
la Libertad y el Deterninismo, sobre cuyo punto
quizás en otra ocasión expongamos nuestra mo­
desta opinión, todavía hay necesidad de conside­
rar las direcciones distintas que converjen entre
sí, para fundar la nueva doctrina moral. La crí­
tica negativa de Feurbach, Proudhon y toda la
izquierda hegeliana, y la más templada de Ra-
nouvier, que no reconocen más realidad que la
del mero suceder, proclamando ley universal de
la vida el moviento y negando lo absoluto, el
positivismo de Comte, Littré y otros, y el ménos
■ -
de moral y de filosofía 23
22 ESTUDIOS

«La concepción de la Moral independiente pro­


exagerado de Stuart Mili, que declaran el fenó­ cede, á la vez, del Criticismo y del Positivismo.
meno como lo único real en la vida y en la cien­ »La idea de que la moral no puede tenei su
cia y el Naturalismo, ó como ellos quieren ser »principio en ninguna ontologia y la de que la
designados, el realismo de Buehner, Moleschott »primera ley de las costumbres es el respeto de
y áun Haeckel, que toman lo concreto y material »la personalidad humana, pertenece al Criticis-
por toda la cualidad de las cosas, son otras tantas »mo. Son del Positivismo las pretensiones de fun-
direcciones que, si son distintas por su genealo­ »dar la moral con elementos empíricos-(2).» Lo
gía científica, converjen con sus afirmaciones en mismo los partidarios que los censores de la Mo­
un resultado, que es común á todas, á saber: la ral independiente reconocen, de consuno la di­
nugación, de toda verdad general, y la 'pretensión ferencia de la teoría de Kant, refiriendo todos la
de reducir la realidad á los fenómenos sensibles. procedencia de la nueva doctrina á una especie
Es designada la ciencia de las costumbres por de fusión del criticismo kantiano con el empi­
todas estas direciones del pensamiento con su rismo positivista y la Dialéctica hegeliana.
nombre de guerra: Moral independiente, lema Aunque consecuente con el espíritu genera» de
que arrojan á la discusión como cartel de desafío, la Crítica de la Razón pura, construye Kant una
pretendiendo acabar con el valor absoluto de las moral puramente subjetiva; asienta, sin embar­
leyes éticas y eliminar de la moral toda cuestión go, en forma de postulados, principios trascen­
metafísica, reduciéndola á ciencia empírica. dentales parala ciencia de las costumbres. No
Para formar la teoría de la Moral indepen­ queda, pues, para Kant, como para la nueva es­
diente, se apartan los positivistas de la construc­ cuela, reducida la moral á ciencia empírica, por­
ción y métodos .seguidos por Kant en su Metafí­ que repite á cada paso: «que los fenómenos no
sica de las costumbres, por más que de ella toman »podrán hacernos conocer ningún objeto supra-
algunos principios fundamentales. Así lo declara »sensible», y sabe bien que la moral, reducida
expresamente Mr. Massol, diciendo: «Kant apoya meramente á ser una fenomenología, daría por
»la moral en una ley racional, y para nosotros resultado inmediato el escepticismo y la inmoral
»se funda en un hecho, cuya generalización teoría, de la aceptación de los hechos consuma­
»constituye el principio moral (1).» De igual dos, consecuencias que repugnan tanto la aus-
modo lo reconoce también Mr. Pillon al decir:
(2) F. Pillon: La Morale indépendante et le principe de di
gnité.
(1) Journal de la Morale indépendante.
24 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 25

teridad de su alma como la profunda penetración la vida moviéndose siempre en circuios concé
y severa lógica de su espíritu. tríeos sin adelantar un paso en el camino de la
. No queremos por esto inculpar de inmorales perfección, repitiendo con nombres nuevos con­
sin más á los partidarios de la Moral indepen­ cepciones é ideas que ya son viejas y reprodu-
diente, ni esto fuera de otro lado argumento de ciendo torcimientos y males inveterados. El afo­
gran peso, pues que si lo tenido por absurdo é rístico apotegma: nihil novum sub solerte te­
inmoral resulta real y verdadero, y como tal lo ner á veces en su aplicación un sentido comple­
halla y reconoce la razón, á ello debemos adhe- tamente falso, y lo tiene desde luego cuando se
1 irnos, si es que tenemos el sério propósito de pretende aplicarlo como prueba delestaciona­
tener la verdad por única maestra de la vida; miento en la historia de la moralidad y de 1
pero sí queremos mostrar que, reducida la moral Ciencia. Es verdad que se repiten y renuevan las
al empirismo, se cae en consecuencias insosteni­ mismas cuestiones filosóficas en cortos periodos
bles, porque son falsas é impracticables, porque de tiempo; pero no lo es ménos que cada nueva
son inmorales. Por lo demás, salvamos la pura evolución del pensamiento trae alguna mejoia
intención de estos pensadores, y aunque aquí no sobre la antigua, aumentando así constantemen­
es cuestión de intención, sino de verdad, cúm- te el rico tesoro del saber humano, mediante los
plenos declarar que los nuevos moralistas/quizá progresivos esfuerzos de los hombres y las So­
poi* una contradicción para ellos desconocida, ciedades. Aunque la teoría de la Moral indepen­
observan en general una conducta intachable y diente reproduce los sistemas morales del sen­
i espetan en alto grado las condiciones de la vida sualismo del siglo xviii, á parte del punto de
moral. Ya el fundador del Postivismo, A. Comte, vista enteramente nuevo bajo el cual los presen­
en su obra Systéme de politique posifÁve, desdeña ta lleva sobre éste la inmensa ventaja de una
los goces materiales y egoístas, y refiere la feli­ pureza y bondad de intención que no se hallan
cidad del hombre al noble deseo de vivir para los en ningún moralista del siglo pasado. Pruébalo
demás (altroismo); pero no radicando en principios así la comparación del propósito en unos y otros .
la conducta moral, fácilmente se tuerce la pureza Helvetius, moralista del siglo xvni, escribe un
de la intención á impulso de las relaciones que libro sobre el Espíritu, en cuyos capítulos se leen
solicitan y arrastran al sujeto. los siguientes epígrafes: «El interés preside en
La pureza y bondad de intención en las nuevas »todos nuestros juicios; un particular dáel nom-
escuelas prueban cómo se engañan los enemigos »bre de probidad á las acciones que le son útiles;
del progreso cuando irracionalmente conciben
26 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 27
»otros mismos, etc., etc.» ¿Puede compararse es­ una ciencia positiva. A. este fin pretenden que
ta moral con el precepto citado de A. Comte? tenga el criterio para la moralidad como única
¿Cabe parangón alguno entre los propósitos que base la experiencia, y que la moral se construya,
revela el libro del moralista del siglo pasado, y no sólo fuera de toda creencia religiosa, sino li­
los de los nuevos moralistas ? ¿Hay ó no progreso bre. de toda concepción metafísica. En tal preten­
de una doctrina á otra, ¿un estimadas ambas sión consiste la novedad de la tésis sostenida por
como erróneas? el positivismo. Desde el sig’lo xvni queda la mo­
Sea que acuse una contradicción entre el pen-, ral emancipada de la enseñanza dogmática y
samiento y la obra, sea que los principios mora­ firmada eomo ciencia sustantiva, con el nombre de-
les son leyes imborrables en la conciencia huma­ Moral universal-, pero hasta estos últimos tiem­
na, lo indudable es que los nuevos moralistas, pos no se ha pretendido que la moral deba que­
áun defendiendo teorías que llevan implícito un dar reducida á la generalización de las observa­
sentido utilitario, contradictorio de la pureza y ciones empíricas, habiéndose fundado siempre en
abnegación de la vida moral, ofrecen ejemplos concepciones racionales y filosóficas. Lo mismo
educadores y respetables de una vida austera, los antiguos epicúreos que los sensualistas del
íntegramente consagrada al bien, é impulsada siglo pasado procuraban deducir de indagaciones
por móviles dignísimos y generosos (1). filosóficas consecuencias sobre la conducta moral
adecuadas á su doctrina. Para negar á la Etica el
carácter de ciencia filosófica, es preciso neg*a.r la
IL filosofía misma. La Moral, que toca al fuero in­
terno, que se refiere á lo más íntimo de la vida,
Los partidarios de la moral independiente de­ humana, que implica la solución de los más com­
sean construí!* la doctrina de las costumbres como plejos problemas, no puede, no debe separarse
nunca de la filosofía, porque esto equivaldría á
(1) A este propósito consagra Haeckel uno de los más elocuentes
reducir el criterio moral á la observación y á la.
párrafos de sus lecciones para distinguir lo que se conoce con el experiencia, y sujetar la reg’la general de las cos­
no mbre de materialismo científico, del ffwfcrwKMíio ético ó de las
costumbres. Acepta el primero como sinónimo de loque él llama tumbres á la serie de los hechos, suprimiendo
monismo ó principio de que todo se desenvuelve en el mundo por así toda la racionalidad de nuestra vida y entre­
raz ones naturales, y rechaza enérgicamente el segundo, afirmando
que la verdadera felicidad no reside en los bienes materiales, sino gando á una completa anarquía la conciencia
en una conducta virtuosa, de la cual no suelen dar muchos ejem­
plo s precisamente aquellos que más tildan á las nuevas doctrinas
de materialistas.—Haeckel: Histoire de la Creation, traducción,
moral. Necesario es estudiar con aplicación á la
francesa, pág. 3-1. Etica la cuestión antes considerada en sus tér-
28 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍ/. 29

minos generales científicos. Que el criterio de la por la austeridad de su carácter como por su gé-
Moral puede y debe ser universalmente reconoci­ nio vigoroso, muestra Proudhon en todas sus
do y acatado por todos, los hombres, cosa es en obras un espíritu demoíedor, un talento crítico y
que unánimemente c onvienen cultos é incultos, un razonamiento agresivo tan incontrastable,
dividiéndose sólo las opiniones en el medio y en que parece el ángel exterminador de las injusti­
el método para lograrlo. Y ya aparece hoy fuera cias sociales. Revolucionario por naturaleza tanto
de duda que es vano pretender buscar este crite - como por convicción, luce su poderosa dialéctica
rio en principios dogmáticos, cuanto más negan­ cuando se propone criticar y destruir; talento
do la sustantividad de la moral, y haciéndola de­ sutil y polemista habilidoso, sabe poner en con­
pender de determinadas creencias religiosas. To­ tradicción á Dios con el hombre, la autoridad con
da la cuestión consiste, por tanto, al tratar de la libertad, el derecho con el hecho, y concibe así
formar científicamente la moral universal, en la vida como una lucha continua que se desen­
averiguar de qué manera hemos de hallar en cla­ vuelve en el movimiento y el progreso. Pero con
ra conciencia, y con sentimiento vivo é íntimo, el todas estas condiciones, y en- parte á causa de
criterio, que con valor absoluto hemos de apli­ ellas, impotente para la afirmación cuando trata
car á la apreciación y estima, de la cualidad ética de formular una teoría, apenas si hace otra cosa
déla vida. Examinemos, ante todo, de qué suer­ que combatir la moral dogmática y poner de re­
te los partidarios de la Moral independiente con­ lieve algunas de sus consecuencias insostenibles.
ciben y resuelven este vital problema. En casi todos sus escritos había mostrado la as­
La repulsión constante á toda idea trascenden­ piración de recabar la independencia de la Mo­
te, el esfuerzo no interrumpido por construir la ral; pero donde aquella aspiración aparece ya
Etica sobre una base empírica, y el deseo conti­ convertida en doctrina, es en su célebre obra Le
nuo de deducir toda la moral del hecho de la li­ la Justice dans la Rèvolution et dans VEglisc.
bertad constituyen el sentido de casi todas las «Esta obra, dice, tiene por objeto constituir la
obras del verdadero fundador de esta escuela »filosofía moral en su base legítima y libre de la
P. J. Proudhon, cuya doctrina pasa hoy como el »influencia del poder eclesiástico.... La ciencia de
código moral entre materialistas, positivistas y »las costumbres no puede salir de una deducción
críticos, comprobando así una vez más la homo­ »dialéctica de las nociones, así es necesario no
geneidad de todas estas direcciones del pensa­ »dogmatizar, sino observar, descubrir, compa-
miento en sus tendencias y en sus conclusiones. »rar, no buscando las fórmulas del derecho en
Pensador profundo y original, tan respetable »las fantásticas honduras de una psicología ilu-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 31
30 ESTUDIOS

»soria, sino en las manifestaciones positivas de mismos en cuanto trascienden de las meras re­
»la humanidad..... Para determinar la regla de laciones efectivas de la vida. El origen de tales
«las costumbres, hasta observarla fenomenalidad pretensiones es debido á la protesta levantada
«jurídica á medida que se produce en los he- contra las exageraciones del trascendentalismo,
»chosde la vida social.» que reducían la ley moral á un precepto extraño
Algunos pensadores ántes que Proudhon ha­ impuesto por una autoridad heteronómica. Pug­
bían intentado afirmar la sustantividad de la naban de otro lado por romper estos estrechos y
Moral, haciéndola independiente sobre todo del opresores moldes de la vida los nuevos ideales,
dogma religioso; pero él es sin duda el primero, proclamado los derechos del hombre y preparan­
como sostiene Caro, que, rechazando todo pro­ do un ataque decisivo átodas las instituciones. El
tectorado trascendental y poniendo el principio resultado natural, y ael que actualmente somos
y fundamento de la justicia en el hombre, ha especuladores y áun actores, ha sido la confusión
pretendido erigir un vasto sistema de la Ética de todos los principios, la anarquía de todas las
sobre el hecho de la libertad, en .lo cual precisa­ conciencias y el escepticismo que cual fria losa
mente consisten el carácter y el sentido de la pesa sobre todas las almas. Esta situación estéril
Moral independiente, según hoy se anuncia como y falsa hace que la vida corra hoy por cauces
el Evangelio de la era revolucionaria. Proudhon lejanos de la moralidad, y que los pretenciosa­
mismo, que era bastante justo para no atribuirse mente llamados hombres prácticos no tengan
glorias que no le pertenecieran, se declara el más guía en el obrar que el gastado recurso de
fundador de la nueva doctrina: «Esta manera, los términos medios, cómodo balancín que se
»dice, de tratar la Etica, cuando todo el mundo inclina siempre del lado de la victoria, y que
»la hace comenzar por Júpiter, constituye, la, mM- sólo da culto al éxito, ídolo mezquino y prosáico
y>yor originalidad de mi obra.» sobre voluble y loco más que todas las divinida­
des paganas, hijas de la poética fantasía de los
helenos.
in- Conocida la imperiosa necesidad histórica á
que obedecen y el fin á que tienden los esfuerzos
Aspira la nueva escuela á fundar la morali­ de los nuevos moralistas, no hemos de decidir
dad en la dignidad personal y en la virtud inma­ ahora de plano si su estima de la experiencia
nente del bien en la conciencia, dejando, sin como base de la moral es ó no fundada. Debemos
embargo, en cuestión, el valor de los principios examina!' los términos principales de su teoría,
32 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 33

para que el juicio no se reduzca sólo al valor de de toda deducción abstracta, y se afirma en un
su criterio. hecho real y concreto, en el que nos percibimos
La doctrina de la Moral independiente puede experimentalmente como una libertad libre é
reducirse á tres puntos capitales: l.°, la concien­ inviolable en el individuo como en los dímás
cia de la moralidad formada por la observación, hombres, de donde se deduce la necesidad del
del hecho de que somos libres, del cual deducen respeto á la persona humana. Esta primera afir­
el derecho y la dignidad personal; 2.°, la inma­ mación contiene, por consiguiente, dos elemen­
nencia del fundamento de la moral como deter­ tos distintos: La percepción empírica del hecho de
minada exclusivamente por el sentimiento de La Libertad y La de su inviolabilidad (1).
la dignidad que debe dirigir la vida en recíproca El segundo punto de la doctrina de la Moral
relación de derechos y deberes entre séres mo­ independiente se refiere á la indagación del fun­
rales; y 3.°, la consideración de la ley moral que damento de la Moral, necesario para la regula-
reconocen á póster iori,—negando toda concep­ rizacion de las acciones humanas. Decididos á
ción racional—mediante la observación del prin­ mostrar la inutilidad de toda realidad trascen­
cipio regulador de todas las relaciones que unen dente, resueltos á negar todo objeto absoluto y
á los séres libres. Se ve, pues, que la origina­ deseosos de encerrar la vida toda en el moví-
lidad de esta escuela consiste en emancipar la
Moral de la Filosofía, constituyéndola como una (1) «La realidad de la justicia no se concibe sino en la facul­
ciencia positiva y especial, que funda en un hecho tad del yo individual, que sin saín1 de su fuero íntimo siente su
dignidad, en la persona del prójimo con la misma vivacidad que
de experiencia, cuya elevación á la ley y aplica­ la siente en su propia persona.»—P. J. Proudhon. De la Justice
dans la Révolution et dans 1‘Eglise.
ción á las relaciones forma toda la construcción «La moral es independiente de toda filosofía trascendente y su
independencia consiste en la naturaleza del hecho primitivo, irre­
científica. ductible, que la constituye, la libertad, que no es para nosotros un
fantasma ilusorio que reside en esferas nebulosas, sino que es un
Consideremos atentamente esta trilogía del Hecho humano, que aislamos por abstracción para analizarlo.»—
hecho, del fundamento y de la ley de la Moral C. Coignet, La Morale indépendante dans son principe et dans son
objet.
independiente. . «Para que la moral tenga condiciones de fijeza y universalidad es
necesario que descanse en un hecho probado, patente, sensible á
Desechando toda concepción racional exterior todos, al sabio como al ignorante, hecho que todo individuo, á
ménos que haya cesado de ser hombre, compruebe en sí mis­
ó superior al hombre, se halla su cualidad moral mo. Este hecho es que el hombre es un sér libre y responsable;
es decir, una persona, ó al ménos que se concibe tal.»—Mr,
en La Libertad , hecho humano por excelencia Massol, Journal delà Morale indépendante, numero premier.
accesible á todos por la experiencia personal. «Nosotros fundamos ' nuestra moral en dos hechos psicológi­
cos, el hecho de la libertad y el hecho de que esta libertad nos
Así se erige la Moral en ciencia positiva, emanci­ aparece como sagrada ¿ inviolable, priacipiode todo deber y de
todo derecho.»—Mr. Morin, Journal de la Marale indépendante
pándose de toda idea ó sentimiento indefinido, del 17 de Junio de 1866.


ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFIA 35
34
miento relativo y constante del progreso, los de considerar como basé de su doctrina la per­
partidarios de la Moral independiente afirman cepción empírica de la libertad y su inviolabili­
que la moralidad no tiene más fundamento que dad, refiere la libertad á la justicia como la li­
la personalidad humana y la reciprocidad con­ bertad que á sí propia se regula en virtud de
dicional de relaciones en que ésta se halla cons­ una ley que ella misma dá y cumple. Por consi­
tituida, donde se halla la Justicia como inma­ guiente, la libertad, hallando la base de la indi­
nente en el hombre. De modo que para poder, vidualidad en el derecho y en la obligación, fun­
seguu ellos, aseverar la libre independencia del da la sociedad en la igualdad de derechos y en la
hombre, es necesario que éste no obedezca á reciprocidad de obligaciones, y hace al hombre
nadie más que á sí mismo, reconociéndose como el creador de la Moral. Las consecuencias que se
autor del farden de derechos y obligaciones reci­ desprenden de este segundo punto, de la doctrina
procas que le unen con sus semejantes. Siendo son: que el fuñí amen to de la Moral radica en el
idénticos el sujeto y el objeto de la Moral, no hombre y el derecho y el deber en la reciprocidad,
hay más regla de conducta ni más criterio para de relaciones (1).
La última afirmación de la nueva escuela, con­
apreciar las acciones que el hombre mismo, con
lo cual el sentimiento individual y la conciencia secuencia de las anteriores, se refiere á la natu­
subjetiva quedan como el Tínico juez de la vida. raleza de la ley moral. Fieles al fin que se han
Además, como el hombre se reconoce con digni­ propuesto, negando lo absoluto eu la realidad y
dad personal, halla su propio derecho en el respeto lo racional é intuitivo en la ciencia, los partida-
que á esta dignidad deben todos sus semejantes,
quienes á su vez deben igualmente ser respetados si el hombre en presencia del hombre lo 0^170 para su persona,
por justa relación de reciprocidad, en la cual por esto mismo siente forzosamente que igual respeto es exigible
por los demás y debido á los demás» Tales el origen del derecho
se funda el deber, ó sea el derecho reconocido en y del deber, que no es sino el derecho recoaooido en otro.»—M.
Massol. Journal de la Morale indépendante, nùmero premier
otro (1). De suerte que la nueva escuela, después (1) <E1 principio de regularizacion de las relaciones humanas^
que -s lo que llamamos justicia, no puede estar fuera del hombre,
sino que está en la concieuc'.a del sugeto jurídico, idéntico al
¡11 Da la definición de la justiciase deduce la del derecho y la hombre mismo.»—Peoudhon. Dd la Justice dans la Revolution et
dans 1‘ Eglise.
del deber. El derecho es la facultad para cada uno de exigir a los «La moral resideen el hombre y solo en él... La persona hu­
demás el respeto de la dignidad humana en su persona, y ei deber mana, la persona libre y responsable, la persona respetada y obli­
la oblio-acion para cada uno de respetar esta dignidad. En el fondo
derechoy deber son términos idénticos, no difieren sino en elsu- gada al respeto, tal es' el fundamento de la moral. - Todo parte,
jeto vo ó tú,-en quien la dignidad esta comprometida.» r J. pues, de la persona humana y todo vuelve á ella, y la sociedad no
tiene otro objeto que garantirla y '-econocerla. La justicia no tien«
PaoüDHON, Dz la Justice dans la Révo'ution et dans l Jzglise. nada de ontològico, no se refiere á un principio primero, ni á un
«Como libre y responsable, todo sér humano protesta contra to­ Sér creador, tiene su fundamento en el hombre.»-—C. Coignbt. La,
da violencia bajo cualquier forma, donde nace e. sentimiento ti­ Morale indépendante dans son principe et dans son objet.
sú dignidad, del respeto que se de’>e a sí mismo. Pero este respeto as
5

36 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 37
ríos de la Moral independiente combaten el co­ halla en el hombre, siendo por tanto ley subje­
nocimiento ápriori de la ley moral, que quieren tiva (1).
reconocer mediante generalización de los heehos Tales son los pensamientos capitales que des­
observados. La ley moral es la libertad mis­ cubrimos en la doctrina de la Moral indepen­
ma cumplida como principio regulador de las diente. En términos casi idénticos los expone
acciones humanas, ó sea la Justicia ó el res­ F. Pillon en su estudio sobre la Morale indépen­
peto á la libertad de todos y á la de uno mis dante et le principe de dignité. «La concepeion
mo, mediante el cumplimiento de los dere­ proudhoniana de la moral, dice, adoptada por
chos y deberes. Pero como el derecho y el de­ Mr. Massol y sus colaboradores, puede resumirse
ber son conocidos empíricamente, de aquí que en las proposiciones siguientes: Primera, la mo­
la ley moral no pueda ser conocida sino á poste­ ral no se apoya ni sobre la revelación externa ó
riori. Así yo percibo el hecho de la libertad y el' interna de un mandato divino, ni sobre una idea
hecho de la conciencia moral, que declara esta metafísica ó ápriori-. sino sobre un hecho de ex­
libertad inviolable; pues cuando mi conciencia periencia psicológica, el sentimiento expontáneo
proclama sagrada mi libertad, reconozco el dere­ dé la dignidad personal: Segunda, el sentimiento
cho que tengo á ella, y cuando proclama la liber­ de la dignidad personal, tomado por base de la
tad de los demás, tan sagrada como la mia, reco­ moral, excluye la moral utilitaria de Helvetiusy
nozco el deber que tengo de respetarla. De modo de Bentham, la moral teocrática de todas las re­
que la necesidad de repetar la libertad en mí y ligiones, áun de la religión dicha natural y la
después en todos mis semejantes, que es en lo
que consiste la Justicia, constituye la ley de la
vida moral, reconocida por tanto empíricamente (1) «Tratar la moral por la religión es corromperla. Para evi­
tarlo es necesario abstenerse de t da especulación ontológica y
en su existencia condicional y recíproca. Inda­ religiosa, no hacer nnnea intervenir la idea de Dios ó del alma la
autoridad de la revelación, el temor á Satanás ó la esperanza en
gada empíricamente la ley moral como ley in­ la vida eterna. Es necesario observar atentamente los hechos,
analizarlos con exactitud, definirlos justamente, clasificarlos con
ductiva, negándola por consecuencia todo fun­ método y no afirmar nada que no pueda confirmar siempre la ex­
damento trascendente y fundándola en la justi­ periencia.«—P. J. Pboudhon. Le la Justice dans la dévolution et
dans l'Eghse.
cia, claro es que el hombre mismo hace y da, á «En tanto que la metafísica, para llegar á la demostración de
su principio ápriori, establece una jerarquía confusa enque todos
la vez que cumple, la ley moral de su vida. Las los términos son preferidos arbitrariamente los unos á los otros
la Critica, que no tiene á la vista ningún principio á priori, no
conclusiones que de esto resultan son: que la constituye sino series separadas, cuyo origen y fin desdeña, pero
cuyos términos tedos se condicionan recíprocamente, y conduce
ley moral debe ser reconocida á posteriori como asi paso a paso al espíritu humano de la metafísica á la Ciencia »
—C. Coignet. La Morale indépendante dans son principe et dans
empírica é inductiva, y que su fundamento se son objet. 1 *
ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 39

moral altroista de A. Comte y de la filosofía po­ de su dignidad personal y de la reciprocidad de


sitivista (1): Tercera, el sentimiento de la digni­ relaciones en que está constituido. La ley que
dad personal coloca desde luego en el espíritu el rige estas relaciones la pone y cumple la misma
derecho, el cual es el principio y el deber: Cuar­ persona moral, y es por tanto ley puramente sub­
ta, este mismo sentimiento, generalizándose, nos jetiva, que no necesita una existencia trascen­
hace pasar del deber de respetar al de hacer res­ dente ni exterior al hombre. Y así como toda la
petar, que se explica por la solidaridad de la dig­ vida mora! está en la determinación efectiva de
nidad que existe entre los hombres: Quinta, la fenómenos relativos en continuo movimiento y
moral halla en la conciencia una sanción inme­ progreso, así también la ciencia de las costum­
diata y suficiente, y no tiene necesidad ninguna bres es conocimiento de los fenómenos morales
de una sanción futura en el órden universal, im­ sin relación trascendente ni objetiva. Con seme­
plicando una vida ulterior.» jantes doctrinas aspira la nueva escuela á recon­
Excusando por ahora todo comentario á las ciliar todos los espíritus y traerlos á un concierto
doctrinas de la nueva escuela, preferimos dejar ordenado , en que cese toda división en el pensa­
indicadas sus capitales afirmaciones y tratar miento y toda discordia en la vida.
cada una de ellas de por sí. Todas pueden redu­ Expuesti en términos sumarios, pero fieles, la
cirse á pocas palabras. Percibimos empíricamente doctrina de la Moral independiente , pasemos
el hecho de la libertad y su inviolabilidad, en lo ahora á considerar cada una de sus capitales
cual nos reconocemos como séres morales. La afirmaciones, procurando juzgarlas, no con el
moral, ciencia positiva con base empírica y de criterio de otra teoría ó escuela, que pudiera ta­
observación inmediata, tiene por fundamento al charse de parcial y siemprese’úarelativo, dejando
hombre, quien en su naturaleza, se reconoce co­ la cuestión indecisa en la discorde y movible es­
mo sér moral con derechos y deberes que nacen fera de las opiniones; mas con el universal é in­
apelable de la conciencia en que todos los séres
racionales comulgamos.
(1) No oreemos cierto este segundo punto que Mr. Pillon se­ En este punto se ofrecerá ocasión favorable
ñala, áun cuando se estime como pretensión de los moralistas in­
dependientes, pues que su moral es ia misma délos positivistas, para examinar si la cualidad ética de la vida ra­
y sobre todo, la que profesan utilitarios i an decididos como John dica sólo en la condición subjetiva de la libertad,
Stuart Mili, Couercelle Senewit, que considera la utilidad como
principiode la moral, y -P. Sierebois, que en su libro de La Morale
fouillée dans ses fondements, se declara enemigo de todo io que sea
ó si tiene un fundamento objetivo, según el cual
ciencia ó conocimiento à priori, y establece para llenar el vacío la libertad misma se regule, la ley se afirme sobre
que ban dejado todas las teorías utiliarias, la siguiente série:
mterés personal, hábito, instinto moral, pasiones morales, orgullo las relaciones personales, y el deber subsista so­
moral.
40 DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 41
ESTUDIOS

bre la mera efectividad histórica de la condicio- nuestras acciones. Sin la libertad, las relaciones
nalidad recíproca entre los hombres. No ponemos del órden moral son enteramente inconcebibles:
desde luego la cuestión en la esfera trascendental; el mérito y el demérito, la virtud y el vicio, la
ántes bien reconocemos como un singular mérito propia estima y el remordimiento, son palabras
de la doctrina que juzgamos haber afirmado la in­ vanas y nociones ininteligibles.
manencia de la moralidad; pero se trata de saber La necesidad ineludible de considerar la liber­
si el órden ético de la vida trasciende de la con­ tad como la nota distintiva de la vida humana,
ciencia personal del sujeto, y se funda en un prin­ obliga en todo estudio moral á tratar siempre en
cipio absoluto, que es la ley eterna del deber. Sin primer lugar la cuestión de la libertad. En el
tai consideración, y limitando la vida moral á más llano y común sentido afirmamos, y sobre
este complejo tejido de las relaciones subjetivas, todo en el testimonio inmediato de la conciencia
nunca podrá mostrarse el verdadero carácter de sabemos que la libertad se refiere á la actividad,
lamoral, que, lejos de consistir en la reciprocidad propiedad que supone la unión de un elemento
correlativa del derecho y del deber, base sufi­ permanente y otro mudable, dados ambos en el
ciente tal vez para la estricta justicia, se apoya sór activo, que produce su vida, determinando
en la naturaleza absoluta de la ley del deber, en estados efectivos, y según la forma del tiem­
obligatoria para el hombre áun allí donde falta po, lo permanente de su naturaleza, en lo cual se
el derecho. De esta suerte se podrá después ex­ reconoce como causa libre. Donde se vé que no es
plicar razonadamente cómo es la cualidad fun­ la libertad un simple fenómeno, sino que es la
damental de la vida moral, no el egoísmo, sino forma en que determinamos nuestros actos, sien­
la abnegación-, no la utilidad, sino el desinterés do causa de ellos. En este respecto ha dicho muy
bien Kant: «afirmarse como causa primera de una
série de efectos es afirmar más que un fenóme­
IV- no, es llegar al noúmenos.» La afirmación de la
libertad supone en efecto el conocimiento de la
La primera afirmación en que se funda la teo­ esencia del hombre, no bastando para ello el co­
ría de la Moral independiente, es la declaración nocimiento del simple fenómeno.
del hecho de la libertad. Principio más que hecho, Si el hombre no supiera de sí mas que los
carácter fundamental y no cualidad contingente, hechos, ¿cómo afirmaria su libertad, que consis­
requiere la libertad ser examinada en todo su te en quedar propio y sustantivo en sí sobre la
valor, ya que ella da condición moral á todas determinación efectiva de sus estados? Y si la
42 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 43

mera experiencia ofrece constantemente ejem­ empíricamente la libertad: ésta no se manifiesta


plos de hombres esclavos de sus vicios y pasio­ toda ella en los hechos; sobre los cumplidos como
nes, que no pueden dominarse como se dice, esto sobre los que se han de cumplir, el hombre se
es, que no quedan señores, soberanos de sí mis­ sabe con poder para seguir siendo libre, cuyo po­
mos, en la sustantiva integridad de su poder so­ der, como tal y eterno, no puede mostrarse nun­
bre la realización de sus actos, con qué derecho ca en la experiencia. Así, contra lo que afirman
hablaríamos de libertad como cualidad inheren­ aquellos que estiman como base de la ciencia de
te al hecho de nuestra vida? O ¿es qué tendríamos las costumbres la percepción empírica de la li­
la experiencia por verdadera en un caso, y por bertad, enseña la verdadera Moral, la filosófica,
falsa en otro? ¿Por cuál nos decidiríamos? Qué que la libertad forma de la causalidad racional,
criterio es éste que así nos deja presa de la con­ no puede ser percibida empíricamente, sino que
tradicción y de la duda? Para llegar á una afir­ debe ser reconocida inmediatamente en la con­
mación siquiera asertórica, y cuenta que la exis­ ciencia y absolutamente en la razón, con lo cual
tencia de la Moral es apodictica, necesitaríamos se afirma á la vez que el valor inmanente (pero
penetrar en la esencia misma del hecho, sin lo no sólo empírico ni subjetivo) de la libertad, el
cualno es posible saber en que está verdaderamen­ trascendente en principio absoluto que rige y de­
te la libertad; y esto no cabe en la pura experien­ termina la producción de todos los hechos libres
cia que la nueva escuela erige en único princi­ en la vida. Así también se halla la conformidad
pio regenerador de las costumbres. Si queremos del dato empírico con el racional, reconociendo
juzgar cuándo la experiencia dice verdad y cuán­ que la experiencia no contradice nunca total­
do no, necesitamos recurrir ála razón como prin mente el concepto filosófico ó eterno de la liber­
cipio superior del juicio moral. De esta suerte se tad como forma de nuestra causalidad en la vida.
halla que si la doctrina de la Moral independiente Si no ha de concebirse la libertad como algo
quiere asentar bajo base cierta la cualidad ética advenedizo y accidental en el sér moral, el he­
de las acciones humanas, tiene que caer* en fla­ cho de ser libre ha de suponer la propiedad de
grante delito de metafísica, según lo exige la causar libremente aquellos estados en que tal
naturaleza racional de la libertad. cualidad reconoce la observación empírica, deter­
Fácil es ahora comprender con cuánta preci­ minada siempre según el último límite en que
pitación pretenden los partidarios de la nueva producimos efectivamente nuestra esencia. Como
escuela que la moral se emancipe ó mejor divor • se ve, no es meramente subjetivo el principio
cié de la filosofía. En vano se aspira á conocer de la libertad ni la justicia, que es su ley, según
44 ESTUDX03 DE MORAL Y DE FILOSOFÍ A 45

la concepción de la moral y el derecho caracte­ En medio de la solicitud de intereses opuestos


rístico de la doctrina de Proudhon, tiene por úni­ y del impulso de contrarios motivos, es y queda
co fundamento la relación entre personas, pues libre el hombre, no porque le sea indiferente
que reconocemos la libertad en la múltiple é in­ obrar de uno ú otro modo, sino porque, como cau­
finita variedad de las relaciones de nuestra pro­ sa propia de sus actos, tiene el poder de resistir
pia conciencia, que recibe y se hace íntimo el ór- á todo móvil extraño y obedecer sólo á la ley de
den moral. Por la conciencia, y en ella nos sa­ su naturaleza. Los esfuerzos empleados para
bemos absolutamente de las leyes que rigen el vencer los obstáculos que Se le oponen en la vida,
órden moral y que nos hacen concebir la libertad indican cómo no es el hombre indiferente al bien
como realidad trascendente, sin lo cual sería una ó al mal, pues que sér cónscio de sí, sabe que
arbitrariedad anárquica la cualidad moral del puede obrar siembre conforme al bien, con cuya
hombre. Elevando el hombre con propia dirección sola condición es libre-, y si en el hecho produce
y esfuerzo su conciencia al principio ab&oluto del el mal libremente, pronto la voz intima de su
órden universal de la vida, podrá hacer que toda conciencia, sancionando con el remordimiento la
su libre actividad converja al cumplimiento de ley moral, le dice que al dejarse llevar por im­
su fin, y concertar así como causa racional la pulsos extraños y no tomar por móvil determi­
inmanencia y la trascendencia del principio de la nante de su acción lo único que puede hacerle
libertad humana. Con este sentido adquirimos libre, que es el cumplimiento del bien, ha nega­
plena seguridad de que la libertad no radica me­ do su propio sér y ha determinado ilegítimamen­
ramente en el hombre y hallamos la certidumbre te su actividad. Es irracional afirmar que con­
necesaria para asegurar que, teniendo la libertad sista la libertad en obrar sin motivos, cual si
un fundamento superior, es verdaderamente in­ nuestra voluntad fuera una fuerza ciega, y nues­
violable, porque ella se cumple áun á pesar de los tra alma obedeciera como simple autómata á
vanos esfuerzos que puedan hacerse para negar­ cualquier motivo que la solicitára á obrar. La
la, y porque implica necesariamente una ley ra­
cional, cuyo justo y bondadoso imperio se impo­ la invisible cadena que refiere los efectos á las causas; su error
contrario á la ley engendra consecuencias conformes a la ley,
ne á todos los hombres, sin excepción alguna, qne le vuelven á ella por el dolor. Para que el órden universal
subsista, es inevitable que expiemos nuestras faltas: dura lex¡
como una divina necesidad (1). sed lex. La libertad humana consiste, no en destruir la lógica
universal, sino en aceptarla. Abandonamos frecuentemente la
razón; ella no nos abandona nunca: el mas poderoso entre los
(1) El hombre Duede ser inconsecuente, es el privilegio de su hombres es el más impotente é insensato, cuando ataca la verdad
libertad; pero sus inconsecuencias no le hacen salir sino aparen­ délas cosas: diucunt volentern fata, nolentcm trahunt.*—Dollfus.
temente de la razón de las cosas, no puede romper en ningún punto De la Natu/re humaine.
46 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 47

libertad humana coexiste con la ley divina del pírica. Kant hace también la moral subjetiva,
bien, que la confirma, ordena y regula dentro de según lo prueba la forma de su imperativo cate­
un órden superior. El hombre vive con otros sé- górico: «obra siempre según una máxima tal,
res libres como él, y si sobre la libertad de cada »que puedas desear que sea ley universal;» pero
uno no hubiera un principio de unión y depen­ afirma al ménos la realidad de las ideas morales
dencia recíproca, cada cual obraría al azar, y la en el sujeto que las piensa, aunque luego les
colisión permanente de la libertad impediría to­ niegue valor objetivo, llegando á decir: «que el
do órden y armonía en el mundo. Por esto no »sentimiento del deber en el fondo de nuestros
contradice, ántes bien confirma nuestra libertad »corazones y el cielo estrellado por cima de nues-
el Principio absoluto de la vida, que ordena to­ »tras cabezas, son los dos espectáculos más ad-
das las relaciones y la libertad misma. No es »mirables del universo.» Se concibe la sustanti-
verdad, como pretenden los moralistas indepen­ vidad de la moral en el sujeto mediante las ideas;
dientes, que sólo siendo inmanente la libertad se pero es inconcebible, si, como la nueva escuela
puede jser libre, y que en el momento que el hom­ pretende, se reduce á la relación empírica el
bre obedece á otra cosa que al hombre mismo ya criterio de las costumbres.
es esclavo (1). ¿Quién determinará hasta dónde No; la Moral no es sólo subjetiva y mucho mé­
llega la libertad de cada uno si el hombre es, nos empírica, como contradiciéndose sin • duda
como dice Coignet, la causa creadora de su pro­ lo afirma el más eriticista y ménos empírico de
pio fin?¿Bastará para la eondicionalidad exterior los moralistas independientes, Coignet, quien
la propia estima que cada cual haga de su liber­ combatiendo áMr. Barries, redactor de La Scien­
tad? ¿No querrá cada cual traspasar los límites ce Sociale, dice en el Journal ífc la Morale indé­
de sus atribuciones? Estas y otras dificultades pendante del 5 de Mayo de 1867: «O la Moral no
nacen, como consecuencia necesaria, del empeño »es sino una palabra, ó es otra cosa que un atrac­
en no reconocer realidad ninguna trascendente, tivo opuesto á otro atracti vo. Los motivos mora­
y del afan con que se aspira á constituir subjeti­ rles son á nuestros ojos esencialmente diferentes
vamente, la moral y á estimarla como ciencia em- »de los atractivosjnatúrales; tienen otra fuente...
» La obligación moral es uniforme para todos, es un
»mandato, que no admite ni discusión ni cálculo,
(1) «La libertad moral no se refiere á un órden anterior y ulte­
rior al hombre que se llama la voluntad de Dios ó la ley universal »la obligación moral es una ley invariable de la
del mundo, sino que ella misma constituye el órden humano. El »conciencia.» Tales palabras muestran el triple
hombre es libre, porque es la causa creadora y el agrente respon­
sable de un fin que le es propio.» —C. Coignet, La Moral indépen- carácter imperativo, absoluto y universal de la ley
dante dans son principe et dans son ohjet.
48 ESTUDIOS
DE MODAL Y DE FILOSOFÍA 49

moral, que no puede haber sido deducido por yan sus afirmaciones en este razonamiento, que
Coignet de premisas experimentales. seduce por la altiva virilidad que rebosa. La ley
No basta, para formar el criterio moral, la per­ moral sería una ley de servidumbre si viniera de
cepción empírica; no es la libertad un mero he­ otra parte que de nuestra voluntad, y el hombre,
cho subjetivo, sino una propiedad formal, que con á ménos de ser un esclavo, no debe obedecer sino
ser inmanente en la conciencia, es indivisamente á sí mismo, á su propio fin, del cual es la causa
trascendente en la Razón, en cuya cualidad sin­ creadora. Es en vano buscar un ideal superior y
tética radican precisamente su esencial confor­ eterno, porque el ideal no es, se hace-, y es abs­
midad con la ley objetiva del Bien y su absoluta tracto idealismo afirmar la supremidad de la ley,
inviolabilidad. Quien desconozca ó niegue la in­ siendo sólo el sentimiento de la propia dignidad
manencia de la libertad, despoja de la dignidad individual la única medida y la exclusiva regla
moral al hombre; quien desconozca ó niegue su de todas las relaciones.
trascendencia, presumiendo robustecerla, lamu- Examinemos este pensamiento, que disputa hoy
tlia, y al suplantar su fundamento real por con ventaja el imperio de las conciencias al dog­
una relación abstracta, aunque el pretencioso tí­ matismo racional.
tulo de ¡positiva la asigne, la degrada y pervierte, La inmanencia de la Moral es una concepción
porque disuelve el orden moral en el atonismo tomada de la doctrina hegeliana. Hegel concibió
de relaciones subjetivas. idealmente el principio de la realidad como lo
puramente abstracto (el ser es la nada) que ad­
quiere existencia en la determinación, y explicó
V. la vida sintetizándola en el processus ó evolución
continua de las determinaciones de la idea (el
El segundo punto en que se apoya la construc­ ser es el suceder), que es por tanto inherente é
ción de la Moral independiente consiste en afir­ inmanente en el sér mismo que vive.
mar la inmanencia del fundamento de la moral, Ahora bien, el suceder y la determinación se
procedente sólo del sentimiento de la dignidad, piensan de la actividad como en la relación del
qu debe dirigir la vida en la recíproca relación sér que hace á lo esencial dado para el hacer lo
de derechos y deberes entre los agentes libres. factible, que no es creado por el sujeto, sino ab­
De esto deducen después la necesidad de conocer soluta y eternamente dado para la realización
la ley moral á, posterior i. efectiva mediante determinaciones temporales,
Los partidarios de la Moral independiente apo­ como el objeto y fin en que la actividad se cuín-
50 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 51
pie y termina. Reconociendo la necesidad ineludi­ lidad sin mas esencia que laque le prestára la
ble de los supuestos, que exige la actividad, se intención del sujeto. Es enteramente cierto que
concibe fácilmente cómo es esta inmanente y el hombre, en cuanto quiere el bien con pureza de
trascendente á la vez, resultando patente el error motivo y recta intención, es moral, áun cuando
de afirmar la inmanencia como exclusiva de toda yerre en su aplicación: Qwidquid agant homines
trascendencia. Es sin duda inmanente el fin de la intentio judicat pero es igualmente indu­
vida, porque sólo es posible efectuar lo que so­ dable que esto no basta para la plena afirmación
mos en propiedad, ó relación-, mas en esto mismo del órden ético, restando saber si el bien se cum
es trascendente, porque nuestra esencia misma pie conforme á su ley objetiva, en la cual radica
es dada y en la conciencia propiamente recibida, el principio absoluto de la vida moral, que no pi­
como fundada en principio que de nosotros abso­ de sólo pureza en el sujeto, sino verdad en el cri­
lutamente trasciende, sabiendo todos en auténti • terio y eficacia en la obra. En lo que dejamos di­
co testimonio que no es nuestra esencia la una cho se apoya la necesidad de que la ciencia y el
y toda esencia, cuanto ménos que seamos autores arte sean elementos constitutivos de la virtud, y
y creadores de ella como objeto de nuestra acti­ lo que es más que, la cabal pureza de intención
vidad. De lo dicho claramente se deduce que la no se dé tampoco sin ellos; que nunca fué la ino­
inmanencia supone necesariamente la trascenden­ cencia el ideal de la moralidad.
cia, como el sér es ántes que el hacer en razón Por consecuencia, no pudiendo ser el criterio
de la actividad misma. Así se comprende fácil­ moral meramente subjetivo, como tampoco tras­
mente que el fin y ley de nuestra vida tienen un cendental, sino inmanente-traseendente en inter­
principio absoluto y nacen de un origen puro y na composición bajo principio absoluto, sólo pue­
de una fuente viva que, léjos de humillar, glori­ de reconocerse en la razón como fuente real de
fican la dignidad humana, estando, en verdad, la conocimiento en unidad sobre toda oposición de
humillación para el hombre en sustraerse á esta idea y experiencia. Así podemos formular losywí-
ley y en servir á relaciones propias ó extrañas cios sintéticos á priori con el valor absoluto que
contra la sustantividad del /z» mismo, único se­ la conciencia moral exige, y á que jamás alcanza
guro de la libertad racional. el criterio empírico de la nueva escuela. Preten­
Repugna, pues, á la índole sintética de la Mo­ den sus partidarios dar fuerza obligatoria al
ral erigir en criterio de la bondad de las acciones bien, partiendo del sentimiento espontáneo de la
la conciencia subjetiva, que haría el bien cosa dignidad; porque «el hombre en faz del hombre
cambiable continuamente y la moralidad una cua- »afirma la dignidad, la inviolabilidad de la perso-
6
52 ESTUDIOS DE MOHAL Y DE FILOSOFÍA 53

»na humana en sí y en otro, y porque la persona el bien como fundamento real de aquella varie­
»libreyresponsable, respetada y obligada al respe- dad orgánica sobre la relativa y personal apre­
»to, es el fundamento de la moral.»De semejantes ciación de cada sujetó? ¿Qué importa que el sen­
afirmaciones deducen, confundiendo la Moralidad timiento de la dignidad os lleve á respetar el de­
y la Justicia, su célebre teoría del derecho y recho en otro hombre, si en esta mera relación
del deber, que radica sólo en la reciprocidad, egoista no se halla un principio que determine la
base relativa y estrecha que niega en parte la obligación recíproca? ¿Cómo un sentimiento es­
pureza de intención que debe dominar siempre pontáneo personal llega á convertirse en deber
en el cumplimiento del imperativo absoluto del cuando éste es de ley absoluta y eterna?
deber, y que no desaparece porque falte la justa No: la obligación moral no es un sentimiento,
reciprocidad. Tal consideración del fundamento es un imperativo absoluto y categórico de la ra­
de moralidad en la dignidad recíproca excluiría, zón, que manda cumplir la ley moral, á veces
aunque bajo otro respecto que la doctrina espiri­ contra el sentimiento personal mismo. ¿Qué seria
tualista dogmática, toda una esfera de deberes, sin esto de la abnegación, el grado más alto de la
relativa á la Naturaleza y á los séres no -raciona­ virtud moral y que rinde á todos los hombres á
les, con los cuales no se da la reciprocidad. Y es, incondicional respeto? No negamos que al deber
como se ve, á más de meramente, subjetiva, base acompañe el sentimiento de la dignidad y que
insuficiente, no ya para laMoral, sino hasta para éste sea un auxiliar y áun revelador de aquel;
el Derecho. mas no por esto estamos autorizados á afirmar
Si el sentimiento de la dignidad fuera la única que el deber procede de este sentimiento. Si la
base de la Moral, habria de traducirse en ésta el ley moral apoya toda su fuerza obligatoria en el
carácter individual subjetivo y áun inefable del sentimiento de la dignidad, ¿cómo afirmar la in­
sentimiento, declinando entónces la cualidad éti­ mutabilidad y universalidad de la ley moral? El
ca, rasgo distintivo de la vida racional, en una sentimiento de la dignidad, en cuanto participa
verdadera anarquía que la reciprocidad de lasre- déla Índole de todo móvil afectivo é interesado,
laciones, falta de un principio fundamental, no no es invariable ni uniforme, y tanto más carece
bastaría á contener. Ni ¿cómo las variadas y va­ de la identidad y permanencia, necesarias para
riables infinitas relaciones de la vida pudieran formular los juicios morales, cuanto más se le
concertarse en un recto sistema, como el órden despoja de su elemento racional, reduciéndolo á
moral exige y la aspiración de la sana razón co­ una relación subjetiva.
mún persigue, si no se afirmára substantivamente El propósito de construir la Moral prescindien-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 55
54 ESTUDIOS

que en el curso del tiempo se suceden; existe


do de toda especulación filosófica y eu atención
eternamente y es regido por principios absolu­
sólo á la experiencia es irrealizable, porque la
tos, en cuyo claro conocimiento puede orientarse
percepción empírica del sentimiento de la digni­
el hombre para no perderse ni disiparse en el
dad no puede autorizar á nadie para deducir el
torbellino de las inclinaciones egoístas, ni caer
derecho y el deber como principio que fuerce á
en la anarquía del atomismo individual. Y no
incondicional obligación Los que condenan á re­
hay que rebajar la importancia de la cuestión
legación perpétua todo lo que no sea observación como algunos de los nuevos moralistas pieten-
empírica, ó de ella no proceda exclusivamente, den, limitando su atención á los meros resulta­
tienen, so pena de contradicción, que negar los
dos prácticos; que no es posible una conducta
caractères de la ley moral, porque lo inmutabley
racional conforme á nuestro fin en el mundo, sin
necesario excede de los límites de la experiencia, educar la conciencia en el conocimiento de los
y queda para siempre inasequible al procedi­
principios y de las leyes eternas que rigen el ar­
miento abstracto de la inducción. Así lo temen
algunos de los nuevos moralistas, quienes, pre­ monioso concierto de la realidad y de la vida.
No es posible fundar la Ciencia de las costum­
sumiendo salvar su situación difícil insostenible,
bres en la observación empírica del sentimiento
ántes que declarar incapaz la experiencia para
de la dignidad; ni la reciprocidad del mismo en­
hallar la regla de las costumbres de la vida, pre­
tre los individuos humanos que, confundiendo
fieren, con mengua dé la Ciencia y mutilación del
la esfera de la moral con el derecho, se pretende
sistema de la Etica, eliminar de su jurisdicción erigir en fundamento de justicia, puede afirmal se
el exámen de las fuentes del conocimiento moral. sobre un mero sentimiento subjetivo. Léjos de
Si el órden moral no se fundára en absolutos proceder del sujeto, el bien se impone como el
principios objetivos, si el deber no tuviera más imperativo absoluto del deber, que sólo la razón
base que las relaciones subjetivas, si nuestro
destino, careciendo de fundamento y ley esencial, conoce.
Concibiendo racionalmente el bien como fin
se redujera al puro suceder, ¿cómo podría existir absoluto de nuestra vida, y su realización por
la vida moral? ¿Qué criterio habría para regular puro motivo del bien mismo como la ley eterna
las relaciones y dirigir nuestra conducta? ¿Cómo de nuestra conducta moral, tenemos conciencia
puédela experiencia, encerrada en el límite in­ de que podemos cumplir aquél y obedecer á ésta,
franqueable del hecho, afirmar lo que debe sert ó de servir al uno y violar la otra como séres li­
No: el órden moral no es un mero resultado de bres, aunque no nos es dado tener otro fin ni
relaciones subjetivas, ni ménos de los hechos
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 57
56 ESTUDIOS

vivir bajo el imperio de otra ley. Cumplida ó vio­


lada la ley moral, se determina la relación sub- VI
jetivo-objetiva del mérito: si el hombre ha cum­
plido libremente el deber, ha merecido; ha des­
La última afirmación de la nueva escuela se
merecido, si ha preferido al deber su interés ó
refiere á la naturaleza ds la ley moral, cuyo co­
su placer. El mérito y el demérito son, pues»
nocimiento á priori declaran imposible, fundán­
concepciones racionales, que no proceden prime­
ramente de la experiencia, sino de la razón, dola en la generalización de los hechos obser­
mediante la cual formulamos diariamente juicios vados.
sobre el valor de las acciones humanas. Proclamar que la inducción es la base del Co­
nocimiento moral, implica el olvido absoluto de
La plenitud en la realización y cumplimiento
de nuestro fin constituye primeramente la con­
la índole propia del orden moral, que no está su­
jeto exclusivamente á la experiencia y que no es
ciencia de la propia dignidad y, mediante la san­ cognose'ble, alménos en su carácter necesario,
ción de la ley, que racionalmente esperamos ver
por medio de ningún procedimiento intelectual.
cumplida, aspiramos á la felicidad como el es­
Además, pudieran notar los defensores de la
tado de íntima satisfacción en la posesión del
generalización inductiva de los hechos morales»
bien. No decimos, por esto, que sea la esperanza
que si éstos se producen según leyes, es con
ó el temor á la sanción el motivo que deba de­
entera evidencia; porque tales leyes rigen y or­
terminar al sujeto; ántes por lo contrario, la
denan la producción de los hechos, en cuanto
sustantividad del fin, que la razón declara, exige
que el bien se cumpla por el bien mismo, sin aten­ preexisten respecto á ellos.
der á relación ninguna extraña, ni preocuparse No es posible, en moral ménos que en ninguna
del resultado inmediato. Mas en la convicción otra ciencia, admitir el criterio empírico; porque
la experiencia nunca llega á proporcionar1 el co­
de que la ley subsiste y se afirma absolutamente
sóbrela voluntad del sujeto, debiendo la volun­ nocimiento de las reglas permanentes de nuestra
tad perversa sufrir en la continuidad de la vida conducta moral.
Las nuevas escuelas afirman, sin fundamento
las consecuencias del mal moral, hasta que se
purifique, regenere y salve mediante propio y para ello, que no hay más ciencia que la de la
doloroso esfuerzo, puede sin mengua de la pure­ experiencia, sin hacer siquiera la distinción que
za moral animar al hombre la racional esperanza señala el mismo Aristóteles en sus Analíticas,
en la definitiva armonía del bien y la felicidad. cuando dice: «La observación sensible conoce lo
58 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 59

» que es aquí, allí, con tal ó cuál modo; pero es ser conocida inductivamente por lo que es en el
»imposible que conozca lo que es en todas partes hecho, sino en lo que debe ser por conocimiento á
»y siempre;» frases que suponen como necesa­ priori, y mediante los principios absolutos y ca­
rias las verdades primeras, base de todo razona­ tegóricos que, presentes eternamente en la Ra­
miento, zón, pueden ser reconocidos por la Conciencia
Y si en las ciencias naturales puede la expe­ humana, para saber la ley que está obligada á
riencia ofrecer datos de que, partiendo de una cumplir.
inducción legitima, resulten conocimientos gene­ Después de estas consideraciones, ¿podrá soste­
rales y permanentes, cuando se la exige su cri­ nerse que la ley moral se reconoce á posteriori
terio moral, pretendiendo que la ciencia de las como un producto de la generalización ó del
costumbres arranque toda ella de los hechos, y método inductivo? Tal es, sin embargo, la aspira­
se constituya empíricamente, aparece su radical ción de los nuevos moralistas, que no reparan en
impotencia, porque el órden ético es contrario que erigir la experiencia en norma de nuestra
en su naturaleza y ley al mundo material. conducta, equivale á abrir paso al escepticismo y
Las leyes físicas, en cierto sentido, son fatales-, autorizar, ante la diversidad de costumbres en
son lo que deben ser, cada hecho confirma nece­ los diferentes pueblos y según el curso de los
sariamente su ley, por lo cual se puede inducir tiempos, la negación de la existencia de una ley
á ésta desde los hechos; tal es la razón de la im­ moral universal y necesaria.
portancia del método experimental para cons­ Por ser impotente la experiencia para librar
truir las Ciencias naturales. No sucede otro la moral de la duda, tienen que invadir la esfera
tanto en el mundo moral, en el cual coexiste la de las ideas los mismos que relegan todo conoci­
libertad con la ley, que puede ser contradicha miento á priori, y afirmar leyes, proclamar prin­
por los hechos morales, no dando estos, por con­ cipios y determinar un fin á la obra de la vida,
secuencia, la certidumbre necesaria para ele­ pretendiendo en vano, para salvar aparentemen­
varnos de su observación al concepto de la ley. te su contradicción, qne forman inductivamente
Indagada ésta empírica é inductivamente, la aquellos conceptos racionales (1). La inducción
conoceríamos sólo de un modo parcial, en aquello
en que se manifiesta en los hechos, ya contradi­ (1) En vano los redactores de la Moral independiente pretenden
prescindir en Moral de ide»s á priori, y preten-ien librar á la Mo­
cha, ya confirmada; pero quedaría desconocida en ral de la nuda, fundándola en hn hecho observable y verificable.
todo aquello que trasciende del hecho, en loque El lenguaje mismo, oponiendo el derecho al hecho, protesta contra
esta pretensión. Lo que debe ser (en el sentido moral) no esta con-
la ley debe ser. Por esto la ley moral no puede '.enido en lo que es, no puede deducirse de lo que es. Lo que es se
00 ESTUDIOS de moral y de filosofía 61

es, como queda probado, impotente para llegar el conocimiento debe tener por única garantía
al conocimiento de la ley moral, porque la obser­ de su formación la realidad de lo conocido, há-
vación de los hechos y la consiguiente, generali­ cia la cual llama más poderosamente que nunca
zación de el'os no dice más que lo qv,e es, y nunca la atención del indagador, como se muestra en
lo gue debe ser, no pudiendo dar más regla de los progresos hechos en las ciencias naturales,
conducta que la inmoral teoría de los hechos donde impera casi exclusivamente en toda la di­
consumado versidad de sus matices, olvida que parte en to­
Por consecuencia, la realidad de la ley morales das sus proposiciones fundamentales de un con­
inasequible por el procedimiento inductivo: el cepto relativo del conocimiento que hace siem­
fin, el bien, la libertad, el deber, el mérito, cuan­ pre transitivo para el sujeto, ignora ó pretende
tos términos en suma se componen en la, Etica, ignorar que existe otra realidad más que la del
no son meros hechos ni nudas relaciones empíri­ heeho y se incapacita, negándose á usar otros
co-subjetivas; sino que constituyen la esencia procedimientos que los empíricos, para resolver
misma de la efectividad siendo el elemento ab­ las cuestiones de mas vital interés en la Filoso­
soluto y permanente de la vida. fía natural. Exigirle, reconociendo sus justos tí­
tulos á un sério exámeu, que cese en sus intran­
sigencias empíricas; aceptar como legítima su
Vil. aparición y como útil su desarrollo para aportar
ála cultura común la riqueza incomensurable de
Al concluir este estudio, debemos resumir sus sus datos, y esforzarse por mostrarle que su re­
resultados, y repetir algunas de las conclusiones sultado final, á pesar de su pretendida guerra á
que quedan ya implícitamente expuestas en lo las ideas, ha sido comprobar por completo lo ya
anterior. presentido en la filosofía respecto á la anima­
Respecto á su tésis general, si el Positivismo ción de lo natural y orgánico, y á la vida univer­
representa un progreso indudable contra las ten­ sal de la naturaleza, compenetrada toda ella pol­
dencias arbitrarias del entendimiento humano, las ideas, nos parece obra meritoria, que puede
si confiesa y demuestra con entera verdad que gradualmente preparar una superior síntesis y
concierto de todas las direcciones opuestas del
ve, se toca, se verifica, lo que debe ser escapa á toda verificación, pensamiento, y en virtud de la cual sea asequible
á toda observación. En su materia como en su forma, la Moral
traspasa el positivismo experimental, y si hay ideas que pueden para el hombre determinar una composición que
ser llamadas metafísicas, son ant* todo, las ideas m >rales.»— P. Pil- haga cesar la antítesis existente hoy entre la
Lqx, La Morale indépendante et le principe de dignité.
DE JiIOBAL V DE FILOSOFÍA 63
62 ESTUDIOS

ciencia y la filosofía, entre el sábio y el filósofo. dad subjetiva, y suprimido en el cumplimien­


Para dicha obra trabajan de consuno, lo mismo to del bien su carácter más fundamental, que
los filósofos, libres de la preocupación idealista es la abnegación. Por último, si la ley moral se
de los antiguos tiempos, que los científicos eman­ origina de la generalización de una série de
cipados de la intransigencia contra las especula­ hechos empíricos, caen por su base todos los
ciones racionales. No es del momento averiguar caraetéres fundamentales del principio moral,
cómo algunos filósofos y científicos, de los más é incapacitamos á la ciencia de las coscumbies
.discordes entre sí trabajan en común, áun con­ para cumplir su misión soberana de salvar los
tra sus propósitos, para marcar la dirección de destinos del hombre, quien, en medio de las
esta síntesis superior, obedeciendo á las leyes conmociones y renovaciones sociales, se acoge
del desenvolvimiento del pensamiento humano. al poder incontrastable de las ideas morales.
Las teorías morales del Positivismo, y mejor
aún de todas las nuevas escuelas, deben su apa­
rición á una protesta semejante á la que dió ori­
gen á sus tésis generales. Una ,vez afirmada la
sustantividad de la vida moral, y reconocida la
inmanencia con que obliga el bien sobre todo lazo
é imposición exterior, preciso es que los partida­
rios de la moral independiente reconozcan y de­
claren que sus restantes propósitos son inasequi­
bles, á no degenerar la naturaleza moral del
hombre. Si la cualidad ética de la vida ha de con­
sistir en el sentimiento (siempre subjetivo y va­
riable) de la dignidad, dejaremos, por una abs­
tracción imposible, huérfano de principios mora­
les con carácter fijo el fuero de la conciencia. De
otro lado, si el carácter obligatorio del bien resi­
de sólo en la reciprocidad de derechos y deberes,
no siendo estos exigióles más que en el grado en
que los primeros son satisfechos, habremos iden­
tificado por completo la moralidad con la utili­
LA FAMILIA.

pONSIDERACIONES MORALES SOBRE SU

CONSTITUCION Y CARÁCTER,
LA FAMILIA.

