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PRINCIPIOS DEL DERECHO NOTARIAL (*)

(*) Marco A. Corcuera García.


Notario de Trujillo.
Artículo presentado a ser publicado en edición especial de la
U.P.A.O.

La denominación “Derecho Notarial”, no tiene una genealogía muy


remota como lo ostentan otras ramas del derecho y surge en las épocas
de esplendor de los ilustres notarios y maestros de la escuela
italiana de Bolonia1, y si bien nace como un “arte”2 (manera hábil,
adecuada, industriosa y eficaz de los notarios de aquel entonces, de
redactar los actos y contratos de los particulares); con la
existencia y sistematización de normas expresas y especificas, dieron
como surgimiento lo que hoy conocemos como “Derecho Notarial”, como
una rama autónoma del derecho, con vida propia y personalidad
específica. Como era de esperarse, esta naciente rama del derecho
tuvo que desarrollar sus principios como sustento doctrinario de su
autonomía y fuente supletoria de interpretación de su contenido.
Los estudiosos del derecho notarial consideran la existencia de
principios exclusivos, propios e innatos al derecho notarial y,
además, por el carácter interdisciplinario también le son aplicables
otros principios comunes a otras ramas del derecho.

1.- PRINCIPIOS PROPIOS O EXCLUSIVOS DEL DERECHO NOTARIAL


1.1. PRINCIPIO DE LA FE PUBLICA NOTARIAL. - El principio de fe
pública notarial es un principio exclusivo e inherente a la función
que desempeña el Notario como tal y por ende al derecho notarial.
Este principio se sustenta en la necesidad del grupo social
organizado, de poder determinar con certeza la validez de los actos,

1 La Escuela de Derecho de Bolonia, tenía entre sus más insignes maestros a los
notarios “Rolandino, Arnulfo ó Rolandino Passageri”, Raniero de Perusa, Irnerio y
Bartola entre otros.
2 La enseñanza pública del “arte de la notaría”, nació en Bolonia, siendo Raniero de
Perusa, en 1213, el primero en escribir sobre ello, pocos años después ingresa a la
docencia en la Escuela de Bolinia, Rolandino, quien editó su obra “Corpus Totius
Artis Notariae Perfectum” y “Summa Artis Notariae”. Vicente Guibert, Notario de
Barcelona, en 1777, en su obra “Teórica del arte de Notaría”, lo define como “El arte
que enseña como fundamento a redactar auténticamente, los negocios legítimos de los
hombres”.
contratos e instrumentos en general, redactados entre particulares,
por ello, El estado reconoce y organiza el servicio notarial y delega
en el notario como “funcionario sui generis” la facultad de otorgar
fe pública3.
Desde un inicio la organización estatal se encargó de establecer
diferencias entre los actos del soberano, de gobierno y actos
oficiales y los actos de los particulares. Los actos oficiales
siempre estuvieron protegidos y revestidos de autenticidad, derivando
en la fe pública administrativa, judicial y legislativa y los actos
de los particulares, como carecían de fuerza probatoria y
autenticidad, la obtuvieron con la intervención de un oficial
público, que un inicio fue el magistrado, para derivar en la
intervención del notario en aplicación de la fe pública notarial.
La fe pública notarial implica la imposición de una “verdad
oficial” a los actos o instrumentos realizados ante él Notario o
redactados por él, como profesional delegado y designado
especialmente por el Estado para otorgar fe pública a los actos y
contratos solicitados por los interesados.
En virtud de este principio el Estado garantiza la libertad
contractual de los particulares, quienes pueden contratar libremente
ante el Notario basados en la fe pública que imprime a los
instrumentos redactados por su persona con confianza y seguridad de
que los instrumentos reúnen las formalidades de la ley de la materia
para cada caso y en atención a que su intervención nunca tendrá
efecto decisorio o imperativo, como si lo es en los demás casos de fe
pública administrativa, judicial o legislativa. He allí la diferencia
entre el instrumento público emanado de un funcionario público que
contiene una declaración oficial y el instrumento con intervención
notarial que contiene declaraciones privadas. Mientras el primero
goza de fuerza vinculante por imperio del poder público el segundo
otorga fuerza vinculante a la autonomía de la voluntad de los
particulares.

