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BIBLIOTECA DE CIENCIAS SOCIALES MARK BLAUG Dirigida por ‘ Profecor Asistente de Economia ARMANDO CARABEN de Ia Universidad de Yale LA TEORIA ECONOMICA ACTUAL EDITORIAL LUIS MIRACLE 22 avmmopucetSx dos y separados del niicleo de proposiciones verificables que encierran; nunca como hasta ahora se habfan comprendido mejor las operaciones del sistema econémico. Y, sin embargo, los relativistas tienen raz6n en algo. El pensamiento econdmico no ha tomado la forma de una progresién lineal hacia la verdad absoluta. Ha progresado a pesar de los rodeos a que le han obligado las exigencias de lugar y tiempo. El hecho de que se adopte una interpretacién absolutista o relativista, por To tanto, depende enteramente de las preguntas que nos hagamos, Si un comentarista se interesa por explicar la raz6n que ha Me- vado a determinadas personas a tener determinadas ideas en momentos determinados, debe indagar fuera de la esfera de la discusi6n intelectual, si quiere obtener una respuesta com- pleta, En cambio, si quiere saber por qué algunos economistas de otras épocas claboraron una teorla del valor-trabajo mien- tras que bubo otros que basaron el valor en la utilidad, y ello no sélo en la misma época y el mismo pais, sino en paises y generaciones distintos, entonces debers dirigir sus esfuerzos al estudio de Ia légiea interna de Ia teoria de que se trate. Si, en los capftalos que siguen, el lector encuentra pocas alusiones al «Zeitgciste,* al medio social, a las instituciones ‘econémicas y a los movimientos Sloséficos, no debe atribuirlo a que el autor considere estas cuestiones de poca importancia, sino a que son ajenas al objeto del presente estudio, gQué saben los economistas? ¢Hasta qué punto proporciona respues- tas la economia? ¢Cuéles son los principios que las teorlas econ6micas han aceptado o rechazado? gQué rasgos han ca~ racterizado a las ideas econémicas perdurables? Estas son las preguntas a las que este libro trata de responder. °N,T. — Rephoitu de la époea, Cariroro rein LA ECONOMIA PREADAMITA 1, Ee mmreanrmismo La palabra «mercantilismo» adquirié por primera vez sig- niflcado con Adam Smith, Este observé que ol distinto pro- sgreso realizado por la riqueza en las diferentes Spocas y ma- clones ha dado origen a dos sistemas distintos de economfa politica, relativos a los sistemas de enriquecimiento del pueblo: «el sistema del comercios, o esistema mercantils, y «el sistema de Ia agricultura», Estos dos sistemas, sin embargo, no estaban en un mismo plano. Quesnay y sus discipulos, a los que la posteridad ha dacio el nombre de Fisiécratas —ellos se Tama- ban a si mismos «les économistes»— presentaban un frente comtin y formaron escuela definida, Pero los escritores ingle- ses de optisculos do los siglos xv y xvi no tenfan concien- cia de estar contribuyendo a una corriente dofinida do ideas y menos afin a una tradicin que Adam Smith atacd bajo ol nombre de mercantilismo, No tenfan ni principios ni instra- mentos analiticos comunes. Sin embargo, a lo largo de tres siglos de esfuerzo intelectual incoordinado, eno de contro- versins y reflejando una gran variedad de eirounstancias pric- ticas, ciertos hilos doctrinsles aparecieron repetidamente. Son estos hilos los que agrupamos bajo el concepto de «mercanti- lismo», imponiendo un sentido de unidad y coherencia Igica a toda esta literatura, mucho mayor que ol que tenia en realidad. En Ia época actaal, el mercantilismo, como etiqueta de una fase de la historia de la politica econdriica, se ha ot ‘teontA ECONSMICA Hamado un ebadl pesado», «un arenque abumedo de la histo- riografiay y «un globo tebrico gigantesco», Pero, como des- cripoién de la tendencia central del pensamiento econémico desde finales del siglo xvr hasta mediados del siglo xvi, este nombre continita siendo valido, Para realizar nuestros propé- sitos es muy eonveniente estudiar globalmente a los predecesores de Adam Smith, al igual que él lo hiciera, Le doctrina de la balanaae comercial. — Las caracteristicas principales del punto de vista mercantilista son bien conocidas el oro y los metales preciosos como esencia de la riqueza; regulacién del comercio exterior para obtener entradas de oro; fomentar In industria mediante importaciones do materias primas baratas; aranceles proteccionistas gtavando importa- ciones de bienes manufacturados; ayuda a Ja exportacién, principalmente de productos acabados; y énfasis en el aumento de a poblacién y en los salarios bajos. La clave de todo ello ¢s, desde luego, In doetrina de que es de desear una balanza comercial favorable porque ésta es en cierto modo productora de prosperidad nacional. La pregunta que se plantea inmedia~ tamente es Ia de cémo pudo surgir esta idea, Adam Smith dig la primera respuesta que continia siendo ain la més simple: el mercantilismo no es més que un tejido de falacias proteccionistas que enuestros comerciantes y fabricantes» obl garon a aprobar a un Parlamento venal, basindose en «la nocién popular de que Ja riqueza consiste en dineros, Al igual que los individuos, los pafses deben gastar menos de Jo que ganan y, de este modo, su riqueza inf en aumento. ¢Qué forma tangible toma este superdvit? Los autores mercantilistas Io identificaban con la adguisicién de dinero fuerte 0 «tesoro: el dinero se identificaba con el capital y Ja balanza comercial favorable con el superivit anual del ingteso sobre el consumo, Este ¢s el meollo dela critica que Adam Smith hizo del merean- tilismo. Desde entonces los comentaristas no han dejado nunca de discutir esta cuestién. ¢Identifieaban realmente los mercan- tilistas el dinero con el capital 0, empleando vocablos pasados EA BOONOMiA PREADAMITA 2B de moda, el oro con Ia riqueza? Dada la extraordinaria va- guedad con que los escritores de aquella época usaban palabras tan comientes, no puede sorprendernos el hecho de que la Iiteratura admita més de una interpretacién, «Algunos do los mejores escritores ingleses sobre comorcio», admitfa Smith, citando a Thomas Mun y a John Locke, previenen a sus Iecto- des contra el error de suponer que la riqueza consiste en dinero y no en las cosas que pueden comprarse con él, pero ron el curso de sus razonamientos, las tierras, casas y bienes de consume parece que se borran de su memoria hasta et punto que a veces sus argumentos inducen a pensir que toda Ia riqueza consiste en oro y platay. Al calcular el valor de todos Jos bienes de Inglaterra a finales del siglo xv, William Petty Iegé a Ia conclusién de quo el dinero representaba me- rnos de un 8 por ciento del