CONSIDER ACIONES MORALES


SOBRE SU CONSTITUCION Y CARÁCTER.

Son muchos ymuy complejos los problemas que


¡ocurren á la mente al nombrar la familia, y tie­
nen las soluciones que á dichos problemas se
den suma importancia, por los múltiples intere­
ses que remueven en los aspectos jurídico, mo­
ral, religioso y social de la familia. No es, pues,
permitido á nadie extrañarse de la curiosidad
excitante que producen todos los asertos que re­
lativamente á la familia y á su organización se
formulan. Parece que así quiere mostrar la ge­
neración presente que aún queda dentro de su
seno algo que ’respeta y mira con cierta consi­
deración y con fines puros y desinteresados.
Queremos nosotros, por lo ménos, creer que la
causa principal del efecto que producen en la so-
68 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 69

ciedad las doctrinas respecto á la familia es de­ la conciencia, evoca el deber é impone el remor­
bida al interés profundo y á las respetables afec­ dimiento como ley necesaria y como prueba evi­
ciones que tales problemas despiertan- siempie dente de los eternos impulsos con que la natura­
en el fondo del corazón humano. Verdad es, y leza humana aspira á conseguir el bien. Al fal­
no hay para qué negarlo, que en la actualidad tarnos tal convicción, de la cual jamás querre­
corroen las entrañas de la sociedad moderna un mos carecer, porque conforma con la idea que
positivismo tan práctico y un materialismo tan tenemos de la naturaleza humana, habríamos de
utilitario, que no parece de este mundo quien se explicarnos todos los hechos por una concepción
pesimista de la vida.
atreve á entretener sus ócios con ideas que no
son de todo punto mundanales ni á intereses Una prueba bien clara del interés que despier­
terrenos pertinentes, pero también es indudable tan los problemas referentes á la familia es el
que el fondo bueno del corazón humano, que se éxito ruidoso conseg-uido por dos folletos de dos
revela áun en medio de estos miasmas corrup­ escritores franceses (1) que, tratando, con moti­
tores, no olvida nunca de un modo completo to­ vo de un crimen de adulterio, de cuestiones refe­
dos aquellos asuntos que claramente muestian rentes á la mujer y al matrimonio, consiguieron
el aspecto moral y la faz divina de la vida.
el uno treinta y dos reimpresiones, y el otro ocho.
Sin duda son, en el mayor número de casos, Impresionado Mr. Henri d'Idevill por el proce­
éxitos pasajeros y momentos fugaces los que la so seguido en Francia á Mr. Dubourg, que mató
corriente social consagra á los intereses más á su mujer por haberla sorprendido cometiendo
permanentes y más morales de la vida; pero un adulterio, publicó en el periódico Le ¡S'oir un
aquéllos y éstos son otros tantos testimonios que artículo que titulaba de este modo: ¿ó'e dete ma­
importa recoger, para convencerse de que jamás tar ó perdonar i la mujer adúltera^ Resolvió
la conciencia humana permanece sorda á la voz Mr. D'Idevill la cuestión, decidiéndose por el
del deber, sino que á ella responde siempre y último extremo, y para refutar esta solución es­
cribió Mr. A. Dumas su célebre folleto, intervi­
ante ella mantiene toda su integiidad-
Son frecuentes las ocasiones en que la falta niendo en la polémica para contestar á este últi­
de luces ó la carencia de fuerzas impiden al
mo Mr. E. de Girardin.
hombre obedecer en la vida á la divina, necesidad
con que se impone el deber, pero todavía en tran­ (1) Al. Dumas ( fils ), I/hom famme.-Emile de Girardin,
ce tan duro, y áun en medio de la ilegítima di­ ¿‘Ziowme el la femme. L‘Jiomme suzerain, la femme vassale. Con
objeto de examinar dichos folletos fueron escritos estos artículos,
rección de nuestros actos, se nos hace presente que se publicaron en la Revista de España.
de moral y filosofía 71
ESTUDIOS
70
neralmente observado en toda la cultura moder­
Tratada la cuestión por estos dos grandes es­ na que consiste en servir la Francia de órgano
critores, fué necesario que rebasáramos limites á de comunicación de las ideas, estableciendo una
que estaba circunscrita, y que mostrára toda la corriente homogénea en la vida espiritual de to­
complejidad que le es propia y que no podía. pa­ dos los pueblos civilizados, y consiguiendo que
sar desapercibida al buen talento de los conten­ ninguno permanezca extraño á movimien os y
dientes. Pertenecen, en efecto, Dumas y nai direcciones nuevas que en el pensamiento se se­
din á estos espíritus privilegiados que tanto
abundan en la vecina República, cuya facilidad Misión es esta, que desempeña el pueblo fran­
en el decir y rapidez de comprensión encantan y cés en la vida científica, muy semejante á la
seducen, basta el punto de lograr identificar con que desempeñó á fines del siglo pasado y princi­
todas sus ideas al que por primera vez lee sus pios del presente en la vida política y social de
escritos» • las naciones justamente influidas por su gigan
No es el fenómeno que hacemos notar exclusi­ tesca revolución. Si tal misión, cuyo mérito es
vamente aplicable á los dos escritores menciona­ innegable, se debe á la posición geográfica de la
dos; ántes bien es propio de todos ó la mayoi Francia ó al carácter genial de sus hijos, es
parte de los escritores franceses. Ya proceda del ya otra cuestión, que puede dar lugar á du­
fácil manejo á que la lengua se presta, ya se ori­ das; pero lo que es preciso confesar, so pena de
gine del estilo agradable que usan, es lo cierto ser apasionados é ingratos, es el inmenso bene­
que los escritores franceses tratan los más com­ ficio que han recibido y aún reciben en las esfe­
plejos problemas con una facilidad indescriptible ras mencionadas todos los pueblos cultos del
v con una serenidad admirable, como si para génio francés, por más de un concepto respe­
ellos no hubiera obstáculo alguno. A todas estas
circunstancias hay que añadir las no ménos fa­ table.
Poseídos ambos escritores, Dumas y Girardm,
vorables condiciones que reúnen de gémo y po­ de un sentimiento excesivamente idealista, no
der para la exposición clara de las ideas hasta trata ninguno de los dos de agotar el problema y
en sus menores detalles, con una especie de la infinidad de consecuencias que respecto á la
presentación mjél de todas sus soluciones que mujer y al matrimonio pueden señalarse; pero sí
caminan di uno á otro extremo. Solo teniendo en aspiran, en una admirable síntesis, á recopilar
cuenta todas estas envidiables facultades, que todos los datos complejos que sobre el asunto les
se hallan juntas en la generalidad de los escrito­ proporcionan á la par su delicada observación y
res franceses, logramos explicamos el hecho, ge­
DE MORAL V DE FILOSOFÍA 73
72 ESTUDIOS
tente entre el pensamiento y la vida, lo cual se
su vasta cultura, haciendo aplicaciones más ó logra, unlversalizando las ideas, trayendo al
ménos aceptables á todas las instituciones fun­ cultivo de ellas el mayor número de inteligen­
damentales de la sociedad. cias posibles, y formando, en una palabra, sentido
Léjos de plantear la cuestión en un solo aspec­ y conciencia sobre la necesidad qu'e existe de
to, examinando el matrimonio como una cues­ buscar principios mas altos para todo aquello
tión jurídica ó considerando exclusivamente el que constituye la sávia de la vida social. Y cuen­
aspecto moral ó religioso de la familia, procuran ta que para asentir á esta afirmación hay que
Dumas y Girardin, ayudados por intuiciones po­ hacer caso omiso de las soluciones para el proble­
derosas, reunir compositivamente todas las cir­ ma concebidas; basta el hecho de poner simple­
cunstancias y múltiples aplicaciones que el pro­ mente la cuestión y divulgar los inconvenientes
blema ofrece. A este fin se dirigen á la concien­ de la solución actualmente dada á ¡ella,. para que
cia pública, evocan el sentido moral y hablan estemos en camino de reformas progresivas. y en
guiados por todos aquellos principios que son de vias de abandono de errores y preocupaciones
una evidencia inmediata, y que constituyen el
tesoro de la cultura común. Quizás esta sea la viejas,
Predomina en los folletos de Mr. A. Dumas y
causa de la falta de exactitud en muchas de sus de Mr. E. de Girardin un idealismo que podría­
ideas; tal vez por esta misma razón aparezcan mos llamar contradictorio. A través de sus decla­
gratuitas algunas de sus afirmaciones, y puede maciones, exageradamente idealistas, y áun en
ser, por último, que no se encuentre en los folle­
medio de su sensibleñe, se descubre en . sus es­
tos de Duma3 y Girardin todo el enlace sistemá­ critos una levadura interna de materialismo,
tico que el pensamiento requiere. Pero á cambio que es de todo punto contradictoria con el ca­
de todas estas dificultades que dubitativamente rácter predominantemente ideal que ántes he­
indicamos, puede afirmarse que reporta grandes
beneficios la lectura de la polémica por ellos sos­ mos notado.
No es tal vicio exclusivo de los escritores que
tenida.
hemos mencionado; por el contrario esta contra­
La facilidad seductora con que están escritas
dicción es muy general en los escritores france­
sus obras, la santa indignación con que señalan
ses; no 'parece sino que la Enciclopedia y 103
los males de la situación presente, y el vivo in­
D'Holbach y Helvetius han dejado inficcionadas
terés que muestran por todas las fases morales
la vida y la cultura de la Francia de un virus
de la vida humana, son otras tantas condiciones
materialista, tan intensamente pénetrante, que
favorabilísimas para que cese el desacuerdo exis­
74 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 75

de él ño se libran áun los mismos que se llaman» que desempeña la mujer que es madre, y afir­
idealistas. mando, inspirado por una idealidad vaporosa,
Para no citar muchos escritores en quienes re­ «que el contacto del hombre, que hace perder á
saltan los caractères de que hemos hecho mérito, »la mujer su integridad, su unidad de cuerpo y
nos limitaremos á dar una prueba citando á Qui- »alma, perturbándola en sus sentidos y modifi-
net y Michelet. Leyendo las obras de Quinet, »cándola hasta en su forma, es un decaimiento
nos vemos arrastrados por sus libres especula­ »para ella.»
ciones y nos consideramos poseidos de un idea­ No puede imaginarse un idealismo más exclu­
lismo casi fantástico, para terminar después con sivo que el que se deduce de las frases que he­
la afirmación semifatalista, y de todo punto mos trascrito: si algo se desprende de su sen­
pertinente al materialismo, de que la relación tido, e3 ciertamente el desconocimiento más com­
del continente con la vida espiritual de los pue­ pleto de la vida corporal y el olvido absoluto
blos ha sido la causa principal y exclusiva­ de las favorables condiciones que á la vida hu­
mente determinante de la aparición de los dog­ mana presta. Deificada la virginidad, menos­
mas religiosos (1). No puede pasar desapercibido preciada la maternidad y rechazada la procrea­
para nadie el génio materialista que inspira los ción, habla el asceta,, no el hombre racional; se
escritos de Michelet: si en todos ellos hallamos quiere la vida monástica, no la vida humana; se
bellezas poéticas, producto de su fantasía, ras­ pretende qué el espíritu avasalle al cuerpo, que
gos ideales procedentes de sus vastas concep­ la idea asesine la materia.
ciones, y una evolución casi hegeliana en el Al lado de afirmaciones tan exclusivamente
desarrollo de sus pensamientos, en ninguno de idealistas como las que hemos citado, se en­
aquellos falta tampoco alguna conclusion ma­ cuentran otras enteramente contradictorias de
terialista. aquéllas é inficcionadas de materialismo. No le
Iguales caractères, tal vez más exagerados, basta á Dumas, cuando trata de explicar el
se observan en los folletos de Dumas y Girardin. dogma del pecado original, señalar como causa
Poseído de un idealismo sin nombre y guiado del castigo que supone la falta y el orgullo de
por abstracciones, cuya aparente belleza seduce, Eva, sino que expresamente afirma «que el dog-
enaltece Mr. A. Dumas el prístino estado de la »ma del pecado original es una ley fisiológica, y
virginidad, desconociendo, los fines más altos »que la herencia fisiológica comienza con el na-
»cimiento de Caín, hijo de la desobediencia y de
(I) Edgard Quinet: Le Génie des religions. »la tentación.»
ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 77
7(5
Y si estas consideraciones no bastáran para que sobre tal asunto tenemos por verdaderas,
hacer notar la contradicción permanente entre y que han tomado cuerpo en nuestra mente-al
el exagerado idealismo’y aseñalado y las concep­ leer los folletos de Dumas y Girardin, cuya fama
ciones materiales del pensamiento de Dumas, es ya casi universal (1), si no por lo aceptable de
sería suficiente para ello reparar en su nocion sus conclusiones, al ménos por la maestría con
sólo utilitaria del derecho, atender á la negación que están escritos, especialmente el del moderno
que hace de todo caráter moral á la vida jurí­ académico, y por el talento con que cada uno de
dica, ó reparar en la manera que tiene de resol- . los autores defiende su tesis.
ver todos los problemas al matrimonio referen­
tes, zanjando todas ó la mayor parte de sus di­
ficultades por el derecho de la fuerza.
Faltas y contradicciones de todo punto seme­
jantes á las expuestas se hallan en el folleto de Comienza Mr. Dumas su folleto con la misma
Mr. E. de Girardin. Después de aspirar á la igual­ pregunta que sirvió de título al artículo demon-
dad del sexo por la del hombre y la de la mujer, sieur D'Idevill: debe matar ó perdonar á la
y de presentarse como el defensor de la emanci­ mujer adúltera^ Afirma que desde hace mucho
pación de ésta, haciendo gala de hallarse com­ tiempo le preocupa esta cuestión, y que será la
prendido entre los que satíricamente apellida base de una obra dramática que piensa escribir,
Dumas feminisies, concluye por abolir la pater­ titulada: Lafemme de Glaude. Con tal motivo an­
nidad, que es incierta, y por limitar el ministerio ticipa la solución que piensa dar al problema,
del padre á concurrir al acto material de la có­ pues dice, dirigiéndose al articulista: «os anun-
pula y á asegurar, mediante las arras ó emolu­ »eio que Claudio y yo llegamos á conclusiones
mentos que debe dar á la mujer, la subsistencia »distintas de la vuestra.» Posteriormente el dra­
ó educación del hijo que ha de nacer. ma ha aparecido y causado honda emoción y
No se crea que por lo que dejamos dicho fuertes impresiones al público parisién, que si
nos consideramos excusados de exponer el pen­ toma parte muy activa y acalorada en estas po -
samiento que domina y el desarrollo que éste lémicas que el génio de sus poetas lleva al tea-
alcanza en cada uno de los folletos citados; por
el contrario, vamos á ocuparnos de la exposición
(1) Los folietos de Dumas y Girardin lian sido traducidos á
y crítica de los dos folletos, lo cual nos dará oca­ nuestra lengua. En Portugal lian sido también traducidos y co­
sión para apuntar las consideraciones morales mentados por Garvalho.
DE MORAL Y FILOSOFÍA 79
78 ESTUDIOS

tro, pronto vuelve á su indiferencia habitual, lugar, son estas las cortesanas ó mujeres que lla­
aunque dejando siempre, á quien le proporciona ma de calle y que coloca en el peldaño más bajo
tales espectáculos, alguna fama y mucha más uti­ de esta escala social.
Contra la aceptación de tal jerarquía protesta
lidad, todo ello revuelto con los escándalos y po­
lémicas vertiginosas que el caso requiere impres­ la conciencia pública, y se manifiesta el sentido
moral de todos los pueblos, intuitivamente re­
cindiblemente.
Pero no es nuestro fin examinar el drama de pulsivo á la desestima de la maternidad, poique
Dumas, sino el folleto, en cuyas ideas está cal­ todo el respeto profundo que inspira la virgini­
cada la creación de La femme de Claude. Franca dad y toda la belleza poética que reviste, son
y abiertamente decidido por la afirmativa de la otras tantas condiciones que le concede gratui­
primera parte de la pregunta, se dispone Dumas tamente la consideración de que es un estado
á razonar su decisión, y para ello procura abor­ preparatorio para otro superior. Y que nada va­
dar el problema, según dice, desde lo más alto len contra esta afirmación las declaraciones más
posible, sin desconocer que es uno de los más ascéticas de un esplritualismo que penetra cuan­
graves que existen, lo cual le obliga á llamar á do más en el entendimiento lógico, pero nunca
la mujer la terrible y encantadora X, que pre­ en el corazón ni en la vida, lo prueba bien la
ocupa constantemente á la humanidad colectiva pérdida necesaria de todos los encantos de la vir­
ginidad cuando se quiere hacer de ella un esta­
é individual.
Con el objeto, sin duda, de llegar á establecer do perpétuo, esclavizando cruelmente el cuerpo,
las relaciones que deben mediar en el matrimo­ destruyendo de una manera prematura la sávia
nio, comienza Dumas á hacer un estudio de la de su vida, y haciendo que el espíritu ahogue en
mujer, clasificándola en tres órdenes. El primero gérmen los más nobles impulsos y las más altas
es el de las vestales,-mujeres del templo ó vírge­ afecciones del corazón.
nes, órden superior á todos, lo cual es una conse­ El carácter de estado transitorio que tiene
cuencia lógica del exclusivismo espiritualista de siempre la virginidad , lo reconoce el mismo
sus creencias. En el segundo comprende las ma­ Dumas cuando dice: «La naturaleza y la socie-
tronas, esposas ó mujeres del hogar, que coloca »dad de consuno dicen á las vírgenes, al llegar
en el centro, y que estima como el término medio »á cierta edad, diferente según las latitudes,
entre dos extremos; el máximun de dignidad »que deben amar.» Si algo significa este grito
(que son las vestales) y el máximun de indigni­ interno é ineludible de la naturaleza, si algo
dad, que le forman las comprendidas en el último quiere decir esta voz unánime que el sentimiento
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 81
80 ESTUDIOS

ideal de justicia, que es el ^sidnratim de todas


universal de los pueblos consagra, es cierta­ las instituciones sociales.
mente que el estado de la virginidad, necesaria­ Sin deducir consecuencias ulteriores de la cla­
mente transitorio por imperfecto, debe ser la sificación hecha de los distintos órdenes de las
preparación morigerada y racional para un es­ mujeres, procura Dumas elevar más y más la
tado más perfecto, más compiejo y más hu­ consideración y exámen del problema. Ni por
mano. esto le tildamos, ni creemos que se salga de la
La clasificación hecha por Dumas de las mu­ esfera propia de su asunto; y no le tildamos por­
jeres, puede considerarse como supèrflua, pues que reconocemos que el problema es sumamente
no hace aplicación.ninguna de ella para la solu­ complejo, que su esfera es muy vasta, su solu­
ción del problema. Pero mirada ¡en sí misma, ción escabrosa, y requiere las más profundas
no es exacta dicha clasificación, ni son homo­ elucubraciones, unidas á la mayor riqueza posi­
géneos sus miembros, porque nade tienen que ble de detalles, y á la más delicada y ámplia ob­
ver los órdenes de la virgen y de la madre, que servación. Pero lo que sí tendremos que repro­
son estados que se corresponden, períodos que charle es el abandono á que entrega éstas como
se suceden el uno al otro y etapas. correlativas las anteriores afirmaciones, sin que de ellas in­
en la vida de la mujer, con el órden de las cor­ fiera ninguna aplicación. Tal vez esta falta de
tesanas, cuyo origen se debe á imperfecciones enlace en sus razonamientos sea debida á lo gra­
sociales y cuya permanencia acusa un mal, si du­ tuito de sus asertos; quizá esta carencia de con­
radero, siempre remediable. tinuidad lógica entre principios y consecuencias
Si el propósito de Dumas, como es de suponer, tenga su origen en el poco acierto con que elige
consiste en hacer preceder á la enumeración de los primeros, y en la imposibilidad tácitamente
sus soluciones algún principio que sirviera para por él reconocida, de deducir de aquellos las se­
determinar el órden y ley racionales del matri­
gundas.
monio, debía haber comenzado por estudiar la Afirma Dumas, elevando siempre el exámen
contrariedad sexual de la humanidad; debía ha­ de la cuestión, que las dos manifestaciones ex­
ber seguido examinando la naturaleza física y teriores de Dios son la forma y el movimiento,
moral de la mujer; debía haber continuado de­ siendo el representante de la primera la mujer,
duciendo el carácter de la educación que ha de y de este el varón. De la unión de estas dos ma­
recibir, y, por último, debía haber terminado nifestaciones nace la creación perpétua. La lu­
diciendo de qué modo entiende que debe orga­ cha entre estos dos elementos es casi necesaria;
nizarse el matrimonio, si ha de corresponder al
82 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 83

si hay después de ella armonía y composición, cion al estado actual, y recogiendo los datos que
resulta un sér providencialmente combinado, la experiencia proporciona, podría notar si las
doble y uno, total en una palabra. Pero lo gene­ imperfecciones de que todos se quejan, si las lla­
ral es la lucha entre el elemento masculino y gas sociales que aparecen á la superficie y que en
femenino, y, según afirma Dumas, es vencido el el fondo impenetrable del hogar doméstico per­
hombre, aunque aparentemente sea vencedor. turban su santa paz, tienen un origen permanen­
Todavía el autor de L‘homma-fmmQ cree ne­ te, ó son, por el contrario, hijas de la perversion
cesario insistir en las afirmaciones que ya ha de nuestra vida. Una vez convencidos de que la
asentado, y para ello se vale de una expresión discordia, el ódio, la inquinia y la lucha de ca­
schemàtica, diciendo que los tres lados del trián­ ractères nacen de la viciosa dirección que ellas y
gulo pterno están representados por Dios, el hom­ nosotros traemos á la vida, sería lógico plantear
bre y la mujer, de cuya mùtua inteligencia re­ la cuestión de la educación, especialmente de la
sultará la armonía universal. mujer, y examinar el fondo de una série bien
Tembien se olvida en el resto de su obra el es­ compleja de ideas que juegan diariamente en to­
critor francés de las anteriores afirmaciones, y das las conversaciones De esta suerte se apre­
abandona el camino emprendido, sin deducir to­ ciaría fielmente lá parte de la verdad que haya
das las consecuencias que debiera. Si ha llegado en las protestas emancipadoras de la mujer, y se
tácitamente á reconocer que el principio de la desenmascararía la ridicula pretensión de con­
contrariedad de los sexos, que la raiz y fuente de vertir la mujer en hombre, por el olvido de su
la oposición de los elementos masculino y feme­ verdadera misión y por la ignorancia de la mul­
nino está en Dios, debia declarar que tal con­ titud de condiciones físicas y morales que impi­
trariedad ha de ser permanente, que tal oposi­ den, é impedirán siempre, la confusion de los dos
ción necesita sér eterna, lo cual habria de servir­ sexos.
le de base para asignar á cada uno de los dos Mayores inconsecuencias que las anteriormen­
sexos el ministerio que debe desempeñar en la te notadas son las que revela el escrito que exa­
vida. Además, si la oposición y contrariedad á minamos, cuando, después de haber empleado su
la unión y armonía deben estar destinadas, oca­ autor una série bien larga de páginas para seña­
sión favorable se le presentaba para consignarlo, lar, unas veces sarcásticamente, otras con chis­
así como también para hacer constar la igualdad tes y ejemplos clarísimos, los graves males é
de los dos sexos en dignidad y estima. innumerables obstáculos con que tropieza la
Con todos estos precedentes, llevando la aíen- tranquilidad doméstica, se declara enemigo de
8
OE MOEAL Y DE FILOSOFÍA 85
84 ESTUDIOS

toda reforma, proclama, casi sin variación nin­ remedios para estas imperfecciones, se encontra­
guna, el mantenimiento del statu quo, y se burla rá que el único que aquél propone es el de que
de las pretensiones de los que quieren educar la el hombre, como sér de mediación, de iniciativa
mujer, inventando para calificarlos el neologis­ y de movimiento, inicie á la mujer en loque
mo de féministes.—Estamos conformes con el Dios le dice, y la asocie á su destino eterno. Sin
autor del folleto Dhommo-fomme cuando rechaza más medios para evitar las catástrofes conyuga­
la emancipación completa de la mujer, que daría les, y oponiéndose á toda reforma pertinente al
necesariamente un resultado contraproducente, organismo de la familia, se declara tácitamente
pues que la ansiada armonía entre la oposición partidario de lo existente el autor del folleto que
de los dos sexos no podría llevarse á cabo. Si la estamos examinando.
mujer se considera útil para legislar, apta para Pasando de ios medios que pudieran prevenir
mandar ejércitos, y cree que tiene facultades pa­ los males que existen en Ja actual organización
ra guiar las locomotoras, preciso será que no de la familia (los cuales, como dejamos dicho,
pare el ridículo en esto, y que la tergiversación son desechados por Dumas) á aquellos que po­
de todas las leyes físicas y morales del mundo drían reparar y remediar estos mismos males;
sea llevada hasta el último extremo; necesario reconoce tácitamente que no hay ni puede haber
será que el sexo fuerte gaste escotes y cuide de más que el divorcio.
la lactancia délos niños. De este modo habremos Apoyado en razones enteramente utilitarias,
de terminar reuniendo las dos naturalezas en afirma Dumas que el matrimonio reporta más
una sola y formando séres hermafroditas, que ventajas á la mujer que al hombre, lo cual le
concluyan con la potencia creadora de ambos sirve para legitimar la necesidad que, según él,
sexos. Pero no por esto podemos conformarnos con existe deque el hombre se halle provisto de multi­
la defensa casi inexplicable que hace Dumas del tud de derechos preventivos, propios para el buen
estado actual, llegando hasta el extremo dd opo­ régimen de la familia, y que son en realidad la
nerse á la más mínima reforma, negando la ne­ garantía exterior, á cuya sombra tiraniza el hom­
cesidad de que la mujer obtenga más libertad ni bre á la mujer cuando falta en el matrimonio la
más derechos que los que ya tiene. Así es que, correspondencia bienhechora de cariño y abne­
después de innumerables párrafos, en que se gación, fuente de la paz y felicidad domésticas.
leen mil y mil críticas magistralmente hechas Al mismo tiempo, detiene el autor del folleto su
por Dumas del vicioso organismo de la familia, atención en los distintos electos que produce el
quien quiera hallar lenitivos para, estos males, adulterio del hombre y de la mujer, consideran­
86 ESTUDIOS de moral y de-filosofía 87

do con razón el de ésta mucho más grave, y de­ dice Girardin, dentro de la nación francesa for­
duciendo de su mayor gravedad el derecho que man otra nación los dos millones ochocientos mil
tiene el marido para matar á la adúltera. Parece franceses que son reputados como hijos ilegíti­
increíble que después de haber pensado madura­ mos y bastardos. Pero áun así, la solución pro­
mente este asunto, crea todavía el escritor fran­ puesta por Dumas á modo de correctivo es de
cés preferible al divorcio la autorización tácita todo punto inaceptable, porque en ninguna cosa
v la garantía implícita prestadas por la ley al se reconoce más fácilmente la impotencia ó inefi­
asesino de la adúltera. Se considera como cosa cacia del imperio violento de la fuerza, que en la
ridicula que un tribunal pueda sorprender á su vana pretensión de reformar de un modo despó­
seductor en camisa, como si ésta fuera la condi­ tico las costumbres del mundo moral.
ción'ineludible para la declaración del divorcio, Menospreciado el sacrosanto derecho de la in­
y no se estima como ignominioso y contrario á violabilidad de la vida por un asesinato legal, y
todo princinio moral que la institución, que es escandalosamente ultrajada la conciencia pública
órgano' vivo del derecho, y por tal ministerio re­ por la impunidad de un asesino, que más que sú
viste la sagrada representación de la ley, con­ honra tal vez veng’a su.amor propio desengrana­
sienta y áun apruebe el asesinato. No se concibe do, todavía se robustece dicha solución, oponien­
que tai solución sea preferible al divorcio, ni tal do al divorcio la dificultad que ofrece éste ó el
nombre merece el remedio brutal que Dumas otro principio religioso, como si hubiera religio­
imagina nara reparar la perturbación que pueda sidad, ni bondad, ni justicia en negarse, fundados
causar el adulterio. Si el asesinato de la adúl­ en distinciones ineficaces, á remediar tamaños
tera es una solución que tiene partidarios, y escándalos mediante el divorcio legal, que anu­
que ios tiene lo prueban la impresión que ha la el valor de una institución que desde luégo
producido y el éxito que ha alcanzado el folleto está invalidada por el adulterio.
de Dumas, es, sin duda alguna, porque la acep­ Para defender con el derecho de la fuerza la
tan como un último extremo y como un recurso arbitrariedad y aceptar la impunidad del asesi­
de fuerza, horrorizados ante las profundas raíces nato, no necesitaba-el autor de L'Jiom/nw-f6m,m&
que el vicio tiene en la sociedad francesa, y con­ haber recurrido á examinar los puntos que expo­
movidos por la frecuencia con que se comete el ne en su escrito: le bastaba haber cantado las ex­
adulterio. celencias de la actual organización de la familia,
La estadística ofrece datos terribles respecto y terminar con la exposición clara de su sistema.
al adulterio. Llega éste á tal extremo, que, según Se reduce éste á considerar el matrimonio de todo
DE MORAL V FILOSOFÍA 89
88 ESTUDIOS
dos los demás inconvenientes que puedan acon­
punto indisoluble, porque se apoya en la cópula tecer? Nos basta con que el Código esté conforme
eterna de dos almas. Y para ser lógicos en seme­ con el espíritu ca/rit&tivo de ciertas g'entes, áun
jante caso, preciso es que se mande y ordene que cuando para ello la ley tenga que tolerar el ase­
cuando el cuerpo del alma femenina se separe
del que ha sido su compañero, procure el varón, sinato.
Vuelve Mr. Dumas de nuevo á consideraciones
para que cese tal separación y conseguir una de carácter general, y trata de explicar la crea­
unión más firme y estable, asesinar á la adúlte­ ción según las narraciones bíblicas. La inter­
ra, en la esperanza sin duda de que un lazo más pretación que da al sentido del Génesis es casi
firme y una ceremonia más suntuosa, consagra­ natural y materialista, y no sabemos hasta qué
rán en el otro mundo la unión mística é indi­ punto pueda hallarse conforme con la que defien­
soluble del asesino con su víctima. de y sanciona la Iglesia; pero estos son asuntos
Tiene tal solución tanto de trágico como de que arreglará el escritor francés con sus directo­
cómico, sin que valga de palia!ivo para su legi­ res espirituales, y en los cuales ni podemos ni
timidad la preocupación social, hoy generalmen­ queremos tener intervención de ningún género.
te reinante, que consiste en estimarnos con honra Lo que nos interesa es notar las deducciones que
y dignos del aprecio de las gentes hasta el mo­ infiere de la exposición de las narraciones bíbli­
mento y hora en que la mujer se vea seducida por cas. Considera, según ya hemos dicho, el pecado
una nueva serpiente tentadora. Nadie se atreve­ original como una herencia fisiológica, y esta
rá á defender tal preocupación como racional, creencia le sirve luégo para afirmar que la mu­
nadie querrá escudarse con semejante argumento jer ha seducido al hombre, obligándole á que la
para defender el asesinato de la adúltera como haga madre, desde cuyo momento ésta, solicita­
preferible al divorcio. da por la animalidad de sus entrañas, por la idea­
Vergüenza de la civilización, resto de barbarie lidad de su corazón y por la curiosidad de su es­
y escarnio del derecho son, y serán siempre, los píritu, s 3 remonta hasta su Dios, suprime el in­
artículos del Código penal que amparen abierta termediario (el hombre) hasta el nuevo llama­
ó solapadamente la impunidad del asesino de la miento de su naturaleza y se declara superior al
adúltera. Es verdad que de esta suerte queda á hombre, que es siervo de las sensaciones que la
salvo el principio de la indisolubilidad del matri­ mujer le proporciona. Para exponer la génesis
monio, no se rompe el lazo místico de los cónyu­ fatal que sirve para la procreación de los ani­
ges ni se contradice el espíritu de la Iglesia; y males, é igualar la mujer con la hembra de es­
ante tales consideraciones, ¿qué valor tienen to­
90 ESTUDIOS DE MORAL Y FILOSOFÍA 91
tos, no se necesitaba haber traído á colación la »paralo cual le sirve de simple ayuda la mujer.»
Biblia así como tampoco era preciso rodear de Con tales creencias, cuyo carácter piadoso nos
ciertas consideraciones místicas y religiosas lo atrevemos-á poner en duda,' y con tales conclu­
que en el fondo no es sino el menosprecio de los siones, cuyo espíritu caritativo no percibe nues­
más caros sentimientos del corazón humano. De tro corazón, llega á enseñorearse el hombre de
todo lo que deja expuesto, infiere Dumas que el la tierra, del destino humano, del cielo y de
hombre necesita reconquistar el Edén perdido Dios, diciendo con Dumas: «Tengo un señor, que
por la mujer, á cuyo fin ha sido elegida María »es Dios; un dominio, que es la tierra; poseo un
para dar á luz este Salvador indispensable. Aun »medio, que es el trabajo; un fin, que es el bien:
en la exposición de todos estos dogmas religiosos »tengo uñar promesa, que es el cielo; un hermano,,
se conoce bien la intención que mueve la pluma »que es el hombre-. poseo un auxiliar, que es la
de Dumas y el pensamiento que domina sus con­ »mujer.—Adelante.»
cepciones, que se reducen á proclamar la com­ Llegando á la exposición de sus soluciones, que
pleta subordinación de la mujer al hombre por han de revelar el mismo espíritu de intransigen­
una superioridad, quizá de origen, el derecho que cia con la mujer que ya muestra en sus paráfra­
tiene á mantener poi’ la fuerza á la mujer en esta, sis respecto á la redención, dice Dumas que si
subordinación, y el carácter de mero auxiliar tuviera un hijo le hablaría al llegar á los veinte
que aquélla debe tener. Sentadas tales premisas, años del siguiente modo: «Ya que conoces tus re-
habrá de concluirse, recomendando el asesinato »laciones con el Creador y la criatura, y tienes el
de la mujer cuando falte al sér superior, al »sentido de tu mediación terrestre, ¿te sentirás
hombre. »quizá con fuerza suficiente para decir á la mu-
Según el sentido exclusivamente espiritualista »jer que nada tiene de común contig’o, y alean-
de Dumas, queda establecida de una manera ex­ »zarás el valor necesario para consagrarte uni-
presa y terminante la desigualdad de los sexos, »camente al amor de las cosas eternas, Dios, la
así como también queda afirmado el privilegio y »naturaleza, la ciencia, el arte? Si así sucede, el
absorción de la vida, y áun de lo divino, por parte »problema está, resuelto, y yo de ello me congra-
del hombre, según se deduce de las frases mis­ »tulo.» De modo que prefiere Dumas el celibato
mas del escritor francés. Dice éste: «El hombre como estado más perfecto y sólo admite el matri<-
»no escuchará más que á Dios; la mujer no escu- monio con aquella reserva ascética y antinatural
»chará más que al hombre; éste procede de su de que habla San Pablo cuando dice que vale más
»padre, que es Dios, y es el mediador en la vida,. casarse que quemarse. Sea, pues, franco el es-
92 estudios DE MOKAL Y DE FILOSOFÍA 93

crltor francés y llegue á confesar que el matri­ cluido su libro pidiendo el restablecimiento del di­
monio es un mal; que esto y no otra cosa se de­ vorcio. Es, en efecto, inexplicable que allí donde
duce de la lectura del folleto L'homme-femme, los lectores esperaban encontrar este consejo de
donde en realidad no admite la posibilidad de un padre á su hijo—No te cases hasta que se es­
aquél, sino como el extremo peor, que ménos sa­ tablezca el divorcio—hayan encontrado este otro:
tisfacción le causa, de los dos en que se encierra —Que la indisolubilidad del matrimonio, cuyos
su disyunción. En tal sentido, sigue Mr. Dumas peligros te he mostrado y descrito, no sean uu
la educación de su hijo diciendo: Pero si el esce- obstáculo que te detenga: cásate.—Esperando los
so de tu vida requiere extenderse en otra forma lectores una solución, se han encontrado con un
que la tuya, si crees poder conciliar el amor con sermón. ¡Y qué sermón! Un sermón que, después
tu misión ele líomlre, no le busques nada más que de haber comenzado por este exordio—es nece­
en el matrimonio; cásate, é inicia lealmente á tu sario que conformen los tres lados del triángulo:
mujer en tu destino. Y si á pesar de todas tus Dios omnipotente, el hombre mediador y la mu­
precauciones has sido eng’añado por apariencias, jer auxiliar—concluye con esta palabra: mátala.
si has asociado á tu vida una criatura indigna,
si, no queriendo escucharte ni como esposo, ni
como padre, ni como amigo, se marcha con el II
primer advenedizo para llamar á la vida otros sé-
res que continúen su raza maldita en esta vida, Como remedio para los males de que adolece
declárate personalmente, en nombre de Dios , el hoy el matrimonio, por la injusta organización
juez y el ejecutor de esta criatura. No es mujer, de la familia, y como paliativo de todos sus gra­
no está en la concepción divina; es puiamente vísimos inconvenientes, sólo hallamos en el fo­
animal, es la mona del país de Nod, es la hembra lleto de Mr. Dumas un recurso violento y una
de Cain, mátala. , apelación á la fuerza. El asesinato, que no corri­
Con razón afirma Mr. de Girardin que ha debi­ ge, sino que suprime la vida deleulpable; quemo
do sorprender á todos los lectores del folleto de es una enmienda interior para ahogar en gérmen.
Mr. Dumas que, hibiendo éste afirmado que es los malos instintos, sino que es una coacción ex­
preferible admitir el divorcio en la ley á.consen­ terna, cuya influencia es la de una mera impo­
tir el asesinato en las costumbres (1), noliayaeon- sición por el miedo, lleva á ocultar, más no á
evitar el adulterio
(1) Ai. Duina.-;: L'homme-femme, pág. 97-. Ni el asesinato tiene poder para separar del ca­

■>
DE MORAL, Y DE FILOSOFÍA 95
94 ESTUDIOS
ó evocar, dado éste, el recuerdo de los séres á
mino del mal, ni su influencia penetra jamás quienes el fondo del alma consagra todo su ca­
en la corrección interior. Intimida y atemoriza, riño.
quizás obliga á la adúltera á persistir en una con­ El pensamiento que domina en la preciosa no­
tinencia temporal, semejante á la que retrata el vela de Goethe, titulada Las afinidades electivas,
gran poeta Campoamor en su precioso poemita y el desarrollo de las situaciones en que sus per­
Los amores en la Luna-, pero, aparte que dicho sonajes se encuentran, son otras tantas pruebas
obstáculo se salva más tarde ó más temprano, no de los inconvenientes que ofrece la mentida
habrá quien no estime que tal continencia es un unión del matrimonio, cuando el lazo que le hace
adulterio disimulado; que semejante apariencia indisoluble obedece simplemente á fuerzas exte­
de virtud es una falsa hipocresía, la cual obliga riores, á consideraciones sociales ó á intereses
á aquella que súfrela imposición del miedo ex­ momentáneos, que perturban y vencen tempo­
terior á cometer uno y otro dia, y en los actos ralmente, pero no de una manera definitiva, las
más solemnes de la vida matrimonial, adulterios libres inspiraciones del alma ó las santas afec­
in mente, no ménos funestos para la dignidad del ciones del corazón. De una manera igualmente
matrimonio que aquellos otros que llevan tras sí gráfica, y por una comparación ingeniosa, reve­
el escándalo. lan las mismas dificultades notadas las siguien­
Y no basta objetar á esta afirmación la argucia tes palabras de un escritor francés: «No deis
de que al cónyuge debe bastarle la fidelidad ma­ »nunca el nombre de mujer virtuosa á la que,
terial de su compañera. Tal fidelidad no puede »combatiendo una pasión involuntaria, nada ha
satisfacer las legítimas aspiraciones del corazón, »concedido al amante á quien adora. Esto sería
ni hacer que subsista el mutuo cariño que el ma­ »la injuria más cruel que pudiera hacerse á un
trimonio requiere; »marido enamorado. ¿Qué le queda de su mujer
. Como el sér humano no es sólo materia, como »en tal caso? Una cosa sin nombre, un cadáver
en el matrimonio hay algo más que la unión de »animado. Aquella mujer está en el seno de los
dos cuerpos, y como de otro lado todos estos ele­ »placeres conyugales como el convidado adver-
mentos poseen solamente apetitos ciegos, deseos »ti.do por Borgia de que lós manjares estaban en-
necesarios, por la fantasía guiados y por las ilu­ »venenados; ya no tiene hambre, come de dien-
siones conservados, suelen aquellos subordinarse »tes afuera ó aparenta comer. Echa de ménos la
á las afecciones íntimas del corazón, si secretas, »comida que dejó para aceptar la del terrible
siempre poderosas, é influyentes en todas estas »cardenal, y suspira por el momento en que,
relaciones, hasta hacer repulsivo el acto sexual
96 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 97

