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CURSO DE MANEJO INTGERAL EN SALUD DE VICTIMAS DE VIOLENCIA

SEXUAL

PREGUNTAS Y ACTIVIDADES DEL CURSO DE MANEJO INTEGRAL EN

SALUD DE VÍCTIMAS DE VIOLENCIA SEXUAL

Presentado por

Ana Marcela Oviedo Pérez

FUNDACION CONVIVENCIA Y CORPORACION PROTALENTHU

Sahagun-Cordoba.
1. REALIZAR UN ENSAYO SOBRE LOS ASPECTOS GENERALES, LA

NORMATIVIDAD Y ANTECEDENTES DEL PROTOCOLO DE VICTIMAS DE

VIOLENCIA SEXUAL (Arial 12, mínimo 3 páginas).

La violencia sexual es una de las formas más denigrantes y crueles con las que
se vulneran los derechos de niños, niñas y adolescentes. Es considerada una de
las manifestaciones más severas de desigualdad entre hombres y mujeres y entre
adultos, niños, niñas y adolescentes, que atenta contra la dignidad humana y la
integridad.

Constituye un ejercicio de poder en el que existe un desequilibrio marcado


cuando las diferencias se traducen en desigualdad por razones de edad,
orientación sexual, género, discapacidad, experiencia, estatus o una determinada
posición en la familia o en el grupo social y cultural; o en razón a la discriminación,
subordinación o estereotipación que se puede tener de niños, niñas y
adolescentes.

La violencia sexual tiene múltiples manifestaciones que abarcan desde


conductas físicas que constituyen vulneraciones de los derechos, incluidos los
actos sexuales abusivos, hasta nuevas tipologías incorporadas por las
transformaciones que experimenta la sociedad en el último siglo con las nuevas
tecnologías informáticas y para la información.

Estas amplias configuraciones y tipologías imponen retos en su abordaje y


restablecimiento de derechos de las víctimas.

El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, reporta en el


informe Forense 2016, que siguen siendo los niños, las niñas y adolescentes, el
mayor porcentaje de población a la cual se le realizan exámenes médico-legales
por presuntos delitos sexuales. En cuanto al presunto agresor, los datos que
presenta el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2016),
denota que continúa siendo en la gran mayoría de los casos una persona cercana
a la víctima (familiar, conocido, amigo, pareja o expareja). Finalmente, describe a
la vivienda como el espacio en donde ocurre en su gran mayoría este tipo de
violencia, lo que muestra que estas víctimas conviven con sus perpetradores e
implica una vulnerabilidad por la presencia de dinámicas familiares perjudiciales y
generadoras de daños para su desarrollo.

Es importante destacar que la Constitución Política de Colombia establece en


el Artículo 44, el carácter fundamental de los derechos de niños, niñas y
adolescentes, ubicándoles como sujetos de especial protección constitucional, por
lo que sus derechos son prevalentes y por esto, deben ser protegidos de manera
integral y prioritaria. Es así como el Estado, la familia y la sociedad, están en la
obligación de garantizar la satisfacción integral de todos sus derechos humanos.
Este principio de corresponsabilidad instituye al Estado como garante de los
derechos de los niños, las niñas y adolescentes y le impone habilitar a la familia y
la comunidad para que cumplan las responsabilidades que les atribuyen.

La violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes comporta una grave


