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Los derechos naturales y el derecho a la propiedad

Al creer en una ley moral natural que obliga en conciencia De lo que hemos dicho, podría
pensar que la teoría política de L. Uno de estos aspectos es que Locke cree, sin duda, que hay
un derecho natural a heredar la propiedad. En este sentido, afirma que la familia es una
sociedad natural y los padres tienen el deber de velar económicamente por sus hijos.

ORÍGENES DE LA SOCIEDAD POLÍTICA: EL PACTO SOCIAL

Locke intenta mostrar que la sociedad política y el gobierno se basan en fundamentos


racionales. En opinión de Locke el pacto original implica el consentimiento de los individuos de
someterse a la voluntad de la mayoría. Locke consideraba que el derecho de la mayoría a
representar a la comunidad era evidente, pues rara vez se produce unanimidad en los asuntos
públicos si bien no parece considerar la posibilidad de que una mayoría actúe tiránicamente
sobre una minoría. Sea como fuere, el principal propósito de Locke es mostrar que la
monarquía absoluta es contraria al pacto social original y, sin duda, el peligro que
representaba para la libertad el gobierno de la mayoría era mucho menor que el que provenía
de la monarquía absoluta.

Por el contrario, Locke afirma que es irracional ponerse en manos de un soberano absoluto. Si
el gobierno abusa o hace dejación del poder en contra de los intereses del pueblo, Locke cree
justificada la rebelión para destituir a éste. Locke parece apuntar que el pacto se ha producido
de hecho en algunas situaciones históricas . Para responder a esta pregunta, Locke recurre a la
distinción entre consentimiento explícito y tácito.

LA ABOLICIÓN DEL PODER LEGISLATIVO

Por último, los gobiernos se disuelven cuando el príncipe o el legislativo obran de modo
contrario al mandato recibido, como cuando invaden la esfera de la propiedad de los
ciudadanos o intentan tener un dominio arbitrario sobre su vida, libertad o propiedad. Y si se
pregunta quién ha de juzgar si las circunstancias hacen legítimas la rebelión, Locke afirma que
es «el pueblo», ya que sólo el pueblo puede decidir si el mandatario ha abusado del mandato
que le ha sido conferido. Hay que entender, por tanto, que en ningún caso Locke apoya una
rebelión sistemática o general sino excepcional y vinculada a situaciones de gobierno
intolerable e injusto.

Locke era un hombre religioso. Y, posiblemente por eso, quiso preservar a la religión de las
impurezas y contaminaciones de la realidad política. Locke entiende que Dios es el
fundamento último de la ley moral de un estado de naturaleza justo y ordenado . Pero Locke
comprende que la religión puede ser también un peligro para la paz y el orden público, lo que
está estrechamente ligado a la situación histórica donde el cristianismo se ha fragmentado en
múltiples heterodoxias.

Dirá Locke, en esta línea, que nadie está en posesión de toda la verdad religiosa. En una línea
de pensamiento liberal y anti-paternalista, que más tarde consolidará Stuart Mill, Locke no ve
nunca razones ni justificaciones para la coacción religiosa. Sobre todo, Locke insiste en lo ilícito
de mezclar y confundir los dos órdenes, religioso y civil o político.
LA ILUSTRACION EN KANT

La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. La minoría de edad estriba en la


incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es
culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del
entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin
la conducción de otro. He aquí el lema de la ilustración.

Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. Como la mayoría de los hombres tienen
por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se
han cuidado muy amablemente de tomar sobre sí semejante superintendencia. La ilustración
es, para Kant, la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la
imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro.

Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de


decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro.

Por lo tanto, son la pereza y la cobardía las causas de que la mayor parte de la humanidad se
someta voluntariamente a los dictados de otras personas, el resultado es la minoría de edad.
Para Kant la ignorancia es sinónimo de esclavitud, pues el ignorante acepta gustosamente ser
dirigido por los sabios o «tutores», este sometimiento a la razón ajena constituye el mayor
pecado por cuanto va contra la propia naturaleza del hombre. En efecto, la naturaleza nos ha
hecho libres frente a la bestia, que está totalmente determinada por el instinto. Pero Kant
advierte que salir de esta inmadura «minoría de edad» resulta para muchas personas muy
difícil, porque se sienten incapaces de pensar por sí mismos.