»terminada la fiesta, pueda levantarse de la cipios que consigna, y por deducir de ellos todas
»mesa (1).» las consecuencias al caso pertinentes. Pero si
Del contexto de lo dicho , y áun omitiendo quisiéramos adelantar un poco la apreciación del
otras muchas y muy diversas consideraciones folleto de Girardin, habríamos de terminar del
que pudiéramos indicar, se deduce de una ma­ mismo modo que lo hemos hecho al juzgar el
nera precisa lo inaceptable y repulsivo del asesi­ folleto L·liommc fvmme.
nato como un medio para curar las profundas Se observa que para Girardin toda la dificul­
llagas y terribles perturbaciones que vician la tad del problema consiste en la incertidumbre
organización matrimonial, y entendemos que, que acompaña siempre á la paternidad. La pro­
semejante á la espada del gran Alejandro, al creación de los hijos, que es uno de los fines del
destruir y no desenredar el nudo gordiano, el matrimonio, ha sido siempre rodeada de un mis­
asesinato corta, pero no resuelve, la dificultad de terioso velo, que exigen de consuno el pudor hu­
la cuestión. mano y la dignidad social. También van enlaza­
Girardin en su carta-folleto á Dumas, disiente dos con este necesario secreto muchos y muy
de todo punto de las afirmaciones de éste, y tra­ variados encantos, que la imaginación alimenta
ta de resolver el problema de una manera más y que son indispensables para que el acto de la
franca y en forma más lógica. Quizás el rigorismo cópula no degenere en la mera satisfacción de
sistemático de su folleto habrá hecho á Mr. de Gi­ una necesidad sensual. El consorcio de los cuer­
rardin pasar por alto alguno de los puntos esen­ pos requiere un conjunto de circunstancias, sin
ciales del problema, suprimiendo en la familia las cuales es imposible que aquél se verifique;
uno de sus agentes; pero áun con todo esto, lo porque también tiene el cuerpo su pudor, y tam­
confesamos ingénuamente, hay, según nuestro bién exige la vida corporal sus propias y adecua­
entender, en la producción de Mr. de Girardinun das condiciones: el que vence todo esto, lo hace
pensamiento orgánico y enlazado, una clara per­ llevado por un cinismo en muchas ocasiones ex­
cepción del problema y una série de soluciones, terior y perjudicial al estado de su ánimo, disi­
si no aceptables de todo punto, al ménos, lógica­ mulando, á veces por móviles tan pequeños como
mente deducidas de los principios sentados. los que supone la hipocresia del vicio, que viene
A diferencia de Mr. Dumas, se esfuerza á ser hoy (á modo contrario que en otros tiem­
Mr.de Girardin pomo abandonar nunca los prin- pos lo era la hipocresía de la virtud), el vestido
de gala de los más; porque, como dijo nuestro
(1) Mr. H. Balzac, Fisiologia del matrimonio.
Larra, la preocupación de este siglo es la des-
98 DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 99
ESTUDIOS

preocupación. Los secretos y misterios que siem­ Expone Girardin sentidas quejas respecto al
pre han de rodear el acto más solemne de la vida estado de intolerable servidumbre en que se
corporal en el matrimonio, son otras tantas halla la mujer, cuyo estado es producto natural
sombras, de que favorablemente se aprovechan del principio autoritario que da vida al matri­
los culpables para llevar á cabo sus más viles monio, organizado siempre con la previsión de
acciones. Y son éstas tanto más viles, cuanto las desconfianzas que inspiran respecto á la con­
■que en ellas, por una preocupación social gene­ ducta de la mujer. Existe, en efecto, un verda­
ralmente extendida, son siempre los culpables dero feudalismo conyugal, cuyo imperio se ex­
los que adquieren honra,, fama y áun considéra- tiende á las más mínimas circunstancias, y cuya
cion, y son los ofendidos los que recogen las fuerza niega de un lado la capacidad de la mujer
burlas y escarnios sociales. para ser testigo, y recomienda de otro que, á
Ante el inconveniente señalado hace notar Gi­ cambio de la protección, preste la casada obe­
rardin con razón, que toda la dificultad del diencia a su marido, único juez que determina
problema y toda la desconfianza que reina, es­ el lugar dónde ha de vivir, que concede la
triba en la incertidumbre que existe para de­ autorización á la mujer para contratar y que
terminar la paternidad. Desecha los razona­ ejerce exclusivamente la autoridad en la fa­
mientos de probabilidad, en virtud de los cua­ milia.
les los juristas romanos daban un fundamento Tanto como á Mr. Girardin nos indignan esto
ficticio á la certeza del padre de familia, y se monstruoso estado y estas despóticas relaciones
limita á afirmar la certeza de la madre, que na­ en que el marido impera como dueño absoluto y
die se ha atrevido á poner en duda. Así como la mujer sirve como esclavo degradado. Tenemos
Dumas encontrábalos inconvenientes del matri­ la pretensión de creer que ni se disuelve la or­
monio en el adulterio, aconsejando á su hijo que ganización déla familia, ni sus bases fundamen­
matára á la adúltera y zanjando la dificultad tales quedan destruidas por aspirar á que cese el
con la violencia, llega Girardin, aunque invir­ menosprecio de la mujer como un sér degiada-
tiendo los términos, á la misma conclusión; por­ do, ni por último, se menoscaban en nádalos de­
que, señalada la incertidumbre de la paternidad rechos del varón al querer hallar en aquélla algo
como el origen de todos los males del matrimo­ más que un mero instrumento de placer; ántes
nio, declara abolida ésta, de suerte que podemos bien, afirmamos que sólo á condición de aumen­
decir que, en el fondo, lo mismo uno que otro tar la dignidad de la esposa y la consideración de
•escritor, cortan, pero no resuelven la dificultad. la madre de familia, es posible un mejoramiento
9
100 ESTUDIO« DE MORAL V DE FILOSOFÍA 101

moral de vez en vez más progresivo para toda la la ofrece. Aunque el gran pueblo griego herede
vida. lo mas sustancial para su vida de la cultura
La mujer, que siempre ha estado én tutela, no oriental, él proclamará, inspirado con un divino
muy cariñosa ni galante algunas veces, debe sentido y con una poderosa intuición artística, la
mejorar su condición y entrar más de lleno en la santidad de la belleza corporal, y se verá por esto
vida, cuyo inmenso campo ha estado vedado para obligado á glorificar al sér que superiormente la
ella por motivos que no honran grandemente al expresa en el mundo, á la mujer. No le parece
protector que la Providencia le ha deparado. Y no suficiente al pueblo grieg'o poner frente á frente
se entienda que lo que aquí pedimos seamna cosa la belleza y la fuerza, la mujer y el hombre, para
jamás acontecida, cuando siempre han ido acom­ que libren la batalla de la vida: aspira aún á
pañados con la reforma y mayor estima, de la mucho más; hace bi-sexualla religión del Olim­
condición de la mujer los progresos más trascen­ po, quiere que la mujer concurra á todas las
dentales en la vida humana cumplidos. manifestaciones del mas alto fin de la vida, y lé~
Si fuá creencia muy común en los pueblos más jos de negar, como lo hace Dumas, toda comu­
antiguos la de que el mal estaba encarnado en la nicación á la muj er con la divinidad, la procla­
mujer, lógico era el pensamiento que se tenia ma Pitonisa y la hace árbitro de la paz y de la
de que su cultura no podría contribuir más que á guerra. A todo esto se une la altísima idea que
aumentar el mal, como era indispensable también respecto á la mujer domina en los poemas de
que se halláran convencidos de la necesidad que Homero. Si el primero nos muestra una horrible
habia de menospreciar á la mujer. A tales ideas y sangrienta guerra, sostenida por todos los grie­
obedece la organización de la familia oriental, gos para vengar la violación de la santidad y de
constituida en general bajo la base déla clausu­ la hospitalidad del matrimonio, nos enseña el
ra de la muejr y de la comunicación con ella sólo otro la invariable fidelidad de los esposos que,
para el placer. Pero olvidaban los orientales que viviendo ausentes veinte años, consagran la una
al librarse del imperio avasallador del sentimien­ á su marido los más puros recuerdos de la juven­
to, se entregaban á la sensación que rebaja y al tud, el otro á la esposa sus más preciados es ­
placer que envilece. Quizás estas gravísimas faltas fuerzos y sus perpétuas afecciones. Con tales
explican el vicio que corroe la cultura oriental, ideas, y con la distinción del ministerio propio de
condenada á morir en la inmovilidad ó destinada cada uno de los dos sexos, se va sustituyéndola
á regenerarse, perdiendo su antiguo carácter y autoridad absoluta é inmoral del patriarca por la
asimilándose la nueva sávia que la culta Europa asociación d* dos seres libres, y se vá afirmando
ESTUDIOS ÜE MOKAL V DE FILOSOFÍA 103
102
la existencia personal de la mujer que, aunque especialmente en sus relaciones con la vida sen­
precaria, ha de’conducirla á la monogamia. sual. Proclama igualmente al hombre y á la mu­
No decae, sino que progresa la organización jer miembros del reino espiritual, y ésta, cansa­
de la familia en Roma, donde la mujer viene á da de la tierra y de sus fugaces placeres, vuelve
ser la matrona que contrae con su esposo el la vista al cielo, se acoge á la nueva idea, mira
consortiwm omnis vites, base del hogar domésti­ el cuerpo como su más feroz enemigo, y se inti­
co, rodeado de una autoridad despótica, la del ma más y más con Dios para ganar la felicidad
padre de familia, y amparado bajo un sentimien­ eterna.
to religioso, el de las divinidades lares. Verdad De esta suerte, recibido el sentimiento cristiano
es que la mujer sigue en una tutela perpétua, como una reacción saludable contra el imperio
que su marido es su juez natural, que tiene de­ absoluto é intolerable de la carne, no puede mé-
recho á matarla si le sorprende cometiendo una nos de aspirarse á la separación de los sexos, pol­
falta, mientras que ella, ante la defección del lo cual predicará San Pablo que si los fieles se
marido, no tiene derecho á tocarle ni con la yema casan, obran bien, pero que obrarán mejor sino
de sus dedos; pero todas estas imperfecciones son se casan; y recomendará San Jerónimo la virgi­
pequeñas i si se comparan con la fuerte y viril nidad como el ideal de la nueva ley, el celibato
organización que adquirió la familia en los bue­ como el estado más perfecto, y el cenobitismo
nos tiempos de Roma. No se cumplen estos pro­ como el desiderátum de todas las conciencias.
gresos siguiendo una marcha uniforme, ni tal Mirada desapasionadamente la misión cumplida
puede ser la dirección que lleve la humanidad en por el cristianismo en la gran obra de la dignifi­
su vida; por esta razón, á la humanidad atenien­ cación de la mujer, puede decirse que se limita á
se sucede la libertina bacante; y por igual moti­ separarla de la corrupción romana y á obligarla
vo, después de Lucrecia, que ensalza el honor y á pensar en el infinito, -olvidando el mundo y los
la castidad, aparece la impúdica Mesalina, que fines terrenales. Trajeron los bárbaros, al invadir
hace una epopeya de la prostitución. la Europa, un sentimiento individual de la per­
Falseado todo el organismo social y político de sonalidad que no podía rnénos de influir favora­
Roma, y cuando esta mostraba su venalidad has- blemente para la consideración y respeto de la
taun extremo incomprensible, y en ella reinaban mujer; pero no hay que dejarse llevar, sin em­
la orgía del despotismo y la liebre del vicio, apa­ bargo, de ilusiones, que en el fondo son engaño­
rece el cristianismo con un carácter eminente­ sas y que nacen de la complejidad con que apa­
mente disciplinario y corrector de la vida moral, recen todos los elementos que constituyen la vida
DE MORAL Y DE .FILOSOFÍA 105
104 ESTUDIOS

social de estos tiempos. Es indudable queebcris- El triunfo completo del catolicismo en Europa
tiauismo se hizo con el tiempo ménos espiritual hace que la influencia del sentimiento religioso
y más humano; es también cierto que las ideas de penetre más y más en la organización de la fa­
los bárbaros, unidas con el cristianismo, engen­ milia. Procura entónces la Iglesia, al establecer
draron el sentimiento caballeresco; pero no por el matrimonio como un sacramento, hacer, olvi­
esto se ha de poetizar tal época como aquella en dar el espiritualismo exclusivista de los.primeros
que mejor se ha reconocido la verdadera misión tiempos cristianos, y absorber todo el complejo
de la mujer. Bajo las poéticas descripciones que conjunto de elementos morales que en el matri
leemos de los tiempos caballerescos, puede descu­ monio existen, dejando sólo para la esfera ex­
brirse una inmoralidad excesiva, que se disimu­ terna del derecho el arreglo de las condiciones
laba con argucias torpemente hiladas. Poco les económicas de la sociedad conyugal.
debía importar á los antiguos señores que la Aunque con sentido más libre y restableciendo
Iglesia hubiera declarado abolido el divorcio; el divorcio, sigue más tarde la reforma el mismo
ellos la obligaban á acoger el caso en que nece­ camino, y de esta suerte se encuentra actual­
sitaban echar mano de él, bajo el manto hipócri­ mente constituido el matrimonio como una unión
ta del parentesco, á cuya sombra parafraseaban corporal, casi siempre determinada por móviles
su pomposa frase, mi Dios y mi dama, del si­ y consideraciones utilitarias, una vez que los
guiente modo: mi Dios es el clero, y mi dama la elementos superiores de la vida han sido absor­
mujer del vecino. De estos tiempos data también bidos por la fé positiva hasta el punto de ser más
la idea del honor, que reside tanto en la conduc­ íntima la comunicación de la mujer con el sacer­
ta personal como en la fidelidad de la esposa, dote que con su marido.
error nacido sin duda del poderoso carácter in­ Por pasos tan contados ha venido progresando
dividual que revistió la organización de la fami­ la condición de la mujer, cuyo estado—preciso
es confesarlo—no está en armonía hoy con las
lia. Una mayor intimidad en el círculo familiar,
exigencias de la vida. Pero si, como hemos visto,
y un culto progresivo de la mujer en tiempo de
la situación de la mujer viene cambiando cons­
paz, así como un predominio creciente de la vida tantemente mediante los continuos progresos
individual por el amortiguamiento déla pública, que bu pró de su condición se han afirmado,
tan prepotente en las antiguas repúblicas grie­
justo será pedir' hoy también que varíe su ma­
ga y romana, son los elementos qué favorecen
nera de ser y su mezquina concepción de la vida.
realmente el aumento de consideración y mejora
De aquí se origina la necesidad, que se im-
del estado de la mujer.
DE MOBAL Y DE FILOSOFÍA 107
106 ESTUDIOS

pons á todo el que trata de estas cuestiones, de recen tan ridículos como los de algunas mujeres
ocuparse de la educación de la mujer, sobre la de hoy, que olvidan, al quererse convertir en
cual pocas ó ningunas consideraciones se en­ hombres imberbes, la apariencia engañosa de los
cuentran en los folletos, cuyo exámen y crítica triunfos que consiguen y la perpétua muerte á
han sido la ocasión para publicar estos artículos. que entregan los más preciados encantos de que
El complejo y dificilísimo problema de la edu­ han sido dotadas.
cación de la mujer ha venido á hacerse de todo Aumentan las dificultades del problema de la
punto insoluble por la mala dirección que para educación de la 'mujer cuando se repara que el
estudiarle se ha/ seguido, y por la peor manera mejoramiento y reformas que hayan de hacerse
con que se ha planteado. Las huecas palabras de posibles deben ser cumplidas en el seno de la fa­
igualdad de los sexos y emancipación de la mu­ milia, la cual no llena su delicada misión en este
jer, unidas á pretensiones tan exageradas como punto. Casi nula es la influencia de la educación
ridiculas, obligaron ya en su tiempo á Proudhon cuando ésta no procede de la familia misma, cu­
á protestar contra tales tendencias y á afirmar ya dirección es tanto más importante para la
que son una misma cosa la emancipación y la mujer cuanto que éstá hace una vida más íntima
prostitución de la mujer. Si ésta ha de ser edu­ y ménos libre que el hombre.
cada, preciso es que se conozca su cualidad; in­ La instrucción que socialmente puede recibirla
dispensable es examinar su valor y dignidad, y mujer es siempre fragmentaria; su influencia
que se renuncie de una vez para siempre á la ha de ser pasajera; causará, si acaso, efectos con­
empresa utópica é impía de deshacer las leyes traproducentes, cuando no va acompañada de la
naturales, violando la constitución y carácter de rectitud de la voluntad y de la fuerza de los
la sexualidad humana y cambiando la naturaleza sentimientos, condiciones todas que puede sola­
de la mujer. La igualdad uniforme de los sexos mente prestar la permanente y bienhechora vigi­
ahoga la contrariedad, que es fuente de toda lancia de la familia. Pero como ésta es, á su vez,
vida, del mismo modo que la identidad completa producto de uniones que tienen iguales faltas
del hombre y de la mujer borra la oposición de que las que se trata de corregir; como también
caractéres, que es origen de infinitos y múlti­ los móviles casi exclusivos del cariño de los pa­
ples contrastes, negando así los atractivo^ de dres suelen ser meramente utilitarios, se viene á
ambos y entregando el mundo á ser víctima del caer en un círculo vicioso, que imposibilita tem­
poralmente traer á la práctica un nuevo y refor­
fastidio. Los propósitos de identificar la obra que
mador sentido en la educación de la mujer.
deben cumplir los dos sexos en la vida nos pa­
de moral y de filosofía 109
108 ESTUDIOS

no perpétuo?) de las más bellas condiciones de su


Aunque la educación tiene como precedente
necesario la instrucción, no comprende ésta todo naturaleza.
Si la mujer debe imperar en la vida por la de­
el fin de aquélla, que tiene tanto de ciencia como
licadeza de sus sentimientos, por la ternura de
de arte: el fin general de la educación es desen­
sus afecciones y por los encantos de su belleza,
volver y establecer en la plenitud de su acción creemos que será indispensable tener en cuenta
toda la naturaleza dél educando, el cual debe
para educarla, en tanto ó en mayor grado que la
obrar excitado por el pedagogo, mediante activi­
cultura, el corazón, que es en ella la fuente de la
dad propia, puesta siempre á servicio de lo bue­
no, de lo bello y de lo verdadero (1). abnegación y del sacrificio, y que será preciso
atender predominantemente á la pureza y recti­
Conviene insistir en el carácter complejo de la
educación, poique se entiende hoy generalmente tud de sus sentimientos, que pueden conducirla
al heroísmo mejor que las convicciones que halle
que la de la mujer se reduce á hacer1 que cese su
al término de una indagación filosófica ó al fin
crasa ignorancia, y á procurar que se instruya
de un razonamiento matemático. Y tan cierto es
en todo aquello que es compatible y áun incom­
que el sentimiento es lo predominante en la
patible con su modo de ser.
mujer, que áun en la vida' de aquellas que dan
Parece que hay un empeño marcadísimo en
hacer constar por todos los que de esta cuestión
el más alto testimonio de la virilidad á que pue­
den llegar, se muestra siempre dominando el
se ocupan , que su solución pende exclusiva­
mente de la mayor extensión que debe tener la corazón.
cultura de la mujer. Sin negar la importancia La figura de Mad. Roland, tan diversa­
mente juzgada, nos muestra un ejemplo de lo
de la instrucción, nos parecerán siempre las mu­
jeres sábias, las literatas, víctimas de una ilu­ que afirmamos; ella, como dice Proudhon, íué
sión, tanto más deplorable, cuanto que entende­ cristiana primero por hábito; libre-pensadora
mos habrán conseguido su profunda ciencia á después por sentimiento; republicana por com­
costa del amortiguamiento temporal (¿y por qué promiso; y siempre, absolutamente siempre do­
minada por el amor al ideal, como lo prueban en
parte las frases que pronunció al morir, hijas ya
de una afección verdaderamente íntima, ya de
(1) Este pleno sentido de la educación, que estimamos corno- un deseo femenil de producir efecto.
verdadero, es el que expresa Mr, G-authey, cuando^ dice: «La pala-
»bra educación (de ducere-e;c} indica admirablemente la naturale-
>za de esta obra; significa la dirección necesaria para manifestar
No hay ningún pedagogo que no afirme sin
»loque está dentro; por lo tanto, educares sacará luz loqueen titubear que la fuente única y exclusiva para
»el educando se halla en estado de germen .»
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 111
110 ' ESTUDIOS
panloup, ducere eetatsm puerilem ad humanita­
determinar los principios de la educación es la. tem, lo cual no se consigue, si se olvida en cual­
naturaleza humanas. Y decimos esto con aplica­ quiera de los dos sexos el régimen de alguno de
ción á la mujer, porque creemos ya pasado á la sus elementos, que requieren todos ser desen­
autoridad de cosa juzgada la afirmación deque vueltos y guiados según el principio general de
la mujer forma parte de la naturaleza humana, y la armonía, tan claramente presentido por los
que es, según dice Pelletan, ante todo un sér griegos. No queremos con lo dicho dar á enten­
humano, y después sexual. La más superficial der que la educación de ambos sexos, como decía
observación confirma lo que aquí decimos, por­ Platon, debe ser común, para establecer una per­
que muestra que el varón y la mujer poseen to­ fecta semejanza de afecciones y tendencias; por­
da la esencia de la naturaleza humana, lo mismo que los contrastes de la sexualidad no borran,
en el organismo de sus propiedades que en el ántes bien, confirman la armonía compleja de la
conjunto de. sus facultades, que en la suma de vida humana, mostrada mediante la contrarie­
sus fuerzas y tendencias; y aunque es verdad que dad de los sexos, y la unión de estos contrarios
en el uno yjen la otra aparece la esencia humana en toda la riqueza de sus aspectos. Para ello se
opuestamente determinada como origen de la necesita dirigir las cualidades distintas del varón
contrariedad sexual, otra vez tal oposición ma­ y de la mujer, examinando más detenidamente
nifiesta á su modo propio todos los elementos en qué consiste la oposición de la sexualidad.
esenciales del sér humano. Señalando, por lo tan­ Por consiguiente, si los primeros pasos dados
to, la manera de ser de la naturaleza humana en en la educación, que se dirigen principalmente
la mujer, á diferencia del hombre, resultarán ex­ á despertar las aptitudes comunes á todos los
puestos los principios según los cuales ha de ser miembros de la humanidad, deben ser iguales
dirigida la educación de aquélla, cuya aplicación
para los individuos de los dos sexos; cuando és­
en su infinita complejidad pende después, tanto
tos llegan á la adolescencia y á la juventud, en
de la obra de la experiencia, como de la delica­
cuyos momentos se señalan por crisis más ó mé-
deza del arte que requiere y de la eficacia de los
nos fuertes y por luchas pelig’rosas las diferen­
medios que se emplean. cias y oposiciones sexuales, es preciso qué la
El principio general áque debe obedecer la edu­ educación deje de ser común y venga á ser indi­
cación de la mujer y del hombre ha de ser el mis­ vidual á cada uno; porque entonces ha llegado
mo, aunque la aplicación de él sea distinta des­ la hora oportuna para desenvolver, que no para
pués según el sexo de los educandos. El fin, prin­ contrariar las cualidades diversas y los fines dis-
cipal de toda educación será, como dice Mr. Du-
BE MORAL Y DE FILOSOFÍ A 113
112 ESTUDIOS

lleza; si asentimos á la opinión- de .Pelletan ha­


tintos del varón y de la mujer. A esta dualidad: bremos de caracterizar la oposición sexual, asig­
en la dirección educadora de los individuos de nando al varón el poder generalizado!- y la idea
ámbos sexos, no debe acompañar el exclusivismo de lo justo, y á la mujer el análisis y el sentimien­
desconfiado del uno respecto al otro ó el instinto to: y, por último, si seguimos á Dumas, haremos
pueril'y egoísta del predominio ó mayor estima al varón el ser de movimiento, y á la mujer el
de alguno de los dos sexos. Por el contrario, si sér de forma. Hallamos, pues, que la sexualidad
el fundamento de la educación está en la limita­ designa una oposición fundamental, que com­
ción de que adolece la naturaleza humana, si la prende todo el sér y vida de los individuos, sin
necesidad del desenvolvimiento gradual y orde­ que haya nada en ellos que no aparezca entera­
nado de ésta se origina de la imposibilidad de mente contrario; de suerte, que todo lo humano
que nos guiemos exclusivamente por la espon­ se encuentra determinado bajo dos puntos de
taneidad del alma, diversa ó irregular mente exci­ vista distintos, porque no tiene más esencia el
tada, lo racional será comenzar por reconocer las uno que el otro sexo, ni es la mujer, como algu ­
faltas inherentes al varón y á la mujer y la ar­ nos han pensado, y entre ellos Proudhon, un hom­
monía complementaria que ámbos pueden pres­ bre cuyo desenvolvimiento ha sido detenido en el
tarse, para que de estos principios nazca la con­ período uterino.
sideración recíproca y el respetuoso deseo del Para caracterizar exactamente la oposición de
uno al otro individuo de sexos diferentes. los sexos, podemos referirnos á la más alta con­
La oposición, que dejamos señalada como el trariedad que existe en el mundo, á la del espí­
carácter de la sexualidad, es general, de tal ritu y del cuerpo, y según ella decir: que el pre­
suerte, que se observa cómo todos los escritores dominio de la vida corporal y el de la propiedad
procuran expresarla mediante una nota compren­ más homogénea con ella (el sentir) constituye
siva dé todos los elementos contrariamente de­ el modo de sér del sexo femenino, en tanto
terminados en el hombre y en la mujer, siempre que el predominio de la vida espiritual y el de la
en el supuesto de que si tal contrariedad aparece propiedad mas semejante á esta (el conocer) cons­
de una manera palpable en la vida del cuerpo, no tituye la peculiaridad del varón. Todavía se nota
deja de extenderse también á la vida del espíritu. más la oposición sexual al exam inar la constitu -
Según esta idea del sexo, si afirmamos con Proud­ cion del varón y de la mujer, lo mismo en su vida
hon que el hombre representa en la vida la fuer­ corporal que espiritual. Ei predominio de la vida
za y la idea, habremos de decir también con él» vegetativa y de nutrición sobre la animal y la de
que la mujer representa el sentimiento y la be­
114 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 115

relación, y la mayor influencia del sistema san­ ferioridad intelectual respecto á los hombres:
guíneo sobre el nervioso, son otros tantos ca­ porque les falta, según confiesa una de ellas,
ractères ya señalados por todos los fisiólogos, Mme. de Saussure, la fuerza creadora, cuya fal­
suficientes para mostrar la manera de ser de la ta, si logran disimularla á veces por una mayor
vida corporal en la mujer. Como consecuencia de rapidez de comprensión, vienen á hacerla mássen-
tales caractères, se observa siempre en la mujer sible después, cuando se advierte que llegan á la
una mayor receptividad que en el hombre, vién­ region de las ideas por abnegación y por pasión
dose, por su falta de espontaneidad, sacrificada á más que por convicciones reflexivas. Pudiéramos
las funciones materiales con una delicadeza ex ­ decir que, así como en la vida corporal la mujer
cesiva de cuerpo, con gran amplitud en el tronco no produce, sino que recibe gérmenes, en el
de éste, y en cambio, con una gran estrechez del mundo espiritual no llega á la esfera superior,
cerebro. que es la de las ideas, ni mucho ménos al poder
La oposición sexual penetraron igual valor en general y creador. No produce la mujer ideas,
toda la vida del espíritu (1), cuya determinación pero en cambio ejerce un imperio casi soberano
contraria es condicionada, que no producida, por en la vida del sentimiento, del cual se vale para
la vidac orporal. El predominio del sentir sobre el suplir su inferioridad intelectual y áun para ad­
conocer, del corazón sobre la cabeza, de lo ideal quirir un poder intuitivo y adivinador, superior
sobre lo racional, de la pasión sobre la reflexión; al del hombre mismo. Importa mucho insistir en
el imperio de la tradición sobre todo.elemento esta consideración para mostrar de un modo evi­
innovador, de las afecciones cercanas sobre los in­ dente cuán equivocado camino siguen aquellos
tereses permanentes, de los detalles sobre las que quieren reformar la condición de la mujer,
grandezas de la vida y el avasallamiento de la atendiendo exclusivamente á proporcionarla una
Ciencia por el Arte son las señales evidentes y cultura excesiva, casi siempre estéril, la mayor
las manifestaciones diarias del modo de ser y parte de las veces inútil, olvidando que hay en
producirse la vida espiritual en la mujer. Con tal la misma constitución del cuerpo de la mujer
peculiaridad en su manera de ser espiritual, no una fatalidad invencible, que la impide dedicarse
puede ménos de notarse en las mujeres cierta in- por largos trascursos de tiempo al estudio. De­
biera tenerse siempre presente la frase de Miche­
let; la mujer, desde que es mujer, está enferma,
(1) La diferencia de los sexsos 210 es meramente del dominio y por tanto, no puede dedicarse á las especula­
de la Fisiología; la inteligencia y el corazón tienen también sil ciones que los estudios serios requieren. De otro
sexo.—Mme. Stern.
10
116 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 117

lado, el período de la pasión, síntoma obligado Si existe, en verdad, una injusticia monstruo­
en ellas al despertarse al amor, les priva de toda sa en la condición de la mujer respecto á la vida
serenidad de juicio, al mismo tiempo queda pre­ civil, en la cual creemos debían contrapesarse
ñez debilita el imperio que puedan tener sobre sí mútuamente los derechos y deberes de los indi­
mismas. Ante tales inconvenientes, invencibles viduos de ámbos sexos, no entendemos que pue­
por su naturaleza, tiene que encerrarse la mujei da acontecer lo mismo en la vida política. En­
en este dilema: 6 ser mujer, ó ser un pensador; en trando en ella, no alcanzaría la mujer las cuali­
el último caso mata su condición y se convierte dades necesarias y que son privativas del hom­
en un ser neutro, que renuncia á la maternidad bre, y además perdería todas las dotes que ca­
y á la familia. racterizan su manera, de ser y su vida. Y si en
Como la fuerza de la lógica no tiene término, alguna ocasión necesita la gestión política de los
como el enlace de unas á otras consecuencias es asuntos de un Estado emplear á la mujer como
fatal, se han visto obligados los defensores de la uno de los infinitos resortes del complicado or­
emancipación de la mujer á pretender arrojarla ganismo social, todavía en tal caso debe exigirse
al foro é introducirla en la vida pública. De aquí á la mujer la prestación de un servicio, pero
ha nacido el deseo febril de algunos, que se han jamás la renuncia de su peculiaridad de vida ó
empeñado, desconociendo la verdadera natura­ la pérdida de su tierna sensibilidad y delicadeza.
leza de la mujer, en aumentar el número de los Recúrrase en buen hora á ella, pero que no se
pretendientes de carteras ministeriales. No nega- la obligue á salir de su propio círculo, esforzán­
gamos que la vida política, encargada de íesol- dose en que consiga, lo cual es imposible, la
ver los más arduos y complejos problemas, nece­ energía y capacidad del varón; porque en tal «aso
sita todas las fuerzas sociales é interesa á todos vendrá á ser una planta exótica, cuya suerte se
los individuos;pero no por esto creemos quepueda verá en peligro, si vuelve á la estrechez del
defenderse la necesidad de que las mujeres hagan círculo familiar, ó concluirá ahogando toda su
política. El carácter tierno y afectuoso de la mu­ condición femenil si sigue en la vida pública.
jer, su inteligencia fácilmente impresionable y Si en algunos casos es legítima la influencia
siemprel apasionada, la separan naturalmente de de la mujer en la vida pública, que la ejerza des­
los centros políticos y la atraen hácia la vida indi­ de su propio círculo, que no es pequeña la fuerza
vidual y de la familia, donde endulza con sus en­ de acción que puede prestar desde el centro del
cantos los sinsabores que el hombre recoge en los hogar doméstico.
vaivenes irregulares de la loca fortuna política. Sean políticas las mujeres, si lo estiman con­
118 EST0DIOS DE MORAL Y DE EILOSOEÍA 119

veniente, pero que influyan indirectamente, y Bien dirigida la vida del sentimiento, recta­
desde su esfera de acción en la gestión de los ne­ mente educado el corazón de la mujer, hallará
gocios públicos, siguiendo y teniendo siempre pre­ siempre el hombre en su comunicación con ella
sentes estas prudentísimas advertencias: «Sos­ un tesoro inagotable de ternura, iucapaz de en­
tener la causa de la justicia en los salones, de- gendrar el hastío; porque la condición humana
ofender los fueros de la libertad...; y cualquier es tal, que ama eternamente y se une de un
»día la influencia constante de vuestra palabra, modo indisoluble á todo aquello que le falta y
»hará salir triunfante del fondo de la urna un supone que completa la limitación de su ser.
»diputado demócrata (1).» Ya ha sabido Proudhon lo que se hacía al mos­
Superior al hombre por todos los instintos mis­ trar la inferioridad de la mujer respecto al hom­
teriosos de la ternura y del sentimiento, inven­ bre, estudiando aquella en su naturaleza física,
cible en la resignación, grande en el entusiasmo, en su vida intelectual y en su carácter moral,
divina por su belleza física y moral y santifica­ pero sin decir nada respecto al corazón de la mu­
da en todos los períodos de su vida, si es donce­ jer. Por grande que sea el poder de la sofística
lla por la inocencia, si es esposa por el deber, y proudhoniana, se verá obligado todo el que exa­
si madre por el sacrificio, puede y debe ser edu­ mine esta faz esencial de la vida de la mujer á
cada la mujer en todos estos elementos que per­ confesar la inmensa superioridad de ésta respec­
tenecen á la vida del corazón. Aquí debe ser pro­ to al varón; de tal suerte que, áun incultos, es­
clamada reina y soberana, y á este punto es al pontáneos é irreflexivos, los impulsos y senti­
que deben tender todos los esfuerzos que se ha­ mientos del corazón femenino tienen todavía
gan para mejorar su educación, pidiendo sólo á mayor cualidad, más fuerza y un poder más in­
la cultura científica las ideas indispensables para tenso que aquellos propios del varón, é hijos en
dirigir el sentimiento y borrar las mil faltas que su mayor parte de disciplinaria reflexión 'ó del
les enseñan de consuno el disimulo de la vida y dominio de las malas tendencias. Y tío se crea
la mentida hipocresía de una encubierta castidad, que con lo dicho desestimamos la influencia que
limitada, como dice Balzac, á tener por lúbrico el conocimiento y la idea tienen sobre el senti­
el lenguaje vulgar, y á considerar las gasas miento; por el contrario, pedimos que vengan
como telas muy tupidas que ocultan demasiado aquél y ésta á iluminar el fondo puro y noble del
los encantos de su belleza física. corazón de la mujer; pero entendemos que hay
siempre en la fuerza discursiva del pensamiento,
(1) pelleta». que existe en el esfuerzo lógico un elemento in­
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 121
120 ESTUDIOS

visible que contraría la espontaneidad del senti­ y de las relaciones universales de Dios con el
miento, que le roba su aspecto más noble y que mundo.
oscurece sus más preciados triunfos. Así es en La religión de la mujer nace de donde nace
verdad, y por esto será siempre digna de estima todo en ella, del corazón. Para ella es la religión
la vida del sentimiento, espontáneamente pro­ un sentimiento, una fé que llena las mas altas
ducida, mientras que el esfuerzo de reflexión, el afecciones de su ternura y delicadeza, y por lo
dominio por la idea, el sacrificio oblig’ado y el mismo aspira á vivir permanentemente en la fé
bien cumplido por imposiciones, entibiarán el positiva, manifestada en símbolos exteriores, cuya
mérito de los actos y la moralidad de la conduc­ mayor ó menor* racionalidad no examina, sino
ta, aunque de otro lado muestren un poder digno que los acepta, interpretándolos, más que con la
de tenerse en cuenta y siempre estimable para idea, por sus sentimientos y por la necesidad que
dominar los malos instintos. tiene de hallar objeto á quien dedicar su amor
No estamos muy léjos de afirmar que no hay en la esfera mas alta que sus concepciones en­
verdadera moralidad, y mucho ménos verdadera treven.
belleza, allí donde se cumple ésta y es llevada á Así hallamos en todos cada y uno de los ele­
cabo aquélla á costa de sacrificios, sufridos con mentos esenciales de la vida repetida aquella con­
valor, pero repulsivos al fondo del alma; y esto, trariedad que caracteriza la distinción sexual.
que parece una argucia intelectual, lo distingue De modo que podemos afirmar que la distinción
bien el poder intuitivo del sentimiento, y lo adi­ de los sexos muestra: primero, la imperfección y
vina fácilmente la nobleza y lealtad del corazón. limitación de la mujer, que si posee toda la na­
En la esfera superior de la vida que en lo hu­ turaleza humana, es según uno de sus aspectos
mano se concibe, en la religión, no se borra, sino solamente determinada; segundo, que las faltas
que se confirma más y más la oposición, que que el varón encuentra en sí mismo correspon­
mantiene siempre viva la afección mutua y el den á perfecciones de la mujer y vice-versa.
tierno interés entre ios individuos de sexo dife­ Nace de aquella primera contrariedad y de esta
rente. Si en el varón predominan, según hemos segunda armonía la tendencia, el deseo (llámese
dicho, el conocimiento y la idea, no puede ménos como se quiera) á la unión de los dos sexos que,
de determinar todas las manifestaciones de su
una vez digmificada ante todo en el altar de la
vida religiosa por aquél y por ésta, subordinan­ conciencia (y no primeramente por las preocupa­
do siempre la fé á la razón, entendiendo que es ciones sociales) constituye el matrimonio.
preciso adquirir conciencia de las cosás divinas Está, pues, la base fundamental del matri-
ESTUDIOS DE MORAL Y FILOSOFÍA 123

monio en la necesidad, de la unión superior com­ funda en el contraste característico de lo mas­


positiva y armónica de la naturaleza humana, culino y de lo femenino, compuesto en lo huma­
cuya síntesis divina «en vano buscareis en el no. Y apoyados en estas razones, podemos decir
»hombre solitario; porque no reside allí esta mi­ más fundadamente que Proudhon, no sólo que el
niatura del universo de que hablaba el filósofo matrimonio es de necesidad social, sino de nece­
»antiguo. En la unión del varón y de la mujer es sidad humana-, pues tanto se necesitan los aman­
»donde se encuentra este divino compendio, una tes en el cuerpo como en el espíritu, si han de
»vez que las antinomias sólo se resuelven por la formar un todo superior humano. .
»unión de la dualidad, que eleva la vida á su Es preciso advertir que el amor, como senti­
»plenitud y prepara al sér á constituirse como miento, determina y concreta lo amado hasta un
»el verdadero microcosmos (1).» extremo infinito, de suerte que la acentuación
Si el primer principio que hemos señalado co­ de la individualidad es indispensable para el des­
mo base de la educación es el de la armonía, de arrollo de aquél, porque no se- ama sólo la esen­
suerte que no quede en ninguno de los dos cia humana, sino también el carácter personal,
sexos ningún elemento que no sea desenvuelto las cualidades del espíritu y las prendas corpo­
completamente, podemos ahora señalar el se­ rales, que son otros tantos atractivos que incitan
gundo diciendo que la educación verdadera con­ más y más la viveza y profundidad apasionadas
siste, más que en cambiar la naturaleza de la del sentimiento amoroso. Y en tal sentido, volve­
mujer ó del varón, en procurar que la mujer mos á repetirlo, favorece al desarrollo del amol­
sea cada vez más mujer y el varón más hombre la acentuación del contraste, la manifestación
(si la frase es permitida), porque sólo de esta de la contrariedad y el predominio de la indivi­
manera se conseguirá hacer resaltar más la con­ dualidad, de cuyos caractères nace después la
trariedad que mantiene vivos el interés y el tendencia á constituir la union del matrimonio
amor que mùtuamente deben profesarse los in­ como una, inviolable é indisoluble. Este es el ver­
dividuos de ambos sexos. dadero ideal del matrimonio, y en esto consiste la
Según lo dicho, el matrimonio, que es una so­ completa dignificación del amor, y á esta condi­
ciedad superior al individuo, constituida por la ción enteramente racional es á la que debe aspi­
unión de dos séres contrarios, igualmente dignos rar el progreso y mejoramiento de la mujer. Por­
y en igual proporción para ella necesarios, se que—indispensable es confesarlo—hay que aban­
donar completamente los exclusivismos espiritua­
(1) J. Reynaud. listas, que están en contradicción con el sentido
124 estudios DE MORAL Y FILOSOFÍA 125

superior de la cultura moderna, y entender que por consiguiente, que declare, llegado el caso á
el verdadero destino y el estado más perfecto del que nos hemos referido, disuelto el matrimonio.
varón y de la mujer es el de la dignificación del No dudamos que Dumas y Girardin, y con ellos
amor dot el matrimonio, y no el de la muerte algunos otros, objetarían á todas estas conside­
cruel ó impía del más bello sentimiento humano, raciones á que da lugar la lectura de los folletos
sacrificando á un idealismo estéril las nobles de aquéllos, diciendo que estos son medios poco
prerogativas de la vida corporal. viables, paliativos ineficaces, porque no pueden
No menospreciamos la virginidad, estado de traducirse inmediatamente en leyes. Y es ver­
candor y de inocencia que seduce como si fuera dadera tal objeción; pero no es falso que en el
vea fanal trasparente de hermosura, según ha di­ órden civil y en el organismo interno de las so­
cho el poeta; pero creemos que puede y debe ser ciedades se hacen viables los principios de justi­
legítimamente roto este misterioso cristal, para cia, más que por imposiciones que proceden del
dar origen á un estado superior. Afirmar este centro á los diversos puntos de la circuferencia,
valor superior de la maternidad sobre la virgi­ á la inversa, es decir, haciendo las costumbres,
nidad equivale á dignificar de una vez para infiltrando en la sávia de la vida social las re­
siempre el matrimonio. formas, dando nuevo alimento á la vida moral
El matrimonio, cuya base única es el amox, de las familias y esforzándose en sustituir á las
tiene su sanción interior en la conciencia y la miras utilitarias y á las preocupaciones sociales
exterior en,el contrato. Si falta cualquiera de es­ los intereses eternos de la justicia.
tos elementos, podrá subsistir el matrimonio ante
la consideración social y en las apariencias ex­
teriores: en la intimidad del hogar, ante la santi­ II!.
dad de la promesa jurada, el matrimonio ha de­
jado de existir, contra todos los argumentos de No en balde hemos dado gran importancia á la
conveniencia que la consideración del derecho educación de la mujer, porque, como ha dicho
externo pueda suministrar. un escritor, educando á ésta se forman las ge­
¿Qué progreso será, por tanto, necesario llevar neraciones que están por venir. En la mujer debe
á cabo en esta esfera? Uno muy sencillo de ex­ el hombre ver la más bella síntesis y el más di­
presar, y que se reduce á procurar que deje el vino resúmen de toda su vida. Ella, con su ter­
derecho de estar en contradicción perpétua con nura inagotable, recuerda al hombre los senti­
la esencia, fin y tendencias del matrimonio, y mientos amorosos de su pasada juventud, y le
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 127
126 ESTUDIOS
No basta, como entienden habitualmente las
atrae constantemente á la fuente de la vida, en gentes, una educación rutinaria y limitada á la
la cual ha de hallar goces legítimos al presente enseñanza y prescripción del cumplimiento de
y esperanzas santas en el porvenir, con ¡la conti­ sus deberes domésticos: entender que de este
nuación de su personalidad y la perpetuación de modo puede formarse una buena madre de fami­
su nombre. Ella, con la mayor ó menor digni­ lia, es olvidar el cambio completo que han su­
dad que su condición revela, proporciona al hom­ frido las condiciones y circunstancias de la vida
bre el termómetro más seguro para graduar la entera, y es no reconocer el aforismo vulgar de
moralidad y la virtud del ambiente social en que que necesidades nuevas exigen el desarrollo de
vive, pues es cosa por demás averiguada que el nuevas fuerzas. Cuando los padres de familia
poder y consistencia de una civilización corres­ estiman haber cumplido su deber, procurando
ponden con el respeto de que se rodea á la ma­ que sus hijas sepan ser (como se dice en frase
dre y á la esposa. Así se observa que aquellos vulgar) mujeres de su casa, no tienen presente
pueblos que, como el romano lograron formar una consideración importantísima y es la de que
matronas virtuosas, tuvieron á millares varones el bienestar de la familia y la prosperidad del
fuertes, honra de sus familias y gloria de la pa­ hogar doméstico, no absorben ni llenan cumpli­
tria; miéntras que pueblos como el Oriente, apa­ damente toda la vida de la mujer como en otros
recen amenazados de una ruina inevitable y po­ tiempos en que, faltas del perfeccionamiento en
ssidos de una enfermedad mortífera por la de­ los procedimientos mecánicos, obligadas á pro­
gradación que de la frente de las mujeres resalta porcionarse todos los medios por el trabajo ma­
al hogar doméstico, convertido en impúdico al­ nual y careciendo de los beneficios de la división
bergue de sensuales placeres, que sólo pueden del trabajo y déla facilidad en ] os cambios, se
producir individuos y hordas para pueblos des­ veian las familias en la precisión de encargara
póticos, jamás hombres con virtudes cívicas y la mujer el cuidado de quince ó veinte oficios di­
ménos aún pueblos libres y dignos. - ferentes, que consumían toda la atención de la
Teniendo en cuenta el vivísimo -interés de tan madre de familia.
trascendental problema, no exageramos el alcan­ Una vigilancia inteligente, pero que requiere
ce de sus consecuencias si decimos que de las poco tiempo, una distribución ordenada en sus
bases prudentes, racionales y justas que se asien­ mandatos y un interés continuo en -evitar lo
ten para educar á la mujer, penden en su mayor mezquino y huir de la prodigalidad, son condi­
parte las muchas ó pocas soluciones que, para la ciones bastantes para que una mujer tenga bien
organización de la familia, puedan ser indicadas.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 129
128 ESTUDIOS

arreglada su casa, pero no son .circunstancias muy general el del célibe. Con el celibato toda
suficientes para que llene el gran vacío de sus moralidad se pierde, toda fuerza social se extin­
horas. Ante tal obstáculo, el gónio vivo déla gue y la fuente de la vida debe dejar de producir
mujer, el carácter inquieto que la es natural y la nuevos séres, una vez que.el célibe, dado el caso
voluble transición que de uno á otro detalle ne­ de que fueran verdaderos los inconvenientes que
cesita, la obligan á consumir frívolamente su él supone son contrarios á la unión conyugal,
vida, cuando no la arrastran á diversiones con­ está obligado á divorciarse completamente de la
tinuas, donde lo ménos que puede perder es los vida y á no ocupar dentro de ella lugar alguno,
bienes materiales de la familia; á todo lo cual salvo el que ocuparon los ascetas y monjes de
quizá se ve atraída, más que por instintos per­ los siglos medios. Así nos parecen, á no ser en
versos ó por tendencia al mal, porque se halla excepciones muy contadas, despreciables y en
irremisiblemente solicitada por el deseo de tem­ sumo grado egoístas los móviles que retienen al
plar el fastidio de una vida sin ocupación. hombre en el estado de célibe. Quizá éste huye
Huyamos con horror del pensamiento impío la lucha con los inmensos inconvenientes que
que pretenda atribuir la disipación y la frivoli­ puede ofrecerle el matrimonio y se aprovecha de
dad, tan habituales en la vida de la mujer, á ins­ sus ventajas por medios subrepticios, reducidos
tintos nativos de su alma ó á impulsos perversos á explotar la credulidad de la mujer ó á con ver
de su corazón; afirmemos, por el contrario, la tirla en una cosa venal.
inagotable bondad de su carácter y hagamos res­ No puede ser jamás defendible tal situación;
ponsable, en el mayor número de los casos, de sea en buen hora célibe el que así lo quiera, pero
estas faltas suyas á la sociedad, que la ha librado entienda que se halla obligado á negarse com­
del trabajo manual y la deja fuera de la vida pletamente á la vida conyugal, sepa que la lóg.-
moral, sin darla otra ocupación equivalente. ca le lleva de un modo necesario á romper todo
Sin la educación, la mujer no puede de modo vínculo con la mujer, y que si quiere conservar
alguno cumplir su destino; la madre del amor y alg'un sentido moral en medio de su infructuoso
de la vida queda reducida á una vigilante de los estado, se halla en la precisión de rechazar la
cuidados del hogar doméstico, que puede servir cortesana, ya que no admite al consorcio de su
de ama de llaves, pero no de bella auxiliar y vida la honradez y la dignidad de una esposa.
tierna compañera del hombre en las tribulacio­ Sean célibes los hombres, si lo creen condición
nes de su vida. Por estas y otras imperfecciones de su vida: creemos que se equivocan, pero to­
semejantes, observamos que es hoy un estado davía nos merecerán respeto si son lógicos y lie-
130 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 131

van sus ideas á las últimas consecuencias; en tal héroes por cada Alejandro y cada Annibal, un
caso, el falso principio moral que toman como millar de filósofos por cada Platón, y muchos
criterio de su conducta, lia de conducirles á pro­ millares de poetas por cada Homero y cada Ho­
clamar lo siguiente: «La mujer no puede ser racio y cada Virgilio, han doblado su cerviz bajo
»ni mi asociada ni mi esposa: pero yo no la el yugo de himeneo.
»quiero ni la puedo admitir como mi cortesana.» No son inconvenientes bastantes para retener
A cumplir este precepto es á lo ménos que una al hombre en el celibato las malas condiciones de
sociedad bien organizada y moral debia obligar á que adolezca la educación de la mujer. Es ésta
los hombres; porque á nadie se le puede compe­ un sér que fácilmente se adapta á las nuevas cir­
ler á que tome mujer, pero á todo el mundo se le cunstancias que su nuevo estado la proporcione,
debe prohibir que envilezca á la dulce compañera y que se asimila con gran rapidez las cualidades
del hombre. morales que un esposo digno y con conciencia de
Para librarse de la tiranía de las pasiones, pa­ sus deberes pueda enseñarla; que el hombre. la
ra evitar la lucha con la vida y las necesidades eduque, que la dirija y que la guie, que jamás
del cuerpo, y para adquirir la santa libertad del quedará sorda á la voz del amor. Ella sabrá, áun
espíritu que prepara el estado igual y constante falta de cultura y careciendo de toda educación,
del ánimo, tiene el hombre un recurso eficaz, que mostrar al hombre toda la idealidad de su sér;
completa toda su vida y con el cual alcanza la ella excitará, para ganar el tiempo perdido, los
plenitud fisiológica, moral y estética de su natu­ inagotables tesoros de su paciencia, de su espe­
raleza, que es el matrimonio, el Sacramento uni­ ranza y de su resignación; y si en medio de ta­
versal, como le llama Proudhon. Si el hombre no les esfuerzos no puede la mujer levantarse de la
cumple con tal ley, que confiese su falta y que no postración intelectual y moral que el trascurso
disimule su desconfianza y su egoísmo con argu­ del tiempo ha fijado en su espíritu como un a hue­
cias referentes á. las mejores ó peores condicio­ lla imborrable, todavía puede el hombre tener el
nes que el celibato pueda ofrecerle para el cum­ consuelo de que la mujer enseñará todo lo que
plimiento de fines altísimos. Contradicen tales de él haya oido á sus hijos, y áun lo idealizará
argucias las observaciones que cada cual pueda mucho más con los inmensos recursos que su in­
hacer por sí mismo, y áun el testimonio de la teligencia, fácilmente excitable, y su corazón,
historia, porque, según ha dicho un escritor, por demás sensible, puedan suministrarla.
si vivieron en soltería Alejandro y Annibal, Pla­ ¥ si todas estas consideraciones no tienen pa­
tón y Homero,. Virgilio y Horacio, un millar de ra ciertos caractéres la fuerza que les atribui-
11
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 133
132 ESTUDIO S

mos, todavía, habremo? de recordarles que la que ha debido contemplar la mujer, observando
unión conyugal no debe dejar de contraerse por la vida de su esposo íntegra y completamente
consagrada al bien, puede y debe éste exigir á
la desigualdad en las partes contratantes, por­
su compañera, como juez recto, el cumplimiento
que si tal sucediera, quedaría reducido el matri­
monio á un pacto sinalagmático, en el cual las de todas las condiciones que la subsistencia del
causas determinantes serian la utilidad y la con­ matrimonio requiere..
veniencia, negando así el deber de la abnegación Como el matrimonio, según hemos dicho, apo­
del sexo fuerte en pró del sexo débil, y áun bor­ yado en el amor tiene por sanción interior la con­
rando de la vida uno de sus aspectos más esen­ ciencia, siendo sólo el contrato la garantía ex­
ciales, el aspecto moral. Nada más natural en terna y la fórmula consiguiente para dar estabi­
este caso que supla el varón las faltas de la mu­ lidad á las relaciones sociales, y como la familia
jer, que la dispense su debilidad y sus flaquezas, es una personalidad, cuya paz y tranquilidad de­
que recuerde la enfermedad constante de su penden del mutuo cariño más que de fuertes la­
compañera y que se apiade dé ella, acostumbrán­ zos exteriores, euando en el matrimonio ha que­
dose á ver, en la que por el pronto considera como dado roto el vínculo interno y euando en la fa­
una persona extraña, su más constante auxiliar, milia ha dejado de existir la condición esencial
su más consolador apoyo, y sobre todo la tierna que la da vida, tiene el hombre que ha cumpli­
do leal y dignamente todos sus deberes el dere­
madre de sus hijos.
Cumpliendo el hombre todos estos deberes, cho, no de matar á la mona del país de Nod, se­
concurriendo el varón á la unión conyugal con gún dice Dumas, sino de arrojar del templo de
tal suma de atenciones para hacer posible el per­ su hogar á aquella que, debiendo ser la sacerdo­
feccionamiento social, y sacrificando todo lo sa- tisa que honrára y dignificára el culto de la fa­
milia, mancha y envilece con su aliento impúdi­
crificable en aras del más grande y noble de los
sentimientos que tienen su albergue en el cora­ co el santo albergue del amor al mismo tiempo
zón humano, es de todo punto necesario que el que escarnece los más nobles y leales esfuerzos
matrimonio se constituya bajo la egida de la ab­ del corazón del hombre.
negación y bajo el amparo del amor. Sólo en este ¡Ojalá que el hombre obrára siempre como de­
caso, y cuando el hombre ha tenido presente para cimos, porque no creemos que esto sea imposi­
la educación de su mujer, más que las teorías y ble, y sí entendemos que la mayor parte de los
cásuismos de una moral filosófica, la enseñanza que tales consejos olvidan, no es porque la voz
elocuente del ejemplo y el imperio de la virtud, de la conciencia no se los dicte, sino porque son
134 ESTUDIOS DE MOK.iL Y DE FILOSOFÍA 135

víctimas de preocupaciones sociales, cuando no dad imperfectamente su destino, pues lleva den­
de intereses mezquinos! ¡Ojalá que el hombre se tro de su propio seno, aunque no lo confiese, gér­
convenciera de que éstos y no otros son los prin­ menes de disolución garantidos por una falsa
cipios que deben regir la organización de la fa­ moralidad y regidos por un órden semejante a
milia; ojalá que, sin atender á ninguna condición aquél que hacia reinar el Czar en Varsovia.
exterior, hiciera el hombre ley de su vida matri­ Nos parece que no tiene ningún valor la ob­
monial la práctica de tales exigencias por la con­ jeción que al planteamiento del divorcio opone
ciencia requeridas y para la santidad de la pro­ Mr. Girardin, cuando dice.- «que el divorcio hace
mesa jurada obligatorias; porque en tal caso la »del matrimonióla escuela del escándalo (1).»
legislación positiva, que por desgracia procede la Cuando examinemos las soluciones que él pro­
mayor parte de las veces á posteñori y obede­ pone para resolver el difícil problema de la orga­
ciendo sólo á necesidades de gran entidad, no nización de la familia, veremos, sin tener que
tendría más remedio que adaptarse á esta nueva hacer más trabajo que exponer sus propias fra­
necesidad y proclamar legítimo el divorcio y na­ ses, quién entrega al escarnio más completo la
tural la disolución de la familia, cuando los familia y todos los sentimientos que en ella vi­
vínculos fundamentales de su unión han sido vi­ ven: si los que defienden el ¡.divorcio ó los que
ciados ó falseados. con él llegan á proclamar la prostitución como
¡Nos declaramos desde luego incapaces para la más alta institución social, que ha de curar
prevenir la múltiple é infinita sórie de objecio­ radicalmente todos los males que se refieren á
nes que podrán ocurrir á algunos al hallar que los dificilísimos problemas que nos ocupan.
defendemos el divorcio; pero si una tras otra Es por demás pueril y ridículo que quien, como
fueran presentándonoslas, creemos, sin dejarnos Girardin, apadrina un ideal que conduce á la dig­
llevar de pretensiones ridiculas, que podrían ser nificación del amor al estilo de las fieras, y sm
contestadas, siquiera no entendamos que sea el que medien entre ambos sexos más relaciones que
divorcio una solución que ofrezca algunos obs­ las del deseo sensual y las del pago de este sei-
táculos; mas son éstos siempre pequeños si se vicio á la mujer, deseche el divorcio solamente
tiene en cuenta la necesidad con que se impone apoyado en un escrúpulo tan fútil como el del es­
á todo hombre bien sentido remediar de esta sola cándalo que pueda producir la noticia de un adul­
y única manera los vicios de la familia. Si tales terio ó de otra causa cualquiera, origen del divoi-
vicios permanecen ocultos para evitar hipócrita­
mente un mentido escándalo, prosigue la socie­ (1) E. de Girardin, pág. 23, L‘Komme et la femme.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 137
13Ü ESTUDIOS

su responsabilidad individual. A ésta es á la que


cío. Si Girardin defendiera la unión conyugal hay que apelar á fin de dar á cada uno su mere­
como una reunión indistinta de los sexos, si diera cido, y abandonar la errónea opinión que consiste
á la familia aquel absoluto carácter individual en atribuir la falta de la adultera al esposo en­
de los tiempos caballerescos, ó mistificara con las gañado.—Rectificando tal opinión y procurando
prácticas religiosas la cópula indisoluble de las que á ia falta acompañe, no la venganza cruel
almas, podríamos explicarnos los reparos que de Mr. Dumas, pero sí el restablecimiento de la
opone á la disolución del matrimonio. Aun bajo plenitud de su derecho á cada uno de los cónyu-
semejante aspecto, tales soluciones se contestan jes, no se escandaliza á nadie, ni áun á las con­
por sí mismas. Por cima de todas las preocupa­
ciencias más tímidas.
ciones sociales, á pesar del ficticio menosprecio Lo que causará siempre escándalo, lo que in­
de las gentes y contra la falsa dignidad que se dignará á todo hombre honrado y lo que perjudi­
aparenta en pró del honor, ha dicho siempre la cará á la moral social y privada, es saber públi­
voz de la conciencia á todo hombre, y afirma hoy camente ó adquirir noticias particulares de la
de una manera inefable, que nadie responde más universalidad con que se extieno.en entre las fa­
que de sus i actos, y que por tanto á ningún ma­ milias el vicio, la discordia, y la impunidad á
rido—salvo el caso inverosímil de ser consenti­ cuyo amparo viven y bajo cuya sombra prospe­
dor de su propio ultraje—le es imputable la falta
ran seductores y seducidas. No hay necesidad de
de su esposa. Se rebela, en efecto, la conciencia
que la inspección de la ley penetre en los miste­
de todo hombre honrado ante el mero pensamien­ rios de la alcoba conyugal, como afirma Girardin,
to de que su honor, de que su vida entera, con­ ni áun cuando tal requisito se exigiera podrían
sagrada quizás por una série de sacrificios á la atemorizarse para nada las familias virtuosas,
virtud, dependa absolutamente en nada del ma­
pues lo que más brillo y esplendor presta al cum­
yor ó menor dominio que la mujer pueda tener
plimiento del bien es que se trasluzcan clara­
sobre sus pasiones.
mente todas y cada una de las divinas circuns­
Combatir esta preocupación, luchar contra ta­
maño absurdo, creemos que es trabajar por el tancias que á su realización acompañan.
Creemos que jamás podrá pretenderse legiti­
reconocimiento de la racionalidad de la vida y de
mar el mal; pero estimamos que no hay inconve­
la unión conyugal. Verdad es que el matrimonio
niente fiinguno en que éste se muestre á la faz
constituye una personalidad superior, pero tam­
de la sociedad, siempre que se haga con intención
bién es cierto que la unión de ios cónyuges no
de oponerle el verdadero correctivo. Lo contra-
los identifica hasta el punto de hacerles perder
138 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 139

