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El arte del siglo XX se conforma por diversas vanguardias artísticas que en su

momento llegaron a escandalizar y revolucionar lo que era el mundo del arte (un mundo
dominados por blancos privilegiados, por su puesto), estos movimientos artísticos rompieron
con las pautas tradicionales impuestas por las academias y dieron paso hacia una libertad
creativa en donde el artista comienza a plasmar su visión del mundo que lo rodea y no las
indicaciones de una sociedad burguesa, sin embargo, no podemos adentrarnos de lleno en el
arte del siglo XX sin primeramente echar un vistazo al pasado, es vital conocer lo que hubo
tiempo atrás para así entender mejor lo que vino después y sobre todo, a comprender mejor el
arte de nuestra actualidad, que en muchas ocasiones suele ser confuso.

Encontramos sus antecedentes a finales del siglo XIX con el impresionismo y


postimpresionismo, corrientes que marcan un antes y un después, rechazando por completo el
realismo académico, motivo por el cual algunas de las obras podrían parecer a simple vista
poco trabajadas o planeadas aunque la realidad fuera todo lo contrario; la principal
preocupación de los artistas del impresionismo era capturar la luz de la naturaleza o la vida
cotidiana, como si de una primera impresión se tratase, dejaban de lado los detalles y colores
invasivos como el negro para dar paso a colores más suaves y pinceladas visibles; entre sus
artistas más sobre salientes encontramos a Monet, con obras como ¨Estanque con nenúfares,
donde a pesar de ser la impresión de un breve momento, no se abandonan reglas básicas
como lo es la composición. Por otro lado tenemos al postimpresionismo, el cual conserva
ciertas características de su antecesor, sus pinceladas sobresalientes y el uso de colores
llamativos, así como el uso de temas de la vida cotidiana, sin embargo, estos artistas se
dejaron llevar de una forma más espontánea, plasmando una visión más subjetiva del mundo,
este movimiento trajo consigo variantes como el puntillismo, una técnica que consiste en
pintar a base de pequeños puntos de color.

Con la llegada del siglo XX comenzaron a surgir las vanguardias artísticas, muchas de
ellas como respuesta a sucesos históricos que dieron lugar en aquel entonces y sacudieron por
completo al mundo; a comienzos de este siglo nos encontramos con el fauvismo, surgido en
Francia y encabezado por Henri Matisse, en este movimiento podemos apreciar un arte
subjetivo, inclusive más que en el impresionismo, nos topamos con un plano único y bastante
simple, carente de perspectiva, con una desproporción en las formas y un uso de colores
puros y saturados alejados totalmente de la realidad, bastante atrevido para los ojos de aquella
época. Como siguiente tenemos al expresionismo, obras que expresan un sentimiento íntimo
y crudo del artista, se vuelve un arte un tanto agresivo al tocar temas inapropiados para la
época, como la sexualidad, el morbo y lo agobiante, cosas que siempre han sido parte del ser
humano, pero que nadie solía expresar por temor a ser juzgado; a diferencia del fauvismo que
se caracterizaba por sus colores saturados, el expresionismo se vuelve todo lo contrario,
utilizando colores oscuros y poco vibrantes, indispensables para capturar y transmitir la
amargura deseada. Entre sus artistas más reconocidos nos encontramos con Munch y su
famosa pintura El grito, la cual refleja una notable angustia y ansiedad, misma que el autor
dijo sentir un día paseando por su ciudad natal.

Con el cubismo nos alejamos de las emociones y de cualquier rasgo del arte
tradicional, estas obras se caracterizan por el uso de colores grisáceos, neutros y pardos, pero
sobre todo, su principal esencia se basa en las formas geométricas, en la descomposición de
objetos para componerlos de manera distinta, hasta incluso llegar a formas totalmente
irreconocibles; uno de sus principales y más famosos exponentes es el artista Pablo Piccaso,
con obras como El hombre de la pipa o Las señoritas de Aviñón, obra con la cual quedó
oficialmente fundado el movimiento cubista. Esta corriente se divide en tres fases, analítico:
que se caracteriza por la geometrización de la realidad, hermética:en esta fase las obras
rozaban casi lo abstracto, formas ilegibles difíciles de identificar, y por último el sintético: en
esta etapa las obras poseen ciertas formas figurativas fáciles de identificar, esto mediante
detalles esenciales del objeto, junto a esto aparece el collage, una técnica de añadir y
construir mediante recortes e imágenes ya existentes.