Kant cree que la generalización de la Ilustración , es algo que llegará, puesto que forma parte
de la naturaleza del ser humano, pero también desconfía de un cambio excesivamente brusco
y radical. Esta es la razón por la que Kant repudió cualquier cambio revolucionario, pues solo
se consigue de este modo la sustitución de antiguos prejuicios por otros nuevos. De lo que se
trata no es de promover una revolución, que según Kant no haría sino sustituir los viejos
prejuicios por otros nuevos, sino de reformar el modo de pensar de manera progresiva. Para
que la Ilustración sea posible es necesaria una reforma del pensamiento, pero de modo
paulatino o progresivo .

- Entendía por uso público el que alguien, especialmente si es conocedor de un tema, hace de
su propia razón ante el público entero del mundo de lectores, expresa de manera pública y
compartida con cualquier ciudadano su opinión, sus razones. Defender el uso público no es
sino defender la circulación de ideas y la libertad de expresión. Siguiendo los ejemplos que
pone Kant, sería perturbador que un oficial, al recibir una orden de sus superiores, quisiera
razonar en voz alta durante el servicio la pertinencia o utilidad de esta orden, o que el
ciudadano decida negarse a pagar la contribución o impuesto que se le ha fijado, o que el
clérigo de una determinada confesión imparta el servicio religioso según su personal juicio.
Pero el que, en el ejercicio de su papel, deba obedecer pasivamente, no es incompatible con
que, como conocedor del tema, haga en público observaciones sobre la pertinencia del
servicio militar, sobre la injusticia o inconveniencia del mencionado impuesto, o sobre los
defectos del símbolo religioso y sobre sus propuestas para mejorar la institución.
En síntesis, para que la «maquinaria social» se mantenga en libertad, pero con orden es
preciso, según Kant, obedecer normas y criterios propuestos por otros , pero nada debe
impedir que los individuos hagan públicas sus ideas y reflexiones personales sobre los diversos
asuntos sociales . Por lo tanto, la libre crítica y la disensión son, según Kant, fundamentales
para el progreso de la humanidad.

C) MARX Y EL PAPEL DEL HOMBRE COMO TRANSFORMADOR DE LA HISTORIA.

Características generales de la filosofía de Marx

Que la historia es dialéctica significaría que avanza según un cierto esquema previo cuyos
pasos o momentos constantes son los de tesis, antítesis y síntesis. El devenir o suceder de la
historia humana no va «perdiendo cosas», ni tampoco es un proceso simple de sustitución de
etapas por otras, sino que en su transcurso va sumando cosas en la medida en que se incluyen
en nuevas síntesis superadoras. Este proceso tesis-antítesis-síntesis volvería a repetirse una y
otra vez, constituyendo el «ritmo» de la historia. Para Marx este esquema dialéctico no es una
ley de pensamiento que el filósofo «impone» de un modo artificial a la realidad, sino una ley
de la realidad misma que se refleja en el pensamiento en cuanto el intelecto analiza
correctamente las situaciones concretas.

Su punto de vista es materialista, esto es, lo decisivo a la hora de descubrir las leyes que rigen
el funcionamiento y el cambio de la sociedad es el plano material, el sustrato constituido por
las clases sociales, la organización del trabajo, la posesión de la propiedad etc. Por tanto, no es
el plano de las ideas lo relevante sino lo que podríamos denominar la dimensión material que
sustenta a la sociedad. En particular, la concepción materialista de la historia supone que el
factor básico que determina los cambios históricos es la actividad económica y las condiciones
en que vive el hombre y no las ideas dominantes en cierta época. En sus análisis de la sociedad
y la historia el punto de vista económico tiene un protagonismo fundamental. Marx hará uso
de los conceptos económicos desarrollados por Smith, dada la importancia que en el sistema
marxiano adquiere el plano económico .

Conceptos de valor o plusvalía, de claro contenido económico serán fundamentales en la


filosofía de Marx. La filosofía de Marx es también una teoría del Estado y de la revolución. Otra
característica del pensamiento de Marx es su crítica al pensamiento abstracto y su vocación
práctica de provocar o conseguir una transformación real de la sociedad. En este concepto
incluiríamos las manifestaciones artísticas, religiosas, morales, políticas, etc. de una sociedad.