3 Decreto Ley 26002, Ley del Notariado: Artículo 2.- El notario es el profesional del
derecho que está autorizado para dar fe de los actos y contratos que ante él se
celebran. Para ello formaliza la voluntad de los otorgantes, redactando los
instrumentos a los que confiere autenticidad, conserva los originales y expide los
traslados correspondientes.
Su función también comprende la comprobación de hechos y la tramitación de
asuntos no contenciosos previstos en la ley de la materia."(*)
(*) Artículo modificado por la Primera Disposición Final de la Ley Nº 26662,
publicada el 22/09/96.
La ausencia de fe pública de manera general y de la
presunción de verdad que ella implica, impedirían distinguir cuales
actos o contratos deben ser interpretados como válidos sin requerir
de acreditación posterior y cuales no; como dice Azpeitia Esteban, en
su texto “LEGISLACION NOTARIAL”, ni las leyes, ni las sentencias
judiciales, ni los documentos notariales podrían tener eficacia ante
la sociedad organizada, si a cada momento pudiera ponerse en duda la
legitimidad o autenticidad de su contenido.
Lo expuesto nos permite concluir que la fe pública notarial como
función del notario, nace por delegación del Estado materializada en
el título que se le otorga como tal fin y cumple un rol importante en
la contribución a la paz social, facilitando el ejercicio de los
derechos en el ámbito de la consensualidad.
La fe pública notarial a su vez es importante también, por ser
uno de los sustentos de la seguridad jurídica que es otra de las
garantías de la función fedante del notario.

1.2. PRINCIPIO DE LA FORMA NOTARIAL. - El derecho notarial por


naturaleza es un derecho adjetivo, cuya normatividad está orientada
al establecimiento de las formas y formalidades a emplear por el
notario para el ejercicio de los derechos subjetivos de los
particulares.
Si recurrimos a la historia y evocamos el contrato de compra
venta más antiguo que narra la Biblia -Génesis, Capítulo 23, ver-
sículos 1 al 204- veremos que ya desde aquellos tiempos existían

4 Génesis, capítulo 23, versículos 1 al 20: MUERTE Y SEPULTURA DE SARA, CAPITULO 23:
Sara vivió ciento veintisiete años, y murió en Kiriath-Arba, o sea la ciudad de
Hebrón, en la tierra de Canaan. Abraham lloró por la muerte de Sara y le guardó luto.
luego salio de donde estaba el cadáver de Sara y fue a decirles a los hititas de
aquel lugar: -aunque soy un extranjero entre ustedes, véndanme un sepulcro para
enterrar a mi esposa y los hititas le contestaron: -¡por favor, señor, escúchenos!
usted es entre nosotros un escogido de Dios. Entierre a su esposa en el mejor de
nuestros sepulcros, pues ninguno de nosotros le negara su sepulcro para eso. Entonces
Abraham se puso de pie, hizo una reverencia ante los hititas, y les dijo: -si de
veras quieren que yo entierre aquí a mi esposa, por favor pídanle de mi parte a
Efrón, el hijo de Zohar, que me venda la cueva de Macpela, que esta en la orilla de
sus terrenos. yo le pagare el precio total de la cueva, y asi sere dueño de un
sepulcro en este lugar.
Como Efron el hitita estaba allí entre ellos, le contesto a Abraham de manera que
pudieran escucharlo sus paisanos y también todos los que pasaban por la entrada de la
ciudad: -¡no, señor mío, por favor! yo le regalo el terreno, y la cueva que esta en
el terreno. mis paisanos son testigos de que yo se lo regalo. entierre usted a su
esposa. Pero Abraham volvió a hacer una reverencia a los habitantes del lugar y le
contesto a Efron delante de todos: -¡por favor, escúcheme usted! le ruego que acepte
el dinero por el terreno, y después enterrare allí a mi esposa. Entonces Efron le
contestó: -escúcheme, señor mío: el terreno vale cuatrocientas monedas de plata. por
esa cantidad no vamos a discutir, así que entierre usted a su esposa. Abraham acepto
solemnidades para formalizar y publicitar los actos jurídicos, formas
que se han desarrollado y depurado a lo largo de la historia y cuya
finalidad ha sido siempre capturar y materializar el desarrollo de
los derechos de los particulares.
El pasaje bíblico, nos informa que la formalidad en aquella época
era expresar la voluntad a viva voz y en forma pública -en la puerta
de la ciudad, plaza pública, mercado, etc.- las propuestas, para que,
aprobándolas ante el pueblo, éstas se tengan por ciertas y conocidas
por todos. La seguridad del acto radicada en el conocimiento de la
existencia del contrato, por ello la necesidad de involucrar al mayor
numero de personas posibles, para que éstas a su vez con su
testimonio, sirvan de garantía en caso de controversia sobre el
mismo.
Podemos decir entonces que la implementación de formas es
inherente a la naturaleza humana, consustancial a su necesidad de
preservar la voluntad a largo del tiempo y dotarle de seguridad
jurídica. En atención a ello el hombre a lo largo de la historia
evolucionó de las solemnidades orales a la documentación por
escrito5, pero estas expresiones contractuales fueron tan amplias,
que se necesitó predeterminar las formas para orientar los conceptos
y los actos, que con la figura del redactor y finalmente del notario6
permiten materializar el principio de la fe pública notarial,
mediante el instrumento público.
Si partimos de forma como modo o disposición de hacer una cosa,
el principio de la forma es inherente a la función notarial, por que
ésta nace del “arte notarial”, del arte de redactar los contratos que
han sido madurados y perfeccionados por el notario desde el inicio de

