Está en la página 1de 6

Asumo que estas aquí para enterarte de alguna historia, no lo sé, tal vez, Internet sea su nicho.

Mi nombre es Germán, solía trabajar de repartidor nocturno, cuando aún no tenía algo tras de
mí.

Era un ocho de marzo de dos mil catorce, no recuerdo bien la ubicación exacta, pero, el
nombre del sitio que recuerdo era “La manzana dorada” o algo así. Creo que la experiencia fue
tal que mi cerebro lo bloqueo de mi memoria.

Me encontraba repartiendo unas pizzas que encargaron mediante la vía telefónica, la noche
era tan oscura que ni la luz de las farolas podía iluminar las calles, que mi moto tuviese solo
una luz hacia el frente tampoco me ayudaba a sentirme seguro. Por aquellas épocas la
delincuencia estaba por los cielos, salir de noche era casi esperar que te mandasen a Dios si
tenías suerte. No sé si era una cruel broma del destino, que aquella noche escuche disparos
¿provenientes de la calle del lado?

No me quedaba del todo claro, mis sentidos se encontraban al máximo y era posible que fuese
una paranoia mía. O eso pensaba en aquel momento, solo seguí mi camino hasta que me
encontré con una calle cortada.

Justo, mi única ruta “segura” estaba bloqueada por una obra pública. Rebuscando entre mis
opciones, el suspiro pesado fue la única respuesta por lo que tome el camino secundario.
Tardaría el doble si me seguía moviendo de ese modo similar a la velocidad de un caracol, así
que sin dudarlo accione el acelerador para intentar que las pizzas llegaran calientes o no tan
frías a su destino.

Nueve y media, ya debía haber estado hace quince minutos allí.

Al distraerme, no sé si fue algún loco que iba en la vía contraria o solamente me salí del
camino, pero caí colina abajo sintiendo como todo mi cuerpo se chocaba de tal forma, que el
dolor agudo casi me dejaba emitir un alarido de dolor, por suerte perdí el conocimiento.

Me levante sintiendo algo viscoso en mi ropa, sobre todo en mi espalda.

Busqué mi moto con la mirada, varias rondas con poco intervalo entre cada una. Al no
encontrarla, me resigne a intentar ver cómo había quedado mi teléfono, nada, mire para
encontrarme con la cosa más obvia que podría ocurrir; la pantalla estaba destrozada.

Por suerte, mi reloj aún funcionaba, así que dándole un pequeño vistazo me encontré a las
once y veinte, llevaba casi una hora inconsciente pero no me detuve a cuestionarme si tenía
algo roto, intenté escalar de una para ver si de casualidad podía por lo menos volver a la
carretera.

El simple hecho de intentar ejercer fuerza para escalar me hizo retroceder para agarrarme las
costillas, una gota de sudor fría cayó al suelo mientras mis rodillas tocaban el piso. Lo siguiente
que recuerdo es encontrarme caminando por el denso bosque con animales salvajes
mirándome, podría decirse que la suerte no es mi don, ni tampoco algo que rebose en mí.

Mis párpados se sentían pesados, como si la muerte o el cansancio estuviesen clamando por
mi alma, caí rendido al piso, mientras un zumbido estridente daba paso a un inmenso vacío.

Ni yo mismo entiendo el cómo, recuerdo esto.


Me encontraba en el oscuro bosque rodeado de miradas que se clavaron al instante en mí. Un
escalofrío recorrió mi cuerpo de manera inmediata, mi espalda chocó con un árbol y un
zumbido similar al que escuche antes daba paso a una manada de lobos que a mí se acercaban.

Frente a frente, mantuve mi mirada fija mientras intentaba alejarme rodeando el árbol,
adentrando más mi alma en aquel bosque, que cortó era.

Tirando mi mirada atrás por un momento, observaba el inicio de una especie de prado,
regresando por delante, una manada de lobos hambrienta. Dando media vuelta, corrí por el
prado escuchando aullidos detrás de mi acompañado del pasto que no sabía si reaccionaba
ante mis pisadas o las de ellos.

De pronto al horizonte, divise una pequeña casa. Vieja pero segura. Cerré la puerta con
brusquedad una vez ingrese, las ventanas estaban tapizadas por tablones de madera, en aquel
momento, no le di tanta atención, una que si le daría luego al querer irme a dormir.

Escuché a los lobos alejarse y en pocos minutos me encontraba pensando en frío, analizando
mejor la situación, me daba desconcierto la sensación de sentirme cansado si estaba
desmayado, me pellizqué, se sintió tan real.

Me acosté para intentar comprobar algo.

Me desperté dos horas después por un agudo dolor, ahora presente en mi brazo.

