Está en la página 1de 2

Eran casi las 10 P.M.

cuando Alex se encontraba en el gimnasio golpeando unos sacos


de boxeo. Hubiera querido estar durmiendo, había tenido un día ocupado y quería
descansar, pero las pesadillas que solía tener no se lo permitieron.
Afortunadamente, habían retrasado el entrenamiento de Merina y Azura hasta la
tarde, porque no se veía con ganas de hacerlas entrenar por la mañana con lo cansado
que iba a estar.
Aunque le parecía raro que los jefes hayan tenido que irse de imprevisto. Ninguno se
encontraba en la organización y eso nunca había pasado. Bueno sí, había sucedido una
vez, y la razón no había sido nada buena.
Estaba tan concentrado que no se dio cuenta que Merina había entrado en el gimnasio
ni que se había acercado a él hasta que la tuvo de frente.
–Hola. –Dijo animado. Era como si la presencia de aquella chica lo pusiera del mejor
humor incluso en un día de mierda. –¿Qué haces aquí?
–Vengo a entrenar. –Respondió la pelirroja.
Y así se pusieron a entrenar ambos. Los ánimos de Alex mejoraron inesperadamente,
ya ni se acordaba que en algún momento de esa noche había estado cansado.
Merina había intentado tumbarlo al suelo, pero no había podido. Entonces Alex,
cuando ella menos se lo esperaba, le devolvió la broma y termino encima de ella.
Sintió algo encenderse dentro de él. Era una persona muy cachonda, eso lo sabían
todos, pero Merina lograba sacar algo de él que no había logrado nadie. Sí, seguía
siendo cachondo con ella, pero parte de él se sentía cómodo mostrándole su parte
sensible. Y eso no lo había hecho con nadie antes.
No sabía ni cómo ni por qué, pero se estaban besando. Con suavidad, pego más su
cuerpo al de ella para profundizar el beso, y cuando pensó que solo quedaría en eso, la
pelirroja le propuso ir a las duchas.
Él no se negó. ¿Cómo iba a hacerlo? Así que la siguió. Una vez en las duchas, perdió el
control. No se había dado cuenta que anhelaba el estar con ella desde que la conoció,
y ahora estaba sucediendo.
No le gustaba mucho usar su poder, a menos que se viera obligado, pero esa noche lo
uso cada minuto que podía. Leía lo que ella quería y se lo daba sin necesidad que lo
dijera.
Los labios de Alex recorrían todo el cuerpo de Merina mientras sus manos hacían lo
mismo. Jugueteo con los pezones de la pelirroja hasta dejarlos sensibles. Se tomo su
tiempo con cada uno. En uno usaba su boca mientras que su mano jugueteaba con el
otro pecho, para después lamer el pezón donde previamente había estado su mano y
juguetear con su mano donde antes había estado su boca.
Siguió bajando hasta que se detuvo entre las piernas de la muchacha, después de un
leve por favor que salió de los labios de Merina, Alex se terminó perdiendo entre sus
piernas llevándola clímax. Y así siguió, cada vez que recorría su cuerpo, la miraba para
ver sus expresiones. Solo veía placer, y eso le daba placer a él.
Mientras el agua caía por sus cuerpos, él acerco sus labios al oído de Merina para
susurrarle con voz ronca.
–He deseado este momento desde que te conocí.
Después de pronunciar esas palabras, entro en ella, haciéndola disfrutar con cada
movimiento.
Y así perdieron la noción del tiempo, solo eran ellos dos. No sabían si estaban haciendo
mucho ruido, tampoco les interesaba.
Una vez terminaron, salieron de la ducha y decidieron ir a comer algo para luego
regresar a la habitación de la muchacha, donde nuevamente volvieron a unir sus
cuerpos como si hubieran pasado toda la vida deseándolo hasta caer exhaustos.
Alex acariciaba el cabello de Merina mientras le daba besitos en su rostro.
–Es mejor que vayamos a dormir. –Le sonrió. –Mañana es un día ocupado.
Siguieron un rato más hasta por fin quedarse dormidos.
Eres un demonio. Escucho nuevamente la voz de su padre. Una noche más. La misma
pesadilla. La verdad, ya estaba acostumbrado. Así que dejo que sus pesadillas siguieran
su curso. Una pelea familiar. Una muerte. Un abandono. Imágenes de escenarios y
conversaciones que no recordaba haber vivido, pero que de alguna forma estaban en
su cerebro.
Ayuda.
Alex se despertó con dolor de cabeza. Esa voz pidiéndole ayuda era nueva. Nunca
había soñado con eso antes. Se agarró la cabeza mientras intentaba no hacer mucho
ruido ni moverse para no despertar a Merina. Normalmente se despertaba con dolores
de cabeza cada vez que soñaba, pero esta vez era diferente. Era un dolor similar a
cuando alguien intentaba comunicarse por el canal telepático, pero le era difícil.
Tal vez alguien se estaba intentando comunicar con él, así que puso toda su
concentración en facilitarle la comunicación a esa persona. Ayuda, volvió a escuchar.
Le parecía familiar esa voz.
Alex, ayúdame por favor.
Se quedó paralizado por unos segundos. Por supuesto que reconocía esa voz. Era
Sylver.

También podría gustarte