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-Ven, que no pienso alojarte aquí, sino en otro lugar que tengo dispuesto, quiero poner tu

persona en sitio seguro. ¿Me conoces?

-Mi rostro, bellaca, te aterroriza y me vez aquí bien a tu pesar, porque turbo con ello el amor
que te posee.

No pidas con los ojos socorro a tu galán, que estás asaz lejos para poder auxiliarte. Tu
candidez, aparentemente incomparable, pregunta si se hacen los niños por los oídos, pero
sabes dar citas nocturnas y escaparte sin que se te oiga, para huir con tu galán ¡Pardiez, y
cómo le halaga tu lengua!

Muy buena escuela tuviste que seguir para aprender tanto de una sola sentada. ¿Ya no temes
encontrarte fantasmas? ¿Hasta este extremo te ha enardecido el mancebo? ¡Ah, infame!
¡Llegar a esta perfidia! ¡Reptil que he calentado en mi seno y que al reanimarse muerte al que
le protegió!

-Por el gran entuerto que me has hecho.

- ¿No es infame la acción de seguir a un galán?

-Pero era yo quien quería tomarte por mujer y me parece que lo indique con bastante claridad.

- ¿Le amas traidora?

- ¡Y tienes el descaro de decírmelo!

- ¿Acaso debes amarle, impertinente?

-Pues debes alejar de ti ese malhadado deseo.

- ¿No sabes que me desagrada a mí?

-Verdaderamente, todavía tengo motivos de satisfacción. Según eso, ¿no amas?

-Si

- ¿Cómo qué no?

- ¿Por qué no me amas desvergonzada?

-Lo he procurado con todo mi poder, pero mis empeños han sido vanos.
- ¡Ah, ¡cómo replica y razona la villana! ¡Peste! ¡Mal la he conocido! ¡A fe que en esto sabe
más una tonta que el más inteligente de los hombres! Pero, pues tan consumada eres en
razonamiento, dime bella razonadora: ¿He estado manteniéndote a mis expensas para él?

-Emplea ciertas palabras que multiplican mi despecho. ¿Acaso él, bribona, podrá pagarme las
obligaciones que tenéis conmigo?

-Los cuidados de haberte criado en tu infancia ¿no son nada?

- ¿Así que rechazas la ignorancia y quieres aprender cosas de ese boquirrubio?

-No sé cómo no castigo tales insolencias con una puñada. Esta tirante frialdad me enfurece y
unos cuantos torniscones me desahogarían.

-Sus palabras y aspecto desarman mi cólera, vuelven a enternecerme el corazón y parece que
disipan ante mí la negrura de su acto. ¡Extraña cosa es amar, y más extraña el que los
hombres estemos sometidos a tal debilidad por estas pérfidas! Todo el mundo conoce sus
imperfecciones, sus indiscreciones, sus extravagancias, su espíritu bajo y su alma frágil.
Nada más débil e imbécil que ellas y nada más infiel, saber que todo en el mundo se hace por
estos animales…

Ea, traidorzuela, acordemos la paz. Te lo perdono todo y te devuelvo mi ternura. Considera el


amor que tengo por ti, y pues me ves tan bueno, recompénsame amándome.

-Vamos monina, si quieres, puedes. Escucha este suspiro de amor, contempla mi mirada,
examina mi persona abandona a ese moscoso y el amor que te inspira. Sin duda, te ha lanzado
un sortilegio, pero yo te aseguro que serás cien veces más feliz conmigo.

Si tú pasión ir elegante y peripuesta, siempre lo irás, te lo prometo. Te acariciaré día y noche,


te halagaré, te abrazaré, te comeré a besos. Harás lo que quieras, todo será como quieras, sin
discusión. ¿Qué más puedo decirte?

¡A los que no hace llegar el amor! Mi cariño es inigualable. ¿Qué prueba deseas que te dé,
ingrata? ¿Quieres verme llorar? ¿Quieres verme darme golpes? ¿Quieres que me arranque los
cabellos? ¿Quieres que me mate? Si así lo pides cruel, estoy pronto a todo para demostrarte
mi ardor.

-Esto es desafiarme demasiado y exacerbar mi enojo. Yo seguiré mis designios, indócil


bestia, y os sacaré al instante de la ciudad. Rechazas mis anhelos y me pones en un extremo
de congoja, pero la soledad de un convento me vengará de todo.

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