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El estado bienestar físico y emocional de la salud sexual.

la salud sexual es un aspecto fundamental para la salud y el bienestar generales de las


personas, las parejas y las familias, así como para el desarrollo económico y social de las
comunidades y los países considerada afirmativamente, requiere un enfoque positivo y
respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener
experiencias sexuales placenteras y seguras, sin coerción, discriminación ni violencia es un
estado físico emocional mental social relacionado con la sexualidad no es solamente la
ausencia de enfermedad disfunción o incapacidad para que la salud sexual se logre y se
mantenga los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados ,protegidos
y ejercidos a plenitud debemos ser conscientes de que nuestra vida la sexualidad es
esencial y comprende además del sexo identidades y roles de género, erotismo, intimidad,
placer, orientación sexual y reproducción la vivenciamos mediante fantasías, deseos,
valores, comportamientos si hablamos de que es importante una dieta saludable, lo mismo
podemos aplicar para la salud sexual eso solamente lo podemos conseguir si la
experimentamos desde el respeto y conocimiento de nuestro cuerpo y de la pareja con la
que elijamos compartirlo ya que un aspecto fundamental para la salud y el bienestar
generales de las personas, las parejas y las familias, así como para el desarrollo económico
y social de las comunidades y los países considerada afirmativamente, requiere un enfoque
positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de
tener experiencias sexuales placenteras y seguras, sin coerción, discriminación ni violencia
afirmativamente, requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones
sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, sin
coerción, discriminación ni violencia.

La capacidad de los hombres y las mujeres para lograr la salud y el bienestar sexuales
depende de su:

 acceso a información integral de buena calidad sobre sexo y sexualidad;


 conocimiento de los riesgos que pueden correr y su vulnerabilidad ante las
consecuencias adversas de la actividad sexual sin protección;
 posibilidad de acceder a la atención de salud sexual;
 residencia en un entorno que afirme y promueva la salud sexual.

Los problemas relacionados con la salud sexual son de amplio alcance y abarcan la
orientación sexual y la identidad de género, la expresión sexual, las relaciones y el placer.
También incluyen las consecuencias negativas o los trastornos tales como:
 infecciones con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), infecciones de
transmisión sexual y del aparato reproductor, así como sus consecuencias adversas
(por ejemplo, cáncer e infertilidad);
 embarazos no deseados y abortos;
 disfunción sexual;
 violencia sexual; y
 prácticas nocivas (entre ellas la mutilación genital femenina).

Como hemos comentado anteriormente, el estrés es una respuesta de nuestro cuerpo, a


nivel cognitivo, fisiológico y conductual ante determinadas situaciones. Esta activación nos
permite tener un ritmo o nivel necesario para ser capaces de atender tareas complejas,
resolver problemas, realizar sobre esfuerzos etc.

En este proceso se aceleran o se ven afectadas distintas funciones como la capacidad de


pensar o atender y sistemas como el cardiovascular, el respiratorio, endocrino,
dermatológico, inmunológico, gastrointestinal o musculoesquelético.

Para nuestra vida diaria, es decir, para comer, dormir, trabajar o tener relaciones sexuales
se deben activar y desactivar diferentes funciones y sistemas según cada momento, por
ejemplo, para trabajar, necesitamos un grado de activación fisiológica de nivel medio y sin
embargo para dormir, el nivel requerido es bajo.

Si estamos poco activados no podemos atender las demandas de nuestra vida laboral y si
lo estamos en exceso, no podremos conciliar el sueño.

La función sexual requiere un cierto grado de bienestar emocional y de comunicación con


la pareja, así como recursos energía, vitalidad, atención a las propias necesidades y de la
pareja, deseo sexual, fantasías, capacidad de seducción que se van agotando con el estrés,
el cansancio o el agotamiento.

Nuestro organismo es extremadamente inteligente y asigna recursos estableciendo


prioridades. Si tenemos que hacer algo muy importante, asignará las reservas necesarias,
pero dejando de atender otras funciones que en ese momento considera menos urgentes,
como la regeneración de la piel o el cabello, el fortalecimiento de los huesos y del sistema
inmune, la fertilidad o la sexualidad.

El deseo sexual es diferente según las personas. Sus variaciones afectan tanto a hombres
como a mujeres y pueden ser eventuales o prolongarse en el tiempo. Cuando existen
dificultades para mantener relaciones sexuales se llama disfunción sexual y puede
deberse a muchos factores, unos de tipo orgánico, las menos frecuentes, y otros de tipo
psicológico y emocional. Algunos de estos factores son:

 Falta de información o desinformación.


 Actitudes negativas hacia el sexo.
 Problemas de valores.
 Aprendizaje inadecuado.
 Dificultades de comunicación con la pareja.
 Falta de conductas adecuadas para lograr una interactuación sexual satisfactoria.
 Dificultades para encontrar pareja y normalizar la vida sexual.

Del mismo modo que el estrés puede alterar la vida sexual, tener relaciones sexuales
satisfactorias con nuestra pareja, ayuda a disminuir el nivel de estrés a través de varios
mecanismos:

1. La generación de endorfinas aumentando el bienestar.


2. El incremento en los niveles de serotonina, que actúa como antidepresivo y mejora
el estado de ánimo.
3. La disminución de la activación fisiológica al disminuir la liberación de cortisol, la
hormona del estrés.
4. La mejora de la función cardiovascular.
5. Ayuda a dormir mejor ya que la relajación fisiológica y el aumento del bienestar
subjetivo mejoran las condiciones para conciliar el sueño.
6. La mejora de la comunicación y el vínculo con la pareja debido a la liberación de
oxitocina durante el orgasmo, hormona encargada de establecer y fomentar la
empatía, el apego y el cuidado.

También puede darse el caso contrario, es decir, que las diferentes necesidades de cada
uno de los miembros de la pareja o la falta de empatía desemboquen en conflicto y, por
tanto, en un aumento del estrés.

Las parejas felices intercambian refuerzos, afecto positivo, comunicación, apoyo, serenidad
y seguridad, lo que hace que sus relaciones sexuales sean más frecuentes y satisfactorias.
Sin embargo, las parejas en crisis que intercambian discusiones, reproches, amenazas,
periodos de incomunicación y otras formas de castigo que pueden llegar al maltrato físico
y psicológico, tienen relaciones sexuales escasas y que no satisfacen a ninguno de los
miembros de la pareja.

El tratamiento psicológico de los problemas de disfunción sexual se aborda como un


problema de pareja y no únicamente de uno de sus miembros. La mayor parte de las
disfunciones sexuales son aprendidas, bien por la educación, por las experiencias
acumuladas o por la actividad cognitiva mantenida durante la relación sexual.

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