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Ejercicios Complementarios
Ejercicios Complementarios
La proposición correcta es la primera: la validez de las normas depende, junto con otros
factores, pero en muy primer lugar, de que el poder que las dicta sea competente al efecto.
Otra condición de validez de las normas que no contradiga normas de rango superior: la
norma que se dicta en contradicción con una de rango superior tampoco es válida. Pero eso
no quiere decir que no pueda entrar en vigor, y permanecer "viva" en el ordenamiento, al
menos hasta que se produzca la correspondiente declaración de nulidad. Por eso la segunda
proposición no es correcta: que una norma contradiga a otra de rango superior no afecta a su
vigencia, sino a su validez.
La inaplicación de una norma al caso concreto, por parte de un juez, depende de las reglas
que disciplinan la eficacia de las normas. Hay ocasiones en que esa inaplicación deriva de la
invalidez, que el juez puede hacer valer en el caso concreto, pero que no puede declarar con
eficacia general; o bien de la preferencia de otra norma presente en el ordenamiento, por
ejemplo de una norma autonómica o europea con aplicación prevalente. Pero, por definición,
estamos ante una inaplicación singular, que no afecta a la vigencia de las normas: la
derogación sólo se produce cuando el propio poder de dar normas (no el juez) decide que
una de ellas deja de regir en adelante y con carácter general, sea porque ha decidido poner
en vigor una de contenido diverso, sea simple y directamente porque quiere que la vieja
norma desaparezca.
Ahora bien: esa vieja norma, ya derogada, puede tener efectos en ciertas circunstancias, por
ejemplo para regular algunos supuestos de hecho que hubieran tenido lugar cuando aún
estaba vigente: los jueces que hayan de decidir sobre conflictos relacionados con esos hechos
tendrán entonces que aplicar y dar eficacia en el caso concreto a una norma que, sin embargo,
ya no está vigente, por haber sido derogada. La proposición cuarta es, en consecuencia,
errónea.
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El postulado del Estado de Derecho es complejo, y tiene raíces muy diversas. En cualquier
caso, tiene como referencia la libertad del individuo, contrapuesta al poder absoluto del
monarca. Entre los instrumentos que propone para reducir ese poder y asegurar la libertad
está el principio de la división de poderes: la respuesta a) es correcta.
El sufragio universal, sin embargo, no es inherente a las concepciones iniciales del postulado
del Estado de Derecho. En el plano de las ideas podría decirse que existe una cierta
vinculación entre la libertad del hombre y su autodeterminación colectiva; pero el propio
Kant descarta el voto no sólo de las mujeres, sino en general de los trabajadores por cuenta
ajena. Solo algunas de las primeras Constituciones recogen dicho sufragio universal, por
ejemplo la española de 1812, pero con grandes cautelas y sin que el criterio se imponga en
esos momentos iniciales. El sufragio universal, en principio masculino, solo se generaliza en
un momento bastante posterior, el del constitucionalismo democrático. Por eso no es correcta
la segunda proposición.
Por último: el postulado del Estado de Derecho se considera ligado a la burguesía, como
clase social interesada en sustituir la sociedad estamental por un nuevo orden social en el
que desarrollar libremente sus actividades industriales y mercantiles. La libertad de
contratación y de comercio, la igualdad frente a los privilegios que en tales ámbitos otorgaba
la corona, es condición del libre mercado. Sólo con la imposición efectiva de ese orden social
burgués se va creando, en el otro polo del capitalismo, una clase trabajadora; pero los
movimientos obreros, cuando se generalizan, no están en sintonía con esa concepción del
Estado de Derecho, sino que persiguen más bien su superación y, de hecho, dan lugar a
diversas crisis.
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La legitimidad del poder en Constitución española se basa en el principio democrático. Por
supuesto que, como toda Constitución, ha de tener en cuenta las concretas circunstancias
históricas en las que es aprobada; pero no lo hace para plegarse a ellas, sino con la pretensión
de someterlas al propio proyecto normativo.
