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Ensayo sobre Hegel / Fraude en filosofía

Eduardo Vásquez Germain (UCV)

No cabe duda alguna que Hegel es uno de los filósofos más


citados de la época actual. Y no cabe duda alguna de que es uno
de los menos comprendidos. Su relación con Marx, en virtud de
su dialéctica, interpretada por los soviéticos, lo encauzó hacia
la banalidad y la superficialidad. Hegel mismo expuso con
mucha claridad su filosofía, en distintas obras, pero nos parece
que la que es más accesible a cualquier lector es
su Propedéutica filosófica, traducida por nosotros, y publicada
por Equinoccio (1980) Editorial de la Universidad Simón
Bolívar.
Nos vamos a referir a esta obra, a las Explicaciones a la
Introducción. Esa Introducción trata de la voluntad humana,
pero esta puede ser tanto particular como universal. ¿De dónde
toma su contenido la voluntad para actuar, esto es, para su
comportamiento práctico? Puede tomarlo de un objeto externo
o de uno interno. Cuando un objeto se origina desde el
exterior, se trata de la percepción sensible. Y si ese objeto es
suministrado por el espíritu pertenecen al mundo inteligible.
Cuando nos es dado un objeto sabemos de él y no del yo. Pero
aunque no lo sepamos el yo está presente y podemos tener
conciencia de él.
Hegel se extiende más por lo que él entiende como conciencia
práctica. Es la conciencia activa que no deja al objeto como él
es, sino que produce modificaciones y engendra desde sí
modificaciones. Podríamos afirmar que Hegel hace toda una
filosofía de la conciencia. Inicia su análisis desde el nivel más
bajo de la conciencia, esto es, aquel en que la conciencia está
sumergida en el estado de naturaleza, tiene tendencias sobre
las cuales no actúa, y se comporta como un ser necesario y no-
libre (Propedéutica, Pág. 22). Pero el hombre es un ser
pensante. Puede reflexionar, esto es, desviar su atención de los
objetos externos y analizar sus tendencias. Ese término, con el
sentido de desviar la mirada hacia lo interno y pensar, cumple
un papel importante en la filosofía de Hegel. Esa característica
del pensamiento es lo que le permitirá a la conciencia pasar a
una etapa superior. La reflexión o, como dice Hegel “ir dentro
de sí mismo” (Ob. Cit. Pág. 22) permite conocer lo que se tiene.
Es algo muy distinto tener tendencias y saber que se tiene esas
tendencias o tener malos modales y saber que se posee esas
deficiencias: “En cuanto uno reflexiona en esto o sabe de ellos,
uno tiene que saber de su contrario. La reflexión en ellos es ya
en primer paso hacia su rebasamiento” (Ob. Cit. Pág. 23).
Cuando se manifiesta una tendencia se tratará de satisfacerla y
para ello se buscarán los medios adecuados para satisfacerla y
se verá si los medios son demasiado importantes para
sacrificarlos a esta tendencia. Por medio de la reflexión la
conciencia se coloca en un nivel superior al de la satisfacción de
la apetencia sin mediación. Leamos a Hegel: “Por tanto, la
reflexión ha de comparar las tendencias para ver si son afines
con la finalidad fundamental y si esta es más favorecida con su
satisfacción. En la reflexión comienza el tránsito de la
apetencia inferior  a la superior. El hombre allí ya no es mero ser
natural, es decir, ya no se encuentra en la esfera de la
necesidad” (Ob. Cit., Pág. 23). ¿Cuándo se dice que algo ocurre
necesariamente? Cuando solo puede ocurrir eso y no otra cosa.
Por medio de la reflexión la conciencia escapa de la necesidad.
Ella tiene frente a sí varias tendencias y escogerá la que le
parece más conveniente. Es en esta esfera que tiene lugar
el libre arbitrio. No es una libertad total pues la conciencia se
encuentra frente a distintas posibilidades no creadas por ella.
La conciencia se encuentra aquí en relación con lo finito. Es la
esfera de lo finito. Satisfará una tendencia finita para luego
recaer de nuevo en otra tendencia finita. La conciencia se
mueve entre deseos y no se eleva por encima de esos deseos.
Después de esa esfera la conciencia transitará o pasará a la
reflexión práctica absoluta, por encima de la esfera de lo finito,
esto es, abandona la esfera inferior de apetencia.
Antes de continuar, vamos a hacer algunas observaciones. Para
salir de una esfera y pasar a otra hay que hacer un acto
de negación. Niego la esfera de la esfera
inferior. No permanezco en ella. Eso no hace desaparecer
deseos y tendencias. Siguen estando allí, pero se realizaran de
otra manera. Es una negación que conserva, que no aniquila lo
negado. Es el poder de lo negativo, propio de la conciencia y lo
que hace que ella se mueva, transite o pase a otra esfera. Lo que
mueve a la conciencia, lo que la hace pasar de una estructura a
otra es el poder de lo negativo inmanente a ella: “Aquello por
cuyo medio el concepto se impele adelante por sí mismo es lo
negativo ya mencionado que contiene dentro de sí (in
sich), este es el verdadero elemento dialéctico” (Ciencia de la
lógica, Tomo I, Pág. 73). Concepto y conciencia son lo mismo.
Si acudimos a la lógica, el concepto puede caracterizarse como
la identidad consigo mismo (A=A). Pero dentro de sí contiene
su negación No-A. Lo que lo niega es lo que lo hace ser lo que
él es. Soy un hombre, no soy un ángel; no ser un ángel es lo que
me da mi identidad. Y si yo tengo dentro de mí lo que me
mueve esto no vendrá de otro ser sino de mí mismo. No actúa
sobre mi ninguna fuerza externa, como es propio de los seres
naturales carentes de pensamiento. Moverse a sí
mismo, ponerse a la vez que pone su negación es propio sólo
del espíritu. Sin el poder de lo negativo no habría historia ni
progreso. Si la historia es propia del espíritu es este el que, por
medio de su poder negativo, se opone a la vez que engendra la
negación de lo puesto.
No crea el lector que siempre se ha sabido y admitido lo que
afirmamos. En nuestro libro Ensayos sobre la
dialéctica (Reedición 2010, Edit. Pomaire) escribimos lo
siguiente del filósofo alemán N. Hartmann: Este “nos advierte
que el poder de lo negativo nos sale continuamente al paso en
la Fenomenología. Pero nos dice que estamos ante uno de los
muchos caracteres superficiales  de la dialéctica y no frente a lo
peculiar o sustancial de ella” (Pág. 255).
No deja de causar asombro que N. Hartmann, uno de los más
importantes filósofos, autor de obras fundamentales de
ontología se le haya escapado lo esencial de lo dialéctico. ¿No
conoció el trozo que hemos citado sobre el verdadero elemento
dialéctico, que se encuentra en la Ciencia de la lógica? Pero
nuestra sorpresa no se agota con la afirmación de N. Hartmann.
Un libro titulado rimbombantemente “Tres fundamentaciones
de la filosofía marxista en Venezuela” (2011) y cuyo autor José
Rafael Herrera fue titular durante veinticinco años de la cátedra
Hegel en la Escuela de Filosofía de la UCV colocado bajo la guía
de su maestro de vida y formación Giulio F. Pagallo,
apoyándose en el pensamiento de Ludovico Silva afirmo lo
siguiente: “Una determinada forma histórica se presentaría
como tesis susceptible de ser negada por una antítesis negación
que a su vez produciría una síntesis que no consiste en la lisa y
llana negación de la tesis sino su superación o Aufhebung.
Frente a esta logomaquia cabe preguntarnos si estamos o no
estamos hablando de lógica” (Ob. Cit., Pág. 125).

