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LA ECONOMÍA ACTUAL EN AMÉRICA LATINA

EN ÉPOCA DE PANDEMIA COVID-19: DESAFÍOS, IMPACTOS Y PERSPECTIVAS

La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto sin precedentes en la economía


mundial, y América Latina no ha sido la excepción. En este resumen, analizaremos la
situación económica actual de la región en el contexto de la pandemia, adoptando un
enfoque crítico y analítico respaldado por fuentes bibliográficas y datos relevantes.
Examinaremos los desafíos que América Latina ha enfrentado durante la pandemia, los
impactos económicos sufridos y las perspectivas para la recuperación y el desarrollo
futuro.
Desafíos económicos en América Latina durante la pandemia:
1.1. Contracción económica y recesión: La imposición de medidas de confinamiento y
restricciones para contener la propagación del virus ha llevado a una significativa
contracción económica en América Latina. Según datos del Fondo Monetario
Internacional (FMI), se estima que la economía de la región se contrajo
aproximadamente un 7% en 2020, lo cual ha tenido un impacto devastador en los
diversos sectores económicos.
1.2. Aumento del desempleo y la pobreza: La crisis económica desencadenada por la
pandemia ha llevado a un aumento significativo del desempleo y la pobreza en
América Latina. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL),
se estima que el número de personas en situación de pobreza aumentó en más de 45
millones en 2020, alcanzando aproximadamente el 33,7% de la población de la región.
1.3. Impacto en el sector informal: El sector informal, que representa una parte
significativa de la fuerza laboral en América Latina, ha sido especialmente afectado
durante la pandemia. Las medidas de confinamiento y cierre de actividades
económicas han dejado a muchos trabajadores informales sin ingresos y sin acceso a
protección social adecuada.
IMPACTOS ECONÓMICOS DE LA PANDEMIA EN AMÉRICA LATINA:
2.1. Turismo y sector servicios: El sector turístico ha sido uno de los más afectados
debido a las restricciones de viaje y las medidas de distanciamiento social. La
disminución del turismo internacional ha tenido un impacto negativo en la generación
de empleo y en los ingresos de los países de la región. Además, el sector servicios en
general, como la hostelería, los restaurantes y el entretenimiento, también ha sufrido
importantes pérdidas.
2.2. Comercio internacional y cadenas de suministro: La pandemia ha interrumpido
las cadenas de suministro y ha afectado el comercio internacional en América Latina. La
disminución de la demanda global y las restricciones logísticas han generado
dificultades en la exportación e importación de bienes, lo que ha impactado
negativamente en la economía regional, especialmente en aquellos países con una alta
dependencia de las exportaciones.
2.3. Sector financiero y deuda pública: La pandemia ha generado una mayor presión
sobre el sector financiero y la deuda pública en América Latina. Los gobiernos han
tenido que implementar medidas de estímulo fiscal para mitigar los efectos
económicos de la crisis, lo cual ha llevado a un aumento en los niveles de deuda
pública en muchos países de la región.
PERSPECTIVAS PARA LA RECUPERACIÓN Y EL DESARROLLO FUTURO:
3.1. Vacunación masiva y control de la pandemia: La implementación exitosa de
programas de vacunación masiva es fundamental para controlar la propagación del
virus y permitir la reapertura segura de las actividades económicas. La colaboración
entre los gobiernos, organismos internacionales y el sector privado es crucial para
garantizar un acceso equitativo a las vacunas en toda la región.
3.2. Políticas de estímulo y recuperación económica: Los gobiernos de América Latina
deben implementar políticas de estímulo económico para impulsar la recuperación.
Estas políticas pueden incluir inversiones en infraestructura, programas de protección
social, incentivos fiscales para las empresas y apoyo a los sectores más afectados por la
crisis.
3.3. Transformación estructural y resiliencia económica: La crisis de la pandemia ha
destacado la necesidad de llevar a cabo transformaciones estructurales en la economía
de la región. Esto implica diversificar las economías, promover la innovación y la
tecnología, mejorar la infraestructura y fortalecer los sistemas de salud y protección
social. También se deben abordar las desigualdades socioeconómicas y promover un
desarrollo más inclusivo y sostenible.
3.4. Cooperación regional e internacional: La cooperación entre los países de América
Latina y la colaboración con organismos internacionales, como el FMI y el Banco
Mundial, son fundamentales para apoyar la recuperación económica de la región. La
asistencia financiera y técnica, así como la creación de mecanismos de coordinación
regional, pueden ayudar a enfrentar los desafíos comunes y fortalecer la resiliencia
económica de América Latina.
Conclusión:
La pandemia de COVID-19 ha expuesto y exacerbado las debilidades estructurales y
desigualdades en la economía de América Latina. Si bien se han implementado
medidas de emergencia para mitigar los impactos inmediatos, la región enfrenta
desafíos profundos y persistentes que requieren una reflexión crítica y un enfoque
analítico para superarlos.
Uno de los principales desafíos es la alta dependencia de sectores vulnerables, como el
turismo y las exportaciones de materias primas. La crisis ha demostrado la necesidad
urgente de diversificar las economías y fomentar la innovación en sectores de alto
valor, Sin embargo, esto requiere una inversión significativa en educación, investigación
y desarrollo, así como un cambio en la mentalidad empresarial hacia la búsqueda de la
excelencia y la competitividad global.
Además, la pandemia ha revelado la profunda desigualdad social y económica en la
región. Los grupos más vulnerables, como los trabajadores informales y las
comunidades marginadas, han sufrido las peores consecuencias de la crisis. Las
políticas de protección social existentes han demostrado ser insuficientes y desiguales,
dejando a millones de personas sin acceso a servicios básicos y sin redes de seguridad
efectivas.
Otro aspecto crítico que se debe abordar es la falta de inversión en infraestructura y
tecnología. La brecha digital se ha vuelto más evidente durante la pandemia, con
muchos estudiantes y trabajadores sin acceso adecuado a la conectividad y las
herramientas necesarias para el aprendizaje en línea y el trabajo remoto. Esto ha
ampliado la brecha educativa y ha limitado las oportunidades para el desarrollo
económico inclusivo.
Además, es necesario abordar la corrupción sistémica y la falta de transparencia en la
gestión pública. La mala administración de los recursos y los fondos destinados a
enfrentar la pandemia ha generado un profundo descontento en la sociedad y ha
minado la confianza en las instituciones gubernamentales. Es esencial establecer una
gobernanza sólida y mecanismos de rendición de cuentas efectivos para garantizar un
uso adecuado de los recursos y una distribución equitativa de los beneficios.
En resumen, la pandemia de COVID-19 ha expuesto las deficiencias estructurales y las
desigualdades en la economía de América Latina. Para superar estos desafíos, se
requiere una evaluación crítica y un enfoque analítico para implementar reformas
profundas en áreas como la diversificación económica, la protección social, la inversión
en infraestructura y tecnología, y la lucha contra la corrupción. Solo a través de un
esfuerzo conjunto de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado se podrá
construir una economía más resiliente, inclusiva y sostenible en América Latina.
EN LOS DIEZ AÑOS QUE VAN DE 2014 A 2023, AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE HABRÁ
CRECIDO MENOS QUE DURANTE LA LLAMADA “DÉCADA PERDIDA” DE LOS AÑOS
OCHENTA
A los problemas estructurales que históricamente ha presentado América Latina y el
Caribe, y que resultaron agravados por la crisis del COVID19, se fueron agregando en
2021 y 2022 desafíos crecientes debido a las fuertes presiones inflacionarias, los altos
niveles de deuda soberana que dejó la crisis y más recientemente la guerra en Ucrania
y sus efectos.
Tras crecer un 3,7% en 2022, se espera que la desaceleración se acentúe en América
Latina y el Caribe, con un crecimiento del 1,3% en 2023 en una coyuntura sujeta a
importantes restricciones tanto externas como internas. Estas cifras significan que en
los diez años que van de 2014 a 2023, la región habrá crecido menos, incluso, que en la
llamada “década perdida” de los años ochenta (véase el gráfico VIII.1).

