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EL ALTAR SUTRA DEL

SEXTO PATRIARCA ZEN


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CONTENIDO

Capítulo Primero: Biografía Pág. 3

Capítulo Segundo: Prajnâ o la Sabiduría Suprema Pág. 15

Capítulo Tercero: Preguntas y Respuestas Pág. 25

Capítulo Cuarto: Samâdhi y Prajnâ Pág. 31

Capítulo Quinto: Dhyâna (Meditación) Pág. 35

Capítulo Sexto: Sobre el Arrepentimiento Pág. 37

Capítulo Séptimo: Instrucciones dadas a los discípulos, Pág. 46


según su temperamento y las
circunstancias de sus casos
Capítulo Octavo: La escuela de la Iluminación Súbita y Pág. 67
La escuela de la Iluminación Gradual

Capítulo Noveno: Reconocimiento Imperial Pág. 77

Capítulo Décimo: Las últimas instrucciones Pág. 80

Apéndice: por el Sherman Ling Tao, guardián de la estupa Pág. 93

Glosario de los términos Búdicos más importantes Pág. 95


empleados en esta obra
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CAPÍTULO PRIMERO
BIOGRAFÍA
Un día en que el patriarca había venido al monasterio de Pao Lin, el
gobernador Wei, de Chao Tcheu, acompañado de otros funcionarios, se
dirigió hasta él para pedirle que hiciera varias conferencias públicas sobre
la enseñanza del Buda, en la sala del templo Ta Fan.
En esta sala de conferencias se encontraban reunidos el gobernador
Wei, así como unos sesenta funcionarios del gobierno y letrados
confucionistas, aparte de unas mil personas entre monjes y monjas
budistas, Taoístas y laicos.
Una vez que el patriarca hubo ocupado su sitio, la asamblea entera le
rindió homenaje y le pidió que predicara las leyes fundamentales del
Budismo. Después de lo cual, Su Santidad pronunció el siguiente discurso:
Querido auditorio,
La esencia de nuestro espíritu, semilla de la Iluminación, es de
naturaleza pura y únicamente utilizando esta naturaleza pura podremos
alcanzar la budeidad (1).
Ahora, voy a contaros algunos detalles de mi propia vida y cómo
llegué a poseer la enseñanza de la Escuela de la Meditación o Escuela Zen.
Mi padre, oriundo de Fan Yang, fue despedido de su puesto oficial y
exiliado a Kwantung, donde vivió como un simple ciudadano en Sin Tcheu.
Tuve la desgracia de perderlo cuando yo era aún muy joven. Dejó a mi
madre en la pobreza y en la miseria. Nos fuimos a Kwang Tcheu (2) y allí
vivimos en condiciones muy difíciles.
Un día en el que yo vendía leña en el mercado, uno de mis clientes
ordenó que le llevaran una cierta cantidad de leña a su tienda. Después de
haber entregado la carga y de haber recibido el pago, me dispuse a
abandonar la tienda en cuya puerta se encontraba un hombre recitando un
Sutra.
Desde el mismo momento en que oí el texto, mi espíritu alcanzó
inmediatamente la Iluminación. Pregunté de qué libro se trataba y supe que
era el Sutra del Diamante Cortador (Vajracchedikâ).
Le pregunté después a este hombre de dónde venía y por qué
recitaba especialmente ese sutra. Me respondió que venía del monasterio
Tung Tch`an, situado en Huang Mei, distrito de Tchin Tcheu; que el superior
de ese templo era Hung-Jen (Konin en japonés), el quinto patriarca, que
tenía alrededor de unos mil discípulos bajo sus órdenes y que, cuando él
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iba a este templo a rendir homenaje al patriarca, asistía a sus conferencias


sobre este sutra. Me contó también que Su Santidad tenía la costumbre de
animar a los monjes y a los laicos a que recitaran este sutra, ya que de esta
manera podían obtener el conocimiento de su propia naturaleza y, por lo
tanto, llegar directamente a la budeidad.
Sin lugar a dudas, los méritos acumulados en mis vidas pasadas
fueron la causa de que yo pudiera oír todo esto y de que un hombre me
regalara diez monedas para el sustento de mi madre, al mismo tiempo que
me aconsejaba ir a Huang Mei para tener una entrevista con el quinto
patriarca.
Después de haber tomado todas las disposiciones útiles para la
protección de mi madre, emprendí el viaje hacia Huang Mei. Llegué en
menos de treinta días.
Una vez allí me dirigí hacia el patriarca para rendirle homenaje. Me
preguntó de dónde venía y qué esperaba obtener de él. Yo le respondí;
“Soy de la ciudad de Sin Tcheu, del distrito de Kwang Tung. He
venido desde muy lejos para presentarle mis respetos. A lo único que
aspiro es a convertirme en Buda”.
Dice usted que es nativo de Kwan Tung. Es usted un pueblerino.
¿Cómo espera llegar a ser un Buda?
Yo le respondí: “A pesar de que haya hombres del norte y hombres
del sur, el norte y el sur no existen en nuestra naturaleza de Buda. Un
pueblerino del sur es físicamente diferente de Su Santidad, pero en nuestra
naturaleza de Buda no hay ninguna diferencia”.
El patriarca quería continuar hablándome, pero la presencia de
algunos discípulos le detuvo en seco y me ordenó que me uniera al trabajo
con los demás…
“Puedo decir a Su Santidad, continué diciéndole, que la Sabiduría
Suprema surge constantemente en mi espíritu. Si una persona no se separa
nunca de su propia naturaleza tiene el derecho a ser llamada “Campo de
Méritos” (3). Ignoro qué trabajo desea Su Santidad que haga.
-Ese pueblerino tiene un espíritu demasiado fuerte, remarcó el
patriarca. Después me dijo: “Vete a limpiar las cuadras y no hables más”.
Más de ocho meses después, el patriarca me vio un día y me dijo:
"Sé que tu conocimiento es útil, pero debo prohibirte que hables, ya
que tengo miedo de que algunos malvados te hagan daño. ¿Comprendes?
-Sí señor, comprendo. No debo acercarme a su sala de reunión con el
fin de no atraer la atención”.
Un día el patriarca reunió a todos sus discípulos y les dijo: “La
cuestión de los incesantes renacimientos es, en verdad, de la más alta
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importancia, pero vosotros, día tras día, en lugar de buscar la liberación del
océano amargo de la vida y de la muerte, sólo buscáis los Campos de la
Felicidad, es decir, los méritos que os conduzcan a reencarnaciones más
elevadas. Los méritos no sirven de nada si nuestra auténtica naturaleza
permanece en la oscuridad. Id y buscad la Sabiduría Suprema en vuestro
propio corazón, y escribidme un poema respecto a ello. Aquel de vosotros
que tenga una idea general de lo que es la naturaleza propia, recibirá el
kesa*, símbolo de la transmisión de Patriarca, y yo le comunicaré el
dharma*. Haré de él el sexto patriarca. Ahora retiraos rápidamente y no
tardéis en escribir el poema, puesto que reflexionar minuciosamente sobre
ello es inútil. El hombre que se ha dado cuenta de lo que es la naturaleza
propia puede reconocerla inmediatamente desde que se habla de ella y no
puede ignorarla aunque se encuentre en medio de un campo de batalla”.
Después de haber recibido estas instrucciones los discípulos se
retiraron y se dijeron los unos a los otros: “Es inútil que concentremos
nuestro espíritu en escribir un poema y someterlo a Su Santidad, puesto
que el único que puede recibir la Transmisión* es Shen Hsiu (Jinsshu en
japonés), nuestro instructor. Escribir para expresar nuestra conformidad
sólo será una pérdida de energías”.
Todos se pusieron de acuerdo en no escribir nada: “¿Por qué nos
tomaríamos ese trabajo?; en el futuro seguiremos simplemente a nuestro
instructor Shen Hsiu, hasta allí a donde él nos guíe, y le consideraremos
como nuestro Maestro”.
El mismo Shen Hsiu razonó así: “Ninguno de ellos tomará parte en
esta competición, ya que me consideran su instructor. Me pregunto si debo
escribir un poema y someterlo a Su Santidad. Si no lo hago, ¿cómo podrá
saber el patriarca si mi conocimiento es profundo o superficial? Si mi meta
es obtener el dharma, mi motivo es puro. Por el contrario, si buscara el
Patriarcado, mi meta es injusta. En este caso mi espíritu no valdría más que
el de ese hombre apegado al mundo y mi acto sería como robar el
Patriarcado. Sin embargo, si no le presento un poema perderé la
oportunidad de recibir el dharma. Esta decisión es realmente muy
delicada”.
Frente a la sala de meditación (Dojo en japonés), se encontraban tres
corredores. Los muros de estos corredores iban a ser decorados por un
artista de la Corte llamado Lu Tchen, con los motivos del Lankâvatâra*, con
el fin de instruir al público y mejorar el edificio. La “Transfiguración de la
asamblea” así como escenas sobre la genealogía de los cinco patriarcas
iban a ser representadas.
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Una vez que Shen Hsiu tuvo compuesto su poema, intentó varias
veces someterlo al patriarca, pero cada vez que se acercaba a su
habitación su espíritu se trastornaba tanto que todo su cuerpo se cubría de
sudor. Durante cuatro días lo intentó trece veces sin conseguir
presentárselo ya que no conseguía reunir el coraje. Entonces le vino una
idea: “Más vale que escriba mi poema en el muro del corredor con el fin de
que el patriarca pueda verlo. Si lo aprueba, le diré que yo soy su autor. Si lo
desaprueba, habré perdido varios años en esta montaña, recibiendo un
honor que no merezco. En este caso ¿cuáles habrían sido mis progresos en
el estudio del Budismo?
Esa noche, a medianoche, alumbrándose con una lámpara, fue en
secreto a escribir su poema en el muro del corredor sur para que el
patriarca pudiera juzgar el grado de discernimiento que él había alcanzado.
Este fue el poema:

El cuerpo es como el árbol de la bodhi*


El espíritu es como el espejo brillante
Sin cesar tenemos que limpiarlo
Para que el polvo no se deposite en él.

Cuando terminó de escribirlo volvió a su habitación pero nadie dudó


de que él fuera su autor. En su habitación continuaba reflexionando:
“Cuando el patriarca haya leído mi poema, si lo aprueba, estaré en armonía
con el dharma. Si el poema está mal hecho, ello será debido evidentemente
a las malas acciones cometidas en mis vidas anteriores, o bien, a un oscuro
y pesado karma que ciega mi espíritu. Es realmente difícil imaginar lo que
dirá el patriarca”. Y así continuó reflexionando hasta el amanecer, sin poder
dormir ni descansar.
El patriarca sabía ya que Shen Hsiu no había franqueado el umbral de
la iluminación y que no conocía su naturaleza propia.
Esa mañana, el patriarca mandó buscar a Lu, el artista de la Corte, y
se dirigió junto a él al corredor sur para estudiar las pinturas del muro. Vio
el poema por casualidad y dijo al artista: “Lamento haberle molestado
haciéndole venir de tan lejos. Ahora, estos muros no deben ser pintados ya
que el Sutra dice: “Formas y fenómenos no son más que ilusiones”. Es
mejor dejar ahí el poema con el fin de que todo el mundo pueda leerlo,
estudiarlo y recitarlo. Si las gentes ponen en práctica lo que este poema
enseña, escaparán de la miseria de los renacimientos en los reinos del mal.
En verdad, el mérito de aquel que lo pone en práctica es grande”.
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Quemó incienso delante del poema y ordenó a todos sus discípulos


que lo honraran y lo recitaran con el fin de alcanzar el conocimiento de la
propia naturaleza, cuando todos lo habían recitado exclamaron: “¡Es
perfecto!”.
A medianoche, el patriarca mandó llamar a Shen Hsiu a su habitación
y le preguntó si había sido él el autor del poema.
“Sí señor, soy yo, respondió Shen Hsiu, pero no cometo la estupidez
de esperar obtener el Patriarcado. Deseo que Su Santidad tenga la bondad
de decirme si mi poema testimonia la más ínfima parcela de sabiduría”.
-Su poema, replicó el patriarca, denota que usted no ha visto aún su
propia naturaleza. Hasta ahora usted ha llegado solamente hasta el umbral
de la Iluminación, pero aún no lo ha franqueado con lo que usted ha
comprendido hasta ahora no puede llegar hasta la suprema iluminación.
Para alcanzar esta iluminación suprema hay que ser capaz de conocer
espontáneamente el espíritu propio y la naturaleza propia, los cuales, ya
que no han sido producidos, no pueden ser aniquilados. Hay que ser capaz
de ver esto, en cualquier momento, por si mismo. En este caso, todos los
fenómenos son sin-apego. Una vez que se ha conocido lo Verdadero, todo
es verdadero en todas las circunstancias y el espíritu permanece siempre
en un estado inmutablemente idéntico. Este estado idéntico es lo
Verdadero, lo No-Falso. Una vez que las cosas son percibidas así, se puede
conocer la naturaleza propia que es el supremo bodhisattva.
Lo mejor es que se retire y que reflexione durante un par de días y
que me entregue entonces un nuevo poema, en el caso de que su nuevo
poema demuestre que usted ha franqueado el umbral de la Iluminación, yo
le transmitiré el kesa y el dharma”.
Shen Hsiu saludó respetuosamente al patriarca, y se fue. Durante
varios días intentó en vano escribir otro poema. Esto trastornó tanto su
espíritu que su vida se convirtió en una pesadilla. No encontraba alivio ni
reposo, ni sentado ni de pie, ni caminando.
Unos dos días más tarde, sucedió que un joven pasó por delante de la
cocina, en la que se trituraba el arroz, recitando en voz alta el poema
escrito por Shen Hsiu. Desde el momento en que lo oí supe que su autor no
había realizado aún su propia naturaleza. A pesar de que por esta época
nadie me lo había enseñado, yo ya tenía una idea general sobre ello.
“¿Qué es este poema?”, pregunté al joven.
-¿No lo sabes, pueblerino?, replicó. El patriarca ha dicho a sus
discípulos que la cuestión de la transmigración es muy importante y que
aquellos que deseen heredar el kesa y el dharma deben escribirle un
poema. Aquel que tenga una idea general sobre su propia naturaleza
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obtendrá el kesa y el dharma y se convertirá en el sexto patriarca. Nuestro


instructor, Shen Hsiu, ha escrito este poema abstracto sobre el muro del
corredor sur y el patriarca nos ha ordenado que lo recitemos. Ha dicho
también que aquellos que pongan en práctica esta enseñanza obtendrán un
gran mérito y serán salvados de la miseria de renacer en las malas regiones
de la existencia.
Le dije al joven que yo también quería recitarlo con el fin de
encontrarme en armonía con esta enseñanza en una vida futura. Añadí que
a pesar de que durante ocho meses había molido el arroz en el templo, aún
no había penetrado en la sala y que él debía mostrarme el lugar en el que se
encontraba el poema, ya que quería inclinarme ante él. El joven me condujo
hasta allí. Le pedí que me lo leyera, ya que yo era analfabeto.
Un oficial del distrito de Tsian-Tcheu, llamado Chang Ieh-Jong, que se
encontraba por allí, o leyó en voz alta. Cuando terminó le dije que yo
también había compuesto un poema y le pedí que lo escribiera por mí.
“Esto es verdaderamente extraordinario. ¿Tú también sabes escribir
poemas?”, exclamó.
-Si usted busca la Iluminación Suprema, le dije, no desprecie a un
principiante. Usted debe saber que las gentes de clase inferior pueden
tener también un espíritu muy sutil, y que las gentes de clase elevada
pueden carecer de inteligencia. Comete usted un gran pecado al
despreciar a los demás
-Te ruego que me dictes tu poema, me contestó. Yo lo escribiré por ti,
pero no olvides liberarme en el caso de que consigas obtener el dharma”.
Este fue mi poema:
No hay árbol de la bodhi
Ni espejo brillante.
Puesto que esencialmente todo es vacío
Dónde podría depositarse el polvo.

Cuando el oficial terminó de escribirlo, todos los discípulos y las


demás gentes que se encontraban presentes quedaron muy sorprendidos.
Entre ellos comentaban llenos de admiración: “Es maravilloso. No hay duda
de que no debemos juzgar a las personas por su apariencia. ‘¿Cómo hemos
podido hacer trabajar para nosotros, durante tanto tiempo, a un
bodhisattva encarnado?”
Viendo la multitud conmovida por la sorpresa, el patriarca acudió y
borró el poema con la suela de su zapato por miedo a que alguien
desaprensivo me hiciera daño. Y emitió también la opinión, admitida por
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todos, de que el autor de este poema no habría llegado aún a comprender


su propia naturaleza.
Al día siguiente, el patriarca vino en secreto a la cocina en la que yo
había molido el arroz. Al verme trabajar con un mortero de piedra me dijo:
“Aquel que busca la Vía arriesga su vida por el dharma, ¿no es
verdad?”. Después me preguntó:
“¿Está preparado el arroz?”.
El arroz está preparado desde hace mucho tiempo. Lo único que falta
es pasarlo por el tamiz, respondí. El patriarca golpeó tres veces el mortero
con su bastón y se fue.
Comprendiendo lo que significaba su mensaje, me dirigí hacia su
habitación particular a las tres de la madrugada. Cuando llegué me cubrió
con su kesa y ambos permanecimos bajo él para que nadie nos viera. Así
me interpretó el Sutra del Diamante. Cuando pronunció las siguientes
palabras: “Hay que utilizar el espíritu para liberarse de cualquier apego”, mi
espíritu se iluminó completamente y realicé que todos los fenómenos no
son sino la manifestación de la propia naturaleza de mi espíritu.
Le dije al patriarca: “¿Quién habría pensado que la naturaleza propia
es intrínsecamente pura? ¿Quién habría pensado que nuestra propia
naturaleza es intrínsecamente libre de la producción y de la aniquilación?
¿Quién habría pensado que nuestra propia naturaleza se basta a sí misma?
¿Quién habría pensado que nuestra propia naturaleza está intrínsecamente
libre de cualquier cambio?
¿Quién habría pensado que nuestra propia naturaleza es el origen de
todos los fenómenos?”
El patriarca, sabiendo que yo ya había comprendido qué es nuestra
propia naturaleza, me dijo: “Aquel que conoce su auténtica naturaleza no
necesita aprender la ley. Además aquél que conoce su propio espíritu y
percibe intuitivamente su propia naturaleza, es llamado gran hombre,
instructor de los hombres y de los dioses, es llamado Buda”.
De esta manera, sin que nadie lo supiera, recibí la transmisión del
dharma durante la madrugada y me convertí en el heredero de la
enseñanza de la Escuela de la Iluminación Súbita, así como del kesa y del
cuenco del mendigo.
“Eres el sexto patriarca”, me dijo. Cuídate y libera a tantos seres
como puedas. Extiende y perpetúa la enseñanza. No la dejes apagarse,
memoriza mi poema:
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Los seres sensibles siembran las semillas


Y producen la cadena de la causa y efecto
Lo no-sensible no tiene semilla
Si no hay origen no hay producción
Y continuó diciéndome:“Al principio, cuando el patriarca
Bodhidharma vino a China, la mayoría de los chinos no tuvieron confianza
en él. Por esta razón y con el fin de testimoniar la verdadera transmisión,
este kesa fue transmitido de un patriarca a otro. Por lo que se refiere al
Dharma, la regla es transmitirlo de espíritu a espíritu, de persona a persona
(I shin den shin, en japonés: de mi alma a tu alma), y el que lo recibe debe
comprenderlo y realizarlo a través de sus propios esfuerzos”.
“Desde hace un tiempo inmemorial, la regla de Buda ha sido
transmitir a su sucesor la quintaesencia del dharma, de la misma manera
quien un patriarca transmite a otro patriarca, de corazón a corazón, la
enseñanza esotérica. El kesa puede ser una causa de disputa, por eso tú
serás el último que lo herede. Si se lo transmites a tu sucesor, tu vida
correrá un peligro inminente. Ahora tienes que dejar este monasterio y esta
región lo más rápidamente que puedas con el fin de que no te hagan ningún
daño”.
-“¿A dónde debo dirigirme?’”, le pregunté. Su respuesta fue:
“Ve hasta Hoai y ocúltate en Hui”.
En medio de la noche, después de haber recibido el kesa y el cuenco,
le dije al patriarca que yo era del sur y que no conocía los caminos de la
montaña, por lo cual me era imposible alcanzar la desembocadura del río y
coger una barca.
“No te preocupes de nada, me dijo, yo te acompañaré”.
Me acompañó hasta el puerto de Kiukiang. Una vez allí me ordenó
que montara sobre una barca. El mismo comenzó a remar. Yo me sentí un
poco molesto y le pedí que me dejara manejar el remo.
“Lo justo es que sea yo quien te ayude a pasar a la otra orilla”. (4)
Yo le respondí: “Cuando yo me encontraba en la ilusión, usted me
ayudó a pasar a la otra orilla. Ahora que he alcanzado El Despertar debo
atravesar yo solo. Es verdad que el término “atravesar” se emplea de
manera diferente en cada caso. Yo he nacido en la frontera, por eso mi
pronunciación es incorrecta. A pesar de ello, gracias a usted, he tenido el
honor de heredar el Dharma. Puesto que ahora me he despertado, es justo
que yo atraviese por mí mismo, realizando mi propia naturaleza”.
-De acuerdo, de acuerdo, confirmó el patriarca. A partir de ti, el
Dharma del Buda será propagado ampliamente.
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Dentro de tres años dejaré este mundo. Ahora puedes irte. Ve lo más
de prisa que puedas hacia el sur. No prediques demasiado pronto el
Dharma del Buda ya que o es algo fácil de propagar.
Le dije adiós y le dejé dirigiéndome hacia el sur. Al cabo de unos
meses alcancé la montaña Ta-Yu. Allí me di cuenta de que varios
centenares de hombres me estaban persiguiendo con la intención de
robarme la kesa y el cuenco.
Entre ellos se encontraba un monje llamado Huei Ming, cuyo nombre
civil era Tchen. Durante su vida de laico había sido general de cuarta clase.
Sus modales eran rudos, su carácter impetuoso. Era el que con más ardor
me perseguía. Cuando me alcanzó arrojé el kesa y el cuenco sobre una
roca y le dije: “Este kesa no es más que un símbolo ¿de qué sirve tomarlo
por la fuerza?”
Se dirigió hacia la roca e intentó cogerlos pero se dio cuenta de que
no podía. Entonces exclamó: “¡Hermano, vengo por el dharma, no por el
kesa!”.
Salí de mi escondrijo y me senté sobre las rocas cruzando las
piernas.
Se inclinó delante de mí y dijo: “Hermano, te ruego que me instruyas”.
-Puesto que tu meta es el dharma, le dije, no pienses en nada, mantén
tu espíritu en un estado neutro. Sólo entonces predicaré”.
Así, sentado, en silencio, se quedó durante mucho tiempo.
Entonces yo le dije:
“Venerable señor, cuando no piensas en el bien ni en el mal, en ese
preciso momento ¿cuál es tu verdadera naturaleza?
Al oír estas palabras, su espíritu se iluminó y me preguntó:
“Aparte de estas palabras esotéricas, transmitidas de generación en
generación por los patriarcas ¿existen algunas otras enseñanzas
esotéricas?”
-“Lo que yo te puedo decir no es esotérico, le repliqué. Si vuelves la
luz de tu conciencia hacia tu interior descubrirás en el fondo de ti mismo lo
esotérico.
“A pesar de mi estancia en el monasterio Huan Mei, dijo, hasta ahora
no había comprender mi propia naturaleza. Ahora, gracias a su dirección,
la conozco de la misma manera que el que bebe agua sabe si el agua que
bebe está fría o caliente. Hermano, a partir de ahora usted será mi
instructor”.
Yo le respondí: “Si es así, los dos somos compañeros-discípulos del
quinto patriarca. Cuídate”.
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Cuando me preguntó a dónde podría dirigirse, le dije que se detuviera


en Yuen y que viviera en Mong. Se inclinó y se fue.
Un poco más tarde llegó a Tsao Hsi. Unos malhechores continuaban
persiguiéndome y por eso tuve que refugiarme en Sze Hui, donde
permanecí durante un largo periodo de quince años, en una colonia de
cazadores.
A veces, les instruía poniéndome al alcance de su comprensión.
Tenían la costumbre de ponerme a vigilar sus redes, pero cada vez que
algún animal vivo caía en ella, yo le daba la libertad.
Durante las comidas, yo ponía verduras en la cacerola en la que
cocían su carne. Algunos me preguntaron respecto a esto, y yo les expliqué
que cuando el guisado había hervido yo sólo comía las verduras, pero no la
carne.
Un día me di cuenta de que no debía continuar viviendo recluido y que
había llegado para mí el momento de propagar el Dharma. Partí y me dirigí
hacía Canton, fui al templo Fa Hsing.
Por esta época, el monje Yin Tchong, maestro del Dharma predicaba
en este templo el Maha-paranirvâna-sutra.
Un día, dos monjes entraron en discusión sobre un estandarte que
flotaba en el viento.
¿Qué era lo que se movía? ¿El estandarte o el viento?
Como no llegaban a ponerse de acuerdo, yo les hice ver que no era ni
lo uno ni lo otro, que lo que en realidad se movía era el propio espíritu de
ambos.
Mis palabras dejaron estupefacta a toda la asamblea y el monje Yin
Tchong me invitó a ocupar el sitio de honor y me interrogó sobre los puntos
espinosos de los sutras.
Al constatar que mis respuestas eran las precisas, tan juiciosas que
manifestaban algo más que los conocimientos dados por los libros, me dijo:
-Usted es, sin duda, un hombre extraordinario. Hace tiempo que me
dijeron que el heredero del kesa y del dharma del quinto patriarca había
venido al Sur. Me parece muy probable que usted sea ese hombre”.
Lo cual confirmé cortésmente. Inmediatamente me rindieron honores
y me pidieron que mostrara a la asamblea el kesa y el cuenco que había
heredado.
Además, me preguntaron sobre las instrucciones que me había dado
el quinto patriarca al transmitirme el dharma.
Yo respondí: -“Salvo un intercambio de puntos de vista sobre el
conocimiento de nuestra auténtica naturaleza, no me ha dado ninguna
instrucción. No discutimos ni sobre la meditación ni sobre la liberación”.
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-“¿Por qué?”, me preguntaron.


