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Como establece el artículo 2, la violación por un Estado de una obligación internacional que
le incumbe da lugar a su responsabilidad internacional. Ante todo es necesario precisar lo
que debe entenderse por violación de una obligación internacional. Ese es el objeto del
artículo 12, que define en los términos más generales lo que constituye una violación de una
obligación internacional por un Estado. Para concluir que hay violación de una obligación
internacional en un caso determinado, es necesario tener en cuenta las disposiciones
restantes del capítulo III que especifican condiciones para que haya violación de una
obligación internacional, así como las disposiciones del capítulo V referidas a las
circunstancias que excluyen la ilicitud de un hecho de un Estado. Pero a fin de cuentas,
Lo más común es que tales acuerdos se realicen entre Estados, aunque pueden celebrarse
entre Estados y organizaciones internacionales. Los primeros están regulados por la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969; los segundos, por la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados celebrados entre Estados y
Organizaciones Internacionales de 1986.
Los Tratados internacionales deben realizarse por escrito aunque pueden ser verbales. En
este último caso no se regirán por la Convención de Viena de 1969.
Estos tratados son tan importantes que en nuestra constitución establece que si por alguna
razón existiera un conflicto entre un tratado y una ley interna prevalecerá el tratado.
Existen varios tipos de tratados por lo que es necesario clasificarlos, la clasificación de los
tratados internacionales es la siguiente:
Según el número de Estados que formen parte de los derechos del hombre, los Tratados
internacionales pueden ser:
bilaterales o multilaterales.
Estos últimos se subdividen en generales, (que tienen vocación de universalidad), y
restringidos (limitados a un número reducido de estados por motivos diversos: militares,
geográficos, económicos…).
Según la materia, pueden ser: Tratados comerciales, políticos, culturales, humanitarios,
sobre derechos humanos, o de otra índole.
Según el tipo de obligaciones creadas diferenciamos entre: Tratados-ley y
Tratados-contrato. Los primeros establecen normas de aplicación general que jurídicamente
se encuentran en un pedestal superior a las leyes internas de los países firmantes, los
segundos suponen un intercambio de prestaciones entre partes contratantes. Esta distinción
está bastante superada pues ambas particularidades se funden.
Por la índole de los sujetos participantes, distinguimos: Tratados entre Estados, entre
Estados y Organizaciones internacionales, y entre Organizaciones internacionales.
Por su duración: se diferencian entre Tratados de duración determinada y Tratados de
duración indeterminada.
Según la posibilidad de hacerse parte sin haber tomado parte en su negociación: Tratados
abiertos y cerrados. Estos últimos no admiten nuevos miembros, por lo que su admisión
implica la celebración de un nuevo tratado.
Por su forma de conclusión, podemos encontrar: Tratados concluidos de forma solemne y
Tratados concluidos de forma simplificada que luego son enviados por el poder ejecutivo al
poder legislativo para opinión y aceptación.
4.3.- Proceso de elaboración: sujetos, celebración de tratados, las reservas del tratado,
entrada en vigor y aplicación
a) se entiende por "tratado" un acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y
regido por el derecho internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o más
instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular.
b) se entiende por "ratificación", "aceptación", "aprobación" y "adhesión", según el caso, el
acto internacional así denominado por el cual un Estado hace constar en el ámbito
internacional su consentimiento en obligarse por un tratado; c) se entiende por "plenos
poderes" un documento que emana de la autoridad competente
de un Estado y por el que se designa a una o varias personas para representar al Estado en
la negociación, la adopción o la autenticación del texto de un tratado, para expresar el
consentimiento del Estado en obligarse por un tratado, o para ejecutar cualquier otro acto
con respecto a un tratado;
d) se entiende por "reserva" una declaración unilateral, cualquiera que sea su enunciado o
denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o al
adherirse a él, con objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas
disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado;
e) se entiende por un "Estado negociador" un Estado que ha participado en la elaboración
y adopción del texto del tratado;
f) se entiende por "Estado contratante" un Estado que ha consentido en obligarse por el
tratado, haya o no entrado en vigor el tratado;
g) se entiende por "parte" un Estado que ha consentido en obligarse por el tratado y con
respecto al cual el tratado está en vigor;
h) se entiende por "Tercer Estado" un Estado que no es parte en el tratado;
i) se entiende por "organización internacional" una organización intergubernamental.