violación a los derechos humanos, atentando contra los derechos a la vida, la
libertad, la dignidad, la integridad, la igualdad, la autonomía y los derechos
sexuales y reproductivos. Se ejerce a través de acciones y comportamientos que
tienen como objetivo lesionar, degradar, humillar, ejercer presión o dominio sobre
una persona y su sexualidad (Fiscalía General de la Nación, 2016) mediante el
uso de la fuerza, el miedo, la manipulación, la intimidación y el engaño, entre otras
formas de coacción, de las que se vale quien violenta sexualmente. La Ley 1146
de 2007 define la violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes como: Todo
acto o comportamiento de tipo sexual ejercido sobre un niño, niña o adolescente,
utilizando la fuerza o cualquier forma de coerción física, psicológica o emocional,
aprovechando las condiciones de indefensión, de desigualdad y las relaciones de
poder existentes entre víctima y agresor (Artículo 2). En esta línea se conoce que
la violencia sexual tiene efectos físicos, psicológicos, sociales y simbólicos que
afectan los cuerpos, las emociones y en general, las vidas de quienes son
víctimas, perjudicando el desarrollo integral de los niños, las niñas y adolescentes
y el goce pleno y efectivo de sus derechos.
Conceptualizar la violencia sexual implica, además, examinar los factores que
permiten su ocurrencia y persistencia. Si bien los factores asociados a la violencia
sexual pueden ser diversos, la Ley 1146 de 2007 es clara en afirmar que la
violencia sexual tiene lugar ante el aprovechamiento de las condiciones de
indefensión, desigualdad y la asimetría en las relaciones de poder existentes entre
víctima y agresor (art. 2).

De modo general, es posible indicar que dichas condiciones y relaciones se


derivan y se encuentran determinadas a partir de estructuras sociales y culturales,
entre las que se resaltan aquellas vinculadas al sistema de género y el adulto
centrismo, estructuras que operan de manera interseccional junto con la
discriminación y violencia estructural que se ejerce ante el valor otorgado a
factores como la discapacidad y la pertenencia étnica, entre otros. Organismos
internacionales y entidades a nivel nacional han coincidido en indicar que la
violencia sexual se deriva de un orden social configurado por factores
estructurales (Arango, et al, 2016).

Entre éstos, se resalta su estrecha relación con las desigualdades derivadas


de las relaciones basadas en género, a partir de las cuales se otorgan e
introyectan socialmente valores respecto a la masculinidad y la feminidad, así
como la construcción diferenciada de las sexualidades en razón al género
asignado, por lo cual se naturaliza la apropiación del cuerpo y la sexualidad
principalmente de las mujeres, adolescentes y niñas y se concede un valor
negativo a las identidades de género y orientaciones sexuales no
heteronormativas.

Por consiguiente, la violencia sexual en contra de las niñas y las adolescentes


deberá contemplarse además como una forma de violencia contra la mujer y de
género. Ésta es caracterizada en la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer “Belém do Pará” (1994), como
“cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como
en el privado” (Artículo 1). De igual manera, la Ley 1257 de 2008 indica que “por
violencia contra la mujer se entiende cualquier acción u omisión, que le cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por
su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la
privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o
en el privado” (Artículo 2).

A la violencia derivada de las estructuras basadas en el género, se interconecta


el adulto centrismo, este comprende las relaciones jerárquicas y de poder
inequitativas que se establecen entre personas adultas y niños, niñas y
adolescentes, lo cual les puede ubicar en condiciones de subordinación e
indefensión con base en su edad o etapa del ciclo vital. Estas relaciones de poder
conllevan al uso de múltiples formas de violencia en contra de los niños, las niñas
y adolescentes, entre las que se incluye la violencia sexual.

Los factores estructurales descritos, solo constituyen un apartado del conjunto


de aspectos que se relacionan con los hechos de violencia sexual, comprendiendo
además que ésta posee múltiples formas.
2. POR MEDIO DE UN ESQUEMA MUESTRE LOS PASOS FUNDAMENTALES
EN LA ATENCIÓN INTEGRAL DE LAS VÍCTIMAS DE VIOLENCIA
SEXUAL.
3. ¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA
INTERVENCIÓN PSICOTERAPÉUTICA ESPECIALIZADA EN SALUD
MENTAL DISPENSADA A LAS VÍCTIMAS DE VIOLENCIA SEXUAL EN EL
CONTEXTO DE LA ATENCIÓN DE LA URGENCIA MÉDICA?

Características de la primera consulta de psicoterapia breve por especialista en


salud mental para la víctima de violencia sexual.

