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ANTONIO GRAMSCI (1891-1937):

CUADERNOS DE LA CÁRCEL, 1926-1935

- dirigente italiano socialista y después comunista. Pensador militante: activa participación política de la
clase obrera italiana
- 1920: fascismo al poder; fue detenido, juzgado y condenado.
- 2da Internacional socialista (1889). Marx muere. En la 3ra Internacional comunista (1919), sus ideas se
difundieron y se popularizaron; se expulsa a los anarquistas; mirada del marxismo un tanto mecanicista,
determinista, economicista.
Momento previo:

OM
La historia juega a favor. Se esperaban condiciones objetivas para un socialismo, pero se cayó en un nuevo
género de barbarie. Deben ponerse a pensar qué es lo que ha sucedido, desde la derrota, las expectativas
no cumplidas. Idea del derrumbe del capitalismo: tendencia a la proletarización de la población, a la super-
producción.

Aportes del pensamiento de Gramsci → pionero de estudios culturales ingleses

.C
- permite redefinir la teoría marxista
- El pensamiento de Gramsci es polémico porque introduce concepciones nuevas y críticas al marxismo,
pero sin dejar de considerarse seguidor del materialismo histórico.
DD
- Autor más historicista, lo que le vale muchas críticas. ≠ Mirada ortodoxa: evolucionista de la historia.
- Impronta más voluntarista: énfasis en la intervención humana y la voluntad colectiva en el centro de la
historia.
- Contribuyó a desplazar una mirada reduccionista de lo social: alude a faceta economicista del marxismo.
- Economía, política y cultura arman un complejo entrelazado. Una mirada sobre la vida social, no una tras-
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lación mecánica.
- Contribuye a superar la mirada sobre el estado dentro del marxismo: critica la idea de estado gendarme
 la función del estado es ser custodio de los intereses de la clase dominante. Piensa que ésta es una mi-
rada reduccionista, pues el estado es mucho más. Es un actor dentro de los procesos económicos. Estado:
es agente educador en el sentido que tiende a formar cultura
FI

- El eje organizador de Gramsci es su concepción de la hegemonía. Este aporta una manera de interpretar
las relaciones de poder: “un juego de relaciones de fuerza”.

- En Italia, se da cuenta de la diferencia norte (gran ciudad), sur (gran campo). Era necesario las alianza de
clases: obreros y campesinos.


- Hegemonía (dos operaciones teóricas):


→ Va a entender la problemática para analizar cómo la burguesía lleva a cabo la dominación de cla-
se.
→ Plantea la hegemonía como un proceso de dirección político y moral (o cultural).
- Hegemonía ≠ dominio

- Función del estado: suma de sociedad política y civil


- Sociedad civil.
· Conjunto de instituciones que tendemos a pensar como privadas (medios, escuelas, iglesias)
· (≠ con Marx y Hegel) Gramsci lo ubica en la superestructura. Diferencia entre oriente y occidente, a par-
tir de la idea de complejidad de sociedades occidentales que piensan nuevas medios de poder.

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· Nos indicaría hacia donde mirar pero no con qué nos vamos a encontrar, ya que las instituciones están
en práctica.
- Profunda transformación entre Estado y masas  pierden exterioridad con el estado al ser incorporadas a
la vida social, al ser hegemonizadas.

- Rol del intelectual


· Intelectuales como rol político dentro de la vida social.
· da lugar a dominar el mismo sentido común  repertorio de saberes de la vida cotidiana, saber natura-
lizado.
· Imposible separar intelectual de no intelectual: todos los humanos son intelectuales, pero no todos tie-
nen una función en la vida social.

OM
- Ideologías: concepciones del mundo que están materializadas en prácticas e instituciones.
- Folklore: cultura popular → puede haber elementos de resistencia o concepciones dominantes.
- Núcleos del buen sentido: fragmentos de relativa autonomía y relativa crítica hacia concepciones domi-
nantes.
Tensión: intervención intelectual y el desarrollo del buen sentido. Debe convertirse en convivencia.

Elementos de política

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Notas sobre Maquiavelo sobre política y estado

El primer elemento es que existen realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la
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ciencia y el arte político se basan en este hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales).
Sus orígenes constituyen un problema en sí, que deberá ser estudiado en sí (por lo menos podrá y deberá
estudiarse cómo atenuar y hacer desaparecer el hecho modificando aquellas condiciones que sean identifi-
cadas como actuantes en este sentido), pero sigue existiendo el hecho de que existen dirigentes y dirigi-
dos, gobernantes y gobernados. Partiendo de este hecho habrá que analizar cómo dirigir de la manera más
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eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes. Habrá que ana-
lizar además, por otro lado, cómo se conocen las líneas de menor resistencia o racionales para obtener la
obediencia de los dirigidos o gobernados.