2. Las disposiciones del párrafo I sobre los términos empleados en la presente
Convención se entenderán sin perjuicio del empleo de esos términos o del sentido que se
les pueda dar en el derecho interno de cualquier Estado.
Capacidad de los Estados para celebrar tratados. Todo Estado tiene capacidad para
celebrar tratados.
Plenos poderes.
Entrada en vigor.
1.Un tratado entrará en vigor de la manera y en la fecha que en el que se disponga o que
acuerden los Estados negociadores.
2. A falta de tal disposición o acuerdo, el tratado entrará en vigor tan pronto como haya
constancia del consentimiento de todos los Estados negociadores en obligarse por el
tratado.
4.4.- Efectos sobre los estados, los estados terceros, modificación, terminación y
suspensión.
En cuanto a los efectos de los Tratados debemos distinguir entre el efecto general y
los efectos específicos.
Respecto al efecto general, cabe decir que los Tratados obligan a las partes. Ello
plantea el problema del fundamento y la razón de la obligatoriedad entre las partes.
por tercer Estado podemos entender el que no es parte en un Tratado, de acuerdo con el
artículo 2.1, h) de la Convención de Viena. Además, atendiendo a la regla general del
artículo 34, un tratado no crea obligaciones ni derechos para un tercer Estado sin su
consentimiento. Nos encontramos ante la máxima pacta tertiis nec nocent nec prosunt, que
proviene del Derecho Privado Romano, pero que en Derecho Internacional no se justifica
meramente por ese concepto general del Derecho de los contratos, sino por la soberanía e
independencia de los Estados .
En palabras de Pastor Ridruejo, los tratados sí pueden producir efectos para terceros,
imponiendo obligaciones o concediendo derechos, con el consentimiento de ellos. No hay
en tal supuesto excepciones o derogaciones al principio pacta tertiis, porque al mediar el
consentimiento de los terceros en un acuerdo colateral, nos hallamos claramente dentro del
mecanismo convencional. Además, en virtud del principio de la efectividad, los tratados
producen algunos efectos para terceros en los siguientes casos: reglas de tratados que den
lugar a normas consuetudinarias, tratados que representan la gestión de intereses comunes
por un conjunto de Estados suficientemente representativos y tratados instituyentes de
organizaciones internacionales .
Salvo que en el caso previsto en el apartado a) del párrafo 1 el tratado disponga otra cosa,
las partes interesadas deberán notificar a las demás partes su intención de celebrar el
acuerdo y la modificación del tratado que en ese acuerdo se disponga.
Estas dos parcelas normativas del derecho internacional tienen ámbitos de aplicación
diferentes. El derecho de los tratados se encarga de la constitución y de las vicisitudes de
las obligaciones convencionales, amparadas por la regla pacta sunt servanda, así como del
cese de aplicación de esta regla mediante la regulación de las causas de nulidad,
terminación y suspensión de los tratados. Por su parte, el derecho de la responsabilidad
internacional tiene su sede en las consecuencias derivadas del incumplimiento de cualquier
obligación de derecho internacional, una de las cuales, evidentemente, puede venir
constituida por el incumplimiento de un tratado, ya que, como señala el profesor Shabtai
Rosenne, "breach of treaty gives rise to an international responsibility"6 y, por tanto,
-continúa el citado profesor- "the implementation of that responsibility is a matter for the law
of responsibility of States"7. Consecuentemente, desde el ámbito de la responsabilidad
internacional, el derecho de los tratados se limita a establecer lo que la Comisión de
Derecho Internacional en sus trabajos sobre el tema ha venido en denominar la norma
primaria; es decir, el presupuesto o norma previa cuya violación o incumplimiento da
entrada a las normas secundarias o de la responsabilidad internacional, normas aplicables a
la violación de cualquier norma primaria
Derecho al juez ordinario predeterminado por la ley que, en consecuencia, deberá ser
creado previamente por la norma jurídica, con generalidad y anterioridad al caso y cuya
composición se regirá por la imparcialidad (véase principio de imparcialidad ) e
independencia judicial.