Es importante nos parece, revisar lo que escribió Ludovico Silva


sobre la filosofía y la dialéctica de Hegel. El libro al que nos
vamos a referir “Antimanual para uso de marxistas, marxólogos
y marxianos” fue publicado en 1975 por Monte Ávila. Hacen ya
39 años. Pero una publicación reciente, “Tres fundamentaciones
de la filosofía marxista en Venezuela”  (2011), publicada por las
Ediciones de la Biblioteca, de la UCV, ha retomado lo escrito
por el profesor Ludovico Silva, sin efectuar ninguna crítica
propia e ignorando lo que se ha publicado sobre lo que escribió
Ludovico Silva.
El profesor Herrera, como titular de la cátedra sobre Hegel, no
consultó las obras de Hegel, acepta acríticamente lo que
escribió el profesor Silva. El profesor  Herrera no valora nada de
lo que se escribe y publica en Venezuela. Prefiere los autores
italianos. Ya hemos citado un importante fragmento del
profesor Silva, sobre la tesis, la antítesis y la síntesis. Toda la
argumentación del profesor Silva se basa en lo siguiente: “La
única lógica existente es la lógica formal, la lógica matemática”
(Antimanual, Pág. 40).
Analizaremos lo que pensó Hegel de esa lógica, pero antes
haremos una observación a lo que asienta el profesor Herrera
sobre la  Tesis, etc.
Leamos lo que escribe el profesor Herrera: “Esta ley (la de tesis,
anti, síntesis) adolece de todo significado dialéctico (en vez de
“adolecer”, hubiera sido mejor carece) de todo significado
dialéctico y, como ya se ha advertido nada tiene que ver con la
concepción expuesta por Hegel de la dialéctica (aquí el profesor
Herrera ha debido señalar donde expuso Hegel esa
concepción, Eduardo Vásquez). En primer lugar, porque Hegel
solo ha hablado –que se sepa- en una oportunidad (habló o
escribió, y ¿dónde lo hizo? de antítesis y síntesis, aunque no de
tesis” (Tres fundamentaciones,  Pág. 125). ¿Cómo es posible que
un profesor que escribe sobre las fundamentaciones del
marxismo ignore la Miseria de la filosofía donde Marx expone
en que consiste la dialéctica de Hegel y sobre todo los términos
propios de ella y sus equivalentes en distintos idiomas?
En nuestro país se hizo una excelente publicación de textos de
Marx con el título de Escritos de juventud, con selección,
traducción e introducción de Francisco Rubio Llorente
(Instituto de Estudios Políticos. Facultad de Derecho, Caracas
1965). Para el que investiga el pensamiento de Marx en
Venezuela es absolutamente indispensable conocer esa obra,
pero el profesor Herrera ignora todo lo que se publica aquí,
entre ellos mis trabajos sobre Hegel y Marx. Veamos lo que dice
Marx en Miseria de la filosofía. Marx se pregunta ¿Qué es el
método absoluto? Y responde “la abstracción del movimiento”,
el movimiento en estado abstracto, ¿Qué es el movimiento en
estado abstracto?, la fórmula puramente lógica del movimiento
o el movimiento de la razón pura, ¿en qué consiste el
movimiento de la razón pura? Y aquí viene lo que ha debido el
profesor Herrera tomar en cuenta: “en ponerse,
oponerse, componerse, formularse como tesis, antítesis, o bien
en afirmarse, en negarse y negar su negación” (Ob. Cit., Pág.
351).
El término alemán sich setzen equivale a ponerse. Claro Hegel
no utiliza el término español ponerse ni tampoco el de tesis que
en griego significa poner. Lo que escribe J. R. H. nos lleva de
asombro en asombro.
Ya vimos que, como lo afirma Ludovico Silva, Herrera sostiene
que ese ponerse, oponerse y componerse, es una visión
mecanicista y manualesca, y sostiene que es supuestamente
una ley “presente en los manuales”. Miseria de la filosofía, donde
expone lo que es el movimiento de la razón ¿es un manual?;
como ya vimos lo que dice Marx, según J. R. Herrera, “carece de
todo significado dialéctico”. Y enseguida para sostener su tesis
escribe: “Hegel sólo ha hablado, que se sepa, en una
oportunidad de antítesis y síntesis, aunque no de tesis y, según
el profesor lo hace para “burlarse de semejante adefesio”.
El profesor debe explicarnos como puede haber antítesis sin
que haya previamente una tesis. Antítesis supone que es
oponerse a algo puesto. Lo que afirma Herrera se parece a la
anécdota de un diputado español que se quedó dormido y se
despertó cuando se iba votar. Exclamó: “¡No sé de qué se trata,
pero me opongo!”.
Tratemos de explicar brevemente lo que contiene este ponerse
y oponerse. En esa posición y oposición se encuentra toda la
filosofía de Hegel, la cual no es otra cosa que el movimiento del
espíritu. Él se mueve a sí mismo, la causa de su movimiento se
encuentra en él mismo; no proviene de una causa externa.
¿Cómo encontró Hegel esa causa inmanente? La encontró en
su crítica al principio de no-contradicción o de identidad. Ese
principio es la base de la lógica formal: A es igual a A. Pero
Hegel dice que A para ser A necesita de No-A. Sé lo que soy
porque sé lo que no soy. Mi existencia, mi ser, se lo debo a otro.
Por tanto, No-A forma parte esencial de A, le es inmanente,
está contenido en él. Al ponerse A, lo otro contenido en él, que
es a la vez su negación y su afirmación, se desarrollará,
adquirirá vida y aparecerá.
Marx tiene una opinión muy distinta a la de Silva-Herrera.
Negación, negación de la negación, no son para él una
logomaquia, un poner a pelear ideas o conceptos. Ya citamos lo
que Marx dice en la Miseria de la filosofía. Escuchémosle ahora
en su Crítica de la dialéctica y la filosofía hegeliana en
general.  Este trabajo se encuentra en la Sagrada
familia (Grijalbo, 1959). Se le conoce también como el Cuarto
manuscrito. En ese texto, Marx hace una crítica muy detallada y
profunda de la dialéctica en Hegel y en su relación con su
