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“Vivimos en un mercado planetario que no ha sabido suscitar fraternidad

entre los pueblos”

La mundialización de la que habla ha creado un gran mercado global que, a través de la


tecnología más avanzada, ha reducido considerablemente las distancias entre
continentes. Vivimos en un gran mercado planetario que no ha sabido suscitar
sentimientos de fraternidad entre los países. Y la pandemia del coronavirus ha iluminado
esta contradicción haciéndola aún más evidente. Me hace pensar en la gran crisis
económica de los años treinta, en la que varios países europeos, Alemania e Italia sobre
todo, abrazaron el ultranacionalismo.

En cambio, la pandemia ha mostrado que la humanidad es un único continente y que los


seres humanos están ligados profundamente los unos a los otros. Cada país está
gestionando la pandemia de manera independiente, sin una verdadera
coordinación. Como ocurre en el mundo del mercado, el que no aguanta la competencia
es destinado a sucumbir. El presidente Macron ha utilizado la metáfora de la guerra para
hablar de la pandemia.

Yo, que he vivido la guerra, conozco bien los mecanismos. Ahora no sé si este periodo de


confinamiento durará el tiempo suficiente para provocar restricciones que podrían
recordar el racionamiento de la comida y los comercios ocultos del mercado negro. De
todos modos, no creo que utilizar la metáfora de la guerra pueda ser más útil para
comprender esta resistencia a la epidemia.

La pseudo Europa de los tecnócratas ha masacrado los ideales del proyecto

Después del desastre de la Segunda Guerra Mundial, las primeras relaciones entre Israel
y Alemania se produjeron a través de los científicos. El año pasado, mientras visitaba el
Cern de Ginebra con Fabiola Gianotti, vi alrededor de una mesa investigadores que
procedían de países en conflicto entre ellos. Puede activar un diálogo entre los
trabajadores de diferentes países que en este momento trabajan para crear una vacuna y
producir fármacos eficaces. En el pasado, muchos investigadores han trabajado al
servicio del poder y de la guerra.

En algunos países europeos, los Gobiernos han debilitado progresivamente los hospitales


con sustanciales recortes de recursos. Ahora, con las escuelas y las universidades
cerradas, se hace necesario recurrir a la enseñanza a distancia para mantener vivas las
relaciones entre profesores y estudiantes. También la televisión en Francia se está
organizando para ofrecer programas a los estudiantes de los institutos. Tenemos una
conciencia dividida en compartimentos estancos, incapaz de ofrecer perspectivas
unitarias e inadecuada para enfrentar de manera concreta los problemas del presente.

Nuestros estudiantes no aprenden a medirse con los grandes desafíos


existenciales, tampoco con la complejidad y la incertidumbre de una realidad en constante
mutación. Algunos decanos y algunos profesores han considerado la experiencia de la
pandemia como una ocasión para relanzar la enseñanza telemática. Solo un profesor que
enseña con pasión puede influir realmente en la vida de sus estudiantes. Desde la
infancia, los estudiantes tienen que dejar rienda suelta a su curiosidad, cultivando la
reflexión crítica.

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