pagar la cantidad que Efron había mencionado en presencia de los hititas, y le pago
en plata contante y sonante. de esta manera el terreno de Efron que estaba en
Macpela, al oriente de Mamre, es decir, el terreno con la cueva y todos los árboles
que estaban dentro del terreno, pasaron a ser propiedad de Abraham. de ello fueron
testigos los hititas y todos los que pasaban por la entrada de la ciudad. Después de
esto Abraham enterro a Sara en la cueva que estaba en el terreno de Macpela, al
oriente de Mamre, lugar que también es conocido con el nombre de Hebron, y que esta
en Canaan. así quedo en posesión del terreno y de la cueva que allí había, la cual
los hititas le vendieron para sepultura.

5 Durante la vigencia del Derecho Romano, no se conoció el documento, como


instrumento independiente, pese a que existían redactores. Los contratos se
formalizaban mediante “procesos judiciales” simulados, que mediante la formulación de
expresiones orales formales ante el magistrado se lograba su formalización. Ya en la
edad media, al desarrollarse el concepto de documento, se desarrolla la figura del
tabelión o tabellón, como precursor del notario.
6 Entendemos que la figura del notario se consolida como tal, cuando los instrumentos
autorizados y redactados por el adquieren fe pública, sin necesidad de refrenda
su función y continúa conforme avanzan los tiempos.
La necesidad de la forma deviene en uno de los requisitos para
garantizar la seguridad contractual, la inexistencia de formas
específicas, solemnes, preestablecidas y predeterminadas por Ley,
tornarían incierta la contratación, generando arbitrariedad,
injusticia y desconfianza. La forma es el elemento externo que
permite afianzar nuestros derechos sustantivos.
La forma a su vez también es consustancial al instrumento
notarial, vale decir al instrumento público notarial7 que no podría
existir sin el empleo de una “forma especial”, sin requisitos espe-
cíficos y sin la intervención del notario.
El notario por su misma actividad diaria en contacto con la
contratación crea e incrementa nuevas formas y formalidades según las
necesidades de los usuarios del servicio, formas que luego, en la
generalidad de los casos son reconocidas e instituidas por las normas
que expide el legislador.
Nery Muñoz, señala que el principio de la forma supone "La
adecuación del acto a la forma jurídica"8. Argentino Neri por su
parte con mucha categoría concluye que "La validez del hecho estriba
en la realización del derecho y la seguridad de éste radica en la
solidez de su forma"9, .
En el iter contractual identificamos una etapa inicial de
manifestación de voluntad o intención, como disposición de realizar
un acto, luego esta voluntad al ejecutarse según su importancia y su
trascendencia patrimonial generalmente se instrumentaliza para probar
o acreditar la realización del acto. Es ahí donde según convenga a mi
derecho recurro a la forma privada o al instrumento público.
En los actos consensuales y voluntarios de las personas, es el
notario quien recepciona la voluntad de las partes, la adecua y la
plasma en un instrumento público notarial, utilizando la forma más
conveniente para brindar seguridad jurídica a quienes requieren de su
ministerio. Esta labor profesional del notario implica la utilización

posterior.
7 Decreto Ley 26002, Ley del Notariado: Artículo 24.- Los instrumentos públicos
notariales otorgados con arreglo a lo dispuesto en la ley, producen fe respecto a la
realización del acto jurídico y de los hechos y circunstancias que el notario
presencie.
8 Muñoz, Nery Roberto Ob. cit. pág.
9 Neri, Argentino. Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial. Vol 1, primera
edición, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1980, pág. 377.
de la forma mínima requerida por la Ley para la validez del acto y
elegirá entre el instrumento de fecha cierta, el instrumento público
ad probationem o el ad solemnitamen, si así lo exige el caso.
Finalmente debemos decir en cuanto al principio de la forma que
la búsqueda e implementación de nuevas formas no cesa ni cesará,
forma parte de la función pública del notario. Actualmente con la
cibernética y debido a que buena parte de nuestra documentación es
digitalizada, el notariado también se encuentra comprometido y
presente para lograr formas seguras de contratación.