-“Porque eso significaría que hay dos vías, y no puede haber dos vías
en el Dharma del Buda. Hay una sola Vía”.
Entonces me preguntaron cuál era el camino. Yo respondí: “El Maha-
paranirvâna-sutra es el único camino”. He aquí un ejemplo de ello. En este
Sutra, el bodhisattva Kao-Fuei-tech pregunta al Buda si los hombres que
cometen las cuatro faltas gravísimas (5) o los cinco crímenes monstruosos,
y los seres que no tienen creencias carecen de naturaleza búdica y de
bondad.
El buda responde: “Hay dos clases de bondades. La bondad eterna y
la bondad no-eterna. Puesto que la naturaleza búdica no es ni eterna ni no-
eterna, estos hombres no pueden carecer de bondad”. No obstante, “no
carecer” significa que no hay que dividir en dos. No hay dualidad. No hay
dos vías. Hay malas y buenas vías, pero como la naturaleza búdica no
depende de la una ni de la otra, es por lo que se dice que no hay dos vías.
Desde el punto de viste de la gente ordinarias, los skandhas* y los dhatus*
son dos cosas diferentes, pero aquellos que están iluminados saben y
comprenden que no hay dualidad en su naturaleza. La naturaleza de la no-
dualidad es la naturaleza de Buda.
El monje Yin Tchong estuvo muy satisfecho de mi respuesta. Uniendo
las manos en signo de respeto dijo: “Mi interpretación del Sutra no tiene
valor, es como un montón de escombros, mientras que su discurso es tan
precioso como el oro puro”.
Fue él quien más tarde presidió la ceremonia del corte de cabello (6),
después de la cual me pidió que le aceptara como discípulo.
Desde entonces he predicado, bajo el árbol de la Iluminación, la
enseñanza de la Escuela Tun Chang. Desde que el dharma me fue
transmitido en Tun Chang he pasado por muchas pruebas y a menudo mi
vida ha estado pendiente de un hilo. Hoy, en esta asamblea, tengo el honor
de encontrar a Vuestra Excelencia, a muchos funcionarios, monjes y
monjas, budistas, Taoístas y laicos y debo atribuir esto a nuestras buenas
relaciones durante numerosos kalpas*, así como a Budas durante nuestras
encarnaciones pasadas, sin lo cual ninguno de nosotros habríamos tenido
la suerte de oír la enseñanza de la Escuela de la Iluminación Súbita, que
acabo de exponer, y por este hecho poner los cimientos de nuestra futura
comprensión del dharma. Esta enseñanza ha sido transmitida por los
patriarcas del pasado hasta nosotros y no es un sistema inventado por mí.
Aquellos que quieran escucharlo deberían comenzar por purificar su
espíritu y, después de haberla oído, deberían desembarazarse de sus
dudas de la misma manera que lo hicieron los Sabios del pasado.
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Al final de este discurso, la asamblea experimentó una gran alegría,


rindió honores al sexto patriarca y se dispersó.

NOTAS CAPITULO I:

(1) Budeidad: nuestra naturaleza de Buda, la dimensión más elevada de


nuestra conciencia.
(2) Cantón
(3) Título honorífico dado a los monjes budistas, ya que se supone que
éstos dan a los demás hombres la oportunidad de sembrar semillas
meritorias.
(4) A la otra orilla del océano del sufrimiento, es decir, a la liberación.
(5) El crimen, el robo, la mentira, el exceso de deseos. Los cinco
crímenes monstruosos son: matar a su padre, matar a su madre,
provocar la discordia entre la comunidad budista, matar a un ser
iluminado, derramar la sangre de un Buda.
(6) Ceremonia de ordenación de monje durante la cual se cortan los
cabellos del que la recibe como símbolo de renuncia del mundo y de
abandono de la familia.
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CAPITULO SEGUNDO
PRAJNA O LA SABIDURÍA SUPREMA
Al día siguiente, el gobernador Wei pidió al patriarca que diera otro
sermón. Una vez instalado en su sitio pidió a la asamblea que purificara
colectivamente su espíritu y que se recitara el Sutra de la Gran Sabiduría
(Maha-Prajnâ-paramitâ), después de lo cual impartió las siguientes
enseñanzas:
Querido auditorio:
La Sabiduría Suprema es inherente a cada uno de nosotros. Pero a
causa de la ilusión en la que funciona nuestro espíritu, no podemos
realizarla por nosotros mismos y tenemos que recurrir a los consejos y a la
conducta de los seres iluminados antes de poder conocer nuestra propia
naturaleza. También debéis saber que, en lo que se refiere a la naturaleza
búdica, no existe ninguna diferencia entre un hombre iluminado y un
ignorante. La única diferencia que existe entre ambos es que uno lo realiza
y el otro no.
Ahora voy a hablaros del Sutra de la Gran Sabiduría de manera que
cada uno de vosotros pueda acceder a ella. Oíd con cuidado lo que voy a
decir.
Querido auditorio, todo el mundo repite, a lo largo del día, las
palabras Sabiduría Suprema, pero nadie parece saber que esta Sabiduría
(prajnâ) es inherente a la naturaleza de cada uno. No obstante, hablar de
comida no apacigua el hambre. Este es, exactamente el caso de estas
gentes. Podríamos hablar del vacío (sunya en sánscrito, Ku en japonés)
durante miríadas de kalpas, pero solamente hablar no nos hace capaces de
ver en nuestra propia naturaleza y, por lo tanto, no nos servirá de nada para
alcanzar la meta que nos proponemos.
La palabra Mahâ-prajnâ-paramitâ es sánscrita y significa “El Sutra de
la Sabiduría Suprema que os permite alcanzar la otra orilla del océano de la
existencia”. Lo conveniente es ponerla en práctica por medio de nuestro
espíritu.
Pronunciar o no la palabra sabiduría es indiferente. Recitar sin
practicar es completamente inútil, como una ilusión, como un relámpago,
como una gota de rocío. Por el contrario, recitarlo y practicarlo
mentalmente hace que nuestro espíritu esté en armonía con lo que
repetimos oralmente. Nuestra propia naturaleza es Buda y fuera de esta
naturaleza no hay Buda.
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¿Qué significa la palabra Mahâ? Significa “Grande”. La capacidad del


espíritu es tan vasta como el espacio. Es infinitita. Nuestro espíritu no es
redondo, ni cuadrado, ni grande, ni pequeño, ni verde, ni amarillo, ni rojo, ni
blanco, ni alto, ni bajo, ni largo, ni corto, ni desgraciado, ni feliz, ni justo, ni
injusto, ni bueno, ni malo, ni primero, ni último. Todas las regiones búdicas
están tan vacías como el espacio.
Nuestra naturaleza trascendental es intrínsecamente vacía. Ningún
Dharma puede ser alcanzado o comprendido. Lo mismo le sucede a nuestra
propia naturaleza, la cual es sunyata, Vacío.
Al oír hablar de Vacío no os apeguéis a la idea de que yo insisto en el
Vacío. Ello implicaría la herejía doctrinal de la aniquilación. Es de la más
alta importancia el no caer en esta idea. Si un hombre permanece
tranquilamente sentado en un estado de espíritu negativo, permanece en
un estado de vacío indiferente.
Querido auditorio, el Vacío ilimitado del universo es capaz de
contener miríadas de cosas, de texturas y de formas diferentes, tales como
el sol, la luna, las estrellas, los ríos, los mundos, los manantiales, los
riachuelos, los matorrales, los bosques, los hombres buenos y los hombres
malos, la maldad y la bondad, los dioses, los infiernos, los vastos océanos y
todos los picos del monte Sumeru (1). El espacio contiene todo esto y lo
mismo le sucede al Vacío de nuestra naturaleza.
Decimos que nuestra propia naturaleza, es infinita porque abarca
todos los fenómenos y todos los fenómenos de encuentran igualmente en
nuestra propia naturaleza. Cuando vemos la bondad o la maldad de otros
no debemos experimentar ni atracción ni repulsión, ni apego, de manera
que la actitud de nuestro espíritu sea tan vacía como el espacio. Si sucede
así, decimos que nuestra naturaleza es grande y la llamamos Mahâ.
Querido auditorio, aquello de lo que los ignorantes no hacen más que
hablar, los sabios lo practican con el corazón.
Existe también un tipo de desrazonables que se conforman con
sentarse tranquilamente y con mantener su espíritu en un estado negativo.
Se prohíben no pensar en nada y se auto titulan “grandes”. Teniendo en
cuenta su punto de vista herético, nos es muy difícil hacer que entren en
razón.
Querido auditorio, debéis saber que el espíritu posee una capacidad
muy grande puesto que su poder penetra enteramente el Dharma-dhâtu*. Si
lo utilizamos, podemos conocer claramente todas las cosas. Cuando lo
utilizamos en toda su capacidad sabemos que el Todo está en el Uno y que
el Uno está en el Todo. Cuando nuestro espíritu trabaja sin obstáculo, la
Suprema Sabiduría se manifiesta.
17

Querido auditorio, toda sabiduría proviene de la propia naturaleza y


no de una fuente exterior. No os equivoquéis sobre este punto. Es a esto a
lo que se llama utilizar la “Verdadera Naturaleza”. Una vez que lo
Verdadero es conocido, todo es igualmente verdadero. Puesto que la
extensión de nuestro espíritu tiene la grandeza como objeto, debemos
abstenernos de cualquier acto trivial.
No habléis constantemente del Vacío sin practicarlo en vuestro
corazón. Aquel que actúa así es parecido a un hombre que se cree un rey
pero que en realidad no es más que un hombre vulgar.
La Sabiduría Suprema no puede ser nunca alcanzada de esta
manera.
Aquellos que actúan así, no son discípulos míos.
Querido auditorio, ¿qué es prajnâ? Prajnâ significa Sabiduría
Suprema. Si guardamos firmemente nuestro pensamiento libre de todo
deseo desrazonable, siempre y, por todas partes, y si actuamos sabiamente
en cualquier ocasión, estamos practicando la sabiduría.
Una noción desrazonable es suficiente para interceptar esta
sabiduría, mientras que un pensamiento sabio basta para recuperarla.
Las gentes ignorantes y aquellos que viven en la ilusión no la
perciben. Con sus lenguas hablan de ella pero sus espíritus permanecen
siempre ignorantes. Siempre dicen que practican la sabiduría y hablan sin
cesar del Vacío (sunya) pero no conocen la Vacuidad (sunyata).
El corazón de la Sabiduría-Prajnâ no tiene ni forma ni características.
Si lo interpretamos de esta manera podemos llegar a la Sabiduría-Prajnâ.
¿Qué es paramitâ? Es una palabra sánscrita que significa “la orilla
opuesta”. Simbólicamente significa: más allá de la existencia y de la no-
existencia. Cuando nos apegamos a los objetos de los sentidos surgen la
existencia y la no-existencia y nuestro espíritu se vuelve parecido a un mar
agitado. Este estado es llamado metafóricamente “esta orilla”, mientras
que el no-apego es un estado más allá de la existencia y de loa-existencia,
parecido al agua que fluye sin espuma. Se la llama “la otra orilla”. Es por lo
que se le da el nombre de paramitâ.
Querido auditorio, las gentes presas de la ilusión recitan la Mahâ-
prajnâ-paramitâ con su lengua y mientras lo hacen, en sus espíritus surgen
muchos pensamientos erróneos y falsos. Pero si practicaran sin cesar
conocerían la llamada Verdadera Naturaleza. Conocer este dharma es
conocer el dharma de la Sabiduría Suprema, practicarlo es practicar la
Sabiduría Suprema.
Aquel que no practica de ninguna manera es un hombre ordinario.
18

Aquel que dirige su espíritu hacia esta práctica, aunque sólo sea un
momento, es igual al Buda.
Querido auditorio, el hombre ordinario, en sí mismo, es Buda y la
pasión puede ser la vía hacia la iluminación. Un pensamiento pasajero hace
de él un hombre ordinario, mientras que un pensamiento iluminado hace de
él un Buda. Un pensamiento pasajero que se apega a las circunstancias es
pasión, y un segundo pensamiento que libera del apego es iluminación.
Querido auditorio, la Gran Sabiduría que permite ir más allá (Mahâ-
prajnâ-paramitâ) es la más excelsa, suprema y preeminente. No va ni viene,
gracias a ella, los Budas de los tres mundos –presente, pasado y futuro-
alcanzan la budeidad. Deberíamos utilizar esta gran sabiduría para
dispersar los cinco skandhas, las pasiones y las ilusiones. Continuar esta
práctica es asegurar la obtención de la budeidad. Los tres elementos
envenenados, la ambición, la cólera y el orgullo, se transformarán en buena
conducta, en un comportamiento moral justo. Esta práctica forma parte del
Vinaya o código de reglas monásticas. La última meditación (samâdhi)
pertenece al dhyâna de la Sabiduría Suprema.
Querido auditorio, en este sistema que es el mío, la Sabiduría
Suprema crea ochenta y cuatro mil vías de sabiduría puesto que existen el
mismo número de obstáculos o apegos contra los que tenemos que luchar.
Cuando estamos libres de obstáculos, la Sabiduría se revela
constantemente y ya no está más separada de la propia naturaleza.
Aquellos que comprenden el dharma llegan al no-apego que es no-recuerdo
y sin apego. No hay que crear concepciones falsas, nuestra naturaleza
pura de “mismidad” (2) debe manifestarse. Hay que utilizar la Sabiduría
para las meditaciones y tomar una actitud que no sea ni indiferente ni de
apego de cara a todos los fenómenos. Esto es realizar la propia naturaleza
para alcanzar la budeidad.
Querido auditorio, si deseáis penetrar el más profundo misterio del
universo y el samâdhi de la Sabiduría Suprema, debéis practicar esta
Sabiduría recitando el Sutra del Diamante Cortador (Vajracchedikâ en
sánscrito, Kongo Kyo en japonés). Este Sutra os hará capaces de
identificaros a vuestra propia naturaleza. Debéis saber que el mérito
debido al estudio de este Sutra es grande, tal y como ha sido expuesto a lo
largo del texto, de manera muy elogiosa. Sus méritos son incomparables,
inconmensurables y no podrían ser enumerados en detalle. Esta enseñanza
de la ley es el supremo vehículo dado por el Buda para aquellos que poseen
una gran inteligencia, una profunda comprensión. Aquellos que son menos
inteligentes y tienen una comprensión menor dudarían de este dharma al
oír hablar de él.
19

¿Por qué? Ejemplo: “Cuando por el milagro del celeste naga, llueve
sobre el continente sur, las ciudades, los pueblos y las aldeas podrían ser
barridos por la inundación como si fueran simples hojas de palmera, pero
cuando llueve sobre el gran océano, el nivel del mar en su conjunto no se ve
afectado. Cuando los discípulos del Mahayana oyen hablar del “Diamante
Cortador”, sus corazones se iluminan. Entonces comprenden que la propia
naturaleza en sí, posee la Sabiduría Suprema, y no necesitan ya apoyarse
sobre las Escrituras, puesto que ellos pueden utilizar su propia sabiduría
como luz, para la observación y para la reflexión.
La Sabiduría Suprema, inmanente a la naturaleza propia de cada uno,
puede ser comparada a la lluvia, cuya humedad refresca a todos los seres
sensibles, a todas las criaturas vivientes o inanimadas, tales como los
árboles y las plantas. Cuando los ríos y los cursos de agua llegan al mar, el
agua que ellos aportan se funde en una sola substancia. Esta es una buena
analogía.
Querido auditorio, cuando la lluvia se vuelve diluviana, las plantas
que no tienen raíces profundas son arrancadas y perecen. Lo mismo
sucede con los hombres poco comprensivos cuando oyen hablar de la
enseñanza de la Iluminación Súbita. La Sabiduría Suprema, inmanente en
ellos, es exactamente parecida a la de los hombres sabios, pero los
primeros no pueden iluminarse cuando el dharma les es enseñado. ¿Por
qué? Porque están rodeados por espesos velos de falsas concepciones y
de profundas pasiones, lo mismo que un sol velado por nubes no puede
brillar mientras que el viento no las haya dispersado.
La Sabiduría Suprema no varía según las personas. La diferencia la
plantea esta pregunta. ¿El espíritu de un hombre está velado o iluminado?
Aquel que no conoce su propia naturaleza y vela su corazón con una
concepción falsa pensando que el estado de Buda puede ser alcanzado por
ritos religiosos exteriores, es llamado: espíritu lento. De aquel que conoce
la enseñanza de la Iluminación Súbita y no da ninguna importancia a los
rituales, aquel cuyo espíritu funciona siempre conforme a puntos de vista
justos, de manera que siempre se encuentra libre de manchas y de
polución, se dice que es alguien que conoce su propia naturaleza.
Querido auditorio, el espíritu debería formarse de manera que fuera
independiente de los objetos interiores y exteriores, que sea libre de ir y de
venir, que sea libre de apego: entonces se es capaz de abolir la falsa
creencia (3) y se obtiene un pensamiento que puede ir por todas partes, sin
encontrar obstáculos. Aquel que se conduce de esta manera está en
armonía con el sentido del sutra de la Sabiduría Suprema.
20

Querido auditorio, todos los sutras y todas las Escrituras de las


Escuelas Mahayana e Hinayana, así como las doce secciones de las
Escrituras canónicas, han sido escritas de manera que sus enseñanzas
puedan adaptarse a las necesidades diferentes y a los diversos
temperamentos de los hombres. Las doctrinas expuestas en estos libros
han sido establecidas a partir de la naturaleza y de la sabiduría de cada
hombre. Si no hubiera seres humanos no habría dharmas, de esta manera
sabemos que todos los dharmas han sido hechos para los hombres y que
los sutras deben su existencia a los predicadores.
Puesto que existen hombres sabios llamados superiores y hombres
ignorantes llamados inferiores, los sabios predican a los ignorantes cuando
éstos se lo piden. De esta manera los ignorantes pueden alcanzar la
Iluminación Súbita y sus espíritus pueden iluminarse rápidamente. Y en este
momento ya no se diferencian en nada de los hombres sabios.
Querido auditorio, sin la Iluminación, no habría diferencia entre un
Buda y los demás seres vivientes, mientras que un resplandor de
iluminación basta para hacer a los seres vivientes iguales a un Buda.
Puesto que todos los dharmas son inmanentes a nuestra propia
naturaleza, no hay razón para que no realicemos, intuitivamente, la
“mismidad” pura (Tathâta). El Bodhisattva Shilasûtra dijo: “Nuestra propia
es de naturaleza intrínsecamente pura”. Si conocemos nuestra propia
conciencia y realizamos nuestra naturaleza, podremos alcanzar la
budeidad. El Sutra Vimalakîrtinirdesha dice: “Súbitamente se iluminaron y
reconquistaron su propia naturaleza…”
Querido auditorio, cuando el quinto patriarca me instruyó,
inmediatamente me iluminé después de oírle hablar y, espontáneamente,
realicé mi propia naturaleza.
Por esta razón, mi meta personal es propagar esta enseñanza con el
fin de hacer accesible a los estudiantes el conocimiento inmediato de la
Iluminación y de su propia naturaleza, a través de la introspección de esta
naturaleza.
Si no consiguen alcanzar la Iluminación por ellos mismos deben
interrogar a los piadosos y a los sabios budistas que comprenden la
enseñanza del vehículo más elevado y pedirles que les enseñan el buen
camino.
La función de un piadoso y de los sabios budistas de guiar a los
demás hasta el conocimiento de su propia naturaleza es altamente digna de
elogios. Con su ayuda podéis iniciaros en todos los dharmas meritorios.
La Sabiduría de los Budas de los tres mundos –pasado, presente y
futuro-, así como las enseñanzas de las doce secciones canónicas, son
21

inmanentes a nuestro espíritu, pero en el caso de que no consigamos


iluminarnos a nosotros mismos, deberíamos buscar ser guiados por estos
hombres sabios y piadosos.
Por el contrario, aquellos que alcanzan la iluminación por ellos
mismos, no tienen ninguna necesidad de ayuda exterior. Es nefasto insistir
sobre la idea de que sin los consejos de los hombres piadosos y sabios, no
podemos alcanzar la liberación.
¿Por qué? Porque es gracias a nuestra sabiduría innata que podemos
iluminarnos. Aún con la ayuda exterior y con las instrucciones de un amigo
espiritual, si somos engañados por concepciones falsas y por
interpretaciones erróneas, esta ayuda no nos servirá de nada. Por el
contrario, si practicamos la introspección de nuestro espíritu con la
Sabiduría Suprema, todas nuestras visiones falsas serán vencidas en un
instante. El conocimiento de nuestra propia naturaleza nos conduce
inmediatamente a la budeidad.
Querido auditorio, cuando utilizamos la Sabiduría para practicar la
introspección, interior y exteriormente, nos hacemos transparentes y, de
esta manera, nos volvemos capaces de conocer nuestro pensamiento.
Conocer nuestro propio pensamiento es en sí mismo la liberación, es
alcanzar el samâdhi de prajnâ, es alcanzar el no-apego. ¿Qué significa el
no-apego? Es ver y conocer que todos los fenómenos son “pensamiento”
sin apegarse a nada, es ver que lo que se manifiesta por todas partes es el
no-apego pero que permanece desapegado de todo.
Lo que conviene hacer es purificar nuestro propio pensamiento con
el fin de que los seis factores de conciencia dependientes de la vista, del
oído, del olfato, del gusto, del tacto y de las actividades mentales, pasando
por las seis puertas (4), no sean corrompidos y no se apeguen a los seis
objetos de los sentidos.
Cuando nuestro espíritu funciona sin obstáculos y se encuentra libre
de ir y de venir, alcanzamos el samâdhi de la Sabiduría que nos libera y que
nos vuelve libres. Esta es la aplicación del no-apego. Por el contrario,
abstenerse de pensar para llegar a suprimir el pensamiento, significa
también un apego, es el apego al dharma. Es un punto de vista
extremadamente erróneo.
Querido auditorio, aquellos que comprenden la práctica del no-apego
conocen todas las cosas. Aquellos que conocen la práctica del no-apego
conocen todos los dominios de los Budas. Aquellos que comprenden la
práctica del no-apego alcanzan la budeidad.
Querido auditorio, si en el futuro un iniciado de mi escuela en
compañía de sus colegas y condiscípulos hiciera el voto de consagrar toda
22

su vida, sin retroceder nunca, a la práctica y a la conmemoración de las


enseñanzas de esta práctica de la Iluminación Súbita, con el mismo espíritu
que tendría para servir al Buda, alcanzaría, sin ninguna duda, el sendero
de la santidad.
A los hombres cualificados transmitiría, de corazón a corazón, las
instrucciones transmitidas de un patriarca a otro, y no haría nada para
ocultar la enseñanza ortodoxa.
El dharma no debería ser transmitido a aquellos que se apegan a
otras prácticas y cuyas metas y motivos difieren de los nuestros, ya que no
sabrían qué hacer con él y ello les perjudicaría. Esta decisión ha sido
tomada por miedo a que los ignorantes que no pueden comprender nuestro
sistema, hagan observaciones calumniosas respecto a él, con lo cual
aniquilarían su semilla de naturaleza búdica durante cientos de kalpas y
millares de reencarnaciones.
Querido auditorio, he aquí un poema metafísico que todos podéis
recitar. Tanto los laicos como los monjes deberían practicar esta
enseñanza, de lo contrario es inútil acordarse solamente de mis palabras.
Oíd mi poema:

“Una comprensión perfecta se comunica


con las palabras y con el corazón.
Como los rayos del sol dispersándose en el vacío,
sólo la enseñanza directa de la propia naturaleza
puede destruir las falsas doctrinas del mundo.

Aunque no hubiera diferencias entre la enseñanza Súbita y Gradual


El espíritu de un hombre inteligente sería rápido
y el de un estúpido sería lento.
El hombre inteligente ve rápidamente su propia naturaleza
Pero el hombre vulgar no comprende nada.

Las palabras pueden ser dichas de diez mil maneras


Pero para producir el Despertar sólo hace falta una
En la oscuridad habita la pasión
Siempre se necesita la luz de la sabiduría.

Cuando lo “falso” surge, la pasión se manifiesta


Cuando el pensamiento es justo, la pasión desaparece
Cuando no se tienen pensamientos falsos ni justos
Lo único que queda es la pureza transparente.
23

La Iluminación es nuestra propia naturaleza


Apegarse, sea a lo que sea, es una mancha
Cuando el pensamiento puro se confunde
con una concepción errónea
Hay que corregirlo eliminando los tres impedimentos (5).

Si los seres humanos desean perfeccionarse en la Vía


Nada, en ninguna parte, puede impedírselos
Aquel que ve sus propios errores
Está de acuerdo con la Vía.

La Vía en este mundo material


La Vía y lo material no se entorpecen mutuamente
Aquel que se aleja de lo material y busca la Vía en otra parte
No podrá verla realmente durante toda su vida.

Pasar la vida como una ola que empuja a otra


Sólo deja al final un sentimiento de pena hacia uno mismo
Si se quiere conocer la realidad de la Vía
La Vía es sólo una conducta justa y nada más.

No preocuparse por la Vía


Es como marchar en la oscuridad sin ver la Vía
Aquel que quiere realmente perfeccionarse en la Vía
No debe buscar los errores de los demás.

Ver las faltas de los demás


Y comportarse de la misma manera, no es justo
Si yo caigo en el mismo error que los demás
Soy yo quien comete los pecados.

Solamente rechazando el pensamiento erróneo


Se puede alejar la pasión
Cuando ya no se está apegado ni al amor ni al odio
Se puede dormir con las piernas estiradas.

Todo aquel que quiera enseñar a los demás


Debe poseer la capacidad de hacerlo
Para que los demás no duden de sus palabras
Es necesario que él mismo haya realizado su propia naturaleza.
24

La Ley del Buda existe siempre en el mundo


Siempre está presente para el conocimiento de los hombres
Buscar la Iluminación fuera del mundo
Es como buscar cuernos de conejo.

Las concepciones justas se llaman superiores


Mientras que las concepciones falsas son comunes
Cuando lo “falso” y lo”justo” son abandonados por igual
La naturaleza de la Iluminación se manifiesta.

Este poema es la enseñanza Súbita


Llamada también la gran barca de la Ley
Aquel que comprenda mal sufrirá la transmigración infinita
Pero aquel que comprenda bien
Puede alcanzar la iluminación inmediatamente”.

Antes de concluir el patriarca añadió: “En este templo Ta-Fan, os he


expuesto la enseñanza de la Iluminación Súbita. Quiero que todos los seres
sensibles que viven en este mundo comprendan inmediatamente y alcancen
la budeidad”.
Después de haber oído al patriarca, el gobernador Wei, los
funcionarios del gobierno, los Taoístas y los laicos, fueron iluminados y
exclamaron unánimemente: “Es perfecto, es perfecto, ¿quién hubiera
creído que un Buda había nacido en Kwan-Tung?”