total, y, en su Taxes and Contri- butions (1662), se opuso a la acamulacién indefinida de. oro apelando a to que nosotros Hamamos sdoctrina de las necesi dades del comercio» de la. cantidad de dinero, «Existe una determinada medida y una debida proporcién imprescindible para Hevar a cabo el eamercio de ta Nacién, Jas cuales, si se alteran en més 0 en menos, perjudican por igualy. Sin embargo, estas palabras no impidieron que autores posteriores conti nuaran identificando el dinero con Ia riqueza nacional 0 que abogaran por una balanza comercial permanentemente favo- rable, Podemos citar mercantilistas moderados que no identifica. ban el dinero con ef capital y que seguian a Aristételes al poner de relieve Ia naturaleza puramente convencional del dinero, pero To cierto es que la gran mayoria de escritores mereantilistes abrigaban Ia ilusién de que el dinero es, en cierto modo, nerous rerum. El dinero es ela vida del comercior, «cl ospfritu vital del comerciox, y, como dijo Bacon, «al igual que el abono, sélo es atil cuando se esparces. Este lenguaje antropomérfico encontrd su racionalizacién en Ia doctrina deb siglo xvur segtin la cual «el dinero estimula el comercios, pero ya hacfa siglos que era aceptada sin ninguna justificacién ted- 26 ‘eonia HCONSMOA rica aparente, En iltima instancia resulta irrelevante discutir esta cuestién, porque Ia auseneia de un Iéxico profesional en la literatura de aquella época hace que sea casi imposible distinguir entre la axiomética identificacién del dinero con la riqueza y Ta vaga insinuacién de que el aumento del uno produce un aumento de Ta otra, \ EL mecanismo del flujo de oro.—Si el mercantilismo, en sus formnlaciones mAs elaboradas, no identifica el dinero con el capital, gpor qué existe una general preocupacién por una balanza comercial favorable? gQué ventajas se suponia pro- porcionaba a un pais un exceso de las exportaciones sobre las importaciones? Una vex més la falta de una torminologta comin y el cardcter preanalitico de Ia literatura hace diffcil saber el significado que los autores de la época daban a la expresiin de que es conveniente un superdvit exportador. aSignifica algo tan simple como que una balanza comercial favorable es la tiniea fuente de riqueza de una nacién, 0 bien que ésta es la tinica ventaja que un pais obtiene del comercio exterior, o se trata simplemente de un modo de hablar con el fin de justificar medidas que se consideran ventajosas en otros terrenos? Cualquiera que sea Ia interpretacién precisa, la idea de que un supordvit exportador proporciona un. {ndice de bienestar econémico puede descubrirse como la falacia basica que eircula por toda Ia literatura mercantilista, El titulo del libro de Thomas Mun sobre este tema nos lo expresa con toda clatidad: England's Treasure by Forraign Trade, or the Ballance, of our Forraign Trade Is the Rule of Our Treasure (1664). Pero se ha negado incluso esto, Un investigador del mercantilismo inglés, E. A. J. Johnson, ha declarado que «la preocupacién fundamental de los mercantilistas fue In creacién do factores de produecién eficaces, Ni un diez por ciento de Ja literatura mercantilista inglosa se dedica a la desacreditada doctrina de Ia balanza nacional», A lo cual J. Viner ha repli- cado: «Baséndome en mis estudios ¢ investigaciones de las obras de los mercantilistas ingleses, puedo afirmar que ni tan slo un diez por ciento de ellos estuvo libre de la preocupacién LA ECONOMIA PREADANATA a7 por el estado de la balanza comercial, expresada de manera més 0 menos clara, y de los medios para mejorarlas. No es, desde Inego, equivocado preocuparse por la balanza comercial, pero si lo es la obsesién por ella y el deseo de mantenerla favorable, incluso a largo plazo, que caracteriza a la teorfa mereantilista. La balanza de pagos tiene quo estar siompre equilibrada, pues se trata de una simple contabilidad de exéditos y débitos, Pero la balanza comercial de exportaciones ¢ importaciones no necesita estarlo. Un pais obtiene divisas extranjeras de diversas maneras: (1) con las exportaciones visibles de bienes, (2) con las exportaciones invisibles de servicios, (8) con las exportacio- nes de metales preciosos y (4) con las importaciones de capital, tanto en forma de inversiones como de empréstitos concedidos por extranjeros. Un pafs paga en divisas extranjeras: (1) las importaciones visibles, (2) las importaciones invisibles, (3) las importaciones do oro y plata y (4) las exportaciones de capital bajo Ia forma de adquisicién de derechos sobre extran- jeros. Los cuatro conceptos siempre estin en equilibrio, y si hho ocurre asi con los tres primeros, Ia diferencia apareceré como una importactén o exportacién de capital. Cuando los mercantilistas hablan de superdvit de la balanza comercial, se refieren a un exceso de exportaciones sobre importaciones, tanto visibles como invisibles, el cnal leva consigo una entrada de oro 0 la adquisicin de créditos de paises extranjeros (ex- portaciones de capital). Los economistas elisfoos nunca dudaron quo los argumentos de sus predecesores en favor de un superivit exportador er6- nico se basaban, del principio al fin, en una confusién intelec- tual, Todo lo que los mercantilistas esperasen conseguir con una balanze comercial favorable estaba destinado a tener corta vida, Thomas Mun escribfa en 1630 que habia podido comprobar que la entrada continua de oro en un pais hace anmentar los precios internos y que evender caro y comprar baratox tiende a volver la balanza de comercio contra el propio pafs. Loa autores posteriores no tuvieron en cuenta esta adver- 28, ‘moniA EOONEMTICA teneia y, debido a ello, la exposiciéa que Cantillon y Hume hicieron en el siglo xvur del mecanismo del jo de oro apare- ‘ciS como una refutacién de los prinefpios mercantilistas, La oxposicién argumentaba que fuerzas puramente. autométicas tionden a establecer na edistribucién natural de oro» entre los pafses que comercian entre s{ y unos niveles de precios fnternos tales que las exportaciones de cada pafs igualen Tas importaciones, Cualquier aumento en el oro extraido de Jas minas de un pals aumentard su nivel de precios en relacién con el de otros paises; el superivit de importaciones que resulta debe ser financiado con una salida de oro; ello origina la misma relacién en el pais que recibe el oro y este. proceso continga hasta que todas las naciones hayan establecido un nuevo equilibria entre exportaciones ¢ importaciones, corres- pondionte a la mayor oferta de oro, Puesto que el comercio exterior y el oro se comportan como el agua de dos vasos eo- municantes, buscando