filosofía. Comienza haciendo un elogio de L. Feuerbach, su
grandeza consiste en ser el verdadero superador de la vieja
filosofía. Feuerbach fue el fundador del verdadero materialismo
y de la ciencia real. Nos lleva sobre todo a la crítica que
Feuerbach hace de la negación de la negación y de la función
que cumple en la filosofía hegeliana. Para entenderlo,
resumamos brevemente lo que crítica Feuerbach. Hegel parte
de lo que él llama el espíritu. Ese espíritu es algo vacío, carente
de determinaciones. Feuerbach lo compara al Dios de la
teología antes de la Creación. Es lo infinito no limitado por
nada. Pero no permanece indeterminado, sino que saca de sí
mismo sus determinaciones, se convertirá en el mundo finito, y
así sólo por lo finito lo infinito adquiere verdad y realidad. El
espíritu, pues se niega a sí mismo y se pone (tesis) como-no-
infinito. Es la primera negación. Es el momento materialista del
espíritu. Es allí donde se encuentra el materialismo, la negación
de la teología. Ahora se comprenderá la negación de la
negación. Esta primera negación será negada  y el espíritu se
recuperará de esta negación. Es el restablecimiento de la
teología. El punto tres de la gran hazaña de Feuerbach consiste
en lo siguiente: “en haber contrapuesto a la negación de la
negación que afirma ser lo absolutamente positivo (esto es, el
restablecimiento del Dios de la teología, Eduardo Vásquez), lo
positivo que descansa sobre sí mismo, tiene en sí mismo su
fundamento” (Sagrada familia, Pág. 51). Este fundamento del
materialismo no fue creado y por eso no descansa en otro sino
que descansa sobre sí mismo. El análisis de Marx no se detiene
allí. Ve en lo negativo que entraña el espíritu, como el único y
verdadero acto y acto de autoafirmación de todo ser, y en ello
se encontraba solamente la expresión abstracta, lógica,
especulativa del movimiento de la historia (Sagrada familia, Pág.
52). Marx cambiará ese sujeto de la historia en Hegel, el
espíritu, por los hombres reales y aplicará a la historia que
hacen esos hombres la negación de la negación. En el Tomo I,
de El capital, cuando Marx se refiere al desarrollo del
capitalismo escribe lo siguiente: “…se desarrolla a una escala
cada vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, la
aplicación técnica consciente de la ciencia, la explotación
sistemática y organizada de la tierra, la transformación de los
medios de trabajo utilizables sólo colectivamente, la economía
de todos los medios de producción al ser empleados como
medios de trabajo de un trabajo combinado social, la absorción
de todo los países por la red de mercado mundial y, como
consecuencia de esto el carácter internacional del régimen
capitalista” (Ob. Cit. Pág. 648). Como en Hegel, es en el seno de
la sociedad existente donde se forma y desarrolla su negación.
Los trabajadores formados en ella son la negación de la
sociedad capitalista. Esta fue la negación de la sociedad
anterior y ahora a su vez será negada por lo surgido en la seno:
es la segunda negación o negación de la negación. Escuchemos
a Marx: “la centralización de los medios de producción y la
socialización del trabajo llegan a un punto que se hacen
incompatibles con su envoltura capitalista.  Esta salta hecha
añicos. Ha sonado la hora de la propiedad privada capitalista.
Los expropiadores son expropiados. El sistema de apropiación
capitalista que brota del régimen de producción capitalista, y
por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera
negación  de la  propiedad privada individual, basada en el propio
trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza
inexorable de un proceso natural, su propia negación. Es la
negación de la negación.  Esto no restaura la propiedad privada
ya destruida, sino una propiedad individual que recoge
los progresos de la era capitalista” (El capital, Tomo I, F.C.E.,
Págs. 648-649). Aquí vemos el movimiento de la historia
explicado en términos hegelianos. Recordemos lo que escribe,
con una seguridad dogmática, propia de un gran investigador,
“No es verdad que la dialéctica de un Hegel que opera según la
fórmula tesis, antítesis y síntesis o que ni mucho menos.
Semejante formulación de la dialéctica sea una ley de neto
corte hegeliano, denominado por Hegel como ley de la
negación de la negación. Según esta visión manualesca que Silva
hace bien en refutar…” (Tres fundamentaciones, Pág. 125). El
autocalificado único intérprete de Hegel, cuyo saber le autoriza
a denunciar a los falsos intérpretes, ignora que esa formulación
contiene el movimiento de la historia según ese gigante del
pensamiento: el espíritu se pone (tesis, sich setzen) y
poniéndose pone también su negación (sich setzen gegen), y
luego esa oposición se concilia con lo puesto, es la negación
que conserva (Aufhebung). Si la negación consistiera “lisa y
llanamente en la negación de la tesis, no habría progreso en la
historia, esto es, sino se conservara nada, si nada debería ser
conservado, nada de lo anterior seria verdadero. Cuando Hegel
analiza el caso Sócrates en Atenas considera a Sócrates un
hombre moral, esto es, un hombre que analiza, somete a
examen lo existente, las leyes e instituciones vigentes y sólo
admite lo que está de acuerdo con su conciencia. Es la
moralidad enfrentada a la eticidad. Sócrates es un subversivo,
un hombre que cuestiona la eticidad existente. Sócrates es
sometido a juicio por corromper a los griegos.  Pero lo aportado
por él no desaparece. La moralidad se concilia con la eticidad y
formará parte de la cultura occidental. Marx, en el proceso de
trabajo no dejo de utilizarla. Acabamos de ver como al negar a