Es necesario tener claro que la división entre gobernados y gobernantes, si bien en última instancia corres-
ponde a una división de grupos sociales, existe también en el seno del mismo grupo, aunque este sea ho-
FI

mogéneo desde el punto de vista social. En cierto sentido se puede decir que esta división es producto de la
división de trabajo: un hecho técnico.

Se cree que, una vez planteado el principio de la homogeneidad de un grupo, la obediencia no sólo debe
ser automática y existir sin una demostración de su “necesidad” y “racionalidad”, sino que debe ser tam-


bién indiscutible.

El partido político

Cada partido es la expresión de un grupo social. Sin embargo, en determinadas condiciones sociales, algu-
nos partidos representan un solo grupo social en cuanto ejercen una función de equilibrio y de arbitraje
entre los intereses del propio grupo y los de los demás grupos y procuran que el desarrollo del grupo repre-
sentado se reproduzca con el consentimiento y con la ayuda de los grupos aliados y, en ciertos casos, con el
de los grupos adversarios más hostiles. La fórmula constitucional del rey o del presidente de la república,
que “reina pero no gobierna”, es la fórmula jurídica que expresa esta función de arbitraje, la preocupación
de los partidos constitucionales por no “descubrir” a la Corona o al Presidente.

Las fórmulas que establecen la no-responsabilidad por los actos de gobierno del Jefe del Estado y hacen

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recaer dicha responsabilidad en el gabinete, son la casuística del principio general de tutela de la concep-
ción de la unidad estatal, del consentimiento de los gobernados a la acción estatal, cualquiera que sea el
personal inmediato que gobierna y el partido al que pertenezca.

Con el partido totalitario dichas funciones pasan a ser absorbidas por el partido, cuyo concepto abstracto
de "Estado" tratará de diversas maneras de dar la impresión de que la función de "fuerza imparcial" es acti-
va y eficaz.

Cuando se quiere escribir la historia de un partido político es necesario en realidad afrontar toda una serie
de problemas. Se deberá hacer la historia de una determinada masa de hombres que siguió a los promoto-
res, los sostuvo con su confianza, con su lealtad, con su disciplina o los criticó en forma "realista" disper-
sándose o permaneciendo pasiva frente a algunas iniciativas.

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Será necesario tener en cuenta el grupo social del cual el partido en cuestión es la expresión y la parte más
avanzada. La historia de un partido, en suma, no podrá ser menos que la historia de un determinado grupo
social.

Para que exista un partido es necesario que coexistan tres elementos fundamentales:

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1. Un elemento indefinido de hombres comunes que ofrecen como participación su disciplina
y su fidelidad, mas no el espíritu creador y con alta capacidad de organización.
2. El de cohesión principal, centralizado en campo nacional, que transforma en potente y efi-
ciente a un conjunto de fuerzas que abandonadas a sí mismo serían nulas. Este elemento está do-
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tado de una potente fuerza de cohesión, que centraliza y disciplina y, sin duda a causa de esto, está
dotado igualmente, de inventiva.
3. Un elemento medio, que articula el primero y el segundo, que los pone en contacto, no sólo
"físico" sino moral e intelectual.
LA

En la construcción de los partido es necesario basarse sobre un carácter monolítico y no sobre cuestiones
secundarias, se debe velar por la existencia de homogeneidad entre dirigentes y dirigidos, entre jefes y
masas. Si en los momentos decisivos los jefes pasan a su “verdadero partido”, las masas quedan truncas en
su impulso, inertes y sin eficacia. Se puede decir que ningún movimiento real adquiere conciencia repentina
de su carácter de totalidad, sino sólo a través de su experiencia sucesiva, o sea cuando toma conciencia,
gracias a los hechos, de que nada de lo que existe es natural sino que existe porque se dan ciertas condi-
FI

ciones, cuya desaparición no puede dejar de tener consecuencias.


Análisis de las situaciones. Relaciones de fuerzas

Toda renovación orgánica en la estructura modifica también orgánicamente las relaciones absolutas y rela-


tivas en el campo internacional a través de sus expresiones técnico-militares. Por otro lado, las relaciones
internacionales inciden en forma pasiva o activa sobre las relaciones políticas.

