Libro Papel

1
Vida
25 de noviembre, jueves
Un gr ueso y espeso hilo de sang re provocado por

un cúmulo de malas decisiones colgaba de mi
cuello, dejando un charco de sangre en el que se
podía reflejar mi perdida y temerosa mirada.
Entre sollozos y jadeos, coloqué mi magullada
mano derecha sobre la herida abierta para tratar
de frenar el flujo de sangre que emanaba de mi
yugular, mientras me arrastraba con la otra mano
dejando un rastro de sangre sobre los chir riantes
7
tablones de madera, había una puerta abierta a
través de la cual se accedía al lavabo del habitá -
culo en el que me encontraba, dejando atrás el
cuerpo inconsciente, pero con vida de una bestia
que no podía considerarse humana.
Conseguí llegar hasta aquel frio y siniestro la -
vabo el cual era la única posibilidad de conser var
mi vida. Con la tibia de mi pierna izquierda parti -
da en dos, traté de erguir me con la mano que te -
nía libre, agarrando la sucia pila que emergía del
suelo e impulsándome con mi pierna derecha. Di -
fícilmente pude mantener me en pie. A un lado
del espejo roto que había sobre la pila, estaba co -
locado el típico ar mario en el que se almacenan
todo tipo de medicamentos y curas.
Tambaleándome, Saqué un bote de agua oxi -
genada cubierto de polvo y lo der ramé sobre mi
herida dejando salir un desgarrador y sincero gri -
to de dolor. Agarré un trozo de un rollo de ven -
das y me lo envolví alrededor del cuello dando
cinco vueltas para intentar frenar la hemorragia.
Al fondo del ar mario, vi un bote de pastillas en el
que se podía leer «antiinflamatorios». Al intentar
abrirlo perdí el equilibrio y caí al suelo golpeán -
dome la cabeza y rompiendo el cristal del reci -
piente. Con mareo, cogí una de las pastillas que
estaban esparcidas y me la metí en la boca espe -
rando que me aliviara el dolor.
Sin fuerzas, con el vendaje recién puesto ya em -

papado de sang re y con la cabeza apoyada en una
de las paredes del lavabo, el ritmo de mis latidos
frenaba cada segundo, y la luz de mis ojos que un
día alumbraron mi camino, estaban ahora apaga -
dos, vacíos.
2
Laura Miller
Cuatro días antes
21 de noviembre, domingo
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Sin fuerzas, con el vendaje recién puesto ya em -

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