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Desde una perspectiva de peso, más del 90% de las mercancías y bienes de consumo
que tenemos a nuestra disposición, se transportan actualmente por mar. Esto representa
alrededor de 93.000 buques mercantes, 1,25 millones de navegantes en mar y casi seis
mil millones de toneladas de carga en movimiento por vía marítima.1 Desde el final de la
Segunda Guerra Mundial, el comercio marítimo se ha duplicado cada década.2 Las
expediciones marítimas y en consecuencia el transporte de mercancías por mar, suelen
ser actividades de alto riesgo, por su propia naturaleza, para todos los bienes materiales y
el elemento humano involucrado. Dichos riesgos pueden provenir de diferentes fuentes,
desde la misma embarcación en su estado técnico de navegabilidad, sus tripulantes,
operarios y su nivel técnico de capacitación y experticia, la mala estiba de contenedores,
terceros negligentes en mar y en puertos, pasando por la piratería marítima, hasta los
llamados “Actos de Dios” (Act of God) como se conoce en la legislación marítima
internacional, a los hechos naturales de fuerza mayor, como tormentas, remolinos y
demás, entre muchos otros.
En referencia exclusiva a la carga transportada por vía marítima, desde un punto de vista
pragmático, los riesgos pueden derivar en graves perjuicios directos, como por ejemplo
las mercancías dañadas en el curso del transporte, demoras en entregas, faltantes de
mercancías por robo, hurto, destrucción total o parcial de las mercancías, fuego,
accidentes con la carga llevada en cubierta, perdida de la mercancía por la borda,
sacrificio de carga para evitar un accidente mayor, entre otros. Además se pueden
generar graves perjuicios indirectos, como la declinación de reclamos de seguros, ruptura
de relaciones comerciales, perdida de posicionamiento y buen nombre en mercados
internacionales, mala ejecución de las operaciones de comercio exterior,
responsabilidades ulteriores para con las entidades públicas de control, potenciales
procesos judiciales, entro otros. Desde un punto de vista comercial, los riesgos a los que
la carga transportada está expuesta en el tránsito marítimo, si no son medidos y
controlados técnicamente y sus posibles efectos negativos cubiertos, pueden derivar en el
fracaso de la operación de comercio exterior, lo que es sin duda lo que se debe evitar,
procurando a contrario sensum de lo mencionado, el éxito total de la operación de
comercio exterior ejecutada por vía marítima.
Por un lado, cuando a consecuencia de los riesgos antes mencionados, ocurren siniestros
marítimos, la forma tradicional de obtener la respectiva indemnización o de cumplir, por
parte del causante de los daños, con las obligaciones resultantes de dicho siniestro, es
activar las correspondientes pólizas de seguro marítimo, ya sea con el asegurador privado
de los bienes, o con el respectivo Club P&I del cual la nave es miembro. Si bien esta vía
es la mayormente utilizada y la que más confianza genera en el medio por su uso
tradicional y relativo buen funcionamiento, es criterio de este autor, que como efectos
directos de esta decisión, quien utiliza esta vía de reparación, eleva su nivel de
siniestralidad frente al asegurador, lo que consecuentemente derivará en un aumento del
valor de la prima al momento de la renovación de la póliza utilizada; además, dicha
1 Day&Griffin, The Law of International Trade (3rd, Oxford University Press, New York 2003) 7
2 D. Rosenberg, “The Political Economy of Piracy in the South China Sea”, in Elleman, B.A, A. Forbers, D.
Rosenberg eds. Piracy and Maritime Crime, Naval War College Newport Papers (Newport: Naval War
College Press)
indemnización estará sujeta a todos las condiciones particulares, como el descuento del
deducible contractualmente acordado, y todos los ajustes y trámites correspondientes, lo
que implica utilización de tiempo y de recursos económicos, para el siniestrado que se
encuentra en una posición ya vulnerable ante la ocurrencia del siniestro.