NOTAS CAPÍTULO II

(1) Monte Sumeru: Montaña sagrada de los hindúes, morada de los


dioses.
(2) “Mismidad”: la condición de ser uno mismo, de ser lo que se es.
(3) En el budismo, la falsa creencia por excelencia, es la de creer en un
“yo” y en lo “mío”, en tanto que entidad estable e inmutable,
hipotética esencia de la personalidad.
(4) Las seis puertas son los seis órganos de los sentidos: ojos, oídos,
nariz, lengua, piel (órgano del tacto) y la mente.
(5) Los tres impedimentos son: la pasión, el karma pasado y los efectos
del karma presente.
25

CAPÍTULO TERCERO
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Un día que el gobernador Wei había invitado a su casa al patriarca, le
pidió que predicara delante de una numerosa asamblea y, al final de la
comida, le rogó que tomara la palabra. Después de haberse inclinado dos
veces en compañía de funcionarios, de estudiantes y de gentes del pueblo,
dijo:
-“Acabo de oír las enseñanzas de Su Santidad. Son realmente tan
profundas que superan nuestro espíritu y nuestras palabras. No obstante,
tengo algunas dudas y espero que usted tenga la amabilidad de disiparlas.
-Si tiene usted algunas dudas, respondió el patriarca, interrógueme y
yo le responderé.
-Lo que usted ha explicado son los principios fundamentales
enseñados por el Buda, ¿no es verdad?
-Sí, respondió el patriarca.
-Me han contado que, durante la primera entrevista de Bodhidharma
con el emperador Wu, de Liang, éste le preguntó cuáles serían los méritos
que obtendría por haber ayudado durante toda su vida a construir templos,
por haber permitido la ordenación de numerosos monjes, por haber dado
limosna, por haber mantenido la Comunidad monástica. La respuesta fue
que con todo eso no le daría realmente ningún mérito. No puedo
comprender por qué Bodhidharma respondió así. ¿Puede explicármelo?
-Realmente, respondió el patriarca, todo eso no podía proporcionarle
ningún mérito. No dude usted de las palabras del antiguo Sabio
Bodhidharma. El espíritu del emperador se encontraba bajo una falsa
impresión y no conocía la enseñanza ortodoxa. Construir templos, permitir
la ordenación de nuevos monjes, dar limosnas, mantener la comunidad de
monjes, son actos que solo proporcionan felicidad, y esta felicidad no debe
ser confundida con los méritos.
Los méritos sólo pueden ser adquiridos en el Dharma-Kaya* y no
tiene nada que ver con las prácticas que aportan la felicidad.
La realización de la naturaleza propia es la buena recompensa. El
equilibrio es la buena cualidad. Cuando nuestra actividad mental se ejerce
sin obstáculos y cuando estamos en situación de conocer el estado
verdadero y el funcionamiento misterioso de nuestra propia naturaleza,
sólo entonces se dice que hemos adquirido méritos. Mantener
interiormente nuestro espíritu es un estado de afabilidad, es una “buena
26

recompensa”. Comportarse exteriormente de manera decente es “buena


cualidad”. Saber que todas las cosas son la manifestación de nuestra
propia naturaleza es “buena recompensa”. Mantener la quintaesencia del
espíritu libre de pensamientos vanos es “buena cualidad”. No apartarse de
la naturaleza propia es “buena recompensa” y no manchar el espíritu
utilizándolo es “buena cualidad”. Si usted busca obtener méritos en el
Dharma-Kaya, en armonía con lo que acabo de decir, lo que usted obtendrá
serán verdaderos méritos.
“Aquel que trabaja para ganar méritos no desprecia a nadie, y, en
cualquier circunstancia, trata a todo el mundo con respeto. Aquel que mira
a los demás con condescendencia no se ha liberado de la idea errónea de
un “yo”, lo cual indica que no ha obtenido “la buena recompensa”. A causa
de su egoísmo y de su habitual desprecio a los demás, no conoce la
naturaleza propia del Sí-mismo, lo cual es una ausencia de “buena
cualidad”.
Querido auditorio, los méritos deben ser buscados en la propia
naturaleza y no en el exterior. No pueden ser adquiridos dando limosnas, ni
manteniendo monjes, etc.
Hay que distinguir pues entre la felicidad y mérito. Nuestro patriarca
tenía razón. El emperador no conocía la realidad.”
El gobernador Wei hizo entonces una segunda pregunta:
“He observado que los monjes y los laicos tienen la costumbre de
pronunciar el nombre de Amitâbha con la esperanza de renacer en la Tierra
Pura. Podría decirme usted, para disipar mis dudas, si es posible o no
renacer en esta tierra”.
-Escúcheme atentamente, señor, replicó el patriarca. Voy a
explicárselo.
Según el sutra enunciado por el Buda Shakyamuni en la ciudad de
Shravasti, está claro que para poder conducir a los hombres hacia la Tierra
Pura del Oeste, esta Tierra Pura no está muy lejos de aquí.
Cuando consideramos la distancia contando en lis desde aquí a la
Tierra Pura, hay ciento ocho mil lis, que realmente representan los diez mil
males y los ocho errores de nuestro espíritu. En este sentido podemos decir
que la Tierra Pura está muy lejos. Para las personas de mentalidad inferior
está, sin duda, muy lejos, pero para los hombres superiores podemos decir
que está muy cerca.
A pesar de que el dharma sea uno, la mentalidad de los hombres es
muy variada. Unos de otros difieren según el grado de conocimiento o la
ignorancia y ésta es la razón por la cual algunos comprenden la Ley más
rápidamente que otros.
27

Los ignorantes pronuncian el nombre de Amitâbha y rezan para


renacer en la Tierra Pura, pero aquellos que están iluminados purifican su
espíritu y en ese momento, como lo ha dicho Buda: “Cuando el espíritu es
puro, en ese instante la tierra del Buda es pura”.
Aunque usted no haya nacido en el Este, si su espíritu es puro, usted
no tiene ningún pecado. Por el contrario, aunque se sea oriundo del Oeste,
si el espíritu es impuro no se está libre de pecado. Cuando los hombres del
Este cometen un pecado pronuncian el nombre de Amitâbha y rezan para
renacer en el Oeste. En este caso ¿cómo deben rezar los pecadores
nacidos en el Oeste? ¿Dónde deben renacer?
Las gentes ordinarias e ignorantes no comprenden ni la naturaleza
propia ni la Tierra Pura que está en ellos mismos. Esta es la razón por la
que piden renacer aquí o allí. El lugar es indiferente para aquel que se ha
iluminado. Como lo dijo el Buda: “Siempre son felices y se sienten bien,
estén donde estén”.
Señor, si su pensamiento está liberado del mal, el Oeste no está lejos
de aquí, pero para aquel cuyo pensamiento es impuro, le será difícil, en
verdad, renacer en la Tierra Pura sólo por invocar el nombre de Amitâbha”.
Yo aconsejo a este sabio auditorio que, primeramente, se despoje de
los diez mil males y de esta manera se habrá recorrido ya cien mil lis. El
segundo paso será despojarse de los ocho errores, lo cual equivale a un
recorrido de ocho mil lis. Si constantemente realizáis la propia naturaleza y,
en cualquier ocasión, os comportáis con rectitud, podréis alcanzar la Tierra
Pura en un abrir y cerrar de ojos.
Señor, si practica usted solamente los seis paramitas, no tendrá
ninguna necesidad de renacer en ningún sitio. Por otra parte, si no
consigue despojarse de los diez mil males ¿qué Buda podría venir en su
ayuda?
Si comprende usted la doctrina del “No-nacimiento”, de la Escuela de
la Iluminación Súbita, en un instante podrá ver el Oeste. Pero si no
comprende usted la doctrina ¿cómo podría llegar hasta allí sólo recitando
el nombre de Amitâbha, siendo la distancia tan grande? Pero ¿qué diría
usted si en este momento yo muestro a todos la Tierra Pura de manera que
todos podáis verla?
La asamblea le saludó respetuosamente y respondió:
“Si pudiéramos ver la tierra Pura aquí mismo, no tendríamos más
deseo de renacer en ella. Su Santidad ¿tiene usted la bondad de
mostrárnoslas, trayéndola aquí?”.
El patriarca dijo: “El cuerpo físico es la ciudad. Nuestros ojos,
nuestras orejas, nuestra nariz y nuestra lengua son las puertas. Hay cinco
28

puertas exteriores: ojos, orejas, nariz, lengua y piel (en tanto que órgano
del tacto), mientras que la puerta interior es la facultad de formar ideas. El
espíritu es el suelo y nuestra propia naturaleza es el rey que habita el
dominio del espíritu. Cuando el espíritu está en ella, el rey está en ella y
nuestro propio cuerpo y nuestro espíritu existen. Cuando nuestra propia
naturaleza no está en ella, no puede haber ya rey y nuestro cuerpo y
nuestro espíritu perecen.
Debemos trabajar para alcanzar la budeidad de nuestra propia
naturaleza y no buscarla fuera de nosotros mismos. Aquel que permanece
en la ignorancia de su propia naturaleza es un ser ignorante, ordinario.
Aquel que se ha iluminado gracias a su propia naturaleza es un Buda.
Sentirse lleno de compasión es ser Avalokitesvara. Experimentar la
alegría cuando se hace el bien es de Mahâsthâmaprapta. Ser capaz de vivir
una vida pura es ser Buda. El equilibrio y la rectitud es ser Amitâbha. La
idea de un “yo” o de un “tú” es el monte Sumeru. Un espíritu depravado es
el océano y las pasiones son las olas turbulentas. La maldad es el dragón, la
falsedad el diablo. Los agotadores objetos de los sentidos son los animales
acuáticos; la ambición y el odio son los infiernos; la ignorancia y el orgullo
son las bestias feroces.
Querido auditorio, si practicáis constantemente las diez buenas
acciones, el paraíso se os aparecerá inmediatamente. Cuando os hayáis
despojado de la idea de un “yo” y de un “tú”, el monte Sumeru se
derrumbará. Cuando vuestro espíritu ya no sea depravado, el océano de la
existencia se secará. Cuando os hayáis liberado de las pasiones, las olas
del océano de la existencia se tranquilizarán. Cuando la maldad os sea
extraña, las pasiones y los dragones malvados desaparecerán.
En nuestra propia naturaleza hay un Buda Iluminado que emite una
poderosísima luz que alumbra exteriormente las seis puertas de las
sensaciones y las purifica.
Esta luz es lo bastante fuerte cono para penetrar en los seis cielos de
Kama (6). Cuando la luz de nuestra propia naturaleza es dirigida hacia
nuestro interior, inmediatamente elimina los tres elementos venenosos:
ambición, odio, orgullo –y desaloja los pecados que podrían conducirnos a
los infiernos o a las regiones nefastas de la existencia. Esta luz nos ilumina
completamente, tanto interiormente como exteriormente, de manera que ya
no somos diferentes de aquellos que han nacido en la Tierra Pura del oeste.
Ahora, si no nos esforzamos en llegar a este nivel, ¿cómo podríamos
alcanzar la Tierra Pura?”.
29

Después de haber oído las palabras del patriarca, toda la asistencia


conoció claramente su propia naturaleza y exclamó con una sola voz: “¡Está
bien!”. Después se cantó:
“¡Qué todos los seres sensibles del universo que han oído estas
palabras, las comprendan intuitivamente!”.
El patriarca añadió: “Aquellos que quieran entrenarse
espiritualmente pueden hacerlo en sus casas. Es completamente inútil
permanecer en un monasterio. Aquellos que se entrenan en sus casas
pueden ser comparados a un oriundo del Este cuyo corazón es bueno,
mientras que aquellos que viven en un monasterio y olvidan su trabajo, no
se diferencian en nada de un oriundo del Oeste cuyo corazón es malo. De la
misma manera que nuestra propia naturaleza es pura y transparente, el
Paraíso de la tierra Pura del Oeste no es otro que nuestra propia
naturaleza”.
El gobernador Wei preguntó:
” ¿Cómo debemos practicar en nuestras casas? Tenga la bondad de
enseñárnoslo”.
El patriarca respondió: voy a daros un poema metafísico. Si
practicáis realmente lo que él dice, estaréis en la misma condición que
aquellos que están continuamente a mi lado. Por otra parte, si no
practicáis, ¿qué progreso podéis hacer en el sendero espiritual, aunque os
afeitéis los cabellos y dejéis para siempre vuestra casa? (7)
He aquí la estancia:

“La observación de los preceptos no es necesaria para un espíritu


tranquilo. Aquel cuya conducta es recta está dispensado de practicar la
meditación.
Debemos ayudar a nuestros padres y servirles fielmente según el
principio de gratitud. El hombre superior y el hombre inferior se sostienen
mutuamente según el principio de justicia. El anciano y el joven tienen
relaciones afectuosas según el principio de complacencia. No disputamos
en medio de una multitud hostil según el principio de tolerancia.
Si podemos perseverar hasta obtener fuego frotando un trozo de
madera, el Loto Rojo surgirá del fango (8).
Aquello que es amargo para el gusto es seguramente una buena
medicina. Aquello que suena desagradable el oído es seguramente una
opinión sincera.
Reparando nuestros errores ganamos Sabiduría. Reforzando
nuestros defectos manifestamos un mal espíritu.
30

Practicar el altruismo en nuestra vida cotidiana es de rigor, pero el


estrado de Buda no puede ser alcanzado mediante la práctica de la
caridad. La Iluminación debe ser descubierta en nuestro espíritu. No hay
ninguna necesidad de buscarla en la región del Oeste, o fuera de nosotros
mismos.
Aquellos que al oír esta estancia, la pongan en práctica, se
encontrarán en el paraíso”.

El Patriarca añadió:”Querido auditorio, cada uno de vosotros debería


practicar lo que ha sido enseñado en esta estancia, de manera que
alcancéis la budeidad por el conocimiento de vuestra propia naturaleza.
El tiempo no espera a nadie. Voy a volver a Tsao-Hsi. Esta asamblea
puede dispersarse. Si tenéis alguna duda, podéis venir a verme y hacerme
preguntas”.
En ese instante, el gobernador Wei, los funcionarios del gobierno, los
hombres piadosos y las señoras devotas que estaban presentes fueron
iluminados. Fielmente aceptaron la enseñanza y la pusieron en práctica.

NOTAS CAPITULO III

(1) Un lis es igual a 575 metros.


(2) Las seis paramitas o virtudes son:
1. Dhâna: El don. No solamente material, también el don de sí mismo.
2. Shila: los preceptos morales.
3. Virya: el esfuerzo
4. Kshânti: La paciencia
5. Dhyâna: La meditación-concentración
6. Prajnâ: La sabiduría
(3) No-nacimiento: Estado de espíritu situado más allá del proceso de
creación y de destrucción, de vida y de muerte.
(4) El Bodhisattva de la compasión Universal. Kannon en japonés.
(5) El Bodhisattva de la Fuerza espiritual
(6) El mundo de los deseos.
(7) Al recibir la ordenación, el laico se afeita la cabeza y abandona a su
familia.
(8) La iluminación surgirá de la ilusión.
31

CAPITULO CUARTO
SAMÂDHI Y PRAJNÂ
En cierta ocasión, el patriarca impartió las siguientes enseñanzas a la
asamblea.
Querido auditorio, concentración y sabiduría (samâdhi y prajnâ) son
fundamentales en mi sistema, pero no debéis tener la impresión errónea
que son independientes una de la otra. Por el contrario, son inseparables y
de ninguna manera constituyen dos entidades.
La concentración es la quintaesencia de la Sabiduría, mientras que la
Sabiduría es la manifestación de la concentración. En el momento en el que
alcanzamos esta Sabiduría, la concentración está ahí igualmente y
viceversa. Si comprenden este principio, conocéis el equilibrio de la
concentración y de la Sabiduría.
Un discípulo no debería decir que hay una distinción así: la
concentración engendra la Sabiduría y la Sabiduría engendra la
concentración. Sostener una opinión como ésta implicaría que hay dos
características en el dharma.
Para aquel cuya lengua emite bellas palabras, pero cuyo corazón es
impuro, la concentración y la Sabiduría no tienen ninguna utilidad puesto
que éstas no se equilibran recíprocamente. Por el contrario, cuando somos
tan buenos en espíritu como en palabras y nuestro aspecto exterior y
nuestros sentimientos interiores se armonizan, se puede decir que
concentración y Sabiduría están equilibradas.
La argumentación es inútil para un discípulo iluminado. Discutir para
saber cuál va primero, si la concentración o la Sabiduría, nos pondría en
una posición parecida a la de los hombres que están en la ilusión. Discutir
implica un deseo de predominar, la discusión fortifica el egoísmo y nos liga
a la creencia de un “yo” y de un “tú”.
Querido auditorio, ¿a qué se parecen la concentración y la Sabiduría?
Son parecidas a una lámpara y su luz. La lámpara tiene luz sin la cual todo
sería oscuro. La lámpara es el soporte de la luz y la luz es la manifestación
de la lámpara. Normalmente son dos cosas, pero de hecho forman una
unidad. Lo mismo sucede con la concentración y la sabiduría.
En otra ocasión, el patriarca predicó a la asamblea así:
“Querido auditorio: practicar la “concentración específica” es ser leal
en cualquier ocasión, andando de pie, sentado o acostado. El Vimalakirti
Nirdesha Sutra dice: “La rectitud es el santuario de la Tierra Pura”. No
32

permitáis que vuestro espíritu esté torcido al mismo tiempo que practicáis
la rectitud con los labios. Debemos ser rectos y no apegarnos con
obstinación a nada. Las gentes ilusas creen obstinadamente en el mundo
fenomenal, en las cosas, en las formas y de esta manera se empeñan en su
propia manera de interpretar la concentración específica que ellos definen
así: “Sentarse tranquilamente y continuamente sin permitir que ninguna
idea surja en el espíritu”. Una interpretación así nos pone a nivel de los
objetos inanimados y constituye un obstáculo en el Sendero”.
Querido auditorio: el sendero debería ser mantenido libre. ¿Cómo
podemos liberarlo? Si liberamos nuestro pensamiento de cualquier apego
hacia las cosas, el Sendero quedará libre, de lo contrario nosotros mismos
nos cortamos el paso.
Si la interpretación: “Sentarse tranquilamente y continuamente”, etc.
Fuera correcta, ¿por qué Sariputra fue reprendido por Vimalakirti? (1)
Querido auditorio, algunos instructores de meditación enseñan a sus
discípulos a que vigilen bien sus espíritus con el fin de obtener la quietud y
la cesación de cualquier actividad, y los discípulos abandonan
inmediatamente cualquier esfuerzo del espíritu. Los ignorantes que no
comprenden se vuelven locos al confiar demasiado en esta enseñanza.
Tales casos no son raros. Es un gran error enseñar esta doctrina falsa a los
demás.
En otra ocasión, el patriarca se dirigió así a los congregados: “En la
enseñanza ortodoxa la distinción entre la Iluminación Súbita e Iluminación
Gradual no existe realmente. La única diferencia realmente conocida es
que, por naturaleza, ciertos hombres están dotados de una inteligencia
viva, mientras que otros muchos tienen una inteligencia limitada. Aquellos
que se han iluminado descubren la verdad repentinamente, pero aquellos
que viven en la ilusión deben entrenarse gradualmente. Sin embargo, esta
diferencia desaparece cuando aprendemos a conocer nuestra verdadera
naturaleza. Esta es la razón por la que estos dos términos “gradual” y
“repentina” son más aparentes que reales.
Querido auditorio, la tradición de nuestra escuela es tomar el “no-
fenómeno” como esencia, la “no-detención” (2) como base, el “no-apego”
como principio fundamental.
El “no-fenómeno” significa no dejarse absorber por los objetos
exteriores. La ausencia de imaginación significa: no dejarse arrastrar por
ninguna idea particular en el ejercicio de nuestras facultades mentales.
El “NO-APEGO” es la manifestación de nuestra “mismidad” pura
(tathâtâ).
33

La “no-detención” es considerar lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo


como “vacío”, e incluso si surgen disputas, debemos tratar a nuestros
íntimos y a nuestros enemigos de la misma manera y no pensar nunca en
vengarnos. En ningún momento el pensamiento debe detenerse en estos
dominios. Si permitís que vuestros pensamientos del pasado, del presente y
del futuro se detengan y se encadenen en serie, esto significa que nuestro
pensamiento está atado y suspendido. Por el contrario, si en todo momento
y respecto a todas las cosas, dejamos nuestros pensamientos en esta
actitud de “no-detención”, no habrá ya atadura ni encadenamiento, así
como tampoco suspensión. Esta es la razón por la que tomamos la “no-
detención” como base.
Querido auditorio, cuando abandonamos todos los fenómenos
exteriores, eso significa “no-fenómeno”, y ésta es la razón por la que
tomamos el “no-fenómeno” como esencia.
Querido auditorio, el pensamiento que no se estanca en ningún sitio
es el “no-apego”. El ser mismo que piensa debe estar siempre desapegado
de todas las cosas con el fin de que su pensamiento no sea de origen de
producción de causa y efecto. Pero no pensar en nada, querer abolir el
pensamiento, detener la corriente de pensamiento es la muerte e,
inmediatamente después, nos encontraríamos reencarnados en otra parte.
He aquí el gran error. Querer conocer el estado sin-pensamiento es pues
inútil puesto que esto no nos libera de las reencarnaciones.
Vosotros que marcháis por el Sendero, tened cuidado con esto. Para
un hombre ya es nefasto cometer errores groseros, desconociendo el
alcance de la Ley, cuanto peor no sería alentar a los demás a que le sigan.
Al estar en el error, no ve y, además, blasfema contra el canon budista.
Esta es la razón por la que tomamos el “no-apego” como principio
fundamental.
Querido auditorio, dejadme explicaros aún por qué tomamos el “no-
apego” como principio fundamental. Existe un tipo de hombre iluso que
razona sobre la naturaleza propia y los pensamientos producidos en todos
los dominios. Así surgen ideas erróneas que se convierten en las causas de
todo tipo de nociones falsas y de manchas.
En nuestra propia naturaleza no hay intrínsecamente nada que
alcanzar. Decir que en esta naturaleza se debe “alcanzar” algo y hablar de
méritos o desméritos de manera desconsiderada son visiones erróneas y
manchas. Esta es la razón por la que en nuestra Escuela, el “no apego” es
nuestro principio Fundamental.
Querido auditorio, ¿qué “no” hay que entender por este “no”? El
pensamiento ¿a qué se apega? Y bien, el “no” significa “no dos”. Dicho de
34

otra manera, no hay dos fenómenos sino uno solo, y este fenómeno es el
Buda, y el pensamiento sin mancha es la mismidad pura. La mismidad pura
es la esencia del pensamiento y el pensamiento es la esencia de la
mismidad pura.
Como ya lo hemos dicho, este pensamiento sin mancha es la
manifestación de la mismidad pura y no el atributo de los órganos de los
sentidos. La mismidad pura lleva en ella misma su propio atributo y ésta es
la razón por la cual crea el pensamiento. Sin la mismidad pura, los órganos
de los sentidos perecerían inmediatamente.
Querido auditorio, esta mismidad pura no puede ser manchada por
ninguna circunstancia y nuestra verdadera naturaleza puede manifestarse
por todas partes y siempre, a pesar de que funcionen para ver, oír, oler,
tocar, conocer, etc., son la manifestación de esta mismidad pura.
Esta es la razón por la que el Sutra dice: Aquel que es un adepto del
discernimiento de las diversas cosas o fenómenos, permanece
inmutablemente centrado en el Primer Principio”.

NOTAS CAPÍTULO IV

(1) En el Vimalakirti nirdesha Sutra se cuenta que Sariputra, uno de los


principales discípulos de Buda, tenía fuerte tendencia a permanecer
siempre sentado en meditación y olvidaba a menudo sus deberes
temporales. Vimalakirti, otro discípulo del Buda, le reprendió un día
diciéndole que la Verdad más alta no debe manifestarse solamente
durante la meditación, sino y también durante los actos de la vida
cotidiana.
(2) La “no-detención” se refiere a que la atención no debe permanecer fija
sobre ningún objeto, sobre ningún pensamiento, con el fin de que este
pensamiento u objeto no engendre deseo ni apego.
35

CAPÍTULO QUINTO
DHYANA
(Meditación)

Un día, el patriarca habló a la asamblea de esta manera:


“En nuestro sistema de meditación, es fundamental no detenerse
sobre el espíritu, ni sobre la pureza. Para nosotros, la meditación no
significa tampoco no-actividad. Pensamos que el espíritu es un engaño, y
que cuando realizamos que es sólo un fantasma, no es necesario apegarse
a él. Tampoco es necesario apegarse a la pureza, ya que al ser nuestra
auténtica naturaleza intrínsecamente pura, aún más, si nos
desembarazamos de cualquier idea ilusoria, en esta naturaleza sólo
quedará pureza, puesto que es a causa de las ilusiones que se encuentra
oscurecida. Si dirigimos nuestro espíritu hacia la pureza, lo único que
haremos es crear otra ilusión: la ilusión de la pureza. La ilusión no debe
encontrar ningún sitio en el que posarse, por eso es engañoso
concentrarse sobre la pureza. La pureza no tiene consistencia ni forma,
pero algunas personas van tan lejos que inventan una forma de pureza y la
consideran como un problema que hay que resolver. Estas gentes están
obsesionadas con la pureza y de esta manera se oscurece la esencia de su
propia naturaleza.
Querido auditorio, aquellos que practican la serenidad no deberían,
al relacionarse con los diferentes tipos de hombres, ver sus defectos.
Deberían permanecer indiferentes a los méritos o a los deméritos de los
demás, sean buenos o malos. Tomar esta actitud testimonia la serenidad de
la propia naturaleza.
Querido auditorio, puede suceder que un hombre no-iluminado
permanezca físicamente tranquilo, pero desde el momento en el que abre la
boca, critica a los demás y habla de sus méritos o defectos, de su habilidad
o de su debilidad de lo que tienen de bueno o de malo y de esta manera se
desvía de la buena vía. Por otra parte, apegarnos a nuestra propia
naturaleza o a la pureza es un obstáculo en el Sendero.
Querido auditorio, ¿qué es la meditación? En nuestra Escuela,
meditar significa adquirir una libertad absoluta, no perturbada
mentalmente, sean cuales sean las circunstancias exteriores, buenas o
malas.
Meditar significa realizar, interiormente, la serenidad de nuestra
propia naturaleza.
36

Querido auditorio, ¿qué son la meditación y la concentración


supremas? Estar en meditación significa estar libre de apego hacia los
objetos exteriores y la concentración suprema significa alcanzar la paz
interior.
Mientras que permanezcamos apegados a los objetos exteriores,
nuestro espíritu estará interiormente perturbado. Cuando estamos
despegados de los objetos exteriores, nuestro espíritu está en paz. Nuestra
naturaleza propia es intrínsecamente pura, y la razón por la que estamos
perturbados, es simplemente porque nos dejamos llevar por las
circunstancias en las que nos encontramos. Aquel que es capaz de
mantener su espíritu sereno, sin prestar atención a las circunstancias, ha
alcanzado realmente la suprema concentración (samâdhi).
Querido auditorio, permanecer libre de todo apego hacia los objetos
exteriores es meditación. Alcanzar la paz interior es suprema
concentración, samâdhi.
Cuando practicamos la meditación e interiormente mantenemos
nuestro espíritu en la concentración suprema, se puede decir que hemos
alcanzado el samâdhi de dhyâna.
El Bodhisattva Sita Sutra dice:”Nuestra propia naturaleza es
intrínsecamente pura”
Querido auditorio, realicemos esto por nosotros mismos en cada
instante. Practiquemos y alcancemos la vía del Buda gracias a nuestros
propios esfuerzos”.
37

CAPÍTULO SEXTO
SOBRE EL ARREPENTIMIENTO
Hubo una vez una gran reunión de estudiantes y de gentes del
pueblo, venidos de Kwan-Chao, de Tchao-Tcheu y de muchos otros lugares
para oír las enseñanzas del patriarca, impartidas en la montaña en la que
se encontraba el monasterio. Al ver esto, el patriarca subió a un montículo y
pronunció las siguientes palabras:
“Venid, buenas gentes. En el budismo, hay que comenzar por nuestra
propia naturaleza. En todo momento, de una sensación momentánea a otra
sensación momentánea, tenemos que purificar nuestro espíritu, avanzar
por el sendero gracias a nuestros propios esfuerzos, ver nuestro propio
Cuerpo de la Ley, realizar al Buda de nuestro espíritu y liberarnos gracias a
la observación de las reglas de disciplina. Entonces, vuestro viaje hasta
aquí no habrá sido en vano. Puesto que todos habéis venido desde muy
lejos, la posibilidad de encontrarnos aquí prueba que entre nosotros
existen buenas afinidades.
Ahora, sentémonos como el Buda (1) y os hablaré del
arrepentimiento”.
Cuando todos estuvieron sentados, el patriarca continuó:
“En primer lugar, está el incienso de las Reglas de Disciplina, lo cual
significa que nuestra naturaleza no está manchada por acciones malas, por
la maldad, la envidia, la avaricia, la cólera, la espoliación y el odio.
En segundo lugar, está el incienso de la Concentración Suprema
(samâdhi) que significa que nuestro espíritu permanece tranquilo en todas
las circunstancias, favorables o desfavorables. En tercer lugar, está el
incienso de la Sabiduría, lo cual significa que nuestro espíritu se ha
liberado de todos los obstáculo y que, constantemente y con sabiduría,
practicamos la introspección de nuestra propia naturaleza, y que nos
abstenemos de realizar cualquier tipo de malas acciones, que aún si
realizamos un gran número de buenas acciones, no nos apegamos a sus
frutos, que somos respetuosos hacia nuestros superiores, compasivos
hacia nuestros inferiores, hacia los desheredados y los pobres.
El cuarto incienso es el de la Liberación, lo cual significa que nuestro
espíritu se encuentra en un estado de absoluta libertad, que no se apega a
nada y no se preocupa del bien ni del mal.
El quinto incienso es el del Conocimiento, obtenido en virtud de la
adquisición de la liberación.
38

Cuando nuestro espíritu no se apega al bien ni al mal, debemos


cuidar de que no permanezca tampoco en el vacío o en un estado de
inercia. Una vez llegados a este punto, conviene continuar nuestros
estudios y aumentar nuestro saber de manera que podamos conocer
nuestra propia naturaleza y los profundos principios del Buda. Conviene ser
compasivos hacia los demás en nuestras relaciones con ellos y
desembarazarnos de la idea del “yo” y del “tú”. Este es el Conocimiento que
manifiesta que la liberación ha sido alcanzada.
Querido auditorio, el humo de este quíntuple incienso nos viene del
interior y no debemos buscarlo en el exterior.
Ahora, voy a hablaros del “Arrepentimiento” que expía los
pecados que hemos cometido en nuestra vida presente, así como en
nuestras vidas pasadas y futuras y que purificará nuestras palabras, los
actos de nuestro cuerpo y nuestros pensamientos.
Querido auditorio, escuchadme bien, os lo ruego, y repetid lo
que os voy a decir: “Que nosotros, discípulos, podamos en nuestros
sentimientos momentáneos del pasado, del presente y del futuro, estar
siempre exentos de las manchas de la ignorancia y de la ilusión. Que nos
sea permitido arrepentirnos de todos nuestros pecados pasados y de las
malas acciones cometidas bajo el imperio de la ilusión y de la ignorancia.
Que estos pecados puedan ser expiados y que nunca más reaparezcan”.
Que nosotros discípulos, podamos de una sensación
momentánea a otra del pasado, presente y futuro, estar exentos de las
manchas de la arrogancia y de la ruindad. Que nos sea permitido
arrepentirnos de nuestras malas acciones, de nuestra conducta arrogante.
Que estos pecados puedan ser expiados y que no aparezcan nunca más.

