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Unidad 2.
LIMITACIONES Y CONFLICTOS EN EL DERECHO SANCIONADOR COMO MECANISMO DE
LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN
Introducción
Como se ha visto en la unidad anterior, un individuo racional toma decisiones en función
del balance entre ganancias (monetarias y no monetarias, lícitas o ilícitas) y costes
(éticos, sociales o legales). Bajo esta premisa, un sistema sancionador eficaz será aquel
que aumente los costes de la sanción (bien multas o bien penas privativas de libertad)
hasta que sean superiores a las ganancias esperadas por las conductas ilícitas. Un
sistema de este tipo sería capaz de desincentivar todos los ilícitos, por lo que si pudiera
diseñarse y aplicarse tendría como resultado que no se pagarían multas y no habría
delincuentes en las cárceles, salvo, lógicamente, en el caso de individuos o actos
irracionales.
Podría argumentarse entonces que un sistema sancionador eficaz podría ser aquél que
sancionara la comisión de todos los ilícitos por igual, con la condena más severa posible,
pero en realidad ésa no sería una buena idea. Consideremos por un momento esta
opción e imaginemos un sistema de normas sancionadoras en el que la severidad de las
sanciones no fuera proporcional a la gravedad que la sociedad atribuye a los distintos
ilícitos. Supongamos a modo de ejemplo que la sociedad considerara más grave la
comisión del ilícito “asesinato” que la del ilícito “tráfico de drogas”, a pesar de lo cual
ambos se sancionaran de igual forma. En estas circunstancias, el individuo o el grupo
que fuera sorprendido “in fraganti” no encontrarían ningún incentivo (por parte del
sistema sancionador, al menos) para no quitar la vida al policía que les ha descubierto,
ya que este comportamiento no tiene coste de sanción adicional e incluso tiene un
pequeño beneficio esperado, como es el de reducir la probabilidad de ser descubiertos.
Las normas sancionadoras diseñadas en este caso serían inadecuadas no sólo por no
haber sido capaces de evitar la comisión del ilícito, sino porque una vez que el individuo
decide cometerlo generan incentivos a perpetrar un ilícito aún más grave. Un cierto
grado de proporcionalidad entre gravedad del ilícito y severidad de la sanción es, por
tanto, deseable en el diseño del ordenamiento jurídico sancionador.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que la sociedad aceptará e internalizará
mejor las normas cuanto mejor las comprenda, y ello va unido a que las sanciones sean
proporcionadas a la gravedad que la sociedad atribuye al ilícito. La argumentación que
subyace a este hecho no es ajena a razones de tipo retribucionista, que la sociedad no
ha llegado a descartar totalmente, y es válida para todo tipo de ilícitos, tanto
administrativos como penales.
Como resultado, un sistema sancionador eficaz deberá aumentar los costes de la sanción
de forma que en el balance racional del potencial infractor sean mayores que las
ganancias esperadas por las conductas ilícitas, pero a la vez deberá mantener una cierta
proporcionalidad con la gravedad que la sociedad atribuye a los ilícitos con el fin de ser
más respetado y de no generar incentivos perversos. Ello obliga a diseñar el sistema
sancionador de forma razonada, sobre la base de información real y realista acerca de
preferencias y valoraciones sociales, con la vista puesta en el objetivo de la generación
de incentivos para disuadir la comisión de ilícitos (prevención) pero sin descuidar la
proporcionalidad. En la implementación de este sistema puede haber errores, fallos de
información y conflictos que pueden limitar la eficacia del Derecho sancionador como
instrumento de lucha contra la corrupción, lo que puede hacer recomendable la
utilización de sistemas complementarios o alternativos, como se detallará en los
siguientes párrafos.