la sociedad burguesa la nueva sociedad recoge los progresos de
la sociedad capitalista.
Estamos viendo en nuestro país como los revolucionarios del
siglo XXI, destruyeron los progresos de la sociedad burguesa;
esto es, destruyeron la base económica de la nueva sociedad y
ahora tienen que partir de la nada. Hace más de 60 años en
(1964) que publicamos un trabajo con el título de Proceso de
trabajo y desarrollo de las facultades humanas.  Formaba parte
del libro Textos escogidos de L. Feuerbach. Era una
investigación del proceso de trabajo expuesto por Marx en El
capital. La base de esa investigación era la siguiente: “Es
evidente que cada avance en el modo de producción no se debe
al azar, sino que tiene su origen en el modo anterior al cual
niega conservándolo y desarrollándolo (Aufhebung). Así, la
producción manufacturera niega el modo de producción
anterior, pero absorbe y conserva al artesano y su instrumento;
la producción fabril (basada en la máquina) niega el modo de
producción
manufacturera,                                                                                         
                                   pero absorbe y conserva las herramientas de
los artesanos que ya habían sido incorporadas al obrero
colectivo incorporándolas ahora a una máquina; cada proceso
lleva en su seno las condiciones para el siguiente y este a su vez
es el resultado del anterior” (Ob. Cit. Pág. 184).
Esta investigación precede a las de L. Silva y J. R. Herrera. De
haberlo leído y verificado sus aserciones en El
capital, seguramente no habrían calificado a la dialéctica de
Hegel y su terminología de logomaquia.
En Venezuela no hay Aufhebung en filosofía. No se toma en
cuenta lo pensado antes. Respecto al término Aufhebung lo
incluí en un glosario de términos hegelianos. En una reciente
edición de Los puntos fundamentales de la filosofía
de Hegel aparece ese término (Pág. 199, Superar, comenzaba
así: “Es la traducción que nos parece más exacta
para Aufhebung. Está relacionado con transitar o pasar a, pues
un término cuando pasa a otro, por requerirlo para existir, se
niega, y a la vez, se conserva en él”.
Examinemos ahora la afirmación de L. Silva: “La única lógica
existente es la lógica formal, la lógica matemática”
(Antimanual, Pág. 40). Esta afirmación le sirve para refutar la
supuesta lógica dialéctica, que afirma que la negación, a la vez
que niega conserva. La base de esa lógica es el principio de
identidad, o, lo que es lo mismo, es de no-contradicción. La
afirmación de L. Silva implica que Hegel no conocía esa lógica o
si la conoció no la admitió.
Hegel conocía cabalmente ese principio. Realizó una profunda
crítica de ese principio. En la Fenomenología la calificó como
“principio del sano entendimiento humano”, con ello ironizaba
que sólo era sano el entendimiento que se rige por ese
principio.
Hegel dio argumentos muy bien hilvanados contra ese
principio. En la Enciclopedia encontramos un resumen. Del
principio de no contradicción (es de identidad) se pretende
que, sus proposiciones, son leyes generales del
pensamiento. Edmundo Husserl, en los años treinta escribió
argumentos muy rotundos sobre esas pretendidas leyes. Si
rigieran el pensamiento nadie cometería contradicciones. Basta
leer lo que dicen personajes públicos para encontrar contradic-
ciones, de las cuales no son conscientes.
Hegel antes criticó a ese principio como un principio que hace
abstracción de todos los otros seres, de los cuales depende y a
la vez le permiten ser lo que él es. El principio de identidad,
aplicado a los seres finitos, los convierte en absolutos: “Cuando
se dice que el principio de identidad no puede ser demostrado,
pero que toda conciencia procede según ella y le da su
asentimiento, en cuanto lo oye después de la experiencia,
puede decirse que a esa supuesta experiencia de la escuela, se
opone la experiencia universal, que ninguna conciencia piensa
ni tiene representaciones conforme a esa ley, etc., ni habla
según ella, y que ninguna existencia, cualquiera que sea, existe
conforme a ella. Hablar según esa supuesta ley verdadera (un
planeta es un planeta; el espíritu es el espíritu) pasa
ciertamente como tonto; esa sí que es una experiencia
universal. La escuela,  en la que sólo son válidas esas leyes, hace
ya tiempo, así como su lógica que los expone seriamente, ha
perdido todo crédito respecto al sentido común como respecto
a la razón” (§ 115). La identidad absoluta rompe relaciones con
los otros, sostiene que un ente cualquiera no necesita de los
otros para existir. En la Fenomenología  (Pág. 216, F.C.E.)
encontramos un estupendo ejemplo. Hegel se refiere al
individuo que quiere ser el puro ser para sí, y por eso rechaza la
comunidad con otros. Este es su contrario, lo que él no es. En la
página 210 leemos lo siguiente: “El trabajo del individuo para
satisfacer sus necesidades es tanto una satisfacción de las
necesidades de los otros como de las suyas propias, y sólo
alcanza la satisfacción de las propias necesidades por el trabajo
de los otros”. La propia acción de la singularidad niega su
pretensión al aislamiento. Esa acción hace que transite (o pase
a) la comunidad. Así lo describe Hegel: “El tránsito (Űbergang)
se opera de la forma del uno a la forma de la universalidad, de
una abstracción absoluta a otra” (Fenomenología, Pág.
216). Negación, transitar, son categorías de la dialéctica. Hegel
dice, y Marx lo critica por eso, que la realidad es un silogismo
(el singular se integra a lo universal, pero ese silogismo y su
conclusión, no es fruto de una operación mental, sino del
movimiento propio de la realidad). Nos viene a la memoria lo
