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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE HONDURAS

ESTUDIANTE:
IRIS VANESSA VASQUEZ LOPEZ

NUMERO DE CUENTA:
02200-1090

CAMPUS:
COMAYAGUA

ASIGNATURA:
MEDICINA FORENSE

TEMA:
PSIQUIATRÍA FORENSE, LA MENTE CRIMINAL

CATEDRÁTICO:
DOCTOR ANGEL DE JESUS BUSTILLO

FECHA DE ENTREGA:
09 DE DICIEMBRE DE 2021
AILEEN CAROL WOURNOS

El 29 de febrero de 1956 nacía en Michigan Aileen


Wournos, una de las asesinas en serie más
perseguidas, y mediaticas de América. El asesinato
con arma de fuego de 7 hombres y la frialdad con
que les disparaba le valió el apelativo de “el
monstruo”.
Aileen creció prácticamente huérfana, su padre había
sido condenado y encarcelado por pederastia y al poco tiempo se suicidó en prisión.
Su jovencísima madre la abandono cuando tenía 4 años junto con su hermano dejándolos a
cargo de unos abuelos que, lejos de ofrecerles un buen hogar, les condenarían a un mayor
infierno. Estar bajo el mismo techo que dos alcohólicos hizo que la relación con su
hermano fuera cada vez más estrecha. Solo se tenían el uno al otro.
Cuando era pequeña su abuelo abusaba de ella y al agredía con frecuencia. Poco a poco, su
falta de autoestima y la necesidad de afecto le harían caer en los brazos de cualquiera que
se pudiera por delante. El sexo comenzó a formar parte de su vida y, desde los 11 años
utilizaría su cuerpo como moneda de cambio, con el que obtener cigarrillos, dinero y
cariño. Era de esperar que se quedara embarazada casi a la misma edad que su madre. Con
15 años dio a luz a un hijo que tuvo que dar en adopción.
Tras el parto, sus abuelos la echaron de casa. Aileen se convirtió entonces en una prostituta
errante, solitaria y conflictiva que buscaba la vida en la carretera. Su temperamento
irascible y subversivo comenzó a pasarle factura en más de una ocasión. Cometía todo tipo
de delitos: alteración del orden público, agresión, uso de armas, conducción sin carnet,
tampoco acudía cuando era solicitada por la policía o la justicia.
Su perfil psicológico tocaba todos los puntos o vértices del trastorno. Además de haber
sufrido abusos incestuosos, prostituirse y delinquir constantemente y sin remisión, su
cordura se consumía entre grandes cantidades de alcohol y drogas. Su tendencia
autodestructiva le llevó incluso a intentar suicidarse en varias ocasiones y numerosos
episodios de esquizofrenia.
Llegó a probar suerte en el matrimonio, con el propósito de estabilizarse y se casó con un
hombre 56 años mayor que ella pero su carácter polémico e irritable floreció de nuevo.
Unas semanas después su marido conseguiría la nulidad por agresión.
De nuevo sola en la carretera, la casualidad hizo que conociera a la que sería su único amor
una mujer que le daría cariño, comprensión y compañía. Sin embargo, el amor que le
profesaba iba teñido de incitación a la prostitución para mantener el núcleo familiar que
acababan de crear.
Así ocurría que Aileen se lanzaba a la carretera en busca de clientes, protegiéndose con su
arma y su fuerte carácter. No tardó en desatarse su perfil psicopático al completo y el 30 de
noviembre de 1989 asesinó a uno de sus clientes tras una discusión, robándole el coche y
sus objetos personales. Desde aquel momento la vida de Aileen y su pareja se convertiría en
un deambular delictivo en ruta.
Durante 12 años Aileen y su pareja viajan de un lugar a otro cometiendo todo tipo de
fechorías con las que ganarse la vida. Entre medias, 7 hombres muertos, asesinados a
disparos.
Con el tiempo el caso de “el monstruo” ha sido catalogado como el de una depredadora
sexual su tendencia a la prostitución y el asesinato parecen haber sido un esfuerzo
inconsciente de liberarse matando a la representación de su padre y su abuelo: pederastas
violentos que convirtieron su vida en un infierno. Atraía a sus víctimas para experimentar
de nuevo el sufrimiento de su infancia y, en esa misma situación, realizaba la fantasía que
en su día no pudo.
Al principio la policía parecía despistada, pero pronto comprobaron que todos los
homicidios tenían el mismo autor. La pareja de mujeres ya estaba delante del objetivo
policial. En enero de 1991 Aileen fue detenida en un bar de New Baltimore (Michigan) y su
compañera trasladada a casa de un familiar. Al parecer sería una testigo clave en el juicio
contra Aileen. Gracias a prestarse a testificar pudo eludir la cárcel.
Aileen no pudo escapar de la justicia humana, pese a haberse reconvertido al cristianismo
más ferviente. En enero de 1992 fue condenada a muerte mediante inyección letal, pena que
se cumplió una década después.
JEFFREY DAHMER

