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BIODIVERSIDAD I
ESPECIES EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
ACTIVIDAD 1: IDEAS PREVIAS
ACTIVIDAD 2
LA BIODIVERSIDAD, UNA ESTRATEGIA NATURAL
Hace unos 3600 millones de años la vida hizo su aparición en nuestro Planeta y se fue
desplegando en una maravillosa variedad de animales y plantas. No fue un proceso fácil
ni continuo y, en algunos períodos, las amenazas fueron mayúsculas. Meteoritos,
glaciaciones, elevaciones del nivel del mar llevaron la vida en la Tierra a situaciones
realmente críticas como ocurrió con la desaparición de los dinosaurios y con, al menos,
otras cuatro extinciones masivas. Sin embargo, aún luego de estos duros golpes la vida
siempre resurgió y a lo largo de su evolución, las especies animales y vegetales fueron
desarrollando lazos entre sí de mutua dependencia. Por eso, como dice John Muir,
cuando “tiramos” de una cosa en la naturaleza descubrimos que se encuentra
relacionada con otras y, a su vez, estas con otras y así sucesivamente, entretejiendo el
gigantesco tejido de la vida. Veremos que es indispensable mantener ese tejido
saludable, para el bien de nuestra especie y de las demás, que han sido nuestros
compañeros de ruta en la evolución. Todos los años se descubren entre 16.000 y 17.000
nuevas especies. Desde insectos minúsculos hasta pájaros y mamíferos que son más
“visibles”, recién empiezan a aparecer ante nuestros ojos. Los científicos, además han
comenzado a investigar ecosistemas poco conocidos, como el mar profundo, que
convierten a los descubrimientos “sorprendentes” de especies en un lugar común. Las
imprecisiones acerca de cuántas especies existen en el planeta son tales, que algunos
estiman que el número ronda los 2 millones y otros, los 100 millones. La única certeza
es que le hemos dado nombre a “apenas” 1.75 millones. No todas las zonas del planeta
han sido favorecidas del mismo modo a la hora de repartir los tesoros biológicos. De
170 países solo 17 han sido declarados “megadiversos”, pues contienen entre el 60 y el
70% de la riqueza biológica (ver figura 5.1). Entre los más favorecidos están los
ubicados en las zonas ecuatoriales, con altas temperaturas y humedad y, en su mayoría,
pertenecen a los del Tercer Mundo. Esa riqueza declina en las regiones templadas y es
aún menor en los polos. También disminuye en relación con el aumento de la altitud. A
toda la extraordinaria variedad de formas de vida que habitan nuestro planeta, la ciencia
le ha dado el nombre de biodiversidad. Como veremos más adelante, ella es la brillante
estrategia que ha empleado la naturaleza para responder al reto que suponen los
cambios ambientales ocurridos a lo largo de los milenios y salir airosa.
Diversidad de ecosistemas o diversidad beta La multiplicidad de paisajes que surgen
como resultado de la interacción de cada comunidad biológica con su hábitat constituye
la diversidad ecosistémica. Ella se manifiesta a través de una extraordinaria variedad de
ecosistemas: desde los bosques y las praderas hasta la tundra y la taiga, desde los
arrecifes coralinos hasta las profundidades marinas (el mayor ecosistema de la Tierra),
desde los desiertos más inhóspitos hasta la selva más exuberante, cada uno de ellos,
además, con sus especificidades locales.
Figura 5.3. La diversidad genética determina diferencias entre los individuos de una misma especie. Arriba: elefante africano.
decir que unos están incluidos dentro de otros como en cierto orden de importancia, tamaño o
grados). Recuerden que puede ser por tamaño, complejidad u otra forma jerárquica.
b. Describan posibles relaciones entre los tres niveles. Tené en cuenta qué nivel
interdependencia.
Los sistemas de producción y consumo actuales están interfiriendo en el devenir natural de la
biodiversidad en una escala nunca antes observada. Cada vez hay más evidencias de que hemos
acelerado el proceso natural de extinción de especies conocido como extinción de fondo. Esta se
produce en forma lenta, en cambio nuestra intervención está produciendo una extinción en masa,
es decir, una desaparición a una velocidad muy superior a la de fondo y más extendida (de
carácter global). Si bien la mayoría de los científicos coinciden en que nuestra especie ha acelerado
la extinción de una manera escalofriante, las estimaciones de la cantidad de especies que
desaparecen son muy variables. Según cálculos conservadores, estamos perdiendo 17.000
especies por año y entre ellas se incluyen algunas que nunca llegaremos a conocer. La
desaparición de una especie es un proceso irreversible, no hay vuelta atrás. Perdemos para
siempre una forma de vida que es el resultado del paciente trabajo de la evolución durante
millones de años. Como las especies no están aisladas, sino que tejen relaciones con otras y con su
entorno, a medida que desaparecen van desarmando el tejido de la vida y las consecuencias
pueden ser imprevisibles.