1.3. PRINCIPIO DE LA AUTENTICACION. - El principio de la au-


tenticación es un principio ligado a los dos anteriores, supone la
realización por parte del notario de instrumentos que respondan sólo
a actos reales, auténticos, que se hayan realizado ante él o con su
intervención y bajo la fe pública notarial que les imprime con su
autorización se entienden auténticos.
La autenticidad implica la realización de un hecho acto o
contrato que, al ser plasmado en el instrumento, no sólo se reduce a
la certidumbre de la fecha de redacción, sino que comprende también,
la fe conocimiento o identificación de las personas que da el
notario, así como de la capacidad, libertad y conocimiento con que se
obligan. Esto aunado a la fe de lectura del instrumento y de su
suscripción y autorización por parte del notario, hacen que el
instrumento sea autentico.
En el plano real esta secuencia de hechos implica la realización
de un acto o contrato, que luego de constatado y comprobado por el
notario, es plasmado en un instrumento, suscrito por las partes y
autorizado por él. El instrumento adquiere la calidad de prueba
privilegiada de la realización del hecho, convirtiéndolo en auténtico
y fehaciente.
Por este principio el acto jurídico o hecho constatado por el
notario, además de merecer fe pública tiene el carácter de auténtico
y veraz.
La facultad autenticadora es complementaria a la fe pública, no
cabe fe pública sin autenticidad y ésta carecería de sentido sin la
fe pública notarial.
Argentino Neri nos dice “…autenticar es, y no puede ser otra, que
el cumplimiento del acto en cuya virtud la ley ordena aprobar como
cierta la existencia de un hecho o de un acto jurídico. Tal
aprobación se realiza merced a la figura orgánica del notariado,
quien, en función específica, advera con fuerza de autoridad la
certeza del hecho o acto tras una síntesis realizada por entre un
instrumento solemne que desde el punto del derecho es la pre-prueba
de la relación jurídica documentada"10.
Navarro Azpeitia, al referirse a la autenticación, nos manifiesta
que el hecho o acto jurídico, para que produzca todos sus efectos le-
gales, debe ser "consignado, comprobado y declarado por un
funcionario público investido de autoridad y de facultad au-
tenticadora"11, de tal suerte que el notario al estar presente en el
acto lo reproduce textualmente o en una síntesis del mismo,
documentándolo, generando una prueba instrumental auténtica de lo
percibido o acaecido.
En resumen, podemos decir que el principio de la autenticación
implica el testimonio que realiza el notario al autorizar el
instrumento en el sentido que lo comprobado y narrado por él obedece
a lo sucedido en la realidad.

1.4. PRINCIPIO DEL CONSENTIMIENTO. - El consentimiento es


consustancial a la función que realiza el notario, su radio de acción
es sólo para los actos consensuales, vale decir, donde las partes
están de acuerdo y con ausencia total de conflicto.
El consentimiento es un requisito esencial para a la intervención
notarial, pero, sobre todo para la autorización que debe brindar el
notario. Sin asentimiento no se concluye el instrumento y por lo
tanto no gozará de la fe pública notarial.
La facultad de discrepar con el contenido del contrato o su
disconformidad por el incumplimiento de sus condiciones es un derecho
que el otorgante mantiene y relevan al notario de autorizar el
instrumento hasta que voluntariamente convenga o acceda a suscribir o
a consentir el mismo.
El notario no puede por su propia condición de tal coaccionar o

10 Neri, Argentino. Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial. Vol 1, primera


edición, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1980, pag 377.

11 Navarro Azpeitia, Actas de Notoriedad en Anales de la Academia Matricense el


presionar a la parte para la suscripción del instrumento. El
otorgante, al suscribir, expresa conformidad total de las condiciones
y derechos allí establecidos, no puede, posteriormente, condicionar
su consentimiento a sólo una parte o algunas clausulas del mismo.
La aceptación y consentimiento, en el caso de instrumentos, se
materializa con la suscripción del mismo, tal como lo establece el
artículo 59 inciso j) del Decreto Ley 26002, Ley del Notariado12; sin
embargo, también es aceptado expresar conformidad con la impresión
dactilar, para los casos de analfabetos, no sepan o no puedan firmar,
establecido en el artículo 54 inciso g) de la Ley del Notariado13,
antes mencionada.