constantemente ‘un nivel comtin, toda politica tendente a Iogear una balanza comercial favorable se destruye a sf misma, ‘Todos los elementos que forman la teorla del mecanismo autorregulador de la distribucién del oro se conocfan ya on of siglo xv. Thomas Mun habfa puesto de relieve que todo déficit © superdvit de la cuenta coniente de Ia balanza, los capitulos visibles més los invisibles, tienen que pagarse en oro y que el volumen de exportaciones ¢ importaciones depende de los niveles de precios relativos de los diferentes paises. John Locke, eseribiendo hacia 1690, habta demostrado de ma- nera perfectamente clara que la cantidad de dinero en circn- lacién determina el nivel do procios. Todo lo que se necesitaba cera conjugar estas ideas. Entonces se hubiera Hegado a la con- clusién de que era innecesaria la preocupacién por la situaciéa fa largo plazo de Ia balanza comercial, Aunque Adam Smith no se refirié al mecanismo del flujo de oro en La Riqueza de las Naciones —lo que constituye uno de los grandes misterios de la historia def pensamiento econdmico, como observa Viner, ya que aludfa a él en su anterior obra Lectures, es este tipo de EA ECONOMIA PREADAMITA 29 razonamiento el que indujo a los economistas clésicos a recha- zar los escritos de los mercantilistas por confusos y contra- dictorios. Podrian haber afiacido que Tos arraigados sentimnientos pro- teccionistas de la época obligaron a muchos escritores mercan- tilistas a emplear el argumento de In balanza del trabajo en favor de restricciones, 0, en todo caso, invocando la gltima sélo para reforzar la primera, Debido a ello, se propugnaba la importacién de materias primas y productos semi-claborados y la exportacién de bienes acabados, fundindose en que una salida neta de servicios de trabajo sostiene Ja ocupacién interna y acrecienta «los ingresos por pagos del extranjerox. A. este conocido argumento proteccionista se afiadfan los argumentos militar, estratégico y de proteccién a la industria naciente, Para una époea que habia descubierto Ia ley del costo compa- rativo asi como el mecanismo automitico del Aujo de oro, esto parecia error sobre error, La defensa del mercantilismo. — La severa condena de erro- res mercantilistas por la teorfa clisica no encontré objetores durante un siglo, La interpretacién relativista tuvo que esperar hasta el renacimiento del proteccionismo en Europa y la apari- cién de Ia escuela histérica alemana. Primero Roscher y Schmo- ler y més tarde sus disefpulos ingleses Cunningham y Ashley, alzaron sus voces para defender Ja politica mercantilista, a Ja que consideran perfectamente racional y apropiada para favorecer determinados objetivos; esos objetivos eran Ia autar- quia nacional y le expansién del poder del Estado y, en.aquella Epoca, ambos fines se consideraban razonables, Esta interpre- tacién fue ampliamente aceptada por los historiadores eco- némicos, Cuando Adam Smith, en cierto pasaje, comentaba descuidadamente que «la defensa es més importante que Ja opulenciay, estaba expresando una postura que Tos mercanti= listas, se afirma, hablan defendido seriamente, Este punto de vista ayuda a echar Iuz sobre una de las ereencias fundamenta- les de la época mereantilista. La consolidacién del Fstado puede conseguirse tanto, si no mejor, debilitando el poder econémico 30 ‘montA BcONéMICA, de los vecinos como aumentando el propio, Como Locke expre- 56, «riquieza» no es precisamente més oro y més plata, sino més en proporeién a otros paises, En realidad, la mayorfa de autores ‘mercantilistas compartfan Ja opinién de que los intereses de Jas naciones son mutuamente antagénicos, como si en el mun- do existiera una cantidad Aja de recursos, que un pais podria adquirir sélo a expensas de otro. Esto expliea por qué los mer- cantilistas abogaban por una politica de empobrecimiento del veeino y de restriccién del consumo interno, Pero, incluso si admitimos que el poder del Estado era el ‘inico fin de la politica mercantilista y que la riqueza servia ‘inicamente para alcanzar dicho fin —interpretacién que Viner hha puesto en tela de juicio—~ poco se ha dicho para borrar el estigma de error intelectual en Ja teorla mercantilista, Para encontrar una abierta defensa debemos ir al provocative capt tulo de Keynes eNotas sobre el Mercantilismox en The Gene- ral Theory (1938). Tan pronto se comprueba que un sistema econémico no tiende automSticamente hacia un estado de pleno empleo, argumentaba Keynes, pierde mucha fuerza la oposi- ci6n clsica contra la politica proteccionista, basada en las ventajas de Ia divisibn intemacional del trabajo, «Como una contribucién al arte de gobernar que se ocupa del sistema econémico en conjunto y de logear la ocupaciéu éptima de todos los recursos del sistema, los métodos de los pioneros del pensamiento econdmico de los siglos xvt y xvi pueden haber captada fragmentos de sabiduria prictiea que las abs- tracciones irreales de Ricardo olvidaron primero y destruyeron dospuésr. La preocupacién de los mereantilistas por las en- tradas de oro no fue una «obsesién puerils, sino un reconoei- miento intuitivo de la relacién existente entre la abundancia de dinero y los bajos tipos de interés. Ha existido, «en el transcurso de la historia humana, una tendencia erénica a que la propen- sién al ahorro fuese més fuerte que el estimulo a la inversin», y debe alabarse a los mercantilistas por haber descubierto que la debilidad del estimulo a Ta inversién constituye la clave del problema econémico. Bn una sociedad en la que no existfan TA ncoNoMiA PREADAMETA 81 ni inversiones péblicas ni politica monetaria, lo mejor qué podia hacerse era alentar la inflacién por medio de ba balan, za comercial favorable; el superivit de las exportaciones ser virfa para mantener altos los precios y la entrada de oro harla disminnir tos tipos de interés estimulando la inversion yet empleo gracias a Ia abundancia de dinero. Esto es lo que Key- nes consideraba como «el elemento de verdad cientffica en la doctrina mercantilista, cPrecursores de Keynes? —No hay duda de que los econo mistas ingleses de los siglos xv y xvur a menudo parecen los precursores de Keynes, Se opusieron a sencerrar el dinero», convistiéndolo en evalor muertos; eran pattidarios de gastarlo en articulos de Iujo y proponfan programas de obras piblicas para desprenderse de «supernumeratios» ; y Ia frecuencia con que afirmaciones acerca de la deseabilidad de poser oro eran asocindas a la creencia en su efecto productor de empleo es verdaderamente asombrosa, Pero esto no. significa que los es- critores de aquella