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SANTO VÍA CRUCIS CUARESMAL

POR LA PAZ DEL MUNDO

INDICACIONES GENERALES
Dispóngase una cruz en el centro del templo, ornamentada con arbustos verdes sin flores,
un cirio a cada lado. El templo iluminado con luz tenue, que resalte principalmente la Cruz.
Quienes guíen se ubicarán al lado derecho de la cruz. Si acompaña un sacerdote este
presidirá ubicado al costado izquierdo de la Cruz, revestido con alba y estola morada
correspondiente al tiempo de la Cuaresma.

ANUNCIO DE LAS ESTACIONES


Al momento de anunciar la estación correspondiente, mientras el guía motiva, se acerca una
persona llevando en sus manos un cirio encendido que en él se encuentra grabado en
número la estación. Se acerca a la Cruz y deposita el cirio en el lugar indicado previamente.

Quien presentó el cirio participará leyendo una breve meditación que se le indicará.
Terminada la meditación quienes guían proceden a rezar el Padre Nuestro. El celebrante
Principal culmina la estación con una oración que se indica. Y así sucesivamente.

FINALIZACIÓN
El último momento será la oración por la paz del mundo que se indica. Todos con su
mirada dirigida hacia la Cruz, realizan al unísono la oración y se deposita a los pies de esta
un cirio que tendrá grabado la palabra PAZ. Luego el Celebrante Principal imparte para
todos la bendición.

Dispuesto todo lo indicado se da inicio al encuentro con el siguiente canto que mostrará un
templo vació que en el centro se alza la Cruz victoriosa de Cristo.

Cristo, Adoramos tu sagrado corazón


Invocamos tu divina, misericordia.

Somos bendecidos, por tu gracia y amor,


Somos convocados por tu voz,
Que enciende en nuestras almas
la verdad de la presencia de Dios.

Hoy y para siempre colocamos nuestras vidas,


Al servicio eterno del Señor,
Que reine en nuestras almas el amor
Que todo transformará.

M1: La hora ha llegado. El caminar de Jesús por los caminos polvorientos de


Galilea y Judea al encuentro de los que sufren en su cuerpo y en su
corazón, empujado por la urgencia de anunciar el Reino, ese caminar
suyo termina en la colina del Gólgota. La cruz cierra el camino. Jesús
no irá más allá. Imposible andar más allá. El amor de Dios alcanza aquí
su medida más alta, sin medida. El amor del Padre, que quiere que
todos los hombres se salven a través del Hijo, llega hasta el extremo,
allí donde nosotros no tenemos ya palabras, donde estamos
desorientados, donde la grandeza del plan de Dios supera nuestra
religiosidad.

M2: En el Gólgota, en efecto, aunque parezca lo contrario, se trata de vida.


Y de gracia. Y de paz. Se trata, no del reino del mal que conocemos
demasiado bien, sino de la victoria del amor. Y precisamente bajo esa
cruz, se trata de nuestro mundo, con todas sus caídas y dolores, sus
demandas y sus rebeliones, todo lo que hoy clama a Dios desde las
tierras de miseria y de guerra, en las familias desgarradas, en las
cárceles, en las embarcaciones sobrecargadas de emigrantes, tantas
lágrimas, tanta miseria en el cáliz que el Hijo bebe por nosotros.

M1: Tantas lágrimas, tanta miseria, que no se han de perder en el océano del
tiempo, sino que él las recoge para transfigurarlas con el misterio de un
amor que devora el mal. El Gólgota tiene que ver con la fidelidad
indestructible de Dios a la humanidad. Lo que allí se cumple es un
nacimiento.

M2: Debemos tener el valor de decir que la alegría del Evangelio es la


verdad de ese momento. Si no llegamos a entender esa verdad, entonces
quedaremos atrapados en las redes del sufrimiento y de la muerte. Y la
Pasión de Cristo no dará fruto en nosotros. Dispongámonos a meditar
este Santo vía Crucis.

CP: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.


A: Amén.

CP: La Paz del Señor esté con ustedes.


A: Y con tu espíritu.

CP: Señor, nuestros ojos no tienen luz. Y, ¿cómo acompañarte hasta tan
lejos? «Misericordia» es tu nombre. Pero este nombre es una locura.
Que se rompan los odres viejos de nuestros corazones. Sana nuestros
ojos para que se llenen de luz con la buena noticia del Evangelio,
cuando estemos al pie de la Cruz de tu Hijo. Y así celebraremos «lo
ancho, lo largo, lo alto y lo profundo» (Ef 3,18) del amor de Cristo, con
el corazón consolado e iluminado.

El celebrante Principal toma asiento.

M1: PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.

Antífona cantada: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,


que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

M2: Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos
seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Por tercera vez les dijo:
«Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa
que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e
iba creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo
que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel
por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad.

L: Señor Jesús, a pesar de los fuertes gritos que nos distraen, te


vislumbramos entre la multitud de cuantos vociferan que debes ser
crucificado, y tal vez entre ellos estamos también nosotros,
inconscientes del mal del que podemos llegar a ser capaces. Queremos
pedir a Dios Padre por quienes, como Tú, están condenados a muerte, y
por cuantos quieren remplazar todavía tu juicio supremo.

CP: Oremos,
Oh Dios, que amas la vida, siempre nos das una nueva oportunidad a
través de la reconciliación para que gustemos tu misericordia infinita, te
suplicamos que infundas en nosotros el don de la sabiduría, para que
consideremos a cada hombre y a cada mujer como templo de tu
Espíritu, y respetemos su dignidad inviolable. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

M1: Padre Nuestro…

Canto: La misericordia del Señor,


Cada día cantaré. (2)
M1: SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ.

Antífona cantada: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,


que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

M2: Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y


convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le ponen una
corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el
saludo: «¡Salve, rey de los judíos!». Le golpearon la cabeza con una
caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo
sacan para crucificarlo.

L: Señor Jesús, nos hace tanto mal verte golpeado, despreciado y


despojado, víctima inocente de una crueldad inhumana. En esta noche
de dolor, nos dirigimos suplicantes a tu Padre para confiarle a todos los
que han sufrido violencias e injusticias.

CP: Oremos,
Oh Dios, justicia y redención nuestra, que nos diste a tu único Hijo
glorificándolo en el trono de la Cruz, infunde tu esperanza en nuestros
corazones para reconocerte presente en los momentos oscuros de
nuestra vida. Consuélanos en toda aflicción y sostennos en las pruebas,
mientras esperamos tu Reino. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

M1: Padre Nuestro…

Canto: Oh Cristo tu reinarás,


Señor, tú nos salvarás. (2)

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