 OBJETIVO: Reducir las posibles consecuencias emocionales y sociales


negativas que puedan derivarse del evento traumático a partir de la
identificación y el fortalecimiento de recursos personales, familiares y
sociales, y la búsqueda de soluciones factibles ante problemas
específicos, mediante una intervención terapéutica especializada en
salud mental oportuna y de calidad, que haga parte integrante de la
atención de la urgencia médica derivada de una victimización sexual.

 MOMENTO EN QUE DEBE REALIZARSE: Como parte de la atención


inicial de urgencias para toda víctima de violencia sexual, en un contexto
tranquilo y privado.

 DURACIÓN: 60 – 180 minutos, según necesidades de la víctima

 PERIODICIDAD: La psicoterapia breve puede ser desarrollada en un


formato de entre 1 y 10 sesiones, atendiendo a las necesidades de cada
víctima y las posibilidades del contexto. Cuando se emplee un formato
multisesiones se recomienda iniciar con una a la semana e ir
espaciando hasta máximo una al mes.

 PROFESIONAL A CARGO: Profesional de la psicología clínica o de la


medicina con especialidad médica en psiquiatría, cualquiera de los dos
con entrenamiento adicional específico para el manejo psicoterapéutico
de víctimas de violencia sexual en el contexto colombiano, tomando en
cuenta que se trata de un procedimiento especializado que requiere
conocimiento y experticia clínica.

 TIPO DE PACIENTE: Toda persona víctima de violencia sexual


perteneciente a cualquier grupo de edad, género o modalidad de
victimización, que esté siendo atendida por tal motivo en el marco de la
atención de la urgencia médica representada por la violencia sexual; y
que haya otorgado su consentimiento informado para la acción clínica
integral en salud, incluyendo los componentes de atención en salud
mental especializada que le son propios

 FORMA EN QUE SE LLEVA A CABO LA TERAPIA: Psicoterapia breve


centrada en solución de problemas de tipo individual, o en diada víctima
– adulto protector en casos de violencia sexual contra niños, niñas y
adolescentes menores de 18 años, si se considera terapéutico y es
aceptado este acompañamiento.
Se realiza en el marco de una atención de urgencia

 ESTRATEGIAS:
 Activar o reforzar mecanismos de ajuste apropiados ante el evento de
violencia sexual fomentando su adecuada resolución y previniendo la
potencial aparición o agravación de psicopatología.
 Tener presente que los objetivos de la intervención están siempre
sujetos a las condiciones del contexto.
 Contemplar múltiples niveles de evaluación e incluir a los diferentes
actores familiares y sociales involucrados en los problemas derivados
de la victimización sexual y en su solución.
 Partir de una definición tal de esos problemas, que sea compartida por
la consultante y que permita visualizar como viable la solución de estos
 Situarse en el presente y el futuro, no en el pasado.
 Dirigirse clarificar los actos de violencia sexual como mediados por
características del contexto social que favorece inequidades de poder
entre las personas, que en consideraciones de índole intrapsíquica.
 Enfocarse más en los recursos que en los déficits.
 Enfocarse sobre lo posible y no sobre lo perfecto.
 Partir de las características particulares del caso.
 Tener en cuenta la etapa del ciclo de vida individual y familiar, y el
contexto social en que emergió el acto violento.
 Contemplar los recursos disponibles en los distintos contextos
involucrados en la solución de los problemas identificados en torno a la
violencia sexual, y favorecer la manera de activarlos y ampliarlos.
 Proponer acciones directas e indirectas que sean hipotéticamente
pertinentes para la solución de problemas concretos. Prever los
posibles efectos positivos y negativos.
 Tener en cuenta que el cambio requiere reorganización,
reordenamiento y reestructuración de las representaciones rígidas e
inhibitorias que impiden el afrontamiento efectivo de la realidad.
 Evaluar contextualmente la presencia de signos y síntomas
psiquiátricos y psicológicos, así como de necesidad de tratamiento
psicofarmacológico especializado; además, de la necesidad de
continuar con una psicoterapia breve en formato de múltiples sesiones,
o considerar la primera como la única intervención psicoterapéutica
especializada, requerida inmediatamente antes de remitir para
continuar manejo por equipo interdisciplinario de salud mental en
contexto ambulatorio Se parte y se centra en el motivo de consulta. Se
intenta evidenciar y entender el problema. Se facilita la descarga
emocional, la expresión de sentimientos y la normalización de
síntomas.