que escribe A. Kojeve acerca de la dialéctica: “El movimiento
dialéctico es un movimiento del pensamiento y del discurso
humano; pero la realidad misma a la que se piensa y de la que
se habla nada tiene de dialéctico. La dialéctica no es más que
un método de investigación y de exposición filosófica
(Introducción a la lectura de Hegel, Pág. 455). Afirma, pues,
Kojeve que la dialéctica tiene lugar en el pensamiento. Sin
embargo, en la página 528 de la misma obra afirma otra cosa:
“…o, en otros términos, es cuando analiza los caracteres
específicos de la realidad humana, que Hegel descubre la
dialéctica del Ser y de lo Real, y la categoría ontológica de
la Negatividad que está en la base de esta dialéctica”. El lector
puede escoger la que más le agrada de estas dos concepciones,
pero no sabrá cuál es la de Hegel. La incoherencia, la
arbitrariedad, se despliega a todo lo largo de esa supuesta
interpretación. Y el discípulo de Kojeve,  J. Hyppolite no se
queda atrás. En efecto, cuando analiza e interpreta el trozo que
estamos estudiando, no encontramos las categorías de la
dialéctica. Ni negación, ni mediación, ni tránsito. Ni tampoco
encontramos el trabajo para satisfacer las necesidades
como mediadora, esto es, por medio del trabajo
el singular transita  a lo universal. Hypolite se refiere sobre todo
al deseo. El tránsito a lo universal integra al singular en lo
universal (la comunidad). Es allí donde se encontrará su
verdad, es allí donde encontrara su plena expansión. Se
destruye la singularidad aislada, pero ella es conservada en la
comunidad. Es la negación que conserva. Es la muerte de la
singularidad aislada pero es su realización, pues es en la
comunidad donde el singular encuentra en verdad su realidad.
Para expresar lo anterior, Hegel utiliza la expresión: zu Grunde
gehen, que significa literalmente, como lo traduce W. Roces, ir
al fondo y también perecer. Para la significación de lo que
ocurre allí preferimos fundamento para Grunde y no fondo.
Nuestra interpretación se confirma en lo que Hegel añade: “el
individuo es, como conciencia, la unidad de sí mismo y de su
contrario, (en términos lógicos A es No-A, en vez de A es A),
este ir al fundamento sigue siendo para él su fin y su
realización, lo mismo que la contradicción entre lo que para
él era la esencia y lo que es la esencia en sí”. Interrumpamos
para aclarar. La esencia era “Yo soy A=A”, esa es mi verdad.
Pero al encontrar en la comunidad su realización, la esencia ha
cambiado: “Soy lo que soy en No-A”. Es una clara critica al
principio de identidad que coloca a No-A fuera de A.
Confirmemos: “…el individuo experimenta el doble sentido que
lleva implícito lo que obra, a saber, el haber tomado su vida,
tomaba la vida pero asía más bien con ello la muerte”
(Fenomenología, Pág. 217). Lo que muere es la singularidad
abstracta (abstraída o separada de la comunidad) y cobra
existencia la que se integra a la comunidad. Los intérpretes de
Hegel hacen comentarios inadecuados de esa parte de
la Fenomenología. No encontramos en ello la crítica de la
identidad por medio del trabajo, la negación que hace de sí
mismo por su propia actividad al singular. Se interpreta a la
muerte del singular aislado como una muerte física y no como
la muerte de una falsa concepción de la esencia. La esencia
verdadera se encuentra en la integración de la individualidad
en la comunidad, la cual, como dice Hegel es “su finalidad y su
realización”. Veamos los desvaríos de J. Hyppolite: “En todo
goce, nuestra singularidad, en tanto que singularidad, es
anulada, y nosotros morimos, nos consumimos a cada instante.
En la voluptuosidad todavía somos deseos y el deseo aspira a la
voluptuosidad. Por consiguiente, esa potencia anuladora, lo
universal (subrayado Eduardo Vásquez), es aquí para la misma
autoconciencia…”. J. Hyppolite no se refiere para nada a cómo
funciona la dialéctica en esa figura. ¿Cómo puedo catalogar de
potencia anuladora a lo universal (la comunidad) si Hegel
mismo nos dice que “el individuo, como consciencia, es la
unidad de sí mismo y de su contrario, si el transito es para el ir
al fundamento que sigue para él su fin y su realización?
(Fenomenología, Pág. 216-217). Es también una interpretación
arbitraria de la apetencia convertida en deseo. Aquí la apetencia
es la satisfacción de la necesidad por lo dado. Juega el individuo
o pasará a una etapa superior como ya lo hace cuando para
satisfacer sus necesidades sólo puede hacerlo con el trabajo de
los otros miembros de la comunidad. Nada de lo que dice J.
Hyppolite sobre el deseo, la muerte, la voluptuosidad, tiene que
ver con la dialéctica que funciona aquí. Preferimos traducir
apetencia y no deseo. La apetencia consiste en la necesidad de
consumir para satisfacer la necesidad. Tiene varios niveles. El
primero es el consumo sin mediación. Se está dominado por
ese deseo natural. Cuando aparece la reflexión, como ya vimos
el individuo puede actuar sobre sus apetencias, decidir cuál va
a satisfacer y cual no. Es la esfera del libre albedrio, y
corresponde a la libertad según los filósofos del entendimiento.
Pero hay aún una esfera superior, la de la razón. En la Filosofía
del derecho se encuentra un claro resumen de lo que venimos
explicando: “Ambos primeros momentos, es decir, que la
voluntad pueda abstraerse de todo y que también sea
determinada por sí misma o por otro –son fácilmente
concebidos y admitidos- porque ellos para sí son momentos no
verdaderos y del entendimiento, pero el tercero, el verdadero y
especulativo (y todo lo verdadero, en cuanto es concebido, sólo
puede ser pensado especulativamente)…” (§ 7, Ob.).