Nosotros discípulos, que podamos en nuestras sensaciones del


pasado, presente y futuro, estar siempre exentos de las manchas de la
avidez y de la envidia. Que nos sea permitido arrepentirnos de todos
nuestros pecados pasados y de las malas acciones cometidas con un
pensamiento avaricioso o envidioso. Que estos pecados puedan ser
expiados y que no reaparezcan nunca más.
Querido auditorio, a esto a lo que llamamos “Arrepentimiento”.
Pero, ¿cuál es su significación? En primer lugar, se refiere al
arrepentimiento de los pecados pasados.
Arrepentirse de todos los pecados pasados y de las malas
acciones cometidas bajo el imperio de la ilusión, de la ignorancia, de la
arrogancia, de la ruindad, de la envidia o de la ambición, es la primera
manera de ponerles fin.
39

El otro aspecto del arrepentimiento concierne a nuestra conducta


futura. Cuando hemos comprendido la naturaleza de nuestro pecados,
hacemos el voto de acabar en el futuro con el mal de cualquier naturaleza,
realizado bajo el imperio de la ilusión, de la ignorancia, de la arrogancia, de
la ruindad, de la envidia o de la ambición y que nunca más caeremos en
ellos.
Debido a su ignorancia y a su ilusión, las gentes ordinarias no saben
que cuando se arrepientes no deben solamente sentirse apenadas por sus
pecados pasados, sino que, además, deben abstenerse de pecar en el
futuro. Y de nuevo cometen pecados antes de que los pecados del pasado
hayan sido expiados, porque no prestan atención a su conducta futura.
¿Cómo podemos hablar de arrepentimiento en este caso?
Querido auditorio, nos hemos arrepentido de nuestros pecados.
Ahora vamos a profesar los siguientes cuatro votos que, por su naturaleza,
incluyen a todos los demás.
Oíd bien:

“Por numerosos que sean los seres,


hago el voto de salvarlos a todos.
Por numerosas que sean las pasiones,
hago el voto de vencerlas todas.
Por numerosos que sean los dharmas,
hago el voto de alcanzarlos todos.
Por perfectos que sean los Budas,
hago el voto de llegar a ser como ellos”.

Querido auditorio, todos nosotros hemos hecho el voto de dedicarnos


a liberar a los demás seres infinitos. Pero ¿qué significa esto? ¿Quiénes son
estos seres sensibles? Son: el pensamiento ilusorio, el pensamiento
engañoso, el mal pensamiento y otros pensamientos parecidos que, todos
ellos, son entidades sensibles. Cada una de estas entidades debe liberarse
por ella misma a través de su propia naturaleza. Solamente entonces se
tratará de una verdadera liberación.
¿Qué significa liberarse de sí mismo a través de su propia
naturaleza? Significa la liberación de las entidades ignorantes de nuestro
espíritu a través de los puntos de vista justos.
Gracias a los puntos de vista justos y a la Sabiduría, las barreras de
estas entidades ignorantes y engañosas se rompen, de manera que cada
una de ellas puede liberarse a ella misma, por medio de sus propios
esfuerzos. Que las falaciosas sean liberadas por la Rectitud, las engañosas
40

por la Iluminación, las ignorantes por la Sabiduría y las malvadas por la


Benevolencia. Tal es la verdadera liberación.
En lo que concierne a vuestro voto de vencer nuestras inagotables
pasiones, esto se refiere al hecho de transformar nuestra ilusoria y
engañosa manera de pensar en la sabiduría.
Alcanzar los innumerables dharmas quiere decir que no habrá
verdadero saber mientras que no hayamos visto, frente a frente, nuestra
propia naturaleza. Sólo en este caso estaremos en armonía con el
verdadero dharma ortodoxo.
El voto de llegar a ser perfecto como un Buda, es decir de alcanzar la
budeidad, quiere decir que cuando somos capaces de armonizar nuestro
espíritu con el dharma verdadero y ortodoxo, cuando la Sabiduría surge
siempre en nuestra propia naturaleza, permitiéndonos estar alejados de la
ignorancia y de la ilusión, así como de la iluminación, podemos considerar
que hemos alcanzado la budeidad, es decir, hemos realizado nuestra
propia naturaleza búdica, el estado de Buda, gracias a las palabras
pronunciadas por nuestro instructor.
Querido auditorio, deberíamos tener presente en el espíritu que
marchamos por el Sendero y de esta manera nuestros votos se verán
reforzados.
Querido auditorio, ahora que ya hemos profesado estos cuatro votos
que, por su naturaleza, incluyen a todos los demás, dejadme hablaros de
las “Tres Guías”.
Tomamos la Iluminación como guía, ya que es la culminación del
mérito y de la Sabiduría.
Tomamos la ortodoxa cono guía, ya que es el medio supremo de
despojarnos del deseo.
Tomamos la pureza como guía, ya que es la cualidad más noble de la
Humanidad.
Que el Perfectamente Iluminado sea nuestro instructor en el futuro.
En ningún momento, y a cualquier precio, no debemos seguir a Mârâ*
ni a ningún otro guía herético. Testimoniemos esto a nosotros mismos,
recurriendo a los “Tres Tesoros” de nuestra propia naturaleza, hacia los
cuales, querido auditorio, os aconsejo ir. Estos Tres Tesoros son:
El Buda, o Iluminación.
El Dharma, la enseñanza, la ley ortodoxa.
La Sangha, la comunidad de monjes, la pureza.
Dejar que nuestro espíritu se refugie en la Iluminación para que no
surjan nociones malas e ilusorias, para que el deseo disminuya, para que
41

no se conozca la insatisfacción, para que la concupiscencia y la ambición


nos abandonen, es la culminación del mérito y de la Sabiduría.
Dejar que nuestro espíritu se refugie en la ortodoxia para que de una
sensación momentánea a otra estemos siempre libres de los puntos de
vista falsos, es el medio supremo de liberarnos de los deseos.
Dejar que nuestro espíritu se refugie en la pureza para que en todas
las circunstancias no sea contaminado por los agotadores objetos de los
sentidos, por la ambición y el deseo. La pureza es la cualidad más noble de
la Humanidad.
Seguir las “Tres Guías” de la manera citada precedentemente,
significa refugiarse en sí mismo, es decir, en su propia naturaleza.
Ciertas personas ignorantes siguen las “Tres Guías” desde por la
mañana hasta por la noche, pero no comprenden nada. Cuando dicen que
se refugian en Buda ¿saben dónde está? Si no pueden ver al Buda ¿cómo
pueden refugiarse en él? ¿No es un engaño una afirmación así?
Querido auditorio, cada uno de vosotros debería examinar este punto
cuidando de no utilizar mal la propia energía. El Sutra dice distintamente
que debemos tomar refugio en el Buda que está en nosotros mismos y en
ningún momento menciona que debemos refugiarnos en otros Budas, sobre
todo si tenemos en cuenta que no existe ningún lugar a dónde ir si no
tomamos refugio en nuestro Buda interior.
Una vez aclarado este punto, que cada uno de vosotros tome refugio
en los Tres Tesoros de nuestra propia naturaleza. Debemos controlar
nuestros pensamientos en nosotros mismos. Exteriormente debemos ser
respetuosos hacia los demás. Esta es la manera de tomar refugio en
nosotros mismos.
Querido auditorio, ya que hemos adoptados “Tres Guías”, voy a
hablaros ahora del Trikaya, los Tres Cuerpos o aspectos del Buda de
nuestra propia naturaleza, de manera que podáis ver estos Tres Cuerpos y
realizar claramente vuestra propia naturaleza.
Oídme muy atentamente, os lo ruego, y repetid conmigo:
“Con nuestro cuerpo físico nos refugiamos en el Cuerpo puro de la de
la Ley del Buda (Dharmakaya).
Con nuestro cuerpo físico nos refugiamos en el Cuerpo perfecto de la
Compensación del Buda (Sambhogakaya).
Con nuestro cuerpo físico nos refugiamos en el Cuerpo de
Transformación del Buda (Nirmanakaya)”.
Querido auditorio, nuestro cuerpo físico es como la habitación de un
hotel, es decir, temporal. No podemos pues refugiarnos en él. El Trikaya
42

puede ser encontrado en nuestra propia naturaleza, estos Tres Cuerpos del
Buda son comunes a todo el mundo.
El espíritu de un hombre ordinario no conoce su propia naturaleza
interior porque actúa en la ilusión. Por eso ignora el Trikaya que se
encuentra en él y, a causa de su error, cree que debe buscarlos en el
exterior.
Oídme, os lo ruego, voy a demostraros que podéis ver el Trikaya en
vosotros mismos, ya que al ser una manifestación de nuestra propia
naturaleza interior, no debe sr buscado en el exterior.
¿Qué es el Cuerpo puro de la Ley (Dharmakaya)? Nuestra naturaleza
es intrínsecamente pura, todas las cosas buenas o malas no son más que
su propia manifestación. Las buenas o malas acciones no son más que la
manifestación de buenos o malos pensamientos. De esta manera, todas las
cosas de nuestra propia naturaleza, al ser intrínsecamente puras, son
parecidas al azul del cielo y al resplandor del sol o de la luna. Los cuáles,
obscurecidos por nubes pasajeras, parecen perder su brillo, pero tan
pronto como el viento dispersa estas nubes vuelven a adquirir su brillo
penetrante que en este momento ilumina todas las cosas.
Querido auditorio, nuestros hábitos caprichosos pueden ser
comparados a las nubes, mientras que el discernimiento y la Sabiduría se
parecen respectivamente a l sol y la luna.
Cuando nos apegamos a los objetos exteriores nuestra propia
naturaleza pura queda oscurecida por estos pensamientos libertinos que
impiden a nuestra siempre luminosa sabiduría y sagacidad enviarnos su
luz. Pero si tenemos la enorme suerte de encontrar a un piadoso instructor
que nos enseñe el Dharma ortodoxo, podremos a través de nuestros
propios esfuerzos, suprimir la ignorancia y la ilusión, y aclararnos
interiormente y exteriormente. La verdadera naturaleza de las cosas se
manifestará entonces, naturalmente, en nuestra propia naturaleza. Este es
exactamente el caso de aquellos que han visto, frente a frente, su propia
naturaleza, y que es llamada el Cuerpo puro de la Ley de Buda.
Querido auditorio, refugiarse en un verdadero Buda es refugiarse en
nuestra propia naturaleza, aquel que actúa así purifica su propia naturaleza
de malos pensamientos, de envidia, de perversidades, de egoísmo, de
mentiras y de falsedades, de arrogancias y de todas las demás cosas malas
que pueden surgir en cualquier momento.
Refugiarse en sí mismo es estar constantemente alerta a nuestros
propios errores y abstenerse de criticar los méritos y los defectos de los
demás. Aquel que es humilde y flexible en cualquier ocasión, que es amable
con los demás, ha realizado completamente su propia naturaleza, tan
43

completamente que su sendero está libre de cualquier obstáculo. Esta es la


manera de refugiarse en sí mismo.
¿Qué es el Cuerpo perfecto de Compensación (Sambhogakaya)?
Tomemos el ejemplo de una lámpara. De la misma manera que una
lámpara puede dispersar las tinieblas milenarias, una chispa de Sabiduría
puede suprimir la ignorancia que dura desde el comienzo de los tiempos.
No tenemos por qué atormentarnos por el pasado. El pasado ya no
existe y no puede volver. Lo que nos llama la atención es el futuro. Que
nuestros pensamientos sean claros, de sensación momentánea en
sensación momentánea. Miremos de frente a nuestra propia naturaleza. El
bien y el Mal se oponen, pero su esencia no es dualista. La naturaleza no –
dualista es llamada verdadera naturaleza, es decir, inmutablemente
idéntica, que no puede ser contaminada por el mal, ni afectada por el bien.
Esto es llamado el Cuerpo perfecto de compensación de Buda.
Un simple mal pensamiento basta para anular los buenos méritos
acumulados durante años, mientras que un buen pensamiento puede, de la
misma manera, expiarnos todos nuestros pecados, aunque sean
numerosos como los granos de arena del Ganges. Realizar nuestra propia
naturaleza, de una sensación momentánea a otra, de manera que estemos
perpetuamente en un estado de atención justa, es el Cuerpo perfecto de
Compensación de un Buda (Sambhogakaya).
¿Qué es el Cuerpo de Transformación de un Buda (Nirmanakaya)?
Cuando hemos sido atrapados por la menor discriminación o
particularización, se produce una transformación. De otra manera, todas
las cosas están vacías como el espacio. El infierno surge cuando fijamos
nuestros pensamientos sobre cosas malas. El paraíso aparece cuando
fijamos nuestros pensamientos sobre cosas buenas. Dragones y serpientes
son transformaciones del odio venenoso, mientras que los Bodhisattva que
iluminan a los seres sensibles son la misericordia personalizada.
Las regiones superiores son la cristalización de la Sabiduría,
mientras que los mundos inferiores son una forma de ignorancia y de
orgullo. Numerosas son, en verdad, las transformaciones de nuestra propia
naturaleza. Las gentes que viven en la ilusión no se despiertan y no
comprenden. Su pensamiento tiende siempre hacia el mal y, naturalmente,
al final practican el mal. Pero si desvían su pensamiento hacia la rectitud,
aunque sólo sea durante un momento, la Sabiduría surge inmediatamente.
A esto se la llama Cuerpo de Transformación del Buda de la propia
naturaleza.
Querido auditorio, el Cuerpo de la Ley (Dharmakaya) se basta
intrínsecamente a sí mismo.
44

Ver frente a frente y de una sensación momentánea a otra sensación


momentánea la naturaleza propia, es el Cuerpo de Compensación del Buda
(Sambhogakaya).
Fijar nuestros pensamiento sobre este Cuerpo de Compensación de
manera que surja la Sabiduría, es el Cuerpo de Transformación
(Nirmanakaya).
Alcanzar la Iluminación con nuestro propio esfuerzo y practicar la
bondad inherente a nuestra propia naturaleza, es la verdadera manera de ir
hacia estos Tres Cuerpos.
Nuestro cuerpo físico, compuesto de hueso y piel, no es la meta de
nuestro destino. Realicemos los Tres cuerpos de nuestra propia naturaleza
y conoceremos el Buda de nuestra propia naturaleza.
He compuesto una estancia cuya recitación y puesta en práctica
dispersa inmediatamente las ilusiones y expía los pecados acumulados
durante numerosos kalpas.
Es la siguiente:

“Las gentes acumulan méritos imperfectos en la ilusión –para


renacimientos favorables en este mundo o en los mundos superiores- pero
no van por el Sendero. Creen que acumular méritos y marchar por el
Sendero son una sola y misma cosa.
Los méritos que han conseguido a través de las limosnas y de las
ofrendas son infinitos, pero no se dan cuenta de que el origen último del
pecado reside en los tres elementos venenosos –odio, ambición, orgullo- de
su propio espíritu.
Esperan expiar sus pecados acumulando méritos, sin saber que las
felicidades obtenidas en las vidas futuras no pueden hacer nada para
expiar sus pecados. ¿Por qué no desembarazarnos del pecado en nuestro
propio espíritu? Este sería el verdadero arrepentimiento, el efectuado en
nuestra propia naturaleza.
Un pecador que comprende de pronto en qué consiste el verdadero
arrepentimiento en la Escuela del Gran Vehículo (Mahâyâna) y que deja de
hacer el mal, poniendo en práctica la rectitud, queda liberado del pecado.
Aquel que va por el Sendero y cuida constantemente su propia naturaleza,
puede ser comparado a los diversos Budas.
Nuestros patriarcas sólo han transmitido un sistema de Ley: el
“Sistema Súbito”. Que todos aquellos que nos siguen puedan ver frente a
frente su propia naturaleza y encontrarse inmediatamente con los Budas.
Si queréis buscar el Cuerpo de la Ley, buscadlo más allá de las
cosas, de las formas y de los fenómenos, y vuestro espíritu será puro.
45

Practicad de manera que posáis ser vuestra propia naturaleza frente a


frente y no os desalentéis. La muerte puede llegar en cualquier momento y
poner fin abruptamente a vuestra existencia terrestre.
Aquellos que comprenden la enseñanza del Gran Vehículo y que sean
capaces de realizar la propia naturaleza, deberían unir las manos en signo
de respeto y buscar con fervor el Cuerpo de la Ley”.

El patriarca añadió:
“Querido auditorio, debéis recitar esta estancia y ponerla en
práctica. Si después de haberla recitado, sois capaces de comprender
vuestra propia naturaleza, podéis consideraros cono si estuvierais siempre
conmigo, anquen os encontréis a mil lis de aquí. Pero si sois incapaces de
comprenderla aunque nos encontremos cara a cara, estamos realmente
separados más de mil lis. En este caso ¿para qué os habéis tomado la
molestas de venir desde tan lejos? Tened cuidado de vosotros mismos.
Hasta la vista”.
Después de haber oído lo que había dicho el patriarca, toda la
asamblea fue iluminada y embargada de una gran alegría. Todos aceptaron
su enseñanza y la pusieron en práctica.

NOTAS CAPITULO VI

(1) Piernas cruzadas, rodillas en contacto con el suelo, columna


vertebral bien derecha.
46

CAPÍTULO SÉPTIMO
INSTRUCCIONES DADAS A LOS DISCÍPULOS
SEGÚN SUS TEMPERAMENTOS Y LAS
CIRCUNSTANCIAS DE SUS CASOS.
Cuando el patriarca volvió a Tsao Ho, al pueblo de Chao Tcheu, en
Huan Mei, allí donde el dharma le fue debidamente transmitido, aún era un
personaje desconocido. Por esa época, un erudito confucionista llamado
Liu Tche Liao, le hizo una calurosa acogida y le trató liberalmente.
Este Tche Liao tenía una tía llamada Wu Tch’ing Tch’ang que era
monja budista y tenía la costumbre de recitar el Maha-Paranirvâna-Sutra.
Después de haber oído la recitación durante un instante, el patriarca
comprendió la profunda significación de esta obra y comenzó a
explicársela. Ella también cogió la palabra y le preguntó la significación de
ciertas palabras.
“Soy analfabeto, replicó el patriarca, pero si desea usted conocer el
alcance de esta obra, le ruego que me plantee las preguntas que quiera”.
¿Cómo puede usted comprender su significación, respondió la monja,
si ni siquiera conoce las palabras?
A lo cual el patriarca respondió: “La profundidad de las enseñanzas
de los diversos Budas, no tienen nada que ver con el lenguaje escrito”.
Esta respuesta le impresionó mucho y, dándose cuenta de que no se
encontraba ante un monje ordinario, les habló a todos los piadosos
Ancianos del Pueblo. “Es un hombre santo, les dijo, deberíamos pedirle que
se quede con nosotros y obtener de él el permiso de proporcionarle
alimentos y albergue”.
Un descendiente del marqués Wu de la dinastía Mei, llamado Tsao
Chu-Liang, en compañía de otros habitantes, fue un día a visitar al patriarca
y a presentarle sus respetos.
El histórico monasterio de Pao Ling, devastado por la guerra al final
del reinado de la dinastía Suei, no era más que un montón de ruinas. Allí,
sobre el antiguo recinto, reconstruyeron otro y le pidieron al patriarca que
permaneciera en él como superior. En muy poco tiempo, este monasterio
se convirtió en un templo muy famoso. Después de permanecer en él
durante nueve meses y algunos días, sus malvados enemigos encontraron
sus huellas y de nuevo lo persiguieron. Así tuvo que refugiarse en una
colina lejana, pero estos perversos prendieron fuego al bosque en el que se
47

ocultaba y el patriarca logró escaparse abriéndose un camino entre las


rocas. Esta roca es conocida desde entonces con el nombre de “Roca del
Refugio”, y aún puede verse en ellas las huellas de las rodillas del patriarca
en postura de meditación, así como las de su kesa.
Acordándose de las instrucciones de su maestro, el quinto patriarca,
en las que dijo que se detuviere en Huei y en Huai, el sexto patriarca hizo de
estos dos distritos su lugar de retiro y su circunscripción.

* * *

El monje Fa-Hoi, oriundo de Hong Kong, en su primera entrevista con


el patriarca, le preguntó la significación de estas palabras muy conocidas:
“Lo que el espíritu es, el Buda es”.
El patriarca respondió: “No permitir que un pensamiento pasajero
surja de nuevo, es el espíritu. No permitir que un pensamiento sea
aniquilado, es el Buda. El espíritu manifiesta todo tipo de fenómenos. El
Buda está liberado de todas las formas, es decir, se da cuenta de la
irrealidad y de la ilusión de todos los fenómenos concebibles. Si me pusiera
a darle una explicación completa, no sería capaz de agotar este tema
durante todo un kalpa.
Oiga mis palabras:
“La Sabiduría es el pensamiento, la concentración perfecta es el
Buda.
Si la práctica de la Sabiduría y de la concentración perfecta van
juntas, sus pensamientos serán puros.
Esta enseñanza sólo puede ser comprendida por la práctica
cotidiana.
La concentración perfecta actúa, pero en sí, es inmóvil.
La ortodoxia enseña la práctica de la Sabiduría y de la Concentración
perfecta”.
Después de haber oído lo que le había dicho el patriarca, Fa Hoi se
iluminó súbitamente y elogió al patriarca con el siguiente poema:

“Lo que el espíritu es, el Buda es


Esto es naturalmente verdad.
Pero al no comprenderlo
Me disminuía a mí mismo.
Ahora conozco la causa principal de la Sabiduría
Y de la Concentración perfecta
Y las pondré en práctica
48

Para liberarme de todas las formas”.

* * *

El monje Fa Ta, oriundo de Hung Tcheu, que entró en la Orden


monástica a la edad de siete años, tenía la costumbre de recitar el
Saddharma Pundarika Sutra (El Sutra del Loto). Un día que fue a presentar
sus respetos al patriarca, olvidó inclinarse hacia el cuelo.
El patriarca le amonestó por esta falta de cortesía, diciéndole:
“Si usted se niega a inclinar la cabeza hacia el suelo, es mejor que se
abstenga de hacer cualquier saludo. Debe haber algo en su espíritu que le
hace vanidoso. Dígame, se lo ruego, ¿en qué consiste su práctica
cotidiana?
-Recito el Sandharma Pundarika Sutra, replicó Fa Ta, he leído el texto
entero unas tres mil veces.
-Si usted hubiera comprendido el sentido del Sutra, remarcó el
patriarca, incluso después de haberlo leído diez mil veces, no tendría una
actitud tan vanidosa y orgullosa. No obstante, sea cual sea el caso, usted
marcha por el mismo Sendero que yo; pero su realización le ha hecho
demasiado vanidoso y, además, parece que usted no comprende que eso
está mal.
Escuche mi estancia:

“Puesto que la meta de la ceremonia es subyugar la arrogancia, ¿por


qué no ha inclinado la cabeza hasta el suelo?
Creer en un “yo” es fuente de egoísmo.
Por el contrario, considerar todo logro como vacío, nos hace, en
verdad, alcanzar un mérito incomparable”.

