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El principio de división de poderes constituye uno de los pilares fundamentales de cualquier

sistema democrático, ya que implica la limitación del poder público para evitar su abuso, de
manera que dicho poder sirva como instrumento para los fines del bien común y no para el
beneficio de quienes lo ejercen con motivo de su cargo.

Es por ello que la efectivaobservancia del principio de división de poderes supone la verdadera
existencia del estado democrático y del ejercicio de las libertades.

Si bien el concepto de división de poderes nos es familiar, se trata de un muy añejo objeto de
estudio. Ya en su tiempo, Aristóteles se ocupó del tema, estableciendo una clasificación en la que
contemplaba la división del poder político en tres elementos: una asamblea deliberativa que
discute los asuntos públicos, un cuerpo de magistrados que equivaldríaalpoder ejecutivo, y
finalmente un cuerpo judicial.

Algunos otros pensadores como Polibio, Bodin, Tomás de Aquino o Puffendorf se ocuparon del
tema. Sin embargo, la teoría moderna nace en el siglo XVII con John Locke,pensador inglés quien
consideró que la división de poderes no responde simplemente a una especialización de funciones,
sino a la necesidad de limitar el poder público para impedir su abuso.

Bajo tal concepción, Locke realizó una división del poder en tres ámbitos, a saber, legislativo,
encargado de la elaboración de normas, ejecutivo encargado de aplicarlas, y federativo, encargado
de asuntos exteriores y de la seguridad. Como puede verse, en su clasificación Locke no tomó en
consideración la función jurisdiccional.

Unos años después, ya en el siglo XVIII, Montesquieu, pensador francés, retomando los postulados
de Locke pero también de Aristóteles, sostuvo que la división de poderes garantiza la existencia y
ejercicio de libertades.

Es precisamente Montesquieu quien en sus postulados reivindica la función jurisdiccional


enarbolada por Aristóteles y posteriormente excluida por Locke, consolidándose así la doctrina de
división de poderes que hoy conocemos,en Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Pero la relevancia histórica de los postulados de Locke y Montesquieu no solamente radica en la


comprensión de la necesidad de dividir el poder público, como mecanismo para evitar el abuso
que genera su concentración en un solo individuo, sino también en la utilización del propio poder
público para limitarse a sí mismo.
Ello constituye el nacimiento del sistema de contrapesos, esencial en todo estado democrático en
el que exista una efectiva división de poderes.

Sin embargo, la estricta separación de poderes sostenida por Locke y Montesquieu fue
posteriormente matizada, entre otros por Kant y Rousseau, quienes consideraron que dicha
separación no es absoluta, pueslospoderes o funciones del poder son necesariamente
complementarios entre sí en razón de la unidad del Estado como ente.

Según ambos, tampoco implica que uno de los poderes esté impedido para llevar a cabo ciertas
funciones de naturaleza propia a la de otro poder. Por el contrario, la realización de actos
materialmente distintos a la naturaleza de sus atribuciones es válida y de ninguna manera implica
una invasión a la esfera de atribuciones de otro poder.

Cabe mencionar que estos son razonamientos que recoge nuestra doctrina jurídica, y han sido
plasmados en una importante cantidad de criterios jurisprudenciales de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación.

Ahora bien, en la historia del constitucionalismo mexicano, el principio de división de poderes la


encontramos ya en la Constitución de Cádiz de 1812, producto en cierta medida de la influencia de
las ideas de la Ilustración que antes habían dado origen a la Declaración delos Derechos del
Hombre y del Ciudadano en Francia, misma que influiría de manera decisiva en la Constitución de
los Estados Unidos de América, la que a su vez influenció al naciente constitucionalismo
latinoamericano.

Posteriormente, la Constitución de Apatzingán en 1814 (que aunque nunca entró en vigor es un


texto imprescindible en la historia del constitucionalismo mexicano), el Acta Constitutiva de la
Federación Mexicana de 1824, la Constitución Federal de 1824, las Bases Orgánicas de 1843 y la
Constitución de 1857 plasmaron la división del Supremo Poder de la Federación en Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, consagrando también la prohibición de que dos o más de dichos poderes se
concentraran en una sola persona o corporación.

Cabe señalar que en el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 1824 se introdujo además
la prohibición de que el Poder Legislativo se depositara en un solo individuo.
Por otro lado las Bases Constitucionales de 1835 y las Leyes Constitucionales de 1836, también
conocidas como las Siete Leyes, ambas de corte centralista, recogían el concepto de división de
poderes, aunque con la inclusión del llamado Supremo Poder Conservador, facultado para anular
cualquier acto emanado de los otros tres Poderes.

La Constitución Política de 1917, por su parte, retoma en su artículo 49 el texto de la Constitución


de 1857 y a lo largo de su vigencia ha sufrido únicamente dos reformas que no se relacionan
propiamente con la división de poderes, sino con la limitación o ampliación de facultades
extraordinarias del Poder Ejecutivo para legislar en caso de suspensión de garantías y en materia
arancelaria.

Es así como la división de poderes, la prohibición de la concentración de dos o más poderes en una
sola persona o corporación y la prohibición de depositar el Poder Legislativo en una sola persona,
son principios que han estado vigentes durante la mayor parte de la vida de México como nación
independiente.

Ahora bien, desde su emancipación del dominio español,nuestro país se inclinó en principio por el
establecimiento de un sistema monárquico, aunque muy pronto la realidad planteó la necesidad
de un sistema distinto.

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