         El comentario de Ramón Valls Planas (Del yo al


nosotros, Pág. 181) no ayuda a comprender el texto que
comienza de esta forma: “El transito se opera de la forma del
uno a la forma de la universalidad…” (Fenomenología, Pág. 216
F.C.E.). Hegel califica de abstracción absoluta tanto al
individuo fuera de la comunidad como la comunidad sin el
individuo. Es de la comunidad ética (R. V. P.) de la que se
separa el individuo o se separa de ella al pretender satisfacer
sus necesidades sin el trabajo de los otros. Hegel dice: “Esto se
manifiesta, así, de tal modo que el individuo se ha limitado a
perecer (a la vez de ir al fundamento) y la absoluta fragilidad (el
F.C.E. traduce esquivez) de la singularidad se pulveriza al
chocar con la realidad…”. Según Valls Plana, el individuo, al
integrarse a la comunidad, muere aplastado por la dura
necesidad universal. Uno de los postulados de la filosofía de
Hegel es el siguiente: “El espíritu no es nada individual, sino
unidad de lo individual y de lo universal” (Filosofía del derecho,
§ 156 Adición). En la página 217, se encuentra la refutación de lo
que afirma R. V. P.: “Pero la autoconciencia ha sobrevivido en sí
(o para nosotros) a esta universalidad pura es su propia
esencia”. Hegel no cambia de pensamiento en sus distintas
obras. Don Ramón ha podido encontrar en la Filosofía del
derecho lo mismo que está diciendo Hegel en
la Fenomenología. Veamos el § 185 y 186: “La particularidad
para sí, por una parte, como satisfacción de sus necesidades
vitales que se manifiestan onnilateralmente, arbitrio
contingente y preferencia subjetiva se destruye a sí misma y a
su concepto substancial en su goce. Por otra parte, como
infinitamente excitada y en permanente dependencia externa y
del arbitrio, así como limitada por el poder de la universalidad
la satisfacción, tanto de las necesidades vitales necesarias,
como de las contingentes, es contingente”. En ese § Hegel nos
dice que “la particularidad para sí (aislada) se dice en
la Fenomenología: perece. En la Observación a ese § Hegel
desarrolla más aún la importancia de la particularidad en los
Estados modernos. Pero en la antigüedad esa particularidad se
mostró como “la avasallante corrupción de las costumbres y el
último fundamento de la decadencia de ellas” (Obs.). Pero
como dijimos es la base de sustentación de los Estados
modernos. En el § 186, Hegel desarrolla  el tránsito de
esa personalidad autónoma infinita no perece, sino que va a su
fundamento, donde encuentra su pleno desarrollo: “Pero el
principio de la particularidad, precisamente porque se
desarrolla para sí hasta la totalidad,  transita (übergeht) a
la universalidad y sólo en ésta tiene su verdad y el derecho de
su realidad positiva. Hegel nos advierte que esa unidad no es
aún la unidad ética y por ello no es libertad. Todavía la domina
la necesidad. Es una etapa por la que debe pasar. En ella se
desarrolla la libertad formal, la universalidad del saber y el
querer: es el proceso de constituir  a la subjetividad en su
particularidad (§ 187). Una vez constituida la subjetividad se
negará y transitará a una etapa superior: la del espíritu. Se
integrará a lo universal. Recordemos que Hegel define al
espíritu de la siguiente manera: El espíritu no es nada individual
sino unidad de lo individual y de lo universal (Adición, § 156).
Hegel siempre procede de etapa en etapa. Comienza por los
sentidos, lo singular, transita al entendimiento donde lo dado
contiene elementos de la subjetividad y culmina en la razón. En
la Fenomenología  sigue rigurosamente ese orden: conciencia,
autoconciencia y razón. Es el mismo sujeto el que pasa por esas
etapas. Va enriqueciéndose, exteriorizando todas sus
potencialidades. Todas las figuras se desarrollan conforme a
esas etapas sucesivas. Los comentaristas de Hegel no toman en
cuenta esa sucesión. No conciben la sucesión como producto
de la negatividad y no de la acción y el pensamiento del
individuo.

         Un prestigioso intérprete de Hegel, Dieter Heinrich  cuya


obra “Hegel en su contexto” (Monte Ávila, 1990) escribe lo
siguiente a propósito del  § 185. Recordemos como comienza:
“La particularidad para sí…, se destruye a sí misma”, Dieter
Heinrich: “La sociedad civil se destruye a sí misma…” donde
Hegel escribe particularidad para sí, Dieter Heinrich
lee sociedad civil. No es la sociedad civil la que se destruye, sino
la particularidad para sí (aislada y supuestamente
independiente). La misma acción del individuo para satisfacer
sus necesidades vitales engendra su negación. De esa figura, la
particularidad transitará a una nueva. Satisfará sus necesidades
con el trabajo suyo y el de los otros. Los comentaristas no
toman en cuenta la negación que conserva, sin la cual sería
imposible el tránsito de la conciencia a la figura siguiente. En
los comentaristas no aparece nunca la Aufhebung, salvo en
Kojeve, quien escribe: “Pero puede decirse que la dialéctica
hegeliana está totalmente resumida por una sola categoría
fundamental, la cual es la supresión dialéctica (Aufheben)” (Pág.
480). Sin embargo, nos parece que no hace buen uso de ella.
Por ejemplo, en la página 232, afirma: “La filosofía de la
conciencia (Bewusstseins), es decir, la filosofía pre hegeliana no
se ocupa del Estado, de la Humanidad, de la Historia. Ella sólo
se ocupa del particular aislado. Pero, al hablar del Particular
ella debe necesariamente hablar también de lo Universal, al
cual el Particular se opone: “Sabemos que lo que llama
Hegel conciencia se refiere a la etapa del dualismo: sujeto y
objeto. Pero la conciencia hará la experiencia, producida por las
contradicciones, de que le surge un  nuevo objeto:
la autoconciencia. No es ella la que halla de o procura un
cambio. Es la dialéctica, independiente de su conocimiento, lo
que hace surgir al nuevo objeto, a su espalda y sin que ella sepa
cómo. En esa nueva etapa, la del entendimiento abstracto
aparecerán nuevas determinaciones, las que son propias del
objeto y las que aporta el sujeto. El dualismo será superado. Y
lo será totalmente en la etapa de la razón, etapa de la unidad
entre el singular y lo universal.