Es el problema de las relaciones entre estructura y superestructuras el que es necesario plantear exacta-
mente y resolver para llegar a un análisis justo de las fuerzas que operan en la historia de un período de-
terminado y definir su relación. Es preciso moverse en el ámbito de dos principios:

1. Ninguna sociedad se propone tareas para cuya solución no existan ya las condiciones nece-
sarias y suficientes o no estén, al menos, en vías de aparición y de desarrollo;
2. Ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida si antes no desarrolló todas las formas
de vida que están implícitas en sus relaciones.

En la “relación de fuerza”, mientras tanto, es necesario distinguir diversos momentos o grados:

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1. Una relación de fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura, objetiva, indepen-
diente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las ciencias exac-
tas o físicas. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de producción se dan
los grupos sociales, cada uno de los cuales representa una función y tiene una posición determina-
da en la misma producción.
2. Relación de fuerzas políticas: La valoración del grado de homogeneidad, autoconciencia y
organización alcanzado por los diferentes momentos de la conciencia política colectiva. El primero
y más elemental es el económico-corporativo. Un segundo momento es aquel en que se logra la
conciencia de la solidaridad de intereses entre todos los miembros del grupo social, pero todavía en
el campo meramente económico. Un tercer momento es aquel en el que se logra la conciencia de
que los propios intereses corporativos, en su desarrollo actual y futuro, superan los límites de la
corporación de grupo puramente económico y pueden y deben convertirse en los intereses de

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otros grupos subordinados. Esta es la fase en la cual las ideologías ya existentes se transforman en
“partido”, se confrontan y entran en lucha hasta que una sola de ellas, o al menos una sola combi-
nación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinan-
do además de la unidad de los fines económicos y políticos, la unidad intelectual y moral, plantean-
do todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no sobre un plano corporativo sino so-
bre un plano “universal” y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una se-
rie de grupos subordinados.
3.

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La relación de las fuerzas militares. Se pueden distinguir dos grados: uno militar en sentido
estricto, o técnico-militar, y otro que puede denominarse político-militar.

Se debe determinar si las crisis históricas fundamentales son provocadas inmediatamente por las crisis
DD
económicas. Se puede excluir que las crisis económicas produzcan, por sí mismas, acontecimientos funda-
mentales.

El elemento decisivo de toda situación es la fuerza permanentemente organizada y predispuesta desde


hace mucho a la que se puede llevar adelante cuando se juzga que una situación es favorable.
LA

LA FORMACIÓN DE LOS INTELECTUALES


¿Los intelectuales son un grupo social autónomo e independiente o, por el contrario, cada grupo social
tiene una categoría propia y especializada de intelectuales? Para responder a este interrogante, Gramsci
analiza las formas en que se han formado las distintas categorías de intelectuales. Las dos formas más im-
FI

portantes:
1. Cada grupo social, al nacer en el terreno originario de una función esencial en el mundo de la produc-
ción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan ho-
mogeneidad y conciencia de la propia función, en los campos social, político y económico. Aquí


Gramsci da un atributo específico de los intelectuales: capacidad dirigente y técnica. Intelectuales or-
gánicos. Estos son generalmente “especializaciones” de aspectos parciales de la actividad primitiva
del tipo social nuevo que la nueva clase ha dado a luz. [los campesinos no generan sus propios inte-
lectuales]
2. Cada grupo social, al surgir a la historia de la estructura económica, encuentra categorías intelectua-
les preexistentes y que además aparecen como representantes de una continuidad históri-
ca (tradición) no interrumpida aún por los más complicados y radicales cambios de las formas políti-
cas y sociales. Ej: los eclesiásticos, categoría intelectual orgánicamente ligada a la aristocracia terra-
teniente.
¿Cuáles son los límites máximos que admite el término “intelectual”? ¿Se puede encontrar un criterio uni-
tario que caracterice a todas las categorías de intelectuales? El error que se ha cometido hasta ahora es el
de haber buscado este criterio en “lo intrínseco de las actividades intelectuales y no, en cambio, en el con-
junto del sistema de relaciones en que esas actividades se hallan en el complejo general de las relaciones
sociales. Todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función