rio sería engañarse á sí mismo y mantener á los matrimonio, desaparece para siempre el adulte­
demás en una ignorancia completa de la perver­ rio, que es un crimen de mera invención social.
sión que reina en las relaciones y organización Poeo experto necesita ser el lector para penetrar
de la familia, como si pudiera alguna vez llegar en la intención de la fórmula de Girardin, porque
á constituir la inocencia el verdadero ideal de la él se la explica exactamente, declarando que no
moralidad. existe adulterio y afirmando implícitamente que
Veamos ahora las prudentes soluciones que toda cópula material entre los sexos es legítima.
Mr. Girardin propone para dar firme y legítimo Sin precipitación ninguna podemos decir que la
fundamento al matrimonio y bases inquebranta­ libertad en el matrimonio que pide Girardin es
bles á la familia. No se crea que después de ha­ la abolición del matrimonio,' y por consiguiente
ber tildado el divorcio de escandaloso va á dar de la familia, y en término no muy lejano de la
Mr. Girardin soluciones que restablezcan la legi­ sociedad, una vez que ésta se apoya en una serie
timidad y el carácter ético de la familia; más bien, ordenada y en un organismo jerárquico de unio­
presintiendo que la dificultad que estos proble­ nes tan esenciales de suyo, tan insustituibles por
mas ofrecen consiste en que toda la esencia del su naturaleza como lo es la de la familia.
matrimonio y toda la constitución de la familia Si la sociedad no es una mera suma, ni consis­
radican en principios eminentemente morales, te en un conjunto indefinido de séres, ni se refie­
sobre los que poca ó ninguna influencia tiene la re á una masa confusa de individuos semejantes
.sanción externa de la ley, va á concluir supri­ á los rebaños de los animales, donde no hay con­
miendo de la vida todo aspecto moral, y redu­ trariedad ni cabe por tanto la armonía y en don­
ciendo el matrimonio á la cópula material de los de el individuo se sacrifica al mayor acrecenta­
cuerpos. Concisamente formula su pensamiento miento de la especie, sino que, por el contrario,
Girardin, dando como resultado de veinte años es la sociedad un todo racional que consiste en
de reflexiones y observaciones la siguiente fór­ la unión ordenada de todos los séres y que se
mula, que él cree resuelve completamente la refiere, por consiguiente, al reconocimiento de la
cuestión: libertad en el matrimonio e igualdad de sustantividad del individuo como á la afirmación
los hijos ante la madre. de la subsistencia del todo, preciso es protestar
En la previsión de que no se perciban fácilmen­ de una vez para siempre contra pretensiones tan
te todas las aplicaciones de su solución, señala absurdas como las que envuelve la fórmula de
Mr. Girardin como una de sus primeras conse­ Girardin.
cuencias la de que, proclamada la libertad en el Con la santa é infalible esperanza de que tal
i
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 141
140 ESTUDIOS

solución jamás será viable, ni la combatimos por hiera reparado en la complexion armónica del
temores infantiles, ni la refutamos evocando el todo social, que hace que nada exista realmente
valor imperecedero de los más altos intereses en la sociedad sin- un enlace comprensivo de lo
sociales y de los más nobles sentimientos huma­ mínimo á lo máximo y viceversa, habría com­
nos; somos de los que creen que nada radical­ prendido fácilmente que no tiene por exclusivo
mente falso y enteramente absurdo, como la fin el matrimonio la procreación, sino que obe­
proposición de Mr. Girardin, podrá jamás poner dece la necesidad de su existencia á fines supe­
en peligro las trabajadas bases de la sociedad en riores, desde luego á procurar el complemento
que vivimos; porque en tal caso, más que de la cualitativo de la esencia humana por el consor­
razón humana, cuyo infinito poder se muestra lo cio de los dos sexos contrarios, y después á ser­
mismo en el reino de la verdad que en la confusa vir de origen á la union y proximidad de los dos
servidumbre del error y del absurdo, habríamos polos opuestos, entre los cuales la vida general
de dudar de la intervención protectora y de la se mueve: la individualidad y el todo social.
asistencia constante de la Providencia al hom­ Por tal razón se exige que la sociedad matrimo­
bre para cooperar con él al cumplimiento de su nial no pierda su individualidad, y que la fami­
lia conserve el sello y origen de su fundación, de
destino. igual modo que se requiere que el individuo no
Combatimos y refutamos la fórmula de mon-
sieur Girardin, porque procede de un desconoci­ se pierda en este mar sin fondo del todo social,
miento completo de la complejidad del problema sino que á él se una, mediante que forma parte
y de un olvido absoluto de las relaciones necesa­ de una sociedad, á aquella general subordinada,
rias que mantiene con todo el organismo social, es decir, del matrimonio.
sin que las consecuencias á tal solución inhe­ Cuando falta la gradación jerárquica que de­
rentes puedan tener otro origen que el predo­ jamos señalada, no queda solamente destruida
minio irracional y la atención exclusiva presta­ la organización de la familia, sino completa­
dos á la satisfacción de las necesidades corpo­ mente negada la sociabilidad humana, abrién­
rales. Si Mr. Girardin hubiera notado que el dose entónces paso para retroceder á la barbarie
individuo no es dentro de la sociedad una planta de los primeros tiempos. Añadamos á todo esto
exótica, que el hombre no tiene una sola raíz en el vacío natural que se establece al suprimir el
la vida, ni al mundo se halla unido meramente círculo de la familia; consideremos ésta reducida
por un vínculo tan sólo garantido por una rela­ á un refugio pasajero, profanado por el placer,
ción de la parte al todo; si, por el contrario, hu- y habremos deducido alguna de las graves con-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 143
142 ESTUDIOS
empresa es fácil y el camino que para ello ha de
secuencias que resultan de la solución dada al seguirse es muy sencillo; pero nos atrevemos á
problema por Mr. Girardin. poner en tela de juicio el género de satisfacción
Con una serenidad hasta cierto punto increí­ que puedan proporcionar á Girardin los resulta­
ble, señala Girardin, como otra de las ventajas dos que de su doctrina deduce.
de su solución, la de que dejarian de existir hijos Abolida la paternidad para el hombre csmo in­
ilegítimos, pues que la madre no puede dar á dividuo é igualadas sus funciones á las que des­
luz bastardos. Tampoco necesita en este punto empeñan los de igual sexo en un rebaño de ani­
el lector aguzar gran cosa su entendimiento males, no hay necesidad de recomendar al hom­
para convencerse de que la solución que Girar- bre que ordene todos sus sentimientos y deter­
din propone, al proclamar la igualdad de los hi­ mine la inagotable riqueza de sus afecciones de
jos ante la madre, se reduce á la abolición de la una manera racional y siempre ascendente, cuyo
paternidad, y por consiguiente á suprimir entre comienzo ha de ser el amor de los individuos á
el varón y la mujer el vínculo ihdisoluble de los él más cercanos y con él ligados por los vínculos
hijos, que son la continuación de la personali­ de la sangre, y cuya plenitud bailará en el amor
dad, el orgullo de la vida y el sosten y consuelo general humano. Por el contrario, es preciso
de la vejez. Seamos justos y reconozcamos el contraponer los términos de la série, y aun negar
mérito del escritor francés: es indudable que no alguno de ellos, y en lo tanto hay que amar ge­
abandona la lógica; ignoramos si sabe que ésta, neral é indistintamente á todos los hombres para
cuando entra en el error, arrastra el espíritu con poder, bajo esta mentida 'hipocresía, no tener
una fuerza brutal á las consecuencias más ab­ afecto á ninguno, aparentando una filantropía
surdas, pero nos consta que tales consecuencias universal y guardando una indiferencia com­
no son capaces de detener un momento la série pleta.
irracional de ideas ;que el autor de iPhowmc et Después de estas y otras semejantes conse­
la femme viene formulando. Declara Mr. Girar- cuencias que Mr. Girardin deduce del principio
din que el principal inconveniente que existe antes consignado, dice, y en ello le asiste la ra­
para organizar bien la familia es la incertidum- zón por entero, que con la libertad del matrimo­
bredelapaternidad; y necesitando indicar medios nio no tienen lugar multitud de cuestiones que
que, en lo posible, borren semejante obstáculo, el divorcio había de dejar indecisas. Son las ob­
ó suprimir con una frase fácil de expresar insti­ jeciones que Girardin hace contra la convenien­
tuciones tan respetables cqmo las de la paterni­ cia del divorcio más referentes á detalles que al
dad y de la familia, se decide por esto último. La
144 ESTUDIOS DE MOBAL Y DE FILOSOFÍA 145

fondo mismo del asunto, de tal suerte, que bien de su casa á su esposa adúltera, y que la enco-
podríamos no hallar solución satisfactoria pa­ mendára al mismo tiempo la educación de sus
ra ellas, y seguir, sin embargo, creyendo el hijas. Pregunta después Mr. Girardin cómo con­
principio justo y la necesidad de su plantea­ tribuirá cada cónyuge á los gastos de la educa -
miento de todo punto racional. Mas afortunada­ cion de sus hijos. La contestación es obvia; ha­
mente no acontece semejante cosa; las objecio­ brán de contribuir por partes iguales, ó si la ley
nes que Girardin presenta son todas ellas de lo estimara conveniente imponiendo al cónyuge
poco ó ningún valor, de pequeña ó casi nula culpable la pena consistente en soportar los gas­
dificultad. tos dé la educación de sus hijos. Ya se ve, pues,
Pregunta Girardin cuál de los dos cónyuges se como hay, solución fuera de las afirmaciones ab­
encargará de los hijos, una vez verificado el di­ surdas de Mr. Girardin para lo que él llama ca­
vorcio. Fácilmente se comprende que deberá llejón sin salida (impasse] de Dumas y de Ideville.
encargarse de los hijos el cónyuge inocente de No le importa sólo al Estado en este dificilísimo
la causa productora de la disolución del matri­ problema el acrecentamiento de la población
monio, sin que se pueda refutar tal oblig'acion, di­ bajo el imperio de condiciones favorables á su
ciendo que en tal caso resultará castigado el doble desenvolvimiento físico é intelectual (1);
que no es culpable ; porque semejante aserto jamás podrá darse por satisfeccho un gobierno
sería un escarnio del corazón humano, un in­ con el cumplimiento de este fin exclusivamente
sulto á todo sentimiento noble y un desconoci­ material, que supone el abandono de todas las
miento del placer con que vemos á nuestros se- demás condiciones de la vida social. Sigue Gi­
majantes cumplir los deberes de la paternidad. rardin razonando lógicamente, aunque siempre
No nos podremos acostumbrar jamás á creer dentro de los mismos é inadmisibles absurdos,
que haya séres tan desprovistos de todo senti­ para ofrecer condiciones viables á la solución
miento de ternura que estimen como un castigo que anteriormente ha propuesto, y á este fin ima­
desempeñar el sagrado ministerio de educar á gina un nuevo organismo político, cuya vida
sus propios hijos, teniendo la inmensa satisfac­ consistiría en terminar con las asambleas legis­
ción de ver continuada su ya decrépita vida en la lativas, que son la dilapidación del tiempo más
vida de aquéllos. Además, si así no fuera,si el cón­ precioso y el uso de una palabrería estéril, en
yuge inocente no se encargárade sus hijos, podría
llegar el caso, á que ninguna ley obligaría nunca
á nadie, de que un hombre tuviera que arrojar (1) E. de Girardin: L'homme-femme, pág. 43.

X
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 147
146 ESTUDIOS

turaleza fisiológica, constantemente excitada y


afirmar solamente las libertades de reunión y
fecunda por la acción del varón.
de la prensa, en convertir el impuesto forzoso en Enterados de los principios que sienta Mr. Gi­
prima voluntaria de seguridad y en señalar para rardin y de la manera como concibe el fin de la
el régimen social las leyes naturales, de cuyo mujer en la vida, no nos extrañarán los consejos
complemento se encargaría la comisión de revi­ que da á las jovenes para que por ebos se guien
sión del código decenal, en el cual debía ser ga­ al ponerse en contacto con el varón, sino que,
rantida la emancipación de la mujer y estable­ por el contrario, hallaremos más y más confir­
cida su igualdad con el varón. mado el exclusivismo materialista que viene
Es inútil para el fin que nos dirige é infruc­ , inspirando todos sus pensamientos, que son cier­
tuoso para la intención que nos mueve entrar tamente más escandalosos que el escándalo que
ahora en el exámen de las nuevas afirmaciones supone pueda producir el restablecimiento del
de Girardin; no se refiere la mayor parte de ellas divorcio. «Créeme, dice(l), dirigiéndose áunajó-
á nuestro asunto, sino de una manera indirecta. ven: no uses palabras ya convencionales, no pro­
Pero debemos consignar que la conclusión á que nuncies la palabra virtud, que es peligrosa; pro­
llega es una verdadera paradoja. ¿Cómo puede nuncia la palabra maternidad, y á su sombra se­
pretender Girardin emancipar á la mujer é igua­ rás inviolable.» De suerte que la mujer no tiene
lar su condición con la del varón? ¿Es posible más que objetar al seductor que la imposibilidad
alcanzar tal emancipación ni conseguir seme­ de sostener á sus hijos; pero si éste se obliga á
jante igualdad, cuando de su doctrina resulta mantenerlos y á sufragar los gastos necesarios ¿
que la mujer queda constantemente esclava de su educación, no debe la mujer pensar más que
las atenciones que requieren sus inacabables en entregarse á él; y ante tales afirmaciones:
funciones de la maternidad? No hay que dejarse ¿se atreve Mr. Girardin á dudar que este len­
llevar, per tanto, de palabras vacías de sentido guaje es el de la mujer que se vende? El ultraje
ni de promesas vanas; la libertad del matrimo­ hecho á la dignidad de la mujer no se remedia
nio y la igualdad de los hijos ante la madre, que con un puñado de dinero, ni se remediará nunca,
son las dos soluciones de Mr. Girardin, ó mejor, pues por mucho que aumente la prostitución y
la abolición del matrimonio y de la paternidad, la venalidad de las mujeres, jamás podrá ser
borran completamente toda moralidad en la vida,
quitan á la mujer toda su dignidad y la convier­
ten en un exclusivo instrumento de placer para (!) L. C., pág. 108.
el hombre, y en una esclava perpétua de su na­ 12
148 , ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 149

esta falta general, ni tal vicio llegará á ser ley el elemento divino de las ideas, purificando en
de la vida. mucho ó en poco los más groseros impulsos, y li­
Pudiéramos contestar á quien de tal manera brando al hombre del embrutecimiento sensual.
insulta la condición de la mujer, con la adverten- No hay para qué dudar que el hombre y la mu­
tencia que hacía no recordamos qué escritor á jer pueden hacerse siervos del placer, pueden ol­
un maldiciente perpètuo del sexo débil, obligán­ vidar hasta sus más preciadas facultades y limi­
dole á pensar en atribuir las malas condiciones tar su vida á relaciones meramente sensuales y
que tenía por generales en todas las mujeres á la utilitarias; pero ambos sentirán un vacío inmen­
madre que le dio el sér, y á la hermana cuyos so, notarán la falta de algo, desearán cierto pla­
tiernos afectos le sirven de bálsamo consolador cer desconocido, incapaz de ser proporcionado
en la vida; en la firme seguridad de que habría por la fuerte irritabilidad á.qup se sujete el sis­
de comenzar por incluirlas en lo que por el pron­ tema nervioso, y habrán de traer necesariamente
to llamaría raras excepciones y después se había al acto de su unión elementos morales mejor ó
de ver precisado á proclamar ley general. peor determinados, pero siempre inexcusables á
El amor, la unión conyugal y la cópula de am­ la satisfacción de deseos é impulsos que no tie­
bos sexos constituyen un poema entero en el nen su origen meramente en los apetitos corpo­
cual hay que reconocer multitud de elementos á rales.' ¿Cómo ha de bastar, por consiguiente, que
cual más complejos, y todos ellos ó su mayor el varón sea responsable del niño ante la mujer,
parte, revestidos de un carácter eminentemente y ésta lo sea ante la sociedad? Esta responsabili­
moral y digno, que repele esta especie de contrato dad obedece solamente á uña mera prestación
brutal y meramente económico. En vano será económica y al pago de un servicio asalariado,
quererse dejar llevar por una ridicula hipocresía que suprime, por consecuencia, todo el encanto
del vicio; infructuoso será pretender vivir siem­ que la atracción de los sexos necesariamente
pre en una atmósfera completamente impregna­ supone.
da de positivismo, porque son para el hombre las Además, el mismo inconveniente debería ofre­
ideas, según dice Goethe, las verdaderas madres cerse. para la prestación económica que para
de la vida, y allí donde ésta existe, allí donde el el. reconocimiento de la paternidad. Si ésta es
corazón no está todavía apagado, áun cuando se cierta, caso en que según las prescripciones de
halle entregada la naturaleza humana á las locas Mr. Girardin debe ser remunerada la mujer,
palpitaciones del placel* que parecen mostrar una ¿qué obstáculo puede presentársele al varón pa­
muerte temporal, allí mismo ha de presentarse ra proclamar ante la faz de la sociedad que es
150 ESTUDIOS I)E MORAL Y FILOSOFÍA 151
padre de tal hijo? Indudablemente aparece un rardin hacer general lo que llama duairs (emolu­
inconveniente grandísimo, de todo punto inven­ mentos que ha de dar el hombre á la mujer para
cible, y que sin duda ha tenido á la vista el que ésta sufrag'ue los g'astos que ocasione el acto
autor francés, para declarar desde luego abolida de la cópula, ó sea la manutención y educación
la paternidad, y cuyo inconveniente se refiere al del hijo), abolir la paternidad y establecer el ré­
necesario envilecimiento á que ha quedauo redu­ gimen siempre cierto de la maternidad. x
cida la mujer por la libertad del matrimonio. Se Triste conclusion, por cierto, la que se des­
comprende de una manera fácil que Mr. Girar- prende del trabajo hecho por Mr. Girardin; re­
din no haya querido obligar al padre á reconocer pugnante consecuencia, en verdad, la que lleva
á sus hijos y haya preferido que éste sea un fac­ lógicamente á no sostener más relaciones entre
tor innominado, un agente impersonal, cuya fun­ el hombre y la mujer que las meramente econó­
ción se limita á concurrir al acto de la cópula y micas y utilitarias.—Pero tales soluciones son
á retribuir el servicio de la mujer con los emo­ incomprensibles, absurdas é indignas de ser
lumentos necesarios para la educación de los hi­ aceptadas por nadie que de honrado se precie.
jos; porque ¿quién habría de declararse padre de Ni las lucubraciones radicalísimas de la Aso ­
los hijos de una mujer que habrá vivido, que ciación internacional llegaron jamás á conclu­
vive y seg'uirá viviendo en la más completa ab- siones tan opuestas á la dig’nidad y carácter éti­
veccion y entregada á una prostitución cons­ co de la vida humana como las que se despren­
tante? den del exámen de la doctrina expuesta en el fo -
Tal es el punto verdaderamente objetivo del lleto IShomme et la femrne.—Al ménos la teoría
trabajo Mr. de Girardin. Porque aspira á gene­ de la Internacional se apoya en lo llamado amor
ralizar el mal ynoá aminorarlo; porque quiere que libre, donde há lugar todavía legítimamente á
las distinciones cesen, no haciendo que las mu­ afirmar la sustantividad de la vida moral y el
jeres prostituidas se rehabiliten para igualarse valor de los móviles internos que puedan guiar
con las honradas, sino pretendiendo que éstas se á los dos sexos á su union. Hay en tal teoría el
rebajen y se identifiquen con las prostituidas: peligro inminente de encerrar la vida en el es­
porque, en una palabra, desea hacer universal la trecho círculo de la reciprocidad, negando la es­
prostitución; le parece mal que ésta se suprima, fera de la abnegación; pero estas son consecuen­
y recházala crítica que de ella hace San Agustín. cias que no han entrado quizá en el ánimo de
Para sostener lo qüe pudiéramos llamar la uni­ los mismos que profesan tal teoría, cuya deno­
versalidad de la prostitución propone Mr. Gi- minación obedece tal vez á un espíritu justísimo
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 153
152 ESTUDIOS

de protesta contra los vínculos insoluoles y las clones á que ha dado lugar, es ciertamente la
uniones obligadas, tan usuales en la familia ac- idealización del principio femenino opuesto al
masculino, ó la purificación y ennoblecimiento
túal. simbólico de la atracción de los sexos. Lo mismo
En la teoría que Mr. Girardin defiende, ni en
mera hipótesis puede afirmarse que quede lugar en el misticismo oriental que en el politeísmo
para algo que no sea determinado por el móvil greco-romano, y áun en el cristianismo, podría­
mos hallar creaciones simbólicas que represen­
del apetito físico y por la fuerza ciega de su sa­
tisfacción. Cumplido el acto que lleva tras sí tal tan con mayor ó menor exactitud el poder nece­
satisfacción, ni la mujer debe acordarse del va- sario é ineludible de la atracción de los sexos, y
ron, ni éste de aquélla hasta que vuelva á sen­ que es la causa excitante de toda nuestra activi­
tirse la pasión sensual. De modo que la oposición dad y energía.
délos sexos, que hemos ya examinado, queda ¿Se refiere Astarté en "Fenicia á la gracia, ó
suplantada por un apetito brutal; la riqueza de se aplica acaso la Vénus de Grecia á la belleza, ó
contrastes, que anima la vida de unión del varón expresa la Isis egipcia la inspiración, y las Ra­
y déla mujer, se halla limitada á los momentos quel y María el amor, mientras la Margarita del
fugaces del placer corporal; y la sociedad del Fausto personifica la pasión? Creemos que todas
matrimonio, origen de todo lo más grande y no­ estas creaciones representan cualidades morales,
ble de la vida, se reduce á la prestación mutua sintetizadas y concisamente expresadas en la
impresión suprema que produce la contrariedad
de un servicio.
Jamás podrán tales opiniones infiltrarse en la y consig'uiente atracción de los sexos, que ha
corriente social. Se engañan lastimosamente los hecho á todos los pueblos presentir necesaria­
que opinan que la contrariedad de los sexos mente y referir tal contrariedad al principio mis­
desaparecerá y que la vida matrimonial sólo ha mo de toda vida, á Dios.
de consistir en el consorcio de los cuerpos. Ya hemos dicho que la contrariedad da los se­
Muéstranlo enteramente contrario toda la vida xos muestra laimperfeccion de cada uno de ellos,
humana y la laboriosa gestación de los símbolos y que la unión de ambos hace que cese tal imperfec­
y mitos con que ha venido representándose la ción, así es que el matrimonio responde á esta
atracción de los dos sexos, y cuya más alta necesidad del complemento humano, que no puede
expresión es ni eternofemenino de Goethe. Si algo ser llevado á cabo sin hacer permanente—al mé-
representa esta frase, genuinam ente alemana por nos mientras no se halle viciada por alguna de
su oscuridad y por las numerosas interpreta- sus condiciones—la unión del varón y de la mu­
154 ESTUDIOS di; moral y de filosofía 155

jer. Concurren á esta unión ambos á satisfacer- personalidad, ¿quién se atreverá á pensar que es
necesidades superiores álas que revelan los ape­ un crimen de mera invención social el adulterio,
titos sensuales; busca el hombre en la mujer, no sino quien, como Mr. Girardin, se decide áaboln
sólo la hembra (como necesariamente tiene que sociedad tan racional y tan justa?
acontecer siguiendo las prescripciones de Mr. Gi­ Hay en todos los elementos que constituyen la
rardin), sino la armonía complementaria de toda sociedad matrimonial condiciones esenciales para
su naturaleza, la expresión de su juventud y la la realización de la vida humana. El que produ­
cariñosa compañía que le anima y consuela: cua­ ce ésta fuera de la sociedad matrimonial, puede
lidades contrarias y que corresponden á dotes que dar testimonio del vacío inmenso que á su alre­
predominan en el varón, debe buscar la mujer en dedor siente, sin que basten á llenar los más ín­
el matrimonio. Se despierta así entre ambos sé- timos deseos de su alma y las más recónditas ne­
res unidos un interés vivísimo y una afección im­ cesidades de su corazón la ficticia alegría de las-
perecedera, que hade sostener necesariamente la diversiones ó la ocupación de la actividad exte­
mútua correspondencia que el contraste de la de­ rior, tan comunes actualmente. Apoyado en ta­
terminación de la naturaleza humana caracteriza les consideraciones, llamaba A. Comte estado im­
en cada uno, haciéndoles distintos y opuestos, perfecto el del hombre que no estaba constituido
aunqueá un íntimo consorcio destinados. Así, es en matrimonio. Todo este aspecto verdaderamen­
preciso que los cónyuges se unan completamen­ te íntimo de la unión conyugal es desconocido
te, de suerte que el esposo se deba á la esposa y por Mr. Girardin, que limita el fin de aquélla á la
vice-versa, con plena abnegación de parte de cada procreación de los hijos, como si ántes que ésta
cual y con sacrificio de las utilidades recíprocas á sea llevada á cabo y se cumpla la ley de la reno­
la paz del hogar y á las recompensas más puras vación por la cópula de ambos sexos á que está
y más ideales del. mundo del espíritu y del co­ sometida la humanidad, no sintieran los indivi­
razón. duos de ambos sexos el impulso que los atrae,
Constituida de tal suerte la unión de los cón­ la fuerza que los impele y el principio á que obe­
yuges, cada uno cumple voluntariamente el mi­ decen. No pretendemos con tal afirmación redu­
nisterio que le corresponde por su sexo y ambos cir el matrimonio, como llegó á hacerlo A. Com­
concurren juntamente á vencer las cargas de la te, á que en él predomine una amistad íntima y
vida cuyos goces son comunes., cuyas contrarie­ un aLtroismo y sociabilidad superiores al egoís­
dades son de ambos y cuyas recompensas recogen mo, debilitando los apetitos carnales y aspirando
juntos. Con tal comunidad de vida, de honra y de á conciliar la maternidad con la virginidad, ver-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 157
156 ESTUDIOS

dadera utopia de la Edad Media. Estimamos que esta indagación de la paternidad ha de quedar
son tan parciales los que así opinan como los que siempre encargada al individuo, y en tal sentido
reducen la vida matrimonial á la procreación de se confirma el principio asentado en la ley, cuan­
la especie. Este fin es justo, dig'no y esencial en do ante el nacimiento de un hijo no protesta el
el matrimonio; pero no es el único, y por lo tan­ padre de su legitimidad ó ilegitimidad. Pero áun
to el vínculo matrimonial necesita durar y per­ con todos estos inconvenientes creemos preferi­
manecer para satisfacer las complejas necesida­ ble la existencia del padre de familia con mayor
des corporales, morales y humanas como indivi­ ó menor certeza de su legitimidad que la supre­
duales y sociales, que constituyen al hombre en sión de éste, sin el cual e-s imposible que el ma­
la plenitud de todo su sér. trimonio subsista, y es preciso que la poligamia y
La doctrina que Mr. Girardin expone está en la poliandria sean los usos admitidos para consti­
contradicción, según hemos observado, con la tuir las relaciones conyugales.
esencia misma del hombre, don la naturaleza de Por lo demás, nos sigue pareciendo inútil el
la sexualidad, con el principio que determínala anuncio que hace Mr. Girardin de sustituir en
atracción de los sexos, y áun con los fines mismos el órden social la probabilidad por la certeza. Po­
que el matrimonio cumple, pues que trata de ab­ ner la cuestión sobre el mayor ó menor grado de
sorber en uno de ellos todos los demás. probabilidad que á la paternidad acompaña, y
El proyecto de Mr. Girardin no es de ninguna contestar afirmando la certeza de la madre, que
manera viable. Aboliendo el matrimonio y la pa­ nadie niega, creemos que es evadir la cuestión,
ternidad y sustituyéndolos por lo que llama la pero no resolverla. Está afirmado de muy anti­
gran revolución déla homogeneidad nacional, guo, y áun expresado en la ley desde el tiempo de
pretende en vano que el órden social tenga por los romanos, que la madre siempre es cierta, de
fundamento la certeza, en vez de la probabilidad modo que el g’ran principio que Mr. Girardin
en que se funda la paternidad, según el princi­ anuncia, queda reducido á la nada, una vez que
pio tan conocido de los romanos: Patvr est qwem no contiene la certeza de la paternidad, que es
justce nuptice demostrant. Tiene este principio su lo que se desea saber.
fundamento en la presunción justa y de todo Mostrando el mal generalizarle, indicando el
punto racional de la bondad g’eneral de la natu­ vicio defender su legitimidad, y examinando la
raleza humana y de la condición de la mujer, de prostitución unlversalizarla aspirando á cons­
la cual no puede nadie tener derecho á dudar sin tituirla como el derecho común en las relaciones
haber recogido algunos datos para ello. Además, matrimoniales: tal es, en suma, el fin y término
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 159
158 ESTUDIOS
sidades que descubra fundadas en algún princi­
de la doctrina que Mr. Girardin expone en su pio moral, y plegándose en todo lo demás á seguir
folleto. atentamente todas las innumerables vicisitudes
Una diferencia capital nos separa dei pensa­ que pueden acontecer en el matrimonio.
miento que ha inspirado á Mr. Girardin su fo­ Si la unión conyugal está viciada en su origen
lleto. Comienza señalando el deplorable estado de ó es perturbada gravemente por faltas que nie­
la constitución de la familia, hace resaltar los ma­ gan las condiciones más esenciales del matrimo­
les que en su seno, se producen y se indigna jus­ nio, debe la justificar semejante nulidad, me­
tamente de las terribles consecuencias á que jor que encerrar aquélla, que es familia aparente,
aquéllos dan lugar. Estamos conformes con en el círculo de hierro de una indisolubilidad
Mr. Girardin en todo lo que á tal asunto se re­ que, de no resultar prácticamente del leal cum­
fiere, pero le abandonamos completamente cuan- plimiento de los deberes mutuos por parte de
dOj léjos de idear algún remedio eficaz para evi­ ambos cónyuges, puede ser una consecuencia
tar estos males, procura generalizar* este estado, formal y rigurosa de una premisa lógica, pero ja­
borrar toda distinción y legitimar toda unión con­ más alcanzará la cualidad de ser un principio
yugal, dando carta de naturaleza y título perma- eficaz parala vida.
msnte de legitimidad entre las instituciones so­ A este fin hemos propuesto como solución el
ciales á la prostitución. Creemos que es obra más divorcio. Pero el divorcio no es más que un re­
útil, aunque no tan fácil, la de procurar, después medio para evitar el mal de las uniones in­
de ' reconocer el mal, señalar el camino por el sostenibles; jamás podrá ser defendido como
cual pueda alcanzarse su sustitución por el bien. ideal de la vida matrimonial. Esta necesita, por
Ya sabemos que en esta esfera de la vida, en la el contrario, constituirse mediante el predominio
de la familia, vale poco el espíritu.formalista de las de la individualidad, y aspira á perpetuarse como
ceremonias exteriores y lo es todo, con las sanas una é indisoluble. De aquí resulta que el divor­
costumbres, la atmósfera moral, de que debe.es­ cio no puede ser considerado más que como un
tar impregnada constantemente la sociedad con­ remedio, cuyo uso (¿para qué negarlo?) no deja
yugal. En este orden de relaciones exigiríamos de tener sus peligros, necesitando, por consi­
á la ley que, después de imponer, en los límites guiente, ser rodeado de muchos y muy eficaces
asequibles/un alto sentido moral á la constitu-, preservativos.—Cuáles puedan ser éstos, es difí­
cion de la familia, fuera parca en sus prescrip­ cil decirlo concisamente, porque ya hemos hecho
ciones, lo mismo positivas que negativas, cir­ notar que la vida matrimonial tiene su origen
cunscribiéndose á traducir en mandato las nece­
DE MORAL Y FILOSOFÍA 161
1G0 ESTUDIOS

en móviles internos, y su fundamento en tenden­ voluntad de ambos contrayentes basta para disol­
cias y afecciones cuya intención queda siempre ver el matrimonio, de esperar es que sean fre­
ocultapara los ojos profanos de la ley. Así es que cuentes los casos en que la voluntad enérgica del
la dificultad del problema se repite, y no se varón se imponga á’ la más débil de la mujer, y
halla otro preservativo que ofrezca condiciones la obligue á declarar que es consentimiento mú-
de posibilidad para el uso racional del divorcio tuo lo que no es más que una decisión arbitraria
que el de la educación de la mujer y el mejora­ y despótica del más fuerte. Y como en todas es­
miento de la moralidad de las familias.
tas dificilísimas cuestiones la ley encuentra cons­
Si está cumplidamente justificado el divorcio tantemente un tupido velo, ocultando á los ojos
por el adulterio de la mujer, que introduce la más escrutadores las verdaderas causas de tal
perturbación en el matrimonio y hace perder á decisión, aumentan las dificultades y acrecen los
la familia su carácter individual, carácter que peligros con la repetición frecuente de desunio­
siempre se ha procurado conservar hasta en la nes injustificadas.
organización absorbente y autoritaria de Roma, De todas suertes, poco es loque puede influir en
no puede decirse otro tanto respecto al mutuo fia reforma moral de la familia la acción siempre
consentimiento. Para ser completamente funda­ externa de la ley positiva, la cual puede ser fal-
da ésta, que algunos presentan como segunda seada de un modo muy fácil en todos y cada uno
causa del divorcio, habría que identificar el ma­ de los actos referentes á la vida matrimonial.
Por esta razón entendemos que importa en esta
trimonio con un simple contrato' y hay algo
esfera, más que formular.muchas leyes, dar con- z
más queésto en él,—-y tendríamos que hacer, áun
dado este punto de vista, ya de suyo inadmisible, diciones que procedan de todos y cada uno de los
una abstracción tan infundada cuanto injusta individuos, á fin de que el mejoramiento moral
de todas las consecuencias que son anejas á la sea producido, no por un mandato externo de la
consumación del matrimonio. ley, sino por un hábito legítimo, fuertemente in­
La completa trasformacion de la mujer des­ crustado en las costumbres.
pués de consumado el matrimonio, la existencia,
Formar costumbres, combatir preocupaciones,
presente ó futura, de los frutos naturales de él,
desechar errores y recurrir al testimonio elo­
los hijos, y otras tantas condiciones á cual más cuente del ejemplo, son remedios eficaces, y cuyos
respetables, quedan sin amparo, desaparecen por útiles resultados se recogen máspl'onto de lo que
entero, proclamando disoluble el matrimonio sólo algunos espíritus desconfiados pueden imaginar.
por la voluntad de los cónyuges.—Hay más: si la • La educación, pues, es el gran recurso á que hay
ESTUDIOS DE MOKAi Y DE FILOSOFIA
163
162
-que acudir. Educando á la mujer en el sentido A medida fiue aumente la confianza J crezca la
que dejamos expuesto, haciendo que ésta desarro­ ,X«ad de vida entre el varón , la mujer, tra
lle de vez en vez más su naturaleza'y procuran­ siendo más factible una mútua inteligencia, que
do que resalte la contrariedad cualitativa de su evite un régimen de desconfianza, contrario a la
modo de ser frente al varón, se obtendrán me­ naz doméstica. Constituida según esta pauta la
dios eficaces para que se aumenten los contrastes familia, podrá llegar á formar un remo sufióienm
y atractivos que deben existir entre ambos se­ para el cumplimiento de sus altísimos fines
xos, y para que se logre que la vida matrimonial donde no abrigará el varón la ridicula pretensión
quede libre del fastidio y de la rutina, que mata de dominar como un déspota, ni halagará á la
el cariño. De esta suerte se conseguirá, que en­ mujer el infantil propósito de imperar autocrá-
tre el varón y la mujer medien un respeto y con­ ticamente sino donde ambos se complementarán
trámente daier0 microcosmos y para
sideración siempre crecientes, y se llegará, por La„ ti,—y.
último, á ver regidas las relaciones de los sexos,
no por el fútil deseo del predominio de la volun­
tad del uno sobre el otro, sino por la confianza
recíproca de ambos, que conserva el cariño perso­
nal y alimenta el consorcio íntimo de los corazo­
nes. Sería ineficaz de todo punto la pretensión de
señalar, dentro de la familia, una jerarquía de
poderes y una división de atribuciones, porque,
áun considerando como un estado doméstico la
unión conyugal, es preciso tener presente que en
tal estado valen muy poco las prescripciones po­
sitivas y son de mucha utilidad las prácticas le­
gítimas y las costumbres morales. El predominio
no deberá ser de ninguno; y si uno de los dos lo
ejerce, no será ciertamente fundado en una cons
titucion legal, sino en el mejor uso que de él
pueda hacer, una vez que. en el estado doméstico
no puede haber más principio ordenador de sus
poderes que la afección y el amor. (i) Sa.nz dsl Río, W««í de la humanidad-
13
LA CIENCIA SEGUN PLATON-

INTRODUCCION.

I.

Desde que toda indagación del pensamiento-


humano procede por una ley necesaria de los
principios asentados por Kant en su obra impe­
recedera de la Crítica de la Razón pura; desde
que este gran pensador emancipó por completo
el pensamiento de todo elemento extraño á su
naturaleza, señalando con gran discreción las
Condiciones de la verdad filosófica, y consignan­
do claramente dónde reside la dificultad cuya so­
lución exige la ciencia humana, han alcanzado
una importancia, que no es preciso encai ecei,
el estudio del pensamiento mismo y el exámen
de las condiciones requeridas para alcanzar la
verdad.
Cuando el hombre toma el pensamiento por
mero instrumento para llegar á adquirir un nú-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 163
168 ESTUDIOS

pensamiento humano, viniendo de la percepción


mero mayor ó menor de conocimientos, en los
■de éste á afirmar el único principio que tiene por
cuales más estima su cantidad que su cualidad, incontrovertible. Y por último, en los tiempos
ni tal estudio ocurre á la inteligencia humana,
novísimos sigue igual dirección, aunque con sen­
ni las cuestiones implícitas en él interesan para
tido más ámplio, Kant, que en su Crítica deja
nada al indagador científico.
nuestas las bases para una renovación completa
A medida que el espíritu humano adelanta en
del pensamiento, pudiendo al mismo tiempo atri­
el conocimiento de la pluralidad indefinida de las buírsele la envidiable gloria de señalar el punto
cosas, de las cuales adquiere una masa incohe­
inicial de donde parte toda indagación con ca­
rente de noticias, le ocurre la exigencia, gra­
rácter científico, principio del cual no se salvan
dualmente sentida en todo el curso de la historia
aún los que más enemigos se muestran de su
de la filosofía, de 'pensar en el pensamiento mis­
mo, y de considerarle, no ya como un instrumen­ obra. . .
Si todo progreso realizado en la ciencia, y tono
to, sino como un fin sustantivo que puede y debe
adelanto conseguido por el hombre en los esfuer­
ser á su vez objeto de la ciencia. zos que emplea para formar su espíritu en el co
De esta suerte ha venido constantemente sien­
nocimiento de la realidad, sólo tienen satisfacto­
do la reflxion sobre el pensamiento el medio casi
ria explicación mediante una más recta aplica­
único para hacer progresar la ciencia humana. ción de todos sus poderes intelectuales , y si el
A las reflexiones sobre el pensamiento acude en ejercicio adecuado de éstos es asequible en el
la antigüedad Sócrates, declarando huérfanos de grado y medida en que el hombre adquiere con­
de toda certeza sus conocimientos y afirmando,
ciencia de su propio pensamiento , no extrañará,
como principio de la ciencia, saber que nada sa­ al que tales verdades tenga presente, la unani­
bemos; así inicia Sócrates en la filosofía griega la midad con que se reconoce por todos los pensa­
reforma á que da nombre, y que libra al pensa­ dores la utilidad del estudio del pensamiento, y
miento de los falsos senderos por donde le diri­ la importancia que alcanza el exámen de las con­
gían los sofistas. A la reflexión sobre el pensa­ diciones precisas para que éste pueda llegar a
miento recurre San Agustín, protestando contra constituirse como una obra real en la ciencia.
la continua distracción del espíritu de sí mismo, Consignamos estas consideraciones, hoy ya
y recordando la necesidad de hallar reflexiva­ vulgares entre los científicos, y afirmamos su
mente en el hombre interior la verdad. De igual trascendencia, universalmente reconocida al pre­
modo, al fin de la Edad Media y comienzo de la sente, con la premeditada intención de hacer re­
moderna, imprime Descartes nueva dirección al
DE MORAD Y DE FILOSOFÍA 171
170 ESTUDIOS

saltar más y más la importancia que actualmente El referido problema, sea el nombre que se le
tiene reflexionáis sobre el pensamiento, percibir t asigne éste ó el otro, tiene indudablemente por
exactam ente su índole y naturaleza, conocer las único objeto el estudio de la cualidad del cono­
condiciones que exige su cualidad, y adquirir cimiento ó sea de las condiciones y requisitos
pleno convencimiento de que con tales preceden­ que ha de tener para constituirse como ciencia,
tes podrá el espíritu humano llegar á formar hecha abstracción de la cantidad, ó sea de la
gradual y progresivamente conciencia de lo que mayor ó menor extensión del conocimiento de
vale y supone el problema científico, con tanta su contenido.
insistencia examinado y con tanta necesidad in­
quirido por los pensadores. lí.
La amplísima esfera que abraza el problema,
referente á las condiciones de la verdad cientí­
fica, á la vez que las innumerables consecuen­ Convencidos de la importancia que tienen los
cias que entraña, son difíciles de circunscribir; estudios hoy conocidos con el nombre de Doctri­
todo su contenido, que es por demás complejo,, na de la Ciencia, y anhelando contribuir, en la
suele ser designado con el nombre de Ciencia corta medida de núes tras fuerzas, á la exacta so­
de Ta Ciencia ó Doctrina de la Ciencia. lución de las cuestiones complejas que tales es­
La última denominación, que tomó carta de tudios envuelven, creemos que no será ineficaz
naturaleza por el uso que de ella hizo en sus nara ello tener en cuenta cuantos precedentes
obras Fichte, tiene la ventaja de que significa, ha ofrecido respecto á tal asunto, la manifesta­
aunque no con toda la claridad y precisión que ción del pensamiento humano.
fueran de desear, un orden de conocimientos No es otra ciertamente la razón que nos mue­
cuyo fin fácilmente se sobreentiende, y cuyas ve á dar á luz estas líneas, donde procuraremos
conclusiones se presienten como postulados in- . examinarla idea de la Ciencia, según la concibió
dispensables para la constitución legítima de Platón, aspirando á señalar las consecuencias
todo conocimiento con carácter científico; ya­ que de tal doctrina se desprenden, y los resulta­
que por fortuna va siendo axioma indudable en dos que puedan ser útiles para los estudios ulte­
la cultura moderna la afirmación y organismo de riores. Y, aunque meditado el motivo que nos
la unidad de la ciencia, y el reconocimiento del inspira, ni desconocemos su dificultad ni olvida­
mútuo enlace y recíproco influjo que mantienen mos la natural desconfianza del éxito, todavía
todos los conocimientos entre sí. insistimos en nuestro primer propósito, en la fir­
de moral y de FILOSOFIA 173
172 ESTUDIOS

me convicción de que pueden recogerse enseñan­ más ámplio y comprensivo que pueda evitar la
zas muy provechosas de la exposición de la doc­ falsedad de todos los exclusivismos.
trina platónica respecto á la ciencia, siquiera En estas y otras consideraciones análogas fun­
no logremos nosotros todo el acierto requerido damos y mantenemos nuestra creencia de la uti­
para el caso. lidad que tiene el conocimiento de los preceden­
Si la vida del pensamiento no es una manifes­ tes históricos de una cuestión para formar idea
tación anárquica de ideas arbitrariamente pro­ de su valor é importancia al presente, y para
ducidas por el hombre, sino que es la expresión averiguar de qué modo exige ser estudiada la
de los esfuerzos graduales y ordenados que el cuestión en el estado actual de la ciencia.. Si no
espíritu humano va haciendo en el trascurso del queremos con lo dicho negar la sustantividad y
tiempo para formar conciencia reflexiva de todo gradual progreso del pensamiento, pretendemos,
lo que es objeto de conocimiento, y si esta ex­ sí, que se entienda que su manifestación en la
presión obedece á un ritmo constante y á una ley historia de la filosofía obedece á leyes, en parte
igual que se revela en la continuidad de la vida, ya cumplidas, en parte por cumplir. De este
es por demás obvio y claro que debe ser el modo no elevamos, lo cual fuera un grave error,
conocimiento de los precedentes históricos de la historia á criterio y guia de las indagaciones
un problema, condición en cierto modo obliga­ del pensamiento, pero la estimamos en su justo
da para que éste pueda ser estimado en todo su valor al decir que jamás son desatendibles los
valor. precedentes y enseñanzas que muestra; pues por
Al conocer los precedentes históricos de un algo dijo Leibnitz que el conocimiento exacto del
problema, al saber las soluciones que ha obteni­ presente, tanto exige el del pasado, del cual.está
do, al percibir en una ojeada general los distin­ lleno y compenetrado, como requiérela previsión
tos puntos de vista, á la vez que los opuestos del porvenir, que en el presente se halla implíci­
criterios con que ha sido examinado, se conoce ta y virtualmente contenido.
lo que aún resta por considera!’ en dicho proble­ Y de no ser suficientes los motivos que nos
ma, y por tanto los términos en que discreta­ impulsan á acometer este trabajo, todavía asis­
mente ha de ser formulado, se adquiere concien­ tiría á nuestra obra una razón principalísima
cia exacta de la parcialidad y error, que engen­ que no se oculta á nadie, y es la de la grande im­
dran las soluciones contrarias y las escuelas an­ portancia é influencia que ha tenido, tiene y tal
titéticas, y se percibe, como en un aspecto más vez tendrá la filosofía de Platón en toda la cul­
sintético, la necesidad de un criterio siempre tura.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 175
174 ESTUDIOS

á ella todo su saber filosófico. Muchos y muy


Ssa porque Platón con su teoría de las ideas
distintos pasajes de sus diálogos están consagra­
dejó puesta la base para el nacimiento del sin­
cretismo, cumplido en la filosofía alejandrina dos á precisar la idea de la ciencia, y en especial
como punto de conexión entre la cultura oriental el diálogo titulado Teetetes, ó de la ciencia, cuyo
y helena, para servir de precedente al cristia­ estudio debe ser completado, no sólo con el libro
nismo, según pretende Vaeherot (1), sea porque sexto de la República y con el Fedon, sino con
aquel ilustre pensador fué de los primeros que algunas consideraciones importantísimas que
más claramente reconocieron la unidad de los pueden recogerse leyendo los diálogos Sofista y
conocimientos humanos y la aplicación univer­ Parménides, y sobre todo conociendo su Dia­
sal de los eoneeptos filosóficos, según afirma H. léctica.
Martin (2), sea, por último, porque Platón, en De los muchos y dignos expositores y comen­
unión con su discípulo Aristóteles, resume en tadores que ha tenido la doctrina de Platón,
sus obras toda la reforma socrática, y con ella desde Diógenes y Olimpiodoro hasta los iiltimos,
toda la cultura filosófica que la antigua Grecia no hay uno que no reconozca la inmensa dificul­
legaba á la posteridad para su unión sincrética tad, que es aneja á todo estudio de la filosofía
con las concepciones orientales en Alejandría, platónica, cuando se quiere que tenga carácter
como piensan otros, es cierto, y por demás indu­ de fidelidad. En los diálogos platónicos hay con­
dable, que Platón en la doctrina que expone en tinuamente elementos muy complejos en su cons­
sus inimitables diálogos, ofrece campo tan ex­ titución; y cuando, próximo ya el comentador al
tenso á la meditación filosófica, y hace afirma­ fin de la lectura de un diálogo, cree que ha ha­
ciones tan comprobadas en los tiempos presen­ llado principio para clasificarle, se encuentra de
tes, respecto á la exageración de ciertas doctri­ pronto con un cambio de «escena, y hasta de
nas, que no nos parece ocioso, sino muy eficaz, asunto, que si muéstrala gran ductilidad del ta­
examinar su teoría respecto al punto trascenden­ lento ateniense de Platón, pone al expositor en
tal de la idea de la ciencia. el grave anuro de no lograr clasificar exacta­
Según dice uno desús biógrafos (3), Platón pro­ mente ninguno de sus diálogos.
curó determinar la idea de la ciencia, refiriendo Es muy general, aunque no de todo punto
exacta entre los comentadores, la clasificación
de los diálogos platónicos en críticos ó negativos,
(1) Vacherot, Histoire critique de Ieécole d‘Alexandrie.
que tienen por objeto refutar doctrinas contra­
(2) Th. H. Martin, Etudes sur le Tintée de Platon.
¡3) A. ëd. Chaignet; Platon, sa vie et ses écrits.
rias y dogmáticos ó afirmativos, que se refieren á
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 177
176 estudios

la exposición de la filosofía platónica. Al acep á la ciencia, con el exámen de su parte dogmática


tai- esta clasificación se yerra, sin embargo, si se ó afirmativa, contenida muy especialmente en el
entiende que tiene una aplicación universal, por­ Fedon, el libro sexto de la República, el Sofista y
que esto equivaldría á desconocer completamente el Parmenides, para terminar con un juicio bre­
la complejidad que tienen los diálogos de Platón, vísimo de toda la doctrina platónica, respecto á
la movilidad que reviste el pensamiento siguién­ la teoría de las ideas, y á su relación con lo sensi­
dolos, y la flexibilidad con que su autor determina ble por medio de la Dialéctica.
tránsitos, si rápidos, justificados en el plan ge­
neral de su doctrina. Así es muy frecuente que
Platón enuncie, por ejemplo, la explicación de
una teoría al comienzo de un diálogo, y que des­
pués le ocurra juzgar y refutar una opinión con­
traria ó una escuela contemporánea, resultando
de esto necesariamente que se hallan en machos
diálogos mezcladas la refutación y afirmación.
De aceptar alguna clasificación, adoptarémos
la indicada, siquiera para poder señalar un plan
á nuestro estudio, aunque quisiéramos, á fin de
evitar repeticiones que cansan, que se tenga
siempre presente que por cima de todas las cla­
sificaciones, por minuciosas que sean, marcha y
vuela el espíritu de Platón con una libertad,
que raya á veces en anarquía y con un bello
desórden que, por ser cualidad exclusiva del gé-
nio, sólo se tolera en las obras de los maestros.
Seguirémos, para llevar á cabo este estudio,
el plan siguiente: comenzarémos exponiendo la
parta critica ó negativa, en que Platón refuta
opiniones erróneas respecto á la ciencia, conteni­
da principalmente en el Teetetes; seguiremos des­
pués el estudio de la filosofía platónica respecto
LA CIENCIA SEGUII PLATON.

PARTE CRÍTICA Ó NEGATIVA DE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA

RESPECTO Á LA CIENCIA.

Exposición y examen del diálogo titulado

TEETETES.

I.