El patriarca le preguntó entonces cuál era su nombre y al saber que


se llamaba Fa Ta –Comprensión de la Ley-, le dijo:
“Su nombre es Fa Ta, con diligencia y constancia usted recita el
Sutra.
Pero repetir el texto con los labios sólo sirve para pronunciar.
Aquel que comprende su sentido tiene el espíritu iluminado y es un
verdadero bodhisattva.
Debido a las condiciones que causan la aparición de un fenómeno,
cuyo origen se encuentra en nuestras vidas pasadas, voy a explicarle lo
siguiente:
49

Créame cuando le digo que el Buda no enuncia ninguna palabra y el


loto florecerá en su boca”.
Después de haber oído esta estancia, Fa Ta fue embargado por los
remordimientos y se excusó ante el patriarca. Añadió: “Seré humilde y
amable en todas las ocasiones. Aún tengo duda sobre la interpretación
correcta del Sutra ya que no lo comprendo muy bien. ¿Tendría usted la
amabilidad de darme una corta explicación?
El patriarca replicó:
“Fa Ta, la Ley es completamente clara, es su espíritu el que se ha
oscurecido. El Sutra no tiene pasajes dudosos, es su espíritu el que duda.
¿Conoce usted el objetivo principal de la recitación del Sutra?
-¿Cómo podría conocerlo, Señor, siendo tan obtuso y estúpido? Lo
único que sé hacer es recitarlo palabra por palabra.
El patriarca le dijo: “Yo no sé leer ¿tendría usted la amabilidad de
recitarme el Sutra completamente? Y después yo se lo explicaré.
Fa Ta recitó el Sutra en voz alta. Cuando llegó al capítulo titulado
“Parábolas”, el patriarca le detuvo diciéndole: “La nota fundamental de este
Sutra es dar a conocer la meta y el objeto de una encarnación de un Buda
en este mundo. A pesar de que las parábolas y los ejemplos sean
numerosos en este libro, ninguno de ellos va más allá de este punto central.
¿Cuál es el objeto, la meta? El Sutra dice: El Buda aparece en este mundo
con un solo objeto y una sola meta, en verdad, un objeto sublime, una meta
sublime. Este único objeto, esta única meta, este objeto grandioso, esta
meta grandiosa es la visión del Conocimiento búdico.
Las gentes ordinarias se apegan a los objetos exteriores, es decir,
consideran que los fenómenos son cosas reales y caen en la idea falsa de
“vacuidad” que implica el punto de vista erróneo de la aniquilación.
Si fueran capaces de liberarse del apego a los objetos con los que
toman contacto y de abandonar el falacioso punto de vista de la
aniquilación en lo que concierne al “Vacío”, serían liberados de las
decepciones interiores y de las ilusiones exteriores. De aquel que
comprende esto y cuyo espíritu está iluminado, se dice que ha abierto los
ojos al conocimiento búdico.
La palabra Buda es equivalente de Iluminación y puede ser
considerada bajo los siguientes cuatro aspectos:
Abrir los ojos al conocimiento de la iluminación.
Mostrar la visión del conocimiento de la Iluminación.
Despertar a la visión del conocimiento de la Iluminación.
Estar firmemente establecido en el conocimiento de la Iluminación.
50

Si después de haber oído la enseñanza se es capaz de comprender


completamente el conocimiento de la Iluminación, nuestra calidad
inherente o verdadera naturaleza tendrá la ocasión de manifestarse. Hay
que evitar una mala interpretación del texto y llegar a la conclusión de que
el conocimiento búdico es algo especial al Buda y que no es común a todos,
simplemente porque en el Sutra se encuentra el siguiente texto: “Abrir los
ojos a la visión de conocimiento búdico”, etc. Un desprecio así equivaldría a
calumniar al Buda y a blasfemar al Sutra. Al ser un Buda, él posee ya el
Conocimiento que da la Iluminación y no tiene que abrir los ojos para
alcanzarla. Hay que aceptar pues la interpretación que el conocimiento
búdico es el de nuestro propio espíritu y no un conocimiento búdico de un
cierto Buda exterior.
Todos los seres sensibles, cegados por los objetos de los sentidos y
por este hecho, cerrados a su propia luz, atormentados por las
circunstancias exteriores y por los obstáculos interiores, actúan
voluntariamente como esclavos de sus propios deseos.
Al percibir esto, nuestro señor Buda tomó la resolución de superar su
estado exaltado de concentración última (samâdhi) para exhortarles
seriamente, por medio de diversos sermones, a suprimir sus deseos y a
abstenerse de buscar la felicidad en el exterior a fin de que pudieran llegar
a ser semejantes al Buda. Esta es la razón por la que el Sutra dice; “Abrir
los ojos a la visión del conocimiento búdico”, etc.
Yo le aconsejo que abra igualmente los ojos al conocimiento búdico
de su propia naturaleza. Pero en su perversidad, cometen pecados
impulsados por su ignorancia y por su ilusión. Son buenos de palabras,
pero malos en sus espíritus, llenos de ambiciones, de malicia, de envidia,
son retorcidos, lisonjeros, egoístas, ofenden a los hombres y destruyen las
cosas.
Estas gentes sólo abren los ojos al conocimiento de las gentes
ordinarias y no al conocimiento búdico. Si mejoraran en su corazón de
manera que la Sabiduría pudiera surgir continuamente, si practicaran la
introspección de su propia naturaleza y sustituyeran la práctica de sus
malas acciones por el bien, ellos mismos se iniciarían en el conocimiento
búdico.
Esta es la razón por la que deberíais, de sensación momentánea en
sensación momentánea, abrir los ojos no al conocimiento de las gentes
ordinarias, sino al conocimiento búdico, que está más allá de este mundo,
mientras que el otro es de este mundo.
Por otra parte, si usted se apega a la concepción arbitraria de que,
sin comprender la significación del Sutra, la simple recitación basta como
51

ejercicio cotidiano, usted se enorgullece demasiado como el yak de su


cola” (1).
Fa Ta dijo entonces: “Lo único que tenemos que hacer es conocer la
significación del Sutra. No merece la pena recitarlo ¿no es así Señor?
-No hay nada malo en el Sutra, replicó el patriarca, para que usted se
abstenga de recitarlo. Pero depende de usted que su recitación le aclare o
no. Aquel que recita el Sutra con la lengua y pone en práctica la enseñanza
en su espíritu, será un maestro en el Sutra. Aquel que lo recite sin ponerlo
en práctica será esclavo del Sutra.
Oiga mi estancia:

“Cuando nuestro espíritu está en la ilusión,


el Sadharma Pundarika Sutra nos domina,
mientras que con un espíritu iluminado,
nosotros dominamos el Sutra.
Recitar el Sutra durante un tiempo considerable,
sin conocer su significado principal,
indica que permanecemos ajenos a su sentido.
Recitar el Sutra sin conservar creencias arbitrarias
es la manera correcta de hacerlo.
Aquel que está por encima de la afirmación
y de la negación viaja constantemente
en el Carro del Buey Blanco”. (2)

Después de haber oído esta estancia, Fa-Ta se iluminó y se emocionó,


sin quererlo, hasta derramar lágrimas.
“Es perfectamente cierto, exclamó, que hasta ahora era incapaz de
dominar el Sutra. Era el Sutra quien me dominaba a mí”.
Y planteó otra pregunta:
“El Sutra dice: “Todas las especulaciones combinadas, las de los
shravakas*, las de los bodhisattvas, no son suficientes para hacerles
comprender el Conocimiento búdico. Pero usted, Señor, me ha dicho que
un hombre ordinario, si conoce su propia naturaleza, alcanza el
Conocimiento búdico. Temo Señor, que salvo aquellos dotados de un
espíritu superior, todos los demás hombres dudan de sus palabras.
Además, en el Sutra se mencionan tres tipos de carros; el carro tirado por
cabras, el carro tirado por venados, el carro tirado por bueyes. (2)
¿Cómo se puede distinguir este último carro tirado por el Buey
Blanco? ¿Quiere usted tener la amabilidad de responderme?
52

El patriarca replicó: “El Sutra es claro, es usted quien no lo


comprende. La razón de que los shravakas, los Pratyekas-budas* y los
bodhisattvas no puedan comprender el Conocimiento búdico es que
especulan sobre él.
El Buda Gotama predicó este Sutra a los hombres ordinarios y no a
otros budas. Aquellos que no pudieron aceptar la doctrina que exponía,
dejaron la asamblea.
Parece que usted no comprende que una vez que se está en el carro
del Buey Blanco, es inútil salir de él para ir a buscar los otros tres
vehículos. Por otra parte, el Sutra dice claramente que no existen otros
vehículos de Buda y que solamente para enseñarnos este único vehículo, el
Buda tuvo que dar innumerables e inteligentes discursos, tuvo que utilizar
diversos medios y argumentos, así como parábolas y ejemplos.
¿Cómo es que usted no comprende que los otros tres vehículos no
son más que sucedáneos, empleados en el pasado, mientras que el solo
vehículo existente –el del Buda- es el último y el destinado a nuestro
tiempo? El Sutra le enseña que hay que pasar de estos” sucedáneos” y
recurrir al vehículo último. Usted se dará cuenta que incluso esta palabra
“último”, desaparece.
Debe usted saber que es usted el único poseedor de este precioso
tesoro y que está enteramente a su disposición. (3)
Cuando usted se libere de la concepción arbitraria según la cual este
precioso tesoro pertenece en propiedad a un padre, o a un hijo, o que no
está en disposición de tal o cual persona, puede decir entonces que se
encuentra en la buena vía para recitar el Sutra.
En este caso, de kalpa en kalpa, el Sutra se encontrará virtualmente
en sus manos y, desde por la mañana hasta por la noche, podrá recitarlo
siempre”.
Ta-Fa fue inmediatamente iluminado y, embargado por una gran
alegría, elogió al patriarca con la siguiente estancia:
“La ilusión de haber alcanzado grandes méritos por haber recitado el
Sutra más de tres mil veces, se ha disipado enteramente gracias a las
palabras del Maestro TAO Hsi (el sexto patriarca).
Aquel que no ha comprendido aún la meta de la encarnación de un
Buda en este mundo, es incapaz de suprimir las pasiones violentas
acumuladas durante muchas vidas.
Los tres vehículos, tirados respectivamente por cabras, por venados
y por bueyes, son sólo “sucedáneos”, mientras que las tres etapas
preliminar, intermedia y final, a través de las que el dharma ortodoxo ha
sido expuesto son, en verdad expresadas de una manera ingeniosa. ¿Quién
53

sabe que incluso en el interior de la casa en llamas se puede encontrar al


Rey del Dharma? (4)
El patriarca le dijo que a partir de ahora, y no antes, podría ser llamado: “El
monje que recita el Sutra”.

* * *

El monje Tchi Tong, oriundo de Cho Tcheu, en An Fung, había leído


una y mil veces el Lankavatara Sutra, pero no conseguía comprender el
sentido del Trikaya y las cuatro sabidurías. Hizo una visita al patriarca para
que se lo explicara.
“Por lo que se refiere a los Tres Cuerpos, dijo el patriarca, el Cuerpo
de la Ley –Dharmakaya- es su naturaleza. El Cuerpo de los dones perfectos
–Sambhogakaya- es su sabiduría y el Cuerpo de Transformaciones –
Nirmanakaya- son sus acciones.
Si usted utiliza estos Tres Cuerpos fuera de su propia naturaleza,
serán Cuerpos sin sabiduría. Si usted se da cuenta de que estos Tres
Cuerpos no tienen, de hecho, una esencia positiva que les sea propia (5),
alcanzará la Iluminación de las cuatro sabidurías.
Oiga mi estancia:

“Los Tres Cuerpos son inherentes a nuestra propia naturaleza.


Las cuatro sabidurías se manifiestan
cuando estos Cuerpos se desarrollan.
De esta manera, sin cerrar los ojos y las orejas
para mantenerse aparte del mundo exterior,
usted puede alcanzar directamente la budeidad.
Ahora ya se lo he explicado
si usted cree firmemente en ello
estará para siempre liberado de la ilusión.
No siga a aquellos que buscan la iluminación en el exterior
Esas gentes hablan sin cesar de la Iluminación
pero nunca la encontrarán”.

Tchi Tong preguntó una segunda vez:


“¿Puedo saber algo sobre las cuatro Sabidurías?”.
-Si comprende usted los Tres Cuerpos, replicó el patriarca, conocerá
igualmente las cuatro Sabidurías. Su pregunta es, pues, superflua.
54

Si utiliza las cuatro Sabidurías sin haber comprendido los Tres


Cuerpos, estas sabidurías carecerían de cuerpos. En este caso, las
sabidurías no serían tales sabidurías.”.
El patriarca enunció otra estancia:

“La Sabiduría-espejo es de naturaleza pura.


La Sabiduría ecuánime libera al espíritu de cualquier obstáculo.
La Sabiduría lúcida ve intuitivamente las cosas
sin pasar por el proceso del razonamiento.
La Sabiduría activa tiene las mismas características
que la Sabiduría reflejada como en un espejo”.

“Las cinco primeras especies de conciencia que dependen


respectivamente de los cinco órganos de los sentidos y el “Depósito de
Conciencia” (âlaya-vijnâna) que almacena y conserva, son transmutados en
Sabiduría Suprema en la etapa del Fruto o Etapa del Buda, mientras que la
conciencia-conocimiento, es decir, la conciencia del espíritu contaminado
o conciencia de un “yo” y la conciencia-conocimiento del pensamiento, son
transmutadas en la etapa del Bodhisattva. Las llamadas transmutaciones
de conciencia no son más que cambios de nombre y no cambios de
substancia. (6)
Cuando usted sea capaz de liberarse enteramente del apego a los
objetos de los sentidos, la llamada transmutación se produce. A partir de
entonces y para siempre, vivirá en un estado de éxtasis exaltado que
surgirá continuamente”.
Al oír esto, Tchi Tong realizó súbitamente la sabiduría de su espíritu y
entregó al patriarca la siguiente estancia:

“Intrínsecamente, los Tres Cuerpos (Trikaya) están en nuestra propia


naturaleza, cuando los Cuerpos y la Sabiduría se identifican de una
manera absoluta, podemos responder a la llamada de todos los seres
y armonizarnos con sus temperamentos y disposiciones, sean cuales
sean las formas que tengan.
Buscar los Tres Cuerpos y las Cuatro Sabidurías es tomar el mal
camino.
Estos Cuerpos y Sabidurías son inherentes a nuestra naturaleza y
deben ser realizados, no buscados. Intentar atraparlos y confinarlos
es ir contra su naturaleza intrínseca. (7)
55

Gracias a usted, Señor, ahora soy capaz de comprender su


significación profunda. A partir de ahora, puedo pasar para siempre de
nombre y términos falsos y arbitrarios.

* * *

El monje Tchi-Tch’ang, oriundo de Kwé Hsi entró en la Orden


Monástica siendo aún niño, continuamente se esforzaba en realizar su
propia naturaleza. Un día fue a visitar al patriarca y éste le preguntó de
dónde venía y a qué había venido.
“Últimamente me encontraba en la montaña del Acantilado Blanco en
Hung Tcheu, replicó el monje, a donde fui para interrogar al Gran Monje Ta
Tung, quien fue muy justo en enseñarme cómo realizar mi verdadera
naturaleza y alcanzar así el estado de Buda. Sin embargo, como aún tengo
algunas dudas, he venido desde muy lejos para presentarle mis respetos.
¿Sería usted tan amable, Señor, de aclarar mis dudas?”
-¿Qué instrucciones le ha dado su anterior instructor? ¿Quiere usted
repetírmelas, por favor?
-Durante los tres meses que permanecí con él no me dio ninguna
instrucción. Pero como yo ardía por conocer el dharma, una noche fui solo
a su habitación y le pregunté cuál era mi verdadera naturaleza.
-¿Ve usted el “Vacío ilimitado?, me preguntó.
-Sí lo veo, le respondí.
Entonces me preguntó si este Vacío tenía una forma particular.
Cuando le dije que el vacío es sin forma, que no podía tener ninguna forma
particular, me dijo:
-Su verdadera naturaleza es exactamente parecida al Vacío. La visión
justa es realizar que nada puede ser percibido. El verdadero conocimiento
es realizar que no hay nada que conocer. Realizar que este conocimiento
no es verde ni amarillo, ni largo ni corto, que su naturaleza es pura, que su
esencia es perfecta y clara, es realizar nuestra verdadera naturaleza y, por
lo tanto, alcanzar el estado de Buda, también llamado Conocimiento
búdico”.
El patriarca me dijo:
“Su enseñanza indica que aún retiene los conceptos arbitrarios de los
“puntos de vista” y del “conocimiento”. Esta es la razón por la que no
consigue darle una explicación clara”.
Oiga mi estancia:
56

“Realizar que no hay nada que ver y retener el concepto de lo


invisible, es parecido a la superficie del sol oscurecida por nubes
pasajeras.
Realizar que no hay nada que conocer y retener el concepto de lo
Incognoscible, puede ser comparado al cielo puro desfigurado por el
resplandor de un relámpago.
Permitir que surjan conceptos espontáneamente arbitrarios en
nuestra propia naturaleza, indica que aún no hemos reconocido nuestra
verdadera naturaleza y que aún no conocemos los medios de obtener la
realización.
Si usted realiza, aunque sea por un instante, que estos conceptos
arbitrarios son falsos, su propia luz espiritual le alumbrará
constantemente”.
Después de haber oído esto, Tchi Tch’ang sintió que su espíritu se
iluminaba inmediatamente y entregó al patriarca la siguiente estancia:
“Permitir que lo conceptos de Invisible e Incognoscible surjan
espontáneamente en el espíritu, es buscar la Iluminación sin estar liberado
de los conceptos arbitrarios y de los fenómenos.
Aquel que se enorgullece diciendo: “Estoy iluminado”, no es mejor
que cuando estaba en la ilusión.
Si no hubiera venido a los pies del patriarca, hubiera continuado en la
duda sin saber qué camino debía seguir”.
Un día Tchi-Tch’ang preguntó al patriarca:
“El Buda predicó la doctrina de los tres vehículos y, también, la del
vehículo supremo. No comprendo esto. ¿Tendría usted la bondad de
aclararme?”.
El patriarca respondió:
“Si usted quiere comprender, debe practicar la introspección de su
propio espíritu, independientemente de las cosas y de los fenómenos. La
distinción de estos cuatro vehículos no existe en el dharma, sino en el
espíritu de las gentes. Ver, oír, recitar el Sutra, es el pequeño vehículo.
Conocer el dharma y comprenderlo es el vehículo medio. Practicar el
dharma es el gran vehículo. Comprender a fondo todos los dharmas,
tenerlos completamente en nosotros, estar libre de cualquier apego, estar
por encima de las cosas y de los fenómenos y no poseer nada, es el
vehículo supremo.
Puesto que la palabra vehículo significa “movimiento” o en sentido
figurado “puesta en práctica”, no es necesario discutir sobre este punto.
Todo depende de la práctica personal. De esta manera no tendrá usted
57

necesidad de preguntarme nada más. También puedo decirle esto:


“Nuestra naturaleza propia está siempre en un estado de Identidad”.
Tchi-Tch’ang se inclinó, dio las gracias al patriarca y desde entonces
le sirvió como Maestro hasta la muerte de éste.

* * *
El monje Tche Tao, oriundo de Nan-Hai, vino a ver al patriarca para
recibir su instrucción. Le dijo:
“Desde que entré en la orden monástica, he leído el Mahâ
Paranirvâna Sutra durante más de diez años, pero hasta ahora no he
comprendido su idea principal. Le ruego que me instruya a este respecto.
-¿Qué parte no comprende usted?, preguntó el patriarca.
-Aquella que dice: “Todas las cosas son impermanentes y pertenecen
a la ley del Devenir y de la Cesación. "Cuándo ambos, Devenir y Cesación,
no actúan, surge la beatitud del Reposo Perfecto y de la Cesación”.
-¿Qué es lo que te hace dudar?, preguntó el patriarca.
-Todos los seres tienen dos cuerpos: el cuerpo físico y el Cuerpo de la
Ley, respondió Tche Tao. El primero es impermanente, vive y muere. El
segundo es permanente, no tiene ni conocimiento ni sensación. Sin
embargo, el Sutra dice: “Cuando ambos, Devenir y Cesación, no actúan, la
felicidad del perfecto reposo y la cesación de los cambios surgen. “No sé
qué cuerpo deja de existir y cuál es el que goza de la felicidad”.
El cuerpo físico no puede ser, ya que cuando éste muere, los cuatro
elementos fundamentales: tierra, agua, fuego y aire, se desintegran. Y la
desintegración es puro sufrimiento, lo contrario a la felicidad. Si es el
Cuerpo de la Ley el que deja de existir, estaría en el mismo estado que los
objetos inanimados tales como la hierba, los árboles, las piedras, etc. Y en
este caso ¿quién es el que experimenta la felicidad?
Además la quintaesencia del Devenir y de la Cesación, cuyas
funciones son las de los cinco skandhas, es la naturaleza del dharma. Lo
que equivale a decir que para una esencia hay cinco funciones. Sin
embargo, el proceso del Devenir y de la Cesación es eterno. Cuando la
actividad o la función surgen de la quintaesencia, esta quintaesencia
“deviene”, y cuando la función o actividad es reabsorbida en la
quintaesencia, deja de existir. Si se admite la reencarnación, no habría
cesación de los cambios, lo cual es el caso de los seres sensibles.
Si se aparta la reencarnación, las cosas permanecen para siempre
en el estado de quintaesencia, desprovistas de vida. Este es el caso de las
cosas inanimadas. Cuando esto sucede, incluso la existencia es imposible
58

para los seres en los límites y restricciones del nirvâna. ¿Qué felicidad
puede haber?”
-Usted es un hijo de Jina (8), dijo el patriarca, ¿cómo es posible que
adopte usted los puntos de vista falaciosos del eternalismo o de la
aniquilación, sostenidos por los heréticos? ¿Cómo es posible que ose usted
criticar la enseñanza del Supremo Vehículo?
Sus argumentos implican que, aparte del cuerpo físico, hay un
Cuerpo de la Ley y que el “Reposo Perfecto” –Nirvâna- y la “Cesación de los
cambios”, pueden ser buscados fuera del Devenir y de la Cesación del
Devenir. Después, por el hecho que el nirvâna es alegría eterna, usted
juzga que hay alguien que experimenta la felicidad”.
Estos son precisamente los puntos de vista falsos que incitan a las
gentes a desear una existencia sensorial y a entregarse a los placeres del
mundo. Debe usted saber que el Buda, lleno de compasión, predicó la
felicidad real del nirvâna para estas gentes, víctimas de la ignorancia, que
identifican la unión de los cinco skandhas con el “yo” y miran a las demás
cosas como “no-yo”, que están ávidos de existencia individual y rechazan la
muerte, que, de sensación momentánea en sensación momentánea, van a
la deriva en el remolino de la vida y de la muerte, sin realizar el vacío de la
existencia de este mundo, que no es más que un sueño, una ilusión, que a
causa de ellos mismos, sufren inútilmente aferrándose a la alegría eterna
del nirvâna por un modo de sufrimiento y que corren detrás de los placeres
sensuales.
Durante la duración de una sensación momentánea no hay nirvâna, ni
fenómeno del Devenir ni Cesación. Así se manifiestan el Reposo Perfecto y
la Cesación de los cambios. Durante el tiempo que dura una manifestación,
ni siquiera hay concepto de manifestación, y esta es la razón por la que se
llama alegría eterna, y en la cual no hay nadie que goce o que no goce. No
hay una quintaesencia y cinco funciones como pretende usted: es
calumniar al Buda y blasfemar la Ley el llegar a decir que “en los límites y
restricciones del nirvâna, la vida es imposible a todos los seres”.
Oiga mi estancia:
El supremo Maha-paranirvâna Sutra es perfecto, espléndido,
permanente serenidad e Iluminación. Las gentes ordinarias y los ignorantes
lo califican por error de muerte, mientras que los heréticos sostienen
arbitrariamente que es aniquilación.
Los que forman parte del vehículo de los shravakas o del vehículo de
los Pratyekas-budas lo consideran como no-actividad. Todo esto no es, en
suma, más que especulación intelectual, base de los sesenta y dos puntos
59

falsos, puesto que sólo son nombres ficticios, inventados por las
circunstancias y no tienen nada que ver con la verdad absoluta.
Sólo los hombres dotados de un espíritu super-eminente, pueden
comprender íntegramente el verdadero nirvâna y asumir, respecto a él, una
actitud tan alejada del apego como de la indiferencia.
Saben que los cinco skandhas, y eso a lo que llaman ego, producto de
la unión de estos cinco skandhas, así como las formas y los objetos
exteriores, los diversos fenómenos de los sonidos y de la voz, son
igualmente irreales, parecidos a un sueño o a una ilusión.
No hacen ninguna diferencia entre un sabio y un hombre ordinario, y
no tiene ningún concepto arbitrario respecto al nirvâna. Están por encima
de la afirmación y de la negación y rompen las barreras existentes entre el
pasado, el presente y el futuro. Utilizan los órganos de los sentidos cuando
las circunstancias lo exigen, pero el concepto de utilización no surge.
Pueden distinguir separadamente todo tipo de cosas, pero el concepto de
separatividad no surge.
Incluso cuando al final de un kalpa, un cataclismo de fuego seque los
océanos y se levante un viento de catástrofe que derrumbará las montañas,
una tras otra, la real y eterna felicidad del Perfecto Reposo y de la Cesación
de los cambios del nirvâna, permanecerá en el mismo estado y no
cambiará.
Intento describirle ahora lo inefable para que usted pueda despojarse
de sus puntos de vista falsos. Si no interpreta mis palabras literalmente, tal
vez consiga comprender una minúscula parte de la significación del
nirvana”.
Después de haber oído esta estancia, Tche Tao fue altamente
iluminado y, en un estado de éxtasis exaltado, se inclinó y se marchó.
El monje Sing Si, un maestro de meditación (dhyâna) había nacido en
Tchen de Ki-Tcheu, de una familia Liu. Después de haber oído decir que los
sermones del patriarca habían iluminado a un gran número de personas, se
dirigió inmediatamente a Tsao Hsi para visitarle, presentarle sus respetos y
hacerle esta pregunta:
“¿Sobre qué punto debe dirigir un estudiante su espíritu para
alcanzar el Conocimiento, sin pasar por los habituales estados de
progresión?”
-¿Qué trabajo ha hecho usted?, preguntó el patriarca.
-No quiero ocuparme de las Cuatro Nobles Verdades enseñadas por
los diferentes Budas.
-¿En qué etapa se encuentra usted?
60

-¿Qué etapa puede existir cuando me niego a ocuparme de las Nobles


Verdades enseñadas por los Budas?
Esta pregunta inspiró un gran respeto al patriarca, que lo nombró
guía de la asamblea.
Un día, el patriarca le dijo que debía propagar la Ley en algún distrito,
con el fin de que su enseñanza no se extinguiera. Así pues, volvió a la
montaña de Tch’ing Shau, al distrito en el que había nacido.
Después de recibir la transmisión del dharma, lo propagó
ampliamente y perpetuó la enseñanza de su Maestro. A su muerte, le fue
conferido el título póstumo de Maestro de meditación de Hung Tsai.