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de intelectuales. No hay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual. Siempre
existe un mínimo de actividad creativa. El intelectual es aquel que puede elaborar críticamente su propia
existencia y de esa manera llegar a una nueva concepción del mundo.
El tipo tradiciones y vulgarizado del intelectual: literato, filósofo, artista. En el mundo moderno, la educa-
ción técnica que se liga al trabajo industrial debe ser la base del nuevo tipo de intelectual. El modo de ser
del nuevo intelectual no puede consistir ya en la elocuencia como motor externo y momentáneo de afectos
y pasiones, sino en enlazarse activamente en la vida práctica como constructor, organizador y persuasor
constante -pero no por orador- y, con todo, remontándose por encima del espíritu abstracto matemático;
de la técnica-trabajo se llega a la técnica-ciencia y a la concepción humanística-histórica, sin la cual se es
"especialista", pero no se es "dirigente" (especialista + político).
Una de las tareas más importantes a las que se aboca cada grupo que se desarrolla en dirección al dominio
es la lucha por la asimilación y la conquista ideológica de los intelectuales tradicionales.

OM
El enorme desarrollo que ha alcanzado en el mundo moderno la institución escolar muestra la importancia
que han adquirido las funciones y las categorías intelectuales. La escuela es el instrumento para formar los
intelectuales de diverso grado. La complejidad de las funciones intelectuales en una sociedad dada se pue-
de medir, objetivamente, por la cantidad de escuelas especializadas y por su jerarquización, de la misma
manera que se puede medir el grado de desarrollo técnico alcanzado socialmente por la cantidad y calidad
de fábricas.

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Se debe observar que la elaboración de los grupos intelectuales en la realidad concreta no se cumple en un
terreno democrático-abstracto, sino de acuerdo a procesos tradicionales muy concretos”. Existen grupos
sociales que tradicionalmente “producen” intelectuales, como la pequeña y mediana burguesía terrate-
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niente y algunos estratos de la pequeña y mediana burguesía urbana.
8. ¿Cómo es la relación entre los intelectuales y el mundo de la producción? No es inmediata, sino mediata,
en grado diverso en todo el tejido social y en el complejo de las superestructuras, en los que los intelectua-
les son ‘funcionarios’”. Los intelectuales operan en el plano de la superestructura, donde se diferencia dos
grandes planos:
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- sociedad civil: está formada por el conjunto de organismos vulgarmente llamados “privados” y tiene
la función de hegemonía (consenso) que el grupo dominante ejerce sobre toda la sociedad;
- sociedad política o Estado: que tiene una relación con el aparato de coerción y que se asocia a
la función de “dominio directo” o de comando, que se expresa en el Estado y en el gobierno “jurídico”.
En este esquema, las tareas desarrolladas por los intelectuales son organizativas y conectivas. Los intelec-
FI

tuales son los “empleados” del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hege-
monía social y del gobierno político, a saber:
- del consenso “espontáneo” que las grandes masas de la población dan a la dirección impuesta a la vi-
da social por el grupo fundamental dominante, consenso que históricamente nace del prestigio que el


grupo dominante deriva de su posición y de su función en el mundo de la producción;


- del aparato de coerción estatal, que asegura “legalmente” la disciplina de aquellos grupos que no
“consienten” ni activa ni pasivamente, pero que está preparado para toda la sociedad en previsión de
los momentos de crisis en el comando y en la dirección, casos en que no se da el consenso espontáneo.
Este planteo del problema da como resultado una extensión muy grande del concepto de intelectual. Pero
en la propia función organizativa de la hegemonía se produce una división del trabajo que da lugar a toda
una serie de gradación de calificaciones, en algunas de las cuales ya no aparece ninguna función directiva y
organizativa. Por eso puede darse una diferenciación de grados que, en ciertos momentos, puede conver-
tirse en una diferencia cualitativa. En el más alto grado se colocarán los creadores de las diversas ciencias,
de la filosofía, del arte, etc.; en el nivel más bajo, los más humildes ‘administradores’ y divulgadores de la
riqueza intelectual ya existente, tradicional, acumulada. Bajo estas premisas, entonces, se pueden incluir en
el campo de los intelectuales a toda la masa de empleados y funcionarios estatales que han sido gestados
por el sistema social democrático-burocrático, no todos por las necesidades sociales de producción, aunque
justificadas por las necesidades políticas del grupo dominante.

