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El matrimonio

● Las edades para casarse eran en los primeros años de la adolescencia,


ellas a los 12 y ellos a los 14.

● Se corroboraba si la riqueza del otro y su posición social eran aceptables;


si la “revisión” era satisfactoria, se procedía al segundo acuerdo, que era
un compromiso matrimonial formal, escrito (las tabulae nuptiales) y donde
la pareja se besaba para sellarlo.

● El día de la boda se simulaba el rapto de la novia: el novio fingía robársela


y la llevaba a su casa.

● Él le preguntaba cómo se llamaba y ella respondía: “Ubi tu Gaius, ego Gaia”


(“Si tú Gaio, yo Gaia”).

● Un ciudadano romano no podía casarse con su prostituta favorita, ni con


primas ni con mujeres extranjeras, y el divorcio se concedia fácilmente.

● Si la mujer era acusada de infidelidad, no podría volver a casarse nunca

● Los hombres tener relaciones sexuales fuera del matrimonio –con parejas
de ambos sexos, incluso–, pero debían ser con esclavos, prostitutas o
hasta concubinas.

Roma: de aldea a imperio

● En el siglo VIII a.C., los latinos crearon varias aldeas a orillas del río
Tíber en una zona conocida como las Siete Colinas. De la unión de estas
aldeas surgió la ciudad de Roma.
● Según las leyendas, durante este periodo Roma estuvo gobernada por
siete reyes, el primero de los cuales sería Rómulo, el mítico fundador de la
ciudad. Durante este periodo se produjo la alianza del Septimontium, un
acuerdo que unía a las aldeas de las Siete Colinas.

● Se enfrentaron a sabinos, ecuos, volscos y etruscos, sus antiguos


dominadores, a los que vencieron en el 369 a.C. en Veii, su ciudad más
importante.

● A principios del siglo IV a.C., los romanos sufrieron un revés: fueron


conquistados por los galos asentados en el norte de Italia, y los pueblos
sometidos aprovecharon la ocasión para sublevarse. La guerra más
importante les enfrentó a Tarento, que se rindió en el 264 a.C.

● A mediados del siglo III a.C., Roma dominaba toda la península y se había
convertido en uno de los Estados más poderosos de su entorno, entrando
en conflicto con Cartago, que controlaba el sur del Mediterráneo. Roma se
extendió por el norte de África, el sur y este de la península ibérica, el
sur de Francia y el norte de Italia.

Guerras púnicas:

• La primera (264-241 a.C.) fue una guerra naval por el control de Sicilia, que
acabó convirtiéndose en la primera provincia romana.

• La segunda guerra púnica (218-202 a.C.) tuvo como escenario la península


ibérica, cuando Cartago intentó incrementar su poder en Hispania. El caudillo
cartaginés Aníbal llegó a invadir Italia, pero fue finalmente vencido por Publio
Cornelio Escipión. Roma se extendió por el norte de África, el sur y este de la
península ibérica, el sur de Francia y el norte de Italia.

• La tercera (149-146 a.C.) concluyó con la destrucción de Cartago, y toda la


región fue convertida en la nueva provincia de África.
El imperio

● Durante el siglo I d.C., Roma se extendió por el norte de Europa hasta el


Rin y el Danubio, convirtió Britania en una provincia romana e incorporó el
actual Marruecos, con el nombre de Mauritania.

● En el siglo II d.C., la mayor expansión tuvo lugar hacia el este: provincias


de Arabia, Armenia y Mesopotamia; y en Europa, la conquista de la Dacia,
la actual Rumanía.

● En la parte occidental del Imperio, las invasiones de los pueblos bárbaros


culminaron con la toma de Roma en el 476 d.C. El Oriente, con capital en
Constantinopla (la actual Estambul), continuó mil años más como Imperio
bizantino.

La educación

● Por supuesto, la educación dependía de la posición social y el género. Si


eras un varón, y de clase alta, tenías el privilegio de acceder a una
educación formal; y si eras una niña sólo aprendían a leer y escribir. La
madre era quien enseñaba la lectura y la escritura, latín y aritmética,
hasta los 7 años, y a partir de esta edad recibían un maestro.

● Las familias acomodadas tenían profesores particulares, o esclavos


educados para ello; también enviaban a los niños a escuelas privadas. La
educación masculina, en la vida doméstica en la Antigua Roma, incluía el
entrenamiento físico para prepararlos para el servicio militar.

● En cambio, los niños del campo o los esclavos recibían poca o ninguna
educación, pues era más práctico que aprendieran el oficio de sus padres,
y las niñas limpiar. Para ellos no existían escuelas públicas, lo más cercano
era que algún esclavo liberto diera lecciones esporádicas e informales.
● Había una ceremonia especial al momento de la transición de niño a adulto,
y dependía de su destreza física y mental que su padre (el pater
familias) decidiera su mayoría de edad –generalmente entre los 14 y los
17–. Las mujeres pasaron su mayoría de edad de manera casi
desapercibida. y los hombres recibían una toga de adulto

● Después el padre reunía una gran cantidad de gente y acompañaba a su


hijo al Foro, donde el nombre del chico sería registrado y así se
convertiría oficialmente en ciudadano romano.

LA VIVIENDA

Estas insulae podían tener algo más de 7 pisos, pero constituían también todo un
muestrario social. En los pisos más altos, que tenían un altísimo riesgo de
colapsar, de incendiarse o de inundarse por goteras, vivían aquellos más pobres,
que debían pagar alquiler diario o semanal. Eran literalmente cuchitriles de una
sola habitación, sin ventilación o iluminación, y sin servicios de baño, y de los que
podían ser desalojados en cualquier momento.

LIBERTAD Y ESCLAVITUD

Todavía en la actualidad, a pesar de que la esclavitud fue prohibida en Occidente


en el siglo XIX, hay muchos países donde existen formas de esclavitud más o
menos encubiertas: explotación de los inmigrantes ilegales, trata de blancas, etc.
Aunque no estuviera bien visto, también los propios griegos y romanos podían
caer en la esclavitud. En la esclavitud también podía caer un hombre libre si,
durante un viaje, tenía la desgracia de ser apresado por piratas. Se cuenta que el
gran filósofo Platón fue apresado por piratas y vendido como esclavo. Aunque los
esclavos podían comprar su propia libertad, la forma más habitual de conseguirla
era mediante la manumisión (del latín manumittere, "dar la libertad a un
esclavo"), que siempre dependía de la voluntad del amo. Otros tipos menos
formales de manumisión eran la manumissio inter amicos, mediante la cual el amo
expresaba ante unos amigos su deseo de dar libertad a un esclavo o la
manumissio per mensam, por la que el señor invitaba al esclavo a su mesa y le
expresaba su deseo de darle la libertad. El liberto quedaba ligado a su antiguo
dueño por una serie de obligaciones, por lo que su amo pasaba a ser su patrono o
protector (prostátes en griego, patronus en latín). A pesar de ser libres, no
tenían los derechos políticos del ciudadano (no podían intervenir en política, por
ejemplo), aunque sí sus hijos.

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