* * *

El monje Huai-Jan, Maestro de meditación, nació en una familia Tu,


en Kin-Meu. Durante su primera visita al instructor nacional (9) el Maestro
An, de las montañas de Sun Shan, este último le aconsejó que fuera a Tsao
Hsi y que interrogara al patriarca.
A su llegada, y después de los saludos habituales, el patriarca le
preguntó de dónde venía.
“De Sun Shan”, respondió.
-¿Qué es lo que viene de Sun Shan? ¿Cómo ha venido?, preguntó el
patriarca.
-Decir que se parece a algo es falso, replicó el monje.
-Y a través de un entrenamiento, ¿es posible alcanzarlo?
-No es imposible alcanzarlo a través de un entrenamiento, pero es
completamente imposible que sea contaminado.”.
El patriarca exclamó entonces: “Es exactamente esto no-
contaminable, lo que los Budas cuidan tanto. Es así para usted y para mí. El
patriarca Prajnatara de la India, profetizó que después de usted, un caballo
de pura casta (10) se lanzaría y conmovería a todos los pueblos del mundo.
No he querido interpretar demasiado pronto este oráculo puesto que
la respuesta debe encontrarse en su espíritu”.
Huai-Jan se iluminó al oír estas palabras y realizó intuitivamente lo
que el patriarca quería decirle.
A partir de ese día y durante quince años fue su asistente y, día tras
día, fue profundizando en su conocimiento del Budismo. Después se
estableció en Heng Shan, donde extendió ampliamente la enseñanza del
patriarca. A su muerte y por edicto imperial, recibió el título póstumo de
Maestro dhyâna de Ta Huei.
* * *
61

El Maestro de meditación Suan Tchiao, de Jung-Tchia, había nacido


de una familia Tai, de Wen Tcheu.
Durante toda su juventud, había estudiado los Sutras y Shastras, y
conocía bien la inhibición o quietud y la contemplación o discernimiento de
la Escuela Tendai (Tien-Tai). Gracias a la lectura del Vimalakirtinirdesha-
sutra realizó intuitivamente el misterio de su propia naturaleza.
Un día, un discípulo del patriarca le hizo una visita. En el curso de una
larga discusión, Suan-Tché, el discípulo del patriarca, remarcó que las
palabras de su amigo concordaban virtualmente con las de los diferentes
patriarcas. Por eso le preguntó: “¿Puedo conocer el nombre del instructor
que te ha transmitido el dharma?”
-“Tuve instrucciones cuando estudié los sutras y shastras de la
sección Vaipulya, respondió su amigo. Pero más tarde, fue gracias a la
lectura del Vimalakirti nirdesha Sutra que realicé la significación de la
Escuela de meditación y respecto a esto, aún no he tenido instructores para
confirmar o verificar mi saber”.
Suan-Tche le hizo la siguiente observación: “Antes de la época de
Bishmasvara-raya (11), uno podía dispensarse de la asistencia de un
instructor, pero en la época actual, aquel que alcanza la iluminación sin la
confirmación de un instructor es un herético.
-“¿Eres tan amable de prestar testimonio por mi?, preguntó Suan-
Tchiao.
-Mis palabras no tiene peso, replicó su amigo. En Tsao-Hsi está el
sexto patriarca, al que visitan un gran número de gentes venidas de los
cuatro rincones del mundo y cuya meta es obtener la transmisión del
Dharma. Si quieres ir hasta allí, será para mí un placer el acompañarte”.
Fue así que llegaron a Tsao Hsi para interrogar al patriarca. Después
de girar tres veces alrededor de este último, Suan-Tchiao permaneció
inmóvil, sin inclinarse delante del Maestro, y teniendo aún en la mano su
bastón de monje.
Extrañado por esta falta de cortesía, el patriarca le hizo la siguiente
observación: “El monje budista debe ser la personificación de los tres mil
preceptos morales y de las ochenta mil reglas menores de disciplina. Me
pregunto de dónde viene usted y qué es lo que le hace tan orgulloso.
-La cuestión de los renacimientos incesantes es una cuestión capital,
replicó, y como la muerte puede llegar en cualquier momento, no puedo
perder el tiempo en ceremonias. Deseo que usted pueda darme una pronta
respuesta a este problema”.
-¿Por qué no realiza usted el principio del no-nacimiento y resuelve
así el problema de la impermanencia de la existencia?, replicó el patriarca.
62

-Realizar la propia naturaleza es estar libre de los renacimientos y,


una vez resuelto este problema, la cuestión de la impermanencia ya no
existe, respondió Suan-Tchiao.
-Muy bien, muy bien, admitió el patriarca.
Una vez que la discusión llegó a este punto, Suan Tchio cedió, se
inclinó según la costumbre y, después de un momento, se despidió del
patriarca.
-¿No se va usted demasiado rápidamente?”, preguntó el patriarca.
“¿Cómo puede haber rapidez cuando, intrínsecamente, el movimiento
no existe?
-¿Quién sabe que el movimiento no existe?, preguntó el patriarca.
-Espero, Señor, que usted no particularice esto, observó él.
El patriarca lo elogió por haber comprendido tan completamente la
noción de no-nacimiento, pero Suan Tchiao volvió a observar:
-“¿Existe una noción de no-nacimiento?”
-“¿Sin noción, quién puede particularizar?, preguntó el patriarca.
-Lo que particulariza no es una noción, replicó Suan.
-Excelente, exclamó el patriarca.
Entonces pidió a Suan que retrasara su viaje y que al menos se
quedara esa noche.
Desde entonces, Suan fue conocido como el iluminado que
permaneció una noche con el patriarca.
Más tarde escribiría una obra famosa “El Canto de la Iluminación
Súbita” (12) que circuló muy ampliamente.
Su título póstumo es “El Incomparable Maestro Wu Siang” (13).
Igualmente fue llamado por su contemporáneos; “El Maestro de la
meditación Tchen-Tchiao” (14).

* * *

El monje Tchi Huang, un discípulo de la Escuela de meditación,


después de haber consultado al quinto patriarca sobre el progreso de su
trabajo, se consideraba como alguien que había alcanzado el samâdhi.
Durante veinte años estuvo encerrado en un templo pequeño, siempre en
postura de meditación.
Suan-Tché, un discípulo del sexto patriarca, hizo un día una excursión
por la orilla norte de Huang Ho, y en el transcurso de esta excursión oyó
hablar de este monje, después de lo cual decidió ir a hacerle una visita.
“¿Qué hace usted aquí?”, preguntó Suan-Tché.
-Permanezco en samâdhi, respondió su amigo.
63

-¿Dice que permanece en el samâdhi?, replicó Suan. Me gustaría


saber si conscientemente o inconscientemente. Si permanece
inconscientemente, esto significa que todos los objetos inanimados tales
como las piedras, los árboles, las malas hierbas, etc., pueden alcanzar el
samâdhi. Si permanece conscientemente, todos los objetos animados y los
seres sensibles permanecen también en el samâdhi.
-Cuando estoy en samâdhi, replicó Tché Huang, no sé qué significa
consciente o inconsciente.
-Siendo así, respondió Suan, se trata de la quietud perpetua, estado
del que no puede decir que se permanece en él o que se deja. El estado en
el que puedes permanecer o dejar, no es el gran samâdhi”. Tché-Huang se
quedó estupefacto. Al cabo de un momento largo, preguntó:
-¿Puedo saber quién es tu instructor?
-Mi instructor es el sexto patriarca de Tsao Hsi, replicó Suan.
-¿Cómo define tu Maestro el estado de samâdhi?
-Según sus enseñanzas, explicó Suan, el Cuerpo de la Ley es perfecto
y tranquilo. Su esencia y su función están en un estado de identidad. Los
cinco skandhas están intrínsecamente vacíos y los seis objetos de los
sentidos son inexistentes no hay ni “permanecer” ni “dejar” en el samâdhi.
No hay ni quietud ni perturbación. La naturaleza de la meditación es “no-
permanecer”, de manera que debemos elevarnos por encima del estado
“permanecer en la calma de la meditación”. La naturaleza de la meditación
no es creativa. Debemos pues situarnos por encima de la noción “crear un
estado de meditación”.
El espíritu es infinito y puede ser comparado al espacio sin límites.
Después de haber oído esto, Tché Huang se dirigió inmediatamente a
Tsao Hsi para interrogar al patriarca. Este le preguntó de dónde venía. Y
Huang le contó los detalles de la conversación mantenida con Suan.
“Lo que Suan te ha dicho es completamente justo, replicó el
patriarca. Que tu espíritu permanezca en un estado parecido al Vacío del
cielo, pero que no se apegue a la idea de vacuidad. Que funcione
libremente. Aunque esté en actividad o en reposo, que tu espíritu no se
apegue a nada. Olvida la diferencia entre el Sabio y el hombre ordinario.
Ignora cualquier distinción entre el objeto y el sujeto. Deja a tu propia
naturaleza, así como todos los fenómenos, en un estado de Identidad. En
estos casos, estarás todo el tiempo en el estado supremo de concentración
samâdhi”.
Tché-Hung se iluminó completamente. Todo lo que creía haber
conseguido durante veinte años se desvaneció.
64

Esa misma noche, los habitantes de la orilla norte del Río Amarillo
oyeron una voz en el aire que decía que el Maestro de meditación Tché-
Hung había alcanzado la iluminación.
Algún tiempo después, Tché-Huang se despidió del ‘patriarca y volvió
a Ho-Pei, donde instruyó a un gran número de hombres, de mujeres, monjes
y laicos.

* * *

Un monje preguntó una vez al patriarca qué tipo de hombre podía


conocer la esencia fundamental de la enseñanza del quinto patriarca.
-Aquel tipo de hombre que comprenda el dharma budista, replicó el
patriarca.
-¿Usted lo ha comprendido, señor?, preguntó el monje.
-Yo no conozco el dharma budista, fue su respuesta.

* * *

Un día, el patriarca deseó lavar el kesa que había recibido como


herencia y símbolo de la verdadera transmisión del Budismo, pero no
encontraba una corriente de agua conveniente. Así, buscando, llegó hasta
un lugar situado unos cinco lis, detrás del monasterio. Allí observó que las
plantas y los árboles crecían abundantemente y que los alrededores tenían
un aspecto de buen presagio.
Sacudió su bastón produciendo un tintineo de las argollas fijadas en
la punta del bastón, y lo clavó en el suelo. El agua surgió inmediatamente y
formó un estanque.
Cuando se encontraba arrodillado sobre una piedra intentando lavar
el kesa, apareció de repente un monje y le saludó respetuosamente. “Mi
nombre es Fang-Pian, dijo, soy oriundo de Sze-Tchuan. Un día, en el Sur de
la India, me encontré con el patriarca Bodhidharma, quien me dio
instrucciones para venir a China. Me dijo:
“La matriz del ojo del Dharma ortodoxo, así como el kesa que yo
heredé de Mahâkashyapa, han sido transmitidos al sexto patriarca que
ahora se encuentra en Tsao Hsi. Vaya a verle y preséntele sus respetos”.
Después de un largo viaje, acabo de llegar aquí. ¿Puedo ver el kesa y
el cuenco que usted ha heredado?”.
Después de mostrarle estas dos reliquias, el patriarca le preguntó
qué tipo de trabajo hacía.
-Soy escultor muy bueno, respondió el otro.
El patriarca le pidió entonces con un aire grave:
65

“¡Enséñeme pues su trabajo!”.


Fang-Pian se quedó desconcertado en ese momento, pero varios días
después le enseñó al patriarca una estatua de unas siete pulgadas que se le
parecía mucho.
Al ver esta estatua, el patriarca se echó a reír y le dijo:
“Usted conoce muy bien la escultura, pero no sabe nada de la
naturaleza del Buda”. Alargó la mano para pasarla sobre la cima de la
cabeza de Fang-Pian y declaró: “Usted será para siempre el Campo de
Mérito de los seres humanos y celestes”.
El patriarca le recompensó sus servicios dándole un hábito, que
Fang-Pian dividió en tres partes. La primera para envolver la estatua, la
segunda para su propio uso; en cuanto a la tercera, la enterró y la cubrió
con ramas de palmera. En ese momento hizo el voto que, cuando ese trozo
de hábito fuera desenterrado, él se reencarnaría y sería el superior del
monasterio, cuya renovación se llevaría a cabo.

* * *

Un monje se encontraba un día recitando la siguiente estancia,


compuesta por el maestro de meditación Wu Lung:

“Wu-Lung tiene vías y medios para aislar el espíritu de


cualquier pensamiento.
Cuando las circunstancias no influencian al espíritu,
el árbol de la iluminación crece constantemente”

El patriarca la oyó y dijo: “Esta estancia demuestra que el que la ha


compuesto no ha realizado aún su propia naturaleza. Si alguien pone
enpráctica estas enseñanzas, no alcanzará la liberación sino que se
fortalecerá en sus apegos”.
Entonces, el monje le enseñó su propia estancia:

“Huei-Heng no tiene vías ni métodos.


para aislar el espíritu de los pensamientos.
Las circunstancias influencian a veces su espíritu.
Pero lo que me extraña es que el árbol de la
Iluminación siga creciendo en él”.

***
66

NOTAS CAPITULO VII

(1) Los tibetanos dicen que el yak, buey de pelos largos, se siente
muy orgulloso de su cola.
(2) En el Budismo se habla de varios vehículos:
-El carro tirado por cabras es el que toman los Shravaskas.
-El carro tirado por venados es el que toman los Pratyekas.
-El carro tirado por bueyes es el que toman los Bodhisattvas.
-El carro tirado por el buey Blanco es el tomado por el Buda.
(3) Este tesoro es nuestra propia naturaleza original.
(4) El Buda existe en este mundo de sufrimiento.
(5) Estos Tres Cuerpos no son nuestra auténtica naturaleza sino
agregados de ella.
(6)Desde el punto de vista de la ilusión existe una transmutación.
Desde el punto de vista de nuestra propia naturaleza nada ha
cambiado.
(7) Es como buscar las gafas que llevamos puestas.
(8) Jina: El Buda Victorioso. Hijo de Jina: Hijo de Buda.
(9) Por esta época en China, los monjes budistas recibían este título
honorífico.
(10) Esta historia se refiere a Mazu (Baso en japonés), discípulo de
Huai-Jan (Nangaku en japonés). La apelación “caballo de pura casta”
se refiere a este maestro zen que propagó la enseñanza por toda
China. Mazu significa “con aspecto de caballo”.
(11) El primer Buda manifestado en este mundo.
(12) En japonés SHODOKA: El Canto del Inmediato Satori, traducido y
comentado por primera vez en una lengua occidental por el maestro
Taisen Deshimaru. Publicado en castellano por Visión Libros,
Barcelona, 1981.
(13) “El que está más allá de las formas y de los fenó0menos”
(14) “El realmente iluminado”.
67

CAPITULO OCTAVO
LA ESCUELA DE LA ILUMINACIÓN SÚBITA Y LA
ESCUELA DE LA ILUMINACIÓN GRADUAL
El gran maestro Shen-Hsiu (Jiunshu, en japonés), contemporáneo del
patriarca cuando ambos vivían en el monasterio Pao-Lin del quinto
patriarca, predicaba su enseñanza en Yu-Tchuan, en el monasterio de King-
Nan.
Por esta época, las dos escuelas eran conocidas como la Escuela
Huei-Neng del Sur y la Escuela Shen-Hsiu del Norte.
Ambas eran florecientes y se distinguían entre ellas por el uso de la
palabra “gradual” (la del norte) y “súbita (la del sur), de manera que
algunos estudiantes budistas de la época se veían frustrados y no sabían
qué escuela seguir. Después de haber observado esta situación, el
patriarca se dirigió un día a la asamblea de esta manera:
“En el dharma sólo hay una escuela. Si alguien habla de varias
escuelas, esto es debido a que el fundador de una de ellas es de norte y el
otro del sur. Pero, si bien es verdad que sólo hay una Ley, algunos
discípulos la comprenden rápidamente y otros más despacio. La razón de
estas denominaciones “súbita” y “gradual” es la siguiente: algunos
discípulos por sus facilidades mentales, son superiores a otros. Pero en el
dharma, no existe la división entre “súbito” y “gradual”.
A pesar de lo que había dicho el patriarca, los discípulos de Shen-
Hsiu tenían la costumbre de criticarle. Difamaban su reputación diciendo
que era un analfabeto y que su realización no era eminente.
Por otra parte, Shen-Hsiu admitía que el mismo era inferior al
patriarca, el cual había alcanzado la Sabiduría sin la ayuda de un instructor
y poseía a fondo la enseñanza de la Escuela Mahayana. Además, añadía:
“Mi Maestro, el quinto patriarca, no le habría transmitido el kesa y el cuenco
sin tener buenas razones. Lamento que a causa de mis obligaciones en
estas tierras del norte, no pueda ir hasta él para recibir personalmente sus
instrucciones. Vosotros deberíais ir a Tsao Hsi para consultarle y no perder
el tiempo aquí”.
Un día dijo a su discípulo Tché-Tchen: “Eres hábil y tu espíritu es
fuerte. Ve a Tsao Hsi y asiste a las conferencias de patriarca. Acuérdate
bien de todo lo que diga, ya que a tu vuelta deberás repetírmelo”.
68

Siguiendo las instrucciones de su Maestro, Tche Tchen llegó a Tsao


Hsi y sin decir de dónde venía se mezcló con la multitud que se dirigía a oír
las palabras del patriarca.
“Entre vosotros hay alguien que se ha escondido para plagiar mis
conferencias”, dijo el patriarca a la asamblea. Tche Tchen se mostró, se
inclinó y comunicó al patriarca de su viaje.
-¿Usted viene del monasterio de Yu-Tchuan, no es verdad?, preguntó
el patriarca. ¿Usted es un espía, no es cierto?
-No, no soy un espía, respondió Tche Tchen.
-¿Cómo es eso?, preguntó el patriarca.
-Si no le hubiera informado de mi misión, sería un espía, pero como ya
le he informado, he dejado de serlo.
-¿De qué manera instruye su Maestro a sus discípulos? Preguntó el
patriarca.
-A menudo nos dice que concentremos nuestro espíritu para
contemplar la pureza, que conservemos durante el mayor tiempo posible
nuestra postura de meditación y que no nos acostemos, replicó Tché-
Tchen.
-Concentrar el espíritu para contemplar la pureza es una enfermedad
y no una meditación, dijo el patriarca. Estar todo el tiempo en postura de
meditación no aporta ningún beneficio.
Oiga mi estancia:

“Un hombre vivo se sienta


y no se queda todo el tiempo acostado.
Mientras que un hombre muerto se acuesta
y no permanece todo el tiempo sentado.
¿Por qué debemos imponer a nuestro cuerpo físico
la pena de la postura de la meditación?

Inclinándose por segunda vez, Tché-Tchen hizo esta observación:


“A pesar de que durante nueve años he estudiado el Budismo con el
gran Maestro Shen-Hsiu, mi espíritu no se ha despertado aún a la
iluminación. Ahora que usted me habla, mi espíritu se ilumina.
La cuestión de los incesantes renacimientos es una cuestión capital,
¿será usted lo suficientemente generoso para tener piedad de mi y darme
explicaciones más amplias respecto a esto?”.
-Comprendo que su maestro dé a sus discípulos instrucciones sobre
las reglas de disciplina, sobre la meditación y sobre la Sabiduría.
¿Quiere usted decirme, por favor, cómo define él estos términos?
69

-Conforme a su enseñanza, replicó Tché-Tchen, abstenerse de las


malas acciones es la regla de la disciplina, practicar todo lo que está bien
es la Sabiduría y purificar el espíritu es meditación. De esta manera nos
instruye mi maestro. ¿Puedo conocer ahora su sistema, Señor?
-Si yo le dijera, respondió el patriarca, que tengo un sistema de Ley
que transmitir a los demás, le engañaría. Lo que yo quiero hacer con mis
discípulos es, a través de ciertos artificios, liberarlos de sus propias
ataduras. Para utilizar uh nombre, que sólo es un “sucedáneo”, podríamos
llamarlo samâdhi. La manera que su Maestro tiene de explicar la
meditación, la sabiduría y la disciplina es maravillosa, pero la mía es
diferente.
-¿Cómo puede ser diferente, Señor, puesto que sólo hay una forma de
disciplina, de meditación y de sabiduría?
-La enseñanza de su Maestro sirve para guiar a los discípulos de la
Escuela del Gran Vehículo, mientras que la mía es para los de la Escuela
Suprema. Unos realizan la Ley más pronto y más profundamente que los
otros y esto es lo que causa la interpretación diferente. Usted puede oírme
y darse cuenta si mi instrucción es parecida a la suya, cuando expongo la
Ley, nunca me desvío de mi propia naturaleza, es decir, de lo que yo mismo
he realizado intuitivamente. Hacerlo de otra manera indicaría que la propia
naturaleza de aquel que explica la Ley está oscurecida y que sólo puede
entrar en contacto con el aspecto fenomenal de la Ley y no con su esencia.
La verdadera enseñanza de la disciplina, de la meditación y de la sabiduría
suprema debe estar fundada sobre el principio según el cual todas las
cosas provienen del impulso de nuestra propia naturaleza.
Oiga mi estancia:

“Liberar el espíritu de todos los inconvenientes,


son las reglas de disciplina de nuestra propia naturaleza.
Liberar el espíritu de todas las perturbaciones
es la meditación de nuestra propia naturaleza.
El diamante no aumenta ni disminuye (1).
Ir y venir son fases de la Conciencia Suprema”.

Después de haber oído esto, Tché-Tchen sintió vergüenza de haber


hecho una pregunta tan impertinente. Dio las gracias al patriarca por la
instrucción que había recibido y le entregó la siguiente estancia:

“El “yo” es un fantasma creado por la unión de los cinco skandhas.


Esta ilusión no tiene nada que ver con la realidad absoluta.
Sostener que el Absoluto es una meta que tenemos que alcanzar
70

O un origen al que tenemos que volver


Es igualmente una categoría de la Ley impura”.

El patriarca aprobó el contenido de esta estancia y, dirigiéndose de nuevo a


Tché- Tchen, le dijo:
“La enseñanza de su Maestro sobre las reglas de Disciplina, sobre la
meditación y sobre la sabiduría, va dirigida a hombres sabios pero de
dimensión inferior, mientras que mi enseñanza se dirige a los hombres de
dimensión superior, aquel que ha realizado su propia naturaleza puede
pasarse de conceptos tales como iluminación, nirvâna, conocimiento,
emancipación, etc.… Pero aquellos que no han heredado o no poseen el
sistema de la verdadera Ley, hablan de todo tipo de sistema de Ley.
Aquellos que comprenden la significación de esta paradoja pueden ser
llamados: Cuerpo de buda, Iluminados, nirvâna, conocimiento,
emancipación, etc. …
Aquellos que han realizado su propia naturaleza no se preocupan de
formular tal o cual sistema, o de pasarse de ellos. Están en plena libertad
de ir y venir, ya que están liberados de todos los obstáculos, actúan de
manera apropiada según las circunstancias. Dan las respuestas que
convienen según los temperamentos del que pregunta. De un vistazo ven
que todos los Cuerpos de transformación (Nirmanâkâya) no están
separados de su propia naturaleza. Así alcanzan la liberación, los poderes
paranormales y el samâdhi, que los vuelven capaces de realizar
voluntariamente la tarea ardua de ayudar a todas las demás existencias del
universo como si fuera un juego. Tales son los hombres que han realizado
su propia naturaleza.
¿Qué principio nos guía cuando no utilizamos ningún sistema de Ley?
Fue la nueva pregunta de Tché-Tchen.
-Cuando nuestra verdadera naturaleza está libre de todo lo que le es
impropio, del orgullo y de las perturbaciones, replicó el patriarca, cuando,
de una sensación momentánea a otra, se practica con sabiduría la
introspección de nuestro espíritu, cuando no nos apegamos a los
fenómenos, ni a las cosas ni a los objetos, nos hemos liberado y somos
libres.
¿Para qué nos serviría la formulación de un sistema determinado de
la Ley, si nuestra meta puede ser alcanzada yendo por la derecha o por la
izquierda? La expresión de un sistema de Ley no es necesaria puesto que,
gracias a nuestros propios esfuerzos, podemos realizar nuestra propia
naturaleza, puesto que la realización y la práctica de la Ley son
71

instantáneas y no graduales. ¿Cómo podría haber graduación en los


dharmas, puesto que intrínsecamente todos son el nirvâna puro?”.
Tché- Tchen se inclinó respetuosamente y ofreció sus servicios como
asistente del patriarca. Día y noche trabajó duramente cumpliendo esta
función.

* * *

El monje Tchi Tche, era oriundo de Kiangsi. De joven amaba las


proezas caballerescas.
Cuando las dos escuelas de meditación, la de Huei-Neng en el Sur y la
de Shen-Hsiu en el Norte, comenzaron a florecer, un violento espíritu
sectario se amparó en los discípulos a pesar del espíritu tolerante que
mostraban los dos Maestros, que ignoraban el egoísmo.
Los discípulos de la escuela del Norte envidiaban al legítimo heredero
de la transmisión, certificado por el kesa y el cuenco recibidos, y llamaban
a su propio instructor Shen Hsiu “sexto patriarca” sin que nadie les
autorizara a hacerlo salvo ellos mismos, ya que la reputación de Huei-Neng,
el verdadero sexto patriarca, era bien conocida por todos.
Así, con el fin de desembarazarse de él, los discípulos enviaron a Tchí
Tché, que por aquel entonces era un laico llamado Tchang Hing Tc’an, para
que asesinara al patriarca.
Gracias al poder psíquico de leer los pensamientos, el patriarca
conoció este complot. Se preparó para la llegada del asesino y dispuso diez
monedas al lado de su asiento.
Tchang llegó una noche, entró en la habitación del patriarca y se
dispuso a cometer su fechoría. El patriarca, con el cuello preparado,
estaba listo para el golpe fatal. Tchang le acuchilló tres veces sin
conseguir, cosa extraña, infringirle la menor herida. El patriarca le habló
entonces así: “Una espada recta no está torcida, mientras que una espada
torcida no está derecha. Solamente le debo dinero, no le debo la vida”.
La sorpresa de Tchang fue tan fuerte que cayó desmayado y no volvió a él
más que un buen momento después. Lleno de remordimiento y
profundamente arrepentido, imploró su gracia y se ofreció a entrar
inmediatamente en la orden monástica.
El patriarca, entregándole las diez monedas, le dijo:
“Lo mejor será que no se quede usted aquí. Mis discípulos podrían
hacerle daño. Váyase y vuelva cuando pase algún tiempo, vestido de otra
manera. Yo me ocuparé de usted en ese momento”.
72

Siguiendo este consejo, Tchang huyó esa misma noche. Más tarde se
haría monje y llevaría a cabo una gran actividad. Un día, acordándose de lo
que le había dicho al patriarca, hizo un largo viaje para volverle a ver y
presentarle sus respetos.
“¿Por qué ha tardado usted tanto?, le preguntó el patriarca. Yo he
pensado constantemente en usted”.
Tchang respondió: “Desde el día en el que usted perdonó tan
generosamente mi crimen, he recibido la ordenación y he estudiado el
Budismo con diligencia. Sin embargo, me parece difícil liberarme de mi
deuda personal con usted, a no ser propagando la Ley para la salvación de
todos los seres sensibles. Al estudiar el Sutra Mahâ-paranirvâna, que leo
muy a menudo, no consigo comprender el sentido de: “eterno” y “no-
eterno”. Señor, ¿tendría usted la amabilidad de darme una corta
explicación?”.
“La naturaleza de Buda no es eterna. El espíritu discriminatorio, así
como todos los dharmas meritorios y desmeritorios son eternos, replicó el
patriarca.
“Señor, su explicación contradice el sutra, dijo Tchang.
“No puede ser, contestó el patriarca, puesto que yo he recibido el
Sello de la Ley de nuestro Señor buda.
“Según el Sutra, arguyó Tchang, la naturaleza búdica es eterna,
mientras que los dharmas meritorios y desmeritorios, incluido el Espíritu
del Despertar (Boddhichitta) no son eternos. Usted piensa de otra manera,
¿no es esto una contradicción? Su explicación ha intensificado mis dudas y
mi perplejidad”.
“Una vez, replicó el patriarca, hice recitar a la monja Wu Tch’in
Tch’ang todo el Sutra de Maha paranirvâna, con el fin de poder
explicárselo. Todas las explicaciones que yo le di coincidían con cada
palabra y concordaban con el texto general. De la misma manera, las
explicaciones que le he dado ahora no se diferencian del texto.
“Mi capacidad de comprensión es mediocre, observó Tchang,
¿querría usted darme una explicación más amplia y más clara?
“¿No sabe usted, respondió el patriarca, que si la naturaleza búdica
es eterna, no sirve de nada hablar de dharmas meritorios o demeritorios y
que, hasta el final del kalpa, nadie despertaría su espíritu a la iluminación
(Boddhichitta)? Por lo tanto, cuando yo digo “no-eterno”, es exactamente lo
mismo que quería decir el Señor Buda diciendo “verdaderamente eterno”.
Además, si los dharmas no son eternos, cada cosa u objeto tendría su
propia naturaleza particular y sufriría la muerte y el nacimiento. En este
caso, esto significaría que la naturaleza propia, que es “verdaderamente
73

eterna” y que no conoce ni nacimiento ni muerte, no penetra en todas las


cosas. Esta es la razón por la que cuando yo digo “eterno”, digo
exactamente lo que el Señor Buda quería decir con: “verdaderamente
eterno”.
Los hombres ordinarios y los heréticos creen en el eternalismo
herético, opuesto al verdadero eternalismo. Es decir, que estos heréticos
creen en la eternidad del alma y del mundo. Los shravakas creen
erróneamente que la eternidad del nirvâna es algo no-eterno y de aquí
surgen ocho puntos de vista invertidos. Los hombres ordinarios y los
heréticos desprecian la no-eternidad, la no-pureza, la no-felicidad, el no-
egoísmo de la existencia terrestre, que ellos consideran como eternidad,
felicidad, egoísmo, pureza, mientras que los shravakas desprecian la
eternidad, la felicidad, el egoísmo y la pureza del nirvâna que ellos
consideran como no-eternidad, no-felicidad, no-egoísmo y no-pureza.
Con el fin de rechazar estos puntos de vista limitados, el Señor buda
predicó exotéricamente en el Sutra Mahaparanirvâna, expresión de la
última doctrina de la enseñanza budista, la verdadera eternidad, la
verdadera felicidad, el verdadero sí mismo, la verdadera pureza.
Siguiendo al pie de la letra las palabras del Sutra, usted ha ignorado
el espíritu del texto. Presumiendo haber comprendido que lo que es
aniquilado es no-eterno y que lo que permanece fijo e inmóvil es eterno,
usted ha confundido las instrucciones del Señor Buda moribundo, que
predicó el Mahaparnivana Sutra antes de entrar en el paranirvâna.
Instrucción que es perfecta, profunda y difícil de comprender. Usted no
puede leer el Sutra un millón de veces y no sacarle ninguna utilidad.
De repente, Tchang se despertó a la plena iluminación y entregó esta
estancia al patriarca:

“Con el fin de rechazar la falsa creencia de la no-eternidad,


El Señor Buda predicó la naturaleza Eterna.
Aquel que no sabe que una predicación así
no es más que una/hábil estratagema
Puede ser comparado al niño que amontona piedras
y dice que son joyas.
La naturaleza búdica se manifiesta por ella misma
sin ningún esfuerzo por mi parte
Y esto no es debido ni a la enseñanza de mi instructor
ni a mi propio talento
74

El patriarca le felicitó: “Ahora, usted ha realizado completamente su


auténtica naturaleza. A partir de este momento debe usted llamarse Tchi-
Tché (aquel que se ha realizado plenamente)”.
Tchi-Tché dio las gracias al patriarca, le saludó respetuosamente y
se fue.