época tuvieran una apreciacién prekeyne- siana del problema de la demanda global efectiva. La defensa dll mereantilismo hecha por Keynes parece déscansar, en parte, en la nocién de que una balanza comercial perfoctamente favorable Mleva consigo Ja exportacién de capital, absorbiendo asf los ahorros excesivos de un pais, Pero las invorsiones en el extranjero no entran para nada en el andlisis morcantilista y no existen ejemplos de argumentos en favor de inversiones Permanentes en el extranjero antes de James Steuart, quien escribié hacia 1760, Sin embargo, el principal fallo de la inter- pretacién de Keynes, como Heckscher pone en relieve en su critica de las «Notas» de Keynes, es su creencia de que el desempleo en la época mercantilista era de carécter similar al paro tecnolégico y ciclico de las economias industrializadas, “Antes dé la Revolucién Industrial se desconocia précticamente el desempleo ocasionado por una disminucién en Ins inversiones fjas. En a Inglaterra del siglo xvi, de economia predominan- temente rural, Ia mayor parte del desempleo se debfa al ca. eter estacional de la agricultura o a las malas cosechas, Incluso 82. ‘reoniA RCONEMICA en la industria habla. mucho paro estacional ya ave> por em plo, los hielos do inviero y Tas inundaciones de puinavers Fnterrumpian el fanciooamiento de Jos molines propulsadle por Ia fuerza del agua, Una erisis comercial podia prodacis Wo desempleo ciclico que requeria: medidas expeiles pero la Glare de desemplco que atrala més la atencifn erat pare Yo" Tontario, en el sentido de una clara aversion por el a jo ow rnaroada preferencia por el oct, on yor de un deseo de mayors ingress, EL problema no era de desompleo invaluntario, el de nun populacho holgazin y relajado». ceed Gonviene aqué hacer una distinién a In_ave volver de nuevo en el transcurso de nuestro anilists be isin fentre Io que, por razones obvias, se ha Tumado cx Seep Keeynesiano y el desompleo marsista..E_ primero, denote Ot sitnacién en la que el ritmo iaversionista es insficionto PS Absorber Jos ahorros que so obtendrian a niveles de ingreso. de pleno empleo. A causa do una superabundanela relative dde capital, Ios tipos de rendimiento son demasiado bjos pat ‘1 para Iograr et pleno empleo. El desempleo marxista, en can, ol rele a i sez de capital en relacién con Ta oferta de trabajo, Ta cae Sisponbilidad de rooursos y las posibildades ‘éenions dle sustitueién del capital por el trabajo bacen yposie® bsorcida de trabajadores en pao, incluso, euando jody, capital se emplea a su capacidad maxima, Fl desempleo we sista proviene tanto de un crecimiento exeesivo de la pob lac Como de rentas demasiado bajas para prpducir wn adeout® ffujo de ahorros, Lo que impide la expanstén de Is boecén no e¢ una demanda efectiva insuftciente, sino demasiado poco thorro. El desemplen es wx problema estructural, now) Pe Hplema efelico, ¥ por esa razin la iaversi6n pabliea o Ia poltiet de expansién monetaria, remedios tan eicaces pars curst desempleo keynesiano, s6lo productian inflacioa sn, condo al pleno empleo. El sintoma es ef miso en ansbes ass, £0 €l remedio, por la distinta naturaleza de la enfermedad, ohhere totalmente, De ello se deduce que la analogia con el prel cestimular la inversion necesari LA ECONOMMA PREADAMITA 33. del desempleo, tal como aparece en Ia literatura mereantilista, no es el del sub-empleo en una coonomfa capitalista madura, sino el del desempleo de los pafses superpoblados y subdesa- rrollados. La interpretacién del mercantilismo por parte de Keynes ¢s un ejemplo més de su tendencia a valorar las teorfas anteriores a él bajo su propio punto de vista y a generalizar los problemas de su tiempo a toda Ia historia, Guando los eseritores de los siglos xvm y xvitr se declaraban partidarios de que los ricos gastaran el dinero en lujos, crefan que la «buena vidan de los ricos genera necesidades y estimula incentives pecuniarios de toda In poblacién, Una economia subdesarrollada con mercados rudimontarios suele albergar el convencimiento, tal como demuestra la experencia modema, do quo las clases altas tienen la obligacién de proporcionar ‘trabajo, manteniendo un gran séquito de eservidores domés- ticos», El Dr. Johnson expres6 Ja opinién ortodoxa del si- glo xvmr cuando dijo a Boswell: «No se puede gastar dinero en Injos sin favorocer a los pobres. Mejor dicho, se hace mis bien gastando en lujos que regalando el dinero; ya que gas- tindolo se les hace trabajar, mientras que regaléndolo se hace que no trabajens. En lo que se refiere @ Ia aprobacién de Jas obras ptiblicas, ésta se basaba freeuentemonte sblo en la tfpica fe mercantilista on la eficacia magica de la accién del Estado, ‘inieamente porque es una accién emprendida en interés pie blico, En ocasiones, tna depresién comercial daba lugar a que un escritor contemporineo pidiera la realizacién de obras piiblicas y, debido al cardcter deseuidado de la época, se to- aba como consefo permanente lo que no era sino una recomen- dacién destinada a aliviar um problema inmediato, No existen pruchas en Ta Titeratura de Ia época para dedueir que In preo- cupacién por una politica de creacién de empleos tuviera vela- cién con el reconocimiento de que el desempleo se debo a la escasex de demand efectiva. ¥ lo que es peor, so recomest- daba esta politica sin tenor en cuenta la necesidad de estimular el ahorro o de crear institucfones apropiadas para transferir Ios capitales ahorrados a los inversionistas a largo plazo. 2 34 ‘reonf{a, ECONGMICA Elementos racionales en la teorla mercantilista, — A. pesar de la fuerte critica ‘de Heckscher a Ia interpretacién no histéri- ca de Keynes, su propio andlisis del mercantilismo despliega tna indignacién rayana en el absurdo hacia todo lo que sepa deterninismo econdmico, No sélo atribuye todas las proposi- cciones mercantilistas a la poderosa influencia de exréneas ideas fecanémicas, sino que Hega incluso a afitmar que eno existe base alguna para suponer que los eseritores mercantilistas construyeran su sistema... fundéndose en 1m conockmiento de Ja realidad por imperfecto que fueser —un ejemplo perfecto de postura absolutista. Es cierto que los mercantilistas demos- traron poco interés por cl empleo prictico de los metales pre- closos en caso de guerra o para su exportacién final, Ni tant- poco querfan el oro para hacer frente a la escasez, monetari, ela escasez de dinero» era, desde luego, una queja que se ofa con frecuencia en aquella época, pero incluso los autores con- temporineos se dieron cuenta de que esta escasez, podia reme- diarse mediante el recorte de las