Constituye el Teetetes un ensayo ó exárnen pre­


liminar de la idea del saber, que muestra los pun­
tos capitales bajo los que entendia Platón la cien­
cia, al mismo tiempo que contiene refutaciones
incontrovertibles de opiniones que, estando en-
tónces en boga y reproduciéndose ahora con más
fuerza y nuevo carácter, requieren ser estudia­
das con gran detenimiento. Y de tal importancia
es la doctrina expuesta por Platón respecto á la
ciencia en el Teetetes, que muchos de los que per-
14
180 ESTUDIOS de MORAL Y DE FILOSOFÍA 181
tenecian á la Academia afirmaban que por tal titula la apariencia y el suceder, á la realidad y
diálogo se debían comenzar la lectura y estudios al sér, ó el fenómeno al noúmenos, como diría
de las obras de Platón. Kant.
Para que sea posible que nos formemos una Estas soluciones extremas, que aparecen bajo
idea exacta de los términos en que examina Pla­ formas diferentes por todo el trascurso de la his­
tón el problema de la ciencia en todas sus obras, toria del pensamiento, pretendían en tiempo de
y especialmente en el Teetetes, conviene tener Sócrates representar cada una de, por sí la ver­
presentes las soluciones dadas á tal cuestión dad. Quizá la degeneración de la polémica entre
por los filósofos en Grecia. estas escuelas en una especie de argucia inge­
La filosofía anterior á Sócrates había llegado niosa fué una de las causas que contribuyeron al
á dos soluciones respecto á la ciencia enteramen­ sentido escéptico que dominaba en la cultura
te opuestas y contradictorias. Probar la falsedad griega, y que representaban los sofistas: Platón,
igual de estas soluciones extremas y unir en una fiel al espíritu y á la intención de la enseñanza
idea superior los puntos de vista contrarios, fué de su maestro Sócrates, se hace cuestión sobre la
lo que Platón se propuso con su teoría de las ciencia, tomando en cuenta las soluciones extre­
ideas. mas de las escuelas de Jonia y Elea.
La escuela de Elea, poseída de un idealismo ¿Cómo es asequible conciliar el devenir con el
sin límites, proclamaba como único objeto del sér, cómo se puede armonizar la variedad inmó­
conocimiento, y como exclusivo fin de la cien­ vil é indefinida de los jónios con la unidad inmó­
cia, la unidad y la inmovilidad del sér; en se­ vil y absoluta de los partidarios de la escuela de
guida negaba la posibilidad del conocimiento Elea? Tal es el problema que se propone exami­
de las cosas que se mueven y aparecen, cerrán­ nar Platón y que trata, como ya hemos dicho, en
dose así el camino para explicar los fenómenos várias de sus obras.
complejos en que la vida se manifiesta en su con­ Haciéndose cargo en el Teetetes de la opinión
tinuo devenir. Por el contrario la escuela jónica, de, Protágoras y de los jónios, muestra Platón
dominada por un empirismo excesivo, atendía á que no existe ciencia exclusivamente constituida
lo inestable en las cosas, á los fenómenos, y de­ por-el conocimiento de lo que pasa, y que tratar
claraba como ley de la vida el devenir, abstra­ de reducir la ciencia á la sensación equivale á
yendo de él toda sustancia, que menosprecia­ negar su posibilidad y á destruir en su raíz mis­
ba por incognoscible, ó que olvidaba examinar ma toda construcción científica. Aunque en el
por negarla toda existencia; de suerte que sus­ diálogo mencionado cita la opinión contraria,
182 ESTUDIOS de moral y de filosofía 183

defendida por la escuela de Elea, abandona el No debe extrañar, en verdad, que Platón, al
exámen y refutación de esta escuela, y vuelve combatir la opinión de los que identifican la cien­
de nuevo la discusión á discernir lo que es y vale cia con la sensación, Uegára á veces á menospre­
la sensación puesta como principio del conoci­ ciar ésta, y sobre todo el que no haya en todas
miento. En otro diálogo, en el Sofista, examina sus obras afirmaciones bastante categóricas para
más detenidamente la opinión contraria á la sus­ colegir de una manera exacta lo 4ue Pensaha s°'
tentada por la escuela jóniea, y prueba, contra breel valor del conocimiento sensible. Es éste
las pretensiones de la escuela de Elea, que la ver­ tan complejo, concurren á su formación tantas
dadera ciencia admite los contrarios, uniéndolos v tan diversas condiciones espirituales y fisiol -
en una idea superior. gicas, que no es fácil que Platón lograra deter­
Grave y por extremo compleja y difícil es la minar exactamente su valor. Al presente, cuan­
discusión que existe entre los comentadores de do la ciencia atesora tantos y tan preciosos da­
Platón é intérpretes de sus obras sobre el verda­ tos recogidos por la observación empírica, se ha­
dero sentido que éste da al conocimiento for­ llan aún las opiniones de los científicos suma­
mado mediante la sensación, atribuyéndole unos mente divididas, sin que sus soluciones dejen de
la negación completa de. todo valor á la sensa­ revelar casi todas un gran exclusivismo proce­
ción como principio del conocimiento, y con ella dente del punto de vista relativo bajo el cual la
su tendencia favorable á la escuela de Elea con­ sensación se considera. Entre los más empeder­
tra la jónica; miéntras que otros pretenden que nidos empíricos y los más exagerados idealistas
Platón, colocado en un punto de vista superior, no hay avenencia posible respecto al valoi y
ha discernido exactamente la importancia de las trascendencia del conocimiento empírico
esferas opuestas del conocimiento. Aun ántes de No son tampoco más afortunados en este asun­
examinar detalladamente lo que piensa Platón tó los que aspiran de un lado á reducir toda la
sobre el conocimiento sensible, es fácil percibir, realidad del conocimiento á la observación y a
que el sentido exagerado que da á las ideas le la experiencia, y de otro se ven obligados á re­
hace desconocer en parte el valor de la sensa­ conocer y declarar que es imprescindible la exis­
ción, contra cuyo desconocimiento protestaba, sin tencia de ciertas ideas, ya como subsistiendo
duda su discípulo Aristóteles. De esta protesta á priori, ya como inmanentes en las evoluciones
ha nacido después la preocupación constante de del fenómeno, para poder generalizar el conoci­
entender que existe un antagonismo completo miento empírico. .
entre Aristóteles y Platón. Si Platón no formula de una manera precisa

(
184 ESTUDIOS de moral y de filosofía 185

teoría del conocimiento sensible, refuta, sin em-


barg-o, con poderosos argumentos las exagera­
das pretensiones de aquellos que no ven en la
ciencia otra cosa que sensaciones, y no descu­
bren en la realidad más que fenómenos en movi­ Comenzamos el exámen de la doctrina platón i
miento. «a respecto á la ciencia exponiendo el Teetetes,
I a que conocemos las opiniones reinantes res­ porque en este diálogo pone y trata Platón más
pecto al problema de la ciencia en la filosofía discretamente que en ningún otro el problema
griega en la época de Platón, podremos anali­ del saber, referido de un modo concreto a ave­
zar detalladamente el diálogo en que trata de riguar cuáles son las condiciones del conocimien­
la ciencia. Aun cuando en el Teetetes se sigue to científico. A este fin, siguiendo la doctrina de
un método crítico y negativo muy semejante ,su maestro, poniendo en práctica el ceamo y
a lo llamado por los lógicos procedimiento de teniendo presente la afirmación del mismo Só­
eliminación, pues van siendo refutadas todas las crates de que el alma lleva en el seno de su pen­
definiciones de la ciencia que se examinan en samiento la verdad y el sér, considera Platón el
dicho diálogo, bailaremos, no obstante, multitud conocimiento reflexiva é inmediatamente, expone
de afirmaciones, que tienen una trascendencia el saber tal cual se ofrece á la observación psico.-
capital para saber cómo va exponiendo Platón lógica, y mueve todo su pensamiento á la inda­
los pensamientos que cree antecedentes necesa­ gación de las condiciones que se requieren para
rios para la inteligencia de Su teoría de las ideas la verdad científica.
y para la aplicación de su procedimiento dia­ Enúnciase la cuestión sobre que versa todo el
léctico. diálogo con la pregunta dirigida por Sócrates á
Se hallan además en el diálogo cuyo exámen Teetetes respecto á lo que éste entiende por
habremos de hacer conceptos tan exactos y ra­ ciencia. La contestación, que es producto natural
cionales que pueden ser aceptados hasta por del estado relativo en que el espíritu se encuentra
aquellos que adopten una crítica minuciosa en el en el conocimiento vulgar, se reduce á decir
problema de la ciencia. que es la ciencia todo aquello que es susceptible
de ser aprendido, como la geometría y las artes;
peronoquedamucho tiempo el pensamiento de los
interlocutores del diálogo envuelto en la vague­
dad indecisa que tal contestación revela. Léios
1£6 DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 187
ESTUDIOS

de satisfacer á Sócrates la contestación de Teete- ma. Así puesta la cuestión, se vé que habla el
tes, vuelve á argüirle, insistiendo en su primera filósofo, que indaga el pensador, es decir, que el
pregunta y exigiéndole contestación más ade­ espíritu humanóse libra de preocupación de
cuada al problema en ella formulado. Reparemos limitar la ciencia á una mera suma cuantitativa
en las aclaraciones que hace Sócrates respecto de conocimientos, para elevarse a la idea de algo
al sentido de su pregunta, meditemos las conse­ esencial cualitativo, que es lo característico de
cuencias en ellas implícitas, y necesariamente la verdad científica.
recogeremos resultados de gran importancia é Pensar en el pensamiento mismo, cuestionar la
interés para poder colegir la intención filosófica cualidad más que la cantidad, la propiedad mas
y el carácter científico de toda esta doctrina. «No que la extensión con que el espíritu humano ad­
me propongo yo con mi pregunta, dice Sócrates, quiere reflexivamente conocimiento de la reali­
que enumeres las diversas ciencias que existen, dad, equivale á declarar cuál es la índole del
ñique me señales sus diversos objetos; debemos fin y propósito del verdadero filósofo en todas
cuestionar sobre un objeto simple, debemos pen­ sus especulaciones. A lo intrínseco y esencial en
sar, más que en enumerar las ciencias, en inqui­ las cosas es á lo que debemos atender para ad­
rir lo que es la ciencia misma.» quirir de ellas conocimiento científico, porque,
Las frases que dejamos trascritas y el sentido según el mismo Sócrates afirma, sólo sabiendo la
que en ellas se descubre tienen, ánuestro enten­ naturaleza de un objeto se sabe lo que su nom­
der, un valor muy estimable y digno de ser espe­ bre significa. Averiguar la naturaleza del sabei,
cialmente considerado. En lo dicho poi’ Sócrates será formar idea exacta de la ciencia; para ello
existe algo más que un presentimiento, se revela ningún otro requisito se exige más que ei de saber
la firme convicción de la unidad, de la ciencia, á lo que es el saber, sin lo cual hay que estar cons­
la vez que la idea del enlace fundamental de to­ tantemente repitiendo lo que al mismo Sócrates
das las ciencias entre sí; no marcha aquí el pen­ servia de punto de partida en todas sus indaga­
samiento indefinidamente, ántes bien se afirma ciones es decir, saber que nada sabemos. Asi es,
que la ciencia misma es la que debe constituirse v jamás creeremos haber insistido bastante en
como objeto del conocimiento. A esta condición la profunda verdad que tales afirmaciones en­
es posible formar la ciencia de la ciencia; con tal cierran: ellas muestran la distinción OíaZítaíw«
intención se deja asentado que sobre los múlti­ que existe entre el conocimiento vulgai y el
ples objetos de la ciencia existen, como asunto científico; ellas indican la primera y más gene­
cognoscible, las condiciones de la ciencia mis­ ral cuestión que debe hacerse todo el que sienta
DE MOKAL Y DE FILOSOFÍA 189
188 ESTUDIOS

neral de la ciencia y estaremos aurorizados para


en el fondo de su alma aquella afición demoniaca
ir gradualmente atribuyendo legitimidad á todos
de Sócrates liácia el pensamiento filosófico, y
nuestros conocimientos, que serán constituidos,
ellas, por último, constituyen el alfa y la omeg’a
de toda educación con carácter científico. según su cualidad y según la sustantividad del
Sólo sé que nada sabemos, miéntras no sepa­ sujeto que los piensa, con carácter científico.
Atender á nuestra alma, que está interior­
mos cuál es la naturaleza del saber; hé aquí bre­
vemente resumido el resultado capital que se mente llena del saber, según se desprende de lo
desprende de las aclaraciones hechas por Sócra­ dicho por Sócrates, reflexionar sobre las condi­
tes en cuanto se refiere á la manera cómo debe­ ciones del conocimiento, es cuanto se exige para
mos averiguar qué sea la ciencia en sí mis­ que sepamos lo que es el saber, exigencia que
ma. A estas verdades une Sócrates otras de gráficamente compara Sócrates á un parto del
no ménos importancia y que confirman las pri­ espíritu, al renacimiento del alma á un nuevo
meras, como es, por ejemplo, la de que si no se sér y estado, reservándose para sí, al dirigir la
tiene idea alguna de la ciencia, si no se sabe lo -controversia sostenida en todo el diálogo, el
que es el saber, ni podremos adquirir ningún sa­ oficio de partero.
ber particular, ni comprenderemos ningunacien- No creemos pecar de atrevidos ni de arriesga­
cia, siendo á la vez una secuela necesaria de ello dos en la interpretación con resumir lo que lle­
la ignorancia de todo arte y áun de todo modo vamos expuesto del Teetetes, afirmando que, se­
de vivir. De esta manera se muestra la depen­ gún Sócrates, si atendemos reflexivamente á
dencia de todos los conocimientos particulares nuestra alma, sabremos lo que es el saber y ad­
de la idea de la ciencia y la relación de ésta para quiriremos idea de lo que es la ciencia en sí
la vida. misma.
-Ahora bien: si es condición para adquirir cual­
quier conocimiento averiguar la naturaleza del III-
saber, ¿cómo podrémos indagar eslo? Contesta Só­
crates categóricamente á esta pregunta al decir
que el alma no está vacía, sino preñada del, saber. El noble oficio que Sócrates se atribuye al lla­
Si atendemos á nuestra alma, si pensamos en lo marse partero, dirigiendo la discusión y ayudan­
que es el saber, en una palabra, si reflexionamos, do ai alumbramiento de la verdad por el espíritu,
llegaremos á averiguar en qué consiste la natu­ merece especial consideración , porque revela
raleza del saber, podremos formar una idea ge­ también, en la explicación que hace de la ma-
de morad y de filosofía 191
190 ESTUDIOS

ciencia, confiesa ingènua y sencillamente, aun­


ñera cómo desempeña éste su sagrado ministe­
que con una recta intención y un exacto sentido
rio, várias de las condiciones que él estima como
de lo que exige la indagación científica, que él,
necesarias para la producción del pensamiento
filosófico. que desempeña el oficio de asistir á la produc­
ción de la verdad, es estéril respecto á la sabidu­
Mucho se ha pensado y escrito en los tiempos
ría; que pregunta á los demás, pero que jamás
presentes sobre el sentido racional de la ense­
da solución á sus mismas preguntas, porque nada
ñanza y sobre la libertad del pensamiento; mu­
sabe más que ayudar á aquellos con quienes con­
cho se ha discutido y refutado el sentido dog­
versa, para que conciban y encuentren en si mis­
mático de la enseñanza, subordinada durante
toda la edad media al principio autoritario del mos numerosos conocimientos.
Esta explicación hecha por Sócrates del modo
magisbvr dixit-, no deja ciertamente de abrirse
cómo desempeña su misión de educar y enseñar
paso, áun en medio de multitud de obstáculos,
á los jóvenes, es simplemente una confirmación
la verdad sobre semejante punto; pero quizá en
de lo que ya ha expuesto respecto al punto donde
ninguna parte se halle tan bien expuesta la doc­
cada cual debe hallar la verdad científica, y re­
trina verdadera, ni tan exactamente cumplida
lativamente al objeto á que todos deben dirigir
su prática racional, como en toda la cultura he­
lénica, y muy señaladamente en la doctrina so­ sus esfuerzos cuando tratan de saber la natura­
crática. Nadie ignora la libertad con que apare­ leza del saber. En dicha explicación es fácil des­
cubrir que está presentido, si no claramente
cen las escuelas y teorías filosóficas en Grecia;
indicado, cuanto al presente se afirma de las
todo el mundo sabe la independencia con que condiciones que requiere la indagación del co­
discutía Sócrates en todas sus especulaciones, y
nocimiento científico'. Debe todo aquél que as­
también el ejemplo de virtud que dió á sus con­
pira á educarse científicamente procurar cono­
ciudadanos al sacrificar, con la resignación de
cer propiamente, por si mismo, la verdad. Nada
un mártir, su vida á la firmeza de sus convic­
más justo que el indagador científico se ponga
ciones. Veamos cómo entendía Sócrates el cum­
plimiento de su profesión, á la que, si daba un en camino para hallar y descubrir la verdad por
virtud y poder dirigidos mediante el ministerio
nombre tan vulgar como el de partero, atribuía
de la enseñanza; pero si trata de declinar en los
un origen nada ménos que divino.
resultados de ésta cuantos esfuerzos puede él
Al explicar Sócrates á Teetetes cómo le va á por sí mismo hacer, que entienda y tenga pre­
ayudar para vencer las dificultades que se le sente la advertencia que le hace el mismo Sócra­
presenten, cuando trata de formar idea de la
DE MORAL V DE FILOSOFÍA 193
192 ESTUDIOS
Procurando Sócrates explicar más determina­
tes: la enseñanza por sí sola es estéril para dar damente á Teetetes su manera de enseñar, y áun
la sabiduría, preciso es que cada cual la adquiera, las consecuencias de su método, asimilando el
propiamente. despertar del pensamiento á un parto espiritual,
Así entendía Sócrates el sagrado ministerio de dice: «Aunque estéril para la enseñanza, tengo
la enseñanza;así lo ejerció durante toda su vida, habilidad para hacer que los que me siguen y
y de esta suerte dió á su pueblo condiciones para escuchan mis continuas preguntas, experimen­
realizar el progreso más grande que cumplió en ten en el espíritu, á la manera de los dolores del
toda su historia. Despertar el pensamiento en el parto, inquietudes y zozobras que hasta entónces
espíritu mediante la presentación continua de no habían sentido.» Se refieren indudablemente
dudas y cuestiones, refutar las soluciones rela­ tales inquietudes al uso que hacía Sócrates de
tivas que el espíritu distraído pueda aceptar su manera de razonar, para levantar en el espí­
dogmáticamente en lo que se refiere á los pro­ ritu de todos aquellos con quienes conversaba la
blemas formulados, permanecer estéril en lo que duda, que tanto avalora la reforma llevada á cabo
toca á la solución definitiva de tales problemas, por la doctrina socrática en la filosofía griega.
es decir, en la sabiduría, dejar siempre la inda­ Tan poderosos y eficaces medios como los em­
gación abierta á nuevas dudas y cuestiones, y
ofrecer al espíritu todas las condiciones necesa­
pleados por Sócrates en la educación del pensa­
miento se necesitaban para detener la influencia
rias para que, movido por la duda, recurra al
esfuerzo propio y á la reflexión: hé aquí cuantas perniciosa y el imperio absorbente que iban con­
exigencias entendía Sócrates estar obligado á quistando ios sofistas en Grecia. Mostrando lo
cumplir, para que sus discípulos, si no aprendían inútil y supèrfluo del saber de los sofistas, razo­
nando desde el sentido común, despertando en el
directamente nada de él, sintieran el noble deseo
espíritu de sus oyentes mayores exigencias para
del saber y se movieran al pensamiento filosófico.
la verdad y procurando que todos dudáran, y al
No presumimos siquiera que sea concebible un dudar reflexionáran sobre el pensamiento, logi ó
sentido más racional y libre de la enseñanza que
Sócrates reformar completamente la dirección
el que se revela en la aclaración y explicación del espíritu é imprimir á sus indagaciones un
hecha por Sócrates del modo cómo asistía, ayu­
sentido filosófico y una intención científica, que
daba y dirigía á los que con él cuestionaban,
sólo son asequibles mediante el acicate de la
para que su espíritu despertara á la reflexión y
duda, que vence la nativa pereza del hombre.
su alma fuera fecundada por la luz divina de la
verdad. El que no cuestiona sobre los fundamentos del
194 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 193
saber, quien vive en una tranquila indiferencia, para que en el espíritu se levante la duda, y con
cercana al escepticismo y semejante á la igno­ ella las inquietudes y zozobras, que son verda­
rancia, aparenta tenerlo todo sabido, se imposi­ deras precursoras del hallazgo de la verdad.
bilita temporalmente para saber lo que es la cien­
cia, hace, como dice el mismo Sócrates, más caso
de quimeras y fantasmas que de la verdad, pues,
en último término, se ha dicho siempre con ra­ IV-
zón: quinon dubitat, non cogitat. Y tal importan­
cia da Sócrates á la duda, y con ella consiguien­ En loque ya dejamos examinado del diálog’o
temente á la reflexión, que sólo cuando observa, socrático están clara y suficientemente señala­
como se lo hace notar á Teetetes, que su interlo­ das las condiciones prévias que se requieren para
cutor duda, es cuando se atreve á afirmar que su alcanzar la verdad. Tengámoslas en cuenta al
alma no está vacía, sino que en ella se halla la proseguir este trabajo, pues no habrá crítico,
plenitud del saber; que su espíritu no queda es­ por escrupuloso que sea, ni partidarios de escue­
téril, sino dispuesto á la concepción y produc­ las ú opiniones, áun las más extremas y contra­
ción de la verdad. dictorias, que encuentren nada que objetar á lo
A este alto y racional sentido de la enseñanza afirmado por Sócrates. Todos los que acudan al
une la regla constante de recomendar siempre, pensamiento y á la reflexión con intención cien­
para producir el pensamiento, atendér á lo cues­ tífica tienen necesariamente que asentir á lo de­
tionado, para que el conocimiento se forme y ad­ clarado por Sócrates, que no es'en verdad un di­
quiera en razón de lo conocido, con entera inde­ cho personal suyo, sino la declaración explícita
pendencia de toda otra consideración que la de de lo que la conciencia universal piensa y requie­
la verdad misma, y la de su esencial cualidad (la re para que el pensamiento sea científico.
reflexión). Precisadas las condiciones con que se ha de
Podemos ahora creernos autorizados á inter­ entablar la controversia del diálogo, y explicada
pretar lo que dejamos expuesto, afirmando que toda la importancia y alcance de la cuestión pro­
en el Teet&tcs se recomienda, como ley constante puesta, hace Sócrates girar de nuevo la conver­
para saber lo que es el saber y adquirir idea de sación sobre el problema ya formulado, invitando
la ciencia, la atención reflexiva á nuestra alma, á Teetetes á que intente de nuevo inquirir qué es
procurando cada cual hallar en ella por sí mismo y en qué consiste la ciencia. Obligado por Sócra­
la sabiduría, á cuyo fin es pertinente dar ocasión tes á reflexionar sobre lo que sean las condiciones
15
DE MORAL V DE FILOSOFÍA 197
196 ESTUDIOS

premiada por la Academia de París (1), muestra


dé la ciencia,' asienta Teetetes que todo aquél Platón, en semejante manera de proceder con la
que sabe alguna cosa, la sabe mediante que la discreción de su pensamiento, el órden y el méto­
siente, y la conoce sólo en el grado y medida en do en todas sus indagaciones, y el natural deseo
que le afecta, de donde deduce que la ciencia y de caminar libre de supuestos y afirmaciones
la sensación son idénticas. Tal explicación de la dogmáticas. En efecto, aunque mirada en con­
idea’de la ciencia, igual á la dada por Protágo- junto puede parecer la filosofía platónica algo
ras. como dice en seguida Sócrates, va á ser el
dogmática, y aunque examinada en alguna de
asunto inmediato de cuantas reflexiones y pensa­
las infinitas aplicaciones de que es susceptible
mientos forman el contenido del diálogo. Confor­
su dialéctica, quizá se descubran en ellas vesti­
me en un todo con las advertencias ya hechas y
gios de afirmaciones cuya legitimidad no está
el procedimiento reflexivo que debe seguirse bien fundamentada, creemos, sin embargo, que
para saber lo que es el saber, ni podemos recha­ en estas sus« primeras reflexiones sobre lá ciencia
zar la afirmación declarada, ni debemos estimar­
la suficientemente legitimada para aceptarla como y sobre las condiciones.del conocimiento, es Pla­
tón muy fiel á la enseñanza recibida de .Sócra­
verdadera; conviene, ante todo, aplicar á ella la
tes, exponiendo el método de su maestro con una
ley ya señalada, la de reflexionar en nosotros exactitud por extremo escrupulosa, y con un ri­
mismos. Reflexionemos, pues, dice Sócrates, si
gorismo saludable, que hace descubrir fácilmente
son ó no idénticas la ciencia y la sensación. un enlace racional del contenido doctrinal desús
Es de presumir que comienza Platón la expo­
diversos diálogos con la teoría general que él
sición de la teoría relativa á las condiciones del
formó de las ideas.
conocimiento por la reflexión sobre la sensación
Como todo el asunto del diálogo que examina­
con un doble objeto, á saber: con el fin de refutar mos versa sobre la sensación, importa hacer no­
las opiniones de la escuela jónica, por entónces
tar cómo el discípulo de Sócrates recoge todas
muy extendidas, y con el intento de proceder á
las teorías reinantes respecto á tal asunto, y sin
reflexionar desde el exámen de la sensación, como
exagerarlas las expone en sus principales aplica­
lo más inmediato, habitual y cercano« al estado
precientífico, y por habitual é inmediato 10 que ciones para refutarlas después cumplidamente.
Es este un mérito que nadie niega á Platón, y en
de un modo más fácil y ordenadamente gra­
dual dispone y prepara el tránsito del conoci­
miento vulgar al científico. (1) Alfred Fouillée: La PHilosophte da Platón. Dos volúmenes
en 8.°, 18G9,
Según afirma Mr. Fouillée en su célebre obra
de moral y filosofía 199
estudios
198
ducido á ser un cronista imparcial. De aquí nace
el cuál no se sabe qué es lo que se ha de admirar
la dificultad en que se hallan todos los que con­
más si la amenidad de su estilo ó la profundidad sagran su atención al estudio de la filosofía pía
Tels concepciones filosóficas. El arte con que
tónica para discernir lo que pertenece al pensa­
están rítmicamente dispuestos en los diálogos miento somático délo que es propio de Platón.
de Platón la variedad y el movimiento de la con­ La habilidad con que expone Platón todas las
troversia con el enlace y rigorismo del pensa­ teorías que identifican la ciencia con la sensa­
miento no han podido ser ni áun exactamente ción, es comparable sólo con la que emplea para
imitados. Uno de los más grandes pensadores de
refutar los errores de semejantes opiniones,
la Francia, Mr. Vacherot, ha escrito su obra
como tales refutaciones se asemejan, según he­
f nHamental en forma de diálogo; pero ni en las mos dicho, á lo que los lógicos llaman proced-
conversaciones que son objeto de miento por eliminación, de tal suerte que
¿Vcjeace se descubre la rica vaned J
negación de todas estas opiniones quedan implí­
movimiento de ideas que en los diálogos platóni­ citas muchas afirmaciones respecto a la idea de
cos ni los interlocutores del diálogo son tan va­ la ciencia, nos interesa por igual indicar cuida­
riados ni revelan tener todos, como acontece en dosamente la exposición que se hace de dic
los diálogos platónicos, igual importancia en el teorías, examinar su refutación y recoger las afir­
desarrollo del contenido doetnnal de la obra, maciones que de aquella se desprenden. Asi mos­
pis e en ella un savant, dotado de una íonhomie
traremos que en las obras de Platón no existe
tai exagerada, que es fácil convenceríe de cuan­
sólo, como algunos piensan (1), la vena negativa,
to se propone el otro personaje del dialogo, en ni mucho ménos escepticismo de ninguna espe­
cuyas frases se descubre siempre muy á las cla­ cie, sino que más bien revelan todos sus diálogos
ras que es Mr. Vacherot quien habla y razona, al un enlace sistemático, que los hace coincidir al
mismo tiempo que quien convence y dirige á un pensamiento final de la concepción platónica,
oensamiento preconcebido de antemano. . contenida en su Teoria de las ideas, y en la apli­
? No ocurre otro tanto con los diálogos platóni­ cación de éstas á la formación de todo conoci­
cos Se hallan éstos de tal suerte confeccionados
miento mediante la Dialéctica.
hasta en sus mínimos detalles, y aparece en su La teoría generalmente aceptada por la es­
desenvolvimiento tan identificado el lector con
cuela jónica supone que el alma se halla dormi-
la naturalidad de lo que en ellos se expone, que
no se puede señalar lo que es obra propia y ex­
(1) Mb. Gkote.
clusiva del autor, cuyo trabajo parece estai íe
DE MOKAL Y DE FILOSOFÍA 2C1
200 ESTUDIOS
meno se halla la realidad que el pensamiento co­
;da, que , el mundo exterior obra sobre ella, y que noce, ó que el aparecer, el sentir y el ser son
esta acción produce la sensación. Al recibir el al­ idénticos; pero si del aparecer, y de su percep­
ma la acción del mundo exterior mediante la ción da sólo el hombre testimonio, habremos de
sensación, siente (y en el grado y en la medida confesar con Protágoras que el hombre, mediante
según la cual siente), conoce y ve las cosas sen­ la sensación, en la cual se identifican el aparecer y
sibles, de lo cual resulta lo que afirma Teetetes, el ser, es la medida de todas las cosas. Som men­
que sentir es conocer. Pero si tal es la tésis fun­ sura veri. „ , , z
damental de la escuela jónica, no basta enun­ No queda con lo expuesto satisfecho el propó­
ciarla para estimar las consecuencias que de ella sito de Platón, que anhela reunir en su diálogo,
se deducen y para saber los principios que asien­ según hemos dicho, todas las consecuencias que
tan sus partidarios. Con el objeto de conseguir se deducen del principio que sirve de base á es­
ambas cosas desenvuelve Platon el diálogo, de tos razonamientos. A este fin prosigue Sócrates
modo que, aceptando Sócrates por el pronto la diciendo: la’ sensación, único objeto del pensa­
contestación dada por su interlocutor Teetetes, miento, es un cambio que se produce en las co­
más se cuida de explicar y desarrollar el contenido sas sensibles, y á este cambio sucede un segun­
de la tósis enunciada, que de rebatirla tan pron­ do, un tercero, y así indefinidamente en un mo­
to como queda dicha. Así Platon'pone en boca de vimiento sin fin, que constituye el contenido del.
Sócrates cuantas aclaraciones son pertinentes á conocimiento y de la ciencia. En este flujo per­
la clara comprensión de la doctrina, cuyo prin­ pètuo de las cosas, nada es absoluto, todo es re­
cipio fundamental consiste en identificar la cien­ lativo; el objeto que llamamos grande, será pe­
cia con la sensación. Por tal razón se ve en el queño en relación á otro más grande; lo que nos
diálogo que, apoderado Sócrates de la afirmación aparece pesado, es ligero comparado con otro
de Teetetes, sigue diciendo: mientras las cosas objeto de más peso, y así sucesivamente: por lo
permanezcan inactivas no muestran lo que son, tanto, es imposible atribuirá los objetos cualidad
ni el alma despierta al conocimiento, quedando alguna fija más que la que tienen de participar
la esencia de los objetos oculta y el alma en una del movimiento perpètuo, que muestra la suce­
completa ignorancia respecto á ella; pero la esen­ sión de los cambios en las sensaciones. Afirmáro­
cia de las cosas deja de estar oculta, mostrán­ nlos, pues, con Heráelito que nada es, que todo
dose y apareciendo al alma como cognoscible, cambia y se hace en el aparecer (devenir).
mediante el cambio que produce la sensación.
De lo dicho resulta que en el aparecer del fenó-
202 DE MORAL Y FILOSOFIA 203
ESTUDIOS

raímente aceptada por los psicólogos de la sen­


sación y de la representación; pero tal distinción,
V. aunque no queda establecida claramente _en el
diálogo platónico, sí está de una manera implí­
Veamos ahora cómo son refutadas tales teorías. cita presentida al oponer como primera refuta­
Si la sensación y la ciencia son Idénticas, dice Só­ ción á la teoría de losjóniosla distinción entie
crates, nos bastará oir á un extranjero pronun­ el sentir y el conocer ó comprender.
ciar su lengua para que entendamos lo que dice; Aunque veamos las letras de un >ace
si sentir es lo mismo que comprender, mirando Platón decir á Teetetes contestando a Sócrates,
las letras de un libro, leeremos su contenido. no las leeremos ni las entenderemos con la vis­
Tales objeciones, llanas en su sentido, sencillas ta, ni con ningún otro sentido, sino con los co­
en su exposición, van dirigidas á negar la legi­ nocimientos que nos enseña la gramática, i
timidad de todo lo que queda dicho respecto á la igual modo entenderemos lo expresado en una
sensación; pero en ellas se descubre además que lengua extraña, sabiéndolas reglas que para
Platón, al poner tales frases en boca de Sócrates, ello señalan los intérpretes.
afirma también que la sensación, cuyo valor para Queda' en la contestación dada por Teetetes
el conocimiento no se examina ahora directa­ mostrado que, áun recibida una sensación es esta
mente, necesita, si ha fie ser conocida, algo que entendida mediante elementos que no están ni s.
trascienda de los límites en que se manifiesta el hallan sólo en la sensación misma, según lo cu, l
movimiento continuo del aparecer. Sin violen­ es evidente que puede afirmarse, fiel al sentido
tar el sentido que Platón da á lo expuesto é in­ de Platón, contra lo que aceptan los partidarios
terpretando exactamente sü significación, es in­ de la escuela jónica, que una cosa es sentn.y
dudable que tiende con lo dicho á mostrar la fal­ otra comprender, y que, áun dada y producida
sedad de identificar el sentir y el conocer, y á la sensación, es preciso para interpretarla co
distinguir en la sensación misma lo que los psi­ cimientos y condiciones que no recibimos de
ningún sentido. Si los conocimientos que Pia
cólogos han llamado después modificación, ele­
ton reconoce como necesarios para ínter pretal la
mento afectivo ó impresión del elemento lógico sensación no son recibidos por ningún sentido,
é inteligible, que es necesario añadir á la modi­ pueden ser denominados supra-seniles, y en-
ficación afectiva si ha de ser convertida la sen­
tónces se descubrirá la homogeneidad que existe
sación en conocimiento. Mucho se van aclarando . ___ nn ou dia.lnfi’O V 10
estas cuestiones con la distinción, hoy ya gene-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 205
204 ESTUDIOS

que dice Kant en su Crítica, al afirmar que la del presente, tan pronto aparece como desapar-eceD.
sensación es ciega sin las categorías. La misma Con tales razonamientos nada se afuma expre
afirmación hace Vacherot, reconociendo la nece­ ,amante, pera » necearte
sidad ineludible de los conceptos « priori para nerspicuidad de interpretación el lectoi. paia
formar el conocimiento sensible; é iguales razo­ comprender que lo dicho por Platón ó no S1^
nes tienen en cuenta muchos empíricos, que, si „a nada, ó afirma de una manera implícita como
niegan el valor y la existencia trascendentes de una condición necesaria para formar la cienu ,
los conocimientos suprasensibles, declaran que
es posible formar conocimiento de las sensacio­ sa Y semejante condición nadie pretenderá fun
SdLZte ,ua procede del movhmept.. eaatmua
nes, porque la aparición y desaparición de éstas
se hallan regidas inmanentemente por las ideas. de la apariencia fenomenal, sino que todo el que
Continuando el exámen de este mismo asunto, se haga cargo de la cuestión tendrá que confesa
prosigue el diálogo, y Sócrates dice: «Si la sensa­ que es preciso sea, subsista y permanezca el es-
ción es la ciencia, ésta será como es la sensación Stt que piensa en medio del oleaje de las apa
misma, y por tanto se borrará con la desapari­ r dones y desapariciones de los fenómenos si
ción fugitiva del fenómeno, sin que sea posible éstos han de ser conocidos ordenadamente Ya
adquirir conocimiento de lo que ya ha pasado. Si será fácil comprobar lo que hemos an iup
conocemos los objetos, porque los vemos sensi­ respecto á nuestra firme creencia, de que si Pl
blemente, dejaremos de conocerlos al cerrar los ton usa en éste como en otros muchos diálogo3
ojos, porque ya no los vemos, de lo cual resulta un método negativo, deja en el mismo P^°
que es inasequible para el hombre el enlace de miento implícitas afirmaciones de una gian tías
TeXia’puc se hallan - .
unos con otros conocimientos, es decir, la memo­
ria, sin la cual la obra continua de la ciencia no sus obras. Hasta ahora, y sin violentai la dootn
puede ser llevada á cabo. Habremos de borrar de na de Platón, hemos hallado que para en a
nuestra mente cuanto pertenece al pasado, y, como £ sacian h, d»e atender 4
consecuencia legítima de esto, tendremos que proceden délos sentidos, y que para conoce! o
suprimir en las inteligencias la previsión de lo penadamente los fenómenos, es PreC1^
porvenir, y apagar en el sentimiento la luz de la manezca y subsista el sujeto que los conoce
esperanza. El conocimiento tendrá que quedar cuya condición tampoco debe tener su base y
reducido sólo á la sensación y comprensión de orí-en en los sentidos. Insiste Platón en esta se­
lo fugaz y pasajero, que en el límite inapreciable cunda afirmación, haciendo notar que los sentí-
de moral y de filosofía 207
206 ESTUDIOS

dos ofrecen sólo sensaciones individuales y ais­ las dos opiniones que acepten como verdaderas
ladas, porque cada uno tiene su dominio propio, dos sujetos, que al percibir un mismo viento, lo
del cual no puede salir; de suerte que las cuali­ sientan el uno frió y el otro de mayor tempera­
dades comunes á varios objetos no pueden ser tura, Estasobjeciones, que Platón repite por todo
conocidas por los sentidos, ya que sus datos son el diálogo, autorizan para preguntar con Sócra­
siempre aislados y separados unos de otros. ¿Có­ tes ¿no es una consecuencia necesaria de tal de­
mo es posible enlazar estos diversos datos? Uni­ finición de la verdad que ésta no existe para
camente por virtud de la existencia del alma, nadie? Y á semejante pregunta puede añadir todo
bajo cuya unidad y permanencia es posible unir el que lea con alguna atención este diálogo a
y referir entre sí los datos que todos nuestros siguiente: si se desecha como erróneo é infundado
sentidos nos ofrecen para la formación del cono­ el carácter subjetivo atribuido por Protágoras al
cimiento. conocimiento verdadero, ¿no queda con ésto pre­
Insistiendo en rebatir la opinion de Protágo- sentida la necesidad de un principio suprasensi­
ras, se hace cargo Platon de la relación idéntica ble, objetivo é impersonal para afirmar la exis­
que aquél establece entre el aparecer y el ser, tencia de la verdad?
y prueba, mediante un razonamiento que se re­
pite por todo el diálogo y que estimamos de un
valor incontrovertible, el carácter subjetivo de la
VI.
sensación, la distinta idea que de una misma
sensación pueden formarse dos hombres, y ánn No es posible en la enumeración que nos pro­
uno solo en dos estados diferentes, y, por consi­ ponemos hacer en estos artículos, de las reflexio­
guiente, que la afirmación de Protágoras de que nes que despierta una lectura detenida de la
el hombre es la medida de la verdad„equivale á doctrina de Platón sobre la ciencia, bosquejar
negar ésta ó á identificarla con el error. Admi­ con todo el rigor que una indagación racional
tiendo que todo conocimiento procede de la sen­ exige el cuadro general de las conclusiones
sación, y que es siempre verdadero para cada principales que se hallan implícitas en la filoso­
cual, según le aparece la sensación, tendrá que fía platónica, respecto á las condiciones cientí­
admitir Protágoras, á la vez que el vino sabe mal, ficas del conocimiento. Reconocemos y decaía­
como dice el que está enfermo, y que el vino sabe mos de buen grado, que quizá sería conveniente
bien, según afirma el que goza de salud; sin que señalar las conclusiones que se deducen del pen­
pueda tampoco rechazar como falsa ninguna de samiento de Platón con mayor órden y sistema
208 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 209

del que necesariamente ha de resultar en este perderían la forma y trabazón de sus diálogos la
estudio, donde van unidos y mezclados el comen­ rica complejidad de detalles que en todos ellos
tario á las grandes especulaciones del filósofo se descubren, y que guia y conduce al espíritu
griego y el resúmen de los resultados de estas por una especie de tránsito maravilloso, que es
mismas especulaciones; pero temeríamos al ha­ privilegio exclusivo del génio, de las más altas y
cerlo de aquel modo que la interpretación no superiores regiones á los dominios del más común
fuera fiel, y que tal vez, dejándonos llevar del y sencillo pensamiento. Y si la filosofía de Platón
pensamiento propio, diéramos á conocer un Pla­ se halla así expuesta en todas sus obífcs, no nos
tón, que, siendo en realidad un producto de la •creemos autorizados para dejar de ser fieles á lo
idea preconcebida respecto á su doctrina, fuera, que constituye su carácter especial, pues que en
sólo un reflejo y sombra lejana del verdadero. el mundo del pensamiento puede y debe existir,"
Si, por el contrario, vamos exponiendo las mis­ en medio de su objetividad y universalidad, al­
mas palabras y pensamientos de los diálogos pla­ go que sea subjetivo y característico en el que
tónicos y con tal exposición excitando la refle­ lo expone. Lo objetivo y lo universal es, sm duda
xión propia á meditar sobre tales afirmaciones* alguna, lo que queda de real para el progreso ul­
creemos que habrá de resultar mayor fidelidad terior del pensamiento; pero la discreta observa­
en la exposición, y sobre todo, un conocimiento ción de lo que de subjetivo y característico
más exacto del fondo y de la forma en que se existe en el pensador sirve para la educación in­
sostiene y expresa la filosofía de Platón. dividual, es útil para que cada uno compare sus
Habremos de aducir todavía, en abono de nues­ dotes y aptitudes propias con las que predomi­
tro procedimiento, otra razón que estimamos nen en los grandes pensadores, que llevan, y lle­
digna de tenerse en cuenta. Más que de consen­ varán siempre el envidiable título de maestros
timiento universal, de carácter evidente es la de los hombres, y no deja de ser provechoso
afirmación de que el discípulo de Sócrates posee para conocer cómo va el espíritu humano librán­
en igual, ya que no en superior grado, las cuali­ dose de los lazos que le unen á relaciones exte­
dades del artista y las condiciones del pensador; riores que le enajenan de sí mismo, adquiriendo
por lo cual no se sabe en muchas ocasiones, al con un mayor y más soberano imperio sobre to­
leer sus obras, qué admirar más, si la claridad* das sus facultades, más plena y acabada con­
viveza y movimiento de la expresión, ó la pro­ ciencia de la realidad.
fundidad y acierto de sus reflexiones. Si diéra­ Por último, ante la contemplación de la ley
mos á estas últimas mayor enlace y precisión, intrínseca del pensamiento, que consiste en la
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 211
210 ESTUDIOS

libertad y posesión del espíritu para producir la una consideración referente á la vida morad y
ciencia exclusivamente guiado por las exigencias la política, que se confunden casi siempre en todas
de su objeto, no hay más medio que declarar y las escuelas socráticas, por el concepto amplísi­
consagrar el valor del pensamiento tal cual se mo que éstas tenían de la virtud. Carece dicha
produce. Quien sienta en sí mismo el noble amor consideración de la importancia de las anteriores
al saber, quien reconozca la verdad libremente para la teoría especulativa del conocimiento; pero
indagada como la luz indispensable para producir áun así no debe ser de todo punto desechada,
una vida racional, debe consagrar por igual y porque revela, con la rica movilidad del pensa­
con la más completa y acabada tolerancia á las miento de Platón, pruebas indirectas del grave
obras de los grandes pensadores, en su fondo y error que ha dado y da hoy márgen á todos los
en su forma , en su conjunto y en sus detalles, errores del empirismo, el cual se manifiesta cada
la admiración de que son dignas. Por tal motivo vez más absorbente y con más anhelo de invadir
confesamos que nos seducen el rigor lógico, la la vida toda.
severidad de juicio y la concision de Espinosa Con el objeto de legitimar el derecho con que
tanto como nos atraen la amplitud de mirás, la Sócrates penetra en el campo de la moral y de
poderosa idealidad y áun la amplificación de los la política con el razonamiento filosófico, y á fin
diálogos platónicos. de justificar cumplidamente que el filósofo pueda
A pesar de todo lo dicho, conviene tener pre­ y deba ocucarse de todos estos asuntos, áun sin
sentes los resultados principales que se hallan ser perito en la Política, en la Legislación, ni en
en lo que ya llevamos expuesto del Teetetes la Oratoria, se introduce en el diálogo que exa­
para confirmar más y más cómo Platon, fiel á la minamos una digresión, que no deja de ser útil
intención de su maestro, sigue el procedimiento para colegirla extensión dada por Platón á la
que hemos llamado de eliminación de lo que esti­ filosofía. Entiende éste, con un sentido tal vez
ma falso, dejando implícitas en sus afirmaciones superior al de su maestro Sócrates, que el filósofo
las verdades que cada cual debe reconocer. educado en la libertad y en el ocio, y qué pasa por
Respecto á la cuestión hasta ahora examinada, un hombre cándido, inútil para todo, pues ignoia
reducida á mostrar que la sensación es distinta las cosas más comunes, eleva, sin embargo, su
del conocimiento, no indica ya Platon en el mirada al mundo entero, y debe considerarlo todo
diálogo titulado el Teetetes ninguna otra conse­ desde una región superior.
cuencia lógica; pero insiste todavía en señalar el No es el filósofo, dice terminantemente Platón,
error de semejante opinion, aduciendo para ello el que se entretiene en averiguar, por ejemplo,
1(5
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 213
212 ESTUDIOS

ideas la teoría de la sensación. Conforme a di­


si un rey que posee muchos tesoros es feliz;
cha teoría, lo justo es lo que se establece como
quien desee merecer aquel nombre no debe
tal y parece serlo, no habiendo, por consiguiente,
preocuparse de tal cuestión, antes bien lo que justicia absoluta, y siendo el bien y el mal nocio­
tendrá que hacer respecto al asunto es pasar al
nes relativas. Según esto, la ley parecerá justa
exámen de la institución real, inquirir su natu­ al que la haya establecido: pero ¿cómo revestir
raleza, y averiguar lo que constituye en general esta misma ley de carácter obligatorio para los
la felicidad ó la desgracia del hombre. Quizás en demás y hacer que la cumplan? No existe medio
el fondo del sentido que aquí se descubre respecto para ello, porque es muy posible que la ley es­
á la filosofía, late ya implícitamente lo que ha tablecida aparezca injusta á todos ios demás, ya
de dar márgen al idealismo platónico, y con él al que el parecer es el criterio para el conocimiento
menosprecio injustificado que hace casi siempre de la naturaleza de todas las cosas.
Platón del conocimiento de lo particular; pero Además, si la fuerza virtual de la ley procede
no es del caso indagar ahora la prog-eniedel idea­ sólo del hecho de su establecimiento, ¿por qué
lismo platónico; queremos limitar por el pronto no ha de ser susceptible otro hecho posterior de
nuestro pensamiento á consignar la extensión igual cualidad, aunque en sentido contrario?
que tiene en la doctrina platónica la idea de la ¡Qué razón existirá para que una derogación . e
filosofía. Debe abrazar ésta el conocimiento de la lev no la prive de toda condición de justicia.
todas las cosas en general, en su naturaleza, Y cuando se trata solamente de lo útil, es preciso1-
dejando, según la frase misma de Platón, el co­ tener en cuenta que mira siempre á lo porvenir,
nocimiento de lo particular á las respectivas seo-un declaración del mismo Protagoras fuera
profesiones á que da origen el estudio de cada délos límites de la sensación presente. Es, por
objeto. tanto,Imposible adquirir todos estos conocimien-
Con tal sentido de lo que es la filosofía, se cree
Platón autorizado para penetrar en el campo de
la Moral, de la Política y de la Legislación, y
para aplicar á estas ciencias la teoría de Protá- Vil»
goras, á fin de ver las conclusiones absurdas
que de semejante doctrina se desprenden de una Pa,a volver más tarde sobre la doctrina de
manera necesaria. Protágoras, cuya refutación constituye el conte-
Sin distinguir lo moral de lo justo, ni ésto de nidr, m-incipal del Teeletes, abandona Platón por
lo útil, sólo se ocupa Platón de aplicar á tales
DE MORAL V DE FlLOSOl'lA
215
214 ESTUDIOS

el momento esta teoría y se hace cargo de la de teoría especulativa de dinámica, <l^á^°9


Heráclito, con el fin, según hace decir al mismo clináramos á estimar como mpresemdible un
jX discreta y »».critica detallada de esta
Sócrates, de «estrechar el terreno á este sistema
»y examinar la esencia siempre en movimiento, división que, puesta al principio de sus ulteno-
XXaXes, le luce olvidarse de rndagar
»tocándola como se toca un vaso para ver si está
»roto ó entero.» mié es el movimiento en si mismo, le
Al examinar Platón en este diálogo la doctrina considerar, si se concibe ó no fueralascóse
de Heráclito, parece natural que tratára también que se mueven, y, por último, le obliga á om
de la hipótesis contraria, mantenida por Parmé- como especies enteramente contrarias de moví
Xto las diversa, maneras cómc esrpercrtndo
nides y por los partidarios de la escuela de Elea;
pero no lo hace así, sino que la crítica de esta en la vida usual. Pero en realidad esta tomada
última queda aplazada para otro diálogo, ha­ aquí la cuestión del movimiento simplemente
ciendo Platón, una vez refutada la teoría de venir 4 consecuencias, que converjan al iin
nríncmal que se propone Platón en el dialogo.
Heráclito, girar de nuevo el discurso sobre la
definición de la ciencia dada al principio por ¡ desechar por inadmisihles ó insuficientes
Teetetes. No queda, sin embargo, la hipótesis de teorías de la sensación y del movimient p
“p“Cr lo que es la ciencia , en qué consiste e
Parmónides abandonada, pues en el diálogo titu­
lado el Sofista, expone, examina y refuta Platón saber Y buena prueba de lo que consignamos
dicha hipótesis. es que, inmediatamente d88d»es d’““ “X
El exámen de la teoría de Heráclito versa sobre tal distinción, Sócrates hace afirmar 4 su ínter
su afirmación principal: «Todo está en movi­ locutor que la proposición de que todo pasa y
lodo se mueve supone de un modo neeesan
miento.» Para ello comienza estableciendo una
distinción que hace Sócrates de dos clases de que las cosas pasan y se mueven según las d
movimientos, á saber: el de cualidad (alte­ especies de movimiento ya señaladas; puede n
ración) , propio de las cosas que, sin mudar ser así las cosas movidas según una de las es
de lugar, sufren ó experimentan cualquier alte­ pedes,’quedarían en reposo constante respecto
áTespecie contraria. Además, siguiendo e
ración, y el movimiento, que consiste en el cam­
bio de lugar (traslación), Si la doctrina que Pla­ abandono y olvido de las especies contrarias del
tón va á exponer hubiera de versar sobre la movimiento, se añade en el diálogo: «una vez que
esencia constitutiva del movimiento, si él se todo pasa y se mueve, ¿cómo podra conooei se
propusiera en este punto echar las bases de una cuál es la naturaleza de lo que se mueve y
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 217
216 ESTUDIOS
La expresión indefinida de ninguna maner“™
cambia de lug'ar, si la naturaleza de las co­
sas tan pronto aparece como desaparece, es
y deja de ser en momentos inapreciables de
tiempo y no tiene otra subsistencia que la que
le prestan este continuo devenir y este constante
pasar?» „el pensamiento ni por el lenguaje Si eu un
Sujetas las eosas que conocemos á la ley del „mento dado esta relación^ la sensac^,
movimiento, según la concibe Heráclito, no existe ’“X's’n ce»r No eSten, pues, ni ideasui
cualidad fija. Aun las cualidades físicas que se
perciben mediante los sentidos, el olor, el color, ipecas fine puedan representar esta «urdes
el sabor, etc , desaparecen, se diluyen y pierden, „perpétua, esta M* del '““jj rse j,.
sin que puedan ser fijamente conocidas por el
pensamiento, ni mucho ménos expresadas me­
diante el lenguaje. Como Sócrates afirma, si co­ goras pretende hallar infirmación
nocemos las cosas así desvanecidas en esta de­
Msujoi "o «Xen cuenta ,ue su proposlcita
terminación invencible, tanto vale decir asi es
como asi no es, porque todos los términos que
se usen para expresar cualquier conocimiento,
llevan en sí mismos sus contradicterios.
La antítesis y la contradicción, y por tanto la
identidad entre la verdad y el error, son las
SSSSiSbS
desaparece envuelta con la verdad de 1«
en las oscuridades de la contradicción é mdeter
consecuencias naturales de esta teoría. Si alguna
duda pudiera abrigarse sobre tales consecuen­ ^Eapuestaladoctrina de Herdclito, criticada su
cias, quedaría desechada con recordar cómo son afirmación principal relativa d fine
ellas,mismas las que constituyen el enlace y mostradas las consecuencias inaceptables que
trabazón del sistema de Hegel, que ha tomado ?e Sía se desprenden, mis propias para com-
como base de su doctrina el mismo pensamiento batirla doctrina de Protágoras quepaiasoste
de Heráclito, siquiera el filósofo aleman le haya neí la proposición define el sentir es el principio
dado otra trascendencia y le haya impreso direc­
ciones más complejas, que no es del caso enu­ (1) A. Bd. ChiiGNET: La me et les écnts de I latón.
merar en este estudio.
218 ESTUDIOS de mokal y de filosofía 219

del saber, vuelve el diálogo que examinamos á inclinándonos más bien á reparar sólo en la
establecerse entre sus dos primeros interlocuto­ concreción determinada en que el hecho del co­
res, Sócrates y Teetetes, y viene á recaer el dis­ nocimiento se nos manifiesta.
curso otra vez sobre el primer punto, sobre la Como el conocimiento es un todo simple y ra­
identidad establecida por Teetetes entre la sen­ cional, como el reino de la verdad es en su índo­
sación y la ciencia. le prooia indivisible, y como no admite partición
Aunque al comienzo del diálogo Sócrates enun­ ni separación abstractas, resulta que en el cono­
cia varios razonamientos que obligan á poner en cimiento empírico se halla y se revela, aunque á
duda la legitimidad de la sensación para explicar su modo propio y según el límite que es ingénito
la génesis del conocimiento, y aunque várias de á su naturaleza, toda la realidad de las cosas
las consideraciones que enumera revelan implí­ cognoscibles; y al percibir en esta concreción,
citamente ya la idea platónica relativa á la cien­ comprensiva de todo el conocimiento, unidas y
cia como contraria de todo punto á la sostenida casi insenarables para el distraído la sensación y
por Teetetes, el discípulo de Sócrates, no se cree la percepción, somos llevados, por una generali­
escusado de seguir examinando la teoría de la zación precipitada y en extremo peligrosa á pen­
sensación, y entiende que hay en ella algu­ sar que todo saber tiene su principio en la sen­
nos puntos dignos de más detenida considera­
ción. No existe causa más poderosa que la indicada
Así es, en efecto; porque si bien ante la más para la persistencia en tal error, ni hay quiz ía
sencilla crítica respecto á la naturaleza del cono­ zon que explique más satisfactoriamente que la
cimiento y á los principios en que su relación se expuesta el cómo y el por qué de las mú tiples
sostiene, la hipótesis sensualista no es susceptible anariciones del sensualismo en diversas épocas
de defensa, acontece, sin embargo, que en la vida de la historia del pensamiento. Y es en verdad
usual y en el conocimiento precientífico existen necesario que el pensador se precava más y más
tan unidas y aparecen tan confundidas la sensa­ 4 cada momento, í ja que, según dice el —
ción y la percepción, que lleva muchas veces la Platón, vive educado en la libertad y en el ócw
fuerza del hábito distraído á pensar con Teetetes,. emnlee, sin tregua alguna de descanso, aquell
que el origen de todo saber se halla en la sensa­ libertad y aproveche aquel ócio en pensar y med -
ción. Al mismo error conduce también la falta tar sobre los distintos aspectos con que el sen­
de costumbre que tenemos en la vida usual para sualismo se oponeá los progresos del pensamiento,
„„„t™ ií>a constantes v siempre victoriosas
reflexionar sobre los fundamentos del conocer,
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 221
22 0 ESTUDIOS

refutaciones que de él se han hecho y se siguen


haciendo. Vil!
Parece, en efecto, que al comienzo de toda
ciencia y en los albores del conocimiento, recurre
éste por una ley, cuya base puede encontrarse en Con el propósito de llegar al término de la po­
la limitación humana, á buscar todos los mate­ lémica entablada en el diálogo, es preciso que se
riales necesarios para su obra en la experiencia; repare si la sensación basta por si misma p
y arrastrado entonces el espíritu por el exclusi­ explicar la formación genética del conocimien ,
vismo propio de todo criterio particular de ver­ ó si, por el contrario, contiene la sensación en si
dad, se hace solidario de los errores que el em­ misma su propia negación. Desde lu go.se -
pirismo supone. Una vez colocado el pensamiento cibe con completa evidencia que para la exist
en tal extremo, no se satisface con reconocer los cía de la sensación es al ménos preciso que ella
límites de la experiencia, ni con declarar su le­
gitimidad dentro de sus condiciones, sino que Teetetes, si no es preferible, 41» ntemacronusual
aspira á absorber en la sensación todo el reino de de que vemos con los ojos j oímos con los oídos
la verdad, y por consiguiente, á estimar como decir que los ojos y los oidos son los órganos por
inútiles y vanos entretenimientos todas aque­ los que. vemos y oímos.
llas verdades que tienen su comienzo y término Acepta esta rectificación del concepto vulgar
en la sensación. Tqles tendencias se manifiestan Teetetes, v no desconoce Sócrates la importancia
claramente en las últimas evoluciones que sufre de dicha c'oncesion, cómo hateó de verse por los
hoy el empirismo, patrocinado por los naturalis­ razonamientos ulteriores, en los cuales procura­
tas, organizado por el positivismo, y muy espe­ rá deducir de tal verdad todas las consecuencias
cialmente revelado en la, inquinia, á veces pue­ de que es susceptible.
ril, que éste y aquéllos tienen contra toda espe­ En seguida se formula en el diálogo la cuesta
culación que no proclama como su fundamento de saber si bajo la multiplicidad de las’
absoluto la experiencia. Véase, pues, con cuánta nes no se descubre al ménos la identidad del su.
razón creemos autorizado y legítimo el propósito jeto que siente: «Quiero saber, dice Sócrates,, si
del discípulo de Sócrates de insistir de nuevo en "»en nosotros hay un solo y mismo principio por
examinar y refutar la sensación. »el que sabemos, por medio de los ojos, lo que
.Sunco ó negro, , lo. domó, objeto, por medio
DE M0KA.L Y DE FILOSOFÍA. 223
222 ESTUDIOS
mos de confesarlo? Creemos que el razonamiento
»ya que debe ser evidente para nosotros, que no que se desenvuelve en el diálogo socrático es
»es el ojo quien vé, ni el oido quien oye, sino que mucho más aceptable que cualquier otra direc­
»es el alma quien vé y oye por medio de los sen- ción, en la que, dando libre vuelo al pensamien­
»tidos; si la primera idea que tenemos respecto á to, se lograra evitar el error sensualista, cayen­
»los sentidos es que ellos existen, y la de quejoor do, sin embargo, en afirmaciones dogmáticas tan
y>medio de ellos conocemos todas las sensaciones, impropias d e las exigencias científicas como pu­
»porque de no suceder así, tendremos que con- dieran serlo las proposiciones irreflexivas que
»fesar que son nuestros órganos semejantes á los asienta y c onsigna el espíritu distraído en la vid a
»que pueda tener un caballo de madera. Y si es precientífica. Proceder desde lo mas llano y sen­
»cierto el primer extremo, si los órganos prime- cillo, considerar la sensación misma, traer á jui­
»ramente son y existen, y además en cierto res- cio las conclusiones que sobre ella formula el
»pecto son semejantes y en otro desemejantes, sentido común y de todo esto tomar base para
»¿por qué órgano, mediante qué sentido conoce- mostrar lo infundado y deleznable de la hipo-
»remos el ser y el no sér, la existencia semejan- tesis sensualista, es ejecutar en la esfera del
»te y desemejante de todos ellos?» pensamiento libre una obra maestra, es dar a la
Contesta Teetetes sin titubear, que no tenemos enseñanza aquél carácter racional que busca Só­
órgano particular para percibir esta clase de cosas, crates, cuando aspira á ser, más que maestro de
como para las otras, sino que nuestra alma examina sentencias incontrovertibles, humilde y estéril
inmediatamente por sí mismalo que los objetos tie­ partero que preside á los fecundos alumbramien­
nen de común entre sí. La conclusion viene á ser tos de la verdad por el espíritu, carácter que
en este punto por demás importante para que no constituye en último término la dificü jacihdad
nos permitamos llamar la atención sobre ella, y del método socrático.
expresar al mismo tiempo nuestra admiración Tenemos ya averiguado por confesión del mis­
por el órden gradual y metódico que lleva el mo Teetetes, pues Sócrates sigue fiel á su plan
procedimiento reflexivo en esta parte del diálogo. de no producir nada por sí mismo, que existen
Revela, en efecto, la marcha seguida en el pensa­ cosas que el alma conoce por medio de los senti­
miento, una conciencia clara de la dificultad del dos, y cosas que conoce inmediatamente por si
problema y una fuerza intelectual en el desarro­ misma. Al Regar á esta conclusión, y sin abando­
llo del procedimiento, tan admirable por la dis­ nar el mismo rigor didáctico que preside a la
creción con que va encaminada como por el rigor confección del diálogo, vuelve á preguntar So­
didáctico con que se desarrolla. ¿Por qué no he­
de moral y de filosofía ' 225
224 ESTUDIOS