Para Marx es claro que el nivel determinante y, por ello, el decisivo en toda sociedad es el nivel
infraestructural.

Si, desde el punto de vista teórico, la infraestructura es el nivel determinante y principal de la


sociedad, desde el punto de vista práctico, se asocia a esta idea la consecuencia de que
ninguna filosofía entendida como puro sistema de ideas, como teoría , puede pretender
cambiar por sí solo la sociedad, y el cambio social deberá venir de la mano de la
transformación efectiva de las condiciones económicas, lo que en Marx exigirá el requisito la
revolución. En definitiva, Marx reitera y subraya que es el nivel económico lo que determina el
pensamiento y las restantes manifestaciones espirituales.

La importancia del trabajo


Marx no entiende el trabajo en el sentido coloquial en el que podríamos referirnos a él, como
un modo de ganarnos la vida o como mero ejercicio de una profesión para la que estamos
cualificados. Para Marx el hombre no es básicamente un ser contemplativo, sino un ser activo,
y esa actividad se concreta en el trabajo . Por eso el trabajo no es sólo importante para Marx
por los objetos que produce sino por lo que el trabajo en sí mismo significa para el hombre.
Marx pone de manifiesto la significación del trabajo como realización de las potencialidades
humanas, de la «esencia» misma del ser humano.

Resumimos

Para Marx, el trabajo es crucial para entender el funcionamiento de la sociedad y al hombre


mismo. Producir significa transformar la Naturaleza, y al transformar la Naturaleza el ser
humano expresa su rasgo esencial. No se limita a tomar de la Naturaleza lo que ésta le ofrece ,
sino que deliberadamente busca modificarla . El trabajo, como actividad productiva libre, es la
actividad en la que el ser humano expresa su humanidad, su verdadera naturaleza, lo más
propio, su esencia, es la actividad en la que el ser humano se realiza en tanto que humano.

De ahí también que Marx preste especial atención al trabajo y las condiciones en que este se
lleva a cabo. Esta cuestión no es accesoria o periférica, no solo pueden ser consideradas como
aspectos de la economía de una sociedad, sino que resultarán fundamentales para la vida del
hombre. Por hacer una referencia contextual, el idealismo alemán anterior a Marx había dado
una particular importancia al problema de la identidad es una actividad de auto-expresión es
libre es social porque lo propio de la naturaleza humana es producir con otros y para otros y
entenderse a sí mismos a la luz del propio reconocimiento con los demás y el trabajo en
común. Este «modelo ideal» del concepto de trabajo, nos sirve para realizar -en línea con lo
que hizo Marx- un diagnóstico sobre la situación del proletariado de su época, así como para
comprender el concepto clave de trabajo enajenado al que haremos referencia un poco más
abajo.

Marx pone de manifiesto que en la sociedad capitalista del S. Pero la organización económica y
política de la sociedad, no ha sido, históricamente siempre igual, ni lo que vale para la sociedad
capitalista, valdría para otros momentos de la historia. La historia como sucesión de los modos
de producción. Al analizar la historia, Marx establece que en ella pueden establecerse una
serie de etapas o fases , diferenciadas unas de otras en razón de su organización económico y
de las relaciones sociales derivadas de ellas, que era, según comentamos, el factor decisivo
para Marx. No entraremos en el detalle descriptivo ni conceptual que usa Marx en este
análisis, que es bastante complejo y pormenorizado, y nos obligaría a hacer un estudio mucho
más a fondo de la filosofía y la teoría económica que abarcan los escritos de Marx.

Quedémonos con la idea general de que Marx concibe la historia como esta sucesión de
modos de producción, entre los que describe el asiático, el esclavista, el feudal y el capitalista.
Marx está convencido de que el capitalismo es una fase cualitativamente diferente a las otras y
que las tensiones internas de la sociedad capitalista -o, como dice Marx, sus
«contradicciones», terminarán dando lugar al comunismo concebido como sociedad justa y, en
este sentido, fin de la historia.