monedas 0 con Ja emisiin de papel moneda y que as quejas se debian a menudo a una confusién entre una moneda mal administrada —esoasez de monedas de una denorainacién particular— y un crédito rigu- 1050 0 un comercio débil, Pero recientemente un historiador briténico ha aportado pruebas demostrativas de que el deseo de una moneda fuerte en Ja época mereantilista era apropiado dadas las circunstancias de la época que més tarde desapare- cieron: las condiciones del comercio britinico con los Paises Bilticos y Jas Indias Orienteles eran de tal naturaleza que hhacfan necesatio conseguir liquide internacional por medio de la adquisicién de reservas de metales prectosos, Prictica- mente, Inglaterra no producia nada que pudiera exportarse fa dichos paises y éstos no querfan aceptar libras esterlinas como contrapartida a causa del entonces sub-desarrollado mercado monetario, Para obtener trigo de los Pafses Bélticos y «especiass de la India —y en aquella época la palabra cespecias» no significaba tinicamente productos para sazonar sino todos Jos artfculas orientales tales como tejidos, tinturas, LA EooNOMEA PREADAMERA 35 antcar, café, ty sal gema, productos que no existian en Europa— Gran Bretafia tenfa que aprovechar su comercio co- lonial para obtener metales precioses. As, el marco econémi- co del mundo mercantilista hacia imposible todo comercio libre multilateral y requeria un sistema de controles bilatorales. En su respuesta a este argument, Heckscher sostenfa que los mereados monetarios extranjeros de los siglos xvi y xvit eran lo suficientemente desarrollados como para permitir Jos pagos en divisas, pero admitia que los mercantilistas tenfan buenas razones para estar preocupados por la constante sangria que el comercio de la India representaba para las reservas de oro. Sea como fuere, esta discusién revela elementos de racionalidad en el pensamiento morcantilista hasta entonoes insaspechados, Podemos preguntamas por qué razén los mereantilistas 19 prestaron atencién a las particularidades del comercio con los Paises Bélticos y las Indias Orientales. La respuesta es, desde Inego, que ntmea creyeron que se tratara de algo in- sélito, De hecho, todo el cuerpo de la teorfa mercantilista im- plica suposiciones técitas acerea de! mundo real, obvias para los observadores de la época. La concepoién estitica de In actividad econémies, como juego de suma cero, de manera que toda ganancia de una persona o de un pais fuese una pérdida para otro; la técita aceptactin de necesidades limita- das; una demanda predominantemente inelistica; unos incen- tivos pecuniarios débiles —éstas eran las nociones que se podfan esperar encontrar en una economfa preindustrializada, acos- tumbrada a un crecimiento de la produccién y de la poblaciém tan lento que resultaba apenas perceptible. En una época en la que el comercio exterior se caracterizaba por ganancias inesperadas —eran los dfas del imperialismo bucanero— y on Ja que el comercio interno estaba atrasado, ghabla algo. més natural que pensar que rinicamente la politica de empobsecer al vecino podia enriquecer a una nacién? gHabla algo més natural que considerar tna balanza comercial favorable como un ineremento neto de las ventas en lo que se consideraba como un mercado interno mis 0 menos limitado, o suponer 36 ‘aonta BCONGMICA qno salarios més altos s6lo servirfan para disminuir In oferta de trabajo enando pricticamente se desconocta la regularidad de empleo y el esfuerzo continuado? Estas actitudes generales ante la vida econémica estaban tan finmemente enraizadas ‘ea la zealidad que resulta superfluo exponerlas, pero s6lo di- cchas actitudes explican cSmo personas razonables pudieron sustentar las doctrinas de aquella época, Lo anterior no significa que no existieran coneeptos equi- vocados © incluso auténticos errores. Después de todo, Ia doctrina de Ja balanza comercial ya era comiente durante et siglo xv y, en varias ocasiones, ya se meneiona en época tan temprana como el siglo xv. Ia nocién de que el oro propor ccionaba «los dineros para la guerra estaba ya arraigada en los dfas de Enrique VIII, y cuando éste esquilmé el tesoro del Estado, tal idea persistié alimentada por el temor racio- nal de falta de liquidez en una época en la que las institucio- nes de crédito estaban poco desarrolladas, El sentimiento proteccionista, popular en todas las épocas, pero sobre todo en tuna en Ja que la regulacién estatel del comercio exterior se daba por descontada, era légico que se aferrase fécilmente a la ingenua identificacién de dinero y capital, por analogia con la economfa personal, Jo que constituye la més antigua falacia de composicién, Los escritores de opdsculos, indiseiplinados, arras- trados por la corriente de las creencias piblicas, encontraban ra- zones Hamativas y a veces convineentes para apoyar Ia econo- mfa mereantilista del hombre de la calle y, en su Tucha con las consecuencias Iégicas de las premisas, formulaban los primeros balbuceos de la teoria econémica. Hay amplio campo aqui para la interpretacién relativista y la absolutista: por una parte, una «visién» mercantilista de Ta realidad y, por otra, tun andlisis esencialmente erudo que mis a menudo cometers errores por omisién que por comisién, EA ECONOMIA PREADAMETA a7 2, Los pnupscxsonss per, sicLo xvur Desde la época de Hume, quienes han estudiado el snercan- tilismo inglés se han visto sorprendidos por el hecho de que los escritores mercantilistas no se dieran cuenta de que sus objetivos eran entre si contradictorios, Thomas Mun pudo eseribir que «todo el mundo esté de acuerdo en que Ia abun- dancia de dinero en un Reino hace que los articulos del pais sean més caros» y que «del mismo modo que la abundancia de dinero encarece los productos, el encarecimiento hace dismi- nuir su consumo, y sin embargo no dudé en abogar por Ia acumulacién indefinida de moneda fuerte. Ante ello so cae en Ia tentacién de creer que Mun no capté por completo el significado de la teoria cuantitativa del dinero. Pero en este caso, gcémo fue posible que las ideas mercantilistas continua- ran viviendo durante el siglo xvur, cuando Locke ya habla demostrado que el valor del dinero varia en proporcién inversa a su cantidad? Este misterio aumenta todavia més cuando se comprueba que muy pocos mercantitistas cometieron el error de propugnar una balanza comercial favorable como método de inflacién de precios; Heckscher encontré en Ia Titeratura de la época més pruchas de sentimientos inflacio- nistas que las que encontré Viner, pero contindia en pie ol hecho de que, incluso los partidarios del