Derecho a la defensa y asistencia letrada.
Derecho a un proceso público (arts. 24,2 y 120,1 CE) que sería un derecho subjetivo para
todos y un deber para los órganos judiciales salvo en los casos previstos en las leyes
procesales.
Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas de manera que se tramite rápidamente y con
las garantías necesarias para la defensa de las partes atendiendo a la naturaleza y
circunstancias del litigio, márgenes ordinarios de duración de los litigios del mismo tipo,
conducta procesal de los litigantes, interés del demandante en juego, conducta de los
órganos judiciales, consecuencias de la demora para los litigantes y la consideración de los
medios disponibles.
Derecho a un proceso con todas las garantías y
Derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes, es decir, a proponer la práctica de la
prueba y a la práctica de la pertinente.
En el ámbito penal, pueden citarse como garantías genéricas: el derecho a la tutela
jurisdiccional (véase tutela judicial efectiva ), la presunción de inocencia, el derecho de
defensa y al debido proceso. Con base en las mismas surgen multitud de garantías
específicas como: el juez natural, la publicidad, la pluralidad de instancia o la cosa juzgada
debiendo destacarse por su importancia las siguientes:
Presunción de inocencia: es la máxima garantía del imputado y uno de los pilares del
proceso penal acusatorio. Permite a toda persona conservar su estado de inocencia
mientras no se declare judicialmente su responsabilidad, además nadie se verá obligado a
probar su inocencia manteniéndose la misma hasta que se declare probada su culpabilidad
(véase principio de culpabilidad ).
Derecho de defensa: es la facultad que toda persona tiene para contar con el tiempo y los
medios necesarios para ejercer su defensa en todo proceso en que se vea incurso, es decir,
la posibilidad de sostener sus posiciones y de contradecir los fundamentos del contrario. Es
un derecho público constitucional que asiste a toda persona física (véase personalidad ) a la
que se le pueda atribuir la comisión de un hecho punible. Mediante su ejercicio se garantiza
al imputado la asistencia técnica de un abogado defensor y se le concede la capacidad de
postulación necesaria para oponerse eficazmente a la pretensión punitiva y poder hacer
valer dentro del proceso, el derecho constitucional de la libertad del ciudadano.
(a) La que tiene como base la estructura orgánica de los actos procesales y por tanto
analiza los requisitos de fondo y de forma de los mismos. Cuando al acto falta un requisito,
es decir, no cumple con el modelo legal, entonces está viciado. Desde esta perspectiva
analizaremos la nulidad como una categoría intrínseca al acto, es decir, como vicio del acto
procesal.
(b) La que postula un alejamiento de la estructura orgánica del acto, pero que no lo excluye,
y que considera a la nulidad como una sanción, como una categoría intrínseca del acto.
(c) La que explica la nulidad como una técnica instrumental, como un instrumento procesal
teniendo como punto de partida el fundamento valorativo de la nulidad procesal. Esta teoría
la analizaremos en las propuestas que expondremos más adelante.
Analizar la nulidad como un vicio del acto nos obliga a poner el punto de partida en el acto
procesal sano y, por ende, comprobar si este cumple con todos los requisitos que son
necesarios para que sea perfecto, es decir, para que produzca sus efectos.