1.5. PRINCIPIO DE LA MATRICIDAD O PROTOCOLO. - Este principio es


aplicable únicamente a los notariado de tipo latino donde existe el
instrumento público y el notario es el redactor autorizado de los
instrumentos públicos de los particulares. El protocolo es pues el
soporte material de la función notarial y sobre el cual se
materializa fe pública notarial en general.
El protocolo tiene como finalidad preservar de manera original
las manifestaciones de voluntad de los particulares. La existencia
del protocolo deviene de una necesidad histórica de seguridad y
permanencia en el tiempo de los actos contractuales, la existencia
del protocolo notarial hace tangible y permite la comunicación del
instrumento al público en general.
En un inicio la humanidad celebraba sus actos orales, con el
transcurso del tiempo y la invención de la escritura se creó la nece-
sidad de registrar los hechos, encargándose de ello a diversos fun-
cionarios que en buena cuenta fueron los primigenios antecesores del
notario y de la función notarial.
Históricamente como lo afirma Nuñez Lagos "El documento creó al

Notariado, Madrid, 1945, pág. 57.


12 Artículo 59.- La conclusión de la escritura expresará: j) La suscripción por los
comparecientes y el notario, con la indicación de la fecha en que se concluye el
proceso de firmas del instrumento.

13 Artículo 54.- La introducción expresará: g) La indicación de intervenir una


persona, llevada por el compareciente, en el caso que éste sea analfabeto, no sepa o
no pueda firmar, sea ciego o tenga otro defecto que haga dudosa su habilidad, sin
perjuicio que imprima su huella digital. A esta persona no le alcanza el impedimento
de parentesco que señala esta ley para el caso de intervención de testigos;
Notario, aunque hoy el Notario haga el documento"14
La importancia del protocolo estriba en la coexistencia de tres
factores:
1) Garantía de perdurabilidad en el tiempo: La autenticidad,
legalidad y fe pública notarial, serían imposibles de mantener, sin
poder demostrar en el tiempo la manifestación original de la voluntad
de las partes y ello no se logra si no se registran estos hechos en
el protocolo.
2) Garantía de autenticidad: El registro de las manifestaciones
de por si es una garantía; sin embargo, adicionalmente imposibilita
la suplantación, sustitución o inserción de información adicional no
pactada u originalmente convenida; ni de poder intercalar instrumen-
tos entre los cronológica y correlativamente ordenados.
3) Garantía de Publicidad: La existencia del protocolo permite en
primera instancia la información directa del instrumento original o
de expedir traslados que comuniquen de manera fehaciente el texto
original en el que consta la voluntad de las partes, en el caso del
traslado adicionalmente sirve para su cotejo o comparación con el
original.
Finalmente podemos decir que, si bien la garantía de la fe
pública notarial y seguridad jurídica descansan en la función del no-
tario, ésta carecería de eficacia probatoria y no se materializaría
sin la existencia del protocolo.

2.- PRINCIPIOS DERIVADOS O COMUNES A OTRAS RAMAS DEL DERECHO:


Estos principios como su misma denominación lo establecen son
aplicables adicionalmente a otras ramas del derecho, entre los
principios aplicables al derecho notarial tenemos:
PRINCIPIO DE ROGACION. - El principio de rogación está
íntimamente ligado al principio de consensualidad y al de
independencia en el ejercicio de la función notarial.
El notario por ser un profesional del derecho que ejerce de
manera privada una función pública, su ministerio o intervención debe
ser rogada o solicitada por el interesado para que este intervenga.
El notario no actúa de oficio, requiere de la solicitud de las

