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La capacidad de los hombres y las mujeres para lograr la salud y el bienestar sexuales
depende de su:
Los problemas relacionados con la salud sexual son de amplio alcance y abarcan la
orientación sexual y la identidad de género, la expresión sexual, las relaciones y el placer.
También incluyen las consecuencias negativas o los trastornos tales como:
infecciones con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), infecciones de
transmisión sexual y del aparato reproductor, así como sus consecuencias adversas
(por ejemplo, cáncer e infertilidad);
embarazos no deseados y abortos;
disfunción sexual;
violencia sexual; y
prácticas nocivas (entre ellas la mutilación genital femenina).
Para nuestra vida diaria, es decir, para comer, dormir, trabajar o tener relaciones sexuales
se deben activar y desactivar diferentes funciones y sistemas según cada momento, por
ejemplo, para trabajar, necesitamos un grado de activación fisiológica de nivel medio y sin
embargo para dormir, el nivel requerido es bajo.
Si estamos poco activados no podemos atender las demandas de nuestra vida laboral y si
lo estamos en exceso, no podremos conciliar el sueño.
El deseo sexual es diferente según las personas. Sus variaciones afectan tanto a hombres
como a mujeres y pueden ser eventuales o prolongarse en el tiempo. Cuando existen
dificultades para mantener relaciones sexuales se llama disfunción sexual y puede
deberse a muchos factores, unos de tipo orgánico, las menos frecuentes, y otros de tipo
psicológico y emocional. Algunos de estos factores son:
Del mismo modo que el estrés puede alterar la vida sexual, tener relaciones sexuales
satisfactorias con nuestra pareja, ayuda a disminuir el nivel de estrés a través de varios
mecanismos:
También puede darse el caso contrario, es decir, que las diferentes necesidades de cada
uno de los miembros de la pareja o la falta de empatía desemboquen en conflicto y, por
tanto, en un aumento del estrés.
Las parejas felices intercambian refuerzos, afecto positivo, comunicación, apoyo, serenidad
y seguridad, lo que hace que sus relaciones sexuales sean más frecuentes y satisfactorias.
Sin embargo, las parejas en crisis que intercambian discusiones, reproches, amenazas,
periodos de incomunicación y otras formas de castigo que pueden llegar al maltrato físico
y psicológico, tienen relaciones sexuales escasas y que no satisfacen a ninguno de los
miembros de la pareja.