* * *

Un chico de trece años, llamado Shen-Huei, nacido de una familia en Kao,


en Siang-Yang, fue al templo de Yu-Tchuan para presentarle sus respetos al
patriarca.
“Mi sabio amigo, le dijo el patriarca, sin duda te ha parecido my duro
hacer este largo viaje. ¿Puedes decirme cuál es el principio fundamental?
¿Sabes quién es su poseedor? Intenta decirme algo, por favor.
“El no-apego es el principio fundamental. Conocer su poseedor es
realizar la propia naturaleza, replicó Shen-Huei.
“Este novicio no sirve para nada, sólo para hablar a la ligera, exclamó
el patriarca.
“Señor, continuó Shen-Huei, durante su meditación ¿usted ve su propia
naturaleza o no?
El patriarca le dio tres bastonazos, y le preguntó si sentía dolor.
“Sí, sí, lo siento, lo siento, repicó Shen-Huei.
“Veo y no veo, dijo el patriarca.
“¿Cómo es posible ver y no ver al mismo tiempo?
“Lo que veo, y lo veo muy a menudo, es mi propia falta. Lo que no veo
es el bien y el mal, el mérito y el desmérito de los demás. Esta es la razón
por la que veo y no veo al mismo tiempo. Dime ahora ¿qué es lo que quieres
decir con doloroso o no doloroso? Si no sintieras el dolor serías insensible
como una roca o un trozo de madera. Por el contrario, si sientes dolor y a
causa de eso, la cólera y el odio se despiertan en tu espíritu, estarás en la
misma situación que un hombre ordinario. El “ver” y “no-ver” de los que
hablas son un par de opuestos, mientras que “doloroso” y “no-doloroso”
pertenecen a la parte del dharma que deviene y cesa. Y tú, sin haber
realizado tu propia naturaleza, te permites cegar a los demás”.
Shen-Huei se inclinó ante el patriarca y le dio las gracias por su
enseñanza.
Dirigiéndose de nuevo a él, el patriarca le dijo:
“Si estás en la ilusión y no consigues realizar tu propia naturaleza,
debes pedir consejos a un amigo sabio y piadoso. Cuando tu espíritu se
ilumine conocerás tu propia naturaleza y podrás seguir el Sendero
75

conforme al buen camino. Ahora estás en la ilusión y no conoces tu propia


naturaleza. Y en lugar de pedir consejos, te permites preguntarme si yo
conozco o no mi propia naturaleza. Si yo conozco o no mi propia naturaleza
la realizo en mí mismo. Pero el hecho de que yo la conozca y la realice no
impide que tú sigas en la ilusión. De la misma manera, si tú conocieras tu
propia naturaleza, este conocimiento tuyo no me serviría a mí para nada. En
lugar de preguntar a los demás ¿por qué no la descubres tú mismo y la
realizas en ti mismo?”.
Después de saludarle más de cien veces, Shen-Huei expresó de
nuevo su pena y pidió al patriarca que le perdonara.
Desde entonces, trabajó asiduamente como intendente del patriarca,
y siempre estaba a la izquierda o a la derecha de su Maestro.
Un día, el patriarca se dirigió así a la asamblea:
“Tengo algo que no tiene ni cabeza ni pie, ni nombre, ni derecho ni
revés. ¿Sabéis de qué se trata?”.
Sobresaliendo de la multitud, Shen-Huei gritó:
“Es el origen de todos los Budas y la naturaleza búdica de Shen-
Huei”.
“Ya he dicho que no tiene nombre, ¿por qué lo llamas “origen de
todos los Budas y naturaleza búdica?”. Aunque estudies ampliamente bajo
un refugio de cañas, no serás más que un estudiante de meditación con un
conocimiento de segunda mano”.
Después de la muerte del patriarca, Shen-Huei se fue a Loyang,
donde extendió ampliamente la enseñanza de la Escuela de la Iluminación
Súbita. La obra popular titulada: “Tratado sobre la enseñanza de la
meditación” fue escrito por él. Es generalmente conocido con el nombre de:
Maestro de meditación Ho Tsai.

* * *

Dándose cuenta de que los discípulos de diversas escuelas le


planteaban numerosas preguntas con mala fe, y que un gran número de
personas se reunían a su alrededor, el patriarca, lleno de compasión, se
dirigió a ellos de esta manera:
“Aquel que marcha por el Sendero debería despojarse de todo
pensamiento, tanto de los buenos como de los malos. La propia naturaleza
es llamada así porque hay que llamarla de alguna manera. Pero en verdad,
no puede ser llamada de ninguna manera. Esta naturaleza no-dual, llamada
Verdadera Naturaleza, es la base de todos los sistemas de enseñanza. Se
76

debería realizar la propia naturaleza instantáneamente cuando se oye


hablar de ella”.
Después de haber oído esto, todos saludaron respetuosamente al
patriarca y le pidieron el permiso de ser sus discípulos.

NOTAS CAPÍTULO VIII:

(1) Diamante: nuestra verdadera naturaleza.


77

CAPÍTULO NOVENO
RECONOCIMIENTO IMPERIAL
Un edicto fechado el quinto día de la primera luna del primer año de
Shen Lung, promulgado por la emperatriz Tsai-Tien de la familia Wu y por el
emperador Tchung-Tchong decía así:
“Desde que invitamos a los Grandes Maestros Huei-An y Shen-Hsiu a
venir al palacio y a recibir nuestras ofrendas, tenemos la costumbre,
después de haber realizado nuestro deberes imperiales, de estudiar bajo
su dirección el Vehículo del Buda.
Por pura modestia, estos dos Maestros nos recomendaron ir a buscar
consejo ante Huei-Neng del Sur, el cual, esotéricamente, heredó el kesa y el
dharma del quinto patriarca así como el Sello del Espíritu del Señor Buda.
Por el presente edicto, enviamos al eunuco Sué-Tchian para que
invite a Su Santidad a venir y esperamos que Su Santidad nos hará el
gracioso favor de visitarnos próximamente en la capital, etc.…”.
Por razones de salud, el patriarca envió una respuesta declinando la
invitación imperial y pidiendo que se le permitiera pasar el resto de sus días
en el bosque.

* * *

En la capital, dijo Sué-Tchian, los expertos en meditación preconizan


unánimemente la postura de meditación para alcanzar la concentración
Suprema (samâdhi). Dicen que es la única manera de realizar la Norma y
que es imposible para nadie alcanzar la liberación sin pasar por los
ejercicios de meditación. ¿Puedo conocer, Señor, su enseñanza a este
respecto?”.
“La norma debe ser realizada con el espíritu, respondió el patriarca.
De ninguna manera depende de la postura de meditación. El Vajracchedika-
sutra (Kongo Kyo) dice que es falso afirmar que el Tathagata va o viene,
que está sentado o acostado. ¿Por qué? Porque la “Meditación Pura” del
Tathagata no implica ni el hecho de venir de ningún sitio, ni el hecho de ir a
ningún sitio, ni el devenir ni la aniquilación. Todos los dharmas son
tranquilos y vacíos.
Este es el asiento puro del Tathagata. Hablando estrictamente, ni
siquiera existe algo llamado “realización” ¿Por qué debemos preocuparnos
por una postura de meditación?
78

“Cuando vuelva a la capital, dijo Sué-Tchin, Sus Majestades me


pedirán sin duda que les dé un informe. ¿Sería usted tan amable de darme,
Señor, algunas indicaciones esenciales sobre su enseñanza? De la misma
manera que la llama de una antorcha puede encender centenas o miles de
antorchas, los ignorantes serán iluminados por su enseñanza y esta luz
producirá, sin fin, más luz”.
“En la Ley no hay luz ni tinieblas, replicó el patriarca. Luz y tinieblas
suponen la idea de alternancia. No es correcto decir que la luz producirá
continuamente luz, puesto que la luz tiene un fin. La luz y las tinieblas son
un par de opuestos. El Vimalakirti nirdesas Sutra dice: “En la ley no hay
analogías, puesto que la Ley no es un término relativo”.
“La luz significa Sabiduría, explicó Sué Tchian, y las tinieblas
significan pasión, ignorancia. Si aquel que marcha por el Sendero no acaba
con las pasiones por la fuerza de la Sabiduría, ¿cómo puede liberarse de la
Rueda de renacimientos y muertes, que es sin comienzo?”.
“La pasión es iluminación, interrumpió el patriarca. Ambas son
parecidas, no son diferentes. Acabar con las pasiones gracias a la
Sabiduría es la enseñanza de la Escuela de los Shravakas y de la Escuela
de los Pratyekas-Budas, cuyos discípulos se encuentran respectivamente
en el vehículo de la cabra y en el vehículo del venado. Una enseñanza así es
completamente inútil para os discípulos de intelecto refinado y de
mentalidad superior.
“¿Cuál es pues la enseñanza de la Escuela Mahayana?, preguntó Sué-
Tchian.
“Desde el punto de vista de los hombres ordinarios, replicó el
patriarca, la Iluminación y la ignorancia son dos cosas diferentes. Los
hombres sabios que realizan a fondo su propia naturaleza, saben que la
naturaleza de ambas es la misma. Esta naturaleza o naturaleza no-dualista
es llamada “Naturaleza real” y en los hombres ordinarios o ignorantes no es
más pequeña que en los sabios o iluminados. Esta naturaleza no es turbada
por la pasión ni tranquilizada por el samâdhi. No es ni eterna ni no-eterna,
no se encuentra ni en el interior ni en el exterior, ni en el espacio que los
separa. Está por encima de la existencia y de la no-existencia. La
naturaleza propia y los fenómenos están siempre en un estado de Identidad
permanente e inmutable. Esta es la Ley”.
Sué-Tchian preguntó entonces: “Dice usted que está por encima de la
existencia y de no-existencia. ¿Qué diferencia hace usted entre esta
enseñanza y las de los heréticos que enseñan lo mismo?”.
“En la enseñanza de los heréticos, respondió el patriarca, lo no-
existencia significa el fin de la existencia, mientras que la existencia sólo es
79

empleada por oposición a la no-existencia. Lo que ellos llaman no-


existencia, no se aniquila. Lo que ellos llaman existencia, no existe
realmente. Yo entiendo por “más allá de la existencia y de la no-existencia”
lo siguiente: Intrínsecamente, esto no existe y ahora no se aniquila. Tal es la
diferencia entre mi enseñanza y la de los heréticos. Si usted desea conocer
los puntos esenciales de mi enseñanza, debe usted liberarse de cualquier
pensamiento, bueno o malo. Su espíritu se encontrará entonces en un
estado de pureza, calma y serenidad”.
El sermón del patriarca despertó repentinamente a Sué-Tchian.
Saludó respetuosamente al patriarca y se despidió.
A su vuelta al palacio contó a Sus Majestades lo que le había dicho el
patriarca.
Ese mismo año, el tercer día de la novena luna, un edicto fue
promulgado, elogiando al patriarca en los siguientes términos:
”En razón de su avanzada edad y de su mala salud, el patriarca ha
declinado nuestra invitación de venir a la capital.
Consagrando su vida a la práctica del Budismo para nuestro bien, él
es realmente el Campo de Méritos de la nación.
Siguiendo el ejemplo de Vimalakirti que se curó en Vaisali, el sexto
patriarca propaga ampliamente la enseñanza del Mahayana, transmite la
doctrina de la Escuela de meditación y expone el sistema de la Ley no-
dualista.
Por medio de Sué-Tchian, a quien el patriarca ha dado el
Conocimiento búdico, hemos recibido un gran favor teniendo la suerte de
comprender espontáneamente la enseñanza del Budismo más elevado.
Esto se debe a nuestro méritos acumulados y a la bondad practicada
durante nuestras vidas precedentes, de lo contrario no habríamos podido
ser contemporáneos de Su Santidad.
Apreciando la extrema bondad del patriarca, nos sentimos incapaces
de expresar nuestra gratitud. Como prueba de la gran estima que le
profesamos, le hacemos, ahora, estos presentes: el hábito Mo La (1) y un
cuenco de cristal.
Por el presente edicto se ordena al gobernador de Chao-Tcheu que
renueve su monasterio y que transforme su vieja residencia en un templo
que será llamado Kuou-En (Munificencia del Estado), y que correrá a cuenta
del Estado, por favor imperial, etc.…”.

NOTAS CAPÍTULO IX

(1) Hábito budista de gran valor confeccionado en Corea.


80

CAPÍTULO DÉCIMO
LAS ÚLTIMAS INSTRUCCIONES
Un día, el patriarca llamó a sus discípulos Fa-Hoi, Tchi-Tchen,
Fa-Ta, Shen-Huei, Tchi-Tcha'ng, Tche-Tung, Tche-Tchi, Tchi-Tao, Fa-Tchen,
Fa-Ou, etc., y les habló así:
“Vosotros sois diferentes de los hombres ordinarios. Después de que
yo haya entrado en el paranirvâna, cada uno de vosotros será Maestro de
meditación de un distrito particular. Ahora, voy a daros algunas
indicaciones sobre la mañera de enseñar con el fin de que podáis mantener
la tradición de nuestra escuela.
Hablad primeramente de las tres categorías de dharma y a
continuación de los treinta y seis pares de opuestos que constituyen la
actividad de nuestra propia naturaleza. De esta manera pueden ser
evitados los dos extremos, ya salgamos, ya entremos. En todos vuestros
sermones, no os apartéis de la naturaleza propia. Cuando un hombre os
haga una pregunta respondedle siempre lo contrario, de manera que se
cree un par de opuestos. Por ejemplo: Ir y venir son dos cosas recíprocas
que no pueden existir la una sin la otra. Cuando la interdependencia de los
dos sea completamente alejada, no habrá, en sentido absoluto, ni ida ni
vuelta”.

“Las tres categorías de dharma son:


- los skandhas- agregados
-los avatanas- los puntos de contacto
-los dhâtus- los planos de conciencia.

Los cinco skandhas son:


Rûpa: la forma o materialidad
Vedâna: la percepción
Samjnâ: concepciones mentales, las ideas.
Samskâras: la voluntad, el deseo de vivir.
Vijnana: la conciencia de la existencia visible.

Los doce avatanas son:


Seis objetos de los sentidos Seis órganos de los sentidos
-Exteriores- - -Interiores-
Objeto de la vista Ojos
Objeto del oído Orejas
Objeto del olfato Nariz
81

Objeto del gusto Lengua


Objeto del tacto Cuerpo, piel (órgano del tacto).
Objeto del pensamiento Facultad mental

Los dieciocho dhâtus son:


-Los seis objetos de los sentidos
-Los seis órganos de los sentidos
-Las seis conciencias de la existencia visible.

La naturaleza propia incluye todos los dharmas, por eso es llamada


“depósito de conciencia” (alayá). Pero cuando se inicia el proceso de
pensamiento o de razonamiento, la naturaleza propia se transforma en
conocimiento (vijnâna). Cuando las seis conciencias de la existencia visible
se manifiestan, se pueden percibir los seis objetos de los sentidos a través
de los seis órganos de los sentidos. Así, el funcionamiento de los dieciocho
dhâtus proviene del impulso de la propia naturaleza. Que funcione con una
buena o mala tendencia depende de cómo se encuentre la propia
naturaleza. Un mal funcionamiento es el del hombre ordinario, mientras que
un buen funcionamiento es el de un Buda. El impulso de los dieciocho
dhâtus proviene de nuestra propia naturaleza porque los “pares de
opuestos” son inherentes a ella.

Los treinta y seis pares de opuestos son:


Cinco exteriores, inanimados: el cielo y la tierra, el sol y la luna, la luz
y las tinieblas, el elemento positivo y el elemento negativo, el fuego y el
agua.
Doce términos referidos a las cosas, a los objetos y fenómenos:
Palabra y Dharma, afirmación y negación, materialidad y no-
materialidad, forma y no-forma, suciedad y limpieza, plenitud y vacío,
movimiento e inercia, pureza e impureza, personas ordinarias y Sabios, la
Sangha (1) y los laicos, vejez y juventud, grandeza y pequeñez.
Diecinueve pares referentes a la función de la propia naturaleza:
Largo y corto, bien y mal, ignorante e iluminado, estupidez y
Sabiduría, agitado y tranquilo, benevolente y malvado, escarpado y
nivelado, pasión e Iluminación, lleno y vacío, permanente y transitorio,
compasión y crueldad, dulzura y cólera, generosidad y avaricia, leal y
desleal, existente y no-existente, Cuerpo de la Ley y cuerpo físico, Cuerpo
de los Dones Perfectos y Cuerpo de Encarnación.
82

“Aquel que sabe cómo utilizar estos treinta y seis pares de opuestos,
realiza el Principio que penetra todas las cosas e impregna la enseñanza de
todos los sutras. Ya entre, ya salga, es capaz de evitar los dos extremos.
En el funcionamiento de la propia naturaleza y en nuestras
conversaciones con los demás, deberíamos liberarnos exteriormente de
todo apego a los objetos con los que entramos en contacto e, interiormente,
en lo referente a la enseñanza del Vacío, deberíamos liberarnos de la idea
de la nada. Creer en la realidad de los objetos o de la nada es el resultado
de puntos de vista falsos, profundamente enraizados en una ignorancia
extrema.
Un estúpido que crea en la nada, blasfema los sutras si defiende que
la literatura, es decir, las Escrituras Budistas, no son necesarias para
realizar la Ley del Buda. Si así fuera, no deberíamos hablar puesto que la
palabra es la substancia de la literatura. También se puede argüir que para
caminar por el Sendero directo, la literatura debe ser rechazada. Pero
¿podría darse cuenta el que defiende esto que estas dos palabras “ser
rechazada” son literatura?”.
Si oye a otras personas hablar de los sutras, un tipo así las criticaría
diciendo que “están apegadas a la autoridad de las Escrituras”. Es muy
nefasto que un hombre así esté tan seguro de sí mismo y que blasfeme las
Escritura Búdicas. Vuestros discípulos deberían saber que es una ofensa
grave hablar mal de los sutras y que las consecuencias de ello son
realmente graves.
Aquel que cree en la realidad de los objetos exteriores se esfuerza en
buscar la forma en el exterior, y practica un cierto sistema de doctrina.
También puede llenar vastas salas de conferencias para hablar de lo “Real”
o de la “Nada”. Un hombre así no podrá realizar su verdadera naturaleza
durante un número infinito de kalpas. Deberíamos marchar por el Sendero
conforme a la enseñanza de la Ley y no mantener nuestro espíritu en un
estado de indolencia que obstaculiza la comprensión de la Ley. Predicar o
escuchar la Ley sin practicarla, es situarse en el campo de lo herético.
Debemos pues marchar por el Sendero conforme a la enseñanza de la Ley
y, practicando el don del Dharma, no deberíamos dejarnos influenciar por el
concepto arbitrario de la realidad de los objetos.
Si comprendeis lo que digo y lo ponéis en práctica predicando,
practicándolo día tras día, honraréis el rasgo característico de nuestra
escuela.
Cuando alguien os haga una pregunta en forma afirmativa,
respondedle en forma negativa y viceversa. Si un hombre ordinario os hace
una pregunta, habladle del hombre sabio y viceversa. Así, gracias a la
83

correlación y a la intermediación de los dos opuestos, puede ser alcanzada


la Vía del Medio. Si respondéis así a todas las demás preguntas, no os
separareis de la verdad.
Dejadme que os lo explique de una manera más completa. Suponed
que alguien os pregunta qué son las tinieblas. Debéis responderle así: la luz
es la condición original y las tinieblas el conjunto de condiciones que
determinan la aparición de un fenómeno. Cuando la luz se dispersa, las
tinieblas son la causa. Ambas están mutuamente en contraste. De la
correlación o interdependencia de ambas surge la Doctrina de la Vía del
Medio.
Todas las demás preguntas deben ser respondidas de esta manera.
Estas instrucciones deben ser transmitidas de una generación a otra con el
fin de asegurar la perpetuidad del objeto y de la meta de nuestra escuela en
la transmisión del dharma a nuestros sucesores, tal y como yo lo he hecho”.
En la séptima luna del año Jen-Tse, primer año de los Tai-Tsi o era de
Yen Ho, el patriarca envió a algunos de sus discípulos a Sin-Tcheu para que
construyera una pagoda en el interior del monasterio Kuo-En, así como con
otras instrucciones para que este trabajo estuviera terminado lo antes
posible. Al año siguiente, cuando el verano tocaba a su fin, la pagoda
estuvo edificada.
El primer día de la séptima luna, el patriarca reunió a sus discípulos y
les habló así:
“Voy a dejar este mundo en la época de la octava luna. Hasta
entonces, si tenéis alguna dudas, planteadme vuestras preguntas a fin de
que yo pueda aclararlas, no vaya a ser que después de mi partida no
encontréis a nadie que os pueda instruir”.
Al oir esta triste noticia, Fa-Hoi y otros discípulos comenzaron a
llorar, embargados como estaban de tristeza. Por el contrario, Shen Huei
no se perturbó y no derramó ni una lágrima. El patriarca le felicitó y dijo: “El
joven Maestro Shen Huei es, ahora, el único que ha alcanzado un estado de
espíritu en el que no hay diferencia entre el bien y el mal, en el que no se
conoce la pena ni la felicidad, en el que no se es turbado por los elogios o
las críticas.
Los demás no lo habéis alcanzado. Jóvenes, después de tantos años
de entrenamiento en esta montaña, ¿qué progresos habéis hecho?
Decidme, ¿por qué lloráis? ¿Os preocupáis por mí, pensando que yo no sé a
dónde voy? Personalmente lo sé, aunque ahora no pueda deciros qué es lo
que va a ocurrir. Lo que os hace llorar es esto: vosotros no sabéis a dónde
voy. Si lo supierais, no tendrías ningún motivo para llorar.
84

En la propia naturaleza no hay intrínsecamente ni ida ni venida, ni


cambio ni cesación del cambio. Sentaros, os lo ruego, y dejadme leeros una
estancia sobre la realidad y la ilusión, sobre el movimiento y el reposo.
Leedla y vuestra opinión estará de acuerdo con la mía. Ponedla en práctica
y perteneceréis con razón a nuestra Escuela”.
La asamblea le saludó respetuosamente, y pidió al patriarca que le
leyera la estancia. Hela aquí:

“De todo lo que vemos, sentimos, olemos, oímos, pensamos, nada es


real. Esta es la razón por la que deberíamos liberarnos del concepto de
realidad de los objetos. Aquel que crea en la realidad de los objetos se
encuentra atado por este concepto mismo que es enteramente ilusorio.
Aquel que encuentra la Realidad en él mismo, sabe que el verdadero
espíritu debe ser buscado fuera de los fenómenos ilusorios. Cuando el
espíritu de una cierta persona está atado por los fenómenos ilusorios,
¿dónde se puede encontrar la Realidad si todos los fenómenos son
irreales?
Los seres sensibles son animados, los objetos inanimados son
insensibles. Aquel que practica la inmovilidad como ejercicio no sacará
nada en claro, salvo el volverse tan inmóvil como un objeto inanimado.
Si supierais encontrar la verdadera inmovilidad, estaríais inmóviles
en la actividad. La inmovilidad, en ella misma, no es más que inmovilidad y
no meditación. En los objetos inanimados no podemos encontrar la
potencialidad del estado de Buda.
Aquel que es un adepto del discernimiento de las formas y cosas,
permanece inmutable en el Primer Principio. Así, todas las cosas deben ser
percibidas de esta manera. Este es el funcionamiento de nuestra propia
naturaleza.
A vosotros que macháis por el Sendero, os digo: Practicad sin
descanso y, en tanto que discípulos de la Escuela Mahayana, tened cuidado
de no caer en este tipo de conocimiento que os ata a la rueda del
nacimiento y la muerte.
Con aquellos que son simpatizantes podemos tener una discusión
sobre el Budismo. En cuanto a aquellos cuyos puntos de vista difieren de
los nuestros, tratémosles amablemente y hagámosles felices.
Las disputas son extrañas nuestra Escuela, ya que son incompatibles
con su doctrina. El beato, discutiendo con los demás y apartándoles de esta
regla, aprisiona su propias naturaleza en los límites amargos de este
mundo”.
85

Después de haber oído esta estancia, la asamblea entera saludó


respetuosamente.
Siguiendo el deseo del patriarca, todos concentraron sus espíritus en
poner en práctica inmediatamente la estancia y desde entonces se
abstuvieron de cualquier discusión religiosa.
Viendo que en un futuro muy próximo el patriarca iba a morir, el
anciano Fa-Hoi, después de prosternarse dos veces, preguntó: Señor,
cuando usted entre en el paranirvâna ¿quién será el heredero del kesa y del
dharma?”.
“Todos mis sermones que he predicado desde el monasterio Ta Fan
hasta hoy día, deberán ser reunidos en un volumen con este título:”Sutra
sobre las Piedras Preciosas de la Ley”. Deberéis cuidar bien su transmisión
de una generación a otra, para la salvación de todos los seres sensibles.
Todo aquel que predica conforme a sus enseñanzas, predicará el dharma
ortodoxo. Ya os he dado a conocer el dharma. En cuanto a la transmisión
del kesa, esta práctica no debe continuar. ¿Por qué? Porque vosotros
tenéis implícitamente fe en mis enseñanzas. Liberados de cualquier duda,
sois capaces de continuar la realización del noble objeto de nuestra
Escuela. Además, conforme a la estancia de Bodhidharma, el primer
patriarca de China, referente a la ley de transmisión, el kesa no debe ser
transmitido a la posteridad a partir de ahora.
He aquí la estancia:

“La meta de mi venida a este país es transmitir la Ley


para liberar a aquellos que están en la ilusión.
La flor se completará con cinco pétalos,
el fruto madurará entonces naturalmente (2).