alma percibe en sí misma. Como ya ha procurado


orates: «El sór, que es lo más común á todas las
»cosas, la semejanza y desemejanza, la identidad probar ántes Sócrates que el que no conoce la
esencia de una cosa, no la conoce verdadera­
»y la diferencia, lo bueno y lo malo como objetos
mente, ni puede formar ciencia de ella, resulta­
»de conocimiento, ¿son conocidos inmediatamen-
rá evidente la imposibilidad de formar la ciencia
»te por el alma, ó por medio de los sentidos? ó de adquirir el conocimiento de la esencia de
La contestación es indudable. Teetetes afirma
que todos ellos pertenecen á la clase de objetos los objetos por medio de la sensación.
Lo que se deduce del razonamiento anterior es
con los que el alma se pone en relación por sí de una verdad incuestionable. Todos aquellos
misma. Por empedernido que sea el empirismo que se consagran de un modo circunspecto al cul­
de que se vean poseídos los sensualistas, no ha­ tivo de la experiencia, declaran que es ésta im­
brá quien pretenda señalar un órgano sensible potente para conocer las cosas en sí mismas; de
para percibir el sór y otros para conocer la se­ tal suerte, que áun llevada á su última determi­
mejanza, la identidad, diferencia, etc. nación y al más extremado detalle, encuentia
Ahora bien: en los conocimientos que adquiri­ siempre la observación empírica un guia, igno-
mos por medio de los sentidos, en la percepción tum, para cuyo conocimiento se necesita reunir
de la sensación y de la sórie de las sensaciones, medios que trascienden déla sensación. De ín­
ni hallamos ni descubrimos más que una apa­ dole semejante es la conclusión á que llega Kant
riencia y serie de apariencias fenomenales, las después de haber hecho la crítica mas profunda
cuales se muestran siempre distintas, diferentes del conocimiento en los tiempos modernos. No
y áun exclusivas, hasta el extremo de que si que­
puede ni debe estar la verdad, según la autori­
remos conocer lo que tienen entre sí de común, zada afirmación de este filósofo, en la apariencia
necesitamos compararlas unas con otras, no en ó en el fenómeno, que es lo que percibimos me
su apariencia fenomenal, en la cual se contradi­
diante los sentidos, sino en la esencia o en el
cen y excluyen, sino en lo homogéneo de su con­ noúmenos de los objetos, que es preciso conocer
tenido. Pero, según declaración del mismo Tee­
tetes, nuestra alma examina inmediatamente inmediatamente,
En vano se buscará en este diálogo una acla­
por sí misma lo que los objetos tienen de común ración precisa del valor atribuido por el filósofo
entre sí, por cuyo motivo nos vemos precisados griego á la sensación y al. conocimiento adqui­
á reconocer que, si aspiramos á adquirir conoci­ rido mediante ella en la experiencia. Las relu-
miento de la esencia de los objetos, hay que re­ x _ . . •UJ« Tootf»t.P.S Sft
íIp la. oninion emitida
currir al conocimiento inmediato y directo que el
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 227
226 ESTUDIOS

suceden unas á otras, á veces con razonamientos y aunque en tal sentido no debiera censurarse
tomados del sentido común, y en ocasiones con la falta que hemos notado, esperando verla re­
la exposición de las consecuencias erróneas que parada en algún otro diálogo, es lo cierto que
de ella se deducirían; siempre se ve desechada y en ning'un pasaje de las obras de Platón se halla
victoriosamente negada la falsa doctrina de que consignado de un modo discreto lo que entiende
la sensación es el principio del conocimiento; por conocimiento sensible, ni la manera cómo se
pero nunca se encuentra en esta polémica, tan ha de formar para que adquiera lá cualidad de
hábil y metódicamente sostenida por Platón, na­ ser científico.
da que pueda conducirnos á formar idea del va­ Desechada y refutada en el Teetetes la sensa­
lor que tenga el conocimiento sensible para la ción, porque no puede ser el fundamento de la
formación de la ciencia, ni mucho ménos se des­ verdad científica, llega á ser en el resto de las
cubre una enumeración discreta de las condicio­ obras de Platón y en el desenvolvimiento ulte­
nes que deban exigirse al conocimiento empírico rior de su dialéctica casi destruido y asimilado
para que pueda ser estimado como científico. á una apariencia siempre engañosa el conoci­
Ya hemos dicho que la falta de afirmaciones miento de lo contingente. Tan sólo en el diálogo
concretas relativas al valor de la sensación como titulado el Timeo se hallan algunos pasajes, en
origen del conocimiento, y el menosprecio que los cuales parece aspirar el discípulo de Sócrates
de ella se hace en la filosofía platónica, desesti­ á mostrar la existencia y perfección de Dios pol­
mando el conocimiento de lo contingente, lle­ la belleza y armonía del inundo, conocidas empí­
gando á decir que sólo existe ciencia de lo ge­ ricamente. En ésta, como en algunas otras con­
neral, y terminando por asignar al indagador’ tradicciones que tendremos ocasión de descubrir
como único objeto de su trabajo la dialéctica y en la filosofía platónica, el pensamiento sigue
la organización de las ideas, ha dado margen á entregado á una incertidumbre completa res­
que la mayor parte de los críticos tachen de pecto al verdadero concepto que Platón tuviera
idealista á Platón y quieran descubrir entre su del conocimiento sensible.
doctrina y la de Aristóteles un abismo completo, Acontece necesariamente en tal caso que el
al ménos en lo que se refiere á este punto. ■ crítico más circunspecto y que ménos quiera pe­
Aunque en el procedimiento que se sigue en car de atrevido en sus juicios se ve obligado á
todo este diálogo predomina más el razonamiento pensar que Platón olvida, en puntos muy princi­
para desechar opiniones falsas que la libre inda­ pales, las condiciones que él mismo señala de
gación para llegar á saber lo que sea la ciencia, una manera magistral como propias del cientí-
17
228 ESTUDIOS DE MORAL Y FILOSOFÍA 229
fieo. Y en este punto del pensamiento, y adelan­ tos, nos faltaría una nota para' distinguirnos de
tando él juicio á la detenida exposición de toda los animales.
la doctrina platónica, es preciso, después de re­ El conocimiento de aquellos objetos que perci­
conocer el mérito envidiable de Platón, rebajar be el alma por sí misma, conocimiento de que ca­
un poco su talla como filósofo, siquiera se deba recen los animales, y áun la percepción reflexiva
confesar y declarar que nunca deja de ser con­ de las sensaciones, son producto y obra del estu­
sumado artista. dio, mediante el' cual aspira el hombre á des­
En nada aminora cuanto acabamos de decir el cubrir la esencia de las cosas y á conocer con
valor de todo lo que dejamos expuesto del Teete­ verdad.
tes, referente al examen déla sensación, que no Cuando el espíritu se ha hecho cargo de todo
puede ser nunca todo el conocimiento, ni tampo­ lo que antecede y ha reconocido que la sensación
co la que nos proporcione la verdad que por una es impotente para conocer la esencia de las cosas,
exigencia natural requiere la ciencia, ya que la sin cuyo conocimiento la ciencia no existe, tiene
sensación es, según se muestra á la más sencilla que venir á confesar con Teetetes que la sensación
observación, tan subjetiva y variable como fu­ no puede descubrir la verdad,.porque no afectad
gaz y pasajera. Esta índole de la sensación obli- la esencia de los objetos cognoscibles. Y así des­
g-a al mismo tiempo á recurrir á otros conoci­ envuelta la cuestión, puede legítimamente, y
mientos para percibirla, y, por lo tanto, nos pone sin temor á incurrir en precipitación irreflexiva
en el caso de reconocer que existen, como ya se en el pensamiento, decirse con Sócrates, que la
ha dicho, cosas que el alma conoce por los senti­ ciencia es una cosa distinta de la sensación.
dos y cosas que conoce por sí misma. Llegar á la afirmación que acabamos de con­
Respecto á la primera clase de conocimientos, signar es cuanto se proponía Platón en esta
ya queda dicho cuanto es necesario para entender primera parte de su diálogo. Parece que el re­
que no pueden ser el principio de la ciencia, sultado obtenido, siguiendo el método socrático,
porque jamás conocemos mediante la sensación es negativo; pero, como ya hemos dicho varias
la esencia de las cosas; pero además, añade Só­ veces, quedan implícitas muchas y muy capitales
crates, tal clase de conocimientos, esto es, la afirmaciones en todo el contenido de estos razo­
percepción de ciertas afecciones que pasan al namientos , desenvueltos magistralmente, pa­
alma por los órganos del cuerpo, ha sido dada ra venir de una manera gradual y metódica á
por la naturaleza á los hombres y á las bestias, y eliminar por falsa y á desechar como errónea
si careciéramos de toda otra clase de conocimien­ la primera opinión mantenida por Teetetes, de
DE MORAD Y OS ETLOSOlÚA 231
230 ESTUDIOS
fecundación de sus almas por la luz divina de la
que la sensación es la ciencia, y que sentir es
verdad.»
conocer. Nada se ha producido, pues, hasta ahora en to­
Es indudable que para el espíritu perezoso y do el desenvolvimiento del diálogo, ni nada pro­
dominado por el hábito del dogmatismo, que in­ ducirá Sócrates por sí sólo, porque en tal caso
capacita para el übre-éxámen y hace odiosa la faltaría á su propósito irrevocable de renovar y
dirección propia del pensamiento, es preferible al reformar el sentido científico. El que se vea po­
método racional [en razón del objetó) seguido en seído del amor á la verdad, ñola busque prestada,
este diálogo por Platón, fiel á la enseñanza de su pues ésta siempre le proporcionará una luz refle­
maestro, una afirmación categórica expuesta' en ja; que piense, que medite por sí mismo y entón-
forma de definición concreta de lo que sea la cien­ ces sentirá cuánta verdad encierra lo dicho por
cia. Haciendo que esta definición fuera seguida Sócrates al asegurar ¿ Teetetes que el alma se
de alguna prueba indirecta de su verdad, capaz halla preñada del saber. Para llegar al alumbra­
de ahorrar al espíritu el trabajo de indagar por miento de la verdad exija el hom bre en buen hora
sí mismo las condiciones de la ciencia, quedaría dirección y guia á la enseñanza; pero jamas debe
satisfecha la aspiración de aquellos que no esti­ pedir que esta produzca por él, suplantando su
man la reflexión libre como el único medio para propia energía. Por esto hace Sócrates decir a su
la educación científica, obra, que, si es laboriosa, interlocutor Teetetes,' sin dar por terminado el
pide también ser lenta; pero quien sepa apreciar problema: «Mira de nuevo si en el punto en que
el valor virtual de los resultados adquiridos me­ estás ahora se te muestran las cosas mas clara­
diante el método socrático no desestimará jamás mente, y dime otra vez qué es la ciencia.» El pro­
la obra y el procedimiento de este diálogo. I si cedimiento que exige Sócrates no vana, la ley que
alguna vez la flaqueza humana vence y la pereza impone á la discusión es inalterable, yel carácter
habitual del espíritu pide lo que es contrario á la de su razonamiento permanece siempre el mismo.
índole racional de la enseñanza y de la ciencia, Seguirle en todo y por todo, debe ser también la
que se tenga en cuenta lo que decía Sócrates al regla de cuantos aspiren á vivir y educarse en el
comienzo del diálogo y, que expresa en el lengua­
je llano y sencillo que le era propio una verdad pensamiento libre.
que es sublime: «Estéril para la producción de la
verdad, decía Sócrates, sólo siento en el fondo del
alma una ajlcion demoniaca que me hace anhelar
ser partero del espíritu y dirigir á los demás á la
233
232 DE moral y filosofía
ESTUDIOS
Esta segunda afirmación va á ser dllu“da¿a 1
Sócrates con el mismo método que lo ha sino ya
la anterior, sin perder de vista el asunto, prmci
¡X- pal del diálogo, que es indagar cual sea la natu­
Se trata en el diálogo que examinamos de ave­ raleza de la ciencia, pero sin dejar PaS“
poco esta segunda opinion ántes de sujetai
riguar qué sea la ciencia. Queda ya desechada
la critica sutil de su poderosa dialéctica.
por errónea la idea que consiste en identificar el Así es que lo primero que cuidadosamente se
sentir con el conocer y la sensación con la cien­ hace notar en el diálogo, es la imprescindible
cia. Pero además resulta de la polémica soste­ necesidad de examinar el valor que puedai tener
nida para desechar la opinión al principio sus­ la respuesta, debiendo tener presente para ello
tentada por Teetetes, que existen cosas que co­ una afirmación que puede ser considerada co­
noce el alma por medio de los sentidos, y cosas mo un aforismo incontrovertible de la ciencia, á
que conoce el alma inmediatamente por sí misma, saber: que vale más profundizar pocas cosas,
siendo estas últimas las que deben ser objeto que recorrer muchas de un modo insuficiente
propio de la ciencia, pues, según repite Sócrates, Tiene gran importancia tal aserto, porque, como
á cada momento, el que no conoce la esencia de ya hemos visto, equivale á declarar de. un modo
una cosa, no la conoce verdaderamente (cientí­ implícito que el pensamiento filosófico no c
ficamente.) Y para no perder el hilo de la discu­ siste en la cantó««* de 1« pensado, sino en la cua­
sión y venir siempre al punto inicial de estas
lidad con que se piensa y en el valor y
cuestiones, vuelve Sócrates á solicitar la aten­ dad con que se indaga, de tal suerte que el fil
ción de su interlocutor y á rogarle que, sin olvi­ sofo ha de atender más preferentemente á inqui
dar que la ciencia no es. la sensación, diga de rir la esencia de las cosas que á sumar de un
nuevo cuál es y en qué consiste la naturaleza de modo incoherente muchas cosas pensadas Este
la ciencia. último trabajo que es de acopio y acarreout
Puesto que el conocimiento científico no está sin duda para enriquecer y aumentar la cultura
en la sensación, es preciso referirlo, piensa Tee­ es propio del erudito, y tiene un valor que nadie
tetes, á la reflexión del alma sobre sus sensa­ pone en duda; pero la obra á quesei
ciones, cuya operación es llamada en el diálo­ el diálogo platónico es de distinta mdol „
go -ri ócAtiO-í-jC Sófa la opinión verdadera ó el juicio á un fin diferente. Se pretende, como ya se
verdadero. Sin vacilar eu este punto, contesta
Teetetes que el juicio verdadero es la ciencia.

7"
234 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 235

bre un objeto simple, que se reduce,. más que á del gran maestro ateniense; pero, en medio de
enumerar las ciencias, á inquirir lo que sea la todas estas circunstancias y de cierta apariencia
ciencia ,misma. Para llenar cumplidamente tal de abandono y descuido en la conversación, los
propósito, recurre Sócrates, fiel á su idea de que diálogos están confeccionados con un arte admi­
el alma está preñada de saber, al único medio, rable y laley del pensamiento queda cumplida con
capaz de conservar al espíritu su libertad de ac­ un cuidado y. esmero que no dejan nada que de­
ción, áun solicitada por la diversidad de opi­ sear. Por esto resulta ser tan difícil la exposición
niones que pueden arrastrarle. Recomienda de y crítica de los diálogos plátonicos, áun pasando
nuevo la reflexión, auxiliar poderoso que rec­ por alto, como lo hacemos aquí deliberadamente,
tamente usado sirve para dar legitimidad al la cuestión de indagar hasta qué punto es Pla­
pensamiento verdadero y además guia a!, espíri­ tón mero expositor de las doctrinas de su maes­
tu para desechar lo falso de las demás opiniones. tro y desde qué momento comienza lo que pu­
Desenvolviendo el. diálogo y la polémica en él diéramos llamar la doctrina propiamente platóni­
establecida por tales medios, no extrañará á na­ ca. Indudablemente, lo que se llama en diversos
die que se haga cargo de semejantes condicio­ diálogos causa suprasensible del género y de la
nes, como, áun á vueltas de algunos rodeos y di­ especie que existe por sí, y á la cual se refieren
gresiones que parecen inútiles, resultan las co­ por medio del procedimiento dialéctico las rea­
sas y los pensamientos tomados en sí mismos, y lidades individuales en lo que tienen de común
examinados discretamente por Sócrates, sin que y permanente es lo que constituye el núcleo del
jamás se permita ser infiel á las exigencias del pensamiento platónico y lo que lleva en su seno,
pensamiento libre, ni ménos consienta que pase aunque en gérmen, todo el idealismo que se atri­
ó sea aceptada en discusión dirigida por él nin­ buye al discípulo de Sócrates y áun también lo
guna afirmación que no lleve consigo la prueba que dá lugar á que se originen de ia doctrina
de su verdad. Es cierto que en los diálogos pla­ platónica algunas tendencias panteistas, que se
tónicos y en la exposición de la doctrina socrá­ inician y desenvuelven en la escuela de Alejan­
tica se descubre mucho de la amplificación retó­ dría y que son aceptadas hasta por alg'uuos Pa­
rica de los antiguos griegos, que no faltan algu- dres de la Iglesia. Pero todas las discusiones pre­
nor escarceos semejantes á los usados por los so­ liminares, la sencillez de la argumentación, el
fistas, y que abundan en muchas ocasiones ras­ ingenio en la dirección del espíritu, la crítica me­
gos ingeniosísimos de aquella tan celebrada sa.1 tódica y la duda reflexiva son otras tantas condi­
ática, de que jamás careció el alma siempre jóven ciones dignas de gran estima, que han debido ser
236 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 237

propias de la manera especial y característica de en tener conciencia del valor científico de sus pen­
enseñar que usaba Sócrates. Así somosllevados á samientos.
pensarlo por las noticias que se tienen de hom­ Examinar el valor científico del pensamiento
bre tan original como sabio en el pleno sentido de enunciado por Teetetes de que la ciencia es el
la palabra. No empece esto al gran mérito de juicio verdadero é indagar hasta adquirir con­
Platón que, según ya hemos dicho, confecciona ciencia de la legitimidad con que tal pensamien­
los diálogos con una viveza en su exposición y to se afirma será la obra á que consag’re Sócra­
con una propiedad de expresión en todos los in­ tes sus esfuerzos y para ello invita á su interlo­
terlocutores que no ha tenido hasta ahora quien cutor á que le siga en la conversación que desea
le iguale. entablar sobre este nuevo punto. Volverán, sin
Sócrates, según dice un célebre historiador de duda, las digresiones, á que se muestra tan afi­
la filosofía (1), procuraba aplicar el pensamiento cionado Sócrates, y en las cuales desea emplear
filosófico á las cosas más vulgares, haciendo bajar, todos sus ócios; pero en último término y sin
como se ha afirmado también (2), la filosofía del abusar de la libertad que le concede ser él quien
cielo á la tierra, y para ello procuraba someter el dirige el diálogo, vendrá á parar al punto de
pensamiento á todas las combinaciones posibles, donde ha partido, porque nunca olvida que todo
dando tortura, si vale la frase, á la. distracción pensamiento, en tanto que es sabes en el sentido
habitual del espíritu, -y esforzándose en sacar del que da á esta palabra, es verdadero en todas sus
mismo estado anárquico del pensamiento común combinaciones y de otro lado tiene presente el
su propio freno para encauzarlo en las vías de la enlace esencial que existe entre todos los pensa­
reflexión filosófica. De aquí procede su costumbre, mientos científicos.
nunca interrumpida, de tomar, las cosas ab ovo y Muy prolongadas y sutiles son las digresiones
comenzar por. lo más llano y usual para ir gra­ en que se entra en la exposición del diálogo con
dualmente á lo más difícil. Por tal motivo, repe­ el objeto de averiguar lo que sea el juicio falso.
tía siempre Sócrates,su afirmación favorita: Aunque sin llegar á un resultado definitivo en
sé que no sé nada, de donde natural y necesaria­ este punto, queda consignada la complejidad de
mente se infiere que se debe dudar, y por consi­ condiciones intelectuales que precede á la for­
guiente que la base lec/itima de lodo saber consiste mación de los juicios tanto verdaderos cómo fal­
sos y por consiguiente mostrado de un modo im­
plícito que el juicio no puede ser el principio de
(1) Ritte». la ciencia. Hace constar Sócrates en una infini­
(2.) Cicerón
238 ESTUDIOS DE MORAL Y DF. FILOSOFÍA 239

dad de ejemplos que la materia sobre la cual se sensación, la memoria, la reflexión, la compara­
ejercita esta conversación interior del alma con­ ción y el juicio. ¿Puede llegarse con tales ele­
sigo misma, que es lo que da por resultado el mentos á constituir la ciencia? De ningún modo;
juicio, es la sensación actual ó la que, ya pasada, que la sensación es cosa distinta de la ciencia
se retiene mediante la memoria. No se insiste queda probado en la primera parte de este diálo­
aquí, siguiendo como pudo seguir Platón los go; á la memoria no puede tampoco referirse la
mismos pasos de Kant, en señalar además como naturaleza de la ciencia, pues el recuerdo, lejos
materia del juicio y de toda operación intelec­ de ser capaz para producir por sí el material
tual las ideas, porque precisamente vá á resul­ científico, es recuerdo de lo ya conocido, es decir,
tar como una verdad necesaria del contexto de que la memoria supone, que no produce, la cien­
las demás afirmaciones, que va consignando el cia. Para ejercitar la reflexión es preciso volver
análisis delicado de Sócrates, que son también á pensar lo que ya ha sido pensado, no siendo,
las ideas materia del juicio, sin que llegue Pla­ por tanto, posible que la reflexión explique por
tón nunca á establecer claramente el valor que sí misma qué sea la ciencia. De otro lado, la
tienen los datos individuales que toma el enten­ comparación, ó mejor, la referencia en general
dimiento de la sensación para formular sus jui­ de unos á otros términos de pensamiento, no
cios. I)e aquí procede, como ya hemos dicho va­ crea, ni produce por sí, sino que más bien supone
rias veces, la tendencia idealista que se atribuye ya conocidos los términos que se van á comparar.
al pensamiento de Platón. No hay, pues, solución posible para el problema
Recogida la materia del juicio, el espíritu se propuesto, y es preciso, como gráficamente se
pregunta la relación que pueda existir entre va­ dice en el diálogo, afirmar que conocemos y no
rias sensaciones, las cuales son traídas á concien­ conocemos, si el principio del conocimiento está
cia actual mediante la memoria, y son pensadas en la comparación y en el juicio. Resulta, pues,
de nuevo mediante la reflexión, según la cual se que el juicio verdadero no es la ciencia.
comparan los términos, resultando de tal com­ Ante las nuevas dificultades que ofrece el pro­
paración los juicios. blema, Sócrates consigna otra vez la necesidad
de recurrir al único medio aceptable para el pen­
samiento racional, á la reflexión. Y como él gus­
X- taba de frecuentes y clarísimas analogías, dice á
Los elementos necesarios para formar los jui­ Teetetes, que así como sólo al pasar un rio se
cios son, según lo que acabamos de exponer, la calcula bien la profundidad de las aguas, así
240 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 241

también sólo entrando en la discusión presente, que la traducción exacta es decir que la ciencia
sus mismos obstáculos nos descubrirán lo que consiste en la definición.
buscamos. Sigámos la exposición del diálogo y con ella
Aún se añaden en el diálogo algunos otros ra­ la crítica de los razonamientos que esta nueva
zonamientos para mostrar que no es aceptable la contestación inspira á Sócrates. Supone la nue­
definición de la ciencia, diciendo que es el juicio va idea de la ciencia el conocimiento de tér­
verdadero. Tienen alguno de esto« razonamien­ minos compuestos, y éstos, como muestra bien
tos mucho de relativos y proceden, á no dudar, Sócrates, por medio de un ejemplo clarísimo,
de la costumbre que Sócrates tenia de hacer que sacado de las sílabas y de su descomposición
á todas las ideas enunciadas se las diera tantas en letras, no son cognoscibles si no lo son prè­
aplicaciones cuántas fuera posible. Así insiste en viamente de los términos simples que entrañen
mostrar que no son cognoscibles mediante el jui­ la composición. Además, en la composición no
cio los términos simples de sér, identidad, seme­ existe otra realidad que la de los mismos elemen­
janza, etc. , pues aplicados al juicio de com­ tos simples, que no son cognoscibles mediante
paración, suponen que sonya conocidos cuando el juicio, luego los términos mismos compuestos
los aplicamos. De otro lado, todavía hace em­ no deben ser conocidos directamente por el jui­
peño especial en notar cómo es posible que la ver­ cio. Pero si los diálogos platónicos pueden ser á
dad del juicio dependa de la mera persuacion ó veces tachados de incoherentes y se señala como
proceda sólo de simples referencias, cuyos títu­ falta de la mayor parte de ellos las continuas di­
los no son lo suficientemente legítimos para dar gresiones y el constante cambio de objeto de pen­
al conocimiento el valor de ciencia. samiento por la gran movilidad, con que en ellos
Desechada la opinión de que la verdad está se produce el espíritu, jamás podrá inculparse á
en el juicio verdadero, dice Teetetes que la Sócrates, ni á su discípulo y expositor, de ser
ciencia consiste en lo que en el diálogo se de­ precipitados en adoptar ó rechazar un pensa­
signa con el nombre de 8o£á pera Áóyou Estas pa­ miento. Fiel en esto, como en otras muchas co­
labras son traducidas en la versión española sas á su maestro, procura Platon agotar todas
por las de juicio verdadero acompañado de expli­ las combinaciones posibles, todas las aplicaciones
cación. Análoga á esta traducción es la que dá imaginables y todas las consecuencias, ya implí­
Mr. Chaignet, sin que falten algunos que entien­ citas ya explícitas de las ideas que se debaten
dan que se refiere al razonamiento, mientras en los diálogos. No se crea, pues, que ya queda
otros que atienden al resto del diálogo, suponen desechada la idea últimamente, enunciada de
242 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 243
que la ciencia es juicio verdadero acompañado tarda mucho Sócrates en venir á tal extremo,
de explicación; por el contrario, vuelve de nue­ porque, como hace notar muy exactamente, la de­
vo el pensamiento hacia tal idea, y la refutación finición nominal ó sea la expresión del pensa­
de lo expresado en él proseguirá, mediante un miento por medio la palabra supone ya el cono­
análisis tan delicado y agudo como complejo y cimiento del objeto, hasta el extremo de ser
severo de todas las acepciones que puedan darse expresable sólo en el grado y medida en que es
á semejante afirmación. conocido. Además, la precisión en los términos
A este fin cuida Sócrates de adelantarse ap de que nos servimos para expresar el pensamien­
pensamiento de su interlocutor y se pregunta á to es tan aplicable á la verdad como al error,
sí mismo: ¿entendemos por explicación el acto de por lo cual es necesario reconocer que implica
hacer el pensamiento sensible por medio de la un absurdo la pretensión de identificar la cien­
palabra, de tal modo que lo pensado se pinte en cia con la expresión sensible del pensamiento en
ésta como en un espejo? Acepta Teetetes tal inter­ la palabra.
pretación y por lo tanto pasa en seguida Sócrates Quizá consistirá ésta nueva dificultad, sigue
á hacerse cargo de ella. Esta interpretación de lo razonando Sócrates, en que no entendamos ni
que se puede entender por juicio explicado es interpretemos exactamente lo que es el juicio
muy semejante á lo que se llamó en la Edad Me­ acompañado de explicación. Veamos, pues, si el
dia definición nominal. Y si alguna duda cupiera juicio explicado consiste en la descripción de una
respecto á lo que entienden Sócrates y Teetetes, cosa en sus elementos, es decir, si podemos ad­
al interpretar de esta suerte el juicio explicado, quirir el conocimiento científico por un análisis
quedaría completamente desvanecida con íepa- de las cosas pensadas, mediante el cual llegue­
rar tan sólo en lo que dice después Sócrates, que mos á los elementos simples é indivisibles de que
contestaría si le' preguntaran qué es un carro: aquellas se componen. Por lo tanto, la cuestión
ruedas, ejes, llantas y lanza. Por consiguiente, estará ahora, no en nombrar el carro, como ante­
se ve de un modo bien claro que se hace al pie- riormente, sino en enumerar ordenadamente to­
sente cuestión de la definición nominal. das las piezas de que se compone, en describir
Ahora bien: ¿consiste la ciencia en la defini­ también, por ejemplo, el nombre de Teetetes con
ción nominal? ¿Se adquiere la verdad científica el pormenor de los elementos que le componen.
haciendo sensible el pensamiento por medio de la Pero aún hay algo que objetar á esta nueva in­
palabra y convirtiendo ésta en espejo de lo pen­ terpretación; porque, como ya ha procurado mos­
sado? Sin dudar, puede afirmarse que no; y no trar Sócrates en razonamientos anteriores con el
18
244 ESTUDIOS
DE MORAL y DE FILOSOFIA 245
ejemplo de la sílaba, si no conocemos la esencia
to seguido sin interrupción por el gran maestro
de los elementos, es imposible que obtengamos
ateniense, no extrañará á nadie que todavía, se
ciencia de los compuestos. Y de no ser cognosci­
insista en sostener la opinión ya refutada en dos
bles los elementos simples de que se componen
de sus interpretaciones.
las cosas que explicamos, tendrá que resultar
Tal vez equivalga el juicio explicado, dice Só­
que conocemos los objetos mediante algo que es
crates, á decir que la cosa acerca de la que se
por su propia índole incognoscible. Que semejan­
nos interroga, difiere de todas las demás, esto
te conclusión implica absurdo, no hay que de­
es, á afirmar que la determinación del carácter
mostrarlo por la evidencia con que se revela.
Aceptado el extremo contrario, á saber, que
propio de lo pensado, de su diferencia y distin­
ción de todo lo demás, constituye la ciencia. «Se­
los elementos simples son cognoscibles, hay que
gún esta interpretación, sigue diciendo Sócrates,
declarar que el conocimiento científico no con­
creo explicarte suficientemente el sol, diciendo
siste en la descomposición de lo pensado en sus
que es el más brillante de todos los cuerpos ce­
elementos simples, sino en el conocimiento di­
lestes que giran al rededor de la tierra, porque
recto de estos. Tampoco resuelve la segunda
de este modo se logra fijar la diferencia que
interpretación de lo que se entiende por juicio
separa al sol de todos los demás objetos y obtener
explicado la verdadera dificultad, que consiste,
la ciencia'de él.» Hasta aquí cuanto se refiere á
en saber qué es la ciencia. Se van agotando
la importancia y alcance que puede darse á la in­
ya todas las aplicaciones y consecuencias que
terpretación nuevamente aceptada de lo que
puedan suponerse implícitas en la idea de que la
debe entenderse por ciencia, ó sea por juicio ver­
ciencia es el juicio verdadero, acompañado de
dadero acompañado de su explicación. Pero es
explicación; pero el diálogo sigue su desenvolvi­
preciso observar cómo resiste tal interpretación
miento, y en él se aspira á agotar todos los re­
la prueba á que Sócrates sujeta todas las afirma­
cursos, para ver si en tal opinión se halla la ver­ ciones, juzgándolas y estimándolas discreta é
dad. Así se reconocerá ahora la completa autori­ imparcialmente ante su procedimiento racional.
zación, con que hemos afirmado que jamás se
Entra en esta obra, que es siempre la más im­
precipita Sócrates en sus polémicas, que nunca
portante en la enseñanza socrática, diciendo:
procede por saltos, sino que, uniendo siempre la. «Ahora, Teetetes, que veo más de cerca esta defi­
práctica á la teoría, pone por obra el método ra­ nición, á la manera de lo que sucede con el bos­
cional, que durante toda su vida enseñó de pa­ quejo de un cuadro, todo se me oculta, siendo
labra. De esta suerte, entendido el procedimien­ así que cuando estaba lejano, creia ver alguna
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 247
246 ESTUDIOS

cosa.» Se anuncia, pues, en tales frases que, lé-


jos de satisfacer dicha solución, no podrá resis­ XI
tir las más llanas objeciones que formule la
crítica. No se termina el diálog’O, cuya exposición he­
Atendiendo para conocer científicamente las
cosas sólo á aquello en que se diferencian de to­ mos venido haciendo, sin consignar de nuevo lo
das las demás—último extremo al cual se quie­ que pudiéramos llamar el fin principal de la en­
señanza socrática, cuya frecuente repetición creía
re reducir la ciencia,—resulta que tal diferencia
exige, si ha de ser rectamente establecida, que necesitar el maestro ateniense para depurar más
conozcamos ya en su verdadera esencia aquello y más la ingénua naturalidad que exige el pen­
samiento filosófico de aquella presunción viciosa
que pretendemos diferenciar. Así tiene que su­
ceder en efecto: señalarlas diferencias de un ob­ deque estaba impregnado por los sofistas.
Para terminar el diálogo, áun después de re­
jeto respecto á todos los demás, supone ya el
chazadas todas las soluciones que se han dado al
conocimiento de este mismo objeto, en lo que
problema de la ciencia, procura Sócrates no dar
tiene de propio y de característico, pues en el
caso contrario, ni siquiera podrá ser fijado ante el asunto por terminado, se esfuerza en perma­
el pensamiento, quedando confundido con todas
necer fiel á la intención que debe predominar
siempre en el que se mueve al pensamiento libre,
las demás cosas. Resulta, por consiguiente, que
y quiere dejar la indagación abierta á nuevas re­
ántes de poder conocer un objeto por su diferen­ flexiones. Nada que revista carácter definitivo
cia de los demás, es preciso tener de dicho ob­ queda averiguado respecto á la naturaleza de la
jeto una percepción inmediata, ó sea un conoci­
ciencia; pero tampoco hay razones suficientes
miento directo de su esencia, degenerando el para declarar decisivamente que el problema sea
espíritu en esta, como en las anteriores explica­ insoluble. Quedan desechadas algunas de las so­
ciones, en un círculo vicioso, al tratar de definir luciones que se han presentado como aceptables;
la ciencia por sí misma. pero, después de esto, aún resta algo que pensar
En último término, la ciencia no es la sensa­
y conocer relativamente á este asunto; todavía,
ción, ni el juicio verdadero, ni el mismo juicio sin variar de objeto de atención, tiene el filósofo
acompañado de explicación. en qué emplear aquella libertad y aquel ocio de
que hablaba Sócrates. «Veo, dice Sócrates, movido
por tales razones, que sigue aún nuestra preñez,
243 ESTUDIOS DE MORA.L Y DE FILOSOFÍA 249
y sentimos todavía los dolores de parto respecto duda como principio del saber, usar el procedi­
á la ciencia. Si en lo sucesivo, Teetetes, quieres miento negativo y critico, y recomendar la re­
producir, y, en efecto, produces frutos, serán flexión libre al pensamiento es echar las bases
mejores, gracias á esta discusión; y si permane­ para la regeneración del pensamiento filosófico.
ces estéril, no te liarás pesado á los qiie conver­ Son por demás visibles los resultados obtenidos
sen contigo, porque serás más modesto, y no mediante esta obra. Entre estos resultados, el
creerás éaber lo que no sabes.» Así termina Sócra­ más principal es el gran movimiento filosófico,
tes su conversación con Teetetes, repitiendo al que, iniciado por Platón y completado por Aris­
fin el principio que consignó al comenzar, y que tóteles, entraña aún una de las cuestiones más
ha seguido fielmente en todo el trascurso deldiá- capitales de la ciencia. Pero la obra de Sócrates
logb: Sólo quiero saber que no sé nada. De con­ no acusa sólo un gran progreso en la historia de
signar tal principio y ponerle en práctica, ha re­ la filosofía, ni solamente por tal razón es acree­
sultado lo que no podía mónos de resultar, que dor á la justa consideración de la posteridad,
'las soluciones estimadas como verdaderas res­ sino que además sus principios introducen una
pecto á la naturaleza de la ciencia son infunda­ reforma esencial en la vida. Es en verdad Sócra­
das y erróneas, y que es preciso dudar de ellas. tes, según dice Cicerón, padre de la filosofía,
De dudar respecto á cosas que se tenían por in­ pero lo es en el más alto sentido de la palabra,
dudables, y que, por lo tanto, ni se pensaban, ni es decir, de la filosofía práctica, de lo que él
se traían á una nueva reflexión, tiene también llamaba la verdadera sabiduría, en virtud de la
que resultar necesariamente que hay que pen­ cual es la ciencia el arte para vivir. Semejante
sarlas de nuevo y buscar fundamentos más fir­ enseñanza le llevaba á Sócrates al extremo de
mes á la legitimidad de nuestros pensamientos, menospreciar algunas ciencias, que tenia por
si aspiramos á que tengan carácter científico. inútiles é ineficaces para la vida, y le arrastraba
La ignorancia respecto á los fundamentos del basta el punto de repetir que el fin de la ciencia
saber y la duda como consecuencia de tal igno­ es la acción. Lo que tiene de justo y de verda­
rancia son dos principios que bastan para pro­ dero tal principio fué enseñado y practicado por
ducir en la cultura del pueblo helénico el gran Sócrates con su vida y con su muerte, vida que,
movimiento de regeneración filosófica, que uná­ según dice Mr. Chaignet (1), fué de santo, y
nimemente se atribuye á Sócrates. Nadie se atre­
verá á poner en cuestión la importancia de la
reforma llevada á cabo por Sócrates. Afirmar la (1) A. ÉD. Chaignet: Vie de Socrate.
250 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 251
muerte que sólo tiene parecido con la de los blema, reconoce que existen pocos datos para
héroes. adquirir solución cumplida; pero entiende ade­
más que, comparando el testimonio de Platón
con el de Jenofonte, y recurriendo en último tér­
XII. mino como decisivo al de Aristóteles, hay moti­
vos suficientes para pensar que Sócrates ha sido
Si se considera, tanto en su conjunto, como en más idealista y radical que Platón, pues los prin­
sus más mínimos detalles el diálog’o titulado el cipios sentados por el primero tienen más tras­
Teetetes, no há lugar á dudas ni cuestiones res­ cendencia de la que en ellos se descubre á pri­
pecto a.l asunto de que trata. El pensamiento mera vista, si se atiende sólo á la sencillez de su
fundamental del diálogo es averig’uar la natu­ exposición. Algo se inclina, sin embargo, á lo
raleza de la ciencia. Contestación categórica á. que dejamos dicho (1), atribuyendo á la filosofía
dicho problema no se halla en ninguna parte del de Sócrates todo lo que hay de elemental y exo­
diálogo, ni tal puede ser el propósito que ins-, térico en los diálogos, y estimando como teorías
piró á su autor, conocida su intención de ser fiel platónicas todas las especulaciones trascenden­
á la enseñanza recibida de su maestro. Y esta tes que tienen por objeto la contemplación de
fidelidad es llevada á tal extremo, que quizás en los objetos en sí, de las cosas en su esencia. Pro­
ningún otro diálogo se halla tan exactamente pone además Mr. Fouillée para distinguir cuán­
expuesta como en éste la doctrina socrática, es­ do habla Platón del caso en que expone la doc­
pecialmente en lo que se refiere al método que trina de su maestro una regla que, valga por lo
Sócrates usaba para enseñar. que valiere, merece ser conocida; se reduce á
Mr. Pouillée en una obra célebre, premiada por declarar como doctrina propia de Sócrates la ex­
la Academia de París, y que es sin duda uno de los puesta en todos aquellos diálogos en cuyo des­
estudios más completos de la filosofía de Sócra­ envolvimiento es el interlocutor principal Só­
tes (1), se hace cargo de la dificultad propuesta crates, miéntras que aquellos otros en los que él
por todos los intérpretes de Platón, relativa á asiste á las polémicas, y toma sólo una parte se­
discernir lo que es propiamente socrático en la cundaria en ellos, los estima como exposición di­
filosofía platónica, de lo que pertenece sólo á recta de la filosofía de Platón.
Platón. Léjos de negar lo grave y difícil del pro­ Si la regla que dejamos indicada se aplica al
(1) . Alfred Fouillée: La Philosophie de Socrater, 2 vol. (1) V. núm. ix.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 253
2-52 ESTUDIOS

como se desprende de las bases que quedan indi­


diálogo que acabamos de exponer y juzgar, no cadas en el Teetetes. Es tan contrario Sócrates á
puede haber vacilación ninguna en atribuir todo semejante idea de la ciencia, que no entiende por
su contenido doctrinal á la filosofía socratica; pe­ tal sino la verdadera sabiduría, en la que se
ro, aparte de que la regla nos parece bastante identifican en cierto modo el conocimiento y la
extraña al asunto, y huyendo discusiones que acción, el conocer y el hacer. Si disentimos en
requieren vastísima erudición y una mayor fami­ este punto de la opinión autorizadísima de
liaridad con la doctrina platónica, todavía nos Mr. Fouillée, conformamos con ella y con la
atrevemos á poner en tela de juicio la aplicación de todos los intérpretes de Platón, que unánime­
al caso presente déla regla que Mr. Fouilleé pro­ mente declaran que lo que se halla fielmente
pone para clasificar y distinguir la doctrina del expuesto en todos los diálogos, y muy especial­
maestro de la del discípulo. La marcha y desen­ mente en el Teetetes, es el método socrático, tanto
volvimiento del diálogo, las condiciones inme­ en su primera parte en la que usaba la ironía y
diatamente exigidas para la reflexión filosófica y aspiraba á refutar errores, como en la segunda,
el procedimiento que se usa en el diálogo titula­ en la cual pónia en práctica su oficio de partero
do elleeteies son indudablemente propias de la y asistia con un placer inmenso á la fecundación
filosofía socrática; pero la importancia y el al de las almas, abundantemente iluminadas por
canee de ciertas proposiciones que quedan implí­ el rayo divino de la verdad (1).
citas en la conversación sostenida por Sócrates La importancia de la doctrina contenida en el
y Teetetes, y que vienen á constituir la base prè­
Teetetes no puede pasar desapercibida para el
viamente establecida para formar idea de la cien­
que se haga cargo de las ideas y cuestiones que
cia, son exclusivamente propias de la doctrina en él se inician. El método empleado es el socrá­
platónica respecto á las ideas. tico, esto es, el método negativo y crítico según
Aunque se dé una gran extensión al principio ya dejamos dicho. Pero desconoceríamos la índole
establecido por Sócrates, y por más que se quiera, de dicho procedimiento y caeríamos en errores
para librar la doctrina socrática de los límites de consecuencias graves si nos dejáramos llevar
estrechos del psicologismo escocés y francés, de la absoluta, con que algunos, entre ellos
darla una aplicación universal y un sentido por
demás generalizador, todavía nos vemos obliga­
dos á desconocer la legitimidad, con que pueda (1) Para adquirir un conocimiento detallado del método que
empleaba Sócrates en su enseñanza, y aun idea exacta del fun­
atribuirse á Sócrates el carácter principalmente damento ontologico del método socrático, puede consultarse con
gran fruto la obra citada de Mr. Alfred Fouillée.
especulativo qué envuelve la idea de la ciencia tal
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 255
234 ESTUDIOS

Mr. Grote, atribuyen al Teetetes un valor simple­ negativo cuanto Platón dice respecto al filósofo
mente negativo, dudando de que Platón se haya y á las cuestiones que deben preocuparle, sino
propuesto en él otra cosa que una mera refuta­ que la idea que da del conocimiento filosófico
ción de algunas opiniones reinantes en su tiem­ implica ya un alto concepto de la ciencia, y con­
po. Verdad es que en el Teetetes se desechan, ya firma lo que tantas veces se repite en el diálogo:
por falsas, ya por contradictorias, todas las solu­ que sólo conociendo la esencia de las cosas se
ciones propuestas al problema de la ciencia; tam­ sabe lo que éstas son. «No es el filósofo, dice (1),
bién qs cierto que tales refutaciones no van se­ el que se entretiene en averiguar, por ejemplo,
guidas de la exposición de un criterio y doctrina si un rey que posee muchos tesoros es feliz, sino
suficientes para formar idea exacta de la natura­ el que examina la institución real y lo que cons­
leza de la ciencia, pero no es ménos cierto que tituye generalmente la felicidad ó la desgracia
en todo el desenvolvimiento del diálogo se ini­ del hombre.» Se vé, pues, que Platón repite en
cian cuestiones y se indican principios que con­ diversos pasajes del diálogo la necesidad de re­
ducen necesariamente á una solución del pro­ ferir la ciencia al conocimiento de la esencia de
blema. las cosas, de estos elementos simples y primeros,
Cuando se indican por Platón como necesarios que exigen un procedimiento especulativo, que
otros elementos que los contenidos en la sensa­ requieren un fundamento ontológico y que sir­
ción para formar el conocimiento, cuando se ven de supuesto á todos los conocimientos parti­
afirma terminantemente, como él lo hace, que sólo culares. Y estas afirmaciones apuntadas, que no
sabiendo la naturaleza de un objeto se sabe lo desenvueltas en el diálogo, son las que estima­
que su nombre significa (1), nO se sigue sólo un mos como propias de la doctrina platónica, y
procedimiento negativo, ántes bien se hacen afir­ son los precedentes que entendía el discípulo de
maciones que tienen una trascendencia muy Sócrates ser necesarios para averiguar después
grande. cuanto hay que saber respecto á la naturaleza
Al desechar como errónea la idea de que la de la ciencia. Semejantes precedentes podrán ser
sensación es la ciencia, se hace en el diálogo algo consecuencias de la reforma llevada á cabo por
más que asentar una proposición negativa, se Sócrates, pero no son suyos, forman un tejido
habla de elementos simples y de conocimientos sistemático y son parte de una teoría que es
que el alma percibe por sí misma. Tampoco es propia de Platón y no de su maestro, como deja-

(1) V. núm. ii. (2) V. núm. vi.