14 NUÑEZ LAGOS, Rafael. Hechos y Derechos en el documento público.


partes; pero esta solicitud no es estrictamente formal, en el sentido
que se exija sea por escrito, regularmente basta para ello la
manifestación verbal directa del interesado o su representante; sin
embargo, la simple solicitud no implica obligatoriedad de prestar el
servicio en todos los casos; ello está en función al objeto del acto,
el cual debe ser lícito, que no esté reñido con la moral, las buenas
costumbres o el orden público. En el caso de la rogatoria verbal se
concatena con el principio de inmediación en la medida que se cuenta
con la presencia del solicitante y se atiende directamente a sus
requerimientos.
Este principio, no es exclusivo del derecho notarial, siendo
aplicable también al derecho procesal y administrativo con la
diferencia de que en el derecho notarial activado el servicio,
siempre se requiere de las partes para su culminación, lo que no
sucede en algunos casos procesales en los que iniciado el proceso
éste continua por impulso propio o de oficio.
Si bien lo regular es formular la solicitud verbal, en el caso
peruano se realiza solicitud escrita al solicitarse la facción de
escrituras con minuta, al expresar la minuta “Señor notario: Sírvase
elevar a escritura pública ...” o en los casos de las solicitudes o
minutas de las Leyes 26662, 27157 y 27333, en las que por mandato
expreso de dichas leyes la rogatoria debe ser formulada
obligatoriamente por escrito.

PRINCIPIO DE INMEDIACION. - El principio de inmediación supone la


relación de proximidad que debe existir entre el notario y los
usuarios del servicio o los hechos a comprobar y de todos con el
instrumento notarial.
Riera Aisa, nos dice: es la relación de proximidad entre las
diferentes partes que intervienen en la función notarial...la
inmediación se desarrolla de una parte entre el notario y los
intervinientes en el documento público y de la otra entre el notario
y el documento que autoriza".15
Argentino Neri al tratar el tema manifiesta: "la función notarial
demanda un contacto entre el notario y las partes y un acercamiento

15 RIERA AISA. Trabajo citado en la Revista Internacional del Notariado No. 42/43,
págs. 192-193.
de ambos hacia el instrumento público".16
En ambos casos se ratifica que el principio de inmediación es la
necesidad de relación entre el notario y las partes en el proceso de
elaboración del instrumento. Esta comunicación permite, en un primer
momento tener un contacto informativo del acto o negocio que se
pretende realizar. A partir de dicho instante el notario asesora y
aconseja a las partes y determina la forma más adecuada a derecho
para el acto o contrato solicitado; finalmente lo redacta y es
aprobado por los comparecientes con su suscripción, con lo que
concluye la inmediación.
El principio de inmediación tiene su expresión máxima en los
actos "mortis causa", como en el otorgamiento de testamento, donde la
inmediación, no sólo es una exigencia legal, sino una necesidad
fáctica para el real cumplimiento de la función notarial.
En la redacción del testamento, el notario debe estar en per-
manente contacto con el otorgante para dar fe de la capacidad,
conocimiento y libertad con que lo otorga además de su expresión en
cuanto a su última voluntad; esta relación del notario con el
testador y los testigos no concluye sino hasta la aprobación y
suscripción por las partes.
La inmediación en los inicios de la función notarial era per-
manente, durante todo el acto; es decir, el notario estaba presente
de manera directa, desde la gestación del acto jurídico, para
concluir redactando el instrumento. Con el devenir del tiempo la
inmediación se ha reducido a instantes específicos en aquellos
notariados donde la escritura pública se redacta en base a la
existencia de una minuta, de tal suerte que el notario puede no estar
presente en el nacimiento del acto jurídico y sólo ejercer la
inmediación cuando acuden ante él para solicitar la facción de la
escritura adjuntando la minuta.
El notario en el caso peruano, ejerce la inmediación al entrar en
contacto con los usuarios e identificar a las partes y comprobar su
capacidad de obrar, luego al momento de la lectura y otorgamiento del
instrumento.

16 NERI, Argentino. Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial. Vol. 1, primera


edición, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1980, pág. 378.
Finalmente, este principio de inmediación es propio de los de-
rechos adjetivos en general, como en el caso del derecho procesal que
interpuesta la acción se entabla una relación directa entre las
partes y el juzgador y de estas con el proceso.

PRINCIPIO DE LEGALIDAD: Se sustenta en el deber de función que


desempeña el notario, en que todos los actos y contratos que autoriza
el notario deben estar en concordancia y cumplimiento con los
dispositivos legales.
El notario por la investidura y facultad de dar fe de los actos y
contratos que ante el se realizan, debe ajustar su accionar
cumpliendo con lo establecido por las normas sustantivas y adjetivas
que regulan al acto que se realiza.
La función de formalizar la voluntad de las partes implica una
labor de asesoramiento jurídico que debe realizar el notario al
solicitársele su servicio, verificando la legalidad del acto que se
solicita. Si se solicitara su intervención en actos que adolecen de
nulidad, debe negarse a intervenir.
El ejercicio de este principio implica que sólo participa en
actos que estén totalmente ajustados a derecho; sin embargo, puede
ser que las partes soliciten su intervención en casos donde éste
prevé la falta de requisitos subsanables que impidan la inscripción
registral inmediata del acto deseado, en cuyo caso puede faccionar
dejando a salvo esta circunstancia en el instrumento.