El patriarca añadió: “Querido auditorio, que cada uno de vosotros


purifique su espíritu y me escuche. Aquel que desee alcanzar la
omnisciencia de un Buda, debe conocer la concentración suprema de la
meta específica y la concentración suprema de modo específico. Siempre,
y en cualquier circunstancia, debemos liberarnos del apego a los objetos.
Nuestra actitud debe ser neutra e indiferente de cara a ellos. Ni
triunfo ni fracaso, ni ganancia ni pérdida deben alterarnos. Seamos serenos
y plácidos. Modestos y benevolentes, de carácter equilibrado y sin pasión.
Esta es la concentración suprema de la meta específica ( samâdhi).
Siempre y en toda circunstancia, estemos de pie, caminando,
sentados, acostados, debemos ser absolutamente rectos. Si
permanecemos en el santuario sin el menor movimiento, podremos vivir
86

virtualmente en el reino de la Tierra Pura. Tal es la concentración suprema


de modo específico. Aquel que practique estas dos formas de
concentración puede ser comparado a un campo sembrado. Las semillas
reciben su alimento de la tierra arada que las recubre y así crecen en el
momento justo en el que puedan dar frutos. Lo mismo sucede para con
estos dos tipos de concentración.
Las palabras que yo os dirijo pueden ser comparadas a una lluvia que
penetra con su humedad las vastas extensiones de la tierra. La naturaleza
de Buda puede ser comparada a la semilla mojada por la lluvia después de
la cual crecerá rápidamente en vosotros.
Aquel que continúe practicando mis instrucciones alcanzará sin lugar
a dudas la Iluminación. Aquel que siga mis enseñanzas obtendrá el fruto
mágico del estado de Buda.
Oíd mi estancia:

“Las semillas búdicas latentes en mi espíritu


Florecerán cuando llegue la lluvia penetrante
Si se comprende intuitivamente la flor de la Doctrina
Necesariamente se recogerá el fruto de la Iluminación”.

Después añadió: “El Dharma no es dualidad, así como tampoco el


espíritu. El Sendero es puro y está más allá de todas las formas. Vosotros
todos, tened cuidado de no entregaros a ejercicios de contemplación sobre
la quietud y de no mantener el pensamiento vacío. El pensamiento es puro
por naturaleza, no hay nada que abandonar ni nada que desear. Que cada
uno de vosotros haga lo mejor que pueda para predicar la Doctrina por
todas partes, allí donde las circunstancias puedan llevaros”.
Después de esto, los discípulos saludaron respetuosamente y se
retiraron.

* * *

El octavo día de la séptima luna, el patriarca ordenó a sus discípulos


que le prepararan inmediatamente un barco, a fin de poder volver a Sin
Tcheu. Los discípulos se pusieron de acuerdo y le suplicaron con seriedad
y compasión que se quedara con ellos.
“Es natural que la muerte sea la salida inevitable del nacimiento, dijo
el patriarca. Lo mismo les sucede a los Budas que aparecen en este mundo
y que deben exponerse a una muerte terrestre entrando en el paranirvâna.
No hay excepción para mi cuerpo físico que debe reposar en algún sitio”.
87

¿Volverá usted aquí después de visitar Sin Tcheu?, suplicó la


asamblea.
“Las hojas caídas vuelven al lugar de las raíces. Cuando vine por
primera vez no tenía boca, replicó el patriarca.
Entonces le preguntaron. “Señor, ¿a quién transmite usted la Matriz
del Ojo de la Ley ortodoxa?”.
“Los hombres de principio la obtendrán y aquellos que se han
liberado de los conceptos arbitrarios la comprenderán”.
“En el futuro ¿sufrirá usted alguna calamidad?”, le preguntaron.
“Cinco o seis años después de mi muerte, dijo el patriarca, un hombre
vendrá para cortarme la cabeza. Ahora hago la siguiente profecía que os
ruego anotéis:

“En la cima de la cabeza familiar se hace ofrendas


ya que la boca debe ser alimentada.
Cuando llegue la calamidad de Man,
Yung y Liu serán funcionarios”.

Y, añadió: “Setenta años después de mi muerte, dos bodhisattvas de


Oriente, un laico y un monje, predicarán en la misma época. Ellos
establecerán nuestra Escuela sobre bases sólidas, renovarán nuestros
monasterios y transmitirán la doctrina a numerosos sucesores, reavivando
todas las esperanzas”.
“¿Puede usted decirnos cuántas generaciones han recibido el
dharma, a partir de la aparición de primer Buda hasta nuestros días?,
preguntaron sus discípulos.
“Los antiguos Budas aparecidos en este mundo son demasiado
numerosos para poder ser enumerados, replicó el patriarca, pero podemos
comenzar por los siete últimos Budas.

Son los siguientes:

El Buda Vipacyi
El Buda Cikhi Ultimo kalpa (Alamkârakalpa)
El Buda Viçvabhu

El Buda Krakuchanda
El Buda Kanakamuni Del kalpa actual (Bhadrapakalpa)
El Buda Kâçyapa
El Buda Gotama
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Del Buda Gotama la Ley fue transmitida:

1.- al patriarca Mahâkâshyapa


2.- al patriarca Ananda
3.- al patriarca Shanavâsa
4.- al patriarca Upagupta
5.- al patriarca Dhritaka
6.- al patriarca Micchaka
7.- al patriarca Vasumitra
8.- al patriarca Budanandi
9.- al patriarca Budamitra
10.- al patriarca Parshva
11.- al patriarca Punya-yasha
12.- al patriarca Ashvaghosha
13.- al patriarca Kamipala
14.- al patriarca Nagarjuna
15.- al patriarca Kânadeva
16.- al patriarca Râhulata
17.- al patriarca Samgha-nandi
18.- al patriarca Samgha-yasha
19.- al patriarca Kumarâta
20.- Jayata
21.- Vasubandhu
22.- Manura
23.- Haklenayasha
24.- Simha
25.- Vâshasita
26.- Punyamitra
27.- Prajnatara
28.- Bodhidharma
29.- Huei-Ko (Eka en japonés)
30.- Seng-Tchan (Sosan en japonés) (3)
31.- TAO-Sin (Doshin en japonés)
32.- Hung-Jen (Konnin en japonés)
Y yo, que soy el 33 patriarca”.

El Dharma fue transmitido así, de un patriarca al otro. En el futuro


vosotros debéis transmitirlo a la posteridad, de una generación a otra, con
el fin de que la tradición pueda ser conservada sin fallo”.
89

* * *

El tercer día de la octava luna del año Kuei-Tcheo, el segundo año de


la era Sian-Tien, el patriarca se dirigió así a sus discípulos:
“Sentaros por orden de antigüedad. Voy a despedirme de vosotros”.
Fa-Ta, dijo al patriarca:
“Señor, ¿no quiere usted dejar para la posteridad algunas
instrucciones gracias a las cuales los que están en le ilusión puedan
realizar la naturaleza búdica?”.
Escuchadme, respondió el patriarca. No es imposible que este tipo de
hombres realice su naturaleza búdica, si ellos mismos toman conciencia de
la naturaleza de los seres ordinarios sensibles.
Buscar la Budeidad sin una toma de conciencia así, sería vano,
aunque se consagren durante años a esta búsqueda.
Ahora voy a enseñaros cómo tomar conciencia de la naturaleza
búdica, latente en vosotros mismos. “Buda” no es otra cosa que la
conciencia de los seres sensibles, pero estos últimos ignoran que ellos
mismos son BUDAS en potencia, mientras que un Buda no ve diferencia
entre él y los demás seres. Cuando los seres sensibles realizan su propia
naturaleza, son Budas. Si un Buda permanece en la ilusión es, sólo un
hombre ordinario. La ecuanimidad de la propia naturaleza vuelve a los
seres ordinarios parecidos a Budas. La inicuidad en la propia naturaleza
rebaja a un Buda al estado de ser ordinario. Si vuestra naturaleza es
perversa y depravada no sois más que seres ordinarios con la naturaleza
de Buda latentes en vosotros. Por el contrario, si guiáis vuestro espíritu,
aunque sólo sea un momento, hacia la ecuanimidad y la rectitud, sois un
Buda.
En vuestra naturaleza hay un Buda y este Buda es el Buda real.
El Buda debe ser buscado en vuestra propia naturaleza, de lo
contrario ¿dónde podríamos encontrar al Buda real? No dudéis sobre el
hecho de que el Buda está en vuestra propia naturaleza, fuera de ella no
puede existir nada. Todos los fenómenos son producidos por nuestro
pensamiento. Esta es la razón por la que el Sutra dice:

“Cuando la actividad mental comienza,


los diversos objetos existen
“Cuando la actividad mental cesa
Los diversos objetos dejan de existir”.
90

Ahora, al separarme de vosotros, voy a dejaros una estancia titulada


“El Buda real de nuestra propia naturaleza”. Aquellos que, en las
generaciones futuras, comprendan su significación, realizarán su propia
naturaleza y, por lo tanto, alcanzarán la Budeidad.
Hela aquí:

“Nuestra propia naturaleza es el Buda real, mientras que los puntos


de vista heréticos y los tres elementos venenosos son Marâ *.
Cuando estamos iluminados por puntos de vista justos, manifestamos
el Buda que hay en nosotros. Cuando, como resultado de los puntos de
vista heréticos, nuestra naturaleza está dominada por los tres elementos
venenosos, se dice que estamos poseídos por Marâ. Pero, cuando a través
de los puntos de vista justos, alejamos los tres elementos venenosos, Marâ
se transforma en el Buda Real. El Cuerpo de la Ley, el Cuerpo de los Dones
Perfectos y el Cuerpo de Transformaciones, son tres Cuerpos que emanan
del Único (Tathâta). Aquel que es capaz de realizar intuitivamente este
hecho pone la semilla y recogerá el fruto de la Iluminación de Buda.
Nuestra propia naturaleza emana del Cuerpo de Transformaciones,
siempre se encuentra en su interior.
Guiado por la naturaleza pura, el Cuerpo de Transformaciones
marcha por el verdadero Sendero y, un día, alcanzará la cima en un Cuerpo
de dones Perfectos. Nuestros instintos sensuales son una excrecencia de
nuestra propia naturaleza. Despojándonos de la sensualidad, alcanzamos
el Cuerpo puro de la Ley. Cuando dejamos de ser esclavos de los cinco
objetos de los sentidos y hemos realizado nuestra propia naturaleza,
aunque sólo sea por un momento, podemos conocer la verdad.
Si en esta vida, tenemos la felicidad de ser discípulos de la Escuela
de Iluminación Súbita, inmediatamente veremos nuestra propia naturaleza
perfecta. Aquel que busca al Buda en el exterior, practicando ciertas
doctrinas, no conoce el verdadero lugar en el que puede ser encontrado el
Buda.
Aquel que es capaz de realizar la verdad en su propia naturaleza, ha
puesto la semilla del estado de Buda. Aquel que no ha realizado su propia
naturaleza y busca al Buda en el exterior, no es más que un insensato
motivado por deseos erróneos.
Con estas palabras, dejo para la posteridad la enseñanza de la
Escuela de la Iluminación Súbita, para la salvación de todos los seres
sensibles que deseen ponerla en práctica. Oídme bien, futuros discípulos,
perderéis vuestro tiempo si olvidáis poner en práctica esta enseñanza”.
91

Después de recitar esta estancia, añadió:


“Cuidad bien de vosotros mismos. No sigáis esa costumbre vulgar de
llorar y lamentarse. No aceptéis condolencias n hagáis duelo. Estas cosas
son contrarias a la enseñanza ortodoxa y aquel que practica estas cosas no
es mi discípulo. Lo que debéis hacer, es conocer vuestro propio espíritu y
realizar vuestra propia naturaleza búdica, que no muere, ni nace, ni deja de
existir, que no viene ni va, que no se afirma ni se niega, que no permanece y
que no se va. Voy a repetiros esto, por temor a que permanezcáis en la
ilusión y que no comprendáis mi pensamiento: Si después de mi muerte
practicáis completamente mis instrucciones y os conformáis a ellas, mi
separación no será importante. Por el contrario si actuáis contrariamente a
mis enseñanzas, aunque yo continuara viviendo entre vosotros, no
sacaríais nada de provecho”.
Y anunció otra estancia:

“El hombre ideal, imperturbable e impasible,


no practica ninguna virtud.
Se posee a sí mismo, sin pasión
y no comete ningún pecado.
Tranquilo y silencioso
renuncia a lo que ve y a lo que oye.
Ecuánime y recto,
su pensamiento no se pega a nada”.

Después de pronunciar esta estancia, se sentó respetuosamente en


la postura de Buda hasta la tercera vigilia de la noche. De pronto dijo a sus
discípulos: “Ahora ha llegado el momento de irme”, y se murió de repente.
En ese mismo momento, un extraño perfume se expandió por su
habitación y apareció un arco iris uniendo la tierra con el cielo. Los árboles
y el bosque palidecieron y los pájaros y las fieras salvajes gritaron
tristemente.
Durante la onceava luna de ese mismo año, la cuestión del lugar de la
sepultura levantó una disputa entre los funcionarios del gobierno de Kuan-
Tcheu, Chao-Tcheu y Sin-Tcheu. Todos querían transportar los restos del
patriarca a su propio distrito.
Los discípulos del patriarca, así como otros monjes y laicos, también
tomaron parte de la controversia. Como eran incapaces de llegar a un
acuerdo entre ellos, quemaron incienso y rogaron al patriarca que les
indicara el lugar que él mismo había elegido. El humo del incienso se dirigió
92

hacia Tsao-Hsi. Así pues, allí depositaron las reliquias sagradas, el kesa y el
cuenco, el treceavo día de la onceava luna.
Al año siguiente, el vigésimo quinto día de la séptima luna, el cuerpo
fue exhumado del relicario y Fan-Pien, un discípulo, lo embadurnó con yeso,
arcilla e incienso. Acordándose de la profecía del patriarca, según la cual
alguien intentaría cortarle la cabeza, los discípulos tomaron la precaución
de reforzarle el cuello con unas planchas de hierro rodeadas de tela lacada
antes de introducirlo definitivamente en la estupa.
De pronto, un rayo de luz blanca salió precipitadamente de la pagoda
en dirección al cielo y sólo desapareció tres días después. Este incidente
fue contado en la Corte por los funcionarios del distrito Chao-Tcheu. Por
orden imperial, en el santuario fueron depositadas una colección de
tabletas en las que se narraba la vida del patriarca.
El patriarca heredó el kesa a los 24 años, se afeitó el cráneo a los 39 y
murió a los 76 años.
Durante 37 años predicó el dharma para el bien de todos los seres
sensibles. Cuarenta y tres discípulos suyos heredaron el dharma y, según
su voluntad formal, fueron sus sucesores. Aquellos que alcanzaron por
aquel entonces la iluminación y se despojaron de las costumbres de los
hombres ordinarios son demasiado numerosos para ser contados.
El kesa transmitido por Arya Bodhidharma como símbolo del
patriarcado, el hábito Mo La y el cuenco de cristal ofrecido por el
emperador Tchung Tchong, la estatua del patriarca hecha por Fan-Pien, y
otros accesorios sacerdotales fueron confiados al guardián de la estupa.
Todos ellos debían ser conservados permanentemente en el monasterio
Pao Lin con el fin de asegurar el bienestar del templo. El Sutra enunciado
por el patriarca fue publicado y propagado para dar a conocer los
principios y la meta de la Escuela de meditación (Zen). Todas estas
decisiones fueron tomadas para la prosperidad de los “Tres Tesoros” (4) y
también para el bienestar general de todos los seres sensibles.

NOTAS CAPÍTULO X

(1) Sangha: Comunidad de monjes budistas.


(2) Es decir: “A partir del quinto sucesor, la Escuela de meditación
prosperará con fuerza y no será necesario continuar con la transmisión
de la Kesa”.
(3) Sosan (Seng- Tchan) es el autor del SHIN JIN MEI: “El Poema de la Fe en
el Espíritu”, que será publicado próximamente en esta colección.
(4) Tres Tesoros: El Buda, El Dharma, La Sangha.
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APÉNDICE
Por el Shraman Ling Tao, guardián de la estupa.
Durante la noche del tercer día de la octava luna del año Yen Sheu, décimo
año de la era Kai Yuan, un ruido parecido al de una cadena arrastrada fue
oído en la estupa que contenía los restos del patriarca.
Despertados por este ruido alarmante, los monjes vieron a un hombre
vestido de negro que huía de la pagoda, después de comprobar los restos,
observaron que había huellas de violencia en el cuello del patriarca.
Este incidente fue debidamente transmitido al gobernador Liu Wu
Tien y al magistrado Yung Kan. Se hicieron intensas investigaciones para
encontrar al culpable, el cual fue detenido en el pueblo de She Tchiao Tsun,
cinco días más tarde y enviado a Tchao Tcheu para ser juzgado.
Declaró llamarse Tchang Tching Man, oriundo de Liau-Sian y afirmó
haber recibido, en el monasterio de Kai-Yuan de Hung Tcheu, la cantidad de
dos mil taeles de un monje coreano cuyo nombre era Ta-Pei, quien le había
ordenado robar la cabeza del patriarca con el fin de enviarla a Corea donde
sería venerada con respeto.
Después de haber anotado estas declaraciones, el gobernador Liu
reservó su deliberación y se dirigió personalmente a Tsao Hsi con el fin de
consultar con Ling Tao, el discípulo más anciano. Ling Tao le dijo:
“Según la ley del Estado, una sentencia de muerte debería ser
pronunciad, pero la compasión es característica fundamental del Budismo.
De él aprendemos que padres y enemigos deben ser tratados de la misma
manera. Además, teniendo en cuenta que el motivo del crimen ara la
veneración religiosa, el delincuente puede ser perdonado”.
El gobernador Liu, muy impresionado dijo:
“Ahora comienzo a darme cuenta de la amplitud de espíritu y de
liberalismo de los budistas”.
El prisionero fue liberado.
El emperador Chu-Tchun deseaba venerar el kesa y el cuenco del
patriarca. Así, envió un embajador al monasterio Tsao Hsin para que
volviera con ellos, respetuosamente acompañado por una escolta. Kesa y
cuenco fueron guardados hasta el primer año de Yung-Tai, época en la que
el emperador Tai-Tchun, durante la noche del quinto día de la quinta luna,
tuvo un sueño en el que el patriarca le pedía que devolviera estas reliquias.
El séptimo día de la misma luna, el edicto siguiente dirigido a Yang-Hsian,
fue promulgado: “Su Majestad ha soñado que el Maestro de meditación
Huei-Neng le pedía la restitución de kesa y del cuenco heredados. El
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mariscal Chan Kwok Liu Tchong-Tching, es designado por el presente


edicto para que los escolte con toda reverencia hasta Tsao Hsi. Su
Majestad considera esta reliquia como un tesoro del Estado y le ordena que
las entregue en buenas condiciones en el monasterio Pao LIng.
Ordeno expresamente al monje que recibió la instrucción personal
del patriarca, que cuide especialmente estas reliquias con el fin de que no
se pierdan o sufran algún daño”.
Estas reliquias fueron robadas varias veces, tiempo después, pera
cada vez pudieron ser encontradas antes de que el ladrón huyera lejos.
El Emperador Chu-Tchun confirió al patriarca el título póstumo de Ta
Tchian –El Gran Espejo- y escribió este epígrafe para la pagoda: “Un
espíritu armonioso y radiantemente divino”.
Otros elementos biográficos pueden ser encontrados en las tabletas.
Su vida fue retratada en ellas por el canciller Wang Wei, por el gobernador
Liu Tchan Yuan, por el gobernador Liu Yu-Hsi y por otros distintos
personajes, todos de la dinastía Tang.

* * *
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GLOSARIO DE LOS TÉRMINOS BÚDICOS


MÁS IMPORTANTES EMPLEADOS EN ESTA OBRA
Amitâbha: el Buda de la Luz Infinita cuyo reino, la Tierra Pura, está
simbólicamente situado en el Oeste. También es conocido con el
nombre de Amitâyus, el Buda de la Vida Infinita. La secta japonesa
Nembutsu es la heredera de esta adoración al Buda Amitâbha (Amida
en japonés). Sus seguidores creen que recitando el mantra “Namu
Amida Butsu” pueden renacer en la Tierra Pura.

Árbol de la Bodhi: higuera bajo la cual el Buda Shakyamuni obtuvo la


Iluminación (Bodhi). A partir de entonces es el símbolo del Despertar.

Bodhicchita (Bodhai sin en japonés): El Espíritu del Despertar, la


conciencia que observa el cambio continuo de todos los fenómenos.

Dharma: se utiliza con varios sentidos:


a) Todas las existencias del cosmos.
b) El orden cósmico, la Ley esencial del Universo.
c) La enseñanza de Buda, que permite al hombre despertarse y vivir
en armonía con el orden cósmico. En este sentido constituye el
primero de los Tres Tesoros.

Dharmadhâtus: el mundo de los Budas.

Dharmakaya: ver Trikaya.

Dhâtus: mundos o esferas de la existencia.

Dhyana: meditación-concentración sin objeto. Tch’an en chino, Zen en


japonés.

Kalpa: medida de tiempo utilizada por los hinduistas y budistas. Ciclo


cósmico durante el cual el mundo se crea, se desarrolla y se
destruye, dando lugar al nacimiento de otro nuevo ciclo o kalpa. Los
kalpas pequeños duran 336, 000,000 años y los grandes
1, 334, 000,000 años.

Kesa: hábito del monje budista. Su origen remonta al Buda Shakyamuni. La


tradición cuenta que cuando el príncipe Gotama alcanzó la
Iluminación bajo el árbol de la Bodhi, recogió trozos de mortaja, así
como los paños utilizados por las mujeres durante su menstruación y
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arrojados a la basura. Los lavó, los cosió trozo a trozo, los tiñó con
arcilla (Kesa en sánscrito, designa el color ocre de la tierra) y se
confeccionó así el primer hábito budista para mostrar que lo más bajo
de este mundo, lo que todos rechazan se puede convertir en lo más
elevado, en lo más noble, en el símbolo de la realización espiritual.
Durante la ceremonia secreta de la transmisión de la enseñanza, de
Maestro a discípulo, el kesa y el cuenco de mendigo representaban el
aspecto concreto y material de esta transmisión.
El kesa se viste a modo de toga cubre el hombro izquierdo y deja al
descubierto el derecho.

Mahayana o Gran Vehículo: corriente progresista del Budismo, amor


Universal y actividad para la salvación de la humanidad. Se extendió
por China, el Tíbet y el Japón.

Mara: símbolo del Mal.

Nirmana-kaya: ver Trikaya.

Nirvana: extinción completa de los fenómenos. A veces, la muerte.

Paranirvana: más allá de la extinción y de la no-extinción de los fenómenos.


Muerte física de los grandes maestros realizados.

Prajnâ: Sabiduría Suprema, no intelectual, no discursiva. Intuición


profunda.

Pratyekas: los que quieren llegar a ser Buda para sí mismo, para su propia
felicidad sin espíritu altruista.

Samadhi: concentración Suprema, más allá de las nociones de calma y de


movimiento. Ensimismamiento profundo.

Sangha: la comunidad de monjes budistas u de practicantes. Uno de los


Tres Tesoros Budistas.

Shravaskas o auditores: discípulos no preparados para la práctica real del


Budismo, se limitan a oir las enseñanzas. El grado más bajo de
discípulo.

Shastras: comentarios de los Maestros budistas sobre las enseñanzas de


Buda.
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Shunya-Shûnyata: Vacío-Vacuidad. Ku en japonés. La existencia fenomenal


carente de noumen, de esencia. No hay que confundir con “la nada”
(le neant).

Skandhas: componentes de la personalidad. “Agregados”


Rûpa: la forma y la materia
Vedanâ: las sensaciones
Samjnâ: la percepción
Vijnâna: la conciencia

Sutra: la enseñanza de Buda recopilada por sus discípulos. Texto sagrado


Budista.

Tathagata: literalmente “El que es”, es decir, el que ha realizado


plenamente su auténtica naturaleza, su “mismidad”. (Comparar con
la respuesta que la zarza ardiente dio a Moisés cuando éste le
preguntó ¿Quién eres?, a lo que una voz respondió “Yo soy el que
soy”.

Transmisión (Shiho en japonés): ceremonia secreta, durante la cual el


Maestro entrega a su discípulo la esencia de la enseñanza junto al
kesa y el cuenco.

Trikaya: los Tres Cuerpos, son:


-Dharmakaya o Cuerpo de la Ley. Es simbolizado como un océano
infinito, tranquilo, sin una ola, del cual surgen brumas, nubes arco
iris.
-Sambhogakaya. Simbolizado por estas nubes y arco iris. Cuerpo de
compensación o de Dones Perfectos.
-Nirmana-kaya o Cuerpo de encarnación, de Transformación. Cuando
estas nubes iluminadas por la gloria del arco iris se condensa y caen
en forma de lluvia, aparece el Nirmana-kaya.
Las palabras, los conceptos humanos son importantes a la hora de
describir estos Tres Cuerpos que carecen de cualidades.
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ENSEÑANZA DE COMPASIÓN
DEL MAESTRO BUDA CHIKON
Nosotros practicamos el TAO, cultivando el corazón.
Nosotros divulgamos el TAO, esforzando el corazón.

No hacemos comparaciones, no luchamos con los otros


Cedemos de todos lados, en pro de la ARMONÍA.

Somos un puente entre el mundo de angustia y el mundo de PAZ


Dejamos que nos pisen y maldigan, bajamos la cabeza.

La VERDAD nos torna dignos, cedemos y avanzamos naturalmente


Nuestra naturaleza permanece firme y fuerte.

No nos sacrificamos en vano


No venimos al mundo en vano
No pasamos el tiempo en vano.

Un solo HOMBRE puede ser un ESLABÓN


Entre la multitud y la vida verdadera.

Es necesario valorizarse
Es preciso no dispersarse y no ser obstáculo para SÍ MISMO
Es preciso establecer un propósito correcto
Posibilitando que millones de personas sientan Seguridad y tranquilidad.
ELEVÁNDOSE

Posibilitando que millones de personas absorban la LUZ de la


COMPASIÓN.

Posibilitando que millones de personas se envuelvan con


Los inmensos beneficios de DIOS.

Posibilitando que millones de personas


TRASCIENDAN las ondulaciones de ese mundo de angustias.

Posibilitando que millones de personas,


sus antepasados y descendientes, todos juntos
reciban la LUZ.

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