La Constitución también reconoce el papel del Ejército en términos inusuales para otras
Constituciones democráticas; y ello en buena medida se debe al peso que la institución
conservaba todavía como herencia de la anterior dictadura militar. Pero la Constitución no
consagra su poder, sino que se limita a indicar sus funciones; y, sobre todo, no le atribuye
autonomía alguna, sino que lo coloca bajo la dirección del Gobierno y, en términos
simbólicos, bajo el mando supremo del Rey. La segunda proposición también es incorrecta.
Por último, la Constitución consagra el Estado social, que de un lado protege los derechos
individuales básicos para el desarrollo de la economía capitalista (propiedad privada, libertad
de empresa…), pero al mismo tiempo limita su alcance y los pone al servicio de los intereses
generales, definidos en parte por la propia Constitución. La cuarta proposición resulta
incorrecta
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La normatividad de la Constitución se proyecta en diversas direcciones. Una de ellas, pero
no la única, es la de orientar la interpretación y aplicación de las demás normas del
ordenamiento jurídico. Pero también tiene normas directamente aplicables (la proposición a
es incorrecta), que no necesitan del complemento de la ley para ser operativas (la proposición
d es incorrecta). Esa aplicación directa de la Constitución, por ejemplo, se produce cuando
el Tribunal Constitucional declara la invalidez de una ley contraria a la Constitución; pero
no es, desde luego, el único supuesto (la proposición b es incorrecta). La descripción que
ofrece la proposición c es, en definitiva, bastante precisa. De un lado, y en principio, todas
las normas constitucionales pueden ser aplicadas por todos los jueces y tribunales, en función
de sus respectivas competencias; es verdad que algunas normas constitucionales necesitan
al efecto del complemento de la ley, pero otras no. Cuando existe una ley aplicable al caso,
la aplicación de la Constitución y de la ley será conjunta, operando la Constitución además
como criterio interpretativo de la ley; si en ese caso el juez ordinario apreciara la existencia
de una incompatibilidad entre la ley y la Constitución, debe entonces plantear al Tribunal
Constitucional la cuestión de inconstitucionalidad.
La democracia implica que los poderes del Estado estén legitimados por su origen popular;
pero ello no implica que esos poderes no puedan crear luego normas jurídicas (leyes,
reglamentos, etc.) de acuerdo con los procedimientos establecidos en la Constitución, sin
necesidad de que el pueblo ratifique cada una de esas normas, como pretende la proposición
a; ni siquiera es necesario que, como dice la proposición c, sea directamente el pueblo quien
elija a los titulares de todos esos poderes (en España, por ejemplo, los diputados son elegidos
de modo directo, pero son ellos los que luego dan su confianza al Presidente del Gobierno,
que a su vez selecciona sus ministros; por su parte, los jueces que ejercen el poder judicial y
los funcionarios del poder ejecutivo acceden al cargo mediante oposición, de acuerdo con
los criterios de mérito y capacidad). La democracia tampoco somete el ejercicio del poder
público a la voluntad más o menos ocasional y difícilmente mensurable de las
movilizaciones sociales, que por lo demás pueden ser contradictorias; la opción b es falsa.
Se trata, más bien, de asegurar que los ciudadanos participan en la toma de las decisiones
estables a través de procedimientos formalizados y dotados de las debidas garantías; esa
participación a veces es directa, a veces se produce a través de los representantes elegidos
por los ciudadanos, a cuya voluntad expresada en las leyes se someten luego los poderes que
aplican el Derecho. De ese modo, los poderes del Estado emanan del pueblo.
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d) La representación de la soberanía del pueblo corresponde al Rey, en cuanto Jefe
del Estado
De acuerdo con el art. 67 CE, las Cortes Generales, que son un órgano bicameral, representan
al pueblo español (proposición c es correcta). El Senado es la Cámara de representación
territorial; pero los senadores, elegidos en su mayor parte de modo directo por los ciudadanos
de cada provincia, no representan a las Comunidades Autónomas; ni siquiera lo hacen los
que llegan al Senado designados por las correspondientes Asambleas Legislativas de las
Comunidades Autónomas. La representación territorial del Senado no se debe entender en
el sentido de que cada Senador represente a la Comunidad Autónoma en la que ha sido
elegido; se trata solo de que el órgano en su conjunto, y teniendo en cuenta su composición,
representa al pueblo español atendiendo específicamente a su asentamiento territorial.