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DISTINTA POSICIÓN DE LOS INTELECTUALES DE TIPO URBANO Y DE TIPO RURAL
Los intelectuales de tipo urbano han crecido al mismo tiempo que la industria y están ligados a su destino.
Su función puede ser comparada con la de los oficiales subalternos en el ejército: no tienen ninguna inicia-
tiva autónoma para elaborar planes de construcción; ponen en relación, articulándola, a la masa instru-
mental con el empresario, elaboran la ejecución inmediata del plan de producción establecido por el esta-
do mayor de la industria y controlan las etapas laborales elementales. Están muy “estandarizados” y se
confunden cada vez más con el estado mayor industrial propiamente dicho. No ejercen ninguna función
política sobre su masa instrumental; a veces, las masas instrumentales ejercen un influjo político sobre los
técnicos a través de sus intelectuales orgánicos.
Los intelectuales de tipo rural son en gran parte “tradicionales”, es decir, están ligados a la masa social

OM
campesina y pequeño-burguesa de la ciudad todavía no formada y puesta en movimiento por el sistema
capitalista: este tipo de intelectual pone en contacto a la masa campesina con la administración estatal o
local (abogados, notarios, etc.) y por ello tiene una gran función político social, porque la mediación profe-
sional difícilmente puede ser separada de la mediación política. Tiene un nivel de vida superior a la media.
La actitud del campesino hacia el intelectual es doble y parece contradictoria: admira la posición social del
intelectual pero a veces finge despreciarla. Cada desarrollo orgánico de las masas campesinas está ligado a
los movimientos de los intelectuales y de ellos depende.

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El punto central de la cuestión es la distinción entre los intelectuales como categoría orgánica de cada gru-
po social fundamental y los intelectuales como categoría tradicional.
Desde este punto de vista, el problema se plantea en torno al partido político moderno: ¿cuál es la relación
DD
entre éste y los intelectuales? Hay que hacer algunas distinciones: a) para algunos grupos sociales el partido
político es el modo de articular la propia categoría de intelectuales orgánicos en el campo político y filosófi-
co y no ya en el campo de la actividad económica; b) para todos los grupos sociales, el partido es el meca-
nismo que permite la unión entre los intelectuales tradicionales y los intelectuales orgánicos del grupo do-
minante; y el partido cumple esta función en forma dependiente de su función fundamental, que es formar
sus propios componentes. Un intelectual que entra a formar parte del partido político de un determinado
LA

grupo social, se confunde con los intelectuales orgánicos del mismo grupo. Por eso todos los miembros de
un partido político deben ser considerados como intelectuales.
A su vez, también es necesario un análisis histórico de la formación de los intelectuales tradicionales.
· Italia - el hecho central es la función internacional de sus intelectuales, que es causa y efecto de la disgre-
FI

gación en la que permanece la península desde la caída del Imperio Romano hasta 1870.
· Francia - es el exponente de un tipo de desarrollo armónico entre las energías nacionales y las categorías
intelectuales. Las primeras células intelectuales (del nuevo tipo - 1789) nacen con las primeras células eco-
nómicas.


· Inglaterra - el desarrollo es muy distinto del francés, por cuanto el nuevo grupo social engendrado sobre la
base del industrialismo tuvo un gran desarrollo económico pero anduvo a tientas en el campo intelectual y
político. Muy vasta es la categoría de los intelectuales orgánicos, pero en la esfera más elevada encontra-
mos inalterada la posición de casi-monopolio de la vieja clase terrateniente que conserva una supremacía
intelectual y es asimilada como “intelectuales tradicionales”.
· Alemania - Este desarrollo se repite, con la particularidad de que allí el desarrollo industrial se produjo con
una envoltura semifeudal. Fueron los intelectuales de esas clases (Junkers) los que se convirtieron en inte-
lectuales de los industriales alemanes, pero con una fuerte conciencia de ser un grupo social independien-
te.
· Rusia - se deben considerar dos períodos. En el primero, la organización política y económica fue creada
por los normandos; luego, los alemanes y los franceses llevaron la experiencia europea a Rusia y dieron un
primer esqueleto consistente a la gelatinosa historia de ese país. En una segunda etapa, una élite nacional
de personas activas y enérgicas, emigraron al exterior y asimilaron la cultura y la experiencia histórica de
Occidente, sin perder por eso los caracteres esenciales de su propia nacionalidad. Habiendo hecho de esta