Precisamente porque la historia -en tanto que sucesión de modos de producción- entra en una
fase cualitativamente diferente con el modo de producción capitalista, Marx le prestará una
atención preferente. En el sistema capitalista el trabajador se ve obligado para subsistir, a
vender en el mercado su fuerza de trabajo . Pero este proceso es desigual en tanto que
empobrece al proletario y enriquece al capitalista. Pero lo que produce el obrero vale más que
el salario que recibe por su trabajo, puesto que el rendimiento de su trabajo se podría dividir
en una parte que es la que recibe por su trabajo y otra que quedaría como ganancia para el
capitalista.

La plusvalía no es, pues, sino la ganancia que el capital obtiene a costa del obrero, es «una
parte del valor de trabajo del proletario, del que se apropia el capitalista» y, es aquí donde
reside la clave de la explotación capitalista y el hecho de que el trabajo del obrero sea lo que
Marx denomina un trabajo alienado. Este es otro concepto clave de la filosofía de Marx, que
debemos explicar. -Puede entenderse que, en el modo de producción capitalista, lejos de
contribuir a la plenitud del hombre o realización de su esencia -como ser humano- provoca el
efecto antagónico, convirtiéndolo en lo que no es, es decir, en una cosa cuya fuerza de trabajo
puede ser comprada por un salario de subsistencia, cuya actividad como trabajador no expresa
ni desarrolla sus potencias -sino que se reduce a trabajo mecánico orientado a la producción-,
y cuyo producto del trabajo no le pertenece . La alienación en Marx, a diferencia de cómo la
habían considerado otros autores, en particular el idealismo alemán, no es un fenómeno de
conciencia que se resuelva a nivel de la conciencia .

-La alienación económica es el producto directo y concreto de una cierta organización del
sistema económico capitalista -las relaciones de trabajo, propiedad etc. que se dan en el
mismo, lo que más técnicamente denomina Marx la infraestructura-. -Encontramos aquí de
nuevo la idea de que la filosofía de Marx es una filosofía práctica orientada a la revolución que
transforme de manera efectiva la sociedad. Es imposible cambiar la estructura de la sociedad,
simplemente filosofando sobre ésta. Marx expresa esta idea diciendo que es necesario
«superar la filosofía» y esta superación es a la vez la «realización de la filosofía» .

Pero en la sociedad capitalista el trabajo pasa a ser trabajo enajenado porque con él el
proletario sólo logra lo necesario para sobrevivir, y es el capitalista -el que posee las fábricas y
las materias- el que se queda con la mayor parte del producto de ese trabajo, el proletario es
«despojado» de aquello que él ha producido, se ha des-humanizado, ha perdido lo más
esencial de su naturaleza y se le ha reducido a un mero elemento o engranaje en el proceso
productivo, a saber, la mano de obra que puede ser vendida y comprada. Este hecho es al que
se refiere Marx como la alienación económica.

La alienación religiosa

El análisis que hace Marx de la religión está también directamente relacionado con el concepto
de alienación. Enseguida se comprenderá también que Marx se considere uno de los
principales teóricos del ateísmo moderno. De ahí que Marx hable de la religión como «el opio
del pueblo». -Para Marx la religión refleja y expresa la distorsión de la sociedad humana.

Paradójicamente, según hemos dicho, este «remedio» se convierte en un obstáculo que


impide al hombre alcanzar su plenitud en el único lugar que puede encontrarla,
comprometiéndose con el proyecto de transformar la sociedad. Marx cree que una vez
superada la alienación económica, desaparecerá la misma en el ámbito de la religión, por lo
que la primera debe ser considerada básica y fundamental y la segunda derivada.

El paso del capitalismo al comunismo y el «fin de la historia»


Antes que nada, significa que después del sistema capitalista se instaurará, según Marx un
régimen social que no sólo sustituirá al capitalismo para ser un modo de producción más, sino
que tendrá lo que podríamos denominar carácter terminal, significará una estructuración
estable y justa de la sociedad que ya no vendrá a ser sustituida por ningún otro modo de
producción. Marx no cree que el conflicto y el antagonismo social sean inevitables como si
formaran parte de la naturaleza humana.

