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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR


PARA LA EDUCACION SUPERIOR, CIENCIA Y TECNOLOGIA
UNIVERSIDAD POLITECNICA TERRITORIAL DE MARACAIBO
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACION EN CONTADURIA PÚBLICA
MARACAIBO. ESTADO ZULIA
SECCION 940A

ANALISIS DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL (CONVIVENCIA Y RELACIÓN


ENTRE PAÍSES) CON LA APARICIÓN DEL COVID 19.

Gutiérrez, Glinys C.I. 8.686.760


Castellanos, Junior C.I. 13.372.721
Briceño, Marisol C.I. 7.725.727
Delgado, Estefani C.I 26.559.703
Nava, Alejandra C.I 26.606.029

Maracaibo, Noviembre de 2020


1.- NUEVO ORDEN MUNDIAL (CONVIVENCIA Y RELACIÓN ENTRE
PAÍSES) CON LA APARICIÓN DEL COVID 19.

Durante estos meses que han transcurridos desde la aparición del coronavirus,
muchos son los comentarios que han aludido que la pandemia actual
representa tanto la peor crisis de salud pública como el mayor desafío a la
democracia desde la Segunda Guerra Mundial. El COVID-19 supone un
desafío radical a los sistemas políticos, al estado de bienestar, a nuestra
prosperidad económica y nuevo orden mundial. Sin embargo, hay menos
acuerdo en lo que se refiere a las consecuencias de la pandemia en el orden
mundial, esto es, en lo que respecta a la distribución y legitimidad del poder.

Algunos analistas creen que el COVID-19 remodelará el orden mundial, al


reforzar el liderazgo global de China, que aprovechará la ausencia del liderazgo
estadounidense se incrementará su diplomacia. Otros sostienen que la
pandemia es un catalizador que, como mucho, se limitará a acelerar los
desafíos y conflictos previos entre China y EE. UU, en el ámbito comercial.

La combinación de una pandemia y de su impacto en la economía global y de


relaciones entre países, provocará algunos efectos geopolíticos, pero no
cambiará el orden mundial, por varias razones: podemos decir que la historia
demuestra que las pandemias nunca han afectado a las políticas entre grandes
potencias: la gripe de 1918-19 apenas se menciona en el discurso moderno
sobre las relaciones internacionales; el SARS de 2002-04 no frenó el ascenso
de China en el sistema internacional; las pandemias de gripe H1N1 (2009) y
ébola (2014 y 2019) tampoco trastocaron el equilibrio de poder entre las
grandes potencias.

Desde las guerras napoleónicas, los cambios significativos en la distribución


del poder han sido consecuencia de guerras como las surgidas después de la
Primera y la Segunda Guerra Mundial, o tras la Guerra Fría. No estamos
todavía ante una redefinición de la legitimidad del orden mundial creado tras la
Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. La relación transatlántica que lo
sostiene afronta muchas dificultades, pero los países que lo conforman no han
abandonado los valores de la democracia liberal. Ningún poder revolucionario
ha conseguido imponer un orden alternativo. Los que creen que China va a
salir de esta pandemia como mayor beneficiario por aumentar su influencia a
través del poder blando y convertirse en paradigma de la gestión eficiente del
COVID-19, se equivocan. Hay una absoluta falta de transparencia en la gestión
de la crisis del Gobierno chino, por lo que no puede ser un modelo en ese
aspecto.

La propagación acelerada de la enfermedad es una consecuencia colateral de


la globalización, pero una consecuencia directa de los descuidos históricos en
materia de seguridad respecto a la prevención de amenazas poco comunes,
pero altamente dañinas y que pueden representar un viraje en el nudo de las
coyunturas presentes. La actual contingencia puede significar un
replanteamiento de muchos conflictos internacionales, puesto que las
poblaciones y los actores inmersos en ellos han tenido que modificar su
comportamiento habitual, es decir, el grupo de brotes emergentes están
moldeando muchos conflictos de diferentes intensidades que existían
previamente a la enfermedad.