 FASES DE LAS TECNICAS TERAPEUTICAS ESPECIFICAS.

 Se Movilizan recursos y habilidades personales, familiares y sociales.


 Se evalúa el estado mental de la víctima, recontextualizando los
síntomas como reacciones esperadas ante la victimización sufrida que,
no obstante, pueden ser superadas mediante acciones específicas.
 Se hacen recomendaciones y sugerencias generales.
 Se determinan acuerdos terapéuticos específicos.
 Se elabora un resumen final con retroalimentación por parte del
consultante. Para facilitar que retome una percepción de control sobre
sí mismo y sobre sus circunstancias, permitiéndole hacer elecciones en
torno a la entrevista. Por ejemplo: Ofrecer un vaso de agua, permitir
que elija el sitio en que quiere sentarse, indicar que en cualquier
momento puede suspenderse la entrevista si así lo desea, efectuar
preguntas del tipo ¿Quiere que hablemos o le parece que ahora no es
el momento? Justificar la necesidad de las preguntas a través de
indicaciones como: ¿cuénteme todo lo que crea que yo debería saber?
No tiene necesidad de compartir todo lo ocurrido. Tal vez haya cosas
que le parezca que en este momento debe guardar.
 Indicar respeto al ritmo impuesto a la entrevista por la víctima mediante
frases como: en cualquier momento puede interrumpir la entrevista y
nos tomamos un descanso hasta que se sienta mejor.
 Ofrecer opciones, a través de intervenciones tales como: tal vez haya
algunos temas que prefiera escribirlos o dibujarlos o sacarlos de otra
manera que no sea necesariamente contárselos a alguien. Para facilitar
la expresión de emociones, significados y sentidos propios, otorgados a
lo ocurrido.
 Mostrar una actitud de comprensión con el cuerpo y utilizando
expresiones como ―puedo ver que‖, ―por lo que dices, parece que te
sientes…‖, pero evitando ―lo comprendo‖. Dar signos de atención
(afirmar con la cabeza, con la mirada, alguna anotación, alguna
expresión verbal) que animen a la persona a sentirse cómoda
hablando.
 Observar la comunicación no verbal y considerar lo que está sintiendo
la persona tanto por lo que dice como por lo que no dice.
 Preguntar por sus necesidades, preocupaciones, ansiedades y
dificultades. Formular las preguntas de manera abierta, que faciliten la
comunicación, por ejemplo ―¿cómo ves la situación?‖ Parafrasear los
puntos principales para confirmar que se ha entendido bien y darle la
oportunidad para corregirnos y, a la vez, profundizar en lo que está
diciendo: ―¿estás diciendo que no puedes soportar tanta tensión?‖
Aceptar tranquilamente el silencio, la información angustiante y el dolor
de la otra persona el tiempo que sea necesario sin perder la calma o
llenar el silencio con cualquier comentario.
 Tener una actitud corporal que facilite la comunicación con el cuerpo
orientado hacia la persona (sin brazos o piernas cruzadas), hacia
adelante y acercándose al otro, aunque tener contacto visual como
signo de aceptación y de escucha; en ciertos momentos no evitar el
contacto físico con las manos (en el hombro o tomando las manos del
otro), aunque con prudencia, pues si es prematuro o a destiempo
puede ser vivido como una invasión del espacio personal, y tomando en
cuenta lo que considera aceptable en el lugar (por ejemplo, en la mayor
parte de los contextos colombianos suele ser comúnmente aceptado
este tipo de contacto entre dos mujeres, o desde una mujer hacia una
niña o niño, que desde un hombre hacia otro).
 Poner el foco de atención en cómo se siente y se comporta la persona
respecto a lo ocurrido, más que en lo ocurrido, por ejemplo, en sus
emociones y percepciones en torno a los hechos (humillación, fortaleza,
culpa, rabia, tristeza, etc.) y detectar cuáles de estas emociones
pudieran ser problemáticas en el futuro (por ejemplo, autoacusación o
vergüenza severas), trabajando conjuntamente posibilidades
alternativas de entender los hechos; para dar apoyo emocional a
víctimas de violencia no se necesita saber la ―verdad ni conocer
detalles de lo ocurrido. Para resignificar los sentidos y significados
otorgados por la víctima a lo ocurrido, de modo que la adaptación y
solución de problemas resulte más fácil.
 Ayudar a construir un marco comprensivo que ubique la agresión
sexual en un contexto relacional enmarcado por estructuras de poder
hegemónicas que pusieron en desnivel de poder a la víctima con
relación al victimario, promoviendo la victimización sexual.
 Emplear técnicas de connotación positiva que sean sensibles a la
condición de víctima de la consultante.
 Emplear técnicas de ubicación en un futuro en el cual ya se hayan
superado los efectos de la victimización.
 Resignificar los signos y síntomas mentales encontrados, así como los
tratamientos psicofarmacológicos cuando sean requeridos, como una
parte más de las estrategias de afrontamiento desplegadas, en el
marco de otras incluso desarrolladas por la misma víctima y su grupo
de apoyo primario.

