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El estrés por déficit hídrico o por sequía se produce en las plantas en respuesta a un
ambiente escaso en agua, en donde la tasa de transpiración excede a la toma de agua. El
déficit hídrico no sólo ocurre cuando hay poca agua en el ambiente, sino también por bajas
temperaturas y por una elevada salinidad del suelo (Levitt, 1980).
El estrés por exceso de agua genera en la planta variedad de cambios que pueden ser
irreversibles como reducción de la permeabilidad de las membranas, lipoperoxidación,
degradación de proteínas clorofilas, disminución de la expansión foliar y cierre de estomas.
Las temperaturas optimas para los cultivos tropicales varían entre (5°c y 25°c) y las
temperaturas que generan estrés son mayores a (30°c y 40 °c) estas pueden causar
diferentes factores como quemaduras en hojas y brotes jóvenes, senescencia foliar y
abscisión, inhibición de brotes y afectar el crecimiento radicular, decoloración de frutos.
Terminantemente estos daños afectan el rendimiento de los cultivos.
D- Estrés por bajas temperaturas.
Los cambios estructurales asociadas al estrés por bajas temperaturas implican, entre otros,
un hinchamiento de los cloroplastos y las mitocondrias, una deformación de los tilacoides,
una reducción en el tamaño y numero de granos de almidón, y la formación de pequeñas
vesículas en la membrana de los cloroplastos. La velocidad del proceso biológico cambia
exponencialmente con la temperatura, por lo que el descenso de ésta también afecta a la
regulación de la cinética del metabolismo de la planta. La exposición a temperaturas bajas
aumenta la probabilidad de contacto entre las cadenas laterales apolares de las proteínas y
las moléculas de agua del medio, y esto afecta a la estabilidad y solubilidad de muchas
proteínas globulares (enzimas) pudiendo llegar a provocar su desnaturalización y afectando
diversas vías metabólicas en las que estas proteínas se ven involucradas fungiendo como
enzimas.