Las afectaciones de la pandemia han tenido la capacidad de cambiar en un


periodo relativamente corto las formas sociales, la manera de hacer negocios,
entre otras numerosas actividades humanas. No hay motivos para pensar que
no sucederá lo mismo en cuanto a la forma en que se conciben los conflictos,
la violencia y la criminalidad, fenómenos que cambiarán, a su vez, la seguridad
internacional. La experiencia cambia a las personas del mismo modo en que
cambia la manera de gestionar los conflictos.

El mundo posterior al COVID-19 será un mundo distinto, habitado por


amenazas e inestabilidades hasta ahora desconocidas. Los riesgos biológicos
deberán acceder a las mesas de discusión con la importancia que ahora tienen
las amenazas nucleares, el terrorismo y el desarrollo tecnológico. El COVID-19
cambiará nuestro estilo de vida, pero no el orden mundial mientras los países
democráticos estén dispuestos a defender y conservar sus valores e
instituciones. Y lo harán, porque estos son la base de la legitimidad de su poder
nacional e internacional y porque los necesitan para proporcionar a sus
ciudadanos seguridad, orden, bienestar económico y justicia sin renunciar a la
libertad.

1.1.- PRODUCCIÓN Y DESARROLLO POST COVID 19 A NIVEL MUNDIAL.

La irrupción del COVID-19 se produjo en un contexto de debilitamiento del


comercio mundial que se arrastra desde la crisis financiera de 2008-2009. La
rápida propagación del COVID-19 y las medidas adoptadas por los gobiernos
han tenido graves consecuencias en las principales economías mundiales. Se
ha interrumpido gran parte de las actividades productivas, primero en Asia y
posteriormente en Europa, América del Norte y el resto del mundo, y ha habido
cierres generalizados de fronteras. Esto ha dado lugar a un marcado aumento
del desempleo, especialmente en los Estados Unidos, con la consecuente
reducción de la demanda de bienes y servicios. En este contexto, en 2020 el
producto mundial registraría su mayor contracción desde la Segunda Guerra
Mundial.

La pandemia del coronavirus (COVID-19) impacta a las economías de América


Latina y el Caribe a través de factores externos e internos cuyo efecto conjunto
conducirá a la peor contracción que la región ha sufrido desde años anteriores,
la crisis del coronavirus se ha transmitido a América Latina y el Caribe a través
de cinco canales: una reducción del comercio internacional, la caída de los
precios de los productos primarios, la intensificación de la aversión al riesgo y
el empeoramiento de las condiciones financieras mundiales, una menor
demanda de servicios turísticos y una reducción de las remesas.

Los efectos del COVID-19 generarán la recesión más grande que ha sufrido la
región desde 1914 y 1930. Se prevé un fuerte aumento del desempleo con
efectos negativos en pobreza y desigualdad”, declaró Alicia Bárcena en su
presentación.

En tanto, el valor de las exportaciones de la región caería cerca drásticamente.


Los mayores impactos se darían en los países de América del Sur, que se
especializan en la exportación de bienes primarios y, por lo tanto, son más
vulnerables a la disminución de sus precios. Por su parte, el valor de las
exportaciones de Centroamérica, el Caribe y México sufrirá el impacto de la
desaceleración de la economía de los Estados Unidos. México además se verá
golpeado por la caída del precio del petróleo.

La crisis productiva traerá cambios que persistirán más allá de la pandemia


sanitaria. Se necesitará mayor resiliencia en las redes de producción
diversificando proveedores en términos de países y empresas, privilegiando
ubicaciones más cercanas a los mercados finales de consumo y relocalizando
procesos productivos y tecnológicos estratégicos. Las empresas ya están
adecuando su funcionamiento interno a las medidas de distanciamiento social,
acelerando la tendencia a la automatización y digitalización, y se aprecia una
agudización en la fragilidad del multilateralismo.

Para incidir en la nueva economía mundial, los países deben avanzar hacia
una mayor integración internacional tanto en lo productivo, comercial y
tecnológico. La coordinación entre países en materia macroeconómica y
productiva es crucial para negociar las condiciones de la nueva normalidad,
particularmente en una dimensión urgente en la actual crisis y en el mediano
plazo: la del financiamiento para un nuevo estilo de desarrollo con igualdad y
sostenibilidad ambiental.

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