Nada de eso, me distrajo de un extraño toqueteo en la ventana tapada, fue en ese instante
donde me preocupe por que tan bien fijadas estaban esas tablas.

No me moví hasta que el toqueteo paró, intentando no exponerme demasiado, me acerqué de


manera lenta, la Luna daba una sombra muy rara en el reflejo, parecía un animal, no estaba
seguro de cuanto media o si era mi imaginación y parecía estar a dos patas.

Cerca de él, pasaron dos sombras más, lo mismo. Estaban rodeando la casa buscando una
entrada, mi mente en aquel momento tuvo la idea de esconderse en el armario, debajo de la
cama o intentar meterme en algún cajón grande. Las tres sonaban como pésimas ideas.

Debajo de la cama, la puerta provoca un estruendo al ser derrumbada por aquellas cosas,
humanoides de dos metros con patas de cabra. — << ¿La leyenda del chupacabras?>> — estoy
en algún lugar donde se puedan encontrar esas cosas, como me habría movido desde donde
vivo hasta un jodido prado en mitad de la nada. No tuve mucho tiempo para pensar, cuando vi
una mano agarrar mi cabeza y sacarme de manera veloz de debajo de la cama, fue ahí que
pude ver bien.

Carentes de ojos o pupilas, cuerpo de ciervo y pata de cabra con una cabeza deformada. En
aquel momento sentía mi pulso tan elevado que pensaba, me explotaría el corazón. Mi cuerpo
salió despedido por la ventana a los pocos segundos, el dolor agudo en las costillas atacaba
sumado al dolor de mi brazo, apenas podía levantarme así que me puse casi de rodillas
volteando mi cabeza. Parados allí, no se movían, al contrario, me indicaban algo con sus manos
llenas de carne putrefacta, me estaban dando la oportunidad de correr.

No dude ni dos segundos y con todas mis fuerzas comencé una carrera de regreso al bosque,
allí podría perderlos o por lo menos no me iba a enterar de cuando me atraparon. El sonido de
las ramas, el crujir de las ramas del suelo, mi cuerpo chocando con un árbol del que no me
percate y los animales huyendo despavoridos de lo que me perseguía, me hicieron pensar que
era mi final.

Me hice a un lado cuando una enorme mano roja intentó atraparme, tenía garras por detrás de
su mano. Lo que sea, que vi. Me hizo paralizarme casi al instante. Sentado en un enorme
charco de líquido rojo. Ahora sentía que era de día, pues es como si la luz del sol me estuviese
dando directamente el calor.

El suelo fue mi destino, me había golpeado algo que no podía ver. Mi cuerpo ya cansado dejó
de responder, lo puedo describir como una enorme presión encima de tu cuerpo mientras los
sonidos te presagian el peor escenario. Las lágrimas se filtraban por mis mejillas mientras el
llanto finalmente escapaba. Los minutos pasaban y yo esperaba, nada tenía sentido, solo
quería mi muerte. No quería sentir más. Un sonido de escopeta me hizo alzar la mirada. Y no
podía creer lo que tenía en frente de mis ojos.

Un señor de cuarenta años, con un arma de fuego en su mano, su melena rubia acompañada
de ojos azules, una chaqueta de caza y pantalones de cuero.

—¿Estas bien, hijo?

Me dijo con un tono más calmado del que debería, extendiendo su mano.

—¡Tu… tú no eres mi padre, aléjate de mí!

Di un manotazo y salí corriendo, no confiaba para nada en ese señor que parecía ser él. Ya no
entendía nada de lo que a mí alrededor ocurría, eran tantas sensaciones juntas que mi cerebro
no era capaz de procesar. Me tropecé y caí en una pequeña grieta no muy profunda. Mi cabeza
daba vueltas, mis párpados nuevamente caían, y gotas de lluvia impactaban en todo mi
cuerpo. Me había dormido por quien sabe cuánto tiempo, aunque ahora me encontraba
dentro de un viejo restaurante abandonado, quizá de la época donde era popular el tema de
los campistas y las visitas a bosques o parques nacionales.