Urrutia Salas, enseña que "sobre los elementos que componen el acto procesal, la doctrina
más aceptada es la que distingue en ellos dos clases de requisitos: los esenciales o
sustanciales y los accesorios o secundarios". Luego de explicar lo que se entiende por
actos esenciales y actos accidentales, el autor sostiene que "sin embargo, cualquiera que
sea la opinión sobre los elementos esenciales y accidentales del acto procesal, entre
nosotros, pocas veces la ley dispone cuando una formalidad tiene uno u otro carácter". (...)
Estas razones hacen que no todos los tratadistas esten de acuerdo en esta distinción de
formalidades esenciales y secundarias; no le desconocen su importancia; pero la atacan
porque a veces puede resultar poco práctica.
Por su parte, Santa Cruz Serrano expone que "establecida la existencia de requisitos
legales para el otorgamiento de los actos procesales, cabe preguntarse cuál es la sanción
que recae sobre un acto que ha sido consumado con omisión de algún requisito legal o que
se haya ejecutado en forma irregular. En derecho civil, según lo establece el artículo 1681
del Código respectivo, la sanción por haberse omitido los requisitos establecidos para el
otorgamiento de un acto jurídico es la nulidad de éste, o lo que es lo mismo, la falta de
efectos jurídicos (...) en derecho procesal la infracción de las leyes que establecen los
requisitos necesarios a cada acto también produce la nulidad del acto irregular en que se
han omitido los requisitos legales.
La designación del depositario de un tratado podrá efectuarse por los Estados negociadores
en el tratado mismo o de otro modo. El depositario podrá ser uno o más Estados, una
organización internacional o el principal funcionario administrativo de tal organización. Las
funciones del depositario de un tratado son de carácter internacional y el depositario está
obligado a actuar imparcialmente en el desempeño de ellas. En particular, el hecho de que
un tratado no haya entrado en vigor entre algunas de las partes o de que haya surgido una
discrepancia entre un Estado y un depositario acerca del desempeño de las funciones de
éste no afectará a esa obligación del depositario.
Funciones de los depositarios. Salvo que el tratado disponga o los Estados contratantes
convengan otra cosa al respecto, las funciones del depositario comprenden en particular las
siguientes:
a) custodiar el texto original del tratado y los plenos poderes que se le hayan remitido:
b) extender copias certificadas conformes del texto original y preparar todos los demás
textos del tratado en otros idiomas que puedan requerirse en virtud del tratado y
transmitirlos a las partes en el tratado y a los Estados facultados para llegar a serlo;
c) recibir las firmas del tratado v recibir y custodiar los instrumentos, notificaciones y
comunicaciones relativos a éste;
d) examinar si una firma, un instrumento o una notificación o comunicación relativos al
tratado están en debida forma y, de ser necesario, señalar el caso a la atención del Estado
de que se trate;
e) informar a las partes en el tratado y a los Estados facultados para llegar a serlo de los
actos, notificaciones y comunicaciones relativos al tratado;
f) informar a los Estados facultados para llegar a ser partes en el tratado de la fecha en que
se ha recibido o depositado el número de firmas o de instrumentos de ratificación,
aceptación aprobación o adhesión necesario para la entrada en vigor del tratado;
g) registrar el tratado en la Secretaría de las Naciones Unidas;
h) Desempeñar las funciones especificadas en otras disposiciones de la presente
Convención.
El presente informe da cuenta de los casos de Bolivia, Ecuador, España, Finlandia, Países
Bajos y Perú que en sus respectivas constituciones han reconocido la aprobación
parlamentaria del mecanismo de denuncia.
Al respecto, se pudo constatar que en los casos de España, Ecuador, Perú y Finlandia el
texto constitucional establece explícitamente la materia respecto de la cual se exigirá la
aprobación legislativa de la denuncia. Mientras que la aprobación parlamentaria de la
denuncia se encuentra
generalizada para todo tipo de tratados en Bolivia y Países Bajos, salvo en este último si
una ley dispone lo contrario.