Por otro lado, este autor considera que la forma alternativa, más moderna, rápida,
beneficiosa y directa, de obtener la indemnización correspondiente, para alivianar el
impacto generado por el accidente, es el secuestro de bienes del demandado o a quien se
le atribuyere la responsabilidad en el siniestro en detrimento de la carga, esto es buques o
cualquier tipo de propiedad, hasta que éste repare lo daños y perjuicios causados al
siniestrado. El procedimiento a seguir, una vez ocurrido el siniestro, es ejecutar el
secuestro preventivo del buque, procedimiento conocido internacionalmente, en idioma
inglés, como un proceso de “Ship Arrest” , si el buque formara parte de los activos del
causante del daño, o en su defecto el secuestro de cualquier otro bien, hasta que el
responsable pague la indemnización exigida en la demanda o su asegurador emita una
Carta de Descargo “Letter of indemnity” en favor del siniestrado, lo cual asegura la
disponibilidad del dinero para la reparación.
Normalmente, desde un punto de vista comercial, en esta etapa, una vez ejecutado el
secuestro de la embarcación, se buscan y se consiguen transacciones judiciales, en las
que deberá procurarse la reparación integral de los daños. Esto se suscita de esta
manera, debido a que el dueño o arrendatario de la embarcación secuestrada, busca la
liberación inmediata de la misma, principalmente por el transporte de productos perecibles
y/o de delicado manejo y para que la nave siga produciendo dinero, situación en la que el
antiguo proverbio: “Barco parado no gana flete”, es plenamente aplicable. En el escenario
de que en dichas negociaciones no se logre transigir sobre la materia central del proceso,
esto es la indemnización, se debe continuar con la substanciación del proceso por vía
jurisdiccional ante las cortes competentes.
“Artículo 19. Los Tribunales Marítimos tendrán competencia privativa en las causas que surjan de
los actos referentes al comercio, transporte y tráfico marítimos, ocurridos dentro del territorio de la
República de Panamá, en su mar territorial, en las aguas navegables de sus ríos, lagos y en las
del Canal de Panamá. Estas causas incluirán reclamaciones que surjan de actos que se ejecuten
o deban ejecutarse desde, hacia o a través de la República de Panamá. (...)
Los Tribunales Marítimos también tendrán competencia privativa para conocer de las acciones
3 Código de Comercio de la República de Panamá, Actualizado a Octubre del 2013. Editorial Mizrachi & Pujol S.A.
Ley 8. P. 404.
derivadas de los actos de que trata el párrafo anterior, ocurridos fuera del ámbito territorial antes
señalado, en los siguientes casos:
l. Cuando las respectivas acciones vayan dirigidas contra la nave o su propietario, y la nave sea
secuestrada dentro de la jurisdicción de la República de Panamá, como consecuencia de tales
acciones.
4. Cuando la nave o una de las naves involucradas sea de bandera panameña, o la ley sustantiva
panameña resulte aplicable en virtud del contrato o de 10 dispuesto por la propia ley panameña, o
las partes se sometan expresa o tácitamente a la jurisdicción de los Tribunales Marítimos de la
República de Panamá”4
Dejando claro que este es un tema profundo de análisis y estudio, a groso modo y en
base a lo estipulado en la Ley Panameña y la experiencia de este autor en litigio
marítimo en estas cortes, puedo concluir que las fortalezas de estos tribunales
radican, en primer lugar, en la especialización de los Jueces Marítimos actuantes en
los tribunales, ya que ellos están preparados académica y técnicamente para dirimir
litigios de índole marítimo, dominando el idioma inglés y siendo peritos de extensa
experiencia en esta rama del derecho, lo que permite que los fallos tengan un amplio
contenido técnico-jurídico especializado en la materia.
CONCLUSIONES
4 Ver, Ley 8, Título II, Artículos 19 y siguientes. Código de Comercio Código de Comercio de la República de
Panamá, Editorial Mizrachi & Pujol S.A. Ley 8. P. 407.
panorama de nuevas herramientas jurídicas, que nos permitirán ser resarcidos de
forma más rápida y eficaz, para el correcto desenvolvimiento de nuestra actividad
comercial, ejercida a través del mar.
Como operadores del comercio exterior, debemos conocer las nuevas herramientas
existentes a nuestra disposición, para la precautelación de nuestros derechos, y así
aprovechar la modernidad del comercio marítimo y su normativa para nuestro
beneficio y protección.