 ACCIONES Y ACTITUDES NO TERAPEUTICAS QUE SE DEBEN


EVITAR DURANTE LA CONSULTA.

 Decirle lo entiendo perfectamente, o imagino por lo que está pasando,


porque aparte de inadecuado es falso. Pensar por adelantado lo que va
a decir en la intervención, o aplicar rígidamente programaciones
preestablecidas independientemente de las necesidades percibidas en
la víctima en el contexto de la sesión. Ignorar, restar importancia o
negar los sentimientos de la otra persona.
 Fingir que se ha comprendido cuando no es así.
 Cambiar del tema que resulta importante para la persona por
incomodidad personal.
 Aconsejar con frases como ―creo que deberías, ¿cómo es que no?
Intentar tranquilizar forzosamente, tratar de animar, consolar o quitarle
importancia al asunto con frases como: ―anímese ¡no es para tanto!
Juzgar o criticar lo que la persona hizo durante la agresión o después
de ella. Instruir con frases como ―esto puede ser una experiencia
interesante sí. Hostigar con preguntas sobre detalles de la experiencia
o corregir, con frases como: ― ¿cuándo empezó todo? ―no, esto no
fue así.
 DISPOSICION FINAL DEL PACIENTE

De acuerdo con las características del paciente, su disposición y


posibilidad de acudir a una psicoterapia, y las características del
profesional que lo atiende, y del contexto de ayuda en que actúa, al
finalizar la primera sesión de psicoterapia breve podrá decirse que:

 Esta sea la única sesión que se realizará, remitiendo la víctima


para continuar con el proceso de atención interdisciplinaria por
equipo de salud mental en contexto ambulatorio y hospitalario,
acorde con las necesidades del paciente y las características de
los contextos de ayuda disponibles.
 Esta sea la primera de una serie de hasta 10 sesiones de
acuerdo con el formato de psicoterapia breve individual centrada
en solución de problemas, luego de la cual se podrá referir o no
a continuar atención interdisciplinaria por equipo de salud mental
en formato ambulatorio u hospitalario, como se describió antes
de que se detecte la necesidad de iniciar algún tipo de
farmacoterapia específica por presencia una psicopatología
instaurada de la cual se conoce que el pronóstico mejora a partir
de un abordaje bimodal combinando, psicoterapia más
farmacoterapia específica.
4. ¿CUÁLES SON LOS CUIDADOS MÍNIMOS EN SALUD MENTAL PARA LOS
TRABAJADORES DE LA SALUD QUE ATIENDEN VÍCTIMAS DE
VIOLENCIA SEXUAL?

