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Descubrimiento de América

 El descubrimiento de América es uno de los acontecimientos más


determinantes y decisivos para el cambio del curso de la historia de la
humanidad.

El evento tiene como fecha marcada el 12 de octubre del año 1492


cuando Cristóbal Colón y sus tres carabelas encontraron finalmente en el
horizonte “tierra a la vista” después de un largo y nervioso viaje que se
inició el 3 de agosto desde el Puerto de Palos. 

Fue un descubrimiento accidental, pues


se intentaba buscar una nueva ruta
comercial por mar hacia las Indias
conocidas, basado en la teoría de que la
tierra era esférica. Más adelante y tras un
par de viajes más se confirmó que las
tierras del desembarque eran en realidad
un continente desconocido.

Una vez la noticia se supo por los reinos


de Europa, se inició una carrera marítima por descubrir y anexar territorios
de “el nuevo mundo” en busca de recursos y productos.

Entre las potencias imperiales más poderosas de la época que se integraron


a la “era de los descubrimientos” estuvieron: Gran Bretaña, Francia,
Holanda, y por su puesto España y Portugal como los primeros rivales.
Transmitir la religión católica



“La crucifixión de Cristo” de Diego Velázquez, 29 December 1829 Fuente: CC0 1.0 Universal (CC0
1.0) Public Domain Dedication

La derrota de los musulmanes en tierras españolas motivó a la corona a


seguir peleando en contra de los no creyentes alrededor del mundo, hacer
llegar la influencia católica y la conversión de fieles. Obtener el favor del
papado en Roma era otra de las competencias entre los reinos europeos.

La eterna necesidad humana de llegar más lejos obligó a


mejorar la construcción de barcos

Hombres de la expedición de Francisco de


Orellana construyendo un pequeño
bergantín, el “San Pedro”.  Fuente: DO’Neil
CC0 1.0 Universal (CC0 1.0) Public Domain
Dedication

Las exploraciones Vikingas desde


el siglo VII d.C. por el norte del
Atlántico dio al ser humano siglos
de experiencia para perfeccionar la construcción de navíos más fuertes para
viajes más largos.

Queriendo siempre ir más lejos, los conquistadores llegaron a la actual


Islandia y Groenlandia; eventualmente tocando costas de Norte América
alrededor del 1001 d.C., sin interés de asentarse.

Sus modelos de barcos fueron lentamente mezclándose en estilo y calidad


con los del resto de Europa de la edad media, haciendo evolucionar la
industria de navíos que exigía cada vez exploraciones más ambiciosas.

Querer lanzarse a mar abierto forzó la optimización en el


diseño de las velas

“Veleros” de Gaston Roullet. Fuente: parte de la colección de Museu Histório e Diplomático –


Palácio do Itamaraty, CC0 1.0 Universal (CC0 1.0) Public Domain Dedication

Antes del siglo XV, las velas eran cuadradas. Esta forma limitaba la
navegación ya que el viento solo podía ser aprovechado si soplaba desde
atrás.

Los portugueses diseñaron las velas triangulares que permitieron el uso del
viento soplando desde ángulos diferentes. Este cambio permitió a los
navegantes aventurarse a aguas más abiertas.

Las cruzadas abrieron los horizontes de los reyes europeos


hacia el este
El entendimiento de la
geografía del europeo
promedio antes de las
cruzadas era mínimo. No se
ampliaba más allá de la vaga,
limitada y controlada
información de unos pocos
textos de la era romana.

Con el éxito de la primera


cruzada, los europeos
estuvieron más en contacto
con el resto del mundo. Los mercaderes siguieron el camino de los
territorios tomados hacia el este y vieron la oportunidad de comerciar en
sedas y especies en estas ciudades.

Ésto llamó la atención de los reinos que quedaron fascinados con los
productos del lejano oriente. No pasó mucho tiempo para que se
establecieran empresas para comerciar estos bienes oficialmente.

La ruta de la seda era necesaria mantenerla activa y segura


Fue tarea de los líderes Khan del Imperio mongol asegurar que el
suministro de productos desde la lejana China e India tuvieran transito
asegurado por tierra hasta las ciudades comerciales con paso al
Mediterráneo. Es el caso de Constantinopla, donde barcos europeos
siempre esperaban comprar como clientes fascinados, fieles y seguros.

La caída de Constantinopla a manos del Imperio otomano


En 1453, los turcos conquistaron la capital del Imperio bizantino, tomando
el control del cruce comercial más importante de la baja edad media.

El comercio se vio bajo muchos obstáculos y los precios de los impuestos se


incrementaron considerablemente.

Este es probablemente una de las causas más importantes ya que fue el


catalizador para buscar retomar contacto con Asia.

La competencia marítima entre España y Portugal


Portugal llevaba la delantera en la carrera de asegurar una nueva ruta
comercial a la India y China.