LUEGO DE CRECER UN 3,7% EN 2022, SE PROFUNDIZARÍA LA DESACELERACIÓN CON


UN CRECIMIENTO DEL 1,3% EN 2023
La dinámica de la actividad económica durante 2022 en América Latina y el Caribe
refleja una tasa de crecimiento mayor a la esperada durante la primera mitad del año y
una desaceleración durante el segundo semestre.
En el frente externo, el conflicto bélico entre la Federación de Rusia y Ucrania afectó
negativamente el crecimiento mundial y con ello la demanda externa en la región,
además de acentuar las presiones inflacionarias, la volatilidad y los costos financieros.
La mayor aversión al riesgo, junto con la política monetaria más restrictiva de los
principales bancos centrales del mundo, perjudicaron los flujos de capital hacia los
mercados emergentes, incluidos los de América Latina y el Caribe, además de propiciar
depreciaciones de las monedas locales y tornar más onerosa la obtención de
financiamiento para los países de la región.
El crecimiento del PIB en 2022 sería de un 3,7% para América Latina y el Caribe; un
3,7% para América del Sur; un 3,3% para Centroamérica y México, y un 4,5% para el
Caribe (sin incluir Guyana) (véase el gráfico VIII.2)
Para 2023 se espera que la desaceleración continúe y se profundice, por lo que cabe
prever que la tasa de crecimiento del PIB será significativamente menor a la de 2022 y
que América Latina y el Caribe muestre, en promedio, un crecimiento del 1,3% (véase
el gráfico VIII.3)