Por lo demás, los partidos no “eligen” a los diputados: los eligen los ciudadanos, al votarlos;
los partidos se limitan a proponer las listas entre las que los ciudadanos realizan tal elección.
Y, sobre todo, no es cierto que cada diputado represente a sus concretos electores; es el
órgano en cuanto tal, funcionando en régimen de deliberación pública, el que representa al
pueblo en su pluralidad. Esa es la razón por la que las Cortes representan a todos, también a
quienes han votado a opciones que no han obtenido escaño.
Por último, el Rey encarna la unidad y permanencia del Estado, en términos que quizá
puedan quedar reforzados por su vinculación a una determinada dinastía. Pero no representa
la soberanía popular: la Jefatura del Estado monárquica tiene un valor simbólico, mientras
que la representación del pueblo en una democracia ha de tener un contenido efectivo, en el
sentido de contribuir a la generación de la voluntad del Estado a partir de la participación de
los ciudadanos.
Las relaciones entre las Cámaras y el Gobierno son constantes, precisamente en virtud de las
tareas que corresponden al Gobierno de “dirigir la política” (algo que hace especialmente al
presentar iniciativas ante las Cámaras) y a las Cortes de controlar al Gobierno; en la medida
en que exigen un vehículo específico, se mantienen a través de la Mesa de la Cámara (por
un lado) y de la Secretaría de Estado de relaciones con las Cortes (por el otro). La Diputación
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Permanente de las Cámaras, sin embargo, tiene un papel distinto: asegurar la continuidad de
la institución parlamentaria en los momentos en los que no está plenamente activa (fuera de
los periodos de sesiones, cuando las Cámaras están disueltas…).
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d) El Gobierno dirige toda la Administración pública, sin que puedan existir
administraciones independientes o dotadas de autonomía
La Constitución dice expresamente que las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa
del Estado, lo que permite descartar la proposición a).
La opción d alude a dos fenómenos diferentes, pero de modo incorrecto. Es cierto que, en
determinadas materias de competencia compartida, el Estado se reserva como competencia
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exclusiva las bases de la legislación, de modo que, en esas materias, las Comunidades
Autónomas pueden asumir la competencia legislativa para el desarrollo de dichas bases. Y
también es cierto que, mediante ley-marco, el Estado puede atribuir competencias a las
Comunidades Autónomas que vayan más allá de las previstas por el propio Estatuto de
Autonomía. Pero eso no implica que las Comunidades Autónomas sólo tengan competencias
legislativas en esos supuestos y bajo tales condiciones.
La Constitución dice que el Consejo General del Poder Judicial está formado por veinte
miembros, que a su vez eligen a su Presidente (lo que supone en la práctica añadir un
miembro adicional). De ellos, sigue diciendo la Constitución, cuatro son elegidos por el
Congreso y cuatro por el Senado, sin exigir que sean jueces o magistrados, sino solo juristas
de experiencia y competencia reconocidas. De los otros doce no se dice quién los elige, sino
solo que tal elección se hará entre jueces y magistrados: por tanto, doce miembros al menos
serán jueces y magistrados, como dice la opción a. La opción b indica que esos doce son
elegidos por los propios jueces y magistrados, y de hecho así se hizo durante un tiempo; pero
no es el método actual, ni desde luego lo impone la Constitución. En la actualidad, esos otros
doce vocales son también elegidos por el Congreso y el Senado, seis por cada una de las
Cámaras: el Gobierno no interviene, como pretende la proposición c. Finalmente, la opción
d se refiere a un mecanismo que se aplica a la selección de jueces y magistrados que ejercen
la función jurisdiccional, pero no a la de quienes integran el órgano de gobierno del Poder
Judicial, cuya función no es jurisdiccional.
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reconocidos entre el art. 15 y el 29 de la Constitución, que forman la sección 1ª del Capítulo
II del Título I de la Constitución (derecho a la vida, a la libertad ideológica y religiosa, etc.).