Es importante frente al desgaste del profesional, que es propio de la atención en


salud para víctimas de violencia sexual, generar estrategias para su prevención en
los trabajadores y trabajadoras a través del aseguramiento de condiciones de
trabajo dignas y seguras, ausencia de presión de tiempo para el desarrollo de la
tarea, espacios para la expresión de sentimientos, estudios de caso e intercambio
de experiencias que promuevan la salud mental de los profesionales de atención.
Todo con el fin de evitar naturalizar las situaciones de violencia y la desesperanza
frente a la superación de esta. Según el Decreto Ley 129 de 1994 y otras normas
asociadas todas las acciones tendientes a la prevención de los riesgos para la
salud del trabajador o trabajadora, ligados con el trabajo que desempeñan, es
responsabilidad y competencia directa del empleador.
En cuanto a la Administradora de Riesgos Profesionales (ARP) le compete brindar
asesoría y asistencia técnica al empleador para efectuar dicha prevención. Es
importante planear e implementar estrategias de intervención, desde el área de
salud ocupacional, dirigidas a los trabajadores de la salud encargados de brindar
la atención integral a víctimas de violencia sexual a fin de garantizar la
preservación y el cuidado de su salud mental. Trabajadores quienes por razón de
su tarea se ven continuamente expuestos al riesgo de tener efectos
potencialmente negativos sobre su salud, surgidos de una condición laboral que
les exige ser testigos de situaciones de violencia infringidas a otras personas.
Algunas de las problemáticas que se presentan con más frecuencia en los
profesionales que trabajan en las áreas de la salud y sociales es el Síndrome de
Fatiga Crónica o Síndrome de Burnout. El "síndrome de fatiga crónica" o
"síndrome del desgaste profesional" es una respuesta al estrés crónico en el
trabajo (a largo plazo y acumulativo), con consecuencias negativas en el nivel
individual y organizacional, que ha despertado mucha atención en las últimas dos
décadas en el ámbito de la Psicología (Buendía & Ramos, 2001; Hombrados;
1997). Entre otras definiciones del síndrome del Burnout, Burke (1987), lo explica
como un proceso de adaptación del estrés laboral que se caracteriza por
desorientación profesional, desgaste, sentimientos de culpa por falta de éxito
profesional, frialdad o distanciamiento emocional y aislamiento (Ramos &
Buendía,2001). El síndrome se manifiesta en los siguientes aspectos:
Psicosomáticos: Fatiga crónica, frecuentes dolores de cabeza, problemas de
sueño, Físicos: úlceras y otros desórdenes gastrointestinales, pérdida de peso,
dolores musculares, entre otros. Conductuales: Absentismo laboral, abuso de
drogas (café, tabaco, alcohol, fármacos, entre otros. Sociales: Incapacidad para
vivir de forma relajada, superficialidad en el contacto con los demás,
comportamientos de alto riesgo, aumento de conductas violentas. Emocionales:
Distanciamiento afectivo como forma de protección del yo, aburrimiento y actitud
cínica, impaciencia e irritabilidad, sentimiento de omnipotencia, desorientación,
incapacidad de concentración, sentimientos depresivos. En ambiente laboral:
Detrimento de la capacidad de trabajo, detrimento de la calidad de los servicios
que se presta a los clientes, aumento de interacciones hostiles, comunicaciones
deficientes. Otros cuadros clínicos psiquiátricos y psicológicos que pueden ser
desarrollados por estos trabajadores de la salud en virtud de su trabajo son:
trastornos por estrés postraumático (traumatización vicaria), síndrome por
compasión, y trastornos depresivos, entre otros. Además de las enfermedades
profesionales ya descritas, el manejo de personas que potencialmente pueden
exhibir riesgos más o menos inminentes de auto o hetero agresión que los expone
también a sufrir accidentes de trabajo por las características y contextos en que
realicen su trabajo. En concordancia con la normatividad vigente ya mencionada
es a la Administradora de Riesgos Profesionales-ARP a quien corresponde
responder ante el trabajador o la trabajadora en lo referente a las prestaciones
asistenciales y económicas que correspondan ante casos ya dados de accidente
de trabajo o enfermedad profesional.

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