Jeffrey Dahmer, también conocido como “el


carnicero de Milwaukee”, fue uno de los asesinos
en serie que marcaron la historia criminal de
Estados Unidos.
Junto con otros criminales tan tristemente célebres
como lo fueron Ed Gein, Charles Manson, Dennis
Rader, Ted Bundy o John Wayne Gacy, entre otros, forma lo que podríamos llamar “el
panteón de los monstruos”.
Jeffrey Lionel Dahmer nació el 21 de Mayo de 1960 en Milwaukee, donde fue criado en el
seno de una familia de clase media. De niño, se caracterizó por ser muy vital y extrovertido,
alguien a quien le encantaban los animales y le gustaba jugar. Tras tres cambios de
domicilio, se volvió una persona retraída y de extremada timidez. Aunque le regalaron un
perro al que quería con locura, ello no frenó su proceso de aislamiento progresivo del
mundo. Para impedir que fuera a más, su padre le animaba a relacionarse con otros niños,
casi forzándole a ello, ya que temía que el pequeño Jeffrey pudiera desarrollar cierto
complejo de inferioridad.
Hacia los diez años, el matrimonio de sus padres comenzó poco a poco a desmoronarse. No
era extraño verlos discutir. Ya en la adolescencia, cuando sucedían este tipo de
acontecimientos, Jeff se iba de casa y se perdía por el bosque. Continuaba sintiendo gran
pasión por los animales, pero estaba más interesado en cómo eran por dentro. Comenzó a
aficionarse a recoger animales muertos que encontraba atropellados en la carretera; los
metía en una bolsa de basura y luego se los llevaba al patio trasero de su granja, donde los
diseccionaba y deshuesaba.
En plena época del desarrollo de su sexualidad, Jeffrey Dahmer se dedicaba a este tipo de
prácticas, estableciendo una asociación entre violencia y sexo que marcaron su conducta y
sus acciones posteriores. Sentía atracción por los hombres, fantaseaba que se acostaba con
ellos y luego los asesinaba. Este tipo de pensamientos obsesivos fueron, al final, lo único
que le causaba excitación sexual. Dahmer estaba atormentado por sus fantasías tan
recurrentes de sexo y muerte, de modo que, en un intento por olvidarlas, comenzó a beber.
De igual forma, se refugiaba en la bebida para escapar de las constantes peleas de sus
padres.
En el instituto, fue un alumno educado con los profesores y divertido con sus compañeros,
por lo que se ganó la fama de payaso de clase. Sacaba buenas notas cuando se lo proponía y
hacía sus deberes si la asignatura le interesaba. No obstante, en los últimos años, se fue
desvinculando de sus estudios y perdió el interés por fomentar las relaciones sociales, tan
claves durante una época tan inestable como la adolescencia. Encontró el substituto
perfecto en sus fantasías sexuales, en las que se regodeaba cada vez más, hasta que llegó un
punto en que ya no le satisfacía únicamente pensar en ellas, sino que necesitaba llevarlas a
cabo.
Fue justo después de acabar sus estudios secundarios cuando Jeffrey empezó a cometer
crímenes atroces.
Primer asesinato, a un desprotegido autoestopista
Cuando se graduó en el instituto, sus padres se divorciaron al poco tiempo: Lionel Dahmer
alquiló una habitación en un motel cercano y la madre se fue a Wisconsin con su hijo
menor, David, dejando a Jeff solo en casa. Aquel verano de 1978, cometió el primer
asesinato. Volvía a casa en su coche tras tomar unas cervezas en un bar y recogió a un
joven autoestopista llamado Steven Hicks.
Dahmer le invitó a su casa a beber cerveza y a fumar marihuana. Cuando Hicks dijo que se
tenía que ir, en un arrebato, Dahmer le golpeó en la cabeza con una mancuerna y luego lo
estranguló con ella. Presa del pánico, bajó el cadáver al sótano. Por la mañana, compró un
cuchillo de caza, le abrió el vientre y se masturbó sobre las vísceras. Después de eso,
despedazó el cuerpo, lo metió en bolsas de basura y las cargó en su coche. De camino a un
basurero cercano, fue interceptado por una patrulla de policía. La suerte quiso que no
inspeccionaran el contenido de las bolsas y únicamente le multasen por exceso de
velocidad. Aterrado, volvió a casa y metió las bolsas en una gran tubería de desagüe que
había en el sótano. Cuando volvió dos años después, cogió los huesos y los machacó con un
gran mazo. A continuación, esparció los restos por la maleza que rodeaba la casa. Las
pulseras y reloj que llevaba la víctima fueron arrojadas al río.
Tras este primer asesinato, estuvo dando tumbos por culpa de su adicción al alcohol:
intentó ir a la universidad pero abandonó tras suspender todas sus asignaturas; se alistó en
el ejército, de donde también fue expulsado antes de tiempo. En un intento por enderezarse,
fue a vivir con su abuela a una localidad cercana a Milwaukee. Se convirtió en un hombre
de fe, dejó la bebida y pareció que puso fin a sus impulsos sexuales… Hasta que una tarde,
estando en la biblioteca, se le acercó un joven que le dejó una nota en la que le ofrecía
favores sexuales en el lavabo. Según parece, ese momento fue decisivo para despertar su
apetito voraz por querer someter a otros hombres a su voluntad. Como sabía que aquello no
era correcto, robó el maniquí de una tienda, que utilizaba para masturbarse. Pero esto no
apagaba su sed insaciable.
Tras nulos intentos por frenar sus pulsiones, una noche de 1986, en un bar de ambiente gay,
conoció a Steven Toumi, con quien fue a un hotel a practicar sexo. Ya en la habitación,
Dahmer le echó cuatro somníferos en la bebida para dejarlo inconsciente. Aunque siempre
dijo no recordar lo que ocurrió, cuando Jeff despertó, encontró el cadáver de Toumi con la
cabeza fuera de la cama, los brazos llenos de contusiones y varias costillas rotas.
Ante aquella escena, y sin perder la calma, se fue a comprar una gran maleta con ruedas,
volvió al hotel y metió el cuerpo en ella. Fue en taxi hasta el sótano de casa de su abuela,
donde poder descuartizarlo a gusto. El proceso fue casi idéntico al que realizó con su
primera víctima, aunque esta vez, deshuesó el cadáver y conservó el cráneo como recuerdo.
A partir de ese momento, Jeffrey Dahmer cedió finalmente ante sus impulsos: volvería a
frecuentar los clubs en busca de hombres para conquistarlos y descuartizarlos. Tras drogar
y estrangular a James Doxtator (enero de 1988), escondió el cuerpo de su víctima durante
una semana y cometió actos de necrofilia con él. Una vez el proceso de descomposición se
aceleró y el mal olor era evidente, lo descuartizó.
Con su cuarta víctima (Richard Guerrero), actuó siguiendo el mismo procedimiento.
Entretanto, dejó la casa de su abuela y se alquiló un piso en solitario, lo que aceleró el baño
de sangre. Esta espiral casi acaba a comienzos de 1989, cuando un chico de trece años al
que intentó seducir escapó de su apartamento y alertó a la policía. Por aquel hecho, cumplió
diez meses de condena por agresión sexual, pero no se descubrió su terrible secreto. Tres
semanas después de salir de prisión, volvió a Milwaukee, donde comenzó una orgía de
sangre que duraría todo un año, hasta bien entrado 1990. A pesar de sus antecedentes, nadie
le investigó por las desapariciones de jóvenes que estaban ocurriendo en la ciudad, hasta un
total de trece.
Jeffrey Dahmer sentía una necesidad imperiosa por mantener sexo con personas cuya
voluntad estuviera anulada. Para lograrlo, estando algunas de sus víctimas aún con vida, les
practicaba trepanaciones craneales con un taladro y luego les inyectaba un ácido suave en el
cerebro con ánimo de crear una especie de zombies a quienes poder controlar. Ante el
fracaso de sus experimentos, Jeff las remataba. En un último intento por controlarlos,
empezó a comerse los cuerpos, ya que confesó sentir que pasaban a ser una parte
permanente de él. Aquello también le producía placer sexual. Poco a poco los restos de
cadáveres se fueron amontonando en su apartamento pero, a pesar de los malos olores que
impregnaban el edificio, los vecinos no se alertaron.

