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La república nació entre el entusiasmo de las clases populares (obreros, campesinos...) y la hostilidad de las capas
conservadoras (militares, iglesia...). El primer bienio estuvo dirigido por gobiernos progresistas que iniciaron toda una serie
de reformas y la aprobación de una nueva Constitución. La proclamación de la República se produjo en un momento en que
en Europa entraban en crisis las democracias que estaban siendo sustituidas por gobiernos totalitarios (Stalin en la URSS,
Dollfuss en Austria, Hitler en Alemania y Mussolini en Italia). La coyuntura económica también era difícil pues Europa
sufría los devastadores efectos de la crisis de 1929.
Una vez aprobada la constitución se formó el gobierno presidido por Azaña e integrado básicamente por republicanos de
izquierdas y socialistas mientras que la presidencia de la república quedaba en manos de Alcalá Zamora. Se continuaron
las reformas del gobierno provisional iniciándose otras nuevas.
La Ley de Reforma agraria de 1932 fue el mayor proyecto económico y social del gobierno. Tenía como objetivos aumentar
la productividad y distribuir tierras entre los campesinos no propietarios. Pretendía una redistribución de la propiedad, y
contó desde el principio con la oposición de pequeños propietarios y terratenientes. Se canalizó a través del Instituto de
Reformas Agrarias con una aplicación simultánea que llevó a cabo expropiaciones, mediante indemnización (algunas muy
costosas), de fincas de labranza no explotadas directamente por sus propietarios en las que asentó a labradores sin tierras
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creando comunidades de campesinos y cooperativas agrícolas. Los resultados quedaron mermados por la complejidad del
proceso, la oposición social, la falta de fondos para pagar las indemnizaciones y la lentitud del proceso de adjudicación. Esto
provocó decepción entre los campesinos sin tierras y una gran conflictividad social en el campo.
Política religiosa: originó fuertes debates en el Parlamento y supuso la aplicación del laicismo de estado. Se aprobó la
libertad de culto, la propiedad pública de templos y monasterios, la prohibición a la iglesia de ejercer la enseñanza, el
matrimonio civil, el divorcio y la secularización de cementerios. Estas medidas desataron una gran oposición a la
república por parte de la iglesia católica.
Política militar: Azaña, ministro de la Guerra, fue el encargado de modernizar al ejército y someterlo a la autoridad civil. Se
obligó a los militares a realizar un juramento de fidelidad a la república, se derogó de la Ley de Jurisdicciones y se
redujeron las fuerzas en activo (Ley de Retiro). Se creó la Guardia de Asalto que era un cuerpo adicto a la república
encargado del orden público. Las reticencias a la república de una parte del ejército se concretaron en el levantamiento
fracasado del general Sanjurjo y la creación de la UME donde se unieron de forma clandestina militares opuestos al régimen
republicano.
La enseñanza y la cultura: se creó un sistema de enseñanza público, laico y gratuito centrándose los esfuerzos en la
enseñanza primaria debido al alto índice de analfabetismo. Se abrieron miles de aulas y se formó a 7.000 maestros. Se
crearon numerosas bibliotecas públicas. Las Misiones Pedagógicas fueron las encargadas de llevar la cultura al ámbito rural.
Estaban formadas por maestros, artistas, intelectuales y estudiantes universitarios que organizaban actividades culturales en
los pueblos. También se creó un grupo de teatro universitario, La Barraca, dirigido por García Lorca que representaba por
toda España obras del teatro clásico español.
Política social: se hicieron numerosas reformas y leyes desde el Mº de Trabajo presidido por el socialista Largo Caballero.
Se elaboró una legislación para el campo protegiendo a los arrendatarios y regulando el contrato de jornaleros. La
Ley de Contratos de Trabajo establecía el marco de relaciones entre patronos y obreros fomentando la negociación y los
convenios colectivos.
En el nuevo marco laboral se establecieron leyes de jornada máxima (8 horas, también en la agricultura), derechos
sindicales y se reguló el derecho de huelga. La ley de jurados mixtos con Comités paritarios, parecidos a los de la
Dictadura, que agrupaban a Admón., sindicatos y patronos.
La ley de Términos municipales establecía obligación de patronos a emplear primero a los obreros del término municipal,
que se complementaba con la ley de Laboreo forzoso, sujeto a la vigilancia por una comisión local de las labores necesarias
para cultivo adecuado. La ley de Accidentes de trabajo en el campo equiparaba a estos con el resto de trabajadores.
Política autonómica: En Cataluña el Estatuto de Nuria fue aprobado el Estatuto de Autonomía, con algunos recortes, por
las Cortes en 1932. Cataluña tendría competencias legislativas y ejecutivas en hacienda, economía, educación, cultura y
comunicaciones. El gobierno central se reservaba los asuntos exteriores y ejército. Maciá, de Esquerra Republicana, se
convirtió en Presidente de la Generalidad. Los estatutos vasco y gallego no se aprobarán hasta 1936.