PRINCIPIO DE LITERALIDAD: Está referido a la función que


desarrolla el notario en cuanto a captar y preservar en un
instrumento, la voluntad de las partes.
El notario como formalizador del instrumento público capta,
recepciona y refiere en forma literal lo que percibe con sus sentidos
y las expresiones de los intervinientes; más aún en aquellos notaria-
dos donde se mantiene la existencia de la minuta como requisito para
la redacción del instrumento público.
En ambos sentidos el notario sólo da la forma legal al negocio o
acto jurídico y respecta y transcribe en su protocolo las expresiones
de los otorgantes.
Este principio juega un papel importante en lo que se refiere a
la calidad probatoria del instrumento público. La escritura pública
es prueba privilegiada por su calidad de instrumento público y por
contener en forma inalterable los hechos y expresiones de los
intervinientes de modo que transmite con certeza su voluntad y
contenido.
El acto jurídico no es sólo voluntad; es conducta humana que debe
manifestarse. Es decir, lo esencial del acto jurídico es la voluntad
humana que se origina internamente a partir de un acto de
conocimiento. Pero para que esa voluntad produzca efectos en el campo
del derecho es precise que se manifieste. La expresión externa del
acto interno de voluntad puede presentarse bajo diversos aspectos,
como es obvio. Por medio de signos o gestos, por medio de palabras,
por medio de formas escritas que pueda leerlas y entenderlas
cualquier persona que conozca el idioma en que se hallan concebidas.
Esta última es la forma óptima, porque está destinada a permanecer,
porque será comprendida siempre en el futuro, porque ofrece las
mejores garantías de veracidad y porque es menos susceptible de
alteraciones y, si se le introdujeren, es más fácil precisarlas. Esta
forma es la llamada documental. El documento que entonces se crea
tendrá un mayor grado de credibilidad.

PRINCIPIO DE LA UNIDAD DEL ACTO FORMAL. - Este principio tiene


una permanente relación con los principios de rogación, inmediación y
principio de la forma, que concluye con el consentimiento por parte
de los otorgantes y la autorización del notario.
Supone, como lo dice Argentino Neri, "la necesidad de poner en
juego diversos elementos hasta lograr dentro de un proceso unitario,
el fin jurídico propuesto" (Neri, argentino. Tratado Teórico y
Práctico de Derecho Notarial. Vol. 1, primera edición, Ediciones
Depalma, Buenos Aires, 1980, pág. 381).
Este principio de unidad del acto encarnó en un inicio la unidad
de lugar (el acto se realiza en un mismo lugar); unidad de tiempo
(redacción sin solución de continuidad, de inicio a fin) y unidad de
acción (todos juntos realizando el acto deseado de principio a fin,
principio de inmediación).
Si bien es cierto que este principio era verticalmente cumplido
en los inicios de la función notarial, actualmente es casi imposible,
por la complejidad de la vida moderna que hace difícil reunir a los
contratantes a la misma hora y en un mismo lugar y más aún que
permanezcan juntos durante la redacción del instrumento.
Para explicar este aparente incumplimiento del principio de
unidad de acto formal es necesario remitirnos a la historia y
encontramos que, durante el imperio romano, los negocios con-
vencionales se desarrollaban, estrictamente orales.
La "ESTIPULATIO", forma contractual reservada a los ciudadanos
romanos, se desarrollaba solemnemente mediante la formulación de una
serie de preguntas y respuestas, con el objeto de dejar constancia
expresa del negocio y de las características del convenio, sucesión
de actos que se realizaban en un mismo lugar, con presencia de todos
los contratantes, de principio a fin.
Posteriormente con la invención de la escritura y del funcionario
encargado de dejar constancia de los hechos, la forma fue
evolucionando, primero se realizaban las solemnidades orales y luego
el "tabellión" dejaba constancia de ello en actas; luego las
condiciones se fueron complicando y las cláusulas de los contratos se
fueron haciendo más específicas, por lo que se encargaba su redacción
con anticipación y concluida esta, como formulismo se realizaban las
solemnidades orales y se suscribía el documento.
El cambio de la forma oral a la escrita deviene como necesidad de
seguridad y conservación del convenio, hasta que finalmente con
Justiniano I se le otorga autonomía y carácter constitutivo al
documento, el documento valía por si solo, preservándose éste sin
necesidad de realizar las solemnidades orales.
Esta autonomía está contenida en la Constitución o Novela
(Novellae leges) XLIV del año 537, que establecía que el notario en
presencia de las partes formalice por si mismo el instrumento y lo
escriba en su protocolo; y en la Ley 14, Título 38, Libro VIII del
Código de Justiniano que da fuerza y valor de autenticidad al docu-
mento, dotando de plena fe el acto realizado en presencia de las
partes si se dejaba mención de este hecho en el mismo.
Este cambio de las formalidades orales y la necesidad de
concurrencia personal durante todo el acto, fue suplido por el
consentimiento, con lo que se materializaba el acto jurídico, prin-
cipio que se mantiene hasta la fecha.
La unidad del acto formal permanece vigente, pero no bajo la con-
cepción rígida de los factores de lugar, tiempo y acción a que hemos
hecho referencia; sino como una unidad de contexto, que con la
presencia del notario eleva al documento a la categoría de
instrumento público.
El hecho de ser momentos temporalmente distintos, la rogación, la
redacción y la toma de firmas, no afecta al consentimiento de las
partes. la intervención del notario garantiza la integridad e
inalterabilidad del contenido y que es el mismo solicitado por las
partes, su autorización lo eleva a la categoría de instrumento
público, lográndose la unidad de contexto antes mencionada.
El principio de unidad del acto formal, en los casos de actos "ad
solemnitatem", permanece rígido y se cumple en su concepción
primigenia como en el caso del testamento.

