Está en la página 1de 3

Relación educativa entre Chile y Dinamarca

En vista de la data entregada a comienzos del artículo de Michelle Mieres, en donde se


afirma que Chile es el segundo país más desigual de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo económico (OCDE), se puede predecir que cualquier comparativa con otro
país miembro de dicha organización, arrojará resultados desventajosos para Chile.

Uno de los indicadores económicos que se utiliza como herramienta comparativa es el


Producto Interno Bruto (PIB), el cual indica la producción anual de cada país. De este
monto, se invierten determinados porcentajes en asignaciones como: defensa, deporte,
educación, salud, entre otros.

El gasto público que destinó Chile a educación es de 5,43% en el año 2018, 0,01 puntos
más que el año 2017 y 0,09 más que el 2016, ubicándose en la posición 39 a nivel mundial.

Uno de los top 10 de la lista, según Datos Macro, es Dinamarca, el cual destina un 7,75%
del PIB anual, 2 puntos porcentuales más que Chile. Un dato que es de interés analizar
según la tabla 1, es que Dinamarca se encuentra dentro de los 6 países menos desiguales de
la OCDE, por lo tanto, este sería un primer indicador de que el hecho de que aumentar el
gasto público en educación interferiría de manera positiva en disminuir la brecha de
desigualdad dentro de una región.

El coeficiente de Gini es una herramienta que se utiliza para medir la desigualdad de


ingresos en un país, el cual toma valores entre 0 y 1, donde 0 indica perfecta igualdad y 1
perfecta desigualdad. El índice de Gini es aquella área bajo la curva que se genera entre la
curva de Lorenz (según los datos del país) y la curva perfecta de igualdad, tal como se
observa en la tabla 2.

Cuando en un país un menor porcentaje de individuos acumula una gran cantidad de


riqueza, el índice de Gini aumenta. Lo cual ocurre en los países con mayor desigualdad
como es el caso de Chile, el cual contempla un índice de Gini igual a 0,46 mientras que
Dinamarca obtiene un resultado igual a 0,26.
Cuando un país destina una mayor cantidad de su presupuesto a educación, se puede inferir
que lo que pretende es solventar de alguna forma las necesidades que tiene un sector que es
mucho más vulnerable. El caso chileno es uno de los más ejemplificadores, las brechas que
existen entre los diferentes tipos de administración de colegios son evidentes. Es importante
que Chile no solo destine más recursos en educación pública, sino que esta sea de manera
eficiente. Con mucho menos burocracia y que sean efectivas, es decir, en aquellas aristas
donde más se necesiten. Un elemento básico es el confort dentro de las aulas, estar en
lugares con suficiente espacio para albergar a los estudiantes, un aula con calefacción,
sobre todo en los meses más fríos en donde hay un alza de las enfermedades virales, donde
últimamente se ha registrado una alta ocupación de camas UCI y hospitalizaciones en
pediatría. Algo sencillo como estar abrigados en invierno provocaría una mejora sustancial
en el desarrollo de los estudiantes más vulnerables.

Ahora bien, en el ámbito académico y aludiendo al desarrollo integral de los estudiantes se


podrían destinar recursos a infraestructura e implementos deportivos, talleres de arte, de
música, etc.

Es de conocimiento público que cuando una persona accede a la educación, su futura


cambia de manera drástica, y no el de ella, sino que las generaciones futuras. Es por ello
por lo que al asegurar las condiciones mínimas y ofrecer mayores oportunidades educativas
se esperaría que los individuos fuesen capaces de incluirse de manera óptima y solventarse
en la sociedad civil. Pudiendo acceder a mejores empleos y con ello a mejores ingresos.

De esta manera, se espera que los ingresos de aquellos más vulnerables mejoren
considerablemente y disminuya esta brecha de desigualdad.
Anexo
Tabla 1

Tabla 2

Referencias

https://datosmacro.expansion.com/estado/gasto/educacion
https://www.oecd.org/centrodemexico/estadisticas/diferencia-ingresos.htm

También podría gustarte