Y ésta sólo puede suprimirse si abolimos la propiedad privada de los medios de producción,
esto es, si el capitalista no es ya el dueño ni de los medios de producción ni del producto final
que resulta del proceso de producción. La propuesta que Marx hace para la sociedad que está
llamada a sustituir al capitalismo es el comunismo, cuyo rasgo definitorio no es sino el de la
eliminación de la propiedad privada. Pues, sencillamente, el proletariado que es la clase social
explotada en el sistema capitalista. Es preciso que tenga lugar lo que Marx llamó la revolución
del proletariado.

Marx pensó que el sistema capitalista evolucionaría en el sentido de marcar cada vez más las
diferencias entre la burguesía y el proletariado, enriqueciendo al primero y haciendo que las
condiciones de vida del segundo fueran cada vez más depauperadas y peores.

La dictadura del proletariado

Una vez que la clase obrera haya tomado conciencia de la explotación y opresión sufre, se
organizará en torno a partidos de carácter revolucionario, siendo dirigida por una vanguardia
especialmente capacitada y activa, empeñada en planificar la destrucción del sistema
capitalista. Esa acción no debe circunscribirse a un solo país ya que, siendo las condiciones y
los intereses de la clase trabajadora idénticos en todo el mundo capitalista, ha de tener un
carácter internacional. El nuevo Estado que surge de la revolución habrá de suprimir la
propiedad privada de los medios de producción y sustituirla por la propiedad colectiva de los
mismos.

La sociedad sin clases

Por lo tanto, ya no habrá ni opresores ni oprimidos, tan sólo una clase social, la trabajadora. En
su seno regirá la solidaridad y la armonía entre hombre y trabajo, éste ya no será fuente de
sufrimiento y alienación. En suma, se habrá alcanzado una suerte de paraíso en la tierra, el de
la sociedad comunista.

NIETZSCHE Y LA CRITICA A LA FILOSOSFIA OCCIDENTAL Y LA MORAL CRISTIANA

Crítica a la filosofía occidental: la trasmutación ontológica

La tradición filosófica occidental, en particular cuando trata el tema del ser o la realidad
considera el ser verdadero como lo fijo, lo inmutable y eterno. se opondrá frontalmente, fue
introducido en el pensamiento occidental por Platón y asumido por la tradición cristiana . La
invención del trasmundo , del Ser estático y eterno, del dualismo , es una de las características
propias de la tradición filosófica que ha dominado occidente desde Grecia. Consiste en el doble
error de inventar otro mundo y de darle más importancia que al mundo de los sentidos, único
real y verdadero, según Nietzsche.

Todas estas características cristalizan en particular en el concepto cristiano de dios. reconoce


que esa dualidad de mundos, a pesar de constituir la mayor de las falsedades, ha imperado y
se ha hecho dominante en la tradición filosófica occidental. Esto le lleva a preguntarse la razón
de este dominio que ha durado siglos y se ha impuesto sobre cualquier otro modo de concebir
la realidad. , El enfoque tradicional de la filosofía occidental consiste, en ofrecer un remedio y
una defensa contra la amenaza y el terror del devenir.

La vida, en su sentido inmanente -es decir, desprovista de un «más allá» que le ofrezca
sentido- está «amenazada» por un azar imprevisible que determina los acontecimientos
humanos. El hombre no sabe qué le espera, ni tampoco encuentra respuesta al por qué de
todo lo negativo que tiene que enfrentar y asumir. Es en nombre de este «mundo verdadero»
que redime al hombre de sus miedos y da sentido a la existencia, en base al que toda la
tradición filosófica ha estructurado su búsqueda de la verdad y la construcción de un orden de
valores morales dominante. Es esa la raíz del dualismo metafísico dominante en la tradición
occidental.

La transvaloración de los valores. pretende corregir al platonismo y la tradición filosófica


denunciando una inversión injustificable y proponiendo «dar la vuelta» al orden ontológico ,
no menos revolucionaria será su propuesta moral de invertir por completo el orden de los
valores que son y han sido por mucho tiempo dominantes en nuestra cultura. A esta inversión
de los valores, se le denomina transvaloración de los valores. está dedicada a la crítica de la
moral tradicional .