La terminación únicamente exime a las partes de seguir cumpliendo el tratado desde el
momento de la misma, sin afectar a ningún derecho u obligación de las partes creadas en
virtud del tratado durante su vigencia.
A efectos prácticos, el aspecto más relevante a destacar del citado artículo 26 constitucional
es que su numeral 2 dispone que las normas vigentes de los convenios internacionales
ratificados “regirán en el ámbito interno una vez publicadas de manera oficial”. En otras
palabras, las normas contenidas en los convenios y tratados internacionales son de
aplicación directa, son norma jurídica de validez y aplicación inmediata en el ámbito interno.
Pero ¿qué rango o jerarquía tienen los tratados y convenios internacionales en nuestro
sistema constitucional? ¿Qué sucede si se verifica una contradicción entre una norma
infraconstitucional y el contenido de un tratado internacional?
Las previsiones constitucionales relativas a los tratados y convenios internacionales en el
país no se agotan en reconocer que las disposiciones contenidas en estos últimos son
normas de aplicación directa e inmediata en nuestro país, sino que van significativamente
más lejos: jerarquizan las normas de los tratados internacionales, le otorgan un estatus
dentro del sistema de fuentes directas del derecho en nuestro ordenamiento: los tratados
internacionales son norma de aplicación directa que tienen jerarquía idéntica a la
constitución. Así lo ha establecido el artículo 74.3 constitucional al disponer que:
¿Cuál es la consecuencia que se sigue del hecho de que una norma jurídica de jerarquía
inferior a la constitución entre en contradicción con un tratado internacional? La misma que
si entrara en contradicción con la constitución: su nulidad.
Y es que el reconocimiento constitucional de que los Tratados son norma jurídica que
además tienen jerarquía superior a las leyes se traduce en la posibilidad de someter una
acción de inconstitucionalidad ante el órgano competente a fin de que sea declarada la
nulidad de las normas legales inconvencionales, puesto que las normas así otorgadas
contrarían, como se ha dicho, los textos constitucionales que le dan esa jerarquía a los
Tratados. No es ocioso recordar que de conformidad con lo dispuesto por los artículos 26 y
27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, la firma de un Convenio
Internacional implica que los estados signatarios se obligan a dar cumplimiento cabal a
todas y cada una de sus disposiciones, en virtud de las reglas generales que gobiernan la
eficacia del contenido de las normas de derecho internacional.
Para suplir tan significativa omisión en aras de la certeza y seguridad jurídica, parece
pertinente adicionar a la Carta Fundamental un precepto que reconozca como normas
jurídicas vinculantes para el Estado de Chile aquellas que integran el Derecho Internacional
Común o General, principios, por lo demás, conforme a los cuales el Estado de Chile
siempre ha conducido sus relaciones internacionales, como lo son el de autodeterminación
de los pueblos, la independencia e igualdad de los estados, la no discriminación, el respeto
al ordenamiento internacional, la erradicación de la fuerza y la resolución pacífica de los
conflictos, la cooperación para la paz y el desarrollo de los pueblos.
En efecto, el Congreso aprueba los tratados siguiendo los trámites de una ley, pero ni este
acto ni ningún otro relacionado con la puesta en vigencia del tratado, tiene el carácter de
ley. Dicha vigencia se realiza mediante un decreto promulgatorio que se publica en el Diario
Oficial.
La Constitución distingue claramente entre tratado y ley, como fuentes de Derecho. Así el
artículo 5 alude a la Constitución y a los tratados internacionales; el artículo 50 habla de
someter la aprobación de los tratados a los trámites de una ley; y el artículo 82, Nº 2,
distingue entre la tramitación de los proyectos de ley y la tramitación de los tratados
sometidos a la aprobación del Congreso.
Este hecho nos hace coincidir con el criterio de quienes sostienen que respecto de los
tratados internacionales sólo existe un control de constitucionalidad a priori y que no existe
la posibilidad de discutir la constitucionalidad de los mismos una vez que ellos hayan
entrado en vigencia.