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Ruta de la campaña militar de Miguel Hidalgo y zona de propagación del levantamiento armado de
1810 a 1811.
La etapa de inicio de la Guerra de Independencia de México corresponde al levantamiento
popular encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla. Descubiertos por los españoles, los
conspiradores de Querétaro no tuvieron otra alternativa que ir a las armas en una fecha
anticipada a la planeada originalmente. Los miembros de la conspiración se hallaban sin
una base de apoyo en ese momento, por lo que Hidalgo tuvo que convocar al pueblo
de Dolores a sublevarse en contra de las autoridades españolas el 16 de septiembre de 1810.
Los insurgentes avanzaron rápidamente hacia las principales ciudades del Bajío y luego
hacia la capital de Nueva España, pero en las inmediaciones de Ciudad de México
retrocedieron por orden de Hidalgo. Los siguientes encuentros entre los insurgentes y el
ejército español —llamado realista— fueron casi todos ganados por estos últimos. Los
desencuentros entre Hidalgo e Ignacio Allende, que estaban a la cabeza de la insurgencia,
aumentaron después de las derrotas.
Los sublevados tuvieron que huir hacia el norte, donde esperaban encontrar el apoyo de las
provincias de esa región que también se habían lanzado a las armas. Los líderes de la
insurgencia fueron capturados en Acatita de Baján (Coahuila). Una vez arrestados fueron
enviados a Chihuahua. En esta ciudad fueron fusilados Hidalgo, Jiménez, Allende y
Aldama, cuyas cabezas fueron enviadas a Guanajuato para que fueran expuestas en las
esquinas de la alhóndiga de Granaditas.
Soldados españoles en 1820. Acuarela de Theubet de Beauchamp del álbum "Trajes y vistas de
México"
Durante esta etapa, el caudillo español Francisco Xavier Mina, de ideología liberal,
organizó desde los Estados Unidos una expedición con trescientos hombres para
apoyar la lucha de los independentistas, pues su objetivo personal era luchar
contra el régimen absolutista de Fernando VII. Mina era un navarro que había luchado
en su país y puesto en práctica la guerrilla en la región de los Pirineos en contra del
absolutismo de la Corona española, huido a Francia y después a Inglaterra, donde
conoció a Servando Teresa de Mier. Fue el fraile dominico quien lo entusiasmó
respecto de la lucha por la emancipación de la Nueva España. Finalmente viajó a
los Estados Unidos, desde donde se había embarcado para combatir del lado de
los insurgentes novohispanos, entrando al país por la costa de Tampico.
Mientras los efectivos insurgentes habían disminuido considerablemente, en ese
estado de cosas, las fuerzas realistas superaban los cuarenta mil efectivos. En la
División de México el propio virrey Félix María Calleja contaba con dos mil
seiscientos hombres; el coronel Manuel de la Concha en Apan tenía mil quinientos
diez, el coronel Alejandro Álvarez de Güitán en la sección de Huejutla ciento
cincuenta y uno; el brigadier Ciriaco del Llano en el Ejército del Sur contaba con seis
mil seiscientos noventa y nueve; el mariscal de campo José Dávila en la División
de Veracruz tenía seis mil cuatrocientos ochenta y dos; para la defensa de
convoyes, el coronel Francisco Hevia contaba con novecientos sesenta y ocho; el
coronel Cosme de Urquiola en la Isla del Carmen tenía trescientos treinta y nueve; el
coronel José Gabriel de Armijo en la División de Acapulco contaba con dos mil
seiscientos cincuenta y un efectivos; en Toluca, el teniente coronel Nicolás Gutiérrez
tenía doscientos ochenta y dos; en Ixtlahuaca el coronel Matías Martín y Aguirre,
setecientos ochenta y siete; en Tula, el coronel Cristóbal Ordóñez, ochocientos
ochenta y ocho; en Querétaro, el brigadier Ignacio García Rebollo, novecientos
noventa y uno; el Ejército del Norte comandado por el coronel José Castro, tres mil
ochocientos tres; el Ejército de Reserva del mariscal de campo José de la
Cruz contaba con tres mil trescientos sesenta y tres; la División de las Provincias
Internas de Oriente al mando del brigadier Joaquín Arredondo, tres mil
novecientos ochenta y siete; la División de las Provincias Internas de Occidente al
mando de mariscal de campo Bonavia, doscientos setenta y nueve; en la Antigua
California, el capitán Argüello contaba con ciento nueve y en Nueva California el
teniente coronel Pablo Sola tenía tres mil seiscientos cinco hombres. A esta fuerza,
se debía agregar un número de realistas indeterminado que se encontraban en
pueblos pequeños.[247]
Cuarta etapa: Consumación (1820-1821)
Se estima que habían muerto más de un millón de personas en Nueva España después de
más de diez años de lucha. Es decir, una sexta parte de la población de la Nueva España
había sido aniquilada durante la guerra. Los gastos de guerra, por otro lado, tanto en España
como en América, llevaron al reino a la bancarrota.[305] Las minas, muchas de ellas
abandonadas, redujeron su producción a una tercera parte de los niveles que se tenían antes
de 1810. La producción de las haciendas, de igual forma, fue mermada por falta de mano de
obra. Como efecto secundario, la Iglesia dejó de recibir los diezmos habituales. La
metrópoli española siguió imponiendo restricciones económicas y solicitando el envío de
recursos para coadyuvar a su propia crisis. Los miembros del ejército virreinal estaban
descontentos por los bajos sueldos y porque existía una abierta preferencia hacia las tropas
expedicionarias que habían llegado de España desde 1812.[306]
En España, la revolución iniciada por Rafael de Riego dio inicio al Trienio Liberal y de esta
forma se restauró la vigencia de la Constitución de Cádiz.[307] Fueron impuestas medidas
anticlericales para restar poder a la Iglesia, entre ellas la expulsión de los jesuitas, la
abolición de diezmo y de la Inquisición. Cuando la élite de Nueva España vio afectados sus
intereses intentó rechazar la forma de gobierno liberal. Una serie de reuniones, encabezadas
por el canónigo Matías de Monteagudo, tuvieron lugar en el oratorio de San Felipe Neri y
fueron conocidas bajo el nombre de Conspiración de la Profesa. Sus miembros vieron
en Agustín de Iturbide al jefe militar capaz de dar un giro a la lucha de Independencia, la
cual en lugar de tener el matiz popular que habían abanderado Hidalgo y Morelos, se
convirtió en un proyecto de la oligarquía novohispana que deseaba devolver a Fernando
VII su poder absoluto.[308
Galería de imágenes
Miguel Hidalgo.
La Cruz de Borgoña era un estandarte de los ejércitos Realistas, símbolo del Imperio de
los Habsburgo desde Carlos I.
Mural en la alhóndiga de Granaditas. Representa la cabeza de Hidalgo en una jaula.
Bandera de El Doliente de Hidalgo, capturada en Zitácuaro el 2 de enero de 1812. Esta
bandera era empleada por los insurgentes en señal de luto por la muerte del cura Miguel
Hidalgo.
Acta de independencia.