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Una vida, un ritmo, una historia, una cultura y una generación llamada: Jazz.

Melodías e
improvisaciones que han dejado a lo largo de los años a unos de los mejores físicos y físicas
de la música. No se puede hablar del jazz y el blues sin tener en cuenta a: James Reese, Louis
Armstrong, Ella Fitzgerald, el red-light district de New Orleans y, el rey, Buddy Bolden. Sin
embargo, para entender, reconocer, y hablar sobre el jazz, es necesario devolverse en el
tiempo, tocar las entrañas más sadistas e inhumanas de la historia, y recordar el pasado de una
cultura. Una cultura que en medio de sangre y fuerza, logró romper los esquemas de una
sociedad racista y consumista. Existe una gran diferencia entre lo que entendemos como
“raza” y “etnia”. Pues la raza, siendo algo completamente científico, se desliga por completo
de lo étnico, ya que la raza no tiene en cuenta los aspectos culturales, mitológicos,
lingüísticos e históricos de un grupo. Ahora, las etnias, “se pueden definir las etnias como
poblaciones humanas que comparten unos mitos sobre la ascendencia, unas historias, unas
culturas y que se asocian con un territorio específico y tienen un sentimiento de solidaridad”
(Smith, Anthony D. 1989, p. 340-367.) Y es que, eso somos, seres humanos, pertenecientes
todos y todas a una sola raza. La humana.

Los cantos espirituales de los esclavos, nacen de la agonía individual del ser despojados de
sus tierras, su función, hacer de las horas extensas de trabajo un rato más ameno. Durante los
largos años de sometimiento, la comunicación entre esclavos fue prohibida en los campos de
algodón de los Estados Unidos, la necesidad de comunicarse era tal, que los esclavos
empezaron a generar su propio lenguaje clave. Los espirituales y canciones de trabajo, se
convirtieron en sinónimo de esperanza y libertad. La escalvitud fue abolida en su totalidad en
1848. Dejando un legado histórico que marcaría a todas las etnias pertenecientes a la cultura
afro. Pero fue solo hasta mediados del siglo XIX, que nace el blues, esta vez, con una función
diferente, alivianar la dura y cruel realidad de la cultura afro. Fue aquí, cuando Buddy Bolden
entró a la historia, como el hombre que inventó el jazz. Sin embargo, no sería hasta el año
1917, que James Reese Europe, soldado de la primera guerra mundial empezaría a llevar a su
banda de soldados afroamericanos segregados, los Harlem Hellfighters, por toda Europa,
tocando jazz hasta no poder más. Los principios del siglo XX se conocen como “Los años del
Jazz” y fue gracias a otros nombres muy reconocidos y almas puras llenas de arte, y más que
todo, el derecho a la comunicación, que nace, por primera vez, en Estados Unidos, el primer
original y sofisticado instrumental género del jazz.

Debemos entender, que la unión es importante para avanzar. Las enseñanzas de vida que nos
dejan las culturas afro, trascienden a nivel espiritual, dejan un legado artístico que sigue
viviendo y seguirá. El racismo debe acabar, empezando por la idea que plantea José Marín
“Las razas no existen, ni biológicamente ni científicamente. Los hombres por su origen
común, pertenecen al mismo repertorio genético. Las variaciones que podemos constatar no
son el resultado de genes diferentes. Si de “razas” se tratara, hay una sola “raza”: la
humana.” (Marín, José. 2021, Las razas biogenéticamente no existen). La esclavitud fue, y
será, el punto más alto al que alguna vez llegó el racismo. Es deplorable recordar está
realidad, pero es necesario. La historia es extensa, pero importante, y es mucho más
importante, recordar y no olvidar.
Referentes:

Anthony D. Smith (1989) The origins of nations, Ethnic and Racial Studies, 12:3, 340-367.
José Marín Gonzáles (2021) Las razas biogenéticamente no existen.
Dr. Mark D. Welton (2008) El derecho internacional y la esclavitud.
Black History in two minutes or so. (2020) The Birth of Jazz - YouTube
Austin Pegouske (2015) African American Music: From Spirituals to Jazz and the Blues -
YouTube

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