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“El que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos
creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es
necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no
soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio,
justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha
sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y
convencer a los que contradicen”. Tito 1.6-9
Marido de una sola mujer. Esto significa que el líder debe casarse con
una sola mujer, y no vivir en bigamia.
Sobrio. Tener domino propio y ser disciplinado. Todo discípulo o líder debe
tener control sobre los siguientes aspectos:
Toda persona que enseña debe ser apto para enseñar, para aprender y ser
enseñado. Los maestros aprenden más de la palabra; progresivamente,
creen más en la Palabra, y progresivamente, viven más la Palabra.
“No estar ni siquiera cerca del vino; uno que se sienta lejos del vino”.
La connotación que tiene la palabra neófito es una persona que pude ser
fácilmente llevada o envuelta por un humo. Alguien que no tiene raíces, un
principiante inmaduro que está empezando. Por eso, la Palabra dice que no
le podemos dar el púlpito a un neófito porque puede caer en el lazo del
diablo.
Retenedor de la palabra Fiel. Todo líder debe traer una fuerte convicción de
la palabra de Dios, debe saber las escrituras y la doctrina correcta.
“…retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también
pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen”.
Tito 1.9
Tenemos que ser fieles a Dios para poder ser fieles a las demás personas.
¿Soy confiable?, ¿soy alguien del cual se puede depender?, ¿hago mi trabajo
de continuo, firme y no lo dejo por las presiones y los problemas de la vida?
¿soy un hijo de Dios, una hija de Dios fiel?, ¿dentro de mi carácter está la
fidelidad?, ¿he dejado de servir por alguna presión de la gente?, ¿he dejado
alguna vez mi trabajo sin terminar? Mi jefe, mi pastor y mi familia, ¿pueden
depender de mí?, ¿he tenido pensamientos y deseos en mi corazón de irme
de la casa o iglesia cuando he tenido problemas? ¿Estoy comprometido o
entregado a Dios, mi familia, la iglesia, mi pastor y mi trabajo?
Dios nos lleva a servirle a un hombre para que ese hombre cumpla sus
metas. También, lo podemos ver cuando David apacentaba las ovejas de
su padre.
“Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas
de su padre en Belén”. 1 Samuel 17.15
Después de pasar las pruebas anteriores, Dios nos lleva a otros niveles para
probar el crecimiento de nuestra fidelidad en:
Habilidades. Dios nos prueba en los talentos. Las tres primeras tienen que
ver con el desarrollo de nuestro carácter, una vez que hemos sido probados,
entonces el Señor comienza a confiarnos más del Él en nuestro carisma
talentos y habilidades.
“A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su
capacidad; y luego se fue lejos”. Mateo 25.15
“Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus
siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase” Marcos 13.34
El dar cuentas. Recordemos que una de las cosas que siempre nos
mantendrá en el camino de Dios, es saber que un día tendremos que dar
cuantas a Dios; y aquí en la tierra, tenemos que dar cuentas a las autoridades
de todo lo que hagamos, porque eso agrada al Señor. El dar cuentas siempre
es una cualidad de un líder obediente y sumiso.
“Entonces le llamó, y le dijo; ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de
tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo”. Lucas 16.2
Dios nos prueba con la autoridad. Algunas veces, nuestra propia madurez
nos llevará a ejercitar la autoridad de Dios sin herir a nadie, y compartir con
personas e influenciarlas para Cristo.
La madurez es la calidad o la habilidad que una persona posee para aceptar las
diferentes opiniones de otros, tales como: puntos de vista, personalidades,
caracteres y posiciones sin ofenderse. Es el producto de la seguridad de
quiénes somos en Cristo, es el poder aceptar las críticas sin ofendernos. Dios
nos va a confiar su autoridad, su unción, su poder, aun los seres humanos
cuando hayamos sido encontrados fieles.