Los países de la región se verán nuevamente enfrentados a un contexto internacional


desfavorable, en el que se espera una mayor desaceleración tanto del crecimiento
como del comercio mundial, precios de productos básicos más bajos que en 2022 que
afectarán negativamente los términos de intercambio de los países exportadores de
materias primas y condiciones financieras a nivel mundial que seguirán influidas por la
aversión al riesgo y las políticas monetarias restrictivas en los países desarrollados.
En el frente interno, los países de la región enfrentarán nuevamente en 2023 un
espacio limitado para la política macroeconómica, tanto fiscal como monetaria. En el
ámbito monetario, el aumento de la inflación condujo a los bancos centrales de la
región, al igual que a los de la mayor parte del mundo, a aumentar las tasas de política,
en algunos casos de manera sustancial, y a reducir el crecimiento de los agregados
monetarios. Si bien se prevé que en 2023 este proceso llegue a su fin en la medida que
se vayan anclando las expectativas de inflación en los países, los efectos de esta política
restrictiva en el consumo privado y la inversión se harán sentir con más fuerza en 2023
dados los rezagos con que actúa la política monetaria. En el ámbito fiscal, si bien se ha
observado una reducción del déficit primario, las autoridades cuentan con un espacio
fiscal reducido, ya que los niveles de deuda pública permanecen altos en un gran
número de países. En un contexto de alta demanda de gasto, será necesario aplicar
medidas para fortalecer la sostenibilidad fiscal y ampliar el espacio fiscal mediante el
aumento de la capacidad recaudatoria y redistributiva de la política tributaria.

Todas las subregiones mostrarán un menor crecimiento en 2023: América del Sur
crecerá un 1% (3,7% en 2022); el grupo conformado por Centroamérica y México un
1,6% (3,3% en 2022), y el Caribe (sin incluir Guyana) un 3,3% (4,5% en 2022).
En América del Sur, algunos países se verán particularmente afectados por el bajo
dinamismo de China, que es un importante mercado para sus exportaciones de bienes.
Tal es el caso de Chile, Brasil, Perú y Uruguay, que destinan a China más del 30% de sus
exportaciones de mercancías (40% en el caso de Chile). América del Sur se verá
también afectada por la disminución de los precios de los productos básicos y el
impacto de la inflación en los ingresos reales y, con ello, en el consumo privado y la
inversión.
Para las economías de Centroamérica, el bajo dinamismo de los Estados Unidos,
principal socio comercial y primera fuente de remesas hacia los países de la subregión,
afectará tanto al sector externo como al consumo privado. En este caso, sin embargo,
la disminución de los precios de los bienes básicos actuaría a favor de esas economías,
ya que varias de ellas son importadoras netas de alimentos y energía.
Por último, en las economías del Caribe la inflación ha repercutido no solo en los
ingresos reales, y con ello el consumo, sino también en los costos de producción, con
un impacto negativo en la competitividad de las exportaciones tanto de bienes como
de turismo.
Con las tasas de crecimiento de 2022 y 2023, 12 de los 33 países de la región no habrán
logrado todavía, casi cuatro años después de comenzada la pandemia, recuperar los
niveles de actividad anteriores a su inicio en 2019 (véase el gráfico VIII.4).
LA EVOLUCIÓN DEL MERCADO LABORAL EN LA REGIÓN ESTARÁ CONDICIONADA POR
UN CONTEXTO MACROECONÓMICO COMPLEJO Y UNA NUEVA DESACELERACIÓN DE
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA

La evolución del mercado laboral en América Latina y el Caribe estará condicionada en


gran medida por un contexto macroeconómico muy complejo. Al mismo tiempo, las
repercusiones de una coyuntura caracterizada por una desaceleración de la actividad
económica mundial, crecientes presiones inflacionarias, mayor volatilidad cambiaria y
menos espacio para impulsar políticas expansivas hacen prever una nueva
desaceleración del PIB de la región en 2023.
La dinámica de la actividad económica lograda en el primer semestre de 2022, que fue
mejor de lo esperado, permitió, entre otras cosas, reducir marcadamente la tasa de
desocupación regional. Sin embargo, la desaceleración que se ha manifestado en el
segundo semestre de 2022, y que se prolongará en 2023, siembra dudas sobre la
posibilidad de seguir observando mejoras en los indicadores laborales de la región.
Así, para fines de 2022, se estima que la tasa de participación laboral será del 62,6%, lo
que supone una recuperación de 1,2 puntos porcentuales respecto del cierre de 2021.
Para 2023, se espera que la tasa de participación laboral registre un nuevo incremento,
de 0,5 puntos porcentuales, y que cierre en un 63,1%. Pese a los aumentos estimados,
al cierre de 2023 la tasa de participación se mantendría por debajo del nivel observado
en 2019, de un 63,3%. De forma coherente con la dinámica descrita de la participación
laboral y con las proyecciones de crecimiento antes presentadas, se estima que el
número de ocupados crecería un 5,3% en 2022 y un 1,9% en 2023. Por otra parte, se
estima que la tasa de desocupación se ubicaría en un 7,3% al cierre de 2022 y en un
7,4% en 2023.
Un elemento que causa preocupación es que, como ocurrió en el primer semestre de
2022, los niveles de informalidad se han incrementado y el riesgo es que esta
tendencia continúe en 2023, más aún si se considera que actividades como la
construcción y la industria manufacturera pueden verse afectadas por el incremento de
las tasas de interés que han adoptado los bancos centrales de la región para enfrentar
el alza de los precios y la mayor volatilidad cambiaria, en especial en un contexto de
elevado endeudamiento de los hogares y las empresas en algunos países de América
Latina y el Caribe.
BIBLIOGRAFÍA
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