papel moneda y de los bancos emisiones del siglo xvi, no querian precios més elevados. EL dilema mercantitista y la teorka cuantitation, —La clave de este dilema reside en la caracteristica doctrina mercanti- lista soggin a cual el dinero eacelera» el comereio mediante el aumento de Ta velocidad de cireulacién de Tos bienes, Segiin Ja familiar ecuacién de cambio MV = PY: la cantidad de dinero en circulaeién es exactamente igual al volumen total de comercio multiplicado por los precios medios de los bienes. La teorfa cuantitativa Gel dinero so considera actualmente como tuna doctrina que une M con P, en la que T esté determinado 46 ‘teowta zcONGMECA cexigia que la demanda tuviera que aumentarse en la misma proporcién que la oferta, Por lo general, sin embargo, no se creia que el tipo de interés dependiese tinicamente de la ofer- ta de dinero; las repercusiones de un aumento en la oferta monetaria podtan explicarse por el Efecto Cantillon. Por ejem- plo, si la nueva cantidad de dinero pasaba a manos de empre- sarios que lo ahorraban ¢ invertfan, el tipo de interés proba- lemente descenderia, pero si iba a parar a manos de pro- pietarios de tierras, se gastaria en bienes de consumo y el aumento de Ja demanda haria que Jos empresarios pudieran y quisicran pagar intereses més elevados. Este contraste entre el comerciante austero y cl propietario prédigo es caracteristico de toda la teorfa del siglo xxvmt, in- cluyendo la de Adam Smith, El tipo de aborro real y el de inversién neta no se consideran ni funciéa del tipo de interés ni siquiera de las expectativas de beneficios, sino que se rela- cionan con Ia preponderancia de cfertas clases de la comunidad imbuidas de la filosofia del ahorro. El tipo de interés depende de Ia oferta y de la demande de fonclos prestables; la rentabi- dad de la inversién y la prodigalidad de los propietarios de tierras gobiernan Ja demanda, en tanto que Ia riqueza det pais y su distribucién gobiernan la oferta, Se mantiene la vieja doctrina que afima que los paises adclantados tienon tipos de interés més bajos, pero ahora se analizan con detalle las fuerzas qne originan varlaciones de la demanda y de la oferta. La expansién econémica aumentarfa la importancia de los cintereses monetarios» y, por consigniente, crecerfa 1a ofer- ta de capital disponible para préstamos; Ia agricultura disminui- ria de importancia y con ella los préstatnos para el consumo de los propictarios de ticrras. Ademés, por si sola Ia acumulacién de capital reduciria los mérgenes do beneficios al incrementar Ja competencia por un niimero esencialmente Himitade de po- sibilidades de inversiOn. Puesto que el interés es una renta de- rivada, deduecién de los beneficios del negocio, se reducirin rendimiento de los préstamos de dinero. Las proporciones eam- biantes entre prestamistas y prestatarios harfan el resto. La wcowondA PREADANITA a 3. Fistocaacta ‘Adam Smith alabé el sistema fisiocrStico xeon todas sus imperfecefones», por ser «quiz la aproximacfon més cexcana a la verdad que se haya nunca publicado con ef tema de la Economia Politieas. El ataque de los fisiéeratas al mercanti- lismo y sus propuestas de libre comercio suscitaron su admi- racién; de ellos dedujo Ia tesis de que la riqueza consiste en «los bienes de consumo reprodueidos anualmente por el tra- bajo de Ia soviedad», la doctrina del trabajo productivo y el énfasis en Ia esencial cireularidad de produccién y distribucién. Resulta sin embargo asombroso comprobar que slo se refere oblicuamente al mas negativamente notorio de los conceptos fisioeréticos, Timpdt unique, y no lo menciona en absoluto en el capitulo especialmente dedicado a los fisiécratas. Ademis, tergiversa la no menos desafortunada nocién de la classe stérile al condenar a Quesnay por querer edegradar a los artifices, manufactureros y comereiantes con el humillante ape- lative de clases estériles 0 improductivass. Los fisi6eratas no consideraron Ia industria como algo sin valor, sino, simplemen- to, como un sector que no produce adiciones netas a Ia renta, La classe stipendiée de Turgot es, desde Iuego, una expresi6n més feliz que la de olasse stérile dada por Quesnay. Irénica- mente, Adam Smith encontré dificil Ia tarea de refutar el punto de vista fisioerético; al final se vio obligado a afirmar que le industria es productiva porque los ingresos que propor- ciona son suficientes para pagar los salarios y pare renovar el capital agotado, pero que Ja agricultura es mds productiva por- que deja tna renta una vez. descontados los salarios y las ane dades destinadas a la amortizaciOn, Pero aparte de ser un juego de palabras esto supone aceptar por completo el argu- mento fisioordtico. Significacién de la fisiocracia, — La Ssiocracia, como sugiere Adam Smith, debe considerarse como reaccién contra Ia. polf- tica mercantilista de Colbert durante el reinado de Inis XIV. 48 ‘weoniA RCONEMICA La gloria de Ia época de Le Roi Soleil fue el crecimiento de Ja industria, Como consecuencia, la agricultura se dejé en el abandono, La guerra de Sucesién espafiola y la magnificencia de la corte de Versalles representaban una pesada carga para Ja eapacidad impositiva del pais; y ef impuesto sobre Ta tierra, © taille, que constitula la principal fuente de ingresos, fue repetidas yeces aumentado. Antes de la muerte de Luis XIV, en 1715, la mala situacién de la agricultura francesa habia originado un movimiento de reaccién contra el Colberiisme, avivado por Ia Jucha religiosa contra los hugonotes. Luis XV, cen vez de recobrarse de las pérdidas internas, se lanzé a la Cuerra de los Siete Afios contra Inglaterra, de la que Franci salié, derrotada, perdiendo el Canada y sus Posesiones Orien- tales y quedando reducida a una potencia de segundo orden en Europa. [Las civcunstancias eran, pues, favorables aun movimiento de vuelta a la naturaleza, a la simplicidad réstica, de lo cual los eseritos de Rousseau y los cnadros de Boucher y Fragonard constituyen pruebas familiares. Los fisi6cratas, inclinados a subrayar el papel do la agri- altura, no podian evitar echar envidiosas miradas a Inglate- rma, La combinacién de minifundios, métodos anticuados y tuna marafia de obligaciones feudales hacia diffeil que Fran- cia pudiera adoptar las mejoras logradas por la admirada arevolucién agricola» de Inglaterra. El programa de Ios Gsi6- ceratas consistia en eliminar Ins vestigios de particularismos medievales en el campo, nacionalizar el sistema fiscal redu- ciendo todos los impuestos a una sola leva sobre Ia renta, sustituit la petite con la grande culture, y Hiberar el comercio