256 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA '

mes indicado en el número anterior, disintiendo


de la opinión de Mr. Fouillée y dudando de la
exactitud con que puede hacerse uso de la regla
que da para distinguir la enseñanza del maestro
de la filosofía del dicípulo.
LA CIENCIA SEGUN PLATON.
Es necesario, por consiguiente, desechar la
opinión que algunos sostienen respecto al Teete-
tes, y confesar que en él se hallan indicados mu­ PARTE AFIRMATIVA Ó DOGMÁTICA DE LA FILOSOFÍA
chos de los principios que deben tenerse presen­
tes en la solución del problema. Si, según queda PLATÓNICA EESPECTO A LA CIENCIA.

mostrado, la ciencia no es la sensación, ni el jui­


cio verdadero, ni el mismo juicio acompañado
de explicación, no demos, sin más, por terminado TEORÍA DE LAS IDEAS.-LA DIALÉCTICA.
el asunto, ni supongamos precipitadamente que
tal propósito abrigó Platón; recordemos más bien
el dicho de su maestro y sigamos creyendo
con él que aún queda cuestión que indagar y EXAMEN DEL FEDON-
pensamientos sobre los cuales reflexionar. Del
contexto de las afirmaciones hechas por Platón
en el Teetetes, se infiere lo siguiente: «La ciencia I.
tiene por objeto los elementos simples, anterio­
res y superiores á las impresiones sensibles, En la enseñanza socrática se trata por pri­
ideas de que está preñada, el alma y que ve in­ mera vez, con toda la importancia que tiene, la
mediatamente por sí sola.» Debemos, pues, refe­ cuestión de la ciencia y del saber. Muy rara es
rir á estos elementos la ciencia, y tenemos, por la ocasión en que Sócrates discute y razona con
lo tanto, que averiguar con qué carácter tales alguno sin repetir frecuentemente su dicho fa­
elementos pueden llegar á la categoría de conoci­ vorito sólo sé que no sé nada, cuyo principio su­
mientos científicos. pone ya una afirmación muy útil para la doctrina
de la ciencia. Saber quenada sabemos equivale á
negar á todos nuestros conocimientos las condi-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 259
258 ESTUDIOS
■que tal conocimiento es algo más que un mero
ciones esenciales del saber; y para negar tales hecho psicológico, que para conocer cada uno su
condiciones, preciso es tener conciencia de lo que alma necesita saber lo que es el (tima y elevarse
es el saber y de los requisitos indispensables del conocimiento de lo particular á la percepción
para que un conocimiento pueda ser estimado de lo universal. En semejante explicación se
como científico. Con tal principio se entra de lle­ descubre ya base suficiente para poder derivar
no en la doctrina de la ciencia, lo cual justifica en parte de la enseñanza socrática la Dialéctica
cumplidamente nuestro propósito de ir desentra­ platónica. ¿Qué falta, en efecto, á la Dialéctica
ñando de la complejidad de los diálogos de Platón de Platón más que el libre movimiento de las
su teoría de la ciencia, Y semejante justificación ideas; una vez que, dado el conocimiento de lo
aparecerá más clara, si se nota que este saber ne­ universal, lo metafísico aparece como una exi­
gativo que sirve de principio á la enseñanza so­ gencia ineludible?
crática es un saber positivo y una ignorancia En el Teetetes, cuya exposición acabamos de
fecunda, cuyos frutos son las doctrinas nacidas hacer, queda afirmada implícitamente la inde­
de la reforma socrática, principalmente repre­ pendencia y sustantividad de la ciencia racional
sentada por Platón y Aristóteles. Seguía en la pura. En varios diálogos platónicos, en unos in­
enseñanza socrática al principio ya consignado cidentalmente y en otros con premeditada insis­
la recomendación eficacísima, hecha á todas ho­ tencia, recibe mayor desenvolvimiento esta idea
ras por el maestro de los atenienses, de seguir de la ciencia, cuyo objeto de conocimiento es la
fielmente lo prescrito por el Dios del Templo de ciencia misma y las- condiciones científicas de
Delfos: conocerse á sí mismo debe ser el primer toda verdad. Esta ciencia de la ciencia, que con­
saber. Y explicando la trascendencia de tal prin­ diciona á todas las demás, es la designada por
cipio, dice ya Jenofonte, á quien con seguridad Platón con el nombre de Dialéctica (1). Pero es
no p idrá tacharse de infiel á la doctrina de Só­ punto ménos que imposible penetrar en la com­
crates, que conocerse á sí mismo no consiste en plejidad de sus procedimientos y percibir la im­
saber cada cuál su nombre, sino que tal conoci­ portancia de dicha doctrina, sin el conocimiento
miento tiene un valor mucho más general. Ni prévio de la teoría de Platón respecto á las ideas.
consiste el conocimiento de sí mismo, como dice Por tal razón, hemos creído preferible para el
Platón, en conocer el cuerpo á la manera de los mejor órden de este estudio continuar el exá-
médicos. Conocerse á sí mismo, ha dicho ya Só­
crates en el Teetetes, es conocer cada cual su al­ (1) V. el diálogo titulado Fílebo,
ma; añadiendo, con el objeto de dar á entender 19

\
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 261
260 ESTUDIOS

del poeta, empleaba el profundo crítico de los


men de la doctrina ya en parte, iniciada en el
Teetetes, analizando en el diálogo 'titulado el tiempos modernos, Kant, un símil por demás
agudo para caracterizar la filosofía platónica.
Fedon cuantas afirmaciones contiene relativas á
Dice Kant: «Así como la paloma, que corta el
este mismo asunto, es decir, referentes á aque­
»aire venciendo su resistencia, se imaginará que
llos elementos simples, anteriores á las impresio­
»volaría mejor en el vacío, olvida Platón, al ele-
nes sensibles, que son ideas de que está preñada
el alma, y que constituyen el objeto de la cien­ »varse con las alas de las ideas á los espacios va-
cia, según la afirmación hecha por Platón en el »cíos del entendimiento que no adelanta nada,
Teetetes.
»porque no tiene punto de apoyo para aplicar
Al entrar de lleno en el exámen de las ideas »sus fuerzas.»
Sin aceptar ni rechazar enteramente el juicio
platónicas y en el análisis de las pruebas de su
existencia, conviene más que en ningún otro caso duro de Kant, sí pretendemos mostrar anticipa­
volver á solicitar nuevos auxilios de la reflexión, damente una falta grave que se descubre en toda
á fin de discernir el valor que puedan tener la teoría platónica de las ideas, aunque sin atre­
aquéllos. Seduce tanto la aparente sencillez del vernos á decidir de plano si tiene ó no su origen
discípulo de Sócrates, inicia con tal facilidad sus en la enseñanza de Sócrates, decisión ésta tanto
proposiciones más atrevidas en medio de los más dudosa, cuanto que seguimos creyendo por
extremo difícil discernir con alguna precisión lo
pasajes más vulgares de sus diálogos, que es
necesario, no ya sólo tener los piés de plomo, de que es propio de la enseñanza socrática de lo que
pertenece exclusivamente al pensamiento de Pla­
qué hablaba Bacon, sino también recabar al es­
tón. En la mayor parte de los diálogos platónicos
píritu su entera posesión de ánimo, si ha de lo­
se aspira á llegar á una unidad que consiste en
grar conocer el valor exacto de la teoría platóni­
identificar el pensamiento con la acción. En los
ca. Penetra el gran pensador griego en la región
diálogos titulados Garmides ó de la Sabiduría, y
de las ideas con una facilidad tan asombrosa y
Laques ó del Valor, y áun en otros que pudiéra­
eleva el pensamiento á veces á regiones supra­ mos citar, no se descubre sólo aquella noble as­
sensibles con un descuido tal respecto al carác­
piración, proseguida por Sócrates durante toda
ter real que debe tener toda verdad, que se duda
en multitud de ocasiones si el que escribe los su vida, de hacer perder á la filosofía su carác­
ter abstracto, con virtiéndola en ciencia práctica,
diálogos es un artista ó un filósofo. Sorprendido
por estos rápidos tránsitos de la minuciosa dis­ en verdadera sabiduría; existen, por el contra­
creción del científico á la calenturienta idealidad
rio, afirmaciones que exageran dicha tendencia,
262 ESTUDIOS
DE MORAL Y FILOSOFÍA 263
y que vienen á identificar en cierto modo el co­
nocer con el bien y la verdad con la virtud. viste un carácter, quizá más exageradamente
En semejante camino ya, no le basta á Platón subjetivo, que el del mismo Platón, pues lo que
consignar la relación de precedencia del conocer principalmente forma y constituye el núcleo de
respecto á la actividad; ántes bien asume toda la la teoría aristotélica es la entelequia activa d.el
realidad en el conocer y en la ciencia, y queda pensamiento del sujeto. Del intelectualismo aris­
ésta proclamada como el principio y el funda­ totélico procede la idea conceptualista de la Es­
mento de todos los actos de la vida. Procede tal colástica en la Edad Media, que llegó en sus ul­
error de una inadvertencia y falta de reflexión timas exageraciones á absurdos inconcebibles,
respecto á la complejidad orgánica de la realidad nacidos de la fuerza de la abstracción intelec­
del espíritu, abstractamente considerada sólo en tual. Acompasadamente con el renacimiento de
la propiedad del conocer, y más aún todavía que la filosofía, se renueva este mismo error con
en la propiedad, en su ejercicio subjetivo me­ Descartes, que afirma la existencia del yo par­
diante la actividad del pensar. Es, sin duda algu­ tiendo del pensamiento, en el cual reside para
na, lo predominante, aunque no lo exclusivo en los cartesianos toda la realidad del alma. Aun­
el espíritu humano, la sustttntividcul y su consi­ que imperfectamente, es Kant uno de los pocos
guiente esencia del conocer, y según esta cuali­ pensadores que se libra de tal error mediante la
dad característica se ofrece á la atención toda la contradicción aparente que establece entre la
realidad del espíritu; pero al lado de semejante Razón pura y la práctica, en la cual reconoce
propiedad y como equivalente con ella existen la realidad del conocimiento, no ya como lo
en el espíritu otras propiedades, cuya función en que asume la vida toda, sino como postula­
la vida si debe ser precedida del conocimiento, do necesario para poder vivir. Pero más tar­
jamás puede ser suplantada por éste. En tal caso, de Hegel, el Aristóteles moderno, resume toda
asumiendo toda la realidad del espíritu en el la dirección intelectualista de la Escolástica, po­
conocer, sustituyendo toda la vida anímica por ne en movimiento la série de sus conceptos abs­
el ejercicio activo del pensar, se cae en un tractos, y vuelve á identificar la realidad toda
error, cuyas consecuencias se señalan en todo el con el conocer, ó el sér con la idea, para usar
trascurso de la historia de la filosofía. sus mismos términos, refiriendo la determina­
De semejante identificación entre la ciencia y ción del sér en el suceder á la evolución de la
la vida, hecha por Platón, deriva más tarde idea.
Aristóteles su intelectualismo abstracto, que re­ Del olvido ó de la abstracción ilegitima del
organismo racional de las propiedades anímicas
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 265
264 ESTUDIOS
principalmente en los primeros siglos del cris­
hecha por Platón proceden todos los falsos in- tianismo. La afirmación categórica de la unidad
telectualismos de la Escolástica, tanto antigua del alma, las pruebas de su existencia é inmor­
como moderna, en los cuales se cambian por talidad y los grandes principios morales que en
completo los términos del problema fundamental el Fedon se consignan, forman y constituyen un
de la ciencia, probando la existencia de las cosas esplritualismo tan puro y tan acabado como aquél
por la idea que de ellas tiene el sujeto, cuando que, siendo indudablemente una consecuencia
precisamente debiera acontecer lo contrario, que de la doctrina platónica, pretende derivar su ori­
se mostrára la realidad del conocimiento, me­ gen de principios extra-naturales. Pero no es de
diante la de lo conocido. Que el conocimiento de este lugar tal exámen ni interesa á nuestro fin
la verdad sea condición para obrar bien, no au­ exponer y considerar más afirmaciones del Fe-
toriza para identificar lo uno con lo otro, ni mu­ don, que aquellas que se refieren á la doctrina de
cho ménos para constituir la realidad de las co­
la ciencia.
sas en dependencia absoluta de su conocimiento
por el sujeto.
Con tales antecedentes, que deben servir de II-
guia para el exámen de la teoría de las ideas,
vamos á exponer, de igual manera que lo hemos El Fedon está compuesto con un arte admira­
hecho con el Teetetes-, cuanto relativamente á ble, que raya en lo sublime al describir la ma­
este asunto pensó y dijo el discípulo de Sócrates jestuosa serenidad que conservó Sócrates en
en el Fedon. Es este diálogo mucho más comple­ sus últimos momentos. Razonando sobre la muer­
jo que el Teetetes, se tratan en él, con ocasión de te hace Platon decir á Sócrates, entrando de lle­
la última conversación sostenida entre Sócrates no en un aspecto idealista, que la esencia de las
y sus discípulos, multitud de cuestiones á cual cosas se conoce mejor sirviéndose del pensamien­
más interesantes, y en todas las cuales se reve­ to y sin mediación alguna de parte del cuerpo,
lan los múltiples elementos que influyeron en la que turba el alma é impide que encuentre la
filosofía platónica, mezclada en dicho diálogo verdad, con lo cual presenta la muerte como
con reminiscencias pitagóricasy con pensamien­
tos tomados de una cultura superior á la usual cosa apetecible.
En este punto queda rechazado por entero el
entre los griegos. De hacer una exposición deta­ auxilio del cuerpo para el conocimiento. Délo
llada del Fedon se presentaría ocasión propicia dicho se infiere, con efecto, que la verdad eterna
para razonar la influencia ejercida poi1 Platón,
266 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 267

existe por sí misma en la esencia de las cosas, tales errores y se mantienen por todo el tras­
en las ideas, y que el alma con su pensamiento, curso de la doctrina platónica; porque queda
libre de las trabas del cuerpo, debe penetrar en abandonada casi por completo aquella prudente
este mundo de lo inteligible; afirmación extre­ y ordenada discreción, que ha presidido al des­
mada en algún pasaj e de la República, hasta de­ envolvimiento del diálogo titulado: Teetetes.
cir que la verdadera ciencia consiste en la cópu­ En el diálogo que ahora nos ocupa no examina
la divina del alma con lo inteligible mediante la cuidadosamente Platón doctrinas y opiniones
razón. El contexto de la doctrina platónica en respecto á la ciencia, no camina acompasada­
este lugar es subidamente idealista; para el que mente con la reflexión, expone con atrevimiento
acepta semejaotes afirmaciones existe sólo lo in­ sus más altas concepciones, vuela, como dice
teligible, que es todo lo real, y la sensación, mera Kant, y aspira abstractamente, según el ideal
apariencia de la realidad, es un límite que pone que se forma del verdadero filósofo que ansia se­
el cuerpo á la contemplación de la verdad abso­ pararse del cuerpo, á penetrar con las fuerzas
luta por el alma. Se vé, pues, claramente que aisladas del pensamiento en el mundo de lo inte­
Platón identifica lo real con lo inteligible, menos­ ligible y á llegar á la región de las puras ideas.
precia la sensación como apariencia que es de las La comprobación de cuanto afirma, percibiendo
cosas, sin que en ella llegue á descubrirse jamás directamente las cosas tal cual ellas realmente
la esencia, lo que son en sí mismos los objetos. son y no como pueda imaginárselas el sujeto,
Ocasión ba de llegar en que veamos al fundador falta por completo en estos precedentes de la teo­
de la Dialéctica dar valor mayor á la sensación; ría de las ideas de Platón. A una representación
pero siempre quedando ésta limitada á ser una meramente intelectual seguirá otra, á ésta otra,
imágen relativa é imperfecta de lo inteligible. y así indefinidamente, sin que el espíritu se dé
Afirmar' que la sensación puede sei- conocida en punto de reposo, ni encuentre base cierta para su
supuesto de lo esencial, que en ella se contiene, conocimiento más que en el engranaje indefinido
y que en la realidad existe algo más que lo inte­ de unas con otras ideas, cuyo principio es otra
ligible es ponerse en contradicion completa con vez, si acaso una idea suprema, la primera, pero
el pensamiento de Platón, cuyo error fundamen­ sobre la cual es posible sin duda cuestionar de
tal tiene su origen, según ya dejamos dicho, nuevo el valor real que tenga. En vano se bus­
en asumir la realidad de las cosas en su conoci­ carán aquí percepciones directas, reflexiones in­
miento y quizá todavía más, en proclamar lo mediatas en las cuales el conocimiento marche y
inteligible como principio de lo real. Y nacen progrese acompasadamente con lo conocido; que­
268 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 269

da hecha ya la inversión de los términos, se impedimento para la verdad y como fuente pe­
anticipa el conocimiento á lo conocido y la exis­ renne de distracción y desórden en el conoci­
tencia de esto es real cuando se ha convertido en miento. Tanto insiste Platón en semejante pen­
inteligible por el esfuerzo subjetivo del alma samiento que dice lleg'a á ser el alma irracional
mediante la Dialéctica y sus diversos y complejos cuando deja que le roben por entero su atención
procedimientos. las múltiples sensaciones que se suceden en la
Muchos y muy variados son ciertamente los vida diaria. Sentadas tales afirmaciones, no po­
sentidos en que Platón toma las ideas; ya exis­ drá extrañar á nadie que se represente en el
ten éstas por sí y son representación de lo gene­ Fedon el deseo del filósofo para llegar al conoci­
ral que aparece en las sensaciones, después se miento como un deseo realizable sólo después
ofrecen como conocimientos implícitos en el al­ de la muerte, es decir, un deseo que sólo es ase­
ma, más tarde se muestran como los tipos per­ quible al librarse el alma de los infinitos obs­
manentes de que participan las cosas particu­ táculos que la opone el cuerpo para contemplar
lares, son, por último, conocimientos totales que directamente la verdad absoluta. Confirmando
se despiertan en el alma mediante la imágen que más esta doctrina, llega á consignar Platón que
de ellas ofrecen las sensaciones; pero siempre, lo el conocimiento más verdadero es el que tiene
mismo al considerar el alma, contemplando las por objeto el sér, lo que existe realmente y cuya
ideas directamente, que al observar cómo ascien­ naturaleza es siempre la misma; y en este mismo
de por medio de la Dialéctica al conocimiento sentido añade que la estabilidad y la verdad no
de lo general, acontece lo que dejamos dicho, se encuentran sino en lo que subsiste siempre en
que el problema está invertido, que los términos el mismo estado y de la misma manera, y en se­
quedan traspuestos y que se prueba la existencia guida en lo que más se aproxima á esto (1). No
de las cosas por la de las ideas, declinando irre­ existe, por lo tanto, según la doctrina de Platón,
misiblemente el pensamiento en un idealismo, más ciencia que la de lo universal y necesario
que carece de contenido real. (la Dialéctica y las Matemáticas puras), tomando
Se confirma más y más este sentido idealista ' lo particular y contingente, más que como con­
de Platón, aunque disimulado en parte su ca­ tenido de lo primero, como imágen imperfecta de
rácter abstracto por la virtualidad de su propio la realidad perfecta, por Platón reducida al mun­
entendimiento, reparando en el frecuente me­ do de lo inteligible.
nosprecio que hace de la sensación, conside­
rada por él la mayor parte de las veces, como un (1) V. el diálogo titulado Filebo.
DE MOHAL Y FILOSOFÍA 271
270 ESTUDIOS otro lado, en la explicación que hace Platón de
la manera cómo pasa el alma de esta causa oca­
A pesar de cuanto dejamos expuesto respecto sional que ofrece la sensación á percibir lo inte­
á lo que acerca de la sensación repite constante­ ligible, no sería difícil descubrir el principio de
mente el cisne de la filosofía socrática (como que procede la teoría de las especies sensibles é
se asegura llamaba Sócrates á su discípulo Pla­ inteligibles, que ejerció tanta influencia en la
tón) en varios de sus diálogos, todavía es preciso filosofía escolástica. Sea de ello lo que quiera,
tener en cuenta que no faltan pasajes en sus y dejando á un lado cuestiones de meras refe­
obras, en los cuales es estimada la sensación co­ rencias históricas, es lo cierto que para Platón
mo un medio, aunque imperfecto, para llegar al los objetos sensibles son copias y semejanzas de
conocimiento. No se contradice Platón al colo ­ la verdad suprasensible, cuyo pensamiento es
carse en este nuevo aspecto para juzgar el co­ explicado más explícitamente al exponerla teo­
nocimiento sensible; léjos de esto, vuelve á re­ ría de la Reminiscencia, que, aunque desenvuelta
petir que jamás los sentidos nos dan por sí mis­ en el Fedon como una prueba de la preexistencia
mos un conocimiento puro y verdadero, aun­ y de la inmortalidad del alma, tiene una gran
que afirma que la sensación puede servir para trascendencia para la teoría del conocimiento.
recordarnos la esencia de las cosas, una vez que
ella es, según queda dicho, imágen imperfecta
délo inteligible. Recuerda la sensación la esen­
cia de las cosas, suministrándonos con su apa­ til.
riencia ocasión para indagarla, aunque nunca
puede ser la sensación causa real del conoci­ Es para Platón la reminiscencia el recuerdo
miento de aquella; pues fuera esta última propo­ de un objeto mediante la vista de otro, que tiene
sición de todo punto contraria á la concepción con el primero alguna relación, ya sea de seme­
general platónica, relativa al conocimiento y á janza, ya de diferencia. A fin de probar que es
la verdad. posible establecer dicha relación, y, mejor aún,
En el nuevo aspecto, bajo el cual considera las múltiples relaciones de los objetos, reduce
el discípulo de Sócrates la sensación como causa Platón todas estas referencias á las ideas de se­
ocasiona!, para despertar el conocimiento implí­ mejanza y desemejanza; y considerando estas
cito en el alma, sería fácil quizá descubrir el ideas en sí mismas, pone en boca de Sócrates
origen de uno de los principios fundamentales
una série de razonamientos muy exactos y pa­
de la filosofía aristotélica, que daba tanta y tan
grande importancia al conocimiento sensible. De
de moral y de filosofía 273
272 ESTUDIOS

recidos en lo esencial á los usados con igual mo­ un estudio comparativo de la doctrina platónica
tivo en el Teetetes para mostrar cómo estas ideas, con la aristotélica, hemos dicho, y repetimos
y en general todas las ideas, deben ser conoci­ aquí, que la contradicción generalmente señalada
das ántes de que podamos percibir su aplicación entre Platón y Aristóteles, atendiendo á las dis­
á los objetos sensibles; pero siempre vuelve á tintas conclusiones de sus discípulos, es una
insistir en su empeño de dar á dichas ideas una contradicción más aparente que real. Proceden
existencia meramente inteligible. Por esta razón las conclusiones, á veces opuestas de los discí­
hace que Sócrates diga al terminar sus razona­ pulos de uno y otro, de la indecisión y vaguedad
mientos, que ántes de que conozcamos las cosas con que quedan expuestos algunos principios de
sensibles que son iguales, necesitamos conocer la teoría del conocimiento, y señaladamente del
igualdad inteligible para que podamos compa­ abismo abierto por Platón entre el conocimiento
rar con ella las primeras. ideal y el sensible, abismo que no llegan á salvar
Estas ideas inteligibles son después las cate­ ni la aguda penetración de Aristóteles, ni los es­
gorías de Aristóteles, y son las que dan más tar­ fuerzos intelectuales de toda la Escolástica, es­
de origen á la célebre cuestión de los Escolásti­ tériles para alcanzar progresos ulteriores en la
cos, relativa al valor de los universales, cuya teoría del conocimiento, que tuvo que tomar y
continuada polémica se debe indudablemente á analizar el poderoso talento de Kant casi en los
la indecisión de la doctrina platónica en este mismos términos en que la habían formulado
punto. Según ésta, tales ideas tienen sólo una Platón y Aristóteles.
existencia inteligible, y sirven para conocer la Poseemos, dice Platón, con el propósito de se­
participación que de ella tienen los objetos sensi­ guir exponiendo su teoría de la reminiscencia,
bles. Y en tal indeterminación, tan óbvio es el las ideas inteligibles ántes de conocer las cosas
camino que lleva á la conclusión de la filosofía particulares; pero una vez que conocemos éstas
platónica, cuando ésta afirma que sólo las ideas desde que nacemos, es preciso declarar que antes
tienen realidad y las cosas sensibles poseen la de este momento, es decir, antes de nacer tene­
mera apariencia, como es fácil el procedimiento mos conocimiento de las ideas inteligibles, las
que consiste en consignar lo contrario, estiman­ cuales, si están olvidadas y como dormidas en
do la realidad sólo en la determinación de los el fondo de nuestra alma, despiertan de nuevo,
objetos sensibles y las ideas como desinencias cuando contemplamos las cosas particulares. Es,
generales de las cosas. Por tener en cuenta esta pues, cierto que saber es acordarse y que la
y otras consideraciones que serian ampliables en ciencia consiste en la reminiscencia. Hasta aquí
274 ESTUDIOS
re MORAL Y DE FILOSOFÍA 275
la teoría de la reminiscencia, en la cual insiste
sin embargo Platón en éste y áun en otros diá­ diante abstracciones de lo particular, y en tal
logos. Aunque con dicha teoría se llega á conclu­ caso llaman y solicitan con todas las fuerzas de
siones semejantes á las de la teoría de las ideas la lógica el dominio de esta teoría las concep­
innatas, no deben confundirse la una con la otra, ciones intelectuales más exageradas del aristo-
según hace constar muy discretamente Mr. A. telísmo. Si el problema se resuelve, afirmando la
intuición racional, la Noesis que nos lleva al
Fouillée.
Las ideas inteligibles son anteriores á nuestro conocimiento de lo inteligible sin ningún inter­
nacimiento; existían como existia nuestra alma mediario y por fuerza y ministerio de una con­
ántes de nacer y aparecer bajo esta forma huma­ templación directa de las ideas, solución que á
na, porque, en último término, para Platón el veces parece aceptarse en la filosofía platónica,
alma es eterna, porque es una idea con existen­ todavía tiene que objetar á tal teoría la crítica,
cia inteligible anterior y posterior á su aparición y aún puede oponer muchas y muy valiosas re­
presente. futaciones á la doctrina platónica, ¿Qué valor
Fijando algún tanto la atención en los graví­ tiene esta contemplación directa de lo inteligi­
simos asertos, que con cierta candidez consigna ble? ¿Es acaso la existencia de las ideas proce­
Platón en el diálogo que examinamos, y que pro­ dente sólo de que son tipos de una mente supre­
cura revestir aparentemente con la habitual sen­ ma y divina? Pues en tal caso la dificultad sub­
cillez del razonamiento socrático, no se puede siste y la realidad de las ideas queda reducida
pasar por alto, aunque se quiera, la trascen­ á lo meramente inteligible. De uno y de otro
dencia de su pensamiento. Si las ideas tienen modo, resulta que la realidad de lo ideado (prin­
una existencia eterna en cuanto inteligibles, cipio único que debiera servir para mostrar la
¿qué relación misteriosa existe entre las ideas realidad de las ideas) se escapa a-1 esfuerzo gi­
y los fenómenos particulares, que nos sirven gantesco del pensamiento subjetivo, y que sigue
para recordarlas? ¿Cómo el fenómeno sensible, subsistiendo aquel error de que ya hemos habla­
que es una apariencia y se reduce á ser imágen do, que consiste en invertir los términos del pro­
de lo inteligible, lleva y guia rectamente al alma blema.
al conocimiento de las ideas? Si hay contestación Es tanto más difícil el exámen y crítica de la
posible á estas preguntas dentro de la filosofía teoría de las ideas de Platón, cuanto que son va­
platónica, tiene que resultar necesariamente, rios, y á veces aparentemente contradictorios,los
que las ideas son sólo lo general, conocido me­ sentidos en que Platón toma las ideas y áun la
ciencia. Al refutar las representaciones sensibles
20
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 277
273 ESTUDIOS

más evidente que lo bueno, lo bello y lo justo,


de los sofistas, establece Platón que lo sensible
es lo cierto que tal evidencia no resulta de la
no es lo verdadero, y que la ciencia debe tener exposición hecha hasta aquél momento en el
por único objeto la esencia inmutable de las co­
diálogo. Ni esta evidencia de la existencia de las
sas; pero, huyendo de la .identidad absoluta de
ideas, reconocida por Simmias se adquiere, acep­
éstas, afirma también que la realidad n'o es idén­
tando las pruebas ofrecidas por Platón, y que
tica de tal suerte que no tenga diversidad, sino
que abraza también una multitud de ideas par­ Mr. A. Pouillée clasifica, sin gran fundamento
á nuestro humilde entender, en pruebas psicoló­
ticulares, que expresan á su modo la esencia de
las cosas. Y á tales aclaraciones suceden otras, y gicas (las contenidas en el Tóeteles, y en el exá-
men de las condiciones del conocimiento), en
así ocurre que es bastante difícil apreciar el pen­
pruebas ontológicas (desenvueltas en el Fedon,
samiento exacto que llegó á formar Platón acer­
en e\Füebo y en la República, al señalar las con­
ca de las ideas. Uno de sus más fieles exposito­
diciones de la existencia), y en pruebas lógicas,
res (1) rechaza, por estrechas y parciales, várias
de las interpretaciones hechas de lo que Platón que se ofrecen al aplicar la teoría de las ideas.
Los múltiples sentidos dados por Platón á las
entendía por idea, y pretende explicarlo dicien­
do que la idea platónica es todo lo que revela
ideas y las pruebas de su existencia repartidas
en los diversos diálogos tienen de común, los
una verdad eterna, todo aquello que es constan­
primeros el ser abstractos ó intelectuales, y las
te y sirve de base á la mudanza de los fenóme­ segundas el reducirse á razonamientos de mera
nos. Aun cuando esta explicación aspira á ser
necesidad, en los cuales nunca se llega, como
todo lo compleja posible, es, sin embargo, más
decía Hegel, más que á un debido de sér, á un
extensa la esfera de aplicación que tiene la doc­
postulado de realidad, esto es, á probar que de­
trina platónica respecto á las ideas, como ire­
ben ser y existir tales ideas, perp no á probar
mos viendo en lo sucesivo, sin que sea por el
si son y existen realmente.
pronto fácil resumir todos los sentidos atribui­
La idea es siempre para Platón una represen­
dos por Platón ú las ideas, por hallarse esparci­ tación intelectual de parte del alma, y por lo que
dos en sus obras. Otro tanto acontece con el mé­ respecta á lo ideado, es lo que llama su esencia
todo empleado por Platón, para demostrai la eterna, pero reducida á lo inteligible, y puesta
existencia de las ideas. Aun cuando en el Fedon en el mayor número de casos en contradicción,
se hace decir á Simmias, que nada encuentra no ya en distinción, con los fenómenos. Conce­
bir la realidad de los objetos, ver las cosas equi­
(1) Ritter.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 279
278 ESTUDIOS 4

vale para Platón á librarse (en multitud de pa­


sajes del Fedon lo repite) de los lazos sensibles IV.
del cuerpo y á elevarse con el alma, ya mediante
intuición, ya mediante Dialéctica, á la contem­ En distintos pasajes del#e<to& explica y des­
plación directa de las ideas; y tal modo de con­ envuelve su teoría de la reminiscencia el dis­
cebir el conocimiento tiene su base en una abs­ cípulo de Sócrates. Cuando combate la proposi­
tracción del sujeto y en una mutilación de la ción sofística de que la ciencia puede salir de la
realidad de las cosas. Abstrae necesariamente el ignorancia absoluta, consigna Platón la necesi­
sujeto, porque separa de sí la complejidad de su dad de que toda ciencia sea el desenvolvimiento
naturaleza y por que tiende sólo á una contem­ ulterior de un conocimiento primitivo, confuso
plación relativa, es decir, en relación y mera re­ y general, y afirma que tal desenvolvimiento
ferencia, viendo lo real, no en sí mismo, sino en se lleva á cabo mediante la reminiscencia. Aun
lo inteligible, en las ideas, tipos ó modelos á lo á riesgo de interrumpir la interpretación del
sumo de la inteligencia divina. Se mutila con pensamiento platónico, nos atrevemos á llamar
precisión la realidad de las cosas, porque estas de nuevo la atención de aquellos que estiman
sólo son estimadas en lo que tienen de inteligi­ como contraria la filosofía platónica á la aristo­
ble, en aquello en que participan de las ideas; y télica, para que se fijen en la distinción estable­
como las ideas, áun probada su realidad, sólo cida por Platón entre la ciencia primitiva, gene­
muestran la esencia inmutable, pero no toda la ral y confusa y la que se desenvuelve mediante
realidad de las cosas, dividida en abismos que no la reminiscencia. ¿Quién no descubre una homo-
pueden llenarse, resulta siempre que se tiene genidad completa entre,) tal distinción y la usual
parte del conocimiento y de su cualidad, y por y corriente en Aristóteles, de la ciencia in poten-
tanto representación subjetiva, sombra, de la
tía et in actut ¿Quién no ve en estas mismas dis­
verdad, pero jamás la verdad misma. Entre la tinciones la base para aquella otra que tuvo tan­
realidad y el alma, que aspira á conocerla, colo­ ta importancia en la escolástica del entendi­
ca Platón, por medio de una doble abstracción, el miento agente y del activo? Estas y otras coinci­
mundo de lo inteligible, la región de las ideas, dencias, por demás fundamentales, entre Platón
que tanto pueden ser imágenes parecidas (reales y Aristóteles, explican la posibilidad de la obra
jamás) de las cosas, como fantasmas producidos emprendida por Santo Tomás y dan cumplida
por la arbitrariedad del pensamiento subjetivo. prueba de lo que pretendemos en esta y otras
de moral y de filosofía 281
280 ESTUDIOS
abstracción consiguiente en que el conocimiento
consideraciones que dejamos expuestas respecto se percibe), y cuyo origen hay que buscar en la
al mismo asunto. participación de lo sensible en las ideas. Asi lo
Volviendo al exámen de la teoría platónica, se consigna terminantemente Platón, diciendo que el
halla que para pasar de esta ciencia primitiva á principio que explica la presencia de tal ó cuál cua­
su desenvolvimiento efectivo se necesita una lidad en la cosa es la idha misma de aquella cuali­
causa ocasional, en virtud de la cual se cumpla dad. Cuando me aseguran que una cosa es bella,
dicho tránsito y se ejercite la reminiscencia. Pla­ dice en &\Fedon, por la viveza de sus colores,
tón encuentra la causa ocasional en la sensación por su forma etc., oigo razones que no entiendo;
ó sea en la imágen de las ideas. Pero la sensa­ una cosa es bella ó buena por la presencia en ella
ción, cuya naturaleza queda ya examinada en el de la idea de la belleza ó del bien. Queda aquí,
Teetetes, es lo que tan pronto aparece como des­ al mismo tiempo que señalado uno de los prime­
aparece, lo fugaz y pasajero; miéntras que la ros caractéres atribuidos por Platón á las ideas,
idea (según él mismo dice en el Fedon al probar el de la inmutabilidad, descubierta también la
la indestructibilidad del alma por ser una idea) trascendencia de las ideas. El mundo de lo inte­
es lo que subsiste siempre. La inmutabilidad es ligible, la región de las ideas, donde no hay exis­
el primer carácter atribuido á las ideas en el Fe- tencias imperfectas, ni apariencias indudables,
don. La igualdad, la belleza, la bondad y todas contiene en sí la esencia de todas las cosas y es
las demás ideas, dice Sócrates á Cebes, subsisten el principio de determinación de las mismas.
siempre las mismas s,in mudar jamás. Si se per­ Mayor idealismo y menor realidad en el cono •
siste en los caractéres distintos atribuidos por cimiento no es concebible. Hasta ahora la exis­
Platón á lo sensible como mudable y á la idea tencia de las ideas no queda probada mas que
como inmutable, se reparará ciertamente que, cuando se las considera como representaciones
como el mismo Platón afirma, lo sensible no exis­ intelectuales del sujeto, yen tal caso, preciso
te de una manera absoluta, aparece, como imita­ es, llevando la lógica al último extremo, afirmar
ción de la. existencia. Tal aparecer, que consiste que el sujeto, al pensar y concebir estas repre­
en ser de cierta manera (no en el sér real), acusa sentaciones intelectuales del mundo inteligible,
un principio de determinación (en lo físico una ,dá, y mejor aún ere«, larealidad délas cosas y su
fuerza) que no reside en lo sensible (negación determinación en la apariencia, al modo que Pla­
ésta contra todaslas teorías modernas de la in­ tón creó é imaginó un estado ideal en su /ee-
manencia, procedente del abismo establecido por pública.
Platón entre lo sensible y lo inteligible, y de la
282 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 283

Sin las ideas es imposible el conocimiento. Las á lo inteligible se funda el principio capital de la
ideas son, según queda mostrado, inmutables-, teoría de Platón respecto á la moralidad, que
son además, por su aplicación al conocimiento de­ consiste en la perfección, ó en la mayor semejan­
todas las cosas, universales. Las ideas son la esen­ za posible de lo particular con lo. inteligible. Así
cia pura de las cosas, porque ellas en sí mismas dice Platón que el bien supremo consiste en
no admiten sus contrarios, que se refieren sólo á asemejarse áDios.
los objetos particulares en cuanto participan re­ Se vé, pues, que, tanto en la esfera del cono­
lativamente de la esencia de una ó de várias cimiento como en la de la moralidad, Platón
ideas, como se muestra en multitud de ejemplos sólo encuentra la realidad de las cosas en su par­
citados en el Fedon. Lo esencial de la idea, al pre­ ticipación en las ideas. Pero jamás formula di­
sentarse su contrario, se retira para quedar en rectamente el discípulo de Sócrates la cuestión
sí puro, y por tal motivo, dice Sócrates, se reti­ del valor real de las ideas; se dá por satisfecho
ra el alma de la muerte y queda inmortal. Este con las pru'ebas aducidas en pró de su existencia
carácter asignado á las ideas en- el Fedon sirve y no le ocurre en pasaje ninguno de sus obras
más tarde para formular el axioma de la identi­ que se puede, y áun es legítimo cuestionar sobre
dad y establecer el principio de contradicción, las ideas en sí mismas, sin lo cual el problema de
tan usado por Aristóteles, lo cual’prueba una la ciencia, a! que ha puesto tantas objeciones en
vez más la homogeneidad existente entre las doc- el Téetctes al refutar las soluciones dadas en su
tririas platónica y aristotélica. tiempo, no queda, sin embargo, resuelto. La
Las ideas inmutables, universales y puras son cuestión de la realidad del conocimiento subsiste
el principio de la esencia y realidad de las cosas la misma y sólo se consigue con su teoría trasla­
particulares y sirven para explicar la determi­ darla á términos superiores á la sensación, á la
nación de ios objetos sensibles en sus maneras opinión y al juicio. Las advertencias lógicas que
relativas de existir, en sus apariencias ó imáge­ él vierte en todo el desenvolvimiento del Teetetes
nes imperfectas de lo inteligible. Y, según tal son aplicables al presente á su teoría délas ideas.
teoría, los objetos sensibles, los hechos particu­ Hubiera Platón temido ménos sei* fiel á la dis­
lares de la vida humana y todo lo individual creción y crítica seguida en el Teetetes, y hubie­
tendrán más esencia, serán más reales, á medida ra temido más seguir aquel vuelo de que habla
que sean más perfectos, es decir, en el grado en Kant, y quizás no serian justificadas muchas de
que se acerquen á las ideas de que son imágen y las objeciones que le hace su mismo discípulo
causa ocasional. En esta relación de lo sensible Aristóteles.
284 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 285

Mostrando la existencia necesaria de las ideas ciencia, y de haber llevado la enseñanza socráti­
para la formación de todo conocimiento particu­ ca y sus consecuencias á las más altas regiones
lar, hubiera sido muy propio del fin que intenta­ del pensamiento y de la vida, siendo así, al mis­
ba llevar á cabo Platón considerar si son me­ mo tiempo que el cisne soñado por Sócrates para
ramente las ideas representaciones intelectuales su doctrina, el precursor del movimiento espiri­
del sujeto, que es la conclusión á que hay que tualista, cuya génesis teórica en la filosofía ale­
llegar con él, ó son, por el contrario, propiedades jandrina fecundó abundosamente su práctica,
y esencias de la realidad, en razón de la cual llevada á cabo por el cristianismo en la Edad
son cognoscibles y no vice-versa, como él pre­ Media.
tende. Y ya que fué y quiso ser discípulo de Só­ De no tener presentes estas consideraciones, es
crates en la aplicación de uno de los principios de todo punto inexplicable su influencia en la
por éste constantemente repetidos el de cono­ filosofía de Alejandría y en la de ios primeros
cerse á sí mismo, debió hallar base para conside­ Padres de la Iglesia, sin que sea fácil tampoco
rar inmediatamente las condiciones y exigencias justificar cómo ha seguido posteriormente la idea
de la verdad, al par que la prueba directa de la platónica infiltrándose en los más altos pensa­
realidad del organismo de las ideas. mientos de los filósofos.
Ni cuanto dejamos dicho aminora en nada el
mérito envidiable de Platón , ni por otra parte
oscurece el valor inestimable de los grandes
V-
principios que ha consignado en su teoría del
conocimiento. El Fedon es un diálogo que no contiene, res­
Aunque no ha cumplido Platón en lo que hasta pecto al asunto que nos ocupa, más doctrina que
ahora llevamos examinado , ni cumple en lo que la que dejamos expuesta y examinada. De ésta
nos resta por examinar con las condiciones más se infieren, á no dudar, afirmaciones de gian
exenciales de la verdad científica, de tal suerte trascendencia; pero el desenvolvimiento ulte­
que la parte afirmativa de su filosofía mereció á rior de la doctrina platónica es preciso bus­
Kant el juicio que hemos trascrito, todavía le carlo en las demás obras en que se trata de este
queda la gloria imperecedera de haber elevado mismo asunto y en las cuales se expone ya más
más que nadie hasta su tiempo la cuestión de la detenidamente la teoría de las ideas.
realidad del conocimiento, de haber señalado Confeccionado con el mismo arte que los demás
algunas de las condiciones más esenciales de la diálogos, pertenece el Fedon á aquellos que todos
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 287
286 ESTUDIOS

los comentaristas clasifican como dogmáticos, ó desenvuelta en el Fedon y la expuesta en el


sea los que contienen la parte afirmativa de la Menon.
«Todo lo que se llama buscar y aprender no es
filosofía platónica. Ycomo el discípulo de Sócrates
otra cosa que recordar.» Afirmación es esta que
nunca olvida por completo las enseñanzas de su
maestro, se esfuerza con frecuencia en formular
pretende Platón comprobar empíricamente; para
ello hace intervenir en el diálogo á un esclavo
razonadamente todas las afirmaciones que pro­
de Menon, á quien Sócrates obliga á reconocei y
fiere; quizá sea este propósito, casi siempre la­
declarar muchos conocimientos geométricos, me­
tente en las obras de Platón, el que le obliga á
diante una série de preguntas que le hace para
repetirse en muchos de sus diálogos y á insistir
suplir su falta de reflexión. Enseñándole á dudar,
sobre puntos que no están suficientemente acla­
dice Sócrates, le he puesto en mejor disposición
rados« Impresionados por tales razones, somos
para buscar la verdad, pues el que ignora tiene
de los que no opinamos, como algunos comenta­
en sí mismo opiniones verdaderas respecto á lo
ristas, que los diálogos platónicos no tienen en­
que ignora, pudiendo sacar la ciencia de su pro­
tre sí ninguna conexión, sino que más bien nos
pio fondo, mediante la reflexión y el recuerdo,
inclinamos á pensar que la complejidad de su
y debiendo la enseñanza quedar limitada á saber
exposición y las continuas dig’resiones en su des­
dirigir bien las preguntas para despertar el re­
envolvimiento no empecen para la correlación
cuerdo. De todo punto semejante á este sentido
que tienen entre sí, y que puede descubrirse me­
es el expuesto en el diálogo tituladoFedro, en el
diante un exámen atento de todos ellos. Buen
■ cual se explica la formación del conocimiento
ejemplo de lo que afirmamos ofrece la lectura
por la inherencia déla ciencia, y mediante el arte
del diálogo titulado Menon. En él se repite el
para despertar en nosotros mismos y en los de­
principio de la enseñanza socrática, que consiste más las ideas anteriormente percibidas en la cla­
en declarar como de propio saber que nada sabe­
ridad de una vida incorpórea (reminiscencia).
mos, y se recomienda ála vez, como ley de todo Resulta, por consiguiente, que para entender
procedimiento científico, la duda metódica. Con­ cumplidamente la filosofía platónica es.pieciso
signando tales precedentes, vuelve Platón sobre tener presente, de un lado, que el conocimiento
lo que deja expuesto en otros diálogos, é insis­ de los objetos particulares es sólo asequible me­
tiendo en lo que le parece más importante, afir­ diante los elementos suprasensibles y primarios,
ma que sólo podemos saber mediante la reflexión que se denominan ideas, como se enseña en el
y el recuerdo; y con tal motivo se descubre un Teetetes-, y de otro, que tales ideas son cognosci­
enlace real entre la teoría de la reminiscencia
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 289
283 ESTUDIOS

bles, ya por virtud de la contemplación directa ton y Aristóteles, sin poder jamás descubrir sus
ó intuición de la inteligencia Noesis, ya me­ puntos de contacto, si el exámen de la teoría
diante el despertar y recuerdo de la inteligencia platónica sobre el conocimiento no es proseguido
misma ante las apariencias contradictorias del hasta averiguar el valor de la idea y del hecho,
sentido, como se muestra en el Fedon y en otros así como también la índole intermediaria y rela­
diálog-os. tiva del conocimiento de lo general. De esta
La distinción entre lo ideal y lo sensible, y la suerte se descubren todos los elementos plató­
superioridad de lo primero respecto á lo segundo, nicos que existen en el aristotelismo que, esti­
es todo lo que hasta ahora puede consignarse mando especialmente la esfera del conocimiento
como resultado obtenido en este exámen de la general, dió margen á tantas polémicas en la
doctrina de Platón relativamente al conocimien­ Edad Media con la eélebre cuestión de los uni­
to. Es indudable que la distinción entre lo ideal versales. Por este camino es posible llegar á po -
y lo sensible (1) y el predominio siempre cre­ ner por obra el pensamiento concebido, aunque
ciente de la idea sobre los objetos particulares no realizado, por Santo Tomás, de llegar á armo­
son los rasgos más característicos de la filosofía nizar las dos tendencias principales nacidas de la
platónica, y contra los cuales protestaba con más filosofía socrática, es decir, á constituir una sín­
insistencia su discípulo Aristóteles. Pero se for­ tesis de las doctrinas platónica y aristotélica,
ma un concepto parcial é inexacto de la filosofía que son, al mismo tiempo que los resortes de toda
platónica y se cae en el error de considerar co­ la civilización cristiano-europea, los polos extre­
mo tendencias enteramente opuestas las de Pla- mos dentro de los cuales se mueve el espíritu
humano, buscando á veces por presentimiento
en algunos casos por reflexión y siempre pol­
(1) No debe extrañar la frecuencia con que nos proponemos la ley necesaria de la verdad, un mediador justo
examinar el valor del conocimiento sensible en la filosofía plató­
nica, ni tampoco debe echarse de menos en una exposición fiel de
la doctrina de Platón iin concepto claro de lo que es el conoci­
que dé la razón suficiente para mostrar la reali­
miento sensible. En ningún asunto ha mostrado seguramente el
discípulo de Sócrates tantas indecisiones y tan palpable contra­
dad del conocimiento humano.
dicción como en el del conocimiento sensible. Tan pronto es el co­ Tratemos, por consiguiente, de inquirir la
nocimiento de los objetos particulares mera causa ocasional para
el recuerdo de las ideas (Kcr7on), como es la simple apariencia de manera de completar la teoría platónica del co­
la realidad, que no merece otro nombre que el de la opinión, sin nocimiento, ya que con este estudio hemos de al­
que pueda denominarse filósofo más que al que se consagra a la
contemplación de la esencia de las cosas (Libro V de la Repubh- canzar la inestimable convicción de la idealidad
ac}, como se reduce á mostrar el orden y armonía, que es obra de
Dios (Timeo), como, por último, se limita á servir á manera de subjetiva que preside ála concepción platónica
preparación y antecedente cronológico del conocimiento ideal (Li­
bro VII de la República}, según tendremos ocasión de indicar mas
adelante.
de la ciencia.
I-

La teoría completa del conocimiento, concebida


por Platón y la distinción de sus esferas están
consigmadas fragmentaria é incidentalmente en
algunos de sus diálogos, lo mismo que el predo­
minio relativo que asigna al conocimiento ideal
y á la ciencia de las ideas respecto al conocimien­
to sensible y las demás ciencias. Pero donde se
halla expuesta en toda su discreción la teoría
platónica del conocimiento es en el Libro VI
de la República en el cual se señalan la división
y las subdivisiones del conocimiento, haciendo
además un exámen breve de cada una de ellas,
pero lo suficientemente claro para entender que
el principio fundaviental del conocimiento, para
Platón está, en la idea.
La división principal del conocimiento, la que
sirve de base para inferir consecuencias ulterio­
res, es la que explícitamente declaran las frases
21
292 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 293
que trascribimos del Libro VI de la República^
«Imagínate que el bien y el sol son dos reyes, »de la hipótesis hasta el principio independiente
»el uno del mundo inteligible, y el otro delmundo »de toda hipótesis, sin hacer ningún uso de las
»sensible- Hé aquí, por consiguiente, dos espe- »imágenes y procediendo únicamente mediante
»cies de séres, unos visibles y otros inteligibles.* «las ideas consideradas en sí mismas.»
Hasta este punto la declaración expresa de la Se divide, por consiguiente, el mundo inteli­
división del conocimiento en ideal y sensible, y gible en la doctrina platónica en ideas mezcla­
la referencia del último al sol como astro que das de representaciones sensibles y en ideas pu­
condiciona el ejercicio del órgano superior para ras en sí. Esta esfera del conocimiento pura­
conocer el mundo material (la vista), de igual mente ideal es la que contiene en su existencia
modo que lo inteligible, las ideas, son referidas á absoluta el principio de la realidad, el noúmenos
la superior, al bien, que es el sol del mundo in­ de los objetos particulares. Todo lo que existe,
teligible. existe, dice Platón, por participar de las ideas;
Estas dos esferas ó clases totales del conoci­ todo objeto es inteligible por el pensamiento que
miento admiten subdivisiones que se encuentran encierra, de tal modo, que sólo lo ideal es con­
explicadas en los pasajes siguientes del Libro VI cebible por sí y es real. Tal género de existen­
de la República. Examinemos primero, como la cia no es propia de la nocion lógica, formada y
más importante, la subdivisión del conocimiento concebida siempre en vista de la idea. La nocion
ideal, tal cual la expone Platón: «El mundo in- lógica tiene una existencia abstracta y general
»teligible debe dividirse en dos partes: la primera, en el pensamiento del sujeto que la concibe y
»de las'cosas que no puede alcanzar el alma sino una existencia determinada y particular en los
»sirviéndose de los datos del mundo visible como objetos individuales. Lo abstracto no es real en
»de otras tantas imágenes, partiendo de ciertas sí; el punto de partida del pensamiento subjetivo
»hipótesis, no para remontarse al principió, sino para elevarse al conocimiento de lo general está
»para proceder á las conclusiones más remo­
stas (1); mióntras que para obtener la segunda va
conocimiento ideal; pero deja en duda y mestion el valor que tenga
por si. y la verdad de que es susceptible en su formación; otro
tanto puede decirse respecto á su relación con lo seusible ¿Acaso
(1) Esta primera clase en el conocimiento ideal constituye las es el conocimiento general el único que necesita ns i3 sensible
nociones Myicas, el conocimiento general ó razonado, y que es de como ocasión para formarse? A veces así parece, pero en tai ca
una naturaleza intermedia entre el conocimiento .'puro(Dialéctica- so la teoría de la reminiscencia, expuesta en el Pedo», no puede
ciencia en el pleno sentido de la palabra) y la opinión (conocimien­ tener aplicación universal. ¿Es quizás el conocimiento g-eneral sólo
to sensible.) En un sentido solo se expresa claramente Platón res­ inductivo, y su valor depende del que tengan los procedimientos
pecto á esta clase de conocimiento, en hacerle subordinado al puro dialécticos? Puede ser, pero Platón no lo dice explícitamente, v
por tales razones, consideramos peligroso el prurito de interore-
tacioo usado por algunos comentaristas. r
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 295
estudios
294
en lá apariencia délos objetos particulares. Re­ cipio de las demás (el bien), ideas puras en sí, é
ideas mezcladas con representaciones sensibles
coger estas apariencias, reflexionar sobre ellas
compararlas unas con otras y ejercitar todos 1 (nociones generales).
procedimientos dialécticos es la obra propia del Además de estas divisiones, Platón distingue
en el mundo sensible los objetos particulares
sujeto para femar las nociones lógicas, las cuales
y sus, imágenes, cuya distinción no tiene la im­
son por lo tanto, subordinadas á las ideas puras.
Constituyen las ideas el mundo de lo inteligi­ portancia de la anterior. Respecto al conoci­
miento sensible, menospreciado en algunos diá­
ble cuyo principio está en la idea del bien. L
predominio de la idea del bien respecto á las logos por Platón, calificado á veces como el
mundo de las sombras y la región del no-sér,
demás es la base establecida por el platonismo
para identificar la realidad con la inteligencia
ofrece el libro VII de la República un sentido
mediante la complejidad déla perfección en nuevo, pues que es considerado como prepara­
bien. Y llega en este punto el idealismo de P.aton ción y antecedente lógico del conocimiento ideal.
á las consecuencias más exageradas, declarando Es tal sentido conforme, sin duda, con la teoría
que el bien, que denomina sol del mundo inteli­ de la reminiscencia, en la cual aparece la sensa­
gible, es el principio de la realidad y de las ideas. ción como su causa ocasional; pero contradice el
Hablan en dicho asunto más clara y exagerada­ concepto de la pureza de las ideas y áun el de la
Dialéctica, que es el coronamiento y el colmo
mente sus propias frases que cuantos comen­
de las demás ciencias. Aunque la idea, como an­
tarios puedan hacerse de ellas. «Ten Por cieJ' terior á todo conocimiento, es el principio de la
»to que lo que derrama sobre los objetos de las
»ciencias la luz déla verdad, lo que da al alma verdad para el hombre, y la fuente de realidad
para las cosas, se señala para su conocimiento
»la facultad de conocer es la idea del bien que un órden enteramente inverso, pues que se de.
»es el principio de la ciencia y de la verdad.....-, clara que precede el conocimiento délos obje­
»en el mundo intelegible pueden considerarse la
tos particulares al de las ideas.
»ciencia y la verdad como imágenes del bien. La confirmación de lo que decimos se halla en
»..... Los Séres inteligibles (las ideas}, no sólo re-
las siguientes frases: «Cada cual tiene en su al­
»ciben del bien su inteligibilidad, sino también oma la facultad de aprender, mediante un órga-
»su ser y su esencia (1).» El contenido del mundo »no destinado á este fin, y todo el secreto consiste
inteligible es, por tanto, el siguiente: ídea-prm- »en llevar este órgano, y con él el alma toda de
»la vista de lo que nace (conocimiento sensible)
(1) Lib. VI. déla República.
DE MORAL Y FILOSOFÍA 297
296 ESTUDIOS
De este modo simplifica Platón el problema de
»á, la contemplación de lo que es (conocimiento la verdad del conocimiento, haciéndola siempre
»ideal), hasta que pueda fijar la mirada en lo depender en absoluto de la que tenga la idea.
»más luminos-o que hay en él sér mismo, es de- Verdad es que la concepción platónica va en este
»cir, en el bien.» Para insistir en este mismo sen­ asunto todavía más léjos, pues, sin quedar satis­
tido, dice Platón que el arte dialéctico consiste fecho con asentar como condicional inexcusable
en «elevar la parte más noble del alma hasta la de la verdad de todo conocimiento la que pueda
»contemplación del más excelente de los séres; tener la idea, proclama ésta como principio de
»de igual suerte que el órgano de la vista se ele- la realidad de todas las demás cosas. La más
»va gradualmente del espectáculo de ios objetos grave dificultad que se ofrece en tal teoría está
»particulares á la contemplación del sol, como lo en mostrar la relación de las ideas con ios obje­
»más luminoso que hay en el mundo material y tos sensibles, á fin de que puedan recibii de
»sensible.» En estos y otros pasajes del libro VII aquéllas el principio de su realidad á la vez que
de la República, se descubre una tendencia prin­
■el fundamento de su verdad.
cipalmente inductiva en la dirección que reco­
mienda Platón, para la educación científica; por­
que, según él mismo afirma, «se necesita ir sa- I!.
»cando poco á poco el ojo del alma del cieno en
»que estaba sumido (el mundo material), y ele- Hemos llegado al principio fundamental que
»vándose á lo alto, por virtud y auxilio del mé- explica la concepción lógica y metafísica de la
»todo dialéctico.» verdad y de la realidad en el platonismo. El pro­
El conocimiento del mundo sensible constituye cedimiento seguido por Platón es por demás sen­
la opinión, el mundo inteligible—adquirido me­ cillo, siquera exija su completa inteligencia algu­
diante la pura inteligencia Noesís,—forma la na discreción en'la lectura de sus diálogos, donde
y el conocimiento intermediario entre si late y se muestra un profundo pensamiento
la opinión y la ciencia puede ser designado filosófico, se descubre á la par fin gran arte, que
Dianoia, ó conocimiento razonado. El conoci­ tan pronto seduce como hace olvidar al enten­
miento sensible y el general ó razonado son, co­ dimiento más agudo lo atrevido de algunas afir­
mo ya queda dicho, inteligibles sólo en el grado maciones, enunciadas subrepticiamente en medio
en que representan las ideas; por consiguiente, de la refutación de las opiniones contrarias.
toda la cuestión de la verdad en el conocimiento Platón demuestra en el Teetetes, contra Protá-
tiene que ser referida álas ideas.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 299
293 ESTUDIOS

goras y los jónios, que no es asequible la verdad El mundo de lo inteligible ó de las ideas para
medíante el conocimiento de lo que pasa, y prue­ Platón está formado de un conjunto u organis­
ba que reducir el conocimiento á 'la sensación mo de principios, que son la base del conoci­
es lo mismo que negar la ciencia, cuya verdad miento y de la realidad de todas las cosas panl ti-
es preciso buscar en los conocimientos primarios culares. Todo lo real y todo lo cognoscible.tie
y Suprasensibles de que se halla interiormente su fundamento en las ideas; es, por consiguien ,
llena el alma. Y al volver sobre esta conclusión» la idea platónica principio de esencia y de cono­
trata de probar en el Fe don, en el Federo, en el cimiento de los objetos particulares.
Fílelo y áun en el libro VII de la República,, Las ideas sin los objetos particuxares, ye
deradas como esencias existentes áprion en una
que lá ciencia consiste en el conocimiento de las
determinación abstracta, no pueden llegar á sei
ideas, ya sea este conocimiento adquirido me­
más que datos intelectuales del pensamiento d 1
diante el recuerdo, ya mediante la intuición.
sujeto que las concibe. Como esencias sin con­
Todo tiene su razón de sér y de conocer en las creción real hasta que los objetos no participan
ideas; en ellas encuentra Platón resuelto el pro­
d- ellas son las ideas abstracciones intelectuales
blema que en la tecnología moderna se conoce sin correspondencia con la naturaleza de lo co­
con el nombre de la identidad entre el sér y el
nocido, pero no podrán llegar á ser percepciones
conocer; por esta razón es necesario considerar
reales. Y si se atiende al modo cómo se establece la
especialmente la teoría de las ideas. Todavía en
relación de los objetos particulares con las ideas
esté ínismo asunto resta saber cómo las ideas
se notará mejor aún este carácter abstracto é
se unen entre sí, lo cual es el objeto del diálogo
idealista que atribuimos al principio sentado por
titulado el Sofista, y de qué suerte las cosas par­
Platón para resolver el problema de la ciencia.
ticulares se unen con las ideas, cuya cuestión La existencia de los objetos particulares (hasta
constituye el contenido del diálogo llamado el
de los hechos mismos cuya lógica fatal reconoce
Parménides, ó de las ideas. la experiencia diaria) depende en la teoría plató­
Pero ántes de dilucidar estas cuestiones, nos
nica de la esencia ó idea de que tales objetos pai-
creemos obligados á examinar, siquiera sea rá­
ticipan; consecuencia de tal precedente tiene que
pidamente, el fundamento que pueda tener el ser la de que el sujeto piensa la idea como el
principio capital del platonismo, aunque pasemos
principio de todo objeto particular, y, en ultimo
por alto, y en gracia á la brevedad, el traer á término, que el conocimiento es producto de la
juicio las pruebas dadas por Platón déla exis­
tencia de las ideas.
300 ESTUDIOS de moral y de filosofía 301

falso principio origen de multitud de errores en pitiendo en toda la historia del pensamiento la
la historia de la filosofia, y muy especialmente oposición entre idealistas y empíricos que, por
de todas las falsas representaciones idolátricas estar encerrada en un círculo vicioso, es una
de la ciencia y de la vida, así como también de contradicción insoluble, en la cual tienen relati­
la asumcion arbitraria de toda la realidad en la vamente unos contra otros plena razón, siendo
idea. Y ha sido precisala renovación filosófica y nreciso elevarse para resolver tal contradicción
con ella la fuerza imperiosa de los hechos para á.un principio superior á ambos extremos igual­
mostrar que no hay conocimiento verdadero allí mente ilegítimos; principio que ya en parte pre­
donde éste se forma, atendiendo, más que al sintió Santo Tomás al querer armonizar la te -
contenido de su objeto, á una idea prèviamente ría platónica con el aristotelismo, y qrie .
concebida. más concisamente todavía la dirección sintética
Contra las ideas platónicas, contra los univer­ de la cultura moderna, aspirando á determinar
sales de la escolástica y contra todos los pensa­ una racional composición de estas dos teon
mientos meramente subjetivos, protesta y se re­ fundamentales del pensamiento, 7. ^,„
vela siempre la previsión del sentido común, yes Si aún no parece suficientemente idealista la
completamente justificada la opinion de los no­ base de la teoría platónica, si no basta para des­
minalistas; las ideas, como esencias indetermina­ cubrir la poca solidez del principio del platonis­
das, y en cuanto concepciones subjetivas, son fla­ mo notar que todo el conocimiento depende de
tus vocis, que dejan sin resolver la cuestión de la lo inteligible que precede o^mariamen e á to­
verdad del conocimiento. Esta protesta salvado­ das las cosas, y que explica la realidad délos ob
ra de los fueros de la verdad, que fué iniciada en jeto por una pretendida participación en las ideas
la Edad Media por los nominalistas, y exagerada todavía es digno de tenerse en cuenta el sentido
por el sensualismo del siglo xvm, es llevada á que dá Platón á lo inteligible en vanos de sus
consecuencias y extremos inadmisibles por el po­ diálogos, sentido que, á más de ser una cumplida
sitivismo moderno y por los que actualmente se prueba del error que acabamos de senaiar p
llaman realistas, que aspiran á separarse abstrac­ que exagera el principio anterior, repite el falso
tamente del fondo de la cuestión para atender concepto de que ya hemos hecho mención, y q
sólo al dato del objeto y tomar por única guia consiste en identificarla realidad con la m tel
gencia, cuidando siempre de asignar á ésta, no
para conocerlo la determinación espontánea des­
entendimiento. Ya podrá encontrarse cumplida sólo precedencia para dirigir y ordenar lasmesas
explicación á la insistencia con que se viene re_ sino cualidad suficiente para producir poi si la
302 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA. 303

realidad y los objetos. Así resulta imprescindi­ ksssssS


blemente que en la teoría platónica el mundo
inteligible es el principio del mundo real, y que mmiAUíACiA;-.
lo ideal es el fundamento délo real, repitiéndose
siempre aquella inversión injustificada de pre­ finada y t» confundida coa Hintoligene a-A
tender mostrar la realidad de las cosas por el
pensamiento ideal que de ellas concebimos, en
vez de probar que nuestros pensamientos é ideas
son algo más que el fiatus vocis de los nominalis­
tas, porque son concebidos en vista de la realidad
de lo pensado é ideado.
Muchos y muy variados son los datos que estos mismos objetos, sin que ““ c0°““ laPin.
pueden recogerse en las obras de Platón para
confirmar las consideraciones que preceden. No ÍX^i'no hay posibilidad de presumir mayor
basta con lo consignado ya casi terminantemente exageración idealista; ya tendremos
en el leetetes al afirmar que la verdad es idéntica observarlo al notar que al^de l^mamte^
ála esencia, y ésta lo es á la idea, ni lo dicho en ^L^Sosm^con^^an
&\Fedon respecto á lo que tienen de inteligibles
los objetos particulares, ni por último, la afirma­
ción del Sofista, de que lo verdadero es lo que
existe realmente, identificando la verdad y la
realidad, como lo hizo más tarde Santo Tomás,-
es indispensable llegar á los últimos confines del
rigor lóg’ico y contemplar la idea platónica, sir­
viendo en los diálogos el Banquete y el 2’imeo de
modelo y tipo de perfección de todas las cosas.
Con tal pensamiento es llevado el idealismo á
sus más extremos límites, y á la vez se repite el
error de reducir la realidad de las cosas á lo que
tienen de inteligibles. Los tipos de perfección, á
sean las ideas, pertenecen al mundo inteligible,
•i

I.