Las causas
Numerosos factores están contribuyendo a la drástica reducción de la biodiversidad en todas las
regiones del planeta. En la figura 5.5 podemos ver las causas inmediatas, que en la práctica suelen
superponerse y reforzarse. Como ya hemos comentado varias veces, estas causas obedecen a
otras más profundas que tienen que ver con modelos de desarrollo y valores que priorizan la
rentabilidad económica por encima de la preservación de los ecosistemas y también con la presión
creciente de una población en aumento.
Así hemos alterado o directamente arrasado con hábitats naturales enteros, dejando sin hogar a
millones de especies. Es tal la magnitud de estas transformaciones que el 73% de las tierras del
planeta (excluyendo áreas inhabitables de roca y hielo) ha sido modificado. En muchos casos no
los destruimos directamente pero los alteramos de tal manera que sus funciones se ven alteradas
o quedan fragmentados como si fueran islas rodeadas por un mar de ambientes humanos. Los
sitios silvestres pasan a quedar rodeados de campos de cultivo, áreas urbanizadas y atravesados
por carreteras, líneas férreas, líneas de alta tensión, ductos para petróleo, gas y agua, etc. que son
barreras infranqueables o verdaderas trampas mortales para muchas especies. El impedimento en
sus desplazamientos y la escasez de espacio, determinan que muchas poblaciones no tengan el
espacio vital mínimo para obtener su alimentación, que existan problemas de territorialidad entre
machos de una misma especie, que las poblaciones queden reducidas a número de individuos
insuficiente como para ser viables. Este factor es responsable de la pérdida de un 16% de las
especies animales, aunque en algunos casos, como el de los mamíferos, este porcentaje llega al
75%. Todos los ecosistemas están sufriendo este tipo de embates pero preocupan principalmente
aquellos que albergan una parte importante de la biodiversidad. Las selvas tropicales son las que
poseen una mayor variedad de especies, al menos el 50% de las del planeta (ver figura 5.7).
Generalmente el primer paso para la fragmentación y destrucción de un ecosistema es la apertura
de caminos y líneas férreas que permiten el ingreso continuo de gente, que va penetrando cada
vez más profundamente en el medio natural invadido (ver figura 5.8). La siguiente fase puede ser
la destrucción brusca e irreversible del ecosistema como ocurre con la minería a cielo abierto o las
represas que inundan vastas zonas. Los eventos naturales extremos también pueden tener el
mismo efecto. En otros casos el paisaje va siendo alterado más gradualmente como sucede con las
actividades agrícolas o la tala selectiva de árboles de valor comercial. Las actividades agrícolas son
otro factor de enorme presión sobre los ambientes naturales, pues el aumento de la población
implica buscar nuevos espacios para producir alimentos.
La explotación maderera destinada a la industria (del mueble y papelera, entre otros usos) y a la
extracción de leña (fuente de energía para unos 2.400 millones de personas de los países menos
desarrollados) también contribuyen a la destrucción forestal. La selva amazónica o Amazonía es
una región emblemática por su extraordinaria biodiversidad y por ser un compendio de todos los
males descriptos en la figura 5.6. Tiene 7.5 millones de hectáreas, ocupa nueve países
sudamericanos y posee el río Amazonas, el mayor sistema hidrográfico del planeta. Atesora el
7.1% del total mundial de peces y alrededor del 20% de las especies de plantas del mundo. Desde
el punto de vista cultural la selva amazónica es una de las regiones más diversas del planeta. Los
pueblos autóctonos de la región pertenecen al menos a cinco diferentes grupos lingüísticos y un
número importante de pequeñas familias de lenguas independientes. Para tener una imagen de la
degradación de la Amazonía, solo en Brasil, país que concentra el 60% de la superficie amazónica,
763.000 kilómetros cuadrados (una superficie un poco mayor a la de Chile) han sido ya
irremediablemente despojados de su exuberante manto verde. El drama medioambiental es solo
la parte visible del drama humano vivido por los últimos grupos indígenas que se aferran a estos
bosques con la esperanza no solo de preservar su forma de sustento o su cultura, sino la propia
vida. En reiteradas oportunidades son víctimas de maltratos y hasta han perdido la vida en manos
de inescrupulosos que usurpan sus tierras y sus riquezas o bien han sido diezmados por las
enfermedades del hombre blanco para las cuales no está preparado su sistema inmunológico. En