det trigo de todas las trabas mercantilistas; en pocas palabras, emular la agricultura inglesa. En realidad, no hay nada sor- prendente en todo esto, Se trataba {inicamente de un esfuerzo para redueir Ja reforma agraria a un argumento teérico irre- futable del cual se sacaban conclusiones que, ineluso en aquella época, parecieron a muchos como ligeramente ab- surdas, LA ROONOMIA PREADAMETA 49 El eTableas Economiques. —El «Tableau Beondmiquer de Quesnay, publicado tres aiios después del Essay de Cantillon, fine considerado en su dia como el maximo logro de Ia escuela fisioerStiea, Mencionado, pero no explicado, por Adam Smith, pronto cayé en el olvido y tuvo que ser Marx quien lo redes- cabriera a mediados del siglo sax. Desde entonces no ha cesado de fascinar a los comentaristas, y sin embargo, a pesar de su importancia, no deberla considerarse como la obra central del sistema fisiocrético. Lo que consignié fue un vivo cuadro gré- fico de Ia interdependencia general, obtenido gracias a una simplificacién drdstica del sistema econémico en tres sectores interactuantes. De esto surgi una concepcién del estado estacionarioy cerrado, visto como una corriente circular que se renueva en cada periodo, concepto que desde entonces no ha dejado de infinir poderosamente en la imaginacién de los economistas, Pero las conelusiones de la teoria fsiocrétien no pueden deducirse del Tableau; sino todo lo contrario, ya que constituyen las premisas sobre las que se constraye el diageama en zigzag del proceso estacionario. Un estudio del Tableau sitve para revelar la principal debilidad analitiea det sistema de Quesnay: no tanto que atribuyese sélo a la tierra el ren: dimiento neto de la actividad econémica como que no demos- trase que Ia tierra es productora de valor, El Tableau mis frecuentemente reproducido ¢s el impreso en Versalles en 1759; considerado durante mucho tiempo como perdido, se desenbrié una copia en el afio 1804, Este diagrama en vigzag no es un cuadro macroeconémico, sino més bien una ilustracién de a corriente circular de los gastos do un pro- pietario agricola. Las ediciones posteriores del Tableau si plifan la argumentacién dando los ingresos y gastos totales anuales de las tres clases. tista es la forma que toma la tabla presontada en la obra Analyse (1766) de Quesnay, que fue Ia primera que Marx estudié (véase diagrama adjunto). Quesnay fue el primero en considerar el capital como. una serie de eadelantose. En primer lugar, existe capital fo, en forma de avances primitives —ganado, inmuebles y utillajo— 4 50 ‘mona uCON6MICA cuyo interés al 10 por ciento se incluye en la tabla como depreciacién, Ea segundo lugar, existe capital fijo en forma de avances fonciéres —xegadios, corcados y otras mejoras permanentes do la tierra—, les cuales no figuran como tales (Bn miles de millones) Renta del Avances ‘Avance propictario de la classe farmuclles "agricola stérile ape tei oblate Cit Contd cro eae[t : ee ePrints {E : oer Reposicién delos avences annueiles {2 ‘Total, 5 de oa cusles Ie mitad wel a tampleare como capital ci Gulante para el aio gulente en la tabla, Por diltimo, existe capital citculante bajo el titulo de avances annuelles —salarios de los trabajadores agricolas, semillas y otros gastos de recurrencia anual. El proceso de circulacién es como sigue: el valor bruto afiadido de la agri- caltura es de 5 mil millones, de los cuales 3 mil millones son reprises, costes de produceién ocasionados por el cultivo, Los agricultores emplean dos quintas partes del producto como capital circulante; una quinta parte se entrega a Tos artesanos a cambio de Jos bienes nocesarios para reemplazar el capital fijo deteriorado, Puesto que los agricultores reciben sélo «sa- Jarios de administracién» —la tierra ¢s 1a que produce, no su trabajo—, el resto pasa a manos de los propietarios en forma de renta. Los propictarios, a su vez, cambian la mitad de su renta por articulos manufacturados, mientras que los artesanos compra al sector agricola materias primas y alimentos por valor de 2 mil millones. Todo el proceso puede expresarse en términos reales, con tres quintas partes de Ta produccién, en- trando en la circulacién, o bien, como proponia Quesnay, puede A ROONOMEA PREADAMITA 51 igualmente representarse en términos monetarios. AL principio dal proceso, los agricultores poseen todas las existencias mo- notarias de In economia (2 mil millones). Pagan esta cantidad a los propietarios de las tierras para obtener los «servicios de renta», y Ios propietarios a su vez gastan su dinero en comprar alimentos y articulos fabricados; los agricaltores gastan los mil millones que perciben en reemplazar el capital Sjo, y los artesanos dedican sus ingresos totales de 2 mil millones a adquirir productos agricolas. Al final, Jos agricultores habrin recibido 8 mil millones y gastado mil millones; se encuentran de nuevo en el punto de partida. El efecto neto para el sector estéril es nulo, y los 2 mil millones Tos reciben de nuevo como ppago los propietarios de Ia tierra al empezar un nuevo ciclo de produccién, EI Tableau, tal como Jo concibe Quesnay, implica un des- fase de un periodo en el gasto de las rentas; los propietarios de la tierra gastan Ia renta del perfodo anterior, mientras que los artesanos retienen siempre mil millones de los ingresos del ltimo perfodo, para gestarlos en el siguiente. Probable- mente, Quesnay pensaba en la produccién como si se tratara de una cosecha anual que se consume totalmente durante Ios doce meses siguientes. Sin embargo, también puede represen- tarse cl Tablean con adelantos al igual que se ha hecho con retrasos y para ello basta con que cada sector gaste en cada perfodo los ingresos obtenidos durante su transcurso. En este ‘caso, puede representarse todo el razonamiento por medio de im diagrama de transacciones en dos sentidos, a la manera de le tabla factor-producto de Leontief; al igual que en el sistema \ Leontief, todos los factores necesarios para produeir un bien de consumo se emplean en proporciones fijas y el valor de la produccién de una industria lo absorben por entero los pagos totales realizados por ésta a otras industrias (véase tabla ad- junta). redatrin Productora I. Agricultores II, Propietarios TIL. Artesanos Total compas. . | 5 2 a 9 Un modelo cerrado de Leontief para tes industrias puede representarse por medio de tres ecuaciones simultineas: (L—a)X aXe 4X, = 0, a ayX + (Lay) aX, = 0, 4X, 4X4 + (1 Gy), = 0. Las X representan los indices de produccién de las tres industrias y los coeficientes a simbolizan las relaciones factor- producto: el producto de Ia industria ¢ se usa como factor para obtener una unidad de producto en Ia industria j. Las ectuaciones anteriores indican tinicamente que si (I—as) Xi re- presenta Ia cantidad de producto que una industria no retiene, ésta debe ser igual a las cantidades que le compren las otras industrias (aiX:). Ast por ejemplo, leyendo la primera linea, el producto total de la agricultura equivale a la cantidad retenida por los campesinos (2,,X,) mis la vendida a los pro- pietarios y a los artesanos (aX, +4;sX,). Los cocficiontes factor-producto del cuadro se pueden computar fécilmente en este caso sencillo y, sustituyéndolos en las ecuaciones an- teriores, tenemo: 0.6(5) — 0.5(2) — 12) = —0.4(5) + 12) 0,25) — 0.5(2) + 112) Este sistema de ecuaciones nos proporciona un modelo a es- cala de le economfa, dada Ia demanda final del producto (la de las X). El fin prictico de esta construccién se limita a EA BOONOMEA PREADAMITA, 58 medir los efectos de pequefias variaciones en la demanda final de bienes, lo suficientemente reducidas para que los cocficien- tes de los inputs no cambien, Esta es una limitacién inherente al Tableau, el cual no tiene otra finalidad que la de poner de relieve el fendmeno de Ja interdependencia mutua entre las diferentes industrias, «Liimpét uniques. —En el Tableau existen evidentes defee- tos formales. Se supone skimplemente que el sector estéril posce capital fjo, pero ninguna medida se toma para su reposieidn, Se supone que la competencia reduciré el valor de la produc- cibn de este sector a Ia sama de los salarios de trabajadores y administradores, pero no se da ninguna razin do por qué Ja competencia entre los agricultores para el uso de la tierra no reduce a cero las rentas, Quosnay tampoco consigue mos- trar que la industria sea estéril ni que la agricnltura propor- cione necesariamente un produit net, Los fisiéeratas consideraban las rentas como unos ingresos perfectamente legitimos, como un pago por los gastos ocasio- nados por la adecuacién de Ja tierra para el trabajo y para Ja conservacién de los avances fonciéres. El total de ingresos sin embargo tenia la calidad de disposable, esto es, dispuesto a prover los ingresos del Estado. Y, en efecto, puesto quo la renta es, por lo menos en parte, el pago por el uso de un agente natural no reproducible, In incidencia de 6uslquier impuesto tiene siempre que recaer sobre los propictarios de tierras; los ingresos de todas las demés clases consisten en reprises 0 gas- tos de produccién necesarios. Asi pues, la petieién fsioeréti- ca de un impuesto tinico tiene por objeto minimizar los costes de recaudacién, haciendo las imposiciones directamente sobre aquellos ingresos que deben soportarlas en tiltimo término, Obsérvese que Timpét unique no es un impuesto sobre el valor de la tierra y mucho menos um impuesto sobre el incremento no ganado» de los valores rentables, en respuesta a una pobla- cién oreciente @ la Henry George, sino una leva sobre la renta pura, que Quesnay calculaba que equivalia a una tercera parte del produit net, be ‘mona ECONéscA La ley de Sey. —La idea posteriormente popularizada por J. B. Say como Ley de los Morcados formaba parte integral fe 1a erftica fisiocrética del mercantilismo, Mercier de la Ri- vere, cuya obra L’Ordre naturel et essentiel (1767) fue oitada por Smith como «la exposicién més clara y perfecta de Ja fisiocraciay, pone de relieve que «personne n'est achetour quiautant quil est vendeur», y la frase de Quesnay de que «tout achat est vente, ot que toute vente est achatr sblo dista un paso de la de Say, segin la cual «la oferta rea su propia domanda». La lecciéa principal que nos da el Tableau es, después de todo, Ia de que el dinero es simplemente wn ins-) trumento de cambio, que el comercio se reduce esencialmente a un trueque y que la creaciin de producto genera automé- ticamente ingresos, que al ser gastados hacen posible un nuevo ciclo de produccién, Pero resulta bastante extrafio que Say dirigiera la Ley de los Mercados contra sus predecesores f sioeréticos porque afirmaban que los ingresos recibidos no volvian autométicamente a la corriente circulatoria. La renta del propietario, como Cantillon puso de relieve, no esté for zosamente compensada con un gasto igual y, por lo tanto, puode ser retenida, rompiendo asf Ja corriente circulatoria de ingresos, Este es ol origen de la idea desarrollada por Malthus de que el gasto de los propietarios de tierras en bienes de lujo es cl factor que mantiene la corriente circular y, por con- siguiente, la prosperidad cconémica. Fsto os también el origen de la tesis del subconsumo, que pas de Quesnay a algunos fisiécratas ingleses, como, por efemplo, ‘Thomas Spence, y por medio de Malthus 2 los socialistas ricardianos, para dlesem- bocar con Marx en un ataque a gran escala contra el capitalism, 4, Trrnvpncus scordsTicas: UNA nErLESI6N TaRDIA Algunos comentaristas insisten en que la prehistoria de Ia economia empieza en ol siglo xt con los pfoneros escolisticos del anilisis de mercado y no con los mereantilistas. Schum- EA BOONOM/A PREADAMETA 55. peter afirma inchiso que el armazén del anilisis de Adam ‘Smith proviene de Ios escolésticos y de los fildsofos del derecho natural, no de los eseritores britinicos librecambistas del si- glo xvas ni de los fisi6cratas. Esta no es una cuestién que vaya- mos a resolver aqui, pero puede ser interesante considerarls, aunque s6lo sea superficialmente, para redondear el cuatro de Ja economia preadamita, No cabe duda alguna de que las doctrinas escolésticas las recibi6é Adam Smith a través de los flésofos de Ta escuela del derecho natural del siglo xvit, Hugo Grotius y Samuel von Pufendosf. Ademés, las obras de los fsiécratas, que él conoeia a la perfeceién, poseen una mareada influencia escoléstica; Quesnay parece a menudo una versién dieciochosea de Santo ‘Tomés de Aquino, Para nuestro propésito podemos dividir la contribucién escoléstica a la economfa en tres elementos: la utilidad considerada como la principal fuente de valor, Ia nocién del justo precio y la proposicién de que el capital mone- tario es estéril. En lo que se reflere al primer punto se acepta generalmente hoy en dia que los Doctores desarrollaron wa dioctrina de utilidad-cum-eseasez del valor, Esta afirmacién hubiera sido negada hace cien afios a causa de a interpreta- cién dada al concepto escolistico del justum pretium, Arists- teles, en el libro quinto de su Btica a Nicémaco, habia soste- nido que Ia justicia conmutativa 0 contractual requiere un «

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