No solo era necesario encontrar una vía alternativa sin pasar por territorios
controlados por musulmanes, sino también era imperioso tener una ruta
propia y más eficiente que la de los portugueses.
La expulsión de los musulmanes de Castilla permitió a la
corona española invertir en expediciones
La unificación de España con Fernando e Isabel ayudó en la lucha y derrota
del poder musulmán en sus tierras. Tras la expulsión, el reino recuperó
dinero. Pero la idea de intentar restablecer relación comercial en la nueva
Constantinopla otomana/musulmana era inconcebible.

Así que cuando Colón presenta su propuesta a la reina, esta decide darle la
oportunidad, y el resto es historia.
Conquista española

Los

viajes de Cristóbal Colón (1492-1504) proporcionaron a la corona


española tierras, nuevos súbditos y oro. Sin embargo, muy pronto
el proyecto colombino, consistente en instalar factorías en las Antillas,
fue sobrepasado por los hechos, los intereses de la corona y de los
compañeros de Colón. La dimensión de los nuevos dominios y las
excesivas atribuciones otorgadas al Almirante en las Capitulaciones de
Santa Fe, provocaron un giro en la política de los Reyes Católicos. Una
empresa originalmente privada, bajo responsabilidad de Colón, se
transformó en un proyecto de colonización, explotación económica y
evangelización, sustentado por la monarquía. Por una parte, se autorizó
la intervención de particulares en la exploración y conquista de nuevos
territorios, y por otra, la corona se reservó el derecho de administrar las
flamantes posesiones y nombrar funcionarios que velaran por los
intereses reales. Expresión de esto último fue el envío de Nicolás de
Ovando como gobernador de La Española en 1502, el cual arribó al
frente de 2.500 personas que venían a asentarse en la isla. En España,
mientras tanto, se creaba la Casa de Contratación en 1503.

Las Antillas constituyeron la primera colonia


española en América. Se fundaron numerosas
ciudades y aldeas, siendo Santo Domingo la
más importante; se dispuso que los nativos
debían trabajar para los españoles mediante
diversos sistemas laborales, como el
repartimiento y la encomienda se
crearon instituciones y cargos
administrativos, como la Real Audiencia de
Santo Domingo en 1511; y se enviaron
misioneros para que adoctrinasen a la población nativa en la religión
católica.

La base económica de esta colonia fue el oro que


se obtenía en los ríos. Durante las dos décadas
iniciales del siglo XVI se extrajeron unos 15.000
kilos de este valioso metal y se enviaron a la
corona remesas importantes correspondientes al
impuesto del quinto real sobre este producto. No
obstante, este metal precioso se agotó rápidamente
y ya a principios del siglo XVI hubo que buscar
otras fuentes de subsistencia. De esa manera, se
potenció el desarrollo agrícola, combinando
productos autóctonos (mandioca, frutas, etc.) con semillas traídas desde
Europa (trigo).

El agotamiento de los lavaderos de oro, la


caída de la población indígena y la creciente
emigración de los colonos hacia otras
regiones de América, obligaron a buscar
soluciones para retener a la población
española en las Antillas y mejorar las
condiciones de vida. En ese contexto apareció
en escena un producto que marcó para
siempre el destino de las Antillas: el "Rey
Azúcar". En efecto, la caña de azúcar se había
adaptado extraordinariamente bien al medio ambiente antillano y en
Europa aumentaba la demanda por este artículo. A partir de 1520
los ingenios azucareros se multiplicaron y aumentaron sus rendimientos.
Las cada vez mayores cantidades de azúcar producidas requerían de gran
cantidad de mano de obra, lo cual se resolvió mediante la importación
masiva de esclavos negros provenientes de África. Desde entonces, el
azúcar y la población negra, con sus tradiciones, penurias y ritmos, son
inseparables de la historia antillana.
El objetivo que más
tardó en concretarse fue
la evangelización de los
indígenas. Durante el
ciclo colombino hubo
muy
pocos religiosos que
integraron los viajes de
exploración y, por lo
tanto, la conversión de
los taínos no pasó de ser una quimera. Recién con el establecimiento de
las Órdenes Religiosas de los Mercedarios, Franciscanos y Dominicos en
La Española, en la primera década del siglo XVI, se promovió más
activamente la cristianización. Pero a esas alturas, la realidad era
dramática, pues casi no quedaban indígenas por convertir a la fe católica.
En vista de ello, los Dominicos alzaron su voz en contra de los abusivos
sistemas laborales a que eran sometidos los aborígenes y criticaron el
pesado tributo que debían entregar a las autoridades de la corona.
Emergieron así las figuras de Antón de Montecinos y Fray Bartolomé de
las Casas, quienes dedicaron su vida a la defensa del desamparado
indígena.

Podemos concluir que el


asentamiento español en
las Antillas tuvo
consecuencias fatales
para la población taína,
la cual pagó el precio
más alto de todo el
proceso de conquista de
la América Indígena.
También sentó las bases
de lo que sería el mestizaje entre indígenas, europeos y africanos que, en
última instancia, generó la cultura y la sociedad características de nuestra
América Latina.

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