<< ¿Dónde diablos fui a parar? >>— Mi mano sujetó una pequeña linterna que logré
divisar entre la oscuridad, al agarrarla noté que estaba cubierta de un líquido verdoso
que desprendía un hedor, muerte.
El paramó en el que me situaba parecía ser sala de fiestas, sucia, desastrosa y
abandonada por el destino en ese lugar. La travesía al través del local fue tan
monótona que poco recuerdo, fue más calmado y me pude relajar un poco
sentándome en la sala del jefe. El infarto sería el próximo destino si regresaba tanto
estrés. Aunque hubo algo allí que me atrapo, unas cuántas notas sobre un caso policial
con anotaciones del propio director. Decían cosas así:

2 de marzo de 1997.
-Estos eventos anormales nos traerán la ruina, debo llamar a expertos o
lo que sea.
9 de junio de 1997
-Desaparecieron al segundo día sin excepción, sólo encontré una nota
manchada de un líquido verde en cada caso, me estoy sintiendo mal
desde ayer creo que debería alejarme de el.
10 de diciembre de 1997
-Creo que he visto a una criatura roja rondando cerca, su piel parece
carne al rojo vivo y ¿su cuerpo tenía caras o eran expresiones emulando
caras?
2 de enero de 2002.
-Me lo he vuelto a encontrar, no me mato, pero se metió en mi cabeza,
creo que ya estoy delirando demasiado mañana visitaré al especialista
9 de septiembre 1996.
-Fui a verle y no encontré a nadie, desaparecieron sin dejar rastro
porqué me pasa esto.
Me detuve y de nueva cuenta comencé a rebuscar dando con que sólo quedaban dos
notas más ambas de incluso más atrás, aunque parecían escritas por otra persona ya
que la caligrafía era clara y en cursiva, la otra era recta, pero asemejándose a lo que
muchos dicen letra de médico, pero contraria estás no tenían sentido alguno.
20 de febrero de 1992
-Dice gobernar los sueños, pero mi mente no calma
23 de .... de 1990
-Soy libre en la noche eterna, que mi alma se sumerge.
Mi cabeza irritada, retrocedió mientras rondaban dos ideas juntas; La noche y eterna.
En ese momento hice mis propias conjeturas con el tema, recordando el teléfono lo
miré, aunque tuviese la pantalla rota. Eran las dos y media de la tarde o eso podía
intuir con esfuerzo por la pantalla descompuesta. Sin mucha espera salí del sitio
buscando la puerta del local, la linterna parpadeaba persistente ante mi negativa de
apagarla quedando a oscuras luego. Ahora deteniéndome más rato, sentía nostalgia
por estar en este lugar. ¿A qué se debía? ¿De dónde? ¿A qué está ligado para traerme
nostalgia? Eran tantas interrogantes que el pitido molesto zumbo en mis oídos de
nuevo, ahora acompañado por un dolor de cabeza. Con toda la fuerza de voluntad que
reuní logré reavivar la linterna con leves golpes con la palma izquierda y seguir el
camino hasta la entrada rodeada por aquel líquido rojo, tomando aire la abrí
encontrándome con un valle desolado por una lluvia torrencial.
No tenía otra opción así que avance bajo la violenta agua que chocaba con mi cabeza,
escuchaba una sirena de policía a lejanía cada vez el zumbido iba a peor haciendo
sentir mi cuerpo más pesado de lo que era, dios santo, sentía llevar una armadura
pesada o algún traje especial por las similitudes que encontraba con una ropa de mi
estancia como militar. Final del trayecto era, pues me tope con una bolsa que parecía
cubrir algo cerca de una patrulla. Mi respiración se aceleró, mi garganta tenía sensación
de metal y me puse pálido, rodeado de iluminación tenue que poco a poco se iba
tornando más luminosa. Mi mano izquierda retiró la bolsa con cuidado la bolsa de la
que salió un cadáver que me agarro del cuello elevándome feroz, era el cadáver de mi
padre, cargaba su viejo arma de caza. Mis puños se cernieron como plomo disparado
en contra de quien me intenta asfixiar, pero no parecía inmutarse del daño que quería
hacerle... Y entonces se reveló ante mí una figura rojiza humanoide con brazos
anormales de uñas grotescas, caras en todo su cuerpo acabando en pies que por
debajo tenían algo parecido a pinchos. Eso es lo último que recuerdo, para trasladar mi
recuerdo a una habitación de hospital solo regrese a casa con un despido, siendo lo
más relevante desde ahí que no puedo dormir y al intentarlo una frase resuena en mi
cabeza acompañado de un: No lo hagas.
Ahora me encuentro buscando empleo y con suerte en unos dos meses iré hasta
California a visitar a mi madre. Les dejaré una ilustración de la criatura antes de irme,
están tocando mi puerta y seguro es la comida que encargue. ¡Hasta otra ocasión
lectores! Les iré actualizando de mi vida en cuánto pueda.

Posteado por: Hikarugafan00


Hace 10 años.
Última actualización: hace 9 años
Escrito por: AgaelArale

Supervisado y corregido por: Agaelarale

¿Basado en hechos reales?

Créditos del dibujo a: Mark.G

Redes sociales del artista.

Instagram: _mistermark_

TikTok: _mistermark_

YouTube: TheMisterMark

¡Síganle si quieren ver más trabajos suyos!

También podría gustarte