El recurso de amparo, por tanto, no se apoya en la violación de los derechos humanos
reconocidos por los Tratados internacionales (dejando a un lado ahora el hecho de que no
todos los derechos reconocidos por los Tratados internacionales se pueden considerar
derechos humanos), sino en la violación de ciertos derechos fundamentales reconocidos por
la Constitución: la proposición b es falsa.
Ese recurso, en cualquier caso, se presenta contra leyes y normas con rango de ley que ya
han sido oficialmente publicadas y no afecta a su entrada en vigor. La Constitución, sin
embargo, prevé la posibilidad de un control previo de constitucionalidad para los Tratados
Internacionales, si así lo solicita el Gobierno o cualquiera de las Cámaras. Y la Ley Orgánica
del Tribunal Constitucional ha previsto también la posibilidad de interponer un recurso
previo de inconstitucionalidad contra los Estatutos de Autonomía que ya han sido aprobados
por las Cortes Generales, paralizando con ello su publicación y eventual entrada en vigor.
Por eso, la respuesta correcta es la d.
Las decisiones de las Cámaras se adoptan, como regla general, mediante mayoría simple.
Solo se exigen mayorías distintas en los supuestos específicos en los que la Constitución (o,
a veces, una ley) lo impone. En el procedimiento legislativo ordinario rige la regla general.
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Por eso, las leyes, en general, no necesitan mayoría absoluta en el Congreso de los
Diputados, sino solo mayoría simple; la proposición b no es correcta.
Pero hay excepciones a esa regla general de la mayoría simple. Una de ellas es que las leyes
orgánicas necesitan que la votación final sobre el conjunto de la ley en el Congreso de los
Diputados obtenga la mayoría absoluta. Pero solo se exige esa mayoría para el Congreso de
los Diputados, no para las dos Cámaras que componen las Cortes Generales; por eso, la
proposición a es incorrecta. Y, además, esa exigencia de mayoría absoluta en la votación
final del Congreso de los Diputados no implica alterar el resto del procedimiento legislativo,
que exige pasar también por el Senado: la proposición c es falsa.
Otra excepción a la regla general de la mayoría simple se contempla para el caso en que el
Senado quiera vetar las leyes: solo puede hacerlo por mayoría absoluta, como indica la
proposición d, que es correcta (por lo demás, el Congreso podrá levantar luego ese veto
también por mayoría absoluta, o incluso por mayoría simple una vez transcurridos dos meses
desde su interposición).
El Tribunal Constitucional es competente para decidir sobre la validez de las leyes y de las
demás normas con rango de ley, entre las que están dos tipos de normas adoptadas por el
Gobierno: los decretos-leyes y los decretos legislativos; la proposición d), en consecuencia,
es incorrecta.
Tal control se realiza a través del recurso y de la cuestión de inconstitucionalidad. Esta última
la plantean los jueces cuando consideran que una norma con rango de ley, aplicable al caso,
es contraria a la Constitución. Tal mecanismo se aplica, por tanto, a los Decretos-Leyes que
el juez ordinario considere inconstitucionales, como señala la proposición c). Y no se activa,
sin embargo, cuando la norma aplicable al caso es un reglamento, sobre cuya invalidez puede
decidir el juez por sí mismo: es el propio juez ordinario el que lo inaplica si entiende que el
reglamento es contrario a la Constitución, a la ley o a otro reglamento de rango superior. La
proposición a) es incorrecta.
En cuanto a los Decretos Legislativos, que están sujetos también al control del Tribunal
Constitucional, se da una circunstancia peculiar: los jueces ordinarios pueden plantear la
cuestión de inconstitucionalidad frente a ellos, pero también se entiende que, en el caso de
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que hayan infringido su ley de delegación, que es la que delimita su capacidad de acción, no
son directamente inconstitucionales, sino fundamentalmente “ilegales”. Y, por eso, los
jueces ordinarios “pueden” remitir la cuestión al Tribunal Constitucional, pero también
tienen competencia para decidir por sí mismos. Se trata, en cualquier caso, de un problema
muy específico y debatido.