PRINCIPIO DE LA PUBLICIDAD O DE LA COMUNICACION DEL INSTRUMENTO


PUBLICO. La comunicación del instrumento está ligada a la matricidad
y deviene como una consecuencia de ésta. El instrumento público
notarial por existir en la matriz o protocolo, sólo puede ser
comunicado por medio de traslados, de esta manera se garantiza la
permanencia y seguridad del original, además de permitir que
cualquier persona, no sólo los intervinientes, puedan acudir al
registro notarial y solicitar traslados del instrumento.
Estos traslados que hacen posible la comunicación del instrumento
a terceros deben extenderse con ciertas formalidades que el notario
debe cumplir al otorgarlos.
La publicidad implica también la posibilidad de poder exhibir
físicamente el protocolo notarial, con las seguridades del caso y
bajo las condiciones especiales que la ley señala.

PRINCIPIO DE LA IMPARCIALIDAD: En el notariado de tipo latino, la


función fedante está a cargo de un profesional del derecho facultado
por el Estado que ejerce la fe pública en forma independiente y esta
independencia le permite desempeñarla en forma imparcial. La
imparcialidad se convierte pues en un deber del notario de asesorar y
orientar al contratante débil de cualquier arbitrariedad o abuso en
su contra.
Este ejercicio imparcial igualmente implica no ceder ante
presiones o tentaciones de otra índole constituyendo una garantía en
el ejercicio de la función; la imparcialidad se convierte pues en el
sustento de la seguridad jurídica.
La imparcialidad debe estar presente en todos los actos notaria-
les y cobra una mayor relevancia en los actos o redacción de ins-
trumentos públicos extra protocolares, donde el notario, general-
mente, redacta los instrumentos a solicitud de una parte y se con-
vierte en un invisible testigo y defensor de terceros que podrían
verse perjudicados por no estar presentes para alegar su derecho

PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA: Otra de las características del


notariado latino es la independencia en el ejercicio de la función.
El notario por ser un profesional del derecho, que accede al cargo
por medio de un concurso y ejerce la función mediante el otorgamiento
de un título o una patente otorgada por el Estado, no se debe a él
ni pertenece al aparato administrativo del Estado.
El notario, es pues, un servidor de la ley y en esa virtud atien-
de directamente a los particulares que solicitan su ministerio,
traslada su independencia al documento brindándole seguridad; igual-
mente sirve al Estado que confió en él al otorgarle el título para su
ejercicio en forma imparcial.
Este principio de independencia no es absoluto y no se ve menos-
cabado con el control y supervigilancia del ejercicio funcional que
compete a los colegios de notarios y a los organismos de control
nombrados por el Estado (Consejo del Notariado).
La independencia constituye, al mismo tiempo, un deber inherente
a la función que implica excusarse a brindar su ministerio cuando
exista duda o diferencia de criterio respecto de la actuación soli-
citada, así como negarse si ella constituye un ilícito.

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