el caso de los ecosistemas acuáticos su destrucción o degradación suelen estar asociadas con la
modificación del flujo del agua a través de embalses, canalizaciones, desvíos de los ríos, etc. Toda
la funcionalidad del sistema se ve afectada porque la alimentación, los lugares de desove y las
migraciones de los seres vivos que los habitan están acoplados con ese flujo. También cambia el
transporte de sedimentos, la disolución de oxígeno, la fertilización de las orillas, la temperatura de
las riberas, etc. Las represas para energía hidroeléctrica son grandes responsables de estos
cambios. Existen nada menos que unas 45.000 represas y aproximadamente la mitad de los ríos
del mundo tienen una, según el informe final emitido en el año 2000 por la Comisión Mundial de
Represas (CMR). En las zonas donde el agua es embalsada quedan sepultadas cientos o miles de
hectáreas (en el caso de Yaciretá, 107.000 hectáreas de riquísima diversidad de especies) y deja sin
hogar o elimina lisa y llanamente a numerosas especies animales y vegetales. La descomposición
de miles de árboles o animales que quedan sumergidos puede acarrear serios riesgos sanitarios; y
la mayor humedad favorece el desarrollo de enfermedades como el paludismo, el dengue y la
esquistosomiasis, conocida como “el mal de las represas”. Los humedales, cuya salud depende de
la dinámica de sus aguas, han sido intensamente modificados y solo quedan aproximadamente un
40% de los originales. Como ya vimos, son considerados de escaso valor y se los rellena o canaliza
para urbanizarlos, para actividades agrícolas, etc.
ACTIVIDAD 3
Sobreexplotación
Contaminación
Los productos contaminantes que llegan al ambiente deterioran los ecosistemas y pueden reducir
o eliminar las poblaciones de especies más sensibles. Varios de los efectos que la contaminación
puede provocar en los seres vivos del medio acuático fueron analizados en el capítulo 4. Sin
embargo existe un proceso, más larvado y peligroso, que está ocurriendo con relación a los
objetos de plástico de todo tipo que hoy consumimos. Recientemente hemos empezado a tomar
conciencia sobre él, a partir del descubrimiento de la llamada “sopa de plástico o de basura”. Se
encuentra en el centro del Pacífico Norte y se estima que posee una superficie igual a tres veces
España y Portugal juntos. Los desechos han sido atrapados por un vórtice de corrientes oceánicas
y según algunos cálculos el área puede llegar a contener cerca de 100 millones de toneladas de
desechos que provienen de mar y tierra. Increíblemente, la mayor parte ha sido desechada en
tierra firme (80%) y llega desde lugares lejanos. Se han efectuado algunos estudios sobre este
fenómeno y uno de ellos ha demostrado que el 35% de los peces planctívoros de la zona contienen
pedazos de plástico en sus organismos. Lamentablemente, existen al menos otros cinco vórtices
marinos en los mares de los hemisferios Norte y Sur. La contaminación atmosférica también está
generando procesos muy peligrosos que serán analizados en el próximo capítulo, mientras que la
contaminación producida por la aplicación a gran escala de pesticidas también tiene impactos
negativos.
ACTIVIDAD 5
Introducción de especies
La introducción de una especie en un ecosistema al que no pertenece no es un hecho nuevo y
puede ocurrir como un hecho premeditado por el hombre (para usar como alimento, combatir una
plaga, para la caza o pesca deportiva) o sin su conocimiento (traído en barcos junto con productos
de importación, por ejemplo). La especie exótica puede que no encuentre las condiciones
ambientales para su desarrollo y no prospere en el nuevo hogar. El problema aparece cuando esa
especie no tiene depredadores naturales, tiene una gran capacidad para reproducirse y/o compite
con especies locales por el espacio y la comida o directamente las devora. En el mundo existen
muchos ejemplos y la Argentina no es la excepción. El ciervo colorado europeo compitió
exitosamente con dos especies locales, el pudú o ciervo enano y el huemul. Los castores,
introducidos en Tierra del Fuego están aniquilando los árboles del lugar para construir sus diques.
El mejillón dorado (Limnoperna fortunei), que es oriundo de Asia, se está expandiendo en la
Cuenca del Plata traído, tal vez, a través del agua de lastre de los buques transoceánicos. Tiene
una enorme capacidad de reproducción y se ha convertido en una pesadilla, pues se adhiere a
superficies duras como las cañerías de las empresas generadoras de energía que toman agua del
río y las obstruyen.