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manera su aprendizaje intelectual, volvieron al país, obligando al pueblo a un forzado despertar en una
acelerada marcha hacia delante, quemando etapas.
· Estados Unidos - allí los inmigrantes anglosajones fueron una élite intelectual, pero de carácter moral.
Consigo importaron a América cierto grado de civilización, cierta fase de la evolución histórica europea que,
trasplantada al suelo americano, continuó desarrollando las fuerzas implícitas en su propia naturaleza, pero
con un ritmo incomparablemente más rápido que en la vieja Europa. En Estados Unidos se nota la ausencia
de intelectuales tradicionales, y de ahí el diverso equilibrio de los intelectuales en general.
· América Latina y Central – no existe una vasta categoría de intelectuales tradicionales; la mayor parte de
los intelectuales son de tipo rural y ligados al clero y a los grandes propietarios.
- India y China - se produce una enorme distancia entre los intelectuales y el pueblo.
· Japón – similar a Alemania e Inglaterra.

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El materialismo historico y la filosofía de Benedetto Croce

FILOSOFÍA: actividad intelectual. Todos los hombres son fílósofos. Filosofía espontánea: propia de “todo el
mundo”. xq se halla contenida en:

• el lenguaje (este es un conj. de nociones y conceptos determinados- determinada concepción del



mundo)

.C
en el sentido y en el buen sentido
en la religión popular (sist. de creencias, supersticiones, opiniones, maneras de ver y obrar, todo lo
que se manifiesta en el “folclore”.
DD
Todos son filósofos, aunque sea de forma inconsciente por medio de la manifestación del LENGUAJE. y
luego x la CRÍTICA y el CONOCIMIENTO.

Pensar no sólo es participar de una concepción del mundo impuesta mecánica y externamente por uno de
los tantos grupos sociales en los que estamos incluídos automáticam. (aldea, prov., iglesia, ley, sabiduría de
LA

las brujas o del intelectual, etc).

ES mejor ELABORAR la PROPIA CONCEPCIÓN del mundo de manera CONSCIENTE y CRÍTICA. Hacer un tra-
bajo intelectual para escoger la propia esfera de actividad, PARTICIPAR activamente en la elaboración de la
HISTORIA del mundo, y no aceptar del exterior, pasivam. la huella que se imprime sobre nuestra personali-
FI

dad.

nota 1 - Por la propia concepción del mundo, también se pertenece a un det. agrupamiento. Se es confor-
mista de algún conformismo. Siempre se es MASA y hombre COLECTIVO.


Preguntarse: A QUÉ TIPO HISTÓRICO PERTENECE el hombre-masa del que se participa? La concepción debe
ser crítica y coherente. No, ocasional o disgregada, no caprichosa.

Critica toda la filosofía existente hasta ahora, ya que ha dejado estratificaciones consolidadas en la filos.
popular. Para una elaboración crítica es necesario tener CONCIENCIA. Conocer el producto histórico desa-
rrollado hasta ahora y que ha dejado en cada uno huellas recibidas sin beneficio de inventario. Entonces
primero, hacer ese INVENTARIO.

nota 2 – No separar la FILOS. ni la CULTURA de su HISTORICIDAD. Conocer las fases de desarrollo. Si la


concepción del mundo presente se corresponde con planteamientos del pasado se es “anacrónico”. Inca-
pacidad de AUTONOMÍA HISTÓRICA.

Nota 3 – cada IDIOMA tiene los elementos de una concepción del mundo y de una cultura. Si quien com-
prende un dialecto pero no el idioma nacional tiene una concepción del mundo provinciana, estrecha. Te-

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ner una universal. Comprender varios idiomas o al menos bien el nacional para COMPRENDER la EXPRE-
SIÓN MUNDIAL.

Nota 4 – Crear una nueva cultura: hacer individualmente descubrimientos originales pero sobre todo DI-
FUNDIRLAS la VERDADES descubiertas, socializarlas, convertirlas en base de ACCIONES vitales, en elemen-
tos de COORDINACIÓN y de orden intelectual y moral. Hecho filosófico muy importante es que la masa de
hombres sea llevada a pensar coherentem. y en forma unitaria la realidad presente.

Observaciones sobre el folklore

Gramsci define con el nombre de folklore la forma más desorganizada y asistemática de la cultura. El folklo-

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re vendría a estar constituido por fragmentos de todos los puntos de vista elaborados en épocas pasadas y
compuestos por una multiplicidad heterogénea de creencias, valores y supersticiones.