Y llega el dadaísmo, un movimiento que en lo personal considero el punto de partida


hacia la ruptura definitiva del arte académico y tradicional, amado por muchos, odiado por
otros, este movimiento puede llegar a ser considerado por diversas personas una mera burla, y
es que no pueden estar tan más cerca de la verdad, el dadaísmo aparece como una crítica al
arte y la sociedad posterior a la primera guerra mundial, como una sátira, una provocación; la
esencia principal de esta vanguardia era lo irracional, lo espontáneo, el caos, el ir en contra de
cualquier regla impuesta, en ella encontramos el collage, decollage y el uso de objetos
cotidianos, que al estar fuera de su contexto habitual toman un significado totalmente distinto
(dado por el artista, claro), lo que provocó sacar totalmente al espectador de su zona de
confort al no ser el típico lienzo montado sobre una pared.
Podría parecer que las obras producidas durante este movimiento carecieran
totalmente de planeación, cuando la realidad es que la mayoría llegan a ser pensadas a
detenimiento, entre sus mayores exponentes nos encontramos al inigualable y muy criticado
Marcel Duchamp, Man Ray y Kurt Schwitters. Sinceramente, me resulta un tanto irónico
como pretendían ser un movimiento anti-arte y terminaron pasando a la historia como una
vanguardia artística y siento cierta inspiración para futuros movimientos.

A este le siguió el surrealismo, movimiento nacido en Francia de la mano del poeta


André Breton, tomando como inspiración los estudios de Sigmund Freud respecto al
subconsciente y su papel en el comportamiento humano. Este movimiento busca un escape de
la realidad, como si de estar viviendo en un sueño se tratase, en él observamos formas, seres y
escenarios nacidos de lo más profundo del subconsciente humano, a veces bellas, otras
grotescas, o simplemente alucinantes, dejando de lado lo racional o moral. Este movimiento
se divide en dos partes: surrealismo figurativo y abstracto; como su nombre lo indica, en el
primero podemos observar formas y objetos reconocibles, los cuales crean estos escenarios
de ensueño, ya sean pesadillas o sueños fantásticos, su mayor y más famoso expositor es
Salvador Dalí, el autor de obras como La persistencia de la memoria y El gran masturbador.
En segunda tenemos al surrealismo abstracto, en este ya no encontramos algún rasgo
figurativo, sino mera creación del subconsciente del artista, su propio universo.

A mitad del siglo XX, llegan las segundas vanguardias, es ahí cuando el arte toma un
camino más experimental respecto a las técnicas y en mi opinión algo banal, aparece el pop
art y op art, obras que considero algo extravagantes, pero meramente decorativas; por otro
lado llega el body art (performance y happening) y el land art, un arte efímero, desprendido
totalmente de lo convencional y lo material, llevando el arte más allá de un museo.

Desde mi punto de vista, la sociedad siempre se ha encontrado en constante cambio y


junto a ello el arte también evoluciona, no considero revolucionarios a aquellos artistas del
siglo XX como la mayoría de libros suele llamarlos, sino que lo veo simplemente como una
necesidad humana que ha existido desde siempre, la necesidad de expresarse, criticar lo que
disconforme y buscarle un mero sentido a su banal existencia, así como intentar comprender
el mundo que los rodea, para ello el humano siempre encontrará la forma de conseguirlo y
satisfacer ese deseo, sin embargo, admiro su valentía al ir en contra del sistema académico y
dejar en claro que el arte no solo es bello y pulcro, pero como mencione antes, es algo que
siento que se ha visto a lo largo de la historia, quizás en menor cantidad, al final de cuentas,
el artista no sería artista sin un poco de rebeldía.

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