1. ¿los asesinos padecían alguna enfermedad psiquiátrica?


Aileen Wournos padecía trastorno de la personalidad, y en el caso de Jeffrey desde pequeño
comenzó a desarrollar comportamientos extraños.

2. ¿el asesino tenia factores predisponentes en la niñez para ser asesinos? ¿Cuáles?
En el caso de Aileen, el abandono de su madre, y múltiples abusos de su abuelo, abusos y
violaciones de hombres la llevaron a cometer múltiples homicidios.
Jeffrey, en la niñez comenzó a interesarse por cómo eran los animales por dentro, y en la
adolescencia comenzó a interesarse por tener sexo y luego asesinar a los hombres.

3. ¿Los asesinos tuvieron maltrato infantil en la niñez?


Aileen si tuvo maltrato en su niñez

4. ¿Cuál era el perfil o características físicas del asesino?


Aileen de piel blanca, con estatura de 1.65, cabello castaño
Jeffrey, alto, piel blanca, pelo negro
5. ¿Cuántas víctimas les atribuyen a los asesinos?
Aileen: 7 hombres
Jeffrey: 17 hombres más o menos

6. ¿Cuál fue la pena imputada a los asesinos?


Aileen condena a muerte con inyección letal
Jeffrey fue enviado a prisión pero perdió la vida debido a una pelea con otros presos.

7. ¿Según las leyes de Honduras cual sería la condena para el asesino que usted está
investigando?

Asesinato: pena de veinte a veinticinco años

Homicidio: pena de quince a veinte años

Violación: pena de nueve a trece años.

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