La respuesta correcta es, en fin, la c): los Estatutos son la norma que, por encargo de la
Constitución, crean la Comunidad Autónoma, organizan sus instituciones y las dotan de
competencias. Por eso, las normas adoptadas por dichas instituciones autonómicas han de
respetar no solo la Constitución, sino también el Estatuto del que derivan su poder.
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d) Antes de celebrar cualquier Tratado internacional, es necesario que el Tribunal
Constitucional valore si es o no compatible con la Constitución
La respuesta correcta es la a): son tratados por los que se cede a las instituciones europeas el
ejercicio de competencias legislativas, ejecutivas e incluso jurisdiccionales, por lo que se
adoptaron mediante Ley orgánica, como prevé el art. 93 CE.
Hay otros dos tipos de Tratados: los que requieren una autorización de las Cortes Generales
(que no se tramita como ley orgánica) y los que puede celebrar el Gobierno sin necesidad de
tal autorización (por eso es falsa la opción c, que descarta la existencia de este último tipo
de tratados). Entre los primeros están los que suponen la reforma de alguna ley, que se
pueden celebrar con la autorización de las Cortes Generales (a fin de cuentas, titulares de la
potestad legislativa) y sin necesidad de intervención alguna del Tribunal Constitucional,
menos aún de su autorización (la proposición b es falsa). El Tribunal Constitucional solo
interviene antes de la celebración de un Tratado cuando es requerido para ello por el
Gobierno o alguna de las Cámaras, y solo a los efectos de determinar si el Tratado es o no
compatible con la Constitución: por ello es también falsa la proposición d).
En cuanto al Derecho derivado, que es al adoptado por las instituciones de la Unión Europea
sobre la base de los Tratados constitutivos de la misma, su validez depende de su
compatibilidad con tales Tratados, como admite el propio Tribunal Constitucional (la
proposición c es la correcta). Y, por la misma razón, es el Tribunal de Justicia de la Unión
Europea quien ha de controlar la validez de ese Derecho derivado, comprobando si respeta
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o no los Tratados de la Unión; el Tribunal Constitucional español no se reserva control
alguno del mismo, como pretende la proposición b), sino que presupone que una norma
compatible con los Tratados de la Unión que, a su vez, se consideran compatibles con la
Constitución, será también compatible con la Constitución misma.
Se consideran como derechos (subjetivos) los intereses de todo tipo que el Derecho
(objetivo) garantiza a los particulares y que permiten a estos solicitar de los jueces la
correspondiente tutela. La Constitución, como norma jurídica (de Derecho objetivo),
reconoce numerosos derechos de ese género (derecho a la vida, a la libertad religiosa e
ideológica, a la libertad personal, etc.), previendo expresamente para algunos de ellos no
solo la genérica tutela judicial efectiva (que consagra el art. 24 para todos los derechos e
intereses legítimos, esto es, protegidos por el Derecho), sino incluso un procedimiento
especial de amparo, tanto ante la jurisdicción ordinaria como ante el Tribunal Constitucional
(debe señalarse, no obstante, que no solo son fundamentales los derechos que permiten
acceder a tal tutela especial, sino todos los derechos subjetivos reconocidos en la
Constitución). Por ello es falsa, en primer lugar, la proposición a).
Porque, en efecto, un derecho subjetivo pasa a ser derecho fundamental cuanto está
reconocido en la norma fundamental, la Constitución, que es la suprema del ordenamiento.
Y el efecto que esto tiene no es que el derecho pueda ser invocado ante los tribunales (esto
es propio de todo derecho, no solo de los fundamentales); sino que, al estar garantizado por
la Constitución, que es la norma suprema, queda fuera del alcance del legislador. La ley
puede desarrollar los derechos fundamentales o regular su ejercicio, pero no puede negarlos
o suprimirlos, tampoco limitar su contenido esencial. Por ello, los derechos fundamentales
vinculan al legislador, como acertadamente dice la proposición c).