Lo que llama Hegel autoconciencia (o concepto) es uno de


los componentes de su filosofía peor comprendido. Es ella (o el
concepto) la que engendra la realidad exteriorizando sus
categorías. Ella pone la realidad, engendrando desde sí misma
sus diferencias; como son partes de ella Hegel afirma que son
diferencias que no son tales. Gracias a ello desaparece el
dualismo, pues lo que está en el objeto es el sujeto
exteriorizado. El objeto es una diferencia que no es una
diferencia. ¿Cómo puede Kojeve escribir una insensatez como
la de que es, en cierto modo la autoconciencia de Napoleón?
(Introducción, Pág. 195). Debería explicarnos en que consiste
ese en cierto modo. Sabemos que la autoconciencia surge
cuando ya no hay amos ni esclavos y por eso puede constituirse
un Estado, donde las leyes valgan para todos.  Un Estado
democrático no puede fundarse sobre desigualdades. Cabe
preguntarse porqué, para interpretar a Hegel, Kojeve no se
refiere a Feuerbach ni a Marx. En efecto, Kojeve escribe: “Esa
antropología, desarrollada en el primer volumen de Ser y
Tiempo y sin duda alguna notable y auténticamente filosófica,
nada añade en el fondo a la antropología de la Fenomenología,
a la cual, por otra parte, probablemente nunca habríamos
comprendido si Heidegger no hubiera publicado sus libro” (Ob.
Cit., Pág. 525). Uno de los peores libros escritos por Heidegger
es el dedicado a interpretar a Hegel. Además recientemente la
publicación de los Cuadernos Negros del nazi Heidegger
contiene el racismo y antisemitismo más extremo del nazi. Hay
numerosos textos de Marx que le habrían explicado a Kojeve la
filosofía de Hegel. Ya hemos citado muchos. Pero ahora
queremos remitirnos a uno en el que Marx explica lo que es la
autoconciencia. De haberlo conocido no habría escrito que
Hegel era la autoconciencia de Napoleón. Citemos: “Si el señor
Edgar se detuviera un momento a comparar la igualdad
francesa con la autoconciencia alemana se daría cuenta de que
el segundo principio expresa en alemán, es decir, en el plano
del pensamiento abstracto, lo que el primero expresa
en francés, es decir, traducido al lenguaje de la política y la
intuición pensante. La autoconciencia es la igualdad del
hombre consigo mismo en el pensamiento puro. La igualdad es
la conciencia del hombre acerca de sí mismo en el elemento de
la práctica, es decir, consiguientemente,  la conciencia del
hombre acerca del otro hombre como igual a él. La igualdad es
la expresión francesa de la unidad humana esencial, de la
conciencia y el comportamiento de la especie humana, de la
identidad práctica del hombre con el hombre, es decir,
consecuentemente, de la relación social o humana del hombre
respecto del hombre” (Sagrada familia, Pág. 104, Ed. Grijalbo,
1959). Nada tiene que ver lo que es la autoconciencia en Hegel,
según él mismo y según Marx en lo que dice A. Kojeve.  

La formación de los profesores universitarios que dictan


cursos sobre pensadores como Hegel y Marx tiene que producir
sorpresas. Sus clases son para formar profesores, pensadores,
intelectuales  de jerarquía. El profesor J. R. Herrera, para
explicar a Hegel, se limita a comentar a Ludovico Silva y a J. R.
Tenorio. No consulta los textos de Marx ni los de Hegel. Pero
¿quién le dio clases a J. R. Herrera, quien le enseñó la filosofía
de ese gigante del pensamiento? ¿Será a éstos a los que llama
padres espirituales? Respecto al término Aufhebung   de
importancia fundamental en la filosofía de Hegel, pues significa
la eliminación del escepticismo y la formación en la historia de
la esencia humana, se limita a repetir lo que dice Ludovico
Silva: frente a esa logomaquia (se refiere a la Aufhebung)… En
español existe, desde1959, la traducción de la Sagrada familia,
de haberla consultado, acicateado por sus dotes de profesor
investigador, el señor Herrera habría encontrado que esa
categoría no era una logomaquia. En la pág. 64 leemos: 