Pero su crítica no va contra toda forma de moral, puesto que su filosofía, pretende ser, como
veremos, la propuesta de una nueva moral, de un nuevo código de valores que sustituya al
anterior. no es, como se ha dicho frecuentemente, un inmoralista, sino que pretende una
revolución moral que sustituya viejos valores morales caducos y sin fundamento, por otros que
impulsen la vitalidad del individuo. Aunque la crítica nietzscheana se centra en los valores
judeocristianos, el origen de esta moral se remonta a Grecia, cuando Sócrates introdujo el
concepto de bueno y de malo, lo que trajo consigo entender que la virtud consistía en actuar
conforme al logos, a la razón. El espaldarazo final lo daría Platón expulsando de la República a
los poetas, señalando al cuerpo como una mera cárcel del alma y condenando al hombre a una
vida regida por el ideal de la purificación y la meta del conocimiento como bien supremo.

Se comprende que a esta moral de los esclavos la denomina también N. moral de rebaño. Es
esta la imagen del hombre que propone la moral cristiana, la imagen que contribuye a debilitar
su voluntad y prepara al individuo para acoplarse al rebaño de la uniformización general.
Queda pues de manifiesto el carácter inquisitivo y represor de la razón como negación a la
vitalidad del hombre. La «fuerza del yo», y la capacidad humana de actuar por propia voluntad
quedan adelgazadas y debilitadas, de modo que esta moral empuja al hombre a ser siervo.

Esta actitud por la que el hombre débil entrega toda su fuerza para ponerla al servicio de los
otros, conduce a lo que N. Otro grave error de la moral cristiana es lo que N. denominó el
absolutismo moral. Según este planteamiento, el cristianismo comprende los valores morales
como objetivos y los siente como mandatos, como exigencias que vienen de fuera , haciendo
recaer su fundamento en instancias absolutas que -como N. El error de este planteamiento
consiste en que dicha moral olvida que los valores los crean las personas, son proyecciones de
nuestra subjetividad, de nuestras pasiones, sentimientos e intereses, los inventamos, existen
porque nosotros los hemos creado y deben estar al servicio de la vitalidad . El dogmatismo
moral consiste precisamente en olvidar que los valores dependen de nosotros y suponer que
tienen una existencia objetiva. En definitiva, los valores tradicionales del cristianismo
representaban una «moralidad esclava», el cristianismo sólo fomenta valores mezquinos como
la obediencia, el sacrificio o la humildad, sentimientos propios del rebaño.
El cristianismo sería para el filósofo una moral vulgar, que se opone a todos los valores
específicos de la verdadera virtud. alude a la moral cristiana subraya la idea de que no se trata
solo de un enfoque teóricamente erróneo sino de una postura vitalmente dañina. Nietzsche
propone la moral de los señores, los valores que afirman y potencian la vida, que la exaltan,
que contribuyen a que el individuo adopte un papel afirmativo y creador. Esta tarea, que
supone «invertir» los valores dominantes de la tradición cristiana, es la que N. denomina
«transvaloración de los valores».

Y es que para Nietzsche el hombre verdaderamente virtuoso, es aquel que fija sus propios
valores , es «bueno» aquel que decide sobre sí y para sí, aquel que expresa su vitalidad a
través de su ser personal, a través de la originalidad de su ser. Es a este prototipo del hombre
al que denominará «superhombre». El criterio moral que se desprende de la filosofía de N. es
el de que serán preferibles aquellas posiciones de valor que promuevan, fomenten y
desarrollen la vitalidad. La moral tradicional es «antinatural» pues presenta leyes que van en
contra de las tendencias primordiales de la vida, es una moral de resentimiento contra los
instintos y el mundo biológico y natural.

Esto se ve, entre otros muchos síntomas, en la obsesión de la moral occidental por limitar el
papel del cuerpo, los sentidos y la sexualidad. Si la crítica a la moral en N. condujera a un
relativismo total , no cabría hablar de transvaloración, es decir, inversión del sentido de los
valores. Pero en la filosofía de N. Lo bueno es todo lo que acrecienta el sentimiento de poder,
la fuerza, la vitalidad, el poder creativo del hombre, mientras que lo malo es lo que lo debilita .

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