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ese mismo Capítulo). Pero justo esa previsión permite destacar que también tales derechos
pueden ser reformados, aunque sea por un procedimiento de especial dificultad: la
proposición d) es incorrecta.
Los derechos fundamentales son derechos subjetivos reconocidos por la Constitución, que
es la norma fundamental del Estado. Como derechos subjetivos, gozan de la tutela de la
jurisdicción ordinaria, en cuya cúspide se sitúa el Tribunal Supremo. Pero, en el caso de
algunos derechos fundamentales, justamente los más característicos (derecho a la igualdad,
derechos de la sección 1ª del Cap. II del Título I de la Constitución, objeción de conciencia
al servicio militar obligatorio cuando este estaba legalmente previsto) se prevé un
instrumento de tutela adicional, que es el recurso de amparo constitucional, que se plantea
ante el Tribunal Constitucional; por eso se dice, aunque el Tribunal Supremo es la última
instancia jurisdiccional, hay que exceptuar la materia de garantías constitucionales. Ello
lleva a descartar como válida la proposición a); es correcta, en cambio, la proposición b),
aunque sería necesario precisar que esa posibilidad de tutela del Tribunal Constitucional no
afecta a todos los derechos fundamentales (la propia proposición, en cualquier caso, no es
incompatible con esa precisión).
También es incorrecta la proposición d). Los particulares pueden acudir al Tribunal Europeo
de Derechos Humanos cuando entienden que el Estado ha violado uno de los derechos
humanos reconocidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos; y tal Tribunal puede
constatar tal violación, condenando al Estado correspondiente. Pero no se deben confundir
los derechos fundamentales, en cuanto derechos reconocidos por las Constituciones
estatales, con los derechos humanos, reconocidos por normas de Derecho internacional. El
derecho fundamental es el que está protegido por la Constitución del Estado en cuanto norma
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suprema de su ordenamiento jurídico, y en cuanto tal resulta tutelado por la jurisdicción
nacional, en último extremo por el Tribunal Constitucional. El derecho protegido por el
Convenio Europeo de Derechos Humanos es un derecho humano, incorporado al
ordenamiento español por la ratificación del correspondiente Tratado, tutelado en
consecuencia por los Tribunales españoles y, en última instancia, por el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos. Entre ambos derechos puede haber coincidencia de contenido, el
interés protegido puede ser el mismo, pero existe una diferencia de fundamento normativo:
la Constitución frente a un Tratado internacional.
El distinto trato en supuestos diferentes puede ser admisible de acuerdo con el principio de
igualdad; pero eso no significa que el principio de igualdad “garantice” tal trato diferente: el
principio de igualdad nunca garantiza un trato desigual, tampoco ante supuestos de hecho
desiguales (opción b incorrecta). Tampoco garantiza la identidad de trato en cualesquiera
circunstancias (opción a incorrecta), lo que acabaría con todas las diferenciaciones que
establece el Derecho. El principio sirve solo para controlar la justificación de tales
distinciones. Así, si la diferencia de trato está debidamente justificada, resulta admisible; y
no lo es si se trata de una diferenciación irrazonable (opción c correcta). Por último, tal
principio se proyecta no solo sobre la aplicación del Derecho por parte de los poderes
ejecutivo y judicial, sino también sobre el poder legislativo, que no puede crear normas
discriminatorias
Coincide con la tercera pregunta del modelo de examen que aparece al final del manual
(págs. 353 ss.), donde también puede encontrarse un modelo de respuesta.
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c) El secreto de las comunicaciones impide al destinatario de una carta darle
publicidad
d) El secreto de las comunicaciones no puede ser invocado cuando el contenido de la
comunicación no se relaciona con actividades privadas
El secreto de las comunicaciones protege todas las comunicaciones que se realicen a través
de un medio técnico: no solo las postales, sino también por ejemplo las telefónicas o las
realizadas por correo electrónico (opción a incorrecta). Y se protege la comunicación misma,
con independencia de su contenido: al margen de la intimidad que eventualmente pueda
existir en la comunicación, se trata de garantizar la posibilidad misma de comunicarse de
modo seguro y reservado, aunque sea sobre asuntos de naturaleza no privada (opción d
incorrecta).