a)               La superación, como movimiento objetivo que hace retornar a


sí la exteriorización. Es ésta la visión expresada, de la
apropiación de la esencia subjetiva por la superación de su
enajenación, la visión enajenada, en la objetivación real
hombre, en la real apropiación de su esencia objetiva, por la
negación de la determinación enajenada  del mundo objetivo,
por su superación, en su existencia enajenada, como el ateísmo,
en cuanto superación de Dios, es el devenir del humanismo
teórico, y el comunismo, como superación de la propiedad
privada, la reivindicación de la vida humana real como su
propiedad…” Al final de ese extraordinario texto Marx remata:
“Sólo con la superación de esta mediación –que es, sin embargo
una premisa necesaria, se llega al humanismo que comienza
positivamente consigo mismo, al humanismo real” Marx no
sólo le concede una gran importancia a la superación en la
filosofía de Hegel, sino que también la incorpora a su
materialismo y al de Feuerbach. Limitémonos a comentar que
“el ateísmo en cuanto superación de Dios, es el devenir del
humanismo teórico”. Marx se refiere aquí a que, según
Feuerbach, Dios es la esencia humana exteriorizada y puesta
como un ser ajeno. El hombre se apodera de esa esencia (es
decir, la niega sin destruirla) y allí comienza el humanismo
teórico. Así mismo, la riqueza, todo lo que ha exteriorizado el
trabajo humano, constituye la esencia enajenada (convertida en
ser ajeno), constituye la esencia humana. El comunismo es la
superación de esa enajenación que es la objetividad del ser
humano real ¿Conocía ese texto el profesor Herrera? O sí lo
conocía podemos presumir que no era capaz de comentarlo.
Tenemos pleno derecho a pensarlo así. En la página 125 de su
desastroso libro, leemos: “la palabra dialéctica la utilizará
Hegel, por razones estrictamente pedagógicas, en
la Fenomenología” (Tres fundamentaciones, Pág. 126). El
profesor Herrera es avaro en sus explicaciones ¿Qué debemos
entender por razones estrictamente pedagógicas? Como
siempre, el profesor R. J. Herrera ignora textos fundamentales
del autor a  quien interpreta sin conocerlo. En la Filosofía del
derecho, libro cuya traducción al italiano cargaba siempre bajo
el brazo, habría podido leer: “El método está presupuesto aquí
igualmente desde la Lógica. Como en la ciencia el concepto se
desarrolla desde sí mismo y sólo es una progresión inmanente y
una producción de sus determinaciones” (§ 31). Es en esto que
consiste lo dialéctico. El concepto engendra y exterioriza su
propio contenido; esas son diferencias que, como son propias
de él, son diferencias que no son diferencias. En la Observación
al mismo párrafo, Hegel lo escribe: “Llamo dialéctica al
principio  motor del concepto en cuanto particularización de lo
universal, no sólo disolvente sino también productora.
Dialéctica, por tanto, no es el sentido de que ella disuelve,
confunde, lleva de aquí para allá un objeto, a una proposición,
etc., dado en general al sentimiento, a la conciencia inmediata,
y sólo tiene que hacer con la deducción de su opuesto, una
manera negativa, como aparece frecuentemente en Platón” (§
31). Al final de esa observación, leemos: “Aquí es el espíritu en
su libertad  la más alta cumbre de la razón autoconsciente la
que se da realidad y se engendra como mundo existente”, y
para completar más aún su explicación de lo que es lo
dialéctico leemos: “Así, nosotros no actuamos, pues sólo
queremos mirar cómo se autodetermina el concepto y nos
hacemos la violencia de no añadir nada de nuestro opinar y
pensar” (§ 32, Adición). Sabemos que J. R. Herrera no incluye
en la bibliografía para sus clases ninguno de nuestros trabajos y
no sabemos si alegrarnos o entristecernos por ello. Pero no es
sólo a nosotros a los que descarta. Para hacer su afirmación tan
tajante sobre lo dialéctico tampoco tuvo en cuenta
la Enciclopedia. Allí encontrará expresado en qué consiste este
elemento fundamental, estructurante, de la filosofía
especulativa, sin la cual ella no sería posible. En el § 11 habría
leído: “La visión que la naturaleza del pensar consiste
precisamente en la  dialéctica…” (Observación). Y también en el
§ 81 podemos leer: “El momento dialéctico es el propio superar
(Aufhebung) de tales determinaciones juntas y
sin  pasar a (Aufgehen) a su opuesto”.  

                    
En el § 82, Observación, puede leerse “La dialéctica tiene un
resultado positivo  porque tiene un contenido determinado o, lo
que es lo mismo, porque su resultado no es verdaderamente
la nada abstracta  y vacía, sino la negación de determinaciones
sabidas como ciertas. Toda la Ciencia de la lógica, el desarrollo
de las categorías a partir del Concepto, no es otra cosa que la
exposición de la dialéctica. El profesor Herrera ha hecho una
labor de total demolición de la filosofía de un gran pensador.
Su dinamita se encuentra claramente expuesta aquí: “Por
ningún lado se encontrará ni la tesis, ni la antítesis, ni mucho
menos, la ley de la negación de la negación, entendida dentro
de los presupuestos fijados por la lógica formal, es decir,
como oposición por contradicción. Ni hay
triada dialéctica ni Ley, ni Hegel se refiere a llueve y no llueve,
porque la indeterminidad que es propia de la oposición por
contradicción no puede dar respuesta a la absoluta
determinación existente de la oposición de la forma y el
contenido, del ser y del pensar; en una expresión,
de sujeto y objeto” (Tres fundamentaciones, Pág. 130). En cada
línea que escribe, el señor Herrera expone su ignorancia de la
filosofía que él enseña en la cátedra. Ya nos referimos a lo que
afirma (Por ningún lado se encontrará ni las tesis, ni la síntesis,
ni mucho menos la ley de la negación de la negación)  esto es, la
destrucción de la filosofía de
Hegel: ponerse (tesis), oponerse (antítesis) y componerse
(síntesis). Las limitaciones, la ignorancia del señor Herrera no
le permitieron encontrar la tesis (sich setzen) ni sus derivados
en su lectura de esa filosofía, por consiguiente, no existen. Y
esto si es una ley. Otra perla: porque la indeterminidad que es
propia de la oposición por contradicción. En Hegel, la oposición
entre una posición del espíritu, siempre es, siempre tiene que
ser, contiene determinaciones. Estas son las tesis. El espíritu
contiene determinaciones y éstas por la fuerza de la
negatividad tienen que exteriorizarse. Es en esto que consiste
el progreso (la historia como progreso) del espíritu:
exteriorizarse, negarlas sin destruirlas) y conservarlas junto a la
exteriorización de nuevas determinaciones. Pero el señor
Herrera no se conformó con exponer su ignorancia en la
cátedra. Se empeñó en exponer en un libro (publicado por
U.C.V.) esa ignorancia. ¿Quién autorizó esa publicación? ¿Fue
el profesor Omar Astorga, encargado de las publicaciones de
filosofía? Ya ambos anteriormente en un concurso en la
Facultad de Derecho, sobre filosofía del derecho, se habían
aliado para calificar en todas las pruebas con 20 puntos a otro
total ignorante de la filosofía de Hegel. Como su protegido no
ganó el concurso, ambos se propusieron y lo lograron, anular el
concurso. Pero aquí ambos no pueden anular el cuerpo del
delito: Tres fundamentaciones de la filosofía marxista en
Venezuela. (Ediciones de la Biblioteca, 2010).  ¿Irá este libro al
exterior? ¿Y la Escuela de Filosofía ha tomado alguna medida
para proteger a sus alumnos? Aquí no ha habido ni
reprimendas, ni críticas, pero si premiación con un alto cargo.
                                       

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