Al llegar Platón á estas dos conclusiones, que


la verdad está en lo inteligible (en las ideas) y
que su principio se halla en la idea del bien,
le ocurre, para acabar de exponer su teoría,
el examen de dos puntos, que ofrecen iguales
escollos y dificultades, y cuyas erróneas conse­
cuencias ha visto él mismo germinar y des­
arrollarse en las escuelas filosóficas que le han
precedido.
Si este mundo inteligible, al'cual es preciso
referir íntegra y pura toda la cuestión de la ver­
dad y de la ciencia, es un conjunto de ideas su­
bordinadas por igual á un solo y mismo princi­
pio, á una unidad absorbente de los términos
interiormente contrarios, el pensamiento tiene
que declinar en el gravísimo error de proclamar
que todo es uno y lo mismo, y por consiguiente,
aceptar como ley de la ciencia y de la vida la
306 ESTUDIOS DE MORAL y FILOSOFIA 307

identidad absoluta de Parmenides y de la escuela le lleva necesariamente á probar que la multi -


de Elea. Si lo inteligible es primero y ante todo plicidad absoluta de los jónios supone alguna
lo distinto, lo opuesto y lo contrario, si la ver­ unidad, de igual modo que la identidad de los
dad está sólo en lo particular y en lo múltiple y eleatas debe admitir la distinción de los contra­
la ciencia reside en un vertiginoso aparecer de rios, puesto que el movimiento y el reposo, aun­
objetos particulares, el pensamiento degenera y que se excluyan mùtuamente, pueden coexistir
desciende al craso error profesado por los jónios en el sér.
y Heráclito, entendiendo que todo pasa y sucede Pretende, por consecuencia, Platon reconci­
(deviene). ¿Cómo es posible dar contestación liar dos sistemas opuestos—la identidad absolu­
cumplida á tal problema y librar su solución de ta y la multiplicidad indeterminada—y á este fin
estos dos errores igualmente inaceptables? refiere ambas categorías á las ideas, señalando
Platon, que concibe claramente ambas dificul­ unidad, y por tanto relación de identidad, entre
tades, presiente á la vez la manera de resolver las ideas mediante la del bien (1) y atribuyendo
la cuestión y entiende que la solución es sólo á su relación la distinción y la multiplicidad (2);
asequible, mostrando la relación de las ideas en­ pero al realizar semejante intento ha resuelto lo
tre si como justamente idénticas y distintas para sensible en lo inteligible, áun contra su propósi­
poder explicar despues la relación de las ideas al to y ha asumido todo lo real en la idea, dejando
mundo sensible. en su doctrina el gérmen del más exagerado
Mostrar la relación que existe entre las ideas, idealismo.
probar que la ciencia, al partir del conocimiento En algunos de los pasajes del Sofista se des­
de lo uno é idéntico, armoniza y no excluye los cubre, con la persistencia de propósito de Platon,
términos contrarios, es el pensamiento capital su delicado ingenio para hacer convergerei pen­
que ha presidido á la confección y desarrollo del samiento á las consecuencias, que entiende son
diálogo titulado el Sofista ,y en el cual, á vuelta indispensables para completar sú teoría de las
de mil argucias y discreteos por extremo inge­
niosos, son examinadas las opiniones opuestas (1) Porque las ideas tienen unidad en la idea-principio (el bien),
de las escuelas jónica y eleática, con la intención y porque son susceptibles de cierta relación de semejanza, dice el
discípulo de Sócrates en el Menon que una idea bien analizada
explícita de venir á parar en una conclusion sin­ basta para llegar á conocer todas las demás.
(2) Porque las ideas son puras y sin mezcla y porque guardan
tética, en la afirmación de que el sér es la unidad interiormente semejanza son luégo, relativ ¡mente las unas á las
obras, desemejantes y distintas. «Cada una de las ideas tomada en
que concilia todos los contrarios. Tal pensamien­ »sí misma es una; pero consideradas todas, en las relaciones que
»tienen entre sí y c.on los cuerpos, revisten mil formas, que vienen
to preconcebido por Platon al escribir el Sofista, »al parecer comoá multiplicarlas.» Libro V de la República.
22
308 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 309

ideas. A este fin comienza á examinar la cues­ cosa y que una de estas dos palabras, sin signi­
tión de la existencia del sér y del no-sér; y con ficar nada, debe quedar reducida á ser el nom­
ella las opiniones relativamente contrarias de bre de un nombre; en el caso contrario, si lo ex­
las escuelas de Jonia y Elea. Si el no-sér se presado es de un lado lo uno y de otro el sér, no
enuncia y expresa existe y de tal suerte, que, existe tal identidad absoluta, há lugar á la dis­
según se dice en el diálogo, el que intenta com­ tinción. Obligado por este mismo razonamiento,
batir el no-sér, se encuentra entorpecido, porque tiene Parménides que reconocer que lo múltiple,
apenas comienza á refutarlo se pone en contra­ el mal, lo imperfecto, el no-sér, en una palabra,
dicción consigo mismo, nombrándolo. Luego el son otras tantas ilusiones del entendimiento hu­
no-sér existe de cierta manera. mano; de suerte que el mismo Parménides, el
Para saber qué es el no-sér, y hasta qué punto que lleva el carácter absoluto de la identidad á
puede atribuírsele realidad, veamos, dice Platón, un extremo que nadie ha seguido con igual ri­
lo que es el.sér, y con tal motivo llama á juicio gor, á no ser Espinosa con su concepción de la
las teorías jónicas y eleáticas. Si el sér es, según sustancia, declara lo existencia del no-sér si­
afirman los jónios, lo múltiple y diverso, lo uno quiera sea como opinión, como ilusión ó como
y lo otro, preciso es declarar que lo diverso y lo error, ya que el valor, al ménos subjetivo, de tal
uno y lo otro son, y en tal respecto tienen uni­ existencia es de todo punto innegable. Platón
dad. Pero si terminára aquí Platón su razona­ refuta la opinión de Parménides y afirma la
miento, declinaría necesariamente en la infun­ existencia del no-sér, pues que si existe tal
dada pretensión de Parménides, que declara la nombro es necesariamente signo de algo. Y al
existencia del sér en la unidad é identidad sin explicar Platón lo que entiende por no-sér, de­
distinción ninguna y niega absolutamente la clara, según veremos más adelante, que el no-sér
existencia del no-sér. Es.preciso, por consiguien­ es lo distinto y diverso en relación á objetos par­
te, examinar de qué..suerte es el sór uno y cómo ticulares, sin que sea concebible el no-sér abso­
la unidad repugna toda distinción ó es suscep­ luto, ni exista la nada más que en la mera rela­
tible, por el contrario, de variedad interior que ción de los contrarios. De este modo llega Platón
que explica la existencia del no-sér. á salvar las dificultades insolubles que entraña
Si el sér es uno con identidad absoluta, como el principio de Parménides. Reducido éste á pro­
afirman Parménides y la escuela de Elea, no ad­ clamar la identidad absoluta, no consiente la ló­
mite distinción ninguna, resultando necesaria­ gica introducir en la concepción de la realidad
mente que el sér y lo uno expresan una misma ninguna distinción, que explique la mUltiplici-
310 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA. 311
dad. de objetos que existen dentro de la unidad,
y es irracional pretender formar conocimiento basta á nuestro fin por el pronto declarar que á
de las cosas, porque todas son absolutamente la afirmación de Parménides, que es simplemen­
idénticas y por lo tanto indistintas, quedando te la tésis, y por tanto lo indistinto y simple, opo­
en tal sentido la verdad como una incógnita y la ne Platon la antítesis con razonamientos toma­
ciencia como un imposible. dos de los jónios y muestra la síntesis en el
En el Sofista se acepta por Platón la idea fun­ concierto de la unidad y multiplicidad en las
damental del sistema de Parménides, pero, pre­ ideas.
viendo las dificultades inherentes al problema de Para Platon la ciencia supone tanto la unidad
exagerar el principio de la unidad del sér, pro­ como la distinción del sér y de sus géneros, dis­
cura el discípulo de Sócrates hacer constar que, tinción que no llegó á hacer Parménides, y qne
si es cierto que el sér es uno, es también indu­ en parte intentó Espinosa con su distinción de la
dable que en tal unidad se concilian todos los sustancia y de los atributos. Los géneros eter­
contrarios, que son tales unos respecto á otros, nos explican, mediante las ideas platónicas, la
para revelarse después unidos en el principio su­ existencia relativa de un no-sér, que da hasta
perior que los comprende. Tal es la importancia cierto punto razón del mundo exterior. Y de esta
que tiene en toda la discusión del Sofista la suerte, no hacemos digresiones, sino que entra­
prueba de la existencia del no-sér, tal es tam­ mos más de lleno en el núcleo de la filosofía pla­
bién el mayor alcance de la doctrina de Platón tónica, que reside en las ideas. Las ideas son pu­
respecto á la de Parménides y áun la de los jó- ras, no admiten en sí mismas contrario alguno,
nios. Con pleno conocimiento de los vicios implí­ pero para las relaciones y en ellas se constituyen
citos en una y otra escuela, Platón aspira á una de nuevo como principio de distinción entre los
síntesis superior y desea consignar un princi­ contrarios ó sea entre los objetos particulares.
pio ecléctico, igualmente comprensivo de la En dicho punto no hay nada que tachar al pla­
parte de verdad que exista en ambas opiniones. tonismo; preciso es, por el contrario, reconocei
No es del momento, pues ocasión más oportuna en él un rigorismo lógico, exacto al ménos en el
se nos ofrecerá, examinar si tal principio asen­ enlace de unas y otras afirmaciones. Recordemos,
tado por Platón es una idea meramente intelec­ en efecto, que la idea platónica es principio de la
tual, hija de un esfuerzo subjetivo del pensa­ esencia y del conocimiento de los objetos parti­
miento, ó es una ley real que explica la existen­ culares, y como las relaciones y distinciones en­
cia del conocimiento y da razón de su verdad; tre dichos objetos constituyen su esencia y reali­
dad, preciso es, una vez admitido el primer piin-
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 313
312 ESTUDIOS

»debe dividirse de nuevo la idea general en sus


cipio, declarar con el platonismo el segundo, es­ »elementos como otras tantas articulaciones na-
to es, que la idea es el principio de toda distin­ »turales..... A aquellos que tienen este talento,
ción entre los objetos particulares, que estos, »que consiste en abarcar á la vez el conjunto y
contrarios entre sí, se conciertan superiormente
»los detalles de un objeto, los llamo dialécti-
en la unidad de la idea á que pertenecen. La idea
como principio que explica la existencia de lo «cos (1).»
¿Cómo es posible adquirir este arte, el superior
múltiple dentro de lo uno, como fundamento de
para Platón de la Dialéctica, y de qué suerte el
la distinción entre los objetos particulares, hé espíritu humano puede conocer cumplidamente
aquí el nuevo aspecto que es preciso examinar
un objeto en su conjunto y en sus detalles?
en la idea platónica. Tan grande es la importancia Para contestar semejante pregunta, volvamos
que Platón asigna á esta cuestión, que resume á considerar el diálogo que venimos examinando,
en ella todo el ministerio de la Dialéctica; por tal
el Sofista, y hagámonos cargo de los tres extre­
razón afirma que «el verdadero arte del dialécti- mos en que coloca hipotéticamente Platón elpio-
»co consiste en percibir la unidad de lo conoci-
blema. ¿No pueden participar los séres los unos
»do, y en ver los múltiples elementos de lo co-
de los otros? ¿Juntaremos todos los séres consi­
»nocido mismo bajo la unidad (1)». Para hallar derándolos como susceptibles de comunicación
explicación á semejante problema, debemos se-
entre sí? ¿Uniremos unos séres y separaremos
g-uir la discusión entablada en el Sofista, donde,
si ha mostrado que la idea es una, pretende pro­ otros?
Admitiendo el primer extremo, el conocimien­
bar también la conexión que existe entre lo uno
to y la ciencia son igualmente imposibles, y sólo
y lo múltiple.
se descubre confusión y trastorno en los objetos,
ya se explique la realidad mediante la teoría de
H- los jónio3 ó por virtud del principio de Parméni-
des. Si el movimiento no participa del sér, ni hay
cosas que se muevan, ni el movimiento existe, é
«Para aprenderá hablar y pensar, dice Platón, inversamente si el reposo existe, pudiendo de­
»deben abrazarse en una ojeada general todas cirse otro tanto de todos los demás pensamien­
»las ideas particulares, desparramadas acá y allá, tos. Además, es inadmisible semejante principio,
»y reunirlas bajo una idea general..... ; además
(1) Fcdro.
(1 ) Fedro.
314 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 315

porque el lenguaje mismo contradice tal teoría y Con vários ejemplos de combinación de los gé­
muestra claramente su absurdo. neros ó ideas entre sí, tomados especialmente de
Si se acepta la segunda hipótesis, resulta que los pensamientos: sér, movimiento, reposo, lo
el movimiento está en reposo y éste se mueve, otro y lo mismo viene á concluir Platón que el
de lo cual se originan un desórden y una confu­ no-ser se encuentra por necesidad en todos los
sión inadmisibles en la realidad. No hay, por géneros, en cuanto éstos (como veremos más ade­
consiguiente, posibilidad de admitir más que la lante al examinar el Parménides) participan del
tercera hipótesis y afirmar que pasa con los sé- sér; péro no son todo el sér, llevando por conse­
res y las cosas lo que con las letras, que existe cuencia consigo toda idea el sér y no-sér. Pero
acuerdo entre unas y desacuerdo entre otras. entiéndase bien, pues, á medida que llega el
Léjos de existir sólo el movimiento, como pre­ diálogo á su término, muestra Platón más vivos
tenden los unos, ó de ser meramente real el re­ deseos de esclarecer por entero su pensamiento,
poso, según afirman los otros, halla Platón que el no-sér no es lo contrario del sér, sino solo una
los contrarios coexisten en un mismo objeto y cosa que es lo otro-, y en tal sentido, el no-sér
que de una misma cosa se puede decir el sér y el existe sólo mediante el sér, é indica la distinción
no-sér y afirmar el reposo y el movimiento, de esencia. No significa en este sentido cualita­
uniéndose entre sí las ideas en los objetos parti­ tivo y metafísico la negación, lo contrario (1),
culares. Pero de igual modo que se necesita el indica más bieu la distinción y diferencia de una
arte gramatical para saber qué letras pueden á otra cosa. Y más adelante aclara Platón este
unirse entre sí y qué letras son desacordes, es mismo sentido cuando dice que la oposición sig­
indispensable la Dialéctica, la ciencia propia del nifica una cosa distinta, á lo cual se refiére la
filósofo, para explicar con exactitud qué géneros idea del no-sér. Existe, pues, el no-sér (lo distin­
se asimilan y qué géneros se rechazan. «La cien­ to), y toda cosa participa juntamente del sér y del
cia que enseña, dice Platón (1), qué ideas pue- no-sér, porque los objetos particulares no son en
»den unirse y cuáles no son susceptibles de sí el sér absoluto.
»unión, es la Dialéctica, que, mediante el análisis Por la breve exposición que dejamos hecha del
»y la'síntesis, reconoce la identidad de los géne- Sofista puede colegirse los caminos que sigue
»ros iguales y ladiferencia entre los géneros dis­ Platón con el fin de establecer la solución inter­
tintos.»
di Más exactamente se hubiera explicado Platón diciendo, en
(1) Cratilo. vez de lo contrario, lo antitético y contradictorio.
316 ESTUDIOS
317

media y el principio ecléctico, que buscaba para cipio de identidad que llevado á una exageración
evitar por igual los errores de las escuelas de absoluta, conduce á los errores en que cayó la
Jónia y de Elea. Hay ideas que se combiuau por escuela de Elea); segundo, las ideas, á medida
una afinidad natural y existen otras que se re­ que son más puras, más se distinguen unas de
chazan por una natural contradicción: estas dos otras, conciliándose, sin embargo, en los objetos
afirmaciones constituyen el término natural de particulares, aunque en distintos respectos, me­
la teoría del conocimiento ideado por Platón, á diante la compenetración del sér y del no-s r
la vez que dientan la base de los principios de (principio de contradicción).
identidad y de contradicción, que han ejercido
después tanta influencia desde el tiempo de Aris­
tóteles hasta Leibnitz. NI-
De modo que la idea es para Platón lo que, po­
niendo en comunicación el sér con el no-sór, sir­ El principio de identidad y el de contradicción
ve, al mismo tiempo que para unir los objetos son el fundamento de la relación que existe en­
homogéneos en lo que se llama el género, para tre las ideas platónicas y á la vez la base de todo
establecer diferencias entre los séres distintos. conocimiento científico para Platon. Con tales
El ministerio principal que en la Dialéctica pla­ principios y con la pretendida participación de
tónica desempeña la idea es el de ser término los objetos particulares en las ideas, explica Pla­
medio entre la multiplicidad indefinida de los ton toda la teoría de la ciencia.
jónios y la unidad indeterminada de los eleataá, Respecto al principio de la identidad toma­
cuyo exárnen y refutación tanto preocupó á Pla­ do por Platon, según ya hemos dicho, del siste­
tón. A medida que una idea es más una y más ma de Parmenides, conviene advertir que no
pura en sí, se distingue y diferencia de lo que puede ser admitido como primer principio de la
no-es, más muestra el no-sér, siendo así asequi­ cieneia, ni tampoco como el único. En primer lu­
ble hallar la unidad en la distinción, y ésta otra gar, la identidad no lleva implícita la realidad
vez en la unidad. La conciliación ecléctica de los de las ideas, no expresa todo lo contenido en
dos sistemas opuestos, jónico y eleático, es lle­ ellas, ni declara tampoco más que una de las
vada á cabo por Platón mediante los dos princi­ cualidades inherentes á la esencia de las ideas.
pios siguientes que resumen toda su teoría: pri­ Además, ó la identidad queda reducida a una
mero, cáda idea es idéntica consigo misma, por­ mera repetición de términos, ó supone necesa­
que es pura y no admite ningún contrario (prin­ riamente tauto la unidad como la totalidad de la
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 319
313 ESTUDIOS
discípulo de Sócrates quiso añadir al sistema de
esencia declarada en las ideas mismas, que son
la identidad absoluta.
idénticas sólo en el grado y en la medida en que ¿Lleva en sí lo idéntico la distinción? ¿Puede
son unas y totales. Por último, la identidad es conocerse la distinción de las ideas, declarando
una referencia, y exige para su expresión ser sig­ que cada una es idéntica consigo misma? Para
nificada en un juicio, lo cual equivale á procla­ contestar tales objecciones, ideó Platón sin duda
mar que el principio de la ciencia tiene que ser alguna el principio de contradicción como com­
un juicio, no ya juicio siquiera sintético y á prio- plementario del de identidad.
ñ como decia Kant, sino simplemente analítico. Es indispensable, por tanto, que examinemos
Y en tal caso, preciso es no olvidar que en todo también el principio de contradicción y que le
juicio se conoce una relación, y que ésta supone consagremos en este trabajo algunas líneas, ya
dos términos, que son considerados en una de­ que puede ser considerado como laúnica origina­
terminada referencia, siendo necesario, por con­ lidad que en este asunto añade Platón á las teo­
siguiente, al proferir un juicio conocer ántes sus rías jónica y eleática (1).
dos términos y la relación en que se constituyen. Ya sea la fórmula usada por Platón la que se
De no formular así el juicio, se camina siempre acepte para expresar el principio de contradic­
en el conocimiento de supuesto á supuesto, pero ción «lo conforme pone como verdadero lo que
nunca se procede con conocimiento directo de la »niégalo disconforme,» ya sea la de su discí­
realidad de los objetos. Por tales razones afir­ pulo Aristóteles, ménos admisible que aquella
mamos que ningún juicio puede ser el principio por su forma negativa, ya sea la de Leibnitz, «de
de la ciencia. No son de menor valor las objecio­ »dos proposiciones contradictorias, la una es ver-
nes que pueden hacerse al principio de la identi­ »dadera, la otra falsa,» ya sea, por último, la
dad, cuando se piensa en la necesidad de la dis­ declarada por Kant «á ninguna cosa le conviene
tinción entre las ideas. Aceptando la identidad »un predicado que le contradiga,» siempre re­
en el sentido absoluto en que la aceptaba Par- sultará que la exprexion de tal principio indica
ménides, el absurdo que implica es bien claro; ante todo una relación, un conocimiento rela­
porque todo resulta ser lo mismo, y no hay oca­ tivo que supone, pero que no conoce la unidad
sión siquiera para pensar en la distinción. Mas, de los términos ántes idénticos y ahora contra-
si se acepta la identidad tal cual la declara Pla­
tón, es indispensable exigir á tal principio que
explique por sí lo que es más contrario á él, lo
distinto, lo que no es idéntico, corrección que e^
320 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 321

dictorios, siendo, por tal motivo, igualmente culares. Y se confirma lo que acaoamos de de­
aplicables á este principio las objeciones hechas cir al reconocer que la contradicción no es un
en semejante respecto al de identidad. principio susceptible de aplicación universal,
El principio de contradicción, que casi nunca carece de valor para ciertos conocimientos y no
se ha usado en la relación afirmativa y siempre puede ser criterio para aquilatar la certeza de
ha tenido aplicación en la forma negativa que muchas verdades, por ejemplo, de las verdades
le dió Aristóteles, supone, pero no conoce lo inmediatas y evidentes. Por tal motivo, el prin­
esencial de los términos contrapuestos, hace cipio de contradicción proporciona sólo pruebas
abstracción de lo que lo contradictorio puede indirectas para el conocimiento.
tener de común y se limita á conocer lo particu­ Las consideraciones que preceden nos excusan
lar y relativo, sin cuidarse para nada de la rea­ de examinar la razón de las prolongadas polémi­
lidad, que es inherente á tales términos, y des­ cas á que ha dado lugar la naturaleza relativa
de la cual puede y debe ser explicada toda re­ del principio de contradicción, ineficaz para ex­
lación, lo mismo la idéntica que la contradic­ plicar por sí mismo lo distinto dentro de lo idén­
toria. Y tales imperfecciones se muestran bien tico, como quería Platon, é inútil para servir de
á las claras en la filosofía formada según el base á todo conocimiento científico, como han
principio de contradicción, en la filosofía es­ pretendido después Aristóteles y los escolás­
colástica, que, sin penetrar en el conocimiento ticos.
de la realidad, revistió de forma lógica la reali­ Queda, pues, mostrado que los principios de
dad creída (1). El carácter relativo del principio identidad y contradicción son ineficaces para
de contradicción se descubre fácilmente; basta explicar la relación que existe ó debe existir en­
para ello notar que su base reside en la relación tre las ideas. Todavía es necesario examinar
del sór y del no-sér, y que su aplicación se hace cómo explica Platon la relación de las ideas con
mediante el pensamiento ó idea dei no-sér, que los objetos particulares, ó sea la participación
es un pensamiento siempre relativo, como ense­ desenvuelta en el diálogo titulado Parmenides, ó
ña Platón en el Sofista, sin que sea concebible de las ideas.
la existencia absoluta del no-sér, pues la nada
ó el no-sér carece de existencia primaria, y se
ofrece sólo al pensamiento en relaciones parti­

(1) Sanz dei. Río: Sistema d& la Filosofía: 1860.


EXAMEN DEL PARMENIDES.

Llegamos en este estudio que hemos empren­


dido de la filosofía platónica al punto en el cual
el discípulo de Sócrates eleva sus especulaciones
por cima de todo límite y discute la dificultad
más grave que late en el fondo de su teoría de
. las ideas. Lo uno y lo múltiple, ó en otros térmi­
nos, la idea y lo sensible son los términos bajo
los cuales aparece siempre entablada la prolija y
difícil conversación que contiene el diálogo titu­
lado Parménides ó de las ideas.
Si la lectura y meditación de los diálogos pla­
tónicos se hacen aisladamente, sin enlazar los
unos con ios otros, tienen que aparecer los pro­
blemas en ellos debatidos como cuestiones arbi­
trarias, que no son susceptibles de suministrar
al espíritu humano más que enseñanzas parcia­
les y verdades insistemáticas; pero si nos guia,
como debe, en el estudio de la filosofía platónica
23
324 ESTUDIOS
DE MOKA.L Y DE FILOSOFÍA 325

propósito semejante al que movió á su autor al de buscarla en los elementos suprasensibles ó


confeccionar sus diálogos, procurando descubrir ideas de que está interiormente llena el alma.
entre ellos un enlace sistemático que contiene Estas ideas, dice más tarde en Fedon y en otros
un órden de principios, se recogerá de dicho es­ diálogos, son, á la vez que el principio de la
tudio un fruto inestimable, á la vez que ense­ ciencia, la base de las relaciones de identidad y
ñanzas y verdades que siguen rigurosa y lógi­ diferencia que tienen entre sí. Y llegado á este
camente un plan, plan que pudiéramos sintetizar punto, Platon reconoce de buen grado que toda
diciendo: que toda la filosofia platónica consiste la dificultad del problema reside en mostrar
en hacer trascendentes ó.revestir de carácter la relación de las ideas con lo sensible en vir­
ontològico y de cualidad metafísica los princi­ tud de \a, participación, pensamiento, que, si ha
pios inmediatamente reconocidos como verdade­ sido ya indicado en el Fedon, va á tener en. el
ros en la doctrina socrática. Parmenides todo el desarrollo que requiere por
Examinar, por tanto, la cuestión de lo uno y su importancia en 1a. filosofía platónica.
de lo múltiple, que se debate en el Parménidcs, ¿Cómo ha llegado Platon á semejantes afirma­
sin enlazarla con los resultados anteriortemente ciones? ¿De qué suerte formula la cuestión y le
obtenidos respecto á este asunto en la filosofía aparece su dificultad? Ya lo hemos indicado su­
platónica, es exponerse á caer en graves erro­ ficientemente en las consideraciones anteriores.
res, corriendo el peligro de no entender á Pla­ De ellas resulta con la suficiente claridad que
ton y de identificar su pensamiento con el de los la filosofía de Platon, si es hija directa de la en­
sofistas. Para evitar semejantes escollos, creemos señanza socrática, es una dirección del pensa­
imprescindible recordar brevemente , siquiera miento, que se mueve entre dos polos extremos,
caigamos en repeticiones que pueden parecer cuyo punto de enlace pretende indagar, deter­
enojosas, los principios fundamentales de la filo­ minando una síntesis comprensiva por igual de
sofía de Platon relativos á la ciencia; miéntras las dos escuelas contrarias, de la jónica y eleá-
que para revelar claramente el enlace de todos tica. A las pretensiones de la primera, que es
sus pensamientos entendemos también que es partidaria de la multiplicidad absoluta, opone el
igualmente necesario tener en cuenta los pre­ principio de la unidad; contra la segunda, que
cedentes obligados del problema cuyo exámen defiende la identidad completa de todas las cosas,
va á ocuparnos en seguida. objeta con el principio de la distinción. Ya he­
Para averiguar qué sea la ciencia, ha llegado mos visto en el exámen del Sofista cómo aplica
Platon á decir en el Teetetes que hay necesidad. este sistema á las relaciones que tienen entre sí
'328 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 327
las ideas en el mundo de lo inteligible; veamos
ahora cómo verifica este mismo pensamiento en tinto, y por tanto, es posible que refiera luégo lo
la relación de todos los objetos particulares del real que se encuentra en lo sensible al grado con
mundo sensible con las ideas, ya que todo el es­ que esto participa de la idea, una vez que la idea
fuerzo del platonismo se reduce á mantener es­ es para Platón el principio de toda realidad.
tos dos principios y conciliarios en la idea.
Toda la cuestión, que en el Parménides se exa­
mina, es ésta: ¿cómo .se unen y relacionan—si es
que han de tener alguna realidad—los objetos El objeto principal del Parménides, explicar la
particulares del mundo sensible con las ideas, relación de lo uno con lo múltiplo ó relacionar lo
principio de todo lo real? En virtud de la parti­ sensible con las ideas, queda claramente expre­
cipación, porque las cosas sensibles participan sado en estas frases de Sócrates: «No me parece-
de las ideas se ha dicho en el Fedon, tratándose aria absurdo que se me demostrase que todo es
ahora en el Parménides de ver cómo puede ser- »uno por participar de la unidad, y al mismo
está participación. »tiempo múltiple por participar de la multipli-
Resulta, pues, que, aparte las múltiples in­ »eidad.»
terpretaciones y divisiones que los comentadores Existe hasta ahora, y queremos consignarlo
hacen del Parménides, todo el contenido de este así, á. fin de mostrar una de nuestras tésis prin­
diálogo se refiere á examinar la relación de. lo cipales , conformidad completa entre lo dicho
uno y de lo múltiple, según hemos dicho al prin­ ántes por Platón y el pensamiento que aquí se
cipio, ó á explicar la participación de los objetos enuncia como el asunto principal del diálogo, es
sensibles en las ideas. De este modo entendido é decir, que no es posible descubrir contradicción
interpretado el Parménides, es asequible después de ningún género entre lo señalado en el Fedon
justificar en parte el valor relativamente contra­ y en el Sofista y lo que aquí se afirma. En aque­
dictorio que Platón dá al conocimiento de lo sen­ llos diálogos se ha dicho que el principio de toda
sible, y de que se hace cargo con toda la escrupu­ realidad está .en la idea, y aquí se afirma que las
losidad de un fiel expositor Ritter en su historia cosas son unas, porque participan de la idea de
de la filosofía al examinar la doctrina platónica. unidad, y son múltiples en cuanto participan de
Lo sensible es.para Platón el no-sér, pero ya deja .la idea de multiplicidad; de suerte que entre
dicho en el Sofista que elno-sér no existe absolu­ aquéllos y este diálogo está como punto de en­
tamente, sino que se concibe siempre como lo dis- lace el pensamiento común que ha presidido á
su confección.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 359
328 ESTUDIOS

Veamos ahora cómo se desenvuelve este pen­ en sí misma y en multitud de objetos? porque la
samiento de la participación. Lo que participa idea permanece en sí misma y existe sólo como
de una idea, ¿participa de la idea entera ó sólo imágen en lo sensible, de igual modo que la luz,
de una parte? Hé aquí la primera pregunta for­ permaneciendo una é idéntica, está al mismo
mulada en el diálogo respecto al modo cómo par­ tiempo en muchos lugares diferentes, sin estar
ticipan los objetos sensibles de las ideas. separada de sí misma (1).
Las cosas no son ni existen más que por su No queda, sin embargo, muy satisfecho de
participación de las ideas, pero si los objetos esta explicación el mismo autor del Parméni-
sensibles participan de toda la idea, hay que con­ des, comprendiendo sin duda, según piensa un
fesar que ésta se separa de sí misma, y es, por comentador (2), que toda ella reside en la idea
tanto, divisible. Además, los objetos sensibles no
como un todo cuantitativo y extenso. Rechaza
también anticipadamente Platón la manera de
pueden participar de las ideas en parte, porque
éstas son puras y carecen de partes. De suerte explicar la participación, suponiendo que es la
que uno y otro modo de participar son igual­ idea un género, una nocion lógica, obtenida por
la comparación de los caractéres com unes de los
mente desechados. No obstante, es de presumir,
buscando interpretación á este pasaje en otros objetos particulares. Esta explicación, que dió
diálogos, por ejemplo, en el Timeo, que Platón origen al conceptualismo de Aristóteles, era de
todo punto inadmisible para Platón, que siempre
se inclina á pensar que toda la idea está presente
entendía el pensamiento como pensamiento de
en la cosa sensible que participa de ella, á modo
de semejanza, como una obra de arte participa algo, del sér, y que negaba ai espíritu el poder
para formar concepciones sin algo concebido (sin
del pensamiento del artista que la ejecuta, te­
niendo, por tanto, los objetos sensibles de seme­ objeto). Conviene tener en cuenta en este punto
la diferencia que existe entre el peüsamienío
jante con la idea lo que en ellos hay de sér, y
abstracto de Aristóteles y lo inteligible (la idea)
refiriéndose lo desemejante, lo que no participa
platónico. Para Platón, jamás es la idea un mero
de la idea, alno-sár de los objetos particulares (1). pensamiento ó una forma general de la razón
Así parece resultar de la manera cómo contesta
á esta objeción: ¿De qué modo toda la idea está
(1) A esta relación de la luz con las ideas quieren referir algu­
nos intérpretes del Fausto de Goethe la explicación de las antor­
(1) El tránsito del sér al no-sér y áun la relación entre ambos, chas, representadas en la magia del gran poema, como las madres
que Platón explica mediante la participación, era razonado por de la vida.
Heg-el en virtud del suceder, como la determinación, en que se (2) A. Ed. Chaignet.
unen lo abstracto y lo concreto.
330 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 331

humana, que se va llenando de realidad ante la cientes para explicar la participación, se cae de
contemplación de los objetos particulares, que lleno en el dualismo y es preciso confesar que
es en último término la pretension, bajo la cual las ideas son en sí y permanecen relacionadas,
se ampara toda teoría conceptualista, imaginán­ pero sin ninguna referencia á los objetos parti­
dose herir de muerte el dualismo. Ante la doc­ culares, miéntras que éstos, enlazados entre sí,
trina platónica, el problema tiene precisamente no muestran tampoco relación ninguna con las
la posición inversa, por cuyo motivo se desecha ideas. Y esto sentado, el absurdo’que lleva con­
y refuta el conceptualismo, ya que Platon proce­ sigo es inevitable; paira salvarle, Platon tiende en
de de esta afirmación para él incontrovertible, todo el resto del diálogo á asumir la realidad de
la idea es un principio real de esencia y de exis­ lo sensible en el mundo de las ideas, preocupán­
tencia, á la vez que de conocimiento de todos dose de las exigencias de una unidad entre estos
los objetos particulares. términos contrapuestos, hasta el extremo de ase­
. ¿Será tal vez explicable la participación por la verar que, conociendo bien la naturaleza de lo
semejanza, de tal suerte que las ideas sean como inteligible y las relaciones que entre sí tienen
modelos que existen en la naturaleza en general las ideas, lograremos descubrir también su rela­
y los objetos copias de estas mismas ideas? Este ción con las cosas particulares, pues no hay que
principio, tomado indudablemente de Pitágoras, olvidar que el principio siempre incontrovertible
y en parte admitido en el Timeo, es rechazado del platonismo consiste en referir á la idea toda
en éste diálogo, porque contradiría la naturaleza la realidad.
de Jas ideas, qne necesita ser, según la concep­
ción platónica, distinta de la délos objetos parti­
culares, lo cual no es posible si la comparación III.
que implica la semejanza exige siempre é inde­
finidamente una idea superior, bajo la cual pue­ En esta última parte del Parmenides se halla
da establecerse aquella comparación. Por otra la doctrina más difícil de la filosofía platónica, la
parte, áun admitido este principio dualista, en que ha dado márgen á las más graves indagacio­
virtud del cual se concede existencia á dos rea­ nes de los comentaristas, y queda todavía, áun
lidades que se asemejan, es inevitable concebir conociendo todos los juicios y datos existentes
un principio superior con virtualidad suficiente sobre ella, tan indecisa en su fondo y tan vaga
para justificar aquella semejanza. en su procedimiento, que justifica por igual las
Al desechar todas estas hipótesis por insufi- interpretaciones más encontradas.
332 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 333

La participación de las cosas en las ideas es en la doble hipótesis de la existencia y no-exis­


inexplicable, según hemos visto por todos los tencia, y aun de su relación mútua, distinguien­
medios hasta ahora indicados. Si queremos al­ do en todas las posiciones del problema la tésis
canzar explicación satisfactoria,, es menester án- y antítesis correspondientes, que llevan implícita
tes saber cómo participan entre sí las ideas unas la parte de error de las escuelas jónica y eleá-
de otras, indagando esto en las más altas concep­ tica. Y después de todos estos prolijos y difíciles
ciones de la metafísica. análisis, parece inclinarse el pensamiento del
Propone para ello Platón probar que las ideas autor del Parménides á afirmar sobre la tésis y
admiten en sí también los contrarios y quiere antítesis una síntesis superior y comprensiva
que Parménides enseñe semejante pensamiento á de ambas, poniendo ante todo y sobre todo la
Sócrates con el uso de la Dialéctica; aplicada á lo unidad absoluta (pensamiento ó idea, que, aun­
que sólo es perceptible por la razón. Se deben que está tomada de la escuela de Elea, es refe­
distinguir en dicho método dos momentos igual­ rida por Platón al Bien y á la Bondad, sol del
mente necesarios. El primero consiste en admitir mundo inteligible, como ha dicho en el libro VI-
una idea y deducir de ella todas las consecuen­ de la República}. Esta unidad absoluta, que es
cias que le son inherentes; pero no basta esto para la primera y más directa posieion de la inteli­
averiguar la relación que existe entre los con­ gencia, supone identificados la realidad y el co­
trarios, siendo además preciso examinar las tésis nocimiento, lleva en sí virtualidad suficiente pa*-
contradictorias. Para ello se emplea el segundo ra unir sin distinguir y para distinguir sin sepa­
momento, que consiste en suponer que aquella rar todos los contrarios y es, no como en el con­
primera idea no existe y ver qué consecuencias ceptualismo abstracto la resultante de una no­
pueden deducirse de tal supuesto. «Para ejerci- ción general, sino la idea de las ideas, la idea-
»tarte completamente, dice P arménides á Só- principio, que lo mismo explica la participación
»crates, no basta suponer que cada idea exista mútua de las ideas entre sí que la de las cosas
»y examinar las consecuencias de esta hipótesis; sensibles con las ideas. La unidad es absoluta­
»es preciso también suponer que no existe...: mente, y bajo esto es lo uno y lo múltiple que
»sólo procediendo de este modo te ejercitarás admite y distingue todos los contrarios. A seme­
»de una manera completa y discernirás clara- jante afirmación se reduce la síntesis ideada por
»rnente la verdad.» Platón, que indudablemente ha querido exponer
Con tal procedimiento, examina Parménides y desenvolver en el Parménides, auxiliado por
en el diálogo las ideas de lo uno y de lo múltiple los procedimientos dialécticos.
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 335
334 ESTUDIOS
vía en un exámen crítico de estas teorías, que
Aunque no lo expresa claramente, nos parece Platón, tan amigo de evitar las soluciones extre­
que la lectura del Parménides muestra que, por mas, llega, sin embargo, puesto ya en un dualis­
lo ménos la intención y el propósito de su autor, mo insoluble, á saltar por cima de toda dificul­
van igualmente dirigidos á descubrir en la wí- tad, poniendo como unidad la de lo inteligible,
dad el secreto de la participación, y por tanto y reduciendo la materia al no-sér, que es ó llega
el principio para explicar el mundo sensible, ha­ á ser por su relación á las ideas. Que así queda
ciendo que todas las cosas participen de lo inte­ siempre confirmada la proposición fundamental
ligible, de la Inteligencia divina, donde se iden­ del platonismo de que toda cosa tiene su razón
tifican el conocimiento y la existencia. de sér en las ideas es cierto como también que
Es cierto que dicha afirmación no está for­ de esta suerte ni se explica satisfactoriamente
mulada categóricamente en el Parménides, cuyo la participación, ni ménos se evitan los opinio­
diálogo corta la cuestión con la indecisión más nes extremas, pues que declina el pensamiento
completa que pueda imaginarse, y que es la en la más extremada, en la que asume las obje­
que ha dado márgen á las más encontradas in­ tos particulares en lo inteligible. Preocupado
terpretaciones de los comentaristas; pero, á pe­ Platón con la unidad, con lo universal, se esfuer­
sar de esto, en el diálogo queda bien mostrado: za en mostrar que la inteligencia, Noesis, conci­
primero, que la distinción absoluta ó separación be directamente la unión del pensamiento y de
de las ideas hace imposible todo conocimiento, la existencia en .las ideas, que son lo único que
y segundo, que la unión completa ó identidad existe realmente, de suerte que más se cuida,
de las ideas equivale á establecer por principio como dice acertadamente Mr. Vacherot, de ele­
la confusión é indistinción. Es, pues, evidente var el espíritu a semejantes contemplaciones que
que se necesita, para poder conocer, unir y dis­ de mostrarnos el conocimiento de la esencia ín­
tinguir á la vez bajo término superior, de modo tima de las cosas, y mucho ménos de explicar su
que las ideas se unan entre sí, y estas con las co­ teoría de la participación. La prueba clara de
sas siempre bajo la unidad, que es el supuesto in­ esta falta es reconocida por uno de sus más fie­
defectible, lo mismo de las ideas y de las cosas les intérpretes Mr. Fouillée, que, después de
que de sus relaciones y distinciones (1). exagerar el alcancé y trascendencia del Parmé­
Respecto á la participación de las cosas sensi­ nides hasta un límite al cual quizá no ha llega­
bles, notemos anticipadamente, sin entrar toda- do ningún otro comentarista, tiene, no obstante,
que reconocer y declarar que el Parménides es
(1) V. Notai.3 del núm. I. Exámen del Sofista.
336 ESTUDIOS DE MORAL Y FILOSOFÍA 337

sólo una exposición indirecta (le la teoría de la La división más general al interpretar el Par­
participación (1). ménides está entre los que creen que es un diá­
logo que sirve sólo de ejemplo de un ejercicio ló­
IV- gico, mostrando el método propio de la escuela
de Elea, y los que entienden que el Parménides
Termina el Parmenides con afirmaciones que, tiene un sentido altamente trascendental y on­
al mismo tiempo que son muy vagas, dan origen tològico. Los principales partidarios de la prime­
á muy diversas interpretaciones, siquiera sea ra opinion son Chaignet, Tenneman, Sleierma-
indispensable para razonar éstas de algún modo, cher, Ast, Cousin, Karsten y Stumph, mientras
tener en cuenta todo el desenvolvimiento ante­ que se deciden por la última, apoyados en la au­
rior del diálogo. toridad de Proclo, Hegel, Zeller, Cuno Fischer y
Dice Parménides, dirigiéndose á su interlocu­ Fouillée, tomando una especie de término medio
tor: «Si, por lo tanto, dijésemos, resumiendo; si entre ambas opiniones, P. Janet.
»lo uno no existe, nada existe, ¿no diríamos la Aunque se rechace, como pretende Mr. Chai­
»verdad? Digámoslo, pues, y digamos también gnet, por falta de imparcialidad, la autoridad de
»que, á lo que parece, que lo uno exista ó que no Proclo, todavía creemos que debe hallarse en el
»exista, él y las otras cosas, con relación á sí Parménides algo más que un mero ejercicio lógi-
»mismas y en la relación de las unas con las gico, cuando se observan los esfuerzos llevados
»otras, son absolutamente todo y no son nada; lo á cabo por su autor para agotar todas las hipóte­
»parecen y no lo parecen.». sis relativas á la existencia ó no existencia de lo
Ante semejante conclusion, los comentaristas uno, dejando implícitas, qüe no explícitas, algu­
han interpretado este diálogo de la manera más nas de las más importantes consecuencias para
diversa. Desde los que le hacen carecer de prin­ entender la doctrina platónica, euya última y
cipio (aquéjalos) y de fin, hasta los que le pro­ superior expresión queda reducida, según se des­
claman como una de las maravillas del arte, me­ prende del diálogo, á asumir lo sensible en lo
dian una multitud de opiniones, cuál más, cuál inteligible, y á poner como principio de toda
ménos, todas ellas fundadas en alguno de los mu­ cosa la idea de las ideas, lo universal, la unidad
chos aspectos que la complejidad del diálogo absoluta, concebida directamente en la Noesis
ofrece. mediante la identificación del pensamiento con
la existencia.
(1) A. Fouillée. La Phüosopliie dé Platon, Tomo I, pág. 226.
Por o*ra parte, aunque se asienta á la interpre-
338 ESTUDIOS
DE MORAL Y DE FILOSOFÍA 339
tacion más lata de los que quieren ver en el Par­
ménides una ontologia completa, y se siga la contradicción, que él ha mostrado al exponer y
opinion más exagerada entre ellos, que es la sus­ refutar las teorías jónica y eleática. Ha hecho
tentada por Mr. Fouillée, todavía sera necesario uso para ello de la Dialéctica, ha querido, me­
tener en cuenta que el objeto principal del diá­ diante ésta, establecer una relación éntrelos ob­
logo es la teoría de la participación, y que, res­ jetos particulares y su principio y conociendo
pecto á semejante asunto, no se halla una cum­ que le era imposible explicar dicha relación, ha
plida contestación en él; y buena prueba de ello terminado, asumiendo todos los objetos en lo in­
es que el mismo Fouillée, que ha hecho todos los teligible y universal, en lo uno, declinando ne­
esfuerzos inconcebibles para dar Carácter onto­ cesariamente en el más extremo idealismo.
lògico al Parmenides, declara que éste contiene No le bastan á su autor en el Parménides, como
sólo una explicación indirecta de la teoría de la en el Timeo, metáforas é imágenes para explicar
participación. Además, bueno será no olvidar la participación, y aunque ante tales obstáculos
relativamente á este asunto que si las inferen­ no llega Platón á negar ló múltiple y el movi­
cias que es razonable hacer TP Parménides con­ miento, de igual modo que lo hizo la escuela de
ciertan con la teoría platónica del conocimiento Elea, es lo cierto que, ocupándose casi exclu­
(lo cual creemos confirma la opinion de que el sivamente de la contemplación de lo universal
Parmenides se reduce á pretender explicar la y de elevarse á lo inteligible, no encuentra tér­
participación, señalando principio de union para minos hábiles para deducir de las ideas la exis­
los dos mundos del conocimiento, ó asumiendo el tencia de los objetos particulares, viéndose obli­
uno en el otro), disconforman, no obstante, de gado á cortar la dificultad, afirmando que la ma­
otras teorías metafísicas de Platon, que, expues­ teria es el no-sér, que recibe y toma existencia
tas en otros diálogos, en el Timeo por ejemplo, y reali dad en el grado en que participa de las
revelan, más que afinidades con la escuela de ideas.
Elea, como el Parmenides, conexiones íntimas En éste, como en todos los demás diálogos, bus­
con las doctrinas pitagóricas. ca Platón, según hemos dicho (1), una unidad,
Creemos, pues, que en el Parménides se pro­ bajo la cual aspira á identificar el pensamiento
puso Platon como objeto principal explicar la teo­ con la acción, reuniendo ambos elementos en la
ría de la participación para resolver la contra­ complegidad del bien (sol del mundo inteligible),
dicción, qué le aparece continuamente en la es­ y en tal sentido quizá el pensamiento de Platón
fera de la ciencia entre lo uno y lo múltiple,
(1) V, Exàmen del Fedon, núm. 1.
24
ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFÍA
340
quedaría completo, refiriendo todos los términos
contradictorios que ha examinado, y áun la exi­
gida identificación entre ellos á la idea del bien.
Así hubiera aparecido su pensamiento más claro
y más fiel á la enseñanza de su maestro; pero la CONCLUSION.
idea del bien no explicaba lo inmediatamente
puesto en cuestión, la relación y participación
entre lo uno y lo múltiple, y recurre, por tal
motivo, á la UnM absoluta, que entiende, sin
embargo, como una unidad fecunda y capaz de
producir por sí el movimiento y la vida, siquiera Resumiendo brevemente los principales resul­
tal producción sea para el hombre un misterio tados de la filosofía platónica (que quedan ex­
en los términos en que se resuelve el problema. puestos en este estudio), relativos á la teoría de
Buen cuidado tiene también Platón en los demás la ciencia, será fácil mostrar el sentido ya latente
diálogos de hacer entrever que, en último tér­ de la teoría de Platón, respecto al conocimiento.
mino, esta unidad absoluta ó idea de las ideas es Hemos dividido este estudio en dos partes. De
la primera, ó sea de la parte crítica y negativa
el bien- . , „ contenida en el Teetetes, se infiere: que la ciencia
En resúmen: entendemos que ni el Parmem-
des explica la teoría de la participación, ni se es para Platón cosa distinta de la sensación, que
libra por completo de los errores atribuidos por no puede ser explicada por la opinión ni referida
él á la" escuela de Elea, sino gracias á una incon­ al juicio razonado, debiendo más bien buscar la
secuencia de todo punto infundada y á una con­ ciencia en los elementos suprasensibles ó ideas de
tradicción palmaria, que consiste en afirmar la que está interiormente llena el alma.
existencia de las cosas y objetos particulares De la parte afirmativa ó dogmática que se ha­
para refutar la identidad absoluta de los eleatas, lla en los diálogos Fedon, Libro VI de la Repú­
terminando después por declarar lo part.culai blica, Sofista y Parménides se concluye: que el
múltiple y movible, como la región del no-ser, principio de la ciencia está en las ideas conoci­
que toma su realidad de las ideas. das ó directamente ó mediante la reminiscencia
y que las ideas, principio de esencia de los obje­
tos particulares, son á la vez idénticas y distin­
tas, y se compenetran entre sí mediante la uni­
342 ESTUDIOS DE MORAL Y DE FILOSOFIA. 343

dad., explicándose juntamente la relación de lo la existencia al no-sér, á la materia: hé aquí la


particular á lo general por la participación de obra llevada á cabo por el platonismo, obra se­
las cosas en las ideas, cuya relación debe ser in­ guida en este respecto fielmente por Hegel, que,
dagada mediante la Dialéctica., aspirando á la vez á poner en movimiento los
El principio fundamental del platonismo es, conceptos abstractos de Aristóteles, pretende lle­
por consecuencia, el de que la idea es principio gar, mediante una síntesis, que pone en e\proces-
de toda realidad y de todo conocimiento, ó me­ sus de la determinación (del devenir), á lo que
jor, que lo inteligible es el principio para identi­ llama conciencia de lo absoluto.
ficar el pensamiento y la existencia.
Con tal principio es por extremo óbvio ya in­
dicar la conclusión que puede deducirse del es -
tudio de la teoría platónica respecto al conoci­
miento, no habiendo, por otra parte, tampoco
obstáculo alguno para descubrir el sentido ge­
neral que rige y preside eu toda la doctrina de
las ideas.
Identificado lo real con lo inteligible en el pla­
tonismo, declarada la idea principio de toda rea­
lidad, aún la de los objetos particulares, por
virtud de la participación, el método platónico ó
la Dialéctica es algo más que el punto de enla­
ce entre la Lógica y la Metafísica, es el pensa­
miento mismo, descubriéndola idea como el prin­
cipio de todas las cosas, es, por último, la eleva­
ción categórica y completa del idealismo á sis­
tema y concepción general de la realidad y de la
ciencia.
Identificar lo real con lo inteligible, objetivan­
do todo procedimiento dialéctico, que nunca pue­
de degenerar en abstracto, pero haciendo al mis­
mo tiempo que sea lo inteligible lo que dé de sí
INDICE.

Págs.

Prólogo........................................................
Orígenes del Positivismo.
Orígenes del Positivismo............................. 1
Teorías morales del Positivismo.................. 21
La Familia.
Consideraciones morales sobre su constitu­
ción y carácter......................................... ^7
La Ciencia según Platón.
Introducción................................................. I67
Parte crítica ó negativa de la filosofía pla­
tónica respecto á la ciencia.—Exposición
y exámen del diálogo titulado TwUtvs. . 179
Parte afirmativa ó dogmática de la filosofía
platónica respecto á la ciencia.—Teoría
de las ideas.—La Dialéctica.—Exámen del
...................................................................
Exámen del Libro VI de la República.......... 291
Exámen del Sofista....................................... 305
Exámen del Parméniens.............................. 323
Conclusion..................................................... 341
ERRATAS-

Página. Línea. Dice. Debe decir.

2T 9 firmada afirmada.
31 12 especuladores espectadores.
48 n atonismo atomismo.
83 1(5 de la verdad de verdad.
151 1 duaire douaire.
151 15 lucubraciones elucubraciones
213 11 parecer aparecer.
241 11 de los términos los términos.
291 6 condicional condición.

DE VENTA EN LA LIBRERÍA DE MURILLO,

Alcalá, 18.—Madrid.

Elementos de Ética ó Filosofía moral, por Urbano Gon­


zalez Serrano y Manuel de la Revilla. Un tomo en
octavo, 12 y 14 rs.
Elementos de' Lógica, por Urbano Gonzalez Serrano.
Un tomo en octavo, 18 y 20 rs.
RS

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