Tal derecho se proyecta frente a “terceros”, que no pueden interferir en el proceso; pero no
respecto de los propios comunicantes, que en principio pueden bloquear una comunicación
que se les dirija, difundir su contenido (si afecta a la intimidad de su interlocutor estarán
quizá violando ese otro derecho, pero no el secreto de las comunicaciones), etc. (opción c
incorrecta). Para que esos terceros puedan intervenir comunicaciones, deben contar con una
autorización judicial (opción b correcta)
La libertad ideológica y religiosa permite no solo “pensar y creer”, sino también actuar
conforme a las propias ideas y creencias (opción a incorrecta). En tal proyección externa, sin
embargo, las libertades mencionadas pueden ser limitadas; pero exclusivamente para
proteger el orden público, que además se interpreta de modo restrictivo (respuesta c
correcta): no pueden esgrimirse razones banales de orden público para prohibir la
celebración de procesiones rituales, pero sí parece razonable que el orden público limite al
menos en ciertos recintos un ejercicio de la libertad religiosa que se traduzca en portar armas
(la religión sikh impone llevar una daga).
Esas libertades corresponden a todos, incluidos los menores, que tienen derecho a ser
protegidos frente a imposiciones o actos de proselitismo; aunque sus padres tengan derecho
a educarles conforme a sus convicciones, ello no excluye el derecho del menor a ir
formándose sus propias opiniones y elaborando su sistema de creencias en libertad (opción
d incorrecta). Y también se consideran titulares de tales libertades las asociaciones y los
grupos en los que libremente se organizan las personas con las mismas ideas o creencias
(opción b incorrecta).
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Capítulo XXIV. Selecciona la proposición correcta y explica tu respuesta
a) Las reuniones en lugares privados deben ser comunicadas previamente a la
autoridad
b) Las reuniones en lugares de tránsito público deben ser autorizadas previamente
por la autoridad
c) Las reuniones en lugares de tránsito público pueden ser prohibidas por la autoridad
solo cuando razones fundadas indiquen que pueden generarse desórdenes con peligro
para personas o bienes
d) Las reuniones en lugares de tránsito público nunca pueden ser suspendidas o
disueltas, salvo en caso de flagrante delito
La Constitución excluye que el ejercicio del derecho de reunión pueda quedar condicionado
a una autorización previa de autoridad alguna (opción b, incorrecta). Pero sí deben
comunicarse a la autoridad las reuniones en lugares de tránsito público (no las reuniones en
lugares privados: opción a, incorrecta); y esta autoridad, como dice correctamente la opción
c), podrá prohibirlas si hubiera razones fundadas que permitan prever la producción de
desórdenes públicos con peligro para personas o bienes. Una vez iniciada una reunión en un
lugar de tránsito público, su suspensión o disolución por parte de la autoridad está tasada a
supuestos muy concretos; pero no se identifican mediante la referencia a la comisión de
delitos flagrantes (opción d incorrecta), sino de modo distinto: la suspensión o disolución es
posible cuando la reunión se celebre precisamente con el fin de cometer algún delito, cuando
se estén produciendo efectivamente alteraciones del orden público con peligro para personas
o bienes, o también, aunque no se haya llegado a ello, cuando los asistentes hagan uso de
uniformes paramilitares o concurran a la reunión personas con armas, artefactos explosivos,
objetos contundentes o de cualquier otro modo peligrosos
Coincide sustancialmente con la cuarta pregunta del modelo de examen que aparece al final
del manual (págs. 353 ss.), donde también puede encontrarse un modelo de respuesta.
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c) El derecho de sufragio que puede corresponder a los extranjeros en España está
restringido a las elecciones municipales y bajo condición de reciprocidad
d) El derecho de sufragio, como expresión del derecho universal de participación en
los asuntos públicos, es un derecho fundamental que corresponde a todos con
independencia de su nacionalidad
Coincide sustancialmente con la quinta pregunta del modelo de examen que aparece al final
del manual (págs. 353 ss.), donde también puede encontrarse un modelo de respuesta.
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