Lejos de considerar al folklore como algo raro y pintoresco, Gramsci propone tomarlo bien en serio porque
allí se cristalizan las condiciones de vida cultural de un pueblo. El sentido común vendría a ser algo así como
el folklore de la filosofía. Es la concepción del mundo típica de las clases subalternas compuesta por un

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agregado caótico de concepciones del mundo heterogéneas, acríticas, incoherentes, fragmentadas y sedi-
mentadas desde épocas pasadas.
DD
El nivel inmediatamente superior en la organización de la cultura es la religión. Ésta es una multiplicidad de
elementos acríticos, supersticiones pseudo-científicas y movimientos heréticos populares. La filosofía es
una concepción del mundo más sistemática y homogénea. Pero el buen sentido sería el nivel óptimo por-
que comprendería una elaboración de una conciencia autónoma y crítica de las condiciones materiales y de
lucha por la hegemonía. El buen sentido sería la filosofía de la praxis.
LA

Los intelectuales orgánicos no son filósofos, sino más bien organizadores que difunden ideas, organizan
colectivos y construyen voluntades. Un ejemplo de intelectual orgánico de las clases dominantes bien po-
dría ser Mariano Grondona. Mientras tanto, parecería no haber intelectuales orgánicos de las clases popu-
lares.
FI

_____

El folclore ha sido estudiado siempre como elemento pintoresco o método de recolección. Peroes necesa-
rio estudiarlo como concepción del mundo (no elaborada, ni sistemática y múltiple) y de la vida de deter-


minados estratos (determinados en el tiempo y el espacio de la sociedad), en contraposición con las con-
cepciones del mundo oficiales (partes cultas de la sociedad históricamente determinadas) sucedidas en el
desarrollo histórico. De ahí la estrecha relación entre el folklore y el sentido común, que es el folklore filo-
sófico.
Solo en el folklore sobreviven documentos mutilados y contaminados de esas concepciones del mundo. El
pensamiento popular y la ciencia moderna dan nuevos elementos al folclore moderno al ser incorporados a
la tradición y el dominio popular. El folclore entendido solo como un reflejo de las condiciones de vida cul-
tural del pueblo. Existe una religión del pueblo, en especial en países ortodoxos y católicos, muy diferente
de la religión culta de los intelectuales (que son religiosos) y de aquella sistematizada orgánicamente por la
jerarquía eclesiástica. Pero toda religión es folclore en relación al pensamiento moderno. También existe
una moral del pueblo entendida como un conjunto de máximas para la conducta práctica de la que derivan
las costumbres y, como la superstición está ligada a las creencias religiosas. Hay imperativos más fuertes,
efectivos que los de la moral oficial con estratos fosilizados que reflejan condiciones de vida pasadas y son
por ende conservadores, y los que implican innovaciones constantes determinadas por condiciones de vida
en desarrollo en contradicción o relación diversa con el estrato culto. Cimpiani cree que el folclore es un fin

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en si mismo ya que ofrece al pueblo la posibilidad de conocerse a si mismo. Así encuentra bien enseñar
folclore a los maestros. Pero existe un problema: la actividad formativa del Estado está en contradicción
con el folclore, que debe ser superado. Conocer el folclore es, para el maestro, conocer cuales otras con-
cepciones de la vida y del mundo trabajan por la formación intelectual y moral de las generaciones más
jóvenes, para extirparlas y reemplazarlas por otras concepciones superiores. Debe difundir una y solo una
concepción de la vida.
l folklore debe ser enseñado para que desaparezca la separación entre cultura moderna y cultura popular y,
así, determinar el nacimiento de una nueva cultura en las grandes masas populares.
La filosofía es una concepción del mundo más sistemática y homogénea. Pero el buen sentido sería el nivel
óptimo porque comprendería una elaboración de una conciencia autónoma y crítica de las condiciones
materiales y de lucha por la hegemonía. El buen sentido sería la filosofía de la praxis.

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Espontaneidad y dirección consciente (*)
Se pueden dar varias definiciones de la expresión “espontaneidad”, porque el fenómeno al que se refiere es
multilateral. Hay que observar, por de pronto, que la espontaneidad “pura” no se da en la historia: coincidi-
ría con la mecanicidad “pura”. En el movimiento “más espontáneo” los elementos de “dirección conscien-
te” son simplemente incontrolables, no han dejado documentos identificables. Puede por eso decirse que
el elemento de la espontaneidad es característico de la “historia de las clases subalternas”, y hasta de los
elementos más marginales y periféricos de esas clases, los cuales no han llegado a la conciencia de la clase

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“para sí” y por ello no sospechan siquiera que su historia pueda tener importancia alguna, ni que tenga
ningún valor dejar de ella restos documentales.
Existe, pues, una “multiplicidad” de elementos de “dirección consciente” en esos movimientos, pero nin-
DD
guno de ellos es predominante ni sobrepasa el nivel de la “ciencia popular” de un determinado estrato
social del “sentido común”, o sea de la concepción del mundo tradicional de aquel determinado estrato.
[...] El hecho de que existan corrientes y grupos que sostienen la espontaneidad como método demuestra
indirectamente que en todo movimiento “espontáneo” hay un elemento primitivo de dirección consciente,
de disciplina. A este respecto hay que practicar una distinción entre los elementos puramente “ideológicos”
LA

y los elementos de acción práctica, entre los estudiosos que sostienen la espontaneidad como “método”
inmanente y objetivo del devenir histórico y los politicastros que la sostienen como método “político”.
En los primeros se trata de una concepción equivocada; en los segundos se trata de una contradicción in-
mediata y mezquina que trasluce un origen práctico evidente, a saber, la voluntad práctica de sustituir una
determinada dirección por otra. También en los estudiosos tiene el error un origen práctico, pero no inme-
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diato como en el caso de los políticos.


[...] El movimiento turinés fue acusado de ser “espontaneísta” y “voluntarista”. La acusación contradictoria
muestra, una vez analizada, la fecundidad y la justeza de la dirección que se le dio. Esa dirección no era
“abstracta”, no consistía en una repetición mecánica de las fórmulas científicas o teóricas; no confundía la


política, la acción real, con la disquisición teorética; se aplicaba a hombres reales, formados en determina-
das relaciones históricas, con determinados sentimientos, modos de concebir, fragmentos de concepción
del mundo, etc., que resultaban de las combinaciones “espontáneas” de un determinado ambiente de pro-
ducción material, con la “casual” aglomeración de elementos sociales dispares. Este elemento de “espon-
taneidad” no se descuidó, ni menos se despreció: fue educado, orientado, depurado de todo elemento
extraño que pudiera corromperlo, para hacerlo homogéneo, pero de un modo vivo e históricamente eficaz,
con la teoría moderna.
Los mismos dirigentes hablaban de la “espontaneidad” del movimiento, y era justo que hablaran así: esa
afirmación era un estimulante, un energético, un elemento de unificación en profundidad; era ante todo la
negación de que se tratara de algo arbitrario, artificial y no históricamente necesario. Daba a la masa una
conciencia “teorética” de creadora de valores históricos e institucionales, de fundadora de estratos. Esta
unidad de la “espontaneidad” y la “dirección consciente”, o sea, de la “disciplina”, es precisamente la ac-
ción política real de las clases subalternas en cuanto política de masas y no simple aventura de grupos que
se limitan a apelar a las masas.

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A este propósito se plantea una cuestión teórica fundamental: ¿puede la teoría moderna encontrarse en
oposición con los sentimientos “espontáneos” de las masas? (espontáneos” en el sentido de no debidos a
una actividad educadora sistemática por parte de un grupo dirigente ya consciente, sino formados a través
de la experiencia cotidiana iluminada por el sentido común, o sea, por la concepción tradicional popular del
mundo, cosa que muy pedestremente se llama “instinto” y no es sino una adquisición histórica también él,
sólo que primitiva y elemental). No puede estar en oposición: hay entre una y otros diferencias “cuantitati-
va” de grado, no de cualidad: tiene que ser posible una “reducción” por así decirlo, recíproca, un paso de
los unos a la otra y viceversa.
[...] Descuidar —y aún más, despreciar— los movimientos llamados “espontáneos”, o sea, renunciar a dar-
les una dirección consciente, a elevarlos a un plano superior insertándolos en la política, puede a menudo
tener consecuencias serias y graves. Ocurre casi siempre que un movimiento “espontáneo” de las clases
subalternas coincide con un movimiento reaccionario de la derecha de la clase dominante, y ambos por

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motivos concomitantes: por ejemplo, una crisis económica determina descontento en las clases subalternas
y movimientos espontáneos de masas, por una parte, y, por otra, determina complots de los grupos reac-
cionarios, que se aprovechan de la debilitación objetiva del gobierno para intentar golpes de estado. Entre
las causas eficientes de estos golpes de estado hay que incluir la renuncia de los grupos responsables a dar
una dirección consciente a los movimientos espontáneos para convertirlos así en un factor político positivo.

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