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Licenciatura en Nutrición y Dietética

Antropología Nutricional

Los inuit

Bien conocidos por consumir cantidades importantes de ballena y carne de foca


frecuentemente, los inuit se entienden comúnmente como libres de enfermedad cardiaca.
¿Es este otro caso diferente a la gran cantidad de investigaciones por observación que
encuentran que los alimentos poco procesados, bajos en comidas de origen animal y la
alimentación alta en plantas, están asociados a tasas bajas de enfermedad cardiaca?

Algunos estudios pequeños muestran que los inuit consumen una alimentación
relativamente más baja en carbohidratos. Un estudio en Groenlandia en 1976 encontró
que ellos consumían cerca de 37 % de calorías de los carbohidratos. Otras encuestas de
poblaciones nativas encontraron que ellos consumían entre 8 % y 53 % de carbohidratos,
el 53 % observado en las poblaciones a finales de los años treinta. Un 53 %, a propósito,
es más de lo que se encontró que se consumió en Dinamarca en 1972. Definitivamente,
cantidades importantes de pan y azúcar se consumieron desde hace 40 a 50 años, por lo
menos como está documentado en las actividades comerciales.

¿Qué pasa con su riesgo de enfermedad cardiaca? Resulta que es un mito tan
frecuentemente repetido, que se convirtió en una verdad sin evidencia. Un artículo
publicado en el 2003 hecho por un científico altamente experimentado, escrito con sus
colegas de Canadá y publicado en el Instituto Nacional de Salud Pública de Groenlandia,
documenta muchos estudios en autopsias y observaciones clínicas y estudios que
prueban que la enfermedad cardiaca existía entre los inuit. De hecho, en 1940, el “padre
de la epidemiología” en Groenlandia, Bertelsen, notó que la enfermedad cardiaca era
bastante común, de pronto mucho más interesante, dada la edad joven de la población.
Él concluyó esto a partir de experiencia clínica e informes médicos de muchas décadas
atrás. En total, el artículo del 2003 encontró que “la hipótesis de que la mortalidad por
cardiopatía isquémica es baja entre los inuit en comparación con las poblaciones
occidentales, está insuficientemente fundada”. Es más, “…una afirmación general de que
la mortalidad de enfermedad cardiovascular es alta entre los inuit parece ser más
justificada que lo contrario”.

Adicionalmente, se ha encontrado que la salud ósea entre los inuit era bastante mala. Un
estudio de 1974 encontró, “la pérdida ósea con el envejecimiento, que ocurre en muchas
poblaciones, tiene un comienzo más temprano e intensidad mayor en los esquimales. Los
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factores nutricionales como alta proteína, alto nitrógeno, algo fósforo, e ingestas
disminuidas de calcio pueden estar implicadas”.

¿Qué piensas de estos casos diferentes? ¿Son casos diferentes en lo absoluto? Hay
valiosas lecciones por aprender de estos grupos indígenas, pero ¿cuáles son las lecciones?
¿Cómo estas observaciones cambian tus creencias y suposiciones?

Personalmente encuentro que esta investigación, en el mejor de los casos, plantea más
preguntas de las que responde. Es sorprendente para mí que la leyenda de salud
coronaria de los inuit y los masais haya sido tan ampliamente repetida y aceptada como
evidencia de que la dieta occidental todo-carnes es una buena idea. Una vez más, esto es
una afirmación de que nos encanta escuchar buenas cosas de nuestros malos hábitos.

FUENTE:

Campbell Thomas, (2015). Dietas altas en proteínas de los masáis e inuit: una mirada más cercana.
España: Centro de estudios en nutrición T. Collin Campbell.https://nutritionstudies.org/es/dietas-
altas-en-proteinas-de-los-masais-e-inuit-una-mirada-mas-cercana/
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LA VIDA EN EL ÁRTICO

Magníficos cazadores, los inuit acumulaban víveres a lo largo del año para sobrevivir al
terrible invierno polar.

Desde el siglo XVI, buena parte de la gente que vivían en las regiones árticas y subárticas
del planeta eran conocidas en Europa como «esquimales». No se sabe si este término
originalmente significaba «los que comen carne cruda» o bien «constructores de raquetas
de nieve». En todo caso, hoy se considera una denominación despectiva y se prefiere
utilizar el término inuit, que significa, en la lengua inuktitut, personas o seres humanos.
El término inuit significa en la lengua inuktitut, personas o seres humanos

Se cree que hace unos 4.500 años llegaron al Ártico norteamericano los primeros pueblos
paleoesquimales tras cruzar el estrecho de Bering desde Asia. Posteriormente, una cultura
neoesquimal denominada Thule, que se expandió desde Alaska hasta Groenlandia hace
mil años, dio paso a los inuit históricos, aunque algunos expertos consideran que se trata
del pueblo Thule, pero más evolucionado.

UNA DURA SUBSISTENCIA


La imagen que la tradición ha transmitido de la vivienda típica inuit ha sido siempre el
iglú de nieve, aunque antiguamente tan sólo un 13% aproximadamente de los inuit que
habitaban en el Ártico lo utilizaban como casa permanente y habitual, y para otro 20%
constituía una residencia temporal, lo que significa que dos tercios de los inuit
desconocían este tipo de vivienda o nunca llegaron a construirla. La casa tradicional y más
representativa de este pueblo durante los períodos más fríos consistió en una edificación
de piedra y turba, a veces con un techo en forma de bóveda y una estructura de huesos
de ballena, colmillos de morsa o maderas a la deriva que habían recogido.
La pesca era una de las principales actividades inuit, como muestra este grabado de 1860
en el que un inuit da caza a un narval. Foto: Mary Evans / Scala / Firence

Al igual que los iglús de nieve, estas viviendas se colocaban sobre una plataforma y se
accedía a ellas a través de un túnel subterráneo, a fin de que el aire frío quedara atrapado
en él. En verano, los inuit se instalaban en tiendas confeccionadas con pieles de caribú
(reno salvaje), parecidas a los tipis de los nativos norteamericanos.
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Para los inuit, la primavera era la estación más importante del año. Durante esta época se

desplazaban en sus trineos tirados por perros y se dedicaban a la caza de focas sobre el
mar helado, o aprovechando los agujeros de respiración que estos animales hacían en la
banquisa, o bien en las polinias, espacios de aguas abiertas rodeados por hielo marino,
donde también podían cazar morsas y en algunas ocasiones diferentes tipos de
ballenas. Tanto en primavera como en verano solían pescar salmones, truchas árticas o
capelines y cazaban algunas aves. Llegados los meses estivales, cogían sus kayaks y sus
grandes embarcaciones de piel denominadas umiaat e iban a la captura de
los mamíferos marinos, mientras en tierra firme las mujeres recogían bayas y otras plantas
silvestres y huevos de aves, así como moluscos y algas marinas en la costa.
En invierno la mayoría de los grupos reducían al mínimo sus actividades y procuraban
sobrevivir con los alimentos almacenados
El otoño era la mejor época para cazar los caribúes, aunque a veces solían hacerlo en
primavera y verano, según la escasez de alimentos y el grado de dependencia de este
animal. Durante gran parte del año consumían lo que cazaban y pescaban, pero
también acumulaban excedentes para cuando llegara el durísimo invierno
ártico. Entonces, la mayoría de los grupos reducían al mínimo sus actividades y
procuraban sobrevivir con los alimentos almacenados. Pero si durante los meses de enero
y febrero las provisiones se agotaban podían verse obligados a sacrificar a algunos
miembros del grupo, particularmente niñas pequeñas, mientras que los ancianos podían
decidir suicidarse o abandonar la familia. Lo que primaba era asegurar la supervivencia
de la comunidad.

EL REPARTO DEL TRABAJO


Las tareas entre los inuit estaban distribuidas por sexos. El trabajo de las mujeres consistía
básicamente en curtir las pieles con sus dientes, confeccionar los vestidos de toda la
familia, descuartizar a los animales y cuidar de los niños. Sin embargo, su labor más
importante consistía en el mantenimiento de una lámpara de esteatita conocida
como qulleq; alimentada con aceite de grasa animal y una mecha de musgo o algodón
ártico, servía para secar las pieles de los animales, cocinar, calentar e iluminar el hogar. En
cierto modo, el qulleq fue la piedra angular sobre la cual se levantó todo el edificio cultural
del pueblo inuit; sin esta lámpara no hubieran podido sobrevivir en un clima tan extremo
y un entorno tan duro como el Ártico.
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Las mujeres llevaban un abrigo denominado amauti, hecho de piel de foca o caribú.
Estaba pensado para que las madres llevaran consigo a los bebés y así darles calor y
protegerlos del frío, como en este grabado de 1812.

Los hombres se dedicaban básicamente a la caza y la pesca mujeres, es decir, a aportar


los alimentos necesarios para la subsistencia familiar. También construían, con la ayuda
de las, las casas de invierno, las embarcaciones de piel y los trineos. Igualmente se
dedicaban a fabricar los útiles de caza y pesca, ayudados de un taladro de arco que servía
para obtener fuego y perforar los materiales.

COMUNIÓN CON LA NATURALEZA


La inseguridad por el mañana, la preocupación por el éxito de la caza, la perpetua
amenaza del hambre y la mera supervivencia bajo uno de los climas más extremos del
planeta llevaron a los inuit a desarrollar una serie de creencias y ritos ligados a su actividad
económica. Sus normas de convivencia y sus estrategias de supervivencia iban
encaminadas a la búsqueda de un equilibrio armónico entre el mundo natural y el mundo
espiritual.
El chamán o angakkoq era el encargado de que se respetaran los tabúes y de mantener
la armonía entre el ser humano y la naturaleza
Los inuit creían que cada objeto, fenómeno de la naturaleza, animal, persona o lugar tenía
su anua o inua, un término que puede traducirse como señor, persona o espíritu. Por este
motivo, el mundo animal era objeto de admiración y respeto, lo que encontró su máxima
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expresión en los numerosos ritos y festividades que consideraban imprescindibles para el


éxito de sus actividades. Sólo el chamán o angakkoq tenía vinculación con el inua y era el
único que poseía la capacidad de solicitarle ayuda a través de un lenguaje
especial. Además, se ocupaba del culto propiciatorio, que para este pueblo cazador tenía
suma importancia. Con sus canciones, fórmulas y rituales controlaba el tiempo y el mundo
animal. Era el encargado de que se respetaran los tabúes y de mantener la armonía entre
el ser humano y la naturaleza. Quienes no siguieran estas reglas serían castigados con la
enfermedad y la desgracia.

Los inuit mantuvieron este modo de vida durante siglos y supieron adaptarse a unas
condiciones extremas, sin transformar su medio y sintiéndose parte de él. Sin embargo,
la llegada del «hombre blanco» a partir del siglo XVI alteró aquel frágil equilibrio y
empezó a transformar la cultura tradicional y las creencias ancestrales de los inuit.

Fuente:
Los esquimales y su lucha diaria por la supervivencia, (2020). Historia national geographic.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/esquimales-y-su-lucha-diaria-por-supervivencia_9790

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