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INFLAMATORIA
Para esta patología existen distintos factores de riesgo, dentro de los más
comunes podemos destacar la promiscuidad, el mantener relaciones sexuales a
temprana edad, practicar relaciones sexuales de forma muy frecuente, tener
relaciones sexuales con la menstruación en curso, el someterse a procesos
ginecológicos como la aplicación de un dispositivo intrauterino, hacerse una
histerosalpingografía o realizarse un legrado, también se sabe que esta patología
se encuentra muy presente en aquellas pacientes que abusan de las duchas
vaginales y las pacientes inmunocomprometidas al encontrarse en este estado,
tienen mayos susceptibilidad a infectarse por los distintos agentes patológicos
responsables de esta patología.
Así como existen factores de riesgo también existen ciertos factores protectores
hacia este síndrome clínico, entre estos están el uso de medidas contraceptivas
como lo son métodos de barrera (ya sean el uso de condón masculino o
femenino) y los anticonceptivos con carga hormonal, de los cuales no se sabe con
claridad los beneficios que confieren contra la EPI, sin embargo, se teoriza que
existe un engrosamiento del moco cervical, una alteración en la motilidad
tubárica y disminución del fujo menstrual. Según los estudios que se conocen
sobre esta enfermedad, se sabe bien que su frecuencia es mucho mayor en
pacientes con abortos inducidos o mal manejados, en pacientes que prefieren la
cesárea sobre el parto vaginal y también se dice que está mucho más asociado a
complicaciones como (tromboflebitis, sepsis y endometriosis). La EPI es una
patología que se puede prevenir siempre y cuando se tomen las medidas
necesarias adecuadas contra los agentes etiológicos de las mismas, se debe tener
en cuenta que su tratamiento es en pareja.
Para que la paciente adquiera EPI también existen otros factores que influyen en
su producción, algunos son dependientes del individuo, como por ejemplo su
estado inmunológico, la competencia de este mismo va a depender del estado
nutricional o alteraciones en los mecanismos de barrera naturales que la mujer
posee naturalmente (moco cervical y canal endocervical), una variación en
cualquiera de estos mecanismos podría favorecer la ascensión de
microorganismos y producción de EPI. Al momento de que la infección se
instaura y alcanza las trompas uterinas, va a generar una reacción inflamatoria,
esta reacción inflamatoria va a generar distintos cambios en los tejidos y
consecuentemente en las mucosas, estas variaciones son las responsables de la
clínica insidiosa y sus consecuencias más graves.
Entre las distintas ayudas diagnosticas existentes para esta patología contamos
con pruebas para gonorrea, clamidia o Mycoplasma genitalium, las cuales
consisten en la toma de muestras de estas secreciones genitales y ponerlas en un
medio de cultivo o verlas al microscopio para ver si proliferan los
microorganismos responsables de estas patologías, también la realización de un
cuadro hemático el cual nos va a reportar que la paciente presenta una
leucocitosis mayor a diez mil, la cual es indicativa de una posible infección en la
paciente, exámenes como PCR o BCG, ultrasonido, laparoscopia o biopsia
endometrial pueden ser realizados para determinar cual es la patología que esta
originando el cuadro de EPI. Por supuesto al momento de evaluar a una paciente
con EPI también debemos realizarle